Está en la página 1de 5

Mirar la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo

Con:
 Amor
 Fe
 Esperanza
 Confianza
 Gratitud
 Bondad
 Misericordia y Compasión

1. Mirar la Cruz con amor


Jesús nos ha dicho y nos ha enseñado a amar a Dios con el alma, con el corazón,
con nuestra mente, con todo nuestro ser.
Hoy lo miramos a Él porque nos amó y se entregó por nosotros; porque su amor es
grande, porque Él a través del apóstol San Juan nos dijo que quien ama no le hace mal
a su prójimo; y también, “si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, su
amor en nosotros llega a su plenitud”.
Hermanos: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo”. Es preciso
que ese amor se busque contemplándolo en la Cruz. Pensemos que él fue crucificado
por amor a mí, porque no he amado lo suficiente como él, porque mi amor por Él no
ha sido constante, porque me he negado a Él y muchas veces mi corazón ha estado
seco.
Gracias Señor por amarnos tanto; gracias por tu entrega amorosa por mí, por mis
culpas, mis defectos, mi forma de ser.
Señor, enséñame a amar como tú me has amado.

2. Mirar la Cruz con Fe.


Ojalá nuestra fe fuera como un granito de mostaza, como la de Abraham, Moisés o
Elías, o fuera como la de María, pero no es así.
Me falta fe, me falta entrega; ¡no he confiado plenamente en Ti, Señor! Cuántas
veces me he negado a creer, a esperar en ti.
Cuántas veces he dudado de ti, de tu amor, de tus promesas.
He leído la Palabra, he orado, he celebrado la Eucaristía, te he recibido en la hostia
consagrada, pero te he fallado muchas veces al dudar de ti.
Hoy contemplo tu cruz y tú me pides que lo haga con fe.
Señor, dame fe. Fortalece mi fe, alimenta mi fe.
Enséñame a creer más en ti.

3. Mirar la cruz con Esperanza


Decimos muchas veces que la esperanza es lo último que se pierde, pero en medio
de nuestro diario vivir nos desesperamos. No hay calma, todo parece acabarse; vemos
un mundo arruinado, en guerra. Un mundo violento, un mundo donde el odio, el
resentimiento, los deseos de venganza priman; mundo sin amor, sin fe, sin ilusión.
Vemos caos, desesperanza en el rostro de tantos padres, madres, enfermos,
víctimas del odio, de la violencia; niños y mujeres a quienes se les ha violentado sus
derechos.
Vemos un mundo de mentira, de egoísmo, frustración.
Un mundo que no tiene aspiraciones, esperanzas.
Un mundo hundido en abismos de orgullo, vanidad, vicios.
Un mundo de leyes de muerte.
Un mundo en el que hay tristeza, desaliento.
Nadie quiere luchar; sus proyectos, sus aspiraciones, sus planes están truncados.
Un mundo de envidia y de muchas trabas.
Tu Cruz, Señor, nos presenta un mundo así.
Señor, que sepamos esperar.
Danos la valentía necesaria para luchar. Desde la Cruz nos pides contemplarte,
mirarte, sentir tu dolor, que es el dolor del mundo, de una sociedad marchitada por los
problemas, dolores y enfermedades; una sociedad apocada por el pecado.
Pero Tú estás ahí, desde la Cruz, para mostrarnos un horizonte digno.
Señor, tu luz nos hace ver la luz. Danos, Señor, esperanza. Fortalécenos, Señor, para
velar y esperar en ti.
Tú Señor, eres nuestra única esperanza.

