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Alicia Barberis

Alicia Barberis nació en Felicia, Provincia de Santa Fe. Es escritora,


narradora oral y coordinadora de talleres literarios y de promoción de la
lectura.
Ediciones Colihue ha publicado sus obras de narrativa para Jóvenes Cruzar
la noche (1996), La casa m (2009) y El misterio de las letras perdidas
(2011), Además, es autora de Una máquina para hacer llover (1993), Mi
hermano Jaci (2004), El científico (2006), El nuevo mundo (2009), La casa
del crimen (2009), Las brujas tambien se enamoran (2009), La casa del
viento (2010) y Cuando el diablo anda suelto (2011), entre otros títulos.
Como narradora oral, ha llevado sus espectáculos a distintos puntos de
Argentina, México, Cuba y España. Como Fruto de esa experiencia, y como
una introducción a nuevos narradores, Escribió el libro Viaje hacia los
cuentos, El arte de contar cuentos a los niños, el cual fue reeditado por
Colihue en 2011.
La camioneta frenó dejando un rastro de polvo en la tarde - E l río está creciendo -dijo él, ignorando las palabras de su
calurosa del pueblo. hija-. Esperemos que el muelle aguante.
Ernesto bajó y cerró la puerta. -Vayamos a ver a la abuela -dijo Pilar-. Debe estar esperando.
Era un hombre de andar desgarbado y mirada triste. Tenía Clara caminaba adelante de ellos. Miraba todo tratando de
cincuenta años. recordar algo de cuando era chica. Se habían marchado hacía
Caminó unos pasos y observó la vieja fábrica de la familia que diez años.
se levantaba a orillas del río. Estaba abandonada desde hacía mu- De la antigua fábrica, solo quedaban unos galpones a punto de
cho tiempo y su sueño, mientras estuvo en España, era convertirla caerse. Las ventanas tenían los vidrios rotos, las paredes de ladrillos
en un hotel. esraban cubiertas de polvo seco y se veían profundas rajaduras.
Miró a lo lejos. Entre las grietas, crecían yuyos en forma salvaje. Los techos eran
En su barba, prolija y bien recortada, se veían algunas canas. unas chapas cubiertas de óxido, con los clavos levantados en varios
Se descalzó, hundió sus pies en la arena y bajó por el terraplén. lugares. Y el patio era una maraña de escombros y malezas.
En ese instante, se abrió la puerta trasera de la camioneta y Clara suspiró indignada.
asomó la cabellera alborotada de Clara, su hija, que cerró con un El paisaje que se extendía más allá de la fábrica le parecía aún
portazo y miró con furia a su madre. peor: un río marrón entre las islas chatas y quietas. Y la orilla
-Esto es una mierda -le d i j o - ¿Me quieres decir qué cono -donde alguna vez hubo playas- ahora solo era una pendiente
vinimos a hacer aquí? abrupta de piedras, cubierta por una malla metálica, hundiéndose
-Ya lo hemos hablado muchas veces -respondió Pilar-. La entre la basura.
decisión está tomada. No hagas esto más difícil. Un paisaje tan diferente al de la costa de Tarragona, frente a
-Esa decisión la tomaron ustedes, no yo - dijo Clara. un mar verde esmeralda que estallaba con furia contra las rocas
La madre no contestó. Entendía la rebeldía de su hija, el del acantilado.
dolor por haber dejado atrás a sus amigos, pero no podía hacer -Allá está la casa de la abuela -dijo Ernesto-. ¿Te acordás del
nada. altillo, Clara?
-Vamos a ver adonde fue tu padre. Ella no respondió.
Lo encontraron contemplando el río. Bajaron.
Se acercaron. Detrás de un cerco de troncos asomaba el jardín y, junto a la
El viento repartía latigazos calientes. En la orilla flotaban los entrada, había un árbol enorme con flores amarillas que caían
restos de un animal y las moscas revoloteaban, incansables, por sobre el césped.
todas partes. Debajo de una pérgola, una anciana se hamacaba en un viejo
El calor era sofocante. sillón.
Las zapatillas de Clara se hundieron en el barro. Se agachó Pese a la tristeza y al enojo que sentía. Clara se emocionó al
y sacó una botella que asomaba entre bolsas de plástico y latas ver a su abuela.
oxidadas. Observó que los brazos estaban mucho más delgados y se apo-
-¿Y este es el paraíso que nos prometiste? - p r e g u n t ó , mirando yaban sobre la falda como si flotaran. Sus pies se veían hinchados
a su padre con rencor-. ¿Para esto hiciste que dejáramos todo? y cubiertos de venas rojizas y azules, y su pelo esponjoso ahora
Pilar y Ernesto no contestaron, sabían que había que darle estaba totalmente blanco. Los años que habían pasado se notaban
tiempo a Clara. en sus ojos hundidos y en las infinitas arrugas de su cara.

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Recordó cuando se habían despedido, diez años antes, con la Clara sonrió.
sensación de que no se volverían a ver. Su abuela había perdido la juventud, pero no el humor.
Tiró su mochila al suelo, saltó el cerco y corrió a abrazarla. Rosa se puso de pie con dificultad para abrazar a su hijo y a
su nuera.
***
No hicieron falta las palabras.
A pocos kilómetros de ahí, Fernando Romero se sentaba a la En el abrazo que Ernesto le dio a su madre, después de tantos
mesa de un bar. Se iba a encontrar con sus amigos. Acababa de años sin verse, después de compartir los últimos dolores solo a través
ver las listas en la facultad y al comprobar que este año cursarían de las llamadas, estaban todas las frases que necesitaban decirse.
Pediatría en distintas comisiones, pensó que deberían convencer a Rosa secó sus lágrimas y le sonrió.
alguien para intercambiar lugares y seguir juntos. - L a vida sigue - d i j o - , lo extraño, pero, al menos, ahora están
Pidió un café mientras hojeaba, distraído, el diario de la mañana. ustedes aquí.
De pronto, quedó paralizado. Debajo de un enorme titular vio la Después de conversar durante un largo rato, les dijo que Felipa,
foto de la casa de fin de semana. De su casa. Leyó la noticia de un la chica que la ayudaba con la limpieza de la casa, había dejado las
tirón y marcó el número del Estudio de su padre desde el celular. habitaciones preparadas.
-¡Qué hijos de puta! -dijo, en vez de saludar- ¿Leíste el diario? Ernesto y Pilar fueron a bajar el equipaje.
Rosa, aprovechando que se quedó a solas con su nieta, se acercó
- L o hablamos por la noche, Fernando. Ahora estoy con un
y, acariciándole la cabeza, dijo:
cliente.
- S é que te va a resultar duro el cambio, pero es bueno que volva-
La voz de su padre sonó controlada. ¿Lo sabría? Seguramente.
mos a vernos, porque los extrañé demasiado durante estos años.
Su padre siempre sabía todo, pero jamás perdía el control. A Fer-
Después de la cena, Clara se encerró en su habitación y encendió
nando le hubiera gustado parecerse a él.
su computadora portátil.
Leyó otra vez la nota y sintió que le faltaba el aire. No podía ser
cierto lo que decía el diario. Por un momento, pensó que quizás el Mensaje Original
dueño anterior.... pero de inmediato recordó que la casa era heren- De: Clara Monca/vo < claris%yahoo.es >
cia de su abuelo y que él había muerto a mediados de los sesenta. Para: la julidetarraco'a,yahoo.es
Hacía más de cuarenta años. O sea que, en esa fecha, la casa ya Enviado: lunes. 21 de febrero. 2005 03:15:12
pertenecía a su padre. Asunto: [Esto es una mierda]
Pagó el café y fue a buscar su coche.
Juli. amiga, me siento como una fiera enjaulada. No hay Inter-
net en esta casa, asi que ni pensar en que podamos chatear. Iré
*** escribiendo los mails en mi ordenador y los enviaré luego desde
algún ciber. A Xavi también le escribiré de esta manera, pero es
- M i chiquita -dijo Rosa-. Pensé que no volvería a verte.
horrible estar tan incomunicados. Lo extraño y me muero por
A l abrazar a su abuela, Clara notó la fragilidad de su cuerpo.
estar con él.
-Clarita -dijo la anciana-. Todavía no puedo creer que estés
Te cuento que este lugar es una mierda. No tiene nada que ver
aquí.
con lo que me habían dicho. Cuando llegamos fue como entrar
-Abuela... - e m p e z ó a decir Clara- tú estás...
en el infierno. Un calor insoportable, diez millones de mosquitos
-No me m ientas, C lari -la interrumpió la anciana-, no digas nada.
y un olor a pescado que te revuelve el estómago. El río es puro
A ver si se te ocurre decir que estoy igual a cuando te fuiste.

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barro lleno de basura. ¡Y el boludo de mi viejo que quiere poner El miedo estaba ahí, todo el tiempo.
un hotel acá! Está loco. ¿Quién va a querer pasear en este lugar Pero aprendían a vivir con él.
inmundo?
No puedo perdonarles que hayan vendido la casa de Tarra-
gona sin consultarme. Así se aseguraron de que no pudiéramos 2
volver. No sé cómo voy a soportarlo. Es como si se hubiera abierto
la tierra en dos y lo único que me importa ha quedado para siem- Las chicharras anunciaban otro día de calor.
pre del otro lado: Xavi y tú, que eres como mi hermana, y todos Desde las defensas, a orillas del río, se levantaba la casa de la
los amigos. Recién hoy, mirando este río gilipollas, me di cuenta abuela de Clara. Tenía dos plantas y un altillo, y de cada ventana
de que ya no veré el mar. Y todo por las putas nostalgias de mi colgaban geranios rojos. Una terraza daba al jardín, en el que podían
padre. Por su culpa regresamos. Y él como si nada. No registra. verse árboles añosos que proyectaban su sombra sobre bancos y
No se da cuenta de que yo no quiero estar aquí. Odio este pueblo. hamacas. El parque estaba rodeado por un cerco de troncos irre-
Odio este país. gulares entre los que asomaban algunos arbustos.
Lo único bueno fue reencontrarme con mi abuela, pero te Durante los diez años en que vivieron en Tarragona, Clara había
juro que no me alcanza. Quiero estar con Xavi. Y contigo. Y recibido fotografías de cada cosa nueva que había llevado su abue-
con todo el grupo. Si ellos no vuelven, me voy a escapar. Y si lo a la casa: los bebederos de los pájaros, la fuente con un ángel
no puedo, apenas termine el colé me voy, total allá soy mayor que consiguió en un anticuario, las tinajas con papiros y lotos, las
de edad con dieciocho, y ahí te aseguro que nadie me obligará orquídeas que colgaban de los troncos.
a quedarme. Ahora Clara acompañaba a su abuela en su caminata matinal
por el terraplén. La anciana se apoyaba en el brazo de su nieta y en
Clara guardó el archivo y apagó la luz. su bastón de tres patas, que iba dejando una extraña huella sobre
Los ojos se le llenaron de lágrimas. la arena compacta.
El cansancio acumulado le pesaba sobre los párpados y, a los - A l abuelo le hubiera gustado mucho abrazarte -dijo Rosa-.
pocos minutos, estaba dormida. Pero así están las cosas. No pudo ser.
Clara estaba triste y callada.
Rosa pensó con dolor en el precio que tuvieron que pagar todos
1976 por la separación de tantos años. Comprendía la angustia de su nieta
por tener que enfrentarse a un nuevo cambio. Pensó en Emiliano, el
Ellos dormían en continuo sobresalto, despertándose hermano de Clara, en su tristeza, y en los motivos que tenía para
con las frenadas de los coches. estar tan desolado. No sería fácil el reencuentro. Después de tanta
Cobijados por el techo de chapas de la casa en la que ausencia costaría mucho volver a ser una familia.
vivían, les llegaban desde afuera los sonidos de dis- La anciana se detuvo un momento para tomar aire y, mirando
paros y sirenas. a Clara con una sonrisa, le dijo:
A veces eran gritos y corridas. - ¿ A que no sabes quién va a llegar en un rato?
Otras, un silencio inquietante. -¿Quién?
Las noches eran interminables. -Emiliano -respondió Rosa-. El pobre no anda muy bien por-
Sus corazones latían alocados, mientras se abrazaban que se quedó sin trabajo. Me llamó esta mañana y me dijo que se
con desesperación, bajo la única frazada que tenían. muere de ganas de verlos.

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Clara pareció animarse por un momento. Vería a su hermano -Pero es bueno probar cosas distintas -siguió Rosa-, lugares
después de dos años. nuevos, nuevos amigos, nuevos amores, para poder después elegir.
-Nos vimos tan poco con Emi - d i j o - , que a veces pienso que Cambiar es como vivir muchas vidas. No te olvides de eso. Clari.
nunca podremos sentirnos como hermanos. -Te puedo aceptar todo menos eso de nuevos amores. Yo ya
- L o que importa es que se quieren -dijo Rosa-. Para él tampoco
elegí a Xavi.
fue fácil estar separado de ustedes.
-Yo dije lo mismo la primera vez que me enamoré -dijo Rosa-.
- Pero él, al menos, pudo elegir -respondió Clara-. Cuando nos
Sin embargo, tuve un montón de novios antes de quedarme con tu
fuimos a vivirá España él empezaba la facultad y decidió quedarse.
abuelo. Y te aclaro que nunca me importó el qué dirán.
En cambio a mí, me obligaron a hacer lo que ellos decidieron las
Siguieron caminando despacio. A l llegar al jardín, Rosa tomó
dos veces, antes y ahora. No tuve opción.
la mano de Clara y le dijo:
- N o estoy tan segura de que él haya elegido -dijo Rosa-. Emi-
- E l reencuentro con Emiliano tal vez te ayude a superar este
liano no podía seguir a tu padre y lo entiendo. En el fondo, creo
momento. Yo sé cuánto se quieren ustedes.
que no quiso irse porque a esa altura de su vida, todavía esperaba
Se asomaron a la puerta y los vieron. Emiliano y su padre es-
encontrar a su madre.
Clara estaba pensativa. No sabía bien cómo iba a sentirse cuando taban conversando en la sala.
viera a su hermano. Tenían que dejar atrás años de silencio y desencuentro y no les
Emiliano había estado algunas veces en España, pero solo de resultaba fácil a ninguno de los dos. A l principio se habían mira-
paso. Y de su convivencia en Argentina, desde que ella nació hasta do como dos extraños, pero después pudieron abrazarse. Y ahora
los seis años, le quedaban pocos recuerdos. hablaban, intentando sentirse un poco más cerca.
- L o único que me entusiasma -dijo Clara-, es dejar de ser hija Clara permaneció detrás de su hermano durante unos instantes.
única mientras estemos aquí. Mis padres se ponen insoportables Sus sentimientos eran encontrados. Por un lado, se sentía indiferente
con los cuidados y los reclamos. frente a ese joven de barba que le parecía un desconocido, pero
Al instante agregó: al escuchar su voz y su risa, sentía muchas ganas de refugiarse
-Bueno, haberte recuperado también me entusiasma, abu. en su abrazo, como cuando era una nena y le tenía miedo a los
- Y a mí -dijo sonriendo la abuela-. Desde ayer me siento con truenos.
diez años menos. Tal vez no se note, pero la transformación va La voz se le quebró cuando dijo su nombre y corrió a colgarse
por dentro. de su cuello.
-Para serte sincera -dijo Clara- no me alcanza con tenerlos
***
a ustedes para estar bien. El precio es perder a mis amigos. Me
ocurrió lo mismo i uando nos fuimos a vivir a España. Y ahora me Fernando Romero se despertó muy temprano esa mañana sin
vuelve a pasar. Es muy duro empezar de nuevo. recordar dónde estaba. El sol asomaba por la ventana abierta.
-¡Chicas! - l l a m ó Ernesto-. ¡Vengan que llegó Emiliano! Las paredes encaladas y austeras parecían las de un monasterio.
Caminaron en dirección a la casa. Un crucifijo colgaba sobre la cama y la imagen de una virgen hecha
Rosa se detuvo un instante mirando a su nieta. en mayólicas parecía mirarlo desde uno de los muros.
-Clara -le dijo con dulzura- No tengas miedo. En la vida hay Sobre la mesa de luz estaba el diario del día anterior. Encendió
que estar abierto a los cambios. su celular y vio que había dos llamadas perdidas de su padre. Miró
- A mí no me gusta cambiar -respondió Clara. la hora. Las siete y cuarto.

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Marcó el número de su casa. Fernando se sentía inquieto.
Su padre estaba desayunando en el comedor cuando sonó el Dejó el diario sobre la mesa y recordó que la casa había sido
teléfono. Romero Arteaga estiró el brazo y atendió. remodelada hacía poco más de dos años y ahora él recordaba la
-Soy yo -dijo Fernando. disposición anterior: el quincho con su asador y sus largas mesas
-Fernando -dijo su padre-, ¿por qué no viniste a dormir? Que- de roble, la galería de arcadas blancas con el piso de baldosas
damos en que avisarías, ¿no? coloradas, el viejo techo, las puertas antiguas con sus pesadas
- S í , viejo, pero... no sé... en un arranque me vine hasta la quinta trancas de hierro.
y me quedé dormido. "El baño nunca estuvo donde sugiere esa gente - p e n s ó - . Es
- Y tenías el celular apagado. imposible que pudieran ver la arcada del club desde la ventana del
- N o me di cuenta. En realidad te llamo porque quería saber baño, como dicen. A no ser que... a no ser que haya habido otras
sobre la noticia del diario de ayer. remodelaciones, a no ser que, mucho antes, el baño estuviera en
-Mira, hijo - c o n t e s t ó su padre con voz más suave-, no es un otro sitio".
tema para hablar por teléfono. Mejor lo hablamos en la cena. Acor- Desde que tenía uso de razón, recordaba cada uno de los cum-
date de que esta noche vienen tus hermanas a comer. pleaños que festejaron él y sus hermanas en la quinta. Muchas
Fernando cerró el celular después de despedirse. Estaba nervioso. escenas desfilaban por su mente.
Se levantó de un salto y se fue a la cocina. De pronto, una imagen fue más persistente.
Preparó un café cargado y salió al jardín. Abrió el diario y releyó Estaba correteando entre los macetones, en la vieja galería. Se
la nota por tercera vez: había revolcado sobre una parva de hojas secas y le picaba todo el
cuerpo. Corrió hacia una puerta y agitó el picaporte para abrirla.
Pero estaba cerrada.
RECONOCEN UN CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIÓN
Levantó la vista y vio el candado gigantesco agarrado a dos
Después de 27 años, un matrimonio reconoció ayer una gruesas argollas herrumbradas.
vivienda que fue usada como centro de detención clan- Volvió a agitar el picaporte, pero la puerta no se abría.
destina durante la última dictadura militar, ubicada en Trepó a la reja de la ventana. Y en ese instante se escuchó
las afueras de Villa del Lago, a pocos kilómetros de la el grito de su padre. Un grito exagerado para lo que él estaba
capital provincial. haciendo.
La causa judicial se inició a partir de la presentación de
No pudo recordar nada más. Pero fue suficiente. En aquella
la pareja, lo que dio lugar a la investigación sobre posible
época todo el mundo dormía con las puertas sin llave. Eso se lo
privación de la libertad y tormentos.
Los denunciantes sostienen que, si bien la casa fue modi- había escuchado decir mil veces a su abuela. Sin embargo, la quinta
ficada, no caben dudas acerca de que fue el lugar donde de ellos tenía doble cerradura en cada puerta, trancas de hierro,
estuvieron secuestrados. "La arcada de entrada a un club rejas y aquel enorme candado.
que todavía está en el lugar se veía desde la ventana del Miró hacia el parque y vio a Alvaro, el jardinero, barriendo las
baño, como también parte de la ruta, lo que aún puede primeras hojas secas.
verificarse", aseguraron a este matutino. Hacía más de treinta años que trabajaba para ellos. ¿Qué sabría
La pareja, secuestrada en diciembre de 1977, en un escrito él? Y de saberlo, ¿le diría algo?
elevado al juez, relató lo sucedido durante los casi cinco Debajo de los eucaliptos de la vivienda vecina había una cuatro
meses que estuvieron en cautiverio. por cuatro gris desde la noche anterior, pero Fernando recién ahora

¿A 2b
reparaba en el vehículo. Desde adentro, alguien lo saludó con una Mientras mostraba los planos, explicó los detalles. Serían doce
leve inclinación de cabeza. cabanas con una gran piscina y los servicios más modernos.
-También habrá un salón -agregó Pilar- y un área de recreación.
*** La idea es captar gente para hacer congresos y otros eventos.
-¿Y tu taller? -le preguntó Emiliano-. ¿O ya no pintas?
Emiliano tenía casi treinta años, pero así, despatarrado como Su abuela le había hablado del talento de Pilar para la pintura
estaba sobre el sillón de la sala, escuchando a su padre, parecía y él mismo había asistido a alguna de las exposiciones que hacía
un adolescente. en España.
Había pasado el momento que tanto había temido y esperado. - N o podría dejar de pintar. Tu padre me regaló el lugar más
Todavía se mezclaban dentro de él sentimientos contradictorios. Por hermoso. El edificio de la toma vieja de agua. La que da sobre la
momentos le parecía estar próximo a ese hombre que era su padre curva del río.
y, sin embargo, después volvía a sentirlo como a un extraño. - ¿ L a torre? -dijo Emiliano-. ¡Está buenísima! Pero ¿no se
Pilar trajo una bandeja y la apoyó sobre la mesa. vendrá abajo?
- ¡ Q u é asco! -dijo Emiliano riendo-. Bocadillos de tortilla, eso -Los arquitectos están viendo qué puede quedar en pie -dijo
déjalo para España, acá solo comemos empanadas de carne. Ernesto-. Tal vez haya que tumbar algunas habitaciones, pero
-Bien que te los comías cuando venías de paseo -le respondió aparentemente la torre está bien.
ella. - L a idea me encanta -dijo Emiliano-. La única pregunta que
Ernesto tomó un trago de cerveza helada y miró a Emiliano. me queda es si no pensaron en aprovechar el río.
Quería estar a su lado y recuperar el tiempo perdido. -Por supuesto -respondió su padre-, ese es el mayor atractivo.
Eligió las mejores palabras para explicar el proyecto, convencido -¿Atractivo? -dijo Clara con desprecio-. ¿Esas aguas barrosas
de que la propuesta podría significar un acercamiento entre ellos. con olor a pescado pueden resultar algo atractivo?
- Y bueno, ¿qué te parece la idea? - l e preguntó con ansiedad-. -Clara... -le dijo su padre-, antes de hablar tendrías que reco-
Sería bueno que puedas sumarte a la empresa. En principio, y hasta rrerlo, al menos.
que esto se ponga en marcha, te propongo que lo tomes como un - N o , gracias -dijo ella-, ningún interés.
empleo, pero si todo va bien como espero, quiero que formemos Ernesto explicó qué embarcaciones usarían y las excursiones
una pequeña sociedad. que tenían previstas. A l finalizar agregó:
Emiliano lo miró conmovido. El proyecto era un sueño de su -Bueno, creo que eso es todo por ahora.
padre y le ofrecía compartirlo con él. Terminó su cerveza y se acercó a Rosa.
-En realidad me parece mucho mejor lo de las cabanas que lo
- ¿ Q u é pensás de todo esto, vieja? - l e dijo-. Todavía no opi-
del Hotel - r e s p o n d i ó - . Está más de moda y supone menos gastos
naste.
porque requiere mucho menos personal.
-Coincido plenamente -dijo Pilar. - M e parece genial -dijo Rosa-. Y al abuelo le parecería maravi-
lloso. Saben cuánto quería este lugar y cómo deseaba compartirlo.
Ernesto desplegó los planos sobre la mesa del comedor y todos
Debe de estar sonriendo desde alguna parte.
se acercaron.
Nadie habló por un momento. Solo podía oírse el viento entre
-Yo también pienso lo mismo - a g r e g ó - , por eso le pedí a la
las ramas de los árboles.
empresa constructora que comenzara con este anteproyecto y no
Cada uno se enfrentaba a sus propias emociones.
con el del hotel. ¿Quieren ver?
A l rato, Emiliano los miró y dijo:

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-Es bueno volver a encontrarnos. vamente una familia. Y por primera vez me sentí muy cerca de mi
- ¿ E s o quiere decir que podemos contarte en el proyecto? -pre- hermano. Se ocupa de mí. Si hasta me anotó en tres colegios para
guntó Ernesto. que pudiera elegir.
- E s t á bien, viejo, acepto. Además no me queda otra, ¿no? Ahora Aunque la verdad es que casi me caigo de culo cuando me lo
soy un desempleado más y tengo que pagar el alquiler todos los dijo. Empezar las clases acá, tan lejos de ustedes. Lo tenía tan
meses. negado que cuando lo mencionó ni siquiera sabía de lo que me
"'Me gustaría otra respuesta - p e n s ó Ernesto-, pero es la que estaba hablando. Él se dio cuenta, porque trató de tranquilizarme,
hay. Tendremos que darnos tiempo. Son muchos años de no estar diciéndome que ¡as cosas van a ir mejor de lo que creo. A pesar
juntos. No tuvo a su madre y yo me fui por motivos que tal vez de todo esto tan feo. me hizo bien sentir que me quiere.
no entienda". Emi es casi un hombre. Pero un hombre triste. La abuela me
-¿Qué te parece si mañana nos vamos a pescar? - le preguntó a dijo que es muy complejo todo lo que le pasa. Yo ni siquiera sabía
su hijo, dándole una palmada cariñosa. que algo le pasaba. Ella me dijo que ya me contará. Cómo quisiera
Por un momento la mirada de Emiliano se iluminó, sonrió y le decirte todo esto tomados de la mano, como antes. Odio estar tan
dio un abrazo. lejos, y odio todos los cambios que nunca elegí. Te quiero. Piensa
Después se acercó a su hermana y le dijo al oído: en mí.
-Clarita, tengo un batallón de amigos que quieren conocerte,
pero ojo, porque son unos vándalos. Clara apagó la luz de su cuarto y se quedó pegada a la ventana,
- Y tú, ojo, porque eres un policía -le respondió ella. que estaba abierta de par en par. El aire era pegajoso y traía el olor
del río. La noche se iluminaba con relámpagos, y grandes bandadas
Mensaje Original de patos anunciaban la lluvia.
r
De: Clara Moncalvo < claris a,yahoo.es > Unas gruesas gotas comenzaron a caer y salpicaron la cama.
Para: elxavi4(iv,y ahoo.es El olor a tierra mojada penetró en la habitación. Clara se enrolló
Enviado: martes, 22 de febrero, 2005 01:25:09 en las sábanas y dejó que la lluvia la refrescara, como cuando era
Asunto: [Te extraño] una nena.
Xavi. Te extraño horrores. Nada me viene bien. Extraño tu Se quedó despierta un largo rato contemplando la tormenta,
cuerpo, tu abrazo, tus ojos. Y sobre todo, extraño tu boca. Con- y sintió el aire fresco sobre su piel, mientras pensaba en Xavi. Y
téstame apenas lo recibas. Esta mañana, cuando fui al ciber y leí aunque no las convocó, las palabras de su abuela aparecieron en
tu mail, me puse a llorar como loca, y me reía al mismo tiempo su mente: "cambiar es como vivir muchas vidas".
con las cosas que me decías. "A mí me basta con una sola", pensó, antes de quedarse dor-
De lo que me pides que te cuente, ya te lo envié todo en el mail mida.
anterior, solo me faltó hablarte de mi hermano. Es tan loco todo
este cambio. Lo único bueno es estar de nuevo con él, y con mi
abuela, que es una genia. 1977
Hoy todos hablaban del proyecto de mi viejo y yo no quería
ni escucharlos. Por culpa de ese proyecto de mierda nosotros Alguien les avisó que no volvieran esa tarde.
estamos separados. Sin embargo sentí algo raro, aunque me dé Era mayo del 77. La casita de techo de chapas había
bronca admitirlo. Esta tarde fuimos, después de tantos años, nue- caído.

