Cuatro enunciados conectan y concordantes entre sí para garantizar
una alimentación saludable. Las leyes de la nutrición son fundamentales:
Ley de la Cantidad: la cantidad de alimento disponible e ingerido
debe cubrir con las exigencias calóricas de cada individuo, existiendo un equilibrio entre la ingesta de nutrientes y la energía que es gastada por el cuerpo.
Ley de la Calidad: Un plan alimentario debe estar conformado por los
principales nutrientes que requiere el organismo para su correcto funcionamiento fisiológico y su mantenimiento estructural. De esta manera se repondrán los nutrientes utilizados por el organismo para aprovechar su energía, en caso de faltar alguno de estos nutrientes el cuerpo humano puede entrar en un estado patológico.
Ley de la Armonía: los nutrientes que ingresan al organismo deben
ser distribuidos e ingeridos de forma proporcional. En la actualidad está establecido que para mantener un aporte armónico de nutrientes debe existir una ingesta diaria de 50%-60% hidratos de carbono, 10%- 15% las proteínas y 25%-30% de grasas.
Ley de la Adecuación: la finalidad o el motivo de un régimen
alimentario de una persona va a depender de la necesidad que se quiera cubrir en su organismo. Estas leyes serán aplicadas correctamente formando académicamente y teniendo conocimiento sobre las diferentes exigencias dietéticas de cada individuo, y la necesidad que se quiera cubrir en ellos.
APETITO Y HAMBRE
El hipotálamo, encargado de regular diversos sistemas y procesos del
organismo, también se encarga de mantener una normalidad constante de las funciones sistémicas vitales, incluyendo el metabolismo, el apetito y la sed. La región ventromedial del hipotálamo, también llamada centro de la saciedad, integra las señales periféricas del almacén de energía (tejido adiposo), y del estatus energético, esta información es transmitida mediante péptidos, oxintomodulina, grelina, péptido similar al glucagón 1 y colecistoquinina. Está región del hipotálamo al ser estimulada inhibe el deseo de comer, y su ablación provoca un apetito insaciable. Los mediadores de las señales transmitidas al hipotálamo activa diversas regiones hipotalámicas: La arqueada, paraventricular y núcleos dorsomediales del hipotálamo, cada una de estas regiones actúan en conjunto para regular la ingesta de alimentos mediante el equilibrio de las vías orexigénicas y anorexigénicas, operadas por neuronas y neuropéptidos específicos. El arco hipotalámico es el principal receptor de nutrientes y sustancias, pero debido a la barrera hematoencefálica, algunas sustancias deben pasar por una acreditación, estás sustancias son digeridas en el líquido cefalorraquídeo, La regulación es proporcionada por el hipotálamo. En el arco existen las neuronas que expresan neuropéptidos orexigénicos y neuronas que expresan neuropéptidos anorexigénicos, estas son las complejas redes que regulan el hambre y la saciedad.
La región lateral hipotalámica es el centro del apetito debido a que al
ser estimulada provoca hambre voraz del sujeto y su eliminación deshace los deseos de comer. El núcleo hipotalámico paraventricular puede secretar neurotransmisores como la oxitócica, somastostatina y vasopresina y enviar señales a tejidos metabólicos como hígado para la oxidación de ácidos grasos y lipolisis. Entre los neurotransmisores encargados de la producción del hambre y saciedad están los neuropéptidos y la proteína aguti como orexigénicos, y la leptina y colesistocinina estimulan la producción de anorexigénicos, como la serotonina. El más abundante es el neurotransmisor Y pertenece a la familia de los polipéptidos pancreáticos (PP), activa una gran cantidad de neuronas orexigénicas y anorexigénicas; en el tejido adiposo disminuyendo la expresión de enzimas lipogénicas, aumenta la acumulación de grasa y disminuyendo el gasto energético y la leptina y colesistocinina estimulan la producción de anorexigénicos, como la serotonina.
Por otro lado, el aumento de leptina y colesistocinina, estimulan a las
neuronas anorexigénicas, estimulan la producción de melanocortinas, péptidos derivados de la molécula pro-opiomelanocortina (POMC), con lo cual se inhibe el apetito y aumenta la actividad del sistema nervioso simpático, lo que reduce la secreción basal de insulina y como consecuencia se controla el peso. Algunas hormonas liberan terminales pre-simpáticas y activan las vías catabólicas, lo que reduce la ingesta de alimentos y acelera el gasto energético.