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La vejez
La vejez no es cuestión de años, sino un estado de ánimo.
Se tiene la edad que se ejerce.
No pensar que todo tiempo pasado fue mejor
Así pues, nada mejor que recurrir a quienes se destacan por su profesionalidad y experiencia en
gerontología para desmontar mitos y encontrar verdades sobre las personas que pasamos de los 65
años, como el Dr. Ricardo Moragas, jubilado, que concurre al Parque Científico de Barcelona, sede del
Grupo de Investigación del Envejecimiento, que él mismo dirige. De su libro Gerontología Social:
“Hay que luchar contra la idea de que el viejo es funcionalmente limitado… La mayoría de la población
anciana no se halla impedida”
“Las barreras a la funcionalidad de los ancianos son frecuencia, fruto de las deformaciones y mitos
sobre la vejez más que reflejo de deficiencias reales”.
“La ancianidad no comienza a una edad cronológica uniforme…considerar anciano a toda persona de
más de 65 años tiene una explicación arbitraria y poco racional”.
“Los 65 años constituyen una edad en la que se puede desempeñar perfectamente un trabajo”.
“Las limitaciones psíquicas de los ancianos se han reflejado tradicionalmente en etiquetas poco
demostradas científicamente y basadas en el prejuicio…la pérdida global de la memoria, por ejemplo,
no es mucho mayor que a otras edades y la inteligencia no solo no disminuye, sino que puede
aumentar”.
“Aparece en la opinión pública la creencia de que ancianidad supone necesariamente enfermedad,
cuando las estadísticas sanitarias señalan precisamente que la mayoría de ancianos están sanos”.

Podemos seguir con la mente en el siglo XX creyendo que llegar a los 65 años es una tragedia o bien
admitir que en el siglo XXI con 65 cumplidos podemos seguir igualmente activos, creativos, con la
experiencia adquirida.

ARTÍCULOS
Instituto de investigaciones sociales de la Universidad nacional Autónoma de Méjico año 2010
Pensar la vejez y el envejecimiento en el Méjico contemporáneo

También está la vejez funcional, que define a la vejez a partir de la aparición de limitaciones físicas,
discapacidades y enfermedades, así como la declinación de la autonomía vital. Esta definición ha sido
muy criticada porque de manera implícita sostiene un modelo deficitario de la vida que la reduce a
componentes negativos del desarrollo, cuando sabemos que en la vejez no solo hay pérdidas sino
también ganancias (Rodríguez Ávila, 2006). Por último, existe una definición más neutral y, por lo
mismo, más vulnerable, que define a la vejez simplemente como una etapa de la vida que antecede a
la muerte. Esta definición evita adjetivos y reduccionismos; por el contrario, entiende que la vejez es
una construcción social que cambia con base en la historia y circunstancias de las sociedades, sus
valores y aspiraciones como colectivo. Así, la vejez es entendida como una etapa de la vida, posterior
a la adolescencia y adultez, y previa al fallecer.

Proverbios sobre la Vejez


 ¡Envejece conmigo! Lo mejor está aún por llegar. Robert Browning.
 Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la
mirada es más libre, la vista más amplia y serena. Ingmar Bergman.
 Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario. Arthur
Schopenhauer.
 Los viejos desconfían de la juventud porque antes han sido jóvenes. William Shakespeare
 Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida. Pablo
Picasso
 El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza. André Maurois
 Las arrugas del espíritu nos hacen más viejos que las de la cara. Michel Eyquem de Montaigne.
 Nadie es tan viejo que no pueda vivir un año más, ni tan mozo que hoy no pudiese morir. Fernando
de Rojas.
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 Todos deseamos llegar a viejos; y todos negamos que hemos llegado. Francisco de Quevedo.
 Cuando uno se hace viejo, gusta más releer que leer. Pío Baroja
 En la juventud aprendemos, en la vejez entendemos. Marie von Ebner Eschenbach
 La madurez del hombre es haber recobrado la serenidad con la que jugábamos cuando éramos
niños. Frederich Nietzsche
 Se necesitan solo dos años para aprender a hablar y más de sesenta para aprender a callar.
Ernest Hemingway
 Los árboles más viejos dan frutos más dulces. Proverbio alemán
 Cuando seas viejo en la carne, sé joven en el alma. Autor desconocido
 Hay cuatro cosas viejas que son buenas: viejos amigos, leña vieja para calentarse, viejos vinos para
beber y viejos libros para leer. Émile A. Fraguet
 La vejez comienza cuando se empieza a decir: nunca me he sentido tan joven. Jules Renard
 Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que día a día ganaba en sabiduría.
Ernest Hemingway
 Un hombre no envejece cuando se le arruga la piel sino cuando se le arrugan los sueños y las
esperanzas. Grafitti callejero
 Viejo es quien considera que su tarea esta cumplida, el que se levanta sin metas y se acuesta sin
esperanzas. Autor desconocido
Publicado por Mayores en Movimiento

