Está en la página 1de 2

Jitanjáforas

Ejercicio No.9
Taller de Creación Literaria
del Faro de Aragón

Canchulín fue mi perro cuando yo era niño, era carinegro y de cuerpifea semblanza, decía
mi padre que el cachorro estaba en huesos porque su madre era galga, de más grande mi
madre decía que tenía cintura de señorita porque le entraba diario al caldo de tortillas
con rabadilla.
Un día durante el cometraga matutino, por la reja del patio se asomó un perrillo de
cuerpo delgadamente desproporcionado y de perronalidad siniestra, los vecinos decían
que habia venido y le llamaban Trompichulo por una chistosa mancha entre el bigote y la
nariz, Canchulín rápidamente hizo a Trompichulo su flacompadre, por las mañanas se
ponían a ladricar tirados al sol, cada quien en su terreno, uno desde su callecasa y el otro
al borde de su durmejaula, como cuidando las clases sociales.
En medio de tanta felicidad, Canchulín sentía la necesidad de salir a conocer el
mundo, a mí nunca me dio por sacarlo a pasear porque le tiraba mordiditas a la gente y las
asustaba, para no comprometerme y cumplir las órdenes de mis padres, cuando le lavaba
su espacio le desamarraba y él se alocaba por el todo el patio, entre el juegamea y el
ladracorre éramos felices.
Una vez Trompichulo se acerco a la reja con una gatartija aun viva en su hocico y
sagazmente se la arrojo a mi inocente mascota, ese día Canchulín cambió, ya no quería
jugar, aullaba con sonido esperreofónico, se alborotaba por las noches y su rascallora no
nos dejaba dormir.
Por la mañana de un sábado, el jardín amaneció arrasado, de puro coraje mi padre
le quito su tiraperro y le abrió la puerta, desquiciado se arrojó a la calle a 100 kilómetros
por hora.
Como si hubiera sido un acto planeado, en la esquina Trompichulo terminaba su
nauseayuno y con un ladrido hizo venir a mi perrito, ya cerca ladró nuevamente y una
banda de rabiosos le hicieron saber a Canchulín por primera lo que era EL pánico, una
rastriza y luego una persecución que le obligó a cruzar la autopista.
Cuando lo encontramos era una masa sanguinolenta, solo lo reconocí por su
escapulgario y su plaquita, irónicamente lo enterramos en el destrozado jardín en medio
de sollozos, moqueos y lagrimones.
En los siguientes días, Trompichulo pasaba todo el tiempo parado asomándose por la reja,
con una mirada de no culpable, él quería que se le adoptara, pero todos sabíamos de su
mala sangre, nadie sugirió siquiera tan desquiciada idea, así paso el tiempo hasta la
temporada de celo le retiro el anhelo a Trompichulo de tener una casa.

Por: Miguel Ángel Rojas González


30 de noviembre de 2019
Jitanjáforas
Ejercicio No.9
Taller de Creación Literaria
del Faro de Aragón

Meses después, por culpa y como compensación, mi padre llevo a casa de regalo de
navidad a una omnipreciosa y croquetona perrita Bulldog, que más bien adopto mi
hermana, pues para mí ya no había espacio para otro desamor.
.....................
NOTA: Hola, Miguel. A diferencia de tus compañeros. Me gusta que usaste jitanjáforas
propias, algunas forzadas, otras no tanto. De todos tus escritos, considero esté es uno de
los más flojos. Pensé que a partir de la gatartija…el texto daría un giro dramático; sin
embargo es plano. La idea esta, pero…hay que trabajarla más.

Por: Miguel Ángel Rojas González


30 de noviembre de 2019

También podría gustarte