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DIEZMOS Y CONFLICTOS EN EL MARQUESADO DE LOS VELEZ (SIGLO XVI) Antonio Luis Cortés Pefia Universidad de Granada La compleja y diversa estructura de la percepcién y distribacién de los diez- mos en el reino de Granada como consecuencia de su conquista por los Reyes Catélices y, como consecuencia, por la obtencién para su Iglesia del Regio Patronato, es la base de este articulo, particularmente centrado en las peculiari- dades almerienses, causantes de sucesivos conflictos entre le jerarquia eclesisti- cay los sefiores temporales; a modo de ejemplo se analizan dos de estos hechos conilictivos. Palabras claves: Edad Moderna, Iglesia, Reino de Granada, Diezmos, Sefiorios ABSTRACT ‘The complex and diverse structure of the perception and distribution of the “diezmos” in the kingdom of Granada as a result of its conquest by Kings Catélicos and, like consequence, by the obtaining for its Church of the Regal Patronage, is the base of this article, particularly centered in the peculiarities of Almerfa, the temporary causes of successive coniicts between the ecclesiasti- cal hierarchy and gentlemen; as a example two of these conflicting facts are analyzed. Keywords: Modern Age, Church, Kingden of Granada, Social’s Conflicto. Siguiendo antecedentes medievales, peto a través de vias en gran parte nue- vas, durante la época modema la imbricacién entre la Iglesia y el Estado fue una constante en el proceso evalutivo suftido por la Monarquia espafiola; la estrecha tunién entre el poder civil y el religioso iba a estar presente en la politica seguida por los soberanos hispénicos desde los primeros momentos de la configuracion 14s Antonio Luis Cortés Pefia -Trocadero 2000-2001 de la Monarquia gracias a la Tabor de los Reyes Catélicos, quienes, para su con- flictiva entronizacién, tanto apoyo eclesiéstico recibieron, en particular desde amplios sectores de la Iglesia castellana, lo que, sin embargo, no impidié la exis. tencia de duros enfrentamientos tanto a niveles intemos como, sobre todo, en sus relaciones con Roma’, citcunstancia que se iba a prolongar asimismo a lo largo de los siglos modernos. No cabe duda que este sintimo enlace entre el trono y el altar, remachado en ef Reino de Granada gracias al derecho de patronazgo, se manifesta en el reparto de los diezmos. La Corona resulta beneficiaria de una buena parte, de la que va » hacer parti- cipe a la noblera para complementar sus rentas»’ Es decir, la politica eclesifstica de los Reyes, encatninada a un control mis efectivo sobre la Iglesia de nuevo cufio que se instaura en el territorio del antiguo reino nazari gracias a la obtencién de las bulas de mayo y julio de 1486, culmi- nadas por la Ortodoxae fidei de 13 de diciembre de ese mismo ajic, todas ellas otorgadas por Inocencio VIII, pone las iglesias del reino de Granada bajo el espe- cial régimen de Real Patronato. Al margen de otras consideraciones en diferentes Ambitos, la situacién econdmica, que posteriormente iba a ser encausada a través de normas muy variadas, concedfa a la Corona evidentes privilegios, aunque, en gran medida, tenfa como contrapartida echar sobre sus espaldas el sostén econé- mico de las didcesis creadas en las tierras granadinas. Tanto la Iglesia como la Corona se encontraban, por tanto, con la necesidad de atender a una organizacién eclesidstica que en los aspectos econémicos presentaba circunstancias bien dis- tintas, en su conjunto, de las existentes en el resto de los dominios de los sobera- nos Trastmara ~Io mismo sucederfa con Puerto Real, las Canarias y, de inme- diato, las Indias-. Es probable que la complejidad provocada por la estructuracién del nuevo sistema haya sido la causa a la que se suman los problemas derivados de la conservacién y consulta de io pocos archivos de que en la actualidad atin tengamos lagunas y datos contradictorios que afectan a un conocimiento adecua- CORTES PENA, Antonio Luis, «A propésito de ln Iptesia y la conquista del reino de Granadan, en el vol, miseelineo Iglesia