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27/11/2015 –PENAL

168-2015
 
DOCTRINA
Casación por motivo de fondo:
Es procedente cuando, es utilizado por el a quo y avalado por el ad quem, como único parámetro para
imponer la pena máxima del tipo de estafa propia, la extensión e intensidad del daño causado, con
fundamento en el grave daño moral por la afrenta sufrida y patrimonial por la pérdida de dinero, debido a que,
el primero es un daño que se encuentra fuera de la protección del tipo penal de estafa propia, por ser una
lesión al honor, que no fue considerada por el legislador como objeto de protección por ese tipo penal, ya que
es el patrimonio el bien tutelado; y el segundo, no describe consecuencias que se encuentran fuera del
resultado típico, que además de cumplir con el requisito de lesividad sobrepase el mismo, afectando con
mayor amplitud o fuerza el bien protegido por el tipo de estafa propia, es decir, el patrimonio de los
agraviados, en el sentido de que, con la conducta que se acreditó que realizaron los sindicados así como el
resultado que se produjo, se limitó a ocasionar la pérdida de dinero en diferentes cantidades a las víctimas.
 
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, CÁMARA PENAL. Guatemala, veintisiete de noviembre de dos mil quince.
Se tiene a la vista para dictar sentencia el recurso de casación por motivo de fondo, interpuesto por los
abogados defensores Christian Gerald Abínael Soloman Velásquez y Marlon Alexander Ortiz Sandoval, contra
la sentencia dictada por la Sala Segunda de la Corte de Apelaciones del Ramo Penal, Narcoactividad y
Delitos contra el Ambiente del departamento de Guatemala de fecha veintiséis de enero de dos mil quince,
dentro del proceso seguido en contra de Rolando Reyes Reyes por el delito de estafa propia continuada. El
Ministerio Público actúa a través de la agente fiscal Silvia Patricia López Cárcamo. No se constituyó
querellante adhesivo.
I. ANTECEDENTES
A) Hechos acreditados: “Que Rolando Reyes y Reyes, en su calidad de Representante Legal de la ONG
Asociación para la Vida y Desarrollo Sostenible de los Guatemaltecos, AVIDESGUA, en la ciudad de
Guatemala, con falsos ofrecimientos, hizo creer a los agraviados que realizarían proyectos habitacionales y de
construcción de escuelas, y de compra venta de fertilizantes en el caso del último de éstos y los defraudó en
su patrimonio, porque a la fecha el sindicado no ha cumplido con los ofrecimientos hechos a cada uno de los
agraviados ni les ha devuelto el dinero que, en base a lo ofrecido le entregaron, así: a) A Melchor Mateo
Rivera, en el año dos mil siete, le engañó diciéndole que le daría la construcción de un edificio escolar, en la
Aldea Chel, de Chapul, Quiché y lo defraudó por la cantidad de setenta y nueve mil ochocientos cincuenta y
nueve quetzales; b) A Roberto López Sajbin, del año dos mil siete al año dos mil ocho, le engaño diciéndole
que le daría la construcción de dos escuelas, una en  Aldea Chel, de Chapul y la otra en la Aldea La Laguna,
Nebaj, así como cincuenta viviendas, y lo defraudó por la cantidad de noventa mil setenta y cinco quetzales
con ochenta y cuatro centavos. c) A Arnoldo Feliciano Ochoa Godínez, del año dos mil siete al dos mil ocho,
le engañó diciéndole que sustituiría el pago de fianza, por la construcción de viviendas en diferentes
municipios de Quiché y Chimaltenango, y lo defraudó por la cantidad de sesenta y cinco mil seiscientos
sesenta y seis quetzales con sesenta y seis centavos; d) A Pedro Xiquín Vásquez, del año dos mil seis al dos
mil nueve, le engañó diciéndole que le daría la construcción de viviendas a construirse en el municipio de
Santa María Nebaj, Quiché, y lo defraudó por la cantidad de sesenta y nueve mil trescientos ochenta y seis
quetzales con veinticuatro centavos; e) A Miguel Arturo García Velásquez, del año dos mil siete al dos mil
diez, le engañó diciéndole que sustituiría el pago de fianza por la construcción de cien viviendas en la Aldea
San Vicente Los Cimientos, Siquinalá, Escuintla y en aldeas de los municipios Santa María Nebaj, Chicamán y
San Miguel Uspantán, Quiché, y lo defraudó por la cantidad de veinte mil quetzales. f) A Miguel Guarcas
Guarcas, del año dos mil nueve al dos mil diez, le engañó diciéndole que le daría la construcción de viviendas
a construirse en el municipio de Santa María Nebaj, Quiché y lo defraudó por la cantidad de dieciséis mil
seiscientos quetzales; g) A Juan Gilberto Batz Pablo, del año dos mil siete al dos mil diez, le engañó
diciéndole que sustituiría el pago de fianza, por la construcción de cien viviendas en Aldeas de Santa María
Nebaj y en el Parcelamiento Veracruz, municipio de San Juan Bautista, departamento de Suchitepéquez, y lo
defraudó por la cantidad de dieciséis mil veinticuatro Quetzales; y h) A Flavio Peren Bal, en el año dos mil
siete, le engañó diciéndole que le vendería fertilizante al precio de cincuenta quetzales el quintal, y lo defraudó
en su patrimonio por la cantidad de veintinueve mil seiscientos noventa quetzales (Q. 29,690.00). El total de la
suma defraudada a estos ocho agraviados asciende a la cantidad de trescientos ochenta y siete mil
trescientos un quetzales con setenta y cuatro centavos”.   
B) De la resolución del tribunal de sentencia: La Jueza Unipersonal del Tribunal Sexto de Sentencia Penal,
Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Guatemala, en sentencia de fecha veintisiete de enero de dos
mil catorce, condenó al procesado como autor del delito consumado de estafa propia continuada,
imponiéndole la pena de seis años con ocho meses de prisión inconmutables y pena de multa de ochenta y
tres mil trescientos treinta y cuatro quetzales, que se convertirá en un día de prisión por cada cien quetzales
dejados de pagar. Para calificar el delito como continuado consideró que de conformidad con el artículo 71 del
Código Penal, el procesado cometió las acciones constitutivas del delito de estafa propia, ya que con un
mismo propósito o resolución criminal, como lo es defraudar a los agraviados ya citados, en su patrimonio,
con violación de la norma que protege un mismo bien jurídico, como lo es el patrimonio de distintas personas
en el presente caso, en diferentes lugares y en diferentes momentos, pero con aprovechamiento de la misma
situación y todos de la misma gravedad, por lo que aplicó la sanción correspondiente al delito de estafa
propia, aumentada en una tercera parte.
Por otra parte, para determinar la pena impuesta argumentó que, en cuanto a la mayor o menor peligrosidad,
este aspecto no se puede establecer, pues no existió ningún elemento de prueba que pudiera inducir a
pronunciarse al respecto; en cuanto a los antecedentes personales del acusado, estableció que no se produjo
prueba al respecto; en relación al móvil del delito, consideró que el ánimo de lucro está implícito en el ilícito
penal por lo que no debe considerarse individualmente. Sobre la extensión e intensidad del daño causado
estimó que fue grande y grave, pues con la prueba testimonial y documental a la que le otorgó valor
probatorio, estimó que se produjo un grave daño moral por la afrenta sufrida y patrimonial por la pérdida de
dinero. En cuanto a las circunstancias que modifican la responsabilidad penal del acusado, estimó que no
existen atenuantes ni agravantes que considerar. Sin embargo, por imperativo legal, debe aplicarse lo
establecido en el artículo 39 de la Ley de Protección para las Personas de la Tercera Edad, Decreto número
80-96 del Congreso de la República de Guatemala, que indica que se aumentará en una tercera parte la pena
a quien estafare a un anciano, ya que se estableció que Arnoldo Feliciano Ochoa Godínez, Pedro Xiquin
Vásquez, Miguel Arturo García Velásquez y Juan Gilberto Batz Pablo fueron víctimas del delito y personas de
la tercera edad o ancianos, de conformidad con el artículo tercero de la referida ley, que define que son
personas de la tercera edad o anciano, toda persona de cualquier sexo, religión, raza o color que tenga
sesenta años o más de edad. 
Por lo anterior, de conformidad con el artículo 66 del Código Penal, estableció los nuevos límites de la pena a
imponer, los que quedaron entre diez meses a seis años con ocho meses de prisión y multa de entre un mil
seiscientos sesenta y seis quetzales con sesenta y siete centavos a ochenta y tres mil trescientos treinta y
cuatro quetzales, e impuso por las razones arriba indicadas las penas de prisión y multa máximas
aumentadas en dos terceras partes.