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Perdieron todo: libros, fotos, recuerdos, hasta la cuna -Merceditas -dijo el padre-, es de mal gusto hablar de esas
de m i m b r e que él estaba p i n t a n d o para el hijo que cosas.
vendría en pocos meses. -Bueno - c o n t i n u ó Mercedes-, como nadie me pregunta, les
Solo q u e d a r o n con lo puesto. cuento que las nenas están hermosas y Valentino está inmenso.
A p a r t i r de ese momento, no dormían dos noches Con Guillermo todo está de maravillas. Tengo muchos pacientes.
seguidas en el m i s m o sitio. Y desde que leí el diario no puedo dormir.
Y hacían el amor con desesperación, porque era lo Se instaló un silencio incómodo.
único que tenían para pelear contra la muerte. Fernando observó a su padre de reojo. Lo notó preocupado y
sintió bronca contra su hermana porque decía las cosas de la peor
manera.
3 -Ustedes duermen como siempre, ¿no? - c o n t i n u ó Mercedes-.
Las cosas terribles que pasaron por aquella época nunca les qui-
Solo se escuchaba el sonido de los cubiertos. taron el sueño.
La sala y el comedor eran de un estilo sobrecargado, con impo- - M i r a .Merceditas -dijo Romero Arteaga con calma-, vos eras
nentes muebles de roble y adornos suntuosos. Una araña de cristal una nena en esa época. No creo que puedas acordarte de nada.
y bronce pendía sobre la mesa, diseminando una luz suave sobre Pero si así fuera, los únicos recuerdos que podrías tener son el
los comensales. amor y los cuidados que les dimos a ustedes. Las vacaciones, los
Detrás de los ventanales de la sala podía verse la iluminación cumpleaños, los fines de semana compartidos y ninguna otra cosa,
intermitente de los carteles de la calle. porque no la hay.
Fernando se movía inquieto en la silla. No era muy frecuente que -Sin embargo - i n t e r r u m p i ó Mercedes-, yo me acuerdo de algu-
se reunieran a cenar. Sus padres tenían compromisos casi todas las nas cosas raras que pasaron en la quinta. No sé... es como si esta
noches. Sus hermanas mayores ya tenían sus hogares y él trataba de noticia no me sorprendiera. Como si de alguna manera siempre lo
hacer su vida como si se hubiera independizado. Entre la facultad hubiera sabido.
y sus amigos lograba mantenerse ocupado. Su única obligación -¡Pero hija! -dijo Romero Arteaga-. ¿De qué cosas raras hablas?
era avisar si no dormía en la casa para que no se inquietaran, y Nuestra quinta fue siempre un lugar familiar, donde disfrutábamos
cumplir con el cronograma de aprobación de materias, acordado de la naturaleza y de las reuniones con amigos. No podes tener
con sus padres. otros recuerdos.
El doctor Carlos Romero Arteaga, siguiendo su necesidad de -Sin embargo los tengo -insistió Mercedes.
tener todo bajo control, le preguntó a su hija menor cómo iban las -Yo te aseguro que no es así -dijo Romero Arteaga con firmeza-.
cosas en su estudio. Y ni pienses que voy a permitir que nos difamen como lo están
- M u y bien -respondió María P í a - . Tengo muchísimo trabajo, haciendo. Estoy preparando un descargo que presentaré la semana
pero Juan Pablo siempre me ayuda. próxima. Tengo testigos que pueden verificar lo que digo.
-Hiciste una buena elección, querida - l e dijo la madre mientras - P a p á -le dijo María Pía mientras ponía su mano sobre la de su
servía más vino-. Juan Pablo tiene lo mejor que podría tener un padre y miraba con dureza a su hermana-, no te preocupes. No nos
yerno. cabe duda de que es así. Yo como abogada te ofrezco mi ayuda. No
- S í , sobre todo mucho dinero -interrumpió Mercedes, la mayor me explico por qué estás hablando así, Mercedes.
de las hijas, con ironía. - L a familia perfecta debe estar unida -respondió su hermana-.

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Nadie puede dudar. Y mucho menos cuestionar. Y si se descubre de personas, para hacer que este lugar del mundo se conozca. El
algo turbio, mejor taparlo, ¿no? proyecto que Ernesto imaginó durante años en el exilio".
- ¿ N o podes hacerles un juicio por difamación, papá? -preguntó Pilar sacó sus pinceles y se puso a pintar.
Fernando. Ernesto observaba a Pilar desde lejos, sin que ella lo notara.
-Por supuesto -respondió el padre-. Pero eso vendrá después Miraba no solo cómo su mujer pintaba, sino los escombros que
porque lleva su tiempo. Ahora empezaré con el descargo. harían realidad su sueño.
- N o importa el tiempo que lleve -dijo María Pía-. La verdad Cada uno encerrado en sus propios pensamientos.
siempre gana. Y te vas a tener que callar bien la boca, Mercedes.
- L a verdad... la verdad... -dijo Mercedes-. La verdad es que ***
ya estoy grande para seguir creyendo más mentiras.
Atendió su celular y agregó: Clara caminaba con dificultad sobre la arena caliente. El te-
-Valentino está con mucha fiebre. Tengo que irme. rraplén bajo -como lo llamaban- no había sido compactado y era
Tomó su cartera, y antes de salir revolvió el cabello de Fernando muy pesado andar sobre él. Cada tanto encontraba el rastro que
con algo parecido a una caricia, mientras le decía: había dejado el paso de alguna serpiente. Trepó hasta llegar al
-Vos sos el único que todavía puede salvarse en esta familia, no anillo de las defensas y avanzó en dirección contraria al río.
te dejes envolver, Fer. Averigua bien cómo son las cosas. Observó todo con detenimiento, como para grabar cada una de
Saludó con un gesto ambiguo y cerró la puerta. las nuevas imágenes.
Rosa le había explicado la manera en que podría conocer el lugar
*** sin perderse. Hacia el norte estaba el pueblo, donde iba a Internet
cada mañana y, hacia el sureste, la ruta.
El ruido ensordecedor de las máquinas se superponía con Atravesando la carretera encontraría Villa del Lago -una zona
los gritos de los hombres. Desde la terraza, Pilar observaba el de casas de fin de semana- y si caminaba un par de kilómetros
ajetreo. llegaría hasta la laguna.
Hacía más de una semana que habían comenzado las obras. En la Villa, en la Calle Mayor, estaba la casa que había salido
Ahora era el turno del último galpón que quedaba en pie. en el diario y que era el comentario de todos los medios por esos
El techo ya había sido desarmado. Un operario, desde una grúa días.
amarilla, dirigía la bola de acero que golpeaba con fuerza, provo- Ernesto le dijo que no fuera a verla porque la casa estaba cus-
cando la caída de los muros. todiada y era mejor no meterse con ese tema.
A medida que avanzaba la mañana, el aire se hacía más turbio, Siguió un largo trecho y aparecieron viviendas más lujosas,
con el polvo de los ladrillos y con el humo de los desechos que rodeadas de jardines.
quemaban los obreros. Con cada pared que caía, asomaba un trozo Clara se descalzó, y tarareó una canción sintiendo la arena tibia
mayor de paisaje, un retazo más amplio de cielo. bajo la planta de sus pies.
Al rato, lo que había sido una fábrica de aceite a principios del
siglo anterior, y luego una fundición de acero, no era más que un
***
montículo de escombros.
"De esos escombros nacerá algo nuevo - p e n s ó Pilar- Como Fernando Romero durmió en la quinta, aunque esta vez avisó
todos los ciclos de la vida. Algo que servirá para dar cobijo a cientos a su casa para evitar discusiones. Se había levantado con la salida

33
del sol y mientras preparaba su desayuno recordó la charla que ses recién plantados, que seguramente formarían un muro verde
sostuvieron en la última cena familiar. cuando crecieran.
No estaba de acuerdo con su hermana Mercedes. La casa era blanca y enorme. Con un revoque liso, muchos
Su padre era anticuado, tal vez demasiado rígido, pero estaba ventanales y puertas de madera lustrada. Sobre la calle principal,
seguro de que era una buena persona y de que no mentía con lo de había una ventana con una reja labrada y. debajo, un macetero con
la casa. Además era su padre y lo quería. Y le creería mil veces a flores. A l lado de la ventana, incrustado en la pared, había un cartel
él antes que a un extraño que trataba de difamarlo. hecho con mayólicas de colores suaves.
Era evidente que Mercedes estaba molesta por otras cosas, pero El techo de tejas coloradas tenía pendiente hacia los costados, y
él no iba a engancharse con eso. en el frente, la pared blanca se elevaba, rematando en un borde con
Después de la cena, una semana atrás. María Pía le explicó que formas artísticas, como si fuese el campanario de una iglesia colonial.
Mercedes atacaba a su padre porque estaba enojada con él. "'Es porque En lo alto de esa pared podía verse una ventana redonda cubierta
papá se rehusó a darle una garantía a Guillermo para un préstamo. de vidrios de colores que recordaban los vitrales antiguos.
Entonces hace lo que hace siempre -dijo María Pía-, lo ataca. Y Una galería recorría uno de los laterales hasta perderse en el
sin motivos. Porque repetir lo que dice esa gente es terrible. Pero fondo del parque. También era blanca y estaba rodeada de hortensias
Mercedes siempre fue así. Cuando se enoja, le encanta ponerse en azules y rosadas que iban perdiendo sus flores.
contra de todos nosotros. Como si ella fuera de otra familia". Alrededor de la casa había árboles añosos, de cortezas plateadas,
-También es muy posible - h a b í a agregado su padre-, que que daban una sombra fresca y tupida.
Guillermo le llene la cabeza. Él debe creer que somos ricos y que Clara estaba extasiada contemplando la casa y no escuchó que
no tenemos nada que perder por salir de garantes. Pero no es tan alguien se detenía.
sencillo, l e ñ e m o s un muy buen pasar, pero todo lo gano con el -¿Buscabas algo? -le preguntó Fernando, divertido.
Estudio, trabajando más de doce horas al día y no tengo por qué -No... solo miraba -respondió Clara-. Es bellísima.
correr riesgos a mi edad. Él notó su acento español y la miró con detenimiento. Tendría
Eso también era verdad. Vivían bien porque su padre trabajaba diecisiete o dieciocho, calculó. Y era hermosa. Ojos color miel.
mucho. Y su hermana se olvidaba -esto lo dijo su madre- de todo Pelo largo y rubio, con mechones más claros. Y un cuerpo atlético
lo que habían hecho por ella. Era muy ingrata. apenas bronceado. Estaba descalza, en pantalones cortos y llevaba
Fernando terminó el desayuno y se puso a estudiar. las zapatillas en una de sus manos.
Al rato, decidió hacer un descanso y se tiró a la pileta. Nadó -En realidad me ha llamado la atención el cartel -agregó Cla-
sintiendo que el agua lo relajaba. Después se cambió, ordenó \o? ra-. ¿Se llama así?
apuntes y se fue a comprar cigarrillos. - S í -dijo Fernando.
-Es un nombre extraño -dijo ella-. Nunca escuché que una
casa se llamara " M " .
***
- L o que pasa es que cuando mi abuelo la compró, tenía un cartel
Clara se detuvo a contemplar la casa que recordaba haber visto con el nombre. Pero estaba tan borroso que la única letra que se
en la foto del diario. notaba era una M .
El terreno estaba cercado por altos pilares de cemento, blancos, -¿Y por qué no le preguntaron al que se las vendió cómo se
como si fuesen columnas. Un tejido metálico de malla fina unía llamaba?
un pilar con otro y, desde el lado de adentro, podían verse cipre- - N o lo sabía - d i j o Fernando-. Y como mi abuelo era medio

34 3S
supersticioso, no quiso cambiarle el nombre porque decía que Mensaje Original
podía traer mala suerte, como pasa con los barcos. Por eso le De: Clara Moncalvo < claris'd.yahoo.es >
dejaron la M . Pa ra: lajulidetarracoüiyahoo. es
-Bueno -dijo Clara-, no está mal. Porque, pensándolo bien, se Enviado: miércoles, 2 de marzo, 2005 13:20:03
puede jugar con la imaginación y llamarla la casa Misteriosa. Asunto: [una casa de MMMMMMMierda]
- O la casa Maldita -dijo él.
Amiga, acabo de leer tu mail y me volvió un poco la alegría. Es
Clara se rió.
verdad que podríamos hacer eso. no se me había ocurrido. Pero
-¿Vives aquí? -le preguntó.
claro, hasta que mis padres no terminen con el proyecto no podré
- A veces. Es nuestra casa de fin de semana. Ahora vine unos
pedirles ni un duro, así que mejor ni ilusionarme con el viaje. Ya
días para preparar más tranquilo mi examen.
veremos. No sé qué pasa con Xavi que no me escribió, si sabes algo
-¿Qué estudias?
por/i, cuéntame de inmediato. Joder con ese chico.
-Medicina. Estoy preparando un parcial. ¿Y vos?
- Ú l t i m o del Bachiller -dijo Clara-. Se dice así, ¿no? Hablando de chicos, acabo de conocer a uno. Se llama Fer-
- S í . ¿Vivís por acá? nando y estudia medicina. No le pregunté en qué año está, pero
- A un par de kilómetros. Cerca del río. parece más grande que nosotras. No sé. Veintitrés o veinticuatro.
-Pero no sos de acá. por el acento. ¿Sos española? Está bueno, pero vive en una casa que salió la semana pasada
- S í . Viví acá hasta los seis años. Después nos fuimos. Y ahora en el periódico (acá se dice diario). Parece que fue un centro de
quisieron regresar. detención en la dictadura. Capaz que el viejo es un militar o algo
-Quisieron. Vos no quisiste. asi. La verdad es que no sabía qué es lo que pasaba en esa época
- N o -dijo Clara-. Pero no me dieron opción. porque en mi casa nadie habla de eso. Pero le tiré la lengua a mi
-¿Extrañas? - p r e g u n t ó Fernando. abuela y me contó cosas horribles. Que secuestraban a la gente y
-Mucho -dijo Clara. que la torturaban. Dijo que muchos no aparecieron nunca. Y me
dijo también que a la mamá de mi hermano la secuestraron asi.
Desde la cuatro por cuatro gris que estaba estacionada debajo
Ahora comprendo algunas cosas. La casa esta se llama M. Asi. con
de un eucalipto cercano, un hombre levantó la mano a modo de
una sola letra, porque el resto del cartel se borró. Nos pusimos a
saludo.
joder con este Fernando, yo dije que podía ser casa Misteriosa,
-Me parece que te ha llamado -dijo Clara.
él dijo la casa Maldita. En realidad, yo tenía ganas de decirle,
-No -respondió Fernando-, saludó. ¡Es raro! No sé quién es.
podría ser la casa de ¡a Muerte, o la casa de Mierda. Pero no se
-Se está haciendo tarde - d i j o Clara-. Mejor me marcho.
lo dije. Te extraño. Besos miles.
Adiós.
-¿No querés que volvamos a vernos?
- N o sé -dijo ella-, cualquier cosa paso otro día.
-Yo me llamo Fernando. Y vos, ¿cómo te llamas? 1977
-Clara -respondió.
Nadie podría encontrarlos en el nuevo refugio.
Después se alejó rápido y sin mirar hacia atrás.
Era u n rancho p e r d i d o en las orillas de la laguna. En
Fernando se quedó observándola hasta que no fue más que un
medio de u n monte tan t u p i d o que no se podía a d i v i -
punto perdiéndose del otro lado de la ruta.
nar su existencia.

i?
Estarían a salvo hasta que naciera el bebé. dos sobre el suelo. Las chicas tenían el pelo recogido con lápices
O al menos eso creían. o pinceles, y podía percibirse un clima de libertad.
El vientre de ella se redondeaba con el paso del tiem- El edificio se venía abajo, pero todavía conservaba su hermosura.
po. Y si no le caía algún trozo de manipostería sobre su cabeza, antes
Leían mucho, se contaban secretos de su infancia. de fin de año conseguiría el pase para la facultad.
Hacían el amor y hablaban sobre el hijo que estaba Pero lo que terminó de decidirla fueron los chicos y las chicas,
por llegar. que de inmediato se acercaron y la trataron como si fuese una más
Dormían muy pocas horas. y no como "la nueva'".
No había tiempo, la muerte acechaba. Sobre todo, Luciano y Nadina, que a los pocos días la habían
Sin embargo, se sentían jóvenes y fuertes. incluido en su grupo de salidas y la hacían sentir como si se co-
nocieran desde siempre.
Clara sacó el último mail de Juli, que había impreso el día
4 anterior y lo releyó:

-Noooo. No lo sé. No lo sé. Basta. Noooooo. ¡Pareeeeeeeeen- Mensaje Original


nnnnn! De: Julia Vizoso García < lajulidetarracoQy ahoo.es >
Pilar encendió la lámpara y acarició a Ernesto. Para: claris(á]yahoo.es
Él se abrazó a su mujer como si fuese un chico. La pesadilla Enviado: jueves, 31 de marzo, 2005 15:18:12
se repetía. Abrió los ojos y trató de recordar, pero el sueño se es- Asunto: [Mejor olvídalo]
fumaba, como siempre. Claris, si supieras cuánto te extrañamos. La ciudad no es la
Había pasado más de un mes desde la llegada. Y la pesadilla se misma desde que te has marchado. El puerto sigue en su sitio y la
repetía en forma constante. No sabía lo que soñaba. Ni con quiénes. calle del Gasómetro con los griteríos de los jueves por la noche,
Solo recordaba las sensaciones. ya sabes, y las risas, y el calimocho que tomamos disimulado en
Lentamente el sueño retornó y su respiración se hizo tranquila. envases de gaseosas, pero faltas tú, amiga. Xavi me dice que ya
Pilar lo abrazó durante un largo rato, hasta que los primeros rayos no te escribe porque siente que le duele demasiado, que no tiene
de sol iluminaron la habitación y ella también se durmió. sentido seguir diciéndose palabras de amor si no pueden verse. Me
pidió que te dijera que trates de olvidarlo. Que va a ser lo mejor
*** para los dos. Ya sabes, es muy cabeza dura ese crío. Pero tal vez
tenga razón. Si lo del Fernando ese que me cuentas prospera, a
Clara term inó el desayuno y corrió a tomar el colectivo. Pudo viajar lo mejor lo olvidas.
sentada porque era muy temprano. Mejor, así podría repasar algo. Pero Estuve leyendo tus últimos mails. sobre esa mierda que me
en lugar de repasar, su mente recreó lo vivido en ese último mes. cuentas que pasó en tu país y no lo podía creer. Espero que el
Emiliano la llevó a conocer los tres colegios de la lista y eligió, Fernando ese, aunque viva en esa casa, no tenga nada que ver.
sin dudarlo, la escuela de arte. Porque pasó una pila de años, ¿no? Joder, tía, cómo se te pegó
Era más pequeña que las restantes, una sola comisión por curso. el "boludo" ese tan de ustedes. Desde que estás allá lo usas en
Tenía un patio antiguo, con un naranjo que levantaba las baldosas todos tus mails. En eso se nota que ya no vives aquí. Ni una vez
con sus raíces. Debajo del árbol los alumnos tomaban mate, senta- usas las palabras nuestras. Quiero que no las olvides. Te extraño
mucho, Juli.

38 39
A medida que transcurría el tiempo, los mails y las llamadas que lo asaltaba el deseo imperioso de increpar a su padre, de
a Tarragona se iban espaciando, se hacían más esporádicos, y su preguntarle.
temor era que un día no muy lejano se instalara el silencio. "Necesito saber qué fue lo que pasó realmente", se dijo.
Era muy difícil continuar los lazos como si nada ocurriera, El chirrido de la puerta del escritorio lo sobresaltó. Pilar, en
como si en poco tiempo fueran a verse. Cada día sucedían tantas pijama y con cara soñolienta, se acercó.
cosas nuevas que era imposible contarlas sin abrumar al otro. No - ¿ S e quedaron dormidos? -preguntó él.
podía mostrar ni por asomo la realidad que la rodeaba. Xavi o sus -No... Bueno, sí -dijo Pilar-, pero es que tu padre tuvo pesadillas
amigos no conocían este lugar, ni a su nuevo grupo, ni su nuevo y durmió muy mal toda la noche. Le ocurre desde que volvimos y
colé, ni las eventuales salidas. Y los códigos de ambos lugares no es la primera vez.
eran muy distintos. -¿Allá no pasaba?
Apenas llegaron, estaba convencida de que no podría adaptarse - N o . Seguramente se le han movido muchos recuerdos con
y que tendrían que regresar, quisieran o no sus padres, porque ella este regreso.
se moriría de tristeza. Sin embargo hoy, casi involuntariamente, Emiliano pensó que eso no solo le pasaba a su padre. Desde que
recuperaba poco a poco la alegría. se reencontraron, sus propios sueños lo inquietaban y despertaba
Clara miró a través de la ventanilla y se levantó de un salto. Se con preguntas que nadie podía responder.
había pasado más de tres paradas. Hay tantas cosas que quisiera preguntarle.
- P r e g ú n t a l e lo que necesites, Emi - d i j o Pilar-. A lo mejor
*** le hace bien hablar del pasado. Ya sabes, él nunca quiere tocar
el tema, pero si le preguntas no podrá negarse. Yo creo que no
Emiliano organizaba una pila de papeles sentado en el antiguo es bueno el silencio. A veces es necesario hablar aunque nos
escritorio de su abuelo. Por la ventana entreabierta le llegaban duela.
los ruidos de las obras, apenas amortiguados por el suave aleteo - ¿ A vos nunca te habló de mi madre -preguntó Emiliano-, o
del ventilador de techo. Comenzaba abril y todavía hacía mucho de su vida por aquella época?
calor. -Pocas veces. Se pone muy mal.
Le extrañó que su padre y Pilar no se hubieran levantado. Pilar aguardó unos minutos y agregó:
Se puso de pie y se estiró lentamente. Salió a la terraza. El -Hoy harán el recorrido por las islas, ¿no? Estarán a solas en
ruido de las mezcladoras se superponía con gritos y martillazos. medio del río, sin que nadie los interrumpa. Creo que sería buen
Las obras avanzaban a una velocidad inusitada. momento para que conversen, no dejes de hacerlo.
Faltaban algunos permisos, pero suponía que no demorarían -Gracias, Pilar -dijo Emiliano y le apretó la mano con ternura.
en ser aprobados. La playa recuperaría la arena y su aspecto de Tomaron mate durante un rato, hasta que por fin apareció Er-
varios años atrás. nesto, recién salido de la ducha y con buen semblante.
Felipa le trajo el mate. - ¿ N o s vamos a navegar, hijo?
Emiliano lo preparó mientras recorría el cuarto con la mirada -Tengo todo listo.
ausente. Pilar se apoyó en la baranda de la terraza y se quedó obser-
Desde hacía tiempo sentía una angustia muy grande. No po- vándolos.
día hablar de esto con nadie y le parecía que la incertidumbre La lancha se alejó hacia las islas. Pilar se preguntó qué secretos
lo acompañaría eternamente. Sin embargo, había momentos en moverían las pesadillas de Ernesto y qué tendrían que ver estos con

40 41
la angustia de Emiliano. Siguió pensando en ellos un largo rato, Después, la o s c u r i d a d hermética de u n baúl y su mente
hasta que la voz asustada de Felipa la sobresaltó. i m a g i n a n d o lo que vendría.
-¡Venga rápido! - g r i t ó Felipa-. ¡Es la señora! ¡Parece que le
está dando un ataque!

***
5
La bruma se terminó de disipar cerca del mediodía. El sol bri-
La ambulancia se abría camino entre los coches, con el sonido llaba en el cielo luminoso de principios de otoño.
estridente de la sirena. Emiliano y Ernesto detuvieron el motor de la lancha y se inter-
En el interior, Pilar tomaba la mano de Rosa y sentía una puntada naron debajo de las galerías de enredaderas que se entrelazaban
en la boca del estómago. entre un islote y otro, formando una especie de túnel abovedado y
-Aguanta, Rosa. Aguanta -le decía-. Respira, no te inquietes. fresco. La luz apenas penetraba por ese techo verde.
Aguanta. Ya casi llegamos. Llegaron hasta una pequeña orilla de arena y amarraron el
Un ronquido parecido a un estertor salía de la boca entreabierta ancla de la lancha.
de Rosa, mientras atravesaban las calles de la ciudad. -¿Tomamos unos mates, viejo? -propuso Emiliano.
Pilar observó con preocupación el brazo delgado de su suegra - S í , pero bajemos un rato. Ahí hay un tronco grande en el que
y las gruesas venas de un celeste verdoso que resaltaban en la piel podremos sentarnos.
marchita y cubierta de manchas. Su cara pálida parecía la de un Estaban relajados, con los pies descalzos metidos en el agua
cadáver. fresca, tomando mate y contemplando el río. Los rayos de sol se
"No es justo que esto pase ahora. Hace tan poco tiempo que filtraban entre las hojas de los árboles, dejando aquí y allá unas
recuperó a su hijo. Si en verdad existes, te pido que la protejas. manchitas luminosas. La brisa era suave y, de tanto en tanto, los
Que no muera, Dios mío'\ sorprendía el sonido de algún pez, que saltaba fuera del agua de-
jando círculos concéntricos en la superficie.
-Viejo, hace mucho tiempo que quiero que hablemos.
Ernesto lo miró algo inquieto.
1977
-Necesito hacerlo - c o n t i n u ó Emiliano-. Las veces que fui a
Llegó antes a la cita. En ese t i e m p o se redoblaban los visitarte a España tuve ganas de que habláramos, pero era muy
cuidados. Todos los días caía u n compañero. difícil encontrar el momento. Ahora tenemos mucho tiempo. Quiero
Llevaba u n disfraz y caminaba con l e n t i t u d , apoyado que me cuentes. De mamá, de vos, de mí.
en u n bastón de madera. Ernesto suspiró profundamente y, con la mirada perdida en el
Dio varias vueltas m i r a n d o hacia todos lados. horizonte, respondió:
Unas campanadas lejanas a n u n c i a r o n la hora. -Hay cosas que no vale la pena remover.
En ese instante, lo d e r r i b a r o n al suelo de u n golpe. -Tal vez para vos. Pero para mí es muy importante. Necesito
Solo recordaría después, como en sueños, los gritos, las que hablemos. Por favor.
corridas, la frenada, las puertas del Falcon abriéndose Ernesto lo miró a los ojos, resignado.
con violencia. Esta vez no podría evadirse.
Y los borceguíes pateándole la boca.
***

42 43
Clara se colocó una bata verde que le ayudó a cerrar un joven desapareció. Cómo fue que yo aparecí y mamá no. Cómo zafaste
con gorro y barbijo. vos. Y necesito saberlo. Lo necesito de verdad, viejo.
- E l horario de visitas ya finalizó, pero haré una excepción -dijo el -Duele mucho hablar de todo eso, Emiliano -respondió Ernesto
muchacho mientras se quitaba el barbijo-. ¿Cómo estás. Clara? con una voz apenas audible-. Desde que volví tengo pesadillas.
-Fernando -dijo ella-. ¿Ya te has recibido? No puedo recordar lo que sueño, pero sé que tiene que ver con lo
- N o , no me recibí. Estoy haciendo mis prácticas de clínica y que viví durante ese infierno. Pero me cuesta hablar de todo eso.
este mes me tocó acá. ¿A quién visitas? Eméndelo, me cuesta.
- A mi abuela. Se llama Rosa. ¿No sabes cómo está? Emiliano aguardó unos minutos. Después dijo con tristeza.
-Entra a verla. Ya te averiguo. - N o sé ni siquiera adonde nací.
La recibió el aire frío y un fuerte olor a medicamentos. Algunas -Yo tampoco lo sé -respondió Ernesto-. Sé que naciste donde
camas estaban rodeadas de biombos. Eran los pacientes más gra- tuvieron secuestrada a tu mamá, pero nunca se pudo saber la ubi-
ves. A pocos metros la vio. Rosa estaba cubierta con una sábana, cación exacta.
con tubos que salían de su boca y de su nariz. Se veía mucho más -¿Y cómo fui a dar con los abuelos? Porque a la mayoría de los
delgada y frágil que cuando estaba de pie. Su pelo blanco se des- chicos que nacieron en cautiverio se los quedaron ellos.
parramaba sobre la funda verde de la almohada y sus ojos cerrados - S e g ú n dijo tu abuela, haciéndonos jurar que no contaríamos
tenían profundas ojeras. Un hematoma lila oscuro rodeaba la aguja nada, la noche en que naciste, uno de los guardias del chupadero
del suero. Clara acarició uno de sus brazos y le pareció sentir la donde estaba tu mamá buscó a una enfermera porque el parto venía
frialdad de la muerte. complicado. La enfermera era conocida de tu abuela Ceuta, creo que
Se quedó un rato a su lado y deseó con todas sus fuerzas que se eran amigas de la infancia o algo así. Esa mujer te trajo al mundo. Le
pusiera bien. Tuvo miedo de que su abuela se muriera sin contarle contó a tu abuela que te sacó de ahí en medio de la noche diciendo
las cosas que ella necesitaba saber. no sé bien qué mentira para ponerte a salvo. Eso es todo lo que sé.
-¿Y nunca hablaste con la enfermera? ¿No la buscaste?
*** -Cuando todo eso ocurrió yo estaba secuestrado en otra parte
y me largaron mucho tiempo después. Cuando salí, lo único que
Ernesto se miraba las manos, sin decidirse a hablar. Y jugue- quería era irme lejos.
teaba con el muñón de su dedo índice, como hacía cada vez que Ernesto se quedó un rato con la mirada extraviada. Después
se ponía nervioso. agregó con la voz apagada:
- A y , viejo, no te toques eso -dijo Emiliano-, me impresiona. - F u i cobarde, es cierto. Quería huir de todo. Pero además, no
Ernesto lo miró con tristeza. quedaba otra. No podía seguir aquí.
-Ya sé que no tenes ganas de hablar -dijo Emiliano-. Me lo - M e cuesta entenderlo, viejo. Trato, pero me cuesta. ¿Por qué no
dijiste, pero necesito saber. El psicoanalista me dice y me repite largaron todo cuando se enteraron de que me iban a tener a mí?
que la angustia es un síntoma de que algo no anda bien y que no - N o era tan simple -dijo Ernesto-. Nosotros estábamos segu-
debo asustarme por estar angustiado. Pero yo creo que ya es hora ros de que podríamos cambiar el mundo. Y aunque ahora te suene
de saber de dónde proviene, para dejar de sentirla. La abuela Ceuta ingenuo, era así.
nunca quiso hablarme de mamá. Yo no sé nada de mi nacimiento. -¿Pero no se daban cuenta de que no podrían contra los milicos?
Ni de ella. Bueno, solo que está desaparecida. Pero no sé por tu ¿No sabían lo que pasaba?
boca qué era lo que hacían ustedes, adonde estabas vos cuando ella -Claro que sabíamos lo que pasaba -dijo Ernesto-. No con cer-

