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FORMACIÓN PARA CANDIDATOS A ASOCIADOS EUDISTAS

INTRODUCCIÓN
Las comunidades locales de la provincia de Colombia, por diferentes medios y, según la
situación de cada una, atraen, a veces de manera espontánea y, otras veces, por medio
de actividades pensadas con ese propósito, a personas que simpatizan o se sienten
llamadas a participar de nuestra espiritualidad. Estos amigos de los eudistas muy a
menudo descubren en ellos una vocación a un compromiso más profundo, aspirando a
convertirse en parte de la Congregación como asociados laicos.
El aspirante a asociado necesita recorrer un camino, no solamente de formación en la
espiritualidad eudista, sino también compartir la fraternidad, conocer más de la
Congregación, participar en sus actividades y celebraciones, para que así pueda
discernir su llamado hasta llegar al compromiso de la asociación.
Con ese propósito, las comunidades locales se han organizado para proporcionar a
estos candidatos y amigos, la experiencia y el compartir que necesitan para ser
acogidos en la Congregación.
El presente trabajo se realiza con el propósito de unificar como provincia el programa
de formación, para que, realizando las necesarias adaptaciones a la situación de cada
comunidad local, se cuente con una guía que sugiera la manera de organizarse y los
temas principales que se necesita tener en cuenta durante este hermoso caminar
fraterno de la mano de San Juan Eudes.
Tabla de contenido
Introducción
I CAPÍTULO
Información de la Congregación de Jesús y María
¿Quiénes somos?........................................................ 4
¿Cómo vivimos los Eudistas?...................................... 5
¿Cómo nos regimos los Eudistas?.............................. 5
¿Dónde se forma un presbítero Eudista?.................. 6
¿Cómo se forma un presbítero Eudista?................... 7

II CAPÍTULO
Asociados Eudistas
¿Quién es un asociado Eudista?.................................. 8
¿Y los laicos cómo se unen al trabajo evangelizador
de los Eudistas?........................................................... 9
¿Dónde trabajamos los Eudistas?............................... 10

III CAPÍTULO
Directorio General de los Asociados Eudistas
Datos históricos............................................................. 12
La situación actual....................................................... 13
La identidad misionera de los asociados:
Vivir el carisma eudista en la misión de la Iglesia
¿Quiénes son los asociados?...................................... 14
¿Para qué se asocian?................................................ 14
¿Cómo se asocian?..................................................... 15
Los compromisos de toda persona asociada……….. 15
Los compromisos de la Congregación...................... 16
¿Cuál es la misión del asociado?................................ 16
Formación: el camino del discípulo asociado
La formación antes del compromiso
de la asociación.......................................................... 17
La formación durante el compromiso
de la asociación.......................................................... 18
Estructuras de animación:
“Juntos para la misión”.............................................. 18
A nivel local……........................................................... 18
A nivel provincial……................................................... 19
A nivel general: coordinación interprovincial..…….... 19
Anexos.......................................................................... 20
Fórmula del compromiso de asociación
Primer compromiso.................................................... 20
Renovación del compromiso……................................. 20
Acto de asociación a la Congregación de Jesús

2
y María........................................................................ 20
Glosario......................................................................... 22
IV CAPÍTULO
La historia de la Provincia Eudista de Colombia
Historia de la Provincia de Colombia……………………… 24
Nuestra misión ………………………………………….…………... 26
Nuestra visión ……………………………………………………….. 26
Carisma Eudista: La Evangelización ……………………..... 27
El Bautismo……………………………………………………………. 28

V CAPÍTULO
Organización y trabajo
Organización de los grupos…………………………………… 32
Organización de la formación………………………………. 32
Esquema sugerido de una reunión……………………….. 33

VI CAPÍTULO
Vida y Reino de Jesús en los cristianos
Introducción………………………………………………………… 34
“Vida y Reino” en la existencia de san Juan Eudes
Fuentes……………………………………………………………….. 35
Ediciones…………………………………………………………….. 35
Plan y Doctrina
Actualidad de Vida y Reino…………………………………. 37
A Jesús y a María su Santa Madre………………………. 38

Viva Jesús y María


prefacio................................................................... 40

Bibliografía

I CAPÍTULO
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INFORMACIÓN DE LA CONGREGACIÓN DE JESÚS Y MARÍA

¿Quiénes somos?

Los Eudistas somos una Congregación, que la iglesia define como una sociedad de vida
apostólica, fundada por San Juan Eudes, el 25 de marzo de 1643, en Francia, por eso
nos llaman eudistas.
Compartimos con clérigos y laicos, hombres y mujeres que nos matriculamos en la
Escuela de santidad de San Juan Eudes, para vivir nuestro bautismo dentro de esta
espiritualidad. Aquí aprendemos a amar a Jesucristo, a predicar las incontables
riquezas de su amor y hacerlo vivir y reinar en el corazón del mundo.
Un Eudista, es un hijo de San Juan Eudes, que prolonga su santidad, con su testimonio
de vida. Una comunidad Eudista es una escuela de Santidad.
Como toda sociedad de vida apostólica en el seno de la Iglesia, tenemos una misión y
carisma propios.
Trabajamos en dos cosas:
1.- En la renovación de la Fe del Pueblo de Dios: Un Eudista es un evangelizador,
porque trabaja en el anuncio del Evangelio y en la renovación de la Fe.
2.- En la formación y renovación de buenos obreros del Evangelio. Esto es, formar
presbíteros según el corazón de Dios.
Un Eudista gasta su tiempo anunciando al adorable Jesucristo, formándolo en sí
mismo, formándolo en lo demás, e ir plantando el Reino de Dios en el mundo.

San Juan Eudes


Nuestro fundador y padre es San Juan Eudes un extraordinario misionero, maestro,
prolífico escritor y fundador de varias comunidades.
Nació en Ri, Francia, el 14 de noviembre de 1601; Su formación humana y cristiana, la
heredó de sus padres, luego en la parroquia, más tarde la continuó y profundizó en el
colegio de los Jesuitas, después buscó su santidad en el Oratorio del Cardenal de
Bérulle.
El Oratorio fue un centro de formación de sacerdotes en París-Francia, fundado por el
Cardenal de Bérulle y allí estudió nuestro padre Juan Eudes. Fue ordenado sacerdote a
los 24 años, permaneció en el Oratorio de Bérulle 20 años sirviendo a Cristo y a su
Iglesia.
4
Fueron muy numerosas sus misiones, predicó 117.
Bossuet oyéndolo predicar dijo: “Así es como todos deberíamos predicar”.
Dios le regaló la feliz inspiración de fundar la comunidad de los Padres Eudistas
(Congregación de Jesús y María) y de las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad” o
llamada “Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor”.
Juan Eudes encontró también tiempo para escribir, no para lucrarse sino para
evangelizar. Era sensible a los problemas sociales y a los problemas de la iglesia. Se
dedicó a la renovación de la vida cristiana y la santificación del clero.
Murió colmado de méritos el 19 de agosto de 1680. La Iglesia reconoció su santidad el
31 de mayo de 1925.

¿Cómo Vivimos los Eudistas?


Los incorporados o padres eudistas vivimos en común, compartiendo como hermanos:
compartimos la Fe, la misión y la herencia espiritual.
Vivimos en Espíritu fraterno a través de la oración, de la rutina diaria y del seguimiento
de Jesucristo.
Nuestra única norma es el amor. Todos los Eudistas conocemos esta línea presente en
las constituciones: “La caridad es la norma suprema y el alma de la congregación. Ella
debe inspirar todos los actos de la vida comunitaria.”
Los Eudistas somos una sociedad de vida apostólica que vivimos en comunidad y
tenemos constituciones por las que nos regimos. La que se leyó sobre la caridad es la
constitución 44. Este es otro tema en el que profundizaremos más adelante.

¿Cómo nos regimos los Eudistas?


La Congregación de Jesús y María o Padres Eudistas tiene su casa principal en Roma.
Desde allí el Padre General, sus consejeros y otros colaboradores velan por los
miembros de la comunidad en el mundo entero. Este grupo de colaboradores se llama
el Consejo General.
El Padre General es actualmente quien hace las veces de san Juan Eudes en la
actualidad.
En el mundo estamos organizados en provincias, el responsable de cada una de ellas se
le llama el Padre Provincial, quien también tiene un consejo de padres que lo apoya
llamado el Consejo Provincial.
Los Eudistas reconocemos a estos verdaderos superiores de la Comunidad, según lo
dejó establecido San Juan Eudes, en las Constituciones. Y junto a ellos, desde la

5
organización de la Iglesia, también consideramos nuestros superiores a los obispos y al
Papa.
Actualmente estamos organizados en cinco provincias: Nuestra provincia de Colombia
comprende México, Honduras, República Dominicana, Colombia, Ecuador y Brasil.
La segunda Provincia es Venezuela quienes se han organizado hace ya varios años
atrás como provincia independiente.
La tercera Provincia es el Minuto de Dios, que, aunque se encuentra en territorio
colombiano también se ha organizado como provincia independiente en la misión. A
ella pertenecen Nicaragua y Perú.
La cuarta Provincia es Norteamérica, conformada por Estados Unidos y Canadá.
La quinta es La Provincia de Francia-África.
En algunos momentos de la historia se han tenido misiones y trabajos
interprovinciales, como actualmente sucede con Filipinas, que es una obra de la
Provincia de Norteamérica donde hay colaboración de los Eudistas de los países de las
otras provincias.

¿Dónde se forma un Presbítero Eudista?


En la provincia de Colombia se cuenta con 4 casas de formación: una en Bogotá, una
en Medellín, una en Ecuador y la otra en Brasil.
Una de estas casas de formación es el Seminario Valmaría, que está en el antiguo
pueblo de Usaquén; es la sede del Año Introductorio, los estudiantes hacen sus
estudios de filosofía y hacen su año de espiritualidad Eudista. Los jóvenes bajo la guía
de un equipo formador transitan los caminos del Señor, discerniendo su vocación.
Después los seminaristas Eudistas pasan al teologado de san Miguel en Medellín
Colombia. Allí estudian, oran, hacen apostolado, viven juntos compartiendo techo y
pan; también cuentan con momentos de recreación y el trabajo, brindándose los
elementos necesarios para una adecuada preparación.
Similar a esta estructura formativa se tienen otros dos centros de formación de
sacerdotes Eudistas en la Provincia de Colombia y son:
La Casa de Formación “LA MISIÓN” en Conocoto, Ecuador, cerca de Quito.
Y la Casa de Formación “SAO JUAN EUDES” en Fortaleza, Brasil.
La finalidad de estas casas es brindar a los jóvenes de estos países los mismos
elementos formativos que se dan en Valmaría.

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¿Cómo se forma un presbítero eudista?
La preparación de un joven, que quiere ser Eudista se puede sintetizar en el texto de
Gálatas 4,19 “Formar a Cristo en él” de tal forma que continúe la vida que Jesús llevó
cuando estuvo físicamente entre nosotros.
Quien desee ingresar a la comunidad “Debe manifestar un deseo profundo de vida
cristiana y de servicio apostólico.” Durante el tiempo de formación se busca lograr el
progreso intelectual de la personalidad del candidato, dentro de una coherencia cada
vez mayor entre su Fe y Vida. Queremos formar Presbíteros Eudistas para que hagan la
evangelización nueva en América Latina siguiendo el Espíritu de San Juan Eudes.
Cuando el candidato al presbiterado ha recorrido por lo menos cuatro años en la
comunidad Eudista preparándose, puede incorporarse definitivamente a ella. La
Incorporación es un acto jurídico y religioso en el que el candidato a sacerdote Eudista
libremente pide ser aceptado en la Congregación de Jesús y María (CJM) y se
compromete a vivir, servir y morir en ella.

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II CAPÍTULO

ASOCIADOS EUDISTAS

¿Quién es un Asociado Eudista?


Es un cristiano, presbítero o laico, que en respuesta a su vocación se adhiere a una
comunidad local de Eudistas para continuar y completar la obra de Cristo Jesús, en su
vida personal, familiar, social y ministerial.
En Colombia se comenzó esta experiencia de vincular hombres y mujeres, laicos y
presbíteros, ex alumnos, familiares y amigos a nuestra misión de evangelizadores-
formadores.
El asociado busca un mayor compromiso eclesial, evangelizador y liberador, para
impulsar el crecimiento del Reino en la realidad donde vive. Por eso vive la
espiritualidad Eudista en perspectiva latinoamericana.
Ser asociado es colaborar con la Congregación de Jesús y María en algún aspecto de la
Nueva Evangelización, se nos pide colaborar en nuestros países en la formación de
buenos obreros del Evangelio o en la misión de la Iglesia, desde las posibilidades de
cada uno.
El compromiso del Asociado con la comunidad Eudista puede ser por un tiempo
determinado o con duración indefinida según la voluntad del comprometido. El
Asociado generalmente vive su compromiso en su vida cotidiana de trabajo, de hogar,
de estudio con sus hermanos Eudistas, candidatos incorporados y asociados.
Los compromisos de un asociado se entroncan en estos bloques:
1. Compromiso de oración.
2. Compromisos de apostolado.
3. Compromisos de vida comunitaria.
4. Compromisos de apoyo económico o material.
5. Compromisos de formación Eudista.
Ya muchos jóvenes y adultos, hombres y mujeres en Latinoamérica, están en este
camino.

