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EL MÁS SENTIR DE LA VIDA

La noche se vestía del manto que dejaba caer el cenit de la luna y era la
ocasión en que, alrededor de una fogata, los jóvenes de la aldea se reunían
con el patriarca para madurar los frutos de su alma.

Confundido el joven se apresuró a decir: “¡Pero si las lágrimas son sinónimo


de sufrimiento!”

Ésta vez uno de ellos le preguntó: “¿Cómo sabremos cuando llegue el


momento en que vivamos?”

Lleno de sabiduría el anciano contestó: “Cuando por tu rostro camine una


lágrima de felicidad que por ti diga: Gracias.”

A lo que el sabio con mesura dijo: “Si el pequeño hombre las emplea en una
sola de sus razones, ello no quiere decir que pierdan su dualidad
(PARARECORTAR POR PÁRRAFOS)

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