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Georges42
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Georges42
Edad : 77
Localisation : Guatemala
10. saint
Un elemental análisis de la persona humana descubre en ella una doble dimensión o tendencia.
Por una parte, busca la comunicación y la relación con los demás y, por otra, la auto-afirmación y
auto-realización personal. Vive como una tensión su interioridad (su yo personal) y su exterioridad
(el ser con los demás). Ambos aspectos son inseparables y la madurez está en el equilibrio entre
los dos.
De acuerdo con esta doble dimensión, parece que hay realidades que se viven más en la esfera de
lo privado, mientras que otras son más de dominio público. Así se habla de la vida pública y de la
vida privada, de la actividad política y de las relaciones íntimas familiares.
En este sentido, no es extraño oír decir que la fe pertenece a la esfera de lo privado, que es una
cuestión de conciencia, algo que se decide en el fondo del corazón, "a solas con Dios". ¿Es
realmente así la fe?
Que la fe tiene una dimensión interior y que requiere necesariamente una decisión personal nadie
lo cuestiona. Pero la persona es social y la fe alcanza todas las dimensiones de la persona. Más
aún, el acceso a la fe pasa necesariamente por las experiencias humanas de confianza y
comunicación con los demás.
En efecto, la Escritura nos presenta a Dios escogiendo a un pueblo y dentro de él a los individuos.
La fe de los israelitas se enmarca en la gran tradición humana de cuantos han buscado una
respuesta última a sus vidas y es en la experiencia histórica donde Dios se les fue dando a conocer,
llegando ellos a fiarse de un Dios que es de fiar porque permanece fiel a su palabra.
Dentro de esa historia humana y religiosa aparece también la fe cristiana. Una comunidad de
hombres se encuentra en el origen de la fe. En una actitud de búsqueda compartida, de confianza
en los hombres, de apertura a sus palabras, es donde se puede escuchar la voz de Dios y se llega a
la fe.
En los Evangelios se nos habla del origen de la fe como de un encuentro personal con Jesús e
inmediatamente se dice que los creyentes entran a formar parte de un grupo bien definido, el de
los seguidores de Jesús, la comunidad cristiana (Mc 3, 14; Hch 2, 41). Tras las dispersión en el
momento de la muerte del Maestro, los discípulos comienzan a reflexionar personalmente y en
grupo, a reunirse y leer las Escrituras y es aquí donde esta fe germinal en Jesús se hace consistente
y puede expresarse llevándoles a un compromiso de vida.
Los Hechos de los Apóstoles muestran a la comunidad como el lugar donde brota, crece, se
comparte y se celebra la fe (Hch 2, 42-47). Aquí cabe preguntarnos: ¿Tenemos nosotros una
experiencia comunitaria de la fe? ¿Compartimos la fe con los demás creyentes?
Con todo respeto a esas fórmulas venerables, nos podemos preguntar si somos nosotros creativos
como lo fueron las primeras comunidades cristianas y expresamos la fe en Jesús en un lenguaje
nuestro, o si nos contentamos con repetir, sin más, palabras transmitidas cuyo contenido se nos
escapa y que ni siquiera nos esforzamos por comprender.
Cada uno de nosotros necesita el testimonio de la fe de los demás para vivir su propia fe con gozo,
convencimiento y entusiasmo. Si las personas no somos islas y en todos los aspectos de nuestra
vida nos influimos y necesitamos los unos de los otros, en la fe no sucede de distinta manera.
2. Hoy son muchos los jóvenes que dejan de asistir a la comunidad cristiana. ¿Por qué será? ¿No te
hace esto pensar?
3. Para muchos cristianos, los distintos "credos" fueron expresión de su fe. A tu parecer, ¿qué
puntos no deberían faltar en un credo que expresase tu fe y la fe de tu comunidad?