Vida fraterna laica:

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La formación no termina, tiene que ir actualizándose permanentemente, no descansa
hasta no ver completamente formado a Cristo en él. Así es la mística de la Escuela de
San Juan Eudes.
La Congregación tiene el cuidado y el entusiasmo para asociar y formar laicos
responsables de su misión en el mundo actual. Por eso es una formación ante todo
espiritual que comprende:
1. Una iniciación en el conocimiento vivo de Jesús Muerto y Resucitado.
2. Iniciación en la Oración y en la vida sacramental.
3. Capacitación para estar presente en el mundo con una mirada crítica
inspirada en el Evangelio.
4. Formación humana, que debe favorecer la integración y la unificación de la
personalidad, un buen equilibrio humano y afectivo.
5. La formación teológica resueltamente eclesial sólida y abierta a la vez.
6. El sensibilizarse por todo lo que se refiere al servicio de los buenos Obreros
del Evangelio sean presbíteros, futuros presbíteros o laicos comprometidos.

¿Y los laicos cómo se unen al trabajo evangelizador de los Eudistas?


Los sacerdotes Eudistas se comprometen –por el acto de la Incorporación- a vivir y a
morir en la CJM (Congregación de Jesús y María) sirviendo en la Iglesia a donde sean
enviados por la misión. Los asociados Eudistas por su parte se pueden unir a la misión
de la Congregación por medio de su acto de asociación. Es una promesa de pertenecer
a la Congregación de Jesús y María por un año o por el tiempo que lo quisiera hacer.
Esta petición se realiza después de mínimo un año de haber recorrido un proceso
cercano a una comunidad local.
Un asociado puede trabajar evangelizadoramente en las obras de la CJM
(Congregación de Jesús y María) que van marcadas por la comunidad local, pero
además de ello un asociado eudista, en caso de no estar cerca a la comunidad local
puede desarrollar su trabajo evangelizador en el seno de la misma iglesia o parroquia a
la cual pertenece, haciéndolo con altura y con la santidad que pide san Juan Eudes:
“las cosas santas se hacen santamente”.

La Finalidad de la Misión de un Asociado Eudista es:


Intensificar la colaboración de la Congregación de Jesús y María (CJM), en el seno de la
Iglesia mediante la obra de Evangelización.
Para conseguir esta finalidad, tenemos como estrategia general los siguientes
aspectos:

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1. Mejorar nuestra vida espiritual, para trabajar unidos en la misión.
La provincia de Colombia está regida por políticas claras. Conocer las
orientaciones evangelizadoras de la Provincia de Colombia, vivir unidos a los
sacerdotes de las comunidades locales, tratarlos como nuestra familia de forma
solidaria y fraterna.
2. Formarse para asumir los desafíos de la Misión, la cual está centrada en
Jesucristo.
3. Crecer como una comunidad orante, alimentada por la lectura de la Palabra de
Dios y atentos a la escucha de su Maestro.
Renovados por la celebración gozosa de la Eucaristía al estilo de San Juan Eudes
quien nos pide tres eternidades para celebrarla como corresponde: “una
eternidad para preparase, otra para celebrarla y otra para dar gracias con la
vida”.
4. Viviendo en profundidad su herencia espiritual fundada en el bautismo capaz
de desterrar el pecado de sus entrañas.
Comprometidos con la nueva evangelización con su ardor, con nuevos
métodos, evangelizando a todo el mundo.
5. Colaborando en la formación de los buenos Obreros del Evangelio para una
iglesia necesitada de sacerdotes y de laicos, comprometidos con los pobres y
enamorada de Dios.
Buscar todos los días que la regla de las reglas sea la caridad donde en fraternidad se
hace posible la vida, el amor y el trabajo.

¿Dónde trabajamos los eudistas?


Estamos donde la Iglesia nos manda. Donde el hombre nos necesita. Donde podamos
ser útiles a los intereses del Señor y de la Iglesia. Jesucristo quiere que su palabra sea
predicada hasta los confines del mundo. Somos pocos, pero nos duplicamos en los
esfuerzos y en el trabajo y así, colaborando todos, evangelizamos en Europa: en Italia y
Francia: en África: en Costa de Marfil, Benín, en Norte América: en los Estados Unidos y
Canadá; en América Latina: en Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil, México, Honduras y
Colombia.
Además de los seminarios mayores, con la evangelización en las parroquias y por los
medios de comunicación también hacemos la misión en casas de retiros y convivencias
cerca de Bogotá, Medellín y Quito. Formamos a los laicos en varias escuelas de
evangelización que hemos abierto en diversos lugares.
Algunos Obispos de América solicitan nuestros servicios de evangelizadores y
formadores de clero. Esperamos contar pronto con mayor personal para colaborar en

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esos y otros sitios donde nos reclamen. En verdad la mies es abundante y están
escasos los obreros en nuestro continente
El Minuto de Dios.
En un sector populoso de Bogotá, los Eudistas, con la colaboración de laicos
comprometidos y grupos promovidos, hemos levantado una ciudad evangelizadora.
Ciudad, porque es una organización de un barrio con todos los servicios.
Evangelizadora, porque desde él se han creado muchos medios de formación
espiritual. La obra evangelizadora de El Minuto de Dios fue iniciada por el Padre
Eudista Rafael García-Herreros. Esta obra es hoy toda una empresa misionera y de
promoción humana, que tiene su reconocimiento nacional e internacional.
A nivel social se preocupa por la construcción de viviendas, por la promoción social y
comunitaria, por la atención a grupos vulnerables, por la educación formal y no formal.
Realiza esta misión en muchos lugares de Colombia. La Corporación de Salud Minuto
de Dios colabora con la atención médica y odontológica a la comunidad.
A nivel educativo, dirige varios colegios en Bogotá, Cúcuta, Medellín, Bucaramanga,
Popayán, Montería, Sincelejo, Malambo y otros. Tiene además una universidad con
varias facultades que ofrecen variadas carreras profesionales y técnicas y que ha
extendido sus servicios a otros rincones de Colombia.
A nivel espiritual ánima el centro carismático y la escuela de evangelización como
también las emisoras en cinco ciudades del país que ofrecen formación y alimento
espiritual a las comunidades cristianas del país.
Fundación Eudes.
El Padre Eudista Bernardo Vergara, inspirado en San Juan Eudes quien se esmeró por
cuidar a los enfermos de peste y por promover la dignidad de las mujeres prostituidas,
creó la Fundación Eudes, como una respuesta a las necesidades de las personas
portadoras del virus de inmunodeficiencia humana VIH, que genera el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida, SIDA. Ofrece una mano amiga, que recibe y refleja el
rostro misericordioso de Dios. Cuenta con muchas casas dentro y fuera de Colombia.
Esta Fundación brinda atención integral a los portadores del virus: vivienda, atención
médica básica, atención odontológica, espiritual, psicológica, social y nutricional.

11
III CAPÍTULO

DIRECTORIO GENERAL DE LOS ASOCIADOS EUDISTAS

Este directorio de los asociados presenta las orientaciones fundamentales de la


identidad misionera, de la formación y de las estructuras de animación de los
asociados eudistas a la Congregación de Jesús y María (eudistas). Las Constituciones y
las reglas prácticas establecen su presencia en la Congregación para el servicio de la
Iglesia y del mundo. El Directorio de los asociados eudistas especifica los términos y las
condiciones para su aplicación a nivel general.

Datos históricos

A partir de los primeros años de misión con los Oratorianos y desde los orígenes de la
Congregación, el sacerdote misionero Juan Eudes contó con la colaboración y con el
servicio de laicos y sacerdotes asociados a las fundaciones y a las misiones. Personas
reconocidas de la sociedad de aquel entonces ayudaron generosamente al P. Juan
Eudes en la implementación y el desarrollo de su ministerio. Entre ellos se cuentan
Jean de Bernières, Gaston de Renty, la familia de Camilly y María des Vallées.

El término “asociación” aparece en la correspondencia de san Juan Eudes con fecha del
8 de diciembre de 1674, en dos cartas escritas de forma idéntica y estilo solemne,
comprometiendo a la Congregación. Juan Eudes las dirige a dos parejas, una a Juan de
Fontaines y su esposa Catalina Coupart; y la otra, a Ana Le Haguais de Camilly y su
difunto marido Jacobo Blouet de Camilly. Lo hace en un contexto de reconocimiento
por su “sincera y cordial caridad con la Congregación”. Es una asociación espiritual
“por el tiempo y la eternidad”, manifestando el profundo vínculo de amistad y
reconocimiento por la ayuda, principalmente financiera, a la obra de Juan Eudes. A
continuación, el texto:
“[…], declaramos por esta carta que […] los unimos y asociamos, por el tiempo y la
eternidad, […] a esta Congregación; y los recibimos y admitimos en sociedad,
comunicación y participación de todas las misas, oraciones, limosnas, ayunos,
mortificaciones, de todos los frutos de los santos ejercicios de los Seminarios y de las
Misiones […] de esta Congregación: suplicando muy humildemente a Nuestro Señor
Jesucristo y a su dignísima Madre que ratifiquen en el cielo lo que nosotros hacemos en
la tierra, y que los colme abundantemente de sus más santas bendiciones, que los haga

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del todo según su Corazón, y que los haga dignos de ser del número de los verdaderos
hijos de su amabilísimo Corazón”
(OC XII, 179-180; y Cartas de San Juan Eudes; Centro Carismático, Bogotá 2011,
pp.187-188).

Esta forma de asociación no tuvo continuidad, pero muestra la importancia de los


vínculos eclesiales que rodearon y apoyaron a Juan Eudes en sus misiones.

La situación actual.

El Concilio Vaticano II y el período posconciliar marcaron una nueva etapa de la


asociación, en todas las provincias de la Congregación de Jesús y María, promoviendo
esta figura de participación en los carismas de los institutos de vida consagrada y de las
sociedades de vida apostólica. La exhortación apostólica Vita Consecrata del 25 de
marzo de 1996 lo menciona explícitamente, animando lo que se comenzaba a
desarrollar en toda la Iglesia: “Una expresión significativa de la participación de los
laicos en las riquezas de la vida consagrada se ve en la adhesión de los fieles laicos a
los diversos Institutos, en la nueva forma de los llamados miembros asociados” (n° 56).

Luego de algunas iniciativas individuales por parte de la provincia de América del


Norte, después del Concilio Vaticano II, en los años de 1980, tiene verdaderamente
lugar, el nacimiento de los grupos de asociados en la Congregación de Jesús y María.
Los asociados aparecen en la provincia de Venezuela en el año 1982, en Colombia en el
año 1986; y en la que en aquel entonces era la provincia de Francia-África, en el año
1991. En las seis actuales provincias, el número de asociados ha aumentado
rápidamente y de manera constante hasta nuestros días.

En el año 2009, por solicitud del Consejo general de la Congregación de Jesús y María,
se realizó en Douvres-La-Délivrande el primer encuentro internacional de personas
asociadas, con dos representantes por cada provincia. Uno de los frutos de esta
reunión fue la unificación de las fórmulas del compromiso de asociación.

En el año 2014, se tuvo un segundo encuentro internacional que se realizó en la ciudad


de Bogotá y, para esta reunión, todos los asociados de las provincias fueron invitados.
Uno de los resultados de este encuentro fue la creación del Secretariado Internacional
de Asociados, Amigos y Colaboradores eudistas.

En el año 2017, la 66ª Asamblea General de la Congregación de Jesús y María adoptó


definitivamente los textos redactados ad experimentum en las asambleas de los años
2007 y 2012, dando la posibilidad de la asociación a la Congregación. El texto es el
siguiente:
Const. 7 b: “La Congregación ofrece la posibilidad a laicos y, eventualmente, a clérigos
de ser “asociados”. Un acto de asociación temporal y renovable se firma, entonces,
entre ellos y la provincia en la cual comparten la espiritualidad y la misión”.
Regla práctica 7 b: “Las provincias pueden aceptar asociados después de haber
recibido el voto positivo de una comunidad (RP 89.2.7). La Congregación ofrece a estos
asociados su espiritualidad, que puede ser compartida en comunión al servicio de la

13
misión de la Iglesia. Cada asociado está unido a la Congregación por medio de un
contrato escrito establecido entre el (la) asociado(a) y el superior provincial, el cual
informa de ello al superior general. Este contrato crea entre el asociado y la CJM
derechos y deberes recíprocos, determinados por el Directorio general de los asociados
y las reglas prácticas provinciales, para vivir en corresponsabilidad la experiencia
espiritual, la misión y la vida fraterna. El Directorio general de los asociados es
aprobado por el Consejo general”.

En el año 2019, en la ciudad de Fortaleza, Brasil, y luego de un proceso participativo de


reflexión, se elaboró un proyecto de Directorio general de los asociados para que
sirviera de guía y de referencia en la dirección y en el desarrollo de los grupos de
asociados a la Congregación. El texto fue trabajado y posteriormente promulgado por
el Consejo General en julio de 2020.

La identidad misionera de los asociados: vivir el carisma Eudista en la misión de la


Iglesia.

¿Quiénes son los asociados?

