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Crear un jardín desde cero, paso

a paso
Un terreno vacío, donde todo está por hacer, puede generar tanta
ansiedad como la que siente un pintor ante una tela en blanco.
¿Por dónde comenzar? Evita la tentación de empezar a actuar ya.
Es cierto que ver el espacio que rodea la casa cubierto de tierra,
cascotes y restos de obra resulta deprimente, pero ten en cuenta
que, por muy duro que te sea no hacer nada, el primer paso,
absolutamente imprescindible para hacer realidad un jardín, es
observar y pensar. 
Una vez trazado el plano del jardín, las distintas zonas han de marcarse sobre la parcela. Abajo, árboles
en cepellón. El tipo de árboles y su ubicación en el jardín deben valorarse y decidirse con calma.
Copyright: Samuel Mann y María Losseau
PASO 1: OBSERVAR Y PENSAR CON CALMA

• Observa con atención tu parcela sin perder de vista todo lo que la rodea.


Decide si hay cosas que no quieres que se vean desde tu jardín. Habrá
perspectivas que quieras potenciar y otras que prefieras ocultar. Entre las vistas
deseables, ten en cuenta sobre todo las que quieras disfrutar desde el jardín hacia
el exterior y las que verás desde el interior de la casa hacia el jardín. Piensa que
estas últimas las tendrás a lo largo de todo el año, incluso durante los meses en
que no se sale al jardín. Respecto a las vistas a ocultar, se trata tanto de ver la
manera de esconder las que no resultan agradables, como de preservar de las
miradas ajenas tu jardín o parte de él si crees que es necesario.

Un jardín bien planificado es una fuente


inagotable de satisfacciones. Es necesario
reprimir ese deseo de colocar cualquier seto de
coníferas y sembrar césped en el espacio
‘sobrante’. Debes darte tiempo para ir
decidiendo cosas. Paso a paso.
• Observa la trayectoria del sol y la manera en que incide en los distintos
puntos del jardín a lo largo del día y en todas las estaciones. Ten presente, por
ejemplo, que las exposiciones al oeste o al norte son muy umbrías en invierno y,
sin embargo, reciben un nivel de insolación muy alto durante el verano.
• Piensa en qué uso deseas darle a tu jardín. Puede utilizarse muchísimo y
convertirse en una estancia más, el salón verde, de la casa, o concebirse sólo
como una especie de decorado para disfrutar desde el interior o a lo sumo en el
momento de entrar y salir de la casa. Si tu afición por la jardinería es importante,
el uso que le puedes dar al jardín será diferente al de los dos casos anteriores.

PASO 2: TRAZAR UN PLANO

• Medir la parcela. Una vez que hayas observado bien, conozcas los pros y
contras del terreno y tengas claro el uso que quieres darle al jardín, es el
momento de trazar un plano a escala. Para ello, mide bien la parcela: se trata de
una tarea sencilla, a menos que el solar presente desniveles o tenga ángulos
complicados.

• Dibujar un plano. En el plano, lo primero es ubicar los accesos a la parcela, a


la casa o a cualquier otra dependencia integrada en el terreno sobre el que vayas a
trabajar. Tampoco debes olvidarte de señalar las ventanas que dan al jardín y las
vistas hacia y desde el exterior que quieras evitar.

• Zonificar sobre el plano. Todo está listo ya para empezar la zonificación,


quizá la fase del proyecto más determinante para el éxito del jardín. Señala los
pasos obligados y los que más se utilizarán; determina la o las zonas de estar y
por dónde se accederá a ellas desde la casa; decide dónde necesitas una pantalla
que cree intimidad, o qué parte del jardín quieres destacar; dónde te gustaría tener
sombra y cuál es el lugar ideal para la piscina o para tomar el sol. Si tienes niños
pequeños, ubica la zona para sus juegos: deberá ser soleada, verse desde la casa
y, a ser posible, estar alejada de la entrada.

• Llevar el plano a la parcela. Con el plano terminado, sal al terreno e intenta


imaginarte la ubicación de cada zona para asegurarte de que es lo que quieres y te
resultará cómodo.

PASO 3: ELEGIR UN ESTILO

• ¿Qué estilo te gustaría para tu jardín? Es el momento de pensar qué aire


quieres darle a tu jardín, de identificar el estilo que refleje mejor tu personalidad,
se adapte a tus gustos y sea coherente con la decoración de la casa. El estilo no
solamente determina el aspecto general del jardín, sino también la forma de los
espacios y el modo en que se relacionan unos con otros.

En general, los estilos modernos, muy adecuados para espacios pequeños, se


caracterizan por el predominio de las líneas geométricas y la sencillez del diseño,
con pocos elementos, pero muy bien escogidos. Resultan muy funcionales y
fáciles de mantener, y transmiten una sensación de orden que invita al reposo.
Sin embargo, para algunas personas pueden resultar un poco fríos.

Los estilos rústicos suelen presentar un aspecto estudiadamente descuidado,


informal, asilvestrado. También permiten crear pequeños jardines muy
agradables, pero, aunque no lo parezca a primera vista, el grado de dedicación
que precisan es mayor que los modernos.

