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“Al Charras lo mataron ya que era un hombre de ideales y convicciones, por esa
razón los poderosos terminaron con él”, aquel era el comentario en las mesas de
los yucatecos, campechanos y quintanarroenses, a lo largo de manifestaciones
de trabajadores y alumnos por el deceso de Efraín Calderón Lara alias el
"Charras", protector de los derechos de los trabajadores en la Península.
En un tráiler titulado: Charras 40 años más tarde, Emilio Lara Solís, primo del jefe
garantiza que el creador material ha sido el Teniente Coronel, Franciso Pérez
Valdés, empero no define quién es el creador material.
En el mismo clip de video, que se exhibirá este mes, Juan Nicolin Chablé, cuñado
de Calderón narra cómo encontraron el cuerpo humano, que en aquel tiempo
produjo conmoción y generó manifestaciones de alumnos y trabajadores. Ha
sido hallado en Quintana Roo, en el sector maya.
En otra parte del clip de video, Pedro Quijano Uc, explica cómo fueron detenidos
el Charras y él en el vocho donde se movían. Garantiza que a Calderón Lara le
ofrecieron dinero, una diputación; inclusive la dirección general del Trabajador de
Yucatán, empero no admitió.
Arturo Solís Lara, además primo del jurista de los trabajadores, sin exculpar a
Loret de Mola, plantea que perjudicaba varios intereses de empresarios de la era,
hecho que concluyó con la vida del “Charras”.
Yucatán durante el siglo XX Hasta finales de los años 1960, la parte nororiental de
la Península de Yucatán, rica en recursos naturales y estratégicamente ubicada a
partir de la perspectiva mercantil y bélico dentro del Caribe, estaba
fundamentalmente deshabitada y mal comunicada con el centro de México
Dividido en capítulos que recogen todas las décadas del siglo XX, el volumen
resulta una delicia por el rescate de la actividad comercial, enorme o minúscula
(de los primeros autos a las fórmulas curativas de la farmacia, a la oferta de las
panaderías o la comercialización de adornos bellos de las joyerías, de la moda a
las fábricas, de los almacenes a la migración libanesa), que termina siendo un
cuadro de prácticas y representando estampas de una vida pletórica de
cotidianeidad y color
Sin escrito de contraportada (en el colofón se encuentra que son mil ejemplares
reproducidos en la Imprenta Irigoyen al cuidado de Rubén Omar Estrella
González), de la obra de 249 páginas viene ilustrado con anuncios comerciales
de productos en presentación plateada, que hace buen juego con el tono sepia
de la portada, dándonos la impresión de tener en medio de las manos uno de
aquellos almanaques de finales del XIX que ofertan todo lo habido y por haber.
“En el año de 1931 eran distribuidores de los libros oficiales: la Librería Central, de
Jorge Burrel; ABC, de Lorenzo Fernández; Pluma y Lapicero, de Antonio Rodríguez
Compte, y La Literaria, de Ramón Massó Fontbote El Chilam Balam de Chumayel,
traducido por don Antonio Mediz Bolio, costaba $5 el ejemplar Alrededor de los
años treinta ya estaba a la comercialización El Mayab resplandeciente, del poeta
José Díaz Bolio El ejemplar de 90 años de historia de Yucatán, de Carlos R
Menéndez González, se vendía a $10 La pluma fuente Parker Duofold podía ofrecer
6,000 palabras sin un solo trazo de tinta adicional La compañía Casellas y
Herrera vendía máquinas de redactar L C Smith, portátiles; además de Corona
Smith y sistemas de tarjetas ACME”.
Y para darle al lector una rebanadita más enorme del sabroso pastel yucateco
preparado por el acucioso cronista, se reproduce posteriormente el pedazo
inicial de “La primera década del siglo XX”: