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EL TIO CALIXTRO

Calixtro siempre fue temido por toda la gente principalmente por su


esposa Felipa, se rumoraba en el pueblo que le había vendido el alma
al Diablo, fuera cierto o no nadie se atrevía a contradecirlo y mucho
menos a contrariarlo por lo que tenía manías muy absurdas como
exigir que fuera la hora que fuera todos debían levantarse a
acompañarlo a la mesa para cenar. Así fueran la una o dos de la
madrugada Felipa corria a prepararle la cena y a despertar a los niños
entre ellos mi abuelita Sofi para que Calixtro no se enojará.

El día que Calixtro murió lo envolvieron en una sábana blanca y lo


colocaron sobre una mesa según la usanza del pueblo, vecinos y
familiares acudieron a rezar por la salvación de su alma por casi toda
la noche pero cuando comenzaba a amanecer salieron de la
habitación en la que estaba el difunto, unos para cortar leña, otros a
hacer la fosa en la que descansarían sus restos y las mujeres a
preparar el desayuno, echar tortillas, y hacer café para los
acompañantes.

El cuerpo sin vida de Calixtro se quedó solo por un instante y fue


cuando de repente se escuchó un gran golpe, algo se había caído por
lo que presurosos los hombres entraron y cuál sería su sorpresa al ver
que el cuerpo del difunto se desplazaba por el suelo como si alguien lo
arrastrará hacia la puerta del cuartucho.

La gente comenzó a gritar espantada “el demonio se lo lleva”, “Viene


por su cuerpo y su alma” todos se hincaron y comenzaron a rezar
hasta que el diablo cedió y abandono el cuerpo.

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