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PRIMERA GUERRA MUNDIAL 1914-1918

Fuente: François Furet, El pasado de una ilusión, México, FCE, 1995, cap II, pp. 46-75.

I. Las causas
A diferencia de la Segunda Guerra, que se nos presenta como un desencadenamiento
inexorable si tenemos en cuenta la sucesión de hechos entre las ideas de “Mi Lucha”,
el temprano libro de Hitler, y los pasos de su accionar en el poder hasta 1939, no
resulta tan sencillo explicar las causas que determinan la Primera Guerra.
Surge de una coyuntura bastante “modesta” con relación al gigantesco fenómeno
destructivo que tendría lugar después (un atentado nacionalista serbio genera la
reacción del Imperio Austro-húngaro), coyuntura que además inicialmente parecía una
simple repetición del statu quo geopolítico de entonces.

Mapa geopolítico europeo 1848-1914. Desde el siglo XIX, la corona austríaca de los Habsburgo domina
un gran imperio conformado por diferentes “naciones” o etnias, muchas de ellas disconformes y con
voluntad de autonomía. Con la revolución de 1848 la etnia magiar (húngaros) logra la constitución de
una monarquía dual austro-húngara, pero persisten las tensiones con las minorías eslavas (polacos,
checos, eslovacos, eslovenos, croatas, serbios, bosnios…). A partir de una guerra en 1866, Prusia se alza
como fuerza dominante en el proyecto de unificación de la nación alemana, pero también una gran
cantidad de poblaciones alemanas han quedado en la órbita del imperio austríaco. Para sostener este
débil equilibrio y apoyarse en caso de agresión, ambos Estados firman (sumando a Italia) la Triple
Alianza. Luego del atentado de Sarajevo, los Estados-nación más antiguos (Francia y Gran Bretaña)
ponen en marcha su reciente acuerdo con el Imperio Ruso (Triple Entente), calculando contener, en un
movimiento de pinzas, un posible avance de las potencias centrales. En 1915, Italia cambia de bando,
calculando poder avanzar sobre territorios que le disputaba al imperio austríaco.

A partir de allí se genera una secuencia de sesiones diplomáticas en las que los
representantes de los diversos Estados europeos parecen ante todo no demasiado
preocupados por impedir la guerra. Como si no estuviera a su alcance prever y medir
las consecuencias de lo que iba a desencadenarse. Considerando las gigantescas
pérdidas y los muy relativos logros que la Primera Guerra dejó como saldo para toda
Europa cabe preguntarse ¿por qué tuvo lugar?

En 1916, refugiado en Zurich (en la Suiza neutral), Vladimir Lenin escribe su famosa
tesis “Imperialismo, etapa superior del capitalismo”, en la que brinda una sucinta y
contundente explicación de la causa económica que lleva a la “mundialización” de la
guerra. El capital tiende a la concentración y a la expansión colonial, y el territorio
colonial disponible es finito.

En el mapa coetáneo vemos que en “El reparto de África” dominan Reino Unido y Francia, en tanto otras
naciones como Alemania e Italia han llegado tarde a ese reparto.

La tesis de Lenin continúa vigente. Sin desestimarla, Furet afirma que es también
necesario considerar fenómenos en el orden de las subjetividades y de las ideologías
dominantes para explicar por qué la Primera Guerra Mundial tuvo lugar. Su hipótesis
central es que el nacionalismo era en aquel momento “el sentimiento mejor
compartido por la humanidad europea”, “más fácil, menos abstracto” que otras
variables identitarias, y le otorga a la opinión pública un rol determinante. Concluye
que la inercia de las acciones diplomáticas se explica por un consentimiento tácito de
los pueblos que los poderes públicos dieron por sentado.

II. La dinámica

Por otra parte, la aparente irresponsabilidad y ligereza de los actores de aquella


encrucijada puede también explicarse por el hecho de la que la guerra pareció al
principio a sus ojos ser como las anteriores, y solo en su decurso mostró su verdadera,
nueva y cruda realidad. Furet sintetiza el carácter inédito de este acontecimiento
bélico como la primera guerra “democrática” e “industrial”. Toda la maquinaria
productiva se puso al servicio de la guerra, y nunca antes una contienda había
implicado la participación y sacrificio de tantas poblaciones civiles. Rápidamente, la
contienda se estancó en un combate de trincheras donde miles y miles morían para
moverse apenas unos cientos de metros: la guerra reveló así su “carácter a la vez
asesino e insignificante”. El absurdo quedó también plasmado en un final incierto, en
el cual el único vencedor real sería Estados Unidos.

III. La “paz” y sus consecuencias.

Poco después de que Lenin escribiera su famosa tesis, acontece en 1917 la revolución
comunista. En aquella situación interminable que parecía sin salida, Furet considera
que la relevancia de la revolución fue “menos la caída del zarismo que la revuelta de
los soldados y del pueblo ruso contra la guerra”. La Rusia bolchevique firmó por su
lado el primer tratado de paz, con Alemania y el bloque de centro (Tratado de Brest
Litovsk, 1918). En el bloque occidental, el proceso de paz se precipita a partir de la
intervención de Estados Unidos y el llamado “plan Wilson”. En términos ideológicos, la
entrada de la joven potencia es presentada como una auténtica “cruzada” por la paz y
los derechos de autodeterminación de los pueblos. En términos pragmáticos, la
voluntad de contener al “peligro” comunista y de deshacer las estructuras imperiales
en una serie de nuevos “Estados tapón” resultó bastante torpe. Lejos de permitir la
conciliación o convivencia de tensiones, el Tratado de Versalles fue la antesala del
recrudecimiento de los nacionalismos y en definitiva de la Segunda Guerra Mundial.

Mapa de los territorios cedidos por Rusia a Alemania en Brest-Litovsk y la disolución de imperios y
creación de nuevos Estados en el Tratado de Versalles.

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