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sin restricciones, puede crear sus propias playlists, tiene acceso ilimitado a una librería

“ilimitada” de música, una reproducción activa entre sus dispositivos, dependencia del
algoritmo con radios o playlists creadas a partir de una sola canción, canciones nuevas
cada viernes de la semana (pie de pagina), alianzas con redes móviles con fines
económicos para el usuario (pie de pagina), todo por un precio económico y sin poseer
copias físicas o digitales de la música. Esta es la liquidez en la reproducción musical.

Músico líquido:

“La vida laboral ha estado llena de incertidumbre desde tiempos inmemoriales. Sin
embargo, la incertidumbre actual es asombrosamente novedosa.”
Zygmunt Bauman.

Históricamente la profesión del músico no ha sido un seguro laboral en la tradición de


occidente. Son muy pocos los músicos que lograron acceder a mecenazgos para así
garantizar estabilidad en su vida. Desde la protección de la Iglesia católica hasta la
protección de la nobleza, la estabilidad de los músicos dependía del aporte al
entrenamiento que su mecenas quisiera. Con la aparición de la burguesía y las
revoluciones culturales en Europa, los músicos gradualmente se desprendieron del
mecenazgo. Situación que duró poco, ya que la dependencia a sociedades musicales o
editoras de partituras generaría otro tipo de lazo entre una figura con capital y una figura
creativa. Posteriormente, la aparición de la industria discográfica personificará un nuevo
tipo de mecenazgo que funcionó a partir de la inversión y la generación de capital.

Esta última etapa entre disquera y músico es la que más se asemeja al modelo Fordista
que trabaja Bauman en Modernidad Líquida (1999). Pesado, sólido y construido para
durar generaciones, el modelo Fordista es la cúspide del capitalismo industrial. Este es
un modelo enfocado en el mantenimiento de una mano de obra activa dentro de la línea
de ensamblaje, la empresa debe procurar la permanencia de los operarios en sus años
productivos. Es en términos de Bauman un matrimonio entre el capital y la fuerza de
trabajo hasta que la muerte los separe. Así mismo se edificó la industria musical. Una
línea de ensamblaje entorno a un producto, la canción, un capital, las inversiones de la
disquera y el compositor(es), arreglista(s), músicos de sesión, ingenieros, prensaje,
marketing y distribución como mano de obra. Este modelo alcanzó un clímax comercial
para la década de los ochenta (agregar pie de pagina) y hoy en día sigue siendo el
estándar.

Sin embargo, Bauman advierte que el consumismo desmedido, la innovación, las


multinacionales y el sistema de globalización ha generado fracturas en el sólido sistema
del capitalismo industrial y la forma de interactuar entre las personas. El sistema de
consumismo ha obligado a que las piezas (y personas) sean más prescindibles,
desechables e intercambiables; no hay motivos, ni confianza de un futuro, para
desarrollar un vínculo o compromiso (Bauman,1999). Las grietas de lo sólido dan
apertura a la liquidez de la modernidad que se ajusta, varía, se transforma y circula sin
interrupción. Trabajos desechables e intercambiables, personas remplazables.
Al tiempo que la liquidez va acaparando cada aspecto de la vida, musicalmente la
confianza hacía la industria musical y sus productos llegan al quiebre en la década de los
noventa. La irrupción de lo alternativo y su independencia (ver apartado) se convierte
en el lema de una generación. Thomas Frank en The Conquest of Cool (1997) narra que
estas divergencias y propuestas under no son gestos espontáneos de independencia a
las industrias, son cambios que las empresas y la publicidad aprovechan para inflar como
símbolos y así acaparar más nichos de consumo. El consumo es individualista (Bauman,
1997) y la mercantilización de nichos solo incrementa la sensación de autenticidad, y
comprensión, del individuo. El capital se transforma y se amolda para sacar réditos de
todos los campos posibles.

Las inyecciones de capital social, cultural y económico (Bourdie, 1998) de las disqueras
al movimiento alternativo en los noventa permitió su supervivencia en el mercado
mainstream pero además plantó la semilla de la romantización de lo alternativo. Había
logrado adaptar la idea del músico consagrado al DIY que con un indiscutible talento,
creatividad y originalidad llegó a formar un público lo suficientemente grande para que
una disquera lo firmara y así darle estabilidad y fama a su vida. La creación de este
imaginario es para Bauman un triunfo de la liquidez:

La principal fuente de ganancias -en especial de las grandes ganancias y, por lo tanto, también
del capital del futuro- son, cada vez más y a mayor escala, las ideas y no los objetos materiales.
(p.)