4. Mirar la cruz con confianza y valentía.


Desde la Cruz, Tú nos miras, Señor.
Desde la Cruz nos das testimonio. Tú, Señor, confiaste todo en las manos del
Padre y os enseñaste a ser valientes, asumiendo las consecuencias.
Viniste al mundo y predicaste, no enseñaste a conquistar el cielo. Nos dijiste que
si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo. Nos presentaste no un
camino fácil, sino una cruz.
También dijiste que quien quiera seguirte debe renunciar a sí mismo, cargar con
su cruz y seguirte.
Por todo eso, necesitamos confiar. Necesitamos tu mano, tu corazón, tu
nobleza, tu amor, Señor. Te necesitamos para que fortalezcas nuestras debilidades y
nos saques de nuestras cobardías.
Tú, Señor, fuiste valiente enfrentándote al enemigo y lo hiciste con confianza y
valentía.
Desde la Cruz, Tú nos llamas a contemplarte y a fijar nuestros ojos en ti.
Sentimos miedo, pero a la vez queremos ser valientes.
Danos la fuerza de tu espíritu para verte y confiar en ti. Ponemos nuestra vida y
nuestras ilusiones en ti. Queremos, contigo Señor, conquistar el cielo.

5. Mirar la Cruz con gratitud.


En la misa muchas veces hemos dicho: “Por tu cruz y tu Resurrección nos has
salvado Señor”
El pueblo de Israel fue un pueblo ingrato a pesar de haber sido liberado.
Nosotros, como Iglesia, muchas veces somos desagradecidos. No tomamos conciencia
de nuestro ser de pueblo salvado, liberado. No te hemos dado gracias por tu Vida, tu
Palabra, tu Sacrificio.
Somos ingratos en nuestra forma de ser, pensar y actuar. En el mundo de hoy
nadie da las gracias, nadie te agradece.
Hoy nos invitas a levantar nuestra mirada y contemplarte con gratitud, con fe,
con valentía, con esperanza, con amor. Pero las culpas, nuestras culpas nos acusan de
ser desagradecidos contigo, Señor.
Haz Señor que nuestra vida sea una continua acción de gracias para ti.
Porque nos has salvado.
Porque nos has liberado.
Porque nos has sanado.
Porque nos has perdonado.
Que hoy conviertas nuestro corazón y nos hagas sensibles al contemplar tu cruz.
Gracias Señor porque nos exiges ser agradecidos contigo.

6. Mirar la Cruz con Bondad.


Podríamos preguntarnos a esta hora si tenemos sentimientos de bondad, de
la bondad de Nuestro Señor Jesucristo.
Mira su Cruz, mira su bondad. Jesús lo ha hecho por nosotros. Su bondad no
tiene medida, rebasa los límites. Su bondad es constante y sin falta.
Mira a Jesús, mira su cruz, ¿quién más bondadoso que El que entregó su
vida? Su bondad y su amistad nos llena de fe, amor, esperanza, gratitud.
Cristo en su bondad vino al mundo por nosotros, por nuestra liberación. Él es
el Camino, la Verdad y la Vida. Lo hizo todo por nosotros, porque su amor y su
bondad no se limita.
Dice el Evangelio: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y
yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de
corazón. Vengan a mí, benditos de mi Padre”. Si fuera poco también nos llama
bienventurados.
Señor, enséñanos el camino de la bondad. Danos sentimientos de bondad.
Que de la bondad de nuestro corazón le demos cosas buenas al mundo,
Señor.

7. Mirar la Cruz con compasión y misericordia.


Hoy el mundo sufre muchas penas. Encontramos cruces por todos los
caminos: desolación, tristeza, pobreza, enfermedad, angustia, desespero.
Hoy en el mundo hay destrucción; el mundo carece de sentimientos, de
humanidad. Hoy no hay compasión. La misericordia que se da pide algo a cambio,
se mata indiscriminadamente, se destruyen las cosas, los bienes y la vida.
Hogares donde no se vive esta virtud, no importa el dolor del otro, las
necesidades, los sentimientos del otros.
Hogares donde las personas no comparten bondades y carismas, sino odios,
rencores y resentimientos.

Hermanos: el odio se apaga con misericordia, con compasión.


Señor Jesús, al contemplar tu Cruz, toca nuestra vida y nuestro corazón.
Tócanos por dentro, Señor. Moldea nuestros sentimientos, haz que seamos
humildes, sensibles, llenos de amor, bondad, agradecimiento.
Tócanos, Señor, en este día, a esta hora, en este momento.
Desde la Cruz Tú nos hablas, y nosotros queremos contemplar tu rostro, tus
heridas. Queremos ser curados, perdonados, liberados.
¡Escúchanos, Señor!

También podría gustarte