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1a edición, 2012
2" edición, 2016
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ISBN: 978-84-9085-960-5
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ÍNDICE
3. FENOMENOLOGÍA Y F ENOMENOLOGÍAS DE LA
EXISTENCIA... ....... .. ... .... ......... ... .. .......... ...... ...... ................... ... 75
3.2.1. Husserl y el bergsonismo ....... ... ... ............ ...... .. ... ................... 80
3.2.3. La fenom enología t rascendental .................. ..... ... ............... ... 104
3.2.5. La inter subjetividad t rascendental... .............. ...... .. .... .... ....... 121
3. 2.1O.4. Enlaces................. .... .... ....... ................ .... ............ ..... 189
4.2.5. Universalidad de la lingüisticidad. .......... .... .... .... .... ... ... .. .. ..... 512
4.3.3. El paradigma del texto para la acción humana. ... .... ....... ... .. 561
4.3.4. La metáfora viva y el discu rso filosófico. ........ ........ ... ....... ... . 572
4.4. INDICACIONES BIBLIOGRÁ FICAS..... ......... ... .. .. ..... ...... ........ ...... 581
5.1 . EL INSTITUTO PARA LA INV ES TI GACIÓN SOCIAL... ... ....... ... 585
5.4.1. Formación fenomenoló gica...... .... ...... ........ ......... ...... ... ....... ... 612
5.4.4. La filosofía crítica fren te a la cultura afirmativa .. ...... ... ... ... 643
Para introducir las corrientes actuales de la filosofía cabe preguntarse qué signi-
fica "corrientes" y "actuales". Comenzando por esto último, parece obvio que lo ac-
tual es lo que ocurre hoy. o obstante, dado que la historia de la filosofía no es mera
narración de acontecimientos, ya sean éstos pasados o presentes, hemos de concretar
qué es lo actual en el ámbito del pensar. No sólo se trata del pensar que tiene lugar
hoy, sino también del pensamiento aun vigente, que no es ni todo el filosofar pasa-
do, ni cualquiera de los pensamientos filosóficos de nuestro tiempo. Parafraseando a
Hegel, cuando define lo clásico, podríamos decir que "actual" es lo que continúa ha-
blándonos o haciéndonos pensar, en definitiva, lo que no pasa de moda y, por tanto,
sigue planteándonos preguntas. Interesándonos por lo "actual", así entendido, com-
probaremos, no sólo la eficiencia de la historia de la filosofía en sus proyecciones
presentes, sino también la acción recí roca en ella del surgimiento de nuevos proble-
mas y modos de abordarlos.
No tenemos la pretensión de tratarlos todos, porque sólo conseguiríamos men-
cionar y catalogar una serie de temas inagotables y nombres asociados a ellos, sin la
necesaria profundización que requiere el pensar lo otro desde uno mismo, especial-
mente cuando lo que estamos tematizando es nuestra historia de la filosofía más con-
temporánea, esa a la que también queremos contribuir. De lo que se trata es de gene-
rar pensamiento al mismo tiempo que se ahonda en las raíces del mismo y en diálogo
con ellas, porque consideramos que lo impo1tante es que el pensar no se detenga, ni
siquiera en una época en la que parece que el cálculo estratégico sea la mejor alterna-
tiva a la solicitud del pensar relacional y crítico que caracteriza a la filosofía.
En esta obra perseguimos funda1 entalmente continuarlo e intentar que el lector
lo prosiga - ya que lo suponemos iniciado en los otros momentos de la historia de la
filosofía-. sin aleccionarlo; sólo aspiramos a socavar un poco más el cauce filosófi-
co por el que fluyen las verdades que más nos impmtan, incluso en los tiempos de
sequía.
De ahí, la adecuación de ese tém1ino, "corrientes", con el que se ha acabado de-
signando el panorama de la historia de la filosofía contemporánea. Como sabemos,
14 Mª Cannen LÓPEZ SÁENZ
descubrimientos y revisiones motivadas por el diálogo en las aulas y que todavía son
el caldo de cultivo de quienes seguimos pensando críticamente con ellos.
Así pues, la soledad de estas corrientes no deja de ser falaz, porque ni han bro-
tado de un solo pensador o pensadora, ni de uno de sus pensamientos aislados. Por
otra parte, hasta para tomar conciencia del propio momento temporal es preciso no
saberse solo y compaiiir de manera activa una situación, que no sólo es temporal,
sino también espacial, corporal. discursiva, etc. La conciencia de ésta, incluso de las
ituaciones que nos son ajenas - aunque nunca completamente, porque formamos
paiie de la humanidad y estamos en el mundo de la vida-, resultará imprescindible
para filosofar de una manera concreta. es decir, sin hacer abstracción de la verdadera
realidad, que es lo que nos incumbe o, como diría 01iega, salvando las circunstan-
cias, el paisaje, y también el paisanaje, en el que estamos integrados dinámicamente,
es decir, atravesando conflictos y momentos de armonía.
Las filosofías contemporáneas no sólo no han tenido la pretensión de considerar-
se sistemas filosóficos, sino que ni siquiera han deseado serlo. La mayor patte de los
pensamientos en los que nos adentraremos rechazarían, asimismo, ser adscritos in-
cluso a una sola Filosofía. Sólo pueden agruparse en líneas para poner de relieve sus
tempranas discrepancias con las filosofías en las que se han formado y en constan-
te intercambio con las ciencias humanas y sociales, concretamente con disciplinas
como la psicología, la filología, el arte, la historia, la sociología, la política e incluso
la biología no reduccionista.
Aunque en el siglo XXI, la filos fía ya no reclama el estatuto de tronco común
del que se fueron desgajando dichas ciencias para acotar con mayor precisión su
objeto y definir su método, creyendo así lograr su cientificidad, todavía actúa como
contexto del quehacer científico ética y racionalmente orientado y como mirada crí-
tica sobre el cientificismo que todo lo reduce a objeto manipulable por la subjetivi-
dad soberana y que se ha encamado en el metodologismo.
En ocasiones, las filosofías actuales se constituyen declarando su heterodoxia o
simplemente ignorando a las que le an precedido. Esto no significa que no hayan
participado (consciente o inconscientemente) en un determinado clima de pensa-
miento, que no pueda detectarse una misma pertenencia de sus ideas y conceptos. Tal
vez sólo eran o son hijas de sus fragmentados tiempos, pero, en general, han sabido
reconocer la deuda con sus maestros y les han hecho el mejor homenaje: seguir pen-
sando con ellos, incluso aunque parezcan hacerlo contra ellos. Ninguna verdadera
filosofía es un duplicado de otra y la crítica de la precedente es tan constrncti va de sí
como puede serlo su impronta.
Ahora bien, ni siquiera la filosofia más actual, es una pura creación ex nihilo.
Pensar lo contrario implica rechazar el esfuerzo de ahondar en las raíces, en los orí-
genes .. . esfuerzo que, por otra parte, es imprescindible para filosofar críticamente,
para tomar conciencia de lo que otros dijeron, cómo lo argumentaron y qué es lo que
todavía continúan diciéndonos. En suma, queremos decir que toda filosofía, aunque
16 Mª Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
crea ser el producto de un solo genio, se equivoca si se cree conclusa; su única verdad
es la que se sigue de haber sido consciente de sus limitaciones y, consecuentemente,
de la necesidad de su continuación, es decir, de su influjo; éste sólo encuentra espa-
cio en una corriente, en una dinámica cuyo motor es el diálogo. Éste es el detonante
del pensamiento.
Dialogamos para comprender eso de lo que hablamos y eso de Jo que nos hablan,
para entendemos sobre algo, para llegar a acuerdos, pero también para comprender lo
que nos es ajeno, respetar lo diferente sin caer en la indiferencia y aprender a no tener
toda la Razón. Sólo así es posible el intercambio de razones. Incluso cuando escri-
bimos; lo hacemos desde la conciencia de nuestra limitada racionalidad, pero con la
convicción de que puede ampliarse escuchando a los otros, porque ella es lo que tene-
mos en común, el tesoro más preciado de quienes hemos crecido confiando en lograr
ser más libres comprometiéndonos con la búsqueda de Ja verdad, recuperando algunas
verdades que hemos heredado, que después hemos reconstruido críticamente y que,
tras su conveniente aquilatamiento, hemos aplicado a nuestra concreta situación.
Este movimiento reflexivo y, al mismo tiempo, práctico, entre razones ajenas
y propias, es susceptible de ser proyectado sobre las filosofias. A pesar de sus dife-
rencias, la familiaridad con algunas de las precedentes es evidente y, a veces, hasta
declarada. Además, los filósofos y filósofas más destacados han tenido más o menos
continuadores. No podría ser de otro modo, puesto que la filosofía es una actividad
-no un conjunto de textos inertes- que se hace dialogando, con los textos, pero tam-
bién, con los otros seres humanos y hasta no humanos y en el seno de un mundo en el
que la diversidad coexiste con la creciente globalización.
Tal vez la diáspora filosófica de nuestros tiempos sea también un reflejo de esta
situación, aunque preferimos pensar que, en todo caso, se trata de un efecto crítico
que ha redundado en la amplitud temática de la actividad filosófica actual. Lejos de
identificarla con Ja disgregación, deberíamos, más bien, comprenderla como irra-
diación del irrefrenable pensar humano. Por otro lado, tend1íamos que comprender
nuestra historia, no sólo buscando analogías entre los distintos planteamientos y un
supuesto núcleo vertebrador de los mismos, sino también preguntándonos en qué
difieren y respecto a qué.
Esto es lo que intentaremos hacer en las páginas que siguen, las cuales han queri-
do evitar ser un compendio de doctrinas de una serie que siempre se juzgaría restrin-
gida. Estas primeras corrientes filosóficas actuales son presentadas como en-claves
de las venideras, en el doble sentido del término con el que jugamos: por un lado,
como "enclave" o territorio incluido en otro con diferentes características; por otro
lado, como claves en las que se asentarán las que sigan entrando en discusión con
ellas. Se declara, asimismo, que la principal lectura que haremos de las mismas será
en-clave fenomenológica, entendida ésta como filiación desde la que articularemos
cada una de estas corrientes, así como método de criptivo que emplearemos para
caracterizarlas.
Corrientes actuales de la F ilosofía l. En-c/avefeno111e11ológica 17
río de lo pensado, sino justamente su fuente o, como diría Husserl. el acto originario
que es preciso reactivar.
La filosofía del siglo XX que hoy continuamos retomó algunos de los temas prin-
cipales de Bergson, no simplemente para reformularlos, sino movida por su interés
por desarrollar las nuevas filosofías que nos darán la clave del pensar contemporá-
neo, ya sea para proseguirlas en la nueva dirección que abrió, ya para desestimar sus
resultados.
A pesar de la claridad del estilo bergsoniano y del número importante de ejem-
plos que ofrece, algunos de sus lectores no fueron más allá de la aproximación su-
perficial a su filosofia o de una interpretación oscurantista y vaga. Ni siquiera el
desarrollo que experimentó la fenomenología en la filosofia continental repercutió
en la obsolescencia a la que fue condenado2 . A pesar de su común interés por la vida,
la fenomenología ha visto el vitalismo bergsoniano o bien como un materialismo,
o bien como un espiritualismo. Lo cierto es que, no sólo la fenomenología francesa
(Sartre, Merleau-Ponty, Lévinas), sino el propio Heidegger, han dialogado con los
textos de Bergson, aunque no siempre haya sido con toda la profundidad que su ri-
queza hubiera merecido.
La fenomenología de la existencia, en concreto, consciente o inconscientemen-
te, ha tomado diversos motivos de Bergson, aunque los ha conceptualizado de otro
modo y en el seno de su nueva problemática; así ha acontecido con el interés berg-
oniano por la complejidad de la vida, con su imperiosa necesidad de comprometer
la conciencia en el mundo a través de la acción y afirmarla ante la resistencia de la
materia, su crítica de la cuantificación e intelectualización, su afirmación de la dura-
ción, su crítica de la metafisica precedente con la voluntad de hacer metafísica desde
unas nuevas bases, etc. Estos y otro muchos temas que nos conciernen, unidos al
poderoso impulso del discurso bergsoniano pueden ayudarnos a entablar un diálogo
informado con él no sólo para descubrir sus influencias en las conientes de la filo-
sofia actuales, sino para evaluar sus propias contribuciones, para pensar con él los
nuevos temas que tienen una antigua raíz.
No hemos querido caracterizar el pensamiento de Bergson como un antecedente
o una preparación de la fenomenología y de las corrientes filosóficas en las que se
enclavan los pensamientos más actuales, sino como uno de los hitos que es necesario
recuperar para pensar, con él y contra él, en la elaboración de un marco reflexivo,
pero también intuitivo, que pueda hacer frente a las contingencias del presente, las
cuales siguen siendo semejantes a la que Bergson se planteó, aunque se hayan en-
riquecido las situaciones en las que ahora tienen lugar. Al fin y al cabo, el estudio de
las corrientes actuales no podía prescmdir del filósofo que más ha reflexionado sobre
la duración, la sensoriomotricidad y la vida.
Me pennito citar. sobre éste último, mi trabajo, " Pensar Litera1iamente, pensar filosóficamente. Proust
y Merlcau-Ponty'', en Mª C. López Sácnz y Mº L. Pintos, (edras.) Investigaciones Fenomenológicas. Número
especial: Merleau-Ponly desde la fenomenología en su p rimer cenrenario 1908-2008, pp. 299-334, 2008.
4
Cfr. H. Bergson, ( 1889) «Essai sur les données inmédiates de la conscience», en Oeuvres. Paris,
PUF, 19844 , pp. 3-160, p. 21. Todas las traducciones son nuestras.
5
Ibídem. p. 14.
22 Mª Cannen LÓPEZ SÁENZ
presentando múltiples temas que no se agotan, sino que volverán a aparecer en obras
posteriores. Intentaremos combinar la sucinta exposición siguiendo el orden de la obra
bergsoniana, pero nos veremos obligados a saltárnoslo frecuentemente con objeto de
lograr una comprensión mínimamente rigurosa de la complejidad de las cuestiones
más originales y fructíferas de la filosofia de este autor, prestando especial atención a
aquéllas que constituyen los ejes de su pensamiento y que influirán en las corrientes
filosóficas que le seguirán, especialmente en las de raigambre fenomenológica.
Bergson suele catalogarse en el esp iritualismo francés, aunque poco tiene que
ver con el que se desarrollará en el siglo XIX . Asimismo, es habitual clasificarle en el
evolucionismo no cientificista. Su espiri tualismo se caracteriza por proclamar la re-
forma del espíritu, por intentar que éste vuelva sobre sí, se tome consciente. Además,
afirma la finitud de la conciencia debida a su carácter situado en un ámbito de acción,
por lo que será un claro precedente de la fenomenología de la existencia.
Bergson se opone a los espiritualismos precedentes que pennanecieron al mar-
gen de la ciencia, de la que él es un gran conocedor:
El gran enor de las doctrinas espiritualistas ha sido creer que aislando la vida
espiritual de todo el resto, suspendiéndola en el espacio, tan alto como fuera
posible por encima de la tiena. ellas Ja pondrían al abrigo de toda ofensa: corno
si no la expusieran simplemente así a ser tomada por un efecto de espejismo
Ciertamente tienen razón al escuchar a la conciencia, en tanto que ella afirma
la libertad humana; -pero Ja inteligen cia es la que dice que la causa determina
su efecto, que lo mismo condiciona a lo mismo, que todo se repite y que todo
está dado. Tienen razón al creer en la realidad absoluta de la persona y en su
independencia de la materia; -pero la cienci a es Ja que muestra la solidaridad
de la vida consciente y la actividad cerebral. Tienen razón al atiibuir al hombre
un lugar privilegiado en la naturaleza. en considerar infinita la distancia que va
del animal al hombre; -pero es la histori a de la vida la que nos hace asistir a la
génesis de las especies por la vía de la transformación gradual y la que parece
reintegrar así al hombre en la animalidad6 .
Su primera obra es el Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia fue
presentada como tesis principal para el doctorado de Bergson. Como indica su título,
el autor pretende en ella despojar a la conciencia de las constrncciones intelectuales
que no se correspondan con su verdadera actividad, porque la conciencia será, en
Bergson, la marca característica de lo vivido actualmente, es decir, de lo actuante.
Los datos inmediatos de la conciencia no son cosas 7 que se sumen unas otras, sino
cualidades como la pura duración y la libertad que se sigue de ella.
Ibídem. p. 49.
H. Bergson, « li1troduction a la metaphysique», Oeuvres, pp. 1392-1432, p. 71 .
24 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
mundo. La duración no es, sin embargo, una apertura subjetiva a un orden objetivo
intemporal. Bergson la ejemplifica co el discurrir de una melodía cuyas notas se en-
garzan con las precedentes y anuncian a las que la seguirán; asimismo, la ilustra com-
parándola con el organismo viviente, en tanto conjunto de relaciones sin exclusiones
de todo lo que se ha producido en él, de los órganos y de las funciones, etc.
Al igual que en estos dos ej emplos, en su duración, la existencia espiritual apa-
rece como constante del mismo modo que sus estados de conciencia. Esto implica
negar que exista una sustancia inmutable del yo 11; sólo hay una duración que se re-
trotrae al pasado y al futuro progresando en toda su heterogeneidad. Esta duración es
intuida por la conciencia que todo lo conserva para crear, porque crear es madurar,
cambiar, hacerse indefinidamente a sí mismo en la propia duración.
Así pues, lo que dura no es un estado inmodificable, sino una dialéctica entre lo
que nos dete1mina y la espontaneida creadora, una continua transición que consti-
tuye la existencia:
Es decir, que no hay diferencia esencial entre pasar de un estado a otro y per-
sistir en el mismo estado. Si el estado que "sigue siendo el mismo" es más
variado de lo que se cree, inversamente el paso de un estado a otro se parece
más de lo que uno se imagina, a un mismo estado que se prolonga; la transición
es continua. 12
11
«La sustancia puede y debe ser concebida de otro modo que como un "sustrato" e incluso estamos
bastante cerca de negarla cuando la buscamos fu era de los fenómenos». H. Bergson, Mélanges. Paris, PUF,
1972, p. 356. Repárese en su relación con la búsqueda fenomenológica.
11
H. Bergson. «L'évolution créatrice». 496.
13
H. Bergson, Durée et simu/tanéité, París, PUF. 1992, p. 41.
14
H. Bergson. «La pensée et le mouvant», en Oeuvres. pp. 1251-1617, p. 1384.
26 M' Carmen LÓPEZ S ÁE1'Z
15
Ibídem, p. 1373.
16
H. Bergson, «Introduction a la metaphysi que». p. 1411.
Corrientes actuales de la F ilosofía f. En-c/avefeno111enológica 27
17
Bergson sólo parece referirse a este yo en sentido sustantivo en una de sus lecciones en el ins-
tituto Clermont-Ferrand. (recogido en H. Bergson. Ler;:ons de ps_1·chologie el de mélaphysique. Paris, PUF,
1990, pp. 97- 103).
18
H. Bergson, «Essai sur les données inmédiates de la conscience», p. 66.
28 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
¡q
H. Bergson. «L 'évolution créatrice», p. 495.
20
M. Merleau-Ponty. Phéno111énologie de la perception. Paris, Gallimard. 1945, pp. 474-475 . Nota 1.
21
H. Bergson. «Matiere et mémoire», en Oeuvres. pp. 161-382, p. 318.
Corrientes ac fllales de la Filosojia J. En-clave feno111 e110/ógica 29
que se expande la percepción consciente; es más rica e inmediata, pero también más
pobre - por su carencia de memoria-, que la percepción consciente. Esta percepción
pura es el acto fundamental por el que nos situamos en las cosas, la condición de po-
ibilidad de cierta unión entre la materia y la memoria, lo objetivo y lo subjetivo e in-
cluso, como nos dice el autor del fragmento, entre lo extenso y lo inextenso. Bergson
nos retrotrae a ella, a ese dato inmediato de la conciencia que no puede equipararse a
la introspección.
La percepción pura o instantánea es, como el mismo Bergson constata, anónima,
algo así como una acción en estado naciente; no es más que un ideal2 2, sustentado,
e o sí, en la motricidad que define a la percepción , la cual no es representar algo, sino
preparar al cuerpo para que se mueva a fin de servirse de la situación de acuerdo con
los intereses actuales. Por su parte, la memoria no es puramente espititual y por ello
precisamente deja sus huellas en los c erpos.
En este contexto, el cuerpo sólo es un transmisor carente de interioridad. Toda
percepción está impregnada de recuerdos, hasta el punto de que el presente no es más
que el pasado abriéndose paso hac ia el futuro. Cada percepción ocupa un espesor de
duración, prolonga el pasado en el presente y, por ello, se nutre de memoria. Gracias
a ello, hay reconocimiento de lo percibido, aunque éste no sea teorético, sino prag-
mático, es decir, orientado a desenvolverse mediante acciones.
El tiempo se "mide" por medio del movimiento, pero si esta medida es posible
es porque nosotros somos capaces de movemos. Cuando lo hacemos sentimos mo-
vimientos musculares, pero también tenemos conciencia de los mismos. Los movi-
mientos, duran, describen una trayectoria, como la percepción visual, y se dan en
un espacio. Movimiento y conciencia son capaces de prolongar su pasado en el pre-
ente, de repetirse pero creativamente, es decir, engendrando multiplicidades en la
un idad: «los términos de esta multiplicidad en lugar de distinguirse como los de una
multiplicidad cualquiera, se solapan los unos sobre los otros» 23 .
Entre esas multiplicidades las diferencias son cualitativas y no cuantitativas, ori-
ginando cualidades que podríamos denominar «sensibles», puesto que son extraídas
de la materia y continúan rehaciéndose gracias a la intervención del espüitu, enten-
dido como realidad que transciende el acontecimiento físico, pero que actúa en la
materia: «El espíritu toma de la materia las percepciones con las que se nutre, las
devuelve en la forma de movimiento en el que ha impreso su libe1iad» 24 .
Libertad es, en Bergson, el momento en estado puro en el que se vive y siente el
surgimiento del movimiento y, a la vez, la relación que le sigue y la conciencia de
la diferenciación. Nuestro filó sofo e tá convencido de que el hombre se convie1ie a
la libertad retomando a la duración real del yo profundo, emprendiendo una especie
reloj y poner en relación sus momentos con los nuestros, pautando así nuestro día a
día, pero antes hay que comprender que es la duración la que le da el sentido de un
tiempo:
Es la simultaneidad entre dos instantes de dos movimientos externos a nosotros
lo que hace que podamos medir el tiempo; pero es la simultaneidad de estos
momentos con los momentos detenidos por ellos a lo largo de nuestra duración
interna lo que hace que esta medida sea una medida de tiempo30 .
30
Ibídetn, p. 53 .
31
En 1901 habla así de su metafisica ante la Sociedad Francesa de filosofia. H . Gouhier ha subraya-
do que dicha concepción supone el fin de la era cartesiana. puesto que hace de la filosofia una ciencia, pero no
según el modelo matemático. sino según el biológico (Cfr. H. Gouhier, «lntroducrion>>a H. Bergson, Oeuvres,
op. Cit. pp. Vil-XIV).
32 Mª Carmen L ÓPEZ SÁE!\Z
versalmente, sino desde la energía particular, desde ese peculiar pragmatismo 32 que
comprende la limitación de la inteligencia y la traduce en acción. Los movimientos
de los otros seres vivos se captan por simpatía33 , es decir, por una aprehensión inte-
rior de lo que hay de análogo entre ellos y nosotros. La metafísica no cuantifica, sino
que opera diferenciaciones e integraciones cualitativas; midiendo la duración no es
posible vivirla.
Esta metafísica positiva no detiene la experiencia en conceptos, sino que capta Ja
duración concreta, esa que siempre se está formando por intuición, desde el interior
de la experiencia, pero íntegramente. Este ''positivismo" no tiene tampoco nada que
ver con el de raigambre materialista; a decir verdad, quiere ser espiritualista ¿Cómo
se conjuga esto? Su objeto es definir positivamente al espíritu . En este sentido, se
halla muy cerca de Ja fenomenología, de su máxima "a las cosas mismas" . A ellas no
se llega, no obstante, por el camino que las objetiviza y separa irremediablemente del
sujeto, pero tampoco por la imposición de conceptos conshuidos por éste, sino por
una nueva metafísica:
Si la metafísica es posible, no puede ser sino un esfuerzo por remontar la pen-
diente natural de la tarea del pensamiento, para colocarse inmediatamente, por
una dilatación del espíritu, en la cosa que estudiamos, en fin para ir de la reali-
dad a los conceptos y no ya de los co ceptos a la realidad 34 •
La filosofía no puede evitar conceptualizar la vida porque quiere comprenderla,
pero debe ser consciente de que los conceptos son expresiones simbólicas y de que
no son auto-suficientes. Lo que no queda claro es qué entiende el filósofo por esa
"dilatación del espíritu" que parece teñida de psicologismo y asimilarse a la simpa-
tía, a la coincidencia entre un sujeto y o ·o, entre sujeto y objeto, en definitiva, entre
todo Jo viviente.
La metafísica que parte de conceptos, congela la realidad dinámica. En cambio,
la peculiar metafísica "positiva" de Bergson se pone como meta Ja intuición de la
duración. El objeto de la metafísica bergsoniana es la duración real, a diferencia del
de la ciencia que es la materia y el tiempo espacializado. Sin embargo, Bergson no
opone una a otra, sino que está convencido de que hay una metafísica de la ciencia
«que habita el espíritu de los grandes sabios, que es inmanente a su ciencia y que es
con frecuencia Ja inspiradora invisible de Ja misma» 35 .
La ciencia sólo comprueba los hechos describiéndolos, pero no investigando la
fuente común de la materialidad del pensamiento y del universo, eso que da sentido
al acontecimiento. Ésta es Ja realidad de Ja que se ocupa la metafísica. Se trata de una
31
\V. James felic itó a Bergso n en 1907 por su obra. La Evolución creadora, a lo que Bergson le
respondi ó diciéndole que en ella reaccionaba principalmente contra el intelectualismo (Cfr. H. Bergson.
Mélanges, p. 724). Así hay que entender su particular ..pragmati smo" .
33
H. Bergson. Durée et simultanéité, p. 30
·" H. Bergson. «La pensée et le mouvant>1, pp. J 415- 141 6.
3
; H. Bergson, «Introduction it la metaphys1que». p. 1393, nota l.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clavefeno111enológica 33
realidad espiritual, psicológica que se puede revivir a partir de nuestra propia dura-
ción y en simpatía con la de la naturaleza.
A diferencia de la metafísica bergsoniana, el movimiento que estudia la ciencia
es siempre relativo y sólo puede consistir en una reciprocidad del desplazamien-
to que tiene su base en el espacio. Incluso la física ignora esa movilidad que es el
fluir mismo de la duración, no profundiza en el devenir. Por eso no capta que la
duración verdadera es creación 36 . «La duración vivida por nuestra conciencia es una
duración al ritmo determinado, bien diferente de ese tiempo del que habla el físico y
que puede almacenar en un intervalo dado un número tan grande como se quiera de
fenómenos» 37 .
La duración vivida es creación, porque está en movimiento, pero, además, es li-
bertad porque no pertenece a la matena inerte: «Esa duración puede no ser un hecho
de la materia prima, sino de la Vida que remonta el curso de aquélla; los dos movi-
mientos son solidarios uno del otro. La duración del universo debe f01mar un todo
con Ja latitud de creación que en ella puede hallar lugarn 38 . De este modo se conjugan
la necesidad con Ja libertad.
40
fbídem. p. 708.
41
Cfr. Ibídem, p. 699.
Corrientes actuales de la Fi/osojia /. En-c/avefenomeno/ógica 35
42
fbídem. p. 526.
43
Cfr. Ibídem, p. 528.
36 Mª Cannen L ÓPEZ SÁENZ
Las teorías de Darwin (1809- 1882), incluso las de Lamarck (1744- 1829) son dis-
tintas versiones de una misma creencia de que todo está ya dado y no hay nada que
inventar. Sus visiones de la vida son estátic s, lineales y espaciales. Todos ellos ex-
plican Ja vida como un conjunto de procesos de adaptación consistentes en esfuerzos
del organismo para construir una máquina capaz de sacar de las condiciones exte-
riores el mejor pa1iido posible; después se habla de la adaptación en general como
si fuera la huella misma de las circunstancias, recibida pasivamente por una materia
indiferente44 •
Es innegable que la adaptación al medio es la condición necesaria de la evolución;
lo que Bergson rechaza es que dicha adaptación sea la causa impulsora de la misma.
Desde su perspectiva, el impulso no es una fu erza donnida que espere a desarrollarse
siempre de la misma manera y repitiendo s s producciones, sino que es un impulso
original, un empuje interno que conduce a la vida pasando por formas cada vez más
complejas45 • La vida es un élan que se expresa en la duración del Universo, porque
no halla otra imagen que dé aproximadamente la idea de una realidad de orden psi-
cológico; a éste pertenece la vida ¿En qué reside este orden? ¿En qué consiste la
esencia de lo psíquico? Únicamente en envolver en una unidad la pluralidad confusa
de términos que se interconectan46 . Al nos runa sustancia (ni extensa ni pensante)
lo psíquico no puede trasponerse ni al espacio ni a la inteligencia. Ciertamente, en la
vida interior avistamos una continuidad que parece hablarnos de un "algo", pero en
su contacto con la materia, la vida es impulso, inmensidad de virtualidades.
Al igual que el movimiento de una corriente es distinto del cauce por el que dis-
cune, la conciencia es distinta del organismo que ella anima, aunque sufra algunas
de sus vicisitudes. Como las acciones posibles, cuyos rasgos están contenidos en un
estado de conciencia, reciben un comienzo de ejecuci ón en los centros nerviosos en
todo instante; el cerebro subraya constantemente las articulaciones motoras de ese
estado de conciencia; más a eso se limita la interdependencia de la conciencia y el
cerebro; Ja suerte de la conciencia no queda por eso ligada a la de Ja materia cerebral.
En fin, la conciencia es esencialmente libre; es la libe1iad misma: pero no puede atra-
vesar la materia sin adaptarse a ella. Y esta daptación es lo que se ha dado en llamar
" intelectualidad"; y la inteligencia, al volverse hacia la conciencia actuante, es decir,
libre, la hace entrar en los marcos en los que tiene costumbre de ver inse1iarse a la
materia. Por lo tanto, siempre percibirá la libertad en la fomrn de necesidad; siempre
descuidará la parte de novedad o creación inherente al acto libre 47 .
El cerebro únicamente es la reunión de los di spositivos que permitirán al espíritu
responder a la acción de las cosas con reacciones motrices que, por otra pa1ie, sirven
48
Cfr. H. Bergson, «El alma y el cuerpo». en El alma y el cuerpo. El cerebro y el pensamiento: una
ilusión filosófica. Madrid, Encuentro, 2009, pp. 15-45 , p. 34.
"' H . Bergson. «L 'évolution créatrice», p. 718.
5
° Cfr. H. Bergson, <@1atiere et mémoire», pp. 367-368.
5
' Bergson. «L'évolution créatrice», p. "' 18.
52
Cfr. Ibíden1, p. 720.
38 Mª Carmen L o PEZ SÁ E 'Z
53
fbídem , p. 779.
H. Bergson. «La pensée et le mouvant», pp. 1259-1260.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave fenomenológica 39
mismo y que para comprenderlo es preciso hacer intervenir otra realidad: el espíri-
tu, cuyo testimonio más claro es la memoria, ya que ella nos introduce en el pasado
y éste es la vida misma del espíritu evocado por un acto presente. Esto no implica
retroceder al dualismo cartesiano entre la extensión y el pensamiento, el cuerpo y el
alma, porque ambos no pueden pensarse separadamente; lo que le interesa a Bergson
es su unión vivida, ese otro dato inmediato de la conciencia. De este modo, se opone
tanto al racionalismo idealista como al empirismo positivista.
El primer capítulo de esta obra se afana por mostrar las dificultades con las que
se encuentran las explicaciones realistas e idealistas acerca la materia; tan falso es
reducir la materia a la representación que el sujeto se hace de ella, como convertirla
en cosa que produce las representaciones; la mate1ia es de otra naturaleza:
La materia para nosotros es un conjunto de «imágenes». Y por «imagen» en-
tendemos una cierta existencia que es más de lo que el idealista denomina re-
presentación, pero menos de Jo que el realista denomina cosa, -una existencia
situada a medio camino entre la «cosa»)- la «representaciórn> 56 .
Tal es la concepción de la materia que tiene el sentido común. Se trata de algo
que existe independientemente de la conciencia, pero que no se identifica por com-
pleto con el dato sensible; en otras palabras, el objeto existe en sí mismo y es como
nosotros lo percibimos; «es una imagen, ero una imagen que existe en sí» 57 . El
sentido común alcanza esta naturaleza de la materia mejor que el realismo y el idea-
lismo; las oscuras explicaciones que éstos nos proporcionan se deben a que orientan
nuestra percepción consciente al conocimiento puro, no hacia la acción. En cambio,
el sentido común nos dice que la materia n es una representación, sino una imagen 58
existente de la que nos aprovechamos si nos resulta útil para la acción, eliminando de
ella lo que no satisface nuestras necesidades 59 .
Podría parecer, entonces, que Bergson se declara partidario del esse est percipi
de Berkeley (1685-1753), de su constatación de que las cualidades secundari as de
la materia poseen tanta realidad como las primarias; sin embargo, evita su elTor, que
«fue creer que era preciso para esto transpo1iar la materia al interior del espíritu y
convertirla en una idea pura» 6º.
Idealistas y realistas inctmen en el mismo equívoco: sólo tienen interés especu-
lativo en la percepción y la reducen a pur conocimiento; olvidan su destino prác-
56
H. Bergson. «Matiere et mémoire», p. 162.
57
Ibídem.
58
Bergson se ha centrado en la imagen, tomada en su sentido original, para evitar caer en la filosofia
de la representación, encerrada en el pseudoproblema del solipsismo y de la construcción filosófica artificial
«en la que Sartre. un buen alum no de Léon Brunschvicg se encerrará». J-L. Yieillard-Baron, Bergson. Paris.
PUF, 1991, pp. 48-49. Como veremos. en nuestro apartado sobre Sartre, esta crítica no es del todo acertada;
desde nuestra óptica, Sartre es fenomenólogo y, como tal, su objeto de esmdio son los fenómenos, entendidos
fenomenológicamente, y no kantianamente como representaciones.
59
Cfr. H. Bergson, «Matiere et mémoire»,. pp 187-1 88.
"° Ibídem. p. 162.
Corrientes actuales de Ta Filosofia l. En-clave feno111e110Tógica 41
El cuerpo no es más que un instrumento que filtra las informaciones ópticas re-
- gidas del mundo exterior en función de las necesidades del organismo. Si no exis-
. era el cuerpo como centro de la acción, no se obtendría ni la imagen como represen-
- ión, ni tampoco como percepción.
El filósofo enlaza la percepción y el movimiento; enraíza lo percibido en las
:.ensaciones fisiológicas vitalmente entendidas. La realidad no es geometría inmó-
i l un cúmulo de cuerpos ordenados cuya posición pudiera calcularse. Si la física
::ataba mecánicamente a los cuerpos y los situaba en un espacio para poder medir su
ovimiento, la fisiología, siguiendo el mismo procedimiento, disecciona las partes
-:.Ue lo forman y sus funciones ; es la ueva metafísica que establece un paralelismo
=eométrico entre la mecánica extensa y la realidad psíquica.
Descartes (1596-1650) enaba cuando consideraba la materia como pura exten-
:1ón, pero la solución no es identificarla con nuestro espíritu. Bergson está conven-
-ido de que éste es nuestro psiquismo que, como ya hemos apuntado, desborda enor-
memente al estado cerebral62 . El último sólo determina una paite ínfima del mismo,
e a que se traduce en movimientos d locomoción. El resto, la mayor parte del psi-
quismo, esa que se desanolla en pensamientos abstractos, va acompañada de imáge-
nes que imprimen en los cuerpos detem1inadas actitudes. Una de esas imágenes es
el cerebro, bien entendido que lo es por fomrnr parte del mundo material y no, a la
61
Ibídem. p. 382.
62
Cfr. Ibídem, p. 165.
42 Mª Cannen LÓPCZ S ÁENZ
63
Ibídem, p. 169.
64
fbídem , p . 206.
65
fbídem, pp. 205-206.
66
Cfr. Ibídem, p. 205.
Corrientes actuales de la Filo.w!fia J. En-c/avefeno111enológica 43
.-
68
Ibídem, p. 173.
«Mi cuerpo. objeto destinado a mover objetos, es pues centro de acción: no sabría hacer nacer una
entación». (Tbídem, p. 172).
69
Ibídem.
44 Mª Carmen L ÓPEZ SÁEKZ
-.
75
Ibídem. p. 355
Ib ídem. p. 276.
76
Ibídem. p. 354.
46 Mª Cannen LÓPEZ SÁENZ
percepción es esa imbricación del recuerdo puro y de la percepción pura, o sea, del
espíritu y de la materia que interviene en la elección realizada por el cuerpo con vis-
tas a la acción:
Esta sería Ja teoría de Ja percepción pura. Si se sostiene como definitiva, el papel
de nuestra conciencia en la percepción se limitaría a enlazar, por el continuo hilo de
la memoria, una serie inintetTumpida de visiones instantáneas, que formarían parte
de las cosas, más que de nosotros. Que nuestra conciencia tenga, sobre todo, estepa-
pel en la percepción exterior, es lo que, por otra parte, se puede deducir a priori de la
misma definición de los cuerpos vivientes. Porque si éstos tienen por objeto recibir
excitaciones para elaborarlas en reacciones imprevistas, Ja elección de la reacción no
debe operar al azar. Esta elección se inspira sin duda en experiencias pasadas, y la
reacción no tiene Jugar sin una llamada al recuerdo que situaciones análogas dejaron
tras ellas 77 .
El cuerpo selecciona imágenes, las cuales -como vimos-, no son ni ideas ni co-
sas, en función de la vida. Por su paiie, las sensaciones pasadas perviven en Jos re-
cuerdos, aunque sólo se actualizan en Ja percepción. En ella, Ja materia no se acuerda
de su pasado porque está determinada por la necesidad, pero, en realidad, el pasado
ya está en su presente. La única manera de dar con aquél es estudiar cómo se ha de-
positado en él.
Pero la verdad es que nuestro presente no debe definirse como lo más intenso:
actúa sobre nosotros y nos hace actuar; es sensorial y motor -nuestro presente
es, ante todo, el estado de nuestro cuerpo. Nuestro pasado es por el contrario lo
que ya no actúa, pero podría hacerlo si se insertara en una sensación presente
de la que extrajera su vitalidad. Es verdad que en el momento en que el recuer-
do se actualiza actuando así, cesa de ser recuerdo, vuelve a ser percepción78 .
«Lo propio del tiempo es fluirn 79 : el pasado es el tiempo que ya ha fluido y el
presente es el instante en el que fluye el tiempo. No se trata de un instante matemá-
tico, porque el presente concreto, vivido, ese al que nos referimos cuando hablamos
de una percepción presente, dura. Lo puntual en el presente es una actitud que se
proyecta: «Lo que llamo "mi presente" es mi actitud hacia el porvenir inmediato, mi
acción inminente. Mi presente es pues sensorio-motorn 80 ; se solapa con el pasado
y el futuro, porque si hablo del presente lo trato como ya pasado y tiende al futuro:
«Es preciso que el estado psicológico que llamo " mi presente" sea una percepción
del pasado inmediato y una determinación del porvenir inmediat0» 81 . Mi presente es,
a la vez, sensación y movimiento, consiste en la prolongación de la sensación en la
77
Ibídem, pp. 212-2 13.
78
Ibídem, p. 370.
79
Ibídem, p. 280.
80
Ibídem, p. 282.
RI
Ibídem, p. 280.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clave fenomenológica 47
82
Ibídem. p . 28 1.
83
Cfr. Ibídem, p. 2 11 .
48 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
«sólo nos acordamos del pasado porque nuestro cuerpo conserva aún presente su
huella»84 .
Así pues, el cuerpo sólo actúa como materia en la que se posa el recuerdo. No
somos fundamentalmente cuerpo, sino memoria, porque el pasado dura , pero la me-
moria bergsoniana no es una facultad, sino el devenir espiritual mismo que todo lo
conserva en sí y, de este modo, lo recrea; la memoria
( ... )no es la facultad que clasifica los recuerdos en un cajón o que los inscribe
en un registro. No hay registro ni cajón; ni siquiera hay una facultad propiamen-
te hablando, pues una facultad se ejerce de modo intem1itente, cuando quiere o
puede, mientras que la acumulación del pasado sobre el pasado se continúa sin
tregua. En realidad, el pasado se conserva por sí mismo, automáticamente.85 .
Lo que ocurre es que el cerebro está preparado para rechazar la casi totalidad del
pasado inconsciente y conservar únicamente en la conciencia lo que resulta útil para
el presente. Nuestro pasado permanece casi siempre escondido, porque es inhibido
por las necesidades de la acción presente. Sólo encontrará el modo de franquear el
umbral de la conciencia en todos los casos en los que nos desinteresemos de la ac-
ción eficaz para volver a la vida del sueño 86 •
El pasado sirve de materia a las acciones y la personalidad les imprime la fomrn ,
pero la acción sólo es realizable si se encuadra en la situación actual, en el conjunto
de circunstancias que nacen de una determinada posición del cuerpo en el tiempo y
en el espacio. Es nuestro cuerpo, con las sensaciones que recibe y los movimientos
que es capaz de ejecutar, el que fija nuestro espíritu de este modo. El equilibrio sen-
sorio-motor del cuerpo pennite la adaptació n a la situación presente. El sueño, por
ejemplo, es el estado de un espíritu cuya atención no está fijada por dicho equilibrio.
A pesar de no concretar las posibilidades actuantes del pasado más allá de su
tránsito por el cuerpo (eso que denomina "memo1ia corporal", a la que más adelante
nos referiremos), Bergson demuestra su supervivencia por el hecho de que una per-
sona no puede pasar dos veces por lo mismo, porque aunque las circunstancias sean
idénticas, la persona cambia constantemente y ya no inciden del mismo modo en
ella.
Lo que está claro es que la complejidad de la teoría bergsoniana de la memoria
no puede reducirse a la conservación íntegra del pasado en un inconsciente mítico 87 ;
porque la conciencia no puede vivir desatendiendo a la vida, es decir, refugiándose
en el pasado en sí. La memoria de la conciencia es lo que le interesa a Bergson y con-
84
H. Bergson, «El alma y el cuerpo», p. 18.
85
H. Bergson, «L' évolution créatrice». p. 498.
86
Cfr. H . Bergson. « Maticre et mémoire ».p. 295.
7
' Bergson considera que su idea de la conservación íntegra del pasado se ha veri fica do empirica -
mente en las experiencias realizadas por Freud y sus discípulos que revelan la existencia del inconsciente.
(Cfr. H. Bergson, «La pensée et le mouvant», p. 13 16), pero este inconsciente se limita, en el propio Bergson,
a la comprensión de los fenómenos de la memoria, entendida como fenómeno consciente.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clavejeno111eno/ógica 49
Es evidente, no obstante, que, en Bergson, la vida espiritual va más allá del cuer-
po limitado por su concepción instrumental del mismo, del cerebro y de la materia a
la que se reducen. El espíritu también se sirve de ella cuando la duración de la con-
ciencia sintetiza los momentos de la materia para manifestarse por acciones, «que
91
Ibídem, p. 354.
fbídem , p. 355.
93 H. Bergson, «El alma y el cuerpo», p.15 .
Corrientes actuales de la Filoso.fía J. En-clave f enomenológica 51
Cada uno de nosotros es un cuerpo sometido a las mismas leyes que todas las
demás porciones de la materia . Si e empuja, avanza; si se tira de él, retrocede;
si se lo levanta y se lo suelta, cae. pero junto a estos movimientos, provocados
mecánicamente por wrn causa exterior, hay otros que parecen venir de dentro y
que contrastan con los anteriores por su carácter imprevisto: se los llama «vo-
luntarios». ¿Cuál es su causa? Es lo que cada uno de nosotros designa con la
palabra «yo» ¿Y qué es el yo? Algo que, con razón o sin ella, parece desbordar
por todas partes el cuerpo a él unido, sobrepasarlo tanto en el espacio como en
el tiempo. En primer lugar en el espacio , porque el cuerpo de cada uno de noso-
tros se detiene en el contorno exacto que lo limita, mientras que por nuestra fa-
cultad de percibir. y más en particular de ver, nos irradiamos bastante más allá
de nuestro cuerpo : llegamos hasta las estrellas. En segundo lugar en el tiempo,
porque el cuerpo es materia, la materia está en el presente y, si es verdad que el
pasado deja en ella sus huell as, son huellas del pasado sólo para una conciencia
que las percibe ... 95 .
El cuerpo propio es, como cualquier otro, materia. Lo que lo diferencia de los
demás es ese yo que lo habita y que desencadena sus movimientos voluntarios. El
• o sólo es la convergencia de dichos movimientos. Pero el cuerpo no es el yo. Está
~onfinado en el espacio y Jo único que lo lleva más allá de sí es la conciencia. El
dualismo sigue presente. Asocia el cuerpo con la materia y el espacio, mienh·as que
conciencia está coligada a la mem ria y al tiempo verdadero.
Bergson continúa manteniendo la concepción del cuerpo-objeto animado por un
-spíritu, que es, incluso, el que percibe. Sin embargo, en esta conferencia de 1912,
:a no se centra en establecer la diferencia esencial entre el cuerpo y el espíritu, sino
en expresar esa fuerza consciente que está en nosotros, que crea en el interior y en
d exterior de sí, hasta el punto de afirmar que es el yo, el alma 96 , el espíritu, el «que
cumple, por una especie de milagro, esta creac ión de sí por sí que tiene todo el aspec-
to de ser el objeto mismo de la vida humana»97 • El alma es innovadora, creadora, a
diferencia de Ja materia y, de no ser por el impulso espiritual que se encama en ella,
esta última sólo se reduplicaría.
Si el cuerpo es acción, la memoria pura será la conservación de todo el pasado
por obra del espíritu y su intensificación en la duración de la conciencia, que desbor-
da la vida cerebral:
Si el cerebro se limita a traducir en movimientos una pequeña parte de lo que
ocune en la conciencia, entonces la pervivencia se hace tan verosímil que la
obligación de Ja prueba recae bastante más en quien niega que en quien afim1a;
pues la única razón para creer en la extinción de la conciencia después de la
mue1te es que se ve el cuerpo descomponerse. y esta razón carece ya de valor si
es también un hecho que se constata en la independencia de la casi totalidad de
la conciencia respecto del cuerpo 98 .
Eso que desborda al cuerpo por todos lados y que crea actos recreándose a sí
mismo continuamente es el «yo», es el «alm a», es el espíritu -siendo precisamente
el espíritu una fuerza que puede sacar de sí misma más de Jo que contiene, devolver
más de lo que recibe, dar más de Jo que tiene 99 .
No es de extrañar, entonces, que Bergson afirme que las almas preexisten, bien
entendido que Jo hacen en la materia ; ésta es imprescindible para la indiv iduación de
la vida; también el alma lo es, pero cada una o es sino «un airnyuelo de Jos muchos
que forman el gran río de la vida que discurre por el cuerpo de la humanidad» 1ºº.
El alma espiritual se extiende mucho más allá del tiempo y del espacio; a dife-
rencia del cuerpo que pennite movimientos mecánicos, el espíritu posibilita movi-
mientos libres. Alma, espíritu y yo no admiten distinción en Bergson, son el más allá
del cuerpo, poderes de creación:
Bergson reconoce que no hay experiencia que avale esto, pero se decanta por
el sentido común que afirma la grandeza de la conciencia frente al cerebro 1º1• Su
limitación, a nuestro modo de ver, es la de n reconocer el cuerpo como sujeto o la
conciencia encarnada.
97
Ibídem .
9N
Ibídem, p. 43.
99
Cfr. Ibídem. p. 17.
100
H. Bergson. «L 'évolution créatrice», p. 724.
101
H . Bergson. «El alma y el cuerpo», p. 27.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clavefeno111enológica 53
101
H. Bergson. «Matiere et Mémoire». p. 292.
54 Mª Carmen L ÓPEZ S ÁEN Z
106
fbídem, p.165.
56 Mª Carmen L ÓPEZ SÁENZ
ción en estos términos: «no memoria personal exterior a lo que retiene, distinta de un
pasado cuya conservación aseguraría; es una memoria inmanente al cambio, memo-
ria que prolonga Jo anterior en lo posterior, y que impide que sean instantes puros,
que aparecen y desaparecen en un presente que renace sin cesarn 107 .
Para Proust, la duración bergsoniana es el presente continuo que va del tiempo
perdido al recobrado, porque no hay ser fuera del tiempo. Prolongando las ideas del
filósofo, Proust llegará a concebir la memoria voluntaria como un producto inte-
lectual que detiene la duración vivida en representaciones y, por tanto, no nos da el
pasado puro.
Siempre que actuamos hacemos uso de algo del pasado, pero ignoramos gran
parte de esa dimensión de nosotros mismos que, también constituye la esencia de
nuestro tiempo. Ésta, según Proust, es el pasado puro: no la conciencia del pasado,
sino el pasado que se vive y que no lo encontramos ni en el presente ni en el futuro,
sino unido a la reviviscencia emocional que produj eron detenninadas sensaciones y
que sólo adviene como un recuerdo involuntario:
Pero precisamente la manera fortuita. inevitable, en que había vuelto a encon-
trar la sensación, certificaba la verdad del pasado que resucitaba de las imáge-
nes que desencadenaba, puesto que sentimos su esfuerzo por emerger hacia la
luz, sentimos la alegría de la realidad reco rada. Certifica también la verdad de
todo el cuadro, hecho de impresiones contemporáneas, que lleva tras sí con esa
infalible proporción de luz y de sombra, de relieve y de omisión, de recuerdo y
de olvido que la memoria o la observación conscientes ignorarán siempre 108 .
107
H. Bergson. Durée et silnultanéité, p. 98.
108
M . Proust. Le te111ps retro11 vé, vol. VIll de Á la recherche du temps perdu. Paris, Gallimard, col.
Folio, 1972, pp. 237-238.
109
Cfr. Ibídem,. p. 229 .
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fe nomenológica 57
11
º H. Bergson, «Matiere et mémoirc», p. 290.
111
lbíde1n, p. 291.
11
~ Cfr. Ibíden1 , pp. 294-295.
'º Ibídctn, p. 278.
14
J-L. Viei ll ard-Baron ha subrayado la importancia que Bergson concede a esta atención a la vida en
eria y Memoria, hasta el punto de considerar que la intuición originaria del libro es la distinción de niveles
• onciencia que lleva a reconsiderar toda la psicología humana (Cfr. J-L. Vieillard-Baron, Bergson. p. 45).
n; Cfr. H. Bergson, «Matiere et mémoire», p. 296.
58 Mª Carmen LÓPEZ S ÁENZ
Por otra parte, hay cosas que por, esencia, no pueden repetirse y eso es lo que nos
da la memoria que imagina, el recuerdo espontáneo. Es tan perfecto que el tiempo no
puede añadirle nada sin desnaturalizarlo ¿Es esto un recuerdo, una imagen siquiera o
una sensación irrepetible? En cambio, el recuerdo aprendido se convertirá en imper-
sonal, saldrá del tiempo y se alejará de nuestra vida pasada. La repetición es lo que
convie11e al primer tipo de recuerdo en el segundo; utiliza los movimientos por los
que el primero se continúa para organizarlos y crear un hábito en el cuerpo . Bergson
sigue siendo dualista al mantener exclusivamente la existencia de estos dos tipos
de recuerdos opuestos ¿Qué ocurre con los que no se recuerdan?¿ Y con los que son
reprimidos?
La acción nace en el cerebro, pero impulsada por la memoria. De ahí que sea
precisa una actitud corporal apropiada para que el recuerdo-imagen pueda insertarse
en el presente. En virtud de la misma, esos rec erdos devienen motores, pues prolon-
gan una percepción actual y retoman percepciones pasadas, no para repetirlas, sino
para reconocerlas con vistas al futuro: «El acto concreto por el que reaprehendemos
el pasado en el presente es el reconocimiento» 116 • Éste consiste en asociar a una per-
cepción presente las imágenes dadas en contigüidad con ella, pero también implica
evocación. Reconocer un objeto usual consiste en saber servirse de él en nuevas si-
tuaciones que pueden compartir rasgos con otras ya transitadas. El reconocimiento
es el acto concreto por el que aprehendemos el pasado en el presente. Así, el hábito
de usar un objeto organiza un conjunto de movimientos y percepciones y la concien-
cia de los movimientos nacientes que seguirán a la percepción como reflej os.
El reconocimiento motor y el de los hábitos corporales registra en la situación ac-
tual las mismas necesidades que desencadenaron acciones pasadas y las realizan del
mismo modo. De esta manera, el cuerpo le ofrece a la memoria pura el medio para
actualizarse y ganar efectividad en el presente. Esto es lo que hay que entender por
"memoria corporal ", junto a otra memoria puramente espiritual. La primera nos da-
ría un reconocimiento cuasi automático, mientras que la segunda produciría un reco-
nocimiento atento que exigiría esfuerzo, no tanto motriz como anímico y atencional.
Siguiendo a Merleau-Ponty esto se debe a la oscilación entre el cuerpo y la con-
ciencia en la que continuamente se mueve Bergson: «Unas veces Bergson le concede
todo al espíritu y otras, todo al cuerpo. Pero 1 que debiera haber hecho es mostrar
que el cuerpo es una exigencia de Ja dialéctica de l tiempo considerado como momen-
to y, a la inversa, que la conciencia implica un cuerpo» 11 7 . Este vaivén se reproduce
en otro que se sigue del dualismo de las memorias al que nos hemos referido, es de-
cir, de la memoria corporal y la memoria pura , dualismo derivado de la concepción
absoluta del cuerpo como presente y del espíri tu como memoria; a diferencia de éste,
116
Ibídem, p. 235.
11 7
M. Merl eau-Ponty, L 'un ion de /'áme et du co1ps che:; Malebranche, Biran et Bergson. Pari s, Vrin,
1978, p . 87.
Corrientes actuales de la Filosofía !. En-c/avejeno111e110/ógica 59
~ uerpo sólo es un existente presente como cualquier otra realidad temporal. No nos
:::mestra cómo podemos escapar del presente y constituir la conciencia del tiempo,
No hay en él paso del presente al pasado: nos las habemos o bien con un pasado
lejano, fantástico, o bien con un presente sin horizonte temporal. En esto se dis-
tingue Bergson de Husserl, para qmen el presente es una conciencia del pasar. Ora
Bergson nos ata al presente, y el pasado no es ya más que virtualidad pura; ora nos
desata del presente, lo que para nosotros equivale a desgajarnos por completo del
mundo: ninguna de las dos maneras de proceder puede satisfacemos. Bergson se
equivoca a la vez cuando nos ata al presente y cuando nos desata de él 118 •
- . I TUICIÓN Y FILOSOFÍA
118
Ib ídem. p. 90.
119
H. Bergson, «L'evolution créatrice», p. 623.
1:!11
H. Bergson, «Matiere et mémoire»,, p. 371.
60 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
1~1
H. Bergson. «lntroduction a la metaphys ique». p. 1395.
1~2
Cfr. H. Bergson, «L 'évolution créatrice». p. 697.
113
Cfr. Id., «lntroduction a la metaphysique», p. 1425.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 61
1:?4
H. Bergson. «La pensée et le mouvant». pp. 1272- 1273.
1:?5
Cfr. Ibídem. p. 1285.
12(1
H. Bergson, «La pensée et le mouvant», p. 1271.
62 Mª Carmen LÓP EZ SÁENZ
Es decir que la teoría del conocimiento y la teoría de la vida nos parecen inse-
parables una de otra. Una teoría de la vida que no se acompañe de una crítica
del conocimiento está obligada a aceptar, tal cual, los conceptos que el entendi -
miento pone a su disposición: no puede ocuparse más que de hechos, de grado
o de fuerza, en los marcos preexistentes q e considera definitivos. Obtiene así
un simbolismo cómodo, incluso necesario para la ciencia positiva, pero no una
visión directa de su objeto. Por otro lado, una teoría del conocimiento que no
sitúe de nuevo la inteligencia en la evolución general del conocimiento, no nos
enseñará ni cómo se han constituido Jos contextos del conocimiento, ni cómo
podemos ampliarlos o superarlos. Es preciso que estas dos investigaciones,
teoría del conocimiento y teoría de la vida se reúnan y, por un proceso circular,
se impulsen una a otra 127
Hemos visto que la inteligencia analiza, mientras que la intuición opera por sim-
patía, es decir, por coincidencia con lo que lo intuido tiene de ún ico. Mientras que
el análisis no puede llegar a lo Absoluto, la simpatía sí. Sin embargo, inteligencia e
intuición comunican en la experiencia. Además, todo conocimiento está compuesto
de análisis, pero también de intuición; el aná lisis pem1anece fuera de la cosa, adopta
puntos de vista sobre ella, la divide en partes y la traduce en símbolos:
Si se comparan entre ellas las definiciones de la metafisica y las concepciones
del absoluto, nos damos cuenta de que los filósofos acuerdan, a pesar de sus
aparentes divergencias, distinguir dos maneras profundamente diferentes de
conocer una cosa. La primera implica que nos volvamos alrededor de esa cosa;
la segunda que entremos en ella. La primera depende del punto de vista en el
que nos situamos y de los símbolos por los que nos expresamos. La segunda no
se toma desde ningún punto de vista y no se apoya en ningún símbolo. Del pri-
mer conocimiento se dirá que se detiene en lo relativo; del segundo, allá donde
sea posible, que alcanza lo absoluto 128 .
El análisis es relativo y abstracto. Bergson reconoce que el conocimiento meta-
físico es limitado, pero no relativo, sino absoluto. La síntesis tendrá que reconstruir
después las partes divididas analíticamente. Frente a ambas, Ja intuición bergsoniana
no adopta un punto de vista ni reconstruye lo fragmentado, sino que penetra en las
cosas, coincide inmediatamente con ellas mismas en el momento en el que está ha-
ciendo su experiencia, como «una sucesión de estados de la que cada uno anuncia al
que le sigue y contiene al que le precede» 129
Puesto que piensa en términos de conciencia pura y puede ser, no sólo intuición
estética de individualidades, sino también investigación orientada a la vida en ge-
neral, Ja intuición será el órgano de la metafí sica cuyo objeto apropiado es la vida
espiritual. A diferencia de ella, Ja ciencia encuentra su órgano en la inteligencia y su
objeto apropiado en la materia inmóvil. En definitiva, a la metafísica le compete la
t.:!7
H. Bergso n. «L'évolution créatrice»pp. 492-493.
1:!8
H. Bergson. «lntroduction a la metaphysique». pp. 1392-1393.
1:!9
Ibídem. p. 1397.
Corrientes actuales de la F ilosof ía J. En-clave f eno111e11ológica 63
130
H. Bergson, «L'évolution créatrice», p. 65 7.
64 M' Cannen LÓPEZ S ÁENZ
13 1
H. Bergson. «Matii:re et Mémoire», pp. 20 1-202.
132
H. Bergson, «lntroduction a la metaphysique». p. 1396.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clavefeno111enológica 65
133
Ibídem, pp. 205-206.
134
H . Bergson. «L ºévolution créatrice». p. 661.
135
Ib ídem. p. 664.
136
H. Bergson. «La pensée et le mouvant», p. 1286.
66 Mª Carmen L ÓPEZ SÁENZ
131
Ibídem, p. 1288.
138
Ibídem, pp.13 91 -1 392.
Corriemes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 67
bilidad, sino una eternidad de vida: de otro modo ¿cómo podríamos vivir y
movernos en ella? In ea vivimos et movemur et sumus 139 .
: .- . DE LA EXISTENCIA Y LA ADA
La verdad es que una existencia sólo puede darse en una experiencia. Esta ex-
::-eriencia se llamará visión o contacto, percepción exterior en general, si se trata de
objeto material; tomará el nombre de intuición cuando se dirija al espíritu ¿Hasta
ónde va la intuición? Sólo ella podrá decirlo.
u9 Ibídem. p. 1392.
140
M. Nterleau~Ponty. Signes, p. 233.
141
Me permito remirir sobre este asunto a mi trabajo, La verdad de las ideas sensibles'", en J. San
_iartín y T. Domingo. La imagen del ser humano: Historia, literatura v hermenéutica. Madrid. Biblioteca
• ·ueva, 2011. pp. 341-355.
142
M. Merleau-Ponty, Le Visible et f'h1visible. Paris, Gall imard. 1964, p. 165.
68 M' Cannen L ÓPEZ SÁE ' Z
Recuperará un hilo: a ella le corresponde ver si este hilo sube hasta el cielo o se
detiene a cierta distancia de la tierra. En el primer caso, la experiencia metafí-
sica se unirá a la de los grandes místicos · creernos constatar, por nuestra parte,
que la verdad está ahí. En el segundo, permanecerán aisladas una de la otra, sin
repugnarse entre ellas. De cualquier manera, la filosofía nos habrá elevado por
encima de la condición humana. 143 .
Bergson habla abiertamente de la existencia cuyo fondo es la duración y la libre
elección, precediendo así a los pensadores existencialistas. Cuando, por ejemplo, re-
conoce que la nada es «el motor invisible del pensamiento filosófico» 144 , está adelan-
tando a Sartre.
Frente a esos pensadores que han buscado una solución lógica a la eterna pre-
gunta de por qué hay algo en lugar de nada, Bergson considera que la existencia
no es susceptible de una definición lógica. sino que hay que vivirla desde la libre
elección:
Si el principio de todo existe al modo de un axioma lógico o de una definición
matemática, las cosas mi smas deberán salir de ese principio como las aplica-
ciones de un axioma o las consecuencias de una definición; ni en las cosas ni
en su principio habrá ya lugar para la causa eficiente entendida en el sentido
de una libre elección. Esas son precisamente las conclusiones de una doctrina
como la de Spinoza o, incluso, la de Leibniz, por ejemplo, y esa ha sido su
génesis 145 .
La imagen de la nada, en tanto supresión de un todo que la precede, no ha sido
nunca fonnada por el pensamiento; de ahí deduce Bergson que no puede haber dua-
lismo entre la nada y el ser, sino que la pri mera sólo proviene del esfuerzo por crear
una imagen de la nada que nos hace vacilar entre la visión de una realidad exterior
y la de una realidad interior; así entendida la nada es una imagen llena de cosas, de
sujetos y de objetos sin posarse en uno u o ·o ¿Será entonces la nada una idea? ¿La
de la suposición de la abolición del todo? Esta idea encierra un absurdo, a los ojos de
Bergson, porque incluso fonnularla exige un suj eto que recuerde y que prevea; sin
él, no existiría ni siquiera la palabra "nada". Este ser percibe presencias, no ausen-
cias, pero también recuerda. Al parecer éste es el único referente del que puede venir
esa nada que, a Bergson, le parece algo ficticio, al menos la nada, «entendida en el
sentido de una supresión de todo, es una idea destructiva de sí misma, una pseudo-
idea, una simple palabra» 146 . En cambio, la nada parcial virtualmente presente tiene
cabida en el recuerdo, bien entendido que lo virtual sólo es, porque es en lo actual; el
uno no es la negación del otro . En Bergson la virtualidad del recuerdo no hace de él
un existente en idea, sino que lo conserva en estado latente en el inconsciente:
143
Ibídem, p. 1292.
144
H . Bergson. «L 'évolution créatrice», p. 728.
14~
Ibídem. p. 730.
146
Ibídem.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-c/avejeno111e11ológica 69
ISO
Ibídem, p. 746.
151
Ibídem, p. 747.
152
M. Merleau-Ponty. la Nature. Notes Cours du Collage de France. Paris, Seuil, 1995, p. 97.
153
Ibídem, p . 99.
Corrientes actuales de la Filosofia J. En-clave f enomenológica 71
sucede esto, pero insiste en que nuestro deber es cultivar ese yo social, conforme a
las obligaciones que tenernos respecto de la sociedad.
El autor parisino observa que a través de la historia encontrarnos sociedades ce-
rradas, en las que las actividades individual es forman parte de un todo y apenas son
libres. Sin embargo, las costumbres sociales on las que garantizan la vida social y la
obligación moral. Estas costumbres se consolidan en fo1ma de hábitos. La vida so-
cial se nos aparece como un sistema de hábi tos más o menos fuertemente emaizados
que responden a las necesidades de la comunidad. Algunos de ellos son hábitos de
mandato, pero la mayor parte son hábitos de obediencia, ya sea a una persona que
manda en virtud de una delegación social, ya sea que de la misma sociedad, confusa-
mente percibida o sentida, emane un orden impersonal. Cada uno de estos hábitos de
obedecer ejerce una presión sobre nuestra voluntad 160 . Aunque el hábito se adquiere
con parecida intensidad y regularidad que un instinto, difiere de éste en que no nos
dete1111ina completamente a actuar, sino que dej a margen para cierta elección y aco-
modación a las contingencias.
Esta moral de obligaciones y costumbres convertidas en hábitos resulta bastante
conservadora e inmutable. En cambio, la sociedad abie11a se rige por una moral que
prolonga el impulso vital y es dinámica. A estas dos morales diversas corresponden
dos tipos diferentes de religión.
Bergson entiende la religión como una reacción defensiva de la naturaleza contra
el poder fragmentador de la inteligencia. En efecto, gracias a las narraciones religio-
sas, el hombre se solidariza con los otros, fabula la inmortalidad y proporciona una
protección sobrenatural contra las amenazas y el destino, así como un aparente incre-
mento del poder sobre la naturaleza. Tal rel igión está por debajo de la inteligencia,
es natural, estática. En cambio, una religión dinámica se sitúa sobre la inteligencia,
puesto que continúa el impulso vital. Bergs n considera que esta religión dinámica
es el misticismo:
El misticismo completo es el de los grandes místicos cristianos. Dej emos de
lado, por ahora, su cristianismo y consideremos en ellos la fom1a sin materia.
No es dudoso que la mayor parte hayan pasado por estados semejantes a los
diversos puntos de los resultados del mi sticismo antiguo. Pero no han hecho
más que pasar allí: encogiéndose en sí mismos para tender hacia un esfuerzo
completamente nuevo, han roto un dique; una inmensa corriente de vida los
ha recuperado; de su vitalidad emiquecida se ha desprendido una energía, una
audacia, una potencia de concepción y realización extraordinaiias 161 .
Sólo la experiencia mística prueba la existencia de Dios. Dado que esta experien-
cia se da en todos los grandes místicos, es el signo de una identidad de intuición, de
un amor divino y mundano. Los místicos son esos seres que tuvieron una visión clara
16()
Cfr. Ibídem, p. 982.
161
Ib ídem, p. 1168.
Corrientes actuales de la Filosofla l. En-clave fenomenológica 73
INDICACIONES BIBLIOGRÁFICAS
....-.:; Obras de Bergson están editadas en Oeuvres. Paris, PUF, 1959. Excluyen Duración y Simultaneidad,
que se encuentra, junto con otros a11ículos y cartas, en Mélanges. Paris, PUF, 1972 .
2.9.4. Enlaces
Es de interés y acceso libre el homenaje que se le rindi ó en México en 1943 http://www.filosojicas.
unam. mx/- afm bib/Bib Virtual/josevasconcelosltextos/homenajeaB ergson.h tm l
2.9.5. Glorarios
WORMS, F. Vo cabulaire de Bergson. Paris, Ellipses, 2000.
3.
FENOMENOLOGÍA Y FENOMENOLOGÍAS
DE LA EXISTENCIA
INFLUJOS BERGSO IA OS
Algunos autores han subrayado que el ensayo de Bergson se refiere textualmente a los datos in-
a
. tos de la conciencia y no la conciencia. Esto marcaría la diferencia con el concepto husserliano de
76 M" Canuen LÓPEZ SÁENZ
inmanencia, ya que en Bergson, «la multiplicidad de los fe nómenos no son dados a Ja conciencia: Ja concien-
cia es un tipo de multiplicidad» (L. Lawlor, «lntuition and Duration: an Introduction to Metaphysics», en M .
Kelly, (ed.) Bergson and Phenomeno/ogy. New York, Palgrave Macmillan. 2010, pp. 25-4 1, p. 25) que, por
consiguiente, va más allá de la conciencia psicológica. aunque sea portadora de esos datos.
16
-' H. Bergson, «El alma y el cuerpo». p. 40.
164
Ibídem, pp. 4 l-42.
Corrientes actuales de la Fi/osojia l. En-c/avejenomenológica 77
Bergson aún es psicologista, pues considera que el mundo está compuesto por
_ hos interiores y, aunque describe el ser o la conciencia en movimiento, lo hace en
:!T era persona, como otro ente. Este realismo bergsoniano 166 del espíritu identifica
- datos contenidos en la conciencia con los hechos psíquicos; lo vivido, lo percibi-
.: . etc. son inmediatos, porque se oponen a lo pensado, pero sólo lo hacen como he-
- os que se constatan. Bergson no alude al sujeto de esos datos inmediatos; incluso
165
M, Merleau-Ponry. P hénoménologie de la perception. p. 70.
66
Así es como lo caracteriza Merleau-Ponty a cuyo realismo se opone por considerar que no va a las
mismas. (Cfr. Ibídem. p. 2 19).
78 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
su yo profundo, ese que se da a la conciencia reflexiva, 167 es una cualidad pura, una
construcción, no un fenómeno que se ponga de manifiesto en lo que hacemos.
La interioridad bergsoniana no es el mundo vivido de la fenomenología. La ex-
periencia del fenómeno es explicitación de la vida pre-c ientífica de la conciencia, de
su estructura intencional, de la disposición espontánea de las paiies y, en definitiva,
del sentido, de la correlación sujeto-obj eto. Desde este análisis intencional de la sub-
jetividad por la que el mundo siempre está ya dado como tal y no como una suma de
impresiones, se puede ejercer la intuición. En cambio, la intuición bergsoniana de
la pretendida realidad objetiva -ya sea externa o interna- es experiencia directa que
evita el análisis y el saber intelectual. Podría decirse que dicha intuición es irracio-
nal, mientras que la fenomenología emprenderá una crítica de la razón cientificista
con objeto de afirmar la racionalidad universal como telas teórico-práctico de toda
la humanidad.
La estructura de la subjetividad fenomen ológicamente investigada trascenderá el
dualismo entre un nivel interior y otro exterior de la realidad, para afinnarse como
ser-en-el-mundo. Una de las dimensiones de éste es la temporalidad. La fenomeno-
logía no busca su origen en una yuxtaposición de acontecimientos, sino en la subje-
tividad que lo vive, en su intencionalidad hacia el mundo, desde el presente, hacia el
pasado y en vistas del futuro. En cambio, Bergson equipara conciencia y duración,
de manera que ésta carece de multiplicidad igual que la conciencia bergsoniana es
incapaz de ek-stasis. Esto es lo que convierte en mera apariencia la vinculación de la
duración con la conciencia interna del tiempo en Husserl. Bergson sólo comprende
el tiempo como pura cualidad que no pe1ienece al orden de lo vivido inmediatamen-
te, sino al de lo construido. En cambio, fenomenología, Gestaltheorie y psicoanáli-
sis, han demostrado que la cualidad pura no se experimenta inmediatamente, ya que
toda conciencia lo es de algo. Por eso, siguiendo a Husserl, es necesario volver a "las
cosas mismas" sin caer en el positivismo ni en el idealismo, estudiando lo dado origi-
nariamente a una conciencia que es continuo tendere a lo ou·o de sí, creando con ello
una estrnctura significativa, una relación o un campo articulado.
A pesar de las críticas bergsonianas a las te01ias tradicionales (incluidas las evo-
lucionistas) por su inmanentismo de la conciencia, el filósofo parisino no será capaz
de dar razones de su trascendencia. Habrá que esperar a Husserl para clausurar los re-
siduos de psicologismo todavía presentes en Bergson y concebir la conciencia como
intencionalidad que trascenderá incluso la intencionalidad descubie1ia por Brentano.
Por otra parte, el mismo Husserl se hubiera enriquecido si se hubiera interesado por
los desanollos bergsonianos de la sensoriomou·icidad, aunque éstos hubieran restado
"pureza" a sus análisis de la conciencia y a sus niveles ideales de sentido.
Estos avances de Bergson no tienen lugar en el Ensayo sobre los datos imne-
diatos de la conciencia, cuyo título estamos viendo impactó en los seguidores de
167
Cfr. Ibídem, p. 439.
Corrientes actuales de la Filosojia !. En-clave fenomenológica 79
- - erl, sino en Materia y Memoria, obra que puede interpretarse como un intento
-.. resolver las dificultades presentes en el Ensayo, poniendo de relieve la actividad
e. alcance pragmático de la vida del espíritu. Al pensarlo ahora como memoria y
~ manteniendo su carácter dinámico, el espíritu se remonta más allá de la mera
-encía que absolutizaría un realismo ingenuo.
El autor de Materia y Memoria será el Bergson que recuperará Merleau-Ponty en
rra del bergsonismo, «el filósofo del "sentir" en el contacto con la cosa» 168, el que
-e referencia a la duración como memoria del mundo, no meramente como huella
- ~ada por la impresión, ni simplemente como conciencia del mundo, sino como la
entación de la relación camal (Leibhaft) que mantenemos con el mundo en el
- - nte, «un "siempre nuevo" y siempre " lo mismo" -una suerte de tiempo del sue-
sommeil) (que es la duración naciente de Bergson ... )» 169 •
Atenderemos a estas influencias en el próximo apmiado. Digamos por ahora
_ > Bergson no sólo influenció a sus compatriotas fenomenólogos (Merleau-Ponty,
e. Lévinas, Ricoeur), sino también a otros de la talla de Ingarden -cuya tesis
_ oral versó sobre Bergson-, a Scheler o a Schütz 17º.
E. Husserl (J 859-193 8) nació el mismo afio que Bergson y falleció tres años an-
-- que él. Fueron, por tanto contem oráneos y, sin embargo, las distancias de todo
_ . tanto conscientes como inconscientes, espaciales, temáticas, etc. no les pem1i-
!f0Ilapenas entrar en contacto.
Hemos visto, no obstante, ciertas coincidencias en la obra y las preocupaciones
~ambos. Una vez, aclaradas las que hacen referencia al primero, ahora nos de-
- dremos en lo que denominamos '·fundación" de la fenomenología. Este término
e referencia a la labor de Husserl y tiene el sentido que él mismo le dio, el de una
dierung, es decir, una inteITelaci ' n de lo fundante con lo fundado , de modo que
-> e encuentra ya en aquél y lo que funda carecería de existencia sin lo fundado.
si e como hay que comprender los continuos intentos husserlianos de hacer -más
_ ~de definir- fenomenología en las lecciones (Vorlesungen) impartidas a lo largo
-.-. 5U dilatada vida académica, en las correcciones de los manuscritos preparados
_rua las mismas y en las transc1i pciones de los resultados de unas investigaciones
_ e iban teniendo lugar a la vez que sus retrocesos, vacilaciones conceptuales, re-
171
B. Waldenfels. De Husserl a Derrida. Introducción a la fenomenología. Barcelona, Paidós, 1997,
p.11 .
171
a
Cfr. R. Ji-Seok. Une contrib11rion la recherché de la pensée d'Henri Bergson. Tesis Doctoral.
Uni vers idad Charles de Gaulle, Lille Ill , 2000. p. 358.
173
Cfr. P. Kcrszberg, «Bergson», en L. Embree (cd.). Encyclopedia o( Phenomenology. Dordrecht,
Kluwer, 1999. R. lngarden preparaba bajo la dirección de Husserl su «Disertación sobre la innlición y el in-
telecto en Bergsom>, cuando le exp li có a Husserl la diferencia entre el tiempo y la duración y éste apreció el
parentesco enu·e la teoría bergsoniana de la última y su propia concepción de la conciencia interna del tiempo
a
(Cfr. F. Dastur, Husserl. Des mathématiq11es /'histoire. Paris. PUF, 1995, pp. 48-49, nota ! ).
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 81
Todo pensamiento, por abstracto que sea, para mostrar su coherencia ha de ha-
-~e intuitivo, edificándose de un modo determinado sobre la intuición correspon-
- ente. La intuición husserliana no hace referencia únicamente a la sensible, sino
"..-e se amplía en la categorial. En Ja VI de sus Investigaciones Lógicas, Husserl se
-~·ene en ella y Ja define nuevamente en relación con el cumplimiento y allende la
.:-ra mención:
El objeto mismo en suformación categorial, que el objeto con estas fomrns
categoriales no es meramente mentado, como en el caso de una función sim-
plemente simbólica de las significaciones. sino que nos es puesto delante de
los ojos él mismo, con esas mismas fonnas; o dicho de otro modo, que no es
meramente mentado, sino intuid o percibido. Así pues, tan pronto como que-
remos exponer lo que quiere decir el tém1ino cumplimiento, en este caso, lo
que expresan las significaciones y en ellas los elementos formales, lo que es la
174
E. Husserl (1900 1 19 13 2> Logische Unters11ch11ngen. Husserliana XLVI. The Hague, M. Nijhoff,
, p. 1O. (Trad, casi. Investigaciones Lógicas 1. Madrid, Alianza Universidad 1985 2• p. 218).
82 M" Carmen LÓP EZ SÁE1'Z
175
Husserl ( 1900 1 191}2l Logische Untersuchungen. Husserliana XJX/2, The Hague, M. Nij hoff,
1984, p. 67 1 (Trad, casi. lnvestigacio11es Lógicas 2. Madrid. Alianza Univers idad, 19 85 ~ . p. 703).
Corrientes actuales de la Filosojia !. En-clavefeno111enológica 83
En sus últimos escritos, Husserl se acerca al nivel pre-reflexivo desde el que sur-
=_ las cosas, ese dominio originario que el propio Bergson considera indispensable
ra ejercitar la reflexión. Incluso en sus primeras obras, Husserl reconduce la lógica
a su origen intuitivo, el cual nos lleva a "las cosas mismas" sin presupuestos, a la evi-
dencia de la conespondencia entre lo dado y lo mentado; esa evidencia es la otra cara
de la verdad. Si la verdad es la concordancia entre lo mentado y lo dado, la evidencia
exige la adecuación entre el acto intencional y la presencia del objeto hacia el que la
conciencia se dirige. Para la fenomenología, la única fuente de conocimiento es la
evidencia que caracteriza a los datos que son inmanentes a la conciencia y provienen
de los objetos a los que tiende.
Los actos que posibilitan la evidencia so n objetivantes, es decir, donadores de
objetos; podemos distinguir dos clases: por un lado , los actos signitivos y por otro,
los actos intuitivos; éstos se dividen, a su vez, en actos presentativos, en los que el
objeto está presente en carne y hueso (leibhaft) (por ejemplo, la percepción) y, por
otro, los representativos, en los que el objeto sólo es representado (por ejemplo, la
imaginación, la memoria, etc.). En ambos casos, el objeto es alcanzado, bien sea pre-
sentándose o representándose. En cambio, en los actos signitivos, el objeto sólo es
apuntado, hasta que es plenificado por el sentido qu e proporcionará la intuición:
A las cosas mismas no llegamos por ded cción o dando meras definiciones for-
males, sino por la intuición. A ella pertenecen los actos plenificantes, que "llenan"
(E1füllen) de sentido. Husserl los distinguirá del acto donador de sentido; en aque-
llos, la referencia está llena, porque el objeto está presente. La percepción es uno de
ellos. Nos referiremos a ella más adelante. Lo que queremos ahora subrayar es que la
intuición husserliana no es un acto que se limite a señalar, sino que da el objeto en sí
mismo, en su plenitud ¿Qué es esa intuición? Un tipo de acto que aprehende al objeto
que está presente; conforme a la etimología, i tuición es un ver (Anschauung) y éste
presupone que la cosa está ahí; pero "intuició " es también tener conciencia de todo
ello.
La plenitud de sentido no basta, interesa también el cómo está llena. Un modo
de vivir el sentido es el "intuitivo", en que es intuitivamente consciente el "ob-
jeto mentado en cuanto tal", y en caso especialmente sefialado es aquel en que
el modo intuitivo es justo el de dar originariamente. En la percepción del pai-
saje está el sentido perceptivamente lleno, el objeto percibido, con sus colores,
fomrns, etc. (hasta donde "caen dentro de la percepción", es consciente en el
modo del "en persona". Casos análogamente señalados encontramos en todas
las esferas de actos 1n
Los modos de darse pueden ser originarios y no originarios; los primeros hacen
referencia al origen de la evidencia intuitiva. La intuición no designa una donación
inmediata y no es sólo una donación sensible, ya que hay también intuición de Ja
esencia, como apuntamos. La intuición está ligada a la abstracción (Abstraktion)
ideatoria y es ella la que nos conduce más allá de las significaciones, a las cosas
118
E. Husserl. ( 1913) Ideen zu einer reinen Phiinome110/ogie und phiinomenologischen Philosophie.
Erstes Buch. Husserliana 11// / . Den Haag. M. Nijhoff, 1976, p. 315 . (Trad, cast. Ideas/. México, FCE, 1985,
p. 326).
Con·ientes actuules de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 85
· mas por ese movimiento hacia atrás al que hace referencia Husserl. Esta intuición
o es una cualquiera; se distingue de las intuiciones sensibles confusas. En realidad,
'"-!usserl se refiere con ella
( ... ) a la pura intuición de esencia, sobre la base ejemplar de vivencias menta-
les y cognoscitivas dadas. Nada importa que los actos mentales se dirijan en
ocasiones a objetos trascendentales o incluso inexistentes o imposibles. Pues
esta dirección objetiva, este representar y mentar un objeto que no se encuentra
realmente en la existencia fenomenológica de la vivencia es -atiéndase bien-
un rasgo descriptivo característico que está en la vivencia de que se trata; y así
el sentido de esa tal mención tiene que poderse aclarar y fijar sobre la base de
la vivencia misma; de otra suerte, ésta seda imposible 179 •
El siguiente fragmento da cuenta de la proximidad de la intuición fenomenoló-
= a a la bergsoniana; está extraído de la crítica husserliana al conocimiento y de su
-e1vindicación de la intuición de los orígenes, de los datos absolutos al margen de
rítica especulativa que fragmenta la razón (en razón teórica, razón práctica, con
- correspondientes ideas, separadas de las categorías del entendimiento). Como el
- ó ofo francés, parece considerar que ésta pone barreras a la investigación y a la
__ eación, mientras que la intui ción, que es el conocimiento propio de la razón nos da
cosa misma:
La razón es conocimiento intuitivo, y se propone, precisamente, llevar el en-
tendimiento a la razón( ... ).
181
H. Bergson. «Matiére et mémoire». p.321 .
182
M. Merleau-Ponty. Signes, p. 299.
183
Cfr. F. Wonns (ed.) Annales hergsoniennes J. Paris. PUF. 2002, p. 84.
