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“ilimitada” de música, una reproducción activa entre sus dispositivos, dependencia del
algoritmo con radios o playlists creadas a partir de una sola canción, canciones nuevas
cada viernes de la semana (pie de pagina), alianzas con redes móviles con fines
económicos para el usuario (pie de pagina), todo por un precio económico y sin poseer
copias físicas o digitales de la música. Esta es la liquidez en la reproducción musical.
Músico líquido:
“La vida laboral ha estado llena de incertidumbre desde tiempos inmemoriales. Sin
embargo, la incertidumbre actual es asombrosamente novedosa.”
Zygmunt Bauman.
Esta última etapa entre disquera y músico es la que más se asemeja al modelo Fordista
que trabaja Bauman en Modernidad Líquida (1999). Pesado, sólido y construido para
durar generaciones, el modelo Fordista es la cúspide del capitalismo industrial. Este es
un modelo enfocado en el mantenimiento de una mano de obra activa dentro de la línea
de ensamblaje, la empresa debe procurar la permanencia de los operarios en sus años
productivos. Es en términos de Bauman un matrimonio entre el capital y la fuerza de
trabajo hasta que la muerte los separe. Así mismo se edificó la industria musical. Una
línea de ensamblaje entorno a un producto, la canción, un capital, las inversiones de la
disquera y el compositor(es), arreglista(s), músicos de sesión, ingenieros, prensaje,
marketing y distribución como mano de obra. Este modelo alcanzó un clímax comercial
para la década de los ochenta (agregar pie de pagina) y hoy en día sigue siendo el
estándar.
Las inyecciones de capital social, cultural y económico (Bourdie, 1998) de las disqueras
al movimiento alternativo en los noventa permitió su supervivencia en el mercado
mainstream pero además plantó la semilla de la romantización de lo alternativo. Había
logrado adaptar la idea del músico consagrado al DIY que con un indiscutible talento,
creatividad y originalidad llegó a formar un público lo suficientemente grande para que
una disquera lo firmara y así darle estabilidad y fama a su vida. La creación de este
imaginario es para Bauman un triunfo de la liquidez:
La principal fuente de ganancias -en especial de las grandes ganancias y, por lo tanto, también
del capital del futuro- son, cada vez más y a mayor escala, las ideas y no los objetos materiales.
(p.)
Para principios del siglo los músicos DIY no significaban un fragmento comercial
relevante, si bien el incremento de aparatos profesionales de grabación casera
aceleraría la distribución de propuestas locales, era necesario contar con un musculo
financiero para trascender a más ciudades y países. Al músico líquido le faltaba su aliado
principal: el internet. Como se discutió en los apartados de escenas y movimiento
alternativo, la aparición y gratuidad del internet transformó las escenas y la distribución
de los proyectos. Cualquier canción podía ser subida gratis, sea original o una copia
ilegal, y atravesar el globo sin mayor problema. Esta sensación de alcance y consumo
inmediato, gestos de la liquidez, validó el alcance y relevancia de las propuestas
alternativas; el internet será la herramienta más útil en la independencia. En este punto
el músico era compositor, arreglista, productor, distribuidor y, en algunos casos, artista
visual. Recordemos que la industria musical seguía produciendo canciones como
siempre ha hecho, es decir, contaba con equipos profesionales con suficiente capital
económico para cada etapa de ensamblaje de la canción, mientras que, en los
alternativos, un músico, y en el mejor de los casos un grupo, ejercía todos estos puestos.
Era una competencia dispareja que el internet ayudó a equilibrar con sus redes de
distribución.
La consolidación del músico líquido se da con la aparición de la Web 2.0 (agregar pie de
página) las redes sociales (Facebook, Instagram, Youtube, Twitter, por nombrar algunas
principales) transformaron la noción de alcance y proyección de la música. Con estas
plataformas el fenómeno de la viralidad explota y se vuelve deseo para los músicos (en
general para la mayoría de los usuarios) ya que recrea en la instantaneidad la sensación
de fama y relevancia. En la liquidez lo que cuenta son los efectos inmediatos de cada
jugada y los efectos deben ser aptos para su consumo también inmediato. (Bauman,
1999). Cada usuario, si así lo desea, debe aprender normas de juego para alcanzar la
viralidad y la visibilidad. Hoy en día el internet está repleto de guías, talleres o
sugerencias producidas por entes gubernamentales, industriales o independientes
(agregar pie de página) para incrementar la visibilidad de los perfiles (además de las
herramientas de auto-marketing donde el usuario recurre a inversiones económicas).
Como se ha anunciado, una de las grandes conquistas del capital líquido es el consumo
individualista. La promesa que cada usuario podría alcanzar fama y relevancia genera un
mercado de inversiones de capital económico y social sin precedentes, una supuesta
democratización de la fama. Todo como una gran ilusión de mercado ya que las personas
y empresas que cuenten con mayores inyecciones de capital seguirán siendo las
dominantes, como lo anuncia Liz Pelly en su crítica a la revista Teen Boss y su afán de
capitalizar adolescentes influencers (Agregar pie de pagina). El músico líquido
alternativo presencia la democratización en sus redes de comunicación. Dentro de las
mismas se generan comunidades, prensa especializada, foros y espacios de discusión
con alcances superiores a los esfuerzos físicos y locales tradicionales. Lo cual para varios
agentes de la industria (agregar cita o pie de pagina) es una fortaleza y “bendición” para
las propuestas alternativas.
El deseo de ser reconocido, que la música sea escuchada, la medición de la felicidad o el éxito a
través de la “data” y de las cifras estadísticas, la presión de la rentabilidad, la necesidad de
convocar a un concierto: esas y otras premisas han logrado que los músicos cedan a esa
dominación disfrazada de libertad. (P. 56)
La facilidad de lograr un alcance global puede generar al músico el Síndrome del Cerro,
termino construido por Diego Maldonado director de OneRPM Colombia, para describir
la desconexión que sufre el músico con su publico local. Se busca atravesar la montaña
para conquistar mercados más grandes y reconocidos globalmente, pero se olvida de su
contexto local.
El músico líquido es una condición de la época del capital que vivimos. No significa que
sea un estado negativo o perjudicial para los músicos, pero un estado y accionar
inconsciente puede significar perdidas económicas, desilusión y deserción de la
profesión. Acá radica la importancia de entender el sistema capital en el que
participamos, las condiciones de las plataformas de streaming y redes sociales y el rol
de la música, en este caso alternativa, en los espacios locales y físicos. ¿Qué tan ligados
estamos, y queremos estar, a las industrias musicales dominantes? ¿Qué tan alternativo
se puede ser un sistema tan individualista? En conversación con Alejandra Gómez,
directora y gestora en Biche (pie de página): No podemos desprendernos del sistema,
pero si podemos aprender a jugar dentro de él e imponer nuestros limites. Cambiarlo
desde adentro.