Está en la página 1de 7

Clase 2: La Etnografía del habla y la comunicación.

La atención a la
relación entre lengua y cultura

Bibliografía:

Obligatoria

 Golluscio, Lucía. 2002. “Introducción: la Etnografía del habla y la


comunicación. Un recorrido histórico”. En: Golluscio, Lucía (coord.)
2002. Etnografía del habla. Textos fundacionales. Buenos Aires:
EUDEBA. Págs. 151-164Ampliatoria
 Gumperz, John. “Las bases de la competencia comunicativa”. En:
Golluscio, Lucía (coord.) 2002. Etnografía del habla. Textos
fundacionales. Buenos Aires: EUDEBA. Págs. 151-164

En la primera clase comenzamos a plantear algunos de los principios de la


Sociolingüística como gran campo de estudio del lenguaje en uso. En esta
clase abordaremos específicamente una corriente muy importante dentro de
ese campo: la Etnografía del habla y de la comunicación.[1] ¿Por qué se las
planteo como una corriente importante? Debido a que ha aportado nociones
muy importantes para la sociolingüística que, posteriormente, fueron tomadas
por otras perspectivas dentro de este gran campo, y porque engloba muchos
aspectos que podemos encontrar tanto en la sociolingüística variacionista, en
estudios dialectológicos, de sociología del lenguaje y de la lingüística
funcionalista de Halliday.

La EH tiene sus orígenes en la década del ’60, y surge como una aproximación
al lenguaje y al habla en su contexto etnográfico (Golluscio, 2002:13), a partir
de los intereses de un grupo de antropólogxs y lingüistas por el estudio
del habla; más específicamente, se interesan por “los usos del habla en el
desarrollo de la vida social” (Bauman y Sherzer, 1975; en Golluscio, 2002),
aspecto hasta entonces no abordado por la antropología ni por la lingüística:
por un lado, desde el punto de vista de la antropología, los estudios
etnográficos[2] eran considerados trabajos “menores” por no ser “científicos”,
pues se los considera “mera descripción”; además, si bien la antropología se
había preocupado desde sus comienzos por la relación entre lenguaje y
cultura, no habían focalizado nunca en el estudio de la organización y las
pautas de uso del lenguaje (lengua y habla). Por otro lado, como ya vimos en la
primera clase, la lingüística consideraba al habla como “imposible de
sistematizar”, debido a la multiplicidad de manifestaciones que presenta y a su
dependencia del contexto.

La EH apostará por el estudio del lenguaje desde lo heterogéneo, desde la


diversidad; así, establecen tres principios básicos:

 El objeto de estudio es el habla


 Los usos del habla forman sistema
 Los usos del habla son distintos en las diferentes culturas
Y, a partir esos tres principios, la EH orientó sus investigaciones tomando tanto
aquello que ya estudiaba la antropología lingüística (descripción de lenguas
exóticas[3] del mundo y sus reglas gramaticales; las relaciones genéticas y
areales entre las lenguas; sistemas semánticos de las lenguas; los textos en
tanto producto), pero agregándole las siguientes dimensiones:

 El uso social de las lenguas


 Las reglas culturales que organizan los usos
 Las condiciones comunicativas necesarias para que los hablantes de
lenguas no relacionadas seleccionen ciertos rasgos lingüísticos y no
otros
 Los usos sociales de las distintas formas que coexisten en un mismo
sistema lingüístico-semántico
 Los textos considerados como proceso, como puesta en uso de las
formas discursivas existentes en una cultura, y sus usos
comunicativos en la interacción social

En función de esto, el objetivo fundacional de la Etnografía del habla es


profundizar en la reflexión de la relación entre lengua, cultura, sociedad y los
individuos (Sherzer, 1982; 1983; 1987). Desde esta perspectiva, no existen la
cultura y la sociedad consideradas como “extra-lingüísticas”: conforman un
todo. Del mismo modo, todos los aspectos que tradicionalmente eran
considerados extra-lingüísticos (entre ellos, las tonalidades, los silencios, los
énfasis, etc).