y Cultura en la Andalucia Moderna, Tendencias de la investigacién, estado de las cuesttones. Grenada, Proyecto Sur, 1995. Especialmente las pp. 141-148, + BENITEZ SANCHEZ-BLANCO, Rafael, «El diezmo de moriseas en el obispado de Malagen, Esnudis, (1975), p. 193. Diezmos y conflictos en el marquesado de los Vélez JoXVI)-Trocadero 2000-2001 145 do de los diezmos en la mayor parte de las didcesis granadinas?, de ahi que, antes de referirme al conilicto conereto que enfrenté a los marqueses de los Vélez con el obispado de Almeria, sea necesario dibujar un panorama sobre la distribucién de los diezmos en ] mbito general del reino de Granada y, de forma particular, exponer algunas peculiaridades del caso almeriense, Necesariamente ha de ser > Para aquellos interepados ene tem parece conveiente citar a bibliografi més representative a es ecto: BENITEZ SANCHEZ-BLANCO, Rafel, «El diez de los moriscos en el obispado de MAlsgan, Esnudi, 4 (1973), pp. 182-177. CABRILLANA, Nicos, Ameria merisca, Granade. Universidad 982. CAMPOS ROJAS, Mt Viera, entroduceién al exci de los dezmos bajo reinado. de los. Reyes Catsicos», Jabego, 19 (1977), pp. 23-27. 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S2MOLKA CLARES, Jost, al Regio Patronato y la nueva Iglesia de Granada, Sigios, 10 (1992), po. 85-9 146 Antonio Luis Cortés Peita Trocadero 2000-2001 escueto, pero todo lo preciso que sea posible tratando de esclarecer las contra- dicciones existentes en la bibliografia al respecto, En primer lugar, resulta imprescindible hacer mencién a la dualidad pobla- cional gue existié en el reino recién conquistado, dualidad que oficialmente per- duratia hasta comienzos del siglo XVI; los diccisiete affos transcurridos entre 1485, fecha de la conquista ¢ incorporacién a Castilla de importantes micleos de poblacién musulmana del occidente malaguefio, y 1502, afio en que legalmente, tras la conversién forzosa, no quedan practicantes del Islam en tierras granadinas, fueron testigos de la coexistencia de una sociedad dual —formada por cristianos y musulmanes (los judios habfan sido expulsados en el mismo 1492} que, a pesar de tener amplios precedentes en otros territorios peninsulares reconquistados con anterioridad, “puesto que el mudejarismo granadino sc modela sobre los viejos patrones medievales, largamente ensayados desde la conquista de Toledo a fines del siglo XI, presenta claras diferencias con los casos anteriores, Entre las mis- mas destaca el hecho de que, en esta ocasidn, tanto el poder real’ como las auto- ridades eclesidsticas mucstran especial interés, a pesar de lo estipulado en las capitulaciones, de terminar cuanto antes con esta doble confesionalidad de los sibditos, lo que tratan de lograr mediante el apoyo a un proceso de castellaniza- cién/cristianizacién de los vencidos, realizado bien a través de métodos de per- suasién pacifica —Talavera-, bien mediante la exigencia perentoria de la intransi- gencia ~Cisneros-, Parece fuera de duda que esta actitud uniformizadora estaba movida por factores muy diversos, entre los que el nuevo talante sociomental que se extendia por Europa, asi como las circunstancias politicas internacionales pro- piciadas por el avance otomano en el Mediterréneo, debieron de influir de modo determinante; no obstante, debid de resultar decisivo, como ha escrito el profesor Gulin Sanchez, “el desequilibrio inicial entre el nimero de los cristianos y el de Jos musulmanes que conforma el reino como lo que he denominado en otro lugar «una inmensa moreria»”, ya que, al margen de consideraciones religiosas, seme- jante situacién era contemplada por los vencedores como un grave peligsa en potencia que podia manifestar su realidad en cualquier momento. Pienso, en cuanto al tema que aqui nos ocupa, que esos dificiles y tensio- nados afios de obligada coexistencia entre cristianos viejos y mudéjares fueron decisivos para la complejidad alcanzada en estos territorios a la hora del esta- «GALAN SANCHEZ, Angel, «L.0s vencidos: exilio, intepracién y resistencia», en Rafael G. Peinado