C) Del recurso de apelación especial: El procesado interpuso recurso de apelación especial por motivo de
fondo. Señaló errónea aplicación del artículo 65 del Código Penal en relación con el artículo 39 de la Ley de
Protección para las Personas de la Tercera Edad e inobservancia de los artículos 50 y 72 del Código Penal,
con el argumento que no se acreditó que tuviera antecedentes penales ni que se hubiese otorgado algún
beneficio en otros juicios penales. Por otra parte, si bien es cierto, en cuanto a la extensión e intensidad del
daño ocasionado, el tribunal realiza la argumentación con la cual justifica la imposición de la pena máxima
que regula el delito de estafa propia, también lo es, que los parámetros de medición para graduar la pena
entre el mínimo y máximo, están regulados en el artículo 65 del Código Penal, que fue señalado como
erróneamente aplicado, y en aras del principio de favor rei, estos deben ponderarse a favor del procesado.
Además, no existe acreditada ninguna circunstancia agravante de responsabilidad penal para que sobre la
base de ella se le condenara, puesto que, existiendo circunstancias personales que le benefician para que se
imponga la pena mínima, éstas deben ser tomadas en cuenta y hacerlas prevalecer sobre las otras
circunstancias que esa disposición regula. La juzgadora para justificar la imposición de la pena máxima,
únicamente se fundamenta en que algunos de los agraviados son personas de la tercera edad, sin embargo
ese extremo no fue acreditado con prueba documental que determinara con precisión la fecha de nacimiento
de los agraviados para poder establecer que en la fecha que se produjo el ilícito penal ellos eran de la tercera
edad. Debió imponerse por tratarse de delito continuado la de ocho meses de privación de libertad y una
multa de un mil trescientos treinta y tres quetzales; y por tratarse de una pena que no excede de tres años se
debió aplicar el beneficio de la suspensión condicional de la pena por el plazo de dos a cinco años de
conformidad con el artículo 72 del Código Penal, o en todo caso, se debió aplicar el beneficio regulado en el
artículo 50 del Código Penal referente a la conmuta de la pena de privación de libertad.
D) De la sentencia del tribunal de apelación: La Sala Segunda de la Corte de Apelaciones del Ramo Penal,
Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de Guatemala, declaró sin lugar el recurso de
apelación especial por motivo de fondo, consideró que las penas máximas impuestas se debió a que el a quo
consideró especialmente la extensión e intensión del daño causado tanto por su número como por su cantidad
o importancia, porque fue grave al atentar contra bienes jurídicos tutelados por la Constitución Política de la
República de Guatemala, concretamente el derecho fundamental a la propiedad, y el desarrollo de la persona
y familia a quienes el Estado dispensa protección primaria.
Por otra parte, consideró importante advertirle al apelante que en la sentencia no se aplicó el artículo 39 del
Decreto número 80-96 del Congreso de la República de Guatemala, Ley de Protección para las Personas de
la Tercera Edad, por la extensión e intensidad del daño causado como lo argumenta, sino que lo aplicó por
imperativo legal.
Además advirtió que el delito fue cometido en forma continuada, es decir que se configuró por el transcurso
del tiempo, y que si bien algunos de los agraviados no habían cumplido los sesenta años de edad, cuando
llegaron a esa edad, aún estaban siendo objeto del ardid o engaño hasta pocos días antes de la aprehensión
del apelante, que fue el treinta de julio de dos mil trece, quedando evidenciado que los agraviados Arnoldo
Feliciano Ochoa Gódinez y Pedro Xiquin Vásquez ya habían sobrepasado la edad mínima para acogerse a la
Ley de Protección para las Personas de la Tercera Edad, y que, la sentenciadora le dio valor a las pruebas en
forma individual y en elenco, aplicando para los efectos las reglas de la sana crítica razonada, no siendo
entonces la prueba documental el único medio de prueba que se diligenció en el debate oral y público.
Por último, con relación a la conmuta de la pena impuesta y la suspensión condicional de la ejecución de la
pena, consideró que son beneficios imposibles de aplicar en el presente caso, toda vez que la sentencia
condenatoria fue de seis años con ocho meses de prisión.     
II. RECURSO DE CASACIÓN
Los abogados defensores interponen recurso de casación por motivo de fondo, invocan como caso de
procedencia el numeral 5) del artículo 441 del Código Procesal Penal. Denunciaron que, la Sala incurrió en
errónea aplicación del artículo 65 del Código Penal, e inobservancia de los artículos 50 y 72 del mismo cuerpo
legal con relación al artículo 39 de la Ley de Protección para las Personas de la Tercera Edad, puesto que, en
aras del principio favor rei, se debe ponderar a favor del procesado todo lo que regula el artículo 65 del
Código Penal, además no existe acreditada ninguna circunstancia agravante de responsabilidad penal, para
que sobre la base de ella se imponga la pena máxima que tiene establecido el injusto penal por el cual se
condenó al sindicado, pues existiendo circunstancias personales que benefician al procesado, se debe
imponer la pena mínima. Únicamente se fundamenta la pena en que el delito fue en forma continuada y en
contra de personas de la tercera edad, extremo que no fue acreditado.
Asimismo, la Sala impugnada, con relación a la extensión e intensidad del daño causado, da por acreditados
hechos que no se pueden probar con declaraciones testimoniales de los agraviados ni con documentos como
recibos, contratos o cheques, principalmente el grave daño moral, el cual se tendría que probar de manera
concluyente mediante dictámenes de expertos, los cuales en ningún momento se aportaron de conformidad
con la ley durante el proceso.
Al haberse aplicado incorrectamente el artículo 65 del Código Penal se incurrió en inobservancia de los
artículos 50 y 72, ambos del mismo cuerpo legal, ya que corresponde imponer las penas de prisión y multa
mínimas y ser favorecido con la conmuta de la misma y la suspensión condicional de la pena, beneficios que
eran aplicables al presente caso.
III. DEL DÍA DE LA VISTA
El trece de noviembre de dos mil quince, a las diez horas, fecha en que fue señalada la vista, las partes
reemplazaron su participación oral por escrito, exponiendo argumentos de su interés. 
CONSIDERANDO
-I-
Es criterio jurisprudencial de Cámara Penal que, cuando se interpone un motivo de fondo, los hechos
acreditados son el referente básico para revisar la inferencia deductiva al momento de determinar
judicialmente la pena dentro del rango mínimo y máximo establecido por el legislador en el tipo penal
aplicado, ya que el recurrente da por válidos los hechos acreditados, es decir, dirige su pretensión a
cuestionar la norma sustantiva aplicada a la plataforma fáctica probada por el a quo.
En consecuencia, mediante motivos de fondo no se cuestiona la correcta o incorrecta aplicación de normas
procesales por parte del ad quem, ya que por constituir este un vicio in procedendo, el motivo de forma seria
la vía para su revisión, por lo tanto, todo argumento que se refiere a la correcta o incorrecta acreditación de
hechos de conformidad con el material probatorio, se excluye de su análisis dentro del presente recurso.
-II-
Una vez calificados los hechos que se tienen por probados, se debe determinar judicialmente la pena, dentro
del rango mínimo y máximo establecido por el legislador, de conformidad con los criterios de medición
establecidos en el artículo 65 del Código Penal. 
En el caso sub judice los casacionistas señalaron la citada norma como erróneamente aplicada, con el
argumento de que los parámetros que en esta se regulan se deben ponderar a favor del procesado, además
que no existe sustento en cuanto al parámetro que se refiere a las circunstancias agravantes, que
existieron circunstancias personales del procesado que lo benefician y por último que al considerar la
extensión e intensidad del daño causado, da por acreditados hechos que no se pueden probar con
declaraciones testimoniales de los agraviados ni con documentos como recibos, contratos o cheques,
principalmente el grave daño moral, el cual se tendría que probar de manera concluyente mediante
dictámenes de expertos, los cuales no se aportaron de conformidad con la ley durante el proceso. Por otra
parte, señaló que la pena únicamente se sustenta en que el delito fue en forma continuada y en contra de
personas de la tercera edad, último extremo, que no fue acreditado.
Por lo anterior, aseveró que al imponer la pena se incurrió en inobservancia de los artículos 50 y 72, ambos
del mismo cuerpo legal, ya que correspondía imponer las penas de prisión y multa mínimas, es decir, la pena
de ocho meses de privación de libertad y multa de un mil trescientos treinta y tres quetzales por el delito de
estafa propia por el que fue condenado, y ser favorecido con la conmuta de la misma y la suspensión
condicional de la pena, beneficios que eran aplicables al presente caso.
Debido a los argumentos expuestos por los casacionistas, antes de analizar sobre la base de los
acontecimientos históricos acreditados, la existencia o no de los parámetros del artículo 65 del Código Penal,
que fueron los señalados como generadores del error jurídico, se debe hacer referencia a los conceptos
jurídicos de 1) continuidad y, 2) agravante por cometer el delito en contra de persona de la tercera edad
o anciano, que fueron aplicados para aumentar las penas de prisión y multa contenidas en el tipo penal de
estafa propia, conforme a las reglas contenidas en el artículo 66 del Código Penal.
