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Esta unidad es el más poderoso testimonio que la iglesia puede ofrecer, pues provee la evidencia
del abnegado amor de Cristo por la humanidad. ÉI afirmó “Yo en ellos y tú en mí. Permite que
alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has
amado a ellos tal como me has amado a mí” ( Juan 17:23).
-¿Ustedes no tienen miedo de que los internos se unan y los agredan? AI fin y al cabo, ¡ellos son
un número mucho mayor!
EI enfermero respondió:
-¡No! Nadie necesita tener miedo. Los locos nunca se unen. (www. sitedopastor. com. br).
El Espíritu Santo es la fuerza impulsora que subyace a la unidad de la iglesia. Por su intermedio los
creyentes son conducidos hasta ella. Al llamar a los miembros de todas las nacionalidades y las
etnias, el Espíritu Santo los bautiza en un único cuerpo, el de Cristo : la iglesia. A medida que ellos
crecen en Cristo, las diferencias culturales no causan mas división. El Espíritu Santo quiebra las
barreras entre ricos y pobres, altos y bajos, hombres y mujeres. Comprendiendo que a la vista de
Dios todos somos iguales.
2. Unidad de fe. La diversidad de dones de ningún modo implica diversidad de creencias. La base
de nuestra fe es la Palabra de Dios: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el
mensaje que se oye es la palabra de Cristo” (Rom. 10:17). hablado de la unidad, Elena de White
dice lo siguiente: “Dios está guiando a su pueblo para que salga del mundo con el fin de colocarlo
sobre la exaltada plataforma de la verdad eterna, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Quiere disciplinar y preparar a sus hijos. No estarán en desacuerdo, creyendo uno una cosa, y
teniendo otro una fe y opiniones totalmente opuestas, moviéndose cada uno
independientemente del cuerpo. Por la diversidad de los dones y los ministerios que él ha puesto
en la iglesia, todos pueden llegar a la unidad de la fe. Si alguien adopta puntos de vista referentes
a la Biblia sin considerar la opinión de sus hermanos, y justifica su conducta alegando que tiene
derecho de sostener sus propias opiniones peculiares, y luego las impone a otros, ¿cómo podrá
cumplirse la oración de Cristo? ¿ Y si otro y aun otro se levanta, y cada uno reclama su derecho a
creer y hablar Io que le place sin relación con Ia fe del cuerpo, dónde estará la armonía que existió
entre Cristo y su Padre, y que Cristo pidió en oración que existiera entre sus hermanos?” (Elena de
White, La iglesia remanente, pp. 36.37).
En los últimos días la iglesia de Dios estará compuesta por personas que comparten las verdades
del evangelio eterno. La vida de esas personas será caracterizada por la observancia de los
“mandamientos de Dios y Ia fe en Jesús” (Apoc. 14:12). Juntas, proclaman al mundo la invitación a
la salvación procedente de Dios.
La unidad es esencial para la iglesia. sin ella, Ia iglesia fracasará en el desempeño de su sagrada
misión. Existen algunos beneficios en la unidad para el fortalecimiento de la iglesia y su
crecimiento:
1. La unidad hace eficaces los esfuerzos de la iglesia. “Los hombres no obedecen las palabras de
Jesucristo para buscar unidad de fe, espíritu y doctrina. No trabajan por Ia unidad del Espíritu por
Ia cual oró Jesús, la cual influiría a fin de que el testimonio de los discípulos de Cristo fuera eficaz
para convencer al mundo de que Dios ha enviado a su Hijo a esta tierra, ‘para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’. Si la unidad por la cual Cristo oró, existiera entre
los hijos de Dios, estos darían un testimonio viviente y reflejarían una luz clara que brillaría en
medio de las tinieblas morales del mundo” (Elena de White, La iglesia remanente, pp. 68, 69).
“La unidad en Ia iglesia es la que la capacita para ejercer una influencia consecuente sobre los
incrédulos y mundanos” (Elena de White, A fin de conocerle, p. 155).