Corrientes ac111a/es de la Filosofia J. En-clave fenomenológica 87
A. finales del siglo XIX y comienzos del XX, coincidiendo con la vida y la labor
- -ófica de Husserl, florece la fenomenología. Surge como rechazo del historicis-
. del psicologismo, que identifica al sujeto del conocimiento con la subjetividad
ológica y reduce las leyes lógicas a hechos psicológicos; critica, asimismo, otras
:mas de cientificismo y positivismo, pero también reacciona contra el irracionalis-
. Husserl confia en la razón y entiende la filosofia como razón que está en cons-
te autocrítica. Se opone a la división kantiana de una razón teórica y otra práctica,
-.:·como a su separación del entendimiento. Su critica de la razón se dirige funda-
.3ntalmente a los objetos mentados por el pensamiento natural, los cuales serán
e tos en tela de juicio por la epojé y, después, por la reducción.
Considera que la fenomenología no es otra corriente más de contenidos, sino una
-titud (Einstellung) específicamente filosófica:
"Fenomenología" designa una ciencia, un nexo de disciplinas científicas. Pero,
a un tiempo, y ante todo, "fenomenología" designa un método y una actitud
intelectual específicamente.filosófica; el método específicamente.filos~fico 184.
"Fenomenología" significa, en principio, desc1ipción de los fenómenos, es de-
:rr de lo que aparece ante la conciencia y consiste en ese mostrarse y en los modos
_-enciales en los que se muestra. No se trata de un saber de lo aparente, sino de una
·-uelta a las cosas mismas tal y como se presentan a la conciencia, sin distorsiones
asionadas por saberes que no se han auto-criticado.
La máxima de la fenomenología ·•a las cosas mismas" expresa el objetivo de esa
:onelación intencional entre yo y mundo, ideas y sensaciones, que distancia a la fe-
nomenología tanto del mero empirismo como del idealismo y que fue tan promete-
oramente recibida por los que le siguieron para forjar después sus propias filosofías .
...as cosas mismas no son las cosas en-sí, en tanto opuestas a las cosas-para-sí, sino las
experiencias de las cosas como hechos de conciencia; ellas son las que nos plantean
problemas, las que nos impulsan a investigar. Por eso, la fenomenología difiere del
mpirismo, el cual también quiere ir a las cosas prescindiendo de todo prejuicio, pero,
ontrariamente a Ja fenomenología, funda todo conocimiento en la experiencia, como
-i ésta fuera el único acto en el que se dan las cosas mismas; esto también es un prejui-
cio, pues las cosas (tanto fácticas, como ideales) se dan en muchos otros tipos de actos.
El empirismo, como la fenomenología, parte de lo dado, pero esta última reconoce que,
además de lo dado en la experiencia natural, está lo dado en la evidencia intuitiva de la
184
E. Husserl. Die Idee der Phdnomenologie. Fünf Vorlesungen. Husserliana 11, p. 23 (Trad Cast. La
idea de lafenomenología, p. 33).
88 W Carmen L ÓPEZ SÁE ·z
esencia que, en realidad, precede a lo dado en la experiencia, pues la intuición del dato
eidético sirve de base a la intuición posterior de un hecho individual; por otra parte,
no hay intuición eidética que no lleve consigo la posibilidad de algo individual que le
corresponda; del mismo modo, no hay intuición individual sin la posibilidad de una
ideación por la que la esencia sea vista ejemplificándose en cada individuo.
Las cosas mismas no son las cosas posi tivizadas e inmovilizadas en el espacio y
en el tiempo, las cosas fragmentadas en partes que luego se quieren unir causalmen-
te, sino las cosas en relación con la vida, esas hacia las que se dirige la conciencia in-
tencional y tal y como le son dadas, con sentido; las cosas mismas son, por tanto, las
cosas tal y como se muestran cuando las mentamos. Husserl no pretende describirlas
empíricamente, sino trascendentalmente, es decir, esclareciendo las condiciones de
su conocimiento y su sentido, porque las cosas están fundadas en la esencia de lo que
aparece a la conciencia.
La fenomenología es una ciencia descriptiva, teorética y desinteresada, no en
el sentido de que carezca de motivaciones. sino en tanto persigue el conocimiento
racional liberado de prejuicios. Se trata de una cienci a primera y fundamental para
cualquier otra, no sólo por lo que acabamos de decir, sino porque, como veremos,
tiene como meta la elucidación de las estructuras del mundo de la vida (L ebenswelt)
en el que se asientan todos los demás saberes y la vida misma en su decurso.
Al tomar las cosas mismas como objetivo, la fenomenología supera el dualismo
entre el sujeto del conocimiento y el objeto conocido, entre lo inmanente y lo tras-
cendente. Establece el a priori de correlacion entre ambos como una estructura de la
conciencia, como su propia esencia que es ser conciencia intencional.
La conciencia fenomenológica es intencional, in-tendere o conciencia de. Esto
implica que no está aislada o encerrada en su inmanencia, sino que, es relación con
aquello a lo que tiende, con el mundo. Esta relación es la intencionalidad y constituye
el tema capital de la fenomenología husserliana. Para ella, la conciencia no es p1imero
una sustancia que, más tarde, se ponga en rel ación con su objeto, sino que su esencia es
esa relación. Intencionalidad es dirigirse a lo otro de sí, sobrepasarse en el otro.
Cuando la conciencia se dirige intencionalmente hacia algo, no lo hace pasiva-
mente, sino dotándolo de sentido y valor para el yo, posicionándose. De este modo,
la fenomenología no se limita a describir fenómenos objetivados, sino que explicita
el sentido de los mismos cuando se convierten en tema de investigaci ón.
Llevada a cabo una vivencia (Erlebnis) intencional actualmente, o sea, en el
modo del cogito, en ella se "dirige" el sujeto al obj eto intencional. Al cogito
mismo le es inherente, como inmanente a él, un "mirar a" el objeto que, por
otra parte, brota del "yo", el cual no puede , pues, faltar nunca. Este "mirar a"
algo el yo es, según el acto, en la percepción percipiente, en la ficción fingidor,
en el querer volente ... 185
185 E. Husserl. ( l9 13) Ideen J. Husserliana lll-1 p. 75. (Trad. Cast. ldeas ! , p. 83).
Corriemes actuales de la F ilosofia J. En-clave fenomenológica 89
186
Husserl. Logische Unters11ch1111gen. Husserliana XIX/2, p. 765. (lnvestigaciones Lógicas 2, p. 772) .
187
Ibídem, pp. 592-593 (Ibídem, pp. 508-509). Sobre esta temática. véase mi trabajo, "El dolor de
sentir en la filosofía de la existencia", en M. González. (comp. ) Filoso.fia y dolor. Madrid. Tecnos. 2006, pp.
3 -438, en el que se discute Ja tesis husserliana más allá del dolor meramente físico y se describe su trata-
:niento por parte de los representantes de la fenomenología de Ja exi tencia.
90 Mª Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
Brentano no llegó a hacer esta diferen ciación, a distinguir los dominios de las
ciencias de la naturaleza física de los de la psicología; Husserl lo achaca a que iden-
tifica el fenómeno físico con sus componentes materiales, provenientes de la sensa-
ción, y las cualidades, que se originan en el acto de aprehensión:
Brentano no encontró todavía, sin duda. el concepto de elemento material y
esto estribó en que no hizo justicia a la distinción de principio entre los "fe-
nómenos fisicos" como elementos material es (datos de las sensaciones) y los
"fenómenos fisicos " como elementos obj eti vos que aparecen en el apresar noé-
ticamente los primeros (el color de la cosa, la fo rma de la cosa, etc.)-, sino que,
por el otro lado, caracte1izó el concepto de "fenómeno psíquico", en uno de los
puntos de su deslinde, por la peculiaridad de la intencionalidad. Así fue como
hizo entrar en el círculo visual de nuestro ti empo " lo psíquico" en aquel seña-
lado sentido, que en la significación histórica de la palabra tenía cierto relieve,
aunque no todo lo prominente que era debido 189 .
A diferencia de Brentano, Husserl distingue en los actos intencionales la cualidad
o carácter que los convierte en actos de determinado tipo, es decir, en actos represen-
tativos, judicativos, etc. , de la materia o contenido del acto, es decir, del momento en
el que el acto se relaciona con el objeto (por ej emplo, el mismo objeto tiene diversos
contenidos cuando es una presentación, rememoración, deseo, etc.). La materia es
la que determina que el acto aprehenda una objetividad, pero también establece el
como qué la capta; esto equivale a decir que aquélla da el sentido de la aprehensión
objetiva. Naturalmente, cualidad y materia sólo son separables por abstracción.
Por otro lado, mientras que Brentano sitúa las sensaciones en el fenómeno fí sico,
Husserl las coloca en el fenómeno psíquico. Esto se debe a que el primero identifica
el sentir con el percibir, o mejor, el contenido como sensación y el contenido como
una parie del objeto percibido. En cambio, Husserl distingue la sensación presenta-
tiva y vivida de la percepción, que es un acto de aprehensión animador de la sensa-
ción, aunque apoyado en ella para alcanzar el objeto, el cual es percibido y no vivido.
Aunque la sensación presenta al objeto, no lo percibe y nosotros no percibimos sen-
saciones, sino el objeto .
Cualquier acto intencional alcanza al objeto; en el caso de la percepción, lo hace
a través de sensaciones, pero no se limita a recibirlas de modo pasivo, sino que las
188
fbídem, p. 387. (Ibídem, p. 496).
189
E. Husserl. Ideen I, p. 195 (Ideas I, pp. 205-206).
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 91
_ pta como el aparecer de algo. Este ''como algo" es un p1irner sentido determinado
_ e la aprehensión perceptiva da a determinado conjunto de sensaciones· podría de-
- · e, por ahora, que la percepción les da una fonna.
Brentano cree que los objetos físi cos entran en la conciencia a través de la sensa-
- ón y que las vivencias simplemente los contienen, consistiendo la intencionalidad
~ las mismas en la conciencia de tales objetos. Para Husserl, en cambio, intencio-
., es dirigir un acto al objeto; la vivencia que resulta de esta intencionalidad no se
ºta a contener al objeto; a decir verdad, éste no fonna patie de ella, sino que la
onciencia se abre a él. Por eso, la relación intencional entre conciencia y objeto es
-dependiente de la existencia real del último: Ja intencionalidad exige un objeto
-· ncionado, pero éste no equ ivale al objeto real. El objeto intencional no es, sin
e:nbargo, otro objeto opuesto al real trascendente 190 . La vivencia de una casa no es
asa; el objeto intencional es trascendente a la vivencia, pero no es autónomo e
dependiente de ella. El objeto trascendente sólo se da en el interior de la vivencia.
·o se trata, por tanto, de dos objetos: uno de carácter sígnico y otro empírico. El
· ~eto intencional no tiene el carácter de un signo que indique algo otro, sino que
e-· te, pero de otro modo que el objeto real: éste está ahí, mientras que aquél existe
~ tanto la conciencia se dirige a él. Así es la existencia de una vivencia intencional;
o un objeto dentro del psiquismo, como en Brentano. En Husserl, la vivencia no es
3 vida psicológica, sino la del yo puro. Así, por ejemplo, la intencionalidad de la per-
_.... ción no es mera relación entre la conciencia y lo percibido, sino también, sobre
o desde Ideas!, orientación hacia el polo noemático, hacia las vivencias que están
:mplicadas en la percepción. Una de ellas es la reflexión o modificación intencional
e lo vivido por la que éste, una vez que ha sido percibido, deviene objeto intencio-
~ 1de otra vivencia:
190 Cfr. E. Husserl. Logische Untersuchungen. Husserliana XIX!l, pp. 439-440. (Trad. cast.
m·estigaciones Lógicas 2, pp. 229-530).
191
E. Husserl. Ideen l, p. 95 (ideas/, p. 206, p. 103).
92 M' Cannen LÓPEZ SÁENZ
Decíamos que la reflexión alcanza a la vivencia como ya ahí antes del acto re-
flexivo. Esto significa que no es un constructo, una creación ex nihilo fruto de un acto
originario, sino una posibilidad fundada en el ser de la vivencia y en la percepción.
La reflexión, tal y como la entiende aquí Husserl, no es un procedimiento deductivo
y cognoscitivo, sino una intuición a la que la vivencia se ofrece y, gracias a la cual,
pasamos de una conciencia implícita a una conciencia explícita o temática, no de una
realidad al conocimiento de esa realidad. En la reflexión, la vivencia no se duplica en
otra, sino que se convierte en objeto intencional.
En cada vivencia, ya sea perceptiva, reflexiva, etc. en la intencionalidad de la
conciencia husserliana podemos verificar el a p riori de correlación entre una nóesis
y un nóema 192 . Nóesis es el acto donador de sentido, el momento de la conciencia
propiamente dicha, de la cogitatio o del saberse la conciencia intencionalidad, es de-
cir, conciencia de algo. A ella le corresponde el obj eto apuntado a través de los datos
sensibles, es decir, el nóema (en el ejemplo de la percepción, lo percibido como tal).
Retrocedamos a los Prolegómenos para una lógica pura, donde Husserl refuta el
psicologismo. Éste no sólo fue una teoría muy extendida en la época de Husserl, sino
que, a nuestro modo de ver, todavía perdura. Su pretensión, entonces, era fundamen-
tar las ciencias en la psicología. Husserl con idera que esto carece de justificación, ya
que los principios lógico-matemáticos no son reducibles a objetos psicológicos, sino
que han de considerarse autónomamente. Precisamente, el sentido de las verdades
lógicas y matemáticas se debe a que son independientes del funcionamiento de nues-
tra mente; si no lo fueran, no serían verdades o leyes universales. Otra cosa distinta,
evidentemente, es el proceso psicológico por el que captamos la verdad de las leyes
lógicas o matemáticas, pero éstas, como tales, no son relativas a dicho proceso.
Para hacer frente al psicologismo, Husserl quiere demostrar la validez de una
lógica pura, al margen de toda facticidad, que fundará las normas de la lógica. Ésta
es, para Husserl, la ciencia de las significaciones como tales:
Si se nos concede ahora que las verdades fundadas puramente en el contenido
o sentido de los conceptos, que constituyen la idea de una ciencia como unidad
objetiva, no pueden pertenecer a la esfera de ninguna ciencia pai1icular; si se
concede en especial que semejantes verdades ideales, no pueden tener su lugar
propio en las ciencias de la matter offact -por ende, tampoco en la psicolo-
gía-, entonces nuestra causa está ganada. Entonces no se puede negar tampoco
la existencia ideal de una ciencia propia, la lógica pura, que define, con ab-
soluta independencia de todas las demás disciplinas científicas, los conceptos
constitutivamente inherentes a la idea de una unidad sistemática o teorética, e
investiga además los nexos teóricos que se fundan puramente en dichos con-
ceptos. Esta ciencia tendrá, además, la singular peculiaridad de que ella misma
192
De acuerdo con la distinción metodológica entre nóesis y nóema, la fenomenología se dividirá
en dos modos de investigación correlativos: el orientado hacia la subjetividad pura (fenomenología noéti-
ca) y el dirigido a Jo perteneciente a la constirución de la objetividad para la subjetividad (fenomenología
noemática).
Corrientes actuales de la Filosojia l . En-clave fenomenológica 93
ticas, las cuales son así -explica-, porque estamos constituidos de este modo, pero,
en otro supuesto, podrían ser otras verdades completamente distintas. Husserl, por
el contrario, piensa que la esfera de la lógica, la matemática y, en general, la concer-
niente a objetos ideales, no puede reducirse a la facticidad de la constitución del ce-
bro humano; su verdad se da, en efecto, a un sujeto y a través de sus vivencias, pero
este no la crea ex nihilo; lo único que hace es dar sentido a aquello que le adviene.
Así pues, Husserl se limita a estudiar la fenomenalidad, es decir, la estructura
e aparición de lo que se man ifie sta a una conciencia en determinados tipos de ex-
• riencia (perceptiva, imaginativa, estética, moral, etc.). El conjunto de todos los
bjetos de Ja experiencia es el mundo de la actitud natural.
Toda actitud implica una toma de posición (Stellung) respecto del mundo, que
_?Osibilita cualquier enunciación sobre él. Si adoptamos la actitud natural, el mundo
- - indudablemente real, las cosas que lo componen son familiares y todo lo percibido
ene el carácter de lo dado ahí delante como algo del mundo real. La actitud natural
- - la que adoptamos mientras nos desenvolvemos de modo natural e inmediato en
~1 mundo. Lo que diferencia la actitud natural de cualquier otra es que, para ella, el
::nundo es una realidad constante para todos los que vivimos en él:
El mundo aritmético sólo está para mí ahí, si y mientras estoy en actitud arit-
mética. Pero el mundo natural, el mundo en el sentido habitual de la palabra,
está constantemente para mí ahí mientras me dejo vivir naturalmente. Mientras
éste es el caso, "estoy en actitud natural"; es más, ambas cosas quieren decir
exactamente la misma. En ello no necesita alterarse absolutamente nada, si de
pronto me apropio el mundo aritmético y otros mundos semejantes, adoptando
las actitudes correspondientes. El mundo natural sigue entonces ahí delante;
después lo mismo que antes, sigo en la actitud natural, sin que me lo estorben
las nuevas actitudes 194 .
193
E. Husserl. Logische Un tersuchungen. Erster Band: Prolegomena zur reinen Logik. Husserliana
111. Den Haag, M. Nijhoff, 1975, p 164. (Trad, cast. Jnvestigaciones Lógicas 1, p. 180).
194
E. Husserl. Ideen 1, p. 59-60. (Trad, cast. Ideas 1, p. 67).
94 M" Carmen LÓPEZ SÁENZ
ahí sustentándolo. Así sucede con la actitud naturalista, la cual no debe confundirse
con la natural: aquélla es la que trata todo lo que estudia como un objeto natural;
por el contrario, la actitud natural no objetiviza; siempre es presupuesta y es posible
retomar en cualquier momento a ella. Esta es la actitud que sigue la vida biológica y
sus procesos fisiológicos, unida a actos ligados a la conciencia como percibir, pen-
sar, desear, etc. La actitud naturalista, por el contrario, es la que será criticada por
Husserl, tanto en su versión objetivista como en la psicologista fundamentalmente
por considerarse autosuficiente, es decir, por querer erigirse en la única actitud posi-
ble y la exclusiva poseedora de cientificidad.
Siguiendo a Husserl, la naturaleza es condición necesaria pero no suficiente de
lo psíquico, porque los sujetos no se agotan en el hecho de ser naturaleza, ya que,
si así fuera, faltaría lo que da sentido a la naturaleza 195 . No hay, por tanto, monismo
ontológico en el fundador de la fenomenología, sino diferentes actitudes o modos
de aprehensión de lo real: la actitud naturalista, típica de las ciencias empíricas, y la
actitud intencional, que caracteriza a las ciencias del espíritu. Ésta es personalista;
es la actitud que habitualmente tomamos y que nos hace ver las cosas como nuestro
entorno y no como naturaleza objetivada 196 .
El segundo tomo de Investigaciones Lógicas se dedicará al estudio de los actos,
de las vivencias del sujeto que constituye - entre otras muchas cosas- la ciencia. En
ese segundo volumen, Husserl pretende comprender cómo los objetos científicos se
presentan a la conciencia. Entonces es cuando formula sistemáticamente la inten-
cionalidad, uno de los principios fundamentales de los actos de conciencia, de las
vivencias. Éstas siempre se refieren a algo, son conc iencia de algo, encieITan una in-
tención. Gracias a la intencionalidad, Husserl supera el problema kantiano de la opo-
sición entre el noúmeno y el fenómeno, así como la trascendencia e inaccesibilidad
del primero: para Husserl, el ser-en-sí es inseparable de la conciencia. Ésta define al
cogito al que hacía referencia Husserl en el pasaje que estábamos comentando. o se
trata, por tanto, del cartesiano "yo pienso", sino del "yo tengo conciencia de algo",
del yo que siempre está vinculado al cogitatum. Por tanto, la actitud propiamente
filosófica, la reflexión fenomenológica ejercida desde la conciencia intencional, no
renuncia a la vida en el mundo para enceITarse en una toITe de márfil, sino que tema-
tiza lo fenoménico y esto no es un simple es ectáculo, sino, como dirá Lévinas, lo
existente, el ser de nuestra vida 197 •
Husserl debe el descubrimiento de la inte cionalidad de la conciencia, como di-
jimos, a Brentano, pero fue más allá de él manifestando que no sólo la conciencia era
195
Cfr. E. Husserl. ideen JI. Husserliana JV. Den Haag, M. Nijhoff. 1952, p. 197. (Trad. Cast. ideas
11. México, FCE, 1997, p. 346). El manuscrito de esta obra estaba concluido en 1912. Aproximadamente hasta
1928 Husserl trabajó en él, pero sólo se público después de su muerte. Los avatares de Ja obra son relatados
minuciosamente por Zirión, en ·'Presentación" de E. Husserl. Ideas Ji, pp. 5-1 7.
196
Cfr. Ibídem, p. 183 (Cfr. Ibídem, p. 228).
197
Cfr. E. Lévinas. ( 1930) La théorie de f 'intutition Dans fa phénoménologie de Husserl. Paris. Vrin,
19947, p. 49.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-c/avefeno111enológica 95
-- ncional, sino también sus objetos. Por tanto, éstos son algo de una conciencia y
orresponden con actos intencionales de diversos tipos; por ello, los objetos tienen
ersos modos de darse.
Brentano practicaba una psicología de la introspección que es precisamente la
-~e Husserl combate en su lucha contra el psicologismo. Gracias a la intencionalidad
e la conciencia, Husserl establecerá que las cosas no se reducen a meras representa-
- ones mentales, como pretendía el plsicologismo. Por otro lado, frente al idealismo
~ .. Berkeley, que identifica el mundo con nuestras percepciones del mismo, la in-
- cionalidad husserliana distingue los contenidos de conciencia (vivencias) de los
~ etos de la conciencia; éstos son sus correlatos, pero no la conciencia misma. Por
parte, la vivencia no es un proceso psicológico en relación con una existencia real,
_~o una relación esencial y a priori.
Obsérvese bien que, aquí no se habla de una relación emre cierto proceso psi-
cológico -llamado vivencia- y otra existencia real en sentido estricto - lla-
mada objeto- o de un enlace psicológico que en la realidad objetiva tuviera
lugar entre lo uno y lo otro. Se habla antes bien de vivencias puramente según
su esencia, o de esencias puras y de lo que en las esenc ias está encerrado con
absoluta necesidad, "a priori " 198.
No se está aquí ante una analogía meramente superficial, sino ante una comu-
nidad radical. También la intuicion esencial es rigurosamente intuición, como
el objeto eidético es rigurosamente objeto ( .. .)
200
Ibídem. pp.14- 15. (fbídem, pp. (21-22).
201
lbídem.p. 13. (lbídem, p. 20).
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 97
'°' E. Husserl , Logische Un1ersuch11ngen. Husserliana XIX/2, p. 538. (Trad, cast. In vestigaciones
::.ógicas 2, p. 716).
203 Ideen!, p. 26 (Ideas!, p. 33).
98 Mª Carmen L ÓPEZ S ÁE. ·z
E. Husserl , Logische Untersuchungen. Husserliana XIX/2, pp. 10- 11. (Investigaciones Lógicas I,
- 19).
::os E. Husserl. Logische Untersuchungen. Husserliana XlX/2. pp. 690-691 . (Investigaciones Lógicas
:. p. 598).
106
Ibídem. p. 733. (Ibídem p. 746. Trad. modificada).
207
E. Husserl. Ideen!, p. 74 (Ideas/, p. 82).
100 Mª Carmen L ÓPEZ S ÁE NZ
208
Ibídem, p. 297. (Ibídctn. p. 308).
209
Cfr. Ibídem. pp. 321 -322. (Ibídem, p. 332). En realidad, "proposición" no tiene aqui un sentido
lógico. ni tampoco lingüístico, sino que es un recurso para unir posicionándose frente a algo. o olvidemos
que Sat::. viene del verbo setzen, que significa ·'poner'', "tematizar'".
210
Ibídem, p. 305. (Ibídem, p. 316).
Corrientes actuales de la Filosojia !. En-clave fenom enológica 101
Ya en Ideas l, obra que fue concebida por su autor para sentar las bases sobre las
cuales edificar las futuras investigaciones fenomenológicas, prevalece la concepción
de la fenomenología como ciencia descriptiva de esencias o ciencia eidética de la
conciencia. En esta obra, Husserl muestra que es posible hacer epojé del carácter
ponente de actos de conciencia como la percepción, para quedarse únicamente con el
objeto tal y como se da, en persona, conservando su modo de darse en la percepción,
pero sin posición de existencia:
¿Qué puede, en efecto. quedar cuando se ha desconectado el mundo entero,
incluidos nosotros mismos con todo cogitare?
Como el lector ya sabe que el interés que domina estas meditaciones se ende-
reza a una nueva eidética, esperará inmediatamente que sucumba a la desco-
nexión sin duda el mundo como w1 hecho, pero no el mundo como eidos, ni
tampoco ninguna otra esfera esencial. El desconectar el mundo no significa
realmente, en efecto, el desconectar, por ejemplo, la serie de los números, ni la
aritmética referente a ella.
Sin embargo, no vamos a seguir ese camino.
( ... ) Procederemos, por lo pronto, seilalando directamente y contemplando,
puesto que el ser que se trata de señalar no es otra cosa que lo que designare-
mos, por razones esenciales como "vivencias puras'', "conciencia pura'', con
sus "con-elatos puros", y, por otra parte, su "yo puro" desde el yo, desde la
conciencia, las vivencias que se nos dan en la actitud natural.
Yo soy -yo, el hombre real, un objeto real en sentido estricto, como otros del
mundo natural. Yo llevo a cabo cogitationes, "actos de conciencia" en sentido
lato y estricto. 2 12
La conciencia sigue siendo conciencia de la realidad natural; su ser no es afec-
tado por la desconexión; tal es el residuo fenomenológico; en otras palabras, con la
epoj é accedemos a la conciencia pura o trascendental, a la vez que a la región feno-
menológica entera, en la que podemos estudiar obj etividades, es decir, unidades de
sentido fundamentadas. En cambio, el mundo natural es un mundo infundado. La
actitud natural no nos da su fundamento , sin únicamente la creencia de que está ahí
dado . Para fundarlo , es decir, para averiguar en qué radica su posibilidad, Husserl
plantea la epojé como un ejercicio de libertad consistente en poner entre paréntesis
el carácter de existencia del mundo y dejar fu era de juego toda tesis sobre él, abs-
teniéndonos de juzgar. La desconexión respecto del mundo natural que implica la
epojé no nos separa para siempre de él, ya que la conciencia siempre tiende a lo que
la trasciende.
Esta epojé no es la duda hiperbólica cartesiana que niega provisionalmente
la realidad para hallar su fundamento en el cogito y, después, restaurar esa reali-
dad; Husserl no la pone en duda, sino que suspende el juicio de existencia sobre la
misma.
212
E. Husserl. Ideen 1, pp. 66-67. (Ideas !, p. 67. Trad. modificada).
Corrientes actuales de la Filosojia !. En-clave fenom enológica 103
En lugar pues. del intento cartesiano de llevar a cabo una duda universal, po-
dríamos colocar la ep ojé universal en nuestro nuevo sentido rigurosamente de-
terminado ( ... ) Ponemos fuera de juego la tesis general inherente a la esencia
de la actitud natural. Colocamos entre paréntesis todas y cada una de las cosas
abarcadas en este sentido óntico por esa tesis, así, pues, este mundo natural en-
tero , que está constantemente "para nosotros ahí delante", y que seguirá están-
dole pennanentemente, como "realidad" de la que tenemos conciencia, aunque
nos dé por colocarlo entre paréntesis.
Si así lo hago, como soy plenamente libre de hacerlo, no por ello niego "este
mundo" como si yo fuera un sofista, ni dudo de su existencia. como si yo fuera
un escéptico, sino que practico la ep oj é "fenomenológica" que me cierra com-
pletamente todo juicio sobre existencias en el espacio y en el tiempo.213
..\. diferencia de la duda cartesiana que considera el mundo como no existente y
- a pruebas de la misma, Husserl no duda de esa existencia; hace epojé de ella,
¡>0ne entre paréntesis, para averig ar cómo eso que existe es para la conciencia,
tllO se manifiesta. El mundo sigue siendo como es, pero, tras la epojé, lo descubro
-ólo como algo que existe, sino como fenómeno de existencia.
i bien Husserl valora la osadía cartesiana de pensar por sí mismo prescindiendo
-~ rejuicios para encontrar la certeza desde la que elaborar la ciencia, la duda caiie-
. a poco tiene que ver con la epojé fenomenológica , más allá de su intención fun-
ora de un conocimiento cierto. La primera termina demostrando la existencia del
.mdo a partir de los principios innatos del ego , mientras que la segunda no pone en
· de juicio la existencia de lo externo y sólo tiene la pretensión de averiguar cómo
- a a la conciencia. La epojé fenomenológica es un cambio de actitud; sólo suspen-
el juicio acerca de la existencia o no del mundo; no es una duda escéptica, sino
reafinnación de la posición ante el mundo que lo convierte en objeto y correlato
~ a conciencia trascendental.
En el intento de dudar que se fija sobre una tesis, y, según hemos supuesto, en
una tesis cierta y sostenida, se lleva a cabo la desconexión en y con una modi-
ficación de la antítesis, a saber, con la "posición" del no se1; la cual constituye
así la otra base del intento de dudar. En Descartes prevalece esta otra base hasta
el punto de poderse decir que su intento de duda universal es propiamente un
intento de negación universal. Aquí prescindimos de esto( ... ) Nos limitamos
a poner de relieve el fenómen o d 1"colocar entre paréntesis" o del "desconec-
tar", que, patentemente, no está ligado al fenómeno del intento del dudar2 14 .
Husserl reconoce, por otra parte, que en Descartes ( 1596- 1650) sigue existiendo
:::::..J escolástica oculta y una gran cantidad de prejuicios no aclarados.
La epojé no es una duda, ni siqmera es intento de duda. Ella marca el inicio del
- o ofar, de un modo similar a como lo hacía para los griegos el extrañamiento ante
:1.3
Ibídem. p. 65. (Ibídem, p. 73 ).
Ibídem, p . 64. (Ibídem, p. 72).
104 M' Carmen LÓPEZ SÁEi-;z
216
E. Husserl. Logische Untersuchungen . Erster Bond: Prolegomena zur reinen Logik. Husserliana
),,'VJJI. p.193 . (Investigaciones Lógicas!, p.162). En relación con este tema de la evidencia, véase mi trabajo,
«El alcance hennenéutico de la evidencia husserli ana". C. Moreno, A. de Mingo (edrs.) Signo, intencionali-
dad y verdad. Estudios defeno111e11ología. Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevi lla. 2005 ,
pp. 261 -275.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 107
Esta genuina filosofía pasa por la vuelta al ego cogito cartesiano en busca del ori-
gen del filosofar, pero, en Husserl, la evidencia predicativa de la ciencia implica otra
revia, pre-predicativa, más radical; además se interesa por el sentido de la ciencia,
e decir, por la vivencia de la misma.
Así pues, Husserl adopta el idealismo trascendental, pero se distancia del yo tras-
-endenta] kantiano y vuel ve al yo que surge tras la duda cartesiana, aunque reconoce
~bién sus enores, fundamentalmente su desconocimiento del sentido trascenden-
~1-no sustancial- del yo, es decir, del yo como unidad sintética de sus vivencias del
que tomamos conciencia tras la epoj é:
Por la epojé fenomen ológica reduzco mi yo natural humano y mi vida psíquica
-el re ino de mi experiencia psicológica de mí mismo- a mi yo fenomenológi-
co-trascendental, al reino de la experiencia fenomenológico-trascendental de
mí mismo. El mundo objetivo que para mí existe, que siempre existió y existirá,
que siempre podrá existir con todos sus objetos, extrae, como ya he dicho, todo
su sentido y su validez de ser -aquel que en cada caso tiene para mí- de mí
mismo, de mi en cuanto yo trasce dental , el yo que emerge únicamente con la
epojé fenomenológico transcendental2 18 •
Podemos ver que Husserl no duda en absoluto de la existencia del mundo; si
-ecurre al yo transcendenta l es para enco ntrar el sentido de dicho mundo. El análisis
:'enomenológico de la intencionalidad de la conciencia desemboca en el yo como su-
- ~to unificador de todas las intencionalidades y, así, enriquece la subjetividad, que no
~~reduce a una vivencia más, puesto que la conciencia es constitutiva de todo lo que
ene sentido, de lo objeti vo gracias a la correlación con nuestra subjetividad .
¿Qué significa este poder constitutivo? Nada que tenga que ver con la creación
~e algo y menos todavía desde la nada. Husserl denomina "constitución" al aconte-
.:uniento de esta vivencia, es decir, a la donación de sentido a la experiencia vivida.
,..onstitución no es ni imposición de sentido por la conciencia, ni algo que podamos
~contrar ya en el objeto, sino eso que habita en la vivencia del mismo. Ésta posee
siempre, como hemos visto, una estructura de correlación, por lo que los objetos se
.:on tituyen como tales para una conciencia y, por tanto, en los actos. La constitución
_- ta salida de la conciencia al encuentro de las cosas mismas; este carácter ek-stático
- o es sino su intencionalidad. Esta conciencia intencional es el factor previo a toda
:onstitución; en otras palabras, su auto-constitución posibilita la constitución de to-
:: s los objetos. Gracias al yo trascendental, descubro que la subjetividad es un modo
~e er inseparable y diferente del mundo que constituye.
"' E. Husserl. ( 1931) Cartesianische Meditationen. Husserliana l. Den Haag, M. Nijhoff, 1963, p.
- - (frad. Cast. Medi1aciones cartesianas. Madri d, Tecnos, 1986, p. 9).
=1~ Ibídem. p. 65. (Ibídem. p. 36).
108 Mª Cannen L ÓPEZ SÁENZ
Lo que en la actitud natural era una relación entre dos entes intramundanos, la
conciencia y el mundo, es abordado, después de la reducción, como una relación
trascendental o de constitución. Ésta no es obra de la conciencia aislada, sino justa-
mente de su intencionalidad, la cual, una vez efectuada la reducción, se convierte en
una relación trascendental, pues el ser intencionado del objeto deviene ser constitui-
do, es decir, dotado de sentido. Lo constituido es cogitatum o polo intencional de una
vivencia. El otro polo, el cogito sólo es algo en sus vivencias, ya que el mundo es el
otro polo intencional de éstas.
La evidencia de la cogitatio pura es insuficiente para extraer objetos universales
específicos y obtener juicios de esencias. Por eso, Husserl muestra el modo en el
que en ella "se constituyen" objetos diversos. Esta constitución significa que el dato
inmanente de carácter intencional no se encuentra meramente en la conciencia, como
si ésta fuera un recipiente; sino que el objet se presenta a ella como fenómeno, es
decir, como objeto intencional en el modo como aparece. Este objeto no se identifica
con el de la realidad externa, sino que es el constituido para el yo en su aparecer.
( ... ) sobre el fundamento de actos elementales que hay que enlazar sintética-
mente, vienen a conciencia, cuando se construyen adecuadamente, ciertos
datos: situaciones objetivas de esta o aquella forma ontológica. También aquí
"sucede" el "constituirse" el objeto de q e se trata en actos de pensamiento
infom1ados de tal o tal otro modo; y la conciencia en que se lleva a cabo el
darse -por así decir, el puro ver de las cosas-, a su vez, no es a modo de una
mera caja en que sencillamente están esos datos, sino que la conciencia que ve
es -prescindiendo de la atención- actos de pensamiento informados(geformte)
de tal o tal otro modo. Y las cosas, que no son los actos de pensamiento, están,
sin embargo, constituidas en ellos, vienen en ellos a estar dadas; y, por esencia,
sólo así constituidas se muestran como lo que son219 •
La constitución fenomenológica de las cosas no es la de dos sustancias: cogito
y cogitatum, sino conciencia intencional abierta al mundo. Para Desca1tes, por el
contrario, el mundo era sustancia extensa y la conciencia, sustancia pensante, pura
interioridad clausurada en sí y descarnada. Descait es separaba, así, radicalmente la
conciencia del mundo, hasta el punto de que sólo gracias a la bondad y veracidad
divina, era posible la certeza de la existencia del mundo exterior. Con él, el mundo se
disocia en dos: la naturaleza (objeto o en-sí) y el mundo de la psique (sujeto o para-
sí). Descartes no llegó a comprender que no hay ego sin cogitatum. Por el contrario,
Husserl no secciona el ser de algo de su modo de aparecer.
Evidentemente el yo fenomenológico no es el cogito de Descartes, ya que no está
separado del mundo, sino que es la serie de Yivencias que, por otra parte, no contiene
en sí el cogitatum pues, como hemos dicho, la conciencia es direccionalidad y no
sustancialidad. Descartes no superó, por tanto, el objetivismo cuya crítica emprende-
2 19
E. Husserl. ( 1907). Die Idee der Phéino111e110/og ie. Fünf Vorlesungen. Husserliana !!, p. 71 (Trad
Cast. la idea de /a fenomenología. p. 85).
Corrientes actuales de la Filosofia J. En-clave f enomenológica 109
::....., E. Husserl. Manuscrito de 1907. B JI 1, hojas 25ª y ss. Cit. por W. Biemel, «Introducción del editor
án», D ie Idee der Phiinomenologie. Fü1?f Vorles11ngen. Husserliana JI, p. X . {La idea de lafenomenolo-
p. 17).
110 M" Carmen L ÓPEZ SÁENZ
que componen esta obra tratan de esa constitución de objetos desde la perspectiva
trascendental, es decir, desde la conciencia constituyente dirigida a fenómenos.
Husserl sistematiza aquí eso que denomina "reducción gnoseológica":
En toda investigación de teoría del conocimiento, sea cual sea el tipo de cono-
cimiento concernido, hay que llevar a cabo la reducción gnoseológica, esto es,
hay que afectar a toda trascendencia que intervenga con el índice de la desco-
nexión, o con el índice de la indiferencia. con el índice gnoseológico cero; con
un índice que proclama: aquí no me importa en absoluto la existencia de todas
esas trascendencias, crea yo o no en ella; · ste no es el lugar de juzgar acerca de
ella; ese asunto queda aquí completamente fuera de juego~21 •
Esto es debido al interés que Husserl pone en aquel tiempo en la teoría del cono-
cimiento. Se pregunta cómo éste puede alcanzar el objeto, en otras palabras, cómo
el ser en sí puede darse a un sujeto. Estos interrogantes refonnulan, en definitiva, la
clásica pregunta por la adecuación entre la cosa y el intelecto.
Sin embargo, la fenomenología no se reduce a una metodología para alcanzar
esa adecuación, ni siquiera para adoptar la actitud filosófica, sino que es ciencia pri-
mera, ciencia de las esencias, idealismo trascendental que somete a crítica los co-
nocimientos establecidos y quiere fundamentar el saber. Emprende una crítica del
conocimiento natural, a través de una crítica de la razón, con objeto de interpretar
correctamente los resultados de las otras ciencias. Considera que éstos son positivos,
pero no se bastan a sí mismos y, por ello, tienen que ser interpretados a través de una
crítica del conocimiento. Ésta pennitirá discernir la necesidad que las ciencias de
hechos tienen de la ciencia propiamente fil sófica, de la ciencia del ser entendido de
manera absoluta; tal ciencia será, para Husserl, la metafísica surgida de la crítica del
conocimiento natural:
Precisamente gracias al cumplimiento de estas tareas se hace apta la teoría del
conocimiento para ser crítica del conocimiento o, dicho más claramente, para
ser crítica del co11ocimie11to natural en todas las ciencias naturales. Nos pone,
entonces, en efecto, en situación de interpretar de modo correcto y definitivo
los resultados de las ciencias naturales concernientes al ser ( . . . ) Sólo, pues,
la reflexión gnoseológica produce la separación de ciencia natural y filosofía.
Sólo por ella se hace patente que las ciencias naturales del ser no son cien-
cias definitivas del ser. Es necesaria una ciencia del ser en sentido absoluto.
Esta ciencia, a la que damos el nombre de metafisica. surge de un "crítica"
del conocimiento natural en cada ciencia sobre la base de la intelecci ón (obte-
nida en la crítica general del conocimiento) de la esencia del conocimiento y
de la esencia del objeto de conocimiento según sus distintas configuraciones
fundamentales 222 •
221
E. Husserl. Die Idee der Phéinomenologie. p. 39 (La idea de lafenome110/ogía, p. 51 ).
Ibídem, p. 23 (Ibídem, p. 32-33).
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave f enomenológica 111
complejo, sino una intuición que requiere, sin embargo, una nueva fonna de visión
depurada que nunca da nada por adquirido definitivamente.
La reducción es una consecuencia elaborada de Ja adopción de Ja actitud reflexi-
va o fenomenológica. Es una reflexión que va a Ja raíz; su función es re(con)ducir lo
que se muestra a la fonna cómo se muestra. Tomada así la Reduktion, en su sentido
etimológico, lleva Ja correlación entre actitud y mundo, que fue descubierta tras Ja
epojé, a la fuente que justifica toda validez una vez adoptada la actitud fenomenoló-
gica de la reflexión. Por tanto, es erróneo afirmar que la reducción fenomenológica
sea reducción del mundo a la conciencia, porque el mundo sigue siendo lo que es; lo
que hace la reducción es prestar atención al mismo tal y como es dado a Ja concien-
cia. Con ella, Husserl intenta comprender Jo que siempre damos por descontado, no
eliminarlo. Lo que creíamos que era un modo de existencia aparte de nosotros, se
revela, entonces, como algo que se nos da.
En Ideas 1 y en Meditaciones cartesianas, la reducción también parece adquirir
su sentido en el seno de una teoría del conocimiento, ya que viene motivada por Ja
búsqueda científica de la evidencia apodícti ca básicamente del lado del cogito. Sin
embargo, en Ideas!, Husserl destaca, asimismo, que la reducción es inmotivada, ya
que ninguna cosa del mundo natural es su detonante; en tanto tal, la reducción es el
acto de la libertad.
Lo que debemos retener es que la reducción no elimina nada, sino que todo lo re-
conduce a la conciencia, a esa región que resiste a la reducción, porque es constitu-
yente o absoluta y lo es, no sólo porque está fuera de duda, sino también porque todo
lo otro es relativo -ontológica y gnoseológicamente- a ella, por eso, podemos decir
que la conciencia es lo irrelativo. Así pues, la reducción nos ha conducido a la apo-
dicticidad de la conciencia o conciencia pura ; todo lo inmanente a ella tiene carácter
absoluto y necesario, mientras que lo que la trasciende tiene carácter fenoménico y
contingente:
Así resulta perfectamente claro que todo cuanto en el mundo de las cosas está
ahí para mí, es por principio sólo una presunta realidad; que en cambio, yo
mismo, para quien ese mundo está ahí (con exclusión de aquello que es añadido
al mundo de las cosas "por mí"), o que la esfera de actualidad de mis vivencias
es una realidad absoluta.
Frente a la tesis del mundo, que es una tesis "contingente", se alza, pues, la
tesis de mi yo puro y de la vida de este yo, que es una tesis "necesaria ", abso-
lutamente indubitable. Toda cosa dada en persona puede no existir; ninguna
vivencia dada en persona puede no existir, tal es la ley esencial que define esta
necesidad y aquella contingencia. 2: 4 .
Al igual que las cosas, las vivencias se nos dan "en persona" (Leibhaft), lo cual
significa que se presentan ante Ja conciencia; sin embargo, mientras que es posible
224
E. Husserl. Ideen!, p. 98. (Ideas !, p. 106).
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave jeno111e11ológica 113
-~er
epojé de la existencia de la cosa conespondiente a lo percibido, es imposible
::er lo mismo con la vivencia, ya que ésta es inmanente a la conciencia de cuya
_ i-tencia no puedo prescindir para tener vivencias.
De Ja misma manera, una vez efectuada la reducción, se toma conciencia, de
no apodicticidad del mundo y se considera su existencia en tanto re(con)ducida
yo. Husserl, por tanto, ni niega ni afirma la realidad exterior, sino que se centra,
_ lusivamente, en el ser que aparece a la conciencia, es decir, el ser que el mundo
ene como fenómeno.
La conciencia pura trascendental o conciencia absoluta toma distanc ia de todo
--;ruralismo, aunque sea a costa de separar radicalmente la existencia inmanente y la
cendente. Husserl se concentra en la primera, ya que si el mundo es relativo a Ja
_ nciencia, hemos de considerar su existencia en tanto reducida, es decir, hemos de
.: tenemos únicamente en lo que nos aparece de él. Esto no significa que tengamos
~ªe sustituir la existencia del mundo por el fenómeno del mismo en cuanto mero
para la conciencia, porque el idealismo de Husserl, como vimos, no es absoluto,
-mo trascendental; la intencionalidad de Ja conciencia nunca se pierde y Ja reducción
:. 1 mundo es Ja condición necesaria para ganarlo 225 , como sentido del mismo por la
ia de llevar el ser a su condición de fenómeno de la conciencia. Pero, cómo y a qué
.,...undo somos reconducidos?
Conviene tener presente que ep ojé y reducción no son sinónimos: la primera es
! paso previo a la segunda en cuanto descubre la subjetividad y su intencionalidad,
""'e!O la reducción supera la actitud natural y penetra en Ja trascendentalidad de lo
bjetivo. Hemos visto que la epojé neutraliza la existencia del mundo; pues bien,
-On la reducción trascendental, lo reencontramos en el ego trascendental, basamento
ltimo de la constitución del sentido. No se trata de abandonar una región por otra,
de Ja conciencia reflexiva por la del ego que condiciona toda posibilidad, sino de
-"integrar el mundo en la esfera de ser que lo trasciende.
La reducción trascendental es un resultado de la reducción fenomenológica y es
-unultánea a la adopción de la actitud trascendental, fundamental para llegar a las
·osas mismas. sin reducirlas ni a sus contenidos de experiencia, ni a la simple identi-
ficación con la cosa que se sigue de t da suspensión del juicio.
Las "cosas mismas'', reconducidas ahora al ego trascendental, son las vivencias,
que pueden descomponerse en: contenido de conciencia o nóema y acto de expresión
de dicho contenido o nóesis. El análisis fenomenológico ha revelado la evidencia
de ambos y ha estudiado la consistencia de la vivencia contemplada eidéticamente.
A.hora, tras la reducción trascendental no sólo aparece lo que se da a conocer a la
onciencia esencialmente y corno unidad de sentido, sino también Ja unidad de la
onciencia, configurada por la con-elación entre nóesis y nóema. Ambas no son rea-
:~ 5 E . Husserl. Erste Philosophie. (192314). Zweiter Teil. Husserliana VIII. Den Haag: M. ijhoff,
1959, p. 52.
114 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
El cuerpo es, pues, "medio" de la percepción, no sólo por sus órganos que cap-
tan, sino por las funciones elaboradas que desempeña como un todo y que no son
226
E. Husserl. Ideen//, p. 139. (Trad. Cast. Ideas ll, p. 178).
227
Ibídem, p .56 (Ibídem, p. 88).
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave fenomenológica 117
El cuerpo es nuestro aquí y ahora. Todo lo que aparece tiene una referencia de
rientación al cuerpo. Las coordenadas espaciales en las que se me presenta la cosa
son relativas a mi situación corporal (ej. digo que algo está atTiba en referencia a mi
.:abeza). Además el cuerpo es el órgano de la percepción, entendida no sólo como
::-e epción de datos sensibles, sino también como actividad motriz que implica la bús-
- eda de otros datos sensibles y la aprehensión sinestésica de los mismos, la capta-
- ón de su unidad, la constitución de esquemas y de los fenómenos.
El cuerpo propio es una cosa diferente de todas las otras, porque nunca desapa-
-ece para mí, es decir, porque siempre es fenoménico y, no sólo como objeto para la
-"nciencia, sino también como vivencia de la misma y como sujeto perceptor.
Husserl ya era consciente de Ja fu nción del cuerpo en la percepción en Ideas 1,
raen la que distingue las percepciones inmanentes (internas) y transcendentes (ex-
~as) para dar con las características esenciales de la vivencia y llegar a la concien-
- a pura que va a constituir el campo de la fenomenología. En el párrafo 39 de dicha
ra, establece Ja relación de la conciencia con la realidad natural. Busca la fuente de
tesis general del mundo que llevamos a cabo en la actitud natural, es decir, de Jo
-. e hace posible que me encuentre bajo la forma de la conciencia con un mundo de
as que está ahí frente a mí, que me atribuya w1 cuerpo en este mundo y que, por
!nde, pueda insertanne a mí mismo e n él.
Patentemente es esta última fuente la experiencia sensible ( ... )
=21 E. Husserl. Grundprobleme der Phanomenologie Den Haag, M. Nijhoff, 1973. (Trad. Cast.
~blemas .fimdamentales de la fenomenología. Madrid, Ali anza, 1994, p. 50).
118 M" Cannen L OPEZ SÁENZ
219
E. Husserl. Ideen 1, pp. 80-81. (Ideas I, pp. 88-89). os ocuparemos más delante de la percepción
en Husserl para comprender su enorme influencia -con sus consiguientes disidencias- en Merleau-Ponty.
Ahora sólo la mencionarnos para comprender el importante papel que Husserl otorga al cuerpo.
'-'º La lectura del siguiente apartado ilustra esto último.
1
'-' Esas sensaciones dobles testifican, asimismo. que la interacción entre la ipseidad y la alteridad
que se produce en el cuerpo explica la empatía y está en la base de la intersubjetividad. De ahí que, no só lo
en Merleau-Ponty (Véase mi trabajo , "Intersubjetividad como intercorporeidad", La lámpara de Diógenes.
vo l. 5 (2004). pp. 57-71), sino en el propio Husserl. la comunización presuponga una intersubjeti vidad que
comienza siendo corporal, en vi1tud de esa dimensión de exterioridad que anticipa al otro.
232
Ideen!!, p. 148 (Ideas 11, p. 187).
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave fenomenológica 119
( ... ) Las sensaciones localizadas no son propiedades del cuerpo como cosa
física, pero. por otro lado, son propiedades de la cosa cuerpo, y justo propie-
dades de la acción. Se presentan si el cuerpo es tocado, presionado, pinchado,
etc. y se presentan AHÍ DONDE lo es y CUAJ\TDO lo es; solamente en ciertas
circunstancias perduran más que el toque. Toque significa aquí un suceso físi -
co, dos cosas sin vida también se tocan; pero el toque del cuerpo condiciona
sensaciones en él o dentro de éF3·'.
Las ubiestesias son sensaciones en y sobre el cuerpo.
En esta misma línea, en La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología
1anscendental, Husserl rechaza el dualismo cartesiano de las dos sustancias que
233
Ibídem, pp. 145-146 (Ibídem, pp. 185-1 86). Es conveniente la lectura de todo el párrafo 36 en
el que se enmarca este fragmento para la mej or comprensión del alcance de estas ubiestesias. Asimismo,
esultará imprescindible. para una comprensión global del cuerpo en Husserl, el capítulo de J. San Martín,
' puntes para una teoría fenomenológica del cuerpo», en J. Ri vera de Rosales y Mª C. López Sáenz. El cuer-
po. Perspectivasfllos~(icas. Madrid, U ED. 2002, pp. 133- 164.
120 M' Carmen L ÓPEZ SÁENZ
El cuerpo es medio, pero ahora para abrirse por empatía (Einfiihlung) a la inte-
rrelación con el mundo común y con los otros seres animados. Husserl ampliará esta
tesis en la V de sus Meditaciones cartesianas y en sus numerosos estudios sobre la
intersubjetividad.
Estas consideraciones husserlianas sobre el cuerpo vivido, aquí brevemente pre-
sentadas, demuestran que no fue un filósofo de la conciencia absoluta. Desde sus
234
E. Husserl. Ideen !, p. 116-11 7. Ideas L p. L6
Corrientes actuales de la Filosojia /. En-clave fenomenológica 121
primeros estudios hasta sus publicaciones póstumas, puso de manifiesto que no ha-
bía prioridad empírica de la conciencia; no obstante, persiste, en él, cierto dualismo
entre la esfera de inmanencia de la conciencia y la de trascendencia. Hay que recor-
dar, nuevamente, sin embargo, que la conciencia es intencional y no sustantiva. Sin
embargo, sus análisis de lo trascendente y de lo material siempre son reconducidos a
la conciencia, como si se aceptara la previa separación de los mismos y la necesidad
de repararla. Por otra parte, no es en ellos, sino en la conciencia donde se producen
las experiencias, aunque entre conciencia y mundo exista un a priori universal de
coITelación. A pesar de ello, conciencia y realidad están separadas, cuando menos,
por un abismo de significado.
Lo impottante, no obstante. es que, no sólo la fenomenología, sino la filosofía
posterior a Husserl heredará y ampliará esta centralidad del cuerpo para el conoci-
miento, para la constitución de un mundo intersubjetivo y para la vida consciente.
Concretamente, Merleau-Ponty continuará su descubrimiento de la intencionalidad
operante (no representativa) en el cuerpo, concibiéndolo como sujeto-objeto, como
un yo puedo práctico, una motricidad capaz de producir hábitos sensorio-motores,
que constituyen eso que el denominó p raktognosia y que entendemos como un saber
corporal.
es, por tanto, la presentación que posibilita la apresentación del otro como otro ego
transcendental.
El cuerpo propio vivido se constituye originariamente; aprehendo el otro cuer-
po físico como otro cuerpo vivido a partir del mío, mediante una transferencia
aperceptiva:
Por cuanto en esta naturaleza y este mundo mi cuerpo orgánico es el único
cuerpo físico que está constituido y que uede ser constituido originariamente
como cuerpo orgánico (como órgano funcionante), ese otro cuerpo fisico, allí,
que sin embargo es aprehendido como cuerpo orgánico, tiene que tener este
sentido en viltud de una transferencia apercepriva a partir de mi propio cuerpo
orgánico. 235
Esta aprehensión analogizante es fundamentada por la semejanza del cuerpo del
otro con el mío. En toda percepción se produce una apresentación analógica de las
caras no presentadas del objeto; pero, mientras que en las cosas la posibilidad de
una presentación originaria y original de esos "lados" no vistos permanece siempre
abierta a priori, la alteridad del otro es irreductible y sólo se presenta a ego como no-
. .
presencia ongmana.
A diferencia de los objetos, el otro no es un contenido de mi conciencia, no es
un fenómeno, sino que se me da de manera irreductiblemente mediata, de modo que
tiene una zona de oscuridad que se me escapa. Para que tenga sentido, ha de ser co-
ITelato de una conciencia, pero sin perder su alteridad. Ego transfiere al otro el senti-
do de yo, pero no lo convierte en un mero duplicado de sí, ya que tiene otro modo de
ser y otros contenidos de conciencia allí. Puedo imaginanne en su allí als ob, puedo
concebir subjetividades ajenas como si fueran posibilidades mías, pero, entonces, no
puedo hablar de alteridad radical, sino de alteridad enraizada en ego. Parece, pues,
imposible captar al otro fuera de mí.
En la V Meditación, Husserl insiste en que el ser-para-nosotros-de-los-otros (das
Für-uns-sein der Anderen) no pone en cuestión la egología, ya que el otro es consti-
tuido como momento del ego. Esta constitución difiere de la de los objetos, porque
ego es otro sujeto trascendental. Demuestra que precisamente porque la subjetividad
extraña no es un correlato intencional de m1 conciencia, existen plurales sujetos iITe-
ductibles a mi ego. Habida cuenta de que sin La alteridad de los objetos, el otro, en
tanto sujeto-objeto, no surgiría, es necesario pensar conjuntamente ambas alterida-
des y, por ello, funda la objetividad en la intersubjetividad reafirmando que el sentido
constituido por otros es el mismo que el constituido por ego, es decir, que lo que hay
en realidad es una sincronía de conciencias Si los otros son egos, no pueden ser sim-
ples elementos integrantes de mi mundo, meros productos de mi actividad conscien-
te, sino que también ellos son donadores de significado. Por consiguiente, su sentido
no es sin más algo constituido por mí: el otro es también sujeto constituyente.
135
E. Husserl. Cartesianische Meditafionen , p. 140 (Meditaciones cartesianas. pp. 146-147).
Corrientes actuales de la Fi/osofia J. En-clave feno111e110/ógica 123
236
Ibídem. p.142 (Ibídem, pp. 148-149 . Trad. modificada).
237
Ibídem, p. 144 (Ibídem, p. 151. Trad. modificada).
124 Mª Carmen L ÓPEZ SÁENZ
no es desde fuera sino desde dentro. Me encuentro y expreso como sujeto de mi cuer-
po propio. Puedo pensar, fantaseando, mi c erpo como allá exterior pero no puedo
estar aquí y allá al mismo tiempo; esto explica la duplicación del yo en yo empírico y
yo extraño posible. Lo que se me aparece como cuerpo extraño orgánico es índice de
algo más, de un cuerpo propio y de una subjetividad total y así la aparición externa
que tengo de otro cuerpo orgánico propio coJTesponde a la aparición que él tiene de
sí mismo:
Yo apercibo el cuerpo orgánico extraño, no sólo como cuerpo según la apari-
ción externa que tengo, sino que esta aparición externa está cargada con una
intención que interpreta como cuerpo propio lo que aparece, vale decir, de una
intención que se aclara por medio de la presentificación de una percepción de
si mismo del contenido "cuerpo orgánic propio", con la cual está de acuerdo
(en la unidad de una modificación de presentificación de la "percepción") "la
percepción de sí mismo" presentificada del estrato sensorial especificamente
pertinente, la presentificación de una pluralidad determinada de apariciones
del mundo de cosas que rodean al cuerpo propio y finalmente la donación de
si mismo y el vivenciarse a si mismo de una pluralidad de vivencias ( ... ) En
síntesis, es presentificada una esfera total de experiencia original238 .
Junto a la constitución de los otros sujetos se constituye también un mundo cor-
poral intersubjetiva y se distingue lo intersubjetiva de lo subjetivo. También se cons-
tih1ye cada sujeto como unidad intersubjetirn.
El otro no se presenta como las cosas, como un correlato intencional, sino como
alter ego, con sus propias vivencias, su propia libertad y capacidad para efectuar la
reducción y donar sentido, en suma, como tro yo que también es constituyente; por
eso lo experimento como otra fuente de sig ificado. Así pues, los otros son trascen-
dentales; no son meras representaciones; tampoco son trascendentes como las cosas,
porque cada uno es yo para sí mismo, fuente de unificación.
La fenomenología trascendental no es la del ego, sino la de la intersubjetividad;
en otras palabras, el ego trascendental no es solipsista239 . Para empezar, la experien-
cia de la objetividad, de la que era condición necesaria la reconducción a la concien-
238
E. Husserl. Zur Phiinomenologie der Imersubjerivitiil J. Husserliana XIII , Den Haag, M. Nijhoff,
1973, p. 251.
239
Cualquier estudio del ten1a de la intersubjetividad en las obras husserlianas, n1uestra que éste
es uno de los temas recurrentes de Husserl abordado desde sus primeras producciones y continuamente
revisado.
La colección "Husserliana" , con la ayuda de l. Kem, editó tres volúmenes con textos de Husserl sobre
la intersubjetividad escritos desde l 905 hasta 1935 (E. Husserl. Zw· Phiinomenologie der lntersubjektiviliil J
(Tomo XTll), TI (Tomo XIV) y lfl (Tomo XV). The Hague, M. Nijhoff, 1973. Existe una selección de algunos
de estos textos traducidos al casi. por J. Tribarne. La intersubjetividad en Husserl. Buenos Aires. C. Lohlé,
1987- 1988. Asimismo, puede consultarse, C. Moreno Márquez. La intención comunicativa. Sevilla. Thémata,
1989 y Mª C. López Sáenz. investigaciones fenomenológicas sobre el origen del mundo social. Zaragoza,
PUZ, 1996, especialmente. pp. 17-143. Ambas obras, cuentan con una exten a bibliografia sobre la intersub-
jetividad, la socialidad y la comunicación en la fenomenología.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 125
cendental y que ésta, a su vez, es interrelación entre sujetos constituidos pero tam-
bién constituyentes.
En el siguiente fragmento comprobamos que el solipsismo de Husserl sólo ha
sido una auto-objeción metodológica provisional, un recurso fenomenológico para
subrayar la necesidad de una filosofía trascendental:
Quizá la reducción al ego trascendental sólo implique en apariencia una cien-
cia pe1manentemente solipsista, mientras que, por el contrario, su consecuente
ejecución, conforme a su propio sentido, conduzca a una fenomenología de la
intersubjetividad trascendental y, en vi1tud de ésta, se despliegue en una filoso-
fía trascendental en general. Habrá de mostrarse, en efecto, que un solipsismo
trascendental constituye tan sólo un nivel filosófico inferior, que, como tal, ha
de ser delimitado con un propósito metodológico, para poder poner en juego de
modo adecuado la problemática de la intersubjetividad trascendental en cuanto
fundada, esto es, en cuanto perteneciente a un nivel superior.241
La reducción a la esfera de propiedad del yo, sólo era un método cuyo cometido
era demostrar que las vivencias propias remiten a Jos otros y son resultado de mi
conciencia intencional. Por consiguiente, Husserl establece con claridad que la ego-
logía es sólo un estadio necesario para llegar al nivel superior de Ja intersubjetividad;
asimismo podemos apreciar el intento de restituir a Ja subjetividad su dimensión pri-
mordial intersubjetiva.
El yo trascendental no es único e intransferible; Ja reducción al mismo era un
modo de demostrar su papel donador de sentido, pero ese ego habita en cada uno de
los miembros de la intersubjetividad, la cual es verdaderamente trascendental. En
efecto, el problema de la intersubjetividad, como otros muchos de los estudiados por
la fenomenología, no se plantea en la actitud natural, sino en Ja actitud fenomenoló-
gica o trascendental, centrada en la vivencia de la interrelación.
Parece paradójico que el yo trascendental absoluto pueda pluralizarse, pero no Jo
es si pensamos que se trata, desde el comienzo, del mismo yo que vive en el mundo,
de un yo intersubjetivo, que en su ser absoluto lleva implícita Ja constitución del
mundo en el que coexisten otros, en relación:
Yo no puedo ser lo que soy sin los otros que son para mí, estos otros tampoco
pueden ser sin mí. La inclusión intencional es necesidad de la coexistencia
trascendental. No debido a una ley externa sin sentido, que hubiera reunido
casualmente a unos y a otros [ . .. ]
Lo que no puede ser conocido no es; ser es cognoscibilidad, y lo que no puede
ser conocido sin otro, no puede existir sin otro. Lo que es conocido como exis-
tente necesariamente, como trascendente a mí, el cognoscente no es un "mero
producto del conocimiento", sino que es en sí realmente242
241
E. Husserl. Cartesianische Meditarionen, p. 69. (Trad. Cast. Meditaciones carresianas, p. 44).
242
E. Husserl (1929-1935), Zur Phdnomeno/ogie der fnlersubjetivitdt /ll. Husserliana XV. Den Haag,
M.N ijhoff, 1973. p. 370.
Corrientes actuales de la Filoso.fla J. En-clave fe nomenológica 127
El propio yo no sería fuente de mtencionalidades sin los otros. Por tanto, hay
oexistencia de sujetos, pero trascendental y no meramente fáctica· esto significa
que hay existencia en común de seres donadores de sentido, unidos por una finali-
dad trascendental y no meramente yuxtapuestos por azar. Ante todo, corno subraya
Husserl en el pá1Tafo, lo que nos une es el afán de verdad, de conocimientos funda-
dos, que son los que dan sentido al ser, sin suplantarlo, pero desde la convicción de
que sólo puede ser lo fenoménico y de que el sujeto ante lo que algo se manifiesta
existe, "es en sí realmente", porque vive conscientemente su existencia.
La investigación husserliana de la intersubjetividad ha sido perseguida funda -
mentalmente a través del estudio de su fenomenología estática, centrada en el aná-
lisis del eidos ego; la fenomenología genética, en cambio, que intenta comprender
al otro como tal, ha sido menos analizada. Ahora bien, incluso la primera tiene que
enfrentarse a la innegable intersubj etividad, porque el ego no es la conciencia indivi-
dual, sino el eidos ego que aparece tras la reducción eidética y vale universalmente
para todo ego. El otro ego es la variación in1aginaria del eidos ego. El ego transcen-
dental abraza todas las puras variaci ones de posibilidad de mi ego fáctico incluido
éste mismo como posibilidad.
En Die Krisis, Husserl reconocera explícitamente la existencia histórica de la hu-
manidad como tal que comienza con la relación social recíproca y cobra significado
rrascendental con la reducción que saca a la luz la solidaridad intencional, la cual se
igue del a priori de la inseparabilidad de la conciencia de sí y de la conciencia del
otro,
[ . .. ] porque es impensable, y no simplemente del orden del simple hecho, que
yo sea hombre en el mundo sin ser uno de los hombres. Es posible que no haya
nadie en mi campo de percepción. pero son necesarios compañeros humanos en
tanto que reales y conocidos y fom1ando el horizonte abierto de un encuentro
posible. Yo soy de hecho en un presente ca-humano y en un horizonte abierto
de humanidad, soy de hecho en medio de un contexto generativo, en la unidad
de flujo de una historicidad en la que este presente es el de la humanidad y el
mundo del que tiene conciencia, el presente histórico de un pasado histórico y
de un futuro histórico243 .
En esta obra se afirma que el ego trascendental puede constituirse como declina-
ble, como siendo un modo de derivación de él mismo (en el modo del pasado) que
da lugar a un ego actual constantemente presente en su flujo ; este ego se constituye
a sí mismo como ego que dura en la auto-temporalización (y aquí entramos ya en la
fenomenología genética) ; de manera análoga, este ego constituye en sí al otro como
otro, en la esfera primordial que dura,
La auto-temporalización por eso que podríamos llamar "Ent-gegenwartigung"
(por la rememoración) tiene su analogía en mi "Ent-fremdung" (es decir, la em-
w E. Husserl. (1950) Die Krisis der Europiiischen Wissenschaften und die Transzendentale
Phiinomenologie. Husserliana VI. Den H aag, . Nij hoff, 1976, p. 256.
128 M' Cannen LÓPEZ SÁENZ
La temporalidad del otro y la mía se entrecruzan con otras que perviven en la cul-
tura. La apresentación del otro en mí trae una donación de significados con los que
me confronto y lo mismo ocurre con la temporalidad. Sin embargo, la empatía, por
sí sola es incompleta, porque no aclara cómo los otros se convierten en yos trascen-
dentales en mi propia vida transcendental. Será necesaria una reducción específica
a la esfera originaria de ego, para comprender el verdadero sentido de la intersub-
jetividad trascendental como trascendencia (alteridad) en la inmanencia (esfera de
propiedad), es decir, para probar que llevo a los otros en mí.
De nuevo, esta reducción husserliana se ha malinterpretado, ya que no signi-
fica que Husserl se quede ence1ndo en la esfera de lo más propio, sino que, des-
de ella, somos reconducidos a la intersubjetividad como trascendental. Se trata, por
tanto, de una doble reducción, expuesta por Husserl en "Problemas fundamentales
de la fenomenología", que descubre una intersubjetividad en el yo en la forma de
una coexistencia entre el yo empatizante y el yo empatizado, que me permite pen-
sar que yo mismo puedo ser otro para ese otro que también es un yo. Husserl defi-
ne la reducción intersubjetiva como "reducción transcendental en la einfühlender
Vergegenwiirtigung (representación empática) de la subjetividad ajena"246 ; la repre-
244
Ibídem, p . 189.
E. Husserl, E. Zur Phdnomenologie der f/l/ersubjectivitiit. Ill, p. XLVIU.
E. Husserl. Erste Philosophie //,Husserliana VIII. Den Haag, M. Nijhoff, 1959, p. 174.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-c!avefeno111e110/ógica 129
1
" Cfr. J. San Martín. La reducción feno111e110/ógica. Una imroducción a la fenomenología de
Husserl. Universidad Complutense de Madrid, 1973 (Véase el capítu lo III).
248
Husserl, E. Die Krisis, p. 190.
249
Cfr. E. Husserl. Forma/e und trans::endentale Logik. Husserliana XVII. Den Haag, M. N ijhoff,
1974, p. 244.
250
Ibídem. p. 245.
130 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
251
Ibídem, p. 240.
252
Ibídem, p, 248.
l. Kem.,"Einleitung des Herausgebers". en E Husserl. Zur Phiinomenologie der lntersubjetivitiit
J. P. XIX.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 13 1
argo de nuestra exposición, hemos dejado ver que toda la producción husserliana se
.,,estó de este modo.
La mónada, en su relación intencional con los otros, es unidad (en la multiplici-
dad) de una génesis que comprende la vida intencional, el mundo en el que se desa-
:-rolla su actividad y las relaciones entre egos monádicos; posee un yo libre, es inepe-
rible y actúa por motivaciones (no por relaciones mecánicas): "la conexión concreta
e todo lo que en la conciencia, vivencias intencionales, individuales, datos hyléticos
_ fondo real e inseparablemente unificado, en esa unificación existente en sí y para sí
o rma la mónada"254 .
Las mónadas ca-existen, es decir, cada una es necesaria para la existencia de las
tras. Entre ellas hay annonía preestablecida, no en el sentido de Leibniz, sino en el
de la legalidad racionalidad universal a la que obedecen, en el del acuerdo constitu-
tivo (no formal ni arbih·ario) que confluye en la posición de un mismo mundo para
odas las mónadas: "En la multiplicidad de estas mónadas reina una unidad que las
atraviesa y se comunica" 255 . Así pues, las mónadas forman un todo que es el resul-
tado de la teleología husserli ana que implica el compromiso ético de articular a las
ersonas en comunidades y a éstas en estados o personalidades de orden superior.
E tas personas sociales no son la simple suma de las individuales; cie1iamente, son
mdisociables de éstas, pero se fusionan con ellas sin confundirse. Las personas no
-on sólo seres individuales, sino un idades personales, en su calidad de miembros
de una comunidad humana. En toda comunidad, el individuo es un representante
Triiger) y funcionario de la voluntad común256 .
Persona comunitaria es la auto-manifestación del yo abierto a otros. La identi-
dad personal posibilita dicha apertura, pero, al mismo tiempo, anhela una unidad
universal que no es la infinita repetición, sino la captación de la propia identidad
por referencia al otro, desde el nosotros: " Aprehender al Otro como hombre es una
interpretación original y sólo así logro yo la conciencia original, percepción de un
hombre como hombre. El otro es el primer hombre no yo"~ 57 .
Lo que se dice aquí es que la socialidad es originaria: el sujeto siempre vive en
relación con el otro y, gracias a esta relación, es capaz de autoafinnarse. No puedo
estar presente en el mundo como persona sino por esta socialidad originari a; en otras
palabras, la individualidad personal presupone la ínter-individualidad originaria. Así
pues, en sentido riguroso , Ja mónada será el sujeto que se constituya bajo el horizon-
te del otro.
Desde esta concepción de la persona, se comprende la definición husserliana de
Ja sociedad como una "asociación de hombres, relacionados recíprocamente en in-
5
' " E. Husserl. Zur Phanomenologie der l ntersubjetivi1iit JI. Husserliana XIV Den Haag, M. Nijhoff,
1973, p. 52.
255
Jbíde111. p. 277.
256
E. Husserl. Aufsat:::e und Vortrage. Husserliana XXVII. Den Haag, M. Nijhoff. 1989, pp. 178-1 81.
257
lbíden1. p. 41 8.
132 M' Carmen L ÓPEZ SÁENZ
158
E. Husserl. Zur Phdnomenologie der J111ers11bjetivitd1J. Anexo XIX, p. 105.
59
:? E. Husserl. Ideen JI. Hus5:erliana IV, p. 257. (E . Husserl. i deas!/, pp.304-305.).
' º
6
Husserl. E. Zur Phd110111enologie der Jn1ersubjeclivi1d1. JJJ, p. 19.
261
Ibídem, p. 5 11.
262
Husserl, E. Die Krisis der Europdischen Wissenschaften und die transzendentale Phanomenologie.
Husserliana VI, p. 275.
m Ibídem . p. 30 l.
Corrientes actuales de la Filoso.fía!. En-clave f enomenológica 133
pero la orientación hacia dicha final idad no viene de la simple suma de voluntades
individuales, sino de la voluntad de la comunidad de la que los filósofos se saben
funcionarios libres (FunÁ.'fioniiren , no Beamten; es decir, no meros burócratas, sino
educadores de sí y de la humanidad), porque son conscientes de que han de velar por
el funcionamiento de la voluntad comunitaria:
Hay una voluntad central en la que todas las voluntades se integran, a la que
todas las voluntades se someten y de la que se saben funcionarias. (Podríamos
también hablar, frente a la unidad «imperialista», de una unidad «comunis-
ta» de voluntades). Hay la conciencia de un fin colectivo, de un bien común
que promover, de una voluntad universal y colectiva de la que todos se saben
funcionarios, si bien como funcionarios libres, no como funcionarios súbditos,
con una libertad de la que no les cabe siquiera abdicar204 .
Esto es así porque los fines a los que esta colectividad se düige son queridos por
codos sus integrantes. Persiguiendo este fin compatiido, se establece así un vínculo
universal de las voluntades que genera una unidad en el querer. De este modo, la co-
munidad de co-existentes se convierte en comunidad de personas constituida ética-
mente que desea la bondad para fundarse como «comunidad de hombres de biem>265
y practica la filosofía como reflexión acerca del sentido ético de una sociedad.
El valor de la colectividad no consiste en sumar voluntades, sino en compartir
valores fundados en el trabajo teórico-práctico de los individuos. Su valía está en
relación con la de la comunidad concreta y los modos de vida de ésta han de poseer
-ignificación axiológica y concretarse en normas que establezcan las condiciones de
posibilidad de una colectividad vali sa «y que eo ipso incluyen el valor relativo de
los individuos» 266 ; en otros términos, éstos valdrán lo que valga su comunidad.
Cuando se ha desarrollado el espÍtitu ético común, gana fuerza el telas de la
colectividad y los funcionarios reciben autoridad267 de la comunidad así constituida,
porque representan a la filosofía~ 68 a esa actividad creadora de valores ideales obje-
tivos necesarios para la constitución de una comunidad racional, para la revaloriza-
264
Husserl, E. «Fünf Aufsatze über Erneuerung». Aufsiitze und Vortriige (1922- 193 7), Husserliana
XXVII, Dordrecht, Kluwer, 1989, pp. 3-94. (Trad. Cast. RENO f1'.4 CIÓN del hombre _v de la cultura. Barcelona,
..\nthropos, 2002, p. 58).
265
Ibíde1n, p. 50.
266
Ibídem.
267
En nuestro trabaj o, « Reconocim ie111 y crítica de la tradición en H-G .. G adamer», en J. J. Acero.
1. A. Nicolás. J. A . P. Tapias. L. Sáez. J. F. Zúiliga. (eds.) El legado de Gadame1: Universidad de Granada,
2004, pp. 349-361 , hemos basado Ja Autoritiit que Gadamer concede a Ja tradición en el reco nocimiento ra-
cional. en la línea de lo que aquí está proponiendo Husserl. Asimismo. en dicho trabajo, distinguimos el valor
horizóntico de la sedimentación de la tradición. del autoritarismo. Como dice Merleau-Ponty, «Lo instin1ido
posee autoridad regulati va de los acontecimientos. en tanto que los orienta hacia un futuro» (Merleau-Ponty,
Yf. Signes, p. 154).
268
«Los filósofos están llamados a ser los representantes del espíritu de la razón, el órgano espirinial
por el que la colectividad accede originaria y duraderamente a la conciencia de su verdadero destino (de su
verdadera ide ntidad) y el órgano cuya vocación es la propagación de esta concie ncia en los círculos '"profa-
nos"» (E . Husserl. REN O V.4CIÓN del hombre _i de la cultura, p .. 59).
134 Mª Carmen L o PEZ SÁ CNZ
ción del ser humano que los gesta y para la filosofía misma, entendida como depósito
objetivo del saber teórico-práctico de una comunidad dirigida a fines y valores. Este
depósito, por sí solo no basta para filosofar, sino que hay que reactivarlo, extrayendo
razones de la reflexión y han de expresarse para emiquecer la vida. Aunque no sean
suficientes para eliminar su ambigüedad constitutiva, son imprescindibles para la
«renovación» en esa continuidad histórico-vital que nos hace detenernos en lo que
más importa. Como dice Merleau-Ponty,
Al final de una reflexión que lo sustrae primero, pero para hacerle experimen-
tar mejor los lazos de la verdad que lo atan al mundo y a la historia, el filósofo
encuentra, no el abismo del sí mismo o del saber absoluto, sino la imagen reno-
vada del mundo. y a sí mismo implantado en ella, entre los otros. Su dialéctica
o su ambigüedad no es más que una manera de poner en palabras lo que cada
hombre sabe bien : el valor de los momentos en los que, en efecto, su vida se
renueva continuándose, se reaprende y se comprende yendo más allá, donde su
mundo privado deviene mundo común.269
Ese mundo es denominado por Husserl Umwelt intersubjetivo. Ha sido la re-
ducción a la esfera de lo más propio la que nos ha conducido a él, al mismo tiempo
que a
( ... )una intersubjetividad trascendenta l constitutiva del mundo en tanto que
"mundo para todos'', intersubjetividad en la que entro por mi parte, pero en
tanto que ''un" ego trascendental entre otros, y por lo mismo "todos nosotros"
en tanto que funcionando trascendentalmente 27 º.
Esta intersubjetividad dilata los horizontes del mundo social, del mundo de
la vida compartido en el que se constituyen mutuamente identidades individuales
y colectivas. Nos hemos referido a la constitución del yo, a la de la intersubje-
tividad y, ahora, a la del mundo, como partes intenelacionadas y en un proceso
simultáneo.
269
M. Merleau-Ponty (1960). Eloge de la philosophie et autres essais. Paris. Gallimard. 1966,
pp. 72-73.
270
E. Husserl. Die Krisis der Europaischen Wissenschafien und die Trans::endentale Phanomenologie.
Huss erliana VI. p. 188.
Corrientes actuales de la Filosofía J. E11-clavef eno111enológica 135
271
Ibídem. p. 13.
272 Cfr. Ibídem, pp. 3-4.
136 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
Los interrogantes olvidados por el positivismo son los característicos del sujeto
racional que se pregunta por los problema de la razón y la libertad, por los eternos
temas filosóficos que le afectan, aunque no sean "hechos", sino ideales y proyec-
tos radicales, cuya dignidad y trascendencia están fuera de duda, pero que han sido
eliminados de la ciencia desde la Modernidad. Al desvincularse de este modo de la
filosofia primera, de la metafísica, de su aspiración al sentido racional, no sólo entra
en crisis la razón, sino la humanidad misma, y el significado de los saberes:
La filosofía, la ciencia, serían, según es , el movimiento histórico de manifes-
tación de la razón universal "innata" al ser humano en cuanto tal2 75 •
Husserl no se está refiriendo aquí a la razón como una capacidad heredada e
inmodificable y, por ello, coloca el adjetivo "innata" entre comillas; se h·ata de una
matización de la universalidad de la razón, que no se impone, sino que está en el ori-
gen y evolución del ser humano. Esta evolución se ha detenido, a causa de la crisis de
las ciencias de la época de Husserl, la cual se debe al objetivismo y al fom1alismo por
el que se guían, que ha perdido de vista al suj eto y ha abandonado la razón a cambio
de lo positivo. Esto ha desencadenado el abandono de la libertad que tienen los seres
humanos de dar sentido racional a su existencia individual y colectiva. Por tanto, el
fracaso de las ciencias de sólo hechos que hacen seres humanos de solo hechos, sin
reflexión, no se debe a la racionalidad como tal - pues ésta es una tarea infinita-, sino
a su enajenación en el objetivismo. Es necesaria una razón renaciente que lo supere
definitivamente y ponga en marcha un nuevo modo de cientificidad, en el que haya
lugar para la subjetividad y para las cuest10nes vitales y vivenciales. Esa es la tarea
de Ja fenomenología trascendental.
273
E. Husserl. (1938) E1fahmng und Urleil.Untersuchungen zur Genealogie der Logik. Hamburg,
Claassen and Goverts, 1948, p. 29.
274
fbídem
275
E. Husserl. Die Krisis. pp. 13-1 4.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clave feno111e11ológica 137
27(>
Ibídem. p. 53 .
138 M' Carmen LÓPEZ SÁ E1'Z
1
te sin cesar en el paso de w1 flujo que es roducto de la conciencia unitaria del
puro y simple "ser" del rnundo 277 .
El interés teorético de la actitud fenomenológica se dirige al universo de la sub-
jetividad, en el que, gracias a la síntesis universal de sus operaciones, el mundo apa-
rece como existente para nosotros. Por eso, la ciencia del mundo de la vida que ahora
Husserl se propone, es la de la subjetividad o de la vida trascendental. No tiene nada
que ver con las ciencias objetivas, pues es una ciencia del modo universal de la pre-
donación del mundo, una ciencia de los fundamentos últimos del sentido .
Una vez que se ha tomado conciencia de la necesidad de esta nueva ciencia del
mundo de la vida, es preciso hacer epojé del mundo natural, porque sólo tras ella
alcanzamos el mundo de la vida que vale ara todos nosotros pre-científicamente.
Después, estaremos en disposición de abordarlo reflexivamente. Este interés teórico
que ha desconectado el interés práctico e indivi dual que nos mueve sin ser conscien-
tes de ello en el mundo de la vida cotidiana, nos conducirá al verdadero objetivo de
Husserl, al presupuesto de que quien hace esa teo1ia es la subjetividad, entendida
ahora como vida consciente que opera la va lidez de l mundo.
El mundo es correlato de la subjetividad que le confiere su sentido ontológico y,
gracias al cual, es. El fenomenólogo ha reducido , por tanto, el mundo al fenómeno
trascendental "mundo" y, por tanto, a su correlato inseparable, la subjetividad tras-
cendental. La primera tarea de la nueva ciencia de este mundo, en tanto disciplina de
la fenomenología trascendental, será investigar cómo cobra sentido el a priori obje-
tivo del mundo, cómo se desarrolla la vida trascendental y su actividad constituyente
sobre el a priori de esa subjetividad.