Los estilos paisajistas, en los que imperan las formas sinuosas, sOlo funcionan
realmente bien en espacios grandes. Exigen mucha dedicación, pero resultan
espectaculares.

PASO 4: DECIDIR LOS MATERIALES

Una vez decidido el estilo, hay que elegir los suelos de las zonas de estar, los
pasos y los caminos. El grado de uso que se les dará es clave.

• Los enlosados, ya sea sobre solera o directamente sobre una cama de arena, son
muy funcionales y cómodos. Si son sobre solera de hormigón habrá que tener
muy claras la forma y las dimensiones, así como prever todos los pasos de agua y
luz, ya que cualquier modificación posterior resulta muy complicada. La segunda
opción es más sencilla y económica y permite que la hierba crezca entre las losas.

• Las tarimas de madera son cálidas, cómodas y limpias y no requieren tanto


mantenimiento como puede parecer en principio, pero son bastante caras.

• Las gravas y gravillas (ver Verde es Vida nº 54, páginas 41-43), de muy fácil
instalación, permiten hacer cambios sin grandes dificultades; son limpias,
reducen la aparición de malas hierbas y ayudan a mantener la humedad del suelo.
Ofrecen mucha flexibilidad para integrar la plantación. Para delimitarlas se suele
recurrir a chapas metálicas o traviesas de madera. Si se trata de un camino largo o
de una zona por la que se transitará mucho, unas losas de piedra sobre la grava
facilitarán el paso.

• La corteza de pino también cubre bien la base de las plantas y mantiene la


humedad, pero no es tan limpia como las gravillas, y hay que cambiarla cada
tiempo.

• El jabre, muy utilizado en parques y paseos, es una mezcla de granito


machacado y arcilla que se apisona hasta formar una superficie dura; su aspecto
es el de la arena. Resulta fácil de barrer y cómodo para caminar, pero cuando está
mojado se marcan las huellas.

• El césped no es recomendable como superficie para zonas de mucho paso, ya


que sufre mucho con el pisoteo continuo; tampoco se aconseja en zonas de estar
con mobiliario fijo, como mesas y sillas, porque entorpece el riego y hace la
siega más difícil. Si planificas una pradera, plantea antes el riego por aspersión y
adapta el tamaño de la pradera al radio de los difusores o aspersores para que
necesite la menor cantidad de agua posible. Las zonas estrechas o irregulares
propician el derroche de agua, además de encarecer considerablemente la
instalación de riego. Si delimitas bien las áreas de césped con bordillos o
traviesas que queden a ras del suelo, facilitarás mucho la siega ya que no tendrás
que recortar los bordes.

• Las plantas tapizantes son una alternativa al césped, pero para zonas de poco
pisoteo.

PASO 5: PLANIFICAR LA PLANTACIÓN

Es el último paso. Si tienes debilidad por una planta o grupo de plantas en


concreto, búscales el lugar ideal para satisfacer sus necesidades de sol, luz y
agua. Pero, en general, las plantas se deben considerar como piezas al servicio de
todas las finalidades que quieres que cumpla el jardín.

• Ubicar los árboles. Calcula el tamaño definitivo, la forma que tendrán, la


sombra que arrojarán en cada época y si esto se ajusta a lo que quieres; valora si
una vez adultos quitarán demasiada luz a alguna habitación de la casa, o las
consecuencias del desarrollo de sus raíces. Es mejor plantar un árbol de copa
pequeña para dejarlo crecer libremente, que elegir uno cuyo crecimiento deberás
controlar mediante la poda continua. Si no quieres ramas a ras del suelo, mejor
un árbol de copa que uno piramidal al que podar las ramas bajas. Decide si los
quieres perennes o caducos (tendrás trabajo en otoño).
• Elegir los arbustos. Contribuyen fuertemente a la estructura del jardín, ya que
no solo forman pantallas y masas de distintos tamaños y densidades sino que
aportan color a lo largo del año mediante sus hojas, flores y bayas. No te olvides
de tener en cuenta el tamaño adulto de las plantas.

• Para las vallas puedes escoger entre setos formales, que deberás podar al
menos dos veces al año; setos informales de arbustos iguales o diferentes, que se
pueden integrar en el diseño; o trepadoras, que son las que menos espacio útil
restan al jardín y en algunos casos pueden aportarte el aroma de sus flores.

• Al planificar la plantación, piensa que cada tipo de planta necesita un tipo de


riego, factor muy importante del que dependerá el éxito del jardín. Cuando sepas
qué árboles, arbustos, setos y demás plantas quieres, pide consejo en tu centro de
jardinería, lo mismo que sobre la instalación de riego.

 Busca estos artículos en la hemeroteca de Verde es Vida:

• Un jardín bonito todo el año, Verde es Vida nº57, páginas 6-11.

• Los árboles del jardín, importante elección, Verde es Vida nº59, páginas 6-


12.

• Jardines cromáticos, Verde es Vida nº61, páginas 6-10.

• El jardín mediterráneo, sabiduría de vida, Verde es Vida nº63, páginas 6-11.

• Aprovechar el espacio en un jardín pequeño, Verde es Vida nº60, páginas 48-


51.

Y, además, las entrevistas con paisajistas, desde el nº 55 en adelante.

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