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Introducción
El humanismo es una corriente filosófica y cultural que integra las virtudes
humanas, promueve el conocimiento, defiende la igualdad y se preocupa por la relación
que existe entre el ser humano y el mundo. Surgió en el siglo XV en Italia y luego se extendió
por Europa. Se caracteriza por promover una postura antropocéntrica que valora y exalta
las capacidades intelectuales del ser humano, incentiva la búsqueda de la verdad e impulsa
el interés por estudiar los clásicos griegos y latinos. Propició el pensamiento moderno que
tuvo como consecuencia una gran reforma cultural y el desarrollo de las sociedades. El
humanismo, en términos generales, tiene por finalidad alejar a las personas de la ignorancia
y promover el desarrollo de sus capacidades.
En un sentido más general, se suele considerar como humanista a todo estudio que
se aboque y dedique a la lectura y a la exégesis de las letras clásicas1. En la actualidad se ha
extendido y diversificado su significado, llegando incluso a denominarse “humanista” a
cualquier interés por los valores humanos.
Orígenes de humanismo
Su origen se remonta al siglo XV en Italia. Durante esta época, autores del siglo XIV
como Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio, tuvieron amplia influencia. Ellos defendían
revisitar los estudios sobre las ideas y la cultura grecorromana. A este período del
humanismo se lo conoce como humanismo renacentista.
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Interpretación de las letras clásicas.
proliferaron los estudios críticos sobre distintas obras clásicas, como el corpus aristotélico y
la obra de Platón. Las ideas humanistas y el pensamiento crítico tuvieron allí un lugar desde
el que podían ser desarrolladas.
Giovanni Pico della Mirandola (1463 – 1494). Filósofo y pensador italiano, su obra más
representativa “Las 900 tesis” es un compendio de las ideas filosóficas más resonantes que
existían hasta esa época.
Erasmo de Róterdam (1466 – 1536). Filósofo y teólogo holandés, fue un crítico de las
instituciones, del poder de la época y de los abusos de los miembros de la Iglesia católica a
la que pertenecía. Defendió en sus “adagios” -refranes- la libertad de pensamiento y las
tradiciones grecorromanas. Además, buscó que todas las personas pudieran tener acceso al
evangelio y a las enseñanzas de Jesucristo. Su obra “Elogio de la locura” tuvo una gran
repercusión.
Tomás Moro (1478 – 1535). Teólogo y político inglés, dedicó gran parte de su vida al ejercicio
de la abogacía y al estudio de la teología y la cultura grecorromana. “Utopía” fue una de sus
obras célebres, escrita íntegramente en latín. Fue decapitado en 1535 por negarse a firmar el
acta que instituía al Rey Enrique VIII como líder de la iglesia anglicana.
Tipos de humanismo
Dentro del humanismo se desarrollaron distintas expresiones y escuelas del
pensamiento. A continuación, una breve descripción de las principales vertientes:
Conclusiones
Los elementos que la masonería rescata desde las corrientes humanistas son
evidentes y diversos. Posicionar al ser humano en el centro de las preocupaciones,
dotándolo de características que le permiten lograr su propia libertad a partir del uso de sus
facultades, entre las que destaca la razón, es quizás lo más evidente. La promoción de
valores como la libertad y la tolerancia es, sin duda, una característica que se respira casi a
diario en la vida masónica, lo que rememora parte esencial de aquello rescatado por las
corrientes humanistas.
Como aquella ley fundamental de la física, en la que se establece que una fuerza
ejercida sobre un cuerpo tendrá como respuesta una fuerza de la misma magnitud en
sentido contrario, el humanismo surge en un contexto, muy probablemente como respuesta
a una forma de explicar el mundo que venía en decadencia y no lograba satisfacer a las
mentes ávidas de respuestas. La situación justificaba una búsqueda cuya dirección fuera un
cambio de paradigma transformacional. Hoy la masonería rescata muchos elementos de las
corrientes humanistas y los abraza, pero en la actualidad no tenemos las mismas
circunstancias que dieron origen al humanismo. Esto no resta importancia a aquella
corriente elemental, pero sí deja abierta una pregunta ¿a qué responde la construcción del
relato masónico de hoy? Sin duda la humanidad ha evolucionado enormemente –ya no
consideramos que la tierra es plana ni que todos los astros giran alrededor de nuestro orbe-
, no obstante, el sentido de nuestra búsqueda como francmasones, en alguna medida,
debiera responder a aquellas preguntas que tienen mayor vigencia hoy para los seres
humanos. Mi postura personal es que los valores del humanismo son y seguirán siendo
pilares de nuestra búsqueda de la verdad, porque tienen un alto nivel de universalidad y
logran trascender a la barrera temporal, sin embargo, creo que los acentos se deben
establecer en aquellos elementos que los contextos humanos y sociales de cada época
demanden. Si hoy hay que acentuar un valor, acentuaría la tolerancia por sobre la libertad,
sin dejar de valorar enormemente la segunda; exaltaría la relevancia de la ética en ejercicio,
como esencia de la formación humana, por sobre la profundización en las diversas
disciplinas técnicas; priorizaría la pausa para reflexionar acerca de nuestra naturaleza
humana, por sobre la aceleración tecnológica.
En algún momento de nuestra evolución como seres humanos, aquello que nos
permitió perpetuarnos como especie fue la colaboración, sin la cual, ante la evidente
desventaja física respecto a otros depredadores hubiéramos desaparecido rápidamente.
Hoy creo que las ideas clásicas del Humanismo nos entregan insumos valiosos para
construir nuestro devenir como sociedad. Sin embargo, la virtud de mirarnos a los ojos en
un acto reflexivo, empatizar y construir perspectivas que integren visiones diversas, de
forma iterativa y evolutiva, fortaleciendo la colaboración, son aspectos que toman
protagonismo, y nos pueden servir como guía al encuentro de un camino de crecimiento.
De esta forma, tal vez podamos encausar de manera armónica nuestras briosas energías
transformadoras.
Rodrigo Hernández C.
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