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Ni recuerdos ni presagios:

sólo presente, cantando.

Ni silencio, ni palabras:
tu voz, sólo, sólo, hablándome.

Ni manos ni labios:
tan solo dos cuerpos,
a lo lejos, separados.

Ni luz ni tiniebla,
ni ojos ni mirada:
visión, la visión del alma.

Y por fin, por fin,


ni goce ni pena,
ni cielo ni tierra,
ni arriba ni abajo,
ni vida ni muerte, nada
sólo el amor, sólo amando.

6. Te ofrezco, de Paul Verlaine


La expresión más concreta del amor es darse uno mismo como ofrenda gentil
y piadosa. Eso nos recuerda el poeta Paul Verlaine en este texto.

Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,


Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
No quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
Tus ojos regocije mi dádiva sencilla.

En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado


Las auras matinales cubrieron de rocío;
Como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
El fugitivo instante que reposar ansío.

Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,


Reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
Sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
Sonora con el ritmo de tus últimos besos.

7. Contigo, de Luis Cernuda


Para el amante, el ser amado es el absoluto en torno a lo cual todo se hace
relativo. El ser amado es la tierra y la vida, el lugar de pertenencia. Su
ausencia, en cambio, es la muerte.

¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?

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