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Un Diálogo Con Antonio Tabucchi
Un Diálogo Con Antonio Tabucchi
La filosofía parece ocuparse sólo de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y
la literatura parece ocuparse sólo de fantasías, pero quizá diga la verdad. —De Sostiene
Pereira
Quizá en esta conversación con el escritor italiano Antonio Tabucchi (1943) quede mucho por
decir, sobre todo que nunca escuchamos al fondo de los silencios la bellísima canción en voz
de Dulce Pontes, A brisa do coracao, que se deja escuchar para deleite del público en la
cinta de 1996 Sostiene Pereira (1994) del italiano Roberto Faenza, cuyo autor es el mismo
Tabucchi, y donde sin duda el último de los trabajos en la pantalla grande de Marcello
Mastroianni alcanza niveles de excelsitud.
Y es que para algunos, con Sostiene Pereira, el autor de Nocturno hindú, Pequeños
equívocos sin importancia, Dama de Porto Pim, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro y
Réquiem (escrita en portugués), emerge de la élite literaria para ser considerado de los
escritores europeos más conocidos en el mundo, debido a que la historia contiene los
elementos necesarios para atraer al gran público, aunque los críticos de Tabucchi han
afirmado que la novela no es la mejor que ha escrito.
Firmeza de sueños
“Desde luego que sí, aunque le recuerdo que también son escritores perseguidos por sus
palabras, no tan sólo por sus ideas (ríe) Ese el problema”.
Sin duda.
“Nuestra principal preocupación en este momento es crear una red sólida e importante de
protección física en beneficio de los escritores. Durante años nos hemos dedicamos con todas
nuestras fuerzas a difundir nuestro mensaje de sensibilización hacia la problemática de los
escritores perseguidos, pero nos hemos dado cuenta que las peticiones y contestaciones que
hemos pronunciado sirven mucho, muchísimo, sobre todo para concientizar al público, pero no
bastan. Sinceramente no bastan”.
La labor de la agrupación ha sido importantísima. Tal vez aquí en México no nos sea tan
familiar el tema de un intelectual perseguido por sus ideas, pero este fenómeno existe, y con
mucha crudeza, en otras latitudes del planeta.
“Exacto. Verá usted, en cualquier país donde la palabra es perseguida, sea cual sea el
método, y por todas las distintas razones que al que le molestan las palabras pudiera
argumentar, que con regularidad son los que detentan el poder, nosotros tratamos por todos
los medios de estar presentes. Nuestra preocupación en este momento, como le digo, es
proteger físicamente a estas personas y por lo tanto brindarles la posibilidad de acudir a las
denominadas ciudades refugio, donde estos escritores puedan vivir sin amenazas de muerte,
leyendo y escribiendo, prosiguiendo libremente su vida sin transitar en el riesgo. Para esto, le
digo, se requiere un gran esfuerzo. Firmeza de sueños le llamó yo”.
“Por supuesto, y la prueba está en que, como usted lo sabe, la Ciudad de México ha sido
propuesto como ciudad refugio para recibir a un escritor serbio, adaptando y preparando una
bella casa como residencia para intelectuales. México, como siempre, ha dado una muestra
más de la gran tradición hospitalaria que ha mantenido durante décadas, y por la que ha
brindado asilo a lo largo de su historia a muchos escritores, artistas, políticos y pintores que no
podían, por una u otra razón, trabajar con libertad en su país de origen. Ahora, en Europa
contamos con una red de 20 ciudades en distintos países donde los escritores perseguidos en
sus naciones pueden vivir y seguir con su labor intelectual, con o sin sus familias, siendo esto
lo mínimo que podemos hacer por ellos y su trabajo”.
“La segunda cosa que empezamos a hacer es la publicación de la revista semestral del
Parlamento, cuyo objetivo primordial es que, desde las ciudades refugio, donde los escritores
pueden vivir plácidamente, también puedan contar con un espacio digno para publicar sus
ideas, puesto que es evidente que no pueden publicar en su país y en muchos otros espacios.
El ejemplo más conocido por todos es el de Salman Rushdie, pero yo te digo que existen otros
más que no pueden abrirse paso en sus países, y reciben agresiones, pero nosotros estamos
al pendiente de los escritores para que, sin distinción religiosa, ideológica o de cualquier
especie, sean grandes, medianos o minúsculos, puedan escribir y sus palabras se paseen
libremente”.
“No podría decirle que soy alguien distinto después de la aparición de Sostiene Pereira,
porque no he variado mi modo de vida, ni mucho menos la manera de hacer literatura: sigo
con mis cursos en la universidad y mi poética continúa intacta, sin grandes virajes. Lo que sí le
puedo confirmar, todavíacon sorpresa, es la aceptación que ha tenido la novela, aun y cuando
después de ésta publiqué otra, Sueños de sueños, donde, me parece, no existe ningún tipo de
eso que han llamado compromiso que en Sostiene Pereira se determina como una suerte de
distinción o variación de mi manera de ser y escribir, lo que no me place mucho, porque ni
siquiera veo esa diferencia que algunos dicen haber advertido”.
“Es difícil. Lo ignoro, porque fue Monteiro quien, con su muerte, acabó de abrirle los ojos a
Pereira, obligándolo a vivir de otra manera los últimos días de su vida. Pero déjeme decirle
algo: si ve o lee más en Sostiene Pereira, éste no hace una cosa muy heroica que digamos,
sino algo que es de antemano común, normal diría yo, y me parece que su opción, la opción
que Pereira toma a fin de cuentas, imprimir sin el consentimiento del director y la censura la
noticia de la muerte de Monteiro a manos de la policía en el diario en que trabajaba, es una
opción pequeñita, mas enorme al mismo tiempo, porque dice lo que piensa. Así, sin grandes
explicaciones, Pereira tiene finalmente la valentía y el coraje para decidir, nada más. No es un
gran héroe por ello. Pereira simplemente hace su deber”.