Frente a la actitud ingenua que adoptamos en la vida diaria, la actitud reflexiva
ante la Lebenswelt se convierte en el verdadero trascendental, o sea, en el funda-
mento del sentido olvidado por la ciencia objetivista. La reconducción de la primera
actitud a la segunda implica un paso de la vida en el mundo a la vida que experiencia
dicho mundo, lo cual demuestra que en La Crisis hay una dimensión existencial, que
coincide con la decisión teórica que inaugura la filosofía trascendental y su puesta
entre paréntesis de la participación irreflexiva en ella. Esta filosofía trascendental no
es la de la conciencia aislada, ni la del yo desinteresado del mundo al que pertenece;
no suspende el interés de la subjetividad personal, sino que ha convertido el interés
reflexivo en su manera de ser, en su hábito de orientación hacia obj etivos valiosos
para ella y, al mismo tiempo, para todas las otras subjetividades, es decir, válidos
universalmente. Por ello, Husserl proclama el significado existencial de la epojé, en
el sentido de que provoca una transformaci ón personal, semejante a la conversión re-
ligiosa, pero que, a diferencia de ella, es la mayor evolución existencial posible para
la humanidad como tal:
277
E. Husserl. Die Krisis, p. 149.
Corrientes actuales de la Filosofla f. En-clavefeno111enológica 139
Esto es así, porque, al realizar la epojé, el mundo de la vida deja de ser exterio-
ridad recíproca de mundos particulares y deviene fenómeno comunitario total. Nos
liberamos del ser ya dado del mundo y nos ponemos en el camino de la donación de
entido del mismo. Desde cada mundo paiiicular, se apunta, así, al mundo común,
entendido como convergencia unitaria de Jos mundos plurales, como mundo objeti-
vo con respecto al cual todos los otros guardan relación:
Cada uno de nosotros tiene su mundo de la vida, intencionado como mundo-
para-todos. Cada uno lo tiene en el sentido de un polo de unidad para los mun-
dos intencionados de manera subjetivo-relativa, que, en el cambio de la correc-
ción recíproca, se transforman en simples apariencias del Mundo, el mundo
de la vida para todos, unidad intencional que se mantiene siempre a través de
todo y que es un universo de singularidades, de cosas. Eso es el Mundo, otro
no tiene para nosotros ningún sentido en absoluto: en la epojé se convierte en
fenómeno, y lo que queda, entonces, no es una pluralidad de almas aisladas,
reducidas cada una a su pura interioridad, sino esto: del mismo modo que hay
una sola naturaleza universal en tanto unidad de encadenamiento cerrado sobre
sí, del mismo modo que hay un encadenamiento psíquico, que forma la uni-
totalidad en la que están encadenadas todas las almas, todas unidas interior y
no exteriom1ente, quiero decir, por la compenetración intencional en la que su
vida fom1a una comunidad279 .
27'
fbídem. p. 140.
279
E. Husserl. Die Krisis, p. 258.
140 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
La razón sigue siendo en H usserl una idea y un ideal absoluto, intemporal. Sólo
desde ella se podía -y tal vez aún se puede- hacer frente a un relativismo que se
había absolutizado de tal modo que amenazaba con aniquilar la autonomía del in-
dividuo. os referimos a ese dogmatismo del mundo de la ciencia moderna que se
creía la Verdad universal y sólo era, desde la óptica husserliana, un mundo pa1iicular
relativo a la Lebenswelt. Éste es el a priori histórico, es decir, la estructura que está
presente en toda cultura y en toda variante histórica.
En el marco de estas preocupaciones, en la Crisis aflora la pregunta por el sen-
tido de la historia. Husserl se interesa por la historia interna, es decir, por esa que
comprende y elabora un pensamiento propio dialogando con la tradición, no por la
historia externa que sólo constata y explica, que es exterior a nosotros y, por tanto, no
nos dice nada. Considera que no hay que estudiar la historia en sí, sino la conciencia
de la misma, porque la historia no es una serie que se desarrolla horizontalmente.
Una cosa es la marcha fáctica de la historia y otra, la que incumbe a Husserl, la histo-
ria del sentido de dicha marcha.
La fenomenología no se desentiende de la historia, pero no quiere reducirla al
historicismo que todo lo relativiza, como tampoco al tratamiento cuantitativo de los
datos históricos inmediatos. De la multiplicidad de hechos inconexos recopilados no
se extrae sin más la unidad, sino que hay que reflexionar sobre ellos e integrarlos en
las sedimentaciones que tienen lugar en el curso de la histo1ia y que constituirán un
mundo cultural o una tradición~ 80 digna de reactivarse. La dinámica de esta sedimen-
tación es la de una configuración de sentido (Sinnbildung) en la reciprocidad y esto
es justamente lo que Husserl entiende por la historia intencional que somos: «El mo-
vimiento vivo de la solidaridad y de la implicación mutua de Ja fonnación de sentido
(Sinnbildung)» es, justamente, la historia ( Geschichte)» 281 •
Husserl es consciente de los efectos de la historia en el ser humano y de éste en
aquélla, pero cifra lo trascendental en Ja subjetividad:
Nosotros mismos somos un producto de la historia; en tanto historiadores, pro-
ducimos la historia del mundo y la ciencia del mundo, sea cual sea su sentido,
producimos una formación cultural histórica en la motivación de la historia eu-
ropea, en la que nos hallamos. El mundo que es para nosotros es una formación
histórica ¿Qué es en una tal relatividad el no-relativo presupuesto por ella? La
subjetividad en tanto que trascendentaF82 .
280
Me permito citar un trabajo propio en el q ue el lector puede encontrar un desarrollo de este con-
cepto en la fenomenología, «Sedimentación del sentid y tradición (Überlieferung). Fenomenología y herme-
néutica filosófica», en Eikasía. Revista de Filoso.fia, año VI, 36 (Enero 2011 ). pp. 89- 120.
281
E. Husserl. Die Krisis, p. 380. Sobre el tema de la historia en la fenomenología de Husserl, véase
J. M., Díaz. «Hacia la dimensión práctica de la fenomenología: Historia y filosofía de la historia en la feno-
menología husserliana. en J. Díaz. J. M" C. López. Fenomenología e historia. Madrid, UNED. 2003. pp.35-
47; del mismo autor. Husserl y la historia. Hacia la función práctica de la fenomenología. Madrid, UNED ,
2003.
282
E. Husserl. Die Krisis, p. 3 13.
Corrientes actuales de la Filos<?fia l. En-clave fenomenológica 141
is:.t Sobre este a priori, véase J. Díaz. «Hacia la din1ensión práctica de la fenomenología: Historia y
filosofia de la historia en la fenomeDología husserliana», en op. Cit. pp. 44-47 .
284
E. Husserl. Die Krisis, p. 362 .
142 M' Carmen LOPEZ SÁENZ
285
E. Husserl, Die Krisis. p. 15.
Corrientes actuales de la Filosofía/. En-c/ave fenomenológica 143
A pesar de que detecta las perversiones de la razón que han tenido lugar en la
modernidad, no rechaza la racionalidad como tal. Es consciente de que el olvido de
los sujetos por el naturalismo y el objetivismo no constituye la esencia de la razón
como tal, sino una alienación de la verdadera racionalidad científica, esa cuya bús-
queda es la labor de la filosofía.
Todo conocimiento tiene como suelo un mundo, es decir, una base de creencia
universal, aunque pasiva, en el ser. Esto es, según Husserl, la creencia originaria
(Urdoxa). La vuelta a las cosas mismas puede interpretarse ahora como retomo a
esta pasividad pre-dada, que será definida como sigue en Experiencia y Juicio:
[ ... ] lo pre-dado pasivamente, es decir, de un estar dado previo que siempre
está ahí sin que se le agregue nada, sin que se le dirija la mirada captadora, sin
que despierte el interés. Toda acti\ ación cognoscitiva, todo dirigirse a un objeto
singular para aprehenderlo, presupone este ámbito; afecta desde su campo, es
objeto, es, entre otras cosas, ente, está ya previamente dado en una doxa pasi-
va, en un campo que por sí mismo ya representa una unidad de doxa pasiva 286 .
2SO
E. Husserl. Erf ahrung und Urteil, p. 24.
Z'f.7
Ibídem, pp. 188-1 89.
144 M" Cannen L óPEZ SÁENZ
288
Cfr. Q. lauer. Phénoménologie de Husser'. Essais sur la génése de /'intentionali!é. Paris. PUF,
1955, p. 3 77.
Corrientes actuales de la Filosofia !. En-clave fenomenológica 145
289
Cfr. E. Husserl. Ana/ysen zur passiven Síntesis (1918-1926). Husserliana XI. M. Nijhoff, Den
Haag, 1966, p. 124.
290
E. Husserl, Ak1iven Synthesen. Aus der Vorlesung "Transzendentale Logik". Husserliana XXXI.
Dordrecht, K luwer, 2000. p. 3.
146 ~r Carmen L ÓPEZ SÁENZ
la forma de una síntesis categorial. Lo que presta unidad a ESTAS tesis singula-
res es una síntesis de una base enteramente diferente: la llamaremos la síntesis
ESTÉTICA. Si tratamos de delimitar la una frente a la otra en su peculiaridad,
encontramos como primera nota diferenciante que la síntesis CATEGORIAL
es, como síntesis, un acto espontáneo; LA SÍNTESIS SENSIBLE, POR EL
CONTRARIO, NO LO ES. En una, la vinculación es ella misma un hacer es-
pontáneo, una actividad propia; en la otra no. 291
Gracias a esta síntesis sensible, nos dirigimos a ciertas notas de los momentos
particulares del sentido de una cosa, unimos diferentes objetividades constituidas
en esferas singulares sensoriales (ej. la visión de la cosa con su tactililidad) y vincu-
lamos los momentos de aparición de la cosa con sus circunstancias correlativas de
percepción. Esto es posible porque los sentidos del sujeto perceptor están conectados
entre sí, gracias a la unidad del cuerpo propio en la que se encama la conciencia. Así
se explican las sinestesias.
La constitución originaria aparecerá como auto-constitución de la temporalidad
de la conciencia. El núcleo de la fenomenología genética se pone de manifiesto ya en
las reflexiones husserlianas sobre la asociación, en Investigaciones Lógicas. Esta te-
mática se convierte en objeto de una investigación sistemática en las Vorlesungen so-
bre la lógica transcendental, publicadas con el título, Analysen zur passiven Síntesis.
El primero de los temas de la fenomenología genética sería el de la conciencia del
tiempo y proviene de la convicción de que las vivencias se disponen en una tempora-
lidad inmanente a la conciencia. La autoconciencia coincide con la autoconstitución
de su temporalidad y esto implica que el tiempo de las vivencias también aparece a la
conciencia trascendental y lo hace como tiempo mío, no como tiempo del mundo. La
conciencia interna del tiempo sólo se entiende como temporalización, es decir, como
intencionalidad pura que parte de un presente con sus protenciones del futuro inme-
di ato y con sus retenciones del pasado. La temporalidad viene dada pasivamente; en
ténninos husserlianos, es auto-aparición (Selbsercheinung) .
Así pues, Ja búsqueda del origen fenomenológico del tiempo conduce a la tem-
poralización, una pasividad pura, inexplicable como conciencia trascendental cons-
tituyente. La conciencia interna del tiempo engendra la fonna temporal de toda con-
ciencia del mundo. Ella es sede de la constitución de la unidad de identidad, pero
sólo establece una fonna general (algo semejante al cauce que va abriendo el río que
fluye a través de ese mismo fluir). Esa unidad, que no es producida por una concien-
cia, sino realizada en el curso temporal mismo, está presente en toda síntesis activa,
incluida la síntesis perceptiva de ide tificación:
Según esto, la forma temporal no es sólo una fonn a de los individuos, en tanto
éstos son individuos que duran, sino que tiene además la función de unir a los in-
dividuos en una unidad enlazada. La unidad de la percepción de una pluralidad
de individuos es, pues, una unidad sobre la base (Gru11d) de fa forma temporal
291
E. Husserl. ldeen ll, p. 19 (Trad. Cast., Ideas !!, p. 48).
148 M' Carmen L o PEZ SÁEN Z
nencia permite que el mundo real no se reduzca a una suma de objetos percibidos y
rceptibles, que sea vivida como una estructura trascendental de familiaridad, en
~to nivel de sedimentaciones que condiciona los posicionamientos históricos. Así,
~n efecto, lo que se ha convertido en un hábito, queda a disposición de la vida inten-
ional hasta conformar un estilo (Stil) más constante que las tomas de postura y con
una unidad de identidad, con un carácter personal:
do, sino ocultamiento y hasta imposición a toritaria del mismo 296 . La reactivación de
lo originario no se produce mediante una regresión pasiva hacia él, sino a través de
una Rückfrage por su sentido. Sólo hay reactivación si, a partir de una fonna de sen-
tido que ha sido recibida pasivamente, en una producción activa, aparece una forma
en formación. Esta actividad es también una evidencia intersubjetiva.
Husserl tuvo el mérito de estudiar la estructura de estas pasividades y proponer
la subordinación de las mismas a la actividad mediante la relativización de su opo-
sición. Comprendió el papel que la pasi vidad j uega en la percepción, en nuestra
vida y en la realidad, la cual no se compone sólo de objetos físico s, sino también
construidos, relativos a los sujetos, dep endientes de actos sociales, de intereses,
motivaciones, orientaciones e ideas. En defi nitiva, se dio cuenta de que la activi-
dad necesita la pasividad, y a la inversa, de que el ego es pasivo al mismo ti empo
que toma posición, ya que, para posicionarse debe ser afectado. Pasividad y acti-
vidad integran, pues la relación de fundación (Fundierung) , entendida como una
dialéctica en la que lo fundante no es nada sin lo fundado y éste se encuentra ya en
germen en aquél.
Hemos visto que Husserl considera la sedimentación como un caso de pasividad
secundaria. En nuestra opinión, la sedimentación del sentido no consiste en una mera
repetición de lo que fue , sino en una refundación o una participación en el presente.
Esto significa que lo adquirido en la experiencia depositada es productivo, ya que
posibilita nuevas adquisiciones sin necesidad de aprenderlas nuevamente.
La sedimentación es pasiva porque refi ere al proceso de la adquisición de la me-
moria, pero también a los resultados de este proceso y de su conservación. Los re-
cuerdos son otro ejemplo de pasividad secundaria. Ésta tiene como función preservar
los contenidos de la memoria que quedan a disposición potencial de ego en un estado
de inactualidad tras perder su fuerza afectiva.
De la misma manera que la percepción ti ene un fondo perceptivo, también tienen
un fondo los recuerdos. Éstos son presenti ficaciones ( Vergegenwartigungen) ponen-
tes que implican una modificación de la actualidad que aparece en el recuerdo en
persona, para considerarla de modo potencial. El recuerdo se diferencia de la mera
fantasía en que ésta atiende a la modificación de neutralidad que sustituye el carácter
ponente de lo recordado por un mero dejar indeciso.
En todos estos casos lleva la actualización de las "posiciones potenciales'', por
medio de las correspondientes desviaciones de la mirada (actualidad atencio-
nal) necesariamente a posiciones actuales siempre nuevas, y esto es inherente
a la esencia de esta situación. Pero si pasamos a las modificaciones de neutrali-
dad paralelas, todo se traduce a la modific ación del "quasi "', incluso la "poten-
cialidad" misma. Fondos atencionales los tiene también (y necesari amente) el
objeto "imagen" o el obj eto-fantasía. Una vez más es "fondo" un nombre para
290
Crr. E. Husserl. Die Krisis der Europdischen Wissenschafien und die transzendentale
Phanomenologie, p. 3 72.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clavejenomenológica 151
297
E. Husserl. Ideen !, p. 257 (Ideas I, p. 268).
152 M' Carmen L ÓPEZ S ÁEl'Z
298 E . Husserl. Logische Untersuchu11gen. Husserliana X/XII. p. 57. (Trad, cast. investigaciones
Lógicas 1, p. 252. Trad. li geramente modificada).
Corrientes actuales de la Filoso/ia J. En-clave fenomenológica 153
tido del acto plenificante; en éste, la referencia no es vacía, porque el objeto está pre-
-ente. La percepción es uno de estos actos. Sin embargo no es presencia cumplida de
una vez por todas, sino presentación graduaF99 hasta alcanzar la cosa misma con evi-
dencia adecuada; en ésta, todas las perspectivas se presentan a la vez de una manera
intuitiva y, por tanto, cada intención parcial se cumple plenamente.
Como veíamos en el fragmento, en el acto de cumplimiento, distinguimos el con-
cenido de la percepción del objeto percibido. El primero no es un objeto, sino la
objetividad significada. Ésta no se encuentra fuera de la percepción; es el contenido
idéntico de la totalidad de los actos de percepción que mientan el mismo objeto en
el modo perceptivo. De ahí la decisión de Husserl de «llamar percepción a todo acto
plenificado, que lo sea en el modo de la presentación confirmativa, e intuición a todo
acto plenificado en general, siendo entonces su correlato intencional el objeto»3ºº,
que es uno. El contenido de una intuición es análogo al del objeto que presenta, pero
no es un contenido psíquico, sino la intencionalidad de la conciencia hacia el objeto
mentado:
Extraviados por la confusión entre el objeto y el contenido psíquico, olvi-
dan nuestrns contrarios que los objetos, que nos son "conscientes", no están
simplemente en la conciencia como en un cajón, de tal suerte que puedan ser
hallados y tomados de ella, sino que se constituyen en diferentes fomrns de
intención objetiva, como lo son y valen para nosotros. Olvidan que desde el
hallazgo de un contenido psíquic -es decir, desde la pura intuición imnanente
de tal contenido- hasta la percepción e imaginación externa de objetos, que no
se hal lan ni pueden bailarse inmanentes, y desde aquí, a su vez, hasta las supre-
mas configuraciones del pensamiento, con sus múltiples formas categoriales y
las fom1as significativas a éstas acomodadas, pasa un concepto esencialmente
unitario. Olvidan que, ya verifiquemos intuiciones percibiendo, imaginando,
recordando, o ya pensemos pensamientos en fo1mas empíricas y lógico-mate-
máticas, siempre existe una mención, una intención que se endereza hacia el
objeto; siempre existe una conciencia que es conciencia de ese objeto301 •
Husserl se opone a la intención de Brentano de registrar la intencionalidad para
distinguir los fenómenos psíquicos de los fisicos . Es más, no le parece adecuada la
denominación que Brentano emplea de "actos psíquicos", "representaciones'', "con-
tenido inmanente" y su descripción de la "percepción interior". Considera que ésta
ólo es la conciencia que reflexiona sobre sus propios actos (ej. cuando percibo una
casa y soy consciente de que la estoy percibiendo). En este caso, el objeto es el acto
mismo y se da enteramente, mientras que la percepción externa sólo revela escorzos
del objeto. Al hablar de un objeto intencional, Husserl desea evitar esta distinción
299
E. Husserl. logische Untersuchungen. Husserliana XIX/2. p. 67 1. (Trad, cast. Investigaciones
Lógicas 2, p. 682).
300
Ibídem. p. 671 . (Ibídem, p. 703. Trad. ligeramente modificada).
301
E. Husserl. Logische Untersuchungen. Husserliana Xl.X'/1 . pp.169-1 70. (Trad, cast. Investigaciones
Lógicas l , pp. 338-339).
154 ~ Carmen L ÓPEZ SÁENZ
·'º2 E. Husserl. Logische Untersuchungen. Husserliana X IX/2, p. 775. (Trad. cast., Investigaciones
Lógicas 2, p. 777).
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave fenomenológica 155
03
-' E. Husserl. logische Untersuchungen. Husserliana XJX/ l, pp. 79-80. (Trad, casi. p. 268. Trad.
ligeramente modificada).
156 ~Carmen LÓPEZ S ÁENZ
Pero así como la cosa no se presenta en el fenómeno como una mera suma de
las innumerables propiedades particulares que puede distinguir la conside-
ración parcial ulterior, y así como tampoco ésta puede pulverizar la cosa en
particularidades, sino sólo observar éstas en la cosa siempre íntegra y unita-
ria, así también el acto de percepción es en todo tiempo una unidad homogé-
nea, que presenta al objeto de un modo simple e inmediato 304 .
Esta simplicidad e inmediatez del acto perceptivo se adecua con la descripción,
pero no con la interpretación. Sin embargo, Husserl mostrará que ésta actúa, no sólo
en la percepción misma, sino en su génesis de sentido activa que implica mediacio-
nes. Por otra parte, dado que todos sus m mentos son donadores de sentido, la per-
cepción no es mera descripción. El sentido comi enza cuando tenemos conciencia de
la unidad de la percepción, así como de la de todas las percepciones parciales de la
misma cosa, tanto física como intencionalmente apuntada.
Aunque la percepción simple no implique tematización de las apariciones del
objeto, aunque sea visión directa, lo es de una unidad, de un objeto que es ineducible
a cada una de sus apariciones puntuales. La visión a la que nos referimos no es sólo
la sensible, sino la visión en general , toda form a de conciencia en la que algo se da
de modo originario:
La "visión " directa, no meramente la visión sensible, empírica, sino la visión
en general, como f orma de conciencia en que se da algo originariamente,
cualquiera que sea esta fonna , es el fu ndamento de derecho de todas las afir-
maciones racionales. Función jurisdiccional sólo la tiene porque y en tanto que
en ella se da algo originariamente305 .
Si no aprendemos a ver así la vivenc ia intencional o el percibir mismo, no sa-
bremos ver fenomenológicamente. El pn mer paso para alcanzar esta visión es no
quedarse en lo percibido, sino dirigirse al percibir, al acto peculiar por el que se da lo
percibido. Percibir algo es ver algo como algo; en palabras de otro de los autores al
que próximamente nos referiremos: "No hay ver que no sea concebir como"306 .
Las apariciones del objeto cobran sentido cuando es percibido; la percepción
es donadora del mismo y, de algún modo, implica interpretación, aunque sea a un
nivel elemental. El contenido de una intuición sensible, en cambio, es una sen-
sación carente de significado, debido a que no toma lo que siente como signo de
algo. A pesar de ello, Husserl se niega a considerar la sensación como mera repre-
sentación, porque esto significaría confundir el obj eto con el contenido psíquico y
la conciencia con un receptáculo en el que están todos los objetos de los que tene-
mos conc1encia .
304
E. Husserl. Logische Um ersuchungen. Husserliana XJX/2 , pp. 676-677 (Trad, cast. Jnvesrigaciones
Lógicas 2, pp. 706-707).
Jo:' E. Husserl. Ideen/, p. 43. (Trad. Cast. Jdeas /, p. 50).
306
H. G. Gadamer. Gesammelte Werke 8. Tübmgen. Mohr, 1993, p . 240.
Corriemes actuales de la Filoso,fia l. En-c/avefeno111enológica 157
Por esto último, aunque las mismas materias den la misma referencia objetiva,
también pueden darla materias distintas. Así, podemos confundir un ser humano con
un maniquí, porque tienen las m ismas propiedades fenoménicas; sin embargo, en
virtud de su diferente cualidad, sólo el ser humano se nos presenta como una reali-
dad; el maniquí, como una ficción . Principalmente, difieren en la cualidad de creen-
cia que tiene la percepción. La tendencia perceptiva a creer en el ser humano que
nos hace señas entra en contradicción con el muñeco, "una percepción no puede
er nunca una ficción de lo percibido, ni una ficción puede ser una percepción de lo
ñngido"3º8 . Este ejemplo revela que lo que nos proporciona la referencia al objeto no
e una mate1ia informe, sino el conten ido de un acto que, en cierta medida, conlleva
alguna interpretación, aunque no sea más que la de su sentido de aprehensión con-
junta (Auffassungsinn), el cual está relacionado con la cualidad de acto.
Aunque en Investigaciones lógicas Husserl insiste en el carácter referencial de
la percepción y en la trascendencia del objeto, la estudia por su contribución a la
ignificación, en su carácter de mención y de posicionamiento de la conciencia. En
la percepción los objetos están dado como realmente existentes de manera objeti-
va, porque no sólo son perceptibles para mí, sino tambi én para otros; de ahí que la
conciencia perceptiva sea referencial; sin embargo, la referencia alcanza objetividad
porque implica una mención y una significación.
A medida que Husserl vaya restringiendo su estudio a lo inmanente a la concien-
cia, se irá distanciando del sentido estrecho de la percepción. Ya en el párrafo 37 de
la sexta investigación, se dará cuenta de que ha estudiado la dimensión sensible de la
percepción y la intuición, de que ha descrito ambas como actos no categoriales para
307
E. Husserl. Logische Untersuchungen. HusserlianaXJXJJ, pp. 429-430. (Trad, cast. Investigaciones
Lógicas 2. p. 523).
308
Ibídem. pp. 460-46 l . (Ibídem, p. 543).
15 8 M' Carmen LÓPEZ S ÁEl'Z
J()Q Cfr. E. Husserl. Logische Untersuchzmgen. Husserliana XJX/2, p. 649. (Trad, east. investigaciones
Lógicas 2. p. 684).
"º Cfr. Ibídem, pp. 688-689. (Ibídem, pp. 714-715).
311
E . Husserl. Logische Untersuchungen. Husserliana XIX/], p. 10. (Trad, east. investigaciones
Lógicas l , p. 218).
m Cfr. E. Husserl. Logische Untersuchungen. Husserliana X/X/1, p. 672. (Trad, east. Investigaciones
Lógicas 2, p. 703).
Corrientes actuales de la Filosojia /.En-clave fenomenológica 159
Lo percibido no es una cosa (Ding ), pero tampoco una ilusión, sino la manifes-
tación !eibhaft de un objeto (Gegenstand), el fenómeno para Ja conciencia. Ésta es
posicional en la percepción, mientras que la ilusión es una suspensión de la creencia
( Glaubhafiig7Zeit) en el obj eto. La percepción es un flujo de escorzos (Abschattungen)
concordantes que se confirman sin cesar en la unidad de la experiencia, por eso su
modalidad dóxica es la de la proto-creencia; en cambio, Ja ilusión es un flujo de
escorzos discordantes cuyo conflicto pone en entredicho la existencia del objeto; la
modalidad de relación con él es la de la neutralización de la creencia, es decir, la de
31J
Ibídem. p. 69 1. (Ibídem, p. 7 16.)
314
E. Husserl ( 1907). Ding und Rawn. Husserliana XV!. Den Haag, M. Nijhoff, 1973, p. 15.
160 M' Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
315
E. Husserl. Die Idee der Phtinomenologie. Fünf Vorlesungen. Husserliana 11. P. 43. (Trad Cast. La
idea de la fenomenología , p. 54). La meta de esta reducción que hace epojé de la trascendencia es justamente
fundamentar la posibilidad de ésta.
16
·' Ibídem, (Ibídem. p. 53).
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-c/avefeno111enológica 161
317
Ibídem, pp. 84-85. (Ibídem, p. 71).
162 Mª Carmen LÓPEZ S ÁENZ
)IS
E. Husserl. Problemasjimdamentales de /a.fenomenología, pp. 79-80.
319
Ibídem, p. 83.
J~O
Ibídem, p. 97.
311 E. Husserl , Ideen!, p. 86 (Ideas 1, p. 94. Traducción modifi cada).
Ibídem, p. 120. (Ibídem, p. 129).
Corrientes act11ales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 163
son intuiciones de objetos puros, sino de nóemas correlativos a nóesis. A éstas les
conesponde el objeto apuntado a través de los datos sensibles, es decir, el nóema, lo
percibido como tal. Tal conelación define al sujeto trascendental y a sus vivencias,
las cuales son unidades de sentido. La percepción es una de ellas y, como tal, consta
de momentos reales o noéticos y contenidos noemáticos. En el pánafo 97, Husserl
distingue:
1. Los momentos reales o ingredientes de la vivencia perceptiva, inmanentes
a ella (los datos materiales sensibles o el momento hy lético, y el acto de la
conciencia o momento noético).
2. Los momentos no reales, si o meramente mentados, de la vivencia. Éstos
son los concernientes al nóema, el cual no es ingrediente de la vivencia,
sino su conelato intencional.
Los contenidos ingredientes están formados por: contenidos representantes, ma-
teria y cualidad; constituyen Ja base intencional de la vivencia y serán denominados
hyle. En el caso de la percepción externa, los datos hyléticos son las sensaciones,
carentes de intencionalidad. Así es posible distinguir los datos vividos (de color, so-
nido, etc.) de las notas de las cosas que aparecen; en realidad, éstas se exhiben por
medio de aquéllos. Lo mismo ocune con las sensaciones; los elementos sensibles
componen las vivencias concretas y como conjunto son intencionales, porque en la
conciencia existe algo más que esos elementos sensibles, una capa animadora que les
da sentido:
( ... ) sobre estos elementos sensibles hay una capa, por decirlo así, "animado-
ra" (beseelende), que les da sentido (o que implica esencialmente un darles
sentido), capa mediante la cual se produce lo sensible, que en sí no tiene nada
de intencionalidad, justo la vivencia intencional concreta.
Quede aquí indeciso si semejantes vivencias sensibles sop01ian en la coniente
de las vivencias siempre y necesariamente alguna "apercepción animadora"
(con todos cuantos caracteres requiere y hace posible ésta a su vez), o como
también decimos, si se hallan siempre enjimción intenciona/3 23.
La capa que da sentido a lo sensible en la misma percepción es designada por
Husserl como aprehensión (Aujfasung), interpretación (Deutung), apercepción
(Apperzeption), intención (Jntention) , carácter de acto (Aktcharakter) y finalmente
nóesis. La nóesis configura los datos hy!éticos, dotándolos de sentido; el resultado
es el nóema. Todo esto se refiere a eso que permite distinguir los contenidos de la vi-
vencia de la mera sensación, al carácter de acto que la anima y hace que percibamos
algo determinado y no nos limitemos a recibir un conjunto de sensaciones.
Tras la reducción, la percepción se convierte en una vivencia fenomenológica-
mente pura que da lo percibido, ahora denominado nóema, que no es el árbol de la
naturaleza que puede arder, sino el sentido de la percepción del mismo, su eidos o
estructura que ni siquiera tiene que ver con la naturaleza psíquica, pues ya no guarda
relación con el yo emphico. El hecho de que la vivencia sea pura, sólo significa que
ha sido reducida, no que esté aislada de otras.
Una de las vivencias implicadas en la percepción es la reflexión o modificación
intencional de lo vivido por la que éste deviene objeto intencional de una percepción,
es decir, lo vivido se convierte en objeto de otra vivencia : la vivencia de la reflexión.
Toda vivencia es, por principio, perceptible en la reflexión. Con este término, Husserl
parece referirse a la apercepción de la vivencia, a una re-flexión que tiene la nota-
ble propiedad de que lo aprehendido perceptiblemente en ella no sólo existe y dura
ante la mirada perceptora, sino que ya existía antes de que esta mirada se volviese
a ella 324 . La reflexión alcanza a la vivencia como ya ahí antes del acto reflexivo. Se
trata de una transformación de la conciencia ineflexiva en conciencia reflexiva que
forma paiie de la esencia de la vivencia; es decir, la reflexión no es algo original, sino
una posibilidad fundada en el ser de la vivencia. "Reflexión" no es un procedimiento
deductivo, sino una percepción intuitiva a la que la vivencia se ofrece y, gracias a
la cual, se pasa de una conciencia implícita a una conciencia explícita, temática o
perceptiva, no de una realidad al conoci miento de esta realidad. En la reflexión, la
vivencia se convierte en objeto intencional.
Lo que nos interesa es que la percepc ión ya no es definida tanto por el aparecer
en persona de la cosa, como por ser el acto más originario, no modificado; es decir,
ahora Husserl prioriza la perspectiva del yo:
"Percepción ", en el sentido nomrnl de la palabra no quiere decir sólo en ge-
neral que alguna cosa aparece con personal presencia al yo, sino que el yo se
percata de la cosa que aparezca, aprehendiéndola, poniéndola, como realmen-
te existente. Esta actualidad de la posición de la existencia es, según lo antes
expuesto, lo neutralizado en la conciencia perceptiva de una "imagen" (no a
aquello de Jo que es), no aprehendemos como objeto nada real, sino justo una
" imagen'', una ficción. El aprehender tiene la actualidad del estar vuelto el yo
hacia algo, pero no es un aprehender "real'', sino un mero aprehender en la mo-
dificación del "quasi "; Ja posición no es una posición actual, sino modificada
por el "quasi". 325
El acto perceptivo del yo puede sufnr una modificación de neutralidad (p. ej.,
contemplo un cuadro neutralizando la existencia de la imagen que hay en él). La
posición no es actual, sino modificada por el quasi326 . Esto se debe a que un mismo
nóema puede darse a la conciencia de diversos modos (de modo originario, como
324
Cfr. Ibídem, p. 95. (lbíde1n,p. 103).
325
Ibídem, p. 256 (pp. 206-207).
326
En el pá1rnfo 111 de esta misma obra, Husserl mantendrá otra posición; allí se refiere a la contem-
plación del cuadro de Durero, "El caballero. la muerte y el diablo'· y afinna que, cuando el yo lo contempla,
no se dirige a las figuras que están en él, sino a las real idades que las imágenes exhiben. Lo que se neutraliza
no es la realidad, s ino lo imaginado; se llega. entonces. a la conciencia de la imagen, la cual sirve de ejempl o
a la modificación de neutralidad de la percepción (Cfr Ibídem. pp. 251 -252, Cfr. Ibídem, pp. 262-263).
Corrientes actuales de la Filoso.fía J. En-clave jenomenológica 165
terpretación (Deutung). Ambas son necesarias para que los datos de la impresión
pennitan a la conciencia relacionarse con objetos.
Acabamos de aludir a la "percepción externa" en tanto modalidad de la concien-
cia en movimiento hacia la trascendencia, es decir, como relación con un objeto que
está ya ahí. El término "percepción externa" parece presuponer que haya también
una "percepción interna". Cuando Husserl lo emp lea, hace referencia a la modalidad
de la conciencia que se flexiona sobre lo que se encuentra en ella, a la apercepción
por la que se percibe que se percibe algo, a la conciencia interna que acompaña a las
vivencias puras que se dan con ella. Generalmente, no obstante, prefiere denominar-
la "percepción adecuada" o '"percepción evi dente", para evitar las ambigüedades de
la "percepción interna" que parecen oponerla a la externa en razón de sus coITespon-
dientes objetos y originar, por un lado vivencias interiores, por otro, vivencias exte-
riores; éste es el eITor del psicologismo y, para no incurrir en él, Husserl se apresura
a señalar que no toda vivencia psicológica es evidente y que también la percepción
externa puede serlo:
Toda percepción está caracterizada por la intención de aprehender su objeto
como presente en su misma corporeidad (in Leifhafter Selbsheit). La percep-
ción responde a esa intención con señalada perfección, o sea es adecuada,
cuando el objeto está presente en ella real y "corporalmente" en el sentido
más riguroso , tal y como es, siendo aprehendido íntegramente, o sea, ence-
trado realmente en el percibir. Es, pues. claro por sí mismo e incluso evidente
por la esencia pura de la percepción, que sólo la percepción interna puede ser
percepción adecuada, que sólo ésta puede dirigirse a vivencias dadas simul-
táneamente con ella misma, pertenecientes con ella a una misma conciencia;
y esto, considerado exactamente, sólo es aplicable a las vivencias en sentido
fenomenólogico puro. Por otra parte, no es posible decir sin más lo inverso y,
hablando psicológicamente, que toda percepción dirigida a las vivencias pro-
pias (percepción que debetía designarse como interna, con an-eglo al sentido
natural de la palabra) sea necesariamente adecuada. Dada la ambigüedad de
la expresión percepción interna, como acabamos de ver, será mejor establecer
una distinción terminológica entre percepción interna (como percepc ión de vi-
vencias propias) y percepción adecuada (evidente) 330 .
130
- E. Husserl. Logische Untersuchungen. Husserliana XIX/!, pp. 365-366 (Trad, cast In vestigaciones
Lógicas 2, p. 48 1).
Corrientes actuales de la Filosofia f. En-clavefeno111enológica 167
331
E. Husserl. Logische Un1ersuch11ngen. Erster Band: Prolegomena :::ur reinen Logik. Husserliana
XV!ll. The Hague M. Nijhoff. 1975, p. 193. (Trad. cast. Investigaciones Lógicas J. Madrid, Alianza
Universidad, 18852, p.162 ). En relación con este tema, véase mi trabajo, «El alcance hennenéutico de la
evidencia husserliana'". C. Moreno. A. de Mingo. (edrs.) Signo, imencionalidad y verdad. Estudios de.feno-
menología. Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevi lla. 2005. pp. 261-275 .
332 E. Husserl. Logische Un tersuchungen. Husserliana )JX/2, p. 647. (Ibídern, p. 683).
33
! Cfr. E. Lévinas. ( 1949) En découvrant / 'existence avec Husserl el Heidegger. París, J. Vrin (Trad.
Cast. Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger. Madrid, Síntesis. 2005 , p. 40).
334
E. Husserl. Logische Untersuchungen. Husserliana XIX/2, p. 614. (Ibídem, p. 659).
168 M' Cannen L ÓPEZ SÁE ·z
Husserl piensa que no sólo es errónea la distinción de Brentano entre dos tipos
de percepciones, sino que también lo es considerarlas respectivamente como per-
cepción no-evidente y evidente. Esta distinción es epistemológica y puede aplicarse
a toda percepción, por lo que él prefiere hablar de percepción adecuada o intuición
en sentido estricto (la intención perceptiva se dirige a un contenido presente en ella
realmente) y percepción inadecuada o supuesta (su intención no encuentra su cum-
plimiento en el contenido presente, sino que, mediante él constituye la presencia
personal de algo trascendente de manera presuntiva). En la percepción adecuada,
el contenido de la sensación es, a la vez, objeto de la percepción; en la percepción
inadecuada, el contenido y el objeto se diferencian. De la primera no puedo dudar,
porque no queda resto de intención sin cumplir o lo percibido es vivido tal y como es
percibido.
Para que algo se de como algo, con un sentido que no le sea impuesto, es preciso
comprender que lo que se presenta es más que lo que se presenta ¿Cómo se presenta
esto que no se presenta? Los lados no vistos se presentan por contigüidad 335 con los
vistos, de manera mediata, por una intencionalidad perceptiva que va más allá de
lo que sólo se da parcialmente en la intuición. La intencionalidad de la percepción
implica la anticipación de posibles percepciones, gracias a posibles movimientos
corporales (yo podría percibir otros lados de la mesa si girara en torno a ella, me
acercara, la aproximara, etc.); es como si incorporara el círculo hermenéutico en el
que cada pa1ie anticipa el todo y educa la mirada. Esto quiere decir que la percepción
es esencialmente activa y que sólo describirla ya requiere mediaciones temporales,
sintetizadoras, etc.
La donación por escorzos no es tanto una imperfección de la percepción al dar-
nos el objeto, sino un rasgo de la tendencia a trascenderla del perceptor abierto al
mundo, a lo otro de sí a sabiendas de que jamás podrá poseerlo de modo absoluto, a
la recomposición y a la actividad interpretativa que no pierde de vista su referencia-
lidad a la hora de buscar sentidos. Esa misma intención de trascender la finitud desde
ella misma caracteriza a la bern1enéutica.
Es, pues, un eITor de principio creer que la percepción (y a su modo toda otra
clase de intuición de cosas) no se acerca a la cosa misma. Ésta no nos sería dada
en sí ni en su ser en sí. Sería inherente a todo ente la posibi lidad de principio de
intuirlo, simplemente, como lo que él es, y en especial de percibirlo en una per-
cepción en que se diese en su misma y propia persona sin intermedio alguno de
"apariencias". Dios, el sujeto del conocimiento absolutamente perfecto, y por
ende también de toda posible percepción adecuada, poseerá naturalmente la
que a nosotros, entes finitos nos está rehusada, la de Ja cosa en sí misma.
Pero esta manera de ver es un contrasentido. Implica, en efecto, que entre lo
trascendente e inmanente no haya ninguna diferencia esencial3 36 .
335
E. Husserl. Wahrnehm1111g u11d Aufmerksamkeit. Texte aus dem Nachlass (1893-1912). Husserliana
XXXV!ll. Springer. Dordrecht, 2004, p. 35.
·~ 36 E. Husserl. Ideen !, p. 89. (Ideas!, p. 97).
Corrientes actuales de la Filosofía J. E11-clavefe110111e11ológica 169
hyléticos a través de los cuales se constituyen los objetos que duran. Tales escorzos
temporales son las retenciones y las protenciones. La conciencia no está sometida
a ellos; pennanece en el tiempo; su ser no se reduce al aparecer en el ahora como
las sensaciones. La donación en el interior de ella es adecuada, pero no es mero
ingrediente de la misma, sino trascendente, aunque se de fundada en la inmanen-
cia338. La impresión originaria en el ahora lleva consigo retenciones de las pasadas
y tiende al futuro anticipando nuevos ahoras. Lo que percibimos, por tanto, son ob-
jetos temporales que se presentan con una continuidad, ya no objetos trascendentes
a la conciencia, sino objetos inmanentes, por ej emplo, sonidos de los que tenemos
conciencia.
En las Lecciones sobre la conciencia interna del tiempo , Husserl investiga los
actos simples que subyacen al conocimiento de orden superior, ante todo, los actos
perceptivos; los estudia desde el punto de vista de la temporalidad. Muestra cómo
presente, pasado y futuro se constituyen gracias a la percepción, a las retenciones y a
las protecciones. La percepción sigue siendo presentación originaria, pero dinámica,
en tanto que constantemente hace surgir el ahora. Ahora Husserl se dirige reflexiva-
mente a la percepción para otorgarle este papel temporalizador que Merleau-Ponty
hará extensible a la conciencia encamada, la cual también será espacializadora. Por
el contrario, Husserl se centrará en lo perc ibido y, fundamentalmente en su tempora-
lidad, es decir, aplicará a lo percibido -a lo que me es dado como inmanente, como
dato fenomenológico o residuo hylético que ha quedado tras la desconexión del mun-
do-, la captación del objeto en sus fases de pasado, presente y futuro . De este modo,
será posible acceder a la conciencia interna del ti empo.
El objeto temporalmente constituido sólo en una mínima paite es percepción en
el ahora que se "extiende" en el tiempo. El tiempo individualiza cada uno de los
datos que tenemos de él y gracias a la aprehensión perceptiva, podemos hablar de la
mismidad del objeto temporal (ya sea éste inmanente o trascendente) que dura en el
tiempo y en el campo de sensaciones actuales y posibles.
Aunque el sentido de lo dado incluye. además, el horizonte de sentido espacial,
Husserl cada vez se dirigirá más a la percepción en la conciencia interna del tiempo,
es decir, a esa percepción constituyente del objeto temporal, ahora en virtud de una
intencionalidad transversal:
Una cosa son las fases de los objetos temporales y otra cosa es la conciencia del
objeto temporal que tiene además sus fa ses. La protoimpresión, la retención y la
protención son precisamente estas fases de la conciencia absoluta en las que se tiene
una expe1iencia de un objeto inmanente en los modos del ahora, el pasado y el futu-
ro. Hay una intencionalidad transversal por la que la conciencia absoluta se dirige o
intenciona el objeto temporal en el curso a fi n de constituirlo, y otra intencionalidad
longitudinal que se orienta hacia el curso mismo al que constituye como continuo de
modificaciones339 .
Mientras esta última intencionalidad constituye el tiempo inmanente a la con-
ciencia, la otra, la intencionalidad transversal, constituye al objeto temporal. Los dos
procesos, captación del decurso de las vivencias y percepción de la conciencia del
tiempo, se dan simultáneamente, por ue las vivencias duran, son unidades de la con-
ciencia interna, la cual es conciencia perceptiva.
La intencionalidad transversal de dicha conciencia impide considerar a la per-
cepción y, con ella, a la fenomenolog1a, como una metafísica de la presencia:
La percepción sólo está vinculada al presente. Pero forma parte de su intencio-
nal idad que tal presente tenga siempre detrás de sí un pasado infinito, y delante
de sí un.futuro abierto. Pronto vemos que necesitamos el análisis intencional
de la rememoración, en tanto modo de conciencia 01iginal del pasado, pero
también que ese aná lisis presupone por principio el de la percepción, ya que
en el recuerdo está implicado de modo remarcable el haber sido percibido. Si
abstractamente consideramos la percepción por sí misma, encontramos que la
presentación, la presentificación (en la que el objeto se da como "ahí", original-
mente ahí, en el modo de la presencia), constituyen su rendimiento intencional.
Pero en esta presencia, en tanto que es la de un objeto extenso y duradero, hay
una continuidad de algo "todavía consciente" que fom1a flujo, algo que no es
de ningún modo intuitivo, una continuidad de "retenciones" y, en la dirección
opuesta, una continuidad de "protenciones" . .. 340 .
La percepción está llena de retenciones y protenciones, las cuales no son modifi-
caciones de una "presencia pura"; ésta, al igual que el ahora puro, no tiene existencia
más que en el pensamiento. En palabras de Waldenfels,
La "presencia pura" (reine Gegenwart) siempre es ya de por sí no-presencia
(ent-gegenwartigt), presencia en-ajenada (ent-fremdet), contaminada; la "pre-
sencia viva" (lebendige Gegemvart), siempre es ya de por sí presencia vivida;
no es nunca vida pura (reines Leben), puro ser-en-sí mismo (reines Be-sich-
sein), pura autopresencia (reine Selbsgegenwart)341 .
"Percibir" es, en suma, la conciencia del tiempo constituyente con sus fases de
retenciones y protenciones fluyentes Como en Bergson, percibir es, de alguna ma-
nera, acordarse, es decir, tener conciencia de que el tiempo inmanente contribuye a
la donación de sentido de lo aprehendido ahora como algo trascendente que no se
desvanece en el instante.
339
Cfr. E. Husserl. (Lecciones im partidas en 1904-1905, editadas por Heidegger en 1928). Zur
Phiinomelogie des inneren Zeitbewussrseins (1893-191 7) Husserliana X Den Haag, M. Nijhoff, 1966. p. 83.
(Trad. Cast. E. Husserl. Lecciones de.fenomenología de la conciencia interna del tiempo. Madrid, Trotta, 2002,
pp. 102-103).
40
-' E. Husserl , Die Krisis. p. 163.
_.., B. Walden fel . De Husserl a Derrida. Introducción a lafenomenologia. Barcelona, Paidos, 1997,
pp. 39-40.
172 M' Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
342
E. Husserl. Logische U111ers11ch11ngen. H11sserlianaXIX/l, pp. 439-440. (Trad, cast. lnvestigaciones
Lógicas 2, pp. 229-530).
343
E. Husserl. Ideen], p. 78. (ideas I, p. 86).
-~ 44 Ibídem, p. 88. (lbíden1, p. 96).
45
3 Lévinas. op. Cit., p. 53.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clavejenomenológica 173
¿En qué radica esa distinción? Las vivencias no son espaciales, pero son tempo-
rales y, por tanto, se "escorzan" en el tiempo. Todas las vivencias son conscientes;
puedo percibirlas intuitivamente, pero lo que aprehendo en ellas ya estaba antes ahí,
orno fondo perceptible.
Husserl considera que «toda percepción inmanente garantiza necesariamente la exis-
tencia de su objeto»347, porque cuando reflexiono sobre la vivencia aprehendo que su no
xistencia es contradictoria, principalmente porque la conciencia fluye . Su flujo no es
objetivable, pero lo percibimos internamente como ese fondo sin el cual no podrían cons-
tituirse ni el objeto temporal inmanente ni el tiempo objetivo. Está constitución se debe a
un conjunto de síntesis que producen la continuidad temporal y también la unidad de eso
que está en el tiempo; ellas condicionan lo percibido, pues el objeto no sólo se destaca
desde un campo, sino que los datos sensibles, aunque no se dan inmediatamente a la ex-
periencia, tienen una unidad en virtud de la conciencia interna del tiempo:
De igual manera, también los datos sensibles, a los que podemos dirigir nuestra
mirada en cualquier instante como al estrato abstracto de las cosas concretas, son
ya productos de una síntesis constitutiva, que en cuanto nivel más bajo presupo-
ne las operaciones de la síntesis en la conciencia interna del tiempo. Son opera-
ciones ínfimas, que necesariamente ponen en conexión a todo lo demás 348 .
Así pues, la conciencia del tiempo es la sede de la constitución de la unidad de
identidad, pero sólo establece una fonna general: «La unidad de la percepción de
una pluralidad de individuos es, pues, una unidad sobre la base ( Grund) de la forma
temporal (Zeitform) que enlaza» 3 ~9 . En esta unidad se asientan las relaciones de la
posición en el espacio, y no a la inversa. En este sentido, Husserl está cerca de la
denuncia bergsoniana de la espacialización del tiempo y de su reducción a una suma
de instantes puntuales. Ahora bien, el tiempo que unifica los objetos individuales
no es el tiempo subjetivo de las vivencias de la percepción, sino el tiempo objetivo.
Gracias a él, la percepción, en tanto conciencia posicional de los objetos como exis-
tentes para mí, los comprenderá también como co-existentes objetivamente, es decir,
para la intersubjetividad.
Las síntesis que establecen la u idad de un campo350 de sentido son operacio-
nes constitutivas de nivel superior a las aprehensiones perceptivas. Cada campo
346
E. Husserl. Ideen J. pp. 93-94. (Idea.\ / p. l 02).
1
47
3 fbídern, p. 96. (p. 104).
348
E. Husserl. ( 1938) Erf ahrung und Urleil. Untersuchungen ::ur Genealogie der Logik, pp. 75-76.
349
Ibíde1n. p. 182.
5
-' '' La fenomeno logía de la percepción de Merleau-Ponty, influida por la Gestattheorie, concederá
enorme importancia a la noción de campo; considera que la fenomeno logía es la única filosofía que habla de
174 Mª Ca11T1en L ÓPEZ SÁEl'Z
un campo trascendental: «Esta palabra significa que la reflexión nunca tiene bajo su mirada al mundo entero y
la pluralidad de las mónadas desplegadas y objetivadas. y que sólo dispone de una visión parcial y de un poder
limitado. Es también por eso que la fenomenología es una fenomenología. eso es. estud ia la aparición del ser
a la conciencia, en lugar de suponer dada de antemano su posibilidad» (M. Merlcau-Ponty. Phénoménologie
de la percep1ion , p. 74).
351 E. Husserl. Erfahrung 11nd Urteil. Untersuchungen ::ur Genealogie der Logik. p. 78.
52
-' Tbíden1, p. 79.
353
Ibíden1l p. 74.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clavefeno111enológica 175
destacándose del mismo por algún interés de la vida práctica. La aprehensión viene
precedida, por tanto, por la afección, no como un nivel a superar por otro, sino como
el detonante del nivel que se edificará sobre ella:
Más a la aprehensión le precede siem re la afección, que no es un afectar
de un objeto aislado e individual. Afectar significa destacarse del entorno
( Umgebung) que siempre coexiste allí, y atraer sobre sí el interés (lnteresse) ,
eventualmente el interés cognoscitivo. El entorno coexiste allí como un ámbito
de lo previamente dado , de lo pre-dado pasivamente, es decir, de un estar pre-
vio que siempre está ahí sin que se le agregue nada, sin que se le dirija la mi-
rada detectiva, sin que despierte el interés. Toda activación (Betiitigung) cog-
noscitiva, todo dirigirse a un objeto singular para aprehenderlo presupone este
ámbito; afecta desde su campo (Feld), es objeto, un ente entre otros, pre-dado
ya en una doxa pasiva, en un campo que por sí mismo ya presenta una w1idad
pasiva. También podemos decir que toda activación cognoscitiva está precedi-
da por un mundo detem1inado como suelo (Boden) universal; esto quiere decir,
por lo pronto, un suelo de creencia en el ser, universal y pasiva, que todo acto
individual de conocimiento ya presupone 356 .
La afección moviliza intereses y posee cierta organización pasiva relativa a su
campo. La fuerza afectiva que ejerce se plasma en las síntesis asociativas que suce-
den en la conciencia, lo cual revela que las afecciones no son procesos meramente
pasivos; estimulan la orientación del yo y hacen que detenninados datos se desta-
quen del campo perceptivo sin haber sido todavía aprehendidos. Cuando el yo res-
ponde a ese estímulo, se vuelve hacia el objeto. Entonces tiene que ejecutar su orien-
tación (Zuwendung) y esto es lo que Husserl denomina «vigilia del yo (Wachsein
des !ch)» 357 • La vigilia, en tanto estado de ale1ia, puede ser una realización fáctica de
actos egóicos o la pura potencialidad para ello, pero siempre implica una afección
eficaz. Sin afecciones desde lo otro de sí, el ego no podría ser auto-consciente, pues
carecería de receptividad.
El concepto más habitual de experiencia (percepción, recuerdo, etc.) se refiere
ya a cierta aprehensión (E1fassung) simple que tiende a penetrar el objeto y se tradu-
ce en explicaciones que satisfacen el interés. El capítulo II de Experiencia y Juicio
se ocupa de ella. El primer párrafo del mismo identifica tres grados en el proceso
perceptivo: el primero y más bajo es la intuición contemplativa (die betrachtende
Anschauung) dirigida al objeto como un todo antes de su explicación. Este nivel
es pasivo-activo: pasivo porque asume un objeto pre-dado que atrae al ego; activo,
porque implica algún cumplimiento egóico. Necesita volverse hacia el estímulo que
la desencadena y, por tanto, de algún modo, constituye objetos reteniendo en la cap-
tación el contenido impresiona! del ahora. Para ilustrar este primer nivel , Husserl
pone el ejemplo de la percepción del sonido. Éste está pre-dado pasivamente como
unidad de duración; su aprehensión activa la capta, mientras percibe que ella misma
.~Só
Ibídem, pp. 24-25.
357
Ibídem, p. 83 .
Corrientes actuales de fa Filosofía l. En-c!ave f eno111eno!ógica 177
dura. Esta aprehensión se dirige, por tanto. al sonido vivo y presente que perdura
en continuidad presente. Con él entronca la actividad modificada del tener-todavía-
asido que atraviesa la continuidad de los pasados y los horizontes futuros que se
manifiestan pro-tencionalmente en su transcurrir como pre-asidos (im Vorgrijf). Lo
que se aprehende de este modo es «Una unidad fluyente de la actividad y como tal
coincide consigo misma en ese fluirn 358 . He ahí la estructura de la aprensión simple.
De ella deduce Husserl que
o existe únicamente una pasividad previa a la actividad, como pasividad del
fluir temporal originariamente constitutivo aunque sólo pre-constitutivo, sino
también una pasividad solapada, propiamente objetivadora, es decir, que te-
matiza o co-tematiza los objetos; una pasividad que pertenece al acto no corno
base, sino como acto, una especie de pasividad en la actividad 359 .
Un ejemplo de esta última es el mantener-asido (lm-Griff-behalten) 360 en cuanto
actividad modificada. La experimentamos siempre que repetimos acciones simila-
res y aguardamos, gracias a ellas, lo que se producirá en el futuro . Esto se debe a
que disponemos de un horizonte de conocimientos y habitualidades adquiridos que
adelantan el comp01iamiento con respecto al objeto; dicho horizonte está sujeto a
cambios relativos a la ampliación de las experiencias, a su corrección ante nuevas
experiencias, etc.
Husserl no opone en ningún caso pasividad a actividad, sino que establece el
mantener-asido pasivo-activo como base para la aprehensión simple del objeto
duradero.
El segundo grado de la percepción es la contemplación explicativa (explizieren-
de Betrachtung) del objeto. Constituye ya un desanollo temático marcado por un
interés detenninado y concentrado en la exploración de las determinaciones internas
del objeto .
El último nivel es percepción del obj eto en sus horizontes externos para iden-
tificar las detenninaciones relaciones del mismo; surge así un interés temático por
los objetos que están presentes a la vez en el horizonte externo, esos que pertenecen
al campo del objeto percibido y lo afectan 361 . Esto que afecta no es sólo lo destaca-
do, sino también su fondo . A la percepción de algo le precede su captación pasiva
en el trasfondo, como objeto, como algo experimentable y explicable. Por eso, a la
conciencia ya desarrollada se le pre-señala la aprehensión general de algo en cuanto
"objeto", en cuanto "lo explicable". as í como una detenninada tipificación de todos
los objetos:
358
Ibídem, p. 118.
359
Ibídem. p. I 19.
360
Si dejan de estar "asidos'', es decir, si se les retira la actividad o la atención del yo, siguen en el
campo de la conci enci a como impres iones , retenciones. etc., siguen siendo objetividades. continúan afectan-
do, pero están dadas en la pasividad pura.
361
Cfr. Ibídem, pp . 114-11 5.
178 Mª Cannen L ÓPEZ SÁE. ·z
Con cada objeto de una nueva especie (genéticamente hablando) que se cons-
tituye por primera vez, está pre-señalado pennanentemente un nuevo tipo de
objeto, de acuerdo con el cual se aprehenden de antemano otros objetos que
se le parecen. De este modo, nuestro mundo entorno pre-dado está "pre-dado"
ya como un mundo multiforme, está formado de acuerdo con sus categorías
regionales y tipificado de acuerdo con múltiples géneros particu lares, especies,
etc.362.
362
Ibídem, p. 35.
363
Ibídem, p. 140.
364
Ibídem, p . 28 .
365
Ibídem, pp. 29-30.
Ibídem, p. 31.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave f enomenológica 179
367
Cfr. Ibíden1, p. 136.
368
Ibídem, p. 26.
369
E. Husserl. Logische Untersuchungen. HusserlianaXIXIJ, pp. 424-425 . (Trad, cast. Jnvestigacio11es
Lógicas 2. pp. 21 9-5 20).
370
Ibídem. pp. 169. (Trad, cast. Investigaciones Lógicas l. p. 338).
371
Cfr. E. Husserl. Eifahnmg und Urteil. Unlersuchungen ::ur Genealogie der Logik, p. 85.
180 M' Carmen LoPEZ SÁE •z
atención, la cosa percibida se encuentra rodeada de otras que no son atendidas, pero
sí co-aprehendidas, conformando un "halo de percepción" desde el que se desta-
ca lo atendido, halo que también fonna parte del campo actual de percepción. Este
trasfondo se compone de todas las vivencias potenciales que pueden modificar la
vivencia original.
Toda percepción de una cosa tiene un halo de intuiciones de fondo (o de sim-
ples visiones de fondo, en el caso de que se admita que en el intuir empieza el
estar vuelto hacia las cosas), y también esto es una "vivencia de conciencia", o
más brevemente, "conciencia" y conciencia "de" todo aquello que hay de he-
cho en el "fondo" objetivo simultáneamente visto. Pero, como se comprende,
no se habla de aquello que quepa encontrar "obj etivamente" en el espacio obje-
tivo que pueda corresponder al fondo visto, no se habla de ninguna de las cosas
ni sucesos cuya existencia pueda comprobar allí una experiencia válida y pro-
gresiva. Se habla exclusivamente del halo de conciencia inherente a la esencia
de una percepción, llevada a cabo en el modo del "estar vuelto al objeto"372 •
La intuición implica ya un volverse hacia las cosas. Sin embargo, la corrien-
te de vivencias, no sólo se compone de actualidades o cogitationes explícitas, sino
también de inactualidades dispuestas a actualizarse, que son constitutivas de la
intencionalidad.
En la percepción actual me es dado die o campo en el que lo percibido coexiste
con lo potencialmente perceptible, es decir, con lo que es inactual, pero co-inten-
cionado en lo actual. Componente imprescindible de dicho campo perceptivo es el
horizonte, el cual no es propiamente perceptible, pero condiciona la posibilidad de
toda percepción:
La forma de ser de la vivencia es la de ser por principio perceptible (wahr-
nehmbm) en el modo de la reflexión. Perceptible por principio es también la
cosa, y la percepción la aprehende como cosa de mi mundo circundante. A este
mundo petienece también aunque no se la perciba, estando, pues, ahí también
entonces para el yo [ .. .] El "estar ahí" quiere decir más bien que desde las per-
cepciones actuales, con el fondo en el que realmente aparecen, conducen series
de percepciones posibles y motivadas con coherencia continua, y rodeadas de
campos siempre nuevos de cosas (como fondos no atendidos), hasta llegar a
aquellos complejos de percepciones en que aparecería y se dejaría aprehender
junto a la cosa de referencia [ ... ] Una trascendencia que careciera del enlace
descrito, por medio de conexiones de m tivación coherentes, con la esfera de
mi percepción actual, sería una suposición completamente infundada 373 .
del conocimiento que pueda deberse a la falibilidad del nuestro, sino de una diferen-
cia constitutiva del ser, j ustamente de la divergencia entre el ser de la conciencia y el
ser de las cosas.
Cualquiera de nuestras experiencias presupone esta estructura de horizonte que
es constitutiva del aparecer: toda experiencia explícita tiene lugar sobre la base de
una conciencia tácita que pre-constituye el mundo en la forma de la pre-donación.
Para que se convierta en verdadera dación, la intencionalidad horizóntica ha de ple-
nificarse; así avanza el conocimiento y la clarificación del mismo:
Toda verdadera explicación posee el carácter intencional de algo que llena la
intención del horizonte (como anticipación vacía), realizando su tarea en eta-
pas determinadas, por cuyo medio, de ciertas dete1minaciones desconocidas
resultan las correspondientes determinadas y conocidas de ahora en adelante
-conocidas en el modo de la elucidación de lo que está implícito en forma in-
dete1minada en el horizonte 3n
A decir verdad, la percepción se traduce casi de inmediato en explicación, por-
que proviene de otras percepciones. Al mismo ti empo, con cada paso explicativo
se va fom1ando en el objeto de la aprehens ión, es decir, en el objeto anteriormente
pre-conocido en su horizonte y determinado en forma anticipada, una sedimentación
de conocimientos habituales. Gracias a ella, una aprehensión originariamente intui-
tiva se convierte en un hábito. Éste será dación activa de sentido (Sinngebung) y no
necesitará explicar de nuevo su adquisición. Ninguna aprehensión es algo puntual.
Incluso cuando se olvida, pemrnnece en latencia, como una posesión habitual3 78 que
puede ser evocada. La mayor paiie de las veces, lo que es sintetizado pasivamente
no requiere un juicio, es decir, un posicionamiento frente a las unidades percibidas;
sólo cuando tengo dudas, me veo obligada a elegir entre posibi lidades alternativas y
me apropio de algo que estará a mi disposición. Entonces, me convierto en sustrato
activo de mis habitualidades, de manera análoga a como soy centro de identidad de
mis vivencias y referencia, a través de ellas, a todos los polos objetivos. Siguiendo la
cuarta de las Meditaciones cartesianas,
Por ejemplo, cuando yo me decido por primera vez, en un acto de juicio, a
favor de un ser y un ser así, el acto fugaz pasa; pero desde entonces yo soy, de
modo pennanente, el Ego que ha decidido de tal o cual manera, yo tengo la
convicción correspondiente( ... ) Mientras ella sigue siendo válida para mí, yo
puedo retornar reiteradamente a ella. y encontrarla siempre como la mía, como
la que me es habitualmente propia, o bien correl ativamente, me encuentro a mí
mismo como el yo que está convencido, el cual, en tanto yo persistente, está
dete1minado pemrnnentemente por este hábitor 9
377
Tbídem .
.ns Cfr. Ibídem, p. 137 .
.H9
E. Husserl. Cartesianische Meditatione11, pp. 100- 1O 1 (Afedi1aciones cartesianas, p. 89).
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111 enológica 183
Una vez que ego se constituye como sustrato idéntico de sus propiedades y habi-
tualidades, tras reflexionar sobre las conexiones pasivamente constituidas y las uni-
dades que van teniendo lugar gracias a ellas, éstas devienen síntesis que, a su vez,
afectan a lo que despierta la atenció de ego. Entonces vuelve al objeto en una di-
rección activa e intencional y lo enfoca deliberadamente al mismo tiempo que toma
conciencia de la detem1inación de su yo por ese hábito.
Así es como Husserl explica la conversión en hábito de una aprehensión origina-
riamente intuitiva. Incluso, aunque el nuevo conocimiento nos vuelva a dar al objeto
de fo1ma originaria, confomrn a la percepción, su contenido será distinto del de las
percepciones anteriores, porque el obj eto pe1manece pre-dado a la conciencia con su
horizonte.
Cada experiencia brinda la posibilidad de explicarla y obtener sucesivas deter-
minaciones de la misma; el yo es, no obstante, el que decide actualizar o no dichas
posibilidades. Se diría que no hay m intencionalidad absolutamente posicional, ni
pura actividad; la forma de actividad que es la dación de sentido tiene lugar sobre
un campo de pre-donación pasiva que afecta a ego y que determina su horizonte y su
orientación. Ese campo se hace objetivo mediante un acto de apercepción, gracias al
cual el objeto se constituye en la unidad de un mundo circundante (Umwelt) en el que
está situado ego y desde el que se dirige intencionalmente hacia algo.
La aprehensión inherente a la percepción está referida a objetos que se destacan
receptivamente en un campo perceptivo de fondo y que puede ser reactivada me-
diante actos reproductivos o rememorativos porque es una base intuitiva fija sobre la
que se pueden realizar variaciones. Así pues, todo acto, descansa en los estratos de
pasividad y de receptividad, en los que se constituye un ver directo que incluye una
íntesis pasiva de unidad de las diversas apariciones, la cual, aunque no sea comple-
tamente activa, contribuye al sentido.
Lo mismo sucede con las síntesis pasivas generadas por las sensaciones cinestési-
cas, esos fenómenos subjetivos que acompañan a las ostensiones de las cosas según las
perspectivas y que determinan modificaciones de validez, que producen «un encade-
namiento intencional del tipo "si-entonces ( Wenn-so )»380 en un contexto sistemático de
acompañamientos cinestésicos posibles en el que se desarrollan habiendo sido ya pre-
indicadas protencionalmente en la coherencia de la percepción. Éste es el fondo inten-
cional de la certeza simple en una cosa presente. Cuando esta coherencia se fractura, es
necesaria una corrección del sentido en el que se había percibido una cosa:
Modificación del horizonte protencional de las diversidades anticipadas como
normales (es decir, coherentes en su desanollo ); como por ejemplo si se ha
visto a un hombre y el que lo aprehende se ve obligado a cambiar el sentido
"hombre" por el de "maniquí" (ofreciéndose visualmente como un hombre)381.
JSl Tbídem.
J8.~
Tbídem, p. 166.
384
Ibídem, p. 167.
Corrientes actuales de la Filosojia !. En-clave fenomenológica 185
385
E. Husserl. Cartesianische Meditationen, p. 112 (Meditaciones cartesianas, p 104).
186 Mª Cannen L ÓPEZ SÁE ·z
386
K. O. Apel. «El problema de la evidencia fenomenológica a la luz de una semiótica trascenden-
tal », en G. Yattimo. (comp.). La secularización de la jiloso,(ía. Hermenéutica y posmodernidad. Barcelona,
Gedisa, 1992, pp. 175-213, p. 175.
3 7
R Cfr. Ibíde111, p. 186.
388
Ibídem, p. 187.
389
Véase nuestra obra, investigaciones Fenomenológicas sobre el origen del mundo social, en op.cit.,
especialmente pp. 64-1 43.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave f enolllenológica 187
390
Cfr. M. Merleau-Ponty. Notes de Cours au College de France 1958-1959 el 1960-1961. Gallimard,
Paris. 1969, pp. 126-1 27.
m Cfr. H-G. Gadamer. Gesammelte Werke. 3. Neuere Philosophie l. Tübingen, Mohr, 1987, p. 168.
39
~ E. Husserl. Erfahrung und Ur1eil. U11ters11ch11ngen zur Genealogie der Logik, p. 68.
188 M' Cannen LÓPEZ SÁEKZ
europea" ( 1935) y el epílogo de Die Krisis (! 945). La introducción de R. Mate enmarca histórica-
mente los textos.
Problemas fundamentales de la fenomenología . Madrid, Alianza, 1994.
Ideas 11 e Ideas III. México, UNAM, 1997 y 2000 respectivamente.
Meditaciones cartesianas. México, UNAM, 1988.
La Crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental. Buenos Aires, Prometeo, 2010.
Lecciones sobre la conciencia interna del tiempo: ensayo de una crítica de la ra:::ón lógica. Madrid,
Alianza, 2004.
Problemas.fundamentales de la.fenomenología. Madrid. Alianza, 1994.
Lógica formal y transce11demal. México, UNAM, 1962.
Experiencia y juicio. México, UNAM, 1980.
mérito radica su inclusión de autores i fluidos por ella. Sus presentaciones de los mismos son
muy breves, aunque acertadas y no es posible encontrar en ella un desarrollo de los conceptos
fenomenológicos.
ZUBIRI, X. Cinco lecciones de.filosofia. Madrid, Alianza, 1980.
:\iás información en ''Bibliografia de fenomenología en español'' www.clafen.org
3.2.10.4. Enlaces
Husserl-Database w1rn:ipc.shi=uoka.uc.jp
3.2.10.5. Glosarios
EBGLISH, J. Le vocabulaire de Husserl. Pans, Ellipses, 2009.
:\!ORAN , D . The Husserl Dic1ionary. London. Continuum, 2012.
ZIRIÓN, A. , Diccionario Husserl \vww.clafen .org/diccionariohusserl.
Glosarío-guía para traducir a Husserl. w11w.gg1husser!.org
EMBREE, L. Encyclopedia ofPhenomenology. Dordrecht, Kluwer, 1997.
RUSSE LL, M. Husserl. A Guidefor Pe1plexed. London, Continuum. 2006.
The Husserl Page: www.husserlpage.com
-'
03
Cfr. J. Taminiaux. «De Bergson a la phénoménologie existenrielle» .. Revue Philosophique de
Louvain 54 ( 1956), pp. 26-85. p. 26.
190 M" Carmen LÓPEZ SÁENZ
Algo parecido le ocurre a Bergson con el yo perceptor. De ahí que sea compren-
sible lo que de él se ha dicho:
Debemos concluir que el cariz dicotómjco de los análisis bergsonianos enmas-
cara los fenómenos inmediatos más que contribuye a esclarecerlos. Es verdad
que lo esencial del Essai no es tanto oponer la cualidad a la cantidad, en cada
estado de la conciencia, como inscribirl os en una dimensión concreta: la du-
ración. En efecto, el vicio fundamental de la psicología científica reside, a los
ojos de Bergson, en la confusión del orden espacial y del orden temporal y en
la aplicación al segundo de un lenguaje y de unas medidas que sólo convienen
al primero. De este modo, el segundo capítulo del Essai presenta la separación
de la conciencia y del mundo, que hemos encontrado al principio de la alterna-
tiva de la cantidad y de la cualidad bajo la fomrn más fundamental de la oposi-
ción del tiempo y del espacio 394 .
Aunque Bergson considera que la duración presupone un acto de síntesis, sin el
cual sólo captaríamos el transcurrir del tiempo como conservación, esta síntesis no
es un acto de la conciencia, sino de la sensación de la sucesión; por su parte, toda
sensación es mero efecto de una duración de algo exterior en el interior. El tiempo
no es, por tanto, ni algo independiente de osotros, ni una entidad completamente
constrnida.
Si Merleau-Ponty acaba reconociendo el fracaso de Bergson para articular el
cuerpo con la duración, Sartre ha mostrado la absoluta no originariedad de ésta:
sólo es una continuidad inerte, porque Bergson no la comprende desde la existencia
humana. El bergsonismo posterior será todavía más peligroso, porque defenderá lo
concreto, quedándose, en realidad, en lo abstracto. En cambio, para Bergson, existir
y durar eran memoria, pero llegaba a ese resultado tras un análisis a p riori de la ex-
periencia. Su error fue ignorar el tiempo como dimensión constitutiva de la experien-
cia humana. Se limitó a detectar la cohesión temporal sin fundarla en la estructura
ek-stática intencional de la conciencia, la cual era, para él, una sustancia, el conjunto
de lo psíquico.
Comprendió acertadamente el tiempo como un dato de la conciencia, pero no
entendió que era la conciencia misma la que lo desplegaba, no como una continuidad
sin matices, sino en la dehiscencia del presente. Esto hace que la duración parezca
ser el tiempo inerte de las cosas que, después, es proyectado en la conciencia. Así
se explica que el yo profundo de Bergson sea el que descubre esa duración en lo
más íntimo de sí, el que hace que tomemos conciencia de ella en la experiencia que
tenemos de nosotros mismos y que, finalm ente, ampliemos esa conciencia al ser de
los seres vivos y a la totalidad del universo. Este proceso sólo será, sin embargo, en
opinión de los filósofos de la existencia, una generalización de la vida individual, la
cual, en cambio, es irrepetible.
Ibídem, p. 51 .
Corrientes actuales de la Filoso.fia J. En-clave fenomenológica 191
solviéndolo en una interioridad sin dimensi nes. Por ello, Merleau-Ponty, aun siendo
consciente de los grandes avances sensoriomotrices de la psicología bergsoniana, se
adhiere a la fenomenología trascendental, pero para aplicarla a la existencia:
En realidad, justamente esta distinción entre la estructura y los contenidos. del
origen psicológico y del trascendental es la que está en cuestión. Lo a priori no
es lo innato o lo primitivo y, si todo conocimiento comienza con la experiencia,
ésta manifiesta leyes y una necesidad que no vienen de la experiencia. [ . .. ] La
tarea del análisis psicológico y la del análisis trascendental no son distintas , si
la psicología deja de ser una anotación ciega de los "acontecimientos psíqui-
cos" para convertirse en una descripción de su sentido. Es verdad que la psi-
cología no lleva nunca hasta el final la expl icitación de la expe1iencia. porque
da por sentadas las nociones en las que la actitud natural enciena todo un saber
sedimentado y convertido en oscuro 395 .
La dimensión trascendental, como vim s, es el a priori de correlación de la con-
ciencia con lo que ella no es, con lo que la trasciende; por tanto, lo trascendental no es
nada innato. Como nos ha mostrado la fenomenología, todo conocimiento empieza
evidentemente por la experiencia, pero ésta no es un caos, sino que sigue unas leyes.
Si la psicología no se limita a yuxtaponer datos . si se interroga por lo que los fenóme-
nos psíquicos significan, entonces ella misma adquiere una dimensión trascendental
que le permitirá superar las ingenuas interpretaciones operadas en la actitud natural
y, lo que es más peligroso, las dogmáticas explicaciones de la actitud naturalística.
De algún modo, Bergson todavía pem1anece en ella. Por eso, Sartre y Merleau-
Ponty se distanciaron de su realismo y de su pragmatismo; a pesar de ello, le recono-
cieron el mérito de haber tejido una relación práctica entre la conciencia y el mundo,
aunque ignorara la intencionalidad fenomenológica de la conciencia.
Los fenomenólogos franceses valoraron, además, la intuición bergsoniana como
fuente de toda verdad y de todo conocimiento . Quisieron continuar su interés por la
vida concreta, Ja cual no se reduce al conocimiento. Pretendieron, eso sí, describir
la constitución de los objetos en la vida consciente, pero ésta tiene más modalidades
que Ja propiamente cognitiva (por ejemplo, modalidades afectivas, volitivas, axioló-
gicas). La vida real en todas sus fo1mas no es sólo un conjunto de cosas materiales
y tampoco una conciencia aislada. El tratami ento existencial de la misma se verá,
pues, enriquecido por la conjunción de las huellas bergsonianas y las enseñanzas
fenomenológicas.
A diferencia de la constante oscilación ergsoniana entre la realidad interior y la
exterior, enh·e el objeto de la física y la pura vivencia interna, la fenomenología co-
mienza interrogándose por Ja apertura al mundo y por el sentido de éste para la con-
ciencia; para ella, como hemos visto, no hay conciencia clausurada en sí misma y en
sus ideas, sino una conciencia que sólo es tal si desvela el sentido de lo que la trascien-
de. Esto que hemos ido exponiendo en el apartado ante1ior, intentando cuestionar los
lugares comunes de las hennenéuticas apresuradas y reductivas de la fenomenología
de Husserl, explica que toda ella, aun ue muy especialmente la de su última etapa (Ja
de la Lebenswelt y la critica del objetivismo, la fenomenología genética y de la histo-
ria) haya influido notablemente en las fenomenologías de la existencia posteriores, así
como en la concepción del ser humano como ser-en-el-mundo, es decir como sujeto
enlazado esencialmente con el objeto) formando parte de un medio común.
Desanollando su pensamiento o en confrontación con esta fenomenología,
Merleau-Ponty y Sartre, respectivamente, se adentrarán en la filosofía de la exis-
tencia. Ésta, como es sabido, se desarrolla en el periodo comprendido entre las dos
Grandes guenas. Reacciona contra las corrientes filosóficas del siglo XIX: el hege-
lianismo y el positivismo materialista. porque el uno subordina al hombre al Espíritu
Absoluto, mientras que el otro disuelve lo humano en la realidad material. Estos
sistemas dominantes se suman a la degradación del individuo por parte de los totali-
tarismos establecidos. En esta situación, la filosofía de la existencia reflexiona desde
la perspectiva del sujeto que actúa en el mundo y no puede ser un espectador impar-
cial del mismo, ni siquiera cuando filosofa. Como ya hiciera Husserl, esta filosofía
rechaza el objetivismo y el cientificismo que consideran al ser humano desde fuera
y corno una cosa más del mundo. Se hace eco del interés fenomenológico por las
esencias, una vez eliminado todo residuo de realismo que pudiera todavía asimilarlas
a las platónicas. Para la filosofia de la existencia, en todo caso, la esencia no es algo
dado de una vez por todas, sino que se va haciendo en la existencia, la cual es la pri-
mera realidad no sólo teórica, sino también práctica. De ahí que, generalmente, los
filósofos ocupados con ella no sólo la vivieran conscientemente, sino que también la
sintieran en sus compromisos, tanto académicos, como culturales y socio-políticos.
Esto significa que no fueron meros teóricos; no apostaron por la irracionalidad, aun-
que tampoco fueron racionalistas a ultranza. El te/os husserliano de la racionalidad
se había revelado ilusorio, pero, como filósofos que fueron, hicieron con el lagos
recibido su propia contribución a la crítica de la razón establecida y procedieron a
la ampliación de la misma a esferas que tradicionalmente fueron excluidas de ella
(Ja sensibilidad, los sentimientos, afectos, pasiones, compromisos, etc). Su afán re-
flexivo intentará conciliar lo común con lo más propio, las determinaciones de cada
situación particular con la libertad del individuo; esto implicaba sumergirse en los
problemas sociales, pero también individuales y hacerlo renunciando a las normas
universales impuestas. porque los valores sólo pueden crearse y contrastarse exis-
tiendo y existir es un hecho individual y contingente; como dice Lévinas, "Soy total-
mente solo; así, pues, el ser en mí, el hecho de que existo, mi existir, es lo que cons-
tituye el elemento absolutamente intransitivo, algo sin intencionalidad ni relación.
Todo se puede intercambiar entre los seres, salvo el existir''396 .
'"" E. Lévina . ( 1982). Éthique et iJ?fini. Trad. cast. Ética e infinito . Madrid. A. Machado Libros, S.A.,
2000. pp. 53-54.
194 M" Carmen L ÓPEZ SÁE 'Z
397
E. Lévinas. ( 1930). Théorie de/' intuition dans la phénoménologie de Husserl. Paris, Vrin. (Trad.
Cast. La teoría fenomenológica de la intuición. alamanca, Sígueme, 2004).
398
E. Lévinas., en F. Poirié. Emmanuel Levinas. essais et entretiens. Paris, Actes Sud, 1996', pp. 76-77.
399
E. Lévinas. La teoría fenomenológica de la intuición. p. 93 .
400
E. Lévinas. (1949). En découvrant l'exislence avec Husserl el Heidegge1: (Trad. Cast.
Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger. Madrid, Síntesis, 2005, p. 34).
196 M' Carmen LÓPEZ S ÁE1'Z
conjuga la teoría con la práctica, permite una filosofía viviente y rehabilita la corre-
lación con el mundo. Frente al objeto aisladamente aprendido en una abstracción
que no dice nada, adoptó el concepto fenomenológico de "horizonte" del sentido que
desde él se destaca.
Por otro lado, la intencionalidad es la que hace aparecer Ja relación ética con la
alteridad: de ahí el interés lévinasiano por los análisis de Husserl sobre la intersubje-
tividad401, aunque reaccionara ante ellos por considerar que constituían una suplanta-
ción de la experiencia de alteridad del otro ego. En su opinión, el otro era, siguiendo
a Husserl, un duplicado de ego. Le reprocha a Husserl que haya abordado la alteridad
como un dato reflexivo para la conciencia teórica, como un producto del poder cons-
titutivo de la egología pura.
En lo que concierne a la evolución del propio pensamiento de Lévinas, se han
distinguido tres etapas 4º2 :
La primera abarcaría de 1930 a 1949. Se trata del período comprendido entre
las dos obras de Lévinas consagradas a la fenomenología alemana: su tesis sobre
Husserl y el libro Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger: En esta eta-
pa, Lévinas va asimilando a Husserl, al mismo tiempo que se distancia de él para ir
constrnyendo su propia filosofía. Se dirige a las cosas mismas, pero las buscará en
las lecturas de Husserl y en los problemas que al hilo de las mismas preocuparon a
sus alumnos más eminentes, especialmente a Heidegger. De ahí deriva la lectura lé-
vinasiana en clave ontológica de la fenomenología.
En 1940 cae prisionero en la guerra hasta 1945. Su experiencia vivida de los
campos de concentración alemanes detenninará sus obras posteriores, especialmente
su concepción de la ética como filosofia primera, debido a que ella supone una res-
ponsabilidad infinita por los demás. La ética es primera filosofía, porque sólo a partir
de ella, "las abstracciones metafísicas -esos sonajeros de nuestros juegos retóricos-
adquieren una significación y una eficacia" 4º3 .
La segunda etapa se extendería desde 1951 , año en que Levinas publica ¿Es.fun-
damental la ontología?404 , a 1974, año en el que aparece De otro modo de ser o más
allá de la esencia. En este período, Lévinas se va distanciando de Heidegger, al des-
cubrir que la exigencia ética es más esencial, más fundamental para el ser humano,
que la instancia ontológica y que el problema más acuciante no es el del ser, sino el
del bien. Podríamos denominar a esta etapa "giro de la ontología hacia la ética en la
existencia". Frente a la diferencia ontológica proclamada por Heidegger, Lévinas
plantea la diferencia ética, que se vertebraría en tomo a la no indiferencia con res-
pecto al otro. El pensamiento lévinasiano de la alteridad remite a un encuentro ético
401
Me pennito citar a este respecto mi trabaj o, "El problema del otTO en la fil osofia de E. Lév inas",
en Investigaciones Fenomenológicas, 3 (200 1), pp. 265-282.
402
Cfr. R. Armai z. Levinas: huamanismo y élica. Madrid, Cincel, 1988. 11-17.
403
E. Lévinas. Ética e infi nito. Madrid, Visor. 1991. p. 17.
04
• Aparecido como artícul o, en Re1:ue de metaphysique et de mora/e, 56, 1 (195 1), pp . 88-98 .
Corrientes actuales de la Filosojia !. En-clave fenomenológica 197
privilegiado para la existencia; está profundamente marcado por esta orientación éti-
ca que le lleva a dejar lo ontológico de lado, como el espacio de la soledad del ser. Lo
que realmente existe es una inmediatez del otro que obliga a la relación, como una
continua llamada. Se produce así una tensión entre inmediatez y trascendencia que
pone fin a cualquier tentación de objetivar al otro. Para llegar a sí mismo, el hombre
debe acoger Jo otro y, así, rompe el ser totalitario.
Lévinas cuestionará la conciencia del ser de la fenomenología husserliana por
considerarla teorética, es decir, una continuación del idealismo occidental que se di-
rige al ser a través del saber, obviando su aspecto existencial. Él, por el contrario, nos
presenta esa otra dimensión, otra inteligibilidad, la de la h·ascendencia, entendida
ahora como lo infinito, la verdadera alteridad que Husserl no alcanzó en su fenome-
nología. Con el tiempo, le parecerá insuficiente mantener esa inteligibilidad tras-
cendente como dimensión negativa respecto a la inteligibilidad imperante, de la in-
manencia, de lo conocido, de la presencia. Reclamará, por ello, otra fenomenología,
que destruya la fenomenología del a arecer y del saber"405 , como dice C. Moreno,
una fenomenología de la alteridad radical, una "transfenomenología"4º6 dirigida a la
experiencia del Otro.