44 4D
teza, pero sabíamos. Y teníamos miedo. Pero a pesar del miedo, nos -Gracias -respondió Rosa con voz débil.
aferrábamos a la idea de seguir. Porque si hubiéramos abandonado El doctor siguió con su ronda y la enfermera se acercó a aco-
la lucha, todo habría perdido sentido. modarle las sábanas.
-Una mierda. Tantos ideales y los reventaron a todos. Mamá -Hoy -dijo la enfermera- se ve mucho mejor que ayer, doña
tenía veinte años, viejo. Siete menos de los que yo tengo. Rosa.
-Sí, era muy joven -dijo Ernesto-. Y hermosa. Y estos hijos de puta Rosa la miró con asombro al escuchar que la llamaba por su
la mataron como unos cobardes. A escondidas, en las sombras. nombre.
- M e cuesta entender, viejo -siguió Emiliano-. Sobre todo lo - ¿ M e conoce? - l e preguntó.
que hiciste conmigo. ¿Alguna vez te enteraste cómo crecí yo? -Usted también me conoce -respondió la enfermera.
¿Supiste lo qué sentía mientras me criaba la abuela y esperaba que Le costó salir del sopor y tratar de identificar a esa persona.
vinieras a buscarme? -Marta -dijo Rosa-. ¿Usted es Marta? ¿Qué hace aquí? Pensé
- N o podía llevarte conmigo. Cuando me soltaron yo no entendía que usted...
nada. No sabía por qué me había salvado, por qué estaba vivo. Un - M e está confundiendo con mi madre. Ella es Marta Acuña
buen día, sin darme explicaciones, me dieron mi ropa para que me -le respondió la enfermera-. Yo soy Ada. ¿No se acuerda de mí,
vistiera, me subieron a un auto y me soltaron en medio de la noche, doña Rosa? Usted siempre nos decía que éramos como dos gotas
en las afueras de la ciudad. Llegué caminando a casa de tu abuela de agua. Claro que ella ahora está bastante mayor.
Rosa. Todavía me acuerdo de su cara cuando me vio llegar. A los -¿Ella vive?
pocos días, te trajo tu abuela Ceuta. Eras tan chiquito. Yo te alcé y vos - S í , claro. Después de la muerte de papá ella se enfermó y se fue
te pusiste a llorar. No me conocías. En ese momento sentí que había a vivir con su hermano a Mendoza. Hace pocos meses que volvió.
perdido a tu madre, pero que también te había perdido a vos. Había Casi no puede caminar, pero está muy lúcida. Vive en el Hogar de
perdido todo lo que quería y sentía mucha culpa por estar vivo. Ancianos del pueblo, porque yo no puedo atenderla. Imagínese,
- Y eso qué tenía que ver -dijo Emiliano-. Me hubieras podido trabajo doce horas por día. Pero la visito cada vez que puedo. Y
llevar con vos igual. En cambio te fuiste tranquilo y feliz, mientras ella siempre se acuerda de usted y de doña Ceuta, la otra abuela
me abandonabas aquí. de Emiliano, que Dios la tenga en la gloria.
-Yo no me fui tranquilo -dijo Ernesto-. Y mucho menos feliz. - ¡ C ó m o me gustaría verla!
Qué podes saber vos, cómo hace uno para irse así. -Cuando quiera la puede visitar. Ella se va a poner muy con-
Un sollozo quebró su voz, mientras escondía la cabeza entre tenta.
sus brazos. Rosa comenzó a dormirse por el efecto de los sedantes. La
La mirada de Emiliano se hundió en las aguas del río. enfermera acomodó la sábana que cubría el cuerpo de la anciana
y continuó con su tarea.
***

Rosa abrió los ojos. Un médico la revisaba mientras una enfer- 1977
mera hacía anotaciones.
El médico le quitó los tubos y la miró sonriendo: Tenía las manos atadas a la espalda.
-Bueno, ya está mucho mejor. Va a respirar sola. Le dejaremos En algún momento había perdido un zapato.
el suero hasta que se termine y, si sigue así. esta noche la pasare- Sus ropas estaban sucias de sudor y sangre, pero no
mos a una habitación. podía verlo. Sus ojos estaban vendados.

46 47
Lo habían golpeado. De su boca hinchada salía un Clara los saludó con un beso y se sentó junto a ellos.
surco de sangre seca y pasándose la lengua dolorida Rosa decidió hablar sin dar más rodeos.
-que se mordió varias veces para no hablar-, descubrió - M i amiga a la que quiero visitar - d i j o - , es la enfermera que
que le faltaban dos dientes. te llevó con tu abuela Ceuta la noche en que naciste. Ella es la
Estaba sobre un colchón delgado, y le llegaba el olor persona que te trajo al mundo.
a humedad, a tierra, a excrementos. Lo dijo de un tirón, como sacándose una carga que ya no podía
Sintió los pasos de los borceguíes y esperó tenso una soportar.
nueva patada. Pero esta vez, le tocó a otro. Emiliano miró en silencio a su abuela. Se puso pálido y, aunque
intentó abrir la boca un par de veces, volvió a cerrarla de inmediato.
Estaba conmocionado con lo que acababa de escuchar.
6 Clara miró a su hermano tratando de imaginar lo que estaba
sintiendo.
Era mediados de abril. El cielo todavía conservaba un azul - N o tenía idea de que estuviera viva -dijo Emiliano-. Papá
intenso y hacia calor. El único indicio de que avanzaba el otoño me dijo que...
eran las hojas de los árboles, que lucían amarillos, ocres y rojos
-Todos creíamos que ella había muerto -dijo Rosa-. Cuando me
encendidos.
enteré de que no era así, de inmediato pensé en vos.
Rosa se había recuperado y contemplaba a Pilar a través de la
- N o te das una idea de lo importante que es para mí -respondió
ventana de la sala. Su nuera hablaba con los arquitectos mientras
Emiliano apretando la mano de su abuela-. Pensé que nadie podría
los operarios techaban las cabanas.
hablarme de mi madre y menos de mi nacimiento.
Clara bajaba las escaleras en pijama. Era sábado y sus amigos
- E l l a está muy lúcida según su hija -siguió la anciana-, segu-
vendrían después del almuerzo.
ramente se acuerda de todo.
Emiliano compartía un té con su abuela, recostado en el amplio
- ¿ L a van a ir a ver? -preguntó Clara.
sillón.
- S í , por supuesto -respondió Emiliano.
-Abuela -le dijo Emiliano-, ¿qué te gustaría hacer hoy? Tengo
- ¿ P u e d o ir°
el día libre y hay que aprovechar el sol.
- S í , por favor -le dijo Emiliano- No quiero ir solo.
Hacía unos días que Rosa quería hablar con su nieto. Pensó que
Clara abrazó a su hermano con fuerza.
esta sería una buena oportunidad.
Ernesto y Pilar caminaban por la orilla del río, ajenos a todo lo
-Hay una sola cosa que quisiera hacer-respondió Rosa-. Visitar
que ocurría en la sala.
a una vieja amiga que está en el geriátrico del pueblo.
-Bueno, dale -respondió Emiliano-. Busco el coche y vamos. ***
- E m i querido..., antes de que vayamos quisiera contarte algo
sobre ella. El doctor Romero Arteaga hablaba con el celular dentro de
-Te escucho. su despacho. Fernando lo aguardaba, sin que él lo supiera, y lo
Rosa buscaba las palabras que sonaran más adecuadas. No le observaba sin disimulo a través del cristal.
resultaba fácil abordar el tema. Le llamaban la atención los gestos de su padre, su cara roja y
-Bueno -dijo Rosa-, en realidad yo siempre pensé que ella los gritos que daba, que llegaban a la sala de espera.
había fallecido. Hasta que estuve internada y me encontré con la Dorita, la secretaria, le dijo en voz muy baja:
hija, que también es enfermera.

48 4Q
-Espéralo en el café de abajo. Yo le avisaré. Ahora está con un greso, mientras Emiliano gestionaba el permiso para visitar a la
asunto muy urgente.
enfermera.
Había dos viejos sentados al sol en unos sillones medio destar-
El bar era cálido y luminoso.
talados. Miraban hacia la calle sin prestar atención a nada, como
Fernando se sentó y pidió un café. Mientras aguardaba, le
si estuvieran absortos en sus propios recuerdos.
llegaron las voces de dos hombres que hablaban en la mesa de al
El pueblo se veía descuidado, con altos yuyales y basura des-
lado. Cuando escuchó el apellido de su padre prestó atención a lo
parramada por las calles y los terrenos baldíos.
que decían.
-¿Sabes que el presidente de la comuna de este pueblo fue un
-Te digo que Romero Arteaga viene acá todas las mañanas.
represor durante la dictadura? -le preguntó Rosa a Clara.
Tiene el estudio arriba.
-¿Y lo eligió la gente?
-¿Pero vos crees que el tipo va a darnos una nota? Si no quiere
-Sí, eso es lo peor.
hablar con ningún medio.
-¿Y nadie lo denunció?
- N o creo que esta vez se quede callado. Además se las puede
- S í -dijo Rosa-, pero ya sabes cómo es la justicia en nuestro
ver muy negras.
país. Recién ahora, después de tantos años, parece que lo podrían
-No seas boludo, mira si ese tipo no va a tener las espaldas
meter preso. A él y a otros represores. Esperemos que sea así.
cubiertas.
-Ojalá -dijo Clara, y después de pensar unos minutos agregó-:
- S í , seguro. Pero esta vez se les fue la mano, usar un ataúd
como en las peores épocas me parece terrible. ¿Papá lo sabe?
-¿Ya salió en el diario? - S í , pero es como que él no quiere hablar de ese tema.
-Esta tarde saldrá con foto y todo. Pero la radio le dio mucha -Emiliano nos hace señas para que entremos -dijo Clara-.
manija y ya están movilizados todos los organismos de Derechos Vamos.
Humanos. Atravesaron el jardín y llegaron al interior. Era una especie de
- Y a la gente esa, la que reconoció la casa, ¿no le podremos aalpón, con un piso de cemento mal alisado y muchas columnas.
hacer una nota? Una mujer les sonrió y saludó con efusividad. como si las
-Te paso el teléfono, anota. conociera.
Fernando sacó una libreta y tomó nota del número y de los nombres Había ancianos agrupados por toda la sala: algunos jugaban a
que escuchaba, sin saber si alguna vez se atrevería a usarlos. las cartas, otros tomaban mates y otros tenían la mirada perdida y
se hamacaban sobre su propio cuerpo, mientras murmuraban algo,
*** como si rezaran.
La encargada los condujo por un pasillo oscuro hasta la habi-
La fachada del geriátrico parecía la de cualquier casa antigua del
tación de Marta Acuña.
pueblo. Paredes mal encaladas de un amarillo lechoso combinado
-Aquí es -les d i j o - . Hoy no tuvo ganas de levantarse. Pero se
con franjas blancas. Ventanales altos con rejas labradas. Celosías
va a poner contenta, porque la única que la visita es la hija y viene
de chapa, de un verde oscuro algo descascarado. El cartel con el
cada vez menos.
nombre podía leerse con cierto esfuerzo, asomando debajo de las
Una mujer de piel morena, con la cara surcada de arrugas y el
flores de una enorme Santa Rita.
cabello gris los observaba con curiosidad desde la cama.
Rosa y Clara aguardaban en la vereda junto a la verja de ¡n-
Rosa se acercó y habló unas palabras con ella.
-¡Doña Rosa! -dijo de pronto-. ¡Qué alegría verla! ¡Tantos años!
50 51
-Realmente -dijo Rosa-, ¡cuántos años. Marta! Yo siempre Él esperaba el disparo, pero solo sintió el clic del gatillo
pensé que no la volvería a ver. sobre el tambor vacío.
-Es que la vida me llevó de aquí para allá, doña Rosa. Primero Un sudor helado le corrió por la espalda.
murió mi marido, después estuve muy enferma. Por la mañana volvieron a la rutina.
-Su hija me contó -siguió Rosa-. No sabia que era enfermera. Su cuerpo se retorcía sobre el elástico de metal, mien-
Mire las casualidades de la vida, Marta. Si no me hubieran inter- tras trataba de fijar su mente en otras cosas: la panza
nado ahí. nunca la habría encontrado. enorme de Pato, la cuna de mimbre que había quedado
-¿Y qué es de su vida, doña Rosa? ¿Cómo está su familia? Cómo en la casa de techo de chapas, el rancho escondido en
me gustaría verlos. el bosque de eucaliptos a orillas de la laguna.
-Ernesto volvió a casarse y tuvo una hija que se llama Clara. Y en los peores momentos, cuando su lengua amenaza-
Vivieron un tiempo en España, pero ahora -por suerte- están otra ba con soltarse, se imaginaba con su hijo en brazos.
vez aqui. M i esposo murió, pero no sufrió demasiado.
Hizo una pausa y agregó, mientras le hacía señas a Emiliano

7
para que se acercara:
-Le traje una sorpresa. Mírelo bien, a ver si lo reconoce.
La mujer miró bien su rostro, lo hizo sentar a su lado y des- La enfermera comenzó a hablar.
pués le tomó las manos mientras sonreía, mostrando unos dientes -En todos estos años - d i j o - no hubo un día en que no pensara
manchados y desparejos. en tu madre. Y en vos. Yo sabía que algún día podría contarte lo
-Vos sos Emiliano. Cómo no lo voy a reconocer si es igualito que pasó esa noche. Creo que aguanté hasta ahora nada más que
a Ernesto. para eso.
Emiliano tomó las manos de la anciana. Emiliano la escuchaba en silencio. Clara y Rosa estaban sen-
La mujer le acarició la mejilla con sus manos gastadas y con tadas a su lado.
los ojos llenos de lágrimas le dijo: - L a noche en que naciste había tormenta - d i j o ella perdiendo
-Siempre supe que algún día volvería a verte. su mirada en la lejanía-. Cuando comenzaron a caer las primeras
Emiliano la miraba emocionado, incapaz de pronunciar una gotas sentí que alguien golpeaba las manos. Espié por la ventana
palabra.
con un poco de miedo, porque eran épocas fuleras. Pero cuando
vi que era un compañero de mis hijos, un muchacho que vivía a
tres cuadras de casa, abrí confiada. Yo siempre viví en El Rose-
1977 dal, el barrio que está frente a la entrada del pueblo, al ladito de
Villa del Lago. A l muchacho lo conocía desde siempre, jugaba con
Por la noche no lo dejaron dormir. los chicos míos cuando eran unos pibes y más de una vez había
Cada media hora lo obligaban a levantarse y le hacían dormido en casa. Miguelito se llamaba. Digo se llamaba porque
barrer la habitación con los ojos vendados. después murió en un accidente. Él sabía que yo era enfermera.
Después lo llevaron afuera -él supuso que sería un Por eso me vino a buscar. Y porque tu mamá estaba tan mal que
patio arbolado porque escuchaba el ruido del viento se asustaron. Vos venías encajado de nalgas y fue un parto muy
entre las hojas- y lo hicieron arrodillar sobre el pasto, difícil.
encañonándolo con una pistola. -Pero no entiendo mucho... -dijo Clara-. ¿El que la buscó era
un vecino?
53
-Era vecino mío, sí. Y yo en ese momento pensé que también ojos y pude verla. Recién ahí supe que era ella, la Pato, tu mamá, la
era vecino de la chica que iba a dar a luz. No me imaginé nada. Más que gritaba. Tu abuela Ceuta y yo éramos amigas de toda la vida.
tarde me di cuenta de todo y comprendí que ese chico, compañero Hicimos la primaria y la secundaria juntas. Ella fue madrina de
de mis hijos, trabajaba en esa casa, en la casa en donde tu mamá mi primer hijo. Imagínate cuánto nos queríamos. Cuando la vi a
estaba detenida. Unos días después, Miguelito vino a verme y me la Pato ahí, pobrecita, cómo pensé en tu abuela. Tu mamá era tan
pidió por lo que más quisiera que nunca dijera nada. Me dijo que jovencitay estaba tirada sobre un colchón mugriento, sin ningún tipo
esa noche me buscó porque estaba asustado, pero que yo no podía de asistencia. Además la habían golpeado. ¡Qué clase de animales
abrir la boca porque, si los que lo mandaban se enteraban de que eran que habían golpeado a una chica a punto de parir! Tenía la cara
me había llevado a mí, lo mataban. Yo nunca dije nada. Un poco hinchada por los golpes. El labio partido. Ella no dio señales de
porque él me lo pidió y otro poco por miedo. Imagínense que si lo conocerme delante de los guardias, pero apenas nos dejaron solas
mataban a él, también me mataban a mí. me dijo: "Marta... Marta, por favor, salve a mi bebé", y yo entendí.
La mujer bebió un trago de agua y después siguió: Tenía que sacarte de ahí, costara lo que costase.
- M e acuerdo que esa noche, cuando atendí la puerta, me dijo: Marta suspiró y le acarició la mejilla a Emiliano.
"Doña Marta, tiene que venir porque hay una chica a punto de parir -Me dijo que si eras mujer te llamarían Lucía y si eras varón,
y está mal. Traiga todo". Y yo obedecí. Cuando subí al auto del mu-
Emiliano.
chacho, estaba muy oscuro y no vi que en el asiento de atrás había
- ¿ M i mamá me eligió el nombre? -preguntó él.
otro. Apenas me senté, me vendaron los ojos y me dijeron que era
-Ella me dijo que lo habían elegido con tu papá. Que querían
por mi seguridad, que no podía hablar con nadie de lo que pasara.
Yo no abrí la boca en todo el trayecto, porque quería saber adonde llamarte así por un mexicano, un tal Emiliano no sé cuántos, ya ni
me llevaban. Traté de ubicarme por las calles en que doblaban. Yo me acuerdo del nombre ese. Pobrecita, cuando las contracciones
calculo que dieron algunas vueltas, que cruzaron la ruta un par de le daban un respiro me contaba todo lo que podía. Era como si
veces para despistarme, porque al rato me perdí. Pero ahora, atando supiera lo que iba a pasar.
cabos, casi podría asegurar que vos naciste en la casa esa, la que -¿Había más detenidos en la casa? -preguntó Emiliano-. ¿Mi
figura en los diarios, la quinta de Romero Arteaga, porque no es papá estaba ahí?
muy lejos de m i barrio. - N o lo sé. Supongo que había más gente, porque cerraron la
Clara se sobresaltó. La casa que ella había mirado, la quinta de puerta y porque cuando terminó el parto me volvieron a cubrir los
Fernando Romero. La casa M . De inmediato preguntó: ojos antes de salir de la habitación. Hay un matrimonio que denuncia
-¿Y esa casa era del mismo dueño de ahora? haber estado en esa casa. Tendrías que hablar con ellos.
- S í . querida. Del mismo. Yo me acuerdo bien porque el finado -¿Emiliano nació esa misma noche? - p r e g u n t ó Clara.
mi marido lo conocía. Bah, en esos tiempos vivía muy poca gente -Sí... El parto fue largo y difícil. Era como si no quisieras venn
en esta zona. Todos nos conocíamos. a este mundo. Como si supieras que al nacer perderías a tu madre.
Ella fue tan valiente. Me acuerdo que los truenos sacudían las pa-
-¿Y cuando llegaron le quitaron la venda de los ojos? -preguntó
Rosa. redes. Y al rato se cortó la luz. Miguelito. el guardia que me había
buscado, trajo un sol de noche y volvió a cerrar la puerta. Yo le
- N o enseguida. Supongo que para que yo no supiera dónde
pedí que lo hiciera. Desde ese cuarto escuchábamos los gritos de los
estaba. Apenas bajamos del auto, mucho antes de entrar a la casa,
guardias que jugaban a las cartas y se reían a carcajadas. Estaban
ya se escuchaban los gritos de una mujer. Los guardias me llevaron
borrachos. Por eso pude sacarte de ahí sin que sospecharan. Les
a un cuarto y cerraron la puerta. Recién ahí me descubrieron los
dije que habías nacido sin vida, porque el cordón te había apreta-

_5f_ se
do el cuello. Que fue imposible salvarte y que yo me ocuparía de abajo y darte un chirlo para que soltaras el primer grito. Tu mamá
todo, pero que la chica estaba bien. Por suerte no abriste la boca. te abrazó enseguida para que no te escucharan. Ella sabía que cuan-
Te subí al auto y te abracé contra mi pecho hasta llegar a mi casa. do se dieran cuenta de que habías nacido, yo tendría que llevarte.
Miguelito y el otro me llevaron. Estaban tan borrachos que íbamos Te cubrió con una toalla que yo tenía en el maletín. Y después te
a los tumbos por el camino. Yo rezaba para adentro para que no colocó sobre su pecho, mientras te acariciaba mucho. Te cantaba,
lloraras. Y vos no lloraste. A l otro día pude entregarte a tu abuela te besaba, te hablaba. Vaya a saber qué cosas te diría.
y me imagino que ellos se creyeron eso de que naciste muerto y Marta Acuña hizo silencio para descansar. Después siguió con
supusieron que yo te habría enterrado por ahí.
un hilo de voz:
Marta se sonó la nariz con fuerza y después siguió. - M á s tarde llegó el momento de separarse de vos. Cómo te besó
-Durante esas horas, antes de que nacieras, tu mamá me dijo antes de entregarte a mis brazos. Estaba destrozada. No paraba de
muchas cosas. Algunas no las entendí porque estaba tan agotada llorar. Ella sabía que no te volvería a ver. No puedo olvidarme de
que apenas la podía oír. Pero hubo algo que no se me olvida, me
su cara.
repetía que si lo veía a Ernesto le dijera que fuera a la torre de la
Los ojos de Marta se llenaron de lágrimas.
toma de agua. Que buscara la caja de herramientas, que ahí había
Emiliano. Clara y Rosa se habían tomado de las manos, y tam-
dejado algo importante. Por un momento pensé que deliraba por
bién estaban llorando.
la fiebre. Pero se la veía tan segura y tan desesperada, como si se
le fuese la vida en eso. Me contó que Ernesto no había regresado
desde hacía varios días y ella estaba preocupada. Y me repetía hasta
el cansancio, que la caja era verde, de chapa, que estaba escondida 1977
en la torre. Que si no lo veía a Ernesto la buscara yo y se la diera
Despertó sobre su propio vómito de sangre.
a doña Rosa para que se la entregara a su hijo. La verdad es que
Lo habían arrojado sobre el piso de baldosas húme-
no cumplí con mi palabra. En ese momento lo más importante era
das.
llevarte con tu abuela. Después, todo se enredó. M i marido murió
de repente, yo me enfermé. Y tenía miedo. Eso también. La verdad Entre el techo y el cielo raso podían escucharse las ratas,
es que nunca la busqué. arañando el hueco de yeso, desesperadas. Los guardias
habían echado raticida en las tomas de aire.
- ¿ N o tiene idea de lo que tenia esa caja? -preguntó Rosa. Ernesto, hecho un ovillo sobre el piso, las imaginaba
- N o lo sé. Ella no me dijo nada. Capaz que después de tantos retorciéndose, en una muerte lenta y dolorosa.
años ya ni esté ahí. Vaya a saber, pero me parecía importante que Pensó en el Turco, su amigo del alma, que iba a ser el
lo supieran. Es como si de alguna manera cumpliera con lo que le padrino de su hijo y que habían acribillado en la calle,
prometí a la Pato. hacía menos de una semana. Lo imaginó con su pelo
- ¿ A qué hora nació Emi? -preguntó Clara. largo y desgreñado, desafiando a los milicos antes de
- A las cinco de la mañana. Ocho horas de parto. Me acuerdo morir, como un héroe.
del trabajo que me dio ponerte en la posición normal. Y después Pensó en la mujer y en su panza.
acomodar el cordón que te daba una vuelta al cuello. "Vamos, Patito,
Trató de hilvanar los últimos sucesos, y se dio cuenta
le dije, una última fuerza". Y ella pujó agarrada a mis brazos, a de que había un hueco en sus recuerdos.
punto de desmayarse. Entonces asomó tu cabecita. Pero no lloras-
Solo recordaba el frío hierro del elástico de la cama
te. Estabas azul, con los ojos hinchados. Tuve que ponerte cabeza
incrustándose en su espalda, los saltos y retorcijones

56
de su cuerpo bajo Id picana, y su voz, quebrada, arti- -Chicos -dijo Luciano con tono dramático-, ¿se enteraron de
culando palabras sueltas. lo que le pasó ayer a Federico?
Pero ¿qué palabras? Se sentaron en la orilla de piedras, con el mate.
Habia un espacio blanco en su memoria, como si hu- -Dale nene, contá -dijo Nadina- ¿Qué querés, meter suspenso?
biesen arrancado las páginas de un libro. Luciano se acomodó, cebó un mate y los miró a todos antes
¿Qué había dicho? de empezar.
No podía recordarlo. -Bueno. Fede es mi primo -dijo dirigiéndose a Emiliano y a
Fernando-. Vos. Clara, lo conociste en el asado que comimos en
lo de Nadina el viernes pasado, ¿Te acordás?
8 - S í -dijo ella-, el pelirrojo.
-Ese mismo-continuó Luciano-. Bueno, hoy estaba tan asustado
Cuando regresaron del pueblo, los amigos de Clara ya habían
que no quiso salir. Anoche pasó lo que voy a contarles.
llegado. Eran tres: Belén, Nadina y Luciano.
Lo miraban atentos, sin pronunciar una palabra. Solo se escu-
Pilar y Ernesto prepararon una mesa en la terraza con bebidas
y sandwiches, y después se alejaron con discreción para almorzar chaba el rumor del viento. Y algún trueno lejano que anunciaba
dentro de la casa. las primeras lluvias del otoño.
-¡Garita, apareciste! -gritó Nadina. ***
Ella los saludó muy efusiva y les presentó a Emiliano.
Nadina y Luciano cursaban el último año del bachillerato con Rosa habló con Pilar y con Ernesto, describiéndoles con detalles
Clara. Belén era un año mayor y habia empezado Derecho. el encuentro con Marta, la enfermera.
Emiliano pareció integrarse más a Belén que al resto del grupo. -Realmente -dijo Rosa- yo estaba convencida de que Marta
-Espero que no te importe -le dijo Nadina bajando la voz-, había fallecido. Eso fue lo que Celita me dijo. A veces me pongo a
pero se enganchó un amigo de mi prima. Se invitó solo y no pude pensar y me parece que ella no quería hablar del pasado. Capaz que
negarme. El dice que te conoce. hasta se inventó lo de Marta para que yo no intentara buscarla.
-¿A mí? -preguntó Clara-. ¿Y quién es? ¿Adonde está? - E s posible, vieja. Todos nos queremos olvidar del pasado.
-Creo que se fue hasta el auto a buscar algo. Ahí viene. -Te entiendo, Ernesto-dijo Rosa-. Pero Emiliano necesitaba sa-
Fernando Romero se acercaba sonriendo. ber. Por eso me pareció tan importante que hablara con Marta.
Ella no pudo disimular su fastidio. Después de todo lo que Ernesto estaba callado y miraba hacia el jardín, como si no
acababa de escuchar de boca de la enfermera, no podia mirarlo quisiera escuchar a su madre.
como si nada pasara. -Tal vez debí preguntarte antes si querías que llevaraa Emiliano
-Hola -le dijo, esquivando el beso que él quiso darle. a hablar con esa mujer - dijo Rosa.
Fernando intentó durante más de una hora acercarse a Clara -No, vieja, no es eso.
para poder hablar, pero ella lo evitó todo el tiempo. -¿Y qué es entonces, Ernesto? -preguntó Pilar-. Desde que
Recién cuando fueron a caminar por las defensas, logró acer- llegamos no te veo bien.
carse. -Son muchos cambios -dijo Ernesto-. Demasiadas presiones.
-¿Qué te pasa? -dijo Fernando-. ¿Te molesta que haya venido? Demasiados recuerdos. Eso es todo.
- L o que me molesta es otra cosa -respondió Clara-, pero no
Rosa contó lo que Marta les había dicho, haciendo hincapié en
podemos hablar ahora.
el sitio en que había nacido Emiliano.

