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Saludar con un: "¡que aproveche!

" a las personas que


están reunidas a la mesa alrededor del alimento.

Saludar con un: "Prosit!" a quienes han participado


del mismo banquete eucarístico.

Efectivamente, al acabar la Misa los celebrantes se


suelen saludar con este deseo: Prosit, que aproveche!
A lo que los demás responden también en latín: ¡in
vitam aeternam! (¡Para la vida eterna!).

Es una buena costumbre que nos ayuda a recibir la


comunión como alimento que aprovecha para la vida
eterna.

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