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El extranjero Resumen y Análisis Parte 1, Capítulo

Resumen:
La novela comienza con la impactante frase: “Hoy ha muerto mamá. O quizá
ayer. No lo sé”. Habitante de Argel, Meursault pide licencia en su trabajo para
viajar a Marengo por el tiempo necesario para velar y enterrar a su madre.
Calcula que no necesitará más de dos días.
Al llegar a la pensión, trata de ver a su madre, pero el portero le indica que
debe hablar primero con el director del lugar. Este es un hombrecito pequeño
que lo recibe con el pésame y luego le da las indicaciones técnicas sobre el
velorio y el entierro. La difunta había pedido que la enterraran con un oficio
religioso; esto al narrador le llama la atención, puesto que en vida su madre
nunca había manifestado religiosidad. Una vez terminados los intercambios de
rigor, el director lo acompaña a la sala velatoria.

Allí hay una enfermera árabe, y luego llega el portero, que ofrece a
Meursault abrir el féretro cerrado para que pueda contemplar a su
madre. Meursault se niega, no sabe por qué, a ver a su madre a
cajón abierto. Toma asiento a un costado de la sala y la enfermera se
retira.

A partir de ese momento, el narrador sostiene una conversación


trivial con el portero. Este le cuenta que antes vivía en París, y que
llegó a la pensión como indigente, pero se ofreció para trabajar de
portero. Cuando cae la noche, le ofrece un café con leche a
Meursault y luego prepara café para los ancianos que quizás vayan a
despedir a la difunta. El narrador se siente cansado y dormita
brevemente.

Aproximadamente una decena de ancianos llegan y se instalan para


velar el cadáver. La noche transcurre y el narrador duerme por
momentos. Con el amanecer, el portero les pide a los pensionados
que se retiren. Luego, el director llama a Meursault para ocuparse
del papelerío. Le dice entonces que del entierro no participarán más
que ellos dos y la enfermera, pero que permitirá que el cortejo sea
acompañado por Tomás Pérez, un viejo amigo de la madre (los
pensionados bromeaban sobre el noviazgo de la pareja). Meursault
asiente sin intervenir, y entonces llega el cura de Marengo, un poco
antes de tiempo, quien los acompañará en la procesión hasta la
iglesia y luego oficiará el responso.

En la procesión, detrás del carruaje se ubican cuatro empleados


fúnebres, seguidos de Meursault y el director y, cerrando la comitiva,
Pérez junto a la enfermera árabe. Mientras avanzan, el narrador
relata sus impresiones sobre el paisaje y el día. Hace mucho calor, se
siente el sofoco y la claridad cegadora es opresiva.

Finalmente llegan a la iglesia para realizar el responso. El narrador


observa los colores de todo lo que los rodea, menciona la pena y el
desvanecimiento de Pérez, y luego nos habla de su alegría al tomar
el autobús que lo llevaría de vuelta a Argel y la perspectiva de poder
dormir doce horas seguidas.

Parte 1, Capítulo 2

Resumen:
El día siguiente al funeral de su madre es sábado. Luego de levantarse
lentamente, Meursault se dirige a los baños del puerto, donde se encuentra
con María Cardona, una antigua conocida a quien ha deseado en su momento.
En las piscinas entablan contacto, nadan y toman sol juntos, y luego Meursault
le propone ir al cine esa noche. Cuando María lo ve vestido con corbata negra
le pregunta si está de luto, a lo que Meursault responde que sí, que su madre
ha muerto el día anterior. Esto impacta momentáneamente a María, pero esa
noche, en las películas, parece haberlo olvidado.
Durante la película, Meursault besa a María y, una vez finalizada la misma,
ella lo acompaña a su casa y se queda a dormir. Cuando el narrador despierta,
el domingo por la mañana, María ya no está en la casa. Él decide entonces
quedarse fumando en la cama hasta el mediodía. Luego, como no tiene ganas
de almorzar en el restaurant de Celeste, ya que quiere evitar preguntas, se
queda en la casa y se prepara unos huevos cocidos.
Desde que no comparte el departamento con su madre siente que el
espacio le queda grande. Menciona entonces que ha llevado la mesa
y las sillas a su habitación, y que ha abandonado el resto de la
vivienda. Entrada la tarde, se asoma al balcón y observa a los
caminantes. El paisaje se le hace una tarde típica de domingo.

Cae la noche, se encienden las lámparas en la calle y Meursault se da


cuenta de que está fatigado. El barrio comienza a quedarse en
silencio y decide que ya es hora de comer algo. Se retira hacia el
interior de su departamento, y el capítulo se cierra con el
protagonista pensando que, después de todo, otro domingo ha
pasado, que su madre está ya enterrada, que al día siguiente debe
retomar el trabajo y que, en definitiva, nada ha cambiado.

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