Esta trascendencia que se manifiesta como relación ética con el otro hace de la
ética de la existencia la filosofía primera que Husserl adscribió a la fenomenología.
La etapa tercera y final o etapa teológica se c01Tespondería con los últimos años
del filósofo, que se situaiian entre 1976, último año de docencia regular de Lévinas
en la Sorbona, y 1991 , fecha de apari ción de Entre nosotros, ensayos para pensar al
otro. En este tiempo, Lévinas publica mucho: sus últimos dos cursos en La Sorbona,
··La muerte y el tiempo" y "Dios y la ontoteología", serán editados conjuntamente en
Dios, la muerte y el tiempo ( 1993). Antes, habían visto la luz, Ética e infinito (1982),
De Dios que viene a la idea (1982), Trascendencia e inteligibilidad (1984), Fuera
del sujeto (1987). En esta etapa se nos descubre a un Dios, no metafísico; el primer
paso para ello es abandonar la metafísica para alcanzar un plano de consideración
exclusivamente ético; el segundo, consiste en pasar desde este nivel a otro propia-
mente teológico.
Del mismo modo que el periodo logicista de Husserl ha de ser entendido como
reacción contra el psicologismo, Lévinas emprende una crítica del psicologismo
existencialista. Al mismo tiempo, rechaza la aproximación metafísica a la existencia
ubrayando Ja intuición fenomenológica como contrapunto a ella. Le preocupa la
relación del yo con su existencia, Ja aparición de ésta como una carga que debemos
asumir. Se plantea éstas cuestiones desde la ontología contemporánea que ha intenta-
do renovar la filosofía; de ahí su tratamiento de la idea de ser impersonal:
4
o; Cfr. E. Lévinas. Trascendencia e inteligibilidad. Madrid. Encuentro, 2006, p. 27.
406
C. Moreno. Fenomenología y fllosojia exis1encial. Volumen 11. Entusiasmos y disidencias. Madrid,
intesis, 201 O. p. 154. El autor la denomina de este modo, porque el horizonte de la alteridad lleva más allá
del fenómeno.
198 ~?Carmen L ÓPEZ SÁE •z
"º; E . Lévinas. ( 1947). De /'existence a /'existan!. Paris, V1in, 1986. (Trad. cast. De la existencia al
existe/1/e. Madrid, Arena libros, 2007. p. 19).
408
Ibídem, pp. 68-69.
409
Habitualmente se traducen por .. ser" y "ente'', respecti vamente. Lévinas prefiere traducir estos
tém1inos por "existir" y "existente" .
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 199
''º E. Léviirn . ( 1947). Le temps et /'autre. Paris, PUF, 1991 , pp. 24-25.
Ibídem. pp. 22-23 .
200 M' Carmen LÓPEZ SÁEKZ
"quien en sus cursos tiende a presentar la diferencia de Jos sexos como una especi-
ficación de un género" 412 :
Decir simplemente que el yo sale de sí mi smo es una contradicción, puesto
que al salir de sí, el yo se arrebata, a no ser que se abisme en lo impersonal.
La intersubjetividad asimétrica es el lugar de la trascendencia donde el sujeto,
aún conservando su estructura de sujeto, tiene la posibilidad de no retomar
fatalmente a sí mismo, de ser fecundo y. digamos la palabra adelantándonos,
de tener un hijo 4 13 •
Se existe como alteridad, abriéndose a lo otro y esta apertura desvela que Ja in-
tencionalidad es hospitalidad, no tematización de un objeto por un sujeto. En la hos-
pitalidad descansa la nueva relación entre sujetos; se trata de una relación asimétrica,
puesto que yo soy responsable del otro sin esperar su reciprocidad. Lo que me hace
sujeto, Ja esencia del mismo, es precisamente esa responsabilidad hacia el otro. Esto
dificulta mantener Ja intencionalidad entendida como un ejercicio libre de darse a
la conciencia. Esa responsabilidad es previa a Ja libertad de comprometerse con el
otro. Asumirla no es sino «aceptar Ja desgracia ajena o su fin como si yo mismo fuera
culpable» 414 .
Desde esta nueva perspectiva, el tiempo dej a de ser el acontecimiento puro de la
hipóstasis, incluso de una parte de ésta, del resente del existente, que es el ék-stasis
privilegiado por la fenomenología:
Poniendo el presente como el control del ex istente sobre el existir y buscando
el paso del existir al existente, nos encontramos en un plano de investigaciones
que no podemos calificar ya como experiencia. Y si la fenomenología sólo es
un método de experiencia radical , nos encontraremos más allá de la fenome-
nología. Por otra parte, la hipóstasis del presente sólo es un momento de la
hipóstasis; el tiempo puede indicar otra relación entre el existir y el existente.
Esa es la que nos aparecerá más tarde como el acontecimiento mismo de nues-
tra relación con otro y nos pennitirá acabar así en una existencia pluralista que
supera la hipótesis monista del presente4 15 •
El tiempo no es el hecho de un sujeto aislado, sino el fruto de Ja relación que en-
tabla con lo otro, con Jo que no es él.
La situación cara-a-cara sería el cumplimiento mismo del tiempo; el solapa-
miento del presente en el futuro no es el hecho de un sujeto solo, sino la rela-
ción intersubjetiva. 4 16
412
E. Lévinas. De la existencia al existente, pp. 116-11 7.
413
Ibídem, p 117.
414
E. Lévinas. (Cursos de 1975-1976) Dieu, la ,'v!ort et le temps. Dios, la muerte, el tiempo. Madrid,
Cátedra, 1998, p. 153.
m E. Lévinas. Le temps et /'autre. p. 34.
41 6
lbíde111. p. 69.
Corrientes actuales de la F ilosofía J. En-clave fe110111enológica 20 1
7
" A Lévinas las retenciones y las protecciones le parecen simulaciones del presente; él afim1a que
ada ser tiene su tiempo, su interioridad, como si aceptara la duración del yo profundo de Bergson; sin embar-
go, a diferencia de éste, el yo de Lévinas vive en el instante, separado del tiempo común.
418
Ibídem, p. 75.
202 M" Carmen LOPEZ SÁEKZ
un dinamismo que nos lleva en otra dirección distinta de las cosas idénticas que posee-
mos, un tiempo que nos pone en relación con la alteridad. Por un lado, está de acuerdo
on Bergson al distinguir un tiempo abstracto de otro concreto, pero no acepta que el
primero sea espacializado y homogéneo, mientras que el segundo consista en la duración
plena de contenidos heterogéneos y siempre cambiantes. En su opinión, Bergson acierta
a identificar el primer concepto del tiempo con la swna de instantes y con la equiparación
de todos ellos, pero no es él quien establece en esa adición de puntos temporales la prima-
cía del presente, porque "en el tiempo abstracto hay un orden de los instantes, pero no hay
instante central, ese instante por excelencia es el presente"4 19 .
De ahí deducimos que Lévinas, frente a Bergson defiende el instante exento de
duración, que contacta con el ser al mismo tiempo que se desprende de él:
La duración no afecta al contacto con el ser llevado a cabo por el instante. No
hay que tomar la duración como medida de la existencia y negarle al presente
la plenitud de su contacto con el ser, bajo pretexto de que el instante no tiene
duración y de que en su contacto con el ser se deja ver ya su desapego. La eva-
nescencia del instante constituye su presencia misma; condiciona la plenitud
de un contacto con el ser que no es, en absoluto, hábito, que no es heredado
de un pasado, que precisamente es presente. Lo absoluto del presente no es
la negación de la destrucción que opera el tiempo, no es la afinnación de algo
perdurable 420 .
419
Ibídem. p. 94.
420
E. Lévinas. De la existencia al existente, p. 95 .
204 M' Cannen L ÓPEZ S ÁE KZ
m E. Lévinas. ( l 96 l ). Totalité et infini. (Trad. cast. Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad
Sígueme, Salamanca 1977, p. 11 l ).
206 Mª Carmen LÓPEZ SÁE"Z
a la filosofía, sino como "la filosofía misma''424 . La abrazó porque encontró en ella
un modo de trascender la oposición entre realismo e idealismo; ambos son constrnc-
ciones, no fenómenos y la fenomenología va más allá de las catalogac iones y de la
separación de la realidad en planos opuestos:
La fenomenología no es. a fin de cuentas. ni un materialismo, ni una filosofía
del espíritu. Su operación propia es desvel ar la capa pre-teórica en la que las
dos idealizaciones encuentran su derecho relativo y son superadas 4c5 .
sance de / 'homme au XX' siécle. Neuchatel. Les Editions de la Baconniere , 1952, pp. 216-252 , p. 246.
4
" M. Merleau-Ponty. Signes. Paris. Gallimard. 1960, pp. 201 -228, p. 208.
"º M. Merleau-Ponty. Le Visible et /'Jnvisible. París, Gallimard, 1964, pp. 56-57.
427
lbíden1. p. 6 l.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave jenomenológica 207
tal, sino que penetra en la vida oculta, la despierta y reactiva, subrayando que hasta el
suj eto trascendental procede de esa vida.
La fenomenología sigue siendo para él una filosofía trascendental que suspen-
de las afirmaciones de la actitud natural para comprenderlas mejor; es una filosofía
que no duda del mundo, sino que pretende recuperar el contacto vivido con él para
después otorgarle un estatuto fi losófi co y enriquecerlo con la hiper-reflexión (no
on la mera reflexión, entendida como pensamiento de survo[). De ahí que Merleau-
Ponty refonnule la reducción transcendental como un medio de toma de conciencia
de nuestra inserción en el mundo, como una manifestación de lo pre-reflexivo cuyo
término no es el yo trascendental, sino el ser-en-el-mundo.
Si, fenomenológicamente hablando, la reducción marca el comienzo de esa re-
exión propiamente filosófica , debe cuestionarse a sí misma, sus orígenes y su en-
raizamiento en Ja vida natural. Como aprendió de Bergson, la reflexión filosófica
no es puro pensamiento que sobrevuele Jo que vivimos. Esto llevará a su sucesor a
uestionar el sentido de lo trascendental. Si en Husserl Ja reducción nos reconducía
al sujeto transcendental, en Merleau-Ponty nos lleva a un sujeto que emerge de la
propia naturaleza, aunque, como en el maesh·o, no se agota en ella.
Ya en la Fenomenología de la Percepción Merleau-Ponty decía que la fuente pri-
mera de toda elaboración simbólica era la corporeidad, en vi1tud de sus conductas428 ,
gracias a las cuales enlazaba la sensibilidad pasiva de la actitud natural con la actitud
crascendental, marcada por Ja conciencia y la idealidad. En Merleau-Ponty, la actitud
natural es una preparación para la fenomenológica, mientras que la actitud trascen-
dental es, a pesar de todo "natural" (natürlich), como dice apoyándose en Ideas Ill
de Husserl :
Hay una verdad de la actitud natural, incluso una verdad segunda y derivada
del naturalismo. «La realidad del alma está fundada en la materia corporal y
no ésta en el alma. Más generalmente, el mundo material está en el interior
del mundo objetivo total que llamamos Naturaleza, un mundo cerrado en sí
y particular que no necesita apoyarse en ninguna otra realidad. En cambio, la
existencia de realidades espiritual es, de un mundo del espíritu real , está ligada
a la existencia de una naturaleza en sentido primero, el de la naturaleza mate-
rial .. .»429
431
fbídem , p. 294.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave f eno111enológica 209
432 Cfr. E. Fink ( 1933) " Die Phanomenologische Philosophie Husserls in der gegenwartigen Kritik".
Trad. Fr. E. Fink. "La philosophic phénoménog1que d ' Edmund Husserl facc a la critique contemporaine", en
De la Phénoménologie. Paris, Minuit, 1974, pp. 95-1 75, p. 136).
433
Cfr. lbíden1., p. 153.
434
M . Merleau-Ponty. l e Visible et / 'bnisible, p. 232.
435
M . Merleau-Ponty. la Phénoménologie de la perception. pp. Vlll-lX.
210 Mª Cam1en LÓPEZ S ÁE!'Z
436
M. Mcrlcau-Ponty. Signes, p. 205 .
437
M. Merleau-Ponty. (1933 -1 934). Le primal de la perception et ses conséquences phi/osophiques.
Paris, Cynara. 1989, p. 56.
438
Citando a Heidegger, Merleau-Ponry define el "impensado" como lo que nos llega por la produc-
ción de un autor como eso que jamás ba sido aún pensado" (Cfr. M . Merleau-Ponty. Signes, p. 202).
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave jeno111e11ológica 211
los pensamientos vertidos en ellas, su negación, sino las tensiones del pensamiento
que siguen incitando a él y suministran una vía de inspiración para futuros desan-o-
Jlos. En suma, lo impensado es el doble de la obra filosófica, de la misma manera que
lo invisible es la otra cara de lo visible y no su opuesto.
Pensar es, por consiguiente, interrogarse por los impensados que se encuentran
bajo lo dicho. Este ejercicio permite desarrollar un pensamiento respetuoso y profun-
do, más creativo que sistemático. Se trata de una filosofía de la no filosofía que apro-
vecha la interpelación y la buena vol ntad del pensamiento que se sabe finito para
llegar a una verdad que no es la de la adecuación del enunciado con la cosa y que no
resuelve el misterio disolviéndolo.
El fundamento de la verdad no está fuera del tiempo; la verdad es temporal, por-
que se va originando en la apertura de los sentidos sedimentados a las reactivaciones
que los transfom1an . No reflej a lo dado, pero recupera la fecundidad de lo anterior,
por eso la verdad es otro nombre de la sedimentación, que es a su vez la presencia de
todos los presentes en el nuestro. La idea verdadera tiene una temporalidad propia
que arranca de la fecundidad de lo verdadero como pasado efectivamente vivido y
como perpetuo presente reactivado en el tiempo. La experiencia de la verdad, por
tanto, no está concluida, se va haciendo, abriéndose a nuevas experiencias. El movi-
miento hacia ella es la tarea de la fenomenología y debe asumir su propia resistencia,
su propia sombra, su no-fenomenología. Verdad y temporalidad están unidas, porque
el pensamiento se va realizando y descubriendo a sí mismo a través del tiempo. Sin
embargo, la verdad no es fruto de un completo constructivismo, porque la verdad ex-
presada no es pura contingencia, sino que con ella aparece una necesidad interna de
la cosa y, por ello, Merleau-Ponty define la razón como "lógica en la contingencia".
Ésta no es ajena al tiempo, pero va más allá de él. El cumplimiento de una verdad se
da en su expresión, en la creación, que nunca es ex nihilo.
De la misma manera que toda filosofía se ocupa de lo que no es estrictamente
filosofía y esto es su detonante, aquello de lo que el pensamiento se nutre, la fenome-
nología merleau-pontiana será fenomenología de aquello que no es fenomenología
(las múltiples dimensiones de la existencia), porque es una filosofía de la no-coinci-
dencia que considera inconsistente la coincidencia moderna del sujeto consigo mis-
mo obtenida por la reflexión; en su opinión, siempre hay un desfase entre la realidad
y la conciencia, hasta el punto de que toda percepción se prolonga indefinidamente
y la síntesis por la que llegamos al objeto es inacabada, en todo caso una síntesis
de transición. Esto implica que la coincidencia total con las cosas es imposible; lo
mismo ocurre con el ideal de adecuación. Asimismo. esta fenomenología no se con-
formará con reflexionar sobre los fenomenos, sino que se preguntará por su otra cara,
esa que no se presenta sino como ausencia, el fondo invisible del que surge lo visible
y al que sólo tenemos acceso de modo lateral. Así pues, la reflexión merleau-pontia-
na debería considerarse hiper-refl exión, porque va a la raíz de las cosas mismas y se
compromete con ellas, se encarna en una situación, porque es consciente de sus limi-
212 M' Carmen L o PEZ SÁEK Z
taciones tras haberse interrogado por la reflexión misma y haber hallado su origen en
la donación pre-reflexiva del mundo, por ello, se eleva a un nivel superior.
Comencé a reflexionar, mi reflexión es reflexi ón sobre un irreflejo, no puede
ignorarse a sí misma como acontecimiento, desde entonces, se aparece como
una verdadera creación, como un camb io de estructura de la conciencia y le
pe11enece reconocer, más allá de sus propias operaciones, al mundo dado al
sujeto, porque el sujeto es dado a él mi smo . Lo real está por describir, no por
construir o constituir. 439
Describir lo real es interpretar la máxima husserliana "a las cosas mismas" como
un compromiso teórico-práctico con el fenómeno de la existencia. La descripción de
la experiencia vivida de la misma compete a la fenomenología. Ésta es radicalizada
por Merleau-Ponty.
Aceptará la intencionalidad, pero más que la de la conciencia sintetizadora de
datos, desan-ollará la intencionalidad operante (Fungierende), por considerar que la
unidad del mundo es vivida como ya ahí. Merleau-Ponty descubre esta intenciona-
lidad operante en Husserl, en su concepción de la conciencia como proyecto y no
como representación del mundo. No olvidemos que la fenomenología abandona esta
última y se dirige al mundo mismo,
... y el mundo como ese individuo preobj etivo cuya unidad imperiosa prescribe
su meta al conocimiento. Por eso es poi lo que Husserl distingue la inteucio-
nal idad de acto, que es la de nuestros juicios y la de nuestros posicionamientos
voluntarios, la única de la que habló la Crítica de la Razón Pura, y la inten-
cionalidad operante (fimgierende Jntentionalitiit), que hace la unidad natural y
antepredicativa del mundo y de nuestra vida. que aparece en nuestros deseos,
nuestras evaluaciones, nuestro paisaje, de modo más claro que en el conoci-
miento objetivo 440 .
La intencionalidad operante actuaba en Husserl como retención de recuerdos pri-
marios, según los cuales una vivencia no sigue a otra, sino que se prolonga en ella sin
precisar un acto posicional de la conciencia . Merleau-Ponty Ja interpreta como inten-
cionalidad propia de la conciencia encama a que se sabe düigida al conocimiento de
su situación para enriquecerla. La sede de esta intencionalidad no representativa es
el cuerpo subjetivo-objetivo que efectúa la unidad ante-predicativa del mundo con
nuestra vida. Lo hace gracias a que es motricidad, a su capacidad de espacialización
y temporalización. Esta intencionalidad motora es tamb ién la que desea, valora y
mira lo otro de sí abriéndose sin intentar dominarlo o someterlo al loga1itmo, porque
es relación au mundo -no dentro de él, sino abierta a él-. Esta intencionalidad es más
amplia que la intencionalidad de acto; ayuda a redefinir la filosofía como aspiración
a lograr una mirada más comprehensiva y más receptiva que la de una conciencia
dominadora.
'39
M. Merleau-Ponty. La Phénoménologie de la perception, p. IV
Ib ídem, p. Xlll.
Corrientes actuales de la Filosofía l. E11-c/avefe110111enológica 213
.w 3 Me pennito citar aquí uno de mis trabajos sobre las esencias o ideas sensibles en Merleau-Ponty,
que pa1iicndo del lagos del mundo estético de Husserl, lo trasciende hasta el punto de considerar que no hay
ideas puras, sino impuramente encamadas; esto no es una debilidad de las mismas, sino la explicación de su
función articuladora y generatriz (Cfr. , "La verdad de las ideas sensibles", en J. San Martín. T. Domingo. La
imagen del ser humano: Historia, literatura y hermenéwica. Madrid, Biblioteca Nueva, 20 ll , pp. 341-355.
4.\4 M. Merleau-Ponty. Le Visible et /'Invisible, p. 1 -s.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave f eno111e11ológica 215
¿No había advertido Husserl des e el principio que toda reducción trascen-
dental es inevitablemente eidética? Es decir, que la reflexión no aprehende lo
constituido más que en su esencia, que ella no es coincidencia, que no es re-
emplazable por una producción pura, sino que sólo re-produce el esbozo de la
vida intencional. Presenta siempre el "retomo a la conciencia absoluta" como
título de multitud de operaciones que se aprenden, se efectúan poco a poco y
nunca están acabadas. Nunca nos confundimos con la génesis constitutiva y
apenas Ja acompañamos en cortos -egmentos. 445
La reducción eidética, para Merleau-Ponty, no es un objetivo independiente de
la reducción fenomenológica, sino el significado con el que puede aprehenderse Ja
facticidad del mundo. No hay reducción que pueda trascender completamente esa
facticidad; hasta las esencias se descubren en el ser-en-el-mundo. La variación eidé-
tica parte de experiencias concretas y sólo puede llegar a esencias que siempre son
sensibles446 .
El inventario de las necesidades e esencia se hace desde una suposición (la
misma que vuelve en Kant): si este mundo debe existir para nosotros, o si debe
haber ahí un mundo, o si debe haber ahí algo, entonces es preciso que observen
tal y tal ley de estructura. Pero, ¿de dónde obtenemos la hipótesis, por qué sa-
bemos que hay algo, que hay mundo? Ese saber está por debajo de la esencia,
es la experiencia de cuya esencia ~ rma parte y que ella no envuelve447 .
Desde esta nueva orientación, Ja reducción eidética tendrá como meta el escla-
recimiento del existir, del ser-en-el-mundo, ayudando a ponerlo de manifiesto tal
y como es antes de cualquier retomo a nosotros mismos. Así pues, el método ei-
dético es interpretado por nuestro filósofo como la fundación de las esencias en la
existencia; las primeras son Ja posibilidades de ser, mientras que la existencia es el
ser-en-en-el-mundo, lo que hay, que no es un sujeto en un objeto, sino la existencia
generalizada, previa a las distinciones. Por su parte, el mundo no es el objeto de mi
pensamiento, sino Jo que v ivo, mi medio. En este aspecto, la influencia de la factici-
dad y la mundanidad heideggerianas es evidente:
"Hay un mundo" -o mejor. "hay el mundo"- de esta tesis constante de mi vida
no puedo dar nunca razón enteramente. Esta facticidad del mundo es lo que
hace la Welt!ichkeit der Welt, lo ue hace que el mundo sea mundo, como la
facticidad del cogito no es ya una imperfección en sí, sino, por el contrario, lo
que me da la certeza de mi existencia. El método eidético es el de un positivis-
mo fenomenológico que funda lo posible en lo real448 .
5
+4 M. Merlcau-Ponty. Signes, p. 126 .
446
M . Carbone ha estudiado este tipo de esencias en Merleau-Ponry. en relación con Deleuze y Proust.
Véase su obra. Prousl el les idées sensibles. Paris, Vrin, 2008.
447
M. Merleau-Ponry. Le Visible el /'Invisible, p. 147.
44
' M. Merleau-Ponty. La P hénoménologie de la percep!ion. p. XII.
216 Mª Carmen L · PEZ SÁ ·, ·z
449
A diferencia de Husserl , Merleau-Ponty ha tematizada reiteradamente el lenguaje desde sus pri-
meras obras y en paralelo con la primacía que concede a la percepci ón. Me pennito citar mis trabajos sobre
este tema que, aquí, no es posible desarrollar: «La Paro/e as a Gesture of the Originating Differentiation»,
en B. Penas. M' C. López (eds.) l11tercult11ralism. Beh1'een ldentity and Diversity. Nueva York/ Berna, Petcr
Lang, 2006, pp. 27-46; "De la expresividad al habla. Un modelo diacrítico de interculniralidad", en Mª C.
López. B. Penas. (eds.) Paradojas de la lnterculturalidad. Filosofia, lenguaje y discurso. Madrid, Editorial
Biblioteca Nueva, 2008, pp. 31-61 . También Sartre ha tratado el lenguaje, pero lo ha hecho tangencialmente,
entendiéndolo, principalmente, como un acto constructivo y subrayando la libe1tad del hablante para crear
significados.
450
M. Merleau-Ponty. Signes, p. 23 8.
451
M. Merleau-Ponty ( 1955). Les aventures de la dialectique. Paris, Gall imard, col. "ldées,., 1991 , p. 202.
Corrienres actuales de la Filosofia !. En-clave feno menológica 217
452 Léase al respecto M" C, López Sáenz. "Pensar literariamente, pensar filosóficamente. Proust y
. 1erleau-Ponty'", en Mª C. López Sáenz. Mª L. Pintos. (edras.) Número Especial: Merlea11-Ponty desde la
•enomenología en su primer Cenrenario 1908-2008 (2008). !11vestigaciones Feno111enológicas, pp. 261-275.
453 M. Merleau-Ponty. La Nature . Notes de Cours du College de France. Paris, Seuil, 1995, p. 108.
218 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
454
M. Merleau-Ponty. Phénoménolog ie de la perception, p. 74.
455
M. Merleau-Ponty, La Nature. p. 104.
456
Ibídem.
457
«Ella trata el problema eidético de un mundo posible en general, en tanto mundo de "experiencia
pura", en tanto que precede a toda ciencia. Ella trata pues de la descripción eidética del a priori universal sin
el cual no podrían aparecer objetos en la mera experiencia .. . »(E. Husserl. Forma/e und trans::.endentale
Logik, p. 297). Una capa de dicho a priori es el lagos del mundo estético.
458
Hemos visto que esta obra es clave para estudiar la fenomenología genética desarrollada por
Husserl. Se recogen en ella manuscritos escritos entre 19 18 y 1926. Fue publicada en el volumen XI de
Husserliana en 1966.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 219
dad y considera esenciales, tanto las relaciones entre actividad y pasividad459, como
la conexión de la pasividad del yo con la de todos los otros para que un mundo y
un tiempo se constituyan como objetivos. En la forma de este fluir temporal en el
seno del mundo es en la que, según Merleau-Ponty, se experimenta la conciencia
pre-reflexiva, no como pretende Sartre, como una conciencia no posicional ante una
conciencia reflexiva.
Nuestro filósofo piensa que la conquista más importante de la fenomenología es
su reinterpretación de la racionalidad en estrecha relación con el concepto de mundo.
Dicha racionalidad está asegurada en las experiencias en las que se revela; es decir,
hay racionalidad porque las percepciones se confinnan y las perspectivas se reúnen.
Es por ello que siempre intentó evitar los reduccionismos. Le prestó un gran servicio
en esta tarea la dialéctica que define su pensamiento filosófico y cobra concreción en
cada una de sus obras y en el planteamiento de cada uno de sus temas. Gracias a ella,
expresará el contenido de una concepción dinámica de la razón, del devenir racional,
porque la razón está lejos de ser algo ya clausurado; se va haciendo constantemente.
Frente a la razón positivista que se rinde a los hechos y también frente a la es-
peculativa, Merleau-Ponty defiende una razón dialéctica que busca el sentido ori-
ginario en la experiencia y, con él, el auténtico poder de la razón, que no se reduce
simplemente a la aprehensión de lo dado. Gracias a la dialéctica, Merleau-Ponty am-
plió el contenido de la razón, al'íadiéndole todo lo que la precedía y la excedía; así
nos acercó a una razón más abarcadora que la científica, a una razón existencial que
va más allá de la reflexión y se constituye como intercambio incesante, como vida.
Detectó que buen número de racionalistas eran un peligro para la razón viviente,
porque mistificaban el racionalismo. Afinnó , sin embargo, la razón como problema
y la defendió para afrontar la dificultad de los propios orígenes y aventuras de esta
razón dialéctica.
La necesidad, proclamada por Husserl y heredada por Merleau-Ponty de volver a
Ja Lebenswe!t, al mundo pre-reflexiv donador de sentido, plasmaba esta nueva con-
cepción unitaria de la razón en pennanente movimiento y en una reflexión radical
obre lo irreflexivo constitutivamente inseparable de aquél. La reflexión filosófica
se transfmmaba, entonces, en cuestionamiento radical, intenogación que anima todo
conocimiento, pero que no toma distancia del objeto. De otro modo, no podría haber
filosofía de la Lebenswelt, aunque, en realidad, ésta no es ningún objeto; tampoco es
una representación, ni un paso necesario para el trabajo de la constitución universal
del sentido, sino la auténtica trascendencia.
La filosofía que se ocupa del ser-en-el-mundo, del existente, no descuidará el Ser
Bmto o salvaje, ese que no ha sido reducido al sentido otorgado por una conciencia
que estuviera separada de él; y, por ello, la filosofía merleau-pontiana no dejará de
ser inten-ogación radical que sabe que la razón está en camino hacia la verdad histó-
459
Cfr. E. Husserl. Analy sen zur passiven Síntesis. p. 342.
220 M' Carmen L ÓPEZ SÁE. ·z
pección del cuerpo y si queremos describir lo real tal y como nos aparece en la
experiencia perceptiva, lo encontramos cargado de predicados antropológicos.
Las relaciones entre las cosas o entre los aspectos de las cosas siempre mediati-
zada por nuestro cuerpo, la naturaleza entera, es la puesta en escena de nuestra
propia vida o nuestro interlocutor en un determinado diálogo460 .
Bergson fue uno de los primeros filósofos que puso en relación la conciencia con
acción del cuerpo, cuestionando las filosofías contemplativas del mundo. A dife-
:encia de ellas, Bergson considera que la contemplación es el prejuicio de una inteli-
=encia que desconoce su capacidad de acción y que, por tanto, se ignora a sí misma.
Resguarda tanto la trascendencia de lo percibido, como la de lo pasado. Al con-
=:ario de Husserl, "trascendencia" no ignifica para él conciencia dirigida hacia algo
externo que está por percibir, sino rn virniento que se da en presencia de una con-
~1encia pasada viliualmente actuante. Percibir es seleccionar lo que interesa para las
_: iones de la imagen-cuerpo. La percepción es, por consiguiente, una acción virtual
e se cumple por la acción ej ecutiva del cuerpo. Así pues, no es mera captación
iva, sino discernimiento de las partes de un todo que contribuyen a las metas de
acciones. Esta virtualidad de la conciencia perceptiva se debe a que está saturada
~e experiencias preté1itas; no consiste, como en la fenomenología, en la dirección
rencional de la conciencia al objeto.
Como veremos en el apartado siguiente, la fenomenologia de la percepción de
ferleau-Ponty, siguiendo a Husserl, concibe a ésta como un acto intencional. Sin
embargo, puesto que la fenomenología de la existencia niega que exista una reflexión
_. oluta encerrada en la inmanencia de la conciencia, la intencionalidad no esconce-
ida por ella como un acto meramente reflexivo producido por una conciencia aisla-
-inexistente, por otra parte- , sino ue adquiere un sentido existencial y siembra la
rate1rngación en el cogito ; éste pierde su reclusión, se acepta como lo que es: ser-en-
e,-mundo; deja de ser pensamiento puro y se comprende como latente en el entorno
_ en la prccús. La intencionalidad de la conciencia significará apertura a lo otro de sí.
E ta apertura no es simplemente teorética y distante de eso hacia lo que se abre, sino
e alcanza un sentido activo y práctico como relación; gracias a ella, el fenómeno
o indicará la vuelta a una sensación interna, sino la vivencia que es conciencia de
go. Husserl ya había descubierto esta dirección de la conciencia hacia el objeto y la
::rascendencia de éste con respecto a aquélla; Merleau-Ponty irá todavía un poco más
llá hasta aceptar la intencionalidad misma como trascendencia pura, como apertura
la conciencia, sin referencia a su inmanenci a. La vivencia se toma, así, trascen-
dencia hacia el mundo.
El filósofo considera que el cuerpo es la conciencia perceptiva privilegiada, no
-ólo, como enseña Husserl, por ser el punto cero de toda perspectiva, sino también
porque él mismo configura el significado perceptivo: contribuye a la constitución de
460
M . Merleau-Ponry. Phé11oménologie de la perception, pp. 369-3 70.
222 Mª Carmen LÓPEZ SÁE!\Z
461
Paul Schilder es la referencia principal de Mcr!eau-Ponty en el desarrollo del esquema corporal.
Representante de la escuela de neurología de Viena, combina la fenomenologia, la psicología de la Gesta// y
el psicoanálisis. Merleau-Ponty distingue con mayor precisión qu e él el esquema de la imagen corporal: mien -
tras que ésta siempre es pai1icular y actúa como un concepto; el esquema corporal es frut o de las destrezas
y capacidades que nos familiarizan con el mundo y con el cuerpo de un modo pre-cognitivo, pero él mismo
condiciona toda cognición. No es una imagen que se proyecte. sino que se forma en la interacción del cuerpo
con el mundo. Gracias a él. se sedimentan las actividades corporales y quedan a disposición de usos futuros.
462
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception. pp. 75-76 .
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave j'eno111enológica 223
Si, como hemos visto, la intuició husserliana de las esencias era valorada por
• Ierleau-Ponty por superar la actitud natural interesándose por el significado de los
entes, la fenomenología se equivocaba al definirlo por su esencia, localizada en un
-er positivo, la conciencia, y entendida de manera positiva, completamente determi-
:iada y aprehensible por la intuición pura. Merleau-Ponty rechaza la absolutización
usserliana de la conciencia y de lar flexión. El polo contrario es la intuición berg-
5oniana, abandonada a la conciencia itTeflexiva; ambos caen en idéntico error: en el
ualismo de lo subjetivo y objetivo y en la subordinación de uno de ellos a otro, ya
que todo dualismo presupone una jerarquía.
La reflexión filosófica transforma la estrnctura de nuestra existencia, no la deja
igual, sino que revierte en ella, pero la existencia es el sujeto-objeto de la reflexión
_ ésta no debe olvidarlo pretendiendo ser absoluta. Tanto las filosofías reflexivas,
orno la filosofía de la intuición obvian este carácter de la existencia; las primeras
encubren completamente al objeto con el sujeto, mientras que las segundas proceden
_. la inversa. Ambas son filosofias de la coincidencia.
Concebida de este modo la intuición bergsoniana, como coincidencia con lo
mtuido, ¿qué sentido puede tener la investigación filosófica? A diferencia de él,
. Ierleau-Ponty practica una filosofía de la no coincidencia, de la aproximación a
·stancia, porque su objetivo no es reduplicar el ser en cada ser, sino contrastarlo en
uestras relaciones.
En su primera obra, Merleau-Ponty considera que la duración bergsoniana es un
to inmediato aprehensible mediante una intuición que es coincidencia; se trataría
e una falsificación irracional de la Lebenswelt, la cual siempre está presupuesta por
el mundo objetivo. Ingenuamente Bergson ha identificado ese mundo de la vida con
a interioridad pura e inefable. Aunque ha mostrado que lo psíquico no puede natura-
lizarse, ha recaído en el otro extremo del cartesianismo: en la espiritualización de la
subjetividad. Para Merleau-Ponty, en cambio, somos en el mundo, en la facticidad en
irtud de nuestro cuerpo vivido que nos abre a él. Siguiendo a Husserl, la Lebenswelt
el reino de las evidencias originarias, nuestro ser en situación.
La conciencia bergsoniana y la materia, la duración y el espacio son dos géneros
de ser. Haciendo frente a estas insuficiencias, la intencionalidad a la que se adhiere
la fenomeno logía de la existencia, se moverá entre la intuición y la reflexión, entre la
nueva metafisica bergsoniana y la fenomenología trascendental.
El curso impaitido en 1947-1 948 sobre Malebranche, Biran y Bergson, no abor-
da ya al Bergson canónico, al del Ensayo sobre los datos inmediatos de la concien-
cia, ese que fue tan criticado por el existencialismo francés, sino al autor de Materia
y Memoria, para el que la duración recibe nuevas dimensiones, aunque sigue adole-
ciendo de ese realismo que, lejos de entenderla heideggerianamente como horizonte
de comprensión del ser, como la visibilidad anónima que todo lo invade y de la que
se ocupará la ontología inacabada de Merleau-Ponty, la cosifica, la confunde con el
224 Mª Cam1en L ÓPEZ SÁENZ
contenido positivo de una intuición. Aquella tiene un lado invisible que no se con-
funde con la nada de Sartre, sino que forma pa1ie de la articulación 01iginaria.
Merleau-Ponty está de acuerdo con Bergson en que la nada no es una entidad po-
sitiva; no hay lugar ontológico para el vacío en el hay al que nos abre la percepción;
sólo se puede concebir la nada como negatividad de ser, como su presencia a distan-
cia, como invisibilidad. Ésta no es Jo contra1io de la visibilidad, sino su otra cara.
Contra Sartre, la negatividad no se alcanza a partir de la Nada, ni de la nihilización,
sino desde el ser que es apertura.
En este curso al que nos referíamos se comenta fundamentalmente el segundo
libro de Materia y Memoria . Merleau-Ponty encuentra en ella una extraordinaria
descripción del ser percibido. Continúa pensando que la intuición, en Bergson, está
preñada de espiritualismo, pero ahora intenta descifrar su enigma y liberarla del mar-
co filosófico en el que está inserta463 . Este nuevo Bergson visitado por el fenomenó-
logo mezcla lo que previamente había distinguido: materia y espíritu, percepción y
recuerdo, conciencia en-sí y conciencia para-sí, objeto y sujeto, de modo que todo es
material y todo es espiritual.
No es preciso insistir en que Bergson tuvo el mérito de mostrar que la imagen no
es algo que esté en mí y que la percepción no es una representación que se haga en
el interior de los objetos, una cierta relació entre Ja imagen-cuerpo y las otras imá-
genes que son los otros cuerpos materiales . No redujo las cosas a sus percepciones,
sino que fue consciente de que las primeras desbordaban a la percepción y no eran
representaciones de la conciencia, ya que podían ser sin ser percibidas . Hemos vis-
to, no obstante, que, en Materia y Memoria, el cuerpo es una imagen detenninada.
¿Cómo distinguir, entonces, un cuerpo de otro? ¿Cómo siendo sólo una imagen pue-
de el cuerpo ser un centro de acción?
Las imágenes son percibidas, es decir, no son representaciones de una interiori-
dad, sino que constituyen un universo del que el cuerpo es una imagen que percibe,
un centro de acción, no de construcciones o representaciones: el cuerpo no puede al-
macenar, siguiendo a Bergson, imágenes pasadas, sino producir imágenes presentes;
en otras palabras, sólo guarda el pasado de modo motriz (hábitos, destrezas, etc.). Por
eso, dirá que el pasado se conserva de dos modos opuestos: en los mecanismos moto-
res y en los recuerdos puros; habría, por tanto, dos formas de memoria: la repetitiva
y Ja creativa ¿Realmente se puede decir que son tan distintas? ¿Es justo Bergson en
lo que se refiere a la primera, concretamente a los hábitos? A nuestro modo de ver,
no, ya que un hábito no sólo se adquiere y conserva por repetición de un esfuerzo,
sino también por mímesis, educación e iniciando cierta aprehensión singular que in-
cluso puede ser crítica y creativa. El hábito no es, como quiere Bergson, un esfuerzo
mecánico, sino un proceso comp01tamental; no es un encadenamiento de reaccio-
46
-' Cfr. M. Merleau-Pony. L 'union de /'áme et du c01ps che:: Malebranche, Biran et Bergson. Pari s,
V1in, 1978, p. 84.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave fenomenológica 225
A nuestro modo de ver, el problema radica en que Bergson no aclara cuál sea el
sujeto de la percepción y cómo actúa, de modo que se inclina hacia la superioridad
del ser sobre lo percibido, incurriendo en el realismo. Es verdad que intenta superar
el realismo tanto como el idealismo y, en ello, se aproxima a la fenom enología, pero
carece de los recursos de ésta para evitar la recaída en uno u otro polo.
Se ha dicho que la consecuencia más grave de l realismo bergsoniano es que disi-
mula la realidad espiritual en la actitud natural y exige una intuición que significa la
perfecta coincidencia de la duración consigo misma, sin ninguna mediación expresi-
va467. De esta total coincidencia, a la que Merleau-Ponty se opondrá radicalmente, se
seguiría que la filosofía no tendría ninguna función, ya que no pondría distancia con
respecto a lo que ella no es y se identificaría plenamente con la no-filosofía.
En efecto, Bergson identifica la conciencia con una corriente o un impulso vital,
de modo que no lograr superar el naturalismo del que se distancia críticamente la
fenomenología . Desde ella, a diferencia de su compatriota, Sartre y Merleau-Ponty
optarán por la intencionalidad, la cual significará la desnaturalización definitiva de
la conciencia, pues es aprehendida como cogito, o sea, como relación consigo misma
o aparecer a sí misma; esto es lo que la distingue absolutamente de todo otro fenó-
meno. En cambio, la intuición bergsonia a es, en el fondo , reflexión (conciencia
refleja), pero no se ejerce sobre la conciencia, la cual adquiere, por ello, un carácter
de sustancia espiritual incapaz de expresarse, de salir de sí.
Al no practicar la reducción, cuyo sen tido auténtico, como vimos, supone una
mptura con el naturalismo que afronta al mundo como un objeto ya constituido y
acabado, Bergson explica estáticamente la conciencia que todo lo invade, incluida
la naturaleza. En cambio, Merleau-Ponty la comprende en toda su riqueza, más allá
del intelectualismo y del empirismo, como movimiento y creación, es decir, en el
sentido auténticamente bergsoniano. Para que dicho sentido realmente se realice es
necesario que la filosofía renuncie de iure y de fa cto a los dualismos clásicos e in-
augure una relación recíproca entre la con ición y lo condicionado, la reflexión y lo
irreflexivo. Esto sólo es factible desde una filos ofía de la no coincidencia, como la
que Merleau-Ponty conscientemente se pr pone; tal filosofía es el modelo de toda
reflexión: el de una coincidencia que siempre es parcial, como la de las dos manos
que se estrechan sin confundirse.
Si mi mano izquierda toca mi mano derecha, ya quiera de repente aprehender
con mi mano derecha el trabajo de mi mano izquierda tocando, esta reflexión
del cuerpo sobre sí mismo ab01ia siempre en el último momento: en el momen-
to en el que siento mi izquierda con mi derecha, ceso en la misma medida de
tocar mi mano derecha con la izquierda 4" 8 .
46
; Cfr. F. Caeymaex. Sartre, Merleau-Ponty, Bergson. Les phéno111énologies existentialistes et leur
héritage bergsonie1111e. Paris, Olms, 2005, p. 86.
468
M. Merl eau-Ponty. Le Visible et! 'Invisible. p. 24.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenom enológica 227
469
M. Merleau-Ponty. La stn1cture du co111portement, p. 188.
470
M. Merleau-Ponty. Le primal de la perception et ses conséquences philosophiques, pp. 64-65.
228 Mª Carmen LÓPEZ SÁEKZ
Bergson hubiera podido explorar con ella la vivencia como un campo fenomé -
nico y ver en lo inmediato la aparición del sentido en lugar de una intuición que no
puede expresarse.
La experiencia de los fenómenos no es, pues, como la intuición bergsoniana,
la prueba de una realidad ignorada hacia la que no hay pasaje metódico, -es
únicamente la explicitación o puesta al día de la vida pre-científica de la con-
ciencia la que da su sentido completo a las operaciones de la ciencia y a la
que éstas remiten siempre. Esto no es una conversión irracional, es un análisis
intencional 471 .
En efecto, este es el legado del descubrimiento husserliano del mundo de la vida
como ámbito de la experiencia pre-reflexiva .
Es cie1io que Bergson ha comprendido ue cuerpo y espíritu comunican por me-
dio del tiempo proyectado en el mundo, pero su realismo objetivizante persiste en
todos sus conceptos centrales: cuerpo, conciencia, tiempo:
Bergson ha sabido ver que el cuerpo y el espíritu comun ican por mediación del
tiempo, que ser un espíritu es dominar el fluir del tiempo, que tener un cuerpo
es tener un presente. Dice que el cuerpo es un corte instantáneo en el devenir
de la conciencia (Matiere et Mémoire, p. 150). Pero el cuerpo sigue siendo
para él lo que hemos llamado cuerpo objetivo, la conciencia, un conocimiento,
el tiempo una serie de "ahora", ya haga ·'bola de nieve consigo mismo" o se
despliegue en tiempo espacializado. Bergson no puede alargar o aflojar la serie
de "ahora". Nunca va al movimiento único por el que se constituyen las tres
dimensiones del tiempo y vemos por qué la duración se estrella en un presente,
por qué la conciencia se compromete en un cuerpo y en un mundo. 472
La dmación bergsoniana no pasa de ser una sucesión indiferenciada de presen-
tes, una tensión y distensión del ahora, justo lo que él criticaba. La bola de nieve
bergsoniana, esa continuidad entre pasado, presente y futuro que es la duración, a los
ojos de Merleau-Ponty, es una pérdida del significado de las diferentes estructuras
de la temporalidad, una disolución de las mismas en el flujo. Merleau-Ponty desde
la fenomenología, sentencia: "Bergson se había equivocado al explicar la unidad del
tiempo por su continuidad, ya que esto acaba por confundir pasado, presente y futmo
con el pretexto de que pasamos del uno al otro por transiciones insensibles y, final-
mente, a negar el tiempo" 473 . Aunque Bergs n tuvo la osadía de considerar la conti-
nuidad del tiempo como algo esencial, no alcanzó a comprenderlo, sino únicamen-
te a explicar hechos remitiendo a causas de los mismos. Reconoce, no obstante, el
mérito bergsoniano de haber considerado esencial la continuidad del tiempo. Desde
su perspectiva, la dmación de la conciencia ha de comprenderse, por el contrario,
como trascendencia, como dehiscencia y apertura temporal que, siguiendo a Husserl,
471
M. Merleau-Ponty. Phénoméno/ogie de la perception. p. 71.
472
Ibídem, pp. 93-94.
473
Ibídem, p. 481.
Corrientes actuales de la Filosofía l En-clave f enomenológica 229
Bergson entiende el tiempo como una continuidad real, dada, pero no la diluci-
da; no se pregunta por la condición del encadenamiento del presente con el pasado
y el futuro ; sólo lo sitúa en la conciencia. o profundiza en la conciencia como acto
intético. o ha descubierto el ser ek-statico de la conciencia, su negatividad, la tem-
poralización de la conciencia encamada o del cuerpo vivido:
El pasado no es pues pasado, ni el futuro, futuro. Sólo existe una subjetividad
que quebranta la plenitud del ser en sí, dibuja una perspectiva e introduce el
no-ser. Un pasado es un futuro surgimiento cuando yo me extiendo hacia ellos
[ . .. ] o es necesaria una síntesis que reúna desde el exterior los tempora en un
único tiempo, porque cada tempora comprende ya más allá de sí la serie abietia
de los otros, comunica interiormente con ellos y "la cohesión de una vida" se
da con su ek-stasis475 .
Para Merleau-Ponty, el tiempo no es un dato - ni siquiera un dato inmediato-- de
la conciencia, sino que es ella la que lo despliega en el seno del campo perceptivo
del que fonna parte. No hay que olvidar que la conciencia siempre es encarnada y,
así es como temporaliza y espacializa. En cambio, el espíritu o la conciencia indivi-
dual, en Bergson, es extraño a la espacialidad del cuerpo propio, por lo que resulta
difícil en su pensamiento aunar materia y duración, espacio y tiempo. La oposición
bergsoniana de la duración al espacio se proyecta en el dualismo del espíritu y lama-
teria, a pesar de que sus brillantes estudios de la memoria hayan puesto de manifiesto
que la acción del cuerpo es la bisagra entre ambos polos y que la materia sólo es el
nivel más distendido de la duración. Desde esta perspectiva, el espacio y el tiempo
474
Ibídem. pp. 472-473.
475
Ibídem, p. 4 8 1.
230 Mª Carmen L OPEZ SÁ EKZ
homogéneos no estarían en las cosas, sino en nuestras acciones y actuarían como es-
quemas de las mismas. Merleau-Ponty dejará de adscribir la materia al espacio; des-
cub1irá un espacio vivi do iITeductible al es acio objetivo y acusará a Bergson de no
haber reparado en él por desterrarlo de su pensamiento. La renuncia bergsoniana al
poder espacializante del cuerpo, su reducci ón de todo espacio al cuantitativo opuesto
al tiempo, impide concebir un espacio vivido vinculado al cuerpo y a la subjetividad.
Esto implica contraponer el tiempo al espacio, la memoria a la materia, la conciencia
al cuerpo.
Es posible que, a causa de ello, Bergson no haya logrado entender el cuerpo como
cuerpo-sujeto de la percepción y del comportamiento. Sigue concibiéndolo como
cuerpo-objeto, tal y como hace el naturalismo. Es verdad que, así, se opone al subje-
tivismo, pero desemboca en su contrario. N comprende que "si el cuerpo no es suje-
to, todos los movimientos del mundo no harán que haya conciencia del pasado"476 . A
pesar de ello, Merleau-Ponty salva esta filosofia bergsoniana del cuerpo subrayando
su carácter de centro de indeterminación y de acción, su capacidad para elegir las
imágenes y restituirlas sin reduplicarlas, acompañándolas de modificaciones. Sólo
así es posible resguardar cie1tos poderes su jetivos y creativos del cuerpo.
La duración bergsoniana, siendo memoria espiritual, se opone a la extensión;
ciertamente, se esparce en ella; en ocasiones parece relajarse, pero entonces no se
comprende en qué consiste.
Merleau-Ponty dirá que, pensando el ser sub specie durationis, Bergson se ha
limitado a animar la conciencia sin mundo de la tradición cartesiana, pero sin llegar
nunca "al movimiento único en virtud del cual se constituyen las tres dimensiones
del tiempo y no se acaba de ver por qué la duración se estrellaría en un presente, por
qué la conciencia se compromete en un cuerpo y en un mundo" 477 .
Por el contrario, él sigue a la fenomenología en su reconducción del tiempo a la
subjetividad, pero, dado que ha descubiert que ésta es corporal y situada, compren-
de que la conciencia última del mismo ha de ser también corporal , no sólo conciencia
interior de la temporalidad. Siguiendo a Husserl, esa conciencia no es intra-temporal,
en el sentido de que se halle dentro del tiempo, porque esto exigiría otra conciencia
que diera cuenta de ella y así sucesivamente:
Es preciso comprender el tiempo como suj eto y el sujeto como tiempo.
Evidentemente, esta temporalidad originaria no es una yuxtaposición de acon-
tecimientos exteriores, ya que es la potencia que los mantiene juntos aleján-
dolos unos de otros. La subjetividad última no es temporal en el sentido em-
pírico de la palabra: si la conciencia del tiempo estuviera hecha de estados
de conciencia que se suceden, sería precisa una nueva conciencia para tener
conciencia de esta sucesión y así hasta el infinito [ ... ] La subjetividad no está
476
M. Merleau-Ponty. L ºUnio n de /'dme et du cmps che:: Malebranche, Biran et Bergson, p. 88.
477
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception, p. 94.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 231
478
Ibídem, p. 483.
479
Ibídem, p. 485.
480
fbídem, p. 480. El concepto de «dehiscencia» es tomado de la biología y nos parece muy cercano
a la concepción bergsoniana del élan vital, ya que éste es el que pennite que la vida germine (Cfr. H. Bergson,
<<L. évolution créatrice)>, p. 517) desde sí misma en una multiplicidad de seres vivos y se desall"olle como una ex-
plosión de su unidad originaria: «Pero las causas verdaderas y profundas de división eran las que la vida llevaba
en sí. Porque la vida es tendencia, y la esencia de una tendencia es desarrollarse en forma de haz. creando, por su
solo crecimiento, direcciones divergentes entre las que se participará su impulso». (Ibídem, p. 579).
232 M" Carmen L o PEZ S ÁE1'Z
plos para evitar las explicaciones causa-efecto, decisión ésta que también es propia
de la fenomenología. Así es como Merleau-Ponty va elaborando su propia concep-
ción de la misma. Refiriéndose a ella, dice:
Es una filosofía trascendental que pone en suspenso, para comprenderlas, las
afinnaciones de la actitud natural, pero es también una filosofía para la que
el mundo siempre está ya ahí antes de la reflexión, como una presencia in-
alienable; todo su esfuerzo es reanudar este contacto ingenuo con el mundo
para darle al fin un estatuto filosófico . La ambición de una filosofía es ser una
"ciencia exacta'', pero también dar cuenta del espacio, del tiempo, del mundo
"vividos" .. . Es el ensayo de una descripción directa de nuestra experiencia tal
y como es. 481
Y la experiencia es una mezcla de sensación originai; a e ideas y estructuras se-
dimentadas que repercuten en la aprehensi ón e interpretación de aquélla . Para captar
esa experiencia, la filosofía adopta la actitud fenomenológica o trascendental, pero
nunca de modo absoluto; sólo metodológicamente, para pensar mejor la vida que se
da a la actitud natural.
Una sola ciencia, por rigurosa y exacta que se pretenda, no puede dar cuenta de
la experiencia así entendida. Por ello, el fenomenólogo muestra tanto interés por la
psicología y las ciencias humanas y sociales y aborda esa experiencia en conexión
con otras, así como en relación con las diversas ciencias de la existencia.
Ya en sus primeras obras se advie1te esta intención holista que anima su filo sofía
relacional cuyo objetivo es superar las dicotomías tradicionales. En La Estructura
del comportamiento, el cuerpo fenomémic o es abordado como estructura o Gestalt,
como diálogo del organismo con el medio y como comportamiento. Este holismo le
impele a huir de todo reduccionismo, ya sea intelectualista o empirista.
Mediante la fenomenologí a, Merleau-Ponty trasci ende el naturalismo; gracias
a la teoría de la Gestalt, cree superar el idealismo. Se opone, como Bergson, al aso-
ciacionismo que parcela la realidad para después volver a reunirla aitificialmente
y reduce la percepción a la coincidencia pura entre suj eto y mundo. En cambio, se
adlúere muy pronto a la psicología de la Form a o Gestalt, aunque se opone a su con-
cepción realista del campo y de la estructura. Considera que esta nueva psicología se
aproxima a la fenomenología de la existencia, aunque no consiga conceptualizarla
como tal , es decir, hacer de la existencia eso que es para Merleau-Ponty: el tercer
tém1ino entre el en-sí y el para-sí:
Gelb y Goldstein se inclinan, a veces, a interpretar los fenómenos en este sen-
tido. Ellos hicieron más que nadie para superar la alternativa clásica del auto-
matismo y la consciencia. Pero nunca dieron un nombre a este tercer térn1ino
entre lo psíquico y lo fisiol ógico, enti-e el para-sí y el en-sí, al que los llevaban
constantemente sus análisis, y que nosotros llamaremos existencia. De ahí vie-
481
M . Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception, p. l.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave fenomenológica
ne que sus trabajos más antiguos caigan a menudo en la dicotomía clásica del
cuerpo y la conciencia( .. .)482.
482
Ibídem, p. 142.
m M . Merleau-Ponty. L 'Union de /'d111e et du corps che:: Malebranche, Biran et Bergson, p. 100.
484
Cfr. Ibíden1, p. 72.
485
Husserl afinna que el pasado es percibido como percibimos el pasar de las cosas. (Cfr. E. Husserl.
Lecciones de.fenomenología de la conciencia interna del tiempo, Madrid, Trona, 2002, p. 60).
234 Mª Carmen LÓP EZ SÁEK Z
486
M. Merleau-Ponty. Signes, pp. 235-236.
Corrientes actuales de la Filosofia !. En-clave fenomenológica 235
Bergson considera que esto es ilusorio. como lo es pensar el pasado como posibilidad
del presente; eso explica que considere, por ejemplo y en relación con el fragmento
merleau-pontiano, el pre-romanticismo como una ilusión fo1jada por el romanticis-
mo. Decíamos, no obstante, que, siguiendo al filósofo parisino, el fenómeno de la
contingencia es la duración que crea; ésta puede ser pensada históricamente, porque
aquélla es, según Bergson, la condición de la historia ¿En qué sentido lo es? La liber-
tad se apropia de esa contingencia y la determina a través de su creación.
Merleau-Ponty encama y sitúa esta libertad puramente interior en la que piensa
su predecesor y la concibe como un encuentro de lo interior en Jo exterior. Veremos,
asimismo, lo lejos que se encuentra esta libertad en situación o libertad en el seno de
la contingencia, de la libe11ad absoluta de Sa11re:
¿Qué es, pues, la libertad? acer es, a la vez, nacer del mundo y nacer al mun-
do. El mundo está ya constituido, ero nunca completamente. Bajo la primera
relación, somos solicitados; bajo la segunda estamos abiertos a una infinidad
de posibles. Pero este análisis es aun abstracto, dado que existimos bajo las dos
relaciones a la vez. Nunca hay, pues, detenninismo, ni jamás opción absoluta,
nunca soy cosa ni nunca conciencia desnuda ( ... ) y, en este intercambio entre
la situación y el que la asume, es imposible delimitar la "parte de la situación"
y la "parte de la libertad". 487
La libertad se apoya en el mundo del que le vienen sus motivos; sólo es creación del
yo -como asegura Bergson- siendo también recuperación de todo lo que no es el yo.
Ciertamente, Bergson siempre b seó un núcleo común del suj eto y del objeto,
pero su yo profundo no acaba de pla marlo; aún subyace en él el dualismo sujeto-
objeto.
Resulta más ace11ada la fórmula de su sucesor, la "modulación del ser en el mun-
do", porque da idea de que las cosas pasan en nosotros tanto como nosotros en ellas,
de que " las cosas nos tienen y no somos nosotros quienes las tenemos. Que el ser que
ha sido no puede dejar de haber sido. La 'Memoria del Mundo '"488 . El fenomenólogo
no sólo encuentra un sujeto del errar de la duración, no sólo Ja enraíza en un suelo
mundano-vital, sino que, en sus últimas obras, llega a ontologizar el fenómeno mis-
mo del durar.
En su Fenomenología de la p ercepción, tan crítica con Bergson, no se ha produ-
cido esta transición, porque todavía piensa en términos de sujeto y objeto (perceptor
y percibido, respecti vamente). Sin embargo, nuestra tesis es que esta obra temprana
tiene que ver más con su fenomenología de la fenomenología de Husserl, inspirada
en Bergson, que con Heidegger. De hecho, encuentra en "Materia y Memoria" un
atisbo de fenomenología de la percepción encaminada hacia una nueva ontología. Es
verdad que Bergson se sirve de las imágenes para esbozar la percepción, pero, como
48.7
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception. p. 51 7.
4SR
M. Merleau-Ponry. le Visible et l 'Jniisible, p. 24 7.
236 Mª Carmen LÓ PEZ SÁEKZ
reconoce su sucesor, éstas no son representaciones de las cosas, sino que coinciden
con los fenómenos -entendidos fenomenológicamente-; ellas demuestran que "no
hay en-sí que no sea ya para-mí"489 , es decir que percibimos eso que hay, sin necesi-
dad de construimos una representación.
Merleau-Ponty y otros tantos jóvenes franceses fueron reconducidos por Bergson
y por Husserl a Ja inmediatez de la experiencia, a la filosofía de lo concreto. Sin em-
bargo, desde 1930, estos jóvenes filósofos sólo leyeron a Bergson superficialmente:
«si lo hubiéramos leído cuidadosamente, nos habría enseñado eso que diez o quin-
ce años más tarde creímos que eran descubrimientos hechos por la filosofía de la
existencia misma» 490 . Si esta generación n tomó en serio a Bergson fue porque su
metafísica había sido catalogada como un espiritualismo y su última obra, Las dos
Fuentes de la moral y la religión, se adentraba cada vez más en el misticismo y el
catolicismo del que huía el existencialismo francés.
Es posible que ésta sea la razón por la que Merleau-Ponty, que en La estructura
del comportamiento y la Fenomenología de la percepción , al igual que sus contem-
poráneos, acusaba a Bergson de irracionalismo y de mi stificación de la subjetividad,
en el Elogio de la Filosojia intente rescatar los impensados de Bergson, esos que
no solidificaron en una escuela, en el bergsonismo, y que el fenomenólogo iba des-
cubriendo críticamente en el metafísico científico cuyo impulso vital y creativo no
podía ser clausurado en un sistema.
Merleau-Ponty, como estamos viendo, no leyó a Bergson superficialmente, sino
con la misma profundidad con la que estudió las obras y manuscritos de Husserl. A
pesar de que se haya dicho que sólo ha mencionado a Bergson para demostrar todo lo
que lo separaba de él 49 1, lo que realmente rechazaba era el bergsonismo, es decir, la
defomrnción del pensamiento viviente de Bergson en una serie de lugares comunes,
exentos de crítica y de negatividad.
De ahí que, en 1959, en "Bergson haciéndose", además de recordar con el propio
título la distinción bergsoniana enh·e las ideas ya hechas y las que están en curso, rei-
vindique un Bergson distinto del sistema que otros han edificado en tomo a él y que
no es más que una acumulación de opiniones sin matices:
El bergsonismo establecido deforma a Bergson. Bergson inquietaba, él tranqui -
liza. Bergson era una conquista. El bergsonismo defiende. justifica a Bergson .
Bergson era un contacto con las cosas, el bergsonismo es una colección de opi-
niones recibidas. No sería necesario que las conciliaciones, las celebraciones,
nos hicieran olvidar el camino que Bergson ha seguido solo y del que nunca ha
renegado, esta manera directa, sobria, inmediata, insó lita, de rehacer la filo-
sofia, de buscar lo profundo en la apariencia y el absoluto bajo nuestros ojos,
489
M. Merleau-Ponty. L 'Union de /'ame et du corps che:: Malebranche, Biran et Bergson, p. 81.
490
M . Merleau-Ponty. «The Philosophy ofExisience», en H. Silverman and J. Bany (eds.) Texts and
Dialogues. Atlantic Highlands, Humaniti es Press, 1992, p. 132.
491
Cfr. J. Taminiaux. Op. Cit., p. 26.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clavefeno111enológica 237
Cuando Bergson asegura que es parte del cuerpo que es el cerebro no puede
:ontener los recuerdos, parece superar ese realismo materialista hacia el que se in-
_..inaba y del que se le ha acusado. Bergson piensa que esos recuerdos se actualizan
Cfr. M. Merleau-Ponty. L 'union de/ 'ame et du corps chez Malebranche, Biran et Bergson , p. 79.
495
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception, p. 93.
496 Ibídem, p. 82.
Ibídem, p. 84.
Corrientes actuales de la Filosofia J. En-clave fenomenológica 139
del espíritu desde la nada (idealismo ); otras, consiste en el mero recuerdo de per-
cepciones pasadas, (realismo). Aceptamos que Bergson reconcilia en la imagen la
apatiencia y Ja existencia, la conciencia y las cosas, pero lo hace a costa de reducir
la materia a un conjunto de imágenes y de comprender el universo como totalidad de
las mismas.
Para él, el cuerpo es tan sólo una imagen particular: se conoce exteriormente
por percepciones, mientras que sabemos de él interiormente gracias a las afecciones.
Recibe movimiento de las otras imágenes y modifica su entorno devolviendo a las
cosas su dinamismo, ya que es lo que mueve a los objetos y un instrumento de ac-
ción. Sin embargo, no puede explicar cómo el cuerpo logra modificar todas las otras
imágenes; continuamos viendo en el cuerpo la oscilación entre el recuerdo puro y lo
puramente percibido; ambos son concebidos por el filósofo como elementos objeti-
vos, en-sí, incapaces de sintetizar la relación existencial del yo con el mundo que es
la que definirá la fenomenología de Merleau-Ponty.
Estas oscilaciones son las que le impiden a Bergson superar el bergsonismo de
una vez por todas, a pesar de los esfuerzos de Merleau-Ponty por situarlo entre Ja
fenomenología trascendental de Husserl y la ontología heideggeriana.
Años más tarde, Merleau-Ponty descubrirá la condición de posibilidad de la apa-
rición del mundo en la intuición bergsoniana. Ella no es únicamente la captación
directa por la mirada, sino que nos enseña a ver, ya que actúa como una cie1ta reduc-
ión de todas las cosas sub specie durationis: reflexionamos en el flujo temporal que
pretendemos captar, pero dicho flujo ' Upera a la reflexión. Esta situación paradójica
e justamente la que llevó a Bergson a establecer el principio de la filosofía no en el
_-o pienso con sus ideas inmanentes, sino en un cie1to ser-para-sí cuya cohesión es, a
la vez, un retroceso hacia lo otro en el fluir de la duración:
Porque aquí coincido con una no coincidencia; la experiencia es susceptible
de extenderse más allá del ser particular que soy. La intuición de mi duración
es el aprendizaje de una manera general de ver, el principio de cie1ta "reduc-
ción" bergsoniana que reconsidera todas las cosas sub specie durationis, -y lo
que denominamos sujeto, lo que se llama objeto. incluso lo que denominamos
espacio: porque vemos dibujarse ya un espacio desde dentro, una extensión
que es mundo por el que camina Aquiles. Hay seres. estructuras como la me-
lodía (Bergson dice: organizaciones) que sólo son una detem1inada manera de
durar 498 .
Una vez descubierto este nuevo Bergson de Materia y Memoria, que piensa los
onceptos revestidos de duración, que incluso ha incorporado el espacio al interior
del ser convirtiéndolo en ese mundo del que se ocupa la fenomenología, Merleau-
Ponty recomienda leerlo desde la imparcialidad y observar que su conciencia es
duración porque es memoria y, en ta to tal, no está limitada al presente, ni tarnpo-
49R
M. Merleau-Ponry. Sig nes, p . 232.
240 ~ Cannen L ÓPEZ SÁENZ
co engloba la totalidad del tiempo contem lándolo desde fuera, sino que coexiste
con otras duraciones. Ciertamente, Bergson tiende a absolutizar la duración, pero
Merleau-Ponty heideggerianiza ahora la interpretación de la misma entendiéndola
como temporalidad finita del ejercicio y repensándola desde la temporalidad como
el sentido de ser de ésta. La finitud se convie1ie, entonces, en la condición de la tras-
cendencia mundana de la conciencia, en apertura. Ahora ve en la duración no sólo
un devenir enfrentado al ser, sino el ser dinámico, el ser del tiempo naciente y hasta
el medio en el que se articulan alma y cuerpo; por ella, el presente y el cuerpo, el pa-
sado y el espíritu, aunque son de diferentes naturalezas, se atraviesan. No obstante,
el fenomenólogo considera que Bergson no ve el valor positivo de nuestra finitud 499
ese que definirá a la fenomenología de la existencia y que no puede ser captado ni
por un conocimiento absoluto, ni por otro inmediato de la realidad.
Si volvemos a nuestro anterior fragme nto, observamos que su primera frase in-
cluye una valoración de la carencia bergsoniana de sistema que, unida a su reflexión
profunda, tiene como meta alcanzar una coincidencia parcial, es decir, un acceso al
ser desde la finitud que nos permite abrirnos a él. Éste es el objetivo de la filosofia
de Bergson, esa que ha renunciado al saber absoluto y que, precisamente por ello,
nos pennite pensar el tiempo, puesto que no conocemos todos nuestros recuerdos, ni
siquiera todo el espesor del presente y hasta
( ... )mi contacto conmigo mismo es coincidencia parcial. Justamente por ser
tal, ese auto-contacto es absoluto: la duración me desborda y, por ello, tengo
una experiencia próxima de ella, un saber inherente a la misma. Así es como
Bergson nos enseñó a aproximarnos al tiempo: no desde fuera, sino dejándolo
hacerse, acompañando su nacimiento continuo, el tiempo soy, por tanto , yo; yo
soy la duración que aprehendo, y ella se aprehende en mí 500 .
Esa coincidencia que Merleau-Ponty detectaba en las obras bergsonianas prece-
dentes es ahora considerada parcial, no solapamiento total, sino un saber desde den-
tro de la vida, un sentido que no descifra por completo, sino que da, como el vector
de la flecha , la dirección del movimiento hacia el que tiende.
En Lo Visible y lo Invisible presentará esta coincidencia parcial entre el ser y el
pensamiento del mismo como el nervio del pensamiento bergsoniano liberado del
bergsonismo y como el objetivo de la investigación fil osófica 501 , de la intenogación
que trasciende el dualismo entre intuición y reflexión. Inspirándose en su predecesor,
Merleau-Ponty desvela ese cuestionamiento al que nos referíamos de la filosofía que
busca la coincidencia entre sujeto y objeto:
Bergson había dicho acertadamente que el saber fundamental no es el que quie-
re retener el tiempo como entre pinzas, fija rlo, detern1inarlo por las relaciones
entre sus partes, medirlo, y que, por el contrario, se ofrece al que no quiere sino
499
Cfr. M. Merleau-Ponty. L 'union de /'áme et du corps chez Malebranche, Biran et Bergson . p. 96.
;0-0
M. Merleau-Ponty. Signes, p. 231.
501
Cfr. M. Merleau-Ponty. Le Visible et /'Invisible. pp. 165-170.
Corrientes actuales de la Filosofía/. En-clave fenomenológica 241
505
M. Merleau-Pomy. Phénoménologie de la perception, p. 117.
50ó
fbídem, p. 119.
507
Cfr. M. Merleau-Ponty. le Visible et /'invisihle, p. 317.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 243
508
M Mcrlcau-Ponty. Phéno111é110/ogie ,fe la perception, pp. 306-307.
509 Ibídem, p. 169. La integración que lleva a cabo el pianista (o, en general, cualquier instrumentista)
de las teclas (el espacio del piano) en su propio espacio corporal es un buen ejemplo de la corporalización de
su hábito. esa que le permite tocar incluso en la oscuridad y hasta sin piano.
510
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception. p. 167.
244 M' Carmen LÓPEZ SÁEJ\ Z
511
Cfr. Ibídem, p. 93 .
512
Cfr. H. Bergson. "Matiere et Mémoire", en Oeuvres, pp. 315-316.
513
M Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception, p. l l 7.
514
Ibídem.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave fe nomenológica 245
515
En ocas iones. Merl eau-Ponty denomina a este movimiento, "figura!". Incluso propone una in-
terpretación ontológica de l mi smo: «movimiento=revelaci ón del ser, resul tado de su configurac ión intern a
y cla ramen te a lgo disti nto a un cambi o de lugarn (M. Merleau-Ponty. «Le Monde sensib le et le monde de
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave feno 111enológica 247
permite que emerja un sentido perceptivo, entendido como configuración del mismo,
en la línea de la Gestalttheorie.
En sus últimas anotaciones, continúa comprendiendo la percepción como direc-
ción a la cosa salvando una distancia, la del espacio visual que es distinto del geomé-
trico y que se anticipa ya en la espacialidad táctil. La percepción se identifica, enton-
ces, con el movimiento propio:
Eso que se opone a que yo me vea es un invisible de hecho, en primer lugar
(mis ojos invisibles para mí) pero, más allá de este invisible (cuya laguna se
colma por otro y por mi generalidad) un invisible de derecho: no puedo verme
en movimiento, asistir a mi movimiento. Ahora bien, este invisible de derecho
significa en realidad que Wahrnehmen y Sich bewegen son sinónimos: por esta
razón el Wahrnehmen no reúne nunca al Sich bewegen que quiere aprehen-
der: es otro que él. Pero este fracaso, este invisible, atestigua precisamente que
Wahrnehmen es Sich bewegen, hay un éxito en el fracaso 5 16 •
Incluso cuando nos movemos, aunque no veamos nuestro propio movimiento,
nos sabemos punto cero del mismo; esto se debe a que ambas acciones arrancan del
cuerpo, de ese ser capaz de moverse a sí mismo trascendiéndose hacia el mundo; la
percepción es un correlato de tal movimiento; ambos no son una modalidad más de
la conciencia, sino la auto-experiencia de la auto-moción. Auto-movimiento no es
desplazamiento espacial de un objeto, sino intencionalidad motora, como la percep-
ción; fenomenalización del mundo a través del movimiento corporal de espacializa-
ción. De ahí que no pueda verme a mí misma movimiéndome.
La percepción no puede ser testigo del movimiento propio, porque, como él, es
motricidad. Esto demuestra que el movimiento no es un ob-jeto de la percepción,
ino su fuente.
Merleau-Ponty ya había comprendido este carácter sensoriomotor de la percep-
ción, así como la ÜTeductibilidad del movimiento y del tiempo al espacio, gracias a
Bergson.
Su propia teoría de la percepción tiene mucho que ver con la fenomenología de
Husserl, cuya concepción de la percepción ya explicitamos, pero también se inspira
en Bergson, en cuya obra, Materia y memoria, encuentra una fenomenología de la
percepción 517 irreducible a mero conocimiento, inserta en el movimiento proyectado
r expression». (M. Merleau-Ponty. Notas del curso en el College de France 1952-1953. Manuscrito inédito
transcrito por S. Kristensen y citado en «Corps et symbolitation. La philosophie du dernier Merleau-ponty et
la question d ' une épistemologie de Ja chairn, en Chiasmi Jmernacional, nº 11 . Paris, Vrin, 2009, pp. 321-340,
pp. 329-330). En este manuscrito, Merleau-Ponty compara la percepción con la lectura, la describe hermenéu-
ticamente como un fin que está presente desde el comienzo. una globalidad que se anuncia en las partes, un
sentido que no es obra de un sujeto, sino de una reorganización del campo perceptivo.
5 11' M. Merleau-Ponty. Le Visible et / 'Invisible. Paris. Gallimard, 1964, p. 308. Wahrnehmen (perci-
bir), Sich bewegen (mo\·erse).
51 7 La percepción es. para Bergson, esa imbricación del recuerdo puro y de la percepción pura, o sea,
del espíritu y de la materia que interviene en Ja elección realizada por el cuerpo con vistas a la acción. El cuer-
248 Mª Cannen LÓPEZ SÁEKZ
Esto implica que la existencia personal está enraizada en un flujo anónimo, pre-
humano, ese que Cézanne plasmó en sus cuadros y Bergson en su filosofía de la
duración. Por otra parte, Merleau-Ponty valora la teoría de la imagen desde la cual
Bergson piensa la percepción. Sobre todo, le reconoce el mérito de haberla distingui-
do de la representación y de lo psíquico, de ser verdadera "fenomenología que inten-
ta pensar la percepción por la percepción, el aparecer de la percepción para sí"519 y no
ante una conciencia. Ella revela la depende cia entre el cuerpo y el mundo. Sin em-
bargo, Bergson no admite Ja primacía de la ercepción, sino que deduce lo percibido
del ser, hasta el punto de que "una imagen puede ser sin ser percibida"520 . Esto es así
porque, Ja percepción bergsoniana no es constituyente, sino que antecede a Ja unión
de perceptor y percibido. No consigue, como pretendía, superar el realismo y el idea-
lismo, sino que cae en el primero, que considera el mundo como espectáculo del que
se sustrae el percipi, ese ser menor que no queda más remedio que presuponer, por-
que nuestra percepción nunca es verdaderamente pura. Cuando Bergson se dé cuenta
de ello, "introducirá al sujeto en términos realistas, como un no-ser; y, siempre y
cuando conciba la nada a patiir del ser, al sujeto lo concebirá a partir del mundo" 521 •
po recibe excitaciones y las elabora con a1Teglo a experiencias pasadas en situaciones análogas para elegir
una reacción (Cfr. H. Bergson. «Matiere et mémoire», pp. 212-213). Sin embargo. dado que, como vimos, el
cuerpo, para Bergson, sólo es un transmisor carente de interioridad; la percepción no es capaz crear nada. sólo
selecciona y esta selección consiste en "separar del conjunto de los objetos. la acción posible de mi cuerpo
sobre ellos" (fbídem, p. 360). En efecto, Bergson no analiza Ja percepción vivida. el sentido del mundo perci-
bido, sino la percepción como un flujo de cualidades puras.
m M. Merleau-Ponty. Phéno111é110/ogie de la perception, pp. 249- 250.
519
M. Merleau-Ponty. La Nalure. Notes de Cours du Col/ege de France, p. 82.
520
M. Merleau-Pony. L 'union de/ 'áme et du corps chez Ma/ebranche, Biran el Bergson, p. 81.
511
Ibíden1, p. 83.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clave fenomenológica 249
Acaba yuxtaponiendo dos regiones ontológicas distintas, a las que les atribuye el
mismo modo de existencia; de ahí que todo sea fisico y espiritual, al unísono. Esto
obedece a que desconoce la especificidad del ser en el mundo que se sabe tal.
Así pues, aunque pensó la parcialidad de la percepción y la comprendió como
disminución del ser de la cosa más que de nosotros mismos, su realismo perceptivo
le impidió comprender el cuerpo como sujeto perceptivo, como condición de nuestra
apertura pre-teórica al mundo. Lo redujo a un fragmento de la naturaleza en sí, amo-
tricidad insensata.
La anterioridad del conjunto de las imágenes (universo bergsoniano) respecto
de la percepción, es interpretada por Merleau-Ponty como anterioridad del Ser. En
sus últimas obras, entenderá así la percepción, como proceso de fenomenalización
propio de la carne (chair) 522 . Ahora bien, no compartirá la duplicidad bergsoniana de
la percepción: la distinción entre una percepción pura o de derecho y otra actual que
dura o percepción de hecho. Sus residuos objetivistas minan la teoda perceptiva de
Bergson; si hubiera concebido, en cambio, el cuerpo como intencionalidad encar-
nada, en lugar de cómo una parte de la materia, hubiera pensado fenoménicamente,
pero razona a partir del mundo material, desde el cual se dan las imágenes y al que
adviene la conciencia.
Como decíamos, en Merleau-Ponty, el cuerpo es un sujeto-objeto, perceptor y
percibido o, todavía mejor, un campo de percepción constituido por la comunión en-
tre el cuerpo que percibe y el mundo percibido. Quiere evitar imponer a este último
un pensamiento de survol. Esto es lo que acababa haciendo Husserl al intentar huir
de la descripción psicológica de la percepción.
En lugar de concentrarse como él en lo percibido, ayudado por Bergson, Merleau-
Ponty aborda la actividad perceptiva que se gesta incorporando a nuestrns proyectos lo
que está aW, viviéndolo a la vez que lo sabemos exterior, comprendiendo en términos
corporales, es decir, comportándonos y comprometiéndonos con la situación. La acti-
vidad perceptiva, así generada, sirve de basamento a la sensación y al pensamiento que,
en lugar de oponerse, constituyen una sola acción de cuya modalidad existencial no se
puede hacer abstracción, limitándose ' nicamente, como hacía Husserl, a describir lo
percibido. Si sólo hacemos esto, es im osible distinguir la percepción de la ilusión. La
última no se reduce a una percepción descartada, como tampoco el mundo es un sueño
coherente; ambos son fenómenos vividos. Husserl diría que, como la percepción, las
alucinaciones son vivencias, porque están referidas a algo, pero, a diferencia de aqué-
lla, la alucinación no tiene objeto. Recordemos que éste no es parte de la vivencia.
Al igual que él, Merleau-Ponty no cree que las alucinaciones sean aprehensiones
de Abschattungen (escorzos) de obj etos ilusorios, sino fenómenos efimeros, está-
22
; Husserl ya había mostrado que la intencionalidad del Leib tiene una dinámica propia, gracias a la cual
se constituye !eibhafrig la cosa misma. es decir, se da carnalmente. Darse en carne denota, al mismo tiempo, el
modo y el destino de la donación. La carne. en Merl eau-Ponty, es el modo de aparición de mi cuerpo y del mundo.
250 M" Carmen LÓPEZ SÁENZ
Tenemos «fe perceptiva en una cosa única» 527 . La alucinación sería un caso límite y
puntual que surge desde el trasfondo de las perecepciones, algo semejante a lo que,
como veremos en la hermenéutica, ocwTe con la incomprensión en relación con la
comprensión desde la que se registra como tal.
Es esta apertura al mundo la que hace posible la verdad perceptiva, la realiza-
ción efectiva de una Wahr-Nehmung y nos pem1ite "barrer" la ilusión prece-
dente, sostenerla como nula y vacía [ ... ] Mi adhesión al mundo me pem1ite
compensar las ilusiones del cogito. desplazar un cogito en provecho de oh·o y
reunir la verdad del pensamiento más allá de su apariencia. Esta corrección ya
se daba como posible en el mismo momento de la ilusión, porque ésta utiliza
la misma creencia en el mundo, se contracta en apariencia sólida gracias a esta
reducción y así, siempre abierta al horizonte de verificaciones presuntivas, no
me separa de la verdad 528 .
El cuerpo posibilita esa apertura tanto como el mundo; actúa también como ho-
rizonte y como ek-stasis. Ambos significan por su condicionalidad horizóntica, por
a vinculación de la pasividad con la actividad, pero el cuerpo -a diferencia del mun-
do- también significa porque es Ursttftung (institución originaria) espacio-temporal,
en virtud de la cual se sedimenta el sentido para luego habitualizarlo y reactivarlo,
. ara producir la idealidad y la cultura
Ya dijimos que Merleau-Ponty concibe la filosofía como reflexión sobre lo irre-
:- exivo, pero no imponiéndole a éste un pensamiento, sino radicalizando la reflexión,
~evelando su raíz perceptiva, poniend de relieve la no coincidencia de la conciencia
~onsigo misma y su no adecuación absoluta con el objeto; todo ello, en definitiva,
existencializando la conciencia, temporalizándola y mundanizándol a:
Pero mi confianza en la reflexión equivale. finalmente, a asumir el hecho de
la temporalidad y el del mundo como cuadro invariable de toda ilusión y toda
desilusión: yo no me conozco más que en mi inherencia al tiempo y al mundo,
esto es, en la ambigüedad 530 •
5:?7
Ibídem, p. 303.
Ibídem. p. 344.
529
Ibídem. pp. IV-V.
530
Ibídem. p. 397.
252 M' Carmen L ÓPEZ SÁEKZ
Esa ambigüedad excluye cualquier duda sobre el mundo, sobre el horizonte del
que la percepción extrae todas las cosas; podemos dudar de alguna de ellas, pero no
de aquél. De ahí que la ilusión sea una anomalía: si el todo fuera ilusorio, no podría
denunciarse. Sólo hay percepción en el mundo y del mundo, porque percibir es ya
explicitar nuestro comportamiento en él y junto a otros, nuestra intermundanidad e
intercorporeidad.
Apunto a y percibo un mundo [ ... ] y el problema no es. entonces, ave1iguar
cómo el pensamiento crítico puede ofrecer equivalentes secundarios de esta
distinción, sino explicitar nuestro saber primordi al de Jo ''real", describir nues-
tra percepción del mundo como eso que funda para siempre nuestra idea de
verdad. o es necesario, pues, preguntarse si percibimos verdaderamente un
mundo, es preciso, al contrario, decir que el mundo es lo que percibimos;31 .
La percepción es acceso a la verdad y no presunción; nos sitúa en la evidencia,
que es la experiencia de verdad, aunque la s ya no sea pensamiento adecuado o evi-
dencia apodíctica, en el sentido husserliana. La aprehensión de la verdad que es la
percepción coITobora la fe perceptiva, la confianza en la apertura al mundo ya ahí
que no es puro panorama ante unos ojos, sino totalidad de la que éstos fomrnn paite;
esta fe disipa las ilusiones, incluida la de una percepción adecuada de una vez por
todas:
La existencia de lo percibido no es nunca necesaria, puesto que Ja percepción
presume una explicitación que iría a lo infinito y que, por otro lado, no podría
ganar por una parte sin perder por Ja otra y sin exponerse al riesgo del tiempo.
Pero no hay que concluir de todo ello que lo percibido no sea más que posible
o probable y, por ejemplo, que se reduzca a una posibilidad permanente de per-
cepción . Posibilidad y probabilidad suponen la experiencia previa del error y
corresponden a Ja situación de Ja duda . Lo percibido está y sigue estando, pese
a toda educación crítica, más acá de Ja du a y Ja demostración 532 .
