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Repensando las reformas

sociales de los borbones en


las colonias, siglo XVIII
Ann Twinam
Universidad de Texas
anntwinam@austin.utexas.edu

Recibido: Diciembre de 2013


Aprobado: Febrero de 2014

Resumen: Bajo la pregunta de cuáles fueron las funciones sociales de las reformas
borbónicas durante el siglo XVIII, en este estudio se miden y analizan las ambigüedades que
predominaron en ese siglo. Dichas reformas fueron consistentes y correspondieron a una
política conservadora de los borbones para mantener líneas diferenciadoras entre los
sectores sociales.

Palabras clave: Siglo XVIII, Reformas borbónicas, líneas diferenciadoras entre


sectores sociales, diferencias.

Rethinking the social reforms of the Bourbons


in the colonies, 18th century

Abstract: Under the question of which the social functions of the Bourbon Reforms
were during century XVIII, the ambiguities that predominated in that century are measured
and analyzed in this study. The author states that these reforms were fundamentally
consistent and that they corresponded to a conservative policy of the Bourbons to establish
differentiating lines among social sectors.

Key words: Century XVIII, Bourbon Reforms, differentiating lines between social
sectors.
6

El Taller de la Historia, vol. 5, n.º 5, 2013, págs. 5 - 32. Issn: 1657-3633


Programa de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad de Cartagena de Indias, Colombia
Repensando las reformas sociales de los Borbones

Presentación

E
mundo y no les gustaba lo que veían. El mundo colonial no solamente
reflejan la segunda mitad del siglo XVIII las élites latinoamericanas miraban
su
ba los momentos épicos de lo pasado -la conquista de los indios, el desastre
demográfico, la introducción de los esclavos africanos- sino que también
evidenciaba los resultados de estos encuentros: el continente era poblado con sus
descendientes mezclados por siglos. Las consecuencias en algunas regiones eran
una falta de claridad de las características sociales y raciales que tradicionalmente
separaban a las élites blancas de los demás. Tanto los recuentos anecdóticos como
los análisis estadísticos evidencian que las élites de fines de la época colonial eran
mucho más conscientes respecto de lo que veían e interpretaban como las
ambigüedades con relación a las características socio-raciales y del nacimiento que
previamente habían establecidos sus precedencias, y que ahora estaban sujetas a
desafíos.
En 1801, por ejemplo, un huérfano regresaba a la Casa de Expósitos en La
Habana a investigar su origen. Le pidió a un eclesiástico buscar la fecha en que fue
abandonado en el torno. El sacerdote que lo atendió añadió un comentario al
registro original, porque notó que este expósito tenía una raza diferente cuando era
niño que ahora que era adulto. Como era usual en muchas Casas de Expósitos, los
niños habaneros habían recibido la mejor presunción racial, y por eso, este niño fue
originalmente listado “al parecer blanco”. Sin embargo, el clérigo observó: “que el
[niño] contenido en esta partida se presentó como adulto pidiéndomela y resultó
ser pardo como lo confesó la misma parte”. 1
Más o menos contemporáneo con este incidente en La Habana, los
habitantes de Yucatán (Nueva España) también se quejaban de ambigüedades
raciales, debido a que “una frecuente mezcla” de “españoles, indios y mulatos”
hacía muy difícil la división de la población para el cobro de los impuestos, dado
1 Archivo Arzobispal (La Habana, Cuba) ( AA-La Habana), Casa de Beneficencia y
Maternidad, libro 6, 1801.
7

que “las señales de color, pelo y fisonomía eran muy falibles”. 2 En Sopetrán y en
Tunja (Nuevo Reino de Granada), los indios y los blancos estaban tan
entremezclados que solo se Ann Twinam

podía distinguirlos por “su origen y matrícula [...] atento el mixto y enlace que ha
habido”.3 En Cumaná los venezolanos se quejaban que una “fatal mezcla” de
europeos, indios y negros ha producido una confusión y también una movilidad
racial dado que algunos de las castas han escrito “sus partidas de bautismo en los
libros de españoles y sustraen de ellas las notas de sus ascendientes por reprobados
medios”.4 La consecuencia era que algunos pardos eran “tenidos por blancos” para
“desconsuelos de los vasallos verdaderamente blancos que no podían impedir el
enlace de sus familias”. En Caracas las élites también demandaban a los clérigos
“justificar calidades” y mantener libros de registros de bautismo distintos para los
blancos para sí no dar pie a la confusión de las familias y no dar ocasión a los
pleitos.5
Aunque un reconocimiento de estos registros de bautismos a lo largo y
ancho de todo el imperio era una imposibilidad para las élites coloniales, el análisis
actual permite observar algunas peculiaridades. No solamente había un aumento
en la confusión racial a finales de la colonia, sino que había cambios críticos en el
estado de los nacimientos, que era la otra categoría que establecía la preeminencia
social, particularmente en aquellos patrones asociados con la ilegitimidad.
En Europa y en América el siglo XVIII fue un periodo de ilegitimidad. Las
poblaciones de aquel continente y de los Estados Unidos mostraban aumentos
importantes en el porcentaje de nacimientos ilegítimos en la mitad de ese siglo. 6
Pero en Hispanoamérica el movimiento demográfico marchaba a otro ritmo,
porque aunque los índices de ilegitimidad eran substancialmente más altos -cuatro
o cinco veces- que los de Europa y América del Norte, eran estables o con una
tendencia al descenso.

Repensando las reformas sociales de los Borbones

2 Richard Konetzke, Colección de documentos para la historia de la formación social de


Hispanoamérica, 1493-1810, vol.3, n.°2, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
19581962, documento (doc.) n.°358, 1802.
3 Archivo Histórico de Antioquia (Medellín, Colombia), ( AHA), Estadísticas y Censos,
vol.343, doc. n.°6539, 1808; Daisy Rípodas Ardanaz, El matrimonio en Indias: realidad social y
regulación jurídica, Buenos Aires, Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 1977, p.45.
4 R. Konetzke, Colección de documentos vol.3, n.°2, doc. n.°300, 1788.
5 Archivo General de la Nación (Caracas, Venezuela), ( AGN-Caracas), Limpieza de sangre,
t.XXXV, ff.208-254, 1809.
8

Tabla 1: Porcentajes de ilegitimidad mexicana

Mula tos
Mest izos
E spa ñoles

indios
Indios
Poblaciones

No
Total
Años
Guadalajara 1698-1702 48,0 39,0 42,8 60,5 50,0 ---
1721-1726 --- --- --- --- 4,0 ---
Zacatelco
1785-1791 --- --- --- --- 2,7 ---
1650-1712 --- --- --- --- 10,8 ---
Azcatzingo
1720-1802 --- --- --- --- 4,1 12,5
Ciudad de México 1724 36,4 36,9 29,6 44,4 34,8 ---
1753 31,0 27,7 30,5 34,2 31,6 ---
(Sagrario) 1762 27,0 17,3 29,0 30,3 31,6 ---
1782 36,2 23,7 35,7 53,0 32,6 ---
San Luis de La Paz 1645-1664 6,8 6,8 43,4 43,7 3,9 ---
1700-1719 14,5 9,2 21,1 33,3 12,6 ---
Guanajuato 1750-1769 10,5 10,3 12,5 14,4 9,6 ---
1790-1809 6,9 10,5 11,5 6,6 5,7 ---
Parral 1770 22,0 6,0 30,0 --- --- ---
Chilapa 1772-1782 11,0 --- --- --- --- ---
Fuentes: (Guadalajara) Thomas Calvo, “Concubinato y mestizaje en el medio urbano: el caso de
Guadalajara en el siglo XVII”, en Revista de Indias vol.XLIV, n.°173, Madrid, CSIC, 1984, p.211;
(Zacatelco, Azcatzingo) Cecilia Andrea Rabell, La población a la luz de los registros parroquiales,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1990, p.21; (Ciudad de México) Juan Javier
Pescador, “La nupcialidad urbana preindustrial y los límites del mestizaje: características y
evolución de los patrones de nupcialidad en la Ciudad de México, 1700-1850”, en Estudios
Demográficos y Urbanos vol.7, n.°1, México, El Colegio de México, 1992, p.139; (Guanajuato)
Cecilia Rabell, “Matrimonio y raza en una parroquia rural: San Luis de La Paz, Guanajuato 1715-
1810”, en Historia Mexicana vol.47, n.°1, México, El Colegio de México, 1992, p.23; (Parral)
Robert McCaa, “Gustos de los padres, inclinaciones de los novios y reglas de una feria nupcial
colonial: Parral 1770-1814”, en Historia Mexicana vol.40, n.°4, México, El Colegio de México, 1991,
p.583; (Chilapa) Rodolfo Chena, “La población de una parroquia novohispana del siglo XVIII: Santa
María de la Presentación de Chilapa”, en Estudios Demográficos y Urbanos vol.7, n.°1, México, El
Colegio de México, 1992, p.187.

