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CLASIFICACION DE LOS YACIMIENTOS

• Trampas estructurales. - Son aquellas en las que los hidrocarburos se


encuentran asociados a pliegues o fallas.
o Anticlinales (simétricos y asimétricos)
o Terrazas estructurales
o Domos estructurales
o Domo salino
o Monoclinales
o Fallas
o Discordancias
o Depósitos lenticulares
o Nariz anticlinal

• Trampas estratigráficas. - Por variación de la permeabilidad; Estas son


diversas y dependen exclusivamente del carácter sedimentológico de las
formaciones que las constituyen. Un cambio lateral de arena a lutita
constituye una trampa estratigráfica.

• Trampas Combinadas. - Existen trampas de carácter combinado


estratigráfico y tectónico cuya presencia es muy frecuente en los campos
petroleros.

• Depósitos petrolíferos en asociación con intrusiones volcánicas.

Estructuras Petrolíferas. Yacimientos Primarios

Para la formación de yacimientos petrolíferos deben existir circunstancias de


sedimentación tales que impidan la fuga del petróleo y gas acumulado en las
rocas-almacén hacia la superficie exterior y su consiguiente difusión u oxidación.

Cuando las capas son oblicuas, en el afloramiento de las arenas petrolíferas


puede haberse formado por oxidación una potente montera de asfalto que haga
imposible sucesivas pérdidas. En este caso, puede cortarse la arena petrolífera a
una profundidad mayor, el asfalto tapona la arena petrolífera en la superficie.
Imagen tomada de: Dr. Phil. Walter
E. Petrascheck y Carlos Castells “Yacimientos y Criaderos”
ediciones Omega, S.A. de C.V. Casanova, 220 Barcelona, 1965

En todas las estructuras se encuentra que el gas, siempre que exista, se ha


acumulado en la parte superior del depósito, a continuación, va el petróleo y,
todavía más profunda, el agua, salina en la mayoría de los casos. Las superficies
límites gas-petróleo y petróleo-agua son habitualmente horizontales.

La siguiente figura muestra un ensanche de las zonas productivas hacia abajo, así
como un peso específico del petróleo creciente con la profundidad.
Separación de gas, petróleo y agua en el campo de Cushing, Oklahoma
Imagen tomada de: Dr. Phil. Walter E. Petrascheck y Carlos Castells “Yacimientos
y Criaderos”
Ediciones Omega, S.A. de C.V. Casanova, 220 Barcelona, 1965

Las trampas tectónicas se conocen desde hace mucho, después que se observó
por primera vez en la cuenca de los Apalaches, que el petróleo yacía en líneas
que pronto se reconocieron como anticlinales. Las estructuras solamente poseen
valor práctico cuando están cerradas en la parte dirigida hacia la superficie
exterior.

Los anticlinales pueden ser tan llanos, que el buzamiento de las capas apenas sea
perceptible a simple vista y sólo resulte determinable mediante una serie de
mediciones. Pueden ser simétricos o inclinados. En un anticlinal simétrico, las
superficies productivas se ensanchan con la profundidad. Los anticlinales pueden
ser anchos, estrechos, en forma de baúl, rectos u oblicuos. Las superficies límites
gas-petróleo y petróleo-gas no siempre son completamente horizontales, sino que
descienden ligeramente a partir de la cresta del anticlinal. La zona petrolífera del
flanco más echado de un anticlinal inclinado es más ancha. El desplazamiento de
la cresta en los anticlinales oblicuos posee importancia práctica, ya que el lugar
donde se acumula el petróleo, es decir, el dobles del pliegue, se va corriendo
conforme aumenta la profundidad hacia el flanco más echado. También los
pliegues volcados y tumbados pueden ser petrolíferos.
Anticlinal Simétrico en forma de baúl
Imagen tomada de: Dr. Phil. Walter
E. Petrascheck y Carlos Castells “Yacimientos y Criaderos”
Ediciones Omega, S.A. de C.V. Casanova, 220 Barcelona, 1965

Los pliegues diapíricos poseen en su interior un núcleo quebradizo, aunque


plástico en la mayoría de los casos y sal. El núcleo puede perforar su techo en
mayor o menor cuantía. Los flancos pueden ser muy inclinados, incluso volcados,
pueden alcanzar mayor profundidad en uno de sus costados que en los otros;
también pueden estar volcados a ambos lados, con lo que el pliegue toma forma
de una seta. Bajo un plegamiento simple y llano puede haber diapirismo en
profundidad.
Pliegues diapíricos de Moreli y Tintea
Imagen tomada de: Dr. Phil. Walter E. Petrascheck
y Carlos Castells “Yacimientos y Criaderos”
Ediciones Omega, S.A. de C.V. Casanova, 220 Barcelona, 1965