58 59
-¿Se dan cuenta? Casi treinta años después nos venimos a en- "Decile a tus viejos que se dejen de joder porque a vos te puede
terar que Emiliano nació ahí. Tan cerca de donde vivimos. Parece pasar algo en cualquier momento". Después se subieron auna cuatro
mentira. por cuatro gris y rajaron. El les tomó la patente y fueron a hacer
-Habría que pedirle a esta mujer que declare ante el juez -su- la denuncia, pero la verdad, es que está recagado.
girió Pilar. -¿Y por qué harían eso? -preguntó Belén.
-¿Para qué? -dijo Ernesto-, ¿qué vamos a ganar con eso? -Bueno, yo nunca quise contarles porque Fede prefería que no se
-Yo creo que no sería malo, hijo -dijo Rosa-. Si esto sirve para dijera nada. Pero ahora esto se está poniendo pesado y creo que es
que la verdad salga a la luz, para que los responsables vayan presos, mejor decirlo. Lo único que les voy a pedir es que no lo comenten
siempre valdrá la pena. con él. Si Fede les cuenta háganse los que no sabían nada.
-Déjate de joder, vieja. -¡Bueno, dale! -le dijo Nadina-. ¡Contá!
-Ah -siguió Rosa-, hay algo más que quería comentarte, Ernes- -Los viejos de Fede son los que hicieron la denuncia esa que
to. Marta dijo que Pato, esa noche, le pidió que te avisara para que apareció en todos los diarios y en la tele el mes pasado. Los que
busques en la torre de la toma de agua una caja de herramientas, estaban detenidos en el chupadero de Villa del Lago.
una caja de lata verde, según dijo. Que ahí te había dejado algo -¿Y eso qué es? -preguntó Nadina.
muy importante. - L a casa esa -respondió Luciano-, esa quinta de fin de semana
-Sí... en esa caja guardábamos unos pasaportes que nos habían que fue un centro de detención en la dictadura.
dado para que nos fuéramos si la cosa se ponía pesada. Yo le - A h , ya me acuerdo -agregó Belén-, la de un abogado que es
había prometido que los iría a buscar. Seguramente Pato quería re-conocido. Romero Arteaga. Es uno que da clases en la facu.
que yo me fuera, aunque ella sabía muy bien que no me iba a ir
Clara lo miró a Fernando Romero y él bajó la vista.
sin ella.
Una tenue llovizna comenzó a caer en forma implacable. La
-¿Y por qué no buscas esa caja, hijo? A lo mejor hay otra cosa, tarde se había puesto gris y fría. Después de un rato decidieron ir
vaya a saber.
al pueblo a jugar al pool.
-Pasaron veintisiete años, vieja. Qué importa ya lo que encuen-
-¿Podremos vernos mañana? -le preguntó Clara a Fernando
tre. Además estoy seguro de que es eso. Era su forma de decirme
que me fuera sin ella. cuando tuvieron un momento a solas.
Ernesto suspiró. Fernando le dijo que sí, entusiasmado, y acordaron un punto de
-Igualmente - d i j o - no quiero revolver en el pasado. El pasado encuentro para la mañana siguiente.
mejor si sepultado, como decía Celita. ¿Para qué reabrir tantas
heridas?
1977
- A lo mejor-dijo Rosa-, para que puedan cicatrizar.
Se despertó con la patada de uno de los guardias en
*** sus costillas.
Le dolía todo el cuerpo y por más que se esforzara, no
Los chicos escuchaban, expectantes. podía recordar nada de las últimas horas.
Luciano terminó el mate, cebó otro y comenzó a hablar. "Ya se murieron esas hijas de puta", dijo el guardia.
-Parece que lo estaban esperando. Cuando llegó a su casa le "Ratas de mierda. Y vos camina, si no querés terminar
salieron dos tipos y le metieron un chumbo en el cuello. Le dijeron: como ellas", agregó dándole un empujón.

6G
Tenia los pies atados. Dio unos pasos cortos e inse-
guros. Él se acercó y le apartó un mechón de pelo. Después le acarició
la cara. Ella se quedó quieta, dejándolo hacer.
Escuchó una pesada tranca de hierro y una puerta que
Las primeras gotas de lluvia caían mansas y apenas penetraban
se abria. Sentía el olor de su propio cuerpo, a sudor
rancio y a orín. a través de las hojas de los eucaliptos. Los pájaros, alborotados, se
refugiaban entre las ramas.
Una bocanada de aire fresco se le metió debajo de
la capucha. Seguramente seria noche cerrada, por el Fernando se acercó más y alcanzó a darle un beso fugaz en la
canto de los grillos. boca. Quiso abrazarla, pero ella se lo impidió.
El guardia lo tiró sobre el pasto húmedo y le hundió -Te pedí que nos encontráramos -le dijo ella en tono seco- por-
el caño de la pistola en la nuca. que necesito hablar de algo muy importante.
Supo que iba a morir. Él le tomó las manos, pero ella las apartó.
El sonido del arma, retumbó en el silencio de la no- -Se trata de la casa de tu padre -dijo Clara-. De la que apareció
che. en el periódico. De la famosa casa M.
Él se removió con impaciencia sobre el tronco. Encendió un
cigarrillo y se rascó la cabeza antes de hablar.

9 -Todo eso es una boludez, Clara -se enojó Fernando-. Una


mentira. No sé qué busca esa gente. Tal vez algo de guita. No lo
Habían quedado para las diez de la mañana en la entrada del sé. Alguien dijo que les quitaron su casa en aquella época. Tal vez
pueblo.
quieran otra.
El día era gris y destemplado.
-Ellos no dicen eso -dijo Clara-. En ningún momento pidieron
Se pusieron a caminar uno al lado del otro, después de saludarse
con un beso apurado en la mejilla. una casa. Lo que pretenden es que se haga justicia. Que se sepa lo
-¿Querés conocer el bosque? -le preguntó Fernando. que pasó en ese lugar.
-¿Bosque? Bueno, si no está muy lejos. -Pero mi viejo no tiene nada que ver-la interrumpió Fernando-.
En realidad es un monte de eucaliptos, pero todos le dicen Él es un tipo derecho, y esa casa solo fue nuestra casa de fin de
bosque. Está cerca. Vamos por acá. semana, puedo asegurártelo.
Caminaron durante un cuarto de hora sin hablarse. Solo de -¿Y si es así. por qué lo amenazaron a Federico con un arma?
tanto en tanto Fernando le hacía alguna pregunta y ella respondía Federico es el hijo de esa gente, ¿no?
con monosílabos. -Eso debe ser casualidad -dijo Fernando-. Anda a saber quién
Clara estaba distante.
lo amenazó \ por qué.
Por fin llegaron al bosque. E l la ayudó a cruzar levantando
-Los que le apuntaron con el arma bajaron de una cuatro por
los alambres de púas. Bajaron por la pendiente de las defensas y
caminaron sobre las hojas secas hasta llegar a un enorme tronco. cuatro gris -dijo Clara-. Y el día en que nos conocimos habia una
Se sentaron acaballados, uno frente al otro. cuatro por cuatro gris frente a tu casa. Me acuerdo que el hombre
-¿Sabes qué, Clara? -dijo Fernando-. Me siento rebién con te saludó.
vos. Fernando se quedó pensativo.
A los pocos minutos, Clara continuó.
Ella lo miró con tristeza.
- Y además, ¿para qué van a inventar una cosa así. Fernando?
Después de tantos años. ¿Has leído las declaraciones en el perió-
52 dico? Nadie miente aportando datos tan concretos.
63
- A lo mejor no mienten, qué sé yo -dijo Fernando-. Tal vez la Clara temblaba. Sus pechos se traslucían debajo de la blusa
casa es otra y están confundidos. Pero ¿qué tiene que ver esa casa mojada. Fernando la abrazó. Frotó su espalda, alzó su mentón y
con vos? ¿Para qué puede importarte? la besó en la boca.
-Yo necesito saber la verdad sobre esa casa. Fernando. A ella le costaba rechazarlo. Tenías unas ganas locas de entre-
-Déjate de boludeces y vení un poquito más cerca, dale. garse a ese abrazo, de seguir besándolo y no pensar. Pero lo apartó
Un trueno retumbó y empezó a llover.
con energía.
-Corramos -dijo Fernando a los gritos-, allá hay un rancho - N o -le dijo-. Debemos hablar, es muy importante.
abandonado.
Se sentaron sobre unos cartones, en medio de latas y botellas
Saltaron sobre ramas y troncos caídos, bajo la lluvia torrencial,
tomados de la mano. vacías, uno frente al otro.
-¿Podríamos conocer tu casa por dentro? -preguntó ella.
- S í , claro -dijo Fer-. Pero ¿para qué? ¿Qué pensás que vas a
***
encontrar?
Pilar pintaba la torre de la toma vieja mezclando ocres y tierras - N o lo sé. Solo quiero conocerla. Y sobre todo que la conozca
tostados sobre la tela. La pintaba mirando una foto que había toma- mi hermano.
do desde abajo. Los escalones de hierro oxidados sobresalían entre Clara se mordió el labio inferior y aguardó unos minutos. Des-
los ladrillos y se iban empequeñeciendo hacia la punta, donde el
pués miró a Fernando a los ojos y agregó:
pararrayos asomaba como una espada enhiesta, amenazante. Con
-Ayer fuimos con mi abuela y Emiliano a ver a una mujer
un tono más oscuro fue marcando los nidos de loros que asomaban
al asilo de ancianos. Era enfermera. Ella atendió el parto de mi
en las grietas. A un costado, hizo un boceto de la magnolia cubierta
hermano, hace veintisiete años. A la mamá de él le decían Pato.
de telas de araña.
Emiliano y yo somos hermanos por parte de mi padre. Pato es-
Se limpió las manos en un trapo sucio de pigmentos y encendió taba detenida en un centro clandestino y la enfermera asegura
un cigarrillo.
que ese centro era la casa de ustedes. Y a h í , habría nacido mi
Se acercó al ventanal y miró hacia fuera. hermano.
Desde donde estaba podía verla, quieta y misteriosa, como Fernando la miró indignado.
custodiando un secreto. Después se puso de pie. Pateó una botella y la hizo añicos contra
La lluvia comenzó a caer. Los gruesos goterones se sentían la pared. Los vidrios se esparcieron en cientos de astillas verdes.
como piedras sobre el techo de chapas transparentes del jardín de - ¡ N o podes creer eso! Eso es una mentira, ¡es una mierda!
invierno. Clara se puso de pie.
El paisaje comenzó a desdibujarse debajo de la lluvia. Un es- - S í -le dijo-, es una mierda. Pero si es una mentira o no, está
calofrío recorrió la espalda de Pilar.
por verse.
Clara había salido y los demás estaban durmiendo.
Se colocó un abrigo. Tomó una linterna grande y cubriéndose La lluvia se había transformado en una llovizna ligera. Clara
con un plástico corrió hacia la torre. se alejó hacia el bosque.
Fernando no la siguió. Se quedó rumiando su enojo. Afuera del
***
refugio, unos nubarrones oscuros anunciaban una nueva tormenta.
***

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Mensaje Original Reunió valor y continuó avanzando. Cuando terminaron los
escalones, tropezó con la linterna. La encendió y alumbró a su
De: Clara Moncalvo < clarín a yahoo.es >
alrededor. El lugar era sórdido. Una especie de habitación circular
Para: lajuiidetarraco ayahoo.es
de ladrillos cubiertos por una espesa capa de telarañas y polvo.
Enviado: domingo. 17 de abril, 2005 15:18:03
Gruesos ganchos de hierro asomaban del techo agrietado. En algu-
Asunto: /Estoy re-podridaaaaaaaaaaa]
nos colgaban cadenas o restos de sogas. Sobre el piso de cemento
, Por qué tiene que pasarme esto, Juli'' ¿No podría ser alguien se veían hormigueros y cajas de madera. Muchas cajas de madera,
como todos.' ¿Como Luciano' Con padres normales Con una vida rotuladas con números y letras.
común. Como la de cualquiera de mis amigos.
El viento cerró la puerta de un golpe y Pilar se sobresaltó al
Lo peor es que me siento bien con él Y cuando me besó, yo
quería que siguiera. Quería abrazarlo y que me abrazara. Quería escuchar el ruido.
besarlo durante horas. Por qué pula me tiene que pasar esto cuando Una rata corrió entre las cajas. Pilar, tomando la linterna, subió
empezaba a sentirme bien. Yo sé que lo que me dices es cierto, que los escalones de dos en dos, apurada por salir de ese infierno.
si el padre fue el responsable de la casa, él no tiene nada que ver.
/'ero no es tan sencillo Estuve leyendo un libro en el que la autora
cuenta que. cuando era adolescente, su mejor amiga era hija del 1977
Tigre Acosta. que era uno de los torturadores más perversos de
Una risotada le confirmó que estaba vivo.
la ESMA. En el otro mail te contaba lo que era la ESMA. Parece
El guardia había desviado el arma unos segundos
que en aquella época ella admiraba mucho a su amiga y se jura-
antes del disparo. El olor de la pólvora se mezclaba
ban amistad eterna como nosotras nos jtoamos ahora. Pero que,
muchos años después, se enteró que esa chica administraba los con el olor de su propia sangre.
bienes de los secuestrados, a través de una inmobiliaria que habia Le habían disparado sobre la mano, amputándole uno
puesto con su padre. ¿Te das cuenta.' No creo que de un tipo hijo de sus dedos.
de puta salga un hijo bueno. Ese es el problema. Eso lo sabría después. Pasados unos días. Ahora solo
sentía un dolor agudo.
Se oyeron voces y corridas. El ruido de neumáticos
*** sobre el césped y una frenada.
Escuchaba como en sueños a alguien que daba órdenes.
Pilar llegó a la torre bajo una lluvia torrencial.
Sintió el golpe seco de la tapa del baúl cerrándose
Se deshizo del plástico, empujó una pequeña puerta y entró.
sobre su cabeza. Y le pareció oír la marcha de otro
Un olor a moho y a ratas penetró por su nariz. Alumbró hacia
coche que se acercaba.
arriba y vio una escalera caracol oxidada que parecía perderse en
el infinito. Después dirigió la linterna hacia abajo y descubrió unos Nuevamente voces. Ahora las oía apagadas, y el aire
escalones de cemento que parecían más seguros. se le hacía irrespirable.
Bajó con cuidado. Las telarañas se le pegaban a sus piernas y a su ca- -Llévenla adentro -le pareció escuchar antes de que
bello. El aire era irrespirable. Algo rozó su pie y Pilar pegó un grito. el auto que lo llevaba, arrancase.
La linterna rodó por la escalera con un ruido seco. Cuando al No podía imaginar que ella estaba a tan pocos pasos
fin se detuvo, la oscuridad era total. Solo llegaba el resplandor de de él.
la puerta entreabierta. No podía imaginar que nunca volvería a verla.

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La noche estaba estrellada.
La construcción de las cabanas avanzaba. Algunos obreros tra-
Era p r i n c i p i o s de noviembre. bajaban en las instalaciones de agua, mientras otros se ocupaban de
las piscinas. En pocos días comenzarían a diseñar el parque.
Ernesto había ido al pueblo a buscar los permisos para rellenar
10 la costa con arena y forestar la playa. Pilar y Rosa desayunaban
en el jardín de invierno.
Era el último domingo de abril.
Emiliano preparó la piragua, cargó agua, unos sandwiches, unas -¿Leíste el diario de la mañana?
cañas livianas de pesca y un tarro con lombrices. -Todavía no -respondió Pilar-. ¿Qué novedades trae?
Clara se había puesto el traje de baño y traía un bolso enorme Rosa se puso los anteojos y, ayudada por el texto, le dijo:
con pinceles, acrílicos y una tela. - L a mejor de todas es que procesaron a esos siete represores.
-¿Lista? A Viñas, que era juez federal; a Cardozo, militar retirado; a cuatro
Ella miró con dudas las aguas barrosas y sonrió con cara de ex policías y al presidente de la comuna del pueblo.
víctima. -¿Y quedaron detenidos?
- S i no queda otra. -Sí, por suerte -agregó Rosa-. Pero hay más. Hay una denuncia
Remaban con entusiasmo. Después de un rato. Emiliano anunció: de una periodista de una FM del pueblo. Parece que recibió una
-Ahora pasaremos por ese estrecho y llegaremos a otro río, que llamada anónima. Escucha lo que dice la chica: "Recibí una llamada
es mucho más ancho. diciéndome que deje de hablar de la comuna y del presidente comu-
-A mi me parecen todos iguales -respondró Clara. nal. Dicen que conocen todos mis horarios, los de mi hermana, las
Los camalotes flotaban arrastrados por la corriente con sus actividades de mi hermano y me dijeron: 'No te olvides que tenes
flores de color lavanda. una sobrina y a algún auto se le puede cortar la dirección"*.
En las orillas, garzas de patas largas picoteaban entre las hojas -Pero ¡qué hijos de puta!
de totoras, mientras sus siluetas se reflejaban sobre el espejo de -¿Y te acordás lo que hicieron la semana pasada? -dijo Rosa.
agua. - A h , si. Lo del ataúd.
El silencio solo se quebraba con el chasquido sordo de los remos - E n el diario de hoy vuelven a hablar sobre eso. Aseguran que
o con el ronroneo de algún motor lejano. el féretro era viejo y se comprobó que los restos eran humanos.
Se cruzaron con una canoa de pescadores, que los saludaron -Espantoso -dijo Pilar.
con la mano.
- Y la carta -siguió Rosa-. El ataúd iba con una carta plagada
No nos conocen de nada -dijo Clara-, ¿por qué saludan? de amenazas. Quieren meter miedo, como en las peores épocas.
- E s una costumbre -respondió Emiliano.
-Sí, pero no se dan cuenta de que estamos en otros tiempos,
Clara sonreía, mientras el sol le daba de pleno en su cara. Hun-
día las manos en el agua y se mojaba el pelo. De repente, se puso Rosa. La gente ya no se asusta.
a cantar una canción de cuando era chica. Lo miró a Emiliano con No creas, querida. Hay muchas personas que se dejan dominar por
alegría y le dijo: el miedo todavía. Y además ellos siguen con sus lazos, protegiéndose.
-Te quiero, hermanito. ¿Te imaginas cuánta gente sabrá cosas y no se anima a decirlas?
El le sonrió contento. -¿De verdad lo crees, Rosa?
-¿Y por qué crees que personas como este abogado. Romero
*** Arteaga, están tan tranquilas? Se supo que su casa era un centro
clandestino y el tipo sigue libre como si tal cosa.
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-¿Él era militar en esa época?
-¿Seguís pensando lo mismo del río? -preguntó Emiliano
-No. Era civil-dijo Rosa-. Pero ¿a cambio de qué favores supones
que les cedía su quinta para que fuera centro de torturas? Se tejen divertido.
muchas versiones sobre eso. Pero nadie se atreve a hablar. Ella sonrió y no respondió. Al rato le dijo:
-Bueno, lo importante es que ahora están presos. - L a verdad verdadera, ya no me parece tan asqueroso.
- S í , querida -dijo Rosa-. Tienen que pagar por todo lo que Cuando terminaron de comer. Emiliano se acercó a la orilla a
hicieron, pero en este país nunca se sabe. pescar, mientras Clara trabajaba en su pintura.
Unas horas después, el sol se ocultaba.
-Tenemos que irnos-dijo Emiliano-. ¿Terminaste?
***
Clara venía de la orilla con los pinceles limpios. Los sacudió
Ataron la piragua al tronco de un ceibo y durante más de media con energía y después buscó el cuadro para mostrárselo a su her-
hora pescaron mojarras en la orilla de una de las islas. mano.
-Me impresionan las lombrices -decía Clara con cara de asco-. Una silueta parecía emerger de la oscuridad, buscando la luz,
¿Has visto que siguen moviéndose cuando las cortas? No puedo atravesando la niebla. Las enredaderas bajaban de los árboles y se
encarnar con ellas. enroscaban en ese cuerpo sombrío, sujetando sus pies y sus manos,
-Dame, yo te encarno. ¿Pero te gusta pescar? pero su mirada era luminosa.
- E s divertido -dijo Clara, mientras tiraba con fuerza de la caña Emiliano, algo emocionado, le dijo:
y sacaba una mojarra panzona y plateada. -Me pintaste a mí. Tiene mi cara.
-Ya está -dijo Emiliano-. Tenemos para un almuerzo. Ahora Clara le guiñó un ojo.
vamos a la isla y yo las cocino mientras vos pintas tu cuadro. Después se acomodaron en la piragua y se dejaron arrastrar
¿Cuándo lo tenes que entregar? por la corriente.
-Mañana -dijo Clara-. La última clase, la profe de pintura me El canto lejano de un pescador flotó en el aire como una le-
felicitó por los trabajos que entregué. Me dijo que tengo talento. La
tanía.
verdad es que nunca pensé que me gustaría tanto pintar.
-Me alegro mucho -le dijo él. Clara y Emiliano se miraron y sonrieron en silencio, mientras
Clara buscó su bolso y Emiliano hizo un pozo en la arena y el río los llevaba de regreso a casa.
encendió una fogata. Sacó una sartén ennegrecida de un cajón que
llevaba en la piragua y, mientras se calentaba el aceite, se puso a 1977
limpiar las mojarras en la orilla.
Amanecía.
Ella sacó el lienzo, preparó las pinturas y se puso a trabajar.
Hizo un boceto del paisaje que los rodeaba: árboles cubiertos de Se dio cuenta por los sonidos y los olores. Sus ojos
enredaderas, el sol filtrándose entre las ramas, provocando raros seguían vendados y su cabeza estaba cubierta por la
efectos de luz, las hojas secas sobre la arena y después, la silueta capucha.
de su hermano rodeado de una niebla espesa. Lo habían bajado del coche y lo llevaban a empujones
por un sendero escarpado. Sus pies hinchados estaban
El olor de las mojarras friéndose les despertó el apetito y de-
tan doloridos que con cada pisada se estremecía.
voraron todo.
Alguien le había hecho un torniquete en la muñeca y
- E s mucho más rico así -dijo ella-, de picnic. Es como estar
jugando. no sentía los dedos de la mano.
Lo arrojaron a lo que supuso una habitación estrecha.
70 71
El olor a humedad era insoportable. El piso helado le vez que cenamos juntos no apareciste por casa. Y el viejo anda
entumecía los huesos.
triste, preocupado. Capaz que si vas, hasta se pueden arreglar los
Pensar en la Pato y en su hijo lo enloquecía. problemas.
Deseó estar muerto. -¿Qué problemas?
Deseó no haber nacido. -Bueno -dijo Fernando-, el tema ese, de tu enojo con papá por
lo del préstamo.