Las personas asociadas a la Congregación son bautizadas, llamadas personalmente a la


santidad en el cuerpo de la Iglesia y enviadas como discípulos misioneros; comparten
el Espíritu del Señor recibido en los sacramentos de iniciación cristiana. Son fieles
católicos —laicos y clérigos, hombres y mujeres— quienes, para cumplir su vocación
bautismal, escuchan un llamado particular del Señor y se unen a la Congregación de
Jesús y María. Por un acto de asociación, la eligen como su familia, con su fundador, su
historia, su patrimonio espiritual y su misión. La asociación se inscribe en el impulso
renovador del Concilio Vaticano II: “Los seguidores de Cristo, llamados por Dios no en
razón de sus obras, sino en virtud del designio y gracia divinos y justificados en el Señor
Jesús, han sido hechos por el bautismo, sacramento de la fe, verdaderos hijos de Dios y
partícipes de la divina naturaleza y, por lo mismo, realmente santos (…) Por lo tanto,
con la ayuda de Dios, deben mantener y perfeccionar en sus vidas la santidad que han
recibido. (...) Una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de vida y
ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, y obedientes a la voz del
Padre, adorándole en espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la
cruz, a fin de merecer ser hechos partícipes de su gloria. Pero cada uno debe caminar
sin vacilación por el camino de la fe viva, que engendra la esperanza y obra por la
caridad, según los dones y funciones que le son propios” (Lumen Gentium 40 & 41).

En otras palabras, la asociación es un don de Dios que permite a los fieles cumplir su
vocación a la santidad, como discípulos misioneros, en la escuela de san Juan Eudes.
Los ministros ordenados responden, de igual manera, a la vocación de ser asociados a
la Congregación de Jesús y María. Con la autorización de su Ordinario, se
comprometen por un acto de asociación y luego entran en el proyecto común de todos
los asociados, compartiendo la vida fraterna, la espiritualidad y la misión. Reciben un
acompañamiento particular que se define en cada provincia. Las instancias de
gobierno de la Congregación no ejercen autoridad sobre la vida y el ministerio de estos
clérigos asociados.

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¿Para qué se asocian?
Los asociados se unen a través de la asociación para responder a una llamada personal
de Cristo a fin de seguirlo en la escuela de san Juan Eudes; esta respuesta se hace en
tres dimensiones: la vida espiritual, el ejercicio de la misión y el compartir de la vida
fraterna.

• Los asociados se comprometen a iluminar todos los aspectos de su vida a través de la


espiritualidad eudista, basada en la convicción fundamental de que, en las acciones
ordinarias, hechas en unión con lo que Jesucristo vivió en su encarnación, se realiza el
camino de la santidad.
El discípulo de Jesús continúa la vida de Jesús en el corazón de su existencia, en su
trabajo, en su vida familiar, en sus relaciones, en sus compromisos. Todo lo que hace
es cumplir lo que Jesús comenzó en la tierra; de esta manera, el asociado participa en
la vida de Cristo y en la construcción del Reino de Dios.

• Los asociados se comprometen a cooperar, con espíritu de corresponsabilidad, en la


misión de la Iglesia, si es posible trabajando con los eudistas, ya sea en los
compromisos apostólicos de la comunidad de referencia o en las instituciones
asumidas por una comunidad o provincia.
Esta cooperación se entiende dentro de la misión de la Iglesia y puede tener formas
diversas, comenzando por la oración, que es común a todos. En un acto de fe, las
personas asociadas se abandonan a la acción del Espíritu Santo, que forma a Jesús en
los creyentes y los compromete a la misión.

• Los asociados se comprometen a compartir la vida fraterna de la Congregación, cuya


regla es la cordialidad vivida entre todos. La comunión fraterna es un elemento
esencial de la vida cristiana y los herederos de san Juan Eudes desean significarla, de
manera particular, por la calidad de sus relaciones. Según san Juan Eudes, la caridad es
la regla de las reglas de la Congregación (cf. Const. 44) y ella debe impregnar todos los
aspectos de la vida y cualificar las relaciones interpersonales.
Los asociados viven esta caridad en sus grupos y con las comunidades locales, dando,
de esta manera, testimonio de la complementariedad de los carismas y de las
vocaciones.

¿Cómo se asocian?
Después de un tiempo definido en cada provincia, durante el cual comparten una
formación inicial y comparten la espiritualidad, la fraternidad y la misión, las personas
interesadas envían una carta al Superior provincial, solicitando ser admitidas como
asociadas. Las personas asociadas se vinculan a la Congregación mediante un acto de
asociación, firmado con el Superior provincial en una celebración solemne y
comunitaria, de preferencia en una fiesta eudista; es lo que la regla práctica 7b expresa
como “contrato”, retomando el vocabulario deseado por san Juan Eudes. Los
incorporados y los otros asociados presentes en la celebración firman de igual manera.
La asociación, o la renovación, se expresará mediante una fórmula de asociación (cf.
Anexos). Viven su compromiso vinculados a una comunidad local (RP 7b).

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La duración del compromiso entre el asociado y la Congregación y la periodicidad de la
renovación se determinarán en los estatutos provinciales de los asociados.

Los compromisos de toda persona asociada


Los que firman el acto de asociación aceptan a la Congregación de Jesús y María como
su familia espiritual y se comprometen a:
• Conocer, vivir y difundir la espiritualidad eudista;
• Promover las vocaciones eudistas, tanto de los incorporados como de los asociados;
• Orar por los incorporados, candidatos y asociados, vivos y difuntos;
• Colaborar en la misión de la Congregación;
• Participar en las reuniones programadas, manteniendo vivo el vínculo de la
asociación.

Los compromisos de la Congregación


Por su parte, la Congregación se compromete a acoger fraternalmente a la persona
asociada y le ofrece lo siguiente:
• Los medios de santificación y de apostolado;
• Acompañarla en su proceso de formación cristiana y eudista, especialmente cuando,
por diversas circunstancias, no pueda participar en la vida de la comunidad local;
• Suscitar nuevos asociados, tanto jóvenes como adultos;
• Tiempos para reunirse y vivir la fraternidad;
• Orar por los asociados vivos y difuntos.

¿Cuál es la misión del asociado?


Los asociados, fieles a Cristo, están llamados a vivir con Jesús y a ser enviados a
anunciar la Buena Nueva (cf. Mc. 3, 13-15) siendo otros “Cristos” y, según la invitación
de san Juan Eudes, para continuar y completar la vida de Jesús (cf. “Vida y Reino de
Jesús en las almas cristianas”, Prefacio). Como dice la exhortación Evangelii Gaudium,
la actual carta de la nueva evangelización: “En virtud del Bautismo recibido, cada
miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19)”. La
misión de los asociados es fundamentalmente vivir como discípulos, testigos de Cristo
resucitado, continuando la oración y la misión de Jesús en medio del mundo.
El primer lugar apostólico de los asociados es el ambiente donde viven, la familia, el
trabajo, la sociedad:
“Hoy que la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera, hay una forma de
predicación que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el
Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los
desconocidos. Es la predicación informal que se puede realizar en medio de una
conversación y también es la que realiza un misionero cuando visita un hogar. Ser
discípulo es tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se
produce espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en
un camino” (Evangelii Gaudium 127).

Como san Juan Eudes, los asociados, arrebatados por el amor a Jesús, llevan en su
corazón las angustias y las necesidades de sus hermanos y abren con audacia nuevos
caminos para hacer crecer el Reino de Jesús (cf. Const. 14). De manera profética, los

16
asociados son sensibles a las obras de misericordia impulsadas por san Juan Eudes,
cuyas formas se renuevan constantemente a lo largo de la historia hasta el día de hoy.

Su formación les lleva a ejercer un apostolado cada vez más eudista. Según su
experiencia bautismal y según sus capacidades y posibilidades, ponen en práctica el
carisma de la evangelización y de la formación, de la Congregación, en los lugares
donde viven o donde son enviados. Se esfuerzan por llevar a cabo esta doble
característica del carisma, expresada en las Constituciones, que consiste en “colaborar
en la obra de la evangelización y de la formación de los buenos obreros del Evangelio ”
(Const. 10).

Las personas asociadas son co-responsables de la misión de la Congregación en la


Iglesia y en el mundo. Esto significa que juntos llevan a cabo la preocupación por la
oración, reconocen mutuamente la misión realizada por los unos y los otros, juntos
realizan proyectos de misión en los campos de la evangelización y de la formación. Los
asociados tienen especial interés por desarrollar la formación de los miembros del
Pueblo de Dios, para abrir las comunidades cristianas “a la acción transformadora del
Espíritu Santo, favoreciendo con todas sus fuerzas el crecimiento de la fe, la
profundización de la vida espiritual y sacramental y la participación en las
responsabilidades pastorales” (Cons. 28).

Según el llamado de los eudistas, los asociados participan en misiones propias de la


Congregación, en el marco de servicios internos como la formación eudista, la
animación (supervisión) de instituciones educativas, las comunicaciones, etc., o en
misiones puntuales o en determinados acontecimientos (predicaciones de retiros
espirituales u otras actividades).

Formación: el camino del discípulo asociado


El objetivo del proceso formativo, en palabras de san Juan Eudes, es:
“Formar a Jesús y establecerlo dentro de nosotros, hacer que viva y reine, para que sea
nuestra vida, nuestra santificación, nuestra fuerza, nuestro tesoro, nuestra gloria y
nuestro todo, con la finalidad que él viva en nosotros, que él sea santificado y
glorificado, y que establezca el reino de su espíritu, de su amor y de sus demás
virtudes”
(“Vida y Reino de Jesús en las almas cristianas”, Prefacio, OC 1, 89).

La Congregación ofrece a los candidatos a la asociación un proceso de formación para


acompañar e iluminar su llamado, profundizar su vida cristiana en el camino de la
santidad, fortalecer su identidad de asociados eudistas y ayudarlos en el compromiso
para la misión de la Congregación en la Iglesia y en el mundo. Les ofrece, de igual
manera, un camino de discipulado misionero y les abre espacios de participación en las
comunidades locales, las cuales los acompañan en el ejercicio de la misión.

La formación antes del compromiso de la asociación


Los candidatos a la asociación viven un proceso de formación inicial, especificado en
cada una de las provincias, con la finalidad de profundizar su vida bautismal, conocer la
Congregación y formarse para la misión. Se trata, ante todo, de hacer crecer “el ser

17
asociado”, viviendo una experiencia de formación espiritual, fraterna y misionera. En
este sentido, las orientaciones en las provincias deben incluir elementos que
acompañen el camino de santidad y los hagan crecer en el amor a Jesucristo y a la
Iglesia. Entre estos elementos, se destaca un proceso de discípulos misioneros en la
escuela de san Juan Eudes, presentado como un camino catecumenal que incluye los
elementos fundamentales de la fe cristiana a la luz de la espiritualidad eudista: el
bautismo como contrato de alianza, los estados y misterios de la vida de Cristo, el
dinamismo eudista de la oración, la misericordia activa, la misión de evangelización y
de la formación. Es necesario dar elementos para aprender a leer los escritos de san
Juan Eudes, teniendo en cuenta la cultura de su tiempo, no como un obstáculo, sino
como un camino.
Este camino incluye elementos antropológicos, bíblicos, teológicos, magisteriales,
eclesiológicos, espirituales y pastorales para comprender, vivir y actualizar la
espiritualidad del Corazón, tesoro del patrimonio de la Congregación.

Es importante conocer la vida de san Juan Eudes, las grandes líneas de la historia de la
Congregación y su configuración actual, las Constituciones y las últimas orientaciones
de las Asambleas generales, la historia y la vida de la provincia.

La formación durante el compromiso de la asociación


Los asociados son responsables de continuar su proceso formativo. Participan en el
retiro anual y en los distintos encuentros y reuniones a nivel local, provincial y de
Congregación, según sus posibilidades. La formación permanente favorece la madurez
cristiana eudista, el crecimiento fraterno, el compromiso apostólico y marca los
tiempos de renovación del compromiso de la asociación.

Se recomienda que las provincias planifiquen sesiones de profundización de la


espiritualidad eudista para los asociados, adaptadas a las realidades particulares de la
provincia, teniendo en cuenta las propuestas del Magisterio de la Iglesia, de tal modo
que los asociados estén en sintonía con la vida de la Iglesia universal.

Estructuras de animación: “Juntos para la misión”


“Todas las comunidades y todas las provincias de la Congregación forman juntas un
cuerpo que tiene un mismo espíritu y un mismo corazón” (cf. Const. 115).
Para favorecer el vínculo de los asociados a la vida espiritual, fraterna y misionera de la
Congregación, existen diferentes niveles de animación: local, provincial y general.

Los asociados pueden ser llamados a participar en las instancias de gobierno de la


Congregación, cum voce sine voto, según las modalidades que se definan en las
provincias cuando se trate de una asamblea o consejo, o que definirá el Consejo
general cuando se trate de la asamblea general.

Hay que señalar un punto importante, tanto a nivel general como provincial, como es
la difusión de la información en la Congregación, es decir, el acceso a las circulares y
otros documentos oficiales. Es importante que esto se dialogue en las provincias.

A nivel local

18
Según las modalidades definidas en los estatutos provinciales de los asociados, cada
grupo elige, entre sus miembros, un coordinador (o un equipo coordinador) y lo
presenta al superior local. El coordinador anima el grupo por un período de tres años
renovables, en comunión con el delegado local, quien es nombrado por el superior
local.