En cuanto al primero de estos, dicha calificación jurídica fue aceptada por las partes, por lo que, realizar un
análisis jurídico para determinar su procedencia o no, conllevaría inobservar el limite de conocimiento
legalmente impuesto en el artículo 442 del Código Procesal Penal a este órgano jurisdiccional, y se dejaría de
ser congruente con las específicas pretensiones formuladas por las partes, por lo tanto, para el presente caso
la misma se tiene por válida, con lo que, se permite aumentar en una tercera parte los límites mínimo y
máximo de la penas establecidas en el artículo 263 del Código Penal de conformidad con el artículo 71 del
mismo cuerpo legal.  
Con respecto al segundo concepto jurídico, se parte del contenido del artículo 39 de la Ley de Protección para
las Personas de la Tercera Edad, dicho artículo establece que: “Quien (…) estafare (…) [a] un anciano, será
sancionado conforme lo establece el Código Penal, aumentando la pena en una tercera parte”. Asimismo, se
debe considerar que el artículo 3 de la referida ley regula la definición de persona de la tercera edad o
anciano, al establecer que será “toda persona de cualquier sexo, religión, raza o color que tenga 60 años o
más de edad”.
Sobre esta base normativa, en el caso sub judice, corresponde calificar jurídicamente con un tipo penal
agravado la conducta que quedó acreditada por el a quo que realizó Rolando Reyes Reyes, ya que dicho
órgano jurisdiccional llegó a la conclusión fáctica de que la conducta de estafar fue contra ocho personas,
cuatro de ellas, son personas de la tercera edad (página cuarenta y siete de la sentencia del a quo). Por lo
anterior, las acreditaciones fácticas, de conformidad con el contenido del artículo 39 de la Ley de Protección
para las Personas de la Tercera Edad, permiten aumentar en una tercera parte, los límites fijados por el
legislador en el tipo penal de estafa propia contenido en el artículo 263 del Código Penal.
Con lo anterior, Cámara Penal determina que, dentro del caso objeto de análisis, al aplicar los dos conceptos
jurídicos analizados, se observaron las reglas establecidas en el artículo 66 del Código Penal para fijar los
nuevos límites de las penas a imponer, por lo que quedaron esos límites en prisión de diez meses a seis años
con ocho meses de prisión y multa de entre un mil seiscientos sesenta y seis quetzales con sesenta y siete
centavos a ochenta y tres mil trescientos treinta y cuatro quetzales.
Al haber corroborado lo anterior, corresponde verificar la correcta o incorrecta aplicación de los parámetros
del artículo 65 del Código Penal, señalado por los casacionistas.
-II-
Se debe considerar que si la pena “adquiere legitimidad como respuesta a la realización del acto que la ley
contempla” (Roxin, Claus y Otros, Determinación Judicial de la Pena, p. 78), en principio carece de
justificación si parte de cualquier otro parámetro, sin embargo, por la teoría jurídica del espacio de juego o
margen de libertad que acoge el Código Penal de Guatemala, al regular legislativamente las penas, se parte
de la idea de que la determinación judicial de la pena debe ser establecida en cada caso dentro de un mínimo
y máximo regulado en cada tipo penal, de conformidad con los parámetros establecidos en el artículo 65 del
Código Penal, por lo que el margen de libertad judicial se limita, “en el grado mínimo, por la pena ya adecuada
a la culpabilidad y, en el grado máximo, por la pena todavía adecuada a la culpabilidad” (Roxin, Claus y Otros,
Determinación Judicial de la Pena, p. 74), siempre que se observen los criterios legales para graduarla,
aunque los mismos le perjudiquen al culpable.
-III-
Con respecto al parámetro establecido en el artículo 65 del Código Penal, que se relaciona con los
antecedentes personales del culpable, se debe señalar que el legislador establece para la determinación
judicial de la pena, un criterio que atiende “a factores psicosociales que han condicionado la ejecución del
hecho punible”  (López Rodríguez, Augusto Eleazar. Manual de Derecho Penal Guatemalteco. Parte Especial.
Artemis Edinter S. A. Guatemala. 2001. p. 662), con lo que se pretende que el juez considere las
circunstancias sociales que influyen en la aparición de la delincuencia.
El sentenciador, por el fin de prevención especial de la pena, debe considerar las circunstancias particulares
del acusado, siempre que se acrediten antecedentes referentes al papel o rol que desempeñó el culpable
previo a la comisión del delito dentro de la sociedad, como que contaba con trabajo o que realizaba servicio
social en su comunidad, sin perjuicio de la existencia de otros supuestos legales que concurran y que puedan
ser valorados en su contra.
Sobre esta base, de conformidad con el principio de limitación de conocimiento, Cámara Penal parte de la
integralidad de las conclusiones fácticas derivadas de la valoración probatoria realizada por el a quo, para
establecer si efectivamente se acreditaron circunstancias particulares del procesado que permitan en la labor
de inferencia deductiva subsumir las mismas, en la norma que fija la pena y que tiene relación con los
antecedentes personales de los culpables. 
De conformidad con las constancias procesales del tribunal de juicio, en el contenido de la página cuarenta
cinco de la sentencia se establece que no existe ninguna acreditación derivado de que no se produjo prueba
al respecto, por lo tanto, el reclamo de los casacionistas carece de sustento, puesto que, al no existir prueba
que permitiera generar conclusiones fácticas legítimas, no existe ningún acontecimiento histórico que se
relacionara y permitiera ser subsumido en el parámetro de antecedentes personales del culpable, y el Tribunal
de Casación de conformidad con el artículo 442 del Código Procesal Penal, tiene impedimento para hacerlo,
por lo tanto no puede ser considerado para fijar la pena.
Cámara Penal concluye que, con los hechos acreditados por el a quo, no existe una errónea aplicación del
parámetro que hace referencia a los antecedentes personales de los culpables para fijar judicialmente la
pena, ya que este no podía ser aplicado en el caso concreto.
-IV-
Con relación al parámetro establecido en el artículo 65 del Código Penal, que se refiere a la extensión e
intensidad del daño causado, se debe indicar que, cuando se analiza la extensión e intensidad del daño
causado como un criterio para determinar la pena dentro del rango establecido en los tipos penales, es
necesario partir del bien que protege, lo contrario implicaría violación al principio de legalidad.
El concepto de extensión implica dar mayor amplitud y comprensión al daño ocasionado por el delito, es decir,
que es necesario que la conducta realizada produzca un resultado que, además de cumplir con el requisito de
antijuridicidad material, también lesione o ponga en peligro con mayor amplitud el bien protegido por el tipo
penal, cubriendo consecuencias que se encuentran fuera del resultado descrito en éste, pero que de igual
manera lesionan el bien que protege el tipo.
Por otra parte, la intensidad consiste en la mayor fuerza con que se manifiesta la lesión o puesta en peligro
del bien jurídico protegido, que se corrobora a través de la magnitud del resultado típico producido por la
conducta acreditada.
En el caso sujeto a discusión, la calificación jurídica que se dio a los hechos acreditados, consistió en el tipo
penal de estafa propia continuada. En la dogmática jurídico penal existe consenso de que este tipo protege el
patrimonio, ya que, el comportamiento del sujeto activo gira alrededor del engaño, para lograr que sea el
propio sujeto pasivo de la acción quien, por un error inducido, sitúe en el ámbito patrimonial del activo la cosa
que constituye el objeto material de lo ilícito.
Es así que, al haberse acreditado por parte del a quo que la conducta ilícita consistió en que con falsos
ofrecimientos, hizo creer a los agraviados que realizarían proyectos habitacionales y de construcción de
escuelas, y de compra venta de fertilizantes en el caso del último de estos, lo que ocasionó que los
defraudara en su patrimonio, porque no cumplió con los ofrecimientos hechos a cada uno de los agraviados ni
les devolvió el dinero que en base a lo ofrecido le entregaron, resultado que conllevó un grave daño moral por
la afrenta sufrida y patrimonial por la pérdida de dinero.  
Lo anterior no describe consecuencias que se encuentran fuera del resultado típico, que además de cumplir
con el requisito de lesividad lo sobrepasan, afectando con mayor amplitud o fuerza el bien protegido por el tipo
de estafa propia, es decir, el patrimonio de los agraviados, en el sentido de que, con la conducta que se
acreditó que realizaron los sindicados, así como el resultado que se produjo, se limitó a ocasionar la perdida
de dinero en diferentes cantidades a las víctimas.
Por otra parte, si bien es cierto que el a quo acreditó como parámetro de extensión e intensidad del daño
causado, que la conducta del procesado ocasionó un grave daño moral por la vergüenza o deshonor sufrido,
esto es un daño que se encuentra fuera de la protección del tipo penal de estafa propia, puesto que, es un
resultado que lesiona el honor, el cual no fue considerado por el legislador como objeto de
protección  mediante el artículo 263 del Código Penal, puesto que, en dicha norma, determinó el patrimonio
como el bien objeto de protección, y la conducta descrita en la misma, solo puede ocasionar el resultado de
poner en peligro (tentativa) o lesionar (consumado) dicho bien, y por lo tanto, no puede ser considerado para
aumentar la pena de la mínima establecida por el legislador, porque esto implicaría la vulneración al principio
de legalidad.
