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Federico Gana

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Federico Gana
Federico Gana y Gana.jpg
Información personal
Nacimiento 15 de enero de 1867 Ver y modificar los datos en Wikidata
Santiago de Chile (Chile) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 22 de abril de 1926 Ver y modificar los datos en Wikidata (59
años)
Santiago de Chile (Chile) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Chilena
Información profesional
Ocupación Escritor Ver y modificar los datos en Wikidata
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Federico Gana Gana1(Santiago de Chile, 15 de enero de 1867 – Ibídem, 22 de abril de
1926)1 fue un escritor y diplomático chileno.

Índice
1 Biografía
2 Análisis de su obra
3 Referencias
4 Enlaces externos
Biografía
Hijo mayor de Federico Gana Munizaga y Rosario Gana Castro,1 primos hermanos entre
sí y descendientes de Alberto Blest Gana. Inició sus estudios secundarios en el
Liceo de Linares en 1878, donde cursó el primer año. Continuó y finalizó su
preparación secundaria en el Instituto Nacional. Obtuvo el título de Abogado en la
Universidad de Chile en 1890, pero ejerció por muy poco tiempo.

Vivió principalmente en Santiago y en San Bernardo. En octubre de 1890 apareció su


primera publicación en el semanario La Actualidad, el cuento ¡Pobre vieja!, que
firmó con el seudónimo Pedro Simple. A fines de ese año fue nombrado Segundo
Secretario de la Legación Chilena en Londres, cargo que dejó con la caída del
gobierno de José Manuel Balmaceda. Regreso a Chile, en 1892.

En marzo de 1894, apareció otro cuento, Por un perro, que más tarde tituló Un
carácter. En julio de 1897, La Revista Literaria publicó el relato Una mañana de
invierno, conocido luego como La Maiga, con el que comienza la corriente de
criollismo rural en el país.

En 1903 se casó con Blanca Subercaseux del Río, con quien tuvo seis hijos. Este
mismo año participó, junto a su amigo Baldomero Lillo, en un concurso literario
organizado por la Revista Católica, con los cuentos La señora, En las montañas, y
La Maiga.

Colaboró en Zig-Zag desde 1906. En esta revista comenzó su publicación de sus


Manchas de color en 1914.

Una gran cantidad de páginas suyas circularon en diversas publicaciones periódicas,


como La Revista Nueva, Sucesos, Silueta Magazine, El Mercurio, La Nación, Atenea,
Las Últimas Noticias.

Tras un breve tiempo internado en el Hospital San Vicente de Santiago, murió en


1926.

Análisis de su obra
Los estudios sobre el cuento nacional y su evolución, ha establecido
categóricamente que Federico Gana es el auténtico descubridor del campo chileno
como tema de este género narrativo.

Surgido en el ambiente modernista de fines del siglo XIX, sus cuentos juveniles
revelan una natural vacilación entre esa tendencia subjetiva y evanescente que
causó el modernismo en sus inicios y la utilización de los motivos concretos que
ofrecía la naturaleza del país. Así, con su primer cuento publicado en 1890, ¡Pobre
vieja!, demuestra sutilmente su interés por elementos vernáculos; lo mismo ocurre
con Por un perro, de 1894, luego titulado Un carácter. Es en ese mismo año que
escribe En otro tiempo, conocido más tarde como Pesadillas, en un tono
extremadamente modernista.

En 1897 publica La Maiga, con la designación de Días de campo: Una mañana de


invierno, cuento con el que se orienta definitivamente hacia el criollismo de
motivos campesinos. La fecha pues señala el punto de partida de esa corriente tan
fecunda en las letras nacionales, y en la literatura hispanoamericana de la época.

Este primer acercamiento al campo chileno, que el autor conoció y vivió en los
alrededores de Linares, durante su niñez y luego en sus visitas veraniegas a la
zona, no posee todavía la profundidad e inquietud de Baldomero Lillo y otros
criollistas posteriores. Nutrido por las obras de Turgueniev y con una conformación
estética semejante al ruso, la actitud creadora de Federico Gana se mantiene en una
tónica de suave ensoñación, con un estilo siempre digno y limpio. Esa armonía
refleja una visión serena e íntima del campo chileno en su aspecto patriarcal, con
sus peones, con sus viejos y viejas transidos de resignación y de reverencial
acatamiento al patrón.

La señora y Paulita, son, sin duda, las piezas más logradas del autor; se dan en
ellas todas las nobles virtudes que caracterizan su obra narrativa y poética.
Aparece el nítido paisaje del Valle Central y el hombre de la tierra, bajo una
mirada amable y comprensiva.

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