A nivel provincial
La animación y el acompañamiento de los asociados dependen del Superior provincial,
quien nombra a un delegado provincial, que debe ser incorporado. Junto con la
persona coordinadora provincial, que será designada por los coordinadores locales,
tendrán la responsabilidad de la animación.

Los estatutos provinciales definen todos los elementos: modo de nombramiento,


duración del mandato, establecimiento de los consejos de coordinación, funciones de
los coordinadores y de los delegados, tanto los locales como los provinciales. A estos
estatutos se les puede dar la forma de reglas prácticas provinciales, según el criterio de
la asamblea provincial.

La animación y las decisiones se realizarán, en la medida de lo posible, en diálogo entre


los responsables a nivel provincial (coordinador y delegado) y los coordinadores y
delegados locales. Si una provincia está presente en diferentes países, se recomienda
que cada país tenga su propio coordinador. Los coordinadores de los grupos y los
coordinadores nacionales de una provincia pueden formar una coordinación provincial
junto con el delegado y el coordinador provinciales, según lo estipulen los estatutos de
las provincias.

A nivel general: coordinación interprovincial


La coordinación interprovincial es una estructura de animación para fomentar la
identidad, la pertenencia y la comunión misionera de todas las personas asociadas a la
Congregación de Jesús y María. Esta estructura depende del Consejo general.

La coordinación interprovincial está compuesta por los coordinadores provinciales, por


el coordinador interprovincial y el Superior general de la Congregación de Jesús y
María. Con la decisión del Consejo general, se puede nombrar a un representante de
los jóvenes asociados como miembro de la coordinación interprovincial.

El coordinador interprovincial es nombrado por el Superior general, después del voto


consultivo del Consejo general, quien determinará su mandato y dará las grandes
orientaciones de su misión.

Las funciones del coordinador interprovincial, bajo la responsabilidad del Consejo


general, son las siguientes:
• Promover la comunión y el intercambio de experiencias entre los asociados de las
diferentes provincias;
• Acompañar y apoyar a los coordinadores provinciales en su misión;
• Coordinar la oración eudista mensual y toda iniciativa que favorezca la fraternidad, la
unidad y la solidaridad entre los asociados de la Congregación;

19
• Organizar congresos, reuniones y retiros espirituales a nivel interprovincial;
• Presentar anualmente al Consejo general un informe sobre la situación de los
asociados en la Congregación y sobre la misión de coordinación interprovincial;
• Desempeñar las tareas o funciones que le asigne el Consejo General.

El presente directorio será evaluado periódicamente por la coordinación


Interprovincial y por el Consejo general, los cuales harán las adaptaciones necesarias
para que el documento sea útil para la vida, la misión y el desarrollo de los asociados
en la Congregación.

ANEXOS
Fórmula del compromiso de asociación
Primer compromiso
Yo... me comprometo libremente a vivir mi vocación bautismal como asociado(a) a la
Congregación de Jesús y María, en la Provincia de..., vinculado(a) a la comunidad local
de..., para continuar mi camino hacia la santidad y hacer vivir y reinar a Jesús, según el
espíritu de san Juan Eudes.
Por consiguiente, “con un gran corazón y un gran amor”, en comunión con mi grupo de
asociados, decido compartir la experiencia espiritual, la misión y la vida fraterna
eudistas, de acuerdo con el acto de asociación establecido con la provincia, según las
Constituciones y las Reglas prácticas.
“Benditos sean el Corazón amante y el muy dulce nombre de Jesucristo, nuestro
Señor, y de su madre, la gloriosa Virgen María, por siempre jamás”. Amén.

Realizado en (ciudad) ..., el (fecha) ...


Nombre del (de la) nuevo(a) asociado(a): Firma:
El Provincial o su delegado: (firma)
Los incorporados y los asociados presentes: (firma)

Renovación del compromiso


Yo… renuevo mi compromiso de vivir mi vocación bautismal como asociado(a) a la
Congregación de Jesús y María, en la provincia de …, vinculado a la comunidad local …,
para continuar mi camino hacia la santidad y hacer vivir y reinar a Jesús, según el
espíritu de san Juan Eudes.
Por consiguiente, “con un gran corazón y un gran amor”, ratifico, en total libertad, mi
decisión de compartir, en comunión con mi grupo de asociados, la experiencia
espiritual, la misión y la vida fraterna eudistas, de acuerdo con el acto de asociación
establecido con la provincia, según las Constituciones y Reglas prácticas.
Me acojo a la protección de santa María Virgen y a la intercesión de san Juan Eudes y
de todos los santos y beatos de la gran familia eudista.
“Benditos sean el Corazón amante y el muy dulce nombre de Jesucristo, nuestro Señor,
y de su madre, la gloriosa Virgen María, por siempre jamás”. Amén.

Realizado en (ciudad) ..., el (fecha) ...


Nombre del (de la) asociado(a):
Firma:
El Provincial o su delegado: (firma)

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Los incorporados y los asociados presentes: (firma)

Acto de asociación a la Congregación de Jesús y María


Yo… Asociado(a) a la Congregación de Jesús y María, en la Provincia de…, deseando
vivir mi vocación cristiana y hacer vivir y reinar a Jesús según el espíritu de san Juan
Eudes, con la ayuda del Espíritu Santo, me comprometo por ... (período de tiempo,
según sea el primer compromiso o la renovación) a:
• Vivir, según el espíritu de san Juan Eudes, todos los aspectos de mi vida: personal,
familiar, profesional, eclesial y en la sociedad;
• Profundizar mi vida cristiana mediante la espiritualidad eudista;
• Cooperar, en corresponsabilidad, en los compromisos apostólicos de la Provincia
de ... y de mi comunidad eudista de referencia;
• Participar en los encuentros regulares con los asociados(as) de mi grupo para revisar
mi vida, compartir y ayudar a cada uno a realizar su proyecto de vida; apoyarnos en la
vida espiritual, de manera particular en la lectura de la Palabra de Dios y en la
celebración de los sacramentos;
• Participar en las actividades de los asociados(as);
• Construir y mantener vínculos fraternos con los incorporados, candidatos y asociados
de la provincia;
• Vivir cada año un retiro espiritual.
Este compromiso se fundamenta en la gracia de mi Bautismo y de mi Confirmación.
Este es el camino que elijo para cumplir mi vocación cristiana. Para realizar este
compromiso de la asociación a la Congregación, pido la oración de todos los
incorporados, asociados y candidatos y me encomiendo a la intercesión de san Juan
Eudes, en Jesús y María.
Por su parte, la Congregación de Jesús y María, a través de la provincia respectiva, se
compromete a:
• Acoger fraternalmente al asociado(a);
• Proporcionarle medios de santificación y apostolado;
• Acompañarlo(a) en su proceso de formación cristiana y eudista, especialmente
cuando, por diversas circunstancias, no pueda participar en la vida de la comunidad
local;
• Promover el surgimiento de asociados jóvenes y adultos;
• Orar por los asociados vivos y difuntos;
• Proponerle una formación a lo largo del año y un retiro anual;
• Poner a disposición del asociado(a) los documentos necesarios para conocer la
espiritualidad eudista (Constituciones, Leccionario propio, Manual de oración...);
• Asegurar el acompañamiento a cada grupo de los asociados(as), particularmente a
través de los vínculos con la comunidad de referencia; esta tarea es confiada a un
incorporado, ordenado o no, llamado el delegado para los asociados;
• Ofrecer la posibilidad de acompañamiento personal;
• Fomentar las relaciones fraternas, invitándolo(a) a las celebraciones de la
Congregación y otros tiempos fuertes destacados de la provincia;
• Acompañar el compromiso apostólico en la Iglesia local, en los movimientos
eclesiales, sin olvidar los compromisos por el bien común de la sociedad;
• Proporcionarle información sobre la vida de la provincia y de la Congregación.
• Promover, facilitar y asegurar la comunión entre los diferentes grupos.

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Firmado en la ciudad de ..., el ... (fecha)
(en dos ejemplares originales)
El Provincial El(la) asociado(a)

Glosario
Asamblea general: detenta la autoridad suprema de la Congregación. Todos los
eudistas están representados en ella por delegados elegidos; ella elige al Superior
general y fija los grandes ejes de acción para cinco años.
Asamblea provincial: es la reunión representativa de todos los eudistas de una
provincia, se reúne al menos cada cinco años; trata todos los asuntos de interés
general de la provincia.
Candidato (a) a la asociación: son amigos, hombres o mujeres, que caminan hacia la
asociación a la Congregación de Jesús y María, lo que se realizará por la firma de un
acto de asociación.
Comunidad local: célula básica de la Congregación, formada por al menos tres
miembros incorporados eudistas, enviados por el Superior provincial para vivir juntos.
El (la) asociado(a) se vincula a la CJM en una comunidad local.
Congregación: La Congregación de Jesús y María - CJM, cuyos miembros son llamados
también “eudistas” debido al nombre de su fundador, san Juan Eudes. Es una Sociedad
de vida apostólica internacional de derecho pontificio.
Congreso de los asociados: encuentro, generalmente anual, de los(las) asociados(as)
de una provincia. Estos adoptan colegialmente las decisiones que conciernen a las
orientaciones de la animación de los grupos de la provincia.
Los incorporados son invitados; los amigos y colaboradores, según las disposiciones de
los organizadores.
Contrato: término utilizado por San Juan Eudes para caracterizar el compromiso de
toda la persona como el compromiso adquirido en el bautismo, o para definir su
relación con la Virgen María, en el paradigma de la alianza; este término ha sido
retomado en las RP 7b con este mismo valor simbólico, sin tener ningún valor legal.
Consejo de congregación: participa en la animación de la Congregación. Está
compuesto por el Consejo general y los Superiores provinciales.
Consejo general: presidido por el Superior general, comprende al Vicario general,
quien reside en la casa general, y a los tres consejeros generales, quienes residen en
las provincias. Es el responsable de la vida de la Congregación y de sus grandes
orientaciones.
Consejo provincial: gobierno de la provincia, compuesto por el Superior provincial y
los consejeros provinciales elegidos.
Coordinador(a) local: asociado(a) que asegura, junto con el delegado local, la
animación del grupo local y participa en el equipo de animación provincial.
Coordinador(a) provincial: asociado(a) que, en relación con el delegado provincial,
anima la coordinación provincial y asegura la comunicación entre los grupos de la
provincia.
El(la) coordinador(a) es miembro de la coordinación interprovincial.
Coordinador(a) interprovincial: persona vinculada al Consejo general, que asegura la
animación de la coordinación interprovincial, del cual es miembro. Es nombrado(a) por

22
el Superior general, después del parecer del Consejo general, quien determina el
tiempo de su misión y las grandes orientaciones de su acción.
Coordinación provincial (de los asociados): equipo de animación constituido por el
delegado provincial para los asociados, el(la) coordinador(a) provincial y los
coordinadores de los grupos (o referentes). Su tarea es animar y coordinar la vida de
los grupos locales de la provincia.
Coordinación interprovincial: equipo vinculado al Consejo general que asegura la
animación, la comunicación y los trabajos de coordinación entre los asociados de las
diferentes provincias.
Corresponsabilidad: todos comparten y asumen la responsabilidad y contribuyen,
cada uno por su parte, respetando los ministerios y las tareas de cada cual, a vivir en
comunión la experiencia espiritual, la misión y la vida fraterna.
Delegado local: incorporado a la Congregación y nombrado por el superior de su
comunidad para acompañar a los asociados de la comunidad local.
Delegado provincial: incorporado a la Congregación, nombrado por el Superior
provincial para acompañar, en unión con el coordinador provincial, a los grupos de los
asociados a la provincia. Es miembro de la coordinación provincial de los asociados.
Gran familia eudista: red de congregaciones y grupos de laicos que viven la herencia
espiritual de san Juan Eudes:
Nuestra señora de la caridad del Buen Pastor, Fieles siervas de Jesús, Hermanas de los
sagrados corazones de Jesús y María, Hermanitas de los pobres, Hijas del corazón
misericordioso de María, Hermanas misioneras de la misericordia...
Incorporados: eudistas unidos a la Congregación en una provincia, bajo una promesa
de fidelidad perpetua llamada “incorporación”, para servir a Cristo y a su Iglesia.
Oración eudista mensual: oración mensual, preparada por una provincia, que une a
toda la Congregación el 19 de cada mes, a las 19h00 preferiblemente, a partir de
reflexiones y temas con acentos eudistas.
Provincia: todas las comunidades y todos los miembros de la Congregación pertenecen
a una provincia, que puede tener o no un territorio.
Está bajo la autoridad de un Superior provincial.
Reglas prácticas (RP): normas diversas generales que complementan las
Constituciones, aprobadas por la Asamblea general.
Reglas prácticas provinciales (RPP): normas diversas aplicadas en las provincias,
aprobadas por la asamblea provincial y confirmadas por el Consejo general.

