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GUÍA PARA UN BUEN ANÁLISIS LITERARIO

Lo único peor que un mal libro, es un buen libro que no sepa apreciarse. 

La literatura es una de los mejores medios de expresión que tiene el hombre, puesto que le

permite compartir la realidad del mundo sin necesidad de hablar explícitamente de él. La

literatura se caracteriza por ser poliforme, ajustándose así a los gustos de cada escrito y lector.

Entre muchos otros tenemos: ensayos de opinión, artículos médicos, novelas policíacas, e incluso

cuentos de niños. 

Con este pequeño artículo, lo que buscamos es brindar una guía para analizar la literatura de

narrativa. Es decir, aquella que cuenta una historia, ya sea fantástica o realista. El propósito de

esto, es que como lectores aprendamos a leer más allá de lo que está en el papel. 

GUÍA DE ANÁLISIS

Proponemos un análisis que consta de 7 pasos: 


1. Autor y contexto
2. Narrador
3. Trama y estructura
4. Tema y Argumento 
5. Espacio Tiempo 
6. Personajes
7. Lenguaje y tono 

A continuación los explicaremos uno a uno. 

AUTOR Y CONTEXTO

El primer paso es crucial, pues ayuda a comprender por qué motivo o con qué intención fue

escrito el texto. 

Para conocer al autor, es importante informarse acerca de su país o ciudad de desarrollo, el año en

el cual fue escrito el texto y si pertenece a una serie de libros o si es un libro individual. Por

ejemplo, si alguien lee el último libro de la serie de Harry Potter, “Las reliquias de la muerte”, sin

saber que es el culmen de una historia narrada en otros 6 libros, se estará perdiendo de detalles

claves para su comprensión. 


NARRADOR

El narrador es aquel que toma la mano del lector al inicio de la historia, y le va relatando lo

sucedido. Por lo general, se puede dividir en dos tipos: externo e interno. 

Cuando es interno, se trata de un personaje que está dentro de la propia historia. No tiene por

qué ser el personaje principal, sin embargo, es frecuente que lo sea. 

El externo por otro lado, es una persona independiente a la historia. Puede narrar la historia como

parte del propio mundo (sin ser un personaje) o como parte del mundo “real”, dejando claro que

lo que está narrando no es más que una historia. 

El narrador suele vincularse con dos características: omnisciente y confiable. Omnisciente se utiliza

para referirse a un narrador que conoce todo lo que sucede en la historia, y que por ende, ya sabe

cómo va a acabar esta. Es fácil de identificar, puesto que es el único con la capacidad de conocer lo

que los personajes piensan, sienten y creen sin que estos lo digan. El narrador omnisciente es por

excelencia externo, sin embargo, no todo narrador externo es omnisciente. 

Por otro lado, con confiable se hace referencia a un autor en quien, como lo indica la palabra, se

puede confiar de su palabra. Es decir, un narrador objetivo que no intenta confundir ni engañar a

su lector. Por ejemplo, en el caso de “Señora de rojo sobre fondo gris” (1991) de Miguel Delibes, el

narrador es sumamente subjetivo, puesto que se trata de un hombre explicando su relación y

últimos años de vida de su amada esposa. 

TRAMA Y ESTRUCTURA

La trama es quizás lo primero que se advierte al leer una novela, por lo que no es necesario

detenerse y analizar en que consiste la trama de una novela si esta se está leyendo con suficiente

atención. Sin embargo, la estructura es algo que el en afán e conocer el final de una historia

muchas veces pasamos por alto. 

La estructura hace referencia a dos tipos de divisiones: internas y externas. Las internas son los

modos en los que la misma narrativa se va dividiendo. Por ejemplo, un libro que sea escrito desde

el punto de vista de dos personajes por separado cuenta con dos perspectivas sumamente

distintas que aportan a la historia, y por ende al libro, de una gran riqueza. Obviar esto, es
perderse una parte crucial del libro. La división externa hace alusión más bien a como dividen el

libro (si es que se divide) a la hora de redactarlo. Es decir, si está escrito de modo epistolar, con

capítulos, en partes, etc. Muchas veces además los capítulos o partes de una historia cuentan con

su propio título, tal y como sucede en el caso del Quijote. 

TEMA Y ARGUMENTO 

La diferencia entre tema y argumento resulta sutil pero importante. 

Argumento: de qué trata la historia. Es similar a la trama, pero es mucho más breve. El argumento

es lo que iría en la sinopsis de un libro, usualmente localizable en la contraportada del mismo. 

Tema: es la temática subyacente de una historia. Los grandes ideales o problemas que son

retratados en la historia. 

Por ejemplo, en el caso de La Odisea, el argumento sería: el viaje épico de un hombre de vuelta a

casa con su esposa e hijo. Sin embargo, el tema sería la valentía, la predestinación, el poder de los

dioses, etc.

Un detalle importante de esta parte del análisis, es la presa cita se simbolismos. Los símbolos son

como puentes entre el argumento y el tema, en el cual si son vistos con un poco de perspectiva, se

comprende la idea real que el autor busca transmitir. Por ejemplo, en el caso de “El Sobrino del

Mago” (1955) de C.S. Lewis, se puede entender la historia como un simple transitar entre mundos

gracias a un hechicero, o puede buscarse el simbolismo que trae consigo y apreciar que hay una

gran semejanza con la historia del génesis de la tradición judeocristiana. De este modo, cada

personaje, cada detalle y cada suceso tienen un valor trascendental mucho mayor que si se limita

a ser interpretado como una novela para jóvenes. 

ESPACIO Y TIEMPO 

Este punto consiste en determinar en qué punto geográfico y en qué momento temporal se

desarrolla la historia. Es indiferente para esta parte del análisis de dónde y cuándo sea el autor.

Una persona oriunda de Barcelona en el año 2005 puede escribir perfectamente una historia que

suceda en 1900 en Panamá. Es cuestión de investigar. 


En este punto lo verdaderamente importante es reflexionar acerca de cómo transcurre el tiempo

dentro de la novela y cómo son los espacios físicos.

PERSONAJES

Esta es, quizá, la parte más sencilla de todo el análisis. La razón de ello, es que de modo muchas

veces inconsciente, conforme vamos leyendo una historia vamos formando opiniones sobre los

personajes que le dan vida. Ya sea si son amables, lógicos, justos, molestos, etc. Esta

caracterización es importante para la historia. 

Sin embargo, más allá que la descripción de personalidad de cada personaje, recomendamos

también reflexionar acerca de cuál es la importancia del personaje o que aporta cada uno a la

historia. No todos tienen el mismo protagonismo, y esto (en un buen libro) tiene su razón de ser.

LENGUAJE Y TONO 

Por último, el lenguaje y tono de un libro. Muchas veces son olvidados en el análisis literario de

una obra. Sine embargo, tienen una gran impacto en cómo la percibimos. Por ejemplo, en el caso

de “El Principito” (1943) de Antoine de Saint-Exupéry, por el tono con el cual es narrado el cuento

puede parecer un libro para niños. Sin embargo, al incluir en el análisis literario otras dimensiones,

se puede apreciar que, es una obra con un contenido y carácter mucho más filosófico del que

aparenta a primera vista.  

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