11 -¿Préstamo? - p r e g u n t ó Mercedes-. ¿De qué préstamo ha-


blas?
Fernando se sentó en la sala de espera. Era la primera visita que le -Bueno, María Pía me dijo que vos estabas enojada con papá
hacía a su hermana al consultorio. Observó todo con curiosidad. porque no quiso darle la garantía a Guillermo para un crédito que
Un pequeño jardín se veía a través de un ventanal enorme. En quería sacar.
él había un jazmín blanco que trepaba por la pared y heléchos en -Eso es verdad. No quiso. Pero yo no me enojé por eso -dijo
vasijas de barro. Un banco de plaza y una farola completaban la Mercedes-. Si ya sé que papá es temeroso y estructurado. Yo le
decoración. tendría que haber dicho a Guillermo que no le pidiera nada y le
Adentro de la sala todo era austero. Las paredes blancas sostenían hubiera evitado un mal momento. Te repito, yo no me enojé por eso,
cuadros de pintores locales, amigos de su hermana. Luces tenues y yo estoy mal con ellos desde siempre, pero por otras cosas.
un aire minimalista provocaban una sensación de paz y libertad. -Ellos dijeron que siempre te ponías en su contra -siguió Fer-
No pudo evitar la comparación con la casa de sus padres, aba- nando-. Que actuabas como si no pertenecieras a la familia.
rrotada de adornos y muebles antiguos. - L o que pasa es que yo no puedo vivir sin pensar -dijo Mer-
La puerta del consultorio se abrió y vio a su hermana despedir a cedes-. Y tanto para nuestros viejos como para María Pía, para
un paciente con un beso y palabras amables. A l verlo, le sonrió. llevarte bien, tenes que coincidir en todo, estés o no de acuerdo.
-¿Tomamos un café? -le preguntó-. Tengo una hora libre. Y eso no va conmigo, Fer.
Se sentaron en el banco de plaza, en el pequeño jardín. -¿A qué te referís? -preguntó Fernando.
-Está bueno el lugar. -Hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo. Y por
-Es la primera vez que venís -dijo Mercedes. supuesto que no puedo callarme -respondió Mercedes-. Para ellos
-Bueno -se justificó Fernando-, no hace tanto que te mudaste yo siempre fui la hija rebelde. La que cuestiona. La que jode. La
a este consultorio. Y además, es la primera vez que me invitas con que no se traga las mentiras.
tanta insistencia. - ¿ D e qué mentiras hablas? ¿Por qué decís eso?
-Te insistí para que vinieras -dijo Mercedes- porque quiero -Porque ellos siempre mienten y/o distorsionan las cosas. Tienen
que hablemos de papá. Y de la casa. Yo tengo algunos recuerdos una doble moral. No sé, no van de frente.
feos. Es necesario que lo sepas. -Pero no te entiendo -dijo Fernando-, dame algún ejemplo.
-¿Pero qué decís? -dijo Fernando-. Si siempre lo pasamos Mercedes encendió un cigarrillo y lo convidó a su hermano.
bárbaro ahí.
Después siguió:
-Vos no habías nacido todavía, Fer. Yo era chica, pero me -Hay mil ejemplos. Papá, como abogado del banco, exigía el
acuerdo.
cumplimiento de las obligaciones ajenas al pie de la letra, mientras
-Mira, Mercedes -dijo Fernando-, yo no vine para hablar de que él. en su estudio, pagaba los sueldos con atraso y siempre tuvo
eso. Vine a pedirte que vayas a ver a los viejos. Desde la última empleados en negro. Y mamá va a tragar hostias todos los dom ingos,
pero si la muchacha le pide un adelanto le dice que no tiene. En
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realidad, si quisiera hablarte de las hipocresías de nuestros viejos - L o que pasa es que nosotros ya no m ilitábamos cuando vinirnos
no nos alcanzaría la tarde entera.
para acá. Vivíamos en otra provincia. Pertenecíamos a las FAP y
Fernando sirvió un café para su hermana y otro para él. Después después de que llegara Perón a la Argentina nuestra tarea estaba
se sentó y le preguntó:
terminada. No quisimos meternos en Montoneros -dijo Pedro.
-Bueno, Merce -dijo Fernando-, pero vos sabes que mucha gente -¿Y cómo los secuestraron si ya no militaban?
es así. Un poco egoísta. Contradictoria. ¿Quién no tiene contradic- -Nosotros suponemos que nos agarraron porque unos compa-
ciones? Pero el viejo siempre fue de fierro con nosotros.
ñeros de Buenos Aires nos pidieron que albergáramos a una chica
-Sí, Fer. pero lo de la casa es distinto. Eso no es producto de por unos días. Evidentemente a ella la venían siguiendo y caímos
una contradicción. Es mucho más grave.
los tres -agregó Ana.
-Pero ¿vos querés decir -preguntó Fernando- que lo que dicen
en el diario es cierto? - A nosotros nos agarraron al medio día-dijo Pedro-. Esa misma
noche vaciaron la casa y nuestros bienes fueron a parar a la quinta
- S i estás preparado, voy a contarte algunas cosas sobre eso.
de Romero Arteaga. donde estábamos detenidos. Trajeron las cosas
con nuestra camioneta, le reconocimos el ruido del motor. Bajaron
**• todo y lo dividieron en lotes, "montoncitos** por así decirlo. Doce
lotes, con los ventiladores, la máquina de escribir, la máquina de
Clara y Emiliano estacionaron cerca de la esquina.
fotos, las carpas, las cañas de pescar, la vajilla, en fin... todo lo
-¿Dónde nos esperan? -preguntó Clara.
liviano. Después hicieron doce papelitos y los sortearon. O sea que
-Trabajan a media cuadra de aquí. Me dijeron que por la tarde
esa noche participaron doce del saqueo. Nosotros, desde adentro,
las oficinas están vacías, que solo hay un ordenanza en la puerta.
escuchábamos todo.
- ¿ N o hubiera sido mejor encontrarnos en un bar? -¿Y cómo sabían que eran sus cosas?
-Me dijeron que no. Suponen que los vigilan a ellos y a la casa, -Por los interrogatorios -respondió Pedro-. Porque después
pero nunca vieron a nadie en su lugar de trabajo. Aquí puede entrar venían a preguntarte cómo funcionaba tal cosa. Por darles un
ejemplo, un día, uno que le decían el Tuerto me dijo: "'Mira, mi
mucha gente para otras cosas y pasaremos más inadvertidos.
Preguntaron por ellos en el ingreso y les indicaron una oficina interrogatorio va a ser fácil, así que empezá a hablar. Ese botonci-
en la planta alta, al final del corredor. to que tiene la máquina de sacar fotos en la parte de atrás, ¿para
Los estaban esperando con el mate. Se los veía un poco ner- qué sirve?'*. Todas cuestiones así, bueno, bien miserables... Esos
viosos.
tipos fueron realmente una basura. Aunque ahora parezcan unos
-Federico nos habló de ustedes -dijo Ana después de presentarse abuelitos inocentes y se pongan a llorar frente a las cámaras, ¿no
y saludarlos con un beso.
los vieron ayer en ia tele?
-Siéntense, chicos -dijo Pedro ofreciéndoles una silla. -Sí, en el noticiero -dijo Clara-. Pasaron a los que cumplen
Conversaron durante unos minutos sobre Federico y el resto de
arresto domiciliario.
los amigos. Después Emiliano lanzó la primera pregunta.
-¿Cómo se dieron cuenta de que la casa en la que estuvieron
-¿Ustedes conocieron a mi vieja?
detenidos es la de Romero Arteaga? -preguntó Emiliano.
-No -dijo Ana-. Nosotros caímos a mitad de diciembre, y -por lo
Nosotros estábamos vendados todo el tiempo, con la capucha
que nos contó Federico- vos naciste en noviembre. A tu mamá se la
puesta-dijo Ana-. Pero los guardias me permitían bañarme algunas
deben haber llevado pocos días antes de que llegáramos a la casa.
veces, a cambio de que yo limpiara el baño. Las veces en que me
-¿Tampoco la conocían de antes? quiso saber Clara.
bañé, pude quitarme la capucha. Yo quería saber adonde estábamos.
Parecía el medio del campo, porque se escuchaban pájaros. Pero Fernando Romero y su hermana continuaban en el jardín, ha-
también se oían coches, como si estuviésemos cerca de una ruta.
blando.
Asi que las veces en que me bañé, me subi arriba de la tapa del
inodoro y me trepé a un ventiluz que había en el baño para poder -Los recuerdos que tengo son algo borrosos, como todos los
espiar. Y vi perfectamente la ruta, el arco del Club -que todavía recuerdos de la infancia -dijo Mercedes-, pero algunas cosas las
está- y los árboles enormes que rodean las canchas de fútbol. El tengo presentes como si las hubiera vivido hoy mismo. No son
lugar es inconfundible. Ellos dicen que desde el baño jamás podría tantas, pero son. Me viene a la memoria una tarde de otoño en
haber visto eso. Y que el baño no tiene ventiluz. que fuimos con papá a la quinta. Papá y yo solos. Me parece que
-Sí, pero es posible que hayan remodelado la casa -dijo Emi- me puse a llorar para que me llevara y él finalmente accedió. Pero
liano. cuando llegamos, me prohibió bajarme del coche. Yo siempre fui
-Por supuesto. No me cabe ninguna duda -continuó Ana-. Mi- rebelde, así que apenas abrió la puerta de la casa yo ya estaba
ren chicos, para mí, hoy podría haber un edificio de veinte pisos abajo. Me trepé a un banco antiguo, verde, que había en la galería
en ese lugar, que si yo me paro ahí, en la dirección donde sé que y miré hacia adentro. Solo alcanzaba a ver un hueco de cemento
estaba el baño, puedo reconocer lo que veía hace treinta años: el que había en una pared, como si fuera un estante. Y ahi. había dos
arco del club, la ruta, los árboles. Esa perspectiva no puede verse pistolas y un arma larga. Me asusté tanto que corrí al auto y no
cincuenta metros más acá o más allá. O sea que no puede ser otra volví a bajarme. No me animé a preguntar nada a papá, pero nunca
casa. Y también hay otro detalle, antes de que la remodelaran esta me olvidé de esa imagen.
última vez, en el 2003, la casa tenía una galería muy característica, Mercedes tenía la mirada distante, como si buscara en un espacio
con arcadas de medio punto. La noche en que nos soltaron, en un propio, lejano. Después continuó hablando.
momento en que estábamos sin vendas, abrieron la puerta y pudi- -Una noche sonó el teléfono. Vos todavía no habías nacido y
mos verla. Nosotros estamos seguros de que la quinta de Romero mamá se había ido a algún lugar con María Pía. Supongo que seria
Arteaga fue la casa de operaciones donde estuvimos secuestrados. el día de asueto de la muchacha porque yo estaba al cuidado de
Durante mucho tiempo, antes de animarnos a hacer la denuncia, papá y evidentemente no podía dejarme sola. Me envolvió en una
nosotros la buscamos por toda la zona. Hasta que la encontramos, manta y me cargó en el auto. Y nos fuimos a la quinta, aunque él
y la reconocimos justamente por esas arcadas. no me dijo adonde íbamos. Algo grave habia pasado, por la cara
-Además hay dos cosas -dijo Pedro-. Una, ¿por qué Romero de papá. La ruta estaba repleta de policías. Cuando llegamos a la
Arteaga no nos hace una demanda si esto es una calumnia o una quinta, el patio estaba lleno de autos y de hombres. "No te vayas
injuria? El es abogado. Y otra, si no hubiéramos descubierto la a bajar porque hay perros de la policía y son muy malos", me dijo
casa, ¿por qué tanta movida? ¿Por qué la cuatro por cuatro gris papá. Yo estaba muerta de miedo y desde el auto veía cómo él ges-
custodiando la quinta, y la misma cuatro por cuatro pasando mil ticulaba y daba órdenes. Hablaban a los gritos, pero no entendía lo
veces frente a nuestra casa y los tipos amenazando a Federico desde que decían. Todas las luces estaban encendidas y algunos corrían.
esa camioneta? Está clarísimo. Yo creo que les metimos el dedo en Me acuerdo que cuando papá regresó al coche le pregunté lo que
el culo, por eso se molestaron tanto. pasaba y él me dijo que nada, que unos amigos estaban comiendo
La puerta de la oficina se abrió de golpe. un asado y se había roto una canilla. Yo me acuerdo que era muy
Clara y Emiliano se miraron sobresaltados. chica, pero de inmediato pensé que era mentira, porque del asador
no salía humo y tampoco salía agua de ningún lado. Pero me callé
*** la boca. Y me chupé el dedo hasta quedarme dormida.
-Entonces -dijo Fernando-, pensás que es cierto !o que se
dice.
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-Un arquitecto podría decirlo con certeza. Pero papá presentó
-Estoy segura. No puedo precisar los detalles de lo que ocurría un amparo para evitar que hicieran las pericias.
por aquella época, pero los recuerdos que tengo coinciden con lo -¿Estás segura?
que se dice. Y la actitud de papá. Su hipocresía, o contradicciones, -Hice copias de la causa -dijo Mercedes-. Si querés te las presto.
como quieras llamarlo. Y te digo más. hicieron desaparecer todas las fotos de la casa antes
-No sé -dijo Fernando-. Me parece una acusación muy grave. del arreglo. Un dia las busqué y no estaban por ninguna parte.
- A h -dijo Mercedes-, y hay algo más. Una imagen que me La secretaria le avisó a Mercedes que un paciente la esperaba.
persigue. Una vez yo estaba corriendo por el patio, muy cerca de -Me alegro de que hayas venido, Fer. Como te dije la última vez
un lapacho rosado que había antes, y me caí. Cuando quise levan- que nos vimos, vos todavía podes salvarte. Sos diferente a ellos.
tarme, me acuerdo que la pierna se me había metido en un pozo y No creo equivocarme.
no podía sacarla. Me puse a gritar como loca y vino papá corriendo. Se dieron un abrazo, tal vez el primer abrazo verdadero que se
Me ayudó a salir y llamó a Alvaro, el jardinero. Me acuerdo que le habían dado en toda su vida.
dijo algo así: "¿Sabe lo que es esto, no? El sótano. Mejor ni pensar
lo que pasaría si alguien lo descubre". No me acuerdo las palabras •**
exactas, pero de lo que estoy segura, es de que habló del sótano
y yo me imaginé -por las palabras que dijo- que adentro tenían a Clara y Emiliano miraban al hombre que permanecía en la
alguien escondido. Viste cómo es la imaginación de los chicos. puerta. Después de unos segundos preguntó:
-Pero en la casa no hay ningún sótano -dijo Fernando. -¿Qué hacemos, limpiamos?
-Ese lapacho lo sacaron hace una pila de años. Guillermo me -¿No podes empezar con las oficinas de al lado, Ramón?
consiguió una copia de la declaración de papá ante la justicia, y la -preguntó Pedro-. Deja esta para el final, nosotros en un rato la
leí. Papá dice que la casa no fue nunca remodelada antes del 2003, desocupamos.
que es cuando hicieron el arreglo grande. Pero yo me acuerdo muy El hombre cerró la puerta y se alejó.
bien que ese lapacho estaba pegado a una ventana y que lo sacaron, Ana arregló el mate y siguieron conversando.
y que por esa época levantaron el dormitorio nuevo que había en
Relataron distintos momentos de su tiempo en cautiverio. Les
el frente, el baño grande, el comedor con la chimenea y ampliaron
contaron cómo los obligaron a firmar la venta ficticia de su casa,
la galería de arcadas. Es más, me acuerdo bien que arriba de las
el miedo que sentían de no salir con vida, y -finalmente- hablaron
puertas de los dos cuartos pequeñitos, uno que tenía dos camas y
de las torturas.
el otro que tenía cuchetas, vos si te debes acordar de eso porque
-Había un tipo al que le decían Paco. En ese momento no
era antes del 2003.
sabíamos su nombre verdadero. Lo descubrí años después, ya en
- S i , me acuerdo. Si yo dormía en la cucheta de arriba.
democracia -dijo Pedro-. E l gobernador lo tenía como asesor. U:i
-Bueno, te decía, que arriba de las puertas de esos cuartos,
día fui al Ministerio de Gobierno para hacer un trámite y cuando
estaba la arcada de la galería vieja, que no la habían sacado Eso
lo vi se me pararon los pelos. Porque a nosotros algunas veces
demuestra que la casa fue arreglada y que lo que dice esta mujer
nos quitaban la capucha, qué sé yo. por darles un ejemplo, cuando
sobre la vista que tenía desde el baño es cierto, porque el baño,
tuvimos que firmarles la escritura de nuestra casa y en algún otro
seguramente, estaba en otro lado antes de ese arreglo. Y también
momento que se les cantaba a ellos. Bueno, como les decía, lo vi
podría haber habido un sótano.
al tipo saliendo de una oficina y pregunté quién era. "Ese es Ma-
-Pero ahora, con las últimas reformas sacaron todo. Es imposible
riano Cardozo, el que fue milico", me dijo el ordenanza y entonces
saber si hubo arreglos de la casa antes.

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ahí uní: Paco, con Mariano Cardozo. Era un tipo muy jodido. Él -Igualmente nosotros tenemos muchos datos -siguió Pedro-.
era el que sabía torturar. Siempre se jactaba de haber estado en la Romero Arteaga figura como ex asesor jurídico de una inmobiliaria
escuela de Panamá. que era de dos mayores retirados del ejército. Uno de ellos, ya falle-
- Y él después practicaba con nosotros -dijo A n a - y les ense- cido, tenía en esa época una casa en un barrio lujoso, a la que iba
ñaba a los otros. siempre la cúpula militar. Se juntaban todos a comer asados. Vale
- A h . si -siguió Pedro-. Era el más formado. Les decía. "Boludo, decir, ningún tipo que tenga esas relaciones puede ser un bebé de
así no, hacelo así". Ahora es uno de los que está en prisión domi- pecho. Y. según lo que dicen, actualmente sigue vinculado a gente
ciliaria porque ya tiene setenta y seis años. Uno de los abuelitos de mucho poder, no solo de milicos, sino de civiles. Seguramente
con cara de bueno. es por eso que nadie lo puede tocar.
- Y no hay otra gente, además de ustedes, que denuncie haber -¿Y por qué suponen que ahora custodian la casa con esa cuatro
estado en esa casa o que la reconozca como un centro clandestino,
por cuatro? -preguntó Emiliano.
no sé, algún vecino... -dijo Clara.
-Suponemos que es por temor a que le hagan algo -dijo Pedro.
-Hay uno solo que habló. Hizo una declaración ante Jaime de - A lo mejor es más que eso -agregó Ana-. A nosotros, el
Nevares, para la CONADEP -dijo A n a - Y el juez decidió incluir
secretario del juez subrogante nos dijo: "Yo quiero hacerles una
esa declaración en la causa. Se llama Fermín de Santis. En esa
pregunta extraoficial. ¿Ustedes tienen la sospecha de que ahí puede
época era un estudiante de medicina y asistía a los torturados,
controlando que no se les murieran bajo la picana. El tipo había haber cuerpos enterrados?".
sido montonero y después de que lo agarraron se pasó a las filas -¿Y ustedes qué le respondieron?
de los milicos. -Que ni lo sospechamos ni lo dejamos de sospechar. La verdad
es que nunca lo pensamos -dijo Pedro.
-Él los nombra a todos en la declaración -siguió Pedro-. Por
Ana suspiró y lo miró a Emiliano, después agregó:
sus sobrenombres, claro, porque la identidad verdadera ni ellos la
- S i tu mamá viviera, estoy segura de que querría lo mismo que
sabían: a Paco, que es este Cardozo del que les hablé, al Tuerto, a
nosotros. Que la verdad salga a la luz. Porque la promesa que nos
Nolo -que era uno tan petiso que le decían Nolo. por no lo pisen-,
hicimos apenas salimos de ese lugar, fue que no podíamos morirnos
y a algunos otros. Después habló de tres civiles y algunos milicos
sin hacer algo con todo lo que habíamos pasado. No sabíamos cómo
más de los que desconoce nombre o alias. Es decir, reconoció a
hacerlo. Tuvimos que esperar muchos años. Teníamos miedo. Viñas
todos los tipos que estuvieron en la casa donde estábamos detenidos.
estaba como juez, imagínense. Pero hoy ellos están viejos y las
Él aseguró en su declaración que en esta provincia había tres casas
pruebas son irrefutables. Hoy, por lo menos sus hijos y sus nietos
operativas, una en San Andrés, una en Coronel Domínguez y otra
los conocen y van a tener que rendir cuentas por lo que hicieron.
que era una casa quinta en Villa del Lago. Y agregó que él puede
ubicarlas a las tres, pero se niega a venir por razones de salud. Clara y Emiliano se despidieron, y antes de subir al coche,
dieron un largo paseo.
-Nosotros tenemos una copia, que nos dio el abogado, del testi-
monio de este hombre -dijo Ana-. En ese escrito él confirma que
los detenidos estaban encapuchados y amarrados y que vio morir
a algunos en la tortura. Yo sospecho que fue Fermín de Santis el 1977
que me asistió a mí una vez. porque me acuerdo que en una sesión Ella vacía en posición fetal sobre una colchoneta.
había un médico. Seguramente era él. Lo terrible es que ahora no Sus cabellos eran una maraña pegajosa. Grandes
quiera venir a declarar, porque, si él reconociera la casa, sería una moretones cubrían su cara y de sus labios hinchados,
prueba irrebatible. pendía u n h i l o de saliva seca, ensangrentado.

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La cabeza le pesaba como si le hubieran puesto una
piedra sobre el cráneo. ojeroso. Tenía la mandíbula fuertemente apretada y su rostro pá-
Movió lentamente sus brazos doloridos y los unió, lido resaltaba bajo la luz amarillenta de la lámpara. Revolvía sus
como si formara un cuenco, como si tuviera todavía cabellos y movía las manos en forma incontrolable.
en ellos a su hijo. -No fue una pesadilla -dijo con voz ronca-. De pronto todo
Le dolían los pechos. vino a mi mente. Y recordé.
Imaginó que detrás de las paredes habría cielo, ár- -¿De qué hablas?
boles, pasto. -De lo que pasó realmente. Pilar. En cada pesadilla que tuve
"Tal vez - p e n s ó como en sueños- del otro lado la vida estos últimos tiempos soñaba siempre con el mismo lugar. Un piso
continúa. De este lado, solo queda la muerte". frío y húmedo, alguien que se reía y yo retorciéndome de dolor so-
bre el elástico de una cama. Sentía los dolores como si lo estuviera
viviendo otra vez. Y de pronto me acordé. Me acordé de todo.
Pilar lo escuchaba sin poder contener sus lágrimas.
12 -Yo no aguanté -dijo Ernesto-. Yo no pude callar y hablé. Yo
Ernesto se despertó en medio de la noche empapado en sudor delaté el rancho donde nos escondíamos. Yo dije adonde estaba
y pegó un grito. la Pato.
Pilar encendió la luz y se sentó en la cama. Después se miró la mano y el muñón donde debería estar el
Le secó el rostro con un pañuelo y lo sacudió con suavidad para dedo índice y agregó:
arrancarlo de su nueva pesadilla.
-Yo entregué a la madre de mi hijo y por mi culpa ella está
Él no paraba de llorar.
muerta.
Ella lo abrazó y lo acunó como si fuera un chico.
Mi amor -dijo-, ya está. Ya pasó. Ha sido solo un sueño. Se abrazaron. La espalda de Ernesto se sacudía con los sollozos
Despierta, que estás aquí, a mi lado. y Pilar trataba inútilmente de consolarlo.
-No, no... -repetía él. A lo lejos, el rio formaba remolinos oscuros, mientras el viento
-Vida, despierta -insistió ella-. Ha sido otra pesadilla. No más sacudía las ramas desnudas de los árboles.
que eso. ***
Ernesto se incorporó y sin poder contener sus lágrimas, se
abrazó a Pilar con desesperación, mientras le decía: "Fui yo, Pilar. Era más de media mañana cuando llegaron los amigos de
Fui yo". Clara. Emiliano se unió al grupo y decidieron ir hasta el pueblo
-Ernesto, reacciona. Fue solo un sueño. Un mal sueño. a comprar pan casero. Caminaban por las defensas, charlando
Ernesto se levantó. Fue hasta el ventanal y miró hacia el río. animadamente.
Parecía más calmo. Se sirvió un vaso con agua. Después se -¿Encargaron locro? -preguntó Federico, que se habia unido
sentó en un antiguo sillón vienes que había sido de su abuela, y
se hamacó en él. al grupo.
-¡Qué asco! -dijo Nadina . ¿De verdad quieren comer eso?
- M i vida -dijo Pilar-, ¿estás mejor? Has tenido un mal sueño,
solo eso. -No, Nadinita. para festejar el 25 de mayo, vamos a comer
empanada gallega -le respondió Luciano.
Ernesto levantó sus ojos atormentados hacia su mujer. Estaba
-¿La empanada gallega es la de atún? -siguió Nadina-. No sabía
que también se comía para festejar el 25 de mayo.
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- E s boluda de nacimiento -la atacó Luciano. Panchito se había agrandado, estaba casi del tamaño de un chico,
Belén y Emiliano caminaban alejados del grupo, conversando y me dijo: "Apúrate, búscalo, corre, que está en peligro". Y ahí me
entre ellos y mirándose sonrientes. El señalaba hacia las islas desperté. Qué sueño tan raro, Pilar. Hacía meses que no soñaba.
mientras le contaba los proyectos de las cabanas. Hasta llegué a pensar que los viejos no soñamos. Y encima ver a
-Que haya paz -les dijo Clara-. Cada uno come lo que quiere. Panchito. Imagínate que era un perro de trapo que habíamos ganado
Luciano se puso a monologar sobre las bondades del locro. en un parque de diversiones cuando Ernesto tenía un año y medio.
-Clara -le dijo Nadina-, Fernando Romero me mandó un men- Siempre dormía con él. Y con otros "amigos". Todos animales de
saje preguntándome si puede venir. ¿Qué le digo? trapo. Yo creo que el peluche todavía no se había inventado. Eran
Clara dudó unos instantes. los amigos que lo cuidaban para que no tuviera miedo. Llegó a
-Que venga, si quiere -respondió pensativa. tener tantos, que ocupaban dos tercios de la cama. Hasta que un
L'n pajarraco graznó sobre sus cabezas. día le dije: "Bueno, basta, ya no podes dormir con tanta gente en
Ajenos al frío y a la soledad de la mañana, siguieron caminando la cama. Ya estás creciendo. No es bueno eso". Y él me dijo: "Sí,
por las defensas en dirección al pueblo. yo ya estoy grande, por eso ahora tengo que cuidarlos a ellos.
Para que no tengan miedo. No puedo abandonarlos ahora que son
*** viejitos, ellos me cuidaron a mi cuando era chico". Siempre tuvo
cada salida -agregó Rosa, riendo.
Ernesto no estaba en la casa. Pilar rió con ella.
Pilar preparó el desayuno para ella y para Rosa y dispuso todo Después se puso seria y le dijo:
sobre una bandeja. -Tengo que contarte algo. No sé si él querría que te lo dijera.
Cuando entró en el cuarto de Rosa, ella estaba sentada en la Tal vez estoy cometiendo una infidencia, Rosa. Pero yo creo que
cama, apoyando su cabeza sobre una almohada, mientras leía una es bueno que sepas lo que voy a decirte para que me ayudes. No
novela. sé qué hacer. Ernesto está destrozado.
-Hola, querida -saludó Rosa. Después se puso a hablar, dando detalles de lo que Ernesto le
-Hola, Rosa, decidí mimarte un poco - dijo Pilar. contara.
Corrió las cortinas. Acercó una pequeña mesa. Alcanzó una Afuera, la llovizna caía implacable sobre el jardín.
taza con café con leche a su suegra y dispuso las medialunas y la
mermelada. ***
-Está muy rico, gracias -le dijo Rosa.
Después agregó, pensativa. Con la barba crecida, desaliñado, Ernesto se subió a uno de los
-Anoche tuve un sueño raro. Ernesto era pequeño y había des- botes que estaban amarrados en el muelle. Llevaba una campera
aparecido. Lo buscábamos por todas partes y no lo encontrábamos. de abrigo que lo protegía de la lluvia y un viejo par de botas de
Yo buscaba desesperada en la cocina, en el depósito de los trastos, goma. Se colocó una gorra y cargó la escopeta y un cinturón con
en el ropero, en el jardín y él no aparecía. De repente voy a su cartuchos.
cuarto y veo un bulto en la cama, debajo de las mantas. "¿Habrá No llevaba agua ni comida.
estado todo el tiempo ahí?", me pregunto. Pero cuando lo destapo, Avanzó por el espejo manso del río.
me encuentro con un perro de tela negra, relleno con estopa, me- El cielo era una capa de nubes aceradas que parecía querer
dio destripado que siempre dormía con él. Se llamaba Panchito.
aplastarlo a medida que él navegaba.

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Solo se escuchaba el ruido de los remos rompiendo la quietud maria. Corro, corro, voy. Solfeando las notas con las
de las islas. palmas.
No podía dejar de pensar en la Pato. "Vení, Fermín. Creo que esta se nos queda".
La pensó en el rancho, contemplando la puesta de sol. Esperán- El guardia la movió con su bota cubierta de polvo.
dolo, mientras llegaba ia noche. El pelo resbaló con suavidad y dejó al descubierto sus
Percibió sombras en la oscuridad. ojos.
La pensó después, en el fondo de un Falcon. maniatada, enca- Enormes y abiertos, parecían mirar fijos hacia algún
puchada, con su vientre redondo. lugar recóndito.
La pensó en el parto, tan sola de él, en medio de la tormenta,
mientras la noche se llevaba a su hijo.
La pensó en el mismo elástico en el que él estuvo, maniatada, 13
odiándolo en medio de la tortura.
Pilar conducía despacio por las calles de arena. En cada esquina
Le aparecían imágenes terribles.
Ella lo amaba. miraba hacia ambos lados, esperando ver a Ernesto.
Y confiaba en él. Rosa, de tanto en tanto, hacía algún comentario.
Y él no había podido resistir. -Una vez, cuando era chico, se había peleado con el padre y se
No tenia perdón. escondió en el cementerio.
La había traicionado. -Vamos a ver allá.
La canoa entró a un pequeño canal cubierto por un techo de Pilar estacionó al lado de un puesto de flores y bajó decidida.
enredaderas. Recorrió los estrechos senderos rodeados de tumbas, las galerías
La oscuridad creció. de nichos y los pasillos donde están los panteones.
La humedad pegajosa lo envolvía todo y las orillas estaban tan Todo estaba desolado. Vacío.
cercanas que casi rozaban la embarcación. De pronto, escuchó una música extraña, metálica. Parecía salida
Pensó que sería un buen lugar para terminar con todo. de una película de terror o de una pesadilla.
La galería de nichos estaba desierta, pero la música continuaba
resonando a sus espaldas.
1977 Giró lentamente y vio la tarjeta musical enganchada con un
alambre debajo de una foto y una placa. "Siempre te recordare-
La voz del guardia le llegaba como en sueños. "Coopera
mos"", leyó.
un poquito. No lo hagas más difícil".
La música metálica siguió repitiendo la melodía mientras ella
La descarga esta vez fue terrible. Vio un campo to-
talmente blanco, con tenues rayas grises. Y no supo dejaba atrás el portón del cementerio.
-Tampoco está acá - l e dijo a Rosa-. Sigamos buscándolo en
por qué, notas musicales dibujadas. Enormes negras
el pueblo.
y blancas. Fusas, semifusas, corcheas.
Recorrieron todas las calles, las defensas del río y las de la
"Espera, boludo, así no. Le diste con todo".
Corro, corro, voy. laguna.
Fueron al bosque y a todos los lugares que sabían que a él po-
Le llegaba la voz de su maestra de música de la pri-
drían servirle de consuelo o de refugio.

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Lo buscaron en la plaza. En la playa. En todas la calles del -Falta la canoa -dijo-, la que no tiene motor, la más pesada.
pueblo y de la Villa. -¿Qué pasa? -preguntó Clara, acercándose. Fernando venía
Pero no lo encontraron en ninguna parte. tras ella.
Pilar le explicó en pocas palabras.
»•* - ¿ N o habrá ido a pescar?
-No -respondió su hermano-. Ya me fijé. No faltan ni los riles
Clara contemplaba el río desde la terraza. ni las cañas. Solo se llevó la escopeta y los cartuchos.
Sus amigos jugaban a las cartas en la sala. Clara se acercó a Pilar y le apretó la mano. Las dos sabían que
Belén y Emiliano, apartados del grupo, se hacían mimos. Ernesto odiaba la caza.
Le llamó la atención no ver a sus padres ni a su abuela por -Hay que hacer la denuncia -dijo Emiliano-, y organizamos
ninguna parte.
para la búsqueda.
-¿Querés que hablemos? -le dijo Fernando, acercándose con -Yo los ayudo -dijo Fernando.
un mate. -No... -le dijo Clara-, no te preocupes. Mañana tienes parcial.
Y, sin esperar que ella le respondiera, se sentó a su lado. -No -respondió Fernando-. Yo voy con ustedes.
-Estuve charlando con mi hermana -le dijo-, sobre la casa. Ella
me contó cosas raras, de cuando era chica. De mi viejo.
***
Clara lo miró a los ojos.
- L a verdad -dijo Fernando es que tengo un quilombo en el Ernesto había pasado la tarde atormentado por los recuerdos. Mi-
mate. Ya no sé qué pensar. raba sin ver. Echado sobre el pasto mientras lo mojaba la llovizna.
Clara lo escuchaba con atención. Cerca del mediodía, había cortado la soga de la canoa para que
-Mañana -siguió Fernando- tengo que estudiar porque el martes se fuera a la deriva y no pudieran encontrarlo. Cuando lo hizo, la
tengo parcial. Pero después que rinda, el día que quieras te llevo manga de su campera se enganchó en las espinas de un aromo,
a la casa. Decile a Emiliano, para que venga con nosotros. No sé pero él no se dio cuenta.
todavía cómo son las cosas, pero yo no soy mi viejo, Clara. Estuvo un largo rato revolviendo un hormiguero con la punta de
-Gracias, Fer -le dijo ella. Y le dio un beso en la mejilla. una rama y vio cómo las hormigas coloradas salían enloquecidas
Él la retuvo y la besó en la boca. y dejaban al descubierto cientos de larvas blancas.
Metió la mano y se quedó mirando cómo las hormigas se tre-
*** paban por sus dedos, cómo lo mordían furiosas, cómo tapaban
el muñón de su índice, y luego subían por la muñeca y se metían
Cuando Pilar y Rosa estacionaron frente al parque, los amigos debajo de su ropa.
de Clara ya se habían ido. Solo quedaba Fernando, que estaba Se sacudió con indiferencia.
alistando sus cosas para marcharse.
Se puso de pie y buscó la escopeta que había apoyado en un
Pilar llamó aparte a Emiliano y le comentó que hacia horas
que buscaba a su padre y que no estaba por ningún lado. También árbol.
agregó, que había tenido pesadillas nuevamente y que estaba muy Vio un montículo de arena debajo de un sauce, algo alejado de
mal en la mañana. la orilla, y le pareció el lugar apropiado.
Él bajó corriendo hasta el muelle y regresó a los cinco minutos. Caminó despacio.
Se acomodó y esperó a que oscureciera.

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Volvió a bajar, esta vez cargando un cuerpo sobre su
No hay estrellas esta noche -dijo en voz alta mirando el cielo.
Se acordaba de una noche lejana, en que estaba con la Pato espalda.
en una de esas islas. Podría ser esta misma, ¿por qué no? Habían El sol de noche reproducía sombras alargadas sobre
ido a visitar a unos amigos que estaban escondidos y como no los las paredes de ladrillos desnudos.
encontraron se quedaron a esperarlos. Colocó el cuerpo en el pozo recién cavado.
La noche los sorprendió, recostados sobre el pasto, contem- Pero en lugar de cubrirlo con tierra, como le habían
plando las estrellas. ordenado, le quitó la sábana y dejó ese cuerpo magu-
-¿Y si damos un salto y nos caemos en ese pozo de luz, los dos llado y hermoso al descubierto.
abrazados? -le habia preguntado ella, acurrucada en su pecho. Se puso de rodillas.
-Y nos quedamos a vivir dentro de la luna -le respondió él Tocó la crucecita de oro que pendía del pecho de ella,
besándole el pelo-. ¿Ves? En esa mancha oscura, que es donde está rozando sin querer sus labios helados, y se persignó.
el nido de los enamorados. Después, subió por la escalera. Cerró con cuidado la
Ella se acariciaba el vientre que ya estaba creciendo. puerta del sótano.
Después, incorporándose con los ojos llenos de lágrimas, le Apagó el farol y salió a la noche.
había dicho:
-Tengo miedo.
-Yo voy a cuidar siempre para que nada te pase. N i a vos ni
al bebé - l e había prometido él. Después la había abrazado con
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desesperación, como si supiera de antemano todo lo que les Amanecía.
esperaba. El cielo era de un gris plomizo.
Ernesto cargó la escopeta con dos cartuchos. En el horizonte, el borde de las nubes se fue iluminando y un
La acomodó entre sus brazos y se metió el caño -frío y oxida- poco más tarde el sol se reflejó sobre las aguas.
do- dentro de la boca. Prefectura había patrullado toda la noche sin resultados. Solo
Un dolor visceral trepaba por su garganta. habían encontrado la canoa a la deriva con la soga cortada. Ahora
No pudo pensar en otra cosa que no fuera la Pato, en su último seguían con la búsqueda.
momento. Con las primeras luces del dia. Clara y Emiliano, acompañados
Temblando, apretó el gatillo. por Fernando, salieron en una lancha a motor a recorrer las islas.
Habían permanecido toda la noche despiertos, junto a Pilar. A
Rosa le habían dado un sedante para que durmiera unas horas, pero
antes del amanecer ya estaba levantada.
1977 - ¿ H a y alguna zona que a él le guste en forma particular? -pre-
El ruido sordo de la pala cavando la tierra retumbaba guntó Clara a su hermano.
en el espacio estrecho. - A l viejo le gusta todo. Y se conoce cada arroyo y cada islote
Cuando terminó, subió por la escalera empinada. Sus como la palma de su mano. Hasta los nombres se sabe.
borceguíes resonaban sobre los peldaños de madera. -¿Ustedes qué creen -preguntó Fernando-, que se perdió, que
El sudor corría por su frente y bajaba por sus cejas tuvo un vuelco con la canoa, o que cortó la soga a propósito para
cegándolo por momentos. quedarse solo y que nadie supiera dónde estaba?

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Se hizo un silencio. Pilar escuchaba a su suegra pero el pensamiento se iba detrás
-Yo creo lo peor -dijo Emiliano-. Estaba muy raro últimamen- de Ernesto.
te. Él no llevaría la escopeta para cazar. Creo que buscó un lugar -Mira esta. Fue en un concurso de disfraces. Tenía cinco años.
alejado a propósito. Le pregunté durante una semana de qué quería disfrazarse y él me
Clara lloraba. decía que no se disfrazaría. Pero cuando llegó el día estaba triste,
-¿Cuál sería el lugar más alejado, más oculto? -siguió Fer- así que le improvisé un traje de pirata con trapos viejos, y le pinte
nando. una barba. Le fabriqué un garfio con el gancho de una percha y le
Emiliano pensó unos instantes. puse un pañuelo rojo con lunares blancos. Mira la cara que tiene.
- L a s galerías. Sin dudas es el lugar más escondido. Vamos a Él quería asustar a todos. Y ganó el primer premio, no sabes la
tomar por este riacho y llegaremos enseguida. Pero el lugar es alegría que tenía.
insondable, como un laberinto. De pronto, Rosa dejó la caja sobre su falda y se puso a llorar
La embarcación iba despacio, con el motor regulando, esquivando quedamente.
camalotes. Emiliano y Fernando empujaban de tanto en tanto con -Ay, no puedo más, Pilar —dijo-. Me puse a revolver fotos viejas
una pala, para que la lancha no encallase en la arena. para no pensar, pero tengo mucho miedo.
Clara se había secado las lágrimas y ayudaba a mirar. Usaba Pilar se mordió el labio inferior, se acercó a Rosa, la abrazó y
un largavista. le respondió quedamente:
De pronto, el motor se atascó y se detuvo. -Yo también.
-Levántalo -le dijo Emiliano a Fernando-, mejor seguimos
con los remos. ***
Avanzaron en medio de canales estrechos debajo de las galerías
de enredaderas. Podían mirar hacia ambos lados, porque las orillas Fernando y Emiliano fijaron el ancla alrededor de un tronco.
estaban muy cerca. - E s un trozo de tela -dijo Clara tirando del colgajo rojo que estaba
Clara pegó un grito: enganchado en la espina del aromo-. Es de la campera de papá.
-Allá, miren -dijo entregando los prismáticos-. Se ve algo rojo en -Acá hay pisadas frescas -dijo Fernando.
las ramas. Mamá dijo que papá se había puesto la campera roja ayer. Levantaron la vista y divisaron la campera roja debajo del sauce.
-Sí, pero es solo una tira, o un papel -dijo Emiliano. Corrieron los tres hacia allí.
-Acerquémonos igual -dijo Fernando. Lo vieron mucho antes de llegar.
Remaron hasta la orilla. Amarraron la lancha y bajaron. El cuerpo estaba inmóvil. La escopeta estaba en una de sus
manos, caída sobre la arena y las moscas revoloteaban atraídas
*»* por la sangre.
Clara dio un grito y quiso abalanzarse hacia el cuerpo de su
Rosa había sacado una caja con fotografías antiguas. padre.
-Mira,esta es de su primer dia de clases. Cuando iba a empezar -Espera -le dijo Fernando con tono autoritario.
el jardín. Le habíamos comprado un piloto rojo con dos bolsillos Emiliano la abrazó, tratando de cubrirle el rostro.
que eran cucuruchos con helados. Y las botas iguales. Y acá está -No mires, no mires, Clari -le decía entre sollozos.
con el guardapolvo a cuadritos. No se ven los colores porque las -Todavía respira -dijo Fernando-. Hay que llamar de inmediato y
fotos son en blanco y negro, pero me acuerdo bien. pedir que tengan lista una ambulancia. Avisen que lo encontramos.

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-¿Lo cargo en brazos? -preguntó Emiliano.
-No -dijo Fernando-, no hay que moverlo. ¿Los bancos de la - Y a fue -dijo él-. Lo único que quiero en este momento es que
lancha pueden sacarse? estemos juntos.
- S í -dijo Emiliano. El celular de Fernando comenzó a sonar con insistencia. El
-Vamos a usarlos como si fuesen una camilla. Con cuidado, atendió con desgano.
despacio, Emi. - ¿ N o quedamos en que avisarías?
-¿Qué puedo hacer? -preguntó Clara. Era la voz de su padre.
-Trae mi mochila -dijo Fernando-. Está debajo del árbol. Tiene Fernando iba a improvisar una explicación, pero lo pensó mejor.
algunas cosas para primeros auxilios. Apagó el celular y lo guardó en el fondo del bolsillo.

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La lancha se movía lentamente ayudada por los remos. Clara
sostenía la mano de su padre, que estaba fría y sucia. El pecho de
Ernesto se movía imperceptiblemente. A medida que el sol se levantaba, el pasto se tornaba blanco.
Después de revisarlo y de analizar la postura en que lo encon- Eran las primeras heladas del invierno y era agradable observarlas
traron, Fernando dedujo que la escopeta había estado en la boca, y desde la sala caldeada, al lado del fuego que chisporroteaba en la
la mano de Ernesto en el gatillo. Supuso que, por alguna causa, en chimenea.
el momento del disparo, el caño se había movido y las municiones
Hacía casi un mes que Ernesto habia regresado a casa. Todos lo m i-
le habían pegado en la cabeza en lugar de atravesar el cerebro por
maban, pero él seguía ausente, ensimismado. Alejado de la realidad.
la boca. Tal vez un movimiento del brazo, o algún animalito. La
El olor a tostadas y a café llegaba desde la cocina. Pilar apa-
isla estaba llena de tucus. O tal vez, en el último instante, se había
reció con una bandeja cargada y la colocó sobre una mesa baja, al
arrepentido.
lado del fuego.
Pero se guardó muy bien de hacer comentarios. - M i amor -dijo-, tendrías que supervisar las cabanas. Hay
Ahora solo restaba apurarse para llegar cuanto antes y determinar detalles que necesitan de tu control.
la gravedad de las heridas.
-No tengo ganas -dijo Ernesto-. Quisiera que te ocuparas vos,
por favor.
A las pocas horas estaban en la clínica.
-Ernesto -le dijo Rosa-, no podes seguir así. ¿Por qué no con-
sultas a un médico? Te haría bien.
Pilar y Rosa habían entrado a verlo, junto a Emiliano.
-Seguramente -respondió él con desgano-, pero por ahora no
Ernesto estaba fuera de peligro. Las heridas en la cabeza eran
quiero ir. Tal vez más adelante.
superficiales. Las municiones apenas habían rozado el cuero ca-
Pilar se sirvió un café y lo bebió de pie. observando las obras a
belludo.
través de la ventana. Las cabanas estaban terminadas, solo faltaban
- L a cabeza sangra mucho -les explicó el médico-. Aunque esté las conexiones de luz, amueblarlas y decorarlas.
fuera de peligro está débil y además, tiene un estado emocional de Los albañiles trabajaban en las terminaciones de la piscina
mucho cuidado. Lo vamos a tener unos días en observación. y Emiliano les daba instrucciones a los jardineros, que estaban
nivelando el parque y plantando árboles.
Clara estaba en el pasillo y Fernando la abrazaba. Miró a Ernesto. Tenía la barba crecida, los cabellos revueltos
-Tu parcial -le dijo ella, preocupada.
y la bata mal atada sobre el pijama.

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-Este no es el acuerdo que hicimos cuando me propusiste regresar Los golpes sonaron en su puerta y Clara guardó el archivo y
a la Argentina, Ernesto -dijo Pilar-. No me habías dicho que me apagó la computadora.
tendría que ocupar de todo. Hace casi un mes que no pinto. -Ya estoy lista, bajo en un minuto -dijo.
-Me voy a la cama -dijo él como respuesta. Era sábado. Habían quedado en encontrarse con Fernando, frente
Rosa miró a su nuera y cuando estuvo segura de que su hijo no a la quinta, a media mañana.
la escuchaba le dijo: Tuvieron que posponer más de un mes la visita, porque un amigo
-No sé cómo lo podríamos ayudar. de Romero Arteaga, que vino desde Siena, se había instalado en la
-Él tendría que querer ayudarse, Rosa. Debe de haber algo que casa. Por fin había regresado a Italia y ahora estaba nuevamente
lo haga reaccionar. desocupada.
Volvió a mirar hacia el complejo. Levantó la vista y vio la El sol ya había derretido la escarcha cuando salieron.
torre de la toma de agua, sus ladrillos viejos, los nidos de loros, Caminaron despacio, mirando el paisaje.
el pararrayos. -¿Seguís extrañando Tarragona? -le preguntó Emiliano.
Entonces se acordó de las cajas de madera numeradas que -Menos que antes -respondió ella-. Lo que ocurre es que mis
habia visto una mañana de lluvia. Y decidió averiguar de qué se amigos de allá casi no me escriben. Con la única que seguimos
trataba. con los mails es con Juli. Alguna vez chateamos, pero es cada vez
más difícil. Los horarios son muy distintos y estoy muy ocupada
*** con la escuela.
- Y con Fernando Romero -le dijo Emiliano-. Te vi el domingo
Mensaje Original en la plaza del pueblo. Bueno, te vi es una forma de decir, me di
De: Clara Moncalvo < claris'ñyahoo.es > cuenta de que eras vos aunque la cara no se te veía mucho que
Para: lajulidetarraco ayahoo.es digamos.
Enviado: silbado. 2 de julio. 2005 20:15:12 -Podría decirse lo mismo de ti y de Belén. No parecen dos
Asunto: f Vivan los cambios!] personas, sino una, cuando están juntos.
Hola Juli. Ayer me emocioné al leer tu mail. Es verdad lo que -Yo no lo niego.
dices, que el tiempo ayuda, pero igual te extraño. A Xavi ya no. - Y yo tampoco.
El lo decidió de todas formas. Ayer le mandé un mail para de- -¿Cómo era que se llamaba aquel pobre chico catalán? ¡Ah, sí!
cirle lo que siento. Ya que no dio la cara, lo hice yo. Finalmente ¡Xavi! ¿Qué pasó con Xavi?
terminé aceptando que tenia razón mi abuela cuando me dijo que -Ya fue.
son buenos los cambios. Que hay que probar antes de elegir. Hay Bajaron por la Calle Mayor pisando la arena y vieron las nuevas
cosas que son extrañas. ¿Será que la memoria guarda sentimientos
construcciones.
en algún lugar de nosotros? Porque aunque extrañe lo de allá,
Los árboles enormes del Club se veían desnudos y grises, casi
me está gustando vivir acá. Hasta me gusta el mate, y aunque te
plateados, bajo el sol.
cueste creer/o. hasta ¡os baches que hay en ¡as calles. Y me gusta
-Me gustaría pintarlos -dijo Clara.
Fernando. Definitivamente. El domingo estuvimos juntos y me
-Me encantó tu último cuadro.
habló de su hermana Mercedes. Parece que ella le está abriendo
- A la profe le gustó más el de las islas, el que pinté aquel día,
un poco la cabeza. Le cuenta cosas de aquella época, de todo, no
¿te acuerdas? Me dijo que lo enviara a un salón.
solo de su viejo. Y él está cambiado. Imagínate que...
-¡Qué bueno, hermanita!

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Fernando estaba esperándolos en el portón de ingreso. -¿Y el nombre del albañil lo recuerda?
-¿Entramos? -les dijo después de saludarlos. -Sí, claro, cómo no me lo voy a acordar. Se llama Jacinto Poretti.
Emiliano se sintió raro. Había hablado todo el trayecto para no pero le dicen Mamboretá.
pensar en lo que pasaría cuando llegara. -¿Y usted sabe adonde vive?
No era cualquier sitio. Era la casa donde había nacido. Era el -Vive en Los Rosedales, pero bien al fondo, en una cortada.
lugar donde tal vez su madre había sido torturada. Pregunte por Mamboretá, que todo el mundo lo conoce. Él trabajó
Y seguramente donde había muerto. muchos años en esa quinta. Lo llamaban para hacer reparaciones,
Sintió un cosquilleo extraño cuando atravesaron el umbral y la para hacer arreglos de luz y esas cosas. Él me contó una noche,
puerta se cerró tras ellos. después de unos vinos, que había visto huesos de cristiano en esa
casa.
*** Pilar lo miró sin decir una palabra. Después se puso de pie e
intentó abrir una caja, pero estaba con candado.
Pilar le pidió a uno de los albañiles que la acompañara a la torre. -Déjeme a mí, tengo el cortafierro, lo hago saltar.
Le explicó que tenía que buscar unas cajas pesadas. El hombre hizo presión sobre el candado oxidado y se escuchó
En realidad, sentía temor de bajar sola. un ruido seco. El candado se abrió.
Llevó un farol a gas para alumbrar mejor y una linterna grande. Pilar levantó la tapa y se cubrió la boca y la nariz con un pañue-
Al bajar por los peldaños de cemento, sintió que el olor la lo. El olor a humedad era penetrante. Sacó una carpeta y alumbró
asfixiaba.
con la linterna.
-Hay que tener cuidado acá - le dijo el albañil. Parecía un expediente. Tenía la fotocopia de un DNI y fotografías
-¿Hay peligro de derrumbe?
de frente y perfil de un joven. Las fotos seguramente eran viejas,
-No. eso no creo, vea. Yo digo por los espíritus. Bueno, es mi por el color amarillento y por el peinado del chico.
mujer la que cree en esas cosas, ella siempre me dijo que este lugar De inmediato recordó la documentación que alguien había
estaba lleno. Dice que tiraban cadáveres, allá por los setenta. encontrado en Córdoba unos meses atrás. Eran legajos completos
-¿Y usted qué cree?
sobre desaparecidos en la dictadura.
- L a verdad, la verdad, no sé. Yo aquí nunca vi nada. Un escalofrío le recorrió la espalda.
Y después de una pausa, agregó: -¿Qué hacemos con esto doña? ¿Lo quemamos?
-Pero sí sé de otro lugar.
Pilar tardó unos segundos en reaccionar.
-¿De qué lugar?
-No, ni se le ocurra -dijo-. Estos son papeles muy importan-
Ya habían llegado a la pequeña habitación. Ella encendió el sol tes. Por ahora vamos a subir nada más que esta caja. Las otras las
de noche y el recinto se iluminó. Se sentaron sobre las cajas de dejaremos donde están.
madera y Pilar repitió la pregunta. El hombre colocó la caja sobre una madera y la arrastró escaleras
-¿Cuál es el lugar que usted me decía? Donde tiraban cadá- arriba mientras Pilar alumbraba.
veres. -Apúrese, por favor -le dijo ella-, me estoy ahogando aquí
-Mire, en realidad no fui yo el que lo vio. Es otro albañil. Tra- abajo.
bajamos en varias obras juntos y una vez me contó. Parece que era
en esa casa que salió en el diario. Por acá cerca. Frente al Club. L a ***
de un abogado. No me acuerdo el nombre.

98 99
Emiliano recorrió cada habitación, tratando de imaginar cómo -Tenía que ir hasta el pueblo -dijo Romero Arteaga- a pagar unos
habría sido para su madre estar en ese lugar. impuestos, y pasé a dejar algunas cosas que me dio tu madre.
Tocó las paredes, los pisos, miró a través de las ventanas. -¿Querés un café, viejo?
Ana, la mujer que habían entrevistado con Clara, había espiado -No, no -dijo el hombre-, gracias. ¿No me presentas a tus
a través de un ventiluz del baño. Pero dudaba que su madre hu-
amigos?
biera podido hacerlo. La imaginó con su vientre enorme, atada de
pies y manos, con una capucha en la cabeza, acurrucada sobre las - S í -respondió Fernando-. Ella es Clara y Emiliano. Son her-
baldosas. Le parecía verla en cada rincón, a pesar de que la casa manos.
estaba ahora totalmente reformada. -¿Y los dos estudian medicina? -preguntó el hombre.
Clara y Fernando lo dejaron solo y se sentaron en el jardín, al - E h . . . sí -dijo Emiliano-. Nos va a disculpar, pero ya nos te-
lado de la piscina. nemos que ir. Se nos hizo tarde. Adiós y mucho gusto.
Al rato Emiliano apareció en la puerta. Claray Emiliano abrieron la puerta antes de que Romero Arteaga
-Cuando quieran, podemos irnos. alcanzara a responder.
Los dos se dieron cuenta de que Emiliano no estaba bien. Tenía
la mirada rara. 16
-¿Cómo era la casa antes del arreglo? -preguntó Clara.
-Tenía otros pisos, otra disposición de las habitaciones. Acá por Todos los medios estaban en la torre de la toma de agua.
ejemplo, había un quincho. Pilar lo habló con Ernesto y, por primera vez en muchas semanas,
-¿Y sótano? ¿Nunca tuvo sótano? él pareció salir de su letargo.
- M i hermana Mercedes dice que cuando ella era muy chica Le dio indicaciones precisas.
había un sótano, pero no puede recordarlo con exactitud -respon- Se comunicaron con organismos de Derechos Humanos y cita-
dió Fernando-. Realmente no se ve nada que indique la presencia ron a los periodistas a una conferencia de prensa para lograr que
de un sótano. la noticia se difundiera.
-Pero podría estar tapado con el piso -dijo Emiliano-, con el Dentro de las cajas encontraron -entre muchos otros- los ex-
de este arreglo o con el de algún otro arreglo anterior, ¿no? pedientes de Ernesto y de Pato.
- S í . es verdad. Pero sería difícil encontrarlo. No habia ningún medio que no hablara del hallazgo.
-¿Y si probamos a golpear con un palo para ver si suena hueco? En los televisores aparecían tomas de la construcción vista
-propuso Clara. desde afuera y desde adentro, del río, y de las cabanas. Un paneo
Al rato, los tres golpeaban los pisos de la casa con palos de escobas de todas las cajas apiladas con sus números en el sitio en que las
que encontraron en un depósito. Hacían tanto ruido que no escucharon encontraron y Pilar declarando ante las cámaras:
el auto que se detuvo en la entrada, ni la puerta al abrirse. -Esperamos que esto pueda servir para algo. Sobre todo teniendo
-¿Qué estás haciendo, Fernando? en cuenta la causa que está en marcha. Seguramente habrá pruebas
-Papá. Me asustaste. ¿Cómo andas? Estábamos haciendo un en estas cajas, para determinar cómo organizaban los secuestros y
juego con mis amigos. Eh, habíamos hecho una apuesta y... desapariciones de personas por aquella época.
-¿No tenes un examen en estos días, hijo? Hubo quienes relacionaron a Pilar, por su acento español, con
-Sí, solo hicimos un alto en el estudio y ahora retomamos. ¿Y el juez Baltasar Garzón, asegurando que era una enviada de él.
vos? Qué raro que estés acá a estas horas. Otros afirmaban que alguien había puesto esas cajas ahí, porque no
podrían haberse conservado tanto tiempo en un lugar tan húmedo.

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Y hasta hubo quienes dijeron que era una treta para publicitar el - ¿ N o saben dónde vive Jacinto Poretti? - p r e g u n t ó Pilar.
complejo. - N i idea -respondió uno de los chicos a los que le preguntaron.
Tal vez era verdad que alguna mano anónima, para sacarse esas -Mamboretá -aclaró Fernando.
cajas de arriba o bien para darlas a conocer, las hubiera puesto en - ¡ A h , si! Mamboretá. Bueno, tienen que seguir derecho hasta
la torre hacía poco tiempo. Pero no había manera de probarlo.
que tape, y después...
Lo cierto es que el tema estuvo circulando en todos los medios,
en todas las casas. Siuuieron las indicaciones metiéndose en callejones retorcidos,
con cunetas llenas de barro y agua estancada.
Pero, poco a poco, el tema dejó de interesar.
Las casas se iban haciendo más bajas y más chicas y los patios
Las cajas numeradas quedaron en el juzgado.
más estrechos. Finalmente, volvieron a preguntar y alguien les
Ernesto volvió a su ostracismo.
indicó la última calle, y la cuarta casa.
Pilar regresó a los pinceles y Rosa volvió a contemplar la vida
Era un rancho bajo. Sobre el techo había ruedas oxidadas de
a través de los enormes ventanales de la sala.
bicicleta, pedazos de caños, esqueletos de vino. En el patio se amon-
- E l río está creciendo mucho -dijo una mañana-. Miren esos
tonaban ventiladores viejos, carcazas de lavarropas y heladeras,
camalotales tan grandes. Nunca auguraron nada bueno.
dos carros, varias bicicletas sin ruedas, cubiertas rotas, botellas,
Pilar dejó los pinceles y se puso a mirar el río. Sobre la orilla
y otros trastos.
se recortaba la torre de agua y ella, de pronto recordó, la charla
Algunas gallinas escarbaban la tierra reseca.
que había tenido con el albañil. El zanjón despedía un olor nauseabundo.
"Con lo de las cajas lo olvidé por completo", se dijo. La casa de al lado tenía todos los vidrios rotos en las ventanas
Buscó el papel con los datos y releyó el nombre: Jacinto Poretti, y un patio lleno de basura, pero tenía ropa colgada en una cuerda,
Mamboretá. Decidió que esa misma tarde les comentaría el tema
atada desde un clavo al tronco de un limonero seco. Señal de que
a Clara y a Emiliano.
estaba habitada.
-Mejor espérenme en el auto dijo Fernando-. No voy a tardar
• **
mucho.
Pilar hubiera preferido bajar, pero no dijo nada.
Fernando les propuso acompañarlos.
Desde el otro lado aparecieron los vecinos cuando él golpeó
Desde que se había puesto de novio con Clara, estaba mucho
tiempo con ellos. las manos. Y del rancho del albañil salió un perro sarnoso que no
-Mamboretá me conoce desde que yo era chico. El era amigo de tenía fuerzas ni para ladrar.
Alvaro, el jardinero, y vino a hacer muchos arreglos en la casa. No - ¿ A quién buscas? - p r e g u n t ó uno con cara de pocos amigos.
sé, desde limpiar la pileta, hasta hacer alguna cosa de electricidad - A Mamboretá.
o algo de albañilería. - A h , debe estar durmiendo la mona. Golpea bien fuerte.
A l rato salió una mujer, acomodándose la ropa y el pelo en-
-Pero lo que él pueda decirnos... -dijo Pilar.
marañado.
- A ustedes no les va a decir nada - l a interrumpió Fernando-.
Le dijo que esperara y como a los diez minutos, rascándose la
Esa gente tiene códigos que no rompe. A mí sí puede contarme,
cabeza, y envuelto en una frazada apol i liada, apareció Mamboretá
porque sabe que no voy a ir en contra de mi viejo.
en la puerta del rancho.
Aceptaron la propuesta de Fernando y se fueron los cuatro a
Cuando reconoció a Fernando, lo invitó a pasar.
Los Rosedales. Emiliano. Clara. Fernando y Pilar.
***

102 103
Rosa se veía envejecida, acurrucada en su sillón preferido, con a la sala, me abrazó con lágrimas en los ojos, y me dijo, te quise
una manta sobre las piernas. tanto. Después se acostó y ya no volvió a levantarse.
Parecía más pequeña que el día en que llegaron. Ernesto la escuchaba en silencio.
Ernesto la contemplaba sin que ella lo notara, mientras gara- -Tu padre era muy sabio -dijo Rosa-. Me enseñó a no lamentarme
bateaba en un cuaderno. por mis errores. Lino siempre hace lo que puede, me decía.
Ella miraba hacia un punto lejano, y suspiró. -Ojalá fuera tan simple -dijo Ernesto-. A veces uno hace cosas
Observaba los árboles desnudos del jardín, el césped amari- de las que después se arrepiente.
llento, y un poco más allá, el cielo gris uniéndose con el río en
-Nada puede ser tan grave, hijo. No pierdas la alegría. Es muy
un manchón de niebla. Los camalotes oscuros giraban cuando los
atrapaba un remolino. duro verte así.
-Nunca te conté cómo fueron los últimos días de tu padre -le -Pero es imposible vivir como si nada hubiera pasado, vieja
dijo de pronto. -dijo Ernesto-. Sobre todo si te sentís responsable.
-¿De qué hablas, vieja? -preguntó Ernesto- ¿No fue una muerte -¿De qué te culpas, hijo? ¿De estar vivo?
repentina como nos dijiste? -No quiero hablar, mamá.
-No -dijo Rosa-. No fue así. Él estaba enfermo, pero me pro- - L a s cosas no siempre suceden como uno cree -siguió Rosa-.
hibió que te avisara. Prefería que lo recordaras como había sido Te acordás que Marta, la enfermera, nos contó que Pato vino a
siempre. dejarte algo dentro de una caja de herramientas, después de que
-Entonces, no murió de un ataque al corazón. vos desapareciste. Aquí mismo, en la torre. Y yo pensaba, si ella
- L e diagnosticaron un cáncer fulminante -dijo Rosa-. Vivió vino hasta acá, pueden haberla seguido. A lo mejor la atraparon
tres meses desde la primera consulta. en el camino, y no en el rancho.
-¿Sufrió mucho? -preguntó Ernesto. -Ahora entiendo -dijo Ernesto-. Pilar te contó. Y tratas de
-Estuvo muy medicado -dijo Rosa-, con calmantes fuertes. buscar algo que me alivie.
No quiso hacer tratamientos porque el médico fue claro: no valía -Sí, Pilar me contó. Pero yo no te lo digo por eso. No intento
la pena. sacarte la culpa. Me puse a razonar, nada más. Analiza un poco. Si
-¿Y qué hizo durante ese tiempo? la hubiesen secuestrado en el rancho, nunca habría podido dejarte
- L e y ó - d i j o Rosa-. Miró fotos viejas. Puso sus papeles en orden. algo en la torre.
Me dio todo su amor, hasta el último momento. -Te agradezco la intención, vieja. Pero no me sirve.
-¿No quiso verme? -preguntó Ernesto. Ernesto subió las escaleras y cerró la puerta de su habitación.
-No es eso -dijo Rosa-. Él siempre tenía ganas de verte. Lo
***
que no quiso es que lo vieras desvalido.
-Pobre viejo -suspiró Ernesto. Mamboretá lo invitó a sentarse en el patio, en unas sillas con
- E l día antes de morir -siguió la anciana- parecía estar mucho
el níquel herrumbrado y los asientos rotos. La gomaespuma apa-
mejor. Se levantó después de muchos días de no hacerlo. Tomó una
recía debajo de los restos de cuerina y las patas se hundían en la
sopa y salió solo por el parque. No quiso que lo acompañara.
tierra.
-¿No lo seguiste?
El auto estaba estacionado en la esquina y no se veía desde allí.
- L o miré desde la ventana-dijo Rosa-. Acariciaba los árboles.
La mujer trajo el mate y se puso a cebar.
Olía las flores. Parecía estar despidiéndose de todo. Cuando regresó
-¿Qué te anda pasando, Fernandito?