Ann Twinam

6 Frank Shorter, “Illegitimacy, Sexual Revolution, and Social Change in Modern Europe”, in
Journal of Interdisciplinary History vol.2, n.°2, Cambridge, Massachusetts Institute of Tecnhology,
1971, p.251.
9

En un área de investigación en la que hay mucho más que hacer, la


información más sugestiva viene de México (ver tabla 1). Los demógrafos notan que
los índices de ilegitimidad en el siglo XVII variaron entre 7% y 50%, y que en el
siguiente siglo declinaron entre el 7% y el 35%. Este descenso en los índices de
ilegitimidad se hace más llamativo cuando se divide por condición socio-racial,
porque había diferencias dramáticas entre los grupos. Los índices de ilegitimidad
de los españoles, que incluían tanto a las élites como a otros blancos menos ricos y
pobres, se aproximaban más a los niveles de los nacimientos ilegítimos de Europa,
incluyendo las ciudades grandes (La Ciudad de México, más de 30%) y ciudades de
menor población (Guanajuato, 9% y 10%; Parral 6%). Es decir, la tendencia de la
ilegitimidad entre los blancos se mantuvo estable o en descenso. Los cambios más
importantes en los índices de ilegitimidad en las poblaciones de mestizos, mulatos,
y negros (Zacatelco, Axcatzingo, Guanajuato) aunque la capital era una excepción.
Los historiadores han trazado corrientes contradictorias, y los demógrafos
han notado que los índices de ilegitimidad varían por localidades por todo el
mundo occidental.7 Por ejemplo, Susan Socolow notó los aumentos de ilegitimidad
de blancos en las décadas de 1770 y 1780 en Buenos Aires; Guiomar Dueñas Vargas
halló que los índices de ilegitimidad española en una parroquia de Santa Fe de
Bogotá aumentaron, y en otra declinaron.8 Cuando los índices de ilegitimidad de las
poblaciones mestizas declinaban en México, aumentaban en Colombia. 9
Pero los árboles no pueden obscurecer el bosque, porque hay muchos
comentarios contemporáneos por todas partes del Imperio Español que sugieren
que un nuevo grupo demográfico estaba en el proceso de formación: un grupo de
mestizos y mulatos casi blancos y con un creciente grado de legitimidad por
provenir de

7 Peter Laslett, “Introduction”, in Peter Laslett, Karla Oosterveen, Richard Smith (eds.),
Bastardy and its Comparative History, Cambridge, Cambridge University Press, 1980, p.59.
8 Susan Socolow, notó que los índices de ilegitimidad de los blancos aumento desde 19%
antes de 1778 hasta 32% en el registro de la catedral de Buenos Aires. Susan Socolow, “Acceptable
Partners: Marriage Choice in Colonial Argentina, 1778-1810”, in Asunción Lavrin (ed.), Sexuality
and Marriage in Colonial Latin America, Lincoln, University of Nebraska Press, 1989, p.232.
DueñasVargas trazó índices de ilegitimidad de blancos en Bogotá (La Catedral) desde 30% en la
mitad del siglo hasta 15% por 1780 y llegando al 6% en los fines del siglo. La ilegitimidad en la
parroquia de blancos más pobre de Las Nieves crecía desde 30% en la mitad del siglo hasta 50%
hacia el final. Guiomar Dueñas Vargas, Gender, Race and Class: Illegitimacy and Family Life in
Santa/e Nuevo Reino de Granada, 1770-1810, Ph.D diss., University of Texas-Austin, 1995, pp.372-
379.
9 G. Dueñas, Gender, Race and Class, pp.375-376, notó un alza en la población mestiza de
La Catedral y Las Nieves desde 64% en la mitad del siglo hasta casi 75% a finales de ese siglo.
10 Repensando las reformas sociales de los Borbones

uniones maritales legalizadas por la iglesia. 10 En una sociedad colonial en que las
élites tradicionalmente justificaron su jerarquía por su legitimidad y su blancura, la
presencia de este grupo ascendente desafiaría el orden establecido. Esta tensión era
agudizada por las recuperaciones económicas en los lugares como el Caribe, o
Venezuela, o Argentina donde los nuevos ricos ponían una presión adicional a las
élites tradicionales.
El efecto generaba tensión en Hispanoamérica. Los historiadores se dieron
cuenta hace mucho tiempo que en las últimas décadas del siglo XVIII se vivía un
aumento de la tensión social entre las élites y los de abajo. 10 Una manifestación de

10
Magnus Mórner, dice: “... fue el avance y la expansión de los grupos intermedios lo que motivó
principalmente al exclusivismo creciente desplegado por la elite criolla”. Race, Mixture in the
History of Latin America, Boston, Little Brown, 1967, p.67. Otros demógrafos nos proporcionan
otras partes de la tabla 1. Para México José Aranda Romera y Agustín Grajales Porras estiman que
la ilegitimidad entre los blancos en el centro de Puebla fluctuó entre 27% y el 33% (muy parecida a
Ciudad de México). Sin embargo, estos autores hallaron que nacimientos ilegítimos de blancos eran
más bajos (12%) al otro lado del río. “Niños expósitos e hijos naturales en la Puebla de los Ángeles a
mediados del siglo XVIII”. Conferencia presentada en la 47° Congreso Internacional de
Americanistas, New Orleans, julio 7 a 11 de 1991, p.3. A. C. Rabell, señala la existencia de una baja
en la legitimidad de Zamora, Michoacán, Tlaxcala en el siglo XVIII. Andrea Cecilia Rabell,

10 R. Konetzke, Colección
de documentos vol.3, n.°2, doc.
n.°300, 1788. También Mörner,
Race, Mixture in the History of
Latin America, pp.45, 67;
Richard Cicerchia, “Vida familiar,
prácticas conyugales y clases
populares en una ciudad colonial.
Buenos Aires: 1800-1810”, en
Boletín del Instituto de Historia
Argentina y Americana Dr.
Emilio Ravigani, Tercera Serie,
n.°2, Buenos Aires, Universidad
de Buenos Aires, 1990, p.43; D.
Rípodas Ardanaz, El matrimonio
en Indias, pp.34, 45; Ann
Twinam, Miners, Merchants, and
Farmers in Colonial Colombia,
Austin, University of Texas Press,
1982, p.93; Eduardo Saguier, “El
combate contra la ‘limpieza de
sangre’ en los orígenes de la
Ann Twinam 11