Además, el constante aparato de publicidad, la juventud en alianza con la rebeldía,


(Franck,1997) junto a la domesticación de la música (ver apartado) fue la mezcla ideal
para la creación de un nuevo perfil de músico: el músico líquido. Regido por la
inestabilidad inherente de la profesión, además del mercado de consumo inmediato, y
la independencia al sistema mainstream, el músico líquido se abraza al DIY en todos los
aspectos de la línea de ensamblaje industrial de las disqueras. Es capaz de tener control
y dirigir cada una de las etapas de su música: decidir su composición, su producción y su
distribución. Además otros trabajos paralelos en su profesión: profesor, director o
músico en vivo o de sesión.

Para principios del siglo los músicos DIY no significaban un fragmento comercial
relevante, si bien el incremento de aparatos profesionales de grabación casera
aceleraría la distribución de propuestas locales, era necesario contar con un musculo
financiero para trascender a más ciudades y países. Al músico líquido le faltaba su aliado
principal: el internet. Como se discutió en los apartados de escenas y movimiento
alternativo, la aparición y gratuidad del internet transformó las escenas y la distribución
de los proyectos. Cualquier canción podía ser subida gratis, sea original o una copia
ilegal, y atravesar el globo sin mayor problema. Esta sensación de alcance y consumo
inmediato, gestos de la liquidez, validó el alcance y relevancia de las propuestas
alternativas; el internet será la herramienta más útil en la independencia. En este punto
el músico era compositor, arreglista, productor, distribuidor y, en algunos casos, artista
visual. Recordemos que la industria musical seguía produciendo canciones como
siempre ha hecho, es decir, contaba con equipos profesionales con suficiente capital
económico para cada etapa de ensamblaje de la canción, mientras que, en los
alternativos, un músico, y en el mejor de los casos un grupo, ejercía todos estos puestos.
Era una competencia dispareja que el internet ayudó a equilibrar con sus redes de
distribución.

Internamente en lo alternativo se formó un mercado especializado que, con los avances


tecnológicos, se convirtió en un campo bourdiano (agregar pie de pagina). La
sistematización obligada y necesaria de las escenas virtuales impuso estándares en los
formatos de audios y portadas digitales. Además, los recursos de comunicación (blogs y
primeras redes sociales) configuró comportamientos en la distribución, era tan
importante el audio como la pagina de MySpace que lo contenía y promocionaba. A la
lista de roles del músico líquido se le suma el de diseñador y comunicador. Aún así se
mantenía la ilusión de independencia entre el capital, la industrial musical y el músico
alternativo, pero realmente se especializaba e incrementaba el consumo dentro del
nicho con el hardware y software de grabación caseras, herramientas de diseño digitales
y las guías o talleres para entender, y dominar, la comunicación en el Internet. Consumos
individuales y específicos.

La consolidación del músico líquido se da con la aparición de la Web 2.0 (agregar pie de
página) las redes sociales (Facebook, Instagram, Youtube, Twitter, por nombrar algunas
principales) transformaron la noción de alcance y proyección de la música. Con estas
plataformas el fenómeno de la viralidad explota y se vuelve deseo para los músicos (en
general para la mayoría de los usuarios) ya que recrea en la instantaneidad la sensación
de fama y relevancia. En la liquidez lo que cuenta son los efectos inmediatos de cada
jugada y los efectos deben ser aptos para su consumo también inmediato. (Bauman,
1999). Cada usuario, si así lo desea, debe aprender normas de juego para alcanzar la
viralidad y la visibilidad. Hoy en día el internet está repleto de guías, talleres o
sugerencias producidas por entes gubernamentales, industriales o independientes
(agregar pie de página) para incrementar la visibilidad de los perfiles (además de las
herramientas de auto-marketing donde el usuario recurre a inversiones económicas).
Como se ha anunciado, una de las grandes conquistas del capital líquido es el consumo
individualista. La promesa que cada usuario podría alcanzar fama y relevancia genera un
mercado de inversiones de capital económico y social sin precedentes, una supuesta
democratización de la fama. Todo como una gran ilusión de mercado ya que las personas
y empresas que cuenten con mayores inyecciones de capital seguirán siendo las
dominantes, como lo anuncia Liz Pelly en su crítica a la revista Teen Boss y su afán de
capitalizar adolescentes influencers (Agregar pie de pagina). El músico líquido
alternativo presencia la democratización en sus redes de comunicación. Dentro de las
mismas se generan comunidades, prensa especializada, foros y espacios de discusión
con alcances superiores a los esfuerzos físicos y locales tradicionales. Lo cual para varios
agentes de la industria (agregar cita o pie de pagina) es una fortaleza y “bendición” para
las propuestas alternativas.