23
IV CAPÍTULO

LA HISTORIA DE LA PROVINCIA EUDISTA DE COLOMBIA

El 1º de diciembre de 1883 desembarca en Cartagena de Indias (Colombia),


procedente de Francia, el padre Teodoro Hamón para tomar allí la dirección del
Seminario, del que la Congregación acababa de encargarse por petición expresa del
papa León XIII. Poco a poco la CJM (Congregación de Jesús y María) se encargó en
Colombia de otros seminarios y de otras obras apostólicas; encontró allí vocaciones
que le permitieron enraizarse; y pudo, también, responder llamadas de otros países de
América Latina.
Hoy, además de la Provincia de Venezuela, la Provincia de Colombia se extiende a lo
largo y ancho del continente.
El P. Ángel Le Doré, Superior General de entonces, añoraba que la CJM volviera al
trabajo inicial de la formación en los seminarios. La ocasión se presenta cuando el Papa
León XIII, buscando satisfacer a Monseñor Biffi, Obispo de Cartagena, le pide que la
CJM se encargue del seminario diocesano. El 1º de diciembre de 1883 este deseo se
hace realidad. Primero, los Padres Teodoro Hamón y Francisco Dufouil; luego, un año
después, llegarán los padres Claudio Garnier, Luis Delaunay y Gabriel Mallet. En 1885
la comunidad eudista se consolida, los padres se hacen conocer, predican, misionan.
Luego, en 1886, llegarán los padres José Fouyard y José Tressel, Cartagena está lista
para ser la puerta de otras fundaciones en Colombia.
En 1888 asumirán la dirección del seminario de Santa Fe de Antioquia los padres Félix
de Martini y Emilio Gobert. Luego, en 1890, los padres Fouyard, Tressel, Viel y Piriou
asumirán la dirección del seminario de Pamplona.
Ya los padres pensaban en la necesidad de un Seminario propio para las vocaciones
eudistas que van surgiendo, así como la de un "vicario provincial". Los problemas con
los Obispos no han faltado, las dificultades para la promoción de vocaciones son
fuertes, las distancias son enormes, las situaciones sociopolíticas siempre afectan...
pero la esperanza, las ilusiones y la alegría son inmensas.
La Asamblea General de 1891 aprueba estas necesidades y el 26 de octubre de 1892, el
Consejo General nombra al P. Félix de Martini como Vicario del General en Colombia.
Será, de cierto modo, el primer "provincial" de estas tierras, establecido en la ciudad

24
de Cartagena de Indias. Ya varios colombianos habían ingresado a la CJM: Erasmo
Arrieta, Jesús Amador, Francisco Toro y Luis Vásquez. Igualmente, se había asumido la
parroquia de Sabanalarga, que comprendía una docena de pueblitos. En 1898, el
Superior General, padre Le Doré, visita por primera vez, la obra en Cartagena. El fin del
siglo viene con la Guerra de los Mil días y la muerte del padre Hamón, después de 17
años en Colombia. Fue su prudencia la que sostuvo a los padres en los duros
acontecimientos, fue su santidad la que hizo florecer y crecer a la comunidad en el
primer cuarto del siglo XX. Sobre su tumba nació la Provincia Eudista de Colombia.
Del 27 de diciembre de 1905 al 4 de enero de 1906 se realizó la primera Asamblea
Provincial. Cada uno de los superiores presentó el informe de la respectiva obra; se
habló largamente de los planes de estudio; se estableció que se abriría una casa de
formación en el interior del país; se manifestó el deseo de tener una traducción
española de algunos libros de San Juan Eudes; se invitó a los padres jóvenes a no
dejarse llevar del desaliento por las incomodidades y sufrimientos que acompañan el
trabajo de aclimatación en un país extranjero. El P. General aprobó las actas que se
convertirían en reglas prácticas de la provincia naciente. Posteriormente, la Asamblea
General del mismo año, nombraría segundo Vicario Provincial al padre José Fouyard.
Durante catorce años, el padre Félix de Martiní había manejado la Provincia, con mano
fuerte (como era el estilo de la época), pero fortaleciéndola y haciéndola fecunda. Él es
el verdadero fundador de la Provincia de Colombia.

HISTORIA DE LA PROVINCIA DE COLOMBIA.


En esos primeros años del siglo se realizaron algunas fundaciones fuera de Colombia
(Panamá, Santo Domingo) que no duraron mucho tiempo, y se renovó la presencia
eudista en las parroquias de la Costa Atlántica de Colombia (Turbaco, Arjona, Arenal).
Pero lo más importante, va naciendo un Juniorado para las vocaciones eudistas: el año
de 1908, además de la beatificación de Juan Eudes, celebrada ampliamente en
Colombia, trae la apertura del Juniorado en San Pedro (Antioquia), cuyo primer
superior fue el padre Antonio Gastón. Era el regalo adecuado para los primeros 25
años de los eudistas en Colombia. El informe del visitador general, P. Lebastard, en
1910, hablaba claramente de la situación: "Si las comunidades de Colombia continúan
como van, la estimación que se tiene por la Congregación crecerá cada vez más; el
juniorado nos dará más eudistas y la comunidad se propagará en Colombia y en otros
países de América del Sur"…Palabras de algún modo proféticas…Mientras tanto se
abrían para los eudistas, aunque por poco tiempo debido a la Revolución, las tierras
mexicanas (Saltillo, Jalapa).Comenzaban los sueños por una implantación seria en
tierras del Caribe.
El Juniorado exigía el noviciado (que hasta ese momento se realizaba en Europa). Se
pensaba en Bogotá y se envió, para iniciar el proceso, al padre Félix de Martiní. El
padre Evanno terminó iniciando la obra en predios de San Cristóbal, cerca de Bogotá.
Oficialmente el noviciado se abrió el 2 de julio de 1912, con cuatro aspirantes, en la

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Quinta Minard de San Cristóbal. Al frente del mismo quedará el padre Joaquín André.
Al año siguiente, con múltiples preocupaciones, moriría el padre Fouyard, segundo
provincial de Colombia. En su reemplazo fue nombrado el padre Maturín Jéhanno,
sereno y tranquilo, equilibrado y justo, no era de los que se asustaban ante los
problemas. Por otra parte, la situación política era tranquila. Ejercería su cargo hasta
1926.
El noviciado se pasó a Usaquén, cuya parroquia asumieron desde entonces, 1914, los
eudistas. Así entró Usaquén en la historia de los eudistas, la cual girará a su alrededor
hasta el día de hoy. Ese mismo año se asumió la parroquia de Nuestra Señora de las
Angustias, en el centro de Bogotá, donde funcionaría la Casa Provincial por mucho
tiempo. Entre 1914 y 1915 se cierran las obras de Santo Domingo y Santa Fe de
Antioquia y se abren las de Santa Rosa de Osos y Jericó. En 1917, el papa Benedicto XV
nombra al padre Joaquín García Benítez, obispo de Santa Marta. Será el primer obispo
eudista colombiano. En 1919 muere en París el padre Ángel Le Doré, Superior General
de los Eudistas y creador de la Congregación en los tiempos modernos. Le sucede el
padre Alberto Lucas, quien visitó Colombia a finales de ese mismo año y presidió la
Asamblea Provincial en San Pedro. El padre Lucas regresó a su tierra encantado con la
obra en América.
Ya habían pasado 37 años desde la llegada del padre Hamón: la provincia eudista es
próspera y rica de esperanza. En 1924 se asume el seminario de Ocaña; Usaquén
contaba con 25 novicios; en San Pedro había un centenar de alumnos. La hora de la
canonización de Juan Eudes se acercaba: el 31 de mayo de 1925, el papa Pio XI lo haría.
En Colombia las fiestas fueron inolvidables por el esplendor de las celebraciones y la
devoción de los asistentes.
Desde 1925 hasta 2010 la provincia eudista de Colombia ha pasado por diversas
etapas: crecimiento, cambio, diversificación de obras, aumento y disminución de
vocaciones, regionalización (en este momento existe la Región del Ecuador),
surgimiento de una nueva provincia (La provincia del Minuto de Dios). En este
momento la provincia se encuentra en un proceso de relanzamiento y refundación:
nuevas perspectivas se abren, nuevas esperanzas surgen.

NUESTRA MISIÓN
• Trabajar decididamente en la pastoral de las vocaciones y en la formación
inicial y permanente de los eudistas para responder a las urgencias actuales de la
Provincia, de la Iglesia y del mundo;
• Fortalecer la calidad de la vida comunitaria desde una relectura comprometida del
sentido del “Juntos para la Misión”.
• Crear comunidades cristianas fraternas con una experiencia fuerte de fe y una
búsqueda exigente de la Santidad;

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• Posicionarse eclesialmente desde su carisma y misión, e implantarse creativamente
en el seno de las Iglesias particulares ofreciendo un servicio de calidad como
evangelizadores-formadores.

NUESTRA VISIÓN
En la Iglesia latinoamericana, católica por tradición y atravesada por diversas
problemáticas sociales y eclesiales, se requieren personas y comunidades, que asuman
su condición de evangelizadoras - formadoras, y contribuyan a la renovación socio-
eclesial que este nuevo milenio demanda. Gracias al trabajo de la Provincia Eudista de
Colombia, en los próximos seis años, se crean comunidades laicales y sacerdotales,
renovadas en la fe, vivas y estables, insertadas en el plan pastoral de las Iglesias
particulares, que asumen su compromiso bautismal y se caracterizan por ser
misioneras, testimoniando su fe y suscitando vocaciones y nuevas comunidades. Ellas,
con sus pastores, creen en los eudistas de la provincia por la calidad de su servicio en
la formación de buenos obreros del Evangelio, la estructuración de comunidades
cristianas vivas y el compromiso social de sus obras, desde las intuiciones misioneras
de Juan Eudes y la propuesta de renovación pastoral de la Iglesia latinoamericana. Por
eso, las iglesias particulares les confían dicha misión.

CARISMA EUDISTA: LA EVANGELIZACIÓN


Se lleva a cabo por todo el mundo, a los hombres de hoy con la fuerza y la novedad
del espíritu.
El Espíritu Santo, que distribuye los carismas según quiere para común utilidad, inspira
la vocación misionera en el corazón de cada uno y suscita al mismo tiempo en la Iglesia
institutos, que reciben como misión propia el deber de la evangelización, que
pertenece a toda la Iglesia.
Porque son sellados con una vocación especial los que, dotados de un carácter natural
conveniente, idóneos por sus buenas dotes e ingenio, están dispuestos a emprender la
obra misional, sean nativos del lugar o extranjeros: sacerdotes, religiosos o laicos.
Enviados por la autoridad legítima, se dirigen con fe y obediencia a los que están lejos
de Cristo, segregados para la obra a que han sido llamados (Cf. Act., 13,2), como
ministros del Evangelio, "para que la oblación de los gentiles sea aceptada y santificada
por el Espíritu Santo" (Rom. 1,16).
El hombre debe responder al llamamiento de Dios, de suerte que no asintiendo a la
carne ni a la sangre, se entregue totalmente a la obra del Evangelio. Pero no puede dar
esta respuesta, si no le mueve y fortalece el Espíritu Santo. El enviado entra en la vida
y en la misión de Aquel que "se anonadó tomando la forma de siervo". Por eso debe
estar dispuesto a permanecer durante toda su vida en la vocación, a renunciarse a sí
mismo y a todo lo que poseía y a "hacerse todo a todos".

27
El que anuncia el Evangelio entre los gentiles dé a conocer con confianza el misterio
de Cristo, cuyo legado es, de suerte que se atreva a hablar de Él cómo conviene, no
avergonzándose del escándalo de la cruz. Siguiendo las huellas de su Maestro, manso y
humilde de corazón, manifieste que su yugo es suave y su carga ligera. Dé testimonio
de su Señor con su vida enteramente evangélica, con mucha paciencia, con
longanimidad, con suavidad, con caridad sincera, y si es necesario, hasta con la propia
sangre.
Dios le concederá valor y fortaleza para que vea la abundancia de gozo que se encierra
en la experiencia intensa de la tribulación y de la absoluta pobreza. Esté convencido de
que la obediencia es la virtud característica del ministro de Cristo, que redimió al
mundo con su obediencia.
A fin de no descuidar la gracia que poseen, los heraldos del Evangelio han de renovar
su espíritu constantemente. Los ordinarios y superiores reúnan en tiempos
determinados a los misioneros para que se tonifiquen en la esperanza de la vocación y
se renueven en el ministerio apostólico, estableciendo incluso algunas casas
apropiadas para ello.

EL BAUTISMO
La espiritualidad de San Juan Eudes se apoya muy especialmente en el Sacramento del
Bautismo, vivir como bautizados y renovar cada día ese contrato de amor entre Dios y
el hombre.
Nos dice San Juan Eudes: El bautismo es un nacimiento admirable, viva imagen del
nacimiento eterno y temporal del Hijo de Dios. La Escritura llama al bautismo
regeneración y renacimiento: es el baño bautismal de regeneración (Tt 3, 5). El que no
nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios (Jn 3, 5). Esta
generación y nacimiento tiene como prototipo y ejemplar la generación eterna del Hijo
de Dios en el seno de su Padre y su generación y nacimiento temporal en las entrañas
virginales de su madre. Pues, así como en su generación eterna el Padre comunica a su
Hijo su ser, su vida y todas sus divinas perfecciones, así, en nuestro bautismo, este
mismo Padre nos da, por su Hijo y en su Hijo, un ser y una vida santos y divinos. Y así
como en la generación temporal del Hijo de Dios, su Padre le da un nuevo ser y una
vida nueva, la cual, aunque santa y divina, se halla revestida de mortalidad, de
pasibilidad y de las miserias de la vida humana, así también la vida nueva que Dios nos
da en el bautismo está rodeada y sitiada por la fragilidad, la debilidad, la mortalidad y
todas las miserias de la condición humana. Además, como el Espíritu Santo fue enviado
para honrar al Hijo de Dios en las entrañas de la santa Virgen, así es también enviado
para formarlo y hacerlo nacer por el bautismo en nuestro ser y para incorporamos y
unimos con él, haciéndonos nacer y vivir en él: Hay que nacer de agua y de Espíritu.
Cuando entraste en alianza con Dios, por el bautismo, te ofreciste, entregaste y
consagraste a su divina majestad y te comprometiste a dos grandes cosas.