“Matrimonio y raza en una parroquia rural: San Luis de La Paz, Guanajuato 1715-1810”, en Historia
Mexicana vol.47, n.°1, México, El Colegio de México, 1992, p.32. Beatriz Figueroa comenta que los
índices de ilegitimidad en México de mitad del siglo XVIII eran entre 12% y el 27%. “Relaciones del
registro tardío de nacimientos con la condición de legitimidad y el tipo de unión de los padres”, en
Demografía y Economía vol.18, n.°59, México, El Colegio de México, 1984, pp.344-345. Otros
estudios para el resto de América Latina no ofrecen los detalles que contienen los dedicados a
México. El análisis de Dueñas Vargas de las parroquias de La Catedral y Las Nieves muestra que la
ilegitimidad de blancos es 20.2% y 39.1% respectivamente, y que la ilegitimidad de los mestizos
variaba entre 69.7 y el 58.7%. G. Dueñas, Gender, Race and Class, p.209. Para el Brasil Renato
Pinto Venácio estimó que la cuarta parte de niños de la parroquia de Sao José en Rio de Janeiro
colonial eran hijos naturales aunque no nos dio idea de la raza. Ilegitimidade e Concubinato no
Brasil Colonial, Rio de Janeiro e Sao Paulo, Sao Paulo, CEDHAL, 1986, p.11. María Beatriz Nízza da
Silva, “O problema dos expostos na capitanía de Sao Paulo”, em Anais do Museo Paulista n.°30, São
Paulo, Universidade de São Paulo, 1980-1981, p.148, estimó que nacimientos expósitos en Sao Paulo
varían entre 10, 41 y 25% entre 1741 y 1822. María Emma Mannarelli, Pecados Públicos: La
ilegitimidad en Lima, siglo XVII, Lima, Eds. Flora Tristán, 1994, pp.159, 188-191, dijo que el rato de
ilegitimidad en Sao Paulo casi dobló desde 1741-1755 de 10,24% hasta el 18,28% entre 1756 y 1770
hasta 31,49% entre 1831 y 1834.
esta discriminación era un incremento en la preocupación de las élites en preservar
las marcas tradicionales que les distinguían de las masas.
El concepto que usaban las élites para describir lo que les distinguía de lo
demás era agregado en una palabra: “honor”. El honor en parte incluía las
características de la limpieza de sangre, que se definía como las “personas blancas
cristianos viejos de estado noble, limpios de toda mala raza y sin mezcla alguna de
villano, judío, moro, mulato, converso o en ninguno rasgo por remoto que sea”. 12
Sin embargo, esa condición no solo se manifestaba por medio de la ortodoxia
religiosa y la pureza racial, sino que también se expresaba a través de una historia
familiar decorosa que tomaba cuerpo en las ascendientes generaciones familiares
que se habían casado y en los nacimientos legítimos. El último efecto de honor era
de autenticar a la jerarquía por la división de la sociedad hispánica entre los pocos
privilegiados y la mayoría destituida.
El honor establecía una agenda distintiva de la discriminación. Los que la
tenían disfrutaban de privilegios negados por la ley o por la costumbre popular a los
que no la tenían, incluyendo los ilegítimos y los de color. Los hombres de honor
tenían acceso a los oficios políticos desde los locales hasta los imperiales; fueron
admitidos en las ocupaciones restringidas como notario, fundidor, clérigo, militar,
abogado, y podían entrar a las universidades.
Solamente las mujeres que tenían el honor podrían casarse con iguales
sociales y convertirse en madres de la próxima generación de honor. La gente de
12 Repensando las reformas sociales de los Borbones

honor lo reconocía en otros, los llamaban “don” y “doña”; y darían a estos una
atención y un respeto que negaban a lo demás miembros de la sociedad.
La confusión racial y los cambios demográficos hacían que las élites blancas
fueran particularmente vigorosas en su defensa del honor en los fines del siglo
XVIII. Sin embargo, en este campo el papel del Estado borbónico fue mucho más
ambiguo. ¿Cuáles fueron las funciones de las famosas reformas borbónicas? ¿Eran
defender la existente jerarquía, o aliviar las presiones y facilitar un acceso para los
que deseaban ascender en la escala social? Hubo cuatro leyes borbónicas involu-

emancipación argentina. El uso del estigma de la bastardía y del origen racial como mecanismos de
defensa de las élites coloniales”, en Revista de Historia de América n.°10, México, Instituto
Panamericano de Geografía e Historia, 1990, pp.185-186; Steve J. Stern, The Secret History of
Gender, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1995, pp.23, 28, 35, 185, 289; G. Dueñas,
Gender, Race and Class, pp.29-31, 133-135.
12
AGI, Santo Domingo 1474, n.°11, 1789.
cradas en estos asuntos, las que vistas superficialmente parecían tener fines muy
contradictorios.
La primera era la Real Pragmática de casamientos, dada en 1776 en España
y en 1778 en Hispanoamérica, la que firmemente colocó a los oficiales reales al lado
de las élites coloniales. Esta disposición proponía mantener la igualdad social y
racial de casamientos, porque concedía a los padres un veto potencial a sus
posibles yernos y nueras.11 Los padres podrían averiguar si novio o la novia tenía
“defectos” como la ilegitimidad o el color. El padre podría apelar a los oficiales
reales a prohibir tal unión como desigual. El padre también podría castigar a sus
hijos con desheredarlos si la boda ocurría a pesar de todo.
Las otras reformas borbónicas parecerían promover metas contradictorias,
porque ayudarían a la movilidad de los ilegítimos y los de color. Una cédula de 1794
declaró que los bautizados como expósitos o de padres no conocidos se podrían
beneficiar de los privilegios de los legítimos. Esta cédula ordenó la imposición de
una multa pecuniaria a cualquiera que llamara a un expósito “ilegitimo, bastardo,
espurio incestuoso o adulterino”. Concluía que si existía una duda sobre la “calidad”
del expósito dicha duda sería “por la parte más benigna”. 12 La ley ayudó a las
11 R. Konetzke, Colección de documentos vol.3, n.°1, doc. n.°247, 1778.
12 Novísima Recopilación de las leyes de España (NR), 6 vols., Madrid, Boletín Oficial del Estado,
1805, Libro VII, título XXXVIII ley IV.
Ann Twinam 13

mujeres expósitas a recibir dotes de caridad y a elegir los esposos más aceptables.
Por su parte los hombres expósitos podrían asistir a los colegios, entrar en
ocupaciones anteriormente prohibidas, y tal vez tener oficios políticos. La cédula sí
tenía una restricción, porque los expósitos aún no eran elegibles para las muchas
posiciones que tenían prohibiciones escritas y que insistían que los candidatos
fueran “legítimos” o “procreados en legítimo y verdadero matrimonio”. Pero los
efectos potenciales de esta legislación en Hispanoamérica eran tremendos dada la
posibilidad que los expósitos podrían estar no solamente legitimados sino a veces
blanqueados.
En 1795 el gobierno publicó la disposición del arancel para la gracia al sacar
americana. Este arancel recibió más publicidad y por eso dio un empujón a los
ilegítimos a presentar sus solicitudes a la Cámara, del subconcilio del Consejo de las
Indias, para mejorar sus situaciones. Los postulantes, usualmente los hijos e hijas
blancas de las élites locales, podrían comprar la legitimidad y participar en el goce
pleno de derechos civiles y sociales dado solo a las legítimas personas de honor.
Estos ilegítimos tenían que presentar declaraciones de testigos que informaban las
circunstancias de su nacimiento, detalles de su vida incluyendo muchas veces
algunos ejemplos de la discriminación que había promovido sus solicitudes.
La última reforma borbónica aparentemente era más radical. Era una
adición a las gracias al sacar de1795 en que mulatos y pardos podrían comprar la
calidad de blancos. Ellos también tenían que presentar testimonios de sus historias
personales, y los ejemplos de discriminación contra ellos. Los que recibían las
cédulas se convertían en blancos y personas de honor.
Algunos historiadores han estudiado las reformas sociales de los borbones
como leyes individuales, sin hacer el mayor esfuerzo para evaluarlas como parte de
una política coherente del Estado, o de reconciliar sus diferencias impresionantes.
Por ejemplo, la discusión clásica de Magnus Mörner sobre la mezcla de razas
presentó a la legislación borbónica que legitimó y blanqueó como muestras de
políticas liberales, casi que radicales. Mörner sugería que un Estado borbónico
especialmente activo intervenía contra los deseos de la élite criolla. Los oficiales
reales tratarían de aliviar las presiones sociales de las castas y clases oprimidas por
medio de una movilidad social de algunos ilegítimos y de mulatos favorecidos. En el
proceso el Estado no solamente ganó su lealtad sino que recaudó sus
contribuciones.
14 Repensando las reformas sociales de los Borbones

Pero hay otros, por ejemplo Daisy Rípodas Ardanz y Susan Socolow, que
sugieren que las reformas borbónicas tenían metas contradictorias. Ellas describían
a La Pragmática Sanción de 1778 como parte de un plan conservador de defender la
jerarquía colonial, porque apoyó al poder de la élite blanca para mantener la
endogamia previniendo las bodas entre desiguales. Como se puede ver, la
pregunta clave estriba en si las reformas sociales de los borbones eran consistentes
o inconsistentes, si ayudaron a los cambios radicales o si eran conservadoras.
Mi objetivo en este artículo es proponer una interpretación revisionista que
surge de mis estudios sobre las gracias al sacar y los expósitos, los que he publicado
en mi libro Vidas públicas, secretos privados. Género, honor, sexualidad e
ilegitimidad en la Hispanoamérica colonial. Mi conclusión es que las reformas
sociales de los borbones eran fundamentalmente consistentes, y que eran
conservadoras. Pero sostener esta conclusión es mucho más fácil que explicarla. Un
contraste y una comparación de estas cuatro leyes de acuerdo con los precedentes,
las transformaciones que sufrieron, y sus funciones podrían revelar los aspectos
sobresalientes de lo que tenían y lo que no tenían en común. También podría dar
una explicación de por qué las reformas sociales de los borbones finalmente
fracasaron.

