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Presentado por:
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Tutor:
MARINA SANZ- DÍEZ DE ULZURRUN LLUCH
Curso 2012/2013
Junio de 2013
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................................
V. LA PRETERINTENCIONALIDAD .....................................................................................................26
CONCLUSIONES .............................................................................................................................103
BIBLIOGRAFÍA................................................................................................................................105
INTRODUCCIÓN
A diferencia del common law, en el derecho español esta problemática no ha sido muy
debatida por la existencia del dolo eventual, que ayuda a establecer imputaciones para los
supuestos en los que voluntariamente se renuncia al conocimiento esencial del tipo global de
injusto, planteándose como alta la probabilidad de resultado y aun así se actúa.
Para realizar un completo estudio de esta figura el presente trabajo se articula en una
serie de capítulos, que pretenden dar respuestas al interrogante planteado en su título; La
Ignorancia Deliberada: ¿una figura autónoma de imputación Subjetiva en el Derecho Penal?.
Para ello se hace especial hincapié en los problemas de encaje de esta figura en el modelo
continental de imputación subjetiva que tradicionalmente se ha caracterizado por la
bipartición entre dolo en sus diversas formas, o imprudencia.
Para poder atribuir responsabilidad penal a un sujeto no sólo deben darse todos los
elementos objetivos del tipo, también es imprescindible la concurrencia del aspecto subjetivo.
Desde la perspectiva de la antijuridicidad se denomina “desvalor subjetivo de la acción”.
Integrada por el dolo o por la imprudencia o en algunos tipos, por una combinación de dolo e
imprudencia. Además de los elementos subjetivos específicos del injusto.
Así no cabe duda de que la estructura subjetiva del delito entra en relación con la
función motivadora del derecho pues permite que el delito se articule entorno a dos pilares
básicos; uno es la culpabilidad y otro la antijuridicidad. Y la concurrencia de un
comportamiento humano es el primer requisito de la antijuridicidad.
1
MIR PUIG, S., Función de la Pena y Teoría del delito en el Estado Social y Democrático de Derecho, Casa
Editorial S.A, Barcelona, 1982, pp. 42-58.
1
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
pueden derivar tanto del fundamento político y constitucional como del fundamento
funcional, que surge de la necesidad de que el Derecho Penal proteja bienes jurídicos a través
de la prevención2. En concreto este principio nos dice que no puede haber pena sin dolo ni
imprudencia y que en caso de haber alguna de estas dos formas de desvalor de la acción la
pena ha de ser proporcional al grado de responsabilidad subjetiva, a la gravedad del desvalor
subjetivo de la acción, por lo que como regla general, y salvo alguna excepción justificada por
peculiaridades de algún tipo, la comisión imprudente de un hecho no se puede penar igual,
sino que lleva menor pena que la comisión dolosa3. Esto significa que únicamente podremos
considerar autor de un delito a aquel que actúe en cumplimiento de los requisitos objetivos del
tipo global de injusto (bien jurídico protegido, acción, resultado material, imputación objetiva,
relación de causalidad…) y reúne en sí la imputación subjetiva pues conoce los elementos
objetivos del tipo y quiere la producción del resultado lesivo. Se trata de una concepción de
responsabilidad penal opuesta a la “responsabilidad objetiva”, según la cual, con
independencia del desvalor de la intención, el sujeto va a ser responsable del resultado
producido en todo caso.
La doctrina tradicional4 engloba este principio bajo la amplia rúbrica del “principio de
culpabilidad”, dándole a este concepto un doble significado:
Esta concepción era lógica cuando se trataba de dolo o imprudencia como formas o
grados de culpabilidad. Para la doctrina mayoritaria en la que dolo e imprudencia no
pertenecen a la culpabilidad, sino a la parte subjetiva del tipo de injusto (como más delante se
detalla) y que constituyen grados diversos del desvalor subjetivo de la acción, entonces no es
2
LUZÓN PEÑA, D., Curso de derecho Penal. Parte general I, Editorial Universitas S.A, Madrid, 1996, p.80.
3
Ibídem, pp.86-87.
4
Ibídem, p.535.
2
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Este principio ha sido vulnerado con frecuencia en muchos códigos, y también ocurría
anteriormente en nuestro código Penal, por contener vestigios de la idea del versari in re
illicita5. Este principio fue formulado por juristas medievales, según el cual si la actuación
inicial es ilícita se responde de todas sus consecuencias aunque sean imprevisibles y se
responderá incluso del caso fortuito.
Esta concepción cambió con el finalismo. Esta doctrina prefiere un concepto más
restringido de dolo, considera que el dolo pertenece a la parte subjetiva del tipo de injusto.
Esta concepción habla de “dolo natural” o “dolo neutro”. Según el finalismo ortodoxo el dolo
requiere conocimiento de los elementos objetivos del tipo (conocer y querer la realización de
la situación objetiva descrita en el tipo injusto) y es requisito para la antijuridicidad de la
5
LUZÓN PEÑA, D., Op.cit, pp.536-537.
6
Ibídem, pp.402-404.
3
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Este trabajo tomará como punto de partida una concepción finalista de dolo, por lo que
debe quedar encuadrado como un elemento del tipo subjetivo.
Así desde la perspectiva del esquema general del delito doloso de acción, el tipo
global de injusto se construye en base al tipo positivo, que a su vez se configura por
elementos objetivos y elementos subjetivos, y por el tipo negativo, que requiere la ausencia de
causas de justificación.
El tipo subjetivo se integra por el dolo, como elemento esencial en los delitos dolosos,
o la imprudencia y elementos subjetivos específicos cuando sean requeridos por el concreto
delito.
Los específicos elementos del injusto son ánimos o fines determinados distintos del
simple dolo y requeridos expresamente por la descripción legal, sin los cuales la conducta no
es típica y antijurídica8.
Desde Mezger9, se ha desarrollado una clasificación de los tipos que requieren ánimos
específicos:
7
MIR PUIG, S., Derecho Penal. Parte General, Editorial Reppertor, Barcelona, 2007, p. 261.
8
LUZÓN PEÑA, D., Op. cit., pp.394-397.
9
MEZGER, E., Libro de Estudio. Parte general. Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1958, pp.135-
141.
4
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III. EL DOLO
La tipicidad del delito doloso depende no sólo de la realización del tipo objetivo sino,
además, de la realización del tipo subjetivo, es decir, fundamentalmente del dolo. El delito
doloso se caracteriza porque en él coinciden lo ocurrido (la realización del tipo objetivo) con
lo querido (la realización del tipo subjetivo). Precisamente esta coincidencia diferencia al
delito doloso del delito imprudente en el que esta coincidencia no existe.
El dolo caracteriza la forma más grave de ilicitud conocida por el derecho penal
precisamente porque en ella el autor ha querido la realización de la acción prohibida por la
norma10.
10
BACIGALUPO ZAPATER, E., Manual de Derecho Penal. Parte General. Exposición referida a los derechos
vigentes en Argentina, Colombia, México, España, y Venezuela, Editorial Temis S.A, Santa Fé de Bogotá
(Colombia), 1996, pp.103-104.
11
Autores que sostienen este concepto de dolo son Mezger, Mir Puig, Luzón Peña, entre otros.
5
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
El actual código prevé que la pena de la modalidad imprudente de ciertos tipos penales
se determine reduciendo en un grado el marco penal asignado a la modalidad dolosa del
mismo tipo, es el ejemplo del delito de medio ambiente cuyo tipo base se encuentra regulado
en el art. 325 y en el art. 331 se reduce en un grado la pena asignada para el tipo base cuando
se haya cometido por imprudencia grave.
Una comprensión adecuada del dolo exige responder al porqué de su pena agravada
con respecto a la imprudencia. El fundamento de esta exigencia se vincula al principio de
proporcionalidad, el cual nos indica que la gravedad de la pena debe ser proporcional a la
gravedad del hecho antijurídico13. Proscribe el establecimiento de penas (proporcionalidad en
abstracto) y la imposición de penas (proporcionalidad en concreto) que no guarden relación
valorativa con el hecho cometido, contemplado en su significación global; es decir, requiere la
12
Consideración que fue puesta de relieve por Hassemer en función del grado de participación subjetiva al
afirmar que el autor doloso merece mayor pena que el imprudente porque es más responsable del hecho
delictivo. Entiende este autor que quien no puede responder a la pregunta sobre por qué razón se incrimina de un
modo más grave el comportamiento doloso que el imprudente no podrá fundamentar los límites del dolo en
criterios normativos aceptables. HASSEMER, W., Persona, Mundo y Responsabilidad. Bases para una teoría de
la imputación en Derecho Penal. Editorial Temis S.A, Santa Fe de Bogotá (Colombia), 1999, pp. 63-84.
13
LUZÓN PEÑA, D., Op. cit., pp.85-86.
6
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En esta línea se puede encuadrar el pensamiento de Mezger que, desde una concepción
normativa, sostuvo que la culpabilidad “es el conjunto de aquellos presupuestos de la pena
que fundamentan, frente al sujeto, la reprochabilidad personal de la conducta antijurídica. La
acción aparece por ello, como expresión jurídicamente desaprobada de la personalidad del
agente 15”.
14
SANZ-DÍEZ DE ULZURRUN LLUCH, M., El dolo y la imprudencia en el Código Penal español. Análisis
legal y jurisprudencial, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2007, p. 40.
15
Ibídem, pp. 42 y ss.
16
MIR PUIG, S., Función de la pena y teoría del delito en el Estado social y democrático de Derecho, 2ª ed.,
Barcelona, 1982, p. 59.
7
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
como peligrosas para un bien jurídico17. El fundamento de la antijuridicidad es, pues, objetivo
y radica en la peligrosidad de una conducta para el bien jurídico protegido 18., la mayor
gravedad del dolo respecto a la imprudencia, se hace descansar en la mayor probabilidad de
alcanzar el resultado en el primer caso, lo que determina una mayor peligrosidad «ex ante»
del hecho doloso. La fundamentación expuesta gravita sobre la intención y parece referirse al
dolo directo de primer grado19.
Es posible que se parta del sentimiento social para establecer que los hechos
cometidos de modo consciente e intencionado (dolo) conllevan sanciones más graves que para
los llevados a cabo de manera negligente (imprudente). Puede entenderse que la ley penal
asigna distintas consecuencias jurídicas a los sujetos en función de convicciones jurídicas
socialmente arraigadas20. De la misma manera la colectividad se ve más identificada con el
autor en relación con las acciones imprudentes, pues cualquier persona, puede sufrir algún día
un descuido, lo que permite no juzgar tan severamente estas conductas.
Esta consideración debe tenerse en cuenta pues es importante que el Derecho camine
acorde a las valoraciones sociales para generar el efecto preventivo que pretende. Sin
embargo, parecen ir orientadas más hacia la idea de la retribución y no es éste el fin del
derecho penal. Por lo que se hace necesario aportar una fundamentación preventiva para
explicar la diferencia de pena entre el delito doloso y el imprudente. Desde esta posición se
aporta una argumentación que se basa en la mayor motivación a través de la pena.
17
MIR PUIG, S., Ibídem, 58-65.
18
SANZ-DÍEZ DE ULZURRUN LLUCH, M., El dolo y la imprudencia en el Código Penal español. Análisis
legal y jurisprudencial, Op.cit, pp. 42y ss.
19
Ibídem, pp.42 y ss.
20
RAGUÉS I VALLÉS, R., La atribución del conocimiento en el ámbito de la imputación dolosa. Tesis doctoral
de la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, 1998, pp. 31-33.
8
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Por otra parte, argumenta Gimbernat Ordeig que la pena, concebida como “una
amarga necesidad”, sólo se justifica porque es necesaria para alcanzar una soportable
convivencia social22. Pues bien, incrementar la pena del delito imprudente supondría generar
un sufrimiento inútil, dado que, por la estructura de este tipo de delito, en el que el sujeto
descarta la producción del resultado, tal incremento de pena no serviría para disminuir el
número de delitos imprudentes.