Por ello, la percepción tiene primacía en la fenomenología. Ahora bien, Merleau-
Ponty niega que la conciencia perceptiva pueda tomar plena posesión de sí, que en
su inmanencia no tengan cabida las ilusiones. Está reclamando Ja necesidad de rede-
finir la conciencia por su apertura al mundo. más que por sus poderes constituyentes
sobre éste, la concepción de la percepción como un proceso, no como posesión de
objetos y fundamento del saber.
El cuerpo fenoménico de Husserl le ayudará a superar la desconsideración berg-
soniana de la subjetividad del mismo. Merleau-Ponty todavía irá más lejos que el
maestro, ya que, para él, el cuerpo no sólo será un "medio" de la percepción, sino
nuestro medio (como el agua es el medio de los peces) de tener mundo. No será mero
órgano receptor de sensaciones; se convertirá en comportamiento; no sólo actuará
como base para constituir esquemas, sino que el propio esquema corporal, que no es
;'i)l
Ibídem, p. XI.
532 Ibídem. pp. 395-396.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clave fenomenológica 253
Con esto quiere decir que captarnos el cuerpo corno un perceptor y como miem-
_e un campo de percepción constituido por su comunión con el mundo percibido.
--do percibimos incorporamos lo ue está ahí a nuestros proyectos, lo vivimos
- :mdo su sentido535 mediante el cuerpo. La visión se alcanza en la cosa vista. Ha
:: parecido el als (ver como algo) husserliana, pero esto no implica que el sentido
-,.. "'Yer" se agote en la mera remisión a su referencia cósica. Hay, además, concien-
de ver o de sentir, pero no consiste en un darse cuenta pasivo de algo que aconte-
--- :.:a sea en el exte1ior o en el psiquismo, sino en la efectuación misma de la visión.
De la misma manera que veo a través de mis dos ojos un solo objeto, la percep-
implica cierta construcción, en este caso la de un objeto único con la ayuda de
jJJ lbídetn. p. 23 7.
534
fbíde1n. p. 429.
535
La palabra sens, es usada por Merleau-Ponty en su doble acepción, como significado y dirección
que, además, proviene de la matriz corporal, es decir, de los cinco sentidos y del sentido de orientación.
254 M' Carmen L ÓPEZ SÁEl'Z
dos imágenes. Ya sólo por ello, «la percepción deviene una interpretación de los sig-
nos que suministra Ja sensibilidad confom1e a los estímulos corporales» 536 . Aquí cita
Merleau-Ponty a J. Lagneau, interesado por la percepción y el desanollo del método
reflexivo en psicología, para quien «la percepción es una interpretación de la intui-
ción primitiva. Interpretación en apariencia inmediata, pero, en realidad, adquirida
por el hábito y c01Tegida por el razonamiento» 537 . La percepción es interpretación de
signos. Incluso Ja sensibilidad no es un calco de lo dado, sino una fábrica de signos
acorde con los estímulos que vienen del cuerpo.
La percepción exterior y la del cuerpo propio son sólo el anverso y el reverso del
acto perceptivo; se ejercen simultáneamente y no sólo percibo algo que se está des-
plazando, sino que también me muevo para verlo a la vez que me percato de que me
estoy moviendo. En otras palabras, no sólo percibo el cuerpo junto con la percepción
del objeto, sino que ésta se halla condicionada por el cuerpo. Comprendo algo no
porque me haga una idea de ello, sino porq e lo conozco sosteniéndolo, moviéndolo
o moviéndome hacia él, anticipando y respondiendo a su deseo de mostrarse mien-
tras me desplazo a su alrededor.
El sentido de una cosa la habita como el alma habita al cuerpo: no está detrás de
las apariencias; el sentido del cenicero (al menos su sentido total e individual,
tal y como se da en la percepción) no es una cierta idea del cenicero que coor-
dine sus aspectos sensoriales y que sólo sea accesible al entendimiento. Anima
al cenicero. se encama con evidencia en él. Por esta razón decimos que en la
percepción la cosa se nos da en persona o "en carne y hueso". Antes que nada,
la cosa realiza este milagro de la expresi ón: un interior que se revela al exte1ior,
un significado que desciende al mundo y comienza a existir en él y que sólo
se puede comprender plenamente buscándolo en su sitio con la mirada. Así,
la cosa es el correlato de mi cuerpo y, más generalmente, de mi existencia, de
la que mi cuerpo no es más que Ja estrucnrra estabilizada, se constituye en la
aprehensión que mi cuerpo hace de ella; Ja existencia no es, primeramente, una
significación para el entendimiento, sin una estructura accesible a la inspec-
ción del cuerpo 53 8 .
536
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception. p. 42.
537
Ibídem, nota 3.
s.~s Ibíden1, p. 369.
m Merlcau-Ponty explica que los elementos de la percepción no están unidos por una síntesis intelec-
tual, sino por una síntesis de transición o de horizonte. Una síntesis intelectual aprehendería el objeto o como
posible o como necesario, mientras que la percepción real ofrece una serie infinita de perspectivas de la cosa.
(Cfr. M. Merleau-Ponty. Le primal de la perception er ses conséquences philosophiques, p. 48.
s.io lbíden1, p. 45.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave feno111e11ológica 255
541
Ibídem.
54::!
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception, p. 239.
256 Mª Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
543
Ibídem, p. 86 .
M. Merleau-Ponty. La srructure du comportement. pp. 227-228.
M . Merleau-Ponty. La prose du monde. Paris. Gall imard. 1969, p. 174.
5~6
M . Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception. p. 376.
Corrientes actuales de la Filoso.fía l. En-clave jeno111e11ológica 257
547
Ibídem, p. 380.
; 48 «No tenemos idea de w1 cspuitu que no cstuvicraforrado de un cuerpo, que no se estableciera sobre
este suelo [ ... J. este otro lado es \'erdaderamente el otro lado del cuerpo, se desborda en él, se solapa con él, está
escondido en él y, al mismo tiempo. tiene necesidad de él. se termina en él. se ancla en él. Hay un cuerpo del
espíritu y un espíritu del cuerpo y un quiasmo entre ellos» (M. Merleau-Ponty. Le Visible et/ 'invisible, p. 3 13).
5 9
°' lbíden1. p. 303.
258 .\f" Carmen L ÓPEZ SÁ ENZ
ción como las otras, no una indagación de la causa espiritual de lo que aparece, sino
de ese aparecer mismo de una presencia ante sí que es también ausencia de sí. Esta
reflexividad se desarrolla en la relación con el otro, en la intercorporeidad y en la in-
tencionalidad motora hacia las cosas, las cuales integran también la naturaleza.
Merleau-Ponty, radicalizando la idea husserliana del logos del mundo estético,
piensa la naturaleza y el lagos conjuntamente, al margen de las categorías tradicio-
nales de sustancia, causa, etc. La naturaleza no es el conjunto de cosas físicas, ni
siquiera un objeto intencional, sino el suelo (Boden) que es preciso recuperar: «La
naturaleza es un objeto enigmático, un objeto que no es tal completamente; no se
puede decir que esté ante nosotros. Es nuestro suelo, no lo que está delante, sino lo
que nos incluye» 550 . Es preciso tomar conciencia de ese suelo redescubie1io por la
fenomenología, no sólo como marco físico en el que nos apoyamos, sino también
como estrato de sedimentaciones del que despunta la cultura, y en el que echa raíces
toda actividad creadora que no es incondicionada, «que debe mantener la cultura en
contacto con el ser bruto, en confrontación con él» 55 1. Así entendida, la naturaleza
actúa - pasivamente- como la Tiena en Husserl, poniendo de manifiesto la presencia
de seres que "nutren secretamente" nuestras idealizaciones y objetivaciones; en efec-
to, la Tierra es el fondo in-fundado de nuestras capacidades constituyentes, «no está
en movimiento como los cuerpos objetivo , pero tampoco en reposo, puesto que no
se ve a qué podría estar 'fijada'. Ella es así 'suelo' o 'cuna' de nuestro pensamiento
como de nuestra vida » 552 . En la Tiena hay un lagos salvaje o un lenguaje del silencio
inseparable del logos explícito del lenguaj e.
Aunque Merleau-Ponty se remonta a e te lagos silencioso, a la expresividad ori-
ginaria de la que siempre se nutre el lenguaje elocuente, sabe que el sujeto perceptor
no se limita a ejercer pasivamente los me ios naturales que el cuerpo le ofrece para
comunicarse con las cosas, sino que «[ ... ] se vuelve sobre las relaciones en las que
la percepción lo ha iniciado, se esfuerza por fijarlas, piensa, habla, agrega a los ges-
tos naturales [ ... ] una gesticulación e instituciones lingüísticas, a la naturaleza una
cul tura» 553 .
El cuerpo y sus gestos son el origen del sentido que culmina en el lenguaj e. El
sentido no nace únicamente de éste, sino de la intenogación del mundo del silencio
y, por eso, todo lenguaje es indirecto : remite a la relación originaria con el mundo
y con lo que no es él. Esa relación silenciosa es la "fe perceptiva" del "hay" que se
atestigua antes de cualquier operación raci onal explicativa.
550
M. Merleau-Ponty. La N a!ure, p. 20. Sobre el papel de la naturaleza en la fe nomenología, me
pennito remitir a mi trabajo. «La carne del mundo. Una contribución de la ecofenomeno logía a la ecología
profunda», Ludus Vi1alis vol. XIV, nº 26 (2006), pp. 17 1-1 87.
;si M. Merleau-Ponty. No!es de co11rs au College de France 1958-1959 el 1960-1961. Paris.
Gallimard, 1992, p. 44.
5 2
5 M. Merleau-Ponty. Signes. p. 227.
553
M. Merleau-Ponty. Parcours deux /951-19 fil, Verdier, Lagrasse, 2000, p. 23.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave feno menológica 259
554
M. Merleau-Ponty. Le Visible et l 'fnl'isible. pp. 209-21 O.
555
Cfr. M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la Perceprion, p. 58.
Ibídem, pp. 371-372.
517
Con el término ·'quiasma" se designa a las figuras con fonna de x en la que dos regiones se entrela-
zan sin yuxtaponerse. El quiasma óptico, por ejemplo. hace referencia al cruce de los nervios ópticos que coordi-
na las dos regiones visuales. asegurando así la integridad del campo de visión. Lo que les une precisamente es su
disparidad, como en la sinopsis ~ue no síntesis- de las perspectivas monoculares que origina la visión binocu-
lar. La separación de nuestros ojos es lo que pennitc unificar nuestro campo visual; cada ojo tiene el suyo propio
que está conectado con una parte del cerebro. situada en el lado opuesto del cuerpo (Cfr. Phénoménologie de la
perception, p. 266); cuando ambos campos se cruzan se produce la visión carnal, que no es monocular como la
visión de w1 ojo mecánico o la de un sujeto trascendental incorpóreo, sino visión estereoscópica capaz de percibir
la profundidad. Siendo el quiasma lo que posibilita esta visón, paradójicamente, no se puede ver. Merleau-Ponty
lo comprende corporalmente y lo emplea reiteradamente para dar cuenta de la ambigüedad del ser sensible, de su
fisicalidad-idealidad, del rendimiento que surge de la tensión de la distancia en la proximidad.
La palabra '·quiasmo" tiene la misma raíz; pertenece al mismo campo semántico, aunque ha sido usada
especialmente en retórica. En ella, se denomina así a la figura de dicción consistente en pre entar los miem-
260 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
bros de dos secuencias en órdenes cruzados. Ej. "Cuando quiero llorar no lloro, y a veces lloro sin querer""
(Véase, Diccionario de la Real Academia Espaiiola JI. Madri d. Espasa. 2001 '', p. 1878). Merleau-Ponty uti-
liza este término ( Chiasme) en Le Visible et I 'invisible, pp . 1O. 292 , 313-319, 321 -323. Sólo emplea Chiasma
en sus Notes des Co11rs a11 College de France, 1958-1959 et 1960-1961. Paris, Gallimard, 1996, p. 196. Sin
embargo, dado su interés por los términos científicos. especialmente por los procedentes de la biología, así
como la derivación de q11iasme de esta acepción contigua, es ev idente que Merleau-Ponty tenía el quiasma
muy presente.
558
M. Merleau-Ponty. Le Visible e1 I 'invisible. p. 268.
559
Dice Merleau-Ponty, inspirándose en Bergson, que esta visión que se gesta en el interior de la
vida, es, como la conciencia, «a la vez espontánea y refleja ». (Ibídem, p. 247). El entrelazamiento entre ambas
modalidades, lo objetivo y lo subjetivo, es descrito en esa misma página como un "serpenteo" o "modulación
del ser en el mundo", una percepción haciéndose en las cosas.
560
fbídetn , p. 254.
561
M. Merleau-Ponty. Signes, p. 264.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clavefeno111enológica 261
pero también del idealismo. En efecto, la ciencia de los fenómenos no era, para su
fundador, ni una ciencia de cosas puramente materiales, ni una ciencia de ideas puras.
Es esta constatación la que, según Merleau-Ponty, condujo a Husserl a moverse entre
el naturalismo, que afüma la trascendencia absoluta de la naturaleza como en-sí56\ y
la inmanencia del espíritu que transforma todo ser en nóema. En efecto, en Husserl,
incluso la naturaleza es constituida intersubjetivamente como naturaleza común y
objetivamente determinable para el sujeto absoluto con sus vivencias 563 .
Para Merleau-Ponty, carece de sentido intentar establecer qué fue primero: la ob-
jetividad lógica o la existencia carnal intersubjetiva, lo constituido o lo constituyen-
te, la cultura o la naturaleza. Se centra en lo noemático del objeto evitando reducir el
nóema a un momento de la conciencia, identificándolo con el sentido, el cual -como
hemos visto- es, en gran medida, sensible.
Concede primacía a la percepción, debido a que lo que ella presenta es el ar-
quetipo del encuentro originario con el mundo: «Hay en los confines de la primera
percepción del niño algo así como una presencia todavía desconocida, pero irrefuta-
ble, que el conocimiento dete1minará y llenará a continuacióm>564 . Más tarde, se dará
uenta de que la percepción tiene lugar sobre el fondo de un mundo que es cultural
y natural. Las dos dimensiones están imbricadas, pero no se confunden la una con la
otra. De ahí que la interrogación de la fe perceptiva, que es la tarea del filósofo, no
-ea un retroceso a lo que está por debaj o del lenguaje, puesto que incluso la experien-
ia primigenia está marcada por el habla, del mismo modo que lo irreflexivo lo está
por la reflexión. Es así como la primacía de la percepción ayuda a Merleau-Ponty
a plantearse el sentido de la filosofia . Ésta no se reduce ni a la intuición inmediata
bergsoniana, ni a la reflexión pura. Es una posición que intenta mantenerse en la
interrogación de las cosas mismas, entendidas éstas como el ser Bruto del mundo
percibido, como fuente o arché presocrático de lo humano y del sentido prehumano
del mundo 565 . No se trata de volver a lo inmediato para quedarse en él, sino para
omprenderlo reflexivamente.
El cumplimiento al que aspiraba usserl para alcanzar la evidencia, ya no viene
de la intuición adecuada, sino de la profundización en esa experiencia-fuente que
es la percepción. En ella, el obj eto percibido es, por definición, presente y viviente.
Cualquier explicitación o interpretación de esta experiencia originaria fomrn patte ya
de la misma. Por eso, Merleau-Ponty se propone localizar "desde abajo" las nociones
de ape1tura y horizonte que Husserl emplea en el nivel de la idealidad, reencontrar-
562 «La naturaleza es el campo de las realidades trascendentes, y justamente de las espacio-tempora-
'es» (E. Husserl. Ideen ::u einer reinen phiinomenologie und phiinomenologische Philosophie. 11, p. 1. Trad.
::ast. Ideas relativas a una fenomenología pura ) unafilosoflafenomenológica II. p. 31.) .
563 «La naturaleza es una unidad de apariciones puesta y susceptible de ser puesta por sujetos, y justo
susceptible de ser puesta eu actos de razón» (E. usserl. op. Cit. p. 172. trad. cast .. p. 2 13).
64
' M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de perception. p. 3 78.
565 M. Merleau-Ponty. La Nature, p. 86.
262 M" Carmen LóPrz SÁENZ
nos con ese modo de ser del que nos hemos distanciado: «el ser del 'suelo' (Boden),
y, en primer lugar, el de la Tierra ( ... ]» 566 :
No habría movimiento efectivo y yo no tendría la noción de movimiento si,
en la percepción, no pennaneciera la tiena como «suelo» de todos los reposos
y de todos los movimientos, más allá del movimiento y del reposo, porque
la habito; e igualmente no habría dirección sin un ser que habitara el mun-
do y que, por su mirada, trazara en él la primera dirección que será punto de
referencia 567 .
566
M. Merleau-Ponty. Résumés de Cours. Collége de France 1952-1960, Paris, Gallimard, 1968, pp.
168-169.
567
M . Merleau-Ponty. Phénoméno/ogie de la perception. p. 49 1. En esta misma obra, Merleau-Ponty
ci ta el texto de 1934 de Husserl , Umsturz der kopernikanischen Lehre. El texto fue editado en 1940, por M.
Farbcr, como "Grundlcgcndc Untersuchungen phiinomenologischcn Ursprung der Riiumlichkcit dcr Natur",
en Phi/osophical Essais in Memory of E. Husserl. Cambridge, 1940, pp. 307-325. Ha sido traducido al cast.
como La tierra no se mueve. Madrid. Universidad Complutense, 2006' La tesis del mi smo es que la tierra es
un todo y no un cuerpo físico; por eso no se mueve, sino que es suelo de todo lo que se mueve o reposa.
sr.R M . Merleau-Ponty, Le primal de la perception et ses conséquences philosophiques, p. 67.
Corrientes actuales de la Filosofía l . En-clave fenomenológica 263
569
Cfr. M. Merleau-Ponty. Le Visible el /'Invisible. p. 163.
570
Tbídem. p. 243 .
571
lbídem. p. 245.
572
lbídem. pp. 203-204.
264 ~f' Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
583
M . Merleau-Ponty. Le Visible el/ 'Invisible. p. 195.
584
M . Merleau-Ponty. Résumés de Cours. College de France 1952-1960, p. 302. La carne no es un::
extensión del cuerpo fenoménico; se inspira en la Leiblichkeit husserliana, en la intencionalidad del Lei
mediante cuya dinámica se constituía leibhaftig la cosa misma. Lo dado en carne significa, para el fil ósofr
francés , al mismo tiempo el modo de donación y el destinatario.
Corrientes actuales de la Fi!osofla !. En-clavejeno111enológica 267
Merleau-Ponty duda de que una conciencia intencional sea adecuada para pensar
_-ta noción de percepción que cada vez es menos la visión de un sujeto y cada vez
::nás la auto-revelación del sentido del mundo en y a través de un ser que fonna parte
.:e él, que participa de su carne, que contiene su negación, su p ercipi:
La carne del mundo, es el Ser-visto, es decir, es un Ser que es eminentemente
percipi, y es por ella que podemos comprender el percipere: lo percibido que
llamamos mi cuerpo se aplica al resto de lo percibido y ti·atándose él mismo
como un percibido por sí y, por tanto, como un perceptor589 •
585
M. Mcrlcau-Ponty. Le Visible et f'fm isible, p. 307.
586
Ib ídem, p. 265.
58 7
Ib ídem. p. 253.
588
Ib ídem , p. 304. Blosse Sache (mera cosa).
5S9
Ibídem.
268 ~1" Carmen LÓPEZ S ÁENZ
590
M . Merleau-Ponty. La Nature, p. 267.
591
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la Perception, p. 373.
591
M. Merleau-Ponty. ( 1933-1 934). Le primal de la perception et ses conséquences philosophiques.
pp. 47-48 .
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave feno111enológica 269
593
La Gestalr no só lo es concebida espacialmente, si no también temporalmente, como un horizon-
te de experiencias pasadas entretej idas con expectativas y con la situación presente marcada por el cuerpo
propio que, en Merleau-Ponty será el tercer tém1ino siempre presupuesto por Ja estructura figura-fondo. Esta
estmctura es un caso pa1ticular de la organi zación espontánea de los campos sensorial es. El hori zon te es algo
:nás que un fondo perceptivo; adquiere dimensiones socioculturales a través de la coexistencia, pero siempre
en base a la situación perceptiva.
594
Cuerpo viv ido es vivenc ia (Erlebnis) del cuerpo propio, es decir. la atención , el pensamiento y la
evaluac ión del mismo desde Ja propia vida inscrita en él (CIT. E.Husserl. Phiinomenologische Psychologie.
Husserliana IX Den Haag, M. Nijhoff. 1962 . p. 8).
270 . ~ Cannen LÓPEZ SÁEN Z
espiritualmente 595 • De ahí que el cuerpo sólo se dé como conjunto de vivencias per-
ceptivas, en carne (leibhaftig) y no como una representación mental.
Husserl descubre así que el cuerpo es lo que orienta en el mundo a cada ser, su
punto cero espacio-temporal. Sabe que los dinamismos de la conciencia en sus nive-
les originarios, concretamente en la percepción, no pueden realizarse sin el cuerpo;
es más, en toda experiencia de los entes interviene esencialmente la sensibilidad.
es decir, «el funcionamiento egológico activo de la carne (Leib) y de los órganos
carnales» 596 . Esto significa que todo cuerpo objetivo es percibido gracias al cuerpo
vivido (en correlación y, al mismo tiempo, distinguiéndose de él).
Merleau-Ponty continuará a Husserl desarrollando la intencionalidad operan-
te (no representativa) en el cuerpo, concibiéndolo como sujeto-objeto, como un yo
puedo práctico, una motricidad capaz de engendrar hábitos sensorio-motores que
pasarán a fornrnr parte de un saber corporal. Es más, la existencia, el étre-au-monde
incluye la conciencia, pero ésta siempre está encamada, de modo que existencia es
también la situación física, fisiológica, biológica y la vida compartida (social, eco-
nómica, política, etc.) ; la primera es tambi én vida, aunque anónima . Existimos y
coexistimos gracias al cuerpo propio:
En el mismo instante en que vivo en el mundo o estoy en mis proyectos, en mi
ocupaciones, con mis amigos, con mis recuerdos, puedo cerrar los ojos, estirarme.
escuchar mi sangre que late en mis oídos, fundin11e en un placer o en un dolor, ence-
rranne en esta vida anónima que subtiende mi vida personal. Pero justamente porque
mi cuerpo puede cerrarse al mundo, él es también lo que me abre y me pone en situa-
ción. El movimiento de la existencia hacia otro, hacia el porvenir, hacia el mundo.
puede retomarse como un río deshelado. 597
Mi cuerpo me delimita marcando mi individualidad, pero esta demarcación, que
el filósofo intenta describir como la formaci ón del hielo en el seno de un río, puede.
más tarde estallar y expandirse.
Este es el cuerpo que a Merleau-Ponty le interesa: el que vehicula la existencia.
esa potencia de mundo (yo puedo), anterior al ego cogito. Este planteamiento recon-
595
Cfr. E. Husserl. Ideen!/. Husserliana I V, p. 204 (Ideas If, p. 250). Aunque Husse rl se adelanta a
Merleau-Ponty al comprender el cuerpo fenoménico com o expresi ón, consideramos que, en él, ésta todavía
es entendida de modo dualista, es decir. como exteriorización de lo interior, ya sea éste un posicionamiento
del sujeto (Cfr. Ibídem. p. 288. Ibídem, p. 336), ya un significado espiritual (Cfr. E. Hu sserl. Die Krisis , pp.
479-480). En camb io. para Merleau-Ponty, el cuerpo no sólo es medio de exteriorización de la expresión.
sino ori gen y movimiento de la misma (Cfr. M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de perceplion, p. 171 ). En
Merleau-Ponty el cuerpo es expresivo en sí mismo; sus gestos y movimi entos no só lo poseen sentido y lo ex-
presan, sino que también lo confieren; no se limitan a actuar como signos de un significado ya dado, sino que
lo crean en el movimiento mismo con el que lo expresan.
596 E. Husserl. Die Krisis der Europaischen Wissenschaften und die 1ranszende111ale Phiinomenologie.
Husserliana VI. pp. 108-109.
;o 7 M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de perceplion, p. 192.
Corrientes act11a/es de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 271
duce de una nueva manera el problema clásico de las relaciones entre el alma y el
cuerpo, así como el dualismo sartreano entre el cuerpo para mí y el cuerpo para otro:
El problema no es saber cómo actúa el alma sobre el cuerpo objetivo, ya que
no actúa sobre él, sino sobre el cuerpo fenómenico. Desde este punto de vista,
la cuestión se desplaza; ahora consiste en saber por qué hay dos perspectivas
sobre mí y mi cuerpo: el cuerpo para mí y el cuerpo para otro, y cómo estos
dos sistemas son compatibles. Efectivamente, no basta con decir que el cuerpo
objetivo pertenece al "para otro'', mi cuerpo fenoménico al para mí, y no po-
demos evitar plantear el problema de sus relaciones, ya que el "para mí" y el
·'para otro" coexisten en un mismo mundo como lo atestigua mi percepción de
otro que me devuelve enseguida a la condición de objeto para él. 598
Entre el cuerpo para mí y el cuerpo para otro, está la mediación del mundo que
artre parece obviar. El cuerpo propio es vivido, como los seres humanos lo vivimos
todo, reflexivamente, es decir, haciendo manifiesta la interrelación entre imnanencia y
rrascendencia. Ambos conceptos del cuerpo, corno acabamos de ver, provienen de ac-
ritudes diferenciadas ante el mismo; no ocasionan, por tanto, una nueva dicotomía sus-
tancialista, sino que abren dos perspectivas concéntr·icas, ya que el cuerpo fenoménico
no es una idea, es un macrofenómeno, el cuerpo objetivo es un microfenómeno» 599 . El
último es una estructura integrada en el primero. Si el cuerpo-objeto es el depositario
de procesos fisiológicos automáticos y el fondo de todas nuestr·as actividades, el cuer-
po fenoménico es la expresión y realización de las intenciones, proyectos y deseos. Por
tanto, frente a las acusaciones de haber idealizado el cuerpo, nuestro filósofo responde
no sólo ha sido Kant quien lo ha hecho, sino también la ciencia que lo ha conve1iido en
una objetivación del verdadero cuerpo vivido:
Restituyendo el cuerpo fenoménico no hemos intentado mostrar la idealidad
del cuerpo ni reintegrarlo en la conciencia como uno de sus objetos. Hemos
querido mostrar que es sujeto generalizado, invasión de las situaciones natura-
les e históricas. El cuerpo ideal (en el sentido kantiano), el cuerpo "objetivo'' y
todo el universo de la ciencia "objetiva" son considerados como constructa600 .
El cuerpo vivido no es ni un nuevo sujeto ni otro objeto; no es conciencia inten-
~ional, sino la generalización de lo subjetivo y su reintegración en la naturaleza y la
historia. No es una construcción a1iificial que tenga como soporte al cuerpo objetiva-
do, no es un Sujeto dirigido a un objeto, sino la condición de experiencia vivida que
~onfonna todas las dimensiones de la existencia, por analogía con el mundo fenomé-
• ico que no es otro opuesto al mundo objetivo, sino su base.
A pesar de que ese cuerpo vivido es el que siente sintiendo, el cuerpo-objeto no
es su contrario. Él también nos identifica y su aprehensión no siempre es negativa y
alienante 601 , sino que puede ser positiva, como podemos ver en el deporte, la danza
y todas esas actividades en las que nos deleitamos en la naturaleza física del cuer-
po. Por otra paite, cualquier hecho objetivo s bre este cuerpo-objeto produce conse-
cuencias que sólo son inteligibles para el cuerpo fenoménico.
Las ciencias obvian esta experiencia vivida del cuerpo en nombre de un ideal
de conocimiento objetivo y se ocupan sólo del K61per. En cambio, Merleau-Ponty
quiere describir la presencia pre-objetiva y pre-subjetiva que tenemos de nuestra cor-
poreidad. A diferencia de Husserl, no la comprende sólo como una mediación de
todo lo que aparece, sino incluso de lo que no se manifiesta, como una expresión de
nuestro enraizamiento en el mundo y como una acción sobre el mismo. o hace del
cuerpo una realidad cuasi-objetiva con la que me equiparo gracias a que localizo en
él mis ubiestesias; la identificación con mi cuerpo es previa a la ah·ibución de sensa-
c10nes a un yo.
Esta concepción merleau-pontiana del cuerpo proviene de la psicología de la
Gestalt y de la psicopatología, interpretadas desde la lectura de los manuscritos in-
éditos de Ideas JI y de la tercera parte de La Crisis, en los que Husserl desarrolló su
teoría del cuerpo propio y que fueron cons Ita dos por Merleau-Ponty en 193 7, en
los Archivos Husserl de Lovaina. Estas lecturas le impactaron hasta tal punto que
un año antes de morir aseguró que siempre se interesó por los estudios husserliano
sobre el cuerpo y que, desde que Husserl se dedicó a ellos, «empezó a hablar en otra
lengua>> 6º2 .
No puede decirse, sin embargo, que el cuerpo detente, en Merleau-Ponty, el pa-
pel del sujeto trascendental de Husserl, porque aquél no se refiere a un mero cuerpo
de hecho, sino al cuerpo como mediador de la continuidad eidética con el mundo:
en otras palabras, el cuerpo no funciona como un ego trascendental porque no es el
único fundamento , sino tan sólo una parte, -como también lo es el mundo-, de la ins-
titución del sentido, la cual incluye la donaci ón pasiva del mismo desde el mundo 6o;.
hasta el punto que el cuerpo vivido no puede concebirse separado de su papel recep-
tor de esa donación que le precede. Ese silencioso entrelazamiento corporal con lo
que no viene de él es lo que posibilita la sensibilización, que actúa como tercer térmi-
no siempre presupuesto por el dualismo entre la materia pasiva y el espíritu activo.
entre el objeto-mundo y la conciencia-sujeto. El cuerpo no es sujeto constituyente.
sino, en todo caso, instituyente, en sentido activo-pasivo, porque incluye la donacióc
601
Así ocun-e, por ejemplo , en la enfermedad. Vease mi trabajo , «Hermenéutica del cuerpo dol iente-
dolido desde la fenomenología del sentir» , en In vestigaciones Fenomenológicas, vol. monográfico 2: «Cuerpc
y alteridad», (201 O), pp.89-124.
'º2 M. Merleau-Ponry. «Un entretien avec Maurice Merleau-Ponty : La philosophie et la poli tique so
solidaircs», en Le Monde, 4061 (31 -XII-1 960), p. 9.
603
Al igual que la relación con los otros, la que mantenemos con el mundo es constitutiva de -
existencia. El mundo se nos da corporalmente y el cuerpo se nos revela explorando el mundo. Las cinestes· -
se constituyen a la vez que los objetos hyléticos, de modo que toda experiencia tiene una dimensión egói
(activa) y otra no-egóica (pasiva).
Corrientes actuales de la F iloso.fía f. En-clave /eno111eno/ógica 273
604
El filósofo se propone "describir la animación del cuerpo humano , no como el descenso en él de
:Illa concienci a o de una refle xión pura, sino como metamorfosis de la vi da"'. M. Merleau-Ponty. Réswnés de
a mrs, College de France 1952-1960, p. 177. En este curso, Merleau-Ponty dcsa1rnlla esta tarea. en primer
. gar, como estesiología descriptiva del cuerpo. que es sensible-sentiente, en segundo lugar y en virtud de
esta capacidad corporal de reversibilidad entre lo visible y lo invis ible. como simbolismo natural , al que nos
referiremos enseguida.
605
Cfr. M. Merleau-Ponty. La /\:a ture, p. 340 . Barbaras clarifica esta involución como la actividad de
un sujeto corporal que sólo es un pliegue en la apenura del viviente, algo inaccesible como tal , porque no es
~eto de la conciencia, sino su sede: «No hay un en sí que se perciba, que se reflexione, sino más bien una
suerte de involución en el corazón de lo vivi ente. correlativo con la profundidad de lo abierto de la que proce-
de lo que se denomina "el yo"» (R. Barbaras. lntroduction a une phénoménologie de la vie. Paris, Vrin, 2008,
pp. 261-262). Ese yo no es algo sustanc ial, sino el cuerpo vivido, entendido como unidad trascendental de la
que surge la conciencia.
60
• M. Merleau-Ponty. La structure du comportement, p. 55.
607
Merleau-Ponty critica el uso realista que la psicología de la Gesta// hace de la "forma" y la define
en ténninos de procesos totales, como tmión funcional de un a ídea con tma existencia. Esta noción le servirá
274 M"' Carmen L ÓPEZ SÁENZ
para concebir el esquema corporal como un todo significativo previo a las partes, como condición de la situa-
ción y consciencia global de la posición en e l mundo.
608
M. Merleau-Ponty. La structure du comportement, p. 141.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 275
mundano, no es una parte del medio físico, sino un organismo orientado intencio-
nalmente, nunca mecánicamente. El cuerpo no es un trozo de espacio, sino aquel
que espacializa actuando como fondo sobre el que toman forma y se hacen visibles
los objetos convü1iéndose en metas de acciones. A su vez, la subjetividad merleau-
pontiana se espacializa y temporaliza en el aquí y ahora del cuerpo. Esto se debe a
que dicho cuerpo es la base de la subj etividad, la potencia de tener mundo, porque
actualiza la existencia integrando el espacio y el tiempo en el espacio y el tiempo
orporales.
Del mismo modo que había distinguido un cuerpo objetivo y otro fenoménico,
. ferleau-Ponty diferencia el espacio objetivo (físico y mensurable) del fenoménico
o virtual, en tanto experiencia de estar orientados en el mundo y situados en relación
-on los objetos. Merleau-Ponty denomina a aquel espacio en-sí "espacialidad de po-
5Íción'', mientras que el espaci o vivido sería "espacialidad de situación" o de rela-
-ión. El significado de términos espaciales como "arriba'', "abajo'', "cerca", "lejos",
~te., no sólo depende del primer concepto, sino también del segundo.
609
M. Merleau-Ponty. Phénornénologie de perception. p. 109.
276 ~r Cannen LÓPEZ SÁENZ
"º La sinergia es la función y el carácter de nuestra sensibilidad que pe1mite la unidad del sentir del
cuerpo. Ella es debida a que el cuerpo no es una yuxtaposición de órganos o funciones. sino nuestro modo
unitario de ser en el mundo.
61 1
Completando a San Agustín, Merleau-Ponty afinna que «La verdad no "habita" solamente en e.
"hombre interior", o mejor. no hay hombre interior, el hombre está en el mundo, y es en el mundo donde e
conoce» (M. Mcrleau-Ponty. Phénoménologie de perception, p. V).
612
M. Merleau-Ponty. Le Visible et/ 'Invisible, p 294. Por su parte, Husserl entendía el cuerpo propio
como encarnación del alma (Verk61penmg der Seelen) (Cfr. E. Husserl. Die Krisis, p. 220).
613
«Es la animalidad del hombre la que funda al hombre como tal» (M. Merleau-Ponty. La Nature, p.
277) "Antes de ser razón, la humanidad es otra corporeidad" (Ibídem, p. 269).
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave fenomenológica 277
614
M. Mcrleau-Ponty. Résumés de Co11rs, París, Gallimard. 1960. p. 178.
615
Cfr. M . Merl eau-Ponty. Le Vis ible et I "/11 visible, p. 287.
616
He estudiado más detalladamente esta estrecha conexión entre gesto corporal, gesto lingüístico
) habla en "La Paro /e as a Gesture of the Originati11g Differentiation", en B. Penas y Mª C. López. (eds.)
lntercu/turalism. B efll"een ldentiry and Diversif). Peter Lang. Oxford , 2006, pp. 27-46.
278 ~1' Carmen LÓPEZ SÁ ENZ
6 17
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la Perception. p. 177.
6 18
Cfr. M. Merl eau-Ponty. La Nalure, p. 281.
6 19
M. Merleau-Ponty. Rés11111és de Cours, p. 180
62
° Cfr. M. Mcrl eau-Ponty. La Nature, p. 273.
621
Hemos explorado las consecuencias de la reflexividad corporal y de la consiguiente reversibi-
1idad camal entre lo sentido y lo sentiente en el marco de la recuperación de la Aisthesis en «El sentido
de la Aisthesis en Merleau-Pomy», en J.M. Santos. P.M. Alves. A. Barata. (eds.) A Fenomenologia Hoje.
Phainomenon, Lisboa, 2003, pp. 299-311.
Corriemes actuales de la Filosofía f. En-clave fenomenológica 279
operante, que arranca del tiempo del cuerpo, lo lleva sin cesar más allá de su presente
y posibilita todas sus reestructuraciones. El sentido de un tal dinamismo proviene de
esa intencionalidad instituyente622 , de su condición de fundación originaria de la es-
tructura de la Zeitigung, de un punto del tiempo 623 . Con el fluir del mismo, el sentido
se sedimenta en el cuerpo configurando un saber desde dentro de la vida.
No es de extrañar, por tanto, que la filosofía de Merleau-Ponty gire en tomo a la
experiencia corporalmente vivida. De ahí su comprensión del cuerpo, no sólo como
motricidad primordial e intencionalidad operante, sino también como horizonte de
toda experiencia y de la figuración de su sentido. En el cuerpo se funda la tesis del
mundo que exige la del ser humano y a la inversa, ya que ambos son dimensiones
dialécticas de la síntesis inacabada del étre-au-monde que sostiene todos nuestros
pensamientos. Él instituye la vida encamada que somos en sus múltiples dimensio-
nes, la carne (Chair), que no es una metáfora antropomórfica o una proyección del
cuerpo en el mundo, sino lo que le da profundidad624 , evitando el residuo subjetivista
y objetivista que todavía quedaba en el cuerpo vivido :
Cuando hablamos de la carne de lo visible, no queremos hacer antropología,
describir un mundo recubierto de todas nuestras proyecciones, excepción he-
cha del que puede estar bajo la máscara humana. Por el contrario, queremos
decir que el ser camal. como ser de profundidades, tiene varias hojas o varias
caras, ser de latencia y presentación de una cierta ausencia, es un prototipo de
ser del que nuestro cuerpo, el sentiente sensible, es una variante remarcable,
pero cuya paradoja constitutiva está en todo visible 6c5 .
Efectivamente, la carne es el origen de la realidad sensible y, a la vez, una realidad
sensible; pe1tenece a lo visible, pero no puede ser tratada como objeto, porque también
~ - vidente; a pesar de ello, no es una subjetividad, sino visibilidad y condición de la
misma, puesto que instituye la presentabilidad original del vidente y de lo visible.
Así entendida, como dimensionalidad de la que participa todo ser y que está más
:tllá de la condición horizóntica del cuerpo, la carne no es ni un nuevo sujeto, ni un
612
Esta intencionalidad no es represen tativa como la de la conciencia constituyente husserliana, sino
·erende. Se encuentra ya presente en. Husserl cuando reconoce que los movi mientos humanos no son fruto
a combinación del alma y el cuerpo, sino que éste «está lleno de alma» (Cfr. E. Husserl. Ideen JI, p. 240,
ll. p. 288). Merleau-Ponty la desarrolla y la conviene en intencionalidad corporal originaria.
:.J Cfr. M. Merleau-Ponty. Le Visible et /'Invisible, p. 227.
~' La profundidad es lo que define al ser como campo; éste no es una representac ión mental sino una vi-
::ra o experiencia fenoménica de totalidad. Esa profundidad es la que hace que las cosas se encarnen en nuestra
ºón con ellas. A su vez, la din1cnsionalidad que es la carne se descubre en la profundidad. Ésta es puramente
-· ional, intensiva más que extensiva. o es la tercera dimensión, sino la primera, la más existencial, porque no
;ienenece al objeto. La profundidad es la dimensión por excelencia de lo simultáneo (Cfr. M. Merleau-Ponty. Le
:.tibie et I 'i nvisible, p. 272).
625
lbíden1, p. 179.
280 Mª Carmen LÓP EZ SÁENZ
objeto dete1minado, sino visibilidad que incluye a lo visible, al cuerpo, que además
es vidente y a lo invisible.
Esta Visibilidad, esta generalidad de lo Sensible en sí, este anonimato innato de
mí-mismo es Jo que denominamos carne ahora, y se sabe que no hay nombre
en la filosofía tradicional para designar esto. La carne no es materia , en el sen-
tido de corpúsculos de ser que se adicionan o continúan para fomrnr los seres.
Lo visible (las cosas tanto como mi cuerpo) no es tampoco quién sabe qué
material "psíquico", que sería, sabe Dios cómo, llevado al ser por cosas que
existen de hecho y actúan sobre mi cuerpo de hecho. De un modo general, no
es hecho o suma de hechos "materiales" ni "espirituales" [ ... ] Para designarla
sería preciso el viejo térn1ino de "element " 626 .
La carne, como el elemento (en sentido griego) se halla penetrándolo todo y ge-
nerándolo, como el medio en el que se han formado el sujeto y el objeto, que hace
que todo crezca, pero que no es un componente material detern1inado; asimismo, la
carne es una noción última y transversal.
Entendida de este modo, se convertirá en el concepto-clave de la nueva ontología
merleau-pontiana que aborda desde dentro y en su gestación la naturaleza del Ser
Bruto o Salvaje, es decir, del Ser Ve11ical que precede a su escisión en sujeto-objeto .
Merleau-Ponty es conducido a este Ser desde sus investigaciones sobre las relacio-
nes entre el cuerpo vivido y el mundo. Tiene la intención de eliminar el residuo dua-
lista de las mismas que actuaba implícitamente cuando las concebía como relaciones
de una conciencia con sus representaciones:
Lo que quiero hacer es restituir el mundo como sentido de Ser absolutamente
diferente del "representado", a saber, como Ser Vertical que ninguna de las "re-
presentaciones" agota y que todas "alcanzan", el Ser salvaje.
Esto no sólo se aplica a la percepción, sino también al Universo de las verdades
predicativas y de las significaciones. Aquí también es necesario concebir Ja
significación (salvaje) como absolutamente distinta del En sí y de la "concien-
cia pura" 627 .
Hasta la verdad radica en el ser ante-predicativo, porque, como hemos visto, es.
para Merleau-Ponty, movimiento sin síntesis.
A diferencia de Husserl, no centra sus esfu erzos en elaborar una teoría de la ver-
dad y, por ende, de la objetividad en conelación con su teoría de la intersubjetividad.
sino que la basa en una ontología de nuevo cuño. Ésta tiene como centro la carne.
que no es ni mera materia ni pura idea.
Considera que una ontología que reduce el Ser al objeto de la ciencia, confunde
la Razón con el conocimiento y concede exclusividad a la relación causa-efecto, es
símbolo del "pequeño racionalismo" cientificista, el cual es una simple degeneración
6:!6
Ibídem, pp. 183 -1 84.
617
Ibídem, p. 306.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clave fenomenológica 281
caso, como eso que concentra el misterio de la visibilidad esparcida 630 ; dejará, por
tanto, de ser la clave de la antropología para convertirse en un integrante el ser.
Ha llegado a la carne después de darse cuenta de que la Fenomenología de la
percepción mostraba una falsa ambigüedad entre lo interno y lo externo, porque en
ella predominaba la actitud de la conciencia reflexiva y la consiguiente visión del
cuerpo como mediador entre dos polos:
Los problemas planteados en aquella obra son insolubles, porque yo parto allí
de la distinción «conciencia»-«objeto»-
A partir de esta distinción, nunca podremos comprender que un hecho de orden
"objetivo'' (determinada lesión cerebral ) pueda entrañar detenninado trastorno
de la relación con el mundo - trastorno masi vo que parece demostrar que la
"conciencia" entera está en función del cuerpo objetivo. Tenemos que descla-
sificar estos problemas mismos preguntándonos, ¿qué es el pretendido con-
dicionamiento objetivo? Respuesta: es una manera de expresar y tomar nota
de acontecimiento del orden del ser bruto o salvaje que, antológicamente es
primero. 631 .
Ahora, considera el cuerpo como un ac ntecimiento de la carne. Como él, la car-
ne es dinámica, pero transpersonal. Con ella desaparecen los rastros de positividad
que todavía afectaban al cuerpo. o obstante, Ja carne no está desligada del organis-
mo, de la percepción o del comportamiento, pero es más global que ellos; fluye por
el cuerpo, el mundo y el ser.
Hay parentesco entre el ser de la Tierra y el de mi cuerpo (Leib), del que no
puedo decir exactamente que se mueve ya que siempre está a la misma distan-
cia de mí, y el parentesco se extiende a los otros que me aparecen como "otros
cuerpos". a los animales que comprendo como variantes de mi corporeidad, y
finalmente a los cuerpos terrestres mismos, ya que los hago entrar en la socie-
dad de los vivos diciendo, por ejemplo, que una piedra vuela 632 .
El cuerpo se afinca en la Tiena, pero el sentido de ésta remite a la razón del
cuerpo de la que surge toda la fuerza confi guradora. Para referirse a la profunda
circularidad entre su materia y su pensamiento, desarrolla este concepto de "carne",
que no es una entidad singular, sino la vida anónima sedimentada que nos constituye.
Sin embargo, su anonimidad no es la de la completa indefinición, sino el origen de
toda diferenciación por écart (divergencia) que no se reduzca a una simple abstrac-
ción. Esto es así porque la carne no es mera materia pasiva, sino materia travail!é 633
interiormente, locus de una actividad que en su propia institucional ización retiene
6
'º
Cfr. M. Merleau-Ponty. Le Vis ible et / "/nvisihle, p. 180.
11
"· Ibídem, p. 253 .
632
M . Merleau-Ponty. M. Résumés de cours. College de France 1942-1960, p.1 69.
633
C. Lefort ha puesto de reli eve las connotac iones del término travaillé; en francés, significa el mo-
mento en que una mujer está a punto de dar a luz. Véase C. Lefort. "Flesh and Othem ess", en G. Johnson. M.
Smith. Ontology and Alterity. Northwestem University Press, Evanston , 1990, p. 5.
Corrientes actuales de la Filos(~fía J. En-clave fenomenológica 283
un sentido de esa actividad. La suya es una generatividad por apertura que acontece
antes de las diferenciaciones reflexivas. Como identificación generalizada, la carne
es repliegue continuo del dentro en el fuera y del fuera en el dentro. Por ella, mi cuer-
po tiene un interior que consiste en su propia aplicación a sí mismo 634 . Gracias a la
revers ibilidad de la carne, el cuerpo es capaz de re-flexión, de hacemos experimentar
esa dimensión interior que se exterioriza, esa apertura al mundo, esa continua diná-
mica interrelaciona! que somos .
En la reversibilidad camal , las diferencias no quedan anuladas, porque aquélla
nunca está definitivamente realizada, sino que siempre es inminente, una poten-
cialidad y, por ello, no niega las diferencias 63 5, aunque tampoco las absolutiza; más
bien reconduce a la premisa ética de la reciprocidad que exige reconocerse y salir
de sí para verse desde fuera y ponerse en el lugar del otro relativizando la propia
posición.
Es preciso entender la reversibilidad como un estado de no coincidencia o, si
e quiere, como una identidad en gennen y en tanto pura posibilidad, porque no es
una determinación unívoca, sino la multiplicidad infinita de la latencia. Ella envuel-
ve al vidente y al visible, pero sin suprimir sus diferencias, las cuales tampoco son
absolutas, puesto que se revelan en el horizonte carnal compartido que posibilita la
comunicación:
Se comprende entonces por qué vernos, a Ja vez, las cosas mismas, en su sitio.
en el que están, según su ser, que es más que su ser percibido, y, a la vez, les
retiramos todo el espesor de Ja mirada y del cuerpo: esta distancia no es lo
contrario de esta proximidad, es profundamente acorde con ella. es sinónima
de ella. El espesor de la carne entre el vidente y la cosa es constitutivo tanto de
su visibilidad para ella, como de su corporeidad para él ; esto no es un obstáculo
entre ambos, sino su medio de comunicación. Por la misma razón , estoy en el
corazón de lo visible y estoy lej os de él 636 .
634
Cfr. M. Mcrkau-Ponty. la Nature, p. 279.
635
He estudiado cómo las diferenci as son compatibles con la identidad, tal y como es entendida por
Merleau-Ponty en (<Identidad lateral. Un concepto de la fenomenología» , Berceo n º 153, Monográfico sobre
Identidades: Culrura v Narurale::a humana (2007), pp. 97-129.
636 Cfr. M. Merleau-Ponty. le Visible et /'Invisible., p. 178.
284 M' Carmen LÓPEZ SÁE1'Z
sino que lo integra. Por su parte, las cosas no son naturaleza en sí, sino lo que no
rodea (unsere Umgebung) ; nuestra relación natural con ellas no es la del sujeto frente
a los objetos, sino una opinión originaria (Urdoxa) que nos btinda no una represen-
tación del mtmdo, sino el mundo mismo 637 . Para comprenderlo, desde sus primera
obras, ya proponía Merleau-Ponty que nos situáramos al margen de las ideas de su-
jeto y objeto y nos adentráramos en la «capa ptimordial en la que nacen las ideas
lo mismo que las cosas» 638 , en el nivel pre-refl exivo. Con posterioridad, opta por
encarnar el mundo y mundanizar el cuerpo, entendiendo el ser, a la vez, como para-sí
y en-sí, como espíritu salvaje y mundo salvaj e639 . Se esfuerza por pensar en término
de connaturalidad entre el yo y el mundo y por entender la relación vital entre ambo
como desposeimiento y apertura más que como posesión de objetos. De ahí que sea
la existencia camal la que sintetiza la dimensión subjetiva y la objetiva de la exi -
tencia, hasta el punto de que Merleau-Pon ty habla de una carne del cuerpo y de tma
carne del mundo 640 . Ahora bien, «la carne del mundo no es sentirse como mi carne:
es sensible y no sentiente» 641 . En cambio, el cuerpo propio es lo uno y lo otro y, por
ello, comporta un lado que sólo es accesib le para su titular.
Ya dijimos que la "carne" del mundo no sólo pertenece al orden objetivo, sino
también al de las virtualidades, es decir, no es meramente el conjunto de cosas, sino
que comprende la conciencia encamada que lo tematiza. El objetivo es subrayar la
ontológica del mundo con la conciencia y con el cuerpo en el seno de la carne, que e
el medio en el que se fonnan:
Medio fomrndor de objeto y sujeto, no es el átomo de ser, el en-sí duro que
reside en un lugar y en un momento únicos; de mi cuerpo se puede decir que
no está en otra parte, pero no se puede decir que esté aquí y ahora, en el sentido
de los objetos; y, sin embargo, mi visión no los sobrevuela, no es el ser que se
agota en el saber, porque ella tiene sus inercias, sus ataduras. La carne hay que
pensarla. no a partir de sustancias, cuerpo y espíritu, porque entonces sería la
unión de contradictorios, sino -decíamos- como elemento, emblema concreto
de una manera de ser general 642 .
637
Cfr. M. Merleau-Ponty. Signes, p. 207.
638
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perceplio11, p. 254.
639
Cfr. M . Merleau-Ponty. Signes, p. 22 8. La iru1egable relación con el mundo es afinnada, tanto por
Sartre como por Merleau-Ponty, pero. mientras que el primero asoc ia el mundo con el cuerpo y los considera
facticidades, Merleau-Ponty afmna Ja reversibilidad carne-mundo, no como si fueran dos polos, sino como
dos relaciones: la del cuerpo consigo mismo y la del cuerpo con el mundo.
6-lo No se trata de dos ·'carnes"; en primer lugar, ésta es un a única fuerza generadora, no una cosa-
en-sí; en segundo lugar. la carne reproduce la doble naturaleza (subjetivo-objetiva) del cuerpo: «No hay en
el cuerpo dos nan1ralezas, sino una naturaleza doble: el mundo y los otros son nuestra carne». (M . Merleau-
Ponty. La Nature, p. 273). Sobre la relación entre la carne del cuerpo y Ja del mundo , pu ede consultarse. M'
C. Lópcz. «E l cuerpo vivido como nudo de identidad y diferencias . Una alternativa al cuerpo objetivado». en
J. Choza, Mª L. Pintos. Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Th émata. Revisla de Filosojia.
Nº33 (2004),pp. 141- 148.
1
"" M. Merleau-Ponty. Le Visible et /'Invisible, p. 304.
6-IZ Ibídem, p. 195.
Corriente.1· actuales de la Filosofia l. En-clave.feno111enológica 285
646
M. Merleau·Ponty. Phénoménologie de la perception, pp . 166-1 67 .
647
Ib ídem, p. l 64.
648
Ibídem., p. 17 1.
649
Cfr. Ibídem, p. 169.
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clavefeno111e110/ógica 287
650
M. Merleau-Ponry. La Strucrure du Comportement, p. 227. nota 1.
bll
Cfr. M. Merleau-Ponty.Les re/ations avec autrui chez /'enfa nt. CDU, Paris, 1951. p. 13.
651
Cfr. M. Merleau-Ponty. La Structure du Compo/'/ement, p. 227.
288 M' Cannen LÓPEZ SÁE1'Z
653
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception, p. 51 6.
654
M . Merleau-Ponty. Le Vis ible et /"In visible, p. 119.
655
fbídem. p. 120.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 289
656
He esn1diado con más de detalle estas "variaciones" en '·La aprehensión del otro: el marco de
.a polémica Sartre-Merleau-Ponty,., en J.M. Aragües (ed.) Vofrer a Sartre. 50 años después de ·'El Ser y la
_"ada". Zaragoza, Mira. 1994, pp. 65-83 ; más recientemente en .. Fenomenología y marxismo. El compromiso
político de Merleau-Ponty". en Daimon. Revista de Filosofla. 51 (2010), pp. 103-12 l .
657
Cfr. M. Merleau-Ponty. " La Phi losophie del ' existence·•. Dialogues 5, nº 3 (1966), pp. 307-322, p. 315.
290 ~r Carmen Lór Ez SÁEl'Z
65
' La aplicación de la fenomenología a la psicología se concentra en los siguientes ensayos: La ima-
ginación (1936). Esbozo de una teoría de las emociones ( 1939) y Lo imaginario (1940). Sartre en ningún caso
esn1dia esta o aquella imagen o emoción, sino que pretende ita las estructuras fundamentales de la conciencia
que permiten y explican el fenómeno de la imaginación. la emoción. etc. Ambas son modos de la conciencia
en sus relaciones con el mundo.
6 9
; J-P. Sartre. La nausée ( 1938). La náusea. Buenos Aires, Losada, 1977, p. 153.
Corrientes actuales de la Filosofía !. En-clave j'enomenológica 291
o sustancialista, como una estructura que, por otra parte, sólo podía buscarse en la
existencia, en el hecho primero, el cual consiste en estar pro-yectado ;
El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si
Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la
esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto,
y que este ser es el hombre ¿Qué sigillfica aquí que la existencia precede a la
esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el
mundo y que después se define. El hombre, tal y como lo concibe el existencia-
lista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y
será tal y como se haya hecho. Así ues, no hay naturaleza humana, porque no
hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal y como él se
concibe, sino tal y como él se quiere, y como se concibe después de la existen-
cia. Es también lo que se llama la subjetividad [ ... ] Porque queremos decir que
el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza
hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir660 .
Veamos a continuación cómo adopta la intencionalidad de la conciencia refor-
mulándola como trascendencia hacia el mundo para superarse. Esta concepción le
distanciará de la psicología bergsoniana, carente de intencionalidad, especialmente
en lo concerniente a la imaginación.
660
J- P. Sartre. (1945). L ·existentialisme esr 11n huma11isme. Paris , Gallimard, 1996, p. 29.
661
Cfr. J-P. Sartre. «lnterview with M. Rybalka, O. Pucciani and S. Grunenheck», P. Schilpp (ed.) The
Philosophy ofJean -Paul Sarrre. La Salle, Open Cowt, 1981 , pp. 5-5 l , p. 6.
292 ~f' Cannen L ÓPEZ SÁENZ
Atraído por Ideas 1, por las enseñanzas husserlianas acerca de la eidética tras-
cendental de la conciencia, por su intencionalidad, por la epojé de la actitud natural y
por la reducción, Sartre considera que la fenomenología puede servir de modelo a la
psicología y puede ayudarle a encontrar las estructuras de la conciencia trascenden-
tal describiendo sus esencias. Conoce bien la fenomenología y sabe que esa descrip-
ción se efectúa reflexivamente y que reflexión, no es equivalente a introspección.
Completa a Husserl con la interpretación heideggeriana del Dasein.
Con estas mimbres, elabora una antropología o psicología contrapuesta a esa psi-
cología empírica contra la que ya se pronunció Husserl. Considera que todos los psi-
cólogos anteriores y toda la tradición metafisica del siglo XVII y XVlll han enado
especialmente en sus intentos de describir la imagen, porque la han concebido como
una cosa, aunque inferior a la cosa que representa. Así se ha desanollado una ontolo-
gía ingenua de la imagen que ha confundido la identidad de esencia con la identidad
de existencia. Para aclarar esto, refiriéndose a una hoja de papel imaginada, dice:
La hoja que se me aparece en este momento tiene una identidad de esencia
con la hoja que veía hace un instante. Y, por esencia, no entiendo solamente Ja
estructura, sino tamb ién Ja individualidad misma. Sólo que esta identidad de
esenc ia no va acompañada de una identi dad de existencia. Es sí la misma hoja,
Ja hoja que está actualmente sobre mi escritorio, pero existe de otro modo. Yo
no la veo, no se impone como un límite a mi espontaneidad; no es tampoco
algo inetie dado, existente en sí. En una palabra, no existe de hecho , existe en
imagen 663 .
662
J-P. Saitre. L 'imagina/ion (1936). Trad. Cast La imaginación. Buenos Aires, Edhasa, 1978, p. 112.
663
Ibídem, p. 8.
Corrienles acluales de la Filosojia l. En-clave fenomenológica 293
Como los empiristas a quienes combate, como Hume, como los neorrealis-
tas, Bergson hace del universo un mundo de imágenes. Toda realidad tiene un
"parentesco", una "analogía". una cierta relación con la conciencia y, por tal
motivo, todas las cosas que nos rodean son llamadas imágenes. Pero, mientras
Hume reserva este nombre de imagen a la cosa en tanto es percibida, Bergson
lo extiende a todo tipo de realidad la imagen no es sólo el objeto del cono-
cimiento actual, es todo objeto posible de una representación [ .. .] La repre-
sentación no agrega nada a la imagen; no le comunica carácter nuevo alguno,
ningún plus: la imagen existe ya de hecho, virtual y neutralizada antes de ser
representación consciente: la representación está en la imagen664 .
Si bien Sartre le reconoce a Bergson el mérito de haber superado las explicacio-
nes asociacionistas basadas en la idea de semejanza y contigüidad de las imágenes,
demostrando que es más bien el cuerpo, su memoria y sus hábitos los que la explican,
sin embargo, Bergson no ha comprendido de dónde surgen los diferentes planos de
la conciencia y no ha aclarado el papel que la imagen desempefia en la percepción; la
ha reducido a un objeto positivo ya dado.
Como en Hume, en Bergson la imagen es un elemento del pensamiento adherido
a la percepción. Emplea nuevos nombres para designarla, pero su teoría acerca de
ella es metafísica: la imagen es parte de la vida del espíritu. Bergson la ha elevado
del reino mineral en el que el empirismo la había recluido, pero continúa concibién-
dola como un contenido inerte de la conciencia, poniendo de relieve su exterioridad
frente a la interioridad de la conciencia.
La psicología profunda de Bergson es interpretada por Sartre como un recubri-
miento de la intencionalidad de la conciencia, es decir, de su trascendencia origina-
ria, como mala fe, porque enmascara a la conciencia absoluta y su libe1iad. Cuando
Bergson atribuye la libertad al yo profundo, en lugar de a la conciencia, no sólo dei-
fica a ésta en él, sino que recae en el determinismo, pues considera a ese yo como el
origen de todos nuestros actos.
También demuestran la mala fe quienes intentan resolver esto recurriendo a la
explicación psicológica, viendo una censura entre el consciente y el inconsciente
que selecciona las pulsiones pennitiendo que algunas pasen a la conciencia y otras
no. Sartre es contrario a este recurso explicativo, porque considera que la conciencia
-iempre sigue estando ahí con todas sus contradicciones665 .
Esta convicción le llevará a adherirse a la psicología fenomenológica y a con-
iderar que cualquier trabajo sobre la imagen debe presentarse desde ésta, porque
dicha psicología
Hará investigaciones y fijará esencias en el plano intramundano como la feno-
menología en el plano trascendental. Y, ciertamente, se debe aun hablar aquí de
664
Ibídem. p. 39.
66
' Cfr J-P. Sa11re. ( 1943). L ·tire et le Néanl. Essai dºontologie phéno111énologique. París. Gallimard,
943, p. 291p.9 1.
294 Mª Carmen LÓPEZ S ÁEt\Z
experiencia, puesto que toda visión intuitiva de esencia sigue siendo experien-
cia. Pero es una experiencia que precede a toda experimentación666 .
En efecto, la experiencia fenomenológica es vivida reflexi vamente como con-
tacto intencional con el mundo, no realizada en condiciones de laboratorio y mani-
pulando los objetos. Sartre va a la experiencia para investigar la imagen. Defiende el
concepto fenomenológico de la misma com o Elf ahrung, como toma de conciencia
de lo vivido en el mundo, que antecede a cualquier experimento realizado en condi-
ciones artificiales. En este medio se desenvuelve asimismo la psicología fenomeno-
lógica buscando en la experiencia, así entendida, las esencias de manera intuitiva y
sin trasladarse para ello a otro mundo. Por tanto, se trata de una psicología empírica.
pero también eidética; su método es descriptivo, como el de la fenomenología. Esta
psicología es la que le pe1mitirá a Sartre encontrar en las Ideen de Husserl las bases
de una teoría de las imágenes completamente nueva en virtud de la intencionalidacl
porque ésta combate el inmanentismo que piensa que el mundo está hecho de mero
contenidos de conciencia:
La intencionalidad, tal es la estrnctura esencial de toda conciencia. De donde
resulta naturalmente una distinción radical entre la conciencia y aquello de lo
que se tiene conciencia. Cualquiera sea el objeto de la conciencia (salvo en
el caso de la conciencia reflexiva) está por principio fuera de la conciencia:
es trascendente. Esta distinción, a la que Husserl no se cansa de volver, tiene
por finalidad combatir los errores de cie1io inmanentismo que quiere consti-
tuir el mundo con contenidos de conciencia (por ej emplo el del idealismo de
Berkeley). Sin duda hay contenidos de conciencia: pero estos contenidos no
son el objeto de la conciencia: a través de ellos la intencionalidad apunta al ob-
jeto que por su pa1ie es el correlato de la conciencia pero no es la conciencia.
El psicologismo, patiiendo de la fórmul a ambigua "el mundo es nuestra repre-
sentación", hace desaparecer el árbol que percibo tras una miríada de sensacio-
nes, de impresiones cromáticas, táctiles. témlicas, etc. que son "representacio-
nes". De modo que, finalmente, el árbol aparece como una suma de contenidos
subjetivos y es un fenómeno subjetivo. Por el contrario, Husserl comienza por
poner al árbolfi1era de nosotros 667 •
Ha captado de modo clarividente lo que es la intencionalidad fenomenológica.
de lo que se sigue su superación del psicologismo, del subjetivismo y del representa-
cionismo: la conciencia es intencionalidad hacia lo otro de sí, no mero receptáculo de
representaciones del mundo. El objeto hacia el que la conciencia apunta es trascen-
dente a ella, no se encuentra en su interior. Sartre piensa que esta trascendencia del
objeto no fue comprendida por Bergson. Ciertamente la imagen cobra nuevo sentido
con él, ya que la coloca entre la cosa y la representación, entre el cuerpo y el espíritu.
entre la materia y la memoria. Constata que creemos que las imágenes son interiore
y fabricadas por el sujeto, cuando realmente le preceden y son exteriores, pero no
666
J.P. Sartre. La imaginación, p. 115.
667
Ibídem. p. 116.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-c/avefeno111e110/ógica 195
668
Ibídem. pp. 40-41.
669
Ibídem, p. 43.
296 M' Carmen LÓPEZ SÁE 'Z
670
Sartre considera que fueron los seguidores de Bergson los que rompieron esa ambigüedad de la
imagen identificándola, finalmente. con una cosa ante la conciencia y, por tanto, con algo carente de sus-
tancialidad propia: '·La imagen de los bergsonianos siempre es puesta ante el pensamiento que la descifra"
(Ibídem. p. 59).
671
Cfr. Jbídem, p. 11 7.
672
E. Husserl. Ideen 1, p. 252. (Ideas 1, p. 263).
Corriemes actuales de la Filosojia l. En-clave f enomenológica 297
673
J-P. Sartre. La imaginación. p. 120.
674
Ibídem. p. 126.
298 M• Carmen L ÓPEZ S ÁE ·z
675
Ibídem, p. 34.
676
J-P. Sa11re. ( 1940). L 'imaginaire. Paris, Gallimard, 1986, p. 123 .
677
Ibídem, p. 11 8.
678
Cfr. J-P. Sartre (escrita en 1934. Publicada en 1936 en la revista, Recherches Philosophiques). La
transcendance de / 'Ego. Esquisse d'une desciption phénoménologique. Paris, Vrin, 1965, p. 63 .
Corrienles actuales de la F ilosofía J. En-clave fenomenológica 299
68
-' R. Ronchi. Bergson filoso.fo de/l'interpretazione. Genova, Marietti, 1990, p. 75. No estamos de
acuerdo ni con que el conflicto entre Sa11re y Merleau-Ponty pueda generalizarse en «la crisis del existen-
cialismo», ni con que aquél pase por la relectura de Bergson. Ésta. en todo caso, sería una divergencia más
de las fenomenologías de la existencia de cada uno, las c ales, de por sí son ya bien diferentes. A este último
respecto, véase mi trabajo, "La aprehensión del otro: el marco de la polémica Saiire-Merleau-Ponty" , en
J. M. Aragües. (ed.) Volver a Sarlre. 50 at'ios después de "El Ser y la Nada". Zaragoza, Mira, 1994, pp. 65-
83. "Apuntes antropológicos basados en una relación: . Merleau-Ponty y J-P. Sartre", en J. F. Sellés. (ed.)
Modelos antropológicos del siglo XX Navarra, Servicio de Pub. Univ. Navarta, 2004, pp. 83- 11 5.
4
68 J. Taminiaux. Op. Cit., p. 45.
685
He estudiado este aspecto con más detenimiento en "Apuntes antropológicos basados en una rela-
ción: M. Merleau-Ponty y J-P. Sa1ire", en J.F. Sellés (ed.) Modelos antropológicos del siglo XX', pp. 83-11 5.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave f enomenológica 301
Como conclusión, Sartre deja claro que la imagen no es algo que esté en la con-
ciencia, no es una cosa psíquica ni física; lo que hay es conciencia de imagen. La
conciencia que imagina es intencional -como toda conciencia-. Por el momento, no
nos dice nada sobre qué sea la imagen, aunque anuncia que emprenderá la fenome-
nología de la misma en otra obra:
No hay, no pod1ía haber imágenes en la conciencia. Pero, la imagen es un cier-
to tipo de conciencia. La imagen es un acto y no una cosa. La imagen es con-
ciencia de algo.
Nuestras investigaciones críticas no podrían conducimos más lejos. Habría que
abordar ahora la descripción fenomenológica de la estructura "imagen". Es lo
que intentaremos en otra obra. 687
Se está refiriendo a Lo imaginario, estudio en el que seguirá comprendiendo la
imagen como una relación de la conciencia con su objeto, que es más conciencia
imaginante que conciencia de imagen688 . Insiste, frente a Bergson, en que las cosas
y las imágenes no están en el mismo plano; no se trata simplemente de que cuando
las unas se oscurecen, se esclarecen las otras. Esta explicación valdría, en todo caso,
para la imagen-recuerdo bergsoniana, pero no para las imágenes nuevas. No es un
debilitamiento de la atención a la vida y una curiosidad por sus figuraciones lo que
explica el paso a las imágenes hipnagógicas -esas que se producen en el tránsito en-
tre el sueño y la vigilia-, sino todo lo contrario; para que éstas tengan lugar, "es pre-
ciso, ante todo, evitar cuidadosamente prestar atención a estas imágenes mismas"689
y atender exclusivamente al fluir.
Sartre está de acuerdo con Bergson en que una imagen no es una representa-
ción degradada del objeto, pero es más preciso en la descripción de la misma. La
imagen está organizada como Jos objetos, pero, a diferencia de éstos, no se da por
Abschattungen o escorzos, sino toda entera, debido a que el objeto de la imagen no
es más que la conciencia690 , mientras que el objeto de la percepción es lo que tras-
ciende a la conciencia. Por otra parte, el objeto percibido es rico en detem1inaciones
y mantiene infinitas relaciones con las cosas, mientras que la imagen se caracteriza
por "una pobreza esencial"691 • El objeto de la imagen tiene un espacio propio; el de la
percepción, en cambio, existe en un espacio infinito común a todos los otros objetos
percibidos; esto es así porque el objeto de la imagen se da como irreal en correlación
con la intuición inmediata de espontaneidad y libre creación; se trata de una intencio-
nalidad transversal:
La conciencia tiene una conciencia de sí no-tética, como de una actividad crea-
dora. Esta conciencia de espontaneidad se nos aparece como una conciencia
69~
Ibídem. p. 287.
693
Ibídem, pp. 35-36.
304 M' Carmen LóPEZ S ÁENZ
gue necesariamente que el objeto en imagen nunca es nada más que la concien-
cia que tenemos de él 694 .
La constitución de Jo imaginario es Jo que permite aprehender la nihilización del
mundo como su condición esencial y como su estructura primera, pues una hipoté-
tica conciencia que no imaginara estaría completamente diluida en lo existente; en
cambio, lo imaginario es eso hacia lo que es superado el existente, la espontaneidad
que condiciona a la libertad:
La imaginación no es un poder empírico y sobreañadido a la conciencia, es
la conciencia entera en tanto que realiza su libe1tad; toda sihiación concreta y
real de la conciencia en el mundo está preñada de imaginario en tanto que ella
se presenta siempre como una superación de lo real. De ello no se sigue que
toda percepción de lo real deba invertirse en imaginario, sino que la conciencia
siempre es "en situación", porque siempre es libre ~ para ella, hay a cada instan-
te una posibilidad concreta de producir lo irreal. Diferentes motivaciones son
las que la deciden a realizar o imaginar. Lo iireal se produce fuera del mundo
por una conciencia que permanece en el mundo y el hombre imagina porque es
trascendentalmente libre 695 .
La conciencia realizadora envuelve una trascendencia hacia una concien-
cia imaginante, que es como el revés de la situación y se define en relación con
ella. Así lo imaginario representa a cada instante el sentido implícito de lo real, sus
virtualidades.
La descripción del modo de comportarse frente a la imagen define la función
psicológica de Ja imaginación, la cual es la condición necesaria para la libertad del
hombre empírico. Está implicada en la capacidad de la conciencia de mantener a
distancia el objeto al que apunta, de trascenderlo y de crear libremente otra realidad
como la actividad artística demuestra. Esta función no ha sido bien comprendida por
Bergson, porque, para él, todo es conciencia y eso excluye cualquier distanciamiento
de Ja misma; resulta, asimismo, imposible explicar qué sea tener conciencia de, es
decir, que a Ja conciencia le conesponda un conelato. Si la conciencia bergsoniana
no es intencional, no tiene diferentes modos de dirigirse a los objetos, ¿qué es? Sartre
piensa que es una cualidad de las cosas, una serie de estados. Eso explica que la per-
cepción bergsoniana sólo sea una actualización de la percepción virtual total que es
el universo de imágenes, y que entre Jo virtual y lo actual sólo haya una diferencia de
grado. Incluso se podría decir que la conciencia, en Bergson, es casi como una forma
sustancial de la realidad de la misma naturaleza que el inconsciente, el cual, para él,
es sólo conciencia que se ignora. Deja sin explicar, no obstante, cómo se pasa de Ja
imagen inconsciente a la consciente, cómo se actualiza lo virtual.
Sartre, en cambio, pa1ie de la intencionalidad de la conciencia para llegar a la
conclusión de que la imagen no es mero dup licado de un dato externo; entre ella y
la percepción no hay diferencia de intensidad, sino que "los objetos del mundo de
las imágenes no sabrían existir de ninguna manera en el mundo de la percepción; no
cumplen las condiciones necesarias" 696
Ésta es la descripción fenomenoló 0 ica sartriana de la imagen y de lo imaginario.
Resta por explicar de dónde le viene a la imagen la significación que simboliza o
por qué incunir en el dualismo que considera lo imaginario como lo otro de lo real,
cuando en realidad la oposición entre ambos no es absoluta. Sartre nos ha enseñado
que es preciso superar la alternativa entre la cosa y la cualidad, entre la observación
corporal y la introspección si se quiere comprender la percepción, la imaginación e
incluso la emoción. Ésta es otra conducta humana y, por tanto, no se localiza ni en el
uerpo ni en las cualidades interiores, sino -como Merleau-Ponty ha mostrado- en el
omportamiento humano.
El Esbozo de una teoría de las emociones no pretende ser un estudio detallado
fenomenológico de la emoción, porque éste tend1ia que pasar por el estudio de la
afectividad como "modo existencial de la realidad humana" 697. La emoción es una
intencionalidad específica; no es una afección interna, sino una mutación del mundo
' de su determinismo:
Ahora podemos concebir qué sea una emoción. Es una transformación del
mundo. Cuando los caminos trazados se hacen arduos o cuando no encontra-
mos salida, no podemos permanecer en un mundo tan urgente y dificil. Todas
las vías están bloqueadas y, sin embargo, es preciso actuar. Entonces tratarnos
de cambiar el mundo, es decir, de vivirlo como si las relaciones de las cosas con
sus potencialidades no estuvieran reguladas por procesos dete1111inistas, sino
por la magia. Entendamos que no se trata de un juego: somos conducidos allí
y nos anojamos a esta nueva actitud con todas nuestras fuerzas. Entendemos
también que este intento no es consciente como tal, porque entonces sería ob-
jeto de una reflexión698 .
Concebim os que, para ella, la idea de hombre no sabría ser tampoco un con-
cepto empírico, producto de generalizaciones históricas , sino que necesitamos,
por el contrario, utilizar sin decirlo la esencia "a priori" de ser humano para
dar una base un poco sólida a las generalizaciones del psicólogo. Pero, por
otro lado. la psicología, entendida como ciencia de los hechos humanos , no sa-
bría ser un comienzo, porque los hechos psíquicos que encontramos allí nunca
son primeros. En su estructura esencial, son reacciones del hombre contra el
rnundo 699 .
Como buen fenomenólogo, Sartre asume que la vida consciente es la que nos
lleva a las cosas mismas. En La transcendance de l'Ego 702 esa "cosa", objeto del
699
Ibídem, pp. 12-13.
700
Ibídem, p. 67.
70 1
Tbíde1n , p. 18.
702
Escrito en 1934. aunque publicado en 1936 en Recherches Philosophiques, nº 6. Las citas se refie-
ren al ensayo, la tra11sce11dente de /'Ego. Esquisse d "une desciption phé110111énologique. Paris, Vrin, 1965.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave jeno111e110/ógica 307
•' Cfr. H. Bergson. «Essai sur les donnée5 inmédiates de la conscience» en op. cit., pp. 150-151 .
1-P. Sartre. La transcendance de / ºEgo pp. 62-63.
-· Aunque no sie1npre Sartre respeta esta distinción, en principio, ''Yo'' es personalidad en sentido
·o. mientras que "moi" es la totalidad concreta psico-fisica de tal personalidad. Yo y Moi son las dos caras
Ego: aquél es el Ego como unidad de acciones; el Moi es el Ego como unidad de estados y cualidades.
"'06 E. Husserl. La lranscendente de /'Ego. p. 17.
308 .\f' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
707
Cfr. J-P. Sartre. La transcendente de /'Ego, . 23.
708
" lrreflexiva" es la conciencia no posicional. mientras que ·'reflexiva·• es la conciencia convertida
en objeto del acto de reflexión.
709
Cfr. Ibídem, p. 31.
710
Ibídem, p. 26.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111e11ológica 309
plicar ésta; tampoco es una vivencia suya, sino únicamente algo relativo a ella. En
cambio, la conciencia es un absoluto. Sartre considera que el yo trascendental no es
necesario para unificar la conciencia, pues su unidad viene garantizada por la de los
campos objetivos a los que está dirigida intencionalmente: es la unidad del mundo
en el que me encuentro la que detennina la de la conciencia y no a la inversa. "El ego
no es propietario de la conciencia, es el objeto de la misma" 711 y, sin embargo, no se
halla en el interior de la conciencia, sino fuera de ella, en el mundo.
La intencionalidad de la conciencia es, por tanto, lo que hace que ella misma se
trascienda y se unifique:
Podemos responder sin vacilar: la concepción fenomenológica de la concien-
cia hace completamente inútil el papel unificante e indi vidualizante del Yo. Por
el contrario, es la conciencia la que hace posible la unidad de la personalidad
de mi Yo. El Yo trascendental no tiene. por tanto, razón de ser.
Pero, además, este Yo superfluo es nocivo. Si existiera arrancaría a la concien-
cia de sí misma, la div idiría, se deslizaría en cada conciencia como un lámina
opaca. El Yo trascendental es la muerte de la conciencia 712 .
lit
Ibídem. p. 77.
712
Ibídem. p. 23.
713 Ibídem. p. 22.
310 ~~ Carmen LÓPEZ S ÁENZ
reflexiva de una conciencia por otra sólo puede operarse en el recuerdo; el que deja
la conciencia in-efleja no es tético, pero es posible volver a él. Para ello, basta con
intentar reconstituir el momento completo en el que apareció; por ejemplo, estoy
concentrada en la contemplación de un cuadro; intento recordar las circunstancias
que lo rodean; resucito los detalles externos que han sido captados por la conciencia
in-efleja como componentes del horizonte. Tal conciencia no es puesta como objeto
de mi reflexión, sino que dirijo mi atención a los objetos recordados. Este recuerdo
no se opone a los datos de la conciencia reflej a; en cambio, el recuerdo reflexivo de
mi contemplación del cuadro sí se opone a un recuerdo no reflexivo. Esto es debido
a que todos los recuerdos de una conciencia in-eflexiva muestran una conciencia sin
yo, pero con vivencias, pues el yo no forma parte de la estrnctura interna de éstas,
siguiendo a Saiire y como acabamos de ver. Esto es así, porque el yo no es Ja interio-
ridad de la conciencia -el yo profundo bergsoniano-, sino algo trascendente a ella·
por su pa1ie, las actividades de la conciencia no son sus modificaciones internas, sino
su acción hacia el mundo motivada por él; como sintetiza F. Montero,
[ .. .] La conciencia, depurada de un yo absoluto que residiese en ella no puede
ser entendida como la manifestación de un sujeto metafisico que se halla frente
al mundo y que se interioriza en virtud del hipotético bagaje de sus represen-
taciones privadas. Su diáspora en el mundo la exhibe más bien como la misma
presencia de ese mundo, en el que, por su propia nihilidad, ha abierto los cami-
nos de su libertad7 14 .
El yo profundo que dura carece de esa intencionalidad. Todas las características
que Bergson le atribuye se derivan de su indefin ición de Ja conciencia, de su confu-
sión de la conciencia concreta con la conciencia reflexiva. En el fondo , ese yo berg-
soniano es sólo otra versión de la primera, porque no se aparece a sí mismo, no es
conciencia de sí y no puede serlo porque es una especie de cualidad del ser. Desde la
perspectiva de Sartre, la interioridad de la conciencia se vive, no se contempla desde
fuera, es pura inmediatez, conciencia no posicional de sí misma. Por eso, el dato in-
mediato no es, como en Bergson, un yo profundo que dura, una interioridad enfrenta-
da a una exterioridad sin sucesión de las cosas en el espacio, sino la conciencia de mi
yo o la del otro, como objetos, la conciencia refleja de los mismos:
No puedo concebir la conciencia de Pien-e sin hacer de ella un objeto (ya que no
la concibo como siendo mi conciencia). No puedo concebirla porque sería nece-
sario pensarla como interioridad pura y trascendencia a la vez, lo cual es imposi-
ble. Una conciencia no puede concebir a otra conciencia más que a sí misma. 715
El dualismo, el cartesianismo y el solipsismo sartrianos saltan a la vista en
esta radical oposición enh·e conciencia-propia-sujeto y conciencia-ajena-objeto.
Volveremos sobre ello más adelante.
714
F. Montero. " La fenomenología del 'yo' de Jean-Paul Sartre", en Teorema, X/4 (1 980), pp. 327-346.
p. 344.
715
J-P. Sartre. La transcendance de/ 'Ego, p. 77.
Corrientes actuales de la F ilosofia f . En-clave fe no111e11ológica 311
718
Ibídem, pp. 8 1-82.
7 19
Ibídem, p. 87.
Corrientes actuales de la Filosofia J. En-clave fenomenológica 313
de /'Ego aseguraba que "la conciencia es un ser cuya esencia implica su existen-
cia720. Esto sólo es aplicable a la conciencia de primer grado y equivale a decir que la
conciencia de un objeto siempre es autoconciencia. En cambio, en El ser y la nada
invierte los términos y afirma que la conciencia es "un modo de ser cuya existencia
implica su esencia" 721 ; de nuevo, lo que viene a decir es que la conciencia de un obje-
to es siempre una fonna de autoconciencia personal.
En esta obra, la herencia heideggeriana ha penetrado en Sartre y ahora aquella
conciencia impersonal de La transcendencia del ego se dota de ipseidad, deviene
para-sí; Sartre deja traslucir, además, el legado hegeliano.
Hemos visto que el Ego era trascendente a la conciencia, un en-sí, mientras que
el para-sí era la conciencia. La conciencia que tengo del Yo no lo agota y tampoco es
lo que lo hace existir,
[ ... )él se da siempre como habiendo sido ahí antes de ella -y al mismo tiempo
como poseyendo profundidades que tienen que ser desveladas poco a poco.
Así el Ego aparece a la conciencia como un en-si trascendente. como un exis-
tente del mundo humano, no como de la conciencia. Pero de ello no habría
que concluir que el para-sí es una ura y simple contemplación "impersonal".
Sencillamente, lejos de que el Ego sea el polo personalizante de una concien-
cia que, sin él , permanecería en el estadio impersonal, es, por el contrario, la
conciencia en su ipseidad fundamental la que pennite la aparición del Ego, en
cie1tas condiciones, como el fe nómeno trascendente de esta ipseidadm .