Saniaella (ed.), Historia del Reino de Granada, I, De ls origenes a la época mudéjar (hasta 1502). Grenada, Universidad/E! Leyado Andalusi, 2000, p. $27 *'No asf, los poderes seioriales, quienes, como es sabido, se convierten en protectores de la poblacién vencida, no prcisamente por altruism, sino en defenss de sus propis interses rents, N SANCHEZ, A,, uLos vencidos:exilio... pp. 527-528. Diezmos y conflicts en el marquesado de los Vélez (sigloXV))-Trocadero 2000-2001 147 blecimiento de los diezmos, pues, si en un principio Iégicamente hubo de refle. jarse la citada dualidad, con posterioridad, a partir de 1502, convertidos defini- tivamente los mudéjares en cristianos nuevos, moriscos, y, por tanto, desapare- cida desde el punto de vista oficial la dualidad, en este aspecto, al igual que en no se legé a la igualdad legal y persistician las diferencias. Entre otros motivos, y con respecto al diezmo, porque tratar a los recién convertidos de modo similar a los cristianos viejos suponfa un apreciable descenso en los ingre- sos pereibidos por los monarcas y, en st caso, por los sefiores temporales. Pero, vayamos por partes. Desde un primer momento, los mudéjares granadinos habian conseguido el mantenimiento del sistema fiscal nazari, lo que no dejé de crear problemas muy diversos para el fisco castellano, dado el desconocimiento que se tenia del com- plejo sistema tributario existente antes de la conquista, Sin embargo, una de las pechas conocidas mas importantes, el diezmo’, se convertia en pieza clave de! nuevo sistema impositivo, por lo que los Reyes Catélices, con el fin de evitar posibles ambigiiedades, logran de Inocencio VIII, antes de finalizar la guerra (1487), una bula, la Dum indefesse solicitudinis, en la que se les otorga tanto a ellos como a sus sucesores dicha imposicién, que pasa a conocerse como el dier- mo mudéjar. “El mismo Papa les concederé también las tercias [de los cristianos viejos] de los lugares reconquistzdos y por reconquistar del reino nazar. Mercedes que serdn ratificadas por otra bula del mismo Papa el 20 de mayo de 1488". De este modo, hasta la rebelién mudéjar de 1500, el panorama, aunque dis- pat, queda claro y bien reflejado en Ia distribucién que se contempla en la erce- cién catedralicia hecha por el cardenal don Pedro Gonzilez de Mendoza en 1492°. La presién fiscal nazar{ era superior a la de Castilla; uno de sus milkigles impuestos era el diezmo, ro exactamente igual que el castellano, “El fruto dela cosechas se gravaba con uns cuantia del 10 por cienta en el caso de ls cereales, legumbres, mii y cera gel 2,5 por ciento si estamos refiriéndonos @ villas y Arboles frutales (calacer). Este dtima cantidad se aplicaba al valor aprecisdo de los bienes Fafees agricolas (valmaguans»). Sf cobro de este grupo, con miso menos variantes estaba generaliza- do en todo el reina”. Ibidem, p. 548, "GOMEZ LORENTE, M., «Los diezmos de los cristianos viejo, "En el mismo momento que se fundé la catedral de Granada, 21 de mayo de 1492, don Pedro Gonzitez de Mendoza institua las Almeria, Guadix y Milaga, con la misma orpanizacidn teériea que ‘a metropolitans de las que se constituyen en suftagineas. Sin embargo, Mélaga ea realidad pasé a la Juisdiccién de Sevilla, a donde habia pertenecido en época gods". GARRIDO ARANDA, A., Organizacién dela Iglesia. . 62 2.9) 148 Antonio Luis Cortés Pefta Trocadero 2000-2001 Los diezmos de los cristianos viejos" se reparten de este modo: 2/9, las terclas, para la Corona, y 7/9 para la Iglesia"; mientras que el diezmo mudéjar era reci- bido en su integridad, al margen de posibles cesiones voluntarias, por fa Corona y los sefiores temporales. Esta situacién determina que hasta 1501, los rendi- imientos decimales para la Iglesia del reino granadino, dado el bajo contingente poblacional de cristianos viejos, sean muy escasos, y, por tanto, que tenga la nece- sidad de vivir “pricticamente de la dotacién real”. EI nuevo status mudéjar, tras el fracaso de la rebelién, las nuevas capitula- ciones y, finalmente, la promulgacién