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Si nosotros planteáramos al deconstruccionismo como forma de oposición, me parece que

estaríamos todavía dentro del ámbito de lo que llamaríamos una lógica de la inversión, que
supondría varios presupuestos. El primero sería la posibilidad de pensar un “por afuera” de
aquello que se está criticando,
Una lógica de la inversión, es decir, una política de reforma social con respecto a lo que hay,
planteando esa reforma como reestructuración o bien como oposición, significaría seguir
trabajando dentro del ámbito de la lógica oposicional y dentro del ámbito de las
identificaciones, es decir, reafirmar la identificación del otro en términos de un
reconocimiento del lugar del otro y un reconocimiento del lugar propio como lugar de
inversión. Frente a eso, pareciera que el deconstruccionismo plantea más bien una lógica de
desplazamiento. Sin salir, sin establecer la utopía de salirse del ámbito, estaría planteando
una constante lógica del desplazamiento. ¿Qué significa esto en términos concretos?

planteamiento político en la problemática del deconstruccionismo, tendría que ver con


generar la reflexión acerca de un espacio de lo no reapropiable.

Profesora: Si pensamos en términos del edificio metafísico diríamos que la lógica de


intervención del deconstruccionismo consistiría no en colocarse fuera sino en, dentro del
mismo edificio, meterse en esos ámbitos en donde el edificio ya está mostrando su
declinación y apurar el proceso de deconstrucción o de demolición. Algo muy similar al
planteamiento nietzscheano del nihilismo integral, es decir, la filosofía del martillo no se
propone colocarse por fuera de la metafísica para criticarla, sino que opera precisamente con
las mismas armas de la metafísica. Toda la labor de Nietzsche en obras como Aurora, El
Anticristo, El crepúsculo de los ídolos, es un operar con las mismas armas del enemigo,
sabiendo que el edificio se deconstruye y apurando o acompañando el proceso
deconstructivo. La filosofía del martillo no opera desde una lógica oposicional, y si lo hace, es
usando esta lógica de usar las armas del enemigo para luchar con el enemigo pero riéndose
en última instancia de la sacralización de ese operar como un proceder verdadero. El
constante uso que hace Nietzsche de los errores útiles en estas obras, el colocarse bajo la
máscara del científico para criticar la filosofía, o el colocarse bajo la máscara del filósofo para
criticar la religión, están mostrando un uso de los conceptos, en el que se utiliza las armas
de enemigo pero se las desacraliza al mismo tiempo, en ese constante juego de volver a
utilizar las mismas armas para volver a criticar los argumentos con los cuales se había
criticado, es decir, podríamos decir que hay también en el nihilismo integral, en la filosofía
del martillo, una lógica del desplazamiento. Nietzsche opera con los conceptos
desplazándolos continuamente de sus ámbitos de supuesta verdad, es decir, desplaza la
religión del ámbito de la religión al ámbito de la metafísica, y después desplaza la metafísica
del ámbito de la metafísica al ámbito de la ciencia, pero también después critica el ámbito de
la ciencia. Hay un continuo desplazamiento de ámbitos en la filosofía del martillo que apunta
a llevar a los conceptos hasta su estallido. En eso hay una conciencia por parte de Nietzsche
(esto es lo que destaca en el prólogo de Humano, demasiado humano), de que ya se están
deconstruyendo esos conceptos, ya se están terminando, Dios está muerto desde hace un
montón de tiempo, y lo único que está haciendo el filósofo del martillo es terminar de
destruir a ese Dios que ya está muerto o terminar de destruir su sombra. Entonces, en cierto
sentido, uno podría decir que la lógica del desplazamiento como forma de pensar la lógica de
intervención política es un componente muy nietzscheano en el pensamiento de Derrida. En
ese sentido, la labor política, el trabajo político, implica más que luchas políticas en el
sentido tradicional del término, algo que Derrida llama como una lucha previa, que es
reconocer que un texto también es política. Uno podría decir que todo el pensamiento
occidental se maneja con ese binarismo de la teoría y después viene la praxis, la teoría
fundamentando la praxis política. Acá Derrida está señalando que ya el texto es política, no
es necesario plantear una lucha o un compromiso político diferente del texto, sino que el
texto mismo es un compromiso político. ¿En qué sentido podemos decir que el texto es un
compromiso político?

Alumno: Toma de posición.

Lo que Nietzsche descubre en el ámbito del pensamiento es de qué manera el pensamiento


está inseparablemente unido al poder, o sea que no va el pensamiento por un lado y las
redes del poder por el otro, sino que Nietzsche hace patente, en esa caracterización de todo
el nihilsmo decadente, el hecho de que el pensamiento es al mismo tiempo política.