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1. Por boca de tus padres y padrinos renunciaste a Satanás, a sus vanidades y obras
pecaminosas.
2. Te vinculaste a Jesucristo por la fe, la esperanza y la caridad y así lo deberás seguir:
por la fe en sus palabras y doctrina, por la esperanza en sus promesas, por la caridad
que cumple sus mandamientos y sus máximas. Por eso debes revestir sus
sentimientos, sus virtudes y su vida. Y lo debes seguir, no sólo como un servidor a su
amo, sino como un miembro a su cabeza. Esto le hace decir a san Gregorio de Nisa: Ser
cristiano significa ser una sola cosa con Jesucristo, y por consiguiente vivir de la vida de
Jesucristo. Así como la vida del brazo es continuación de la vida de la cabeza, así la vida
del cristiano continúa la vida de Jesús en la tierra.
Si por el bautismo hemos sido injertados en este árbol divino y nos hemos incorporado
a esta adorable cabeza, debemos también vivir de su vida y seguir sus huellas: Quien
dice que está siempre con él debe andar de continuo como él anduvo (1Jn 2, 6).
Estas son las obligaciones que has contraído mediante las promesas que hiciste en el
bautismo, no a un niño u hombre mortal, sino al Dios inmortal, en forma pública y
solemne, a la faz de toda la Iglesia.
Se trata de promesas escritas, dice san Agustín, por manos de los ángeles, con la
sangre de Jesucristo, en los libros de la eternidad y consagradas por la santidad del
gran sacramento del bautismo.
Muy útil sería que un cristiano renovara estas promesas bautismales no sólo una vez al
año, sino todos los días. Al despertarse por la mañana, después de pronunciar el santo
nombre de Jesús y María y de hacer la señal de la cruz, puedes pronunciar de todo
corazón las siguientes palabras: Renuncio a Satanás para seguirte sólo a ti, mi Señor,
mi Redentor, mi Cabeza y mi vida. Y lo mismo conviene hacer al acostarse y cuando
experimentes alguna tentación.
Esos cuatro términos, mi Señor, mi Redentor, mi Cabeza y mi vida, deben hacerte
recordar los cuatro motivos principales de tu pertenencia a Jesucristo y ellos te obligan
a unirte y entregarte a él para seguirlo en su vida santa conforme a las promesas de tu
bautismo.
En efecto, tú le perteneces:
1. Porque es tu Señor soberano, tu Creador, el que te conserva y te gobierna.
2. Porque te ha rescatado con el precio infinito de su sangre.
3. Porque es tu Cabeza y tú uno de sus miembros a Él incorporados por el bautismo.
4. Porque él se ha entregado a ti tantas veces en la santa eucaristía, para ser tu
alimento y tu vida: Cristo, que es nuestra vida (Col 3, 4).
A partir de los compromisos del bautismo, la Espiritualidad Eudista centra la persona
humana en Jesucristo, presente en el corazón de todos como orientador y guía del ser
y del quehacer del hombre, de modo que la vida de cada uno sea como una

29
prolongación de la vida de Cristo en las circunstancias particulares y la concreción de la
cotidianidad. Se basa en una antropología que considera a cada persona un objeto de
la misericordia de Dios, un hijo de Dios, un templo del Espíritu y una imagen de Dios
que debe ser amada, respetada y servida. Se concreta en acciones de misericordia, es
decir, de amor y de servicio, de responsabilidad y justicia, para con todas las personas,
pero de modo especial, para con aquellos más necesitados: Los eudistas se esforzarán
por manifestarles la caridad, de múltiples formas y en toda ocasión : prefiriendo el
trato con los pobres que con los ricos; estando dispuestos a visitarlos en sus
enfermedades y aflicciones; tratando siempre con ellos con un corazón lleno de amor y
de respeto hacia Nuestro Señor, a quien hay que saber encontrar en ellos.
Así, para la espiritualidad eudista todo el compromiso del cristiano se concentra en la
actitud amorosa, misericordiosa, frente al hermano en necesidad, actitud que adquiere
plenamente sentido cuando nos comprometemos con la solución concreta de sus
problemas. Este compromiso requiere de la convicción personal de que Jesús penetra
y transforma todo lo humano: la historia de salvación de cada uno (según la enseñanza
de Pablo). Nada escapa a su poder ni a su actitud misericordiosa de transformarlo todo
en Él. Por eso podemos decir que la espiritualidad eudista es una espiritualidad
cristiana integral: el ser (vida) y el actuar (reino) de Jesús es la realidad fundamental en
la que tiene que insertarse el cristiano. Por todo esto es una espiritualidad totalmente
Cristocéntrica: Jesús lo es todo en todas las cosas y en todas las personas. San Juan
Eudes nos recuerda que la vida de Jesús nos pertenece y que podemos disponer de ella
para el cumplimiento de nuestras obligaciones. «Sé muy bien, decía, lo que he de
hacer». Cuento con un Jesús que tiene en sí un tesoro infinito de virtudes, de méritos y
de santas obras, y que me ha sido dado para ser mi tesoro, mi virtud, mi santificación,
mi redención y reparación. Lo ofreceré al Padre Eterno, al Espíritu Santo, a la Santísima
Virgen, a todos los Ángeles y Santos, en reparación y satisfacción de todas las faltas
que para con ellos he cometido.
El P. Eudes estaba tan convencido de la realidad de los derechos que Jesucristo nos dio
sobre su persona y su vida, así como sobre la persona y la vida de todos los miembros
de su cuerpo místico, que creía poder emplear el corazón, el alma y todas las potencias
del divino Maestro y de sus miembros para dar a Dios el culto, la adoración y el amor
que su bondad infinita reclama. Y así, después de haber aconsejado repetir en forma
de rosario las palabras siguientes, que son la expresión práctica del primero de los
mandamientos de Dios, «Os amo, oh Dios mío, con todo mi corazón, con toda mi alma,
con todas mis fuerzas», he aquí el comentario que de ellas hace.: «Al decir: Con todo
mi corazón, entiéndase del Corazón de Jesús, del de la santísima Virgen, y de todos los
corazones de los ángeles y de los santos del cielo y de la tierra, todos los cuales juntos
no son sino un sólo corazón con el santísimo Corazón de Jesús y de María por la unión
que existe entre todos estos corazones; y este Corazón es nuestro, puesto que san
Pablo nos asegura que todas las cosas, sin excepción son nuestras: Omnia vestra sunt;
y por consiguiente, podemos y debemos emplearle como cosa nuestra en amar a
Dios».

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No hay necesidad de recalcar la grandeza y hermosura de estos puntos de vista. Al
principio nos sorprenden un poco, porque, en nuestros días, no estamos habituados a
estrechar nuestras relaciones con Jesucristo. No vemos en Él sino al Redentor que
satisface por nuestros pecados, y al Dios que tiene derecho a nuestras adoraciones, sin
pensar que, además, es la cabeza, cuya vida debe unirse a la nuestra, para cubrir sus
defectos y darle la perfección que la haga grata a los ojos del Padre celestial.
Un último medio de beneficiarnos de los méritos de Jesucristo y de los santos, es
dirigirnos directamente a ellos rogándoles que reparen todas nuestras faltas Y que
glorifiquen a Dios en nuestro lugar. «Es, dice el P. Eudes, la oración más grata que se
les puede hacer, y la que ellos más gustosamente escuchan», Semejante oración nos
augura una parte especial en el amor Y en las alabanzas que ellos de continuo tributan
a Dios, porque este Dios de bondad mira como nuestros los homenajes que se le
tributan a instancias y en nombre nuestro.
San Juan Eudes: «el cristiano debe hacerlo todo en Jesús y por Jesús»; en Jesús, es
decir en conformidad con él, bajo su dependencia, en unión con él; Por Jesús, es decir,
por amor a él y con el fin único de agradarle. Todo en Jesús y por Jesús.

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V CAPÍTULO

ORGANIZACIÓN Y TRABAJO

Cada grupo es una comunidad de hermanos, que ha brotado del corazón de Cristo, se
recomienda un máximo de 20 personas donde sus integrantes tienen como meta vivir
las relaciones fraternas en la escuela de santidad de san Juan Eudes, tal como lo
propone la Constitución 45.
Cada grupo decide el día, hora, localización y frecuencia de sus reuniones, aunque
algunos realizan una reunión mensual, lo recomendable es que sea cada 15 días y, si es
semanal, mejor.
Es necesario que los grupos tengan, al menos dos retiros anuales, pueden ser durante
cuaresma o adviento. Estos retiros, así como las celebraciones eudistas en sus fechas
especiales, pueden realizarse todos los grupos juntos, asociados y candidatos, para
fortalecer la fraternidad entre ellos. Durante las celebraciones, no puede faltar el
compartir entre todos los hermanos, incluidos los incorporados de la comunidad local.

ORGANIZACIÓN DE LOS GRUPOS.


En toda comunidad local hay un incorporado encargado de los asociados que
acompañará al grupo tanto cómo le sea posible. La formación puede estar a cargo del
incorporado o de un asociado laico designado por él. Los temas pueden ser expuestos
por diferentes incorporados que deseen cooperar, seminaristas eudistas o asociados
laicos.
La organización depende, por supuesto de la situación de cada comunidad local. En
una comunidad donde existen muchos grupos, tendrá que haber un coordinador
general y coordinadores de cada grupo, también, el incorporado tendrá que delegar
pues no podrá encargarse de todo. Se recomienda que cada grupo tenga, al menos su
coordinador, secretario y tesorero. Según las necesidades, se pueden crear otros
servicios dentro del grupo o la comunidad en general.
Para la elección de estos servicios se procede por voto consultivo. Cada integrante
asume su servicio como Voluntad de Dios. Si se llega a presentar la situación en la que
algún integrante vuelva a ser designado para el mismo u otro servicio, éste lo debe
prestar con “Corazón Grande y Ánimo decidido” como lo dice san Juan Eudes.

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ORGANIZACIÓN DE LA FORMACIÓN.
Cada plan de formación será para un año y, al principio de este se realizarán las
adaptaciones necesarias para cada grupo.
Las primeras reuniones serán de acogida y organización, se realizará el plan del año y
las elecciones de la directiva. Esto sin omitir la necesaria oración comunitaria y una
breve meditación espiritual.
Algunas comunidades acostumbran a realizar la planeación y elecciones al final del
año, para comenzar las primeras sesiones con este trabajo ya adelantado. Esto
también funciona muy bien. Cuando un grupo está comenzando puede compartir las
actividades de fin de año y comenzar a organizarse para el siguiente. Cada comunidad
local se adapta según sus costumbres y necesidades.
Si se considera necesario, es recomendable que el padre encargado se reúna con la
directiva para preparar las reuniones. Cuándo los asociados están encargados de la
formación, es conveniente que tengan reuniones de preparación y oración previos al
momento de impartir sus temas.
Las reuniones se realizarán desde el mes de febrero al mes de octubre. En noviembre
se tendrá el encuentro de despedida de la formación. Según la situación y costumbres
de cada comunidad local, se pueden continuar reuniendo en diciembre para la novena
navideña o cualquier actividad acostumbrada.
Como se dijo anteriormente, se recomiendan reuniones, al menos, quincenales y cada
grupo decide el día, hora y localización. Se recomienda una duración de dos horas
incluyendo un refrigerio que debe mantenerse siempre muy sencillo.
La primera reunión de acogida puede realizarse dentro del marco de una celebración
especial, una eucaristía con toda la comunidad local presente o una hora santa. La
celebración del 8 de febrero es propicia para organizar algo especial. Queda al criterio
de cada comunidad local.

ESQUEMA SUGERIDO DE UNA REUNIÓN


1. Bienvenida y canto.
2. Oración.
3. Trabajo sobre la formación espiritual estipulada en la cartilla.
4. Preguntas y comentarios.
5. Bendición de los alimentos.
6. Refrigerio y compartir fraterno.
7. Varios: Avisos, confirmar la siguiente reunión, planear actividades propias del grupo,
celebrar cumpleaños del mes, etc.
8. Oración del Ave Cor para finalizar.

Anexos
Oremos con San Juan Eudes

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Liturgia de las horas

VI CAPÍTULO

VIDA Y REINO DE JESÚS EN LOS CRISTIANOS

INTRODUCCIÓN
OC. 1. P. Paul Milcent, Cl.M.

"Vida y Reino" en la existencia de San Juan Eudes.