1. Los precedentes

Una primera conclusión es que las reformas de los borbones en la esfera de lo


político y de lo económico no representaban innovaciones. Todas estas legislaciones
fueron aprobadas antes en localidades o por medio de individuos, para luego
convertirse en política imperial a finales del siglo XVIII. La Sanción Pragmática de
1778 probablemente tenía el menor precedente histórico, aunque era consistente
con una tradición de intervención de los padres, la iglesia, y del estado en la
elección de esposos y la formación de la familia. 13 Por ejemplo, hacía siglos que los
13 Asunción Lavrin,
“Introduction: The Scenario, the
Actors, and the Issues”, en
Asunción Lavrin (ed.), Sexuality
and Marriage in Colonial Latin
America, Lincoln, University of
Nebraska Press, 1989, p.17; D.
Ann Twinam 15

padres que tenían los mayorazgos podían incluir las cláusulas que desheredaban a
los hijos que se casaron desigualmente, y existían algunos casos distintos en que los
clérigos habían ejercido prohibiciones similares e impedido algunas bodas.
La cédula de 1794 que extendía el beneficio de la duda a los expósitos y que
les daría algunos de los privilegios de los legítimos, también tenía precedentes
particulares y locales. En 1772 el Consejo de Castilla decidió que no era justo que
una expósita llamada Ángela Fernández fuera presumida como ilegítima. En 1779
se denunció la discriminación contra expósitos en escuelas de Segovia. Una serie de
decisiones del Consejo de las Indias dio una posición quasi legítima a los huérfanos
en algunas Casas de Expósitos en Hispanoamérica, por ejemplo en 1772 a los de La
Habana y en 1791 a los de Cartagena. 14
Aunque la mayoría de historiadores de la América Latina están
acostumbrados a agrupar las gracias al sacar con el famoso arancel de 1795, el
proceso de legitimaciones era el más venerable de todos, porque tenía orígenes
antes de la época de los Reyes Católicos. Las legitimaciones eran aún más comunes
Rípodas Ardanaz, El matrimonio
en Indias, pp.64, 307, 216-266;
Richard Cicerchia,
“Vida familiar, prácticas
conyugales y clases populares en
una ciudad colonial. Buenos
Aires: 18001810”, en Boletín del
Instituto de Historia Argentina y
Americana Dr. Emilio Ravigani,
Tercera Serie, n.°2, Buenos Aires,
Universidad de Buenos Aires,
1990, pp.91, 96, 109; Silvia
Arrom, “Perspectivas sobre
historia de la familia en México”,
en Pilar Gonzalbo (ed.), Familias
novohispanas siglos XVI al XIX,
México, El Colegio de México,
1991, p.399; Robert McCaa,
“Gustos de los padres,
inclinaciones de los novios y
reglas de una feria nupcial
colonial: Parral 1770-1814”, en
Historia Mexicana vol.40, n.°4,
México, El Colegio de México,
1991, p.586.
14 R. Konetzke, Colección de documentos vol.3, n.°2, doc. n.°295, 1786; AHN-Madrid, Consejos
Libros 1490, n.°78, 1779 sobre los expósitos en Segovia; AHN-Madrid, Consejos Libros 1497, doc.
16 Repensando las reformas sociales de los Borbones

en los siglos XV y XVI en España y en Hispanoamérica en el siglo XVIII. Entre los


años de 1475 y 1543 hubo más de 2300 españoles que compraron las
legitimaciones, mientras que en el siglo XVIII hubo aproximadamente 300 más de la
península y 244 más de Hispanoamérica.
Aún las gracias al sacar de 1795 que aprobó la compra de blancura tenía su
antecedente histórico, porque hacía más de un siglo antes de su promulgación que
los oficiales reales habían sancionado algunas excepciones para los de raza. Ellos
habían expedido decretos que darían a los individuos particulares los privilegios de
los blancos. Por ejemplo, aunque las leyes usualmente discriminaron contra los
pardos, el moreno Vicente Méndez fue permitido en 1687 tomar posesión como
gobernador de una provincia en Panamá porque había congregado a los indígenas
locales. En 1760 a los hijos del pardo Comandante Antonio Flores fueron dadas las
prerrogativas de los blancos para estudiar medicina. En 1763 el rey ordenó que un
pardo habanero le fuera permitido calificar como cirujano. 17 La Real Pragmática de
1778, la legislación de expósitos de 1794, o los gracias al sacar, sea de legitimaciones
o blancura, de 1795, todas tenían sus antecedentes en las localidades antes de
convertírseles en la política imperial.

n.°33, 1794 trata de los expósitos de Cartagena; Konetzke, Colección de documentos vol. 3, n.°1, doc.
n.°224 sobre expósitos en La Habana. Sobre un decreto de 1772 sobre expósitos ver Guillermo
Margadant, “La familia en el derecho novohispano”, en Pilar Gonzalbo (ed.), Familias
novohispanas siglo XVI al XIX, México, El Colegio de México, 1991, p.51. Existía en algunos lugares
un apoyo popular para estas decisiones. Por ejemplo, en mil setecientos cincuenta y cuatro un oficial
mexicano proclamó a la Cámara de las Indias que “el hijo expósito y de padres no conocidos debe ser
tenido y reputado por legítimo, y por esta razón son muchos los privilegios que les están concedidos
a los expósitos”. AGI, Guadalajara 368, doc. n.°6, 1761.
R. Konetzke, Colección de documentos vol.2, n.°2, doc. n.°546, 1687; vol.3, n.°1, doc. n.°177, 1760;
17

vol. 3, n.°1, doc. n.°189, 1763.


2. La transformación

Una segunda característica de estas leyes borbónicas es que se transformarían de


dos maneras. Primero, algunas cambiaron en sus efectos desde la península
Ann Twinam 17

española hasta Hispanoamérica. Segundo, todas estas medidas se alteraron desde


una primera etapa más radical de las reformas (de 1778 hasta 1794) hasta una
reacción conservadora que se desenvolvería después de 1795.
Las leyes borbónicas promovidas originalmente por las condiciones de
España tuvieron implicaciones muy distintas en Hispanoamérica. Por ejemplo, el
mandato esencial de la Real Pragmática sobre casamientos cambió de manera
provocadora dado que las disparidades en España eran relativamente menores
comparadas a las complejidades sociales y raciales de Hispanoamérica. En España,
cuando un padre trató de prevenir las bodas de un hijo o una hija, era usualmente
porque tenía objeciones a la herencia judía o mora, o de la ilegitimidad, o de las
desigualdades sociales o económicas de yerno o nuera potenciales. 15 En
Hispanoamérica, las oposiciones a matrimonios procedieron mucho más debido a
las disparidades raciales.16 Es notable que aunque la versión americana de la Real

15 Paloma Fernández
Pérez, “trazó 50 casos de
oposiciones a matrimonio en
Granada en España. Estos
incluían solamente 4 casos de
desigualdad racial (y éstos de
ancestros de moros o judíos). La
mayoría era de nacimientos
ilegítimos y/o con dificultades
socio-económicas. Estado y
familia en la transición a la
España contemporánea. El
impacto de las pragmáticas
borbónicas sobre consentimiento
paterno en el declinar de la
familia corporativa, 1776-1814”.
Paper presented at the Congreso
Internacional Historia de la
Familia. Murcia, Diciembre, 14 a
16 de 1994, pp.17-20.
16 Algunos historiadores
sostienen un debate sobre el
intento de la Pragmática. D.
Rípodas Ardanaz dice que la
“intención” era “más social que
racial”. Patricia Seed señala que
“las diferencias... como el estatus,
riqueza o poder político no
constituyen desigualdad bajo los
términos de la pragmática”. El
18 Repensando las reformas sociales de los Borbones

Pragmática originalmente no dio ni una mención a los mulatos y pardos, desde el


principio los padres americanos la utilizaron contra los de estas condiciones socio-
raciales. Finalmente, en 1803, los de color fueron formalmente incluidos en la
legislación.17 En España las quejas contra disparidades matrimoniales fueron
usualmente originadas de los padres de la clase más alta, pero en Hispanoamérica
la Pragmática fue utilizada no solamente por las élites sino por los padres blancos y
pobres que estaban aún más acostumbrados a confrontar las mezclas con las castas.
Los esfuerzos de la monarquía por mejorar las condiciones de los expósitos
en España por su legitimación universal también tenían un impacto muy diferente
en Hispanoamérica. El decreto original de 1794 describió la situación horrible en
que miles de los expósitos españoles murieron dado las distancias de sus sitios de
nacimiento con relación a las Casas donde debía recibírseles. Aun cuando los niños
llegaron a las instituciones corrían unos riesgos graves dado el cuidado horrible que
les dispensaban sus nodrizas. Los expósitos también tenían que confrontar una
discriminación substancial como adultos porque eran “tratados con el mayor
vilipendio y tenidos por bastardos, espurios, incestuosos o adulterinos”. 18

matrimonio en Indias, p.268;


Patricia Seed, To Love, Honor
and Obey in Colonial Mexico:
Conflicts over Marriage Choice,
1574-1821, p.205. También ver S.
Socolow, “Acceptable Partners:
Marriage Choice in Colonial
Argentina, 1778-1810”, in
Asunción Lavrin (ed.), Sexuality
and Marriage in Colonial Latin
America, Lincoln, University of
Nebraska Press, 1989, p.234;
Pablo Rodríguez, “Elección
matrimonial y conflicto
interétnico en Antioquia”, en
Revista Ciencias Humanas n.°11,
Medellín, Universidad Nacional,
1988, p.28; D. Rípodas Ardanaz,
El matrimonio en Indias, p.306;
V. Martinez Alier, Marriage,
Class and Colour in Nineteenth-
Centuty Cuba, p.26.
17 S. Socolow, “Acceptable Partners: Marriage Choice in Colonial Argentina, 17781810”, p.219.
18 AHN-Madrid, Consejos Libros 1497, doc. n.°33, 1797.
Ann Twinam 19

Aunque no es seguro hasta qué punto esta preocupación del Estado español
por los expósitos fue apoyada por los peninsulares, las implicaciones de estos
decretos eran explosivas en la sociedad americana de castas. En 1772, varios años
antes de la cédula de 1794, la Cámara de las Indias había expedido una orden para
que los obispos distinguieran entre los expósitos que eran blancos y los que eran
mezclados, para que solamente confirieran las ventajas a los blancos. El temor de
que los padres pudieran elegir bautizar a sus niños como expósitos para darles la
presunción de legitimidad y también de obscurecer (como había ocurrido en La
Habana) la raza del niño, producía un gran horror en una elite que estaba desde
mucho antes a la defensiva, y destinaba a esta legislación a la ruina. 19 Otros cambios
de España a Hispanoamérica son menos obvios. Aún nos faltan los estudios de las
legitimaciones españolas, mientras que la legislación que se dio a la blancura se
reservó solamente a la colonia.
La transformación de la legislación social de los borbones no se limitó a los
cambios que se operaron cuando se trasladó de España a Hispanoamérica.
También sufrió los cambios por efectos del el tiempo. Hubo dos épocas distintas en
la aplicación de las reformas. La primera, desde 1778 hasta 1794, contenía la agenda
social más radical. La segunda, después de 1795, era mucho más conservadora.
Consideremos primero la Real Pragmática y las legitimaciones de gracias al sacar
que se mantuvieron durante ambas épocas, antes de analizar la legislación de los
expósitos y la de blancura.
Algunas provisiones en la Real Pragmática se debilitarían entre la primera y
la segunda época, particularmente las cláusulas que castigaban a los hijos e hijas
que desafiaran a sus padres y se casaban con desiguales. Después de 1793, la
pérdida de la herencia no era automática. Los padres tenían que hacer provisiones
especiales para desheredar a sus hijos y también tenían la opción de pasar por
encima de una generación y dar la herencia a sus nietos. 20 De igual forma se debilitó
la insistencia original para que los clérigos no casaran a las parejas cuando existían

19 AA, LA Habana, Casa


de Beneficencia y Maternidad.
Libro 4, 1791 tiene un caso, por
ejemplo en que un niño fue
bautizado “al parecer blanco”
pero después el clero halló un
bautismo anterior puesto en los
libros de “Pardos y Morenos”.
20 R. Konetzke, Colección de documentos vol.3, n.°2, doc. n.°333, 1793; doc. n.°350, 1798.
20 Repensando las reformas sociales de los Borbones

disensiones contra las bodas, debido a que a aquellos se les concedieron muchas de
las discreciones de las décadas anteriores a la Pragmática Sanción. Daisy Rípodas
Ardanaz ha notado también que los oficiales reales entre los años de 1778 y 1780
darían su apoyo a la Pragmática; los administradores, después de la década de los
1790, eran tibios o incluso se oponían a esta reforma. 21
La reacción de los oficiales reales ante las provisiones de las gracias al sacar
de 1795 fue igualmente provocadora. Aunque a los administradores les gustaba la
institucionalización de un arancel que regularizó los precios cobrados, ellos
firmemente rechazaban algunas provisiones de la ley. Algo de la historia anterior es
esencial para comprender por qué los oficiales reales se resistirían a la sanción de
esta legislación.
Antes de la Cédula de 1795, durante las décadas de los 1770 y 1780, los
oficiales de la Cámara habían desarrollado sus propias normas para decidir qué
candidatos pudieran recibir la legitimación. Muchas de estas decisiones favorecían
a los que eran hijos naturales, o los hijos ilegítimos de solteros y solteras. Los
administradores comenzaban a negar las peticiones de los que eran adulterinos o
sacrílegos, o los bautizados como expósitos o de padres no conocidos. Además, los
oficiales reales insistirían en que los efectos de la legitimación eran para la
concesión de honor, de igualar a los emolumentos sociales y civiles, y que esta
dispensa no tenía ningún efecto sobre la herencia.
La discusión interna de la Cámara nos muestra que los oficiales reales
desarrollaron esta política esencialmente porque querían prohibir la promiscuidad
sexual y promover la formación e integridad de las familias de la elite. Un oficial,
por ejemplo, declaró que era posible extender una clemencia a los hijos naturales
porque ellos eran el producto de la “fragilidad” de amantes no casados, aunque en
algunos casos los oficiales tratarían de insistir que estos amantes se casarían. Pero
los administradores no tenían ninguna clemencia ante los adulterinos y los
sacrílegos, dado que estos se originaron de “una premeditada malicia” de los
casados y los clérigos, y los oficiales decidieron negarles la legitimación. 22 En una
petición, por ejemplo, los administradores decidían que el castigo aplicado a los
adulterinos o los sacrílegos era una vía para que el Estado ejerciera el control moral
y social. El fiscal declaró que la ley discriminó contra los adulterinos para
21 D. Rípodas Ardanaz, El matrimonio en Indias, p. 288. También R. Konetzke, Colección de
documentos vol.3, n.°2, doc. n.°350, 1798.
22 AGI, Guatemala 602, n.°4, 1785.
Ann Twinam 21

“contener” la actividad sexual ilícita. El último fin era de forzar que en las parejas
“se guarde la fe que exige el matrimonio”.23
El problema ocurrió porque en 1795 el nuevo arancel de las gracias al sacar
se oponía a esta política desarrollada de los oficiales de la Cámara. La legislación
nueva tenía algunas provisiones especiales que dieron permiso a los adulterinos y a
los sacrílegos de comprar sus legitimaciones. También por lo menos implicó que
estas cédulas podrían mejorar la posibilidad de heredar de sus padres. 24
La respuesta de los oficiales de la Cámara después de 1795 era provocadora y
conservadora. Primero, ellos discutieron las nuevas provisiones y decidieron
deliberadamente ignorarlas. No les importaba que la letra de la nueva legislación
tuviera provisiones para la legitimación de los adulterinos y los sacrílegos y el
mejoramiento de sus herencias. Los oficiales de la Cámara insistieron en dar su
apoyo a la política que favorecía a la legitimación de hijos naturales y se
mantuvieron en rechazar a los otros candidatos. Parece que los oficiales reales no
tenían interés en la expansión del grupo de solicitantes, ni en la cobranza de más
dinero por medio de las gracias al sacar.
Igual que la Real Pragmática de 1778 fue debilitada por legislación
subsiguiente e igual que la gracias al sacar de 1795 fue alterada por la insistencia de
oficiales de mantener políticas previas, también el decreto de 1794 sobre expósitos y
las gracias al sacar de 1795 que daba blancura eran alterados de la letra al efecto de
la ley en la segunda etapa de las reformas borbónicas.
La cédula de 1794 que dio la legitimación a los expósitos se convirtió en la
provisión más radical de las reformas borbónicas porque era aplicado a todos los
bautizados como expósitos o de padres no conocidos, incluyendo las castas. Lo más
relevante aquí es que los oficiales reales huyeron desde el comienzo y simplemente
se rehusaron a aplicarla. En una serie de solicitudes que llegaban a la Cámara de las
Indias después del decreto de 1794, algunos expósitos blancos suplicaron a los
oficiales reales darles unos decretos personales que les concedieran las garantías
para que ellos se pudieran beneficiar de la legislación. Pero sus testimonios
revelaban a los oficiales que este decreto no tenía aceptación popular en América.
Por ejemplo, cuando don Juan Luis Marqueti, un mayordomo de propios del
cabildo de La Habana buscaba un apoyo para su esposa, Doña Manuela,

23 AGI, Santo Domingo 1469, n.°6, 1785.


24 AHN-Madrid, Consejos Libros 1498, n.°4, 1795.
22 Repensando las reformas sociales de los Borbones

quejándose porque ella estaba privada del beneficio de la duda a su favor. Parece
que ella “era mirada de muchos como nacida de juntamiento reprobado y
castigados por las leyes”.25 Él incluyó una copia del decreto de 1794 y pedía la
intervención real para “evitar semejantes excesos”. Pero los oficiales reales
decidieron que no valdría la pena apoyar a este cubano, ni insistir en la letra de la
ley. Al contrario, ellos ordenaron a pleitear frente de los autoridades locales a los
expósitos que tenían temor de la discriminación. Esta era la más grande ironía,
dado que estos eran precisamente los oficiales y las elites locales que eran
responsables para la mayor parte de la discriminación en el primer lugar. Por eso,
la legislación se convirtió en una letra muerta.
Esta retirada conservadora era aún más evidente en las gracias al sacar en
que los pardos comprarían su blancura. Aunque esta cédula es muy famosa, sus
efectos habían sido excesivamente estimados. Una estadística es suficiente: menos
de diez pardos recibieron estas cédulas después del año 1795. 26 En 1806 el Consejo
de las Indias agregó que estas cédulas tenían que ser muy pocas: “todas estas
decisiones evidencian el concepto en que permanecen los individuos de castas
viciados con una notable inferioridad y diferencia de blancos y mestizos legítimos...
y que las dispensas de calidad que se concedan a aquellos... sean raras”. 27 Aunque la
legislación que dio blancura era potencialmente muy radical, en realidad se
convirtió en la reforma social menos importante y menos efectiva de los borbones.

3. La consistencia

El análisis de la Real Pragmática, de las gracias al sacar de legitimaciones y de la


blancura, y el decreto de los expósitos nos muestran que compartieron precedentes
en común porque eran probados en individuos o localidades antes de sus
promulgaciones como política imperial. También muestran que se alteraron
cuando transitaron de España a Hispanoamérica, y que hay fases cronológicas en
su aplicación, desde una etapa de su promulgación hasta la segunda época más

25 AGI, Santo Domingo 1488, n.°20, 1796.


26 Había un total de 14 peticiones: 4 antes de la cédula de 1795, y 10 después. La distribución era:
Santo Domingo, 3; Panamá, 3; Caracas, 5; Santa Fe, 2; y México, 1.
27 R. Konetzke, Colección de documentos vol.3, n.°2, doc. n.°370, 1806.
Ann Twinam 23

conservadora de las reformas borbónicas. La tercera característica que les unió era
una consistencia interna que se pudiera trazar en sus funciones y en sus procesos.
La consistencia en la función se explica mejor por la metáfora de “portero”
porque las reformas sociales de los borbones tenían dos funciones distintas,
parecido a las de los porteros que tienen dos funciones complementarias pero
contradictorias. La primera responsabilidad del portero es de guardar lo que está
dentro por mantener la gente afuera. Ésta seguramente es compatible con los
efectos conservativos de las reformas borbónicas. Por ejemplo, la Real Pragmática
dio el poder a los padres y a los oficiales reales de intervenir para conservar la
endogamia social por la prohibición que los clérigos se casaban en casos de
desigualdades sociales y raciales. Los administradores reales también funcionaban
como porteros cuando ellos apoyaban la integridad de la familia por la reputación
de las peticiones de los adulterinos o sacrílegos o de los pardos, o cuando ellos
rehusaron intervenir para mejorar la posición de los expósitos.
Pero los porteros también tienen la función de admitir a unos pocos. Las
reformas borbónicas también dieron el poder a los oficiales reales de funcionar de
esta manera. Los administradores legitimaron unos centenares de hijos naturales,
blanquearon unos pocos mulatos, y muchas veces en la Real Pragmática tomaron
partida al lado de los hijos y rechazaron las peticiones de los padres que se oponían
a las bodas. Aunque la dirección de la legislación borbónica tenía las tendencias
muy conservadoras, sí era posible para unos pocos hallar unas posibilidades de
movilidad social y racial.
Es posible probar a encontrar algunas consistencias más fundamentales en el
proceso de las reformas borbónicas. Un punto clave: con una excepción, esta
legislación era solamente una versión oficial e imperial de los procesos locales en
que las élites tradicionalmente han conferido la movilidad social y racial a los
miembros meritorios de la comunidad. Esta conexión tenía su razón, porque una
real cédula que confería la legitimidad o blancura era efectivamente inútil si las
elites locales decidían ignorar estas órdenes reales y mantenían un programa de
discriminación. Un conocimiento de esta conexión entre estos procesos informales
de la movilidad y de las reformas oficiales de los borbones nos revela una paradoja:
explica por qué la legislación podía tener éxito, pero que al mismo tiempo las
reformas resultaran en un fracaso.
Las declaraciones de los ilegítimos, los pardos y los expósitos nos muestran
que el proceso informal y popular por lo cual ellos ganarían una movilidad racial o
24 Repensando las reformas sociales de los Borbones

social se basa en algunas concepciones fundamentales mutuamente compartidas


por los habitantes de las colonias. Estas eran: primero, la visión de que el estado
del nacimiento y de la raza era un continuum y variable. Segundo, que existía una
diferencia consciente de sí misma entre las esferas privadas y las públicas. Tercera,
que existía el apoyo popular para el fenómeno de pasar y crear una persona
superior en el mundo público.
En contraste con el mundo anglo-americano donde el estado racial o natal de
una persona se definiría de forma aguda y permanentemente, en el mundo
hispánico ambas variables no solamente tenían categorías intermedias sino que era
posible para un individuo tener más de un estado racial o natal a la vez. Se nota
frecuentemente que el concepto hispánico de la raza, aunque racista en dar
privilegio a la jerarquía de los blancos, también implicó un vocabulario y una
legislación que distinguía muchas categorías intermedias como los de pardo,
moreno, mulato, cuarterón, puchuelo, mestizo y muchas otras. 28 En el mundo
anglo-americano los de mezcla nunca se convertirían en los blancos; en el mundo
hispánico los de menos de un octavo de mezcla eran oficialmente blancos.
En el mundo hispánico la dicotomía entre lo legítimo y lo bastardo referida
al estado natal no era tan aguda como en el mundo anglosajón. Hacia 1236 el
Statute of Merton de Inglaterra ha dictó que “once a bastard, always a bastard”,

