El marxismo histórico

El marxismo estructural defiende los análisis ahistóricos y se opone a los históricos, pero
muchos marxistas se orientan hacia la investigación histórica. Estos declaran ser fieles a la
preocupación marxista por la historicidad. (Ritzer, 1997)

La teoría política de Marx ha sido el centro de una permanente discusión que ha enfrentado a
creyentes y revisionistas. La discusión, se centra en la innovación de las condiciones socio
políticas y económicas, que no parece desatar el colapso del capitalismo que había predicho
Marx. Los marxistas debatirán sobre la crisis del capitalismo, el imperialismo, el futuro rol del
Estado y si la revolución es o no inevitable.

El moderno sistema mundial

IMMANUEL WALLERSTEIN:

Aunque ganó fama durante la década de los años sesenta como experto en Africa, la
aportación más importante de Immanuel Wallerstein a la sociología es su obra publicada en
1974, The Modern World-System (El moderno sistema mundial), que disfrutó de un éxito
inmediato, recibió reconocimiento internacional y se tradujo a diez lenguas y a braile. Nacido
el 28 de septiembre de 1930, Wallerstein estudió en la Universidad de Columbia, donde se
doctoró en 1959. Aceptó después un puesto de trabajo en esa misma Umversidad: después de
algunos años, y tras una estancia de cinco años en la Universidad McGill, en Montreal,
Wallerstein se convirtió en 1976 en un destacado profesor de sociologla de la Universidad del
Estado de Nueva York en Binghamton. En 1975, Wallerstein recibió el prestigioso Premio
Sorokin por su primer volumen de The Modem World-System. Desde entonces ha seguido
trabajando. sobre este tema y ha producido una serie de artículos y otros dos volúmenes en
los que amplía su análisis del sistema mundial hasta 1840. Podemos esperar más trabajos de
Wallerstein sobre este tema en un futuro inmediato. Actualmente está elaborando un cuerpo
teórico que sin duda despertará mucho interés en años venideros. (Ritzer, 1997)

Este nuevo sistema mundial comenzó a surgir durante el siglo XVI, cuando las potencias
europeas, como España, Inglaterra y Francia, empezaron a explotar los recursos de los lugares
que conquistaron y colonizaron. Estas relaciones comerciales desequilibradas llevaron a una
colecta de capital que se reinvertía en la ampliación del sistema. A finales del siglo XIX, la
mayor parte del mundo se había acoplado a este sistema de producción e intercambio de
productos.