104 105
-Tenemos una discusión con el viejo. Y quiero ganársela porque
es muy porfiado, vos ya lo conoces. Queremos encontrar el sótano. 17
Yo digo que está debajo del comedor y él me dice que no, que estaba Por un momento, Fernando pensó que no debería haberle dado
cerca de un lapacho que había hace tiempo. el dinero. Seguramente se lo gastaría en vino y estaría hecho una
El hombre lo miró en silencio. piltrafa cuando lo buscase.
Tomó el mate y carraspeó con fuerza. Después escupió sobre Pero se equivocó.
la tierra. El sol alumbraba con sus primeras luces cuando Fernando Ro-
- É l tiene razón. El sótano estaba justo al lado de un árbol, no mero llegó a la casa del albañil. Prometía ser una mañana luminosa
sé si sería un lapacho. y no tan fría.
-¿Hace mucho que lo sacaron, no? - p r e g u n t ó Fernando. Mamboretá lo estaba esperando con una bolsa colgada a la
- P u f - d i j o Mamboretá-, una pila de años. Tu viejo me mandó espalda.
taparlo. Ahí sacamos el árbol y rellenamos con escombros. -¿Listo? -le preguntó Fernando a modo de saludo y agregó-:
- Y después construyeron arriba -dijo Fernando- ¿Qué cosa? En un rato vas a estar desocupado, no te preocupes.
¿El depósito de las herramientas? - N o , si lo que me preocupa no es eso -respondió Mamboretá al
-No, no. El sótano estaba debajo de una piecita. A la piecita la subir al auto-. Estuve pensando. Ayer me agarraste medio dormido,
demolimos. Y unos meses después tu papá me pidió que use esos pero ahora vamos a hablar en serio. Yo no me creí lo de la apuesta.
escombros para tapar el sótano. Aquí hay algo raro.
-¿Y vos podrías decirme dónde está? ¿Lo podrías ubicar? Fernando asintió sin hablar.
Mamboretá lo miró con desconfianza. -¿Sabes lo que creo? - s i g u i ó Mamboretá-. Que lo de la apuesta
-Es una apuesta importante - d i j o Fernando-. Diez cajas de fue para hacerme picar con lo del vino. Yo puedo ser medio bruto,
vino del bueno. Te las doy todas a vos. Yo lo único que quiero pero no tengo un pelo de zonzo.
es ganarle al porfiado de mi viejo. Apostamos a que yo podría - N o se te pasa una, ¿eh?-respondió Fernando, mientras pensaba
encontrarlo. rápidamente en cómo cambiar la estrategia que había planeado.
Los ojos le brillaron al hombre. Lo pensó un rato y después dijo: Después de unos instantes, dijo-: A vos no se te puede engañar,
-Sea, pero vamos mañana, porque ahora estoy filtrado. ¿eh? Voy a decirte la verdad: mi viejo está bastante olvidadizo.
-Te busco a la mañana. No puede acordarse dónde mierda queda el sótano y me pidió
- N o , por la mañana trabajo. Tendría que ser por la tarde. O que averiguara. Pero no quería que supieras que él me mandaba.
mejor el domingo. Por eso inventé lo de la apuesta.
- N i pensarlo -dijo Fernando-. No puedo esperar tanto. Te doy -¿Y para qué quiere acordarse ahora dónde estaba el sótano?
unos mangos y le pagas a alguien para que te reemplace. Toma, te - É l tiene que hacer desaparecer los restos del sótano -respondió
doy para dos días, así después disfrutas del vino tranquilo. Fernando-. ¿Emendes?
Agradeció los mates y se alejó esquivando botellas y tarros. Mamboretá escuchaba en silencio, como sopesando las palabras
El perro sarnoso movía la cola y se echó sobre la calle cuando que Fernando le decía.
subió al auto. -Mira -siguió Fernando-, hace mucho mi viejo estuvo compro-
metido con ciertas cosas. Pero prefiere no hablar demasiado.
Al ver que Mamboretá se distendía, Fernando encendió el motor
y avanzó.

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El hombre lo miraba de reojo, sin abrir la boca. estaba arriba del sótano. Me dijo que cuando cortaban el césped se
Se sacudían con los baches de las calles. De tanto en tanto se podía romper la máquina. Mira si los iban a agarrar con la cortadora
cruzaba un caballo flaco o un chico descalzo que corría al lado de césped, con lo enterrados que están los cimientos. El problema
del coche. Pilar había insistido para que fuera con su auto y le era otro. No querían que nadie descubriera que había cimientos.
recomendó que no lo estacionara cerca de la casa. Yo leí el diario. La gente esa habla de un baño con un ventiluz por
-Pero quédate tranquilo -dijo Fernando después de unos minu- donde veían el arco del club. Era desde esa piecita. Por eso querían
tos-, si no querés ir, le digo a mi viejo que no y listo. sacar los cimientos. Pero no se acuerdan dónde puta están.
-Yo no dije que no iría -le respondió Mamboretá-. Yo nunca le Fernando estacionó el auto, pero no intentó bajar. Quería que
dije que no a tu viejo. Bueno, a no ser la última vez que me buscó, Mamboretá terminara el relato.
pero eso fue porque estaba herniado. - L a cosa es que cuando el tipo este de la cuatro por cuatro me
-Bueno -dijo Fernando-, entonces vamos para allá. buscó -siguió el hombre-, yo estaba recién operado de la hernia
- E n realidad -siguió Mamboretá- lo que no me gusta es que me y les dije que no. Claro, buscaron a otro Pero no encontraron los
oculte las cosas. No me gusta ahora, ni me gustaba antes. cimientos. Yo me di cuenta cuando vi la foto del diario. Se nota
-¿Por qué lo decís? -preguntó Fernando-. ¿Por lo que salió en bien clarito todo el patio escarbado, ¿no te diste cuenta? Lo dejaron
el diario? ¿Por qué él nunca te contó para qué usaba la casa? así con las palas. Pero no encontraron nada porque los cimientos
-Claro que nunca me contó -dijo el hombre-. Pero yo lo sabía no estaban ahí donde buscaron.
igual. Ya te dije. No soy ningún caído del catre. Siempre me dio -¿Y vos sabes dónde están? -preguntó Fernando-. ¿Tenes un
bronca que no confiara en mí. Jamás me dijo lo que pasaba en esa plano?
casa. Ahora digo, ¿no se daba cuenta de que yo escuchaba los gri- -No. qué plano -dijo Mamboretá- Yo sabía que tenía que acor-
tos? Al resto me lo imaginaba. Te estoy hablando de muchos años darme bien de la ubicación porque al ladito del sótano pasan los
atrás, ¿eh? Vos todavía ni habías nacido. caños del agua. Así que se me ocurrió contar los pasos. Lo saqué
El hombre se quedó pensativo unos minutos. Después continuó, de una película. El pirata enterraba el tesoro contando los pasos
como si pensara en voz alta. para no olvidar adonde lo escondía.
- L o del sótano fue lo peor. -¿Y te los acordás?
El hombre tosió con fuerza y escupió por la ventanilla del coche. - L o s anoté en mi libreta de enrolamiento, para no olvidarme:
Después lo miró y siguió hablando. tantos pasos desde el tejido, tantos desde la galería, tantos desde
-Me dijo que tenía que taparlo porque era peligroso por las el eucalipto. Igualito a los tesoros de las películas, nada más que
nenas. Lo de siempre, bah... Pedirme algo y no decirme la verdad. acá, en lugar de monedas de oro, hay huesos.
Como si yo fuera a deschavarlo. Pero imagínate que cuando me -¿Huesos?
puse a taparlo me di cuenta de todo. Por lo que vi, ¿no? - Y qué creías que iba a haber, ¿soldaditos de plomo?
Mamboretá hizo un silencio prolongado y Fernando se contuvo -Esos huesos...
para no preguntarle nada. Prefirió que siguiera hablando. - E s o también podes decírselo a tu viejo. Cuando se entere que
-Hace poco tu viejo mandó a un tipo a mi casa. Tenía una ca- sé lo de los huesos, se va a dar cuenta de que puede confiar en mí.
mioneta gris, de esas grandotas. Una tumba soy yo para esas cosas. ¿Bajamos?
- A h , sí. Una cuatro por cuatro -agregó Fernando.
-Eco. Una cuatro por cuatro. El fulano me dijo que tenía un ***
trabajito para mí. Que tenía que sacar los cimientos de la piecita que

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Era finales de julio. Las vacaciones de invierno ya habían Mamboretá caminó hacia un lado y otro del portón de la en-
terminado. trada, contando los pasos. Llevaba la bolsa de lona colgada en su
Hacía un tiempo que Pilar quería presentar unos cuadros de espalda.
Clara a un salón para que fueran expuestos, si es que los aceptaban. La abrió, tomó una estaca y un martillo y fijó la cuña de madera
Pero como quería que fuera una sorpresa, los embaló en secreto, en el césped. Después repitió la operación. Cuando terminó de
para que nadie se enterara. clavar la cuarta estaca, se rascó la cabeza y observó.
Rosa tejía una colcha inacabable al crochet, al lado de la chi- - A h í está - d i j o - . Entre esas marcas está el sótano. Ahí arriba
menea. se levantaba la piecita. Para los costados deben estar los cimien-
Afuera era un día diáfano. Frío, pero con mucho sol. tos, bien enterrados. Decile a tu viejo que ande con cuidado. Que
Los pájaros trinaban alborozados desde las ramas desnudas. haga sacar todo de noche. Si quiere, yo puedo mandarle a unos
-Los árboles ya tienen brotes - d i j o Rosa-, ¿te fijaste? muchachos de confianza, porque me salió de vuelta la hernia y no
- S í , los vi esta mañana -respondió Pilar-. Salí temprano a dar puedo agarrar la pala.
un paseo por el jardín. Me dieron ganas de empezar a diseñar los -Vos hoy hablaste de huesos -dijo Fernando.
canteros de las cabanas. Hay que poner muchísimos plantines. El hombre encendió un cigarrillo y largó una bocanada de
-Todavía van a caer heladas. No te apures. humo. Después habló.
-Tengo tantas ganas de que llegue la primavera -dijo Pilar-. A - S í . Fue fulero. Me acuerdo que hasta soñé con eso.
veces pienso que cuando haya flores, y las ramas estén verdes, a -¿Y qué hiciste con los huesos?
Ernesto se le va a pasar la tristeza. -Los dejé ahí, qué iba a hacer -dijo Mamboretá-. Ya se deben
-Seguramente -reflexionó la anciana-. A veces es cuestión de haber deshecho.
tiempo.
-Los huesos no se desintegran.
-¿Bajó esta mañana?
- ¿ E s o quiere decir que están acá todavía?
-No. Sigue en su cuarto -dijo Rosa con un suspiro-. Es una
-Por supuesto -dijo Fernando.
pena.
-Eran huesos de cristiano, de eso estoy seguro.
-¿Qué estás haciendo?
Mientras Mamboretá terminaba su cigarrillo, Fernando sacó una
-Tejiendo una colcha -respondió Rosa-. ¿Qué te parece? A mis
cinta métrica, midió y dibujó un plano exacto del lugar. Después
años. No sé si voy a poder terminarla.
-¡Rosa! Esas cosas no se dicen. A l contrario. Tienes que decir: quitó las estacas y se las devolvió al hombre.
-Mejor no dejar rastros -le dijo-, por los periodistas.
"Voy a hacer cinco como esta".
A l rato estaban frente al rancho. Bajó las cajas con el vino. Sacó
- N i loca. Con el trabajo que me cuesta.
unos billetes y se despidió del hombre.
Una silueta se reflejó en la pared de la sala.
Se alejó despacio, esquivando a un grupo de nenes que corrí',
- ¿ N o fuiste a la escuela? - p r e g u n t ó Rosa.
-Habia plenarias -le dijo Clara-. ¿Y Emiliano? ¿No volvió? al lado del coche.
-Todavía no. ¿Quieres acompañarme hasta la toma de agua? Me Cuando llegó a la ruta, detuvo el motor. Sacó el MP3 que l!c\ a a
gustaría ver cómo se pueden hacer los arreglos. colgado del cuello, y verificó si todo se había grabado bien.
-Tomo un café y vamos -respondió Clara, mientras las saludaba
con un beso.

***
110 111
18
A muchos kilómetros de distancia, un hombre contemplaba el
paisaje desde el ventanuco de un altillo.
Estaban sentados en la sala. Era domingo. El cielo gris estaba calmo. No soplaba el viento.
Había presagios de lluvia en el aire. La nieve había comenzado a caer en enormes copos.
Adentro, el fuego chisporroteaba en el hogar. Emiliano lo Los pinos se iban cubriendo con una capa blanca y etérea. Como
atizaba.
un mantón de encaje.
Conectaron parlantes al MP3 y la voz de Mamboretá inundó El hombre tosió varias veces.
la sala.
-¿Y? ¿Qué le parece? -se escuchó al otro lado del teléfono-.
Cuando terminó la grabación, nadie podía decir una palabra.
Después de un rato, Ernesto preguntó con voz ronca: ¿Va a venir?
-¿Qué vas a hacer con eso? Carraspeó. Volvió a toser y repitió con menos convicción.
No lo sé -respondió Fernando-. Yo sé que es una prueba im- - E s que no ando bien. Estoy muy enfermo.
portante. Pero sé que sería mandarlo en cana a mi viejo. Es muy -Pero es muy importante su testimonio, usted lo sabe.
difícil decidir esto. - S í , pero...
Todos estaban en silencio. - L e mandamos los pasajes en avión. O mejor, yo mismo voy a
-Puta madre -dijo Fernando dando un golpe sobre la mesa. buscarlo. Lo alojaremos en un buen hotel. En dos días podrá estar
Ernesto preparó el mate, por primera vez después de mucho de regreso.
tiempo de no hacerlo. Echó lentamente el agua y se lo tendió a -No es eso solamente -dijo el hombre-. Ya sabe. Los que ha-
Fernando. blaron, siempre terminaron mal. Mírelo a Scilingo.
Clara lo acariciaba. - E s distinto. Lo único que tiene que hacer usted es confirmar
- E s realmente una decisión difícil -dijo Ernesto-. Si presentaras cuáles son las casas que funcionaron en aquella época. Lo mismo
esas pruebas, tendrías una ruptura definitiva con tu familia. Creo que declaró frente a Jaime de Nevares.
que es importante que sepas que no estarías solo. -Una cosa es hablar frente a la CONADEP y otra muy distinta
Fernando lo escuchaba con atención.
hacerlo frente a un juez.
-Yo te ofrezco, te ofrecemos, porque estoy seguro de que todos -Pasaron muchos años, Fermín.
están de acuerdo, trabajo y un espacio donde vivir. Te dejaríamos -Por eso mismo. Pasó demasiado tiempo. Ya nada vale la pena.
una cabana como vivienda exclusiva para vos y te contrataríamos
Una fuerte puntada en la espalda lo obligó a sentarse.
para trabajos administrativos con total libertad de horarios. Así
Se escuchaba su tos a través del teléfono.
podrías mantenerte hasta que te recibas.
-Piénselo un poco más. Yo mañana vuelvo a llamarlo.
Ernesto hizo silencio durante unos minutos y después agregó:
Cuando colgó el teléfono se puso a hurgar en un cajón de fotos
-Solo quiero que sepas que podes contar con nosotros.
viejas.
Fernando se puso de pie y miró a través del ventanal.
Tomó una y la acercó a la luz mortecina de la lámpara. Él agitaba
Una canoa se debatía contra la correntada del río y el viento.
una pancarta de Montoneros, sonriente. Silvia estaba a su lado. Fue
Una garza blanca picoteaba en la orilla del agua.
La lluvia caía mansamente. el mismo día en que Perón los echó de la Plaza.
Sacó otra foto amarillenta. Silvia y él, cuando se compraron el
Citroen. Y otra más. besándose.
***
En medio de las fotos, encontró una carta.

112 113
Se puso a leerla. impresionó fue la puerta del sótano. Es de doble hoja. En un
Afuera, la nieve cubría los coches y las calles. cartel dice que por esa puerta se llevaban a los prisioneros
cuando eran "trasladados". Esto era cuando los cargaban en
*** aviones y los tiraban con vida al mar. Toqué la puerta, gris, de
metal, con un candado. Parece una puerta cualquiera, inofen-
Mensaje Original siva. Me imaginé a la mamá de mi hermano tocando la puerta
De: Clara Moncalvo < clarisfyy ahoo.es > de la casa de Fernando. Es demasiado fuerte enterarte de estas
Para: lajulidetarracoqyahoo.es cosas, amiga. Y es demasiado fuerte para Fernando lo que tiene
Enviado: miércoles. 2 de agosto. 2005 23:10:04 que decidir, pobrecito. Presentar esas pruebas es cortar defi-
Asunto: [La ESMA] nitivamente con su padre, que por más hijo de puta que sea. no
deja de ser su padre. Es una decisión tremenda. Pero tiene que
Amiga, estoy tan angustiada que necesito escribirte. Un año
tomarla solo. No puedo ayudarlo. Es tan difícil todo.
atrás, no tenía idea de todo lo que le había pasado a mi viejo, a
mi hermano, a su madre. Vivía como en un huevo. Ayer estuvi- Clara cerró el ordenador y apagó la luz.
mos en Buenos Aires con el colé, para hacer la excursión que te
Dio vueltas en la cama sin poder dormir durante un largo
conté en el último mail. Una visita guiada a la ESMA. ¿Te das
cuenta, Juli? Las casualidades no existen. Mientras Fernando se rato.
debate con las pruebas que tiene contra su padre, para decidir La luna asomaba de tanto en tanto, iluminando las agitadas
si presentar/as o no, yo tengo que ir a ese lugar siniestro, como aguas del río.
para comprender más lo que pasó. Encendió la radio y la voz de Joaquín Sabina le cantó:
Me pediste que te contara. No sé por dónde empezar. El Este hacerse mayor sin delicadeza
lugar es como si fuera una ciudad abandonada. Es realmente Esta espalda mojada de moscatel.
una pequeña ciudad, con calles, edificios y plazas. Una ciudad Este valle de fábricas de tristeza.
impenetrable rodeada por rejas de puntas afiladas y garitas, Esta espuma de certeza.
desde donde los guardias armados custodiaban para que nadie Esta colmena sin miel.
pudiera entrar ni salir. Hoy parece un cementerio. Me hizo En ese momento, su celular emitió un tono prolongado.
acordar a la película "La caída", que vimos en Tarragona el Se sentó de un salto en la cama y leyó el mensaje: "Decida lo
año pasado con tu padre, ¿te acuerdas' Era como contemplar el que decida, quiero que sepas que te amo con toda mi alma. Fer".
bunker de Hiller, después de que él se suicidó. Todo está vacío, Por primera vez, sintió que crecer era doloroso.
pero está lleno de silencios. En eso pensaba cuando caminamos
en una parte que se llama Capucha. Los secuestrados estaban
acostados en espacios más estrechos que un ataúd, separados
por tabiques de madera, con los ojos vendados, golpeados,
19
encadenados, como estaba seguramente la mamá de Emiliano Empezaba la última semana de agosto y era el cumpleaños de
en esa casa de mierda. En el subsuelo los torturaban. Mientras Clara.
caminábamos por ahí nadie hablaba, y mira que el grupo es
Pilar le llevó el desayuno a la cama y se disculpó porque tenía
muy ruidoso. Creo que a todos nos pasaba lo mismo, en medio
que ir a la ciudad para terminar unos trámites.
de ese silencio nos parecía escuchar los gritos. Lo que más me
Ella remoloneó un rato antes de levantarse.

114 115
Imaginó a sus amigos de Tarragona en la Playa Larga, tomando El resplandor de la tarde entraba en la habitación.
sol, caminando sin apuro, mientras organizaban las noches del La quietud de la casa se le hacía insoportable.
verano con bailes y tragos en el puerto. Su mujer estaría de compras y era la tarde libre de la muchacha.
Imaginó a Xavi, hablando de cosas nimias. Haciendo planes En su mano estrujaba una hoja de papel.
absurdos y superficiales. Sin percatarse de que el mundo era un El nudo de la corbata le molestaba, pero no intentó aflojarlo.
sitio complejo. Respirando con dificultad, se sirvió un whisky doble, sin hielo
"Me estaré poniendo vieja'", pensó. y se lo tomó de un trago.
Su madre la había sorprendido el día anterior, con la noticia El alcohol le quemó la garganta.
de que habían seleccionado uno de sus cuadros. El de las islas, el Abrió la nota y volvió a leerla. Después, bajó al locutorio de la
de Emiliano. Pilar le confesó que lo había enviado a un salón sin
esquina para hacer varias llamadas. No quería hacerlas desde su
consultárselo.
celular ni desde su casa.
Por la mañana le había dejado el recorte del diario con una foto
y un comentario halagador sobre su obra, bajo el titular "Adoles-
***
cente que promete".
Clara se rió con ganas después de varios días sin hacerlo. -Clari -dijo Pilar, acariciándole el pelo-, yo sé que hoy es tu
Se quitó el pijama y se cambió con lentitud. No ¡ría a clases cumple y que no tengo mucho derecho a pedirte cosas, pero nece-
hoy. Ya lo había decidido. sito que me ayudes con algunas ideas para la decoración del salón
Hacía mucho frío todavía, pero faltaba un poco más de un mes grande. Elegir cortinas, adornos, cuadros.
para la primavera, y ya se notaban algunos cambios. -¿Tiene que ser ahora? -protestó Clara-. No tengo ganas, ma.
Salió a la terraza. El sol era tibio y sintió una sensación agra-
dable. Y además ya es casi de noche.
- E s un momento, nada más -insistió Pilar-. Y después podemos
Emiliano estaba pintando el muelle, mientras dos hombres
hablar del sábado. ¿Vendrán tus amigos para festejar el cumple?
plantaban palmeras y echaban más arena en la playa. Ya habían
- E s o me suena a extorsión, Pilar -dijo Emiliano entrando en la
colocado varias sombrillas de paja y el paisaje se veía diferente.
Extrañaba a Fernando. cocina-. Qué mal está eso.
Evidentemente ya había tomado su decisión. No había vuelto a -Emiliano -dijo Pilar-, mal está lo tuyo. La incitas a la rebelión.
llamarla. Tal como ella temía. Los tres se alejaron riendo en dirección a las cabanas.
Cuando pensaba en él, sentía una leve opresión en el pecho. -¿Y la abuela dónde está? -preguntó Clara- No la vi en toda
"Pasará", le había dicho su abuela, "como todo en la vida". la tarde.
Cuando entró a la sala, Rosa la estaba esperando con un regalo. -Tenía turno en lo del médico. Tu padre la llevó hace un rato.
La abrazó y se dispuso a abrirlo. Ya deben de estar por llegar.
Cuando abrieron la puerta del salón, las luces se encendieron
*** de golpe, y se escuchó un grupo de voces cantando el "cumpleaños
feliz", con muchas ganas.
Romero Arteaga regresó temprano del estudio. Estaban todos. Ernesto y Rosa, con una torta enorme llena
Entró al comedor y se sentó en un sillón que estaba apoyado en
de velas encendidas. Y sus amigos: Nadina, Luciano, Federico y
la pared, al lado de la puerta. No encendió las luces.
Belén.
Todos.
116 117
Menos Fernando. El Equipo de Antropólogos Forenses estaba trabajando en el
Comieron un asado y charlaron durante un largo rato. Después, interior del jardín, junto con algunas personas de Derechos Hu-
los grandes se fueron a la casa. manos.
-¡Qué bueno esto! -dijo Luciano- Cómo me gustaría tener un Había montículos de tierra sobre el césped, y restos de escom-
lugar así.
bros.
-Clari, ¿te gustó el regalo? -preguntó Nadina.
Una periodista relataba los hechos frente a las cámaras.
- M e encantó. ¿Cómo supieron que era eso lo que quería? Yo no - E l juez de la causa ordenó un allanamiento en la casa donde
se lo había dicho a nadie.
supuestamente funcionó un centro clandestino de detención du-
-Humm me parece -dijo Fede-, que ya te conocemos mucho. rante la última dictadura militar. La denuncia habría sido radicada
Belén y Emiliano estaban apartados del grupo, haciéndose acompañada de un plano, y de una grabación, en la que se informa
arrumacos.
sobre la existencia de un sótano con restos humanos.
Pusieron música.
Clara apretaba la mano de Fernando, imaginando todo lo que
Clara esperó a que se pusieran a bailar y salió al parque.
sentiría en ese momento. Rosa y Pilar escuchaban el relato desde
La noche estaba estrellada y salía un humo blanco y espeso de
la chimenea de la casa. el sillón de la sala.
- E l Equipo de Antropólogos que está trabajando en este mo-
Se sentó en un banco y se puso a mirar el río.
mento -decía el locutor-, se encargará de tomar muestras de los
Lo extrañaba. Y pensaba en él todo el tiempo.
restos óseos, para -en una segunda etapa- determinar la identidad
Una sombra cruzó el jardín, pero Clara siguió concentrada en
sus pensamientos. de los mismos y la fecha de defunción.
El frío era penetrante. Ernesto se había recluido nuevamente en su habitación.
Unos pasos breves se sintieron sobre el sendero de grava. -Dios mío -dijo Rosa-. Cuánta crueldad.
Después, el silencio. Fernando se puso de pie y salió afuera.
Sintió su perfume antes del abrazo.
Y sintió que la vida se acomodaba. ***
Fernando la hizo girar, y la besó en la boca, después le cubrió
de besos los ojos, las mejillas, el pelo. Fermín de Santis cerró su abrigo. Llevaba solo un bolso de
- L o decidí, por fin, mi amor -le dijo-, lamento haberme de- mano.
morado, pero no fue fácil. Un hombre con anteojos oscuros lo acompañaba cuando subieron
Ella abrió sus brazos y lo apretó contra su pecho. por la escalinata del avión. Y la tos, persistente, que por momentos
-Te amo -le dijo-, te amo. lo hacia doblar en dos.
Los dos estaban llorando. Las barredoras quitaban la nieve de la pista de aterrizaje.
Las montañas con sus picos blancos se recortaban en el cielo
despejado.
20 - N o me queda mucho tiempo -dijo Fermín-. Por eso acepté ir.
- A lo mejor se equivoca -le dijo el hombre.
Las calles que bordeaban la quinta de Romero Arteaga estaban
-¿Te olvidas que soy médico?
llenas de gente. Periodistas, estudiantes, vecinos y curiosos. Los
-Sabe bien que no me olvido de nada.
policías habían vallado la casa para evitar intromisiones.