Si seguimos una línea cronológica, la Etnografía del habla se interesó en


principio por el estudio del habla de pueblos occidentales con lenguas no
indoeuropeas, pero posteriormente amplió sus metodologías y objetivos a
comunidades urbanas[4] con lenguas indoeuropeas; de hecho, se amplía el
ámbito de estudio a cualquier grupo social: un barrio, una institución escolar[5],
en un hospital, un grupo terapéutico, un grupo político, un grupo de teatro, un
grupo de lectura… Entonces, el tipo de estudio que se propone es una
descripción del habla y una presentación de las teorías y las prácticas del habla
en la vida social de un grupo/comunidad determinado; esas situaciones se
analizan de modo “real”, tal como sus participantes las vivencian.

Desde el punto de vista metodológico, adoptan el tipo de trabajo del


antropólogo: este tipo de abordaje requiere de estancias prolongadas o
recurrentes en/con los grupos con quienes se trabajará, pues una sola o pocas
visitas no permiten realizar investigaciones cualitativas como las que se
proponen desde esta perspectiva. El trabajo de campo requerido es muy
intensivo, pues no se pueden analizar situaciones sueltas y
descontextualizadas; además, se debe conocer bien las características de los
grupos/comunidades con quienes se trabajará (de antemano y en el desarrollo
del trabajo de campo sostenido). Elegir una perspectiva de este tipo implica
privilegiar la observación directa de las actividades de un grupo social y la
participación del investigador en ellas durante un período extendido de
tiempo. Esto se da por el hecho de que se espera comprender qué sucede del
modo más “real” posible. A la observación clásica y a la observación
participante (como se denomina este abordaje a la observación que se da en la
participación de la vida de la comunidad) se pueden sumar también entrevistas
individuales y grupales, distinto tipo de registro en audio y video, etc. Los
análisis que se hacen parten de casos concretos, tomados en su individualidad
y sus particularidades; no se teoriza antes y con esa teoría a priori se sale al
campo: la teoría surge de la observación, la descripción y el análisis situados.

Por lo tanto, lxs etnógrafxs del habla

 estudian la gramática de la lengua junto con sus usos, funciones y las


pautas comunicativas y cognitivas de una comunidad de habla
determinada;
 se proponen abordar la complejidad de la coexistencia de más de una
lengua -y de sus pautas comunicativas y cognitivas- en una misma
comunidad, aspecto que hasta el momento había sido estudiado de
modo no integrado sino separado (cada lengua por separado, sin
considerar la multiplicidad de situaciones que se dan en comunidades en
las que más de una lengua coexisten); amplían, así, la noción de
bilingüismo
 el tipo de estudios realizados van mucho más allá de la función
referencial del lenguaje: se interesan también -y especialmente- por los
usos estilísticos y expresivos de los marcadores gramaticales y de los
ítems léxicos;
 analizan también cuáles son los significacos, valores y actitudes
asociados a la/s lengua/s o variedades de la/s lengua/s en uso en una
determinada comunidad;
 les interesan los actos y situaciones comunicativos y su significatividad
en una determinada comunidad;
 se interesarán por el papel del habla en el proceso de socialización de
lxs niñxs, y en ello el aprendizaje no sólo de la lengua sino de todas las
pautas comunicativas que son necesarias para ser parte de de una
comunidad; se asume, así, la noción de que lxs niñxs se
socializan en y por la lengua[i]

Se plantea, así, la necesidad de estudios interdisciplinarios, en donde el


estudio del lenguaje no sea algo accesorio sino el foco de atención; si bien son
todos importantes, a efectos de nuestra materia mencionaré principalmente las
investigaciones referentes a las relaciones entre lenguaje y poder en las
sociedades; la adquisición/el desarrollo del lenguaje y la socialización
lingüística; el lenguaje y la educación; algunas de ellas las plantearemo

Si bien en el recorrido que realiza Golluscio (2002) se distinguen tres


momentos en la constitución y desarrollo de esta perspectiva, más que la
progresión que ella presente prestaremos a ciertas nociones centrales que
serán importantes no sólo en la Etnografía del habla sino también en otras
áreas de la Sociolingüística que las adoptaron:

 las nociones de competencia comunicativa y de comunidad de habla


 la noción de contexto, y la importancia de la noción de contextualización,
como constitutiva de las prácticas comunicativas
 la noción de discurso como noción organizadora de los significados y los
usos lingüísticos
 la noción de bilingüismo concebida no como “todo o nada” sino como un
continuum
 la atención a la diversidad, y en ello, la mirada relativista, seguidora de la
corriente inaugurada por Boas, Sapir y Whorf.