La doctrina dominante da respuesta a esta cuestión con ayuda de una fórmula ideada
por Mezger24: es necesaria y suficiente la “valoración paralela en la esfera del profano”, lo
21
GIMBERNAT ORDEIG, E., “¿Tiene un futuro la Dogmática jurídico penal?”, en Estudios de Derecho penal,
Madrid, 3ª ed., 1990, p. 152.
22
GIMBERNAT ORDEIG, E., Ibídem, p. 155.
23
SANZ-DÍEZ DE ULZURRUN LLUCH, M., Op. cit., p. 51.
24
MIR PUIG, S., Derecho Penal. Parte General, Op.cit, p. 263.
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LA IGNORANCIA DELIBERADA…
que significa que basta que se conozca el significado que posee el elemento normativo al
nivel del profano, del no especialista. Y debe concretarse acudiendo al mismo nivel social en
que se halla el autor. No se exige que el sujeto efectúe una calificación jurídica de los hechos.
Los elementos del tipo que ha de abarcar el dolo pueden ser esenciales o accidentales;
son elementos esenciales aquellos de los que depende la presencia del delito, mientras que los
accidentales son exigidos a efectos de agravación o atenuación del delito base. Los elementos
accidentales pueden hallarse previstos de forma específica para el tipo de que se trate o bien
de forma genérica como “circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal”.
25
RAGUÉS I VALLÉS, R., El dolo y su prueba en el proceso penal, José María Bosch Editor, Barcelona, 1999,
pp. 25-53.
26
SILVA SÁNCHEZ, J. M., Aproximación al Derecho Penal Contemporáneo, José María Bosch Editor,
Barcelona, 1992, pp. 400-405.
10
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ella concurren los dos elementos que según la mayoría de autores determinan lo que debe
entenderse por una realización delictiva dolosa que implican conocimiento y voluntad 27.
C) Dolo eventual: Estamos ante el caso en el que sin concurrir propiamente voluntad
de realizar un tipo penal la conducta llevada a cabo parece merecedora de la pena asignada a
la infracción dolosa.
El dolo eventual se diferencia de las dos clases de dolo directo en que por una parte el
sujeto no persigue o pretende realizar el hecho típico y por otra parte sabe que no es seguro,
sólo posible que con su conducta realice el hecho.
27
LUZÓN PEÑA, D., Op.cit, pp. 413-415.
28
En Sentencia de 14 de diciembre de 2006. Ponente Diego Ramos Gancedo. El Tribunal Supremo resuelve
casación de sentencia de Audiencia Provincial de Madrid, donde se condenó al acusado por tráfico de drogas y
absolvió del delito del 556, resistencia a agente de la autoridad. El tribunal de instancia sustenta la absolución del
delito de resistencia en la consideración de que no concurre el requisito subjetivo o intencional por parte del
acusado de querer menospreciar el denominado principio de autoridad, pues lo que realmente quería el acusado
era huir del lugar de los hechos para no ser detenido, reaccionando de forma instintiva dando empujón a uno de
los Policías, a quien tiró al suelo sin causarle ningún tipo de lesión ni daño físico. Sin embargo el TS estima la
casación, al considerar la presencia del elemento subjetivo integrado por el dolo -directo o indirecto- de ofender
o desconocer el principio de autoridad, que "va ínsito en los actos desplegados cuando no constan
circunstancias concurrentes que permitan inferir otra motivación ajena a las funciones públicas del ofendido"
(STS de 7 de mayo de 1.988), entendiéndose que quien agrede conociendo la condición del sujeto pasivo "acepta
la ofensa de dicho principio como consecuencia necesaria cubierta por dolo directo de segundo grado" (STS de
31 de mayo de 1.988, con cita de otras) matizándose que "la presencia de un animus o dolo específico ... puede
manifestarse de forma directa, supuesto de perseguir el sujeto con su acción la ofensa o menoscabo del
principio de autoridad o de la función pública, o merced al dolo de segundo grado, también llamado de
consecuencias necesarias, cuando, aún persiguiendo aquél otras finalidades, le consta la condición de
autoridad o funcionario del sujeto pasivo y acepta que aquel principio quede vulnerado por causa de su
proceder".
11
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Se utilizan las fórmulas de Frank para la constatación del dolo eventual. Su creador
quiso que se entendieran como “medio de conocimiento para la constatación del dolo
eventual”. La primera fórmula parte de la pregunta cómo se hubiera comportado el autor en
caso de haber contado con la seguridad de la realización del resultado si se llegase a la
conclusión de que el mismo habría actuado también en caso de poseer conocimiento preciso,
entonces hay que afirmar el dolo. La segunda fórmula de Frank nos dice que si el sujeto dice
sea así o de otra manera, suceda esto o lo otro, en todo caso yo actúo, entonces su
culpabilidad es dolosa31. Esta fórmula se puede entender plenamente en el sentido de que el
29
LUZÓN PEÑA, D., Op. cit., pp.419-421.
30
MIR PUIG, S., Derecho Penal. Parte General, Op.cit, p. 266.
31
ROXIN, C., Derecho Penal Parte General. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito.
Editorial Civitas S.A, Madrid, 1997, pp.438-439.
12
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sujeto actúa dolosamente aun cuando sólo por necesidad se resigna a la producción del
resultado.
Para Roxin32, el inconveniente que trae aparejado esta teoría es que si el sujeto
aprueba directamente el resultado, en la mayoría de las veces concurre ya una intención, por
lo que al asemejar la intención con el dolo directo, no dejaría nada para el dolo eventual. Para
este autor que el sujeto apruebe o lamente el resultado será pauta importante para la medición
de la pena, pero no podrá influir en el carácter doloso del hecho. Esta teoría también es
conocida como “teoría hipotética del consentimiento”, por utilizar como medio de prueba, la
primera fórmula de Frank.
13
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Según su formulación inicial, habrá dolo eventual cuando el autor considera probable
la producción del resultado y culpa consciente cuando sólo la cree posible. La crítica que se le
dirige a esta teoría es que se hace muy imprecisa en la práctica toda vez que si al propio juez
ex post, le es imposible determinar cuándo algo es posible o probable, para el autor, ex ante,
aún será, si cabe, más difícil conocer si un resultado se presenta como posible o como
probable. En especial puede reprochársele que resulta difícil decidir si concurre dolo eventual
o imprudencia consciente en los casos límite, que son aquellos en los que la probabilidad
advertida no es ni muy elevada ni muy pequeña. Es imposible cuantificar los porcentajes de
posibilidades y aunque fuese posible, no existe ninguna razón para elegir una cifra. Por otra
parte se objeta que para afirmar la presencia de dolo no basta con conocimiento de la
peligrosidad de una acción, sino que es preciso probar la concurrencia de una verdadera
voluntad36.
La crítica que se le hace a esta postura radica en que va más allá del “querer”, que
tiene una acepción más neutra respecto de la psique del autor ya que se puede querer un
resultado, aun cuando éste nos desagrade, del mismo modo que, se puede no querer el
35
Ibídem, pp.422-424.
36
MIR PUIG, S., Op. cit., p.268.
37
MUÑOZ CONDE, F., Introducción al Derecho Penal. Casa Editorial Bosch, Barcelona, 1975, p.192.
15
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
que pueda hablarse de un verdadero “querer” como “aceptar”. También es acertado señalar
que para ese aceptar basta el “conformarse con”, pero dicha forma de querer concurre
necesariamente siempre se impulsa o mantiene voluntariamente la conducta que se advierte
como suficientemente peligrosa en el caso concreto. No se exige la aceptación del resultado
delictivo, sino sólo la conducta capaz de producirlo.
Pero no resulta sencillo hacer una conjugación entre ambas. En primer lugar el sujeto
puede ser consciente de que no hay probabilidad sino una mera posibilidad no elevada del
hecho y sin embargo aceptar. Y en segundo lugar el sujeto puede considerar probable e
incluso muy probable el hecho y sin embargo confiar en su no producción, lo que excluye el
dolo para la teoría pura del consentimiento.
Si el dolo típico requiere saber que se realiza la situación prevista en el tipo de injusto,
el error determinará su ausencia cuando suponga el desconocimiento de alguno o todos los
40
GALLEGO SÁNCHEZ, G. “Culpabilidad. Diferencia entre el dolo eventual y la culpa consciente. Respuesta
de los tribunales’’, en El Derecho Editores. Revista de Jurisprudencia, Ed. El Derecho, n.2 2005, p. 5.
17
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
elementos del tipo de injusto. Tal es la esencia del error de tipo que se distingue del error de
prohibición en que éste último no supone el desconocimiento de un elemento de la situación
descrita en el tipo, sino sólo del hecho de estar prohibida su realización.41
Pueden suceder dos cosas: que el error sea vencible o invencible. Error vencible Es
aquel que hubiese podido evitarse si se hubiera observado el debido cuidado, excluye al dolo
pero no a la imprudencia. Por lo que de ser punible, y se contemple su versión imprudente en
el tipo en concreto, procederá a la estimación de la modalidad de imprudencia que
corresponda. Error invencible es, por el contrario, el que no hubiera logrado evitarse ni aun
aplicando la diligencia debida (error no imprudente). Excluye tanto al dolo como a la
imprudencia, por lo que da lugar a la impunidad.
41
MIR PUIG, S., Op. cit., pp. 271-282.
18
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El error versa sobre persona protegida de la misma forma. En este caso el error
es irrelevante ya que deberá apreciarse el mismo tipo en ambos casos.
2. Error sobre el proceso causal: Se quería causar el resultado pero por otro
conducto. Pueden darse dos situaciones:
IV. LA IMPRUDENCIA
19
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
del doloso, en aquellos supuestos en los que el sujeto no quiere cometer el hecho previsto en
el tipo, pero lo realiza por infracción de la norma de cuidado, pues se produce una
inobservancia del cuidado debido.
debida, así el sujeto crea un riesgo típicamente relevante para el bien jurídico protegido. El
delito imprudente exige además desvalor de resultado, así los tipos imprudentes sólo se
sancionan cuando están consumados. La infracción de la norma de cuidado es el desvalor de
la acción. El desvalor de la acción viene constituido por la infracción del deber de cuidado.
Esto es, por el incumplimiento, consciente o inconsciente, de una norma de cuidado, tanto en
los delitos comisivos como, excepcionalmente, en los omisivos.
Se emplea un baremo sobre la base del hombre medio ideal, prudente y cuidadoso,
bien desde el ámbito general, o bien, en su caso, circunscribiéndolo al ámbito profesional
cuando se trata de un hecho en el ejercicio de una profesión. Cuando el autor en concreto
actúa con el cuidado o diligencia con el que jurídicamente se espera que actúe el hombre
medio ideal, entonces el sujeto concreto no infringe el deber objetivo de cuidado, requerido
por el tipo imprudente.
Puede suceder, que el autor en concreto, debido a sus características personales, a sus
capacidades o facultades disminuidas en relación con ese hombre medio, no pueda cumplir el
deber objetivo de cuidado. En tal caso, hay que seguir afirmando la conducta antijurídica
imprudente, pero puede resultar atenuada o excluida respecto a ella la culpabilidad de dicho
autor en concreto42.
Respecto a las fuentes del deber de cuidado, a veces, las reglas de cuidado que deben
observarse al realizar una determinada actividad se recogen en normas escritas. Ej.: la Ley de
42
DE VICENTE REMESAL, J. “La regulación de la imprudencia en el Código Penal”, en Rexurga.es ( Revista
Xuridica Galega), Vigo, 1998, pp. 24-28.
21
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Seguridad Vial determina las reglas que han de respetarse cuando se participa en el tráfico
rodado; la normativa administrativa sobre utilización de atracciones de feria fija las pautas de
tal actividad, etc. Pero no siempre es así, en otras ocasiones el deber de cuidado deriva de
reglas de la experiencia o reglas técnicas vigentes en el ejercicio de determinadas actividades
(medicina, construcción, etc.). Estas reglas se conocen como lex artis. Por último, existe un
deber genérico de cuidado: la mayoría de las actividades de la vida cotidiana no están
reguladas (cocinar, planchar, colocar macetas en las ventanas, limpiar una escopeta, etc.).