118 119
El avión carreteó un rato largo antes de levantar vuelo. que no tuviera miedo, o sentado al lado de mi cama cada vez que
-Tal vez. ni alcance a volver -dijo Fermín con voz apagada. estuve enfermo, o buscándome en la escuela al regreso de alguno
-Muchas veces me pregunté -le respondió el hombre quitándose de sus viajes. Y ahí siento que lo quiero. Que no puedo odiarlo
los anteojos- si fueron los remordimientos lo que lo llevaron a de verdad. Sin embargo, lo denuncié. Y sé todo lo que se le viene
hablar con Jaime de Nevares. ahora. Él nunca me va a perdonar. Y yo, no sé cómo voy a hacer
-Siempre sentí que la vida es redonda -respondió Fermín-. Más para vivir con todo esto.
tarde o más temprano, las cosas se cierran. La voz de Fernando se quebró.
-Ahora mismo -dijo Fernando-, cuando veo las noticias en la
tele, me dan ganas de correr a casa y abrazarlo. Me dan ganas de
***
pedirle que me perdone. A pesar de que sé que es él, el único que
Clara siguió a Fernando cuando él salió al jardín. debe pedir perdón.
Se sentaron en un banco, debajo de la pérgola de glicinas. Fernando se puso a llorar como un chico, mientras Clara lo
- N o se dio cuenta -dijo Clara-. No lo dijo con maldad. abrazaba.
- ¿ D e qué hablas, mi amor? -le preguntó él.
-Del comentario que hizo mi abuela. • **
- E s t á bien -dijo Fernando-. Ella tiene razón. Es una crueldad.
Y mi viejo estuvo metido en eso. No voy a negarlo, ¿no? Aunque Ernesto estaba tumbado en la cama, haciendo zapping, sin
me joda, sé que es así. ánimo para hacer nada. De pronto, apareció la quinta de Romero
-Nunca me contaste lo que pasó entre ustedes. ¿Prefieres no Arteaga. Subió el volumen y supuso que hablarían de los restos
hablar de eso? encontrados. Prefería escuchar la noticia a solas. Pero estaban
- A l g ú n día tendríamos que hacerlo. hablando de otra cosa.
Fernando arrojó una piedra hacia lo lejos. Miró hacia las islas ... un testimonio clave viene a sumarse a esta causa -decía el
:
y dij° periodista-. A estas horas, Fermín de Santis está declarando
- D i muchas vueltas antes de decidirlo. Pensaba en todas las cosas ante el juez y durante la jornada se espera que pueda hacer un
jodidas que tiene mi viejo, pero no podía olvidarme - n i puedo- de reconocimiento ocular para confirmar si esta casa, propiedad
las cosas buenas. Del amor que me dieron, de los cuidados. ¿Sabes? de un reconocido profesional de nuestro medio, fue uno de los
Una vez leí una novela de una chica que fue apropiada por milicos centros clandestinos de detención en los que él habría operado
y ella decía lo mismo, que sus viejos eran buenos. Y en realidad sus durante la última dictadura militar. Para los que recién encienden
viejos eran los asesinos de sus verdaderos padres. Pero ella decía el televisor, les recordamos que Fermín de Santis participó -se-
que la habían cuidado, que les debía la vida y todas esas boludeces. gún su propio testimonio, brindado ante Jaime de Nevares para
Y a mí ahora me pasa lo mismo. Los odio y los quiero. la CONADEP- asistiendo a los detenidos durante las torturas
Fernando contemplaba el rio con la mirada distante. en tres casas de operaciones de nuestra provincia, que -según
sus declaraciones- puede identificar. Una en San Andrés, otra
-Por momentos pienso - c o n t i n u ó - que son una mierda, que me
en Coronel Domínguez y la tercera, en las afueras de Villa del
cagaron la vida. Que mi viejo es tan asesino como los que torturaron
Lago. Esta noche estará en el programa de investigación perio-
y mataron a esa gente. Aunque no lo haya hecho con sus manos. Y dística "Todo o nada", emitido a las 22 por nuestro canal y les
mientras siento ese odio, aparecen las imágenes de mi infancia. Lo recomendamos que no se lo pierdan.
veo a mi viejo contándome un cuento una noche de tormenta para

120 121
Esa noche, por primera vez en muchas semanas, Ernesto parti- -En esas casas presencié la llegada y partida de numerosos
cipó después de la cena. Estaban todos sentados en la sala frente detenidos ilegales, encapuchados y amarrados. A mí me obligaban
al televisor a las 22 en punto. a participar como médico asistente y pude ver cómo los tortura-
En la pantalla apareció un primer plano de Fermín de Santis. ban.
Sus escasos cabellos le caían desordenadamente sobre la frente. -Usted ya era médico en ese entonces - i n t e r r u m p i ó el perio-
Unas pronunciadas ojeras subrayaban su mirada. dista.
-Como todos saben -dijo el periodista en la apertura-, du- - N o . Yo no era médico en ese momento, sino estudiante de
rante el dia de hoy. el juez ha ordenado la prisión preventiva del medicina. Y f u i . como dije, detenido como militante montonero
doctor Carlos Romero Arteaga, un conocido abogado de nuestro y obligado a prestar las funciones que declaro. Era bastante com-
medio, después de que Fermín de Santis confirmara que su casa plicado, yo era solo un estudiante y no tenía demasiados conoci-
de fin de semana, en Villa del Lago, fue -como se denunciara mientos todavía. Pero ellos me presionaban y yo debía revisarlos
oportunamente- una de las casas que la última dictadura usó como
y decir cómo iban. A veces el que manejaba la picana tenía pocos
centro de operaciones. También les recordamos que esto sucedía
conocimientos y más de una vez el detenido se moría. En todas
mientras el Equipo de Antropólogos Forenses tomaba muestras
las casas pasaba esto.
de restos óseos encontrados en el patio de dicha vivienda. Según
-Específicamente en esta casa de Villa del Lago, ¿usted recuerda
algunas versiones que circulan por estas horas, los restos huma-
que haya habido mucha gente fallecida?
nos podrían pertenecer a una joven que falleció durante torturas
en ese lugar, a finales del 77. Marta Acuña, una enfermera que -En realidad solo puedo hablar del tiempo en que yo estuve.
dice haber asistido a esta joven durante el parto, se presentó para Fueron dos. Un muchacho, que supongo que sufría del corazón
dar su testimonio. Recién esta mañana hemos podido confirmar porque con la primera descarga falleció. Y una chica, bastante
la noticia y es posible que acepte participar en nuestro próximo joven. Yo estoy seguro de que ella acababa de parir, aunque nadie
programa. me lo confirmó. Esos fueran los que yo v i , pero seguramente hubo
más. claro.
-Marta... -dijo Rosa en un susurro. -¿Y los cuerpos eran sepultados ahí mismo, en la casa?
Emiliano estaba pálido, escuchando al periodista. Ernesto se - E l tema de los cuerpos siempre fue un problema. Una de las
mordía el labio inferior, pero no se movió de su asiento. preocupaciones de los torturadores era ver cómo podían compro-
- S e ñ o r de Santis, lo escuchamos... meter a las unidades que los habían detenido para que se hicieran
- A mí me detuvieron en el año 77. como militante montonero cargo de los cadáveres. En algunos casos lo lograban. Yo sé que al
y después de unos meses, me ordenaron que me presentara ante principio, a los de esta casa los llevaban a una fosa común que habia
el destacamento de inteligencia de esta ciudad, cuyo jefe era el en un monte cercano al cementerio. A l muchacho que mencioné lo
teniente coronel Raimondi. Había muchos militares en ejercicio, llevaron ahí. Pero con la chica ya no se pudo, no sé bien por qué
algunos retirados y tres civiles. Todos los nombres figuran en las cuestión y finalmente decidieron lo del sótano.
declaraciones que hice ante la CONADEP en su momento y, esta
- O sea que el cuerpo encontrado, solamente podría pertenecer a
mañana, ante el juez que atiende la causa. También confirmé que
esa joven que usted recuerda, que supuestamente acababa de parir.
habia tres casas operativas y hoy he reconocido una, que está en -Yo diría que sí.
Villa del Lago.
El periodista tuvo que aguardar unos instantes para preguntar.
El hombre hizo una pausa y miró hacia las cámaras. Después Hasta que De Santis dejó de toser.
continuó. -¿Y los que no morían? ¿Cuál era su destino?

122 123
-Los que estaban mal eran internados en hospitales. Algunos Se peinó sin mirarse en el espejo y corrió hasta el muelle.
eran trasladados a otros centros o blanqueados en cárceles comunes, Faltaba poco tiempo para que inauguraran las cabanas y la
según los casos. Otros salían en libertad. primavera estallaba en el jardín.
-¿Había alguna otra persona, como en su caso, que perteneciera Fernando y Clara subieron al bote y se dejaron arrastrar por
a alguna organización? la corriente.
- S í . Yo no era el único. Había un muchacho Guillermo, de ape- Él la acaricaba, le besaba el cuello y el pelo. Le susurraba
llido Balbuena, que era veterinario, o estudiante de veterinaria, ya palabras tiernas.
no me acuerdo, y un tal Juan Quiroga, oriundo de Ayacucho. A este Ella sonreía, feliz.
creo que le decían el Turco. Pero este Quiroga era otro caso. Se Olvidada del mundo entre sus brazos.
rumoreaba que él era un milico infiltrado entre los montoneros, que Espesos nubarrones se levantaban desde las primeras horas de la
no que era un militante de verdad. Yo en cambio actué obligado y lo mañana y cerca del mediodía, el cielo comenzó a ponerse oscuro.
único que hice fue asistir en la tortura, avisar cuando había peligro -Mejor bajamos a guarecernos en esa isla -le dijo é l - , hay un
de que el torturado se muriera. Nunca delaté ni torturé a nadie. Y refugio de pescadores y si se levanta tormenta estaremos prote-
si acepté venir a este programa fue para dejar esto bien claro. gidos.
La cámara hizo un primer plano de los ojos de Fermín de los Amarraron la cuerda con dos vueltas al tronco de un timbó
Santos y fueron a la pausa. enorme y caminaron entre los pastizales, abrazados.
Ernesto, al escuchar el sobrenombre del Turco pensó inme-
diatamente en su amigo. Claro que "su" Turco no era de apellido ***
Quiroga. Ni se llamaba Juan.
"Pobre Turquito", pensó Ernesto. Emiliano estaba solo en la cabana de Fer. Su padre y su abuela
Lo habían matado a plena luz del día. En una calle muy tran- se habían ido con Pilar hasta la ciudad y no regresarían hasta la
sitada. noche.
Pocos días atrás, pasando en ese sitio, imaginó a su amigo Esperaba el resultado de los análisis de los restos óseos que
cayendo bajo las balas, salpicando con su sangre las paredes de lo hallaron en la casa. Y ahora se preguntaba qué importancia tendría
que antes había sido un banco y ahora era un supermercado. para él si se verificaba que eran de su madre. No la había conocido.
Pero prefería mantener la imagen del Turco de cuando estaba No había aprendido a quererla. Y seguramente no le cambiaría la
vivo. Con su sonrisa eterna. Su mirada luminosa. Y supo que sen- vida saber que esos huesos tendrían un lugar definitivo. Tal vez
tiría para siempre el último abrazo que se dieron. eso le hubiera servido a su abuela Celita. El, en cambio, hubiese
preferido conocerla.
O que esta historia antigua que salía a la luz sirviera, al menos,
21 para acercarlo a su padre. Sin embargo, Ernesto estaba más ausente
que nunca, debatiéndose con todas las culpas que arrastraba desde
Era un sábado de mediados de octubre. hacía casi treinta años.
Clara se cambió para ir a navegar con Fernando, mientras pen- Un trueno rasgó la calma del mediodía. Los relámpagos ilumi-
saba en lo que su hermano acababa de contarle: "No digas nada naban la habitación y él podía ver cómo se dibujaban los rayos en
todavía, pero Belén tiene un atraso". La idea de ser tía la ponía el cielo oscuro.
como loca. Estaba eufórica, pero no podía compartirlo con nadie. Emiliano se arrebujó en la colcha.
Emi confiaba en ella.

124 125
Él seguía tan triste y solo como se había sentido durante toda -Te amo -respondió-. Vení enseguida que hay que celebrarlo.
su vida. Después, con los ojos llenos de lágrimas, pensó que la vida le
Su infancia había sido una época gris, oscura, que prefería no estaba haciendo un regalo.
recordar.
Las noches eternas plagadas de pesadillas: su abuela, que nunca ***
quería hablarle de sus padres; sus ganas de tener una vida como to-
dos, con familia, con hermanos, con alegrías y hasta con peleas. La lluvia los alcanzó antes de llegar al refugio. Caía como si
Cuando cumplió los nueve años por fin conoció a Ernesto. alguien estuviese echando baldazos de agua. Los truenos sacudían
Lo esperó con su mejor ropa, "quietecito, sin jugar para no las precarias paredes y los relámpagos iluminaban la isla.
ensuciarse", como le ordenó la abuela Celita. Se acurrucaron en el único rincón que permanecía seco, sobre
Las imágenes le vinieron a la memoria como si todo estuviese unas mantas que hallaron en un baúl.
sucediendo en ese instante. El aire olía a humedad y a maderas.
Estaba en la galería, sentado en un sillón de caños y madera. - E s una lluvia pasajera -dijo Fernando-, ya verás cómo en un
Mirando hacia la puerta de ingreso. Con cada coche que frenaba, rato sale el sol.
con cada ruido extraño, su corazón parecía galopar más fuerte dentro Un ruido estrepitoso se sintió a pocos metros y Clara dio un
del pecho. Le había preparado un dibujo a su papá. Un dibujo con
la caja de colores nuevos. Había hecho un castillo con un puente respingo.
-Eso fue un rayo, ¿no?
levadizo, una princesa en la ventana de la torre y un caballero que
venía en su corcel a rescatarla. -Sí, pero en otra isla. Aquí no pasa nada porque yo te cuido.
Fernando la abrazó.
Emiliano-miró la tormenta que se desataba con furia sobre los
cristales. Después, siguió con sus recuerdos. -Estás empapada -le dijo- y muerta de frío.
Él acomodó unos leños y papeles viejos que encontró sobre una
Pero las horas fueron pasando, interminables, y no llegó nadie.
El avión se había retrasado y finalmente él se quedó dormido. silla desvencijada. Le arrimó el encendedor y, de pronto, el rancho
quedó iluminado por reflejos rojizos.
Al otro día lo despertaron para ir a la escuela y su abuela le dijo:
"Ahora no, querido, porque están durmiendo. Cuando vuelvas". Las llamas crepitaban y él volvió a abrazarla.
Después le quitó la blusa.
Todavía recordaba las lágrimas atragantadas en su garganta y
el dibujo ajado que terminó en el cesto de la basura. Y a su padre,
que era para él un señor desconocido, hablándole como si fuera un
nenito tonto, "pero qué grande estás, si sos todo un hombrecito" y
22
la mujer que lo acompañaba, que para él era poco menos que una Emiliano abrió la puerta de su cabana y se asomó al balcón
enemiga que se lo robaba cada noche, y unos meses después las para contemplar el río.
ocupaciones de su padre, y unos años más tarde, la hermanita, y Un pez saltó en el agua bajo el calor de la siesta.
siempre solo, y siempre triste, esperando los abrazos que nunca Las mariposas revoloteaban en las flores de la ventana y él
llegaban. sonrió, contento de verlas.
El celular lo arrancó de sus recuerdos. Era Belén. Cuando era chico, contemplar las mariposas le daba mucha ale-
-Dio positivo, mi amor -le dijo ella-. Vamos a tener un hijo. gría, porque su abuela Celita le había dicho, como única confidencia
Emiliano vio el arco iris que resplandecía bajo la llovizna. sobre la infancia de su madre, que a ella le encantaban, y que en las

126 127
siestas de verano, descalza y con un sombrero de tela, las perseguía dibujando angelitos con su pincel y Rosa le había tejido un cubre-
y las atrapaba en una bolsa. Y antes de una hora, hacía la suelta de cama al crochet.
mariposas con una importante ceremonia debajo del limonero. - L a vida siempre te da algo hermoso - l e dijo Rosa a su hijo
Ahora las observaba desde el balcón de su nueva casa. acercándose con lentitud, apoyada en su bastón de tres patas.
Ernesto y Pilar les habían entregado las llaves ni bien se ente- - ¿ L o decís por mí? -respondió Ernesto, haciendo una broma
raron del embarazo de Belén. por primera vez desde hacía muchos meses.
Belén sonreía desde una fotografía en la que estaban los dos -Claro, ¿por quién si no? -dijo Rosa.
abrazados en el muelle, con un luminoso arco iris de telón de -Aprovecho a pintar ahora que Emiliano y Belén no están.
fondo. Quiero que sea una sorpresa -dijo Ernesto.
Se recostó en un sillón, mientras imaginaba el murmullo de -Con el calor que hace se va a secar antes de una hora -dijo
todos en el comedor. Rosa-. Mañana podremos colocarle todo, ¿te parece?
En pocos días sería Navidad y estaban preparando el árbol y -Bueno.
los festejos. -Cuando nazca el bebé - d i j o Rosa con un suspiro-, habré visto
El necesitaba estar un rato a solas. todo lo que quería ver.
Hacía poco tiempo le habían confirmado que los restos encon- -Prohibido decir esas cosas-le dijo Pilar acercándose al sillón-, no
trados eran de su madre y le habían hecho una sencilla sepultura. tienes idea de todo lo que resta por verse en este mundo todavía.
Se habían abrazado con su viejo.
Estaban sentados bajo la sombra de la pérgola.
Tal vez. la llegada del hijo acortara un poco la distancia que El sillón de Rosa se hamacaba con lentitud.
todavía los separaba. Ernesto seguía triste, y se veía envejecido, -Bueno -dijo Pilar-, les doy una buena noticia. Las cabanas
pero desde que le dieron la noticia del bebé, recuperaba poco a
ya están todas reservadas para el resto del verano. Me lo confirmó
poco la alegría.
Fernando esta mañana.
Emiliano hizo girar una cadenita con una cruz de oro que le -Hablando de Fernando -interrumpió Clara-, me acaba de avisar
entregaron el dia del sepelio.
que rindió bien Pediatría. Solo le queda una materia.
"La encontramos con los restos", le dijo una mujer. "Era de ella.
-Eso hay que festejarlo -dijo Rosa.
Tiene grabado su nombre y la fecha".
Imaginó a su madre con la cadena puesta el dia en que la ma- Y esa noche brindaron con mucha alegría, ignorando -como siem-
taron, tal vez pidiéndole a Dios por su vida. pre ocurre- que sería el único año que festejarían todos juntos.
Él dudó en ponérsela, pero finalmente se la colgó al cuello.
Como suponía que ella hubiera querido. Rosa murió a mediados de julio.
- C u á n t a mierda nos hicieron -dijo en voz alta.
-Ya estoy preparada -dijo una mañana-. No le tengo miedo a
*** la muerte. Puede venir cuando quiera.
A b r i l , la hijita de Belén y Emiliano balbuceaba desde su cuna
Ernesto pintaba una cuna de mimbre en la terraza. de mimbre.
La había comprado esa mañana y era igual a la que pintara casi Había nacido a fines de junio.
treinta años atrás para Emiliano. Rosa le tejió el primer par de escarpines y se los llevó al sana-
Pilar le había hecho las fundas de la canasta y las sábanas. torio. Estaba radiante cuando se los colocó.

128 129
Después la tomó en sus brazos y la acunó con ternura. Te extraño, amiga. Y no\eo la hora de que llegues. Ya verás que
-Yo soy tu bisabuela -le dijo con una sonrisa-. Me llamo no exagero con todo lo que digo, cuando lo conozcas a Fernando.
Rosa. Lástima que no hayas podido conocer a Rosa.

A los pocos días, la tuvieron que internar. Tenía neumonía.


Apenas le bajó la fiebre. Rosa les rogó que la llevaran a casa. 23
Murió con una sonrisa, como si estuviese dormida, en el sillón
Ernesto había contratado nuevamente a los albafiiles.
de la sala.
Había pasado más de ur año y medio desde su llegada. Ya era
Afuera, el invierno desnudaba los árboles del jardín.
tiempo de cumplir con las :>romesas.
Mensaje Original Las cabanas estaban teiminadas y habían funcionado todo el
De: Clara Moncalvo < claris ayahoo.es > verano con un éxito que había superado lo previsto. Pero la torre
Para: lajulidetarraco'a yahoo.es de la toma de agua seguía igual, oscura y sórdida por dentro y con
Enviado: martes, 18 de julio, 2006 01 15:09 aspecto de estar a punto de caerse, por fuera.
Asunto: [Tristezas y alegrías] Corrían los últimos días de septiembre.
Juli, amiga, estoy muy triste porque mi abuela ya no está. No Anunció que comenzaría con las obras y le prohibió a su mujer
puedo explicártelo con palabras. La disfruté tan poco. Y sin em- que se acercara para que la sorpresa fuese completa.
bargo, me ayudó tanto durante este tiempo. Era una genia, como Los albañiles empezaron a trabajar muy temprano esa mañana.
siempre te decía. Todavía no puedo entrar en la sala y ver su sillón Sacaron todos los trastos que quedaban y rompieron la base para
vacío. Cómo me gustaría abrazarla. hacer unos enormes ventarales a ras del piso. Desde ahí se vería
Pero, como diría ella, la vida es eso, tristezas y alegrías. Por el río al mismo nivel de la mirada.
eso ayer, en medio del dolor por lo de mi abuela, me sentí feliz al Bajó a ver las obras a media tarde.
abrir tu mail. No puedo creer todavía que vendrás a visitarme. Le La habitación se veía luminosa y la vista era insuperable. El
hablé tanto a Fernando de ti. que quiere conocerte. Es muy duro río parecía meterse dentro de la torre y desde la parte más alta, un
para él todo lo que ha vivido en este tiempo. Por suerte, su her- círculo de luz dejaba pasar la claridad en forma continua.
mana Mercedes no lo deja solo. Siempre viene a vernos, o vamos Miró los planos. Habían diseñado un baño, una pequeña cocina
a cenar con ellos. Lo importante es que él tomó ¡a única decisión y una habitación para descansar. Sería un Estudio completo.
que podía tomar. Así me lo dijo. No es fácil aceptar algo tan groso. - A h , don -le dijo uno de los albañiles-, cuando empezamos a
pero negarlo y vivir como si nada hubiera pasado al lado de esos remover los trastos encontramos esta caja. Debe de tener herra-
padres de mierda, lo habrían convertido en un pobre tipo, igual a mientas. Ahí se la dejamos, sobre esa saliente. Ahora nos vamos.
ellos. En cambio hoy puedo decirte que estoy orgulloso de él. Mañana venimos temprano.
No te puedo creer lo que me contaste de Xavi. Cuando vengas me Ernesto esperó que se alejaran y cuando se quedó solo, la
darás todos ¡os detalles, pero nunca me lo hubiera imaginado. buscó.
Te adjunto un montón de fotos de Abril. Cuando la tengas en Sintió que su corazón se aceleraba.
tus brazos, vas a entender todas las boberias que te digo en los La caja de herramientas se veía vieja y estaba cubierta de óxido,
mails. Es una gozada ser tía (como verás todavía uso algunas pero en algunos sitios quedaban vestigios de pintura verde.
palabras de allá.) La tocó casi con miedo. Como si la acariciara.

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Sentía que era como si se estuviese encontrando de pronto con Después fue su propia foto. Un joven casi olvidado por él, de
la Pato, o con él mismo, en el túnel del tiempo, treinta años atrás, barba y ojos oscuros, que parecían echar fuego.
cuando era mucho más chico que su propio hijo. El tercer trofeo fue una foto de los tres, abrazados, tan desdi-
Una brisa suave entraba por los huecos de las paredes. El aroma bujada que casi no se distinguía.
del río lo invadía todo, desterrando para siempre el olor a humedad Sacó un papel plateado de cigarrillos, donde él le había escrito
y encierro.
un poema.
Desde donde estaba, podía ver unos enormes platos de irupé.
Y después sacó una nota, escrita por la Pato, que no figuraba
Sobre uno de los platos, un pájaro oscuro de patas largas y rojas
picoteaba, buscando alimento. en sus recuerdos. Se puso a leerla.
Ernesto suspiró. Mi amor, no vuelvas al rancho por nada.
No tenía ánimo para abrir la caja y volver a enfrentarse con Me salvé porque estaba afuera cuando llegaron.
cosas viejas. Desde mi escondite vi que se bajaron tres milicos armados y
Sin embargo, sabía que no podía dejar de hacerlo. también lo vi a él. al Turco.
Hizo saltar el candado y se quedó unos minutos inmóvil. Tuve que pellizcarme para comprobar que era cierto lo que
Solamente contemplando. estaba viendo. Que era él y que no está muerto como creíamos.
Sabía que la última persona que había tocado esos papeles había Se me heló la sangre.
sido ella, la Pato, cuando todavía tenía a Emiliano en su vientre. Nadie lo obligaba. El Turco daba las órdenes y tenia un arma.
Cuando la vida todavía le iba ganando a la muerte. Pensar que iba a ser padrino de nuestro hijo.
Cerró los ojos un instante y le pareció escuchar su voz ento- Hubiera preferido que el Turco estuviese muerto.
nada cuando cantaba "Yesterday", mientras él pintaba la cuna de Pase lo que pase, no te olvides de que te amo con toda mi alma y
mimbre, aquella cuna que quedó en la casa de techo de chapas, en que confío en vos, para que si me pasara algo, te ocupes de nuestro
un mayo oscuro del 77. hijo como si estuviésemos los dos con él.
Se acordó del Turco, de su amigo del alma, el que iba a ser No quiero sentir lo que siento, pero tengo un presentimiento
padrino de Emiliano, si no lo hubiesen matado. feo que me hiela la sangre.
Le vinieron mil recuerdos a su mente: cuando se conocieron los Te amaré por siempre.
tres en la facultad, cuando estudiaban juntos tomando mates en las La Pato.
noches de invierno, cuando iban al cineclub, cuando imprimían Ernesto, doblado en dos, no podía parar de llorar.
panfletos, cuando compartían las interminables asambleas. Era como si se hubiese abierto una compuerta.
Cuando empezaron a tener miedo. El llanto lo ahogaba, pero lo liberaba, por primera vez, en
La Pato. Su primer amor.
treinta años.
El Turco. Su amigo de fierro.
Cuántos dolores.
Metió la mano y revolvió los papeles. Y sacó algo, como si
estuviera haciendo un sorteo. 1977
El pasaporte de la Pato. Estaba en el suelo, en posición fetal, con las manos
Su mirada lo taladró desde la foto amarillenta, con su cara de atadas.
veinte años recién cumplidos.
Desnudo.

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Tenía los ojos vendados y sobre la cabeza, la capucha.
El guardia le dio una patada en las costillas y se sintió
un ruido seco, como si se las hubiese quebrado.
"Habla, hijo de puta", le dijo. "No te hagas el mártir
que no te va a servir de nada".
Después le pateó el estómago y la cabeza.
Lo amarraron al elástico de la cama y su cuerpo se
retorció.
Pensaba en la Pato, y jugaba a sentir sus manos aca-
Póslogo LyC
riciándole la frente y las heridas.
Una nueva descarga, más fuerte. Los flejes de acero
se le clavaban en la carne.
Dentro de su mente, la voz de ella le cantaba canciones
Estructura y suspenso
de cuna. La novela plantea algunas antinomias a partir de las cuales sé

O
Se escuchó una puerta y unos pasos que se acercaban. organiza la trama:
Después, una voz: • España-Argentina
"Ya está. La agarramos. Déjalo a este boludo. Ya no • Exilio-regreso
hace falta que hable". • La familia de Ernesto-la familia de Fernando Romero Arteag
A l escuchar la voz, supo que era el Turco. Pensó que • Los que saben y callan-los que ignoran y quieren saber
había vuelto de la muerte para que lo dejaran tranquilo, • El pasado-el presente
y creyó que estaba volviéndose loco.
Unas horas después, no se acordaría de nada. y, por sobre todas ellas:
Tendría un hueco blanco en su memoria, como si hu- • Las víctimas-Ios victimarios
bieran arrancado las páginas de un libro.
Algunas de estas oposiciones se van diluyendo o desapareciendo
Secó sus lágrimas y miró hacia afuera. a medida que avanza el relato, lo que permite el descubrimiento de
lo que se había mantenido oculto.
Ahora recordaba todo. Así, Rosa, una de las abuelas de Emiliano, decide visitar a
La luna llena, al fin, pudo reflejarse sobre el río. una amiga, Marta Acuña, quien asiste a Pato en el parto, rescata
a Emiliano y lo lleva con su otra abuela: Celina. Pero esto sucede
cuando ya el nieto es grande y ha preguntado reiteradas veces sobre
el destino de su madre.
El otro adolescente que quiere saber qué pasó en esa quinta de
una lejana y -para é l - dichosa infancia es Fernando; para enterarse,
pregunta directamente a sus padres, que responden falsamente,
pero luego sabe la verdad.
Otro ejemplo es qué paso en esa quinta. Los detalles pormenori-
zados los brinda un obrero que participó en las sucesivas reformas.

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