Caracas

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Caracas, 

28 de mayo de 1810 Se dice que fue abandonado en la casa


de Francisco González, realista que lo adoptó y le dio su apellido. Hizo
sus primeros estudios con el sacerdote José Alberto Ezpinoza y luego
ingresó a la Universidad de Caracas y se graduó de licenciado en
humanidades.
En 1827 cuando el Libertador Simón Bolívar regresó por última vez a
Venezuela, para impedir la separación de la Gran Colombia, fue
recibido con un homenaje en la Universidad de Caracas. En el recinto
universitario González, siendo adolescente, se encontró con el prócer,
momento que quedaría grabado en su memoria. Leía y escribía a la
perfección el latín. Y conocía bastante el griego. Leyó con fervor y
profundidad a los padres de la Iglesia: San Agustín, San Ambrosio,
San Gerónimo. De su acendrado cristianismo surgió su adhesión al
providencialismo histórico. Devoró con avidez los textos de
Chateaubriand, Thierry, Lafuente, Lamartine, Cantú. Escritores
liberales, románticos. Del romanticismo le interesó su apego al
pasado, a los sentimientos, a las tradiciones; la opción por la
sensibilidad frente a la razón; la exaltación del héroe, de las élites, de
la historia patria
González funda con Antonio Leocadio Guzmán y Tomás Lander el
periódico El Venezolano, en 1840. Se distancia progresivamente del
movimiento surgido alrededor del diario al percibir un liberalismo
exagerado y radical en Guzmán. Desde este momento González
asume el “ministerio” de denunciar el oportunismo, las ambiciones de
poder y el disparatado programa de Antonio Leocadio Guzmán. Parte
del error de Guzmán es no escuchar a la parte culta de los ciudadanos
y actuar conforme a la parte ignorante de la sociedad.
A los 28 años, contrajo matrimonio con Josefa Rodil. Para costear sus
gastos en su nuevo estado civil daba clases de gramática e historia en
colegios particulares. En 1849, fundó en Caracas el colegio El
Salvador del Mundo. Un año antes fue nombrado diputado
por Caracas al Congreso, por lo que fue testigo de los sucesos
del atentado al congreso del 24 de enero de 1848.
A pesar de haberse iniciado en la masonería, se le clasificaba como
hombre de ideas conservadoras. Debido a este punto de vista, no
encontró favorable a la Revolución de Marzo de 1858, que llevó al
poder a Julián Castro, Manuel Felipe Tovar y Fermín Toro. Tampoco
se sintió atraído por la Revolución Federal. Es partidario de gobiernos
que construyan instituciones y buenas leyes. Defiende los gobiernos
legales, repudia las revoluciones. Rechaza la violencia. Es de los
pocos historiadores que no ataca a España. Idealiza el tiempo colonial
como apacible y próspero. González sustenta el orden público en la
ilustración y la virtud. La masa ignorante no es ciudadana. González
llora por un orden que destruyeron los caudillos y las montoneras.
Desde el periódico El Heraldo y otras publicaciones, combatió a los
regímenes de fuerza. Eso disgustó a muchos gobernantes. Estuvo a
punto de ser deportado en 1861, pero gracias a las diligencias
de Pedro Gual, presidente de la república, por breve tiempo esto pudo
ser evitado. También hizo oposición a la dictadura del general José
Antonio Páez (1861-1863), lo que le valió un encierro de tres meses
en la cárcel de La Guaira. Al ser libertado, gracias a los buenos oficios
de algunos masones, reincidió en sus críticas violentas al gobierno. El
General Páez molesto, volvió a mandarlo a prisión, esta vez en la
prisión de La Rotunda. Allí escribió su Manual de Historia Universal,
que es el primero de sus libros conocidos.
En Juan Vicente González hay una concepción organicista del cuerpo
social. Cada parte del organismo debe asumir su rol en la sociedad.
Sin quejas, ni reclamos. El poder es asumido como concentrado y
unitario. El conflicto es disfuncional. Los partidos políticos, en ese
sentido, destruyen el equilibrio y la armonía que debe reinar. Debe
existir una sola organización, defensora del orden, dirigida por los más
virtuosos, laboriosos y propietarios. La sociedad debe rodear al
soldado afortunado, al caudillo, al jefe de prestigio, quien debe ejercer
un gobierno fuerte. En sociedades incipientes los buenos deben
apoyar a la autoridad pues es mandato bíblico, regular la libertad
prensa y de pensamiento para evitar abusos. Se debe perseguir y
destruir a quienes intentan acabar con el orden establecido.
Para González hay que proteger a la sociedad de los excesos de la
libertad. Esta no es ilimitada, sino que debe responder a la necesidad
de conservar el orden social. González se muestra “adicto a la
autoridad” como corresponde a países con repúblicas incipientes. Se
dirige al general Juan Crisóstomo Falcón, en septiembre de 1864, para
sugerirle que se apoye en los propietarios, en los industriales, en la
gente laboriosa porque son ellos quienes están interesados en el
orden. La paz hace falta para estimular la educación de la juventud y
un mejor porvenir. Se requieren factores de estabilidad, tradiciones y
costumbres para cimentar el orden. González reclama una sociedad
sustentada en los valores espirituales y en la moral cristiana. También,
apuntalada en la grandeza y en la poesía. 
Al triunfar los ejércitos del mariscal Juan Crisóstomo Falcón en
la Guerra Federal, lo vio con simpatía, lo cual no impidió para que de
vez en cuando le dedicara también algunos ataques periodísticos. A
pesar de las pasiones políticas que le animaban González era
considerado un personaje muy honesto, noble y amante de la verdad.
Esto quedó demostrado con la biografía muy favorable que escribió
sobre Juan Crisóstomo Falcón, no obstante que se declaró una vez
más su adversario.
Entre sus obras figura la biografía del prócer José Félix Ribas, «Las
Mesenianas», un conjunto de elegías en prosa, «Ecos de las
Bóvedas» y la obra que quedara inconclusa «Historia del Poder Civil».
En el campo de la poesía, Juan Vicente González publicó numerosos
trabajos, destacando su soneto «A Bolívar». En 1865 funda su famosa
«Revista Literaria», escribe artículos de críticas y traduce a los
grandes poetas universales. Es una de sus más grandes obras, y
también la última. Allí aparecen sus primeros trabajos de corte
ensayístico. Teniendo en sus obras una serie de biografías,  Las
Mesenianas o Historia Universal.
El primero de octubre de 1866 muere a quien se le considera el primer
escritor romántico que tuvo Venezuela Vicente Gonzales Delgado,
periodista, docente y escritor en Caracas.

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