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Bruno Díaz (Guvery)

Soy un profesional enfocado en el desarrollo de software y la creación de


productos digitales útiles-usables.
Al aterrizar en Lima, la agradable sensación que le había dejado a Bruno Díaz el
viaje y las lecciones aprendidas en la Universidad de Purdue, Indiana, se esfumó.
Tras casi cuatro horas varado en el
despacho aduanero instalado en el
aeropuerto Jorge Chávez, vio como el
anhelo del teclado con el que había
soñado hace meses para poder producir
su propia música en casa y que por fin
obtuvo, tras una inversión de 180
dólares, se le escapaba de las manos.

La burocracia arancelaria había resuelto


dejar en libertad el instrumento siempre
y cuando se cancele la tasa tributaria,
que habían fijado en unos 40 dólares.
Luego de revisar sus bolsillos, Bruno Díaz
no supo qué hacer. “Creo que por pena
al final no me cobraron”, recuerda con
ese humor que solo la distancia de los
años proyecta sobre las malas
experiencias del pasado.

Era 2010, y por aquel entonces, de trámites de comercio exterior, Díaz todavía no
sabía nada. “Quien diría que yo mismo facilité, tiempo después, la vida a miles de
personas cuando me la compliqué tanto yo mismo”. De ese amargo recuerdo,
Bruno Díaz salió con una promesa: la de nunca más regresar desinformado.

Hoy, a siete años de distancia, su nuevo emprendimiento, Guvery, viene


conectando a gente que, como él, desea tener en sus hogares productos
americanos con viajeros frecuentes que llegan a Lima portando productos desde
Estados Unidos. A simple vista parece el acuerdo que uno hace con un amigo o
familiar en el extranjero para que le traiga una mercancía a su retorno. Pero, una
mirada al detalle nos revela ciertas diferencias y obstáculos que su negocio
promete resolver.

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