En los domos o diapiros salinos se ha formado una montera de yeso en su parte


superior debido a que en los mismos aparece, juntamente con la sal, anhidrita.
Existen diapiros salinos que yacen a gran profundidad, en los que aparece gas o
petróleo en el ligero plegamiento que forma su recubrimiento. Hay también domos
que llegan muy cerca de la superficie y otros denudados parcialmente, en los
cuales las arenas petrolíferas pueden haber sido arrastradas hacia arriba junto a
sus flancos o aparecer limpiamente perforadas, en posición echada.

Puede ser apreciable el vuelco de las capas en los flancos de los pliegues
diapíricos. Se dice entonces que están desplomadas. La planta de los diapiros es,
en la mayoría de los casos, redonda u ovalada, pero también puede ser
subtriangular. El núcleo salino puede ser comprimido hasta alcanzar pocos
centenares de metros. Puede también llegar a alcanzar varios kilómetros de
diámetro en cualquier dirección. Los pliegues pueden ser también petrolíferos
cuando están bajo un recubrimiento discordante.

La curvatura de capas debida a movimientos verticales, y no a plegamientos


tangenciales, recibe el nombre de abombamiento.
Cuando capas poco plegadas toman en diversos tramos la posición horizontal, se
dice que forman terrazas tectónicas, que también pueden constituir yacimientos
petrolíferos, pero que en su mayor parte no son explotables.

Los trastornos o fallas pueden estancar el petróleo, actuando como trampas.

Los sinclinales encierran a veces petróleo pesado, cuando no existen agua ni gas.

La estructura tectónica de la región también puede ser decisiva para la presencia


del petróleo en diaclasas o grietas en las diaclasas como en México, donde las
intrusiones basálticas que encierran el mismo tipo de petróleo desplazaron las
capas hacia arriba.

En las 2 siguientes figuras, en la primera se observa un anticlinal paleozoico


denudado que constituye el rico campo petrolífero de Oklahoma y en la segunda
las grietas y salbanda de un basalto que son petrolíferos en México.
Imagen tomada de: Dr. Phil. Walter E. Petrascheck
y Carlos Castells “Yacimientos y Criaderos”
Ediciones Omega, S.A. de C.V. Casanova, 220 Barcelona, 1965

El petróleo se puede estancar en las discordancias. El ejemplo más conocido de


esta clase es el campo oriental de Texas.

Concentración del petróleo en una discordancia. Campo oriental de Texas


Imagen tomada de: Dr. Phil. Walter E. Petrascheck y Carlos Castells “Yacimientos
y Criaderos”
Ediciones Omega, S.A. de C.V. Casanova, 220 Barcelona, 1965

Los lentejones de arena son frecuentemente antiguos cursos fluviales. Cuando


forman meandros y ramificaciones, se les da el nombre de cordones de zapato,
<<shoe strings>>. Una posibilidad de concentración del petróleo en capas
inclinadas de arena resulta cuando estas se van haciendo más margosas en su
parte superior, es decir, cuando se vuelven impermeables. Tales cambios de
facies son predecibles muy fácilmente basándose en estudios paleográficos.
El reconocimiento e interpretación de las trampas estratigráficas es
incomparablemente más difícil que el de las tectónicas, las cuales aparecen en la
mayoría de los casos incluso en la superficie. Los estudios geofísicos suministran
también muy pocos datos sobre los cambios de facies. Para la búsqueda del
petróleo se necesitan un conocimiento profundo de la geología de la región y
mayor número de sondeos. Los mapas paleogeográficos, así como los de facies y
los de espesores, sirven para alcanzar este conocimiento.

Yacimientos secundarios de petróleo

Desde los yacimientos primarios, el petróleo puede escaparse hacia arriba, en las
proximidades de anticlinales póstumos, donde se ha acumulado de nuevo en un
plegamiento más débil y reciente. A veces se evade también hacia la superficie,
penetrando en las capas cuaternarias supra yacentes. Allí es arrastrado por las
corrientes de agua freática, para aparecer finalmente en manantiales apartados.
Ocasionalmente, como ocurre en el Terciario reciente de México, dicho petróleo
secundario puede acumularse de nuevo en trampas apropiadas hasta llegar a ser
susceptible de explotación.