El tema de la senectud como preparación para la vejez preocupó a Platón (en el siglo V a. C.) en 'La
República', y Cicerón (en el siglo I a. C.) escribió sobre ella en 'De Senectude'. Ambos son escritos en
la ontología de las categorías de edades, que se ha configurado alrededor de 'modos de ser',
relacionados con el decurso mismo de la vida personal. Hay párrafos que, en lo esencial, son idénticos
en ambos autores. Las 'apostillas al diálogo de la vejez' en Internet es un elogio al pensamiento de
Cicerón.

La sexualidad es una motivación básica que dirige e intensifica la conducta de los seres humanos y
que se encuentra basada en el deseo sexual, el cual es un impulso personal influido tanto por
estímulos externos (estímulos asociados con la sexualidad) como internos (pensamientos). Los seres
humanos somos seres sexuados, por lo que a lo largo del ciclo vital presentamos excitación, placer
sexual y deseo. De esta manera, aunque no se tenga actividad sexual, la tendencia motivadora de la
sexualidad se mantiene en el individuo.
Por lo tanto, en la tercera edad no se presenta una pérdida del deseo sexual y a pesar de ciertos
cambios fisiológicos, la sexualidad no pierde su complejidad. Durante esta etapa, la actividad sexual
puede tener particulares contenidos afectivos y motivaciones sin descartar el deseo. Con ello, las
relaciones sexuales en la tercera edad se encuentran relacionadas con el encuentro interpersonal y
que se puede explicar a partir de una de las tres necesidades interpersonales características de esta
etapa, la necesidad sexual. Se entiende por necesidad sexual aquella necesidad, en la que se
buscan las manifestaciones de afecto (besos, caricias, abrazos), la intimidad corporal, la
excitación, el deseo, el sentirse deseado y el placer sexual y de intimidad emocional. Así, no se
reduce el sexo a la genitalidad, sino es importante entender la necesidad de contacto en la actividad
sexual.
No obstante, los adultos mayores pueden atravesar ciertas dificultades para satisfacer esta necesidad,
ya que muchos de ellos pueden perder a su pareja, por lo que también se podría dar la pérdida de su
compañero o compañera sexual. De esta manera, se puede presentar una soledad sexual-amorosa,
es decir la falta de la necesidad de excitación, placer e intimidad corporal y emocional con otra
persona. Así, el adulto mayor debe esperar nuevos vínculos para poder satisfacer la necesidad.

