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Cabe señalar la heterogeneidad de los sujetos que componen la institución terapéutica, pues
apostamos a que esta diversidad favorecerá la desalienación social de los niños que forman
parte de Aperturas Clínicas, en tanto niños y adultos nos relacionamos como sujetos
portadores de discursos, nos vinculamos, no nos distinguimos como pacientes y
especialistas en el intercambio cotidiano pues procuramos nunca encarnar el lugar del amo,
sino someternos todos a la misma ley. No buscamos hacer intervenciones especializadas,
sino ejercer una clínica entre varios que implica ejercer una terapéutica a través de la puesta
en marcha de la vida cotidiana con todas sus vicisitudes, donde somos varios quienes
acompañamos a los niños en la búsqueda de sus soluciones y así, diferentes transferencias
se hacen posible, pues ofertamos una red de personas para ser investidas por el niño. Lo que
denominamos como la práctica entre varios es la singularidad del psicoanálisis aplicado a
una terapéutica institucional, pues cuando un niño psicótico se vincula con una sola persona
el lazo se vuelve demasiado intenso, tanto para ese adulto como para el niño en sí.
La Alternancia
Los diversos talleres cumplen la función de demarcar un territorio, mantenido por
determinados rituales y uso de materiales que ponen en juego el uso de los objetos. Estos
talleres y su quehacer, está relacionado con cierto sostenimiento de la tarea en sí misma, así
como también sostenimiento de las relaciones, en el sentido de sostener el investimiento y
las transferencias que el sujeto sostiene hacia quienes se relacionan con él (ella).
Por otra parte, cada taller está diseñado para proveer a la institución de la alternancia
necesaria que en sí misma se vuelve un punto central, pues se instala en la institución como
uno de los ejes del dispositivo clínico. La alternancia marca un ritmo en las actividades de
la casa, ofrece una cierta temporalidad que marca un inicio y un fin, y delimita los espacios
ofreciendo sutiles cortes a la continuidad. A propósito de la alternancia, cada taller es
concebido como instancias que producen diferencias, instalan la posibilidad de la
diversidad y con ello la creación de vínculos sociales, que en su conjunto promueven
efectos terapéuticos.
La Síntesis
Cada día, al finalizar la jornada, niños y terapeutas se reúnen en un mismo espacio para
hablar de lo acontecido durante el día. Niños y adultos exponen sus vivencias, hablan de los
momentos más placenteros o difíciles de la jornada. Es un momento para poner en palabras
algo que ayude a integrar la experiencia y de este modo esta instancia se instala como
articuladora de las actividades y experiencias transcurridas. La síntesis es el eje articulador
de lo vivido en la institución, entonces se habla de las crisis de ira, de los malestares y
dificultades, así como también resulta ser el espacio para el reconocimiento de aquello que
otorga placer. En esta instancia se pone en juego la construcción de discurso colectivo que
va escribiendo una historia de la institución y de quienes la habitamos, permitiéndonos
hacer el tránsito de inscripción de la experiencia.
La Asamblea
Una vez por semana, niños, terapeutas, pasantes y todos los que conforman la institución se
reúnen para hablar de la casa. Se habla acerca de lo que ocurre en los talleres, los niños
plantean quejas, se proponen nuevos proyectos y se discute sobre la factibilidad de su
aplicación, se discuten problemas, resuelven conflictos, se trata de conversar sobre los
asuntos comunes, actividades y vida de la institución. Por su naturaleza la asamblea es uno
de los espacios que define y a la vez crea la identidad de la institución terapéutica. Esta
instancia se fundamenta en la construcción de un lugar en el lazo social y sentimiento de
pertenencia a una comunidad para los participantes como una tentativa de inserción en las
relaciones sociales. En la asamblea se pone de manifiesto que todos quienes conformamos
la institución (niños, niñas, profesionales, pasantes, etc.) nos situamos bajo las mismas
reglas y que conformamos una comunidad en la que no existe una relación vertical entre
paciente y terapeuta, sino entre sujetos que tienen la necesidad de ser acompañados y
contenidos y otros que estamos en condiciones de otorgar ese acompañamiento, que si bien,
tenemos un saber respecto de la psicosis, también sabemos que se trata de un semblante.
La institución terapéutica es un espacio que funciona como tal, en la medida en que permite
a cada integrante circular libremente para posibilitar la creación, promoción de trabajos y
producciones colectivas donde cada uno pueda reconocerse y relacionarse. Todo ello en su
conjunto ofrece la posibilidad al niño o niña de tener un lugar subjetivo, a la vez que se
hace parte de una colectividad que lo reconoce y legitima en sus discursos, cuyas lógicas y
sistemas de referencia operan en concordancia con la estructuración psíquica particular que
habitan.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS