Cuando cuarenta inviernos, pongan cerco a tu frente
y caven hondos surcos, en tu bello sembrado, tu altiva juventud, que admira este presente, será una prenda rota, con escaso valor. Y cuando te pregunten: ¿dónde está tu belleza? 5 ¿Dónde todo el tesoro de tus mejores días? El decir que en el fondo, de tus hundidos ojos, será venganza amarga y elogio innecesario. ¡Qué halago más valdría, al usar tu belleza, si responder pudieras: «Este hermoso hijo mío, 10 ha de saldar mi cuenta y excusará mi estado», mostrándose heredero, de tu propia belleza! Será cual renovarte, cuando te encuentres viejo y ver tu sangre ardiente, cuando la sientas fría. (William Shakespeare, Sonetos)
EL SONETO NOCTURNO La luna era ese párpado cerrado que flotaba en el circo de la nada y el niño retenía la mirada su hipnótico vagar de astro cegado.
La noche es un jardín narcotizado
con esencias de alquimia y sombra helada y tu infancia una estrella disecada en el taller de niebla del pasado.
La luna vive ahora en los relojes
que lanzan sus saetas venenosas sobre la esfera blanca de este sueño.
De este sueño sin fin del que recoges
la ceniza dorada de esas cosas de las cuales un día fuiste dueño. Autor del poema: Felipe Benítez Reyes