Juan Eudes, presbítero oratoriano, tiene 35 años. Lleva l0 años predicando en misiones
parroquiales. Con sus hermanos oratorianos y sacerdotes asociados se dirige de
preferencia a las gentes humildes de las aldeas rurales, que constituían por entonces el
90% de la población. Pero entre sus oyentes o penitentes se encuentran también
cristianos cultivados e influyentes, como sus amigos Blouët de Camilly, religiosas y
religiosos, como la abadesa de la Trinidad de Caen, madame de Rudos a la que dedica
este libro, junto a ellos ha adquirido la experiencia de la dirección espiritual.
Desde 1636 había publicado un folleto para los cristianos que deseaban hacer en su
hogar las oraciones de la mañana y de la noche y para los misioneros que quisieran
ayudarlos, como se hizo precisamente en ese año en la misión de Fresne- Camilly. El
folleto se titulaba, Ejercicios de Piedad.
Luego transformó y desarrolló ese pequeño manual para ofrecer ayuda "a todos los
verdaderos cristianos que desean servir a Dios en espíritu y verdad" (prefacio), para
que puedan establecer en ellos "La vida y el reino" del amor de Cristo (elevación). Se
dirige a "todos los cristianos", de cualquier "estado y condición". Porque Juan Eudes
está convencido de que todos sin excepción están llamados a la santidad: "ser cristiano
y ser santo es una misma cosa", puesto que nuestra santidad consiste en acoger en
nosotros la santidad de Jesucristo, en "formar y hacer vivir a Jesús dentro de nosotros"
(Prefacio). Mostrar el camino para ello es el propósito de este libro.
El libro será, pues un complemento de la predicación misionera. El predicador podrá
proponerlo a los cristianos y cristianas deseosos de vivir en verdad su fe y de progresar
en el camino de su unión a Cristo.
Juan Eudes trabajó en la preparación de este libro durante todo el año de 1636 en los
intervalos que le dejaban las misiones. En otoño confió el manuscrito a un
premostratense de la abadía de Ardeine y a un benedictino de San Esteban de Caen
para su aprobación en su calidad de doctores en teología, el 18 y 23 de diciembre. La
obra, un denso libro en formato 89, aparece en Caen, editorial Pierre Poisson, a
comienzos de 1637 bajo el título: la vida y el reino de Jesús en los cristianos, con
numerosos ejercicios de piedad, para vivir y morir cristiana y santamente y para
formar, santificar y hacer vivir y reinar a Jesús en nosotros.

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Sin duda Juan Eudes había vivido todo este período en "el fervor del espíritu". Por esa
misma época, en otras esferas del pensamiento humano, aparece en Francia dos obras
de envergadura: Pedro Corneille hace representar EL CID (Invierno de 1636-1637) y
Renato Descartes publica su discurso sobre el método (1637).
Por esta época también, en el campo de la espiritualidad comienzan a aparecer obras
animadas, como ésta de Juan Eudes, por las grandes intuiciones de Pedro de Bérulle.
Desde 1632 se conocía el tesoro espiritual que contiene las excelencias del cristianismo,
del oratoriano Hugo Quarré; en 1634 aparece la guía de oración para las almas que no
tienen facilidad para ella, de Claudio Séguenot; en 1636 las verdades y excelencias de
Jesucristo nuestro Señor, de Francisco Bourgoing, ambos oratorianos. En 1643 Dionisio
Amelotte publica la vida del padre Condren; en 1644 aparecen las obras completas de
Bérulle, con prefacio de Bourgoing, en 1645, Juan Bautista Noulleau, también
oratoriano, publica la practica de la oración, finalmente, un poco más tarde, en 1655-
1657 se podrán leer la jornada cristiana y las otras obritas de Juan Jacobo Olier. Se ve,
pues, cómo "Vida y Reino" se sitúa en una floración de libros espirituales de inspiración
beruliana, varios de los cuales han sido reeditados frecuentemente.

Fuentes
La fuente principal de donde saca Juan Eudes su doctrina es la Escritura. Su libro es un
tejido de citas o de alusiones bíblicas, en especial de san Pablo y san Juan que se
incorporan con toda naturalidad a la exposición. Guiados por sus maestros oratorianos
Juan Eudes se había impregnado de la palabra de Dios durante su permanencia en
Aubervilliers, en 1626-1627; desde entonces no había cesado de explorarla.
La encontraba también en la enseñanza de los padres de BéruIle y Condren. Se había
compenetrado con ella al escuchar sus conferencias durante su formación oratoriana.
Había leído también los escritos de Bérulle. A veces los reproduce casi literalmente,
por ejemplo en la segunda parte cuando habla del triple "voto" que hicimos en el
bautismo. Más a menudo presenta a su manera y con su propio vocabulario los
pensamientos de que se había alimentado. Deja de lado las consideraciones
demasiado difíciles como la meditación, a menudo tratada por Bérulle sobre la
humanidad de Cristo despojado de "subsistencia" propia. También tuvo otras
influencias. La de algunos Padres de la Iglesia, muy leídos en el Oratorio, como Agustín
y el seudo Dionisio... Entre sus contemporáneos Francisco de Sales dejó en él huellas
evidentes: cuando el obispo de Ginebra al comienzo de la Introducción a la vida
devota, desea que su vida se llene del grito ¡Viva Jesús! ¡Viva Jesús! ¡Sí, Señor Jesús! ¡Sí
Señor Jesús! vive y reina en nuestros corazones por los siglos", creeríamos escuchar ya
a Juan Eudes.

Ediciones

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En los cuarenta años que siguieron a su primera aparición, Vida y Reino: conoció unas
treinta ediciones, a veces a espaldas de su autor. En el solo año de 1647, décimo
aniversario de su publicación, se cuentan cuatro ediciones diferentes, de las cuales dos
al menos desconocidas por el padre Eudes, Caen, París, Ruan y Mons.
Mons era una ciudad de los Países Bajos (más o menos la actual Bélgica), en ese
entonces provincia española. En efecto, se ha podido descubrir recientemente que
"Vida y Reino" había tenido allí difusión, probablemente por iniciativa de los
oratorianos: Mons en 1643 y 1647, Bruselas en 1662. Es picante ver el libro de Juan
Eudes ampliamente difundido por sus antiguos hermanos.
En Caen, en 1642, el texto se enriqueció con las Profesiones cristianas. En 1648 Juan
Eudes añade a la sexta parte un largo comentario sobre "el honor debido a los lugares
sagrados". Finalmente, en 1662 hace aprobar una octava parte compuesta de dos
pequeños tratados: meditaciones sobre la humildad y coloquios interiores del alma
cristiana con su Dios.
La edición de París de 1670 es probablemente la última que se hizo en vida del padre
Eudes. En las ediciones más recientes, por ejemplo en la que abre las obras completas
(1905) y que hace autoridad, no se conservó el tratado sobre el honor debido a los
lugares sagrados que no pertenece a la misma inspiración que el resto de la obra. Y se
han puesto aparte los dos tratados de la octava parte. Este mismo criterio se ha
seguido para la presente edición.

Plan y Doctrina.
El carácter propio de este libro es su orientación eminentemente práctica. Es ella la
que impone su plan, un poco desconcertante para los amantes de la lógica. Contiene
siete partes, a lo largo de las cuales se distribuyen los consejos que deben ayudarnos a
"formar a Jesús en nosotros". Muy deliberadamente Juan Eudes admite en ellas
numerosas repeticiones. He aquí ese plan:
l. Algunos ejercicios de uso corriente y general;
2. "lo que debe hacerse en toda nuestra vida", para desarrollar en nosotros la vida y las
virtudes cristianas, que son la vida y virtudes de Jesús en nosotros;
3. "lo que debe hacerse en cada año": cómo santificar al comienzo y el fin de nuestros
años y cómo vivir en ellos los misterios de Cristo al compás del ciclo litúrgico;
4. "lo que debe hacer en cada mes" para que esté totalmente animado por el amor a
Jesús;
5 “.... en cada semana" que debe vivirse como un mini ciclo litúrgico en el que nos
vuelve a ocupar todo el misterio de Cristo;
6 “..... en cada día": es una invitación a vivir las "acciones ordinarias", renunciándonos
a nosotros mismos y dándonos a Cristo para vivir de su vida;

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7. Ejercicios para hacer memoria de nuestro nacimiento y de nuestro bautismo y para
prepararnos a la muerte, a fin de vivir toda nuestra existencia en comunión con Jesús.
Juan Eudes hacía imprimir en letras mayúsculas el nombre de JESÚS. Y su único
propósito lo expresa así en el Prefacio: "Jesús, Dios y hombre, es al decir de su Apóstol,
todo en todas las cosas (Cf. Ef. 1,22-23 y Col. 3, 11) Por eso nuestra preocupación
principal debe ser formarlo y establecerlo dentro de nosotros para que él sea nuestra
vida, nuestra santificación, nuestra fuerza y tesoro, nuestra gloria y nuestro todo".

Actualidad de Vida y Reino


De tan rica doctrina podría hacerse un mal uso, una lectura "idealista"; dejándose
cautivar por los suntuosos paisajes teológicos que nos presenta, olvidando las
capacidades y combates de este mundo enigmático "mientras la humana caravana
prosigue su marcha con los pies inflamados" (E. Mounier).
Para captar bien su alcance, es importante sentir que esa doctrina emana de una
existencia comprometida en las tareas difíciles y riesgosas de este mundo: la de un
hombre apasionado de acción, constructor de futuro, pero que se ejercitaba en la
libertad del corazón para no querer sino el designio de Dios; la de un gran orante, pero
que sabía alimentar su oración con toda la riqueza de sus múltiples relaciones y
proseguía su búsqueda de Dios en medio de la noche, en la prueba interior, sin olvidar
el diálogo con Francisco, su hermano camal crítico y escéptico ... ; la de un misionero
ardiente, consciente de su poder, ufano de ejercerlo, pero que sabía porfiar en la paz,
a pesar de fracasos, oposiciones y calumnias.
Porque, en verdad, la contemplación luminosa de Juan Eudes fue puesta en el crisol de
la vida que llevó y de las responsabilidades que asumió. Justamente nos enseña a
vivirlas como bautizados:
- Con una mirada de fe que ve más allá de lo inmediato de nuestras relaciones y
nuestras tareas; en ellas reconoce, en acción, el amor sin límites de nuestro Padre, el
poder de Cristo resucitado, el dinamismo del Espíritu que construye en la historia del
mundo y de cada hombre, el Cuerpo de Cristo;
- en la convicción de que sólo el amor tiene valor: no sólo el amor a los hermanos sino,
a través de ellos, el amor a Jesús mismo, centro y plenitud de toda realidad y al mismo
tiempo hermano nuestro tan cercano; Jesús que nos concede, al compás del año
litúrgico, comulgar cada vez más íntimamente, con su misterio, hasta que tome forma
en nosotros;
- En docilidad al Espíritu Santo que no cesa de actuar a través de nuestra propia acción,
que crea en nosotros la plegaria y el amor, que nos asocia a su acción creadora para
preparar el futuro de la resurrección en nuestro mundo;
- En solidaridad profunda con los hermanos próximos o lejanos, especialmente con los
más desvalidos "indefensos y oprimidos". Y esto con horizontes muy amplios,

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inmensos porque "todo es nuestro"; podemos tomarlo y ofrecerlo todo como algo
nuestro"; hasta se nos ha dado el Corazón mismo de Cristo que es el corazón del
mundo.
Esta última perspectiva apenas se entreabre en Vida y Reino; un poco más tarde se
ensanchará (en 1648) en la fiesta litúrgica del Corazón de María y más todavía en la
fiesta del Corazón de Jesucristo (1672).

A JESUS y A MARÍA SU SANTA MADRE


¡Jesús, mi Señor y mi Dios! Hundido en el abismo de mi nada me prosterno ante tu
Majestad soberana. Aniquilo a tus plantas mi espíritu, mi amor propio y cuanto me
pertenece, y me entrego al poder de tu divino espíritu y de tu santo amor. En la
inmensidad infinita de ese espíritu y de ese amor y en las virtudes y potencias de tu
divinidad humanizada y de tu humanidad divinizada, te adoro. te amo y glorifico en tus
estados, misterios, cualidades, virtudes, y en lo que eres en relación con tu Padre del
cielo, contigo mismo, con tu Espíritu Santo, tu sagrada humanidad, con tu santa
Madre, con los ángeles y los santos del cielo y de la tierra y con todas las criaturas que
hay en el universo.
Te adoro especialmente porque eres la vida, nuestra vida verdadera, el Rey de los
reyes, el Santo de los santos y nuestra santificación.
Adoro tu designio y tu ardiente anhelo de vivir y de reinar en mí y en todos los
cristianos. Te pido humildemente perdón por haberlo obstaculizado en mí y en los
demás. Para reparar mi falta y contribuir a la realización de tu designio, me entrego y
sacrifico totalmente a ti, oh Jesús, y proclamo ante cielos y tierra que ya no quiero vivir
sino para darte forma en mí, para glorificarle y hacerte vivir y reinar en mí y en todos
aquellos que tú pongas en mis manos. Te suplico me concedas la gracia de que mis
preocupaciones, pensamientos, palabras y acciones sólo tiendan a este fin.
Te consagro en especial este modesto libro que he escrito para ayudar a tus fieles a
establecer en ellos la vida y el reino de tu santo amor. Es obra tuya, porque tú eres su
fuente primera y su verdadero autor y porque renuncio con todas mis fuerzas a lo que
en él pueda ser mío y no tuyo. Deseo que te pertenezca totalmente, que seas tú su
único y último fin, así como eres su único y primer principio con tu Padre y tu Espíritu
Santo.
Por eso, en honor y unión del amor con que me diste este libro que salió de ti, te lo
devuelvo y te lo confío, te lo ofrezco y consagro, como homenaje de tu vida adorable, a
tu amor y a todo lo que tú eres.
Unido también al amor con que tú, que eres el verdadero libro de vida y de amor, te
has dado a nosotros, quiero ofrendar y dedicar este libro a cuantos desean amarte,
especialmente a los que has querido confiarme de manera particular.