Para decidir si lesionan o no la diligencia debida se atiende a la experiencia general. Ej., no
puedo irme de casa dejando la estufa encendida junto a unas cortinas inflamables. No hay
normas escritas que me digan cómo he de utilizar la estufa en la vida diaria, pero esto es algo
que se deduce del sentido común. Es el hombre medio, colocado en el momento de la acción,
el que determina el deber genérico de cuidado.
22
ESMERALDA CORRAL PANADERO
atendido su contenido psicológico, la culpa puede ser consciente o inconsciente, según que el
agente actúe con representación del peligro de su conducta, aunque confiando en que el
resultado lesivo no se va a producir, o bien cuando dicha actuación no conlleva dicha
representación aunque la misma debió ser tenida en cuenta por el sujeto activo de la
infracción, dando por supuesto que en ninguno de ambos casos existe intención de lesionar el
bien jurídico. Ambas clases de culpa no guardan ninguna interdependencia entre sí, pues la
culpa consciente puede ser normativamente leve mientras que la grave psicológicamente
puede responder a la categoría de inconsciente”:
23
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
una nexo psíquico de enlace entre el sujeto y el hecho, y la imprudencia se consideraba una
forma de la culpabilidad, la imprudencia también tenía que consistir en un nexo psicológico
de unión entre el sujeto y el hecho. La imprudencia se entendía como voluntad de realizar la
acción pero no el resultado, por lo que a diferencia del dolo sin voluntad de lesionar. También
se llevó a cabo otra fórmula en la imprudencia había una voluntad del peligro o de la acción
peligrosa.
Desde la posición de Luzón 43 estas fórmulas son inexactas. En primer lugar, en los
delitos de mera actividad, si hay voluntad de la acción típica o de la acción peligrosa existirá
no imprudencia sino dolo de realizar este tipo de pura actividad. Por otra parte tanto la
fórmula de la conciencia de la posibilidad del hecho típico, como las de la voluntad de la
acción o del peligro, sólo son aplicables a la imprudencia consciente, pero no a la
inconsciente por no darse el nexo anímico efectivo y sin embargo puede suponer una falta de
cuidado clara y reproblable. Por último las fórmulas psicológicas fallan porque puede haber
supuestos en que exista el nexo psicológico de conexión con el hecho y sin embargo no haya
imprudencia, ejemplo en el que un sujeto puede ser consciente de la acción y de la posibilidad
de realizar el tipo o incluso querer la acción peligrosa sin querer el resultado que causa; un
automovilista muy reflexivo y preocupado puede querer conducir su vehículo y atravesar un
cruce de carreteras siendo consciente de que siempre cabe la posibilidad de algún choque o
atropello y no obstante no cometer imprudencia de ningún tipo, ya que la producción del
resultado que incluso había previsto como posibilidad, no se debe a ninguna infracción suya
de normas de cuidado.
43
LUZÓN PEÑA, D., Op. cit., p.493.
24
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La imprudencia grave es la única que puede dar lugar a delitos, no a faltas. Lo que
actualmente se denomina imprudencia grave en el código responde a la antigua imprudencia
temeraria del código penal de 1973. Ésta acontece cuando se vulnera la diligencia exigible al
hombre menos cuidadoso, al menos diligente; cuando se vulnera un deber básico de cuidado.
Se suele valorar en función del grado de peligrosidad de la conducta y de la importancia del
bien jurídico amenazado.
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LA IGNORANCIA DELIBERADA…
principio, dicho incumplimiento puede ocasionar normalmente daños de mayor entidad que
en la imprudencia no profesional. Ej.: en el campo de la medicina.
V. LA PRETERINTENCIONALIDAD
Desde el punto de vista de la relación entre los dos tipos objetivos se distingue entre
preterintencionalidad homogénea, cuando el mal pretendido y el más grave producido
pertenecen al mismo delito de magnitud o intensidad graduable ej. Se quieren directamente
lesiones leves y se causan graves. Por el contrario la preterintencionalidad será heterogénea
cuando el delito pretendido y el producido son tipos distintos, así será el binomio lesiones con
dolo directo y homicidio no querido.
44
MIR PUIG, S., Op.cit, pp. 302-304.
26
ESMERALDA CORRAL PANADERO
La preterintencionalidad fue objeto de reforma para erradicar del Código Penal los
vestigios del principio medieval versari in re illicita, o principio de responsabilidad objetiva,
en virtud del cual existían ciertos preceptos del código que según interpretación
jurisprudencial no exigían dolo ni imprudencia, y permitía castigar todo resultado lesivo.
Desde la reforma de 1983 hay primer acuerdo en doctrina y en jurisprudencia45 para que en
los supuestos de preterintencionalidad heterogénea, esto es, la realización de un tipo distinto y
el resultado más grave producido y no pretendido es objetivamente previsible, pero no ha sido
aceptado por el sujeto, por lo que hay imprudencia respecto del mismo, estaremos ante un
concurso de delitos entre el delito inicial doloso y el posterior delito imprudente en cuanto al
resultado más grave no pretendido.
Para el supuesto en que el sujeto, sin pretender el ulterior resultado más grave, se haya
planteado y aceptado su eventual producción, es decir, que tenga dolo eventual, puede haber
concurso ideal entre los dos delitos dolosos, por ejemplo si el delito causado con dolo directo
es bastante grave y de tales características que no acompaña habitualmente al delito más
grave, producido con dolo eventual, así el homicidio no consume al otro v.g. Unas lesiones
previas permanentes hasta que semanas después de produce la muerte. También puede
suceder que haya concurso de leyes y se castigue sólo al delito más grave doloso eventual,
porque éste absorba el escaso desvalor de la otra infracción cometida, consumada o frustrada
intencionalmente v.g. el homicidio aceptado con dolo eventual consumirá los malos tratos o
las lesiones leves realizados intencionalmente46.
45
Sentencia del Tribunal Supremo de 28 de marzo de 1984.Ponente Fernando Díaz Palos.
46
LUZÓN PEÑA, D., Op.cit, pp.541-542.
27
28
CAPITULO II. LA IGNORANCIA DELIBERADA
47
Sentencia del Tribunal Supremo de 10 de enero de 2000. Ponente Giménez García. Es el primer precedente
jurisprudencial donde se enuncia el tema de la ignorancia deliberada.
48
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal. Atelier Libros Jurídicos, Barcelona,
2007, p. 25.
49
RAGUÉS I VALLÉS, R., Ibídem, pp.134-135.
29
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Este requisito es apoyado por la jurisprudencia del Tribunal Supremo español que ya
desde la primera sentencia en la que aplicó esta doctrina (S.T.S de 10 de enero de 2000) viene
exigiendo que el sujeto pueda y deba conocer aquello que ignora.
Debemos tener en cuenta que desde el punto de vista de los fundamentos generales de
la imputación de capacidad de conocer los elementos del tipo objetivo no es, en sí misma, un
requisito ineludible para poder atribuir a alguien responsabilidad por la realización de dicho
tipo. La evitabilidad de la conducta, como exigencia derivada del principio de culpabilidad se
refiere al comportamiento típico y no a un eventual desconocimiento de sus circunstancias.
Para poder afirmar que alguien ha querido no saber es necesario que haya estado en
condiciones de obtener la información que ha renunciado a adquirir. En palabras de Ragués
quien no sabe porque no puede saber no es un ignorante deliberado.50
50
RAGUÉS I VALLÉS, R., Ibídem, p. 140.
30
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Así hace un símil con zorros y avestruces; el sujeto que obra en una situación de
ignorancia deliberada puede ser visto como un avestruz ya que es el débil moral que trata de
negarse a sí mismo el hecho de que se enfrenta a un dilema de naturaleza también moral, en
cuyo caso su actitud parece menos grave que la actitud con conocimiento cierto sobre los
datos relevantes de la propia conducta. En otros casos el sujeto parece un zorro, alguien que
ha optado decididamente por llevar a cabo una conducta ilícita y que ha buscado su propia
ignorancia sólo como una excusa para protegerse frente a posibles declaraciones de
culpabilidad. En este caso, sostiene Luban, la ignorancia es más grave que el mero
conocimiento, ya que su desconocimiento está calculado lo que lo hace más culpable.
51
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Ibídem, pp. 145-146.
31
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
La clave para resolver el problema que plantean estos casos radica en la concreta
motivación que haya llevado al sujeto a la situación de ignorancia. A juicio de este autor se
pueden diferenciar dos momentos distintos en la estructura de la ignorancia deliberada:
La ignorancia deliberada fue enunciada por primera vez en el artículo doctrinal que
lleva por título Willful ignorance, knowledge, and the "equal culpability" thesis: a study of the
deeper significance of the principle of legality, publicado en febrero de 1994 en la
Universidad de Winsconsin por los profesores Douglas N. Husak y Craig Callender.
32
ESMERALDA CORRAL PANADERO
el United Stated v. Jewell52. Esta resolución fue dictada en 1976 por el Tribunal de
Apelaciones del 9 Circuito Federal y con posterioridad ha sido citada con frecuencia en la
discusión académica, hasta el punto de que estos autores, entre otros, se refieren a ella como
el leading case en la materia53. El acusado Jewell había sido condenado en primera instancia
por cruzar la frontera de México con los E.E U.U. transportando, supuestamente por encargo,
110 libras de marihuana en el maletero de un coche. La alegación del sujeto afirmando que no
sabía lo que transportaba, pese a tener la sospecha de estar haciendo algo ilegal, fue
desestimada por el jurado que previamente había sido instruido de acuerdo con la doctrina de
la ignorancia deliberada en los siguientes términos: “La acusación puede satisfacer la carga de
la prueba demostrando, más allá de toda duda razonable, que si el acusado no era en realidad
consciente de que había marihuana en su vehículo cuando entró en los Estados Unidos fue
porque su desconocimiento acerca de esta circunstancia fue única y exclusivamente el
resultado de haberse hecho el propósito consciente de ignorar la naturaleza de lo que llevaba
en el coche, con una voluntad consciente de evitar conocer la verdad54”.
La condena del jurado fue recurrida por el acusado, cuya defensa cuestionó la
legalidad de esta instrucción. Sin embargo, en su posterior resolución el Tribunal de
Apelaciones confirmó la condena partiendo de la equiparación que contiene el Model Penal
Code entre conocimiento cierto y conciencia de la alta probabilidad. Según la sala quien es
consciente de la alta probabilidad de la existencia de un hecho y no hace lo necesario para
confirmar dicha existencia merece el mismo tratamiento que quien tiene plena certeza sobre
tal extremo. Para justificar su decisión el Tribunal invocó, entre otras, la idea de que “la
ignorancia deliberada y el conocimiento positivo presentan un mismo grado de culpabilidad”,
añadiendo que en caso de admitirse como eximente la existencia de un desconocimiento
provocado, quienes trafican con droga se beneficiarían casi siempre de ella. El objetivo de los
tribunales es condenar a aquellos sujetos que pueden carecer de los conocimientos que se
52
HUSAK, D. / CALLENDER, G., Willful ignorance, knowledge, and the "equal culpability" thesis: a study of
the deeper significance of the principle of legality, Wisconsin Law Review, Wisconsin, 1994, p. 4.
53
HUSAK, D. / CALLENDER, G., are probably the leading case in which the concept of willful ignorance was
invoked to uphold a conviction. Ibídem, p. 4.
54
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal , Op. cit., p. 77.
33
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
exigen (genuine knowledge)55, de lo contrario serían absueltos, siempre que sea posible
considerar que se han puesto en esta situación de desconocimiento provocado, teniendo en
cuenta que partiremos de los supuestos en los que hay un tipo de conocimiento, o sin tener el
mismo, es posible la construcción de un equivalente moral de conocimiento.
55
HUSAK, D. / CALLENDER, G., Op.cit., p. 5.
56
HUSAK, D. / CALLENDER, G., Ibídem., p. 40.