Falsas creencias sobre la sexualidad en la tercera edad


Socialmente la sexualidad en la tercera edad es rechazada o no es considerada. Esto se puede
explicar a partir de las falsas creencias que se tienen a nivel social sobre la sexualidad en la tercera
edad. Uno de las principales supone que los adultos mayores no tienen capacidades fisiológicas para
tener conductas sexuales. Asimismo, se asume que los adultos mayores no se encuentran interesados
en las actividades sexuales, puesto que debido a la edad la satisfacción sexual ha disminuido.
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Ninguna de estas creencias es cierta, ya que en primer lugar la mayoría de adultos mayores sí son
capaces de mantener actos sexuales, ya que conservan la fisiología del placer sexual. Asimismo,
respecto a la segunda creencia, muchos adultos mayores mantienen un interés en los actos sexuales,
presentándose en ellos deseo sexual. Si bien es cierto que algunos adultos mayores expresan haber
perdido su interés sexual o una disminución de ella, la satisfacción de la actividad sexual tiende a
permanecer en la tercera edad. Como se puede observar, se presentan ciertas preconcepciones sobre
la tercera edad que no corresponden a la realidad y que son compartidas socialmente.
Lamentablemente, estas falsas creencias pueden influir en las representaciones que tienen los adultos
mayores sobre sí mismos, afectando su propia sexualidad.

Vejez, senectud o ancianidad


Es la etapa que transcurre desde los 60 ó 65 años en adelante. En la ancianidad, es inevitable que las
energías físicas no sean las de siempre, pero a pesar de ello, esta etapa de la vida no tiene por qué
ser vivida sin entusiasmo. Se posee una gran ventaja sobre las demás, la experiencia; el anciano
sabe, mejor que nadie, qué es lo que vale la pena. La vejez puede ser el momento más creativo de
la vida.

Características biológicas
Desde la adultez se producen deterioros que en esta etapa se acentúan. Ellos son: pérdida de la
elasticidad muscular, decrece la capacidad de percepción que afecta sobre todo a la visión, la
audición, disminuye los tiempos de reacción.

Cambios psicológicos
Con el envejecimiento se van eliminando muchos vínculos afectivos, los ancianos sufren la pérdida, ya
sea por fallecimiento, de su pareja, de otros familiares allegados, de sus amigos e incluso, a veces, de
sus propios hijos, con lo que se suma al dolor de la muerte de un ser querido, una progresiva situación
de aislamiento afectivo.
Cada fallecimiento les recuerda que pronto puede ser el turno de ellos. Los vínculos con los hijos se
suelen debilitar con la edad, así que lo ven con escasa frecuencia, y cuando conviven con ellos
se sienten como una “carga”.
Como resultado de este tipo de factores se acumulan situaciones en las que predominan las
vivencias de desarraigo y abandono, de falta de expectativas de cara al futuro; de soledad,
aburrimiento, inutilidad y de frustración afectiva, que pueden llevar al anciano a situaciones de
desesperanza y de fracaso.
La frecuencia de enfermedades, la pérdida progresiva de prestigio, poder social y adquisitivo, la
inactividad e incluso la sociedad hacen que los ancianos tiendan a refugiarse en su pasado, ya que en
muchos casos es lo único que les queda, pues el presente y el futuro pierden su valor frente a lo
que ocurre con los jóvenes.
No obstante, la vejez puede ser una época de la vida tan feliz como las otras. Todo depende, en
muchos casos, del propio proyecto de vida desarrollado con anterioridad.
Muchas personas que se han destacado por su equilibrio emocional y por una actividad gratificante.

Enfermedades más frecuentes en mayores de sesenta y cinco años


1. Hipertensión arterial.
2. Artrosis.
3. Bronconeumopatías crónicas.
4. Insuficiencia cardiaca.
5. Enfermedad vásculocerebral crónica.
6. Cardiopatía isquémica.
7. Reumatismos inflamatorios.
8. Diabetes.
9. Demencia senil.
10. Depresión.

¿Cómo ocupar el tiempo libre durante la vejez?


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El trabajo es para algunas personas la única actividad que les produce interés. Cada persona, y según
sus propias tendencias, amplía su círculo de actividades e intereses, de modo que, al llegar a la vejez,
pueda ocupar el tiempo tan amplio que tiene a su entera disposición.
Resulta fundamental planificar todo este tiempo libre a fin de sacarle el máximo provecho posible. La
mayor parte de los ancianos, salvo graves impedimentos físicos se encuentran en disponibilidad de
fortalecer y ampliar progresivamente actividades. La cultura, que no pierde finalidad a esta edad, ya
que la auténtica cultura está dirigida a completar la propia formación.
También es este un buen momento para desarrollar hobbies que se emprendieron en otras épocas
y, sobre todo, para afianzar lazos afectivos con otras personas.
Por otro lado, se dispone de suficiente tiempo como para llevar a cabo una investigación o para
integrarse en grupos que colaboran en causas humanitarias, religiosas, ecológicas, etc.