Por lo anterior considerado, se concluye que fue erróneamente aplicado el parámetro de extensión e
intensidad del daño causado para fijar la pena impuesta a Rolando Reyes Reyes.
-V-
Por último, con respecto al parámetro para determinar judicialmente la pena que se encuentra contenida en el
artículo 65 del Código Penal, y que se refiere a las circunstancias agravantes que concurran en el hecho,
apreciadas tanto por su número como por su entidad o importancia, debe considerarse que, dichas
circunstancias, brindan al juez una mayor aproximación al sujeto y al hecho, puesto que, si son acreditadas
como parte de los acontecimientos históricos, permiten precisar mucho más el grado de responsabilidad
penal, para determinar de manera proporcional y satisfactoria la pena concreta a imponer; estas se
caracterizan por su contingencia, debido a que pueden darse o no, sin perjuicio para la construcción jurídica
del tipo penal aplicado.
Sobre esta base, en el caso sub judice, Cámara Penal, al verificar las acreditaciones realizadas por el a quo,
determina que no existió ningún hecho que modificara la responsabilidad penal del acusado, puesto que, el
tribunal de juicio llegó a esa conclusión fáctica al establecer que no existieron atenuantes ni agravantes que
considerar (página cuarenta y seis de la sentencia del tribunal de juicio).   
Por lo anterior, se concluye que, con los hechos acreditados por el a quo, no existe una errónea aplicación del
parámetro que hace referencia a la concurrencia de circunstancias agravantes para fijar judicialmente la pena,
ya que expresamente indicó la ausencia, lo que implica que no podía ser un parámetro aplicado al caso
concreto.
Al haberse interpretado y aplicado erróneamente, en perjuicio del procesado, para aumentar la pena de
prisión, solo el parámetro del artículo 65 del Código Penal, que se refiere a la extensión e intensidad del daño
causado, debe fijarse a Rolando Reyes Reyes pena mínima de prisión de diez meses por el delito de estafa
propia cometido en contra de personas de la tercera edad en forma continuada.
Ahora bien, el tipo penal de estafa propia, como consecuencia jurídica, regula una pena mixta, que consiste
en  prisión y multa, y por su naturaleza para determinar cada una de estas, el legislador ha impuesto
diferentes parámetros.
Con respecto a los parámetros que deben ser considerados por el juzgador para determinar el monto de la
multa, el artículo 53 del Código Penal regula que deberán observarse: “…la capacidad económica del reo; su
salario, su sueldo o renta que perciba; su aptitud para el trabajo, o capacidad de producción; cargas familiares
debidamente comprobadas y las demás circunstancias que indiquen su situación económica”.  
Sobre esta base jurídica, de conformidad con los hechos acreditados por el a quo en la integralidad de la
sentencia, se establece que no existen acontecimientos históricos que permitan la construcción de los
conceptos preceptuados en la referida norma, que permitan imponer una multa por encima de la mínima
establecida en el tipo penal de estafa propia, cometida en contra de personas de la tercera edad en forma
continuada, por lo tanto, corresponde sancionar a Rolando Reyes Reyes con multa de un mil seiscientos
sesenta y seis quetzales con sesenta y siete centavos.
Por no haberse diligenciado ni valorado ningún medio de prueba que tuviese como objeto demostrar que
Rolando Reyes Reyes no es reincidente ni delincuente habitual, y derivado de ello no haber quedado
acreditado por el a quo, que se encuentra fuera del presupuesto establecido en el numeral 1 del artículo 51
del Código Penal, así como que cumple con el requisito establecido en el artículo 72 numeral 3 del mismo
cuerpo legal, también resulta improcedente beneficiar al culpable, respectivamente con la conmuta de la pena
de prisión o con la suspensión condicional de la ejecución de la pena. 
Cámara Penal, de conformidad con lo considerado, concluye que resulta parcialmente procedente el recurso
de casación interpuesto por motivo de fondo, ya que de conformidad con los hechos acreditados fue
correctamente aplicado el artículo 39 de la Ley de Protección para las Personas de la Tercera Edad, así como
el artículo 65 del Código Penal, en cuanto a los parámetros referentes a los antecedentes personales del
culpable y la concurrencia de circunstancias agravantes. Pero fue erróneamente aplicado como único
parámetro la extensión e intensidad del daño causado, para aumentar a la máxima la pena de prisión
impuesta, y a la vez, se determinó, sin ningún sustento fáctico y jurídico, la pena de multa máxima. Por lo
tanto, debe imponerse a Rolando Reyes Reyes la pena de diez meses de prisión y la multa de un mil
seiscientos sesenta y seis quetzales con sesenta y siete centavos, y así debe ser declarado en la parte
resolutiva del presente fallo.
LEYES APLICABLES
Artículos citados, y: 1º, 2º, 4º, 5º, 12, 17, 203 y 204 de la Constitución Política de la República de Guatemala;
3, 5, 7, 11, 11 Bis, 16, 20, 21, 37, 43 numeral 8, 50, 437, 438, 439, 441, 442, 446 y 447 del Código Procesal
Penal, Decreto número 51-92 del Congreso de la República y sus reformas;  1, 9, 16, 57, 58 inciso a), 74, 75,
76, 79 inciso a), 141 inciso c), 143, 147 y 149 de la Ley del Organismo Judicial, Decreto número 2-89 del
Congreso de la República.
POR TANTO
LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, CÁMARA PENAL con base en lo considerado y leyes aplicadas, al
resolver POR UNANIMIDAD DECLARA: a) PARCIALMENTE PROCEDENTE el recurso de casación por
motivo de fondo, interpuesto por los abogados defensores Christian Gerald Abínael Soloman Velásquez y
Marlon Alexander Ortiz Sandoval. b) Se casa la sentencia dictada por Sala Segunda de la Corte de
Apelaciones del Ramo Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de Guatemala el
veintiséis de enero de dos mil quince. c) Como consecuencia, se impone a Rolando Reyes Reyes por el delito
de estafa propia continuada, la pena de diez meses de prisión inconmutables y multa de un mil seiscientos
sesenta y seis quetzales con sesenta y siete centavos, la que se convertirá en un día de prisión por cada cien
quetzales dejados de pagar. d) Se mantienen los demás pronunciamientos del sentenciante. Notifíquese y
con certificación de lo resuelto devuélvanse los antecedentes a donde corresponda.
 
Nery Osvaldo Medina Méndez, Magistrado Vocal Segundo, Presidente de la Cámara Penal; Delia Marina
Dávila Salazar, Magistrada Vocal Cuarta; Blanca Aída Stalling Dávila, Magistrada Vocal Octava; José Antonio
Pineda Barales, Magistrado Vocal Décimo Tercero. Rony Eulalio López Contreras, Secretario de la Corte
Suprema de Justicia en Funciones.
 
22/09/2016 – PENAL
445-2016
 
DOCTRINA
Casación por motivo de fondo: Improcedente el recurso de casación por motivo de fondo, cuando de los
hechos acreditados no se dan los elementos necesarios para emitir una sentencia condenatoria por los delitos
de falsedad ideológica, falsificación de documentos privados, uso de documentos falsificados, concusión y
fraude.
 
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, CÁMARA PENAL. Guatemala, veintidós de septiembre de dos mil
dieciséis.
Se tiene a la vista para dictar sentencia el recurso de casación por motivo de fondo, interpuesto por
el Ministerio Público, a través de la agente fiscal Gloria Lisbett Monterroso García, contra la sentencia de
fecha siete de abril de dos mil dieciséis, emitida por la Sala Mixta de la Corte de Apelaciones del
departamento de Escuintla, dentro del proceso seguido contra Agustín Coj Benito, por los delitos
de falsificación de documentos privados, concusión, fraude, falsedad ideológica, uso de documentos
falsificados y cohecho pasivo; y contra José Galileo Sapón Beteta por los delitos de falsedad ideológica,
falsificación de documentos privados, uso de documentos falsificados y cohecho activo. El
procesado Agustín Coj Benito actúa con el auxilio de los abogados Jorge Emilio Morales Quezada y Juan
Carlos Godínez Rodríguez; y el procesado José Galileo Sapón Beteta a cargo del abogado Arturo Recinos
Sosa.  Actúa como querellante adhesiva la Contraloría General de Cuentas, a través del abogado Gregorio
Ángel Cocon Cano. 