de la Real Cédula que decretaba “la expul- sién o la conversion” (12 de febrero de 1562), vino a cambiar estas condiciones. ‘Antes de esa fecha, habfan sido muchos los granadinos musulmanes que, para evitar las represalias por la participacién en la revuelta, habian optado por abra- zar el cristianismo, por ello, los Reyes Catdlicos para tratar de paliar el previsible quebranto econdmico para su hacienda, consiguieron que Alejandro VI promul- gase una bula, Cum ad ilios fidei, con fecha 5 de junio de 1500, en las que se les concedia las dos terceras partes —seis novenos— de los diezmos de los cristianos nuevos, con el deber de edificar las iglesias, a las que se dejaba la otra tercera parte tres novenos-; la evidente dismimucién de ingresos que, a pesar de la con- cesién, suponta la medida hizo que los monarcas hispanos ain insistiesen ante la Santa Sede hasta lograr una nueva bula, 1a Eximiae devotionis, 15 de julio de 1501-, mediante la que se les otorgaba la totalidad de dichos diezmos, aunque con la obligacién de atender econémicamente a las iglesias. Por distintas tazones, entre las que pueden destacarse la oposicién mostrada por el clero, esta bula nnunea se puso en préctica, por lo que, otra nueva, Ad apostolicae dignitatis, pro- " Légicamente, la debildad de los mismos, darante los primoros aos siguientes & la conquista, oran patente dado que ls legeda y establecimiento de pobladotescristianos se producia con cieralenttud, lo que suponia que no fucran nada despreciables las subvenciones concedidas por los monarcas para cl sostenimsento de Is Iglesia granadina. De ati que nn son descabellado contestar afirmativamente 3 la pregunta heh en su dia por el profesor Matin: “Se puede por ello deducir que los reyes espera- ‘ban que pronto los musulmanes se marcharian o se convertrian, dando asi a ls capitulaciones un cariciertransitorio motivado, en el caso concreto de Granada, por la necesidad de acabar una larg guerra”. MARIN LOPEZ, Rafael, £f Cabildo de la Catedral de Granada en el siglo XVI. Granada, Universidad de Grenade, 1988, p. 327. Uns palabras de don Pedro Gonzélez de Mendoza expresadas ‘ene! mismo documento fundscional dela iglesia metropolitana no pueden ser ms elocuentes en este sentido: «(..] cuando sea Dios servido que las dichas mezquitas se consagren en iglesias (... Ereecién de fa Iglesia meiropolitana de Granade... Granada, 1803, p. 14 "La distibucign de los dicemos pertenecienies a la Iglesia de Almeria, a que agui nos interesa, se ”. E] 23 de abril le fue notificada la sobrecarta al Marqués, indicéndosele por parte del obispo Villaldn las construcciones y reparaciones concretas que habia de acometer de una forma més pormenorizada que en el documento anterior. El 8 de mayo, don Pedro contest6 por escrito, y, persistiendo en su téctica dilatoria, expu- so que tenfa hecha stiplica de Ia sentencia ante Carlos V, quien la habia admitido a trémite «ce que por tanto no debe ni es obligado de justicia ni poner en obra lo que por ios dhos seffores presidente ¢ oidores es mandado hasta tanto que por su majestad sea determinado en la dicha suplicacion». Y, ademis, en su afin de buscar motivos que confundieran todo, con la inten- cién de dilatar el asunto en ei tiempo, y de mostrar la malevolencia del prelado hacia su persona, afiadié que el requerimiento no podia efectuarse, como en el caso anterior se hab{a realizado, por alguien delegado por el Obispo «porque conforme a la bula y sentencias solo su persona del prelado lo hha de hacer y no otro, y que en caso que el dho prelado lo hiciera el mismo habia de ir los lugares y villas donde las dhas iglesias se habian de trazar ¥ vello por vista de ojos y aun enionces la traza que el dho obispo diera no era obligado el dho sefior marques a pagar por ella por ser como es muy odioso ¢ sospechoso en todo lo que toca a su sefioria y porque como es cosa notoria a los dhos sefiores presidente y oidores, el dho obispo tiene mala voluntad a su sefforia y asi lo ha mostrado e muestra en dar favor @ las personas que traen