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No, mi cabr0n,

no soy una princesa,


no despierto maquillada ni peinada,
tampoco con una sexy bata;
con decirte que ni siquiera combinada,
acostumbrarte a verme por las mañanas 
con un short viejo que tengo desde adolescente y una blusa de tirantes sin bra.
Si bien solo me has visto arreglada,
debes de saber que las mujeres 
aunque parecemos diosas 
también somos humanas,
e imperfectas;
también tengo mal aliento por las mañanas, estrés por las tardes, 
terror por las noches 
e insomnio por las madrugadas.
Mi mierda apesta como la de todos;
y quita esa pinche cara de asco,
que también la tuya.
A veces uso calcetines primos y los 
primeros calzoncillos que encuentre. 
No duermo con pose de reina egipcia
ni de sirena en noche nupcial,
de hecho lo hago de una forma muy inusual:
boca abajo, 
con un brazo escondido en la almohada
y el otro en mi entrepierna,
y me echo como vagabunda a encontrar 
en los sueños un escape de este mundo.
¡Ah!,
y que no te sorprenda si me ves seguido 
con máscaras de ungüentos o cremas,
porque aunque soy una desfachatada
también soy algo coqueta.
Y todo el día me la pasó soñando, 
y toda la noche me la pasó escribiendo;
en mi mochila encontrarás papelillos
con pensamientos fugaces, 
y en mis manos palabras raras, 
y en mi corazón mil versos,
algunos de amor, 
otros perversos.
Te hablaré de libros, 
de artes;
te hablaré mucho de Gabriel García Márquez; 
también del viejo rancio de Charles Bukowski,
y obviamente de la maldita de mi Frida Kahlo.
Soy espontánea e incierta,
recibirás nalgadas a todo momento;
no tengo horarios ni vivo bajo un reglamento, 
en el desayuno tal vez deje todo para llevarte 
a la cama y morir allí de hambre 
y de amor al mismo tiempo.
Así de loca,
así de terca.
Si no soy lo que esperabas,
me iré tranquila sabiendo que fui sincera;
si me aceptas con todo y mi lobrequéz,
te juro que seré para ti la más 
bella de las princesas,
pues seré libre siendo una dama fina,
y a la vez una p u t a perversa.
Te enseñaré lo que no sabías hasta ahora.
Te haré saber que hasta 
la imperfección enamora.

Qué pendejo te ves negando a tu mujer


con tal de quedar bien con otras;
qué pendejas se escuchan tus excusas:
"solo estoy con ella por los niños",
"sí estamos juntos pero dormimos 
en camas separadas",
"no es una buena mujer",
"ya no me valora",
"ya la voy a dejar"
"ya no la amo";
lo último tal vez es lo único verdadero,
pues alguien que ama no traiciona.
¿Así que quieres una amante?,
adelante,
hazlo,
pero no mientas,
sé claro y dile que solo 
la usarás para matar el rato
(porque de hecho para eso es),
sin promesas futuras,
sin hablar pestes de tu mujer;
y hasta si quieres pónganse horarios,
y si acepta con todos esos 
términos ya es problema de ella,
fuiste muy claro,
y entonces disfruten lo más que se pueda,
lo que les dure,
pero así como fuiste demasiado "hombre"
para esa relación clandestina,
así también ten huevos para 
afrontar las consecuencias,
para no negarla en caso de que se te descubra;
según no amas a tu mujer pero te agarrarás
chillando y rogando para que no te deje,
para que te perdone.
Quieres tener de amante a una mujer casada,
pero no sabes si alguien más 
también tiene a la tuya,
si alguien igual de cabrón que 
tú también le haya mentido;
y todavía te enojas si ella lo hace,
y todavía le llamas pu-ta;
y más pendeja te ves también tú 
creyendo aún en lo que te dicen.

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