34
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Estos autores señalan que existe una contradicción al intentar encuadrar la willfull
blindness en el Model Penal Code, sección 2.02.7, cuando en ésta se habla exclusivamente de
conocimiento de la alta probabilidad, sin importar las razones por las cuales el sujeto no tiene
conocimiento de su conducta. Si la citada sección se concibe como una definición de la
ignorancia deliberada resulta defectuosa, en especial porque deja fuera de su alcance aquellos
supuestos en los que el sujeto, siendo consciente de un riesgo de realización delictiva que no
pueden calificarse de alta probabilidad, evita deliberadamente confirmar su sospecha. 57A su
juicio, estos sujetos pueden ser considerados menos culpables que quien actúa con la
conciencia de una alta probabilidad, pero nunca podrán ser considerados inocentes. Aplicando
el ejemplo anterior en el que los dos turistas eran tentados con grandes sumas de dinero, se
trata de un caso paradigmático de desconocimiento provocado que, sin embargo, no tiene
cabida en la sección 2.02.7.
57
HUSAK, D. / CALLENDER, G., Ibídem ., pp. 36-37.
58
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal , Op.cit., p.92.
35
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Siendo éste el precedente, a finales del siglo XIX en la doctrina inglesa estaba
plenamente asentada la equiparación entre willful blindness y el conocimiento. Y fue
tendencia el asentamiento de esta doctrina en sentencias propiciadas por casos de juego ilegal
59
HUERGO, M., “Reflexiones en torno a la doctrina de la willfull blindness y su posible recepción en
Argentina”, en Centro de Investigación Interdisciplinaria en Derecho Penal Económico
(http://www.ciidpe.com.ar/ ), Argentina, 2010, pp. 3-4.
60
Cita tomada de RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal Op. cit, p.65., a su vez
cita a ROBBINS, JCLC, 81 (1990), p.196.
36
ESMERALDA CORRAL PANADERO
En EE. UU. la doctrina fue introducida en la resolución del Tribunal Supremo del
año1899 sobre el caso Spurr v. United States en un supuesto de certificación de cheques
emitidos contra una cuenta sin fondos. En esta sentencia se revisa la condena de Mr. Spurr,
presidente del Commercial National Bank of Nashville, condenado por haber certificado los
cheques emitidos por un cliente contra una cuenta que carecía de fondos. De acuerdo con la
ley aplicable, para sancionar penalmente tal conducta era necesaria una violación
intencionada de los preceptos que regulaban la emisión de dichos efectos mercantiles. El
Tribunal sostiene esta teoría al considerar que el mal propósito puede presumirse cuando el
oficial se mantiene deliberadamente en la ignorancia acerca de si el librador tiene o no
dinero en el banco o cuando muestra una indiferencia crasa (grossly indifferent) respecto de
su deber de asegurarse de tal circunstancia61.
IV. LA RECKLESSNESS
Nuestro sistema penal da opción a una imputación bien por dolo o por imprudencia.
Sin embargo en el derecho anglosajón existe la llamada recklessness (o desconsideración), es
una figura autónoma respecto de la intention, que equivaldría en nuestro derecho al dolo
directo y de la negligence que es nuestra imprudencia consciente. Por ello es una posición
intermedia entre ambas, lo que supone que tiene una pena menor que el dolo, pero mayor que
la imprudencia62.
El núcleo que defiende esta teoría reside en la puesta en peligro de un bien jurídico;
una persona que no tiene intención de causar un resultado lesivo, puede que acepte un riesgo
injustificado de causarlo63. Siempre desde la posición de que el riesgo de lesión es el que una
61
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal ,Ibídem, p.68.
62
DIAZ PITA, M., Los límites del dolo eventual, Tesis doctoral facultad de Derecho de Sevilla, 1993, pp.295-
305.
63
Postura adoptada por los tribunales ingleses en los casos Elliott v C [1983] 1 WLR 939 o R v Coles [1994]
Crim LR 820. En Mens Rea Lecture, Criminal Law lectura Notes, http://www.lawteacher.net.
37
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
persona prudente y razonable hubiera asumido. El riesgo de un resultado lesivo para el bien
jurídico implícito en la acción es la base de esta figura. Hay que tener en cuenta que en los
casos en los que está justificado asumir un riesgo, los cuales dependen de la valoración social
que merece la actividad de que se trate puesta en relación con la probabilidad y la gravedad
del daño que se pueda causar al emprender una acción peligrosa para la integridad del bien
jurídico, no habrá recklessness.
Puede que haya considerado si había un riesgo y haber decidido que no lo había.
64
DIAZ PITA, M., El dolo eventual, Tirant Monografías, Valencia, 1994, p. 252.
65
R v Cunningham [1957] 2 QB 396.
66
DIAZ PITA, M., El dolo eventual, Tirant Monografías, Valencia, 1994, p. 252. En nota al pie.
67
R v Caldwell [1982] AC 341
38
ESMERALDA CORRAL PANADERO
persona razonable y prudente no lo habría asumido. Este tipo queda reservado para delitos de
daños, conducción temeraria y homicidio. En el caso Caldwell es el supuesto de riesgo serio y
obvio, se planteó a partir de él quién ha de valorar este riesgo. El caso Lawrence resuelve la
cuestión, propugnando el patrón de persona razonable y prudente como medida del riesgo
obvio, ya que la propuesta anterior podía suponer una oportunidad para escapar alegando que
el sujeto no consideró como serio el peligro para la integridad del bien jurídico 68.
Cabe recordar que en nuestro sistema se plantean respecto del dolo eventual tres
problemas principales: en primer lugar, sólo se responde por dolo o por imprudencia,
excluyéndose ambas formas de imputación mutuamente; en segundo lugar, la clasificación de
una acción como dolosa o como imprudente tiene consecuencias diferentes en lo referente a la
respuesta penal, y podrían darse situaciones en las que la calificación fuese dudosa y se optase
por una u otra dando lugar a resultados desproporcionados; en tercer lugar, las fórmulas de
delimitación utilizadas hasta ahora que intentan dibujar una línea segura de división entre
dolo e imprudencia conllevan una sobreextensión del ámbito del dolo.
68
DIAZ PITA, M., Op. cit., p. 253.
39
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
prevista para el dolo directo, pero más grave que la correspondiente a la imprudencia, y esto
no ocurre en el dolo eventual, que tiene asignada la misma pena que el dolo directo. Así la
inclusión de esta posición intermedia en derecho español presentaría una ventaja y permitiría
a los Tribunales una pena media que diera lugar a sanciones adecuadas a la participación
interna del sujeto en el hecho sin necesidad de compensar el merecimiento de la pena
acudiendo a instituciones como el principio in dubio pro reo.
En opinión de María del Mar Díaz Pita 69 la equiparación de esta figura al dolo
eventual es difícilmente factible, por la desaparición de la imprudencia consciente. Además en
lo que se refiere al aspecto punitivo no resultaría adecuada la aplicación de los casos de dolo
eventual de la pena más leve prevista para los delitos imprudentes. Y ello no podría paliarse
aumentando las penas de la imprudencia aun cuando no se alcanzara la gravedad de las
asignadas a los delitos dolosos. También resulta inviable en nuestro país por una cuestión de
lege data, dada la redacción actual del artículo primero del Código Penal, “No será castigada
ninguna acción ni omisión que no esté prevista como delito o falta por Ley anterior a su
perpetración”, sería necesaria una reforma y no parece que las cosas vayan a cambiar en un
futuro no muy lejano.
69
DIAZ PITA, M., Op. cit., p. 259.
70
ROBBINS, I., JCLC, 81 (1991), passim, esp, p.223, citado por RAGUÉS I VALLÉS, R., Op. cit., p. 83.
40
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Esta posición no está exenta de críticas71. Podemos citar como ejemplo la de Jonathan
Marcus quien considera que se debe hacer una ponderación entre la utilidad social de la
conducta y el grado de representación del sujeto que no es necesaria en el caso del
conocimiento. Además para afirmar que alguien ha obrado con recklessness hace falta desde
el punto de vista subjetivo un grado de representación menor a la alta probabilidad exigida
por el Model Penal Code, en la sección 2.02.7.
71
MARCUS, J., YLJ, 102(1993), pp.2239-2240, citado por RAGUÉS I VALLÉS, R., Ibídem, p. 85.
41
CAPÍTULO III. LA IGNORANCIA DELIBERADA EN DERECHO COMPARADO
Desde su aparición, la figura de la Ignorancia deliberada tiene hoy en día cada vez más
presencia en los distintos ordenamientos, por ello este capítulo pretende hacer un recorrido
por distintas esferas jurídicas para conocer cuál es su visión en relación con esta incipiente
forma de imputación subjetiva.
En dicho país, alrededor del año 1962 se elaboró un cuerpo legal, el Model Penal
Code, el cual es utilizado como pauta válida para la jurisprudencia. El texto fue propuesto por
el American Law Institute72 como estándar para la legislación penal. Sin ser directamente ley
aplicable, esta propuesta ha influido sensiblemente en la legislación de bastantes estados de la
Unión, hasta el punto de que treinta y cuatro de ellos han adoptado códigos que, con más o
menos peculiaridades, se basan en ese modelo73.
72
AMERICAN LAW INSTITUTE, Model Penal Code. Official Draft and Explanatory Notes. Complete text of
Model Penal Code as Adopted at the 1962 Annual Meeting of The American Law Institute at Washington, D.C.,
May 24, 1962, Filadelfia, 1985.
73
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op. cit., p.70.
43
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
En los artículos que el Model Penal Code dedica a la vertiente subjetiva del delito no
se mencionan expresamente los casos de willful blindness, lo que ha creado una intensa
polémica doctrinal sobre cuál es la concreta forma de imputación subjetiva de las cuatro
previstas a las que deben reconducirse estas situaciones. Una buena parte de la doctrina 75 ha
considerado que la sección 2.02.7 del Model Code fue creada específicamente para dar
acogida a esta figura. Este precepto lleva por título “El conocimiento de la alta probabilidad
satisface la exigencia de conocimiento” y en su tenor literal se establece que, “cuando el
conocimiento de la existencia de un hecho particular sea elemento de una infracción, concurre
tal conocimiento si el sujeto es consciente de la alta probabilidad de la existencia del hecho, a
menos que realmente crea que dicho elemento no concurre”76.
Al entender que la sección 2.02.7 Model Penal Code es la respuesta legal que se
propone para los casos de ignorancia deliberada, se están dejando fuera del alcance de esta
figura todos aquellos supuestos, no infrecuentes, en los que un sujeto decide no continuar
investigando ante la sospecha, más o menos fundada, de que en su conducta pueden concurrir
los elementos objetivos de una infracción penal. Sólo cuando dicha sospecha previa pueda
74
HUERGO, M., Op. cit., pp.3-4.
75
Así lo constatan Husak y Callender.
76
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op. cit., p.72.
44
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Estas limitaciones, así como el hecho de que el Model Penal Code no sea Derecho
directamente aplicable, explican que con posterioridad a esta propuesta legislativa la
discusión acerca de la willfull blindness se haya agudizado y, simultáneamente, complicado.
A ello ha contribuido, sin duda, el que a partir de la década de los años setenta esta doctrina
haya empezado a aplicarse por los tribunales con mucha mayor frecuencia que en décadas
anteriores, sin que en los pronunciamientos acerca de su alcance se advierta siempre
coincidencia entre los órganos judiciales que recurren a ella77.
Los sistemas jurídicos continentales de influencia germánica han perfilado esta figura
de manera distinta a la tradición angloamericana. Se basan en una distinción mucho más
simple de dolo e imprudencia, que equivale a la separación entre realización voluntaria e
involuntaria de la conducta objetivamente típica (esta bipartición encuentra sus raíces en el
Derecho romano), frente a las cuatro posibles formas de mens rea de los segundos78.
Por su parte el sistema francés fue reformado en el año 2000, y desde entonces su base
para la distinción entre intención, puesta en peligro deliberada e imprudencia es el art. 121-3
del código penal vigente79, que establece lo siguiente:
“No hay crimen ni delito sin intención de cometerlo. Sin embargo, cuando la ley lo
prevea, habrá delito en caso de puesta en peligro deliberada de la persona ajena.
Asimismo habrá delito, cuando la ley lo prevea, en caso de imprudencia, de
77
Ibídem, p.74.
78
Ibídem, p.68.
79
Ibídem, p.68.