I. ANTECEDENTES
A) De los hechos acreditados: 1) En cuanto al primer hecho imputado a Agustín Coj Benito: por el delito
de falsificación de documentos privados: a) el señor Agustín Coj Benito, se desempeñó como Alcalde
Municipal de Palín, departamento de Escuintla, en el período comprendido del quince de enero del año dos
mil al catorce de enero del año dos mil cuatro; b) en el mes de noviembre del dos mil dos, en la administración
del señor Agustín Coj Benito, se realizaron trámites de cotización para la pavimentación de varias calles y
avenidas del municipio referido en la literal anterior, ofertando las empresas COMPACTA, CESI, SOCIEDAD
ANÓNIMA Y TODICO,  SOCIEDAD ANÓNIMA. c) Que la documentación presentada por la entidad TODICO,
SOCIEDAD ANÓNIMA, en esos trámites de cotización era falsa, ya que no contó con la autorización ni
conocimiento del propietario y representante legal de esa entidad para su presentación. 2) En cuanto al
segundo hecho endilgado al sindicado Agustín Coj Benito, por el delito de concusión: a) el acusado en
su calidad de Alcalde Municipal de Palín, departamento de Escuintla, suscribió contratos para pavimentar
calles y avenidas de ese municipio con la entidad COMPACTA. 3) En cuanto al tercer hecho imputado al
sindicado Agustín Coj Benito, por el delito de fraude: a) el acusado, en calidad de Alcalde Municipal de
Palín, departamento de Escuintla, intervino por razón de su cargo, en el otorgamiento y suscripción de
contratos para pavimentar varias calles y avenidas del referido municipio, con la entidad COMPACTA. 4) En
cuanto al cuarto hecho endilgado a Agustín Coj Benito, por el delito de falsedad ideológica: a) el
acusado, en representación de la Municipalidad de Palín del departamento de Escuintla, suscribió los
contratos números: i) seis, dos mil dos de fecha seis de diciembre del año dos mil dos; ii)  siete, dos mil dos,
de fecha treinta de diciembre del año dos mil dos; iii) siete, dos mil tres, de fecha veintiuno de febrero del año
dos mil tres; iv) nueve, dos mil tres, de fecha veinte de junio de dos mil tres; v) diez, dos mil tres, de fecha
doce de septiembre del año dos mil tres; vi) once, dos mil tres, de fecha diecinueve de septiembre de dos mil
tres, los cuales fueron firmados por el señor José Galileo Sapón Beteta, y no por el representante  de la
entidad COMPACTA, ingeniero Héctor Enrique Paiz Castillo. 5) En cuanto al quinto hecho por el cual se le
acusó al señor Agustín Coj Benito, por el delito de uso de documentos falsificados: a) otorgados una
vez los contratos para pavimentar calles y avenidas del municipio de Palin, departamento de Escuintla,
suscritos entre la Municipalidad que representaba el acusado y la entidad COMPACTA, se dispuso el pago de
seiscientos cincuenta y seis mil quetzales por concepto de servicios prestados al señor José Galileo Sapón
Beteta, justificando tal decisión con la nota de fecha cuatro de diciembre del año dos mil dos, firmada
supuestamente por Héctor Enrique Paiz Castillo, en su calidad de propietario y representante legal de la
entidad COMPACTA, la cual se determinó es falsa. 6) En cuanto al sexto hecho endilgado al acusado
Agustín Coj Benito, por el delito de cohecho pasivo:  a) el acusado recibió del señor José Galileo Sapón
Beteta, en concepto de dádivas, la cantidad de treinta y seis mil quinientos quetzales, al haber sido favorecida
la entidad COMPACTA, en los trámites de cotización realizados por la Municipalidad de Palín, departamento
de Escuintla, para pavimentar calles y avenidas de ese municipio; pagos que se realizaron a través de
cheques girados de cuentas bancarias del señor José Galileo Sapón Beteta de la forma siguiente: i) cuenta de
depósitos monetarios número cero cuarenta guión cero quinientos sesenta y nueve mil setecientos ochenta y
nueve guión uno del Banco G & T Continental, Sociedad Anónima; ii) cuenta de depósitos monetarios número
cero uno guión cero dos guión nueve mil ochocientos setenta y siete guión ocho del Banco del Café, Sociedad
Anónima. 7) En cuanto al primer hecho que se le atribuye al procesado José Galileo Sapón Beteta por
el delito de falsedad ideológica:  a) en el mes de noviembre de dos mil dos, la Municipalidad de Palín,
departamento de Escuintla, realizó trámites de cotización para la pavimentación de varias calles y avenidas de
ese municipio, en donde se presentó documentación de la entidad COMPACTA, fingiendo ser el
representante legal de la misma y la cual fue presentada sin autorización de Héctor Enrique Paiz Castillo,
propietario y representante legal de esa empresa; asimismo en esos trámites de cotización participaron las
entidades CESI, Sociedad Anónima y TODICO, Sociedad Anónima, presentando documentación falsa. b) Que
las juntas de cotización adjudicaron los trabajos de pavimentación a la entidad COMPACTA, por lo que la
Municipalidad de Palín, departamento de Escuintla, suscribió los contratos números: i) seis, dos mil dos, de
fecha seis de diciembre del año dos mil dos; ii) siete, dos mil dos, de fecha treinta de diciembre del año dos
mil dos; iii) siete, dos mil tres, de fecha veintiuno de febrero del año dos mil tres; iv) nueve, dos mil tres, de
fecha veinte de junio de dos mil tres; v) diez, dos mil tres, de fecha diecinueve de septiembre del año dos mil
tres; vi) once, dos mil tres, de fecha diecinueve de septiembre de dos mil tres, los firmados por el procesado
José Galileo Sapón Beteta y no por el propietario y representante de la entidad COMPACTA, Héctor Enrique
Paiz Castillo. 8) En cuanto al segundo hecho que se le atribuye al acusado José Galileo Sapón Beteta,
por el delito de falsificación de documentos privados:  a) se presentó a la Municipalidad de Palín,
departamento de Escuintla, un oficio de fecha cuatro de diciembre del dos mil dos, dirigido a  quien
corresponda y firmado, supuestamente por Héctor Enrique Paiz Castillo, propietario y representante legal de
la entidad denominada COMPACTA,  por medio del cual se autorizó que los pagos correspondientes a esa
entidad se efectuaran a José Galileo Sapón Beteta, determinándose que ese documento era falso, ya que la
firma que calzó no correspondía a Héctor Enrique Paiz Castillo. 9) En cuanto al tercer hecho por el cual se
endilgó al acusado José Galileo Sapón Beteta, por el delito de uso de documentos falsificados: a)  se
autorizó se le realizara al señor José Galileo Sapón Beteta, los pagos correspondientes a la entidad
denominada COMPACTA; b) se utilizaron siete facturas falsas de la empresa COMPACTA, identificadas todas
con la serie A y números cero seiscientos treinta y ocho, cero seiscientos cuarenta, cero seiscientos cuarenta
y dos, cero seiscientos cuarenta y tres, cero seiscientos cincuenta, cero seiscientos cincuenta y uno y cero
seiscientos cincuenta y dos, ya que las mismas fueron anuladas por la empresa mencionada, excepto la
seiscientos cuarenta que fue emitida a nombre de PALA; 10) En cuanto al cuarto hecho por el cual se acusó
al señor José Galileo Sapón Beteta, por el delito de cohecho activo: a) el señor José Galileo Sapón Beteta giró
cheques a nombre del señor Agustín Coj Benito en las cuenta siguientes: i) cuenta de depósitos monetarios
número cero cuarenta guión cero quinientos sesenta y nueve mil setecientos ochenta y nueve guión uno del
Banco G & T Continental, Sociedad Anónima, ii) cuenta de depósitos monetarios número cero uno guión cero
dos guión nueve mil ochocientos setenta y siete guión ocho del Banco del Café, Sociedad Anónima, por la
cantidad de treinta y seis mil quinientos quetzales, por los beneficios obtenidos en los trámites de cotización
que realizó la municipalidad de Palín, departamento de Escuintla, con la entidad denominada COMPACTA, de
la cual el acusado fingió ser representante legal. 
B) De la resolución del tribunal de sentencia: El Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos
contra el Ambiente del departamento de Escuintla, en sentencia de fecha veintiocho de agosto de dos mil
quince, absolvió al acusado Agustín Coj Benito por los delitos de falsificación de documentos privados,
uso de documentos falsificados, concusión y fraude; a José Galileo Sapón Beteta por los delitos de
falsificación de documentos privados y uso de documentos falsificados; y condenó al procesado
Agustín Coj Benito, como autor responsable del delito de cohecho pasivo, imponiéndole la pena de dos
años de prisión inconmutables y diez mil quetzales de multa; condenó a José Galileo Sapón Beteta, como
autor responsable de cohecho activo, imponiéndole la pena de dos años de prisión inconmutables y diez mil
quetzales de multa. Por mayoría absolvió a los procesados Agustín Coj Benito y José Galileo Sapón
Beteta del delito de falsedad ideológica.  En cuanto al primer hecho imputado a Agustín Coj Benito,
consideró que no existió elemento probatorio que haya demostrado que el acusado insertó o hizo insertar
declaración falsa alguna o que hiciere en todo, en parte o alterare un documento verdadero. Tampoco se
pudo probar que participó en conturbenio con las otras dos personas indicadas en la plataforma fáctica ni que
se haya perjudicado en su patrimonio a la Municipalidad de Palín, departamento de Escuintla, ya que quedó
demostrado que la obra física existe, como lo indicó el testigo de cargo Héctor Enrique Paiz Castillo; tampoco
se probó que el acusado haya proporcionado documentación alguna de las juntas de cotización; tal y como
fue declarado por los testigos que participaron en las juntas de cotización, por lo cual estimó que los hechos
acreditados no constituyen el delito de falsificación de documentos privados.