Tal como plantea Golluscio, la EH “tiene una base epistemológica empirista,


inductivista, transcultural y relativista” (Golluscio, 2002:21). En este sentido,
esta corriente es sigue la tradición inaugurada por Franz Boas
(https://www.liceus.com/franz-boas/), Edward Sapir
(https://www.ecured.cu/Edward_Sapir) y Benjamin Lee Whorf
(https://www.ecured.cu/Benjamin_Lee_Whorf) , quienes trabajaron fuertemente
en valorar las lenguas no indoeuropeas (de pueblos originarios de Norte
América, especialmente, donde trabajaron, pero de donde ampliaron esos
conocimientos a todas las lenguas no indoeuropeas del mundo), oponiéndose a
la visiones eurocentristas que denominaban a esos pueblos y a sus lenguas
como “primitivos” y “atrasados”. Toman, entonces, de aquellos, la noción
de relativismo lingüístico que trabajaremos en clases posteriores pero que, por
el momento -y de modo muy simplista-, plantearemos como la concepción del
lenguaje y la cultura en sus propios términos: cada lengua representa una
visión del mundo (una cosmovisión). En próxima clases abordaremos los
postulados de Sapir respecto del relativismo lingüístico.

Algunas unidades de análisis

Una perspectiva de investigación requiere la delimitación de objeto de estudio,


metodología (como ya hemos señalado) y unidades de análisis. La Etnografía
del habla delimitará unidades “lingüístico-comunicativas”, tal como las
denomina Dell Hymes, pues de lo que se trata es de estudiar el repertorio
lingüístico-comunicativo de un grupo en términos de sus usos y sus funciones
(adviertan la perspectiva funcionalista que se plantea).

Así, las unidades que plantea Hymes son:

 el acto de habla, entendido como la unidad mínima de análisis


(preguntar, responder, ordenar, afirmar, hacer un chiste, retar, ordenar,
saludar, etc); estos se ordenan en un evento de habla
 el evento de habla, entendido como actividades o aspectos de
actividades gobernadas por reglas o normas para el uso del habla:
conversación, una pieza de oratoria, una narración, un discurso
(entendido en modo restringido), entre otros. Un evento de
habla presenta algunos componentes (que, como verán, se han utilizado
de algún modo en la clásica enseñanza del “esquema de la
comunicación”, simplificación de los planteos realizados por Roman
Jakobson - https://www.ecured.cu/Roman_Jakobson -).

Los componentes propuestos por Hymes son los siguientes:

 escenario
 participantes
 fines
 forma y contenido del mensaje
 clave o tono
 canal
 formas del habla
 normas de interacción
 normas de interpretación
 género

 la situación de habla o situación comunicativa, que es la unidad


mayor de análisis de esta perspectiva, que puede estar constituida por
más de un evento de habla y por componentes comunicativos no
lingüísticos (ej: una clase, una reunión familiar, un velorio, una
ceremonia religiosa, una visita)

En síntesis, podemos sistematizar algunos aportes esenciales de esta


perspectiva:

 El análisis lingüístico se extiende de la oración al discurso


 Se interesan por las comunidades en donde existen (y coexisten) dos o
más lenguas
 Se interesan por lo fenómenos lingüísticos y lingüístico-comunicativos
que surgen a partir del contacto entre pueblos