Abordar una nueva experiencia de la responsabilidad ético-política, aquella a la que nos


vemos solicitados, supone desprenderse de las amarras, de certidumbres y conceptos

“…El acceso a esas exigencias de la responsabilidad, pasa por momentos críticos, por
una negatividad aparentemente destructora que debe acompañar, como si fuese su
sombra, la afirmación más responsable. La afirmación infinita de la justicia. Conviene
perturbar el concepto dominante de democracia. La simpática fraternidad republicana
y universal puede siempre hacer que regresen la simbología de la sangre, de la nación,
de la etnia o del androcentrismo sublimado…” entrevista a Derrida No escribo sin luz
artificial, Ediciones Cuatro

desde el ejercicio de la escritura que estoy haciendo, que realmente deja al lector en un
ámbito de inestabilidad, de incerteza, donde pareciera que cuando cree que entendió algo se
da cuenta de que dice lo contrario y ya no tiene donde apoyarse, ese ejercicio estilístico ya
es un arma política, en el sentido de que está colocando al lector, que en el discurso político
habitual está en el ámbito del consenso, de la facilidad de la lectura y la inestabilidad, está
colocando al lector en un ámbito de inseguridad, entonces, pareciera que el planteamiento
de lo político, desde el ejercicio de la escritura, pasa por esto que decíamos, en una lógica
del continuo desplazamiento, crear un ámbito de perturbación, o hacer visible un ámbito de
perturbación, que podríamos decir que ya está desde siempre

En el texto que estamos leyendo, Políticas de amistad, precisamente se está planteando la


cuestión de lo político desde el término amistad, que tiene toda una significación en la
tradición aristotélica, en la tradición moderna relacionado con esa idea de fraternidad, de
identificación del hermano, etc., y él está utilizándolo desde una resignificación, con una
connotación nietzscheana.

en términos de Derrida la justicia es indeconstruible, porque la justicia hace referencia al


otro. Si queremos plantear la cuestión de la política tenemos que pasar por el tema del otro.
La política que Derrida está criticando, la política basada en el fundamento

la política de lo mismo. Al señalar que la justicia es indeconstruible está señalando una


suerte de lugar, si se me permite el término, “sagrado” del otro, en donde el otro queda
siempre como lo no reapropiable, lo no ubicable en el propio circuito con el cual se ha
manejado la política hasta ahora, que se relaciona, que se deriva de la metafísica moderna.
Esa política que tiene que ver con subjetividades enfrentadas que se identifican, se
reconocen, se colocan en relación de simetría y defienden su propia mismidad a partir de ese
discurso de la simetría, la igualdad y la justicia distributiva. Frente a esa justicia de la
distribución, se acuerdan que veíamos que Derrida habla de una justicia no distributiva,
porque precisamente no se está hablando de la justicia de la igualdad, sino de la justicia del
respeto al otro, es decir, de esa singularidad del otro que me pone siempre en el ámbito de
lo indecidible, en cuanto que el otro no es calculable.

En Políticas de la amistad, hacia el final, él plantea la cuestión de la fragilidad, cómo plantear


una política, que él señala que siempre es una política de lo imposible, en donde de lo que se
trata es del respecto al otro, y el otro pensado desde la idea de vulnerabilidad, o de
fragilidad.

Alumna: ¿Por qué imposible?

Profesora: En el sentido de todo lo que estamos viendo de la comunidad imposible.

Alumna: ¿De porvenir?

Profesora: Claro, del porvenir, y en cuanto a la imposibilidad del cálculo. Si relacionamos lo


posible con aquello que puedo calcular, acá se estaría planteando una política de lo imposible
porque es una política de lo incalculable, por un lado. Y por otro lado, porque es una política
de la decisión. Uno podría decir que buena parte de la política moderna y contemporánea se
ha planteado en términos de decisión, y lo que él señala en cuanto a la decisión es su
carácter aporético. La decisión, o las políticas del decisionismo, también se deconstruyen,
desde el punto de vista de que la decisión tiene siempre ese rasgo de lo incalculable. Cuando
yo decido, quiebro en cierto modo el presente, y es en ese sentido que el desarrollo de la
temática de la decisión es tan importante en Políticas de la amistad, porque estaría
presentando la posibilidad de una figura de quiebre con la metafísica de la presencia.
Podríamos decir que las políticas de lo calculable, de lo reapropiable, de la decisión como
posibilidad de proyecto, son totalmente subsidiarias de la metafísica de la presencia,
entonces, la política posible para Derrida es la política de lo imposible, en tanto ruptura con
el cálculo, con la aferrabilidad, con la reapropiación. En esa política de lo imposible que tiene
que ver con esta idea de la justicia como indeconstruible, lo que llama a la acción política es
ese otro que nos obliga a una respuesta aún antes de toda constitución de la mismidad. Ese
otro que nos llama a la responsabilidad en el sentido de Lévinas.