La vivencia de la muerte
Cuando una persona se entera que va a morir entra en una especie de shock, y lo mismo le ocurre a
las personas que la quieren. Luego, tanto el afectado como sus seres queridos entran en un proceso
de cuatro fases:
1. Rechazo. En ella la enfermedad mortal no se acepta, se niega su existencia. Hay personas que
hasta llegan a abandonar el tratamiento o las visitas al médico con tal de no volver a escuchar otra vez
sobre la enfermedad que puede ser fatal.
Otras, incapaces de asumir su destino, visitan médicos y curanderos buscando inútilmente que alguno
cambie de diagnóstico.
2. Rebelión. Es la fase de lucha en la que el enfermo intenta vencer o frenar el avance de la muerte.
Hay una absoluta concentración en esta idea, el cuerpo y el espíritu se mantienen en actitud de
combate. En estos momentos, la ayuda de los seres queridos es fundamental.
Estas fases no son estrictas. Hay personas que pasan de la primera a la última directamente; otras,
sólo viven una de ellas.
Muchos son los factores que influyen en la actitud de las personas ante la muerte. La fe, el creer en
Dios y la esperanza de una vida futura confortan, dan entereza y resignación a la hora de enfrentarse
con la muerte y soportar la pérdida de seres queridos; hay personas que han vivido alejadas de todo lo
divino, y que al acercarse a sus últimos días necesitan reencontrarse con Dios.

Cómo proteger afectivamente al anciano


El anciano, debido al deterioro que sufren todas sus funciones físicas y psíquicas deben amoldarse a
unas limitaciones personales, y por otro, a las limitaciones que le impone su medio social.
Dejar al anciano que siga viviendo en “su mundo”, que hable de su vida, sus recuerdos
tranquilamente, sin que nadie le interrumpa o se burle de él, es esencial para que no se sienta
desplazado afectivamente: toda su vida, en cierto modo, vuelve a tener sentido y un sentido vivísimo,
además, desde el momento en que interesa a los jóvenes. La ancianidad se convierte así en el
momento en que mayor gratitud se siente por seguir viviendo.

¿Qué es la calidad de vida en la vejez? Tiene que ver con diferentes aspectos como las relaciones
familiares y afectivas, la seguridad económica, el apoyo del entorno social, la salud y la autonomía.
Actualmente, un 53,6% de la población mayor ha iniciado una nueva actividad, de estos, un 26,9% ha
elegido el deporte. Es un cambio importante que conduce a una vejez menos sedentaria. También
aumenta el turismo y el voluntariado entre la tercera edad. (Libro Blanco de la Tercera Edad)
Fomentar el envejecimiento activo
La Organización Mundial de la Salud define el envejecimiento activo como “el proceso de optimización
de oportunidades de salud, participación y seguridad, con el objetivo de mejorar la calidad de vida a
medida que las personas envejecen.”
Las personas mayores quieren ser protagonistas de las políticas que afectan a sus vidas, tener
recursos para mantener su autonomía el mayor tiempo posible y, en conjunto, tener una vivencia
satisfactoria del proceso de envejecimiento.

¿Cómo queremos vivir la vejez?


Una vejez activa pasa por una adecuada protección y un entorno que facilite a las personas desarrollar
su bienestar físico, social y mental a lo largo de su vida. Pero también tiene un componente de
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prevención individual.

Factores predictivos: una dieta equilibrada, ejercicio físico regular, actividad mental, no fumar y no
beber alcohol abusivamente.
Pensar en una vejez activa supone trabajar, de manera individual y colectiva, por nuestros mayores y
por nuestro propio futuro. Con un objetivo claro: lograr una vejez que valga la pena vivir.

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