2. La unidad revela Ia realidad del Reino de Dios. “Los ángeles trabajan en forma armoniosa. Un
orden perfecto caracteriza todos sus movimientos. Cuanto más cerca imitemos la armonía y el
orden de la hueste angelical, más éxito tendrán los esfuerzos de estos agentes celestiales en
nuestro favor. Si no vemos ninguna necesidad de trabajar en forma armoniosa, y somos
desordenados, indisciplinados y desorganizados en nuestra forma de obrar, los ángeles, que están
cabalmente organizados y se mueven en perfecto orden, no pueden trabajar con éxito por
nosotros. Se apartan apesadumbrados, porque no están autorizados a bendecir la confusión, el
desorden y Ia desorganización. Todos los que deseen la cooperación de los mensajeros celestiales
deben trabajar al unísono con ellos. Los que tienen la unción de Io alto estimularán el orden, la
disciplina y la unidad de acción en todo Io que emprendan, y entonces los ángeles de Dios podrán
cooperar con ellos. Pero nunca, nunca estos mensajeros celestiales respaldarán la irregularidad, la
desorganización y el desorden. Todos estos males son el resultado de los esfuerzos de Satanás
para debilitar nuestras fuerzas, para disipar nuestro valor, e impedir el éxito en la acción” (Elena
de White, La iglesia remanente, pp. 34-35).
“Lo que causa división y discordia en las familias y en la iglesia es la separación de Cristo. Acercarse
a Cristo es acercarse unos a otros. El secreto de la verdadera unidad en Ia iglesia y en la familia no
estriba en la diplomacia ni en la administración, ni en un esfuerzo sobrehumano para vencer las
dificultades -aunque habrá que hacer mucho de esto- sino en la unión con Cristo” (Elena de White,
El hogar cristiano, p. 158).
Cuando Cristo inició su obra mediadora al lado de su Padre en el cielo, garantizó que el blanco de
tener a su pueblo unido no era una ilusión. A través del Espíritu Santo, concedió dones especiales,
cuyo propósito particular era establecer la “unidad de la fe” entre los creyentes. Al analizar esos
dones, el apóstol Pablo dice que Cristo “constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; y a otros pastores y maestros”. Esos dones fueron concedidos a Ia iglesia con la
intención de “capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo.
De este modo, todos llegaremos a Ia unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una
humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo”(Efe. 4:11-13).
En nuestra búsqueda de unidad no podemos sacrificar las verdades que hicieron de nosotros un
pueblo distinto. La Biblia, hablando del Espíritu Santo, afirma que él es el Espíritu de la verdad
(Juan15:26). En su oración intercesora, Cristo le pide al Padre “Santifícalos en tu verdad, tu palabra
es la verdad” (Juan 17:17). Por Io tanto, Para que puedan experimentar la unidad, los creyentes
deben recibir Ia luz que brilla de la Palabra. (Extraído y adaptado del libro Creencias de los
adventistas del séptimo día) ·
Para reflexionar
Una iglesia unida por el poder del Espíritu Santo se transforma en un refugio contra los dardos
satánicos de la desunión. El principio básico de esa unidad viene de Ia unión diaria del creyente
con Cristo. Una iglesia individual que desarrolló y consolidó el hábito de orar, leer, examinar y
meditar en Ia palabra de Dios y de alabar, ciertamente estará unida por los lazos fraternos del
amor. Es allí donde nace la unidad colectiva, cuando el creyente recibe el bautismo diario del
Espíritu Santo en las primeras horas de Ia mañana. Cuando nos alimentamos individualmente y
colectivamente de Ia misma fuente, es imposible que no tengamos, todos, el mismo parecer y
sentimiento en relación con el objetivo y la misión de Ia iglesia global.
¿De qué forma esta creencia te puede ayudar en tu vida, a tu familia, a tu iglesia y a la comunidad
dónde vives? Piensa y ora al respecto de esto durante las próximas 24 horas.