45
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
En el caso previsto en el párrafo anterior, las personas físicas que no hayan causado
directamente el daño, pero que hayan creado o contribuido a crear la situación que
haya permitido su realización, o que no hayan adoptado las medidas que hubieran
permitido evitarlo, serán responsables penalmente si se prueba que, o bien violaron de
forma manifiestamente deliberada una obligación especial de prudencia o de seguridad
prevista por la ley o por el reglamento, o bien incurrieron en culpa cualificada y que
expuso a otro a un riesgo de especial gravedad que no podían ignorar. No hay
infracción en caso de fuerza mayor.”
En sistemas como el español los problemas de desproporción que plantea una división
sólo de dos estructuras, dolo o imprudencia, se solucionan con construcciones intermedias
como el dolo directo de segundo grado o el eventual, que pueden suponer el equivalente, muy
próximo a figuras como el knowledge o la recklessness.
Si se comparan estos dos sistemas, cabe afirmar que el angloamericano tiene una
mayor capacidad para ajustar la entidad de sus consecuencias a los diversos estados subjetivos
que pueden darse en la práctica, a diferencia de los continentales, que admiten que casos de
80
Ibídem, p.97.
46
ESMERALDA CORRAL PANADERO
dolo eventual rayanos en la imprudencia reciban un mismo castigo que supuestos claros de
dolo directo de primer grado en los que el sujeto ha actuado con la intención de lesionar el
bien jurídico. Sin embargo, en el sistema del common law pueden en ocasiones propiciar
lagunas que, en cambio, no se dan en el derecho continental.
El ejemplo más claro se ha planteado en los delitos de tráfico de drogas (Model Penal
Code sección 2.2.3.2). Así mientras en Derecho español para apreciar este delito basta con
que el sujeto haya actuado con dolo (incluido el dolo eventual), en las leyes que en EE. UU.
castigan ciertas modalidades de transporte o tenencia es habitual que el acusado tenga que
obrar con conocimiento (Knowingly) de la naturaleza de la sustancia transportada. Mientras en
el primer sistema se castiga por lo general como conducta dolosa la actuación de quien
transporta drogas siendo consciente de tal posibilidad, pero sin estar seguro de ello, en los
segundos tal situación queda fuera del alcance del tipo legal, lo que supone una clara laguna,
si se entiende que tales casos no merecen permanecer en la impunidad. Esto es así porque en
el common law el conocimiento suele definirse como awarness, esto es, como consciencia
actual de la existencia de un hecho determinado81.
Para poder hablar de dolo eventual los sistemas continentales han exigido la
concurrencia adicional de un elemento volitivo, aunque en la práctica esta exigencia suele
estar ausente en los de mera actividad o delitos de resultado cuando se acredite que el sujeto
actuó con representación sobre las posibles consecuencias de su comportamiento82.
81
Ibídem, p.97.
82
Ibídem, p.157.
47
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
continental, pues éste incluye aquellos casos en los que el sujeto prevé un cierto riesgo o
probabilidad de que un determinado elemento típico pueda llegar a concurrir.
En muchos de los casos en los que se aplica por los EE. UU. la ignorancia deliberada
sirve para colmar la laguna punitiva en que aquel sistema parece surgir cuando un sujeto,
contando ya con un nivel básico de conocimientos acerca de las características de su
comportamiento, ha renunciado a conocer más de lo que ya sabía. Por ello este cierto grado de
conocimientos que tiene el sujeto basta a los sistemas continentales para apreciar dolo
eventual.
Jakobs es uno de los autores que en los últimos años se ha ocupado con mayor
detenimiento de la posible existencia de una laguna legal en el tratamiento de ciertas
situaciones de desconocimiento de los elementos del tipo. Toma como punto de partida lo que
considera un grave contrasentido de la legislación alemana y es el tratamiento dispar existente
entre el dolo y el conocimiento de la antijuridicidad.
83
Ibídem, p.99.
48
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Mientras en todos los casos de desconocimiento de los elementos del tipo la respuesta
ha de ser forzosamente la impunidad, o una importante atenuación, pueden existir situaciones
de desconocimiento de la antijuridicidad que, sin embargo, merezcan la misma pena que los
supuestos de auténtico conocimiento.
49
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
evitable, falta la conciencia de estar realizando un injusto, la pena puede ser atenuada, pero no
ha de serlo necesariamente (§ 17 párr. 2 StGB) 84.
§ 16 párr. 1 StGB contemplaría un beneficio no justificado para este caso si, junto con
la doctrina unánime, esta norma se interpreta de tal modo que entre la comisión “con
conocimiento” y la “comisión imprudente” no hay una tercera forma de comisión, esto es, no
hay dolus indirectus. Por ejemplo, dos personas hacen caer una carpa bajo la cual se encuentra
un gran número de personas para evitar que prosiga el acontecimiento que tiene lugar en ella;
uno de los participantes ha pensado en la alta posibilidad de que se produzca una situación de
pánico con consecuencias mortales, el otro en cambio no, ya que se había concentrado por
completo en la perturbación perseguida. Homicidio doloso, o incluso asesinato, respecto del
primero y homicidio imprudente, como mucho, respecto del último, sería la propuesta de
solución del Derecho vigente según la interpretación habitual; esto, desde luego, no resulta
convincente. El problema se trata en ocasiones como un problema de la llamada ceguera ante
los hechos. Si, por tanto, no se habla aquí de enemistad hacia el Derecho, sino de indiferencia,
ello es para destacar que no se trata de un proceso psicológico (odio o algo parecido), sino de
la falta de cualquier tipo de fidelidad jurídica, incluida la latente (que puede surgir cuando
concurren determinados conocimientos). “El alma sólo es indiferente respecto de aquello en
lo que no piensa, sólo respecto de una cosa que para ella no tiene importancia 85”.
Para Jakobs este dispar tratamiento resulta difícilmente aceptable en lo que al dolo
respecta, ya que obliga a tratar de forma injustificadamente benigna determinados casos de
desconocimiento, concretamente los que él denomina “imprudencia dirigida a un fin” o “ceguera ante
los hechos86”.
Trata a la “ceguera ante los hechos” como un supuesto en el que el autor no adquiere
los conocimientos necesarios para la toma de decisiones porque los mismos le resultan
totalmente irrelevantes, habiendo decidido “a priori” llevar a cabo la conducta a pesar de
84
JAKOBS, G., “Dolus Malus”, en In Dret Revista para el análisis del derecho (www.indret.com), Barcelona
octubre de 2009, p.4.
85
Ibídem, p.5.
86
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.123.
50
ESMERALDA CORRAL PANADERO
87
HUERGO, M., Op. cit., p.6.
88
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal , Op.cit., p.124.
89
JAKOBS, G., “Indiferencia como Dolo indirecto” en Dogmática y Ley Penal Libro Homenaje a Enrique
Bacigalupo, Ed. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales S.A., España, 2004, p.374.
90
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal Op. cit., p.147.
51
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
91
HUERGO, M., Op. cit., pp.7.
92
RAGUÉS I VALLÉS, R., Op. cit., p.125.
93
JAKOBS, Op. cit., p.5.
52
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Con todo, Jakobs parece dejar para más adelante la labor de desarrollar con detalle las
consecuencias que derivan de estas premisas, afirmando que “una cierta vaguedad, cuando se
aborda por primera vez una materia, olvidada durante aproximadamente dos siglos, es
inevitable”, y deja sin responder de forma contundente a los interrogantes que plantea su
propuesta desde la perspectiva de la legalidad94.
Esta figura aparece recogida en el art. 28, que regula la responsabilidad penal de los
jefes y superiores por los crímenes cometidos por sus subordinados. Así lo enuncia el
precepto normativo:
“El jefe militar o el que actúe efectivamente como jefe militar será penalmente
responsable por los crímenes de la competencia de la Corte que hubieren sido
cometidos por fuerzas bajo su mando y control efectivo, o su autoridad y control
efectivo, según sea el caso, en razón de no haber ejercido un control apropiado sobre
esas fuerzas, cuando: a) Hubiere sabido o, en razón de las circunstancias del momento,
hubiere debido saber que las fuerzas estaban cometiendo esos crímenes o se proponían
cometernos; y b) No hubiere adoptado todas las medidas necesarias y razonables a su
alcance para prevenir o reprimir su comisión o para poner el asunto en conocimiento
de las autoridades competentes a los efectos de su investigación y enjuiciamiento
(…)”.
94
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal ,Op. cit., p. 128.
53
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
En opinión de Ragués i Vallés, no cabe descartar que en los próximos años cuando se
comiencen a dictar por este tribunal internacional las primeras resoluciones, ya que hasta la
fecha no hay pronunciamientos sobre este precepto, esta previsión pueda acabar siendo
asumida como pauta interpretativa en la aplicación del derecho interno de algunos Estados
tradicionalmente ajenos a la equiparación entre conocimiento e ignorancia provocada 95.
95
Ibídem, pp. 81-82.
54
CAPITULO IV. LA IGNORANCIA DELIBERADA EN LOS TRIBUNALES
ESPAÑOLES
96
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal ,Ibídem, p.23.
55
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
1. Primeros pronunciamientos.
La primera resolución dictada por la Sala Segunda del Tribunal Supremo en la que se
enuncia a la figura de la ignorancia deliberada es la STS nº 1637/1999, de 10 de enero de
2000, Rec. 3968/1997, siendo el ponente Joaquín Giménez García. Conviene introducir que el
Juzgado Central de Instrucción nº 3, incoó Diligencias Previas 123/92, contra Rubén, Gaspar,
Antonio, José Carlos, Juan Ramón, Luis María y Eugenia, por delito de receptación y drogas,
y una vez concluso lo remitió a la Sección Primera de la Sala Penal de la Audiencia Nacional,
que con fecha 24 de septiembre de 1997 dictó sentencia. En su pronunciamiento el Tribunal
analiza la alegación de un sujeto condenado como autor de receptación por haber transportado
a Andorra importantes cantidades de dinero en efectivo, que afirmó en su descargo no haber
sido consciente de que tales cantidades tenían su origen en el tráfico de drogas. Los
argumentos de peso de la Sala son los siguientes:
b) La Sala establece la concurrencia del elemento volitivo del dolo eventual partiendo
de dos indicios: por un lado del hecho de que el sujeto se hubiera colocado en una situación
de ignorancia deliberada acerca de la naturaleza del negocio en el que participaba, y por otro
lado, de la circunstancia de que se beneficiaría económicamente de tal situación.
Desde una interpretación apuntada por Ramón Ragués98, se debe entender que lo que
pretende decir la Sala es que el sujeto contaba con una considerable sospecha inicial y que su
aceptación se deduce del hecho de que no quisiera profundizar o confirmar sus dudas acerca
del origen de la cantidad transportada. Y además apunta que el interés de esta resolución
radica en que se dicta una definición de ignorancia deliberada como la situación en la que un
sujeto no quiere saber aquello que puede y debe conocer, esto es, un estado de ausencia de
representación con respecto a un determinado elemento del tipo en el que deben concurrir dos
características: la capacidad del sujeto de abandonar dicha situación en caso de haber querido
97
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal , Op.cit., p. 24.
98
Ibídem, p.25.
57
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
“La certeza del cabal conocimiento de que se trataba de cocaína como hecho
cierto, al menos como dolo eventual, entendido este como aceptación de la
colaboración que se le pide sea cual fuese el tipo de droga que se trata de introducir
pues le es indiferente en la medida que asiente en su colaboración y se mantiene en
ella haciendo lo que se le solicita, y lo hace a cambio de los beneficios económicos
que ello le reporta. En efecto, Millán reconoce haber viajado a Ecuador junto con
Braulio y que intuía que "....había algo más madera...." Fundamento Jurídico segundo,
percibiendo por ello un millón de pesetas, lo que le confirmaba en sus sospechas
porque como bien afirma en su declaración ante el Juez de instrucción, dada la
cantidad de dinero que iba a recibir y que no había realizado trabajo alguno en la
empresa "....pensó que había algo raro....", algo raro que se conectaba necesariamente
99
SAN de 18 de febrero de 1997, Rec. 40/1997.