Dos nociones centrales: comunidad de habla y competencia


comunicativa

Así como se plantean unidades lingüístico comunicativas de análisis, se


plantea una unidad social de análisis; así es que cobra relevancia la noción
de comunidad de habla elaboradas por John Gumperz (1968). A diferencia de
la clásica noción de comunidad lingüística, al pensar en una comunidad de
habla no se piensa en una unidad homogénea ni se focaliza en sujetos
individuales: se piensa, fundamentalmente, en los usos del habla que tienen
lugar en una comunidad; eso implica considerar todas las formas de interacción
(y por ello, las formas de habla, lenguas y variedades de una lengua) que
circulan en una comunidad. Esta mirada permite, por un lado, atender a los
grupos humanos en donde circula más de una lengua, y, por otro, a las
diversas formas en que lxs sujetxs se relacionan a través del lenguaje. Las
investigaciones con pueblos en los que coexisten más de una lengua han
mostrado que lxs hablantes son capaces de comunicarse aún sin tener
conocimiento completo de las gramáticas de las lenguas que se encuentran en
contacto. La noción de comunidad de habla, entonces, se basa más en la
percepción y valoración que tienen lxs sujetxs de las normas de interacción y
comprensión compartidas, lo que definiría de modo más amplio y con bases
comunicativas (y no solo gramaticales) las posibilidades de interacción entre
ellxs. Esto implica, entonces, que "hablar una lengua" no requiere sólo el
conocimiento gramatical: requiere de un montón de información más que no
está codificada en la gramática y en la sintaxis; requiere, entonces, de
conocimientos contextuales, de la situación, de lxs participantes y sus roles, de
los géneros que circulan en una sociedad... Es decir, requieren de todo aquello
que Gumperz denominó competencia comunicativa.

En este sentido, es importante considerar dos aspectos: por un lado, que en


una “misma” comunidad lingüística supuestamente homogénea puede haber (y
de hecho, hay) muchas comunidades de habla; por ello, si hay distintas
comunidades de habla, aunque puedan compartir el código, sus pautas de uso,
sus normas, sus funciones pueden variar significativamente -y de hecho, lo
hacen-. Esto se ve tanto en hispanohablantes como en hablantes del inglés:
aunque compartamos el código, las reglas de uso varían; esas reglas no “se
aprenden” con un diccionario y una gramática: se aprenden formando parte de
la comunidad.

La competencia comunicativa

La noción de competencia comunicativa se inspira, de algún modo, en la


noción de competencia lingüística planteada por el generativismo, pero a
diferencia de aquella, amplía el horizonte: la competencia comunicativa incluye
a la competencia lingüística, pero no se limita a ella. Gumperz considera que
ser miembro de una comunidad de habla implica tener no sólo una
competencia lingüística (es decir, saber la gramática de una lengua) sino tener
también -y sobre todo- conocer las normas/restricciones/opciones que tienen
disponibles lxs hablantes en función de (retomamos lo planteado por Hymes) la
situación comunicativa. Ese aprendizaje, entonces, no es meramente
“lingüístico” sino que va asociado a los usos y las funciones del lenguaje, las
restricciones que operan al uso; es decir, que no alcanza con saber una lengua
para poder participar de una comunidad de habla: para ser partícipe de una
comunidad de habla no alcanza con saber el código sino que es necesario
saber saber qué decir, cuándo, cómo en función de la situación, los
participantes, el tema, los géneros (incluso, todo aquello ligado a los usos
figurados de lenguaje forma parte de la competencia comunicativa). Toda esa
información, plantea Gumperz (y, veremos, también Halliday, aunque no forma
parte de esta corriente) forma parte de la competencia comunicativa, todo
aquello que se aprende por ser miembro de una comunidad de habla, y que no
se puede recuperar solamente con el conocimiento del código. Así se ve que
lengua-cultura-sociedad son una tríada indisoluble.

[1] El nombre puede variar en distintos textos: Etnografía del habla; Etnografía
de la comunicación; Etnografìa del habla y de la comunicación. Dell Hymes
(uno de sus fundadores) le dio el nombre de “Etnografía del habla” y, en el
resto de la clase, nos referiremos a ella de esa manera.

[2] La Etnografía como disciplina de la antropología consistía en la descripción


de sociedades y culturas; sin embargo, justamente por su
trabajo descriptivo era considerada como una disciplina a-científica.
[3] La noción de “lengua exótica” hoy sería muy controversial; refería,
fundamentalmente, a las lenguas occidentales no indoeuropeas (de África y
América, fundamentalmente), es decir, de los pueblos originarios de esas
regiones, previas a las conquistas y las colonias.

[4] En esto se tocan con la sociolingüística variacionista inaugurada por Labov:


esta también se interesará por el estudio del lenguaje en uso en las
comunidades urbanas (sobre todo, en las grandes ciudades).

[5] Hay interesantes estudios relacionados en torno a la etnografía del habla en


salones de clase

[i] Noción que, como veremos más adelante, también plantea Halliday.

También podría gustarte