El agua de los campos petrolíferos

En los campos petrolíferos existen aguas freáticas normales, que están en


comunicación con la superficie, siguen las leyes de la hidrología y, en su aspecto
químico, son análogas a las restantes aguas subterráneas de los contornos.
Pueden aparecer sobre, bajo o entre las arenas petrolíferas. No obstante, los
depósitos petrolíferos encierran además aguas propias, que pueden aparecer
mezcladas con petróleo o debajo de él; son las aguas marginales. Estas son, las
aguas de los campos petrolíferos que eventualmente pueden comunicar, tras
largos rodeos, con las aguas freáticas.

En un principio, el límite agua-petróleo es a menudo marcado, pero varía con la


caída de presión debido a la explotación. En arenas bastas aparece al principio
una emulsión, cuyo contenido en agua aumenta en el transcurso de la explotación,
llegando a ser un múltiplo del petróleo, hasta que, ya no resulta rentable la
explotación. En el petróleo transportado por oleoductos se permite un 2% de
agua. Sondeos productivos pueden suministrar una cantidad de agua, diez veces,
o incluso, cuarenta veces mayor que la de petróleo. La formación de emulsiones
es, con frecuencia, un fenómeno acompañante de la producción y puede resultar
influido por ésta.
En campos petrolíferos ya explotados se ha observado repetidas veces que,
cuando se dejaron en reposo durante largo tiempo, en la parte más alta de la
estructura se reunieron otra vez manchas de petróleo, las cuales transcurrido
cierto período, volvieron a hacer rentable la producción.

Estas aguas que acompañan al petróleo, las aguas marginales, son saladas en la
mayoría de los casos. Su salinidad puede ser superior o inferior a la del agua del
mar. Por regla general no contiene sulfatos, siendo a menudo, en cambio, ricas en
sulfhídrico. Todavía no está claro si la reducción de los sulfatos es debida a la
actividad de las bacterias o a la influencia de los hidrocarburos. Es importante su
contenido en yodo, así como el de bromo. El contenido en yodo puede ser tan
grande que incluso se ha pensado en su aprovechamiento; en todo caso es
considerablemente más elevado que el del agua de mar.

La composición de las aguas en los distintos horizontes de un campo no es


siempre constante. Por consiguiente, puede recurrirse a los análisis de agua para
la correlación de los diversos horizontes.

Al mismo tiempo que las aguas marginales que limitan la zona que contiene
petróleo, existe todavía un agua capilar que aparece conjuntamente. Recibe el
nombre de agua adherida. Su cantidad aumenta a medida que decrece la
permeabilidad. Hay arenas petrolíferas cuyos granos están rodeados de una
película de esta agua.

Migración. La forma de aparecer del petróleo y el gas, en especial su


concentración en estructuras tectónicas, indica que el petróleo no se ha originado
donde se halla actualmente. Por lo menos, en algunos casos debe haberse
desplazado en el interior de la roca-almacén. Está fuera de dudas el que ha
existido un desplazamiento horizontal en el interior de los estratos. Por otra parte,
cuando existe un pequeño lentejón arenoso, que encierra considerable cantidad
de petróleo, dentro de arcilla, el petróleo no puede haberse desplazado hasta él
desde los costados. En este caso sólo es posible una migración transversal a la
estratificación, ya que la cantidad de organismos necesaria para llenar por
completo los poros no podría ser albergada en las arenas, sino en las arcillas, el
medio más favorable para la formación de sustancias bituminosas. Cuando existe
petróleo de diversas calidades formando capas superpuestas en las arenas, se
considera que en algunos campos petrolíferos yacen extensas zonas de arenas
acuíferas entre las arenas petrolíferas, las cuales pueden ciertamente haber
obtenido el agua que contienen posteriormente, a partir de las aguas superficiales.

El petróleo se forma en fangos arcillosos. La arcilla es mucho más comprensible


que la arena. La compacidad creciente empuja las emulsiones petrolíferas y el gas
fuera de la arcilla hacia las capas arenosas. Esta es la causa de la migración
transversal a la estratificación. En la arena se realiza entonces la separación por
gravedad.

Las pequeñas burbujas de gas son las que ponen en movimiento la emulsión en
los poros de la arena y empujan las gotitas de petróleo hacia arriba o las
desplazan hacia adelante con mucha mayor fuerza de lo que lo haría su
flotabilidad en agua exclusivamente. La lentitud de la migración es, pues,
reconocible debido a que, en pliegues de formación geológica reciente, el petróleo
no se encuentra en la coronación actual de los mismos, sino a mayor profundidad.

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