58
ESMERALDA CORRAL PANADERO
con el tráfico de drogas porque es hecho probado que cuando Millán acepta ser
administrador de DIRECCION000 … sabía que en alguna ocasión podría servir para
alguna operación de drogas, y prácticamente puede afirmarse que la primera operación
"mercantil" que efectuó DIRECCION000 fue, precisamente, la recepción del
contenedor en cuyo interior iba la cocaína pues la empresa se constituyó en 1997 y fue
precisamente el 27 de junio de dicho año, cuando DIRECCION000 recibe el
contenedor, todo ello pone de manifiesto la explícita aceptación de Millán en el
protagonismo que se le había asignado con cabal conocimiento de que se trataba de
operaciones de droga, sin que pueda derivarse a droga que no causa grave daño su
responsabilidad penal porque de la actividad y declaraciones de Millán no se deduce
que excluyese el tráfico de drogas duras, o que lo pusiera como condición sine qua
non. Antes bien, lo que se patentiza es la total aceptación de integrarse en esa red de
distribución fuese cual fuese la naturaleza de la droga que se hiciera circular por ella,
estando en un claro supuesto de dolo eventual fundado en la doctrina del asentimiento
que viene a centrar la esencia del dolo eventual en que al agente si bien desconoce en
todos sus detalles el acto ilícito penal en el que se encuentra involucrado, lo asume en
la medida que acepta todas las consecuencias de su ilícito actuar. Por ello, y como ya
se afirmó en la sentencia de esta Sala nº 1637/99 de 10 de enero, quien se pone en
situación de ignorancia deliberada, sin querer sabe aquello que puede y debe saberse, y
sin embargo se beneficia de la situación, iba a cobrar un millón de Ptas., está
asumiendo y aceptando todas las consecuencias del ilícito negocio en el que
voluntariamente participa. La consecuencia de todo ello es considerar a Millán como
autor de un delito contra la salud pública en la modalidad de drogas que causa grave
daño a la salud, lo que no acepta en la sentencia recurrida, con aplicación de los
subtipos agravados de organización y notoria importancia”.
59
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
60
ESMERALDA CORRAL PANADERO
El Auto de 4 de julio de 2002 100 es novedoso por ser su ponente Martínez Arrieta,
diferente de los casos anteriores. En éste se sostiene que la Ignorancia deliberada es “doctrina
consolidada en esta Sala” en relación con acusaciones por tráfico de drogas. Para el Tribunal
este planteamiento está basado en la teoría del asentimiento, que como ya se apuntó en el
capítulo primero, viene a centrar la esencia del dolo eventual en que el sujeto desconoce en
todos sus detalles el acto ilícito penal, pero lo asume en la medida en que acepta todas las
consecuencias de su ilícito actuar101. Esta Sala mantiene una línea similar a la que ya seguía
para su jurisprudencia del dolo eventual, podemos citar como ejemplo Sentencia del Tribunal
Supremo de 1 de diciembre de 2004, entre otras muchas, donde se afirma que “el dolo radica
en el conocimiento del peligro concreto que la conducta desarrollada supone para el bien
jurídico. En el conocimiento del riesgo se encuentra implícito el conocimiento del resultado y
desde luego la decisión del autor está vinculada a dicho resultado”(…) “se estima que obra
con dolo quien, conociendo que genera un peligro concreto jurídicamente desaprobado, no
obstante actúa y continua realizando la conducta que somete a la víctima a riesgos que el
agente no tiene la seguridad de poder controlar y aunque no persiga directamente la causación
del resultado, del que no obstante ha de comprender que hay un elevado índice de
probabilidad de que se produzca”.
100
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal , Op.cit ., p.29.
101
Ibídem, p. 30.
102
Ponente Enrique Bacigalupo Zapater.
61
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Sin duda es el delito estrella en la ignorancia deliberada. Son múltiples las sentencias
dictadas por el Tribunal en las que se acude a esta figura para dar una respuesta penal a los
agentes que alegan desconocer el contenido ilícito del equipaje o efecto que transportaban,
pues aun teniendo todos los elementos cognoscitivos a su alcance y conociendo en parte el
riesgo, dicen no saber aquello que deben conocer, pero sin embargo se benefician del porte.
Citemos ejemplos:
“De acuerdo con el principio de ignorancia deliberada, según el cual quien no quiere
saber aquello que puede y debe conocer, y sin embargo trata de beneficiarse de dicha
62
ESMERALDA CORRAL PANADERO
“En el delito de tráfico de drogas, actúa con dolo quien acepta la realización de
una conducta claramente ilícita sin mostrar ningún interés por averiguar sus
circunstancias y condiciones, poniendo así de relieve que no establece límites a su
aportación (STS nº 1.009/2006, de 18 de Octubre). De acuerdo con el principio de
ignorancia deliberada, quien no quiere saber aquello que puede y debe conocer y, sin
63
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
En STS nº 145/2008, de 8 de abril, Rec. 772/2007, ponente José Manuel Maza Martín,
se sigue esta misma línea jurisprudencial para un caso de tráfico de drogas. En concreto
Enrique (alias "Antonio"), mayor de edad, ejecutoriamente condenado el 13 de febrero de
2002 por tenencia ilícita de armas, y Roberto, de nacionalidad colombiana, mayor de edad y
sin antecedentes penales, formaban parte de una organización de carácter internacional
dedicada al tráfico de drogas, con la misión en España de favorecer y procurar en los primeros
meses del año 2002, el envío desde Colombia con destino a Valencia por vía marítima (puerto
de Valencia/Sagunto), de cientos de kilos de cocaína para su distribución entre terceros, para
lo cual Enrique utilizaba sus negocios de importación en los que figuraba como administrador
único y sin actividad social alguna. Así concluye la Sala:
64
ESMERALDA CORRAL PANADERO
los bienes objeto de encubrimiento. Y resultando por ello suficiente, más aún si
pensamos que figuras como el dolo eventual e, incluso, la propia "ignorancia
deliberada" han sido declaradas por esta Sala como supuestos de comisión de ilícitos
de la clase del presente, el hecho de que tratándose los recurrentes tanto de la esposa
como del hijo del principal responsable de una organización delictiva, con
antecedentes relativos a la previa comisión de infracciones contra la salud pública y
que, a pesar de no realizar actividades económicas lícitas de importancia, gozaba de un
elevado nivel de vida, no puede considerarse, en modo alguno, irrazonable la
convicción de los Juzgadores respecto del conocimiento de ambos acerca de la
irregular procedencia de los bienes que, con las operaciones que personalmente
llevaron a cabo, encubrieron.”
65
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
mínimo, con consentimiento en la participación fuese cual fuese la droga objeto del
tráfico ilícito. Así pues, cuando el supuesto desconocimiento de la concreta cantidad
de droga es consecuencia de la indiferencia del autor, no se excluye el dolo pues en
estos casos el autor sólo tiene una duda pero no obra por error o ignorancia, ya que
sabe que los hechos pueden ser delictivos y, sin embargo, acepta realizar la acción y a
las situaciones de ignorancia deliberada”.
Y en una posición más reciente el Tribunal Supremo continúa con esta doctrina ya
asentada. Así en STS nº 255/2013, Rec. 383/2012, de 12 de marzo, ponente Joaquín Giménez
García, para un caso de tráfico de drogas en el que los acusados Mauricio, mayor de edad y
sin antecedentes penales, y Jacobo , mayor de edad y sin antecedentes penales, entre mayo y
octubre de 2009, mantuvieron reiterados contactos a través de los cuales se pusieron de
acuerdo en la importación de sustancias estupefacientes, concretamente cocaína, desde
Sudamérica, a través de correos humanos "mulas", para su posterior redistribución y venta,
encargándose Mauricio de localizar compradores y Jacobo del suministro de la mercancía:
Por lo que se mantiene la misma posición para la fundamentación del fallo justificando el
dolo y haciendo una equiparación entre desconocimiento provocado y dolo eventual, por lo
tanto responsabilidad subjetiva del hecho.
66
ESMERALDA CORRAL PANADERO
b) Blanqueo de capitales
El delito de blanqueo de capitales es otro de los tipos penales en los que en más
sentencias se aluden a esta doctrina. Sobre esta materia es fundamental citar la STS nº
797/2006, de 20 de julio, Rec. 572/2005, ponente Enrique Bacigalupo Zapater, en la que se
hace una crítica a la ignorancia deliberada y lejos de adoptar una posición acorde, se cuestiona
la corrección de la aplicación hasta la fecha de esta figura. Al hilo de la argumentación se
dice:
67
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
c) Delitos de terrorismo.
Las primeras sentencias de la Sala segunda en las que se resuelven casos de terrorismo y
tenencia de explosivos aplicando esta doctrina datan de 2003 en adelante. Podemos citar los
siguientes ejemplos:
68
ESMERALDA CORRAL PANADERO
miembros de ETA y a ellos se ofrece. En la realidad social del año 1980 en el País
Vasco no solamente no es aventurado, sino que es totalmente plausible y lleno de
razonabilidad que la ayuda facilitada por una persona a miembros de ETA en relación
a un concreto acontecimiento supone el conocimiento y aceptación del resultado que
tenga la acción terrorista efectuado sobre ese acontecimiento, máxime si también
facilita el vehículo para la huida. Ciertamente la prueba del conocimiento o de la
intención, como hechos subjetivos que son sólo pueden ser acreditados, salvo
confesión, por prueba indirecta o indiciaria. En el caso de autos se contó con la propia
declaración del recurrente además de las otras pruebas y corroboraciones ya citadas, y
hay que recordar que según la STS 982/2003 de 27 de Julio, basta a los efectos de la
complicidad con el dolo eventual, es decir no se precisa que se conozca y se quiera
directamente el hecho delictivo a cuya realización coadyuve el cómplice, incluso es
suficiente que le sea indiferente el resultado, principio de la indiferencia, o no quiera
saber aquello que puede y debe saber y no obstante que presta su ayuda , principio de
la ignorancia deliberada, en cuyo caso debe ser responsable de las consecuencias
penales de su actuación”.
En este caso el sujeto facilitó ayuda a miembros de E.T.A sobre una carrera ciclista
que se celebraría en su localidad, siendo efectivamente información útil para los terroristas
quienes atentaron contra dos Guardias Civiles. Lo interesante de esta resolución es que no se
hace hincapié en la necesidad de lucro (obtención de un beneficio) del actor, que hasta ahora,
se consideraba necesario para la equiparación del dolo y la ignorancia deliberada.
69
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Lo que pone de manifiesto que esta figura está asentada en los pronunciamientos del
tribunal y permite servir para la justificación de sus fallos en cada vez más delitos de
novedosa presencia en nuestro país, como es el ejemplo de los delitos contra la Hacienda
Pública, de reciente incorporación en nuestro código.
70
ESMERALDA CORRAL PANADERO
e) Delitos patrimoniales
71
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
72
ESMERALDA CORRAL PANADERO
73
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
75
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
3.Valoración
Estos pronunciamientos del Tribunal Supremo han dado lugar a que se hayan dictado
resoluciones en las distintas Audiencias de España en las que se invoca a esta doctrina para
desestimar defensas en las que los sujetos alegaban desconocer el origen delictivo de sus
conductas, especialmente en casos de tráfico de drogas o blanqueo de capitales.
76
ESMERALDA CORRAL PANADERO
“Es preciso recordar que la doctrina legal al respecto proclama desde bases
analíticas puramente lógicas la inclusión de tales supuestos dentro del dolo del agente,
pues este, si tiene alguna duda sobre la droga que transporta, no obra por error o
ignorancia, sino que aceptando la diversidad (droga que cause o no daño) con
indiferencia, sin procurar conocer la sustancia que lleva. Se trataría de ignorancia
deliberada, plenamente inmersa dentro de la modalidad de dolo eventual”.
103
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit, p.50.
104
Ibídem, p.51.
