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CIENCIA

Así es cómo el cerebro “construye” el miedo


Científicos develaron el sistema de alarma central donde los mamíferos recopilan
las amenazas detectadas y las transforma en esa emoción natural desarrollada ante
un peligro real o percibido
27 de Agosto de 2022
Cuando una persona percibe una posible amenaza, se producen reacciones bioquímicas
para preparar el cuerpo y la mente para responder (Getty)
Cuando una persona percibe una posible amenaza, se producen reacciones bioquímicas
para preparar el cuerpo y la mente para responder (Getty)
El miedo es una emoción natural en humanos y animales que puede ayudar a detectar y
responder a un peligro real o percibido. Para sobrevivir en la naturaleza, los
animales (incluidas las personas) deben reaccionar rápidamente ante el peligro
detectando información aversiva de múltiples modalidades sensoriales, como la
sombra de un águila o el sonido de una serpiente de cascabel. Se cree que los
estímulos de amenazas multisensoriales son detectados y procesados en paralelo por
una amplia gama de estaciones repetidoras.

Cuando una persona percibe una posible amenaza, se producen reacciones bioquímicas
para preparar el cuerpo y la mente para responder, lo que se conoce como respuesta
de lucha, huida o inmovilización. Una revisión de una investigación anterior
analiza cómo es que esta respuesta de miedo se procesa en una región del cerebro
llamada amígdala.

Ante una posible amenaza, el cerebro recibe los datos del sistema sensorial a
través de la vista, el oído, el olfato y el tacto. Luego, esta información activa
partes de la amígdala para iniciar las reacciones de comportamiento necesarias para
hacer frente a la amenaza. Sin embargo, hasta ahora, las vías cerebrales
responsables de recopilar información amenazante del sistema sensorial del cuerpo e
iniciar la respuesta de miedo no se comprendían completamente, pero una nueva
investigación ofrece algunas pistas.

Independientemente de la modalidad sensorial, es fundamental que los estímulos de


amenaza se procesen de manera rápida y confiable para provocar respuestas de
comportamiento adecuadas (Getty)
Independientemente de la modalidad sensorial, es fundamental que los estímulos de
amenaza se procesen de manera rápida y confiable para provocar respuestas de
comportamiento adecuadas (Getty)
Un estudio reciente del Instituto Salk de Estudios Biológicos en La Jolla en
California, parece haber descubierto uno de esos caminos. En la investigación que
acaba de publicarse en la revista Cell Reports, los científicos descubrieron
poblaciones de una molécula llamada péptido relacionado con el gen de la
calcitonina (CGRP) que permite a las neuronas transmitir señales amenazantes entre
áreas separadas del cerebro y luego transmitir esa información a la amígdala.

Independientemente de la modalidad sensorial, es fundamental que los estímulos de


amenaza se procesen de manera rápida y confiable para provocar respuestas de
comportamiento adecuadas. Para llevar a cabo la investigación, los científicos
utilizaron imágenes de calcio de una sola célula para registrar la actividad de las
neuronas CGRP de ratones expuestos a señales de amenaza que estimulaban múltiples
sentidos. Usando proteínas fluorescentes de diferentes colores, pudieron rastrear
las vías de las señales que salen del tálamo, una región del cerebro responsable de
transmitir información sensorial, y del tronco encefálico.

Después de identificar estas vías, los especialistas realizaron pruebas de


comportamiento en ratones para evaluar el miedo y la memoria. Al analizar los
datos, los científicos descubrieron que dos grupos separados de neuronas CGRP en el
tronco encefálico y el tálamo transmiten señales al área no superpuesta de la
amígdala, formando dos vías.
Además, las poblaciones de neuronas CGRP también traducen información sensorial
amenazante y la comunican con otras redes cerebrales.

Los científicos también encontraron que ambas vías están involucradas en la


formación de recuerdos desagradables, lo que puede ayudar a una persona a evitar la
misma amenaza en el futuro (Europa Press)
Los científicos también encontraron que ambas vías están involucradas en la
formación de recuerdos desagradables, lo que puede ayudar a una persona a evitar la
misma amenaza en el futuro (Europa Press)
En conjunto, sus hallazgos muestran que dos poblaciones distintas de neuronas CGRP,
una en el tálamo y otra en el tronco encefálico, se proyectan a áreas no
superpuestas de la amígdala, formando dos circuitos distintos. Ambas poblaciones
codifican imágenes, sonidos, olores, sabores y tactos amenazantes comunicándose con
redes cerebrales locales. Finalmente, descubrieron que ambos circuitos son
necesarios para formar recuerdos aversivos, del tipo que pone una alerta frente a
un peligro que requiere distancia.

Los científicos también encontraron que ambas vías están involucradas en la


formación de recuerdos desagradables, lo que puede ayudar a una persona a evitar la
misma amenaza en el futuro. En su estudio afirmaron que “la identificación de estas
vías puede ofrecer información sobre el tratamiento de las afecciones de salud
mental basadas en el miedo”.

Ante una posible amenaza, el cerebro recibe los datos del sistema sensorial a
través de la vista, el oído, el olfato y el tacto
Ante una posible amenaza, el cerebro recibe los datos del sistema sensorial a
través de la vista, el oído, el olfato y el tacto
Los autores esperan ahondar las investigaciones en el modo en que la señalización
de CGRP en estos circuitos media los trastornos que involucran anomalías en el
procesamiento de estímulos multisensoriales, como migrañas, trastorno de estrés
postraumático y trastorno del espectro autista.

“Todavía no lo hemos probado, pero las migrañas también podrían activar estas
neuronas CGRP en el tálamo y el tronco encefálico”, dice el coautor principal
Sukjae Joshua Kang, becario postdoctoral en el laboratorio Han. “Los medicamentos
que bloquean el CGRP se han usado para tratar las migrañas, así que espero que
nuestro estudio pueda ser un ancla para usar este tipo de medicamento para aliviar
los recuerdos de amenazas en el TEPT o la hipersensibilidad sensorial en el autismo
también”.

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