pleitos con su sefforia, como es a ciertos vecinos de » tbider, » idem. Diezmos y conflicis en el marquesado de los Vélez (sigloXV)-Trocadero 2000-2001 157 la ciudad de Vera que injustamente piden a su sefioria y a otros sus vasa~ Hos de las villas de las Cuevas e Portilla las aguas que vienen por el rio de las Cuevas, algunas de elles son propias de algunos de sus vasallos y otras son propias de su sefioria en el uso y aprovechamicnto de las cuales su sefloria € los dhos sus vasallos cada uno en las suyas es notorio que han estado y estan mucho tiempo en quieta e pacifica posesion y el dio obis- po los bia incitado € movido, y otros por su mandade a movelle los dhos pleitos [..9”, ‘Nos encontramos con un proceso interminable, en el que parece fuera de toda duda que don Pedro contaria con el apoyo de sus silbditos moriscos, pocos interesados en la construccién de unos templos hacia los que su devocién no los Hamabs'', Persistirian, pues, los autos condenatorios de la Audiencia ~1 de agos- to, 17 de agosto...-, seguidos de nuevas siplicas del Marqués, hasta enlazar con los requerimientos e, incluso, con nuevos pleitos por motivos colaterales, prota- gontizados por los ya citados don Antonio Carrionero, el nuevo obispo almerien- se, y don Luis Fajardo, el segundo marqués de los Vélez. Y aiin més allé, hasta la fecha antes citada de 1606, Lo cierto es que puede decirse que la minoria diri- gente del reino de Granada ayudé a frustrar con su actuacién “una medida bsica ppara lograr la cristianizacién de los nuevamente convertidos: la existencia de una red de iglesias parroquiales que cubriera la totalidad del territorio del antiguo reino nazart™ Pero, veamos otro tipo de los enfrentamientos producidos en estos afios entre Ia jurisdiccién eclesidstica y la sefforial, para ver cémo afectaba a las relaciones de poder del territorio del marquesado esta confrontacién entre ambos poderes. El suceso que vamos a contemplar es un buen ejemplo de las tensiones creadas en los niveles locales. El acontecimiento a considerar tiene lugar en diciembre de 1540 en Ia villa de Cuevas de Almanzora. El dfa 29 de dicho mes se encuentra en ella don Juan de Haro, escribano real, con el fin de llevar a cabo una carta ejecu- toria dada por la Real Chanciller‘a de Granada en favor de la demanda del Obispo y cabildo de Almeria; el citado escribano hace comparecer ante él ««a Juan Sanchez Gallo, clérigo beneficiado en la yglesia de la villa de Portilla, que es en el dicho marquesado, para que declarase el diezmo que debfa ¢ era obligado & pagar el afio proximo pasado de quynientos e treyn- tae nueve afios, ¢ parescido dijo e declaré de palabra que el no haria lo que Ibidem, "Apoyo, adem, lice ante a continua protecciba que los moriscos recibian por parte del Marqués, lo que se manifestaria en ue “en el momento del Jevantamiento de las moriscos en 1568-70, los del rmarquesedo, no se alzaron en armas”, ALCAINA PEREZ, Pelayo, «La Inquisicidn en el Marquesado de los Vélea. La vist de 1561», Revista Velezana, 7 (1988), p. 26, © PEREZ BOYERO, E, «La construccin de las. p. 81 158 Antonio Luis Cortés Pefia “Trocadero 2000-2001 yo el dicho executor Je mandaba a cerca de que pagase el dicho diezmo ¢ Jo declarase, e que no era obligado a parescer ante mi e que yo fuese a la dicha villa de Portilla, por manera que en desacato de la dicha provisién de sus majestades que es muy notoria en dicho marquesado, dijo muchas palabras aceleradamente en mi presencia e de otras muchas personas a la puerta del mesén de la villa de las Cuevas, y menosprecié e desacat6 dicha provisién» Ante la situacién, el escribano requiere a don Juan Gutiérrez, vicario gene- ral del obispado de Almeria, quien también estaba presente en el acto, para que le de facultad con el fin de prender al citado clérigo beneficiado; de inmediato se la concede, haciendo expresamente constar que le da licencia “para que pudiese prender e apremiar al dicho Juan Sanchez Gallo, para que se hiciese e cumpliese To que con justicia el dicho Juez le mandase en execucion de la dicha provision € le pudiese apremiar a ello como si fuese lego”. El resultado fue la prisién del clé- igo en la cércel de Cuevas, aunque la misma no se hizo sin impedimento, ya que Juan de la Cadena, esctibano piiblico de la villa, por tanto, hombre del Marqués, intenté con cierta violencia impedirlo, legando incluso a clamar “jaqu{ los del marqués!", a pesar de que el don Juan de Haro habia pedido favor y ayuda “a la Justicia del Rey”. Al dia siguiente, 30 de diciembre, el caso presenté una vertiente nueva, pues don Juan de Haro recibié un mandamiento firmado por el vicario general del obispedo, don Juan Gutiérrez, en el que le requeria, bajo pena de excomunién, que desistiese en la causa que habie emprendido contra le beneficiado de Portilla y la remitiese ante la autoridad eclesidstica, mandato que fue obedecido por el escribano real, aunque previamente, el mismo dia 30 por la tarde, el clérigo cues- tionado “declaré con juramento el diezmo”. No quedé aqui el asunto, ya que don Juan de Haro pretendié que el citado don Juan de la Cadena, escribano piiblico de Cuevas de Almanzora que habia intentado poner resistencia fisica a la justicia real, fuese debidamente castigado, por lo que se acercé a la vecina ciudad de Vera «ca notificar e notifiqué [expresa don Juan de Haro] a Diego Montiel receptor de la dha Real Audiencia que a la sazén estaba en la dha ciudad, € a Luis de Narvaez alcalde mayor della, que asistiesen conmigo a tomar ¢ recibir Ia informacion susodicha contra el dho Juan de la cadena para que 2 sus majestades ¢ a los dhos sefiores presidente e oidores de la dha Real Audiencia constase de lo susodicho e proveyesen en ello lo que fuese justo»". ARCHG, 513-2529, Diecmos y conflictos en el marquesado de los Vétes(sigloXVl)-Trocadero 2000-2001 159 Contiene después el expediente las declaraciones de los testigos presentados por el escribano real, quienes ratificaron la actuacién violenta de Juan de la ‘Cadena manifestindose de modo claro y piiblico contra la justicia real. No se con- serva en la documentacién resolucién o sentencia alguna, El suceso, en principio no de gran crascendencia, dada la entidad de los personajes en litigio y la cuantia de las rentas que se exigian, es, sin embargo, representativo de lo que podia lle- var consigo un conflicto de este tipo. En primer lugar encontramos en él la inter~ vercién de la justicia real como consecuencia de un pleito mantenido entre el Obispo almeriense y el Marqués de los Vélez, basada en la resolucién favorable para el primero de una sentencia de le Audiencia granadina; el acontecimiento origina, como consecuencia, un enfrentamiento entre la justicia real y Ia del Marqués; pero, adernds, y de un modo en el que se percibe con nitidez las com- plejas relaciones entre la variedad de jurisdicciones existentes durante el Antiguo Régimen, también se produce un conato de friecién entre la jurisdiccién ecle~ sidstica y la real -reclamacién del clétigo prisionero en una cércel real por parte de la autotidad episcopal-, a pesar de que esta tiltima habia actuado en apoyo de Ja primera, Un ejemplo més, por tanto, que corrobora la opinién de considerer a quella sociedad como una “sociedad de pleiteantes”; no era una simple inclina- cin de nuestros antepasados por acudir a los tribunales, el hecho era més pro- fundo, se trataba de que la propia estructura politica —también la socio-econémi- ca- en que se hallaban insertados propiciaba la proliferacién de situaciones de este tipo en las que el conflicto jurisdiccional era el ingrediente inevitable, con- flicto que no siempre los tribunales reales podian resolver en un plazo de tiempo prudencial y de forma satisfactoria, lo que propiciaba, sin duda, le existencia de tensiones en aquella sociedad en la que aparentemente se vivia sin Ia presencia de un malestar social capaz de originar movimientos airados de protesta. La rea~ lidad, por el contrario, aunque muchas veces oculta o disfrazada, era bien dife- rente. “ Teiger,

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