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1-7
En algunos días mas vamos a tener un nuevo presidente elegido por la gente
y desde marzo 2022 se inicia un nuevo gobierno en el país.
Para una parte de la gente, hay temor, incertidumbre, pero hay aquellos que
están con expectativa, esperanza.
En este pasaje, el apóstol Pablo, inspirado por el Espirito Santo nos entrega
principios claros sobre el papel del Estado o del gobierno y la responsabilidad
de los cristianos con el propósito de contribuir con el orden y el avance de la
sociedad.
Versículos 1,2. No hay autoridad que no venga de Dios y las autoridades que
existen fueron instituidas por él. El origen de las autoridades constituidas
esta directamente relacionada con Dios. Por lo tanto, oponerse deliberada y
formalmente a la autoridad es resistirse a la propia ordenación de Dios.
Aquellos que se adentren en este camino de desorden y anarquía se llevarán
la condenación sobre sí mismos. Es obvio que el apóstol Pablo no está
diciendo que Dios sea moralmente responsable de los dictadores y
magistrados corruptos que llegan al poder. Dios instituyó el principio de
gobierno y orden y no el despotismo. Las autoridades no pueden domesticar
la conciencia de los ciudadanos ni faltarle el respeto a su fe. Nuestro
sometimiento a las autoridades no es sumisión servil ni sumisión, sino
sumisión crítica y positiva. La relación entre Iglesia y Estado debe ser de
respeto y no de subordinación. Dios no es un Dios de confusión ni aprueba la
anarquía. Dios instituyó la familia, la iglesia y el Estado para que hubiera
orden en la tierra y justicia entre los hombres.
El segundo principio que ayuda a proceder con sabiduría en tema de la
política, del papel que juega el estado o el gobierno tiene relación con la
naturaleza de las autoridades constituidas.
Aplicación:
Conclusión