Sartre contrapone el modo de ser de la conciencia, como pura inmanencia y
transparencia para sí misma, con la cosa opaca. Ésta es la primera diferencia entre
conciencia y cosa. Desde Ja perspecti va saitriana, Husserl no supo marcarla con pre-
cisión, pues se concentró en la hylé o materia conscientemente aprehendida:
Es la hylé o flujo de vivencia y materia de las síntesis pasivas. Pero no hizo
(Husserl) más que añadir una nueva dificultad a las que mencionamos. En
efecto, reintrodujo estos datos neutros cuya imposibilidad mostraremos ense-
guida. La hylé no sabría ser, en efecto, de la conciencia, porque se desvanecería
en translucidez y no podría ofrecer esta base impresiona! y resistente que debe
ser superada hacia el objeto. Pero si pertenece a la conciencia, ¿de dónde saca
su ser y su opacidad? [ ... ]
Dándole a la hy/é los caracteres de la cosa y los de la conciencia, Husserl creyó
facilitar el paso de una a otra, per sólo alcanzó a crear un ser híbrido que la
conciencia rechaza y que no sabría fomiar paite del mundo 723 •
Esta cdtica no eximirá al propio Sartre, como enseguida tendremos ocasión de
apreciar, de nuevas distinciones que generarán dualismos.
7~0
Ibídem, p. 66.
J .P. Sartre. L ºétre el le néant, pp. 2 1-22 .
Ibídem . p. 147-148.
723
J-P. Sartre. l º éire et le néant. p. 26.
314 Mª Carmen LÓPEZ SÁEKZ
7:?4
fbídem , p. 429.
725
Tbídem, p. 38.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clavefeno111e11ológica 31 5
-:?6
Ibídem. pp. 28-29.
J-P. Sartre. L ºEtre et le Néant, p. 29.
728
Ibídem. p. 14.
316 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
Ibídem, p. 31 .
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clavefeno111e11ológica 317
Sartre apuesta por una ontología fenomenológica para tratar el er del fenómeno
que se opone a su aparecer; el fenóme o es para nosoh·os, se nos aparece, pero su ser
e puramente en-sí. Esto es debido a que el ser fenoménico carece de espontaneidad; a
diferencia de él, el cogito pre-reflexivo es condición de todo cogito reflexivo. Frente a
Husserl que se ha encerrado en el cogito (se ha limitado a desc1ibir las estructuras esen-
~iales de la conciencia sin hacer referencia a las actitudes fundamentales del sujeto en
el mundo) y a Heidegger, que corrigió a Husserl desarrollando una analítica existencial,
pero se olvidó de la conciencia de Ja realidad humana, Sartre piensa que hay que partir
el cogito, con la condición de salir después de él. Se refiere al cogito pre-reflexivo:
Pero el Dasein, por haber sido privado desde el origen de la dimensi ón de con-
ciencia, no podrá jamás reconquistar esta dimensión. Heidegger dota a la rea-
lidad humana de una comprensió de sí que es definida como un "pro-yecto
ek-stático" de sus propias posibilidades [ ... ] Pero, ¿qué sería una comprensión
que en sí misma no fuera conc iencia (de) ser comprensión? Este carácter ek-
stático de la realidad humana recae en un en-sí cosificado y ciego si no surge
de la conciencia de ek-stasis. A decir verdad, es preciso partir del cogito, pero
se puede decir de él, parodiando una célebre fórmula, que conduce a todo a
condición de salir de él7 3º.
En El Ser y la Nada, introduce tres categorías, que ocupan amplios capítulos,
-eferidas a lo existente: el ser-en-si, el ser-para-sí y el ser-para-otro. Las dos primeras
=:i.arcan una dicotomía, mientras que la tercera es el balance saitriano de la imposibi-
ad de que dos conciencias se afinn en como sujetos.
El para-sí es fundamento ontológico de la conciencia porque su ser es presencia
e sí y esto ya es una primera degradación de la coincidencia consigo misma de la
_ nciencia. Sin embargo, la conciencia que tenemos de nosotros mismos no incluye
afim1ación de nuestra existencia, porque ésta es intencionalidad, o sea, conciencia
- -icional positiva de algo distinto de ella; en otras palabras, la conciencia que po-
_emos tener de nuestra conciencia no es la de un objeto: no puede tener contenidos
itivos, sólo es negación. Por eso es por lo que Sartre distingue dos modos de exis-
la existencia en-sí sólo se me ofrece para ser comprobada, pero su ser no depende
.>mí ni de ninguna espontaneidad de la conciencia. De ahí que todo lo que es en-sí
_-~presente como inerte. La existencia de la conciencia, por el contrario, es absolu-
ente distinta. Como ya decía en La imaginación,
En ningún caso mi conciencia podría ser una cosa, porque su modo de ser en
sí es precisamente un ser para sí. Existir, para ella, es tener conciencia de su
existencia. Aparece como una pura espontaneidad frente al n1lmdo de las cosas
que es pura inercia. Podemos, pues, establecer desde un comienzo dos tipos de
existencia: en efecto, las cosas en cuanto inertes escapan al dominio de la con-
ciencia; su inercia las salvaguarda y preserva su autonomía 73 1.
Del ser en-sí sólo se puede decir que es, mientras que el ser para-sí no es nada
en sí; existe con la obligación de asumir su ser y no poder ser nada más que para-sí.
Las cosas en-sí son positividades sin sentido; la conciencia se lo proporciona, pero
es para-sí, pura nihilización, libertad absoluta, es decir, sólo se tiene como nom1a a
sí misma: no impo1ia lo que elija, sino que lo haga desde la libertad. Ésta es una es-
tructura existencial, puramente f01mal, que está en la base de la identificación de la
esencia del ser humano con la existencia: puesto que la divinidad no existe y no hay
valores objetivos, la esencia se va haciendo en la existencia y ésta es siempre lo que
no es, porque continuamente se proyecta más allá de sí sin ninguna garantía.
Todo lo que está fuera de la conciencia es lo que obliga a esa nihilización que la
saca de su presente, le impone una distancia reflexiva de sí misma, del mundo y de
los otros. Cualquier esfuerzo reflexivo de la conciencia por aprehenderse a sí misma
como positividad está abocado al fracaso , porque existe como separación del en-sí y
siempre se confronta con su trascendencia, ya que - no lo olvidemos- la conciencia
es intencional, trascendencia, ser-en-el-mundo y, por ello, no puede coincidir plena-
mente consigo misma. Esta no coincidencia es lo que Sartre denomina néantisation
(nihilización). Se trata de una modificación completa, infraestructura!, que afecta a
la totalidad de la existencia del para-sí.
Ya en 1939, Sartre consideraba la intencionalidad "una idea ftmdamental de
Husserl" y la identificaba justamente con esta néantisation de la conciencia:
La conciencia no tiene "dentro"; no es nada más que el fuera de ella misma y
esta huida absoluta. este rechazo de ser sustancia es lo que Ja constituye como
una conciencia. Imaginad ahora una secuencia relacionada de estallidos que
nos arrancan de nosotros mismos, que no dejan ni siquiera a un "nosotros
mismos" el ocio de fomrnrse tras ellos, sino que, por el contrario, nos arrojan
más allá de ellos, en el polvo seco del mundo, sobre Ja rnda tierra, entre las
cosas; imaginad que somos rechazados así, abandonados por nuestra propia
naturaleza en un mundo indiferente, hostil y reacio; habréis captado el sentido
profundo del descubrimiento que Husserl expresa en esta famosa frase: "Toda
conciencia es conciencia de algo" 732 •
732
J-P. Sartre. ( 1939). "Une idée fondamentale de la phénoménologie de Husserl: L 'intentionalité",
en Situations l. Paris, Ga ll imard, 1947, pp. 29-32, pp. 30-3 l.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave f enomenológica 3 19
Ibídem. p. 31 .
34
J-P. Sartre. L . e1re el le neani. p. 32.
Ibídem, pp. 59-60 .
320 :vr Cannen LóPEZ S ÁENZ
Al igual que en Heidegger, la nada no se reduce a una negación lógica, sino que
tiene estatuto ontológico y es propia del cuestionamiento del ser; Ja interrogación es,
además, lo que nos pone en contacto con el no-ser. Nada es algo más que la negativi-
dad del juicio; como hemos dicho, ella frecuenta al ser:
Esto basta para mostrar que el no ser no vi ene a las cosas por el juicio de nega-
ción: al contrario, es el juicio de negación el que está condicionado y sostenido
por el no ser.
Además. ¿cómo sería de otro modo?¿Cómo podríamos concebir la fonna ne-
gativa del juicio si todo es plenitud de ser y positividad?736 •
Sin embargo, según Saiire, Heidegger no fue lo suficientemente radical, ya que
no comprendió que la nada era introducida en el mundo por la libertad, por el para-sí.
Éste no tiene nada que ver con el Dasein heideggeriano que, por otra parte, es descrito
empleando ténninos positivos que enmascaran todas las negaciones 7·17 . Para Sa1ire, es
el ser humano libre el que es fuente de negación. Al estar separado del en-sí, al no tener
ser, ni esencia, es libre: no ha sido creado, ni ex iste para njngún fin prefijado.
¿Cuál es, entonces, su origen? La Nada no es producida por el ser, pero tampoco
está fuera de él, sino que lo frecu enta; la Nada no es sustancia, sino aparición pura:
La conciencia no tiene nada de sustancial. es una pura "apariencia'' en el sen-
tido de que no existe sino en la medida en que se aparece. Pero precisamente
debido a que es pura apariencia, la concienc ia es un vacío total (ya que el mun-
do entero está fuera de ella), es por esta identidad entre apariencia y existen-
cia que se cumple en la conciencia, por lo que puede ser considerada como el
absoluto ns
La apariencia de ser de la nada consiste en que su ser es su propia nada. En reali-
dad, el para-sí no es la nada 739 , sino que es un ser, aunque un ser cuyo ser es su nada.
Ella es otro modo de denominar a la concienc ia intencional fenomenológica que.
como hemos visto, es tan estimada por Sartre.
Así, la nada es este agujero de ser, esta caida del en-sí hacia el sí por el que se
constituye el para-sí. Pero esta nada no puede «ser sida» más que si su existen-
cia es prestada y conelativa de un acto ni ilizador del ser. Este acto perpetuo
por el cual el en-sí se degrada en presencia ante sí, será denominado acto onto-
lógico. La nada es el cuestionamiento del ser por el ser, es decir, justamente la
conciencia o para-sí740 •
En Sartre, la conciencia está horadada por la Nada; no es un ser pleno, una sus-
tancia , a la manera de Descartes, sino un agujero en el ser, un ser-para-sí que des-
compone el ser-en-sí, mientras lo sostiene. N o hay intuición alguna de ella.
Ibídem, p. 46.
737
Cfr. fbíd em. p. 54.
738
Ibídem, p. 23 .
739
Si fuera así, el para-sí sería otra identidad, no trascendencia constante.
J-P. Sartre. L 'Erre el le Néanr. p . 12 1.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clavefeno111enológica 321
7JJ
Ibídem , p. 58 .
7J2
Cfr. H. Bergson. «L'évolution créatrice», p. 734.
322 :-..r Carmen L óPEZ SÁENZ
Así este ser perpetuamente ausente que frecuenta al para-sí está cuajado en sí.
Es la imposible síntesis del para-sí y del en-sí: sería su propio fundamento no
como nada, sino como ser y guardaría en sí la traslucidez necesaria de la con-
ciencia al mismo tiempo que la coincidencia consigo del ser en sí. Conservaría
en él esta vuelta sobre sí que condiciona toda necesidad y todo fundamento.
Pero este giro sobre sí se produciría sin distancia, no sería en absoluto presen-
cia ante sí, sino identidad consigo. En resumen, este ser sería justamente el sí,
del cual hemos mostrado que sólo puede existir como relación perpetuamente
evanescente, pero lo sería en tanto que ser sustancial743 •
De ahí se sigue que la conciencia no puede unificar instantes; éstos son represen-
taciones, mientras que la relación que ella establece con el pasado y el futuro es un
modo ek-stático de la correspondencia consigo misma. Las relaciones de la concien-
cia con las diferentes dimensiones del tiempo son relaciones de ser u ontológicas, no
modos de aparecer o representaciones de los di stintos tiempos ante ella.
Sartre distingue dos puntos de vista en su ontología de la temporalidad: el estático
y el dinámico. Desde el primero, la temporalidad tiene realidad propia, no es mera con-
tinuidad entre el antes y el después, ya que, el antes se acaba convirtiendo en después.
el presente en pasado y el futuro, en futuro anterior. La temporalidad sólo se puede
comprender en función del ser. Es la composición interna de ese ser que se nihiliza.
La dinámica temporal, por su parte, estudia el sentido del antes y del después, y
la génesis de estos ék-stasis temporales. Es en ella en la que hay que buscar los fun-
damentos de la estática, pero, siguiendo a Kant, Saitre opta por hacer esta distinción
que se asemeja a la que su predecesor establece entre la forma y el fluj o material del
tiempo, respectivamente744 . Desde el punto de vista dinámico,
La temporalidad es una fuerza disolvente, pero en el seno de un acto unifica-
dor. Es menos una multiplicidad real -que no sabría recibir enseguida ninguna
unidad y, por consiguiente, que no existiría ni siquiera como multiplicidad-,
que una cuasi-multiplicidad, un intento de disociación en el seno de la unidad
[ ... ]No hay prioridad de la unidad sobre la multiplicidad. Es preciso concebir
la temporalidad como unidad que se multiplica, es decir, que la temporalidad
sólo puede ser una relación de ser en el seno del mismo ser. No podemos afron-
tarla como un continente cuyo ser sería dado, porque esto sería renunciar para
siempre a comprender cómo puede fragmentarse este ser en-sí en multiplicidad
o cómo el en-sí de los continentes mínimos o instantes puede reunirse en la
unidad de un tiempo. La temporalidad no es. Sólo un ser con cierta estrnctura
de ser puede ser temporal en la unidad de su ser 745 .
La nada que separa la realidad humana de ella misma es lo que funda el tiempo
en Sartre, pero necesita la totalidad del ser para hacer que haya un mundo en relación
con el cual se sitúa el para-sí posible.
743
J-P. Sartre. L 'Etre el le Néant, p. 133.
744
fbídem, p. 175.
745
Ibídem, p. 181 .
Corrientes actuales de la Filosofía !. En-clave jeno111enológica 323
74(.
Ibídem. p. 18 1- 182.
324 M" Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
El Para-sí dura en forma de conciencia no-tética (de) durar. Pero puedo "sentir
correr el tiempo" y captarme a mí mismo como unidad de sucesión. En este
caso, tengo conciencia de durar. Esta conciencia es tética y se parece mucho
a un conocimiento, exactamente como la duración que se temporaliza bajo mi
mirada está muy próxima a un objeto de conocimiento 74 7 .
Ambas conciencias de la duración están dirigidas a objetos, aunque concebidos
según diversos modos de existencia. La temporalidad aparece ante la reflexión como
duración psíquica y todos los procesos de ésta pertenecen a la conciencia reflexiva,
al para-sí consciente de sí.
Así es como El Ser y la Nada purifica la conciencia de las explicaciones natura-
listas de su existencia, entre las que se encuentra todavía la de Bergson. Rechaza su
conversión de la realidad a un conjunto de contenidos a disposición de la conciencia
y su correlativa reducción del conocimiento a interiorización, así como la asimila-
ción de las cosas a las ideas. Lo considera un ej emplo de la "filosofia alimentaria" 748 ,
ya sea de cariz realista o idealista, que ha marcado el academicismo francés del siglo
anterior a él. Frente a esa tendencia del pensamiento, Sartre reivindica a Husserl , que
no ha dejado de afirmar que las cosas no pueden disolverse en la conciencia. A dife-
rencia de Bergson, Husserl no es realista: conciencia y mundo se dan al unísono; el
último es relativo a la primera, a pesar de ser exterior a ella.
Puesto que Bergson no alcanza a concebir la conciencia como nihilizadora, no
logra enlazar pasado y presente. La identifica con la memoria, pero también con un
en-sí que es un pasado inerte; esta es la razón por la que sólo considera el pasado
como lo viitualmente presente, no como acceso al ser presente. En Sartre, en cambio,
el pasado es una manera de ser del ser que existe a di stancia de sí y que siempre ha de
ser su ser no siéndolo.
Ésta es la ambigüedad que alumbra la teoría de Bergson sobre la conciencia
que dura y que es "multiplicidad de interpenetración" en lo psíquico, no la con-
ciencia concebida como Para-sí ¿Qué signifi ca, en efecto, "interpenetración"?
No au senci a de toda divisibil idad. En efecto, para que haya interpenetración,
es preciso que haya pa11es que se interpenetren. Lo que alcanza Bergson aquí
es lo psíquico , no la conciencia concebida como Para-sí749 .
A diferencia de la concepción bergsoniana de la duración, la temporalización de
la conciencia no es una ley del devenir que se le imponga al ser desde fuera , sino que
el ser se Je aparece al para-sí como fenómeno temporal. Si la realidad dura, es debido
a la existencia nihilizadora del Para-sí.
Es cierto que Bergson y Sa1ire coinciden en negarse a reducir Ja conciencia a un
conjunto de instantes, abstractos . Asimismo, convienen en rescatar al pasado del no
74 7
Ibídem, pp. 180-1 81.
748
J-P. Sarn-e. (1936). '·Une idée fondamentale de Ja phénoménologie de Husserl: L 'intentionalité",
en op. cit., pp. 29-32. p. 29.
m J-P. Sartre. L 'Étre et le Néam, p. 214.
Corriemes actuales de la Filosojia J. En-clavefeno111enológica 325
750
Ibídem. p. 152 .
751
Ibídem, p. 17 1.
326 M" Cannen L ÓPEZ SÁEl'Z
752
Ibídem, p. 174 .
753
Ibídem, p. 16 1.
754
Ibídem, p. 165.
755
Ibídem, p . 188.
Corrientes actuales de fa Filosofía J. En-clave feno111enofógica 327
La síntesis temporal no es algo que esté ahí dado, sino que requiere una concien-
cia unificadora y ésta es la que le ha pasado desapercibida a Bergson. En cambio,
desde la perspectiva sa1iriana el pasado es eso que no es, pero que el para-sí reapren-
de en el en-sí. A diferencia de él, el presente es para-sí puro, su presencia es huida
perpetua del ser, pura nada, con Husserl:
A diferencia del Pasado que es en-sí, el Presente es para-sí ¿Cuál es su ser?
Hay una antinomia propia del Pres nte: por una patie, se lo define por el ser;
es presente lo que es por oposición al futuro que no es todavía y al pasado que
ya no es. Pero, por otra patie, un análisis riguroso que intentara eliminar el
presente de todo lo que él no es, es decir, del pasado y del futuro inmediato,
no hallaría más que un instante infirutesimal, es decir, como señala Husserl en
sus Lecciones sobre la conciencia interna del tiempo, el ténnino ideal de una
división hacia el infinito: una nada-57 .
756
Cfr. Ibídem, p. 181. Sartre considera que Bergson no explica la relación entre el pasado y el pre-
sente, porque no deja cabida a la conciencia del tiempo. Por eso, la solución husserliana supera a su duración.
m Ibídem. pp. 164-1 65.
328 M3 Carmen LÓPEZ SÁENZ
cación temporal y el ser se agota en ser; no hay, en sus pensamientos, lugar para la
nada, ni para tender puentes entre sus ek-stasis.
Las retenciones husserlianas desde la conciencia presente revelan que su cogi-
to sigue siendo instantáneo. Su idealismo de la existencia le impide dar cuenta de
la trascendencia verdadera; la intencionalidad, de facto, se reduce a un remedo de
la conciencia pura. Husserl no lleva a sus consecuencias últimas la idea de que la
conciencia no es originariamente reflexión o conocimiento de sí; de ahí el error del
espectador desinteresado de la fenomenología; este no es más que reflexión impura,
en la que la conciencia se objetiva y se da como una cosa más; en cambio, la re-
flexión pura es, según Sartre, efectuada por una conciencia desde la fatalidad de su
espontaneidad. La conciencia es el ser que es para sí mismo su propia nada, es decir,
la relación nihilizadora que mantiene consigo misma.
Estas son las críticas que Sartre dirige a Husserl, a pesar de que sus análisis de
la conciencia interna del tiempo fueron los que le llevaron a descubrir la temporali-
dad originaria, esa cuya temporalización somos. Por las razones ya apuntadas, Smtre
considera que Bergson no ha sabido describirla con su duración, sino que se ha que-
dado en la temporalidad psíquica, en esa otra que es derivada758 y hasta alienante,
porque se reduce al orden sucesivo de los hechos y, por ello, sólo puede constituirse
como pasado.
Por su parte, Smtre no queda eximido de crítica. Su concepción dualista del ser
ha determinado una explicación de la dinámica del tiempo como juego entre el ser y
la nada, del en-sí y del para-sí.
758
Estamos de acuerdo con R. Ronchi, en que en El Ser y la Nada, Sartre "desmitifica esta duración
mostrando el carácter derivado de la temporalidad originana que constituye la estructura íntima de la subjeti-
vidad" (R. Ronchi. Bergsonfilosofo dell'inte1pretazione, p. 62).
759
Tbídem, p. 392.
Corrientes actuales de la F ilosofía f. En-clave feno111e11ológica 329
7
w En nuestro trabajo, "'El dolor de sentir en la filosofia de la existencia", en M. González (comp.)
Filosofía y dolor. Madrid. Tecnos. 2006. pp. 381-438, hemos destacado que esie silencio del cuerpo se rompe
justamente con el dolor.
761
J-P. Same. L "Etre el le Néant. p. 4 18-4 19.
330 • f" Cannen LÓPEZ S ÁENZ
762
Ibídem, p. 366.
763
Ibídem, p. 425.
71>4
Cfr. Ibídem, p. 503.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 331
765
Otras repercusiones de este dualismo. así como su confrontación con la filosofia Merleau-pontiana,
en mi trabajo. "Apuntes antropológicos basados en una relación: M. Merleau-Ponty y J-P. Sartre", en op. Cit.
upr. Para una idea general de la corporeidad en Sa11re, véase A . Ariño. " Visión de la corporeidad en la onto-
logía y la literatura de J. P. Sartre". en J. Rivera de Rosales y Mª C. López. El cuerpo. Perspectivas filosóficas.
~adrid, UNED, 2002, pp. 165-178.
766
Véanse mis trabajos, '"Cuerpo y naturaleza en la filosofia de M. Merleau-Ponty", Pensamiento.
213, vol. 55 Sept-Dic ( 1999), pp. 44 1-466, y La carne del mundo. Una contribución de la ecofenomenología a
la ecología profunda". L11d11s Vita/is. Re1·ista de Filosojia de Ciencias de la Vida (2006), nº 26, pp. 171-187.
167 J-P. Sartre. L 'Etre et le Néant, p. 368.
332 W Carmen LÓPEZ S ÁENZ
El cuerpo como facticidad que debe trascenderse, hace posible el proyecto. Para
proyectar, el para-sí debe nihilizar el cuerpo continuamente. El cuerpo es condición
pe1manente de posibilidad de mi conciencia del mundo, pero la conciencia sólo puede
existir su cuerpo como conciencia y por eso, Sartre lo reduce a una estrnctura de la
conciencia irrefléchie768 . Cuando se refiere a la realidad humana, reúne la conciencia y
el cuerpo, pero después de haber presupuesto antes su separación, además de la subor-
dinación de éste a aquélla, que obedece a la reducción del cuerpo a mera naturaleza.
El cuerpo es, para Sartre, condición para la conciencia, exterioridad de la interioridad,
pero se halla claramente sometido a esa conciencia que se nihiliza en la estructura
corporal, la supera y la obvia. No tiene entidad separada de ella y ayuda a su potencia
nihilizadora; en sí mismo, sin embargo, es pura contingencia de que exista el para-sí.
En cierto sentido, pues, el cuerpo es una característica necesaria del para-sí: no
es verdad que sea producto de una decisión arbitraria de un demiurgo, ni que la
unión del alma y del cuerpo sea el acercamiento contingente de dos sustancias
radicalmente distintas, sino que, por el contrario, de la naturaleza misma del
para-sí deriva necesariamente que el para-sí sea cuerpo, es decir, que su nihili-
zador escaparse del ser se haga en la forma de un comprometerse con el mun-
do. Empero, en otro sentido, el cuerpo pone de manifiesto mi contingencia, e
inclusive no es sino esta coutingencia769 .
768
Cfr. Ibídem, p. 394.
769
Ibídem, p. 372.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-c/ave feno111enológica 333
770
Ibídem. p. 419.
771
Ibídem. pp. 419-420.
772
J- P. Sartre. La transcendence de /'ego. P. 132.
334 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
El para-sí no es sólo un ser que surge como nibilización del en-sí que él es y
negación interna del en-sí que él no es, sino que esta huída nihilizadora es ínte-
gramente recuperada por el en-sí y fijada en-sí desde que aparece el otro. Sólo
el para-sí es trascendente al mundo; es la nada por la cual hay cosas. El otro al
surgir confiere al para-sí un ser-en-sí-en-medio-del-mundo como cosa entre las
cosas. Esta petrificación del en-sí por la mirada del otro es el sentido profundo
del mito de Medusa.776
El punto de vista cartesiano de Sartre sobre la conciencia es lo que determina
su idea de que la mirada siempre incluye el conflicto entre las intersubjetividades.
Según Sartre, cuando el yo es víctima de la mirada del otro, es objetivado y expe1i-
menta la alienación del ser-para-otro; éste es previo al ser-con otro. El primero, no
obstante, debe ser comprendido como na dimensión existencial que sólo surge en el
encuentro concreto con los otros fácticos.
En la Crítica de la razón dialéctica las cosas no cambiarán mucho; como dice
Chiodi, "En El Ser y la Nada el nosotros sólo podía ser conflicto; en la Critique es
posible eliminar el conflicto eliminan o simplemente el nosotros. La situación se ha
invertido, pero es la misma" 777 . El otro es un escándalo para el yo puesto que éste no
puede ni reducirlo a objeto ni a su propio yo.
A pesar de que Saitre es incapaz de pensar la conciencia corporal y se queda en
la mera conciencia del cuerpo y sus estructuras, es cierto que la conciencia sartreana
no es el sujeto desencarnado de Descartes, pero, tampoco es el sujeto autónomo y
transparente.
En sus trabajos posteriores, Satire se concentrará en el estudio de las estructuras
de la corporalidad. Tendrá en cuenta, o obstante, que la conciencia no es plenamen-
te lúcida, sino opaca y contingente debido a la integración del cuerpo en su teoría
de la misma. En general, la transparencia de la conciencia contrasta con la opacidad
del cuerpo, con la facticidad y finitud del sujeto-en-el-mundo. Este cuerpo que es el
medio de la descomposición del mundo, difiere del cuerpo merleau-pontiano que da
fonna al mundo con los otros y nos une con la naturaleza que compartimos.
La naturaleza del cuerpo propio, según Sartre, me remite a la existencia del otro
y a mi ser para oh·o. o cabe duda de que lo primero que se me da del otro es su cuer-
po actuando y comportándose.
Vimos que el tiempo no es ese campo universal en el que todo acaece; tampoco
es una fonna del sentido interno; hay tiempo para un ser cuyo modo de ser origina-
rio es el tener que ser, y este ser a distancia es la existencia. Si, como veremos, en
7i6
J-P. Sartre. L 'étre el le néa111, p. 502.
777
P. Chiodi. Sartre y el marxismo. Barcelona, Oikos-Tau. 1969, p. 50.
336 Mª Cannen LÓPEZ S ÁENZ
modo del no-ser" 779 . El futuro no se realiza jamás, pero determina mi para-sí posible.
Por tanto, no podemos suprimir la angustia que somos en tanto libertad. Ella posibi-
lita que hagamos preguntas, que seamos y ejerzamos nuestra libe1tad, sin imp01tar ni
el sentido ni el contenido de las mismas.
Hemos visto que justamente la intencionalidad de la conciencia, su trascenden-
cia era, para Sartre, la Nada y su acción de néantification. Ésta podría entenderse, en
cierto modo, como la reducción fenomenológica, aunque nunca nos llevaría a una
conciencia trascendental, sino a la conciencia siempre trascendente.
Del hecho de que la realidad humana no tenga una esencia inmutable, sino que
deba hacerse libremente en la existencia, se sigue que la ontología antropológica
de Saitre descansa en su ontología de la libertad: "la libe1iad precede a la esencia
del hombre y la hace posible, la esencia del ser humano se halla en suspenso en la
libertad" 780 . Paradójicamente, la condi ción de posibilidad del ser humano, la libertad,
carece, ella misma, de todo fundamento.
La existencia humana es ontológicamente ambigua; somos, a la vez, facticidad y
libertad o posibilidad de transcender dicha facticidad. Del mismo modo, la libertad
es el ser de la conciencia y ésta es conciencia (de) la libe1tad, entendida como cues-
tionamiento radical de todo ser. Al ser libre, la conciencia es el ser por el que toda
finalidad viene al mundo.
Por la finitud hay libe1tad, pero la finitud es interiorizada por la elección, ya que
ésta es hacer que la finitud propia cobre concreción y existencia para mí. A diferencia
de Heidegger, para el que, la fi nitud viene dada por el ser-para-la muerte, en Saitre,
es una de las estructuras del para-sí y es inseparable de la libertad:
La finitud es una estructura ontológica del para-sí que detern1ina la libertad y
existe en y por el libre proyecto del fin que me anuncia mi ser. En otras pala-
bras, la realidad humana sería finita incluso si fuera inmortal, porque se hace
finita eligiéndose humana. Ser fin ito, en efecto, es elegirse, es decir, hacerse
anunciar lo que se es proyectándose hacia un posible y excluyendo otros. El
acto mismo de libertad es pues asunción y creación de la finitud. Me hago, me
hago finito y, por ello, mi vida es única 781 .
Aunque, como hemos visto, el cuerpo, desde la óptica de Sartre, se identifica con
la finitud y la contingencia, sólo desde ella es concebible la elección y la libertad:
El cuerpo es la fonna contingente que toma la necesidad de mi contingencia.
Jamás podemos aprehender como tal esta contingencia, en tanto que nues-
tro cuerpo es para nosotros: porque somos elección y ser es, para nosotros,
elegir[ ... ] En este sentido, mi fini tud es condición de mi libertad, porque no
hay libertad sin elección y, al mismo tiempo que el cuerpo condiciona la con-
779
Ibídem. p. 69.
780
Ibídem. p. 61.
781
Ibídem, p. 631.
338 Mª Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
ciencia como pura conciencia del mundo, Ja hace posible hasta en su misma
libertad 782 .
Del hecho de que el ser humano tenga que elegir sin saber si su elección es bue-
na o mala, se sigue Ja angustia; ésta aumenta si tenemos en cuenta que no elegimos
para nosotros mismos, sino a la vez para todos los demás: al tomar una decisión nos
comprometemos con todos los otros. No importa qué elijamos, sino que lo hagamos
en nombre de Ja libertad. Ante el vacío de autenticidad de la elección, algunos tratan
de engañarse a sí mismos adoptando alguna forma de determinismo, cargando la
responsabilidad sobre algo ajeno a ellos mismos (Dios, las condiciones sociales, la
herencia genética, las determinaciones famil iares, etc.). Este autoengaño de la con-
ciencia mistificando sus motivaciones y enmascarando e idealizando sus fines es Ja
mala fe que encubre nuestra libertad absoluta. Tal es el modo de ser no-auténtico de
los burgueses descritos despiadadamente en las novelas de Sartre. Pero la concien-
cia, que es el fundamento de todo, por su propia contingencia no puede encontrar
justificación para sí ni en el mundo ni en sí m isma. La autenticidad es lo opuesto a la
mala fe y únicamente consiste en Ja aceptación de la libertad total, de la angustia de
la decisión y de la responsabilidad que comporta.
La realidad humana debe, pues, inventarse proyectándose. La elección de sí se
confirma en sus operaciones en el mundo. No hay lugar para la receptividad, sino
sólo para el activismo de la conciencia que se identifica con la subjetividad.
Lo hemos visto, para Ja realidad humana, ser es elegirse: no le viene nada de
fuera, ni tampoco de dentro, que pueda recibir o aceptm'. Está abandonada en-
teramente a la insostenible necesidad de hacerse ser, sin ninguna ayuda de nin-
guna clase, hasta en el menor detalle. Así, la libertad no es un ser: es el Ser del
hombre, es decir, su nada de ser783 .
El momento esencial de la libertad sartriana es la elección absoluta, porque no es
posible no elegir. Ser libre es estar constreñido por Ja libertad de hacer propio lo que
viene de fuera (por ejemplo, el dolor), de conve1iirlo en mi horizonte y perspectiva.
Estoy obligado a asumir este detenninismo para poner más allá de él los objetivos de
mi libertad.
La libertad humana es absoluta, porque no somos libres para no ser libres.
Estamos condenados a ser libres, porque somos responsables de todo lo que hacemos
y de nuestro ser, exceptuando nuestra propia responsabilidad. En esa condena a ser
completamente responsable de mí consiste la facticidad.
La responsabilidad absoluta me aboca al compromiso en solitario, a la elección
entre la negación de la otra conciencia o la alienación de la propia. Ya hemos visto
que experimentamos esta última ante la mirada del otro, que nos hace sentirnos cul-
pables e impotentes, objetos para su mirada subj etiv a. Así pues, porque el hombre es
782
Ibídem, p. 393.
78)
Ibídem, p . 516.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clave feno111e11ológica 339
libre, es un ser absurdo -incluso si evita la mala fe-, una pasión inútil o injustificable
según un plan preestablecido. Como conclusión, la esencia es un continuo hacerse
en la existencia cuya única finalidad se está, asimismo, truncando constantemente:
"el para-sí es efectivamente perpetuo proyecto de fundarse en cuanto ser y perpetuo
fracaso de este proyecto"784 .
El ser humano aspira al proyecto imposible de llegar a ser en-sí-para-sí, o sea,
Dios, pero esto es autocontradictorio, porque la conciencia es negación de ser y si
fuera ser dejaría de ser conciencia. El absurdo de la existencia produce la náusea, el
sentimiento que se experimenta frente a lo real cuando se toma conciencia de que
carece de razón de ser.
Frente a Sartre, en Merleau-Ponty no hay libertad absoluta, aunque tampoco de-
te1minación total. La libertad no viene del exterior, sino que comienza en nuesh·o
interior, en el movimiento corporal hacia el mundo. Este movimiento no es pura acti-
vidad, sino que está lleno de receptividad y pasividad. La libe1tad merleau-pontiana
no es abstracta, sino vivida corporalmente desde el presente pre-objetivo que somos.
Afirma que "elegimos nuestro mundo y el mundo nos elige" 785 , es decir, la elección
tácita proveniente de la intencionalidad operante, se funde con la explicíta y toda de-
cisión emerge del ser-en-el-mundo. Si la libertad sartreana de la conciencia es capaz
de aniquilar toda atadura al mundo y a los otros, la negatividad merleau-pontiana no
es actividad nihilizadora, sino parte del ser Vertical, porque éste no sólo es presencia,
sino también ausencia. Lo que le reprocha a Sartre es que su libertad absoluta sea una
libertad-objeto, una libertad ya hechan 6 .
El hombre saitreano elige desde su sola libertad; el merleau-pontiano afüma su
libertad en el reconocimiento de los otros· La libertad del yo y la del otro se anudan
entre sí a través del mundo. Cada uno es libre con los demás y "la libertad no está
más allá del mundo, sino en contacto con él"787 . No hay libertad incondicionada; se
logra gracias a la libe1tad ajena que confinna la mía, aunque así le marque límites.
784
Ibídem, p. 714.
78$
M. Merleau-Ponty. Phénoménolog ie de la perception. p. 496.
786
M . Merleau-Ponty. Sens et non-sens, p. 89.
m Ibídem. p. 180.
340 M' CanTien LÓPEZ SÁEKZ
"" Algunos intentos de síntesis de fenomenologí a y marxismo, influenciados sin duda por los traba-
jos de Sartre y Merleau-Ponty. los podemos encontrar en Tran-duc-thao. Phénoménologie et Materialism e
Dialectique, Paris, Gordon Breach, 1971, y en E. Paci. La Función de las ciencias y el significado del hom-
bre. México, FCE, 1968 (primera ed ición en ita liano en 1963). Me pem1ito, asi mismo, remitir a mi trabajo,
''Fenomenología y marxismo. El compromiso político de Merleau-Ponty'', en Daimon. Revisla de Filosofía ,
51 (20 1O), pp. 103 - 121, como reflexión histórico-filosófica sobre las potencialidades todavía vivas del com-
promiso fenomenológico con el marxismo.
789
J-P. Sartre. ( 1960) Crilique de la raison dialeclique l. Th éorie des ensembles praliques. Paris,
Gallimard, 1985 p. 33 .
Corriemes actuales de la F ilosojia !. En-clave fenomenológica 341
Coincide con Bergson en la dimensión práctica del papel desempeñado por eso
que tendemos a denominar "yo", aunque, realmente Bergson no le concedió a éste
ningún significado existencial. La preocupación por el colectivo y el grupo, así como
por la necesidad, la escasez 790 y Ja detenninación de lo inerte, supone un acercamien-
to al pragmatismo de Bergson. La espontaneidad de la conciencia sa1ireana, así como
la libe1iad creadora de Bergson pueden ejercerse gracias a la inercia de lo practico o
de la materia, respectivamente. Amb s vinculan la praxis con el deseo y con cierta
finalidad; consideran que la materia es un obstáculo para lograrla o, al menos, ejerce
resistencia para cumplir los fines. Sin embargo, la dialéctica sartriana de Ja praxis
e hace eco del materialismo histórico -al que era ajeno Bergson- implantando, por
decirlo así, Ja fuerza del élan vital en la materia y definiendo Jos conjuntos históricos
por sus conflictos. El materialismo histórico sa1iriano es crítico con el dogmatismo
del marxismo posterior a Marx, con s determinismo histórico. Frente a él, se propo-
ne que gane cientificidad definiendo su método y fundando su posibilidad:
Nuestra tarea no puede ser de ninguna manera restituir la Historia real en su
desanollo, ya que no consiste en un estudio concreto de las fonnas de produc-
ción o de los grupos que estudian la sociología y la etnografia. Nuestro proble-
ma es crítico. Y, sin duda, la Historia lo suscita. Pero de lo que se trata es de
experimentar, c1iticar y fundar en la Historia y en este momento de desanollo
de las sociedades humanas, los instrumentos de pensamiento por los que la
Historia se piensa, en tanto que son también los instrumentos prácticos por los
que se hace791 .
790
La reciprocidad viene motivada por la escasez. la cual es el mundo real de las relaciones entre in-
dividuos en el interior de un campo práctico limitado. En el medio de la escasez, cada hombre es tma amenaza
para el otro. En el nivel de lo práctico-inerte, la Historia no es más que destrucción. aunque permite hacer
inteligible la racionalidad del movimiento histórico, racionalidad que emana de los antagonismos sociales. La
dialéctica libertad-necesidad expresa la dialéctic::i praxis-materia, en la que el proyecto, que es pura libertad,
es frenado por la materia que impone un momento de necesidad. Al hablar de escasez, Sartre no se está refi-
riendo únicamente a las limitaciones de la naturaleza, ni siquiera sólo al reparto de los bienes, sino al origen
mismo de la sociedad, tal y como es interpretado, por ejemplo, por su coetáneo Lévi-Strauss, cuando hace
referencia a la escasez de mujeres (Cfr. J-P. Sartre. Critique de la raiso11 dialectique J. pp. 65. 76).
791
Ibídem, p. 158.
79
' «[ ... J cuando hayamos cumplido la totalidad de nuestra experiencia. veremos que la praxis indi-
vidual, inseparable siempre del medio que constituye, que la condiciona y que la aliena, es, al mismo tiempo,
la Razón constituyente en el seno de la Historia aprehendida como Razón constituida. Pero precisamente por
esto, el segundo momento de la regresión no puede ser direc1a111e11te la relación del individuo con los cuerpos
sociales (inertes o acti\·os) y con las instituciones. Marx ha indicado muy bien que distinguía las relaciones
humanas de su reificación o. de una manera general, de su alienación en el seno del régimen social dado"
(Ibídem, p. 209).
342 l\11" Carmen LÓPl z S ÁENZ
793
Ibídem, p. 640.
794
Ibídem, p. 21 5.
195
Sartre acepta este concepto marxiano de alienación, pero le reprocha no haber percibido la nega-
ción originaria que define a la concienci a en El Ser y la Nada.
Corrientes actuales de la Filosofia J En-clavefeno111e11ológica 343
796
Ibídem, p. 184.
7Q7
Ibídem, p. 187. nota l.
798
J-P. Sarn-e. (1960) Critique de la raison dialeclique l. p. 30.
799
Ibídem, p. 14.
344 M" Cannen LÓPEZ SÁEN Z
800
Ibídem, p. 14.
Corrientes actuales de la Filoso.fia J. En-clave feno111e11ológica 345
801
Ibídem. p. 156.
80~
Ibídem. pp. 887-888 .
346 Mª Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
80_\
fb ídem, p. 507.
804
Cfr. Ibídem, p. 15 1.
Corrientes actuales de la Filosofia f. En-clave feno111e110/óg1ca 347
como relación objetiva de hechos y como método para conocer y fijar dicha
relación805 .
808
Cfr. J. Patocka. El movimiento de la existencia humana. Madrid, Encuentro, 2004, p. 279.
809
Tbídem.
Corrientes actuales de la F ilosofía l. En-clave jeno111e110/ógica 349
para evitarlo, Husserl reduce éste a un ente que es obra del sujeto; en otras palabras,
Husserl hace de lo subjetivo el modo por el que se da lo objetivo, o sea, lo fenomé-
nico, pero, finalmente acaba conviiiiendo lo subjetivo en la propiedad esencial de
un ente, del ego trascendental. Según Patocka, el recurso de Husserl a este ego no es
consecuente con su descubrimiento fundamental: el del aparecer. En efecto, Husserl
postula una subjetividad trascendental como fundamento del aparecer de los objetos
y del mundo. A su vez, los caracteres de donación, es decir, los momentos no cósicos,
pero sí objetivos son transfonnados e vivencias inmanentes a la conciencia. En nin-
gún momento pone en cuestión la existencia de esa subjetividad, sino que la interio-
riza en las cogitationes y éstas fundan . al modo cartesiano, la ce1ieza de Ja existencia
del yo ante Ja conciencia.
La ce1ieza de sí de la existencia del ego, del sum, se interpreta como presencia,
la presencia como autodonación originaria. Ahora bien, la autodonación ori-
ginaria requiere un objeto conespondiente. De ahí, la suposición del acto de
conciencia, de la noesis originariamente aprehensible en la reflexión 810 .
El sum no es algo sustancial, sino un modo de ser de un ente que aparece y que se
aparece a sí mismo reflexivamente en el seno del mundo, aprehendiendo sus posibi-
810
J. Patoéka. Qu 'est-ce que la phénoménologie. Grenoble, Millon, 1988, p. 243.
Rll
Ibídem, pp. 212-213.
350 1\f' Cannen LÓPEZ SÁE1'Z
lidades en contacto con el ente que él no es. Debe insertarse entre los seres humanos
y las cosas para participar en la resistencia contra el mundo. Este sum no es una
conciencia constituyente; porque está encarnado y es testigo de Ja movilidad del ser
desde su posibilidad a su actualidad. El ser es lo que adviene a la fenomenalización
gracias a ese sum que lo lleva a su cumplimiento. Este movimiento de fenomenali-
zación del ser es otra de las tesis ontológicas de Patocka; consiste, en resumen, en
que el verdadero cumplimiento no objetivante del ser es el movimiento. Se refiere
al movimiento ontológico o al ser en tanto que movimiento. Éste es el que hace que
las cosas sean, que su ser sea viviente, que sea un sentido, una dirección. Patocka
no renuncia, por tanto, a la subjetividad, sino que elimina su trascendentalidad; así
depurada, la subjetividad sólo es un polo de la estrnctura del aparecer y exige como a
priori al mundo, en el que ella misma acontece.
Nuestro filósofo entiende la fenomenología como ciencia del aparecer como tal
y considera que es imposible sin cierta ontología, la cual no debe centrarse en la sub-
jetividad transcendental.
Después de oponer su fenomenología asubjetiva a la subjetiva de Husserl,
Patocka llamará "sujeto" al aparecer mismo o al campo de aparición como tal, ya
que todo lo que aparece lo hace ante alguien y según detern1inados caracteres. Bien
entendido que el sujeto es un sum, no un subjectum, simple existencia y no lo que
:fundamenta todo lo otro. A diferencia del suj eto husserliano, el de Patocka no es una
condición de posibilidad del conocimiento, sino un resultado más. Esto no quiere
decir que sea un mero objeto ; sólo cuando el suj eto es pensado como sustrato se
identifica con un objeto.
Ciertamente, todo lo que aparece lo hace ante un sujeto, pero éste no es más
que cierta centralización del campo de presencia. Así es como Patocka renuncia a la
subjetividad trascendental husserliana y sólo acepta la que es finita, integrante de la
estructura misma del aparecer, pero no constituyente de lo fenoménico . Tal subjeti-
vidad, como el ego de Sartre, forma paiie del mundo, cuyo aparecer depende de ella;
se trata de una dependencia fenoménica, no ontológica. Como para Merleau-Ponty,
el sujeto es corporal y condición de que algo le aparezca a alguien; en general, es
el sujeto de la acción, de la implicación en el mundo y la sede de la conciencia que
tenemos de todo.
El ego en la estructura ego cogito cogitatum no es distinto de un término que
expresa de modo implicativo, global, el ser propio en función y c01poral. En
esta conciencia de sí implicativa, pre-reflexiva, la unidad de la visión y de la
acción ejercida es una relación primera, anterior a todos los encadenamientos
empíricos. No se puede sostener que sea sólo la experiencia la que nos enseñe
que el yo que percibe es el mismo que se mueve y actúa. Si éste fuera el caso,
¿cuál sería la unidad que estaría en la base de la experiencia, que siempre es mí
experiencia? Es decir, que el yo no es una representación puramente fomrnl:
no es simplemente, exclusivamente la sede de todas las condiciones de posibi-
lidad de la experiencia; es más bien un horizonte susceptible de explicitación,
Corrientes actuales de la Filosofla l. En-clave fenomenológica 351
que puede recibir una explicación de la que fonna parte inseparable. funda-
mental, la corporeidadw .
La subjetividad no es sólo mirada teórica, sino que tiene un papel activo, ya que
son sus intereses los que determinan la configuración del mundo natural. En el fondo ,
el filósofo checo está suponiendo que el yo es, a Ja manera de Bergson, la dimensión
interna del mundo, apoyada en la exterioridad de éste, sin la cual no podría tampoco
desarro liarse.
Influido por la reivindicación husserliana de la Lebenswelt, pero también por
Heidegger, Patocka afirma que el mundo que se abre ofrece posibilidades y, en este
sentido, actúa como un a priori para la realización concreta de la subjetividad. Él es
la estructura trascendental más propia del aparecer, ya que no es sólo un contenedor
de cosas, sino el marco de donación que incluye a los otros dos momentos a los que
nos referimos, es decir, a la subjetividad y a los modos de aparición.
De hecho, la tesis del mundo no es la tesis de algo distinto de mí que yo posea
como un objeto, al modo de una singularidad. Por el contrario, es la tesis de un
todo que naturalmente, me incluye. Yo no estoy frente a este todo, sino que él
me engloba. estando al mismo tie1 po en mí. No hay cogito privado de mundo,
esto no es más que una ilusión de la argumentación cartesiana miope, que se
apoya en el escepticismo de otros t1empos813 .
Frente al solipsismo cartesiano, Patocka reafim1a el mundo, fenomenológica-
mente entendido, es decir, como una estructuración a priori en correlación con el
dato originario del aparecer.
Como Husserl y Heidegger, critica al positivismo que asumió acríticamente la
premisa del mecanicismo y la de que las relaciones matemáticas representan la ver-
dadera realidad, sin investigar cómo se originan verdaderamente tales relaciones en
la experiencia. Ese positivismo es el culpable de Ja alienación del mundo natural,
porque introdujo una estrnctura matemática en la vivencia y la consideró causa de la
misma. Este causalismo presupone una metafísica cuya premisa es el poder humano
y cuyo criterio es la ce1teza subjetiva. atocka lo relaciona con el capitalismo moder-
no y con su actitud extremadamente o jetivante de lo humano.
A diferencia de esa tendencia impositiva, Husserl, como hemos visto, aborda
el mundo natural como el suelo de la vida y critica el reduccionismo cientificista.
Descubre la contradicción de éste y del cartesianismo que, en su afán de fundamen-
tación absoluta se somete a la matematización, anulando así la vida de la subjetivi-
dad, o mejor, reduciéndola a esa ce1teza de sí que, no sólo desembocó en una argu-
mentación circular dependiente de la existencia de Dios, sino que, además, concibió
el alma humana como una sustancia pensante. Desde la perspectiva de Patocka, el
81.'.:
J. Patocka. Papiers Phénoménologiques. Grenoble, Millon, 1995, p. 62.
813 fbídem, p. 222.
352 f' Cannen LóPEZ S ÁENZ
814
J. Patocka. El movimiento de la existencia humana, p. 23.
Sl5
Ibídem, p. 28.
816
Ibídem, p. 45 .
817
J. Patocka . Papiers Phénoménologiques, p. 59
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave feno111 e11ológica 353
818
J. Patocka. El movimiemo de la existencia humana, p. 46.
819
Ibídem, p. 49.
82
° Cfr. Ibíden1, p. 32.
801
Ese no desvanecerse es la concienc ia de horizonte (Cfr. Ibídem, p . 29), lo que no está dado o, si se
quiere, una presencia de lo ausente.
822
lbíde111. p. 30.
354 M" Carmen LÓPEZ S ÁENZ
matizar e idealizar; opera mediante variaciones eidéticas que presuponen los datos
sensibles.
El mundo es detenninado por las acciones de las subjetividades, Jo cual implica
un alejamiento del idealismo. Evidentemente, ese mundo se da a un sujeto, pero, en
realidad, eso que se da no es ni propiamente subj etivo ni enteramente subjetivo. Las
cosas del mundo se erigen en esta no diferenciación entre lo subjetivo y lo objetivo.
Aparte de las cosas, los otros pertenecen a nuestro mundo y ocupan en él un lugar
central, del mismo modo que la Tierra es el centro de nuestro mundo y su periferia el
universo. A decir verdad, la estructura del otro nos es más próxima que la nuestra, y,
además, el otro se hace más próximo a sí mismo gracias a nosotros. En esta dinámica
descansa el drama de la vida: "la dimensión básica de la vida humana consiste en la
búsqueda y descubrimiento del otro en uno mismo y de uno mismo en el otro"823 .
Al igual que en Husserl, la experiencia propia se hace objetiva gracias a los otros o,
como dice aquél, a la intersubjetividad. Con ellos, el mundo se vuelve mundo real,
englobante.
Originariamente el yo y el otro no nos comprendemos como yoes, sino relacio-
nalmente, como dos paites activas de la situación (especialmente cuando nos comu-
nicamos). El punto de pa1tida de esta relación es el de dos polos corporales análogos
que desempeñan papeles complementarios. Ambos tienen sentimientos, piensan, tie-
nen intimidad ... y esto gracias al lenguaje y a la presencia que viene dada con la
implicación práctica en el mismo asunto del mundo: "Si el otro se encuentra presente
junto a mí, él es la presencia de la utilidad; si está ausente, es la utilidad de la presen-
cia; y dígase lo mismo acerca de lo que yo soy para él"824 .
Desde la perspectiva de Patocka, es el interés por la vida práctica en común y la
orientación hacia otros lo que la impulsa seguir y no, como en Husserl, el flujo de la
conc1enc1a.
Ibídem, p. 40.
8:!4
Ibídem, p. 47.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave fenomenológica 355
825
Cfr. J. Patocka. Papiers Phénoménologiques, p. 73.
356 r Carmen L ÓPI z S ÁEJ'\ Z
826
Ibídem, p. 82.
827
J. Patocka. Papiers Phénoménologiques, p. 63 .
Corrienies actuales de la Filosojia l. En-clave fenomenológica 357
horizonte es fenómeno porque está ahí, nos muestra su presencia, pero, a diferencia
de las cosas, está como donación de lo que no se da.
La conciencia de horizonte no puede traducirse a otra conciencia aunque todo
acto de conciencia lo es en un horizonte: "El horizonte no es una intención que pueda
esperar cumplimiento"828 . El horizonte total del mundo es previo y está siempre más
allá del límite de toda actualidad, porque "el mundo siempre abarca más de lo que
una perspectiva puede atrapar de él"829 . Tener conciencia de una cosa es ser cons-
ciente de la infinita pluralidad de perspectivas que remiten unas a otras, pero también
de la a-perspectividad que es la cosa por más que se de siempre en perspectivas.
El horizonte nos orienta y nos proporciona referencias. La Tie1Ta es una de ellas.
Patocka se refiere con ella a la situación vital compartida y al soporte firme de todo.
Tierra es fuerza y poder 01ientado uh rizontalidad sobre la que se erige la vida verti-
cal. Pero la Tierra no es el único referente. El otro es el universo, el sentido silencioso
de la lejanía. La Tierra presta a todo su dónde y el universo, su cuándo (tiempo cós-
mico). De él viene la claridad, la luz y el conocimiento. A diferencia de las cosas de
uso práctico, Tierra y cielo "tienen la posibilidad eminente de revelar el contexto"830 ;
ambos son, pero sólo el hombre existe, porque a su través el todo universal puede
tener un fin. Nos referimos a un fin en tanto te/os, pero también en tanto delimitación
y definición. La aceptación del ser humano de su finitud es lo que posibilita el fin, es
decir, la conservación y superación de esa finitud. La conciencia de dicha finitud no
nos aboca, por tanto, al nihilismo.
En estas coordenadas, la existencia no es una sustancia, un ente, no es pensa-
miento de existir, sino que éste se halla en ella; la existencia es más originaria que el
"yo pienso", incluso más que el "yo s y", ya que es el movimiento, ese modo origi-
nal de existir del que el yo es tan sólo un momento.
A diferencia del interés husserliana por la evidencia y la certeza, el filósofo che-
co vincula esencialmente la existencia con la verdad: "Verdad significa también un
modo de comprender que desde un primer comienzo nos orienta en la vida y en la
existencia"831. El existente es condición de posibilidad de toda verificación. Dicha
verificación no es originariamente de carácter objetivante, sino eminentemente prác-
tica83\ consiste en no ser indiferente a lo que soy y a cómo lo soy. Para ser en la
verdad no es preciso adoptar, por tanto, la postura del espectador externo, sino des-
velar las cosas y autocomprenderse viviendo en este mundo como seres temporales
que somos. Ser no significa estar dado, sino elegirse a uno mismo (responsabilidad,
responder a lo fáctico, deliberación y decisión), crearse en la verdad, llegar a hacer
de mí lo que soy.
SJ _l
fbídem , p. 66.
834
Ibídem, p . 74 .
Corrientes actuales de la F ilosofía J. En-clave feno111e11ológica 359
R35
J. Patoéka. El movimiento de la existencia humana, p. 248.
360 M' Carmen LÓP EZ SÁEN Z
837
J. Patocka, «Le subjectivisme de la phénoménologie husserlienne et l'exigence d 'une phénoméno-
logie asubjetictive», ( 1971 ), en Q11 'es1-ce que la phénoménofogie? Grenoble, Millon, 1988, p. 24 7.
838
Cfr. lbídem, p. 243.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clavejenomenalógica 363
839
Ibídem. p. 205.
840
Tbídem. p. 25 7.
364 }.f' Carmen LÓP EZ SÁENZ
Para superar esta ontología errada, Patocka propone otra diferente de la del ser
objetivo pleno. Las líneas principales de su propuesta son la amplitud de la vida de
la conciencia que se auto-examina y tiende a su unificación, así como el paso del ego
transcendental a un pensamiento del sum existencial.
Esto es finalmente la fenomenología asubjetiva: no la carente de yo, sino la des-
provista de la instancia trascendental :
¿Cuál es la diferencia entre la fenomenol ogía subjetiva y la asubjetiva?
El plan de explicación de la fenomenología subjetiva se sitúa en el sujeto. El
aparecer (del ente) es reconducido a lo subjetivo (el yo, la vivencia, la repre-
sentación, el pensamiento) como base última de esclarecimiento.
En la fenomenología asubjetiva, el sujet en su aparecer es un "resultado" al
mismo nivel que todo el resto . Debe haber reglas a priori tanto de mi propia
entrada en la aparición como del aparecer algo que es independiente de ello.
Esto no significa, en el caso del yo, independencia de todo aparecer, porque no
puede haber un yo más que para que algo se le aparezca 841 .
El a priori, la condición de posibilidad del yo es el aparecer. La correlación inin-
terrmnpida entre ambos es el movimiento de la existencia.
841
J. Patoéka. Papiers Phénoménologiques, p. 12 7.
Corrientes ac111afes de fa Filosofía J. En-cfavefenomenofógica 365
Estas limitaciones las comparten con Dilthey y Bergson todas las direcciones
del "personalismo" influidas por ellos y todas las tendencias que aspiran a fun-
dar una antropología filosófica. 1\ i siquiera la exégesis fenomenológica más
penetrante y radical de la personalidad desciende al plano de la cuestión del
ser del "ser ahí". Con todas sus diferencias de planteamiento, de desarrollo y
de orientación filosófica general en lo negativo concuerdan las exégesis de la
personalidad hechas por Husserl y Scheler842 .
Reparemos por un momento en la figura concreta de Bergson. Heidegger piensa
que se queda en la tradición metafísica sin llegar a realizar una analítica más profun-
da del Dasein.
A pesar de las críticas que el pensador francés dirigió a la psicología asociacio-
nista, Heidegger lo considera un psicologista cosmológico. Por el contrario, el filó-
sofo alemán quiere desmarcarse de la psicología y de sus tendencias antropológicas
para centrarse en la ontología:
La vida es una fonna de ser peculiar, pero por esencia accesible sólo en el "ser
ahí". La ontología de la vida se de1>anolla por el camino de una exégesis priva-
tiva; detem1ina lo que necesita ser. para que pueda ser[ .. .] Vivir no es ni puro
"ser ante los ojos". ni tampoco "ser ahí''. Éste. a su vez, no quedará nunca de-
finido ontológicamente, si se empi za por considerarlo como vida (no definida
ontológicamente, por su parte) y como algo más, encima843 •
La intención de "ir a las cosas mismas" no se cumplirá partiendo del análisis
empírico ni de la crítica de las ciencias orientadas al mismo; tampoco abordando
una interpretación negativa del "ser ahí" detenida en los rasgos que poseen las co-
sas; ni siquiera describiendo las características de la vida y sumándole después las
del Dasein. Frente al neokantismo y a las filosofías de la vida, Heidegger defiende
una ontología de sus fundamentos, una fenomenología que vaya verdaderamente a
las cosas mismas, al fenómeno original de la vida. Ésta se autocomprende de modo
pre-teórico, pero la fenomenología ha tenido el valor de tematizarla. Así es como
Heidegger de dirigirá a este estrato originario para intentar fundamentar ontológica-
mente a la fenomenología.
Mientras que Husserl proponía su programa trascendental definiendo la filosofía
en relación con los otros modos de conocimiento, Heidegger la entiende como la
ontología fundamental, distinta de todas las disciplinas que exploran lo que es, pero
no el ser. Ontología fundamental es la ciencia del ser en cuanto tal y no meramente
del ente. El ser en cuanto tal también es el ser del ente; ahora bien, sin el ser, el ente
no se haría manifiesto ni comprensible. Por eso, para alcanzar el tema de la ontología
fundamental, el ser en cuanto tal, es preciso primero haber tomado conciencia de la
diferencia ontológica entre ser y ente.
842
M. Heidegger (1927). Sein und Zeil Tübingen, Max Niemeyer Verlag. (Trad. cast. El Ser y el
Tiempo. México. FCE, 1982. p. 59. Cuando citamos esta obra, respetamos la decisión del traductor de trasla-
dar al castellano Dasein como "ser ahí").
8 3
' Ibídem, p. 62.
366 M" Carmen LÓPEZ S ÁEKZ
S44
Ibídem. pp. 74-75.
Corrientes actuales de la F ilosojia !. En-clave feno111e11ológica 367
M. Heidegger (1924). Der Begritfder Zeit. Trad cast. El concepto de tiempo. Madrid, Trotta, 1099,
pp. 54-55.
368 Mª Carmen Ló EZ SÁEJ\"Z
Con la tesis de Hegel, el espacio "es" tiempo, coincide en los resultados la con-
cepción de Bergson, a pesar de toda la diferencia de fundamentos. Bergson se
limita a decir a la inversa: el tiempo (temps) es espacio. También la concepción
bergsoniana del tiempo brotó patentemente de una exégesis del tratado aristó-
telico sobre el tiempo. No es simplemente una mera coincidencia bibliográfica
el hecho de que simultáneamente con el Essai sur les données immédiates de
la conscience, donde se explana el problema del temps et la durée, apareciese
un estudio de Bergson con el título Quid Aristoteles de loco senserit [.. .]La du-
ración se describe, por contraste con este concepto del tiempo, como sucesión
cualitativa. 846 .
Siguiendo a Heidegger, la esencia del tiempo es, para Hegel, el ahora, entendido
como un límite, como un punto, como el "esto absoluto" ; paralelamente, Bergson, en
el Essai, caracteriza la concepción tradicional del tiempo como espacialización del
mismo, como una sucesión cuantitativa; describe la duración como sucesión cualita-
tiva similar a la conciencia y a la vida interior.
A pesar de que estas dos filosofías son tan dispares, Heidegger cree que coinci-
den en esta concepción del tiempo por analogía con el espacio, como una sucesión,
aunque en Bergson ésta no sea cuantitativa y medible, sino cualitativa. Su dictamen
sobre la duración bergsoniana es que sigue a Aristóteles en la espacialización del
tiempo ignorando la intratemporalidad y e tendiéndolo, en definitiva, como mera
sucesión. Heidegger sitúa a Aristóteles en la exégesis temporaria de los fundamentos
de la ontología antigua y a Bergson en conti uidad con ella847 •
Desde nuestro punto de vista, cuando en Materia y Memoria Bergson discute la
percepción pura, piensa la conciencia en términos de acción, de modo que su durée
no es recolección pura, puesto que distingue con claridad el presente del pasado,
es decir, diferencia las urgencias de la acción de la memoria. Cuando le atribuye al
pasado una supervivencia íntegra, a diferencia de Husserl que lo considera una reten-
ción del presente, rompe con eso que Heidegger critica de la tradición metafísica, es
decir, con la identificación entre el ser y el presente que ha sido constante a lo largo
de toda la historia de la filosofía, con lo que el fil ósofo alemán denominará "metafí-
sica de la presencia".
A diferencia de Hegel y Bergson, así como del resto de los representantes de la
metafísica tradicional, Heidegger se ocupa de la aprehensión del tiempo y de la con-
ciencia del tiempo. Al conve1iir la temporalidad en la estructura originaria del ser-en-
el-mundo, influirá en la fenomenología fran cesa introduciendo el tiempo y la finitud
como horizontes de la comprensión del ser. Esto se realizará tras el enfrentamiento
de Heidegger con la duración bergsoniana, entendida por aquel como continuidad
metafísica mistificadora del Dasein y de la verdadera temporalidad que, siguiendo al
846
M. Heidegger. Ser y Tiempo, pp. 465-466. nota l. La obra bergsoniana a la que se alude aquí fue
su tesis secundaria en latín, publicada en 1889, el mismo año que suEssai, que constituyó la tesis principal de
Dise1tación.
8 7
~ M. Heidegger. Ser y Tien1po, p. 37.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111enológica 369
848
R. Ronchi . Bergsonfilosofo del/'interpre1a::ione. p. 151.
849
Ibídein. p. 162.
850
fbíden1. p. 193.
851
Cfr. H. Bergson .. «L 'évolution créau·1ce», p. 657. Cfr. M. Heidegger. Ser y Tiempo, pp. 58-59. Cfr.
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la p ercep tion, p. 489.
370 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
852
H. Bergson. "L'évolution créatrice'', p 540.
853
M. Merleau-Ponty. Phénoménologie de la perception. p . l.
Corrienles acluales de la Filosofía f. En-c/avefenomenológica 371
854
K. Held. «Le principe de la phénoménologie». en F. Volpi y otros. Heidegger et /'idée de la phéno-
menologie. Dordrecht. Kluwer, 1988. pp. 239-263, Pp. 256-257.
855
Al parecer, por presiones editoriales, tras 1933. Heidegger retiró la dedicatoria (Cfr. R. Gabás.
Filoso.fia del siglo XX Hisloria de la Filoso.fia de Hirschberger. Vol 111. Barcelona, Herder, 20 l l , p. 112).
372 ~f" Carmen L ÓPEZ SÁE 'Z
6
" Cfr. I. Kem. «Einleitung des Hcrausgebers», en E. Husserl. Zur Phiinomenologie der
Jntersubjektivitiit. Erster Teil. Husserliana XV. Den Haag, M . Nijhoff, 1973, pp. XX y ss.
857
M. Heidegger. (Curso de 1923) Ontologie (Hermeneutik der Faktizitiit). Gesamtausgabe 63,
Frankfu11 am Main, V. Klostemiann, 1982. (Trad. cast. 0 1110/ogía: Hermenéutica de la facticidad. Madrid,
Alianza, 2008, p. 46).
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave feno111e11ológica 373
preguntarse por su ser y por el ser en general. Denomina conciencia "pura" a la que
ha sido separada de su concreción individual, de su facticidad y de su situación.
Así pues, el p1imer problema fundamental de la fenomenología es, para
Heidegger, el de la diferencia ontol ' gica. La distinción husserliana entre los actos
de conciencia y los nóemas no llegaba a ser una diferencia entre el ser y el ente. Por
consiguiente, acusa a Husserl de haber relegado la ontología a las ciencias ónticas o
positivas, de no haber alcanzado a comprender que Ja ciencia ontológica o filosofía
es la ciencia del ser y exige un giro de la mirada no hacia el ente, sino hacia el ser. De
ahí que Heidegger distinga el nivel óntico de la existencia (en referencia a la ontolo-
gía regional de Husserl o investigación de las regiones del ser) y el plano ontológico
de la misma 01ientado al ser en cuanto tal. La rehabilitación ontológica heideggeria-
na irá acompañada de una destrucción de la historia de la ontología que no ha tenido
en cuenta la diferencia fundamental.
Ciertamente, Ja fenomeno logía ha tenido el mérito de no haber dado nada por
sentado que no apareciera a la luz de la conciencia, ni siquiera Ja lógica; su radicali-
dad la ha llevado a preguntarse por el suelo de todo conocimiento, porque no inves-
tiga la mera realidad, sino el aparecer de todo lo que aparece. Por esta misma razón,
tampoco ha aceptado la subordinación usual de dicho aparecer a las explicaciones
ofrecidas por la psicología.
Si este es el objeto de la fenomenología, el aparecer como tal, no se trata de hacer
de ella una ciencia nueva, sino de comprenderla como Ja más antigua: Ja ontología.
Para Heidegger, ambas no son disciplinas filosóficas, sino que responden a Ja necesi-
dad de tratar la imperiosa cuestión del ser y a la forma de hacerlo que viene requerida
por las cosas mismas. No hay, por tanto, una ontología junto a una fenomenología,
sino que una ontología que aspire a ser científica es ya fenomenología :
Afimrnmos ahora: el Ser es el único y verdadero tema de la Filosofia. Esto
no es de nuestra invención; es un medio de formular el tema que nace en
el inicio de la filosofia en la antigüedad y que se desarrolla en su fom1a
más acabada en la lógica de Hegel. En este momento, estamos únicamen-
te aseverando que el ser es el tema propio y exclusivo de la filosofía. Esto
quiere decir negativamente: la Filosofía no es una ciencia del ente, sino del
Ser, o, como dice la expresión griega, Ontología. Tomamos esta expresión
en el sentido más amplio posible y no en el más estrecho, o sea en el del
Escolasticismo o de la fil osofía moderna en Descartes y Leibniz. Una discu-
sión de los problemas básicos de fenomenología entonces es equivalente a
proveer una demostración para esta aserción de que la filosofía es la ciencia
del ser y establecer cómo es tal. La discusión debe mostrar la posibilidad y
necesidad de la ciencia absoluta del ser y demostrar su carácter en el mismo
proceso de indagaci ón858 .
858
M. Heidegger. ( 1927) Die Gnmdprobleme der Phanomenologie. Gesamtausgabe. 24. Frankfurt.
V. Klostennann, 1997, p. 3.
374 !'vf' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
861
Ib ídem. p. 46.
86:
Ib ídem. pp. 37-38.
863
M. Heidegger. Ser y Tiempo, p. 45.
376 M" Carmen LÓP EZ S ÁENZ
'"' Ibídem.
86' M. Heidegger. (Conferencia pronunciada en París en 1964). "Das Ende der Philosophie und die
Au fgabe des Denkens'', en Zur Sache des Denkens. Tübi ngen, Niemeyer, J 9833, pp. 70-7 1.
,,,. M. Heidegger. Die Grundprobleme der Phéinomenolog ie, p. 15.
Corrientes actuales de la Fi/osofia l. En-c/avefeno111enológica 377
su donación intuitiva. Para Heidegger, las cosas mismas son las intenciones o inte-
nogaciones más originarias del ser y la fenomenología que se las plantea es ciencia
originaria preteórica, es decir, ciencia de las raíces.
Heidegger no sólo practica la fenomenología entendida como método, sino que,
mediando sus contenidos y retomando la tarea fenomenológica de renovar la filo-
sofía científica, entiende por esta última una fenomenología crítica, no escolar o
repetitiva:
De la fenomenología sólo puede apropiarse uno de manera fenomeno lógica,
es decir, no repitiendo frases, adoptando principios o creyendo en dogmas de
escuela, sino demostrándola.
Para ello se exige como condición una extraordinaria capacidad de crítica867 .
La fenomenología no es una ciencia del ente o una ciencia positiva, sino una
ciencia crítica que conoce la diferencia ontológica entre ser y ente y que se inteno-
ga por el sentido del primero. Esta pregunta por el ser868, es decir, por aquello que
determina a los entes en cuanto entes, no es la inteITogación por un ente especial o
superior, que fuera origen de los demás. Con ella, Heidegger quiere alejarse de toda
la metafísica tradicional que ha sido incapaz de captar la diferencia ontológica entre
el ser y el ente. Así es como "demuestra" la fenomenología.
En nuestra opinión, toda su filosofía hasta ¿Qué es metaflsica?869 , participa de la
idea husserliana de la filosofía científica que implica esta demostración, de esa que
discrepa del ideal moderno y racionalista de la ciencia. Para él, como para Husserl,
la ciencia no es un conjunto de verdades eternas. De ahí su adhesión a las siguientes
tesis de La filosofía como ciencia estricta:
La independencia de la filosofía con respecto a las ciencias positivas que
convierten en objeto incluso a la conciencia, adoptando la actitud natura-
lista que falsea la realidad.
La oposición al historicismo (Dilthey). La filosofía no produce una visión
del mundo (Weltanschauung). Para Heidegger, fenomenología es la cien-
cia del ser. Por ello la hermenéutica de la facticidad que llevará a cabo no
se concebirá así misma como la cosmovisión de su época.
867
M. Heidegger. Ontología. Hermenéutica de la facticidad, p. 67.
6
' " Heidegger distingue en toda pregunta aquello 1) por lo que se pregunta (das Gefragte), 2) a qué
o quién se pregunta (das Befragte). un ente detem1inado. 3) de qué se pregunta, es decir. lo preguntado (das
E1:fragte) o aquello que se espera encontrar al llegar la pregunta a su meta. Aplicado a la pregunta que nos
ocupa, aquello por lo que se pregunta es el ser ) lo que se espera encontrar es el sentido del ser. Pero ¿a qué
ente hay que dirigir la pregunta? La respuesta de Heidegger es que debe ser planteada a aquel ente que está
constitutivamente abieno al ser porque se preocupa de su propio ser. Este ente no es otro que el hombre, pero
desde esta perspectiva no interesa como ente pan icular, sino como apemlra radical al ser. (Cfr. M. Heidegger.
Ser y Tiempo § 2, "Estructura formal de la pregunta que interroga por el ser", pp. 14- 18).
869
Discurso por el que Heidegger toma el relevo de Husserl en la cátedra de Friburgo; publicado
en 1929.
378 M" Carmen LOPEZ SÁE ·z
870
R. Gabás. Filosofta del siglo XX, p. 120. Por su claridad y adecuación a la temática, es recomenda-
ble la lectura del capítulo sobre Heidegger, pp. 88-212.
Corrientes actuales de la Filosofía/. En-clave fenomenológica 379
871
M. Heidegger. Ser y Tiempo, pp. 102-103.
Ibídem. p. 90.
380 M' Carmen LÓPEZ SÁE!\Z
que nos envuelve y del que nos cuidamos, un mundo que acontece históricamente.
De ahí que la pregunta por el ser se caracterice por la historicidad.
En el párrafo 18 de Ser y Tiempo , "La conf01midad y la significatividad. La mun-
danidad del mundo", Heidegger estudia lo "a la mano" dentro del mundo, cuya es-
tructura es el ser referido a. Llega a la siguiente definición del fenómeno del mundo:
El "aquello dentro de lo cual " del comprender refiriéndose, en cuanto "aque-
llo sobre el fo ndo de lo cual" del permitir que hagan frente entes en la fo rma
de ser de la conformidad, es e/fenómeno del mundo. Y la estructura de aquello
sobre el fondo de lo cual se refiere el "ser ahí'' es lo que constituye la munda-
nidad del mundo 873 •
Frente al horizonte mundano-vital de la Lebenswelt husserliana, el existenci ario
"mundanidad" es esa estructura del Dasein como ser relacional con los entes intra-
mundanos . Heidegger desconsidera todo fundamento trascendental , es decir, absolu-
to y eterno. Lo que Heidegger presenta en Ser y Tiempo como "fenomenología" es
más bien ontología y hermenéutica . El Dasein no se comprende desde la subjetivi-
dad trascendental, sino desde su facticidad en el mundo .
Interpreta la máxima husserliana "a las cosas mismas" contextualizada en
la crítica a la psicología naturalista, que no tiene en cuenta la intencionalidad de
la conciencia, y en la del historicismo, cen ado en las plurales visiones del mun-
do. Recordemos que Patocka decía que la fenomenología no es ciencia de estas
Weltanschauungen gracias a la epoj é, pues la reducción era, en su opinión, innecesa-
ria. Heidegger prescinde de la actitud fenomenológica, al menos de su desconexión
del yo empírico. Piensa que basta con dejar ser Jo que es, por tanto, es suficiente la
actitud natural. No obstante, ya que la epojé es el método que muestra todo objeto en
su darse, ésta le ayudará a referir todo lo vivido a la vida. Gracias a ella, se da cuenta
de que la actitud natural es la actitud en la que siempre estamos, tiene lugar en el
comportamiento natural.
Heidegger comprende el ser de los entes a la inversa de lo que hace Husserl, es
decir, no después de efectuar la reducción, no yendo de la actitud natural a la trascen-
dental, desde el nivel de mayor profundidad u ontológico en el que lo que se busca
es la estructura unitaria del ser; sólo desde él, emergen los entes. Esto es así porque
el Dasein tiene pri01idad óntica, dado que existe planteando la cuestión del signifi-
cado de la existencia; asimismo goza de prioridad ontológica, pues el ser del Dasein
sólo puede comprenderse en función de tener que ser su ser, en función de su existir.
Finalmente, el Dasein tiene prioridad óntico-ontológica, pues sólo sobre la base de la
comprensión de su ser puede comprender los otros entes cuyos modos de ser no son
los del Dasein mismo.
Esta triple primacía del Dasein sobre todo ente responde a la renovación ontoló-
gica de Heidegger, consistente en situarse en el horizonte del existir que se interroga
por el ser, y en la diferencia ontológica entre ser y ente que ha sido obviada por la
tradición metafísica. El olvido del ser que caracteriza a ésta ha conducido a pensar
los entes sin preguntar por lo que hace que sean.
El ser y, con él, el sentido por el que se pregunta, se dará en la comprensión del
ser del ente que somos nosotros mismos, del Dasein. De ello se ocupará la ontología
fundamental:
En la dilucidación hecha de los problemas de la ontología surgió la necesidad
de una ontología fundamental que tenga por tema el ente óntica-ontológica-
mente señalado. el ser ahí, de tal suerte que acabe por sí misma ante el pro-
blema cardinal, la pregunta que interroga por el sentido del ser en general. De
la investigación misma resultará esto: el sentido metódico de la descripción
fenomenológica es una i11te1pretac ión 874 .
El Dasén es ser ahí, en sentido óntico (en tanto ente), pero también ontológico
(en referencia constante al ser, dado que se interroga por él). El Dasein no sólo existe
ónticamente, ni siquiera ontológicamente, sino, además de ello, óntico-ontológica-
mente, es decir, a medida que se comprende y compo1ia en su existencia, abre un
claro que pe1mite la comprensión de lo otro de sí. De ahí que la fenomenología del
Dasein sea caracterizada por Heidegger como hem1enéutica dirigida a la compren-
sión y auto-comprensión.
Como apuntaremos más adelante, la analítica heideggeriana del Dasein presu-
pone cierta reducción, pues el ser-en-el-mundo aparece como el fondo de la misma.
La diferencia con la reducción husserliana, no obstante, radica en que la constitución
trascendental es, en Heidegger, sólo una de las posibilidades -aunque sea central- de
la existencia del sí mismo fácti co o del ser humano concreto, en ningún caso del ego
trascendental. Ese sí mismo fáctico no es un hecho real mundano, una sustancia, sino
ek-sistencia. Debido a que el Dasein humano es completamente diferente al de los
otros entes, "guarda en sí la posibilidad de la constitución trascendental" 875 . De algu-
na manera, Heidegger hereda esta problemática fenomenológica de la constitución,
ya que todo lo intramundano cobra sentido, se constituye, aunque no en la concien-
cia, sino en el proyecto existencial de comprensión.
Sin embargo, Heidegger pretende comprender íntegramente todo lo que aparece
en el vivir inmediato, especialmente en sus modos no teóricos. Esto equivale a adop-
tar una posición opuesta a la reducción fenomenológica, pues implica sumirse de
lleno en la actitud natural, mientras que la reducción suspendía la tesis de la realidad
de dicha actitud.
Heidegger es un buen conocedor de lo que Husserl pretendía con la reducción:
poner entre paréntesis la tesis de realidad para hacerla aflorar posterionnente como
tal, pero este aparecer como realidad o logra ofrecer el ser de los compo1iamientos,
874
M. Heidegger. Ser y Tiempo, p. 48.
8i5
M. Heidegger. "Ca1ta a E. Husserl", 22. l 0.27. En www.heideggeriana.eom.ar/
382 ~~Carmen L ÓPEZ SÁENZ
870
Este es el término que emplea J. Grondin , Le tournant hennéne111ique de la phénoménologie.
París, PUF, 2003, pp. 26, 29.
877
M. Heidegger. Ser y Tiempo, p. 167.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clavefeno111e11ológica 383
No basta, sin embargo, con esta epojé que re-düige la mirada desde los entes al
ser, sino que hay que encaminarse positivamente hacia éste, pro-yectando y elabo-
rando. Pero el método fenomenológico no se reduce a eso, en Heidegger. Si toma
conciencia de la diferencia ontológica y se propone interpretar conceptualmente el
ser y sus estructuras, debe ser también
[ ... ] una destrucción - un proceso crítico en el que los conceptos tradicionales,
que en el comienzo tienen que emplearse, son deconstruidos hasta llevarlos a
los orígenes desde los cuales fueron trazados. Sólo mediante esta destrucción
880
Ibídem, pp. 30-31.
881
M. Heidegger. El Ser y el Tiempo, p. 24l .
RS2
K. Held. «Le príncipe de la phénoménologie», op. cit. , p. 248.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-c!avefeno111e11ológica 385
Cfr. M. Heidegger. "'Das Ende der Philosophie und die Aufgabe des Denkens", en op. cit,
pp . 69- 70.
884
Cfr. M. Heidegger. (Aparecida en 1963 ). «Mein Weg in die Phanomenologie», en Zur Sache des
Denkens, pp. 8 1-90, p. 8 1.
386 M' Carmen L ÓPEZ SÁENZ
esencial de ésta no reside en ser real como "dirección" filosófica. Más allá que
la realidad está la posibilidad. La comprensión de la fenomenología radica úni-
camente en tomarla como posibilidad885 .
Heidegger se adhiere, por tanto, a Ja fenomenología como posibilidad, no
como la trayectoria seguida por Husserl, pues el Husserl idealista se olvidó de estas
Investigaciones, incluso del "principio de todos los principios" al que se había referi-
do después. Así se alejó de las cosas mismas. de su propia máxima, ya que hizo de la
fenomenología un ejercicio de reflexión, es decir, un pensamiento que convertía en
objeto una vivencia previa, que la reducía a cosa ante la conciencia.
Heidegger le reprocha haber considerado las vivencias como fenómenos de la
conciencia y la vida como "trabazón de todas ellas" 886 . Con su paso al idealismo
trascendental, Husserl convierte la vivencia en puro cogitatum, en correlato del acto
reflexivo; la cosa misma deviene ahora la subjetividad incondicionada que, a los ojos
de Heidegger, sólo es el ente absoluto que arroj a la reducción trascendental. Por el
contrario, Heidegger concibe lo trascendental no como un ente, sino como el ser de
la existencia fáctica. Para él, por otra parte. "vivencia" no es realidad psíquica, ni
fisica, ni un momento en el fluir de la conciencia, sino Ereignis (evento) en el que se
co-implican en el mundo la vivencia del yo y Ja de lo vivido .
Su fenomenología tomará la forma de la ciencia originaria de la vida fáctica ,
no ya de las vivencias; se convertirá en hermenéutica de la facticidad, de lo con-
creto. Como ha sefi.alado Poggeler, si ésta ha de ser comprendida filosóficamente,
no explicada reduciéndola a algo que ella no es, entonces, esa vida fáctica de la
que parte Heidegger "no es otra cosa que la realización radical del planteamiento
fenomenológico" 887 •
Desde la óptica heideggeriana, el ser es eso que no se muestra, pero que necesa-
riamente debe fenomenalizarse, porque es el fundamento de todo lo que se hace mani-
fiesto. La fenomenología tiene corno tarea desvelarlo, describir también lo que no se
muestra, pero que es necesario, porque los fenómenos no siempre son dados; a veces,
sólo se nos dan apariencias y, en general, lo que se fenomenaliza coexiste con lo que
no Jo hace. Heidegger se refiere fundamentalmente al fenómeno del ser olvidado por Ja
tradición y del que todo fenómeno surge. Así es como conduce la fenomenología hacia
la ontología, hacia la tematización de ese ser que se halla velado y debe ser rescatado.
Todavía en 1963 seguía entendiendo la fenomenología como posibilidad del pen-
sar, siempre anclada en su suelo para poder interrogar eso que encuentra a lo largo de
los tiempos:
¿Y hoy? El tiempo de la filosofía fenom enológica parece haberse acabado.
Ésta tiene ya el valor de algo pasado, designado de una manera tan sólo
885
M. Heidegger. Ser v Tiempo, p. 49.
886
M. Heidegger. Ontología. Hermenéutica de la.facticidad, p. 93.
8'7
O. Piiggeler. El camino del p ensar de Martin Heidegger. Madrid, Alianza, 1983, p. 74.
Corriemes actuales de la Filosofla J. En-clave feno111enológica 387
888 Cfr. M. Heidegger. «Mein Weg in die Phanomenologic», en op. cit, p. 90 (La cursiva es mía).
889
E. Husserl. Ideen 1, p. 143. (ideas!, p. 377).
M. Heidegger. Omología. Hermenéutica de la facticidad, p. 98.
Cfr. M. Heidegger. «Mein Weg in die Phanomenologie». en op. cit., p. 83.