“Pues sí, pero es que también resultó una historia como las que me gustan, de lado de los
perdedores, de los que siempre están en busca de algo, de los extraviados, voz de los perros.
De eso hablaré un poco en mi conferencia de hoy: de los que se buscan a sí mismos a través
de los demás, porque ¿cómo puede el hombre ser optimista en estos tiempos, siglo absurdo
el que vivimos, sin duda. No, yo no. Prefiero el escepticismo a hacer mis personajes sobre la
imagen de los que siempre terminan dando falsas conclusiones, renunciando a grandes
ideales”.
Hombre incierto el de hoy: Tabucchi y su relación con Fernando Pessoa Pero la vida era la
vida y sólo era la vida.
La visita de Antonio Tabucchi a México se debió a dos razones: para visitar viejos amigos (a
los que, por cierto, les negó en repetidas ocasiones que hubiera alguna rivalidad entre él y
José Saramago), y para leer un cuento inédito sobre el París de su adolescencia. De esta
manera se pudo comprobar que, en el oscuro traspatio del relato, persisten los recuerdos del
joven que le escribía a su padre sobre ‘lo bien’ que la pasaba de oyente en la Sorbona, sus
andanzas por los bares y cineclubes de la Ciudad Luz, así como la imagen del tío paterno que
lo introdujo al teatro y la literatura. Amor y andanzas, que lo llevaron a Portugal para
encontrar, hace tres décadas ya, a su esposa, así como a la ciudad y al poeta que han
ocupado hasta la fecha su mente y corazón. La ciudad fue Lisboa y el poeta, Fernando
Pessoa.
Antes de que olvide la pregunta, ¿tiene expectativas de volver el cine, después de Nocturno
hindú y Sostiene Pereira?
“Las otras fueron siempre sorpresa, lo que me gusta más porque es evidente que cuando el
escritor trabaja una novela no está pensando llevarla a la pantalla grande, sino a las páginas.
Ahora no han surgido nuevas propuestas, sé que hay directores interesados en mis obras,
pero hasta el momento no hay nada de importancia. Como le digo, me gustan este tipo de
oportunidades porque es una forma de curiosidad, de verificar lo bello que puede ser que de
un lenguaje artístico, una obra pueda transitar y deambular libremente hacia otro lenguaje.
Cuando sepa de algo interesante, yo le digo (ríe)”.
“Sí, una época terrible, pero en la que tuve grandes amigos allá: Alexandre, Asís, Isabel y
Ruy. Allá situé la habitación de Pereira, pero mire, créame, y lo voy a decir sólo esta vez
porque con frecuencia me hacen la misma pregunta: si literatura y ciudad son importantes, las
personas vivas son lo más importante. Un libro o un poema pueden elevar o contribuir a elevar
un país (podemos reivindicar cuanto antes el derecho de soñar, ¿por qué no?), pero las
personas son lo primordial. Un poema puede sugerir la visita a un país, una ilusión también la
puede sugerir, pero lo importante es que el hombre que nutre a estas alturas de los tiempos
sus ilusiones, ese hombre que camina por las calles, sean de Lisboa, Florencia, qué sé yo,
ese hombre sigue siendo un hombre libre. La literatura no basta, debo ser sincero, incluso
ante el amor y la simpatía que le tengo a la literatura portuguesa, porque ninguna es tan bella
o metafísica como para convencer totalmente a una persona o enamorar a todo un país (digo
a todo, porque me refiero estrictamente a todos sus habitantes). Lo mejor es la amistad que se
da entre los hombres, y lo más admirable es el hombre que, solo, se busca a sí mismo en el
laberinto, y que a pesar del azar, decide cambiar su vida, sin ayuda de nada, llámese literatura
o nación”.
“Parte es un recurso, parte es de lo que he vivido, porque digamos que a cierta altura he
tomado una dirección enriquecida por esta educación, y que sin ella no sería el que soy y no
hubiese escrito los libros que tengo escritos, como así el discurso sería distinto de haber
estudiado astronomía como deseaba en mi niñez, y por lo tanto, no estaríamos hablando
usted y yo de literatura en este momento”.
“Creo que nada. Es el poeta que conocí cuando encontré a orillas del Sena su libro Bureau de
tabac, pero en el que además de sus heterónimos (Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Alvaro de
Campos, Coelho Pacheco) se encuentra el hombre de la grandeza y la excelencia poética que
luchó contra su soledad casi metafísica y en el extremo de la pérdida de una identidad que era
sustituida siempre por otra, por otra. He disfrutado traducir a Pessoa, leerlo, como leer a
Stendhal, Flaubert, Pirandello, Joyce, Sciascia, Machado, Borges. Es la familia de escritores a
la que siento más próxima, a la que más quiero.
“No diría Juan Rulfo, sino más bien Pedro Páramo, por su mundo fantasmal y simbólico.
Fantasmas que son presencias, que son aterrizadoras de aciertos y a la vez subjetivas. Tengo
a PedroPáramo en el imaginario personal como una obra grande de la cultura antropológica”.
“Considero que ésta es una meditación muy personal de Pessoa. Como ya le dije, la vida es
ilusión, pero también es libro y escritura. Sin embargo, mi vida está hecha principalmente por
las personas que encontré, las opciones que preferí y los hijos que hice. Los libros son parte
importante de mi vida, pero recuerde, no son la vida. La vida es ilusión. Ilusiones que, quien
las pierda, hombre incierto será, como el de hoy, como el de ayer. Cuidado con eso, hay que
evitar siempre perder las ilusiones”.
Así es.