En cuanto al segundo hecho imputado al procesado Agustín Coj Benito: consideró que los elementos
probatorios no sustentaron la tesis de la fiscalía en el sentido que el acusado proporcionó documentación
falsa a las juntas de cotización, ni que sabía que la persona que representaba a la empresa COMPACTA no
tenía facultad de hacerlo, es por ello que no pudo demostrarse el interés del acusado en los contratos que
suscribió, ante lo cual no existe el delito de concusión contenido en el artículo 449 del Código Penal.
En relación al tercer hecho imputado al procesado Agustín Coj Benito: consideró que los elementos
probatorios no demostraron cuáles fueron las circunstancias o bien de qué forma fue que se dio el concierto
con el señor José Galileo Sapón Beteta, para defraudar al Estado, ya que quedó demostrada la existencia de
la obra, por lo cual los hechos acreditados no constituyen el delito de fraude, contenido en el artículo 450 del
Código Penal.
En cuanto al cuarto hecho imputado a Agustín Coj Benito: estimó que se acreditó la suscripción de contratos
por parte del procesado, con la empresa oferente, asimismo que, el co-procesado José Galileo Sapón Beteta
firmó esos documentos como representante legal de la entidad COMPACTA, cuando no lo era; la fiscalía no
sustentó que el procesado Coj Benito proporcionó documentación alguna a las juntas de
cotización.  Agregando que, para cometer el delito de falsedad ideológica, se deben insertar o hacer insertar
declaraciones falsas concernientes a un hecho que el documento deba probar, de modo que pueda causar
perjuicio. Los órganos de prueba que participaron en las juntas de cotización y la señora Elvia Floridalma
Nájera Guerra de Klein, fueron claros y precisos al indicar que quien hacía la minuta de las actas era el
secretario municipal y que él les decía a los miembros de la junta que debían firmar los contratos.  Por lo cual,
consideró que no existe elemento probatorio alguno que acredite que el acusado insertó declaraciones falsas
en esos contratos, asimismo no se perfeccionó el delito, ya que no se causó perjuicio a la Municipalidad de
Palín, departamento de Escuintla, toda vez que existe la obra física indicada en la hipótesis acusatoria, ante lo
cual no se acreditó la existencia del delito de falsedad ideológica.
En cuanto al quinto hecho imputado al acusado Agustín Coj Benito: consideró que se pudo acreditar la
presentación de una nota de fecha cuatro de diciembre de dos mil dos, firmada supuestamente por el señor
Héctor Enrique Paiz Castillo, que se determinó es falsa y la cual se utilizó para pagar  la cantidad de
seiscientos cincuenta y seis mil quetzales en concepto de servicios prestados al señor José Galileo Sapón
Beteta; que para cometer el delito de uso de documentos falsificados se debe usar un documento falso
aunque no haya intervenido en su falsificación, pero debe tener conocimiento de esa falsedad; en el momento
valorativo de los medios de prueba no existió elemento probatorio que determinara que el acusado tuvo
conocimiento sobre la falsedad a que se hace mención en la ley sustantiva penal, así como tampoco se pudo
probar que actuó en conturbenio con las demás personas indicadas en la plataforma fáctica, es por ello que
los hechos acreditados no constituyen el delito de uso de documentos falsificados.
En cuanto al primer hecho que se le atribuyó al procesado José Galileo Sapón Beteta: estableció que no se
perfecciona el delito de falsedad ideológica contenido en el artículo 322 del Código Penal, ya que no se
acreditó con los medios de prueba que se haya causado perjuicio al patrimonio de la Municipalidad de Palín,
departamento de Escuintla.
En cuanto al segundo hecho que se le atribuyó al procesado José Galileo Sapón Beteta: consideró que de
conformidad con el artículo 323 del Código Penal, para cometer el delito de falsificación de documentos
privados debe de cometerse alguna de las falsificaciones contenidas en los artículos 321 y 322 del Código
Penal.  En el momento valorativo de los medios de prueba no existió elemento probatorio que determinara
que el acusado haya presentado el oficio de fecha cuatro de diciembre del año dos mil dos, a la municipalidad
de Palín, departamento de Escuintla, así como tampoco se pudo probar que existiera contubernio con las
otras dos personas indicadas en la plataforma fáctica, ni que se perjudicara en su patrocinio a la
Municipalidad de Palín, departamento Escuintla, ya que quedó demostrado que la obra física existe, tal y
como lo indicó el testigo de cargo Héctor Enrique Paiz Castillo y la prueba documental diligenciada, es por ello
que consideró que los hechos acreditados no constituyen el delito de falsificación de documentos privados.
En cuanto al tercer hecho por el cual se acusó al procesado José Galileo Sapón Beteta: opinó que para
cometer el delito de uso de documentos falsificados se debe usar un documento falso aunque no haya
intervenido en su falsificación, pero debe tener conocimiento de dicha falsedad.  En el momento valorativo de
los medios de prueba  no existió elemento probatorio que estableciera que el acusado haya entregado al
señor José Rolando Quill Semeya, las siete facturas que se indican en la hipótesis acusatoria; así como
tampoco pudo probarse que existió conturbenio con las otras dos personas indicadas en la plataforma fáctica
para efectuar el pago al cual se hace mención.  Tampoco se acreditó que el acusado tuvo conocimiento sobre
la falsedad de las referidas facturas y mucho menos que participó en su elaboración, es por ello que consideró
que los hechos no constituyen el delito de uso de documentos falsificados.
C) Del recurso de apelación especial: El Ministerio Público invocó motivos de fondo.  Denunció
inobservancia de los artículos 322, 323, 325, 449 y 450, todos del Código Penal. Consideró que dentro de los
hechos acreditados quedaron probados los elementos de los delitos de falsificación de documentos privados,
concusión, fraude, falsedad ideológica y uso de documentos falsificados, puesto que el fin de los procesados
era obtener lucro, toda vez que dentro  de los hechos  acreditados quedó consignado que las acciones fueron
cometidas en el período en el cual fungieron como alcalde y contratista, los condenados, realizando las
acciones siguientes:  1) Agustín Coj Benito, en contubernio con el señor José Galileo Sapón Beteta,
perjudicaron el erario municipal al aceptar y presentar documentos, los cuales se estableció que son falsos,
en las cotizaciones realizadas para la pavimentación de varias calles y avenidas de dicho
municipio; 2)  Agustín Coj Benito al haber demostrado interés en que los contratos para la pavimentación de
calles y avenidas de dicho municipio, fueron suscritos con la entidad COMPACTA, la cual resultó ganadora del
evento; 3) Agustín Coj Benito, al intervenir por razón de su cargo en el otorgamiento y suscripción de
contratos entre la Municipalidad y la entidad COMPACTA, para la pavimentación de varias calles y avenidas
del municipio en mención, para lo cual se concertó con el señor José Galileo Sapón Beteta, supuesto
representante legal de la entidad en mención para que con base a la documentación falsa, las juntas de
cotización favorecieran a la entidad COMPACTA y defraudar al Estado; 4) Agustín Coj Benito proporcionó a
las juntas de cotización documentación falsa, al insertar declaraciones falsas en esos contratos, porque se
estableció que nunca fueron firmados por el propietario y representante legal Héctor Enrique Paiz Castillo y la
persona que firmó en su lugar fue el señor José Galileo Sapón Beteta; 5) Agustín Coj Benito en contubernio
con José Rolando Quill Semeyá, utilizó una nota que autorizaba al señor José Galileo Sapón Beteta, la cual
se estableció que era falsa porque no fue firmada por el representante legal de la entidad COMPACTA, Héctor
Enrique Paiz Castillo; 6) José Galileo Sapón Beteta, en contubernio con Agustín Coj Benito y José Rolando
Quill Semeyá, ex alcalde y ex tesorero de la Municipalidad de Palín, departamento de Escuintla,
respectivamente, perjudicó en su patrimonio a la Municipalidad ya mencionada, ello al fingir ser representante
legal de la entidad COMPACTA, al haber presentado documentación sin autorización del verdadero
representante legal y propietario Ingeniero Héctor Enrique Paiz Castillo, para participar en el evento de
cotización para pavimentación de varias calles y avenidas de dicho municipio, resultando ganadora la
empresa que supuestamente representaba, y habiéndose establecido que los contratos suscritos, adolecen
de falsedad, toda vez que el procesado no es representante legal de dicha entidad; 7) José Galileo Sapón
Beteta, al haberse ganado el evento de cotización y habiéndose concertado previamente con los señores
Agustín Coj Benito y José Rolando Quill Semeyá presentó a esa municipalidad un oficio fechado cuatro de
diciembre de dos mil dos, supuestamente firmado por Héctor Enrique Paiz Castillo, en su calidad de
propietario y representante legal, habiéndose determinado que ese documento era falso, por medio del cual
autorizó que los pagos correspondientes a la entidad COMPACTA se efectuaran a su nombre; 8) José Galileo
Sapón Beteta, previo concierto con los señores Agustín Coj Benito y José Rolando Quill Semeyá, les entregó
siete facturas de la entidad COMPACTA, las cuales se estableció que son falsas, porque fueron anuladas por
la entidad en mención; asimismo, que fueron llenadas por el tesorero José Rolando Quill Semeyá. En virtud
de lo cual, considera que el mismo tribunal de sentencia dio por acreditados los anteriores hechos, por lo que
debió condenar a los procesados por los delitos de falsificación de documentos privados, concusión, fraude,
falsedad ideológica y uso de documentos falsificados, le impone la pena de nueve años de prisión
inconmutables, los que sumados a la pena ya impuesta por cohecho activo y pasivo, hacen un total de once
años de prisión de carácter inconmutable y veinte mil quetzales de multa para cada uno de los condenados.