Ibídem, p. 90.
388 Mª Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
En efecto, Heidegger se interrogó escasamente por este anclaje que, sin embar-
go, fue descrito agudamente, como hemos visto, por el "idealista" Husserl.
Heidegger entiende la fenomenología como vuelta a las cosas mismas, a los fe-
nómenos, ¿pero qué fenómenos? En el párrafo 7 de Ser y Tiempo, describe el signi-
ficado de los dos términos griegos que fo1111an la palabra: "fenómeno" y "lógos". El
primero, es explicitado distinguiendo tres sentidos de "fenómeno":
l) El Phiinomen o fenómeno es la manera en la que se muestra una cosa tal y
como es en sí misma; corresponde a la dación en carne y hueso de la que
hablaba Husserl y es el sentido primitivo y positivo que será adoptado por
su discípulo.
2) El Schein es la pura apariencia, o sea, lo que parece ser; remite necesa-
riamente al Phanomen, ya que sólo en la medida en la que algo puede
mostrarse tal y como es, ser fenómeno , puede ocasionalmente mostrarse
tal y como parece ser, pero no es. Esta acepción no hace referencia a la fe-
nomenalidad del fenómeno. Frente a ella, el sentido original del fenómeno
es el ente mismo tal y como se manifiesta en sí.
3) La Erscheinung o aparición es el anuncio de algo sin que éste se muestre,
su aparición mediante un representante, el indicio (por ejemplo, el humo
que pone de manifiesto que hay fuego). Este último sentido coincide con
el fenómeno kantiano, que es un índice de un noúmeno; ahora bien, el
error de Kant fue pensar que todo fenómeno era de este tipo.
En realidad, de nuevo, la Erscheinung sólo es comprensible sobre la base del
Phanomen, ya que presupone que la cosa es capaz de mostrarse ella misma en lo que
realmente es, siempre y cuando se den las circunstancias apropiadas (por ejemplo, el
fuego del que el humo es indicio puede mani festarse en sí cuando me acerco lo sufi-
ciente al lugar). La aparición siempre nos ree vía a otra cosa, nos indica una realidad
secundaria que se anuncia pero no se muestra y que, a pesar de ello, también pertene-
ce esencialmente a lo que aparece procurándole sentido y fundamento.
Así pues, "Fenómeno'', en sentido primero, es el mostrarse de algo en tanto que
fenómeno , que se define por la Sichzeigen , que es lo manifiesto. Queda así explici-
SQJ
J. Patoéka. Le Monde Natural et le Mouvement de/ 'existence humaine. Dordrecht, Kluwer. 1988.
p. 93.
Corrientes actuales de la Fi/osojia l. En-clave fenomenológica 389
tado el concepto formal de fenóm eno: lo que se muestra en sí mismo. Tal concepto
fonnal no responde aún a la cuestión de si lo que se muestra es un ente o un rasgo del
ser de los entes; sin embargo, él funda de un modo unitario la diversidad de significa-
ciones del té1mino "fenómeno" a la que nos hemos referido.
897
Ibídem, p. 165.
898
Ibídem. p. 160.
899 M. Heidegger. Prolegomena zur Gesichte des Zeitbegr!ffis, pp. 97-98.
900
Cfr. Ibídem, p. 36.
392 Mª Carmen LÓPEZ S ÁENZ
901
Cfr. J. L. Marion. Réduction et donalion. Paris, PUF, 1989. pp. 12 y ss.
Corrientes ac/l/ales de la Filosofía J. En-clave fenomenológ ica 393
cia ontológica; constituye la compren ión inmediata del vivir que ahora, gracias a la
intencionalidad, se torna orientadora. La vida como ser intencional deviene ser-en-
el-mundo.
Heidegger considera que Husserl se olvidó del ser intencional, centrado como
estaba en la estructura a priórica de la intencionalidad. Él piensa que tanto el Dasein
como los entes se descubren en el a priori concreto del mundo:
Pues bien, es forzoso que estas detem1inaciones del ser del "ser ahí" se vean
y comprendan a priori sobre la base de aquella estructura del ser del "ser ahí"
que llamarnos "ser en el mundo". El justo punto de partida de la analítica del
"ser ahí" está en la interpretación de esta estructura común90~.
La intencionalidad heideggeriana es la efectuación concreta de una ontología fe-
nomenológica y debe llevar a la interrogación del ser de los objetos intencionales.
Si la intencionalidad husserliana, tras la reducción, se conve1iía en la correla-
ción entre noesis y noema, Heidegger sustituye la primera por el ejercicio de la vida
que se plasma en los comportamientos intencionales y el nóema por el sentido ob-
jetivo que éstos aITojan (intenciones). Prioriza, por tanto, el sentido de ejecución
(Vollzugssinn); no ignora que el ejercicio cognoscitivo también es un modo de vida,
pero no el único. Si la fenomenología trascendental convierte las cosas en sentidos,
Heidegger va a las cosas mismas, entendidas como el sentido de los compo1iamien-
tos intencionales. Todo compo1t amiento tiene referencia, ejecución y contenido ob-
jetivo. Esta es la estructura de su intencionalidad.
Los existenciales desarrollados en Ser y Tiempo son una constante práctica de
análisis intencional noesis-noema, au que sin alusiones a la conciencia, la forma del
comportamiento vital de un ser que tiene la estructura de estar dirigido a. Una especie
de reducción fenomenológica transfornrnda permite referirse a los distintos momen-
tos del ser-en-el-mundo y mostrarlos como trascendentes. Así interpreta Heidegger
la intencionalidad, en ténninos de trascendencia. Ésta es la intencionalidad del ser-
en-el-mundo, porque comprende el ser de las cosas al mismo tiempo que fomenta la
auto-comprensión.
Heidegger no aborda, pues. la intencionalidad de la conciencia, sino la del ser-
en-el-mundo en el que ella se funda como ek-stasis 903 de la existencia. Muestra cómo
la intencionalidad de la conciencia se fünda en la temporalidad ek-statica del Dasein,
de ese ser finito que, por serlo, proyecta y se compromete en su vida teórico-práctica.
La intencionalidad fenomenológica es el hilo conductor a la estructura ek-statica del
ser ahí. Pensarla radicalmente es fündarla en dicho ser ek-statico.
A Heidegger no le cabe duda de q e la intencionalidad es uno de los grandes des-
cubrimientos de la fenomenología, pero no puede ser pensada como una experiencia
privada, ya que vive del mundo exterior. Por eso rechaza la subjetivación husserliana
902
M. Heidegger. Ser y Tiempo, p. 65.
903
Cfr. Ibídem, pp. 392-393, nota J.
394 M' Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
904
Ibídem, p. 239.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clavejeno111enológica 395
90
; Ibídem, p. 188.
906
Ibídem. p. 240. Tras Ja Kehre, Heidegger transcribe este pasaje para ilustrar de qué modo el pensar
puede, en ocasiones, apartar de lo que ya se ha mostrado decisivamente. Véase M. Heidegger. "Das Ende der
Philosophie und die Aufgabe des Denkens", en op. Cit., nota, p. 77.
396 M' Carmen L ÓPEZ S ÁEl'Z
907
M. Heidegger. Ser y Tiempo, pp. 238-239.
908
Cfr. Ibídem. p. 239.
909
Ibídem.
910
Ibídem. p. 242.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 397
911
Ibídem. p. 243.
912
M. Heidegger. Was ist metaphysik? (1929). Trad. cast. ¿Qué es metafísica?, en Hitos. Madrid,
Alianza editorial, 2000, pp. 93- 108, p. 107.
398 ~~Carmen L ÓPEZ SÁE ' Z
9U
Cfr. M. Heidegger. «Das Ende der Philosophie und dieAufgabe des Denkens», p. 71 .
914
Ibídem, p. 72 .
Corriemes actuales de la Filosofía l. En-clave fenom enológica 399
.,.
915
917
M. Heidegger. Ser y Tiempo. p. 470 .
M. Heidegger. «Das Ende der Philosophie und di e Aufgabe des Denkens», p. 73.
Ibídem , p. 76.
400 ~r Carmen LórEz SÁEl\Z
918
fbídem, p. 79.
919
M. Heidegger. Ser y Tiempo, pp. 392-393. nota l.
Corrientes actuales de la Filosojia !. En-clave jeno111enológica 401
La pregunta por el sentido del ser requiere una analítica del Dasein, la cual es
ontología fundamental del mismo. Éste es distinto de todos los demás entes, porque
nunca está presente, sino que existe y hace posible la constitución trascendental de
todo lo positivo. El problema central planteado en Ser y Tiempo es el de su modo de
-er. No es el sujeto transcendental, c mo acabamos de ver; la apertura del Dasein es
la que hace posible el mundo, pero no es una estructura trascendental, sino un hecho
de cada Dasein. De ahí que Heidegger emprenda una fenomenología de éste que to-
mará la forma de una analítica existenciaria, en tanto elaboración de Ja estrnctura de
er del ente que es el Dasein.
De hecho en los Prolegomena, Heidegger denominaba "fenomenología del
Dasein" a la analítica que lleva a ese ente privilegiado para toda interrogación on-
tológica, para toda dilucidación del fenómeno "ser", no sólo porque él es el ente
que plantea Ja cuestión del ser, que lo comprende, sino también porque es dicha
cuestión.
920
Cfr. J.F. Courtine. Heidegger et la phénoménologie. Paris, Vrin. 1990, p. 275.
921
Cfr. J. Patocka. El movimiento de la existencia humana, p. 278.
402 ~!"Carmen LóPEZ SÁENZ
Los existenciarios son las estructuras de la vida fáctica; como tales, no son de-
·crminados contenidos, sino indicaciones fom1ales que poseen sentido existencial;
son esquemas conceptuales, sino osibilidades del ser fáctico que, como tales,
- n constitutivas de esa facticidad; ¿Qué entiende el filósofo por "facticidad"? La
!Xistencia del Dasein como comprensión de su destino y de su ser-en-el-mundo con
rros:
La efectividad del f actum "ser ahí'',factum que es en cada caso cada "ser ahí",
la llamamos su "facticidad" ( .. .) El concepto de facticidad encierra en sí el
"ser en el mundo" de un ente "intramundano", de tal suerte que este ente pueda
comprenderse como siendo su "destino", estar vinculado con el ser de los entes
que le hacen frente dentro del mundo que es peculiar de él925 .
Para Heidegger, la comprensión del ser no es un acto puramente teórico, sino un
~ontecimiento fundamental en el que esta comprometido el propio destino, y a par-
. - del cual la diferencia entre los modos explícito e implícito de comprender no es
.=na simple diferencia entre conocimiento claro y oscuro, porque este conocimiento
• ncieme el ser mismo del hombre, a su paso de la comprensión inauténtica a la au-
~tica. Esta vinculación de la facticidad del existir del Dasein con la comprensión es
9'..J
M. Heidegger. Ser y Tiempo, p. 57.
Ibídem. p.56.
Ibídem. p. 68.
404 :vi• Carmen LÓPEZ SÁENZ
926
Ibídem, p. l32.
Corrienies actuales de la Filosojia l. En-clave feno111enológica 405
927
Ibídem. p. 54.
406 Ñf' Carmen L OPEZ S ÁE1' Z
928
Ibídem. p. 65 .
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-c/avefe110111e11ológica 407
destacar con él los demás, es decir, ver en todos los casos el fenómeno entero.
El ·'ser en el mundo" es, sin duda. una estruch1ra necesaria a priori del "ser
ahí". Pero que dista mucho de determinar plenamente el ser de este último929 .
La mundanidad del mundo es un existenciario: el ser de la condición óntica del
descubrimiento de los entes, pero ¿cómo se manifiesta?
La mundanidad del mundo en general ¿Por qué camino damos con este
fenómeno?
"Mundanidad" es un concepto ontológico y mienta la estrnctura de un elemen-
to constitutivo del "ser en el mundo". Pero ya sabemos que éste es una deter-
minación existenciaria del " er ahí ... La mundanidad es, según esto, ella misma
un existenciario930 .
La mundanidad del mundo se pone de manifiesto en todo lo que hace referencia
a la praxis, la cual es previa a la teoría, en todos nuestros modos de ser-en. Éste no
significa estar en un espacio físico. Tampoco el ser se agota en el Dasein, sino que,
más bien, éste es en un horizonte de ser. En el pátTafo 28, se nos dice que el ser-en es
apertura desde el Da:
Un "aquí" y un "allí" sólo son posibles en un "ahí", es decir, si es un ente que
ha abierto como ser del "ahí" la espacialidad. Este ente lleva en su más peculiar
ser el carácter del "estado de no cerrado". La expresión "ahí" mienta este esen-
cial "estado de abierto" . Gracias a éste, es este ente (el "ser ahí"), a una con el
ser allí de un mundo para él, el mismo "ahí"931 .
El ser es el que se da como ser-en-el-mundo; éste no nombra una espacialidad
o una ubicación dentro del mundo del Dasein, colocado en él junto a otros entes,
en una relación de contigüidad en el espacio, sino que actúa como el cuerpo vivido
fenomenológico, es decir, como punto cero de orientación; es el ser-en-el-mundo el
que espacializa, tanto en lo que hace referencia a los entes a mano (la silla está cerca
o lejos de mí), como al propio Dasein que se aleja o se dirige hacia algo; no está ahí
en el espacio.
Heidegger subdivide el mundo de la vida husserliano en Umwelt o mundo cir-
cundante, Mitwelt o mundo compartido y Selbswelt o mundo del sí mismo. Ahora
bien, el mundo no es uno determinado, sino otro existenciario, es decir, es condición
de posibilidad del ser-ahí en sus relaciones. Así, por ejemplo, el mundo circundante
o Umwelt no es la espacialidad desnuda y abstracta del mundo, sino su referencia a
la existencia del Dasein. Es un ser caracterizado por un compromiso esencial en un
mundo, que puede descubrir un hecho como lo circundante a partir del cual una no-
ción infinitamente más pobre como el espacio, adquiere un sentido.
929
M. Heidegger. Ser y Tiempo. p. 66.
930
Ibídem, p. 77.
931
Ibídem. pp. 149-150.
408 l>f' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
Las cosas en medio de las cuales el Dasein existe son objetos de cuidado, de pre-
ocupación (das Besorgte). Estas cosas, invitan a hacer uso de ellas, sirven para algo.
Con lo a la mano, estamos por Jo tanto presentes en el mundo, entendido como con-
junto originario y original de las cosas y como condición de la revelación del mundo
en nosotros mismos.
Ésta se produce primeramente en el modo de ser de los entes que son «ante los
ojos» (Vorhandenheit). Otro modo de «ser en» de las entidades es la Zuhandenheit
(los utensilios); ambos incluyen el término Hand (mano) para subrayar el contexto
práctico en el que aparecen, es decir, el hecho de que estos entes no están ahí para
que Jos examinemos teóricamente, sino para que los usemos.
A diferencia del «ser en» de ambos tipos de entes, el «ser en» del Dasein es un
existenciario, que apunta a una estructura o ginaria que señala un «habitar en rela-
ción con».
El "ser en" no es, con an-eglo a lo dicho, una "peculiaridad" que unas veces se
tenga y otras no, o sin la cual se pudiera ser tan perfectamente como con ella.
No es que el hombre "sea" y encima tenga un óntico habérselas relativamente
al "mundo", el cual se agregaría el hombre a sí mismo ocasionalmente. El "ser
ahí" no es nunca "inmediatamente" un ser exento de "ser en", por decirlo así,
que tendría a veces el capricho de echarse a cuestas una "relación" al mundo.
Echarse a cuestas relaciones al mundo es sólo posible porque el "ser ahí" es
como es en cuanto "ser en el mundo". Esta estructura de su ser no es simple re-
sultado de que además del ente del carácter del "ser ahí" sea aún "ante los ojos"
otro ente y aquél venga a coincidir con éste. "Coincidir con" el "ser ahí" sólo
le es posible a este otro ente en tanto que le es dado mostrarse por sí mismo
dentro de un mundo932 .
La mundanidad es un existenciario, lo que significa que el mundo no es una de-
terminación del ente sino del ser ahí, de modo que éste es el mundo que le preocupa
y con el que se ocupa. Sin separar la mundanidad de la significatividad, Heidegger
analizará el "ser en" y reconocerá un primer grupo de existenciarios: la comprensión,
la interpretación articulada con ella y el discurso en el que ésta cobra concreción.
Aunque el ser-en-el-mundo se encuentra, como hemos visto, en la base de la fe-
nomenología merleau-pontiana y de la ontología fenomenológica saitriana, lo cierto
es que el problema central que afronta Heidegger no es tanto el de la existencia como
el del ser. Evidentemente, hay una conexión innegable con la existencia y, por ello,
Heidegger puede ser considerado como un filósofo que estudió ambos fenómenos en
su interrelación.
Es verdad que la adscripción de Heidegger a cie1ta filosofía "existencialista", a
pesar suyo, explica el éxito que el filósofo alemán tuvo en Francia en tomo a 1940.
Bien pronto, Lévinas intentará superar su concepción de la existencia dirigiéndose
932
fbídem. p. 70.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenom enológica 409
La obra a la que pertenece este fragmento intenta poner de relieve que el huma-
nismo ha de ser superado, porque no dignifica suficientemente al hombre, ya que no
lo ve como el pastor del ser, es decir, uno de sus múltiples ahí .
Si el hombre no es el ser, éste tampoco es Dios. Heidegger piensa que el Dios de
la tradición cristiana sólo es un ente. No va más allá, no niega ni afirma la existencia
de Dios. Rechaza, eso si, su positivización en una imagen detem1inada que puede
incluso ocultarlo. No es, como piensa Saitre, que tras la muerte de Dios nos situemos
en un plano donde esencialmente, sólo hay hombres, porque, siguiendo a Heidegger,
sólo "hay" ser. El ser se da al mismo tiempo que se retira. Antes de pensar filosófi-
camente a Dios, es preciso clarificar la cuestión del ser, porque sólo desde éste se
puede pensar la esencia de lo sagrado y, después la de dios 934 .
El ser ya no resulta del proyectar del Dasein, sino que hay que desvelarlo tras lo
que aparece; no puede esclarecerse por completo comprendiendo al hombre, pero
éste sólo puede comprenderse a partir del ser, porque lo que es evidente es que no es
un ente análogo al resto. La humanidad del hombre, la esencia del pastor del ser es
la ek-sistencia, el salir de sí o el estar anojado fuera, su nada -como la conciencia
de Sartre- . A diferencia de éste, lo esencial, para Heidegger, no es el hombre, sino el
ser como dimensión de lo ek-stático de dicha existencia. Heidegger cree evitar así el
antropologismo del que, sin embargo, Husserl le acusa.
En 1933 Sartre leyó a Heidegger en Berlín; sin embargo, mientras que éste pre-
tende superar con el Dasein el dual ismo ser-conciencia, Sartre sigue fiel a la tradición
cartesiana del cogito: rechaza la trascendencia del Dasein y no hace ninguna referen-
cia a la diferencia ontológica . Sentencia que Heidegger ha cometido el error de ale-
jarse de Husserl hasta el punto de describir el Dasein olvidándose de la conciencia .
m M. Heidegger. (1946). Brief über den H11111anismus. (Trad. Cast. Carta sobre el humanismo.
Madrid. Alianza editorial, 2000. pp. 34-35).
934
Ibídem. p. 70.
410 M' Cannen LÓPEZ SÁENZ
minación, que fue adoptada en el si glo xvm para la palabra "objeto", quiere
expresar el concepto metafisico de la realidad efectiva de lo real 9r.
Ahora, Heidegger reinterpreta esa frase entendiendo que el ser que tiene el rasgo
de la existencia, de ese estar dentro ek-stático, es el aquí del ser; "ek-sistencia" es
"estar en el claro del ser"938 y sólo el hombre tiene ese modo de ser:
La existencia así entendida no es sólo el fundamento de la posibilidad de la
razón, ratio, sino aquello en donde la esencia del hombre preserva el origen de
su detetminación.
La ek-sistencia es algo que sólo se puede decir de la esencia del hombre, es,
sólo del modo humano de "ser". Porque, en efecto, hasta donde alcanza nuestra
experiencia, sólo el hombre está implicado en el destino de la ek-sistencia 939 .
Estancia en el claro del ser no es, en primer lugar, ser sujeto intramundano,
Antes bien, en su esencia el hombre ek-siste ya previamente en la apettura del
ser, cuyo espacio abie1io es el claro de ese "entre" en cuyo interior puede llegar
a "ser" una "relación" entre el sujeto y el objeto 940 .
La esencia del ser-ahí es el estado de abierto, o sea, el ser descubridor del Dasein;
por encontrarse en él, abre, descubre y, como ya decía en Ser y Tiempo, es en la ver-
dad, en el sentido de que el estado de abierto pe1tenece a su constitución existenciaria:
"Tenemos que suponer la verdad, la verdad tiene que ser en cuanto 'estado de abierto'
del ser ahí', tal cual este mismo, como en cada caso mío, y éste tiene que ser"941 •
Después de Ser y Tiempo , "existencia" significa, pues, estar en el claro del ser.
En el propio ser se esconde también la posibilidad de la nada, que no es su con-
traria. Como en Sartre, la nada no es mera posibilidad de negar; a la inversa, si hay
afirmación y negación es porque ambas derivan de la nada:
Todo "no" que no se interprete erróneamente como un insistir obstinado de
la fuerza impositiva de la subjetividad, sino que siga siendo un "no" de la ek-
sistencia que deja ser, está respondiendo a la llamada del desistir surgido en el
claro. Todo "no" es únicamente la afinnación del no de la nada. Toda afirma-
ción reposa sobre un reconocimiento, el cual deja que venga a él aquello hacia
lo que él va 942 .
9.\7
Ibídem, pp. 29-30.
93¡
Ibídem. p. 27.
939
Ibídem, p. 28 .
940
Ibídem, p. 69.
941
M. Heidegger. Ser y Tiempo, p. 249.
942
M. Heidegger. Carla sobre el humanismo, p. 82 .
412 M' Carmen LóPEZ SÁENZ
Está siempre alerta y lista para saltar, si bien raras veces llega a hacerlo y a
dejarnos en suspenso.
Lo que convierte al hombre en lugarteniente de la nada es el hecho de que el
Dasein esté inmerso en la nada sobre el fundamento de la angustia oculta. Tan
finitos somos, que precisamente no somos capaces de trasladarnos originaria-
mente delante de la nada mediante una decisión y voluntad propias. 943
La nada no acaba con lo ente, sino que se anuncia en él, en su vaciado de la totali-
dad de lo que es. El Dasein implica ser y nada; su contrario no es el no ser, sino el ser
que no asume su ahí o ignora su ser.
El existente auténtico se sabe rodeado de entes que no son él; no se le oculta, por
consiguiente, el ser, porque éste aparece ante un fondo de nada y la experiencia de
ésta es conforme a la existencia más propia. J stamente porque el ser humano se sos-
tiene en la nada, en el extrañamiento frente a todos los otros entes del mundo, se abre
para él la posibilidad de desvelamiento del ser. Puede decirse, entonces, que todo
viene de Ja nada, no en el sentido de que ésta sea otro ente primigenio o una causa de
lo que es -nada puede venir de la nada-, sino en el sentido de que nuestro ser-ahí, al
estar más allá de los entes y de lo que es óntico en él, está abierto a la revelación ori-
ginaria del ser. Así pues, la nada no es negación de lo que es, sino el poder aparecer
del ser de todo lo que es al hombre.
La pregunta por la nada nos sitúa a los que preguntamos en dicha pregunta. Es
una pregunta metafísica, ya que va más allá de lo ente, a la esencia del Dasein. La
metafísica forma parte de la naturaleza de éste.
La filosofía sólo se pone en marcha por medio de un salto particular de la pro-
pia existencia dentro de las posibilidades fundamentales del Dasein en su tota-
lidad. Para dicho salto, lo decisivo es, por un lado, darle espacio a lo ente en su
totalidad, y, después, abandonarse a la nada, es decir, librarse de los ídolos que
todos tenemos y en los que solemos evadimos; finalmente, dejar también que
sigamos siempre en suspenso a fin de que vuelva a vibrar siempre de nuevo esa
pregunta fundamental de la metafísica que surge obligada por la propia nada:
¿por qué hay ente y no más bien nada?944 .
arroja a la nada y, por consiguiente sólo nos pone frente a nuestra propia posibilidad:
la estructura de la cura de nuestro ser ahí.
La angustia implica una especie de puesta entre paréntesis del mundo similar a la
epojé 945 , pero que no reconduce, como en Husserl, al ego trascendental, sino al mundo
de Ja vida fáctica y al Dasein; la angustia revela en él su poder ser más propio, lo tras-
lada a su ser libre para esa posibilidad que lo defme. Ella es la disposición afectiva fun-
damental, el momento trascendental de la facticidad. La angustia revela en el Dasein el
estar vuelto hacia el poder-ser más propio, es decir, su ser libre para escogerse.
La crítica heideggeriana a la reducción, como hemos visto, ahonda en ella como
reflejo de la tradición metafisica que todo lo remite a ego, pero no la rechaza, sino
que la re(con)duce al modo específico del ser intencional e interrogativo. Según J. F.
Courtine, Heidegger es fiel al principio de la reducción, porque ésta desvela a la vez
al ego trascendental y el fenómeno del mundo, fundamentalmente a través de la an-
gustia reductora, la cual no es completamente diferente de la reducción trascendental
husserliana, aunque se desarrolla en otra dimensión, en la de la Stimmung o tonalidad
afectiva 946 . De ahí que los análisis heideggerianos de las vivencias ya no sean teo-
réticos, ni se analicen desde la subjetividad pura, sino según el modo en el que nos
encontramos de hecho, en la apertura al mundo.
A diferencia de la reducción trascendental, la angustia no es algo que se active
libremente, sino que acontece pasivamente. A pesar de estas diferencias, la angustia
y la reducción petmiten una comprensión de sí y de la vida. Precisamente por estar
indeterminada, la angustia sitúa al Dasein frente al mundo como tal y frente a sí
mismo en tanto ser-en-el-mundo, yecto ahí y le permite asumir sus potencialidades
y esto sin recurrir a ningún artificio demostrativo. La angustia ante un mundo sin
significado obliga a volver sobre la propia existencia, que es aprehendida como el
encontrarse fundamental y entonces a re la interpretación del ser ahí:
Sin duda que es inherente a la esencia de todo encontrarse abrir en cada caso
el íntegro "ser en el mundo", en todos sus ingredientes constitutivos (mundo,
"ser en'', "sí mismo"). Pero en la angustia hay la posibilidad de un señalado
abrir, porque la angustia singulariza. Esta singularización saca al "ser ahí" de
su caída y le hace patentes la propiedad y la impropiedad como posibilidades
de su ser. Estas fundamentales posibilidades del "ser ahí", que es en cada caso
el mío, se muestran en la angustia en sí mismas, sin desfigurar por los entes
intramundanos, a que se aferra inmediata y regulannente el "ser ahí"947 .
Esta apertura de lo más propio, es ajena a la reducción husserliana, la cual le pa-
rece a Heidegger una separación del hombre y de su conciencia, algo que rompe con
945
Courtinc ha afimrndo que la angustia es otro modo de la reducción fenomenológica-trascendental
que sirve para comprender el paso de la inautenticidad a la autenticidad (Cfr. J-F. Courtine. Heidegger et la
Phénomeno!ogie. pp. 232-234).
9•• fbídem. p. 245.
9 7
J M . Heidegger. Ser y Tiempo, p. 211 .
414 M' Carmen LÓPEZ SÁ E ·z
948
J-P. Sartre. L'Etre et le NéanI, p. 122.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111enológica 415
949
Ibídem. p. 125.
950
Ibídem. pp. 37 1-372 .
951
M. Heidegger. Ser y Tiempo, p. 68.
416 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
952
J-P. Sartre. L 'Étre et le Néam, p. 60.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-c/avefeno111enológica 417
La cura o el cuidado no es uno más de dichos fenómenos, por tanto, sino una es-
tructura del ser-en-el-mundo que, como hemos visto, es abierto:
La estructura de la ·'cura" como "pre-ser-se-ya en un mundo-como ser cabe los
entes intramundanos" entraña "el estado de abierto" del "ser-ahí". Con y por
este es el "estado de descubierto", luego únicamente con el "estado de abierto"
del ser-ahí" se alcanza el fenómeno más original de la verdad955 .
De la cura derivan todos los fenómenos que trascienden el ahí del ser para cui-
darse de él, preocupándose de la facticidad en el mundo. Dado que las detem1inacio-
nes del Dasein sólo se comprenden sobre el ser-en-el-mundo, Heidegger busca una
estructura del mismo que no pierda de vista la unidad intrínseca de sus elementos. La
encuentra en la cura, en esa intencionalidad horizontal hacia el mundo que constitu-
ye el ser del Dasein, ya sea en su modalidad auténtica o inauténtica:
El ser del "ser ahí" quiere decir: "pre-ser-se-ya-en (el mundo) como ser-cabe
(los entes que hacen frente dentro del mundo)". Este ser es lo que constituye,
en conclusión, el significado del término "cura'', que se emplea en su acepción
puramente ontológico-existenciaria. De ella queda excluida toda tendencia ón-
tica u ónticamente entendida, como cuidado o incuria, etcétera956 .
953
M . Heidegger. Ser y Tiempo, p. 207.
954
Ibídem, p. 202.
95~
Ibídem. p. 241.
Tbídem. p. 213.
418 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
como obrero, como artista, como científico, etc. Cada una de estas proyecciones de-
termina en vista de qué hacemos uso de las cosas.
Como en Merleau-Ponty, el ser ahí, que es el ser humano, ya no es espacio y
tiempo, sino la apertura dimensional que hace que haya espacio-y-tiempo. El Dasein
es temporalizante y espacializante, aunque verdaderamente Heidegger, al igual que
Bergson, ha desconsiderado el espacio.
En esta situación en la que el Dasein se halla, siendo en el mundo con otros, pue-
de optar por la existencia inauténtica, la huída de sí mismo y la imnersión en la masa,
o por la existencia auténtica, la vuelta a sí mismo para apropiarse originariamente de
las cosas.
La primera opción es inauténtica o impropia, porque el Dasein se pierde en el
anonimato, en la comprensión ya establecida, en el "se", o "uno" (das Man) imper-
sonal y en la repetición de lo que ya se ha dicho. Das Man es el ser humano que ha
perdido de vista su ser para sí y sólo es capaz de hacer y pensar lo que los otros hacen
y piensan; se trata de la persona que ha perdido su personalidad y se ha converiido en
lo que los otros han querido hacer de ella.
El "uno", que no es nadie detenninado y que son todos, si bien no como suma,
prescribe la forma de ser de la cotidianidad.
El "uno" mismo tiene sus peculiares modos de ser. La mencionada tenden-
cia al "ser con" que llamamos la distanciación, se funda en que "el ser uno
con otro" en cuanto tal se cura del "termino medio" [ ... ] "Distanciación",
"término medio", "aplanamiento" constituyen, en cuanto modos de ser del
"uno'', lo que designamos como " la publicidad". Ésta es lo que regula in-
mediatamente toda interpretación del mundo y del "ser ahí" y tiene en todo
razón [ ... ] La publicidad lo oscurece todo y da lo así encubierto por Jo sabido
y accesible a todos 957 .
No es que Heidegger an-emeta contra los medios de comunicación, ni contra las
manifestaciones publicitarias en general, sino que está describiendo la pérdida de au-
tenticidad cuando la relación del ser ahí con los otros en el ámbito de la cotidianidad
provoca la caída del ser más propio en el '"uno". La caída es la tendencia estructural
del ser fáctico a desfigurar su propio ser. Modos de dicha caída son las habladurías,
la avidez de novedades y la ambigüedad. La apropiación hermenéutica de dicha caí-
da consiste en el desmontaje previo de la tradición.
Por su parte, el "Uno" hace referencia al estado de perdido del Dasein, por cuan-
to aquél no es nada detem1inado y a la vez lo es todo. Esta condición descarga al
Dasein de la responsabilidad de ser él mismo, de su autenticidad. En este sentido, se
asemeja a las conductas de mala fe a las que se refirió Sarire.
El "uno" descarga así al "ser ahí" del caso en su cotidianidad ( ... ) Todos son el
otro y ninguno él mismo. El "uno'', con el que se responde a la pregunta acerca
del "quién " del " ser ahí" cotidiano, es el "nadie'', al que se ha entregado en
cada caso ya todo "ser ahí" en el "ser uno entre otros". 958
Para superar este estado, el Dasein ha de llegar a ser sí mismo. Ésta es su ta-
rea existencial auténtica. Consiste en ser sí mismo, en aceptar el ser-para-la-muerte
como el determinante último de las posibilidades y como la posibilidad más propia.
Cuando la admitimos, nuestra existencia se aleja del "se'', porque sabemos que lo
adquirido en Ja anonimidad nos fallará al final ante ella.
La mue11e es el fin del ser-en-el-mundo que permite, sin embargo, al Dasein ver-
se como totalidad y lo abre a sus posibilidades del modo más auténtico, aceptándolas
como puras posibilidades, revelando las que se le presentan como no definitivas. Nos
ensefia que el Dasein no debe aferrarse a ninguna de ellas, sino mantener su ape11ura
y su dinamismo, a aceptar que "Las cosas importantes acaban por llegar a tiempo,
aunque sea a última hora y aunque no estén destinadas a la eternidad"959 •
En este sentido el ser-para-la-muerte delimita cie11os contenidos de la autentici-
dad; en efecto, el ser humano que no huye del mismo es el ser auténtico que percibe
su realidad desnuda, su nada. Entonces, se angustia de sí mismo, de su facticidad
que le obliga a posicionarse. Los objetos se toman indiferentes y obligan al Dasein
a comprenderse a partir de sí mismo. Así Ja angustia lo redin1e de su dispersión en
las cosas y le revela, de una manera particulam1ente aguda, su posibilidad de existir
como ser-en-el-mundo. Ella debe, por consigmente, constituir la situación en la que
se reúnen todas las estructuras ontológicas del Dasein. Por eso la angustia es com-
prensión. Comprende de una manera excepcio al la auténtica posibilidad de existir,
ya que, en la angustia de Ja absoluta impotencia, el ser-ahí es capaz de desvelarse
como lo otro frente a la nada .
El final de mi existencia, mi muerte, no es algo que intem1mpa de repente una
secuencia de acontecimientos, sino una posibilidad conocida de una manera
o de otra por el ser-ahí: la posibilidad más extrema de sí mismo, que él puede
abrazar, apropiársela en su aproximarse. El ser-ahí tiene en sí mismo la posi-
bilidad de encontrarse con su muerte como la posibilidad más extrema de sí
mismo [ .. .] La propia interpretac ión del ser-ahí, que sobrepasa a cualquier otra
en certeza y propiedad, es la interpretación de cara a su muerte, la certeza inde-
term inada de la más propia posibilidad del ser-relativamente-al-fin960 .
El ser-para-la-muerte es la posibilidad más propia de la existencia, porque, en
primer lugar, Ja muerte es la posibilidad de la radical imposibilidad de existir, el
poder-ser insuperable; en segundo lugar, por él, el Dasein se hace libre para elegirse
a sí mismo como poder-ser-total. Esta libertad ante la muerte fundamenta la decisión
de la existencia auténtica: la elección de ser verdaderamente nosotros mismos. Así se
958
Ibídem, p. 144.
959
M. Heidegger. Carta sobre el humanismo, p. 59.
960
M. Heidegger (1924). Der Begriff der Zeit. (Trad cast. El concepto de 1ie111po. Madrid, Trotta,
1099, p. 43)
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave f enomenológica 421
96 1
M . Heidegger. Carta sobre el humanismo, p. 30.
962
fb íde1n. p. 34.
96
·' M. Heidegger ( 1924). Der Begriff der Zeir. (Trad cast. El concepto de tiempo. Madrid, Trolla,
1099, p. 36).
422 ? Carmen LÓPEZ S ÁENZ
965
M. Heidegger. El concepto de tiempo, pp. 57-58).
966
M. Heidegger. Carta sobre el humamsmo, pp. 53-54.
424 M' Carmen LÓPEZ S ÁE •z
967
Ibídem, p. 57.
%8
Ibídem. pp . 23-24.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomeno lógica 425
969
Ibídem. p. 20.
970
Cfr. Ibídem, p. J 8.
971
Ibídem. p. 11.
426 M" Carmen LÓPEZ SÁENZ
sujeto de todos los demás entes, Heidegger pr clama una diferencia que permite la
correlación, entre el sentido del ser del Dasein y el de los otros entes. El sujeto es, a
Ja vez, otro y él mismo que los entes del mundo, porque también forma parte de éste.
Esta continuidad ontológica contiene una diferencia que no ha sido abordada por las
ontologías sustancialistas, las cuales interpretan la vida o bien desde el hombre, o
bien desde la materia; la diferencia que introduce Heidegger es justamente la herme-
néutica de la vida fáctica a partir de sí misma y en su contenido esencial.
El hombre no se distingue de los entes por su diferencia específica -la razón-
sino por el hecho de que existe. Su analítica de la existenciariedad ha dado cuenta de
las complejas estructuras que definen al Dasein. Después de la Kehre, no ha desapa-
recido por completo esta intención aunque se haya reconducido al ser. Desde nuestra
perspectiva, sin embargo, en esos últimos escritos da la impresión de que la esencia
de lo humano tenga menos que ver con la razó que con la poesía. Así podemos verlo
cuando Heidegger caracteriza negativamente el pensar, como eso que no es ni teó1i-
co (contemplativo) ni práctico (activo), o cuando lo une al lenguaje y hace del pensar
el decir la verdad del ser en cuanto que morada de la esencia del hombre. Pensar es
incluso decir más que el ser: traer al lenguaje lo que el ser no dice, abriendo humildes
surcos en el lenguaje. Finalmente, la esencia del hombre parece ser este modesto
cometido.
Igual de modesto se revela cualquier criterio de evidencia; por débil que sea,
siempre estará en contradicción con la radical finitud e historicidad de todo esfuerzo
cognoscitivo. En este sentido, la fenomenología deberá vincularse a la hennenéutica,
lo que ocurre ya en las lecciones sobre Ontología o Hermenéutica de la facticidad,
de 1923.
Lévinas
Oeuvres Completes. Paris, Grasset (Hasta el momentos· 10 están publicados el vol. 1, 2009 y el 2. 2011 ,
pero se proyectan 5 vols.)
La teoría de la intuición fenomenológica. Salamanca, Ediciones Sígueme, 2004.
De la existencia a lo existente. Madrid, Arena Libros. 2006.
Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger. Madrid. Síntesis, 2005.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave fenomenológica 427
Merleau-Ponty
No existen obras Completas, sólo Oeuvres, Paris, Galimard, 20 l O. Todas sus obras se encuentran
publicadas en francés en la editorial Gallimard. excepto La stmcture du comportement que está editada
en P.U.F. Merleau-Ponty a la Sorbonne. Résumé de Cours 1949-1952, y Le primal de la perception et
ses conséq11ences philosophiques han sido editados en Cynara. La Nat11re. No/es, Co11rs du Collége de
France, en Seuil; Parcours 1935-1951, en Verdier; L 'union de /'áme el du corps chez Malebranche.
Biran et Bergson , en Vrin. L 'Jns titulion. La passivilé. Notes de Co11rs au College de France (1954-
1955) , en Bel in, 2003.
La estructura del comportamiento. B. Aires, Hachette, 1976.
Fenomenolog ía de la p ercep ción . Barcelona, Península, 1975.
Humanismo y Terror . B. Aires. Leviatán, 1956.
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La fenomenología y las ciencias del hombre. B. Aires, Nova, 1969.
Posibilidad de la filosofía: resúmenes de los Cursos del College de France /952-62. Madrid, Narcea,
1979.
Las aventuras de la dialéctica. B. Aires, Leviatán, 1957.
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El ojo y el espíritu. B. Aires, Paidós. 1977.
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La prosa del mundo. Madrid, Taurus, 197 1.
El mundo de la percepción. Siete conferencias. México, FCE, 2002.
Elogio de la jiloso,fia. Buenos Aires. ueva Visión, 2006.
La unión del alma y el cuerpo en Malebranche, Biran y Bergson. Madrid, Encuentro, 2006.
La institución. La pasividad. Barcelona, Anthropos, 2012.
Sartre
A lgunos escritos de Satire están reunidos en los l O vo lúmenes de Situations. Paris,
Gallimard, 1947-1 976. Parte de ellos, a í como otras obras, se han traducido al castella-
no. Hacernos constar aquí una recomendación de las mismas, en relación con el tema aquí
abordado.
La trascendencia del ego. Madrid, Síntesis, 2003.
Lo imaginario. Buenos Aires, Losada, 1976.
La i111aginació11. Buenos Aires, Edhasa, 1978.
El ser y la nada. Madrid, Alianza editorial, 1984
El existencialismo es 11n humanismo. Barcelona, Edhasa, 1989.
La edad de la razón. Madrid, Alianza. 1983.
428 ~?Carmen LÓPLZ S ÁE NZ
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Sus Escritos reunidos (Sébrane Spisy) en 20 vo ls. Praga, Oikoymenn, 1996-2008.
Los intelectuales ante la nueva sociedad. Madrid, Akal, 1976.
Ensayos heréticos, sobre lafilosofia de la historia. Barcelona, Península, 1988.
Platón y Europa. Barcelona, Península, 1991.
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Caminos de Bosque. Madrid, Alianza. 2000.
Los problemasfimdamentales de la fenomenología. Madrid, Trotta, 2000.
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Interpretaciones Fenomenológicas sobre Aristóteles. Indicación de la simación Hermenéwica. Madrid,
Trotta. 2002.
Aportes a lafilosojla . Acerca del evento. B. Aires. Almagesto, 2003.
¿Qué es la Filosojla? Barcelona, Herder. 2004.
¿Qué Significa Pensar? Madrid, Trotta, 2005.
Introducción a la Fenomenología de la Religión. Mad rid, Siruela. 2005.
La Idea de la Filosofia y el Problema de la Concepción del Mundo. Barcelona, Herder. 2005
El concepto de tiempo (Tratado de 1924). Barcelona, Herder. 2008.
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PEREBOOM, D. " Heidegger-bibliographie 1917-1966", Freiburger Zeilschrifi fiir Philosophie und
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- Materialien ::ur Heidegger-Bibliographie (1917-1 972). Meinsenheim am Glan Anton Hain, 1975.
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Phenomenology on line http://phenomenologyonline.com/home.html
Newsletter of Phenomenology www.culture.ro/srf/yahoo_group/
Merleau-Ponty website, Merleau-Ponty Circle:
http://m-pc.binghamton.edu
http://members.aol.com/ Don Johnr/Philosophy/Sartre.html
Sartre on line: www.geocities.com/sartresite
Espacethique. Página recomendable sobre E. Levinas:
http://fedeviola.blogspot.com/2007/06/sitio-web-sobre-emmanuel-levinas_14.htm l
Sobre Patocka: www.aip.cuni.cz/biblio.htrnl.
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Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave fenomenológica 433
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COX, G. The Sartre Diction01y. London, Continuum, 2008.
DUPOND, Ph. Le vocabulaire de Merleau-Ponly. Paris, Ellipses, 2001 .
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4.
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E. Husserl. A1{fsiitze und Vortriige (1922-193 7) . Husserliana XXVll. Dordrecht, Kluwer, 1988,
p. 177.
973
Cfr. Incluso en su obra temprana, E. Husserl. Logische Untersuchungen . H usserliana XIX! l ,
pp. 79-80.
974
E. Husserl. Cartesianische Meditationen. Husserliana!, pp. 160- 161.
975
J. Grondin. Le tournant herméneutique de la phénoménologie, op. Cit. p. 7.
976
Ibídem, p. 86.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave fenomenológica 437
el modo de existencia del ser que se hace la pregunta por su ser. El estudio de la com-
prensión del mismo es, desde ese momento, un estudio de su modo de ser del Dasein.
No se trata de una preparación para después abordar la ontología, sino que constituye
per se una ontología.
Los dos autores más representativos de Ja hermenéutica filosófica que aquí abor-
damos son H-G. Gadamer y P. Ricoeur, los cuales, a diferencia de Heidegger, se
interesaron sobremanera por las ciencias humanas, hasta el punto de formarse y ejer-
citarse en ellas académicamente, dialogando continuamente con las mismas y con
sus más destacados representantes. Los dos pasaron, asimismo, por la escuela de la
fenomenología husserliana y recibieron de Bergson algunos motivos, aunque no fue-
ran más que interrogaciones por temas tan neurálgicos para la filosofía, como el de Ja
vida, el tiempo y la conciencia, que H idegger había trocado por el ser.
Hem1os visto que la analítica heideggeriana del Dasein es también la del mundo
de la efectividad existencial y ontol ' gicamente comprometida. Su a1iífice todavía
dará un paso más adelante, al transitar de la ontología a la he1111enéutica. La primera
sigue siendo la "cosa misma" de la que se ocupa la fenomenología heideggeriana que
ya no está subordinada a la gnoseología. Por otro lado, si el marco de la hermenéuti-
ca heideggeriana es ontológico, no olvidemos que no es el clásico, ya que parte de la
diferencia ontológica.
La fenomenología trascendental husserliana se convie1ie con Heidegger en feno-
menología hermenéutica. La primera tarea de ésta será la fenomenología del ser del
Dasein o el análisis de sus estructura ontológicas fundamentales y de los modos de
ser de los otros entes en relación con él. A esta analítica de la existenciaridad ya nos
hemos referido.
Por un lado, la fenomenológica hem1enéutica heideggeriana se distancia de la
he1111enéutica entendida sustantivamente, como un método o una técnica de la inter-
pretación dirigida a suministrar reglas para la misma. Por el contrario, la hermenéu-
tica heideggeriana tiene un alcance fenomenológico, puesto que pretende dirigirse a
lo hennenéutico mismo para hacer q e se ponga de manifiesto. La fenomenología
heideggeriana del Dasein es, además, he1111enéutica en tanto comprensión del senti-
do o analítica de la existenciariedad de la existencia.
Esta he1111enéutica no es, por tant , un método. Lo que sí era un método, como
hemos visto y en el sentido mencionado en el apartado 3.3.6.2, era la fenomenología
adoptada por Heidegger. Ésta, asimismo, tiene el carácter del hermeneuein, en tanto
que anuncia al Dasein las estructuras fundamentales de su ser, es decir, los existen-
ciarios. Al aplicarle a éste el método fenomenológico, nuestro filósofo está ya ejerci-
tando la Auslegung o interpretación que desarrolla los modos por los que este ente se
auto-manifiesta y, al hacerlo, se comprende en su ser.
438 M" Cannen LÓPEZ S ÁEl'Z
977
M. Heidegger. Ser y Tiempo , p. 48.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 439
978
Ibídem.
979
Ibídem, p. 166.
440 M3 Carmen LÓPEZ S ÁENZ
o se trata de un rasgo del ser que sea dado de una vez para siempre, sino que,
como el mismo Daseín, puede desarrollarse y su progreso es la interpretación, la
explicitación de lo oculto y de lo que es inteligible en lo comprendido. Así pues, la
hermenéutica heideggeriana de la facticidad tiene que ver más con la tendencia al
ocultamiento del ser-ahí que con el desocultamiento. En otras palabras, su objetivo
es desvelar lo que impide el querer entender. Para ello, es necesario un desmontaje
(Abbau) previo.
Dado que el comprender es conversión en lo que es y se apropia a sí mismo con
laAuslegung que articula lo que es comprendido, comprensión e interpretación van
de la mano: ésta no es sino apropiación de aquélla. La interpretación no es, como
tradicionalmente se ha pretendido, una segunda fa se que siga a la comprensión
transformándola en algo distinto, sino el de pliegue de la comprensión, implícita
siempre como precomprensión. Es necesari o qu e está se ponga en juego y se expli-
cite en la interpretación para juzgar sus efectos . De ahí que la precomprensión, en
Heidegger, siga teniendo como objetivo las cosas mismas, su explicitación desde
ellas sin desviarse por lugares comunes que no benefici an a la comprensión.
Grondin ha distinguido en Heidegger tres grandes concepciones de la hennenéu-
tica, conectadas entre sí, pero que, desde su perspectiva, acentúan de modo diverso la
comprensión he1menéutica: 1) la primera hem1enéutica de la facticidad de 1923, 2)
la hermenéutica del ser ahí de Ser y Tiempo y 3) la he1menéutica tardía de la historia
de la metafísica980 .
1) Entre 1919 y 1923 , Heidegger desan-olla en Freibourg una hermenéutica de la
vida que consiste en describir filosóficamente la fac ticidad de la existencia evitando
emplear categorías fornrnles o teóricas que o pueden aprehender la dinámica de
la vida ¿Qué es esta hern1enéutica de la vida . El desan-ollo de sus posibilidades de
comprensión e interpretación en el seno del mundo. Para ello, reconstruye la con-
ceptualidad abstracta con la que la tradición metafísica ha pensado esa vida y apela,
más bien a la propia espontaneidad de la vida para interpretarse a sí misma sin ob-
jetivarse. En definitiva, Heidegger investiga el lagos de la vida, en el doble sentido
(objetivo y subjetivo) del genitivo.
En su curso sobre la hermenéutica de la facticidad del año 1923 , avanza lo que
va a se ser su fenomenología, en tanto posibilidad de investigar la vida fáctica . Dicha
fenomenología no tiene que ver en sus orígenes con el qué, sino con el cómo de la
investigación, con el modo intuitivo que da las cosas mismas:
Fenomenología es, pues, un peculiar cómo de la investigación. Los objetos
llegan a detem1inarse tal y como ellos mismos se dan. La indagación se ocupa
en lograr la actualización de la cosa. Se propone con esto una vía que la henne-
néutica de la facticidad trata de seguir.
980
Cfr. J. Grondin . Le tournant herméneutique de la phénoménologie, p. 57.
Corriemes actuales de la Filosojia l. En-c/avefenome110lógica 441
Los objetos deben tomarse tal corno ellos en sí mismos se muestran, es decir,
tal como aparecen ante un detenninado mirar. Ese mirar surge de un estar-
orientado en ellos, de un estar ya familiarizado con lo ente981 .
981
M. Heidegger. Omología: Hermenéu1ica de lafac1icidad, p. 98.
Ibídem. p. 25.
442 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
98_\
fbídem, pp. 36-37.
984
Tbídem, p. 105.
Corrienles acluales de la Filosoj ia J. En-clavefeno111e11ológica 443
98~
Ibídem. p. 99.
986
Cfr. R. Rodriguez. La transformación hermenéwica de lafenomenología. Madrid, Tecnos, 1997,
p. 101.
444 Mª Carmen LÓPEZ SÁEN Z
987
M. Heidegger. Ontología. Herm enéutica de !a facticidad, p. 33.
9RR
Ibídem, pp. 37-38.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenom enológica 445
9S9
Ibídem. p. 39.
""''
991
Ibídem. pp. 38-39.
fbídem. p. 69.
446 M~ Carmen L ÓPEZ S ÁEN Z
992
M. Heidegger. Ser y Tiempo , pp. 169- 170.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave feno111e11ológica 447
993
lbídem,pp.171 -1 72.
448 M' Carmen L ÓPEZ SÁ ENZ
995
Grondin ha notado que la prob lemática hcnncnéutica de la comprensión y la interpretación en Ser
-:-'empo com ienza tras el párrafo 27, dedicado al "uno", y concluye en el 34 (Cfr. J. Grondin. Le tournant
énewique de la phénoménologie, pp. 26-27, nota 1). en el que trata las habladurías como si la necesidad
¡ma interpretación explicitadora, y no meramente repetiti va de lo que otros han dicho, se colmara dirigién-
a las cosas mismas para combatir la dictadura del " uno" y que engendra.
450 M' Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
prosigue en esta línea con su teoría del enunciado como derivado de la comprensión.
Distingue la Rede (habla), ca-originaria del comprender y el encontrarse, de la aper-
tura al mundo, de la Sprache (lengua) entendida sobre la base de la proposición, es
de orden derivado. De la diferencia ontológica, se sigue, por tanto, ésta entre el habla
y el lenguaje.
El fundamento ontológico-exisrenciario del lenguaje es el habla. ( ...) El ha-
bla es de igual orig inalidad existenciaria que el encontrarse y el comprender.
La comprensibil idad es siempre ya articulada, incluso ya antes de la interpre-
tación apropiadora. El habla es la articulación de la comprensibilidad. Sirve,
por ende, ya de base a la interpretación y la proposición. Lo articulable en la
interpretación, o más originalmente ya en el habla, lo llamamos el sentido. Lo
articulado en la articulación del babia lo llamamos en cuanto tal el todo de
significación996 .
El habla es articulación del lenguaje, como el Dasein lo es de los entes munda-
nos. Aquélla es la que clarifica a éste, porque es el modo existenciario de la apertura
del ser ahí.
El "estado de expresada" del habla es el lenguaje. Esta totalidad de palabras,
que es aquello en que el habla tiene un peculiar ser "mundano", resulta así
un ente intramundano que cabe encontrar delante como algo "a la mano". El
lenguaje puede despedazarse en palabras como cosas "ante los ojos". El habla
es lenguaje existenciario, porque el ente cuyo "estado de abierto" articula en
significaciones tiene la forma de ser del "ser en el mundo" "yecto" y referido
al " mundo"997 .
medida que es capaz de prestar oído a un mensaj e"999 . Así es como subraya la origi-
naria relación de la hennenéutica con el lenguaje, que queda definido como portador
de un contenido. El lenguaje poético es, además, lenguaje fundador y creador por
excelencia.
Se llega a las cosas mismas en el lenguaj e, escuchando. Tal escucha, especial-
mente la del lenguaje en su originaria condición poética, es el pensamiento. La exis-
tencia en su auténtica dimensión es la hermenéutica, ahora entendida como encuen-
tro con el lenguaje, como modo de pensar auténtico y opuesto al metafisico que ha
estado dominado por el principio de razón suficiente.
La existencia se convierte en interpretación, entendida ahora como una vuelta de
la cosa a su significado, como una relación con el ser lingüístico prestándole oído.
No se trata de un lenguaje espiritual, porque éste sería aún metafisico. Sino de una
Erortung u orientación por la escucha a la interpretación sin perder de vista el lugar
(Ort). La verdadera escucha sitúa lo dicho en el lugar en el que resuena, en lo no
dicho, en eso de lo que procede lo que se dice. Sólo desde ahí es posible dilucidar
alguna totalidad. La que se comprende a través de la escucha no es una nueva presen-
cia plenificada, sino algo que nunca se explicita definitivamente y remite siempre a
lo otro.
En definitiva, Heidegger nos ha enseñado que la vida fáctica es la donadora de
sentido. El problema es que no nos ha dado demasiadas pautas sobre cómo debe
proceder la hennenéutica de esa facticidad, ni siquiera sobre cómo se escucha autén-
ticamente el lenguaje. Esto es tanto más problemático cuanto que, como ha puesto
de manifiesto, la vida fáctica es a la vez transparente y opaca, porque esconde sus
propias posibilidades de ser.
En su última fase, Heidegger descubre, además, que el olvido del ser, correlativo
a la constitución histórica de la metafísica ha redundado en la comprensión del ente
como presencia a disposición. Esto es lo que caracteriza la visión técnica del ente y
forma parte de la precomprensión metafísica heredada. La hermenéutica heidegge-
riana de la historia de ésta pretende sacar a la luz y superar esta anticipación, para
comenzar a pensar de otro modo. La crítica heideggeriana de la técnica es heredera,
sin duda, del desvelamiento husserliano de las penurias del cientificismo y su ob-
jetivismo. Ambas tradiciones se harán eco en la filosofía crítica de la Escuela de
Frankfurt.
999
Ibídem, p. 11 O.
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave feno111 enológica 453
Lo hace, en primer lugar, cuando recupera uno de los conceptos básicos del hu-
manismo que considera fundamentales para las ciencias del espíritu: el de sensus
communis o sentido común, redefiniéndolo, no como el sentido más general y difun-
dido entre todos Jos seres humanos, sino como sentido comunitario. Relata su simili-
tud con el bon sens que caracteriza al sano entendimiento y remite, para ilustrarlo, al
discurso que H. Bergson pronunciara en La Sorbona en 1895:
Su crítica a las abstracciones tanto de la ciencia natural como del lenguaje y del
pensamiento jurídico. su impetuosa apelación a la "énergie interieur d'tme in -
telligence qui se reconquiert atout moment sur elle-meme, éliminant les idées
faites pour laisser la place libre aux idées qui se font'' ("energía interior de una
inteligencia que se reconquista en todo momento sobre sí misma eliminando
las ideas hechas para dejar sitio a las ideas que se hacen"), pudo bautizarse en
Francia con el nombre de bon sens. Es natural que la determinación de este
concepto contenga una referencia a los sentidos. Pero para Bergson es evidente
que, a diferencia de los senti dos, bon sens se refiere al mi/ieu social (medio
soci al)[ .. . ] Según Bergson, el bon sens, como fuente común de pensamiento
y voluntad. es un sens social que evita tanto las deficiencias del científico dog-
mático que busca leyes sociales, como las del utopista metafísico. "Peut-etre
n ' a-t-il pas de méthode apropremente parler, mais plutót une certaine maniere
de faire» («Quizás no hay un mét do , hablando con propiedad, sino más bien
cierta manera de hacern) 1000 •
Gadamer no subraya la referencia bergsoniana del bon sens a los diferentes sen-
tidos y a los órganos de los mismos, que le parece tan obvia, sino justamente esa otra
que, en Bergson, es la que diferenci a al bon sens de los otros sentidos, en razón de
que, mientras que éstos nos permiten relacionamos con cosas, aquél nos acerca a la
persona; lo hace adaptando los principios generales que seguimos en nuestra vida
social a las realidades concretas. Para ello, no es necesario aplicar un método, porque
éste sólo proporciona principios generales que no tienen la misma aplicación en cada
individuo .
Ésta es una primera aproximación a la crítica gadameriana de las insuficiencias
del método a la que volveremos. Se podría decir que piensa la diferencia ontológica
heideggeriana entre el ser y el ente en tém1inos de verdad ontológica y verdad me-
tódica, es decir, hermenéutica y ciencia o preservación de lo singular y nivelación
de las diferencias. En definitiva, para el filósofo, la verdad es prioritaria y el método
secundario; además éste no tiene el mismo modo de ser.
La verdad he1menéutica, frente a la adecuación métodica previsible, es un acon-
tecer, un proceso temporal y, por tanto, contingente. Siguiendo a Heidegger: no hay
verdades eternas, ya que la verdad es revelación (Erschlossenheit) del ser que se da
en la historicidad del ser-ahí. Consolida la tesis heideggeriana del carácter derivado
1000
H-G . Gadamer. Gesam111elte Werke 1. Tübingen. Mohr. 1990, p. 3 1. (Trad. cast. Verdad y Mé1odo
l. Salamanca. Sígueme, 1977. p. 56. Me he permitido traducir las citas de Bergson que Gadamer transcribe en
francé s).
454 M' Carmen LÓPEZ SÁ EN Z
del conocimiento fundado en el control metódico; por eso habla de una verdad pre-
científica, opuesta a las pretensiones positivistas de la metodología de las ciencias
físico-naturales y fundamentada en la temporalidad del Dasein; así entiende la ver-
dad como efectividad histórica y no como un simple producto de la subjetividad.
El título Verdad y Método no excluye, a pesar de lo dicho, las preocupaciones
metodológicas, sino que prioriza la búsqueda de la verdad y se adhiere, para ello, a la
concepción del método como vía o camino para llegar a ella. En este sentido concibe
el bon sens bergsoniano como "cierta manera de hacer", ya que no es algo que se
aprende y se aplica automáticamente a los pr blemas, sino un itinera1io que marcha
conjuntamente con ellos y tiene siempre presente que hay que adecuar los principios
a cada caso particular ejercitándolos.
Ambos filósofos consideran que los estudios clásicos son indispensables para la
formación del sentido común así reconquistado, aunque Gadamer se percata de que
Bergson no tiene en cuenta la función hermenéutica de dichos estudios, porque no
está cuestionando, como él, los en-ores del cientificismo, sino la autonomía del sen-
tido común para Ja vida. En cambio, el filósofo alemán revita liza el sentido común
y otros conceptos claves del humanismo para recordamos el valor de las ciencias
humanas y denunciar los excesos del metodologismo.
Asimismo, recurre a Bergson cuando analiza la noción de vivencia (Erlebnis) y
la compara con la de "vida". Es consciente de la crítica a la psicofísica de la época
que supone Los datos inmediatos de la conciencia y de que, en esta obra, el concepto
de "vida" se opone a la tendencia objetivadora de la psicología. De ello da buena
muestra la noción bergsoniana de conciencia como unidad o durée "que enuncia la
continuidad absoluta de lo psíquico" 100 1. Gracias a la duración, la vivencia deja de
ser algo inmanente a la conciencia o. como para el psicologismo, algo particular que
está contenido en ella, para designar algo relativo a la vida en Ja que todos los ele-
mentos se interpenetran:
Si se examina Ja dete1minación más preci sa de Jo que quiere decir aquí vida
(leben). y de lo que opera en el concepto de la vivencia no será dificil concluir
que la relación entre vida y vivencia no es en este caso la de algo general res-
pecto a lo particular. La unidad determinada de la vivencia en virtud de su con-
tenido intencional se encuentra por el contrario en una relación inmediata con
el todo, con la totalidad de la vida. Bergson habla de representación del todo, y
el concepto de las relaciones recíprocas [ ... ] Y está claro que Ja representación
del todo en la vivencia de cada momento va mucho más lejos que el mero he-
cho de su determinación por su propio objeto 1002 .
Frente al detem1inismo mecanicista que asocia la vivencia con un objeto que la
produce, Bergson la entiende como eso que dura, es decir, como un presente prepara-
do por el pasado y dirigido al futuro y a la acción. De ahí que Gadamer lo caracterice
1001
Ibídem, p. 74. (fbídem, p. 105).
1002
Ibídem, pp. 74-75. (Ibídem, pp. 105- 106).
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clavejenomenológica 455
escritos. Gadamer lo justifica diciendo que "la tarea del pensamiento lo constreñía a
cuestiones más radicales" 1ºº8 a una figura espiritual:
Digamos, para tenninar que la grandeza de las figuras espirituales se mide tam-
bién por el hecho de que llegan a superar la resistencia y la divergencia estilís-
tica que las separa de ellas en virtud de Jo que tienen que decir. Los hombres
que han pasado por esta fase del pathos de la filosofía de la existencia, y no
esta filosofía misma , y los que la han superado fonn an parte de los partidarios
del diálogo filosófico que no pertenece sólo al pasado. Continuará mañana y
pasado mañana 1009 .
1008
Ibídem, p. 184.
1009
Ibídem, p. 185.
IOIO
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 2. p. 103. (Verdad y Método. p. 105. Trad. mod ifi cada).
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 457
1011
J. Habermas. (1979). Philosophisch-politische Pro.file. (Trad. casi. Perfiles filosófico-políticos,
Madrid, Tecnos, 1986. pp. 347-348).
458 f' Carmen LóPEZ SÁEN Z
1012
H-G . Gadamer. Gesammelte Werke 3. p. 319.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111e11ológica 459
101~
H-G. Gadamer. Gesam111elte Werke 1O. Tübingen, Mohr. 1995. p. 58 .
460 ~ Cannen LÓPEZ SÁENZ
1014
Cfr. H-G. Gadamer. Gesam111e/1e Werke l , p. 268. (Verdad y Método 1, p. 329).
1015
J. Grondin. Le tournant herméneutique de la p hénoménologie. p. 78.
Corrientes actuales de la Filosofla l. En-clave fenomenológica 461
101
~ Sobre este asunto, me permllo citar mi trabajo. '·La aplicación gadameriana de la phronesis a la
praxis'·, Contrastes. Revista Jmernacional de Filosofla. Vol. VI (2001 ), pp.79-98.
1
º" H-G. Gadamer. Gesommelte Werke 1, p. 259. (Verdad y Método!, p 31 9. Aunque los traductores
justi fican la traducción de Dasein por "estar ahí", preferimos conservar el término alemán al que ya estamos
habiniados).
462 M" Cannen LÓPEZ S ÁENZ
1018H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 1, p. 259. (1 erdady Método 1, pp. 319-320. Trad. ligeramente
modificada).
1019
Cfr. lbíden1, p. 262. (Cfr.lbídem, p. 323).
1020 H-G. Gadamer. «L'etre et le néanD>, en Les Temps Modernes, n º 547 (! 992), pp. 1-20. p. 20.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave fenomenológica 463
1023
Ibídem, p.262 . (Ibídem, pp. 322-323).
1024
H-G. Gadamer. «L 'étre et le néant». p. 6.
1025
fbídem, p. 2.
1026
Ibídem, pp. 8-9.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111 enológica 465
fenómeno del ser y éste, como el resto, no es una representación, sino que el ser es su
ropia aparición. En esto coincide con Sa1tre y con Heidegger. Éste le enseñó, ade-
más, a hacer consciente eso en lo que se piensa practicando la Rüdifrage o pregunta
or el origen de su sentido, un origen que es anterior a toda intenogación filosófica
or el comienzo, por la fuente de la que brotan las intenogaciones y que une al len-
guaje con el pensamiento:
En nuestra era de la ciencia moderna, el pensamiento se encuentra confrontado
con una nueva tarea que había sido percibida por el idealismo alemán, pero que
sólo resolvió de modo parcial. Heidegger es quien me ha pe1mitido compren-
derla. Se trata de la tarea que consiste en tomar conciencia de la conceptualidad
en la que se piensa. ¿De dónde viene? ¿Qué es eso? ¿Qué hay de no deseado y
de inconsciente cuando, por ej emplo, digo "sujeto"? 1027 •
Por eso, todo aquel que no es capaz de escuchar las palabras con el oído interno,
no podrá tampoco comprender los conceptos cuya tradición metafísica Heidegger
animó a destruir para luego tomar el camino del concepto al habla.
De esta manera, Gadamer se adhiere a la recondución heideggeriana de la nada
de Sa1ire. Incluso al final de su obra, sigue reconociento la continuidad entre su pro-
pia empresa y la de su maestro: «El primer curso de Heidegger que yo había escucha-
do en 1923 llevaba por título, "Ontología. Hermenéutica de la facticidad». Toda la
amplitud de nuestro tema se encuentra en este título de curso"'º28 . En efecto, la fac-
ricidad no será, para Gadamer, un obstáculo para la existencia, sino, en el más puro
e-tilo existencialista, eso que puede hacerla comprensible en relación con la finitud
del ser y del sentido.
¿Cómo valoraba Heidegger, por su parte, a Gadamer? Veía en su obra una her-
enéutica filosófica, más que una filosofía hennenéutica. El discípulo puntualizará
que una hermenéutica sólo es filosófica si representa "la fonna de cumplimiento de
vida social humana, que, en última mstancia es una comunidad de diálogo" 1029 . En
e-re sentido, la suya es una hermenéutica plenamente filosófica, pues la dialéctica
regunta-respuesta es el núcleo de todas sus obras, su clave para resolver todos los
..,roblemas que nos afectan.
1027
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 3, p. 382.
1028
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 1O. p. 6 1.
10~9
H-G. Gadamer. Kleine Schriften IV Tübingen, Mohr, 1977. p. 122.
466 Mª Carmen LÓPEZ S ÁENZ
1030
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke, 10. p. 316.
º·"
1
Cfr. H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 2, p. 446 (Trad. cast. "Prólogo a la segunda edición", en
Verdad y Méwdo l. p. 19. La cursiva es nuestra).
Corrientes actuales de la Filoso.fía l. En-clave fenom enológica 467
a ser una reflexión de segundo grado sobre el primero, que sería la ciencia. Cuando
proclama la "vuelta a las cosas mismas'', está pidiendo que esta situación se invie1ta.
Gadamer le sigue en esta intención de alcanzar "las cosas mismas'', que no son los
objetos aislados, sino en con-elación con la conciencia que les proporciona sentido.
De ahí el rechazo de ambos a toda presunta objetividad que pretenda conocer elimi-
nando los elementos subjetivos.
En el apartado anterior nos hemos referido a esa crítica que Gadamer dirige al
presunto abandono heideggeriano de la reflexión trascendental que caracteriza a la
fenomenología. En este fragmento , insiste en que, a pesar de ella, la hermenéutica
filosófica se erige sobre suelo fenomenológico, incluyendo a la hermenéutica heide-
ggeriana de la facticidad, al segundo Heidegger centrado en el pensar que viene al
lenguaje y, por supuesto, a su propia ennenéutica. Asimismo, el autor explicita de
nuevo que su concepción de la hermenéutica no es en absoluto metodológica, sino
una teoría sobre la experiencia humana, la cual no es mera percepción de datos, sino
proceso reflexivo.
Gadamer se adscribe al giro hermenéutico de la fenomenología, pero, a diferen-
cia de ésta, no acentúa tanto la conciencia como la máxima husserliana de la "vuelta
a las cosas mismas", que no son los entes que están ahí, sino aquello que tiene senti-
do. Para retomar a ellas, propone la interpretación textual y, en general, la de las pro-
ducciones humanas, siempre fi nitas y, por esa razón, indetenninadas, en cuya com-
prensión no se proyecta un significad ya existente, sino que se manifiesta la cosa.
Husserl calificaba a la fenomenología hennenéutica de Heidegger de antropoló-
gica y la asociaba con el relati vismo. La prioridad que Gadamer otorga a la verdad
intenta superar ese presunto relativismo proponiéndose como tarea la comprensión
de la cosa (die Sache) y no la empatía con las intenciones del autor. De ahí que el ob-
jeto de la comprensión interpretativa no sea la Einfüh!ung, sino el sentido, entendido
no ya como totalidad, sino como direccionalidad. Hablamos de este modo porque,
en Gadamer, comprensión e interpretación están siempre unidas, aunque no son lo
mismo, ya que la primera es más amplia que la segunda; se necesitan como el fondo
y la figura, respectivamente.
Gadamer es consciente de que la Einfühlung de Husserl no es meramente la em-
patía psicológica, sino que tiene un sentido metodológico trascendental para la cons-
titución de la intersubjetividad, pero también se ha de reconocer que aITanca de la
interiorización de la auto-conciencia y no se desarrolla siguiendo la orientación del
mundo de la vida 1032 . A pesar de esto último, Gadamer acuerda con Husserl que vivir
omprendiendo no es perseguir una misteriosa comunión de las almas, sino la parti-
ipación en una significación común, el acuerdo sobre la cosa que se anuncia en la
pre-comprensión del tener que ver con ella. La cosa misma de la comprensión es un
1032
H-G . Gadamer. Gesammelte Werke l. pp. 254-255 . (Verdad_v Método!, p. 314).
468 .r Carmen LÓPEZ SÁEKZ
objeto intencional y la relación entre ella y el sentido es una correlación entre sujeto
y objeto que caracteriza todos los actos humanos.
Esta correlación fundamental era un a priori para Husserl y la definición de su
intencionalidad. Sobre ella se construye la relacionalidad he1menéutica, su dialé-
ctica entre subjetividad y objetividad. El círculo hennenéutico de la comprensión
del sentido la presupone: la cosa misma a interpretar se da dentro del horizonte del
intérprete y, a la inversa, éste constituye desde su horizonte el sentido de la cosa
comprendiendo el que se abre en ella. Este círculo adquiere, como en Heidegger,
una dimensión ontológica, pues se refiere a la relación entre pai1es y todo en el seno
del ser. Gracias a él, lo subjetivo y lo objetivo interaccionan haciendo emerger la
idealidad, que, como en Husserl, es reactivación de la significación interpretable por
cualquiera. Dicha idealidad es, principalmente, la del sentido que se va alcanzando
en el diálogo, pues, aunque éste nunca está concluso, dado que su significado excede
su comprensión, ésta es teleológica en el sentido de que tiende a la determinación
completa, a la presencia perfecta. Si la fuerza del sentido global apo11a el sentido de
la parte, no es menos cierto que la fuerza del fragmento impone la revisión perma-
nente de la totalidad.
Frente a otras interpretaciones estereotipadas, Gadamer no identifica la consti-
tución del sentido a la que se refiere Husserl con la creación del mismo, porque "la
constitución es el 'movimiento de reconstrucción' que sigue al cumplimiento de la
reducción" 1º33 , o sea, tiene un alcance feno menológico, no ontológico. De ahí que
piense que una de las grandes aportaciones hermenéuticas de Husserl es no haber
reducido el sentido a la intencionalidad del suj eto, pues éste no hace sino co-cons-
tituirlo dialogando con él. Para captarlo, la fenomenología estudia las capas de la
intencionalidad, las diferentes etapas de la constitución que escapan a la consciencia
inmediata y natural y que Gadamer interpreta como donación del sentido, como una
forma de interpretación y no como creación ex nihilo.
Valora Ja consistencia y radicalización de la fenomenología trascendental, pero
considera que también es preciso criticarla. Ésta ofrece a la hermenéutica una verdad
fundamental: que en toda aprehensión intelectual la manifestación del ser coexiste
con la intencionalidad hacia él. Considera que en toda intencionalidad, Jo primario es
la conelación y, por ello, la fenomenología de la conciencia intencional es incompa-
tible con el idealismo:
Lo que Husserl quiere decir es que no se debe pensar la subjetividad como
opuesta a la objetividad, porque este concepto de subj etividad estaría entonces
pensado de manera objetivista. Su fenomenología transcendental pretende ser
una "investigación de correlaciones". Pero esto quiere decir que lo primario
es la relación, y que los "polos" en los que se despliega están circunscritos por
1033
H-G . Gadamer. Gesamme/1e Werke 3. p. 135.
Corrienies actuales de la F ilosofía J. En-clave j'eno111e11ológica 469
ella, del mismo modo que lo vivo circunscribe todas sus manifestaciones vita-
les en la unidad de su ser orgánico 1·i 34 _
1034
H-G. Gadamer. Gesarnmelte Werke 1, p. 253 (Verdad y Método !, p. 313).
10.35
Ibídem. p. 250 (Ibídem, p. 309).
470 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
1036
Cfr. H-G. Gadamer. Gesa111me/1e Werke 3. p. 164.
1037 Cfr. M. Merleau-Ponty. La Prose du Monde, p. 96.
1038 M. Merleau-Ponty. No tes de Cours sur L' origine de la géomé tri e de Husserl. Pari s. PUF, 1998,
p. 37.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave feno111 e11ológica 471
JOJ9
H-G. Gadamer. Gesammelre Werke 1, pp. 286-287 (Verdad y Método! , p. 350).
1040
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 2. p. 145. (Verdad y Método 11, 143).
472 M~ Cannen LÓPEZ S ÁENZ
104 1
Cfr. H-G. Gadamer. Gesarnmelre Werke, 10, pp. 101-102 .
1042
H-G. Gadamer. Gesamrnelte Werke 1, p. 242 (Verdad y Método !, p. 234).
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave f enomenológica 473
mulo heideggeriano 1045 . Desde este prejuicio, Gadamer tiende a presentar a Husserl
como superado por Heidegger. Subraya, no obstante, la actualidad de esta temática y
piensa que, junto con la intersubjetividad, corrige el cartesianismo trascendental de
Husserl 1º46 y abre el campo de una ontología de la comprensión intersubjetiva cuyo
tema es el mundo de la vida en tanto campo de experiencia anterior a la relación
sujeto-objeto. Para Gadamer, éstos sólo existen en reciprocidad, condicionándose
mutuamente e incluidos en el horizonte más radical de la historia. Este horizonte
histórico-vivencia! es la continuidad de la que arranca toda experiencia:
Como se verá, el concepto de mundo de la vida se opone a todo objetivismo.
Es un concepto esencialmente histórico, que no se refiere a un universo del
ser, a un "mundo que es''. Ni siquiera la idea infinita de un mundo verdadero
tiene sentido si se parte del proceso infinito de los mundos humanos-históricos
de la experiencia histórica( .. .) Representaría una tarea filosófica que conver-
tiría en objeto la estructura esencial del mundo. Pero mundo de la vida hace
referencia a otra cosa. al todo en el que entramos viviendo los que vivimos
históricamente 1047 .
Como Husserl, el interés de la hermenéutica por esa totalidad que es IaLebenswe!t
se dirigirá a evitar el cientificismo, es decir, la desvirtuación del mundo de la vida
desde la sola perspectiva científica, ese peligro que Husserl percibió en el objetivis-
mo que todo lo reducida a cosas desprovistas, de referencia a la conciencia inten-
cional. Lo que caracteriza, no obstante, la recepción gadameriana de la Lebenswelt
es, como puede constatarse al final del fragmento, el extremado valor que otorga a
nuestra mundanidad fáctico-histórica. Gadamer acentúa el carácter necesariamente
histórico de la Lebenswelt, al destacar que no es sino el ámbito configurado por las
tradiciones, las cuales son para la hetmeneútica el suelo del que brota toda expe-
riencia. Así es como este concepto de Lebenswelt adquiere, en la he1menéutica, el
significado de una entidad cultural que transciende la dicotomía entre naturaleza y
espíritu y puede permitir el acceso a la dimensión universal siempre buscada.
Como sabemos, Husserl practica la reducción fenomenológica para poner en-
tre paréntesis esa facticidad con objeto de dejar aparecer otras posibilidades que no
han sido cumplidas, o sea, que no son fácticas . Gadamer no rechaza la reducción
fenomenológica cuya meta es la reconquista de lo concreto, de esa totalidad a paiiir
de la cual se ha operado la reducción, ya que, así entendida nos abre a un universo
necesitado de interpretación y ésta se ejerce sobre lo que la reducción ha puesto entre
paréntesis, es decir, sobre la totalidad de la experiencia mundana como integridad
de sentido. Así es como la fenomenología se desarrolla en la hem1enéutica; a su vez,
ésta nos remite a aquélla por su recurso a la d1stanciación en el corazón mismo de la
experiencia de pertenencia.
1045
Cfr. H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 3. p. 16 1.
1046
Cfr. Ibídem, p. ] 33.
1047
Cfr. H-G. Gadamer. Gesam111ente Werke l , p. 25 1 (Verdad y Método 1, pp. 310-311 ).
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 475
l!lJ•
Cfr. H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 3. p. 158.
Jil'Q
Ibídem. p. 159.
1050
Cfr. H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 1O, p. 1O1.
1051
H-G. Gadamer. Gesamme/te Werke 3. p. 167.
1052
Ibídem. p. 13 1.
476 M" Cannen LÓPEZ S ÁENZ
1053
Cfr. Ibídem, p. 154.
1054
Cfr. Ibíd em, p. 157. La obra que más ha revi >itado Gadamer de Husserl es, sin duda. La Crisis.
De ella, lo que m ás destaca es la vida (das Leben) y su intcncionalidad anónima como constituyentes del ho-
rizonte; reconoce, sin embargo, que esa vida, que no es el ir viviendo de la actitud natural, acabará siendo en
Husserl la vida reducida trascendentalmente por la subjetividad que es fuente de toda objetivación.
1055
Cfr. Tbíden1, p. 162.
1056
Ibídem.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clavefeno111e110/ógica 4 77
bién a la comprensión de los seres humanos, del presente y del pasado, etc. La viven-
cia mediatiza toda comprensión y lleYa a la objetividad porque conduce al espíritu
lo que ha sido producido por él mismo. Sin embargo, la interpretación no se aplica a
ella, porque es concebida por Dilthey como el arte de descifrar las expresiones obje-
tivadas y duraderas de la vida.
En cambio, Gadamer quiere comprender la esencia del modo de ser de la vida.
El objetivo de Husserl era, a su vez, comprender la esencia de las vivencias de la
conciencia. Los dos se distancian del psicologismo que late en las vivencias diltheia-
nas. Aceptan que tienen un contenido. una finalidad y una dirección. Una vivencia
no es un hecho inmediato, sino que dura y es asimilada por la conciencia; implica,
al menos, una retención y protención de la vida que no marca una ruptura, sino su
diferenciación en el seno de la continmdad.
En resumen, la correlación entre subjetividad y objetividad establecida por la in-
tencionalidad fenomenológica impact ' en la hem1enéutica filosófica que la interpre-
tó como direccionalidad y ape11Ura de la conciencia hacia el sentido, como necesaria
trascendencia de la conciencia, como esa intencionalidad primera que, sólo después,
se convierte en conciencia-sujeto ante objetos tematizados por ella. Gadamer valora
dicha correlación intencional, pero considera que situarla en la vivencia fenomenoló-
gica no ha sido una buena solución; habrá que esperar a la reconducción husserliana
de la intencionalidad al mundo de la vida, al horizonte de todo sentido. Sin embargo,
al igual que Heidegger, Gadamer se opone a la reconducción husserliana de dicho
mundo a la subjetividad trascendental.
Saluda, en cambio, la fenomenología genética de Husserl, principalmente sus
investigaciones sobre las síntesis pasivas en las que descubre esa intencionalidad
anónima de la que un buen ejemplo es la intencionalidad horizóntica. En todas esas
síntesis actúa la temporalidad subterránea de la vida de la conciencia o la historici-
dad absoluta. De ahí que, en Verdad y 1v!étodo JI, defienda a Husserl de la acusación
de platonismo, lanzada por Derrida 105 - sin tener en cuenta que precisamente esa fe-
nomenología de la génesis rompe con el idealismo platonizante y enlaza con la com-
prensión hermenéutica que se enriquece cuando comprendemos de un modo produc-
tivo, es decir, buscando activamente el sentido, y no meramente reproduciendo el de
las esencias trasmundanas.
Siguiendo a Gadamer, la crítica derrideana de toda la metafísica como metafísica
de la presencia se inspira en la que Heidegger le dirige a Husserl, pero no hace justi-
cia a ninguno de los dos, porque:
Husserl no se quedó en la significación unívoca ideal de la que hablan las pri-
meras Investigaciones Lógicas, si o que intentó mostrar la identidad allí su-
puesta mediante su análisis del tiempo.
1057
Cfr. H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 2, pp. 15- 16. (Verdady Método I!, p. 23).
478 Mª Carmen LÓPEZ ÁE ' Z
1058
Ibídem, pp. 15-1 6. (Ib ídem, p. 22).
'º59H-G. Gadamer. Gesammelte Werke l , p. 411. (Verdad y Método l. p. 625).
1060
Véase "Chronique de I"lnsrirut supérieur de ph1losophie'', en Revue philosophique de Louvain.
Tomo 54, nov. 1957, pp. 556-557.
1º61 H-G. Gadamer. Gesamrne/1e Werke 3. p. 165.
1062
Ibídem, p. 116.
Corrientes actuales de la Filosofía f. En-clave fenomenológica 479
Husserl sabía que lo percibido n termina donde acaba la percepción y que los
límites de ésta no coinciden con los de la experiencia. Gadamer torna de él la idea de
que toda comprensión incorpora a las percepciones un significado que no está estric-
tamente contenido en ellas. o tenernos primero percepciones y después las com-
prendernos, sino que Ja experiencia misma incorpora sedimentaciones que continúan
actuando en nuesh·o presente y proyecciones que orientan la experiencia futura.