77
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
También encontramos esta argumentación para otros casos y merece destacar la SAP
nº 619/2011, de 31 de mayo, siendo el ponente Alberto Molinari López-Recuero, se acude a la
figura de la ignorancia deliberada curiosamente para un caso de robo con fuerza en las cosas
en casa habitada ( pocos precedentes hay donde se aplique esta doctrina para estos casos ). En
concreto, dos sujetos, Roque y Cristóbal, con ánimo de obtener un enriquecimiento
patrimonial y puesto de común acuerdo saltan la verja de una finca y después de romper la
ventana roban una serie de útiles como un televisor y otros elementos electrónicos.
querer saber aquello que puede y debe conocerse, y sin embargo se beneficia de esta
situación, está asumiendo y aceptando todas las posibilidades del origen del negocio
en el que participa, y por tanto debe responder de sus consecuencias. Esta idea ha
venido reiterándose en otros muchos pronunciamientos de los que las SSTS 446/2008,
9 de julio EDJ 2008/128086 ; 464/2008, 2 de julio EDJ 2008/128072; 359/2008, 19 de
junio EDJ 2008/97502; y 1583/2000, 16 de octubre EDJ 2000/39230 , no son sino
elocuentes ejemplos. Tampoco falta algún pronunciamiento que reacciona frente a lo
que considera una contradictio in terminis, pues tales expresiones -ignorancia
deliberada o de ignorancia intencional- no resultan ni idiomática ni conceptualmente
adecuadas, dado que si se tiene intención de ignorar es porque, en realidad, se sabe lo
que se ignora. Nadie puede tener intención de lo que no sabe (cfr. STS 797/2006, 20
de julio EDJ 2006/311712) la experiencia ofrece numerosos ejemplos en los que se
producen verdaderas situaciones de ignorancia deliberada. Son casos en los que el
autor, pese a colmar todas las exigencias del tipo objetivo, ha incorporado a su
estrategia criminal, de una u otra forma, rehuir aquellos conocimientos mínimos
indispensables para apreciar, fuera de toda duda, una actuación dolosa, si quiera por la
vía del dolo eventual. De esa manera, se logra evitar el tratamiento punitivo que el CP
reserva a los delincuentes dolosos, para beneficiarse de una pena inferior, prevista para
las infracciones imprudentes, o de la propia impunidad, si no existiera, como sucede
en no pocos casos, una modalidad culposa expresamente tipificada.
1º.- Una falta de representación suficiente de todos los elementos que definen
el tipo delictivo de que se trate. Esa falta de representación, si es absoluta, nunca podrá
fundamentar la imputación subjetiva a título de dolo. Los supuestos abarcados estarán
relacionados, de ordinario, con la conciencia de que se va a realizar, con una u otra
aportación, un acto inequívocamente ilícito. La sospecha puede incluso no llegar a
79
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
perfilar la representación de todos y cada uno de los elementos del tipo objetivo, al
menos, con la nitidez exigida de ordinario para afirmar la concurrencia del elemento
intelectual del dolo. Sin embargo, sí ha de ser reveladora de una grave indiferencia del
autor hacia los bienes jurídicos penalmente protegidos, pues, pese a representarse el
riesgo que su conducta puede aparejar, no desiste del plan concebido.
Encontramos que las Audiencias hacen un tratamiento de esta figura siguiendo la idea
doctrinal aportada por el Tribunal Supremo, así acuden a ella para argumentar los fallos con la
intención de aportar un pronunciamiento convincente al hilo de establecer una equiparación
con el dolo.
Para casos de tráfico de drogas, por ejemplo la SAN 20/2010, de 8 de junio, ponente
Guillermo Ruiz Polanco, en la que se condena a unos sujetos, a Ildefonso, Ricardo, Sebastián
y Pedro Enrique, en calidad de coautores de un delito contra la salud pública por tráfico de
sustancia estupefaciente:
81
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
su estructura interna sólo podría verificarse, salvo improbable confesión, por prueba
indirecta o indiciaria. La jurisprudencia citada precisa que no se exige un dolo directo,
bastando el eventual, o incluso situarse en la situación de ignorancia deliberada. En
esta posición se encuentra quien pudiendo, y debiendo, conocer la naturaleza del acto
o colaboración que se le pide, sin embargo se mantiene en situación de no querer
saber, pero, no obstante, presta su colaboración, y por ello se hace acreedor a las
consecuencias penales que se deriven de su antijurídico actuar. D. Pedro Enrique
administró los fondos que recibía desde el extranjero, procedentes de graves delitos,
colocándolos en cuentas corrientes y productos financieros a nombre de sociedades
panameñas, distintas de las remitentes, y finalmente también en inversiones
inmobiliarias, en las que él mismo participaba, con todo ello contribuía a ocultar el
origen y propiedad de los fondos, al tiempo que facilitaba su uso a D. Gervasio,
miembro de una organización criminal, radicada en EEUU. Este comportamiento lo
llevó a cabo sabiendo que esos fondos no podían tener otro origen que actividades
delictivas, pero colocándose en la posición de ignorancia deliberada, sin querer saber
los delitos de que se podía tratar, y como podía y debía haberlo esclarecido antes de
prestar su consentimiento para realizar estos hechos, y haber exigido toda la
información sobre los negocios de su primo, en lugar de mantenerse “sin tener ni
remota idea”, es acreedor de las consecuencias jurídicas que se derivan”.
82
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Por lo expuesto se observa que la línea que mantiene la Audiencia Nacional sigue la
idea apuntada por el Tribunal Supremo. En la mayoría de sus resoluciones se inclina por
reconducir los casos de tráfico de drogas o blanqueo de capitales, al ser los delitos idóneos
para esta figura, a la imputación dolosa. Estos supuestos siempre tendrán una sanción,
conforme a lo establecido en el código penal, equiparable a la actuación de sujetos que
cumplían todos los elementos volitivos y cognoscitivos, fundamentalmente, del dolo.
83
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Lo hasta ahora expuesto induce a pensar que en nuestro actual sistema penal hay un
problema de encaje de la figura de la ignorancia deliberada, o si se prefiere una laguna legal,
al encontrarse con lo que parece un escalón intermedio de imputación entre dolo e
imprudencia.
85
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
En las páginas siguientes se analizarán cada uno de los posibles casos de ignorancia
deliberada y se tratará de fundamentar si efectivamente la equiparación al dolo que sigue el
Supremo es la solución más correcta o por el contrario existirían otras posibilidades.
a) El administrador ignorante
El delito de insolvencia punible tipificado en los art 257 a 261 del CP, requiere un
ánimo de insolventar, es decir, que en el momento de acudir al notario el sujeto pretendiera
vender los bienes de forma fraudulenta con la clara intención de perjudicar a los acreedores, y
por ello se hiciese una representación clara de la contribución a insolventar, no bastando una
mera sospecha. Es importante que tengamos en cuenta que en derecho penal la culpabilidad
excluye cualquier móvil del sujeto, por lo que carece de relevancia si el sujeto realiza la
acción por hacer un favor o beneficiar a su amigo, lo relevante es si cuando realiza la acción
comprendía el alcance de la norma prohibitiva y si era capaz de actuar conforme a esa
105
Ejemplo tomado de RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit, p.110 con
variantes mías.
106
Sentencia en la que es ponente Martínez Arrieta. Obtenida de la base de datos del Tribunal Supremo
CENDOJ.
86
ESMERALDA CORRAL PANADERO
comprensión y a tal efecto, a esa conclusión se llega cuando se constata que el imputado guió
su conducta a la realización del tipo penal o si no quiso indagar, pudiendo hacerlo, sobre el
contenido de su conducta, asumiendo los resultados que pudieran producirse107.
107
STS de 10 de noviembre 2006 argumento dado para desestimar la impugnación en el fundamento de derecho
noveno.
87
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
En este caso resulta imposible considerar al jefe responsable de ilícito penal alguno,
porque nunca ha tenido conocimiento de que se estaba realizando, por lo que no se le puede
castigar ni por acción ni por omisión. Y de nuevo se vuelve a plantear la misma cuestión
anterior ya que si aplicamos los criterios de imputación subjetiva más estrictos la solución
más correcta sería la impunidad, pero teniendo en cuenta que este sujeto se ha puesto es esta
situación de desconocimiento para precisamente eludir toda responsabilidad penal, la solución
está en la ignorancia deliberada.
c) El alcalde firmante
Estamos ante un delito de prevaricación administrativa del art. 404 del CP, que dice
textualmente “a la autoridad o funcionario público que, a sabiendas de su injusticia, dictare
una resolución arbitraria en un asunto administrativo se le castigará con la pena de
inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de siete a diez años.” En este
caso se exige un elemento subjetivo específico con la expresión a sabiendas lo que plantea
aún mayores dificultades para poder condenar al alcalde pues no sólo no tiene dolo, al carecer
del conocimiento del tipo por desconocer que estaba dictando una resolución administrativa
108
Ejemplo tomado de RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.111,
con variantes mías.
109
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.112.
88
ESMERALDA CORRAL PANADERO
110
Diccionario de la Real Academia Española, RAE, vigésimo segunda edición.
111
QUINTERO OLIVARES, Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, Ed. Aranzadi, Pamplona,
1996, p. 1238.
89
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
una serie de casualidades históricas o legislativas. Según como se interpreten, estos elementos
subjetivos provocan importantes lagunas de punibilidad, al preverse para unos tipos, pero no
para otros, cuando sin embargo entre todos ellos no existen diferencias valorativas que
justifiquen este dispar tratamiento. Precisamente por estas razones algunos autores entienden
que todas estas expresiones deben interpretarse como sinónimas de dolosas y por tanto
incluyen los casos de dolo eventual112.
Los casos en los que se exija estos elementos subjetivos específicos son los más
complejos de incluir en la ignorancia deliberada pues la propia expresión de cualificación
exige este conocimiento cierto de los elementos y no tanto un desconocimiento provocado, lo
que recalca la responsabilidad subjetiva del sujeto y el mayor encaje en la modalidad dolosa.
112
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.105.
113
Ibídem, p.113.
90
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Cabe plantearse el interrogante que plantea Ramón Ragués 114 ¿merece ser acogida por
los tribunales la alegación de la defensa de este sujeto de que no puede ser condenado porque
actuó sin dolo?
Alber Speer fue el arquitecto de Hitler y durante la Segunda Guerra Mundial ocupó el
cargo de ministro de armamento en el momento histórico del Tercer Reich donde el régimen
de gobierno era el nacionalsocialista. En los juicios de Nuremberg fue el único de los jerarcas
nazis que mostró arrepentimiento, razón por la cual sólo se le impuso una pena de veinte años
de prisión. Siempre afirmó que no tuvo noticia de la existencia de campos de exterminio y
que pese haber podido indagar su existencia, prefirió no hacerlo. En sus memorias reconoció
haber seguido el consejo que le dio un amigo de que nunca visitara un campo de
concentración ni tampoco quiso preguntar a Hitler.
Este es el caso que resulta más complicado de resultar impune, en tanto que es muy
difícil creer esta versión por la consideración del sujeto y el alto rango administrativo del
régimen que ostentaba. De ahí que su equiparación dolosa sea más correcta.
114
Ibídem, p.113.
91
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
resultado de una decisión previa del sujeto, no de su descuido. Estamos ante los casos
ejemplares de ignorancia deliberada, al no darse la representación suficiente de los elementos
del tipo objetivo ejecutado.
115
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.115.
116
Jackobs ha sido el autor más desatacado en estos planteamientos.
117
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.120.
92
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Sin embargo en los casos de ignorancia deliberada, pese a que el sujeto desconoce
ciertos aspectos de la dimensión típica de su conducta, su comportamiento parece merecer una
respuesta más severa que la prevista para la imprudencia y en todo caso no merece acabar en
la impunidad si se trata de una de esas infracciones en las que no se prevé expresamente el
castigo de la modalidad imprudente.
118
STS de 31 de diciembre de 1996 ponente Bacigalupo Zapater.
119
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.118.
93
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Lo más interesante a destacar de este tipo es que se observa cierta indiferencia del
sujeto hacia el interés lesionado, la advertencia del interés lesionado para dicho riesgo no es
motivo suficiente para que el conductor adquiera un conocimiento pleno que le lleve a
eliminar tales factores, en palabras de Ragués 122 se ha antepuesto el bienestar propio a la
integridad de importantes bienes ajenos. Y esta estructura recuerda a la de Alber Speer que
decidió renunciar a conocimientos mayores para evitarse complicaciones.