Efectivamente las redes sociales han ayudado a consolidar escenas y movimientos a


grandes velocidades. El éxito de la actual escena alternativa bogotana (y colombiana) es
un ejemplo que se discutirá más adelante pero que si no hubiera sido por Facebook,
Instagram y Youtube hubiera tomado más años en consolidarse. Esta razón de éxito (y
obligación por el campo) agrega el rol de gestor de comunidades (pie de pagina) e
influencer (pie de pagina) a la lista de trabajos y habilidades del músico líquido.
Con la aparición de las agregadoras (ver apartado de Onerpm) y las playlist editoriales
de las plataformas digitales uno de los nuevos objetivos del músico líquido alternativo
es lograr consolidar un pitch (pie de página), reforzado por plan de marketing, que sea
interesante para las editoras de las agregadoras y de las plataformas. Estar en playlists
editoriales oficiales significa un incremento significativo de oyentes en la plataforma,
incremento que el músico confía consolidar en más audiencias y fans del proyecto. Las
playlists son el remplazo de la curaduría de las radios en el mundo digital. El usuario
escoge la que mejor se acomode en su estado anímico o interés musical confiando que
el proceso de curaduría le entregue una buena selección de canciones. Sin embargo,
como se discutirá en el apartado de agregadoras, la curaduría no depende solo de juicios
estéticos sino de constancia en lanzamientos, propuesta de marketing y relevancia del
proyecto en su circuito y sus redes sociales. Y al estar inscrito de un sistema de
streaming, y modernidad líquida, los tiempos que puede durar una canción en una
playlist son efímeros. Las canciones pueden llegar a tener picos de audiencias y volverse
irrelevantes al mes o a las semanas. (pie de pagina)

La liquidez genera dos problemas principales para el músico alternativo moderno.


Además de la mencionada inestabilidad de la profesión, el músico moderno debe
aprender a ser participe activo e idóneo de las relaciones de comunicación digital al
tiempo que dirige todos los campos de producción de una canción. Es un todero que
constantemente aplica inyecciones de capital, contando que un porcentaje de estos
músicos estudiaron música en instituciones con altos costos académicos, que muy pocas
veces logra recuperar (pie de pagina). Al tiempo puede perder la noción entre lo real y
lo virtual y empezar a depender de estadísticas y publico digital en vez de su publico
local. Comenta Santiago Arango en La Era de la Hipermúsica (2020):

El deseo de ser reconocido, que la música sea escuchada, la medición de la felicidad o el éxito a
través de la “data” y de las cifras estadísticas, la presión de la rentabilidad, la necesidad de
convocar a un concierto: esas y otras premisas han logrado que los músicos cedan a esa
dominación disfrazada de libertad. (P. 56)

La facilidad de lograr un alcance global puede generar al músico el Síndrome del Cerro,
termino construido por Diego Maldonado director de OneRPM Colombia, para describir
la desconexión que sufre el músico con su publico local. Se busca atravesar la montaña
para conquistar mercados más grandes y reconocidos globalmente, pero se olvida de su
contexto local.

El músico líquido es una condición de la época del capital que vivimos. No significa que
sea un estado negativo o perjudicial para los músicos, pero un estado y accionar
inconsciente puede significar perdidas económicas, desilusión y deserción de la
profesión. Acá radica la importancia de entender el sistema capital en el que
participamos, las condiciones de las plataformas de streaming y redes sociales y el rol
de la música, en este caso alternativa, en los espacios locales y físicos. ¿Qué tan ligados
estamos, y queremos estar, a las industrias musicales dominantes? ¿Qué tan alternativo
se puede ser un sistema tan individualista? En conversación con Alejandra Gómez,
directora y gestora en Biche (pie de página): No podemos desprendernos del sistema,
pero si podemos aprender a jugar dentro de él e imponer nuestros limites. Cambiarlo
desde adentro.

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