El otro es el que me obliga a la respuesta aún antes de que yo pueda decir “yo”, entonces,
no hay cálculo posible, y por eso, es una política de lo imposible, del amparo de la fragilidad
del otro, y digo amparo en el sentido de rescatar la imposibilidad de reducción del otro, la
imposibilidad de reapropiación del otro. política de lo incalculable.

colocar al otro en el lugar de lo irreductible,=la justicia como indeconstruible,

En este sentido, ahí hay otra característica muy nietzscheana del pensamiento de Derrida
que es el hecho del asumir la necesidad de la figura del sujeto como figura de cálculo. Hay
una entrevista con Jean-Luc Nancy que yo se las puse en la bibliografía general, que se llama
“Es necesario comer, o el cálculo del sujeto”, la pueden consultar, está en los Cahiers
Confrontation que dirige René Major, en la hemeroteca del subsuelo. En esa entrevista él
señala que nosotros siempre asociamos la idea de sujeto a la idea de cálculo, y esa es una
concepción de toda la modernidad, pero también indica la necesidad de seguir utilizando la
categoría de sujeto en este sentido de calculabilidad, y entonces, está por un lado el
planteamiento de la justicia como indeconstruible, pero mientras tanto hay algo que
deconstruimos que es el derecho.

está siempre esto que es una constante tensión entre el sujeto como error lógico tal como lo
planteaba Nietzsche, que calcula, y por otro lado la postulación de lo incalculable. Entonces,
me parece que la política en términos de Derrida está siempre en esa inestabilidad de
moverse en ese terreno de la necesidad del cálculo y por otro lado la imposibilidad de la
justicia como incalculabilidad del don.

¿Qué tipo de organización comunitaria se forja a partir de una subjetivad autosubstante?


Son individualidades que operan de manera ensimismada, en el sentido de una ipseidad o de
una mismidad autoafirmada constantemente y que entran en relación con el otro cuando esa
mismidad está puesta en peligro. El ejemplo típico es el de los últimos hombres, los que
dicen “Todo para mí”, es decir, son la expresión de individualidades aisladas que forjan el
lazo social cuando su individualidad, su interés propio es puesto en peligro, y entonces
generan la idea de lo común como forma de grandes valores o de supuestas trascendencias
cuando en realidad lo que están defendiendo es su propio interés. En ese sentido son
mismidades aisladas. Y esa es para Nietzsche la soledad del hombre en el mundo del
mercado.

Derrida a la filosofía en tanto siempre se interpretó a la historia de la humanidad como una


historia de la fraternidad, de la hermandad, de la igualdad, que esto tiene consecuencias
políticas que ya hemos venido analizando bastante, que tiene que ver con la posibilidad de la
apropiación del otro, el tomar al otro como lo apropiable, lo dominable,

hermano, pensando que esta palabra engloba la humanidad del hombre

la ley, porque es la ley la que nos manda a tratar al otro como verdaderamente otro, pero si
el otro es verdaderamente otro resiste cualquier generalización u homogeneización.

reconocimiento mutuo
amistad donde se rompe con el cálculo, con que el otro se vuelva previsible, dominable, que
tiene una economía completamente diferente, que es la economía del don,
la lógica del don supone una lógica totalmente distinta, en donde no hay reconocimiento, es
decir, el don se da, y por eso es cercano al concepto de acontecimiento, el Ereignis de
Heidegger, independientemente de todo reconocimiento, es más: hay don cuando nadie se
da cuenta de que hay don

¿El ultrahombre hace dación de sí por una intencionalidad? Esa sería la pregunta. ¿O el
ultrahombre es dación de sí? Porque si nosotros planteamos que el ultrahombre se plantea a
sí mismo como aquel que da, estamos en las figuras de la identificación y del
reconocimiento, en cambio, si uno dice que el ultrahombre es dación de sí aparece esta idea
de que no hay ninguna actitud que me lleve a hacer dación de mí, sino que esto que uds.
decían del entrecruzamiento de fuerzas, si no hay un sujeto que se afirma a sí mismo en su
propia identidad, no hay reapropiación, entonces, hay, en ese fluir de las fuerzas, un devenir
de las fuerzas que se reapropia en determinado momento, digamos, la creación de sentidos
sería justamente un momento de apropiación, que se reapropia en determinados momentos
pero que es una constante ruptura con el momento que unifica.

ámbito de la interioridad de la subjetividad moderna, el ámbito que te asegura de alguna


manera frente al otro, que te resguarda del otro, ya está roto también
Con respecto al don, la muerte del amigo es el don que no permite ninguna retribución

Si pensamos que la alteridad tiene que ver con este carácter de irrupción del otro, siempre la
relación con el otro es una relación de gratuidad, y desde el punto de vista de la ipseidad, de
ingratitud. El otro siempre va a ser ingrato conmigo en la medida que en términos de esta
relación no hay devolución o retribución de lo que yo doy, porque lo que yo doy no es nada
que pueda ser reconocible y apropiable, sino que es lo que yo soy.
en Políticas de la amistad lo que está haciendo Derrida es deconstruir el concepto de amistad
a lo largo de distintas apariciones históricas y mostrando cómo aún a pesar de que el
concepto ha sido pensado en términos de fraternidad, de igualdad, ya había elementos de
disrupción del concepto.
la fraternidad como igualdad, como inscripción de los mismos en el ámbito de lo mismo
comunidad de iguales

Si pensamos en términos de las formas políticas modernas y contemporáneas, la igualdad


siempre tiene un elemento que la está legitimando, que es un elemento de valor o de
trascendencia.

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