120
Husak y Callender, fundamentalmente.
121
Mencionado en relación a los casos de ignorancia deliberada stricto sensu. Se encuentra en la página 87 de
este trabajo.
122
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.188.
94
ESMERALDA CORRAL PANADERO
En el supuesto del conductor faltarían algunos elementos para que se pueda valorar el
hecho como una indiferencia grave de la cual se pueda aplicar la pena del dolo. El sujeto
cuenta con una sospecha previa que debía haber resultado suficiente para procurarse mayores
conocimientos, sin embargo su decisión de mantenerse en la ignorancia se desarrolló en un
periodo de tiempo no prolongado, a diferencia del caso de Alber Speer, y no estaba guiada por
un beneficio propio relevante, sino que asumía serios riesgos personales. En cambio, en el
segundo caso, la decisión de no conocer se prolongó durante años, por lo que hay un mayor
grado de desinterés hacia los bienes lesionados. La pasividad mostrada ante los graves
crímenes cometidos merece ser equiparada a los casos de dolo eventual.
Se trata del caso en el que el sujeto renuncia a conocer por “razones de eficacia”, es
decir, por razones de celeridad administrativa; tal es el ejemplo del alcalde que firma
numerosas resoluciones sin mirar los detalles contenidos en ellas. Si así lo hiciera tendría que
dedicar a este tema toda su jornada laboral, incumpliendo otras múltiples obligaciones.
95
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Aquí podemos decir que el sujeto “cuenta con conocimientos previos que, si bien, no
pueden equipararse al dolo por falta de concreción, habrían llevado a abstenerse de su
comportamiento a cualquier persona decidida a no cometer ninguna ilicitud123”. La decisión
se mantiene durante un periodo de tiempo más bien amplio. Y el sujeto se beneficia
económicamente de esta situación sin asumir ningún riesgo y puede alegar falta de
conocimiento en el caso en el que le exijan ciertas responsabilidades, por tanto parece que
este caso debe ser valorado como de ignorancia deliberada, con la atenuación de pena que
sostengo para estos supuestos, respecto al dolo y agravación respecto a la imprudencia.
4. El sujeto que renuncia a adquirir determinada información para así contar con una
alegación que, llegado el caso, le exonere si comete un ilícito del que deba responder
123
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.190.
96
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Este es un ejemplo claro de indiferencia grave equiparable al dolo por existe una
sospecha o conocimientos iniciales que justifican la decisión de no querer informarse acerca
de determinadas cuestiones vinculadas con ciertos deberes legales o posibles actuaciones
ilícitas y además el tiempo en el que el sujeto se mantiene en esta situación de
desconocimiento es prolongado y asimismo obtiene ventajas de ello, dado que tiene la
alternativa de alegar dicha ignorancia en el caso de que le exijan responsabilidad por sus
actos.
Podemos concluir entonces que existen casos de ignorancia deliberada que deben ser
tratados, a efectos punitivos, como casos de dolo. Sólo cuando se cumpla la definición
apuntada por Ramón Ragués:
“El sujeto que realiza una conducta objetivamente típica sin representarse que
concurren en ella los concretos elementos de un tipo legal, pero sospechando que está
actuando de manera potencialmente lesiva para algún interés ajeno y que, pudiendo
desistir de tal conducta, prefiere realizarla manteniéndose deliberada o
conscientemente en una ignorancia prolongada en el tiempo como medio para obtener
algún beneficio, sin asumir riesgos propios ni responsabilidades, muestra un grado de
indiferencia hacia el interés lesionado no inferior al del delincuente doloso-eventual y,
en términos preventivos, merece la misma pena que éste”124.
Por otro lado, no es necesario recurrir a la estructura de la actio libera in causa (con
este concepto se definen el conjunto de situaciones en las que un sujeto lesiona o intenta
lesionar un bien jurídico en un estado o situación que impide la imputación de responsabilidad
penal, pero habiendo provocado él mismo, dolosa o imprudentemente ese estado
124
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op cit., pp.192-193.
97
LA IGNORANCIA DELIBERADA…
defectuoso)125 para resolver los aparentes problemas de legalidad que plantean estas
situaciones, por la razón de que en estos supuestos el dolo se halla presente en el mismo
momento de la realización típica y por tanto no hay laguna que colmar por medio de esta
estructura. No son casos de dolus antecedens ni tampoco de dolus subsequens, pues el dolo
está presente en el mismo momento de realizar el tipo.
125
ALCÁCER GUIRAO, R., Actio Libera in causa dolosa e imprudente. La estructura temporal de la
responsabilidad penal, Atelier Libros Jurídicos, Barcelona,2004, p.21.
98
ESMERALDA CORRAL PANADERO
Es interesante mencionar la idea apuntada por ciertos autores para encajar una pena
atenuada al dolo eventual. Estos autores127 sostienen que el juez debe dispensar un tratamiento
más benigno a los casos de dolo eventual, en comparación a los casos de dolo directo de
primer o segundo grado que se justifica por la mayor proximidad del dolo eventual a la
imprudencia. Sin embargo esto plantea un problema de lege lata, es decir, de ley vigente,
pues hay una falta de coherencia del legislador en la fijación de los marcos penales del delito
doloso y del imprudente, estableciendo para unos casos saltos importantes entre los
respectivos marcos penales de ambas modalidades delictivas y en otros casos delictivos se
asignan marcos penales contiguos e incluso superpuestos. Tomaré como ejemplo el citado por
Ramón Ragués128 entre los respectivos marcos penales del homicidio doloso y el imprudente,
art. 138 y 142 respectivamente del CP, existe una diferencia de pena de 6 años, mientras que
en el delito contra el medio ambiente doloso o imprudente, art. 325 y 331 del CP), no hay
salto ya que la pena del segundo es la inferior en grado a la del primero, o delitos contra la
salud pública donde se contempla la modalidad imprudente en el art 367 y la dolosa en el 359,
donde se vuelve a seguir el último criterio (pena inferior en grado) Para el primer grupo donde
se busca la protección de bienes jurídicos eminentemente personales, el criterio que utiliza el
legislador es beneficiar a las comisiones imprudentes, sin embargo en los segundos al ser
126
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.96.
127
RAGUÉS I VALLÉS, R., El dolo y su prueba en el proceso penal, Op.cit., p.50-51.
128
En nota al pie RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., p.108.
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LA IGNORANCIA DELIBERADA…
tipos en los que la función de prevención y de política criminal tiene más sentido explican que
el delito imprudente se castigue más severamente. Sin embargo no hay un criterio claro que
permita adivinar la razón de tal diferencia de penalidad. Por lo que la actual regulación induce
a confusión129.
Los textos legales sólo toman como atribución subjetiva el dolo o la imprudencia131.
La configuración actual del sistema de imputación resulta insuficiente por ello es necesario
que se tenga en cuenta la posibilidad de llevar a cabo una reformulación. La solución podría
estar en la equiparación de la ignorancia deliberada al tratamiento que se apunta en derecho
angloamericano para la recklessness, pero estableciendo diferencias pues la ignorancia
deliberada no es una actuación conscientemente arriesgada 132. Así incorporar una tercera
figura, sólo para los supuestos apuntados como casos por excelencia de Ignorancia
Deliberada, que no sea una mera extensión del dolo, que es lo que se ha venido haciendo para
intentar encajar figuras delimitadoras de dolo e imprudencia133. La ignorancia deliberada no
sería una nueva forma de dolo, sino una nueva escala en el tipo subjetivo con una pena más
129
Ver SANZ-DÍEZ DE ULZURRUN LLUCH, M., El dolo y la imprudencia en el Código Penal español.
Análisis legal y jurisprudencial, Op.cit., pp. 203 y ss.
130
RAGUÉS I VALLÉS, R., La ignorancia deliberada en Derecho Penal, Op.cit., pp.101-102.
131
En alguna sentencia el Tribunal Supremo español se ha mostrado partidario de crear un tercer título de
imputación, ejemplo STS de 25 de octubre de 1991, ponente Montero Fernández –Cid en la que se afirma: “sería
conveniente que en el futuro la figura del dolo eventual tuviera un tratamiento legislativo de carácter específico
intermedio entre el dolo directo y la culpa consciente”.
132
Definición aportada por DIAZ PITA, M, en EL dolo eventual, Op.cit., p.258.
133
DIAZ PITA, M., El dolo eventual, Ibídem, p. 257.
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débil que el dolo pero más grave que la imprudencia. Si bien es cierto estas comisiones en las
que se actúa bajo la figura de la ignorancia deliberada son excepcionales, por lo que debe
considerarse esta propuesta desde la característica de la excepcionalidad.
Es necesario destacar la principal crítica apuntada por María del Mar Díaz Pita pues si
incorporamos la recklessness como tercera forma de imputación se estaría perdiendo la figura
de la imprudencia consciente134, ya que desde el punto de visto psicológico se entiende que
hay imprudencia consciente cuando aun no queriéndose causar la lesión, se advierte su
posibilidad y sin embargo se actúa, cuestión que es equiparable en definición a la recklessness
pues se está ante esta figura cuando el sujeto es consciente del concreto peligro de la
realización del resultado y no por ello abandona su comportamiento planeado. El
planteamiento apuntado para la ignorancia deliberada no encuentra este impedimento pues el
concepto es diferente, permitiría que se mantuviesen las distintas formas de imprudencia
atendiendo al criterio psicológico pues el sujeto actúa, especialmente para casos de drogas,
planteándose la posibilidad de transportar drogas pero con desconocimiento real del
contenido, por lo que no estamos ni ante imprudencia consciente ni inconsciente.
Desde luego que esta posición no quedará exenta de críticas pues hay pocos autores
dispuestos a poner en tela de juicio el actual sistema de imputación. Sin embargo creo que es
necesario aclarar que lo que se pretende con esta propuesta no es más que una idea de claridad
al actual sistema en el que las penas pueden dar lugar a resultados muy dispares y es necesario
delimitar el lugar que le corresponde a la ignorancia deliberada.
134
“La equiparación del tratamiento del dolo eventual al de la recklessness sería difícilmente factible. La
introducción de una tercera forma de imputación conllevaría, tanto desde el punto de vista teórico como desde el
práctico la desaparición de la imprudencia consciente”. DIAZ PITA, M, en EL dolo eventual, Op.cit., pp.259 y
260.
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LA IGNORANCIA DELIBERADA…
Sin embargo como se establece en el título de ese apartado esta es una posición de lege
ferenda que actualmente resulta inviable ante la regulación bipartidista entre dolo e
imprudencia sin bien respondiendo a la función de prevención de derecho es necesario que el
ordenamiento se adecúe a las nuevas formas de criminalidad y en ese punto se incluye la
ignorancia deliberada como argumento que es utilizado para la descarga de responsabilidad de
los infractores, en especial para delitos de tráfico de drogas.
102
CONCLUSIONES
Este trabajo parte de la premisa de que estos casos merecen un castigo más grave que
el establecido para la imprudencia, pero no deben llegar al alcance punitivo del dolo. Sin
embargo este castigo no es posible por razones de legalidad, ya que el código exige un
conocimiento que no se da en estos supuestos. Por ello se considera la existencia de una
laguna punitiva. Siguiendo así el planteamiento de autores ya citados como Husak y Callender
quienes constatan este vacío legal en el sistema jurídico estadounidense y Gunther Jakobs
para el ordenamiento alemán.
Especialmente debe mantenerse esta posición para los supuestos en los que los actores
se posicionan en estas situaciones para tener garantizada una defensa tan fuerte que les
exonere de toda responsabilidad. Si se admitiese que estos casos, por no reunir los requisitos
de imputación, deberían ser impunes estaríamos ante una injusticia manifiesta. Y además se
correría el riesgo de que todos los potenciales delincuentes viesen por esta vía facilidades para
eludir la pena y se acogiesen a esta modalidad para la comisión de los delitos.
No se puede dar la espalda a las nuevas formas de imputación que nos brinda la
práctica jurídica por lo que se invita a una reflexión en relación con el actual sistema de
imputación subjetiva para la incorporación plena de la Ignorancia Deliberada.
104
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