D) De la sentencia del tribunal de apelación especial: La Sala Mixta de la Corte de Apelaciones del
departamento de Escuintla, en sentencia de fecha siete de abril de dos mil dieciséis, no acogió  el motivo de
fondo invocado.  Consideró que el a quo respetó y observó la ley sustantiva penal, específicamente los
artículos señalados por el Ministerio Público como inobservados, ya que mediante el elenco probatorio no
quedaron probados los hechos constitutivos de los delitos de falsedad ideológica, falsificación de documentos,
uso de documentos falsificados, concusión y fraude, de manera irrefutable y mucho menos el menoscabo
causado  al erario municipal, ya que el ex Alcalde Municipal de Palín, departamento de Escuintla, Agustín Coj
Benito, no tenía forma de  saber si los documentos presentados dentro del proceso de cotización revestían de
completa validez y certeza jurídica, ya que como se lee en la parte introductoria de la sentencia, el procesado
tiene como profesión u oficio “panificador”, consecuentemente, no tenía los conocimientos técnicos, jurídicos y
pericias necesarias para que en su momento pudiese advertir sobre la falsedad de los documentos cuya
presentación se le imputaron al coprocesado José Galileo Sapón Beteta, debiendo resaltarse que los trabajos
de pavimentación del Municipio de Palín, fueron realizados, conforme fueron probados en el debate oral y
público, extremo que convenció a los Magistrados a concluir que no existe daño o menoscabo al erario
municipal.   Por otro lado, los razonamientos derivados de los sendos medios de prueba diligenciados en el
debate oral y público no fueron idóneos y pertinentes para demostrar la forma, modo, tiempo y lugar en el que
el procesado Agustín Coj Benito manifestó interés o bien influyó dentro del proceso de cotización para
adjudicar la obra a la entidad denominada COMPACTA, Sociedad Anónima, sino que su actuación fue
enmarcada en las atribuciones constitucionales y legales que le correspondían como Alcalde Municipal (2000-
2004), habiendo sido congruentes las declaraciones de los testigos quienes fueron congruentes en señalar
que el secretario municipal era el que se encargaba de los procesos de cotización y que ellos solo firmaban,
declaraciones testimoniales que aportan certeza jurídica y convencimiento que el señor Agustín Coj Benito no
proporcionó documentación falsa a las juntas de cotización ni insertó declaraciones falsas en los contratos
que componían el proceso de pavimentación de calles y avenidas de Palín, Escuintla.
II. RECURSO DE CASACIÓN
El Ministerio Público interpuso recurso de casación por motivo de fondo, con fundamento en el artículo 441
numeral 5) del Código Procesal Penal. Denunció la inaplicación de los artículos 322, 323, 325, 449 y 450 del
Código Penal. Considera que quedaron probados  dentro de los hechos acreditados y los medios de prueba
valorados positivamente, los elementos de los delitos endilgados de falsificación de documentos privados,
concusión, fraude, falsedad ideológica y uso de documentos falsificados, evidenciado que el fin de los
procesados era obtener lucro, toda vez que en los hechos acreditados quedó consignado que las acciones
fueron cometidas, cuando los condenados fungieron como alcalde y contratista, respectivamente, porque se
establecieron los elementos de los delitos endilgados, es decir, que se inaplicaron los artículos 322, 323, 325,
449 y 450, todos del Código Penal, pues considera que los hechos acreditados, prueban de manera
irrefutable que la conducta delictiva atribuida a los procesados encuadran también en los delitos ya
indicados.  Estima también que la Sala impugnada mantiene el error cometido por el Tribunal Sentenciador,
pues aunado a lo anterior, se suman que los argumentos del voto razonado de la Jueza Vocal  del Tribunal de
Primer Grado, sustentan tanto el delito de falsedad ideológica como todos los demás delitos, y que ello
refuerza la tesis del ente investigador, en el sentido que existió falta de aplicación de la ley sustantiva penal,
de los delitos de falsificación de documentos privados, concusión, fraude, falsedad ideológica y uso de
documentos falsificados, los cuales se encuentran en los hechos que el mismo Tribunal de Primer Grado dio
por acreditados y que de ninguna manera pueden omitir en dictar la condena que corresponde por cada delito
endilgado a los acusados.
III. DEL DÍA DE LA VISTA
Con ocasión del día y hora señalados para la vista pública el uno de septiembre de dos mil dieciséis a las
nueve horas, el Ministerio Público, los procesados y la Contraloría General de Cuentas,  presentaron sus
alegaciones en forma escrita, evacuando así la audiencia conferida.
CONSIDERANDO
-I-
El recurso de casación está dado en interés de la ley y la justicia, constituyendo un medio de control para la
corrección jurídica de los fallos de las Salas de Apelaciones, en cuanto a la aplicación de la ley sustantiva y la
observancia de las formas esenciales del proceso.  El tribunal de casación se encuentra limitado a conocer
únicamente de los errores jurídicos contenidos en la resolución impugnada, debiendo sujetarse a los hechos
que se hayan tenido como probados por el respectivo tribunal de sentencia.
-II-
Cuando se resuelve un recurso de casación por motivo de fondo, los hechos acreditados por el tribunal de
sentencia constituyen el referente básico, para decidir sobre la aplicación de la ley sustantiva.
-III-
En el presente caso, el agravio denunciado por el casacionista consiste en que existe inaplicación de los
artículos 322, 323, 325, 449 y 450 del Código Penal por parte de la Sala, porque habiendo sido acreditados
los hechos, los procesados no fueron condenados por los ilícitos penales contenidos en la normativa
sustantiva denunciada. 
El artículo 322 del Código Penal, establece la figura delictiva de falsedad ideológica:  “Quien, con motivo del
otorgamiento, autorización o formalización de un documento público, insertare o hiciere insertar declaraciones
falsas concernientes a un hecho que el documento debe probar, de modo que pueda resultar perjuicio, será
sancionado con prisión de dos a seis años”.  El elemento material del delito de falsedad ideológica, consiste
en que se inserten o se hagan insertar declaraciones falsas en un documento y que de las declaraciones
falsas pueda resultar un perjuicio.  El elemento subjetivo de este delito consiste en la conciencia y voluntad de
insertar o hacer insertar las declaraciones falsas relativas al hecho que el documento deba probar con la
voluntad finalista de causar perjuicio.  
El artículo 323 del mismo cuerpo penal establece que comete el delito de falsificación de documentos
privados: “Quien, en documento privado, cometiere alguna de las falsificación a que se refieren los dos
artículos anteriores, será sancionado con prisión de uno a tres años”.   El elemento material consiste en el
hecho de hacer uso de un documento falsificado y el elemento interno consiste en que el hecho se cometa a
sabiendas, es decir, que el hecho requiere un dolo específico, en este caso, la conciencia de que el
documento es falso y la voluntad de utilizarlo.
Cámara Penal al hacer el análisis correspondiente de los elementos mencionados y examen comparativo,
determina que la plataforma fáctica acreditada por el tribunal de sentencia no encuadra en el tipo penal de
falsedad ideológica puesto que en el momento valorativo de los medios de prueba no existió elemento
probatorio que haya podido determinar que el acusado Agustín Coj Benito haya insertado o hecho insertar
declaración falsa alguna o que hiciere en todo o en parte o bien alterara un documento verdadero, tampoco se
pudo probar que haya habido un contubernio con las otras dos personas indicadas en la plataforma fáctica, ni
que se haya perjudicado en su patrimonio a la Municipalidad de Palín, Escuintla, ya que quedó demostrado
que la obra física existe. Por lo que, de acuerdo a los hechos acreditados, se establece que los elementos
materiales del delito de falsedad ideológica  no se configuraron, puesto que no quedó acreditado que el
procesado Agustín Coj Benito, insertó o hizo insertar declaración falsa alguna.