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Pero no puedo mirarte, Señor Jesús, sin contemplar a aquella que está sentada a tu
diestra, la que te formó, te glorificó y te hizo reinar siempre en ella de manera
admirable y perfecta. La saludo y venero después de ti, como a tu Madre gloriosa,
madre de vida y de amor, y como a mi soberana señora y Madre amadísima a la que
pertenezco por razones innumerables.
Porque fui concebido, engendrado y educado en un lugar que le pertenece de manera
especial y por su intercesión me diste el ser y la vida. Pues mi madre privada de hijos
durante varios años, hizo voto en honor de tu santa Madre y al sentirse escuchada me
llevó, en compañía de mi padre, a un lugar a ella particularmente consagrado para
cumplir su promesa, para darte gracias y para ofrecerme y entregarme a ella y por ella
a ti. Me diste el ser y la vida en el mismo día en que comenzaste a existir y a vivir en
esta madre de vida, es decir en el día mismo de tu Encarnación, que es igualmente del
día de tu muerte y tu pasión.
En el día de tu Encarnación me concediste la gracia de hacer el voto de servidumbre
perpetua a ti y a tu santa Madre. En ese mismo día me has concedido muchas otras
gracias señaladas que tu bondad conoce y por las que siempre te bendeciré. En el día
en que varias iglesias celebran el martirio de la santa Virgen, al pie de tu cruz fui
revestido del santo hábito eclesiástico. Además por una gracia especial de tu
misericordia, celebré por primera vez, o mejor por las tres primeras veces, el augusto
sacrificio de la Misa en el día en que la santa Virgen y Madre te trajo al mundo y en un
lugar a ella especialmente dedicado.
Por eso, sin hablar de muchas otras razones, me siento con particular obligación de
consagrarme a ella. Así que, Salvador mío, después de consagrarte este trabajo,
permíteme ofrecerlo también a tu santa Madre, como homenaje a la vida desbordante
de amor que tienes en ella y que ella tiene en ti.
Te lo ofrezco, pues, Madre de vida y de amor, y te lo consagro con todo el afecto de mi
corazón, con todo lo que ha realizado y realizará en mí la misericordia de Dios.
Bendice, Madre de bendición, la obra y al obrero y a cuantos se servirán de ella.
Preséntalos a tu Hijo Jesús, fuente de toda bendición. Ruégale que él mismo los
bendiga y consagre a su gloria y a su puro amor.
Este libro, oh Jesús, está lleno de ejercicios de alabanza, de amor, de contrición, de
humildad y de otras virtudes cristianas. Te ruego que los imprimas en mi corazón y en
el corazón de los lectores. Por mi parte, te ofrezco esos actos y ejercicios, con el deseo
de hacerlos míos, de manera cordial, consciente y constante, como están ellos
incesantemente presentes en este libro. Esto vale por mí y por todos los hombres del
mundo, especialmente por los que leerán este libro y por los que deben recibir un
cuidado especial de mi parte delante de ti. Te pido, amado Jesús, por tu bondad
inmensa, que realices mi anhelo, por el amor que tienes a tu Madre amabilísima y por
el que ella te tiene a ti. Mira y recibe, por la intención que tengo ahora y que me
infunde tu gracia, todos estos actos y ejercicios como si yo los practicara de continuo

39
con total dedicación de mi espíritu y corazón, así como están consignados en este
papel.
Finalmente, Dios de bendición, toma este libro bajo tu protección, defiéndelo de sus
enemigos, que son los tuyos, bendícelo y santifícalo. Llénalo de tu espíritu y de tu
fuerza divina, toma posesión de él, para que por él, o mejor, por ti mismo, seas
bendito, santificado, amado y glorificado en todos los que habrán de leerlo.
Destruye en él todo lo que sea mío para que no quede nada que no sea tuyo. Bendice
sus palabras para que sean otros tantos actos de bendición, de amor, de alabanza a ti,
otras tantas fuentes de bendición y de gracia para sus lectores, saetas que hieran sus
corazones con heridas celestiales y centellas que los enciendan en los divinos ardores
de este santo amor.

VIVA JESUS Y MARIA


PREFACIO
Jesús, Dios y hombre, es, al decir de su apóstol, Todo en todas las cosas (Col 3, 11).
Pero debe serlo especialmente en los cristianos como lo es la cabeza en los miembros
y el espíritu en el cuerpo. Por eso nuestra preocupación principal debe ser formarlo y
establecerlo dentro de nosotros, hacer que allí viva y reine, para que sea nuestra vida,
nuestra santificación, nuestra fuerza y tesoro, nuestra gloria y nuestro todo. Se trata,
en una palabra, de que Jesús viva en nosotros, que en nosotros sea santificado y
glorificado, que en nosotros establezca el reino de su espíritu, de su amor y de sus
demás virtudes.
Para este fin ya hice imprimir el librito titulado ejercicio de piedad, que muchos
recibieron bien, lo apreciaron e hicieron buen uso de él. Como se necesitaba una
segunda edición, lo he revisado cuidadosamente, le he cambiado el título y le he
añadido muchas cosas útiles y necesarias a todos los cristianos que desean servir a
Dios en espíritu y en verdad.
Hablo de "todos los cristianos" porque ha sido compuesto no sólo para religiosos sino
para cuantos desean vivir cristiana y santamente. Y esta es obligación de todo
cristiano, de cualquier estado y condición, porque, en lenguaje celestial, ser cristiano y
ser santo es una misma cosa. La palabra de Dios, en efecto, nos declara que su
voluntad es que no solamente los que se encuentran en los claustros, sino todos los
cristianos trabajen en su santificación (1 Ts 4, 3), que busquen la santidad sin la cual
nadie podrá ver a Dios (Heb 12, 14) y, que le sirvan en santidad y rectitud en su
presencia lodos los días de su vida (Lc 1, 74-75), que sean santos en toda su conducta,
que sea, santos y perfectos, sin mancha y sin reproche a sus ojos, (1 Pe 1, 15; Col 1,
22). Que en ellos sea santificado su nombre (Mt 6, 9); que santifiquen a Jesucristo en
sus corazones (1 Pe 3, 15).

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El título que he dado a este libro contiene dos aspectos: La Vida Y el Reino de Jesús en
los cristianos.
Lo llamó, en primer lugar, La Vida de Jesús en los cristianos porque su objetivo
principal es mostrar que Jesús debe vivir en todos ellos; que los cristianos están en la
tierra únicamente para continuar la vida santa que en ella llevó Jesús y que el negocio
y la ocupación más importante de un cristiano es esforzarse para que Jesús tome
forma y asiento dentro de él, según la consigna apostólica: que Cristo tome forma en
vosotros (Ga 4, 19). Lo cual significa hacer vivir en su espíritu y en su corazón y en todo
su ser la santidad de su vida y de sus costumbres. Es lo que san Pablo llama llevar y
glorificar a Dios en nuestro cuerpo (1Co 6,20), y san Pedro santificar a Jesucristo en
nuestros corazones (1Pe 3, 15).
En efecto, por ser Jesucristo nuestra Cabeza y nosotros sus miembros, todo lo suyo es
también nuestro y lo nuestro es también suyo. Y así se consagró por nosotros para que
nosotros quedáramos consagrados por la verdad (Jn 17, 19), es decir, por él mismo que
es la verdad eterna, como explica san Agustín. Su Apóstol afirma igualmente que él es
nuestra santificación (1 Co 1,30). Por eso, cuando nos santificamos, lo hacemos para
que él sea santificado en nosotros y nuestra santificación es la santificación de Cristo
en nosotros. Cumplimos así la palabra de san Pedro: santificad al Señor Jesucristo en
vuestros corazones (1P3,15). Todo lo cual se logra cuando nos acostumbramos a
contemplar, amar y glorificar a Jesús en todas las cosas, a actuar siempre en su
santidad. Es esto lo que pretende enseñar este libro con medios sencillos y eficaces. Lo
llamo también El Reino de Jesús en los cristianos porque su propósito no es solamente
ofrecerte medios para dar forma y hacer vivir a Jesús en ti, sino para hacer que reine
Jesús en plenitud. Si con esmero y fidelidad utilizas los ejercicios que él te propone,
comprobarás la verdad de la palabra del Hijo de Dios: El reino de Dios está dentro de
vosotros, y alcanzarás lo que le pides todos los días: que venga tu Reino. Tú, en
cambio, con toda verdad, podrás llamarlo tu rey y le dirás: Queremos, Señor Jesús, que
reines sobre nosotros.
He dividido el libro en ocho partes que contienen, en conjunto, lo que un cristiano,
aunque sea religioso o religiosa, debe realizar para vivir cristiana y santamente y para
formar y glorificar a Jesús, haciéndolo vivir y reinar en sí mismo.
La primera parte contiene algunos ejercicios principales y más necesarios para alcanzar
la meta propuesta.
La segunda parte contiene lo que un cristiano debe hacer durante su vida con este fin.
La tercera lo que debe hacer en cada año
La cuarta lo que debe hacer cada mes.
La quinta lo que debe hacer cada semana.

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La sexta lo que debe hacer cada día. Aquí vas a encontrar una manera muy sencilla y
fácil para hacer todas tus acciones santamente y en el espíritu de Jesús que es el
verdadero espíritu del cristianismo.
La séptima contiene los primeros y últimos deberes que todo cristiano debe tributar a
Dios por el comienzo y el fin de su vida, con ocasión del nacimiento, del bautismo y de
la muerte. Son ejercicios para dar a Dios los deberes y homenajes que hubiéramos
debido darle al nacer, si hubiéramos tenido el uso de razón. Y para resucitar y renovar
en sí la gracia del santo bautismo, e igualmente para prepararse a morir cristiana y
santamente.
La mayoría de estos ejercicios revisten la forma de elevaciones a Jesús, para que
puedan utilizarlas personas de toda clase. Porque muchos, cuando se dirigen a Dios, no
pueden hacer uso fácil de las verdades cristianas que se les proponen de manera
simple y desnuda o de mera instrucción. Lo cual no impide que quienes los prefieran
en forma de teoría puedan sacar de ellos los temas y verdades que les sirvan para
ocuparse de ellos ante Dios, según la acción de su gracia y de su espíritu.
Si encuentras algo que de primeras te parezca demasiado elevado o difícil de entender
y de practicar, no te desalientes porque si tienes la paciencia de leerlo todo y si te
acompaña una intención pura y sincera y el verdadero deseo de hacer buen uso de
ellos, confío en la bondad de nuestro Señor que él te dará luz para comprenderlo y
gracia para practicarlo. Lo que no entiendas acá lo entenderás más adelante, según
progrese tu lectura y así lo llevarás a la práctica con facilidad y deleite.
Me he repetido a propósito en algunos pasajes, por una parte para hacerme entender
más claramente e imprimir mejor en ti ciertas cosas que considero importantes, y por
otra, para no usar de notas y evitarte el esfuerzo, porque hay verdades y prácticas que
convienen a diversos temas y ejercicios.
Por lo demás, si quieres usar piadosamente de este libro y dar gloria a Dios mediante
los ejercicios que allí se encuentran, no lo leas ni utilices de prisa sino con atención;
aplica tu espíritu y tu corazón a lo que lees. Esto vale principalmente para las
elevaciones y plegarias; deberás meditar, saborear y asimilar con toda tranquilidad el
sentido y la sustancia de las palabras.
Como premio de este humilde trabajo te pido, en nombre del que es todo amor por
nosotros, que cuantas veces te sirvas de este libro, te entregues a Jesús con renovado
propósito de amarlo perfectamente y que hagas tres actos de amor a Jesús de parte de
quien lo ha puesto a tu disposición y que ha recibido de su Corazón y de sus manos
todo lo que contiene de bueno para compartirlo contigo. Por mi parte, suplico de
nuevo al mismo Jesús que imparta su bendición a mi modesta obra y también a ti, mi
querido lector, para que por ella realice en ti lo que le agrada; que te dé la gracia de
utilizarla según sus deseos y que establezca por siempre en ti el reino de su gloria y de
su puro amor, que él se forme en tu corazón y fije en ti su morada para reinar allí
perfectamente y para amarte y glorificarte eternamente.

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BIBLIOGRAFÍA
San Juan Eudes, Obras escogidas. Ediciones Universidad Simón Bolívar. Tomo I. Tercera
Edición 2016
Congregación de Jesús y María, Directorio general de Asociados Eudistas. 2020
Padre Ismael Nova, Formación Eudista para Laicos. Tegucigalpa 2013

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