28 D. Rípodas Ardanaz, El matrimonio en Indias, pp.27-35.


Ann Twinam 25

designación rígida que perduraría hasta el siglo XX.29 En contraste, no solamente


eran distintas las designaciones hispánicas “ilegítimo” y “bastardo”, y la ley y las
costumbres populares establecían varias categorías intermedias. Una razón para
esta diferencia eran las circunstancias especiales de los hijos naturales, o los hijos
de solteros. Si los padres se casaban, aún décadas después del nacimiento de su hijo
natural, este niño se transformó automáticamente y totalmente a un hijo legítimo.
Los españoles mantenían la designación de “bastardo” solamente para los que eran
adulterinos, sacrílegos o incestuosos. Como en la designación de la raza, entre los
extremos del legítimo, natural, y bastardo eran categorías ambiguas tal como los
expósitos o los de padres no conocidos que escondían todas las categorías de
nacimientos legítimos e ilegítimos. Esta visión popular del estado racial y natal
como un “continuum” y algo que se podían cambiar de acuerdo a las circunstancias
se facilitaría al proceso de movilidad social y racial.
La otra variable del proceso era la manera auto-consciente con que los
habitantes de las colonias dividían sus vidas entre los mundos privados y públicos.
Las elites constantemente invocaban esta división y muchas veces usaban las
palabras precisas de “privado” y “público” para dar sentido a sus actos y
expectativas. Otras veces los testigos hablaban de lo “secreto” para referir a los
asuntos privados, o de lo “notorio” para afirmar algo que era conocido
29 James Brundage, Law,
Sex, and Christian Society in
Medieval Europe, Chicago,
University of Chicago Press, 1987,
p.544; John Brydall, “Lex
spunciorum, or the law relating to
bastardy (1703)”, in David
Berkowitz and Samuel Thorne
(eds.), Classics of English legal
history in the moder era, New
York, 1978, p.45; Jenny
Teichman, Illegitimacy An
Examination of Bastardy, Ithaca,
Cornell
University Press, 1982,
p.34; Alan Macfarlane,
“Illegitimacy and Illegitimates in
English History”, en Peter
Laslett, Karla Oosterveen and
Richard Smith (eds.), Bastardy
and its Comparative History,
Cambridge, Cambridge University
Press, 1980, p.73.
26 Repensando las reformas sociales de los Borbones

públicamente. A veces las elites unían a estos conceptos y se referían a lo “privado y


público”, y en otras ocasiones solo hacía referencia a una parte de esa dicotomía.
Todos los que tienen familiaridad con los documentos coloniales conocen que la
frase “público y notorio” era invocada constantemente para confirmar que una
información era conocida por todos. Lo que es menos comprendido es el otro lado
de esta frase, porque también existía la información que era “privada y secreta”. 30
El criterio para distinguir entre lo privado y lo público fue determinado por
los grados de parentesco y la intimidad personal. El mundo privado incluía la
familia, los parientes, y los amigos íntimos: el mundo público era todo lo demás. La
evidencia de esta división mental es muy evidente, por ejemplo, en las deposiciones
de legitimaciones en que los amigos empleaban las frases claves que relevaban su
inclusión en el círculo privado y por eso su conocimiento de asuntos sensitivos.
Ellos comentarían que eran tratado “familiarmente” o que tenían “estrecha” o
“íntima amistad”, o “muy particular amistad y sobrada confianza” u otras versiones
parecidas.34 En contraste, los que no pertenecían al círculo privado eran limitados a
la información que era “público” o “notorio” porque ellos no tenían el acceso a las
confidencias impartidas por el círculo privado.
Dentro de la esfera privada de la familia, los parientes y los amigos íntimos
tenían confianza, daban el apoyo mutuo y se presentaban como grupo en el mundo
público. En este mundo público el mantenimiento, el mejoramiento o la pérdida de
la reputación o del honor fueron determinados por las elites imperiales o locales.
Esta bifurcación entre lo privado y lo público era tan distintiva que facilitaba el
proceso de movilidad social o racial. Era posible para el individuo tener dos estados
distintos: uno en el mundo privado y otro construido en lo público. Una persona
que era privadamente o realmente un hijo natural o un pardo, pudiera pasar o
construir otra persona (que era legítima o que era blanca) en la esfera pública.
Cada obstáculo a pasar era una balanza entre los intereses de estos dos
mundos. El círculo privado, que incluía la familia, los parientes y los amigos,
proveía la solidaridad del grupo y garantizaba alcanzar los intereses de sus
miembros, incluyendo los parientes con mezcla racial o nacimiento ilegítimo que
tenían ganas de ascender. En contradicción a esta esfera privada, el mundo público
en que las elites imperiales y locales mantenían las normas escritas y populares de
discriminación contra los ilegítimos y las castas, defendían su estado y honor, y de
30 R. Cicerchia, “Vida familiar, prácticas conyugales y clases populares en una ciudad colonial, p.95.
dice que las familias de Buenos Aires en los fines del siglo eran una “mezcla de relaciones entre lo
Ann Twinam 27

esa forma mantenían a la exclusividad en la jerarquía existente. Cada esfuerzo de


pasar

público y lo privado”. M. E. Mannarelli, Pecados Públicos: La ilegitimidad en Lima, siglo XVII,


pp.125, 99. S. J. Stern, The Secret History of Gender, pp.9, 109, 142-143 acepta una división más
tradicional en México aunque él también trata de la separación de privado-público. Esta autora
también tiene muchas referencias a lo privado y lo publicado y concluye que los historiadores tienen
que distinguir entre una “apropiación pública de la cultura” y un “mundo interior”.
Ejemplos en orden: AGI, Santo Domingo, n.°1, 1723; AGI, Santo Domingo 1467, n.°1, 1782;
34
AGI,
Guadajalara 372, n.°1, 1780; AGI, Santo Domingo 1498, n.°30, 1799; México 1771. n.°6, 1785.
era una negociación entre estas normas históricas de discriminación y las
decisiones de las elites si ellos fueron a discriminar.
Los intereses de las áreas privada y pública naturalmente tenían conflictos,
aunque la evidencia aparece raramente en los documentos históricos. Se podría
presumir, por ejemplo, que un hombre hipotético de la elite usaba su influencia
para ayudar a un miembro de su círculo privado, tal vez un sobrino ilegítimo, para
que pudiera tener un oficio político usualmente negado por razón de su nacimiento.
Pero este mismo hombre, en su persona pública como protector de la jerarquía, no
sería hipócrita sí, como miembro del cabildo, oponía la elección del sobrino
ilegítimo del familiar de otro que aspirara a la misma posición. Ambas posiciones
serían consistentes con su defensa de los intereses de sus mundos privados y
públicos. Pero el hombre hipotético tenía otra opción porque podía dar un apoyo a
la movilidad social del sobrino ilegítimo de la otra familia, que no era parte del su
círculo. Si lo hiciera él haría la elección personal de tratar al sobrino del otro “como
si” fuera legítimo y merecido de un puesto de honor. Su concesión sería efectiva
solamente si ganaba el apoyo de otros miembros de la elite, los que también tenían
que dar su apoyo al ascenso del familiar de éste.
Las peticiones de las gracias al sacar y de los expósitos nos dan una narrativa
de las historias personales de los ilegítimos y de los pardos, y proveen numerosos
ejemplos del proceso en que los que aplicaban a esas medidas habían construido
sus identidades más favorables en el mundo público que en el estrictamente
privado. También estas narrativas nos demuestran cuando este proceso informal de
pasarse llegaba a sus límites, y los ilegítimos o los pardos terminaban
enfrentándose a la discriminación. Era exactamente en estos momentos cuando los
que pasaban llegaban el momento en que buscaban la ratificación oficial de su
movilidad por medio de las gracias al sacar.
28 Repensando las reformas sociales de los Borbones

Es posible, por ejemplo, trazar un proceso así en un caso que viene de


Medellín (de hecho, fue el caso que inspiró este proyecto). En 1787 el comerciante
Gabriel Múñoz caminaba en el centro de la población de Medellín cuando don
Pedro Elefalde, un oficial real nuevo, no le dio la apelación de “don”. Gabriel Múñoz
estaba tan enfadado por esta omisión que entabló un pleito costoso y largo para
demandar que este oficial real le llamara con el honorífico de “don”, con lo que le
demostraría respeto. En su defensa el teniente don Pedro Elefalde explicó que él
había omitido el honorífico, “no porque deseaba injuriarlo, sino porque tenía el
ejemplo de otros que no lo hacían”. 31 Dado que el teniente era recién llegado a
Medellín, basaba su conducta con los signos sociales de sus iguales, y existían
algunos de la élite medellinense que no dieron el honorífico de “don” a Gabriel
Múñoz.
La respuesta de este no se fundó en si era realmente digno del título
honorífico de “don”; no podía hacerlo dado que no lo merecía porque era hijo
natural. Pero él declaró que era tratado como si fuera un “don”, que había hecho
cosas que solamente los “dones” podían hacer, y por esa razón tenía que ser un
“don”. Por ejemplo, insistió con mucha razón que solamente los que tenían el título
de “don” habían recibido los votos de la elite medellinense para ser patrones de la
fiesta anual de Nuestra Señora de la Candelaria. También declaró, otra vez con toda
verdad, que solamente los “dones” eran elegidos a los oficios públicos y que él había
servido como un alcalde y juez pedáneo.32 En efecto, Gabriel Múñoz argumentaba
que se había construido como una persona pública y actuado como una persona de
honor, merecedora del título de “don”. Los oficiales reales fueron convencidos y
expidieron una orden para que don Pedro Elefalde lo llamase con el título de “don”.
Pero don Gabriel Múñoz no quedó totalmente satisfecho porque había
encontrado la discriminación y algunos límites a su movilidad. Por eso, solicitó a la
Cámara de Indias y compró una gracias al sacar que le dio una legitimación oficial.
La elite de Medellín aceptó su cambio de estado social porque poco tiempo después
de su legitimación fue elegido oficial del cabildo, un honor nunca dado a los
ilegítimos.
La historia de don Gabriel Muñoz nos da solamente un ejemplo de cómo las
actitudes flexibles antes del estado de nacimiento y cómo la dicotomía

31 ACM-Medellín, vol.38, n.°7, 1787.


32 A. Twinam, Miners, Merchants, and Farmers in Colonial Colombia, p.122.
Ann Twinam 29

privadapública ayudan en el proceso del ascenso social. Nacido como hijo natural
en una familia prestante, don Gabriel se convirtió en una comerciante importante
que usaba sus conexiones familiares para construirse como una persona pública, un
hombre de honor a pesar de la ilegitimidad. Había muchos en Medellín que
estuvieron de acuerdo con su movilidad, le dieron el título de “don”, y le eligieron al
cargo público. Pero su movilidad llegaba a sus límites cuando su identidad
construida fue desafiada. En este momento don Gabriel abandonaba sus esfuerzos
informales para construirse en una persona superior en la esfera pública y entonces
aplicaba para lograr la legitimación oficial. Después de la llegada de las gracias al
sacar, la elite medellinense le aceptó totalmente como igual.
Aunque con detalles distintos, el caso de la historia personal de don Gabriel
Múñoz se repite muchas veces entre los expósitos, pardos, e ilegítimos quienes
buscaban la legitimación y la blancura. En otra instancia, por ejemplo, los oficiales
locales de Portobelo (Panamá) transmitían un mensaje a la Cámara de Indias
dándole a entender que apoyaban a la movilidad social y racial del ilegítimo y pardo
don Carlos Santos de la Peña. 33 Los superiores de don Carlos hablaron de su
competencia y su carácter, y demostraron que ellos habían aceptado su persona
pública de honor en la comunidad a pesar de su color y nacimiento. Un oficial en la
administración real declaró que los “defectos” de don Carlos no podían perjudicarle
porque “desmintiendo el defecto de su color, son sus obras y procederes como si
tuviera el más elevado nacimiento lo que me ha motivado a tenerlo en lugar de un
hijo, quererlo y estimarlo como tal, y esta propia aceptación se tiene granjeada con
el Señor Presidente de esta ciudad y Señores Ministerios de la Real Audiencia y
generalmente de todo el vecindario”.
Otros testigos también confirmaron que a don Carlos “le hab[ían] hecho
estimable de los demás caballeros de esta ciudad” y que era un “hombre honrado”.
La élite de Portobello confirma a la Cámara que Don Carlos había pasado
informalmente por su raza y nacimiento tanto que su legitimación civil sería
solamente una confirmación oficial de su persona pública.
Las historias de ascenso de don Gabriel y don Carlos nos indican
exactamente por qué -en una nivel- las reformas borbónicas que daban legitimación
y blancura podrían tener éxito. Las gracias al sacar tenían una validez porque era
una versión oficial e imperial del proceso fundamental de pasar que estaban
ocurriendo informalmente en las localidades de la Hispanoamérica colonial. Aún la

33 AGI, Panamá 273, n.°11, 1761.


30 Repensando las reformas sociales de los Borbones

Sanción Pragmática era fundida en el concepto de pasar. Si, por ejemplo, una hija
quería casarse con un mulato, su padre tenía que decidir si el potencial esposo
había pasado racialmente. Sí él tenía suficiente dinero o una apariencia más bien
blanca, el padre no tenía que utilizar la Real Pragmática, pero podía aceptar la
movilidad racial y consentir la boda. Es importante subrayar que la parte efectiva
de las gracias al sacar y la Real Pragmática dependía en dos variables. Primero, las
élites locales tenían que apoyar el proceso de pasar si por legítimo o por blanco o
por esposo prospectivo. Segundo, cuando las élites dieron su apoyo al proceso de
pasar, ellos lo hacían en una base personalista -eso es por cada individuo.
La ironía última es que los éxitos individuales de la legislación social de los
borbones trajeron al coro de su fracaso. La cédula de 1794 que trató de los expósitos
es la excepción radical que nos da la regla. Esta legislación fracasó precisamente
porque era una contradicción a los preceptos fundamentales de cómo funcionaron
la movilidad social y racial. No había un consenso popular en España ni en
Hispanoamérica sobre que los expósitos eran meritorios de esta intervención, y por
eso no existía un apoyo para su movilidad natal. 34 También este decreto dio una
exención universal a todos los expósitos. Esta era una violación del mecanismo
tradicional que provenía que movilidad -si dado informalmente por élites locales o
oficialmente por el Estado- fue concedido individualmente o por persona a persona.
Y por estas razones lo más radical, tal vez el más moderno ejemplo de la reforma
borbónica fue un fracaso total.
Aunque los oficiales del Estado borbónico podrían manejar como porteros
que admitirían a los ilegítimos y los pardos al honor y a la elite colonial, aún los
imperiales tenían que ceder cuando loa multitudes comenzaron a protestar. Las
reformas sociales de los borbones no podían manejar las ambigüedades raciales, los
cambios demográficos, y las nuevas cohortes que buscaban la movilidad en los fines
del siglo diez y ocho. La última derrota de los reformadores borbónicos era
inevitable y auto-aplicada. Los oficiales reales -y también las élites locales- no
estaban solamente sin voluntad, sino sin habilidad de expandir el acceso social y
racial sino individuo por individuo. Sería la tarea de las generaciones después de la
independencia de buscar otras soluciones a las paradojas que eran inherentes en la
nueva sociedad de la América Latina, ahora a tres siglos de formación.

34 Aún el decreto de 1794 (NR Libro VII, título XXXVII, ley IV) decía que los expósitos eran más
discriminados por razón de su nacimiento y raza incógnita.
Ann Twinam 31

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