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El olvido del ser y la diferencia ontológica según Heidegger

Heidegger llevó a cabo un giro ontológico según el cual la pregunta central de la


filosofía es la “pregunta por el ser”. En un primer momento, en el libro Ser y tiempo, se
apoyó en un análisis de la existencia humana pues es ésta la que comprende el “ser”
cuando trata cotidianamente con los entes (con esto o con aquello, un martillo o una
obra de arte). Heidegger sostiene que el “ser” se da o se ofrece, por paradójico que
parezca, retrayéndose, ocultándose (reservándose, por así decirlo; nunca se muestra por
lo tanto enteramente, completamente). Esta es la razón de que aunque la existencia
humana comprende una y otra vez lo que significa “ser” (pues si no fuera así no podría
tratar con las cosas que se le muestran) lo olvida. Así el pensar filosófico, cuando
pregunta por el ser, se orienta hacia en intento de “recordar” eso que ha sido olvidado,
dejado atrás, desconsiderado.

Por otra parte una larga e influyente tradición filosófica, denominada “metafísica”, en
vez de recordar el ser rescatándolo de su olvido lo confunde con un “ente supremo”: con
un fundamento definitivo del mundo (algo que garantiza un orden fijo y definitivo). Así
Platón confunde el “ser” con un mundo eterno de esencias, la Edad Media y la primera
modernidad lo confunde con un único “Dios creador” y la modernidad plena lo
confunde con el Sujeto de la razón (como sucede en Kant o en Husserl, el maestro de
Heidegger; el idealismo moderno sustituye el teocentrismo anterior por un
antropocentrismo que Heidegger rechaza).

¿En qué consiste en definitiva el “recuerdo” del ser previamente “olvidado”? En


reconocer y asumir que el “ser” no es un ente (algo que aparece siendo esto o siendo
aquello) y menos aún el ente superior o el ente supremo (un fundamento fijo que
asegure un mundo cerrado o acabado). El “ser”, pues, afirma Heidegger, es diferente del
ente (hay una “diferencia ontológica”). ¿Qué implica esto? Por ejemplo, entre otras
cosas, que no hay un mundo único y definitivo: el mundo es siempre un “mundo
histórico” (y por eso habla Heidegger de distintas “épocas del ser” relacionadas con los
diferentes mundos acaecidos –y aún por acaecer).

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