Así también, de los hechos acreditados se establece que no existió elemento probatorio que haya podido
determinar que el procesado José Galileo Sapón Beteta haya causado un perjuicio a la Municipalidad de
Palín, departamento de Escuintla, desvaneciendo el elemento subjetivo del delito de falsedad ideológica.  Por
otro lado, no existió elemento probatorio que haya podido determinar que el procesado Sapón Beteta haya
presentado el oficio de fecha cuatro de diciembre de dos mil dos, ni que haya existido un acuerdo previo con
el co-procesado Agustín Coj Benito o con la otra persona mencionada en la plataforma fáctica, o que como ya
se indicó haya causado un perjuicio a la Municipalidad de Palín, departamento de Escuintla, puesto que,
efectivamente, existe la obra física; no habiendo quedado establecidos los elementos materiales e internos del
delito de falsificación de documentos privados.
-IV-
El artículo 325 del Código Penal establece que comete el delito de uso de documentos falsificados: “Quien,
sin haber intervenido en la falsificación, hiciere uso de un documento falsificado, a sabiendas de su falsedad,
será sancionado con igual pena que la correspondiere al autor de falsificación”.   Importante es resaltar que el
elemento material de ese delito, destaca que dicho uso ha de hacerse por quien no haya participado en
falsificación. El a quo fue enfático al indicar que en el momento valorativo de los medios de prueba no existió
elemento probatorio que determinara que el procesado Agustín Coj Benito haya tenido conocimiento  sobre
la falsedad  de la nota de fecha cuatro de diciembre de dos mil dos, firmada supuestamente por el señor
Héctor Enrique Paiz Castillo y la cual se utilizó para pagar la cantidad de seiscientos cincuenta y seis mil
quetzales, en concepto de servicios prestados, al señor José Galieo Sapón Beteta, así también el elemento
interno del delito de uso de documentos falsificados establece que es necesario que el hecho se cometa a
sabiendas, es decir que se requiere un dolo específico, elementos que tampoco pudieron ser probados y
acreditados.  Así también tampoco existió elemento probatorio que haya podido determinar que el procesado
José Galileo Sapón Beteta, haya entregado al señor José Rolando Quill Semeyá, las siete facturas
identificadas en la plataforma fáctica; que haya existido contubernio con el co-procesado Agustín Coj Benito o
con el señor José Rolando Quill, aunado a que no se acreditó que el procesado haya tenido conocimiento
sobre la falsedad de las referidas facturas o bien que hubiese  participado en la elaboración de las mismas.
-V-
El artículo 449 del Código Penal establece que comete el delito de concusión: “1. El funcionario o empleado
público que, directa o indirectamente o por actos simulados, se interesare en cualquier contrato u operación
en que intervenga por razón de su cargo…. 2. El funcionario o empleado público que con propósito de lucro,
interponga su influencia para obtener una resolución de cualquier autoridad o dictamen que debe
pronunciarse ante la misma…”  En el presente caso es necesario destacar que el interés del funcionario
puede manifestarse directa, indirectamente o por actos simulados, y los elementos probatorios no sustentaron
la tesis del ente persecutor, puesto que no pudo ser comprobado que el procesado Agustín Coj Benito, haya
proporcionado documentación falsa a las juntas de cotización, para que la empresa COMPACTA haya sido
seleccionada, o bien que la persona que representaba a la empresa COMPACTA no tenía la facultad de
hacerlo.  Así también, se tiene que el ente persecutor no logró probar la materialidad del hecho, en el presente
caso, pues el mismo se configura por interponer el sujeto activo, su influencia para la obtención de una
resolución o dictamen, lo cual no sucedió en el presente caso.
-VI-
El artículo 450 del Código Penal establece que comete el delito de fraude:  “El funcionario o empleado público
que, interviniendo por razón de su cargo en alguna comisión de suministros, contratos, ajustes o liquidaciones
de efectos de haberes públicos, se concertare con los interesados o especuladores, o usare de cualquier otro
artificio para defraudar al Estado, será sancionado con prisión de uno a cuatro años”.  Respecto al presente
delito, es menester destacar que es necesario que exista un concierto con los interesados o especuladores, o
usar algún artificio (o maquinación) para defraudar al Estado y que la defraudación debe perjudicar al Estado
y si bien es cierto se acreditó la intervención del acusado Agustín Coj Benito en la suscripción de contratos
para pavimentar calles y avenidas, los elementos probatorios no demostraron cuáles fueron las circunstancias
o bien la forma en que se dio el concierto o conturbenio con el señor José Galileo Sapón Beteta para
defraudar al Estado de Guatemala, aunado a ello quedó demostrada la existencia de la obra. 
Cámara Penal, al hacer el análisis en conjunto de la sentencia impugnada, advierte que el razonamiento
efectuado por la Sala, tiene sustento legal, puesto que de los hechos acreditados por el a quo, no lograron
establecer  que la conducta de los procesados encuadrara en las figuras delictivas señaladas como
inaplicadas, puesto que con los medios de prueba aportados por el ente persecutor no fueron contestes o
idóneos para demostrar la manera en que los procesados  Agustín Coj Benito y José Galileo Sapón
Beteta idearon adjudicar la obra a la entidad denominada COMPACTA, SOCIEDAD ANÓNIMA, así también
que era el secretario municipal quien se encargaba de los procesos de cotización, aunado a la existencia real
de la obra.
En consecuencia deviene improcedente el recurso de casación por el motivo de fondo, por las razones ya
consideradas.
LEYES APLICABLES
Artículos citados, y: 1º, 2º, 4º, 5º, 12, 17, 19, 203 y 204 de la Constitución Política de la República de
Guatemala; 8.4 de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos;  3, 5, 7, 11, 11 Bis, 16, 20, 21, 37, 43
numeral 8), 50, 437, 438, 439, 441, 442 y 446 del Código Procesal Penal, Decreto número 51-92 del
Congreso de la República de Guatemala y sus reformas;  1, 9, 16, 57, 58 inciso a), 74, 75, 76, 77, 79  inciso
a), 141 inciso c), 142, 143, 147 y 149 de la Ley del Organismo Judicial, Decreto número 2-89 del Congreso de
la República de Guatemala.
POR TANTO
LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, CÁMARA PENAL con base en lo considerado y leyes aplicadas,
al resolver DECLARA: IMPROCEDENTE el recurso de casación por motivo de fondo, interpuesto por
el  Ministerio Público, a través de la agente fiscal Gloria Lisbett Monterroso García, contra la sentencia
dictada por la Sala Mixta de la Corte de Apelaciones del departamento de Escuintla, el siete de abril de dos
mil dieciséis. Notifíquese y con certificación de lo resuelto devuélvanse los antecedentes a donde
corresponden.  
 
Nery Osvaldo Medina Méndez, Magistrado Vocal Segundo; Delia Marina Dávila Salazar, Magistrada Vocal
Cuarta; Josué Felipe Baquiax, Magistrado Vocal Sexto; José Antonio Pineda Barales, Magistrado Vocal
Décimo Tercero. Rony Eulalio López Contreras, Secretario de la Corte Suprema de Justicia.
De esa cuenta, cabe considerar que esta Corte ha sentado en reiterada
jurisprudencia que, al fijar la caución económica, deben tomarse en cuenta, por lo
menos, los aspectos siguientes: a) no debe utilizarse desnaturalizando la finalidad
de las medidas, en virtud que es una medida de carácter cautelar, y jamás debe
ser aplicada como punitiva; b) su cumplimiento no debe ser imposible; c) debe
guardar relación con la gravedad del delito impugnado; y d) debe guardar relación
proporcional con el daño causado. (en similar sentido se ha pronunciado este
Tribunal en las sentencias de doce de diciembre de dos mil diecisiete,
dieciocho de junio de dos mil veinte y treinta de junio de dos mil veintiuno,
dictadas en los expedientes 3611-2017, acumulados 210-2020, 225-2020 y
229-2020 y, 3253- 2020, respectivamente).

Ahora bien, respecto al tema de la proporcionalidad, esta Corte también ha


considerado en la referida jurisprudencia, que es una circunstancia sobre la cual el
juzgador debe tener particular atención para la delimitación del monto de la
caución económica, sobre todo, cuando la norma utiliza ese término en lugar de
equivalencia, que sería, en todo caso, lo que obligaría al juzgador a fijar la caución
en idéntica cantidad con el daño causado y la gravedad del delito, circunstancias
que son imposibles de determinar en dinero; ese análisis que le corresponde a la
jurisdicción ordinaria, debe realizarse de forma integral; es decir, sin dejar fuera
uno de los criterios anteriormente señalados, pues esa proporcionalidad debe
deducirse no solo de la gravedad del delito y daño ocasionado, sino en relación a
la capacidad económica del sindicado, pues existe la prohibición de tornar la
medida en imposible cumplimiento, si no se toma en consideración este último
aspecto.

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