º
1 63
H-G. Gadamer. Gesamme/te Werke 8. p. 240.
°"'
1
H-G. Gadamer. «The Henneneutics of Suspiction», Man and World. 17 (1984). pp. 313-324. «La
hem1e11éutica de la sospecha». en G. Aranzueque (ed.) Hori::ontes del relato. Lecturas y conversaciones con
P Ricoeur. Madrid. Cuaderno Gris, 1997, p. 131
480 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
Aunque Gadamer cree que la presencia del objeto percibido es previa a su inter-
pretación, reconoce que los últimos desarrollos de la fenomenología han otorgado un
papel central a esta última. Tal vez Husserl n profundizó lo suficiente en el carácter
he1menéutico de la percepción, es decir, en el hecho de que nunca está dada, sino
que constituye un aspecto de nuestra orientación en-el-mundo, pero anunció los ras-
gos apresentativos y selectivos de la misma, afirmando que todo percibir implica un
esquematizar, estrncturar, interpretar 1065 . Incluso la aprehensión de algo como mero
cuerpo espacial implica una captación específica y reductiva, mediado por caracteres
culturales dete1minados.
Análogamente, Gadamer entiende que toda comprensión añade a las percepcio-
nes un significado que no está estrictamente contenido en ellas. Aprendió de Husserl
que no tenemos primero experiencias y después las comprendemos, sino que an-
ticipamos aspectos del objeto en nuestras percepciones (por ejemplo su estructura
tridimensional). La percepción husserliana es un acto cuyo objeto se constituye co-
rrelativamente a ella y presupone actos de abstracción y de relación. Su sentido sólo
se revela en la aprehensión comprensiva. La percepción escorzada del objeto, en
tanto presentación de unos lados y apresentación de otros, que nos hacen accesible
el conjunto, guarda relación con la comprensión gadameriana, entendida como con-
fi1111ación de una anticipación de la unidad del sentido, vinculada al sentido de la
máxima "a las cosas mismas":
Este dejarse determinar así por la cosas mismas no es evidentemente para el
intérprete una "buena" decisión inicial, sino verdaderamente "la tarea primera,
constante y última". Pues lo que importa es mantener la mirada atenta a la cosa
aún a través de todas las desviaciones a que se ve constantemente sometido el
intérprete en virtud de sus propias ocurrenc ias 1066 .
1065
Cfr. E. Husserl. Logische Untersuchungen. Husserliana XIX/l , p. 79. (Investigaciones Lógicas 1,
p. 268).
J066
H. G. Gadamer. Gesamme/te Werke 1, p. 272 (Verdad y Método ./. p. 333).
1067
H. G. Gadamer. Gesammelte Werke 8, p. 240.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave feno111e11ológica 481
Lo que yo enseñaba era sobre todo la praxis hermenéutica. Ésta es ante todo
una praxis: el arte de comprender y de hacer comprensible. Es el alma de toda
enseñanza de la filosofía. Hay que ejercitar sobre todo el oído, la sensibilidad
para las predefiniciones, los preconceptos y pre-significaciones que subyacen
en los conceptos. Por eso dediqué una buena parte de mi labor a la historia del
concepto. [ ... ] El conocimiento de la historia de los conceptos se convierte así
en un deber crítico 1068 .
1068
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 2. p. 494. (Trad. Cast. Verdad y Método !!, p. 389).
1069
H-G. Gadamer. Gesam111elte Werke 1, p. 97. (Verdad y Método!, pp. 131-132).
482 M" Carmen LóPEZ SÁENZ
I070
D. Iru1erarity. «El giro inte1pretativo», Thémata. Revista de Filosofía. N" 17 (2006), pp. 263-283, p. 269.
1071
Cfr. E. Husserl. Erfahrung und Urteil. Un1ers11ch11ngen zur Genealogie der Logik, § 78.
107::!
"Todo contenido juidicativo posible puede pensarse como contenido de una pregunta"'. (Jbídem,
p . 374).
Corrientes actuales de la Filosofía l . En-clave fenom enológica 483
1073
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke l. . 5 (Verdad y Método I, p. 27).
107.1
Cfr. Ibídem.
10i:'
H-G. Gadamer. Gesammelre Werke 1O. p. 25 7.
484 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
en que para Husserl éste sólo es el modo de ser de la conciencia, mientras que, para
Gadamer, es la condición que define a la vida fáctica.
No obstante, es crítico con ella, por considerar que se concentt·a en la identidad
y en la validez objetiva; esto le parece una forma de fundamentación última trascen-
dental a la que se opone abie1tamente:
La fenomenología de la conciencia del tiempo explica la fundamentación tem-
poral de la validez objetiva. Tal es la indudable intención de Husserl y no deja
de ser convincente. La identidad no desaparece, a mi entender, rechazando la
idea husserliana de última fundamentación trascendental y, con ello, el reco-
nocimiento del ego trascendental y su autoconstitución temporal como última
instancia fundamentadora de las In vestigaciones Lógicas.
La identidad del yo y la del sentido que se constituye entre los interlocutores
no queda erosionada por eso. Es cierto que la comprensión de uno por otro no
cubre todo el ámbito de lo comprendido. Aquí el análisis hennenéutico tiene
que eliminar claramente un falso modelo de comprensión y de acuerdo. En el
acuerdo, además, la diferencia nunca se disuelve en la identidad 1º76 •
Gadamer no renuncia a la identi ad del yo, aunque tampoco a las diferencias
apreciadas en todo diálogo. Está convencido de que el ego trascendental sólo se da
en la idealización de la lengua a la qu pertenecen el yo concreto y su comunidad de
comunicación. Considera que el ideal husserliano del fundamento como principio
último carece de sentido para la vida y busca otra auto-interpretación, no el fun-
damento1077, porque éste cree en un c nocimiento absoluto, con-elato de una razón
entendida como ciencia rigurosa y ajena a la vida que, en su opinión, es el verdadero
fundamento:
[ ... ]porque renunciamos por principio a una detem1inada idea de fundamento,
nos volvemos mejores fenomenólogos. más cercanos a la daticidad real y más
conscientes de la reciprocidad que existe entre nuestros esfuerzos conceptuales
y lo concreto de la experiencia vital 1018 .
Esto es así porque Gadamer se interesa por la relación de la racionalidad hus-
serliana como ciencia rigurosa con la racionalidad de la vida y, en ésta, el funda-
mento entendido como primer principio indubitable carece de sentido. Siguiendo a
Heidegger, Gadamer desiste de buscarlo; busca otra autointepretación.
La finitud de vida humana será el fundamento sin fondo de la universalidad her-
menéutica, el fenómeno por antomasia, que no puede ser estudiado por una ciencia
que aspire al saber incondicional.
Además de esta aparente dicotomía entre descripción e interpretación en la fe-
nomenología y la hermenéutica, respectivamente, otra es la de sus conceptos de evi-
1076
H-G. Gadamer. Gesammelie Werke 2, p. 16. (Verdad _1· Mé1odo 11, pp. 22-23. Traducción
modificada).
1077
Cfr. H-G. Gadamer. « La he1111enéutica de la sospecha», en op. Cit., p. 133.
1078
fbídem. p. 135.
486 !vr Carmen LórEz SÁEKZ
dencia y verdad 1º79 . El correlato objeti o de la evidencia es, para Husserl, la verdad,
lo que significa que ésta no sólo reside en el juicio o en la correspondencia entre el
pensamiento y la realidad. Asegura que la evidencia más originaria es la pre-predi-
cativa 1080. De ahí la necesidad de retroceder al mundo de la vida, al verdadero funda-
mento de las idealizaciones, a la doxa de la que alTanca la episteme 1081 • Este mundo
anterior a las idealizaciones científicas, es el suelo originario en el que se configuran
y transmiten sentidos y verdades originarias. Su descubrimiento e investigación han
servido para cuestionar a fondo tanto al objetivismo ingenuo del positivismo como el
relativismo escéptico del historicismo.
Gadamer hereda de Husserl el concepto relacional de verdad, en el que ésta es síntesis
de identificación de lo intencionado y lo dado. Como la husserliana, la verdad gadame1ia-
na no es un sentimiento subjetivo, puesto que c nsiste en la auto-presentación ilurninante
de la cosa misma 1082 experienciada en el diálogo. Esta verdad, como la evidencia, no es
un método, sino que pertenece a la estructura intelTogativa del ser humano.
Tal vez el único "criterio" de verdad en Gadamer sea precisamente la manifesta-
ción evidente de la cosa misma, lo einleuchtend que no se refiere a la claiidad abso-
luta de la conciencia de la colTespondencia entre intención y plenificación, sino a la
perspectiva de Ja cosa misma experimentada por el intérprete.
El término acentúa Ja metáfora de la luz: y Gadamer atribuye al lenguaje ese
poder iluminador, porque precede ontológicamente a la voluntad y a la conciencia.
Este precedencia se debe a que el lenguaje descubre cosas (Sachen), es revelación
del mundo, más que comunicación de pensamientos interiores. Creemos que esta
revelación es algo semejante a la constitución fenomenológica que hace manifiesta
la donación. Toda fenomenología es explicitación de la evidencia y evidencia de esa
explicitación ; por ello, la fenomenología se desarrolla como hermenéutica.
En lugar de considerar, como hace Husserl, la evidencia y la verdad como la
cara subjetiva y objetiva, respectivamente, de la misma moneda, Gadamer las reúne
abiertamente en una verdad subjetiva-objetiva.
A pesar de estas discrepancias, pensamos que la verdad hermenéutica se aproxi-
ma al colTelato de una evidencia fenomenológica gradual y finita. El ser en la verdad,
que es el centro de la reflexión gadameriana, denota Jo mismo que la intencionalidad
de la posible verdad, porque el sujeto no la crea, sino que experimenta la verdadera
articulación de la cosa en el lenguaje.Verdad es, pues, venir al lenguaje, pero lo que
llega a éste no es una simple producción de él.
io;9 Me pennito seüalar aquí un trabajo mío sobre este tema, «El alcance hermenéutico de la evidencia
husserli ana». en C. Moreno y De Mingo, A. (edrs.) Signo, intencionalidad y verdad. Estudios de fenomenolo-
gía. Universidad de Scvi Ua. 2005, pp. 261-275.
1
º'º E . Husserl. Eifahnmg und Urteil. Unlersuchungen ::ur Genealogie der Logik, p. 14.
1081
Cfr. Ibíd em, p. 44.
108
~ «Das einleuchtende Ansicht der Sache selbst". Así lo reconoce L. Kennedy. The Epistemology of
H-G. Gadamer. Frankfurt, P. Lang, 1985, p. 222.
Corrientes actuales de la Filosofía f. En-clave feno111e11ológica 487
1003
Cfr. H-G. Gadamer. Gesammelre Werke 3. p. 141.
10114
Cfr. D. Fisette. «Husserl et Gadamer: les prétentions a l"universalité de de I"herméneutique et la
phénomenologie». Recherches Husserliennes vol. 8, ( 1997), pp. 3-43. p. 25. nota 32.
º H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 8, p. 182.
1 85
488 M ª Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
1086
H-G. Gadamer. Cesammelte Werke 1, p. 447 .
1087
Cfr. H-G . Gadamer. « La he1menéu6ca de la sospecha», en op. Cit. p. 133.
1088
fbídem , p. 134.
Corrientes actuales de la Filosofía f En-clave fenomenológica 489
108
• O. Poggeler. «The Funue of Hem1eneutic Philosophy», en ST.J. Stapleton (edr.) The Question of
Hermeneutivs. Dordrecht, Kluwer. 1994, p. 29.
1090
H-G. Gadamer. Gesammelre Werke l. p. 246. (Trad. cast. Verdad y Método l. p. 305).
1091
Ibídem. p. 264 . (Ibídem, pp. 324-325. Trad. ligeramente modificada).
490 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
Hemos dicho que uno de Jos rasgos distintivos de Gadamer es su interés por las
ciencias humanas y que, sin embargo, a diferencia de Dilthey, su hennenéutica no
se orienta a hacer de Ja comprensión el método que les sea propio, frente al de las
ciencias que adoptan la explicación. Acabamos de ver que la pri01idad que Gadamer
otorga a la verdad, su objetivo de comprender "la cosa" (die Sache) y no la empatía
con las intenciones del autor, Je aproxima a Husserl. De ahí arranca su revisión de la
hermenéutica tradicional que abordaba Ja com rensi ón desde este punto de vista ob-
jetivista y psicologista restringiéndola a la posibilidad de una comprensión metódica
de las intenciones objetivas de sentido.
La hem1enéutica gadameriana es filosófica, no tradicional, porque prolonga la
hermenéutica ontológica de la facticidad en una verdadera teoría de la experiencia
del pensar y de la búsqueda del sentido. Éste tiene la misma extensión que la inten-
cionalidad que será interpretada por Gadamer como c01Telación esencial entre sujeto
y objeto.
La crítica husserliana al objetivismo ha iníluído indudablemente en esta concep-
ción de la comprensión interpretativa que no se somete a las exigencias del metodo-
logismo. Por otra parte, el rechazo husserliano del psicologismo enseñará a Gadamer
que la comprensión no se funda en la concienc ia humana individual (ni siquiera en la
del autor de un texto a interpretar), sino en la realidad que sale a nuestro encuentro,
en categorías ontológicas; no es, por consiguiente, un proceso cognoscitivo, sino un
encuentro ontológico: el modo del ser que existe comprendiendo.
Verdad y método es un compendio de esta hermenéutica filosófica. Se encuen-
tra dividida en tres paiies cuyos títulos incluyen la palabra "verdad", pero no la de
"método": la primera dilucida Ja cuestión de la verdad desde la experiencia del arte;
la segunda se ocupa de la verdad en las ciencias de l espíritu; la tercera aporta a la
hem1enéutica ontológica el hilo conductor del lenguaje.
A diferencia de la filosofía tradicional, Gadamer no estudia la verdad del juicio o
la de la proposición, sino la del arte, que incluso resulta ser la verdad paradigmática
para las ciencias del espíritu, porque es esencia lmente hermenéutica, es decir, exige
ser interpretada; no se da de manera directa y. sobre todo, es una verdad subjetiva y
objetiva que no puede entenderse como adecuación de la realidad con el intelecto.
Al comienzo de Verdad y Método , el autor se pregunta cómo la tradición huma-
nista ha podido ser desplazada por el afán metodológico propio de la concepción
cientificista de la verdad. Recorriéndo dicha tradición pretende poner de manifiesto
que la búsqueda de la verdad que caracteriza a las ciencias del espíritu, a las ciencias
en general y a toda nuestra vida práctica, no debería sucumbir al metodologismo que
la detiene. Por el contrario, sería necesario superar el extrañamiento del ser humano
respecto del mundo que ha originado la conciencia metódico-científica.
Un importante factor del desplazamient de la verdad hacia el método fue la
reflexión kantiana sobre la belleza y el arte, que desembocó en el subjetivismo estéti-
co. El buen gusto, el sentido común, y t311tos otros conceptos que estaban vinculados
Corrientes actuales de la Filoso.fia /. En-clave fenom enológica 491
1092
Me permito citar aquí mi libro. El arte como racionalidad liberadora. Consideraciones desde
Marc11Se, Merleau -Ponty y Gada111e1'. Madrid, UNED. Colección '"Aula abie11a", 2000. capítulo íll, "Estética
e interpretación·', pp. 79-135. Sobre la vigencia de las ideas estéticas game1ianas, véanse mis trabajos, ''La
estética de H-G. Gadamer frente al arte actual", en T. Oñate. C. Garcia. M. A. Quintana. (edrs.) Hans Georg
Gadamer: Ontología estética y hermenéutica. Madrid, Dykinson. 2005, pp. 509-527, y "¿Qué es lo que hace
que el post-ai1e sea arte? Estética e interpretación», en Estudios Filosóficos. Vol. LVJ (2007), pp. 493-521.
1093
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke l , p. l 06. (Trad. cast. Verdad y Método!, p. 142).
492 M' Carmen L ÓPEZ S ÁE!\Z
Toma el prejuicio en su sentido más literal, es decir, como antesala del juicio, no
como fuente de error.
Su anterioridad no sólo tiene significado epistemológico, sino también trascen-
dental, ya son los prejuicios los que hacen posible una 01ientación del pensamiento,
abren al sentido y marcan nuestra apertura al mundo. De ahí la distinción gadame-
riana entre Vorurteil o juicio carente de fundamento y Praejudicium, que en la prác-
tica jurídica significa decisión anterior al juicio definitivo propiamente dicho. Esta
segunda acepción muestra que el prejuicio no siempre obstaculiza la comprensión,
sino que es la transición hacia ella. Así entendido, da cuenta de la finitud de la razón
y es comparable a la rehabilitación husserliana de la doxa subjetiva relativa, que ha-
bía sido menospreciada por el objeti\ ismo. Gadamer no hace apología del prejuicio,
sino que pretende que tomemos conciencia de él, porque sólo así conoceremos la
génesis de nuestros juicios y evitaremos que sean meras reiteraciones de otros; asi-
mismo, seremos capaces de evaluar la acción del pasado en el presente.
El filósofo no solo se enfrenta a la devaluación del prejuicio, sino también a
la consecuente desvalorización de la autoridad y de la tradición, consideradas por
la Ilustración como sinónimas de iITacionalidad. Desde la perspectiva gadameriana,
prejuicios, tradición y autoridad ponen límites a todo pensamiento racional y, a la
vez, lo hacen posible.
La tercera y última pm1e de Verdad y Método apunta a una cuestión fundamental
que sigue planteándose toda la filosofía actual y que ha marcado, sin duda, la gran
relevancia de la hermeneútica en todos los debates actuales. Se trata de la cuestión
del lenguaje. Gadamer considera que sólo una consideración de este fenómeno pue-
de pem1itir que la henneneútica dé un "giro ontológico", esto es: que pase a ocupar
el lugar de una ontología fundamental.
Si la hem1eneútica había nacido como disciplina regional, dividida en herme-
neútica jurídica, literaria y teológica, y si Scheleiermacher sólo había conseguido
generalizar su problemática desde una posición todavía psicologista cuya norma era
la interpretación autorial, ahora, gracias al lenguaje, es posible realizar verdadera-
mente su universalidad. La teoría de la experiencia henneneútica deja, por tanto, de
concebirse como un fragmento de la experiencia humana del mundo para devenir
experiencia origillaria en la que se no aparece el mundo junto con nosotros mismos.
Dicha experiencia no nos viene dada, sino que se hace y uno de sus hacedores es el
lenguaje: éste es el medio de toda 0 enuina comprensión e interpretación, de todo
acceso a la verdad primordial. Nos ocuparemos más detalladamente de este tema en
el apai1ado 4.2.5.
Toda la obra de Verdad y método es una pregunta por las condiciones de posibi-
lidad de la comprensión 1097 . Su primera constatación es que en la comprensión del
1091
Un desarrollo más amplio de este concepto, en mis trabajos, "La comprensión ontológica en H-G.
Gadamer ", Revista de l etras de Deusto. nº 78, vol. 28 (1998), pp. 173-199 y " Henneneutics as a Philosophy
494 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
sentido de algo radica la experiencia originana en la que tiene lugar todo encuentro
enh·e nosotros y el mundo. Dicha experiencia siempre está mediada por una precom-
prensión y vertida en un lenguaje que retiene y conserva una tradición. Esta última no
es, en Gadamer, algo históricamente dado de una vez por todas, sino apertura y hasta
posibilidad de autocrítica. La tradición se instaura de forma pacífica y respetando la
autonomía de las sujetos cuando es asumida por ellos a causa de su autoridad.
Autoridad no es poder de dar órdenes que se deban acatar sin saber por qué, sino
auto-legitimidad que no se impone por la fuerza (sea ésta física o no), sino que es
reconocida:
La autoridad no se otorga sino que se adquiere, y tiene que ser adqui1ida in-
cluso si se quiere poner en cuestión. Descansa en el reconocimiento y en con-
secuencia en un acto de la razón misma que, haciéndose cargo de sus límites,
confia en la perspectiva del otro, aprendiendo así a no tener razón, a reconocer
Ja autoridad fundamentada en su mayor saber.
El sentido de autoridad, así entendida, no tiene nada que ver con una obedien-
cia ciega de comando. En realidad no tiene nada que ver con obediencia, sino
con co11ocimiento (Erkenntnis) 1 98• º
Gadamer distingue "autoridad" de "aut01itarismo" y "tradición" de "tradicio-
nalismo"1099; suele referirse a la tradición de manera neutra, como transmisión
( Überlieferung), sin ahondar en sus contenidos, sino en el proceso mismo, en lo que
nos llega.
No siempre ha de haber conflicto entre tradición y razón, porque aquélla puede
ser aceptación consciente. La conservación que implica no es ajena a la razón ni des-
aparece por completo con las revoluciones.
La razón consiste siempre en no afinnar ciegamente lo tenido por verdadero,
sino en ocuparse de ello críticamente. Su hacer es el de la Ilustración, pero no
como el dogma de una nueva racionalidad absolutamente regulada que todo
lo sabe mejor; la razón es también autocomprenderse y comprender nuestra
relatividad en un auton-econocimiento perseverante( ... ) en nombre de la razón
contra cualquier dogmatismo, venga de donde venga: " Por un solo camino no
podemos acceder al gran secreto" 1100 .
1101
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke l . p. 300. (Verdad y Método!, p. 365).
496 Mª Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
Li02
Ibídem, p. 298 (Ibídem, p. 363).
Corriemes actuales de la Filosofía l. En-clave fenome11o lógica 497
11 0.1
Ibídem. p. 304 (Ibídem. p. 369).
l lC>4
Ibídem, p. 3 12 (Ibídem, pp. 378-379).
498 M" Carmen LÓPEZ SÁENZ
Para lograr la fusión horizóntica es preciso tener ya horizonte propio y querer ga-
nar horizonte; pero esto no significa suplantarlo, sino ampliarlo conscientemente,
Ganar un horizonte quiere decir siempre aprender a ver más allá de lo cerca-
no y de lo muy cercano, no desatenderlo, sino precisamente verlo mejor inte-
grándolo en un todo más grande y en patrones más conectas. Tampoco es una
buena descripción la conciencia histórica de la que habla con Nietzsche de los
muchos horizontes cambiantes a los que ella enseña a desplazarse. El que apar-
ta la mirada de sí mismo se priva justame te del horizonte histórico, y la idea
de Nietzsche de las desventajas de la cienc ia histórica para la vida no concierne
en realidad a la conciencia histórica como tal, sino a la autoenajenación de que
es víctima cuando entiende la metodología de la ciencia moderna de la historia
como su propia esencia 11 º6 .
La fusión de horizontes, como la interpretación efectiva, se enfrenta a aque-
llo que pretende comprender a partir de un horizonte o situación hermeneútica
propia: el mundo histórico y personal del intérprete, que actúa en la precompren-
sión y en sus interrogantes; por otro lado, en cuanto accede comprensivamente a
nuevos contenidos de sentido amplía y expande su propio horizonte fáctico. De
este modo la hermeneútica filosófica subraya enérgicamente el carácter vivo,
activo y productivo de la tradición para el presente histórico de una cultura, en la
multiplicidad de sus formas. Con ello se apunta ya hacia el tercer momento siem-
pre implicado en el proceso de comprensión: el de la aplicación de lo compren-
dido, aplicación que lleva a su propia plenitud a la interpretación, al acontecer de
la verdad originaria.
1105
Ibídem, pp. 309-31 O (Ibídem, p. 3 75).
1106
Ibídem, p. 3 10 (Ibídem, pp. 375-376).
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave fenomenológica 499
1107
Ibídem. p. 3 14 (Ibídem, p. 380).
500 Mª Carmen L ÓPEZ S ÁEJ\"Z
una falta de sinceridad, porque nadie puede v ivir sin esperanza. Defiende una razón
social, distinta de la técnica, una razón lingüística que fundamenta la praxis común,
porque el lenguaje no es sólo un instrumento, sino una trascendencia:
Poder hablar es poder elevarse sobre los propios límites. Esto implica la posi-
bilidad universal del diálogo humano, de la palabra del uno con el otrn y del
uno frente al otro implica una relación con la razón, medio común a todos los
hombres en el que se comprenden y donde se realiza, de alguna manera el dis-
cernimiento (Einsicht).
1108
H-G . Gadamer. Gesammelte Werke 10. Tübingen, Mohr. 1995, p. 3 13-314.
11(~
Ibídem, p . 70.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 501
1110
He estudiado con más amplirud este asunto en. "La actualidad de la retórica en la filosofía her-
menéutica''. Estudios Filosóficos, nº 170, vol. UXI. enero-abril 2010. pp. 69-97, y en 'The Application of
Rhetoric to Paideia. H-G. Gadamer", en B. Penas, M. Mwioz y M. Conejero. (eds.) Con!Texts o.fPersuasión.
Kassel, Editorial Reichenberger, 201 1, pp. 193-223.
502 M' Carmen LÓPl::Z SÁENZ
humanística frente al dominio del discurso abstracto de las ciencias, puesto que éstas
emplean la retórica en sus contextos hemisticos y divulgativos, su ubicuidad se suma
a la universalidad del lenguaje, entendido como forma de vida y a la ineliminable
función social de la retórica que, adecuadamente orientada, puede ser de gran utili-
dad para la democracia y la fonnación del ethos y de la opinión pública.
El diálogo, la comunicación y la retórica resultan imprescindibles para esta ra-
cionalidad práctica que nos incumbe a todos y articula nuestra experiencia del mun-
do con vistas a la acción. El lagos he1menéutico es, pues, razón que se actualiza en
la lengua y sirve como idea regulativa a una com un idad de vida que siempre está en
vías de hacerse, porque la razón no es una mera capacidad individual con la que na-
cemos, sino que se forma en común y ayuda a fonnar.
La hennenéutica ha contribuido a examinar las pretensiones de una razón
que se vuelve dogmáticamente contra la tradición y olvida la historia efectual
(Wirkungsgeschichte). Ésta, como aquélla, n es algo que se pueda convertir en ob-
jeto de reflexión, sino eso que actúa siempre como fondo a la vez que es efectuado
por nosotros.
El término de Wirkungsgeschichte es perfectamente aplicable a la conciencia de
la tradición que se mantiene viva en virtud de la interpretación. El intérprete no puede
acceder a la tradición como si ésta fuera un objeto, porque fo1ma parte de la misma.
La conciencia de este entramado de efectos recíprocos es la Wirkungsges-
chichtliches Bewusstsein o conciencia de la historia efectual. Nosotros interpretamos
este concepto como conciencia determinada por la h istoria y como pertenencia activa
a la misma 11 11 • No hay ser ante la conciencia, sino que ésta siempre es participación
en el ser y hasta la Wirkungsgeschichtliches Bewusstein es más ser que transparencia
consciente de la determinación histórica, porque somos nosotros los que pertenece-
mos a la historia y no ella a nosotros. La historicidad de todo lo humano está más allá
del saber sobre ella.
Sí, como veremos en el próximo capitulo, la Teoría Crítica exalta la reflexión
como ejercicio crítico del orden establecido y de la razón del mismo, la hermenéuti-
ca filosófica confía también en la posibilidad de pensar la comprensión del sentido
lingüístico en la histo1ia y en la tradición que nos han precedido y de las que provie-
nen las precompresiones. Sólo después de aceptar esto, será posible revisarlas. La
crítica fonna parte de la experiencia hermen 'utica, pero hasta la razón crítica queda
históricamente sometida a la crítica de las generaciones venideras. Con esto quere-
mos decir que la razón no es eterna o absoluta.
Aunque no alcanza a elevarse como telas de la racionalidad y de la humanidad,
la razón hermenéutica es, como la fenomenológi ca, teórico-práctica y, por consi-
1111
Un estudio de la Wirkungsgeschichlliches Bewusslein en m i contribución, «La detem1inación
histórica en Ja hermenéutica de H-G. Gadamern. en Mª C. López y J. M. Díaz. Fenomenología e Hisloria.
Madrid, UNED, 2003, pp. 167-1 83, especialmente 174 y ss.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 503
Decíamos en el apartado anterior que todo aquello de lo que podemos tener ex-
periencia es susceptible de ser comprendido y puede convertirse en tema para la her-
menéutica. Sin embargo, su trama más idónea son los textos, pues, en efecto, en
ellos se retiene una tradición cuyos contenidos son transmitidos por una comunidad
histórica.
La hermenéutica clásica se conc ntraba en el estudio de los textos escritos que
habían sido legados; la hermenéutica filosófica también los tiene en consideración
y los toma como ejemplo de la actividad comprensiva. Esto es así porque, en ellos,
se aprecia una conexión interna entre la comprensión y el lenguaje, entendiendo por
éste, no un sistema abstracto y arbitrario de signos, sino un depósito de la historia
cultural, la cual es una sedimentación de la experiencia vivida que pasa a disposi-
ción de otras comunidades que pueden reactivarla interpretándola y aplicándola a su
nueva situación. Desde ella, el intérprete plantea preguntas a la tradición motivadas
por las cuestiones propias que conciernen a su situación henneneútica; unas pregun-
tas cuyo genuino planteamiento y posible respuesta precisan una actualización del
pasado de cara al presente, que contmúa explorando y contribuyendo al acontecer
de la verdad. Al ser ésta Ja finalidad principal de la hennenéutica filosófica, no ha
de confundirse con las hermenéutica precedentes, con una simple técnica auxiliar o
con una hermenéutica regional ocupada de la exégesis.
Desde el concepto gadameriano de comprensión-interpretativa y aplicada, el tex-
to aparece como algo central en la estructura de Ja lingüisticidad; se caracteriza por
el hecho de presentarse a la comprensión en el contexto de Ja interpretación y por ser
el punto de referencia de la pluralidad de posibilidades interpretativas que apuntan a
él. Gadamer lo entiende como un concepto hermenéutico; es decir, no lo contempla
desde Ja perspectiva de la lingüística o de Ja gramática, sino desde Ja hermenéutica,
111 2
H-G. Gadamer. Das Erbe Europas. Suhrkamp, Frankfurt a. Main, 1989, p. 23.
1113
Esta temática, así como su comparación con el tratamiento ricoemiano del texto puede seguirse
más detalladamente a través de mi trabajo, "La filosofia hennenéutica del texto y su verdad. H-G. Gadamer y
P. Ricoeur''. en A. Penas y R. González. (coords) Estudios sobre el texto. Nuevos enfoques y propuestas. Peter
Lang, Frankfurt a. Main, 2009, pp. 17-41.
504 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
porque también es preciso interpretar lo que entendemos por "texto" y porque com-
prender la conducta humana es comparable a leer un texto. Para la filosofía , éste no
es un objeto, porque siempre está rehaciéndose por las preguntas que el intérprete le
dirige y por las que el texto le plantea a él ayudándole así a pensar y a dar significado
a las experiencias. El texto es sólo discurso inacabado en la infinita conversación del
pensamiento. Lo que interesa es lo que nos dice, su sentido, y no sólo el funciona-
miento de su lenguaje.
Gadamer reconoce las ventajas del texto escrito. En él queda fijada la idealidad
del sentido que se hace comunicable a cualquiera que sepa leer, porque,
En la escritura se engendra la liberación del lenguaje respecto a su realización.
Bajo la fo1111a de la escritura todo lo trasmitido se da simultán eamente para
cualquier presente. En ella se da una coexistencia de pasado y presente única
en su género, pues la conciencia presente tiene la posibilidad de un acceso libre
a todo cuanto se le ha trasmitido por escnto. La conciencia que comprende.
liberada de su referencia a los relatos que traen al presente las noticias del pa-
sado, vuelta inmediatamente hacia la tradición literaria, gana con ello una posi-
bilidad auténtica de desplazar y ampliar su horizonte y enriquecer así su propio
mundo con toda una nueva dimensión de profundidad 1114 .
Gracias a la escritura, todo lo transmitido se hace contemporáneo para una infini-
dad de potenciales receptores. La idealidad de la palabra eleva todo lo que ha llegado
a nosotros por encima de la finitud de lo que ya ha pasado. Gadamer reconoce, ade-
más, la superioridad metodológica de la tradición escrita: ella pennite presentificar
el sentido de lo que ya pasó, supera la finitud del habla, libera a la expresión de sus
momentos emocionales y de los factores psicológicos; tiene la ventaja de permane-
cer en el tiempo incorporándose a la tradición, plasmando la idealidad y abriéndose
a series ilimitadas de interpretaciones. Esta preeminencia no es más que el reverso
del auto-extrañamiento de la Sprache (lengua) que es la escritura y que determina
que, como ya percibiera Platón, lo escrito nunca pueda ayudar al que malinterpreta,
ya que no puede clarificar sus interrogantes. Siguiendo a Gadamer, esta debilidad
se supera con la lectura comprensiva, con la participación en un sentido presente
estableciendo un diálogo con el texto hasta alcanzar el sentido que la letra adquiere
después de su interpretación.
Todo lo escrito es, como ya hemos dicho, una especie de habla extrañada que
necesita de la reconducción de sus signos al habla y al sentido. Esta reconduc-
ción se plantea, como el verdadero sentido hermenéutico porque a través de
la escritura le acune al sentido una especi e de autoextrañamiento. El sentido
de lo escrito tiene que volver a enunciarse únicamente en base a la literalidad
transmitida por los signos escritos. A la inversa de lo que acune con la palabra
hablada, la interpretación de lo escrito no dispone de otra ayuda 1115 •
1114
H-G, Gadamer. Gesammelte Werke 1, p. 393 (Verdad y Método !, pp. 468-469).
111 5
Ibídem, p. 296 (Ibídem, p. 472).
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave feno111e11ológica 505
ni• Cfr. E. Husserl. Die Krisis der Eumpiiischen Wissenschafien und die transzendentale
Phiinomenologie. Husserliana VI., pp . 37 1-372.
tn 7 Cfr. H-G, Gadamer. Gesammelte Werke 2, p. 19. (Verdad y Método!!, p. 26).
506 M" Carmen LÓPíZ S ÁENZ
El carácter dialogal del lenguaje que yo intenté investigar deja atrás el punto
de partida de la subjetividad del sujeto, incluido el del hablante en su referen-
cia al sentido. Lo que se manifiesta en el lenguaje no es la mera fijación de un
sentido pretendido, sino un intento en constante cambio o, más exactamente,
una tentación reiterada de sumergirse en algo con alguien. Pero esto significa
exponerse 1118 •
La necesaria apropiación hermenéutica s una forma de aprehender el mundo
proyectado por el texto que supone una intencionalidad del sujeto, pero también una
desposesión del mismo. Ésta tiene lugar en el diálogo con los textos y con nosotros
mismos y su fin es hacer nuestro lo que está en otro al mismo tiempo que compren-
demos lo ajeno en lo propio y enriquecemos la comprensión de nosotros mismos.
El paradigma dialógico pone así de manifiesto la reciprocidad entre un yo y un otro
mututamente transformados 1119 • Requiere, sin embargo, una voluntad de apertura a lo
otro que es la que posibilita una verdadera experiencia comunicativa. Ésta no exige
ni borrar la propia verdad ni aceptar ciegamente la del otro, sino tomar en serio am-
bas posiciones para contrastarlas . Desde esas situaciones interrelacionadas, el diálo-
go hermenéutico busca una verdad compartida.
Gadamer concebirá el texto como prototipo de la conversación hem1enéutica que
acontece en el lenguaje natural. Éste es el responsable de la apertura interpretativa
al mundo porque está ligado a la interpretación y toda realidad es resultado de ésta.
Por su parte, el texto es algo a interpretar, una interpelación y no una cosa en sí.
Como toda textura, encama una relación subjetivo-objetiva. Por tanto, "texto" es,
para Gadamer, algo más que el título de un campo objetivo de investigación literaria;
paralelamente, la comprensión interpretativa tampoco se reduce a una simple técnica
para descifrar el sentido oculto en los textos; no es ni siquiera un recurso comple-
mentario del conocimiento, sino la estructura originaria del ser-en-el-mundo y de
todas sus actividades. Comprender un texto es interpretarlo y aplicarlo. Siempre que
comprendemos, lo hacemos interpretando; por eso, el sentido de un texto actualiza
al que le dio su autor. Interpretar no consiste en empatizar con éste, ni en reproducir
su acto productivo, sino en hallar alguna verdad en el texto mismo que contribuya
a ampliar la nuestra. Para ello, aquél no sólo debe ser coherente con la historia; no
se limitará a ser verosímil, sino que tendrá alguna pretensión de verdad, teniendo en
cuenta, eso sí, que la verdad hermenéutica no es la proyección de un Sujeto en un
objeto ni la reproducción de éste, sino un acontecimiento subjetivo-objetivo insepa-
rable del horizonte humano y temporal. La verdad hermenéutica ni siquiera está en
el texto, sino que surge en el intercambio de éste con sus intérpretes y sólo significa
algo si se aplica a nuestra experiencia del mundo. A su vez, el texto es la expresión de
una experiencia y hasta de una práctica. Por otro lado, toda práctica humana puede
1118
Ibídem, p. 335 (Ibídem, p. 324).
1119
Véase sobre esta problemática, mi investigación, «De la expresividad al habla. Un modelo dia-
crítico de interculturali dad», en Mª C. López y B. Penas eds.) Paradojas de la lnterculturalidad. Filosofla,
lenguaje y discurso. Madrid, Editorial Biblioteca ueva, 2008, pp. 31-61.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave f eno111e11ológica 507
11:!0
H-G. Gadamer. Gesammelre Werke 2. p. 370 (Verdad y Méwdo 11, p. 357).
508 Mª Carmen LóPEZ SÁE:-:z
1121
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 1 p. 311 Uerdady Método/, p.377).
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clavefeno111e11ológica 509
derse, más bien, como consecución de una unidad de significado o coherencia que
resulta de la serie de revisiones del proyecto de interpretación.
El inte1pretandum sigue detentando la primacía como signo de verdad de la in-
terpretación. Su superioridad se funda en la anticipación de la perfección (Vorgr!ff
der Vollkommenheit), es decir, en el rincipio de que comprendemos un texto pre-
suponiendo que hallaremos en él una unidad completa de sentido: el asunto o cosa a
la que se refiere el texto. Partimos de esta pre-comprensión cada vez que leemos un
texto pasando por alto defectos de lectura o enatas o cuando atribuimos su incom-
prensión a enores de traducción e intentamos adivinar cómo remediarla. Esta noción
es el principio regulativo que guía y condiciona todo entender. Sin embargo, no ga-
rantiza la exactitud de la interpretación, porque ésta es una tarea infinita.
Este prejuicio de la coherencia interpretativa del texto parece un simple recurso
formal que no afecta a su valor de verdad, ya que un texto puede ser coherente en su
significado y no ser verdadero; no obstante, Gadamer, identifica dicha coherencia
con la propia racionalidad de lo que el texto dice en conespondencia con su verdad y
el conocimiento previo que el intérprete tiene de la misma, de modo que
Entendemos un texto recibido merced a las expectativas de sentido que nacen
de nuestro propio conocimiento previo de la cosa. Sólo cuando fracasa la ten-
tativa de dar por verdadero lo dicho nos afanamos por entender -psicológica,
históricamente- el texto como opinión de otro. El prejuicio de perfección no
solamente contiene la expectativa de que el texto puede llegar a expresar per-
fectamente lo que contiene, sino también que lo que el texto dice es la verdad
completa. Comprender significa primariamente saber a qué atenerse sobre "la
cosa'', y sólo secundariamente aislar y comprender la opinión del otro como
tal 1122.
1122
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 2 p. 62 (Verdady Mérodo 2, pp. 67-68. Trad. modificada).
510 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
salgan de su sitio, así también el texto poético es texto en el sentido de que sus
elementos convergen en una palabra unificada y en una sucesión armoniosa de
sonidos 11 n
Los textos literarios eminentes son los poéticos. No desaparecen una vez que se
lee lo que comunican, como sí ocune con una notificación o una carta. La eminencia
del texto poético se debe a que excede su contexto de producción, así como su campo
de divulgación o su contribución al conocimiento. Gadamer lo denomina "eminente'',
porque es autónomo con respecto a su origen, a su referencia, pero también porque
nunca termina de ser interpretado, sino que ha de ser continuamente leído, releído,
recitado y, en definitiva, ejecutado. No se entiende fuera de las figuras e imágenes
que le dan fonna, pues su sentido surge de la imbricación de contenido y forma.
En los textos eminentes la palabra adquiere auto-presencia plena y su discurso
siempre está acompañado por la reactivación de esa presencia por parte de los
intérpretes. La interpretación, como el diálogo, acontece en la dialéctica entre
pregunta y respuesta; por tanto, la literatura no supone aminoramiento de la
palabra hablada, «sino que esta es su fonna de ser originaria» 1124 .
Aunque, como hemos visto, para Gadamer es prioritario el diálogo y su irnnedia-
tez se pierde con la escritura, reconoce que ésta tiene otras ventajas. Podría decirse
que la escritura muestra el problema hermenéutico de la verdad en su fonna pura,
pero a costa de fijar el discurrir viviente del diálogo ¿Cómo deviene, entonces, un
texto escrito obra de arte? Reactivándolo en el habla:
La letra mue1ia de la escritura no puede ser atribuida al ser de la obra de aiie,
sino sólo la palabra resucitada (hablada o leída). Pero sólo el paso por su caí-
da en la escritura le da a la palabra su transfiguración. que puede llamarse su
verdad 1125 .
1123
H-G. Gadamer. Gesammel!e Werke 8. p. 289.
11:!4
fbídem, p. 43.
11'.!5
Ibídem, p. 46.
Corrientes actuales de la Filoso.fía J. En-clave feno111e11ológica 511
IJ::6
lbídem. p. 248.
ll~i
Cfr. lbídem. p. 76.
11:8
Ibídem.
1119
Ibídem. p. 337.
512 M' Carmen LóPrz SÁEKZ
La fin itud del lenguaje y del ser humano mismo no es un obstáculo, sino justa-
mente la condición de posibilidad de la apertura interpretativa y de su carácter incon-
cluso. De ahí la universal idad de la he1menéutica.
De este giro lingüístico de la hermenéutica, de su universalización del lenguaje,
se sigue que no hay mundo en sí experimentado como criterio de verdad y referencia
del sentido, porque toda realidad está mediada lingüística e interpretativamente. La
Subjetividad no imprime, por sí sola, esta mediación. La originalidad gadameriana
en el tratamiento lingüístico radica en el giro hermenéutico hacia la conversación;
gracias a él descubrimos la intersubjetividad de toda realidad, incluida la del propio
sujeto:
El giro hennenéutico hacia la conversación que yo he ensayado va en el mismo
sentido y no se limita a retroceder. detrás de la dialéctica del idealismo alemán,
1131
H-G. Gadamer. Gesammelre Werke 1. p. 392 ( Verdad.1· Mérodo 1, p. 467).
113.:'.
Ibídem. p. 450 (1bídem, p. 535).
113.'
Ibídem. p. 462 (Ibídem, p. 549).
514 M" Carmen LÓPEZ SÁENZ
La frase de Gadamer, expresa que nuestra relación con el mundo y nuestra com-
prensión del mismo son necesariamente, aunque no exclusivamente, lingüísticas. No
solo los fenómenos histórico-espirituales, sino todo cuanto puede ser comprendido
lo es porque puede ser articulado lingüísticamente (aunque de hecho no lo sea).
Pero al mismo tiempo las palabras que efectivamente pronunciamos no siempre
logran expresar adecuadamente lo que tenemos en mente al comprender y todo lo
que queremos decir, eso que Husserl denomina "intencionalidad del sentido". Esto,
lejos de ser su limitación es lo que impulsa a seguir buscando más palabras que per-
mitan desarrollar la comprensión, es decir, interpretar, y finalmente a dialogar ha-
ciendo filosofía.
Como en Heidegger, en Gadamer el lenguaje es lingüisticidad (Sprachlichkeit),
una dimensión esencial del ser humano. Por eso, todo conocimiento está mediado
por él, pero, además,
La lingüisticidad de nuestro ser-en-el-mundo a1ticula en el fondo todo el ámbi-
to de la experiencia. La lógica de Ja inducción que describe Aristóteles y que F.
Bacon convirtió en fundamento de las nuevas ciencias empíricas parece insa-
tisfactoria corno teoría de la experiencia científica y necesita conección, pero
se trasluce en ella la afinidad con la articulación lingüística del mundo 1136.
113-t
Ibídem, p. 368 (Ibídem. 356).
1135
Ibídem, p. 478. (Ibídem, p. 567-568).
1136
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 2. p. 112. (Verdad y Método II. pp. 113-114).
Corrientes actuales de fa Filosofía l. En-clave fenomenológica 515
Las ciencias del espíritu no proceden obteniendo leyes generales por un proceso
de inducción a partir de material empírico. Gadamer considera que la naturaleza de
dichas ciencias se puede entender mejor desde la tradición humanista de la Bildung
(formación) que busca la verdad, que desde la idea moderna de la ciencia, que separa
al hombre del mundo y produce la conciencia metódico-científica.
La experiencia lingüística, por el contrario, tiene un carácter dialéctico porque
intenta aprehender la cosa misma, comprenderla en su acontecer. Por eso, no hay
primero experiencia y luego lenguaje sobre ella, sino búsqueda de palabras para ex-
presar las cosas:
No es que la experiencia ocurra e principio sin palabras y se convierta secun-
dariamente en objeto de la reflexi ón en vittud de la designación, por ejemplo,
subsumiéndose bajo la generalidad de la palabra. Al contrario, es paiie de la
experiencia misma el buscar y encontrar las palabras que la expresen. Uno bus-
ca la palabra adecuada, esto es, la palabra que realmente pertenezca a la cosa,
de manera que ésta llegue así a la palabra 1137 .
Comprender no es compartir con otro una opinión, sino un acuerdo sobre dicho
asunto ya sea éste un pensamiento fil sófico o una propuesta artística; ambas valen
por sí mismas, por lo que tienen que decir. No olvidemos, sin embargo, que reper-
cuten sobre el sujeto que comprende. Esto implica que esta filosofía es existencial
y dialéctica, porque su concepto de experiencia es el encuentro entre la conciencia
subjetiva y la realidad objetiva, la fusión sujeto-objeto en una nueva real idad.
En consonancia con dicha experi encia en busca de la verdad subjetivo-objetiva,
el lenguaje es primariamente apertura al mundo y no expresión de lo individual. Una
experiencia es algo que acontece y todo legado acontece en el lenguaje porque habla
de sí mismo como de un tú. El yo y el tú constituyen una unidad dialéctica fundada
en el lenguaje, pero ¿el lenguaj e tiene algún fundamento ? De tenerlo, sería la ra-
cionalidad, pero ésta el lingüística, de manera que el fundamento no es otro que la
circularidad hermenéutica.
Según ésta, la cosa no es una creación del lenguaje, sino que se debe a la reci -
procidad entre éste y la experienc ia, hasta el punto de que ambos se constituyen al
mismo tiempo. Esta correspondencia se debe a la pertenencia (Zugehorigkeit) del
pensamiento al lenguaje y al ser. Tanto la intuición no lingüística como la discursivi-
dad lingüística son elementos esenciales, no accidentales, de toda experiencia:
Gadamer considera que la dicotomía entre lenguaje y realidad es uno de los pro-
ductos de la epistemología de la Ilustración que hay que superar. Comprender es
entender un lenguaje, unas palabras (significado) a través de una estmctura (lengua)
y desde nuestra situación irrepetible (aplicación). Esta relación entre la comprensión
y el lenguaj e es tan íntima que Gadamer llega a decir:
1137
H-G. Gadamer. Gesam111elte Werke 1, p. 421 (Verdad y Método !, p.501 ).
516 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
En el lenguaje nuestro mundo deviene conocido por nosotros, puesto que todas
las manifestaciones humanas pretenden ser entendidas lingüísticamente y pertenecen
a la tradición lingüística. De esto se sigue que lo que vale para la comprensión vale
para el lenguaje 1139 . Ambas cosas constituyen el ser del hombre y gracias a ellas, te-
nemos mundo; a su vez, el lenguaje está inserto en la comprensión del mundo y éste
es la experiencia humana articulada lingüisticamente, hasta el punto de que quien
tiene el lenguaje tiene el mundo y la lingüisticidad condiciona toda comprensión.
Gadamer se refiere generalmente a la universalidad de la lingüisticidad
(Sprachlichkeit), más que a la del lenguaje. "Lingüisticidad" es la virtualidad lin-
güística de nuestra razón y cada lengua concreta puede considerarse una figura de la
universalidad de la lingüisticidad.
El lenguaje es la palabra de la razón, porque el mundo se presenta en él y, gracias
a ello, la razón remite al todo del mundo; lo que es universal, por tanto, es el lagos
que constituyen ambos:
En este sentido el lenguaje rebasa cualquier argumentación sobre su competen-
cia. Su universalidad se mantiene a la altura de la razón. La conciencia hern1e-
néutica se limita aquí a participar en lo que hace la relación general de lenguaje
y razón. Si toda comprensión se encuentra en una necesaria relación de equiva-
lencia con su posible interpretación, y si a la comprensión no se le han puesto
baneras fundamentales , también la aprehensión lingüística que experimenta
esta comprensión en la interpretación tiene que llevar en sí una infinitud que
rebase cualquier frontera. El lenguaje es el lenguaje de la razón misma 1140•
1138
Ibídem, p. 392. (Ibídem. p. 467).
1139
Cfr. lbídem, p. 408. (Ibídem, p. 485).
1140
Ibídem, p. 451 (Ibídem. p. 482).
Corrientes actuales de la Filosofía !. En-clave fenomenológica 517
11 1
' Cfr. P. Ricoeur. "Auto-compréhensi n et histoire"', en T. Calvo y R. Ávila. (eds). Paul Rcoeur: los
caminos de la interpretación. Barcelona, Anthr pos, 1991. pp. 9-26. p. 1O.
11 2
~ Cfr. Ibídem, p. 11.
518 M' Cannen LÓPEZ SÁENZ
Mientras que la filosofía hermenéutica gadameriana es más fundam ental que una
simple metodología de las ciencias del espíritu y suministra un correctivo para la
alienación metodológica del problema de la verdad subjetivo-objetiva, la filosofía
hermenéutica ricoeuriana recupera la función epistemológica, aplicada a las ciencias
humanas e incorpora a su propio discurso las prácticas críticas y desenmascaradoras .
Lo hace porque considera que una hennenéutica -como la de Gadamer- exclusi-
vamente ontológica elimina la función integradora de la filosofía y deja a las dis-
ciplinas humanas sin una he1111enéutica general para buscar mediaciones entre sus
diferencias. Sin ellas, es fácil caer en el conflicto de las interpretaciones. De ahí que
Ricoeur conciba el proyecto de una he1men éutica general que integre todas las dis-
ciplinas que tienen relación con el lenguaje y la interpretación. Sin embargo, al igual
que Gadamer, comprende la hennenéutica c mo una filosofía que va más allá de Ja
simple crítica epistemológica y del análisis del lenguaje.
Le reconoce al henneneuta alemán el mérito de haber reintegrado en la ontología
la comprensión de las ciencias del espíritu. Asimismo, va lora su rehabilitación de la
herencia humanista y del modelo de la comprensión textual. Por su parte, se propone
la mediación de la he1111enéutica filosófica con la crítica y el distanciamiento expli-
cativo del texto. Considera que la hennenéutica gadameriana de la tradición puede
completarse críticamente gracias a cuatro temas en los que este fenomenólogo anno-
nizador incide:
1.- La distanciación hermenéutica por la escritura es condición de la auto-
nomía del texto con respecto al autor, a la situación cultural, los condi-
cionamientos sociológicos de la producción del texto y del destinatario
primitivo. El texto escrito no puede tratarse como una extensión de la si-
tuación dialogal, porque la escritura crea su propia audiencia virtualmente
extendida a cualquiera que sepa leer y son las lecturas las que lo descon-
textualizan y recontextualizan.
2.- La superación de la dicotomía entre explicación y comprensión, ya que la
cosa del texto se revela tras la apropiación comprensiva de éste, mediatiza-
da por las explicaciones necesaria de su estructura. Verdad y método ya no
son, por consiguiente, conceptos contradict01ios, sino complementarios.
3.- El texto abre un mundo propio ante el sujeto; esto implica que es capaz de
criticar lo real y de descubrir en él otras potencialidades para configurar la
suya.
4.- La he1menéutica no pretende descubrir la intención autoría! escondida en
el texto, sino desplegar una comprensión de sí auténtica. Para ello, se deja
insh-uir por la cosa del texto a la que se refería Gadamer como die Sache.
La exposición al mundo del texto ocupa el lugar de la proyección de la
subjetividad y, así, pierde su idealismo la empresa fenomenológica conti-
nuada en la hetmenéutica.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave fenomenológica 51 9
" "' G. Madison. The Her111e11e11tics of Postmoderniry. Figures and Themes. B loomington, Indiana
UniY. Press, 1988. p. 90.
520 Mª Carmen LÓPEZ S ÁENZ
( . .. ) Partiendo de las tesis más recientes, las de Gadamer, podemos ver refle-
jarse. hasta en la composición de Wahrheit und Methode , esta atestiguación del
carácter segundo de la problemática del lenguaje. Incluso si es verdad que toda
experiencia tiene una "dimensión lingüística", y esta Sprach/ichkeit marca y
transita toda experiencia, no es, sin embargo, por la Sprach/ichkeit que debe
comenzar una filosofia he1menéutica. Primero hay que decir lo que viene al
lenguaje1 144.
Como Husserl, Ricoeur considera que la intencionalidad lingüística está prece-
dida por el análisis noemático, que es prelingüístico, y, primeramente, por el de la
experiencia perceptiva. Este es el mismo camino que toma la hermenéutica gadame-
riana que remite la experiencia lingü ística a la totalidad de la experiencia estética e
histórica. Ni siquiera la conciencia de la historia efectual, que imposibilita una total
transparencia de los prejuicios y precede a cualquier objetivación del pasado por el
historiador, es reducible a la lingüisticidad de la transmisión.
Sin embargo, como buen fenomenólogo Ricoeur no pretende quedarse en el ni -
vel pre-reflexivo de la experiencia, sino anclarla en la reflexión, con objeto de ela-
borar una ontología racional de la existencia humana. Su práctica de la semántica y
la filosofía reflexiva tiene como obj eto ampliar la ontología, no desligarse de ella
incurriendo en la absolutización del lenguaje o en la del sujeto, extremos éstos que
quiere evitar. Así pues, la ontología ncoeuriana avanza con la reflexión y es insepa-
rable de la tarea interpretativa, debido a que la existencia y sus producciones tienen
un sentido que es preciso buscar.
Desde su óptica, el lenguaj e, como signo, media entre el sujeto y la realidad,
enh·e la existencia y el existente concreto, el cual es el sí mismo. La hermenéutica
persigue el acrecentamiento de este ' ltimo mediante Ja comprensión de lo otro, in-
cluido el lenguaje en el que se expresa; así se enriquece el cogito, ya que la verdadera
reflexión se apropia de nuestro acto de existir mediante una ciítica de nuestras obras
y actos.
La reflexión juega un papel central en sus escritos, ya que asegura la relación en-
tre la vía c01ia y la vía larga de la hennenéutica ¿A qué nos referimos con ello? Hay
dos fonnas de encarar el problema ontológico implicado en toda hennenéutica: la
vía corta de Heidegger que accede si mediación a una ontología de la comprensión
y la vía larga que quiere llevar el problema hermenéutico al nivel de lo ontológico a
través de un movimiento progresivo que va de una etapa semántica a otra existencial
pasando por una fase reflexiva. Esta última es la que sigue nuestro filósofo.
Así pues, Ricoeur completa la hermenéutica ontológica que le ha precedido con
la semántica y la reflexión; por eso la senda ricoeuriana se articula en tres pasos
fundamentales:
ll .!A.
P. Ricoeur. Le conflit des interprétations. Essais d'herméneutique. Paris, Seuil. 1969, p. 59.
522 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
1145
Ibídem, p. 15.
Corrientes actuales de la F ilosofía J. En-clave f eno111e11ológica 523
auto-comprensión deja de ser comprensión directa de sí por sí mismo; pasa por los
signos, que es preciso interpretar para descubrir que el sí mismo depende de sus ac-
tos, tanto como del deseo, del espíritu y hasta de lo sagrado.
No hay compresión de sí que no esté mediatizada por símbolos y textos; la
comprensión de sí coincide finalmente con la interpretación aplicada a estos
términos mediadores. Pasando del uno al otro, la hennenéutica franquea pro-
gresivamente el idealismo con el que Husserl había intentado identificar la fe-
nomenología. Sigamos, pues, estas fas es de emancipación 1146 •
Una vez liberada la fenomenología de su idealismo del sujeto, su objetivo coin-
cide con el de la hem1enéutica: la comprensión del sentido que siempre va más allá
de lo dado . No obstante, Ricoeur está de acuerdo con la crítica que la hem1enéu-
tica heideggeriana y gadameriana ha hecho del idealismo husserliano; tras ella, es
preciso retomar la fenomenología en un sentido positivo para una fenomenología
hermenéutica:
El presente ensayo no pretende emprender - "hacer"- esta fenomenología her-
menéutica; se limita a mostrar su posibilidad estableciendo, por una parte, que,
más allá de la crítica del idealismo husserliano, la fenomenología permanece
como presuposición insuperable de la hermenéutica ; por otra pm1e, la fenome-
nología no puede ejecutar su programa de constitución sin constituirse en una
inte1p retación de la vida del ego 114 7•
Entendida de este modo ri coeuriano - ya no heideggeriano- la fenomenología
como posibilidad, se convie1ie en la precomprensión orientadora de la hennenéutica
filosófica.
¿Qué significa la triple "medi ac ión" que ésta orquesta? En primer lugar, afim1a-
ción de la condición originariamente lingüística de toda experiencia humana. No se
trata únicamente de comprender que siempre que vemos algo lo vemos como algo,
remitiendo a la unidad de aprehensión de sus apareceres (Husserl) o envolviendo
ese "algo" en un sentido que hay que explicitar (Heidegger), sino de entender que
lo percibido y lo deseado - aún inconscientemente- tienen que ser dichos . Por otra
parte, toda experiencia está mediatizada por símbolos que se han de interpretar, ya
que son el producto de la petienencia a una -o vaii as- culturas, junto con la creación
particular.
Resulta de ello que la hem1enéutica no puede definirse ya simplemente por
la interpretación de los símbolos. Sin embargo, debemos conservar esta defi-
nición como una etapa entre el reconocimiento más general del carácter lin-
güístico de la experiencia y la definición más técnica de la hem1enéutica por
la interpretación textual. Además, contribuye a disipar la ilusión de un conoci-
mi ento intuitivo de sí, imponiendo a la comprensión de sí el gran rodeo por el
11 -16
P. Ricoeur. Du texte al"action . Essais d ºh erméne11tique //. Paris, Seuil, 1986, p. 29.
11 -1 7
Ib ídem, p. 55 .
524 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
tesoro de los símbolos transmitidos por las culturas en cuyo seno hemos veni-
do, a la vez, a la existencia y a la palabra 1148 .
Donde hay lenguaje simbólico, hay una hennenéutica dispuesta a interpretarlo
que se propone revivir la filosofía en contacto con los símbolos. Éstos son estruc-
turas de significado cuyo sentido literal designa otro indirecto o figurado que sólo
es aprehensible mediante el primero 1149 • La hennenéutica de Ricoeur comienza por
interpretar esos símbolos, porque, desde el comienzo no es una teoría puramente ló-
gica, ni una ontología de la univocidad, sino hermenéutica de la multivocidad.
Ricoeur proclama la dialéctica entre la tesis ontológica del suelo del mundo real
y la tesis epistemológica de la idea de ciencia. Vivimos en un mundo que precede a
toda cuestión sobre su validez, pero la exigencia de ésta es previa a todos nuestros
intentos de dar sentido a las situaciones en las que nos hallamos:
En este sentido, nos movemos entre dos mundos: el mundo predado, que es el
límite y el suelo del otro, y un mundo de símbolos y reglas, en cuya j aula ha
sido ya interpretado el mundo cuando empezamos a pensar 115º.
1148
Ibídem, p. 30.
1149
P. Ricoeur. Le conjlit des interprétations. p. 16.
1150
P. Ricoeur. ..4 l 'école de la phénoménologie. Paris, Vrin, 1986. p. 295.
1151
P. Ricoeur. Philosophie de la volonté. Finitude et culpabi/ité JJ. Paris: Aubier, 1960. p. 485.
1152
P. Ricoeur. La 111étaphore vive. Paris, Seuil, 1975, p. 376.
Corrientes actuales de la Filosofia J. En-clave fenomenológica 525
115.1
P. Ricoeur 011 Texte a I "action, p. 152.
1154
P. Ricoeur. Le conflit des i111e1prétat1ons, p. 15.
526 Mª Carmen LÓPEZ S ÁENZ
de los signos dispersos en el mundo. No es una simple crítica del conocimiento, sino
una tarea encaminada a alcanzar el yo soy (no el yo pienso) a través de la experiencia
concreta y de la interpretación de las obras que en ella se despliegan. Así entendida,
la reflexión es otra manifestación del esfuerzo por existir que se ejerce como inter-
pretación. Concretamente, la reflexión es la identificación en nosotros mismos del
acto último responsable de nuestras acciones. Por todo ello, la filosofía reflexiva y
fenomenológica debe convertirse en hermenéutica. Ambas son correlativas, ya que
la comprensión de sí precisa de una comprensión de los signos culturales en los que
se documenta y forma el sí mismo; además la comprensión de los textos mediatiza la
relación con el sentido de la vida del sujeto.
En el más puro estilo hem1enéutico, comprendiendo la pertenencia a la tradición
y las presuposiciones heredadas de la misma, Ricoeur declara que los presupuestos
de su tradición filosófica son los siguientes:
Me gustaría caracterizar la tradición filosófica, a la que peitenezco, por tres
rasgos: está en la línea de una filosofía re.flexiva; foima parte del movimiento
de la fenomenología husserliana; preten e ser una variante hermenéutica de
esta fenomenología.
Por filosofia reflexiva, entiendo, a grandes líneas, el modo de pensamiento
resultante del Cogito cartesiano, a través de Kant y la filosofía post-kantiana
francesa, poco conocida en el extranjero y de la que Jean Nabeii ha sido para
mí el pensador más remarcable 1155 .
La fenomenología es, según Ricoeur, bennenéutica porque representa una
transformación radical del programa mismo de la filosofía reflexiva. Ésta tiene, en
Ricoeur, Ja particularidad de que realiza Ja mediación entre la semática y la ontolo-
gía, porque considera que Ja bem1enéutica filosófica no puede permanecer única-
mente en la ontología, pero, al mismo tiempo, debe evitar quedar prisionera en el
lenguaje.
Como hemos dicho, la misma producción de Husserl, su constante revisión de
los temas, su investigación siempre progresiva y regresiva, marcó Ja herencia de los
que le siguieron que no siempre fue continuista:
La fenomenología es en buena parte la historia de las herejías husserlianas.
La estructura de la obra del maestro implicaba que no hubiera ortodoxia
husserliana 1156 .
Esto revela según Ricoeur eso que él mismo intentará: la generosidad y el res-
peto de la pluralidad y la riqueza de la experiencia humana. Asimismo, justifica Ja
tendencia de su propia práctica de la fenomenología que no identifica a ésta con una
sola interpretación de la misma.
1155
a
P. Ricoeur. Du Texte /'action., p. 25.
1156
P. Ricoeur. Á 1'école de la phéno111é11o!ogie .. p. 156.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clave fenomenológica 527
Según esta tesis, Ricoeur mismo sería fenomenólogo por su propia deslealtad fe-
nomenológica, pero también por las muchas continuidades con ella. En primer lugar,
la idea de sujeto, aunque lo reforrnule como "si mismo" al que somos reconducidos
tras un rodeo.
La hem1enéutica ricoeuriana reúne los aspectos positivos de la filosofía reflexi-
vo-crítica, la cual ha dado lugar a la denominada "hermenéutica de la sospecha" y
los de la hem1enéutica de la familiaridad y la apropiación comprensiva a la que nos
hermos referido en el apartado inmediatamente anterior.
Su hermenéutica fenomenológica constata que el deseo de significado, del triun-
fo del sentido frente al sinsentido no puede ser eliminado, que somos inevitable-
mente seres que actúan y nanan. No se desentiende ni de la filosofía analítica del
lenguaje ni de la hermenéutica metódica. De este modo, va más allá de Heidegger
y de Gadamer e introduce la noción de reapropiación del sentido a través de la dia-
léctica explicación-comprensión. Esta dialéctica se aplica a todos los otros temas
ricoeurianos (lo voluntario y lo invol ntario, lo reflexivo y lo pre-reflexivo, el habla
y la acción, el decir y el hacer).
Incluso las primeras obras de Ricoeur tratan de la naturaleza del sujeto y sus rela-
ciones con el lenguaje. Aquél, de manera análoga al texto está "sujeto" a interpreta-
ción, porque su existencia sólo puede aprehenderse en sus obras y signos. Interpretar
los signos es aprehender el ego reflej ado en los objetos, en las obras y en los actos
del yo. El sujeto es el punto de partida y el de llegada de Ricoeur 1157 . Pero este sujeto
no es una evidencia cartesiana; el yo s innegable como certeza (estoy cierto de mí
mismo, de que soy centro de mis acciones, pensamientos, etc), pero no como verdad
que pueda demostrarse y universalizarse. El sujeto ricoeuriano es reflexivo, pero no
exclusivamente; también es un sujeto sensible, un yo puedo (un poder-ser lleno de
proyectos), un yo quiero (deseante, propositivo).
Por eso es por lo que Filosofia de la voluntad lo aborda a través de un análisis
hermenéutico. El libro pretende ser una fenomenología de la voluntad. Sin embargo,
critica el gnoseologismo fenomenológico y se interesa por el mundo, las cosas, el
lenguaje, la cultura como realidades necesarias para acceder a la conciencia, que es
el punto de partida de la fenom enología de Husserl.
El primer volumen de dicha obra, Lo voluntario y lo involuntario (1950) descu-
bre que la estructura de la voluntad humana está compuesta por la reciprocidad entre
lo voluntario y lo involuntario. Lo mismo ocurre con la relación entre la libertad y la
necesidad.
Se propone llevar la fenomenología de la percepción a la fenomenología de la
voluntad, porque piensa que el acto es antes que la conciencia; que el "yo puedo"
es previo al "yo pienso" y la percepci · n husserliana aún es heredera de éste último.
1157
Cfr. M. Maceiras. «Hem1e11éutica y reflexión». en Aporía 17/ 18, (1983) 35-52, p. 37.
528 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
1158
P. Ricoeur. Á /'école de la phénoménologie, p. 69.
1159
fbídem, p. 72.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 529
1160
Ibídem. p. 59.
1161
P. Ricoeur. (1950) Philosophie de la Volonté l. Le volumaire et l'invo/unlaire. Paris, Aubier, 1988,
p . 61.
1162
Ibídem. p. 62.
530 Mª Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
reducción le haya permitido a Husserl una critica del cog;to idealista y una defensa del
yo corporal, una primacía del yo puedo (voluntad) sobre el yo pienso. Sin embargo, él
piensa que el yo corporal no se revela ante Ja conciencia, sino a través del lenguaje.
Mientras que el tema del cuerpo es el gran ausente del análisis lingüístico, Ja
fenomenología, como hemos visto, lo considera nuclear, fundamentalmente porque
se interesa por la constitución de lo vivido. Su interés por el cuerpo y la percepción
es indispensable para la fenomenología de la acción de Ricoeur, porque ainiga los
problemas de expresión en los de constitución, y éstos en la condición óntica del
cuerpo propio; finalmente, esta estructma pertenece a la estructura ontológica del
ser-en-el-mundo, la cual se reconoce tras la crítica radical de la relación sujeto-obje-
to. A ella conviene el status ontológico ambiguo del cuerpo que rompe la oposición
sujeto-objeto. Además, el cuerpo propio es el órgano de la moción voluntaria y está
implicado en lo involuntario absoluto.
En el fragmento anterior se dice que soy posible en relación con el resultado
previsible de mi cuerpo, de mi duración y de las decisiones que tomaré. Este "yo
puedo" comprende la potencia instituida en él por el proyecto como poder de reali-
zación, una potencia no reflexiva explícitamente, no tematizada, como hemos dicho.
Básicamente consiste en un yo futuro que no es dado, sino que depende de lo que
haga. A diferencia de Heidegger, el "poder ser" es suspendido en el "poder hacer".
La potencia metafisica ya no es lo que precede al acto, sino lo que Ja vincula a él, de
modo que afirmar el poder ser propio es confirmarlo en los actos, "mi posibilidad es
primeramente mi potencia ejercida" 1163 •
Ricoeur se concentra, por ello, en la libertad ej ecutada, no en la capacidad abs-
tracta de decidirse. A diferencia de los existencialistas que vinculan la libertad con el
vértigo y la angustia, considera que "la libertad ejercida es sin angustia; es a condi-
ción de una alteración profunda" 1164, pero sólo se hace si se afirma. Esta es la razón
por la que el filósofo aplaza su análisis de la angustia, Ja temporalidad de la elección
y la dimensión existencial de Ja libertad.
Reconoce que no hay decisión sin motivo y que "Ja voluntad más elevada es Ja
que tiene sus razones, es decir, la que lleva la marca de una iniciativa del yo y la de
una legitimidad" 1165 . Un motivo es, como indi ca el término, un movimiento obser-
vable en el mundo de los objetos como cualquier fenómeno natural. Sin embargo, el
motivo o razón para actuar no es una causa que origine mecánicamente un efecto. La
esencia del motivo es que su sentido está íntimamente y originariamente ligado a la
acción de sí sobre sí que es la decisión que, por Jo tanto, no Je viene de fuera.
De esta contraposición, extrae su crítica de las psicologías de Ja síntesis que di-
cen oponerse al atomismo, pero participan del prejuicio naturalista que presupone
1163
Ibídem.
""'
1165
Ibídem.
Ibídem, p. 64.
Corrientes acwales de la Fi/osofia J. En-clave feno111e110/ógica 531
que la decisión es un todo y el motivo sólo una parte del mismo. Por compartir esa
tendencia con el atomismo, se opone también a la psicología bergsoniana:
Bergson cree superarla cumpliendo y diluyendo los estados de la conciencia
en la duración, pero no se cuestiona nunca la raíz de la naturalización de la
conciencia: no puede porque su perspectiva continuista de la vida mental no
rompe con el prejuic io según el cual el estado de conciencia es una realidad
en la conciencia. La crítica radical del detem1inismo psicológico se sustenta
enteramente en el descubrimient de la intencionalidad de los actos de la
conciencia 11 M
Ya vimos que Bergson no se percata de ella. Por eso, Ricoeur ve en él una ten-
dencia al naturalismo de la conciencia, a su identificación con un contenedor de da-
tos inmediatos.
Como para Bergson, para Ricoeur, la vida es esa base de necesidades que ali-
menta las virtualidades del inconsciente y sus conflictos, las potencialidades -mu-
chas de ellas imprevisibles- de Ja vida que no son reducibles al orden, ni inteligibles
completamente mediante conceptos paralizantes:
Sólo desde el punto de vista del conocimiento objetivo la vida implica el orden
psico-químico; en mí y para mí, la unión del alma y el cuerpo es la de la liber-
tad y la vida. Estoy " vivo": com sugiere el lenguaje, basta que esté "vivo"
para que yo venga "al mundo", - para que "yo exista" 1167 .
1166
fbídem. p. 67.
J](,7
Ibídem. p. 385.
532 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
viviente, en una misma libertad. Debo estar en vida para ser responsable de mi
vida. Lo que dirijo me hace existir1168 .
No todo en la existencia es conciencia y libertad asumida, vida activa y vigilan-
te, en suma; la conciencia también es "acto de exilio" de la necesidad que rige en la
vida. No hay una conciencia y debajo de ella la vida, sino que soy viviente y respon-
sable de mi vida. He aquí la nueva versión ricoeuriana de la correlación intencional
bidireccional o dialéctica: "lo que dirijo me hace existir"; la vida que intenciono es la
que pasivamente me determina, no un autómovil que yo pueda conducir y abandonar
cuando me plazca. Por tanto, hay interacción entre la existencia que controlo y elijo
y la que me determina; recordemos que algo semejante decía Merleau-Ponty de la
libertad.
Como en Bergson, la vida es esfuerzo (élan vital) , entendido ahora no tanto como
trabajo, sino como tensión hacia, como intendere. Sin embargo, mientras que la in-
tencionalidad arroja noemas que expresan al objeto, el esfuerzo es manifestación del
acto de ser, de la afirmación originaria, del poder y de la voluntad de existir, de vivir
y de ser. El yo no se da cuenta de su propio ser a través de su sola actividad noética;
de ahí que Ricoeur encomiende a la ética la reapropiación de nuestro esfuerzo por
existir.
Toda interpretación exige significar la vida. Así es la hermenéutica ricoeuriana; al
ser fenomenológica, entenderá por "vida" la que tiene conciencia de sí. Sus caracte-
res fundamentales son, en primer lugar, que se siente antes de conocerse, es una afec-
tividad difusa todavía o inconsciente de sí que se me revela en mi existencia antes de
que la razón me la explique. Esto es lo que Heidegger denominaba Befind!ichkeit. A
diferencia de los objetos que siempre son percibidos a través de sus apariciones, la
propia vida no es un objeto que se de por escorzos; en realidad, no es un objeto, de
ningún modo. Aprehendo mi vida sin adoptar ninguna perspectiva sobre ella, porque
la vivo sin distancia, desde el punto cero espacio-temporal que es mi cuerpo:
Al experimentar mi vida, aprehendo el centro mismo de perspectiva por el que
hay perspectivas diferentes sobre las cosas: puedo observar una cosa, no ob-
servo mi vida. Ein Erlebnis shattet sich nicht ab, dice Husserl: una vivencia
no se da por escorzos. En cada momento. aprehendo de ella todo lo que puedo
aprehender de ella. Dicho de otro modo, la cosa vista desde un ángulo es tam-
bién la que se ve desde fuera, por su parte exterior; no penetro en el objeto, lo
rodeo, lo envuelvo y lo atravieso, lo diviso y me atrapo incluso fuera de los
fragmentos . 1169
Tengo una conciencia no perceptiva de mi cuerpo, porque, en realidad, no lo per-
cibo, sino que lo experimento como perceptor que percibe, como punto de fuga de to-
das las perspectivas. Desde esta convicción, Ricoeur interpreta la frase de Descartes,
11 68
Ibídem.
1169
Ibídem. p. 386.
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave feno111e11ológica 533
"el alma está unida conjuntamente a todas las partes del cuerpo", no como relación
entre dos sustancias heterogéneas, sino como la conciencia no perceptiva del propio
cuerpo 117º. Esta conciencia afectiva del cuerpo propio ya me revela la indivisibilidad
de la vida. Otro carácter esencial de la vida es ser la unidad de las funciones .
En la afectividad, la conciencia de vida, que ya es conciencia de sí, es difusa,
pero ya lleva consigo cierta apercepción del yo, aunque sea muy elemental. Como
toda conciencia de sí, acompaña a la conciencia de algo (por ejemplo., diviso en la
lejanía una casa al mismo tiempo que tomo conciencia de que estoy divisando algo y
de que eso que diviso realmente es una casa).
Sin embargo, la vida está determinada por lo involuntario absoluto, por su origen
mismo y por la necesidad. Ahora bien, de ella forma parte también lo involuntario
relativo, el cual es dócil al querer y se alía con la decisión:
La paradoja no sólo se da entre la voluntad y la vida tomada globalmente, sino
ya en el corazón mismo de Ja experiencia que tengo de mi vida; mi vida es
ambigua: es, a la vez, un problema resuelto, en tanto que es organización, y un
problema a resolver, en tanto que espontaneidad de la necesidad, del hábito,
de la emoción. Es Ja maravilla de Ja organización y una llamada que constrifie
al imperio de la decisión; no tengo que hacer nada para que mi corazón lata y
tengo que hacer todo para alimentar, cuidar, conducir este cuerpo. Así experi-
mento constantemente en mí la mezcla de dos involuntarios: el involuntario
absoluto de una vida que me hace existir como conciencia -e introduce así mi
humanidad-, y lo involuntario relativo de una vida que solicita mi decisión y
esfuerzo, -y así espera mi humanidad 1171 •
1170
Cfr. Ibídem, p. 387.
1171
Ibídem. p. 394.
1172
Ibídem, p. 41 7.
534 M ª Carmen LóPEZ S ÁENZ
tuar y pensar, porque el pensamiento sólo es uno de nuestros actos. Las paradojas de
la vida y de la historia, nos enseñan, asimismo, que, a veces, es preciso despertarse
del sueño de la razón 11 73 .
En su afán annonizador, Ricoeur pretende abordar la genésis recíproca de la ra-
zón y el sentimiento 1174 . Nuestro lenguaje ha sido elaborado en el nivel de la obje-
tividad; en ella hay oposición sujeto-objeto; por eso, no podemos describir los sen-
timientos más que como unidad de intención hacia el mundo y de una afección del
yo, pero el misterio del sentimiento no es esa distancia entre sujeto y objeto, sino la
indivisión entre mi existencia y la de los otros.
Ricoeur adopta, por ello, la conelación entr·e noesis y noema de la intencionali-
dad de Husserl, pero la reinterpreta para superar su gnoseologismo. Si la reflexión
no sale de esta estructura, el sujeto no alcanzará la adecuada comprensión de sí por sí
mismo. Desde su perspectiva, el análisis noético-noemático sólo es una etapa prepa-
ratoria de la articulación lingüística. La fenomenología se centró estratégicamente en
la constitución del noema con sus modificaciones (presencia, representación, recuer-
do, fantasía, etc.), sus modos de creencia, su grados de actualidad y potencialidad.
Ricoeur piensa que, después, hay que acometer un plan propiamente lingüístico en el
que se aiiiculen las funciones de denominación, predicación, relación sintáctica, etc.
Digamos, por el momento, que la descripción fenomenológica noético-noemá-
tica evidencia la realidad recíproca de lo voluntario y lo involuntario: aquél se en-
tiende como querer originario cuyo sujeto e el cogito ; en cambio, lo involuntario
es el inconsciente indefinido, el carácter finito, la naturaleza, la vida contingente,
el cuerpo. La reflexión debe contar con ambos: tanto con la decisión volitiva como
con el involuntario corporal. Lo querido, el proyecto contiene el sentido de la acción
que debo realizar según mi poder de decisión; la acción, la obra inscribe el proyecto
como algo real, esclarece el obrar como estructura intencional de la conciencia; la
decisión y la ejecución deben pasar por el reconocimiento de la necesidad y de lo
involuntario. Estos diversos aspectos del querer guían la descripción de los elemen-
tos involuntarios: las necesidades se estudian en relación con la decisión a la que
ofrecen motivos; los movimientos preformados del obrar, las emociones y hábitos
se analizan en relación con la moción voluntaria a la que favorecen u obstaculizan.
Finalmente, el carácter, el inconsciente, la vida y sus estructuras se describen en rela-
ción con el consentimiento al que aportan co diciones inevitables.
El segundo volumen de la filosofia ricoeuriana de la voluntad lleva por título,
Finitud y culpabilidad (1960). En esta obra, el fil ósofo, que ha ya ha descubierto la
reciprocidad entre lo voluntario y lo involuntario como la estructura propia de la vo-
luntad humana, estudia la simbólica de la mala voluntad. Tras comprender la ruptura
1173
Me pennito remitir al lector interesado en esta temática a mi trabaj o, «La sombra de la pasividad.
Cuando la conciencia duem1e», en L. Alvárez. (ed.) La sombra de lo im•isible. Merleau-Ponty 2011 . Madrid,
Eutelequia. 2011 , pp. 135- 178.
1174
P. Ricoeur. Á /'éco/e de la phéno111énologie. p. 251 .
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clavefeno111enológica 535
1175
P. Ricoeur. l e con/lit des i11te1prétations , pp. 27-28.
1176
P. Ricoeur. De /"interpretmion. Essais \'Ur Freud. Paris, Seuil, l 965, p. 36.
536 ivr Carmen LóPEz SÁE1'Z
1177
Ibídem, p. 56.
Corriemes actuales de la Filosojia f. En-clave feno111e11ológica 537
1181
E. Husserl. Husserliana 1 (1963). p. 144. (Meditaciones cartesianas. p. 152. Trad. modificada).
1182
Cfr. P. Ricoeur. Du texte a/ 'action, p. 70.
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave fenom enológica 539
1183
Thídem. p. 71.
1184
Thídern.
1185
E. Husserl. E. Husserl. Husserliana l. p. 132 (!vledilaciones carlesianas, pp. 135-1 36).
540 Mª Carmen LÓPEZ SÁE:-:z
1186
a
P. Ri coeur. Du texte /'action, p. 72.
llR7
P. Ricoeur. De /'interpreta/ion. Essais sur Freud. Tbídem, p. 367.
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave fenamenológica 541
Este sentido inseparable del cuerpo es esencial para la praxis, para las acciones
humanas.
Todas estas influencias de la fen menología descriptiva le conducen a la onto-
logía, porque la de Ricoeur es una fenomenología del existente humano. Para ello,
se propone desvelar ese no ser que es caractelistico de la voluntad cuya experiencia
es ya una dimensión ontológica de carencia de ser, "la ontología indirecta del ser
perdido" 1189 • La exégesis de ese momento negativo, es lo que le hará más tarde re-
flexionar sobre Ja culpabilidad.
Ricoeur piensa que los análisis fenomenológicos están en la base de los lingüís-
ticos, que Ja fenomenología proporciona un fundamento vivido a los enunciados y
los enunciados dan una expresión a lo vivido. La fenomenología define el plano de
la constitución de lo vivido; el análisis del lenguaje el plano de la manifestación. La
fenomenología ha sabido evitar la absolutización del orden lingüístico remitiéndolo
a la experiencia. A los ojos de Ricoeur, esta es la presuposición fenomenológica más
importante de la hermenéutica:
Esta manera de subordinar el plano lingüístico al plano prelingüístico del aná-
lisis noemático es, me da la impresión, ejemplar para la hem1enéutica. Cuando
ésta subordina la experiencia lingüística al todo de nuestra experiencia estética
e histórica, continúa en el nivel de las ciencias del espíritu, el movimiento ini-
ciado por Husserl en el plano de la experiencia perceptiva 1190 .
En efecto, como hemos visto, Hu ser! investigó las implicaciones temporales de
Ja percepción en relación con su carácter constitutivamente inacabado (siempre se da
por escorzos), del que también paiticipa la experiencia histórica.
Ricoeur no considera prioritaria la epojé para adoptar la actitud propiamente re-
flexiva. Es más, son los textos y el mundo que Ja epojé fenomenológica ponía entre
paréntesis, los que se convierten en núcleo noemático objetivo en el que se asienta
la reflexión a la que Ricoeur nos co voca. La relación noético-noemática toma Ja
forma del círculo hermenéutico entre el sentido objetivo de un texto y su precom-
prension por un lector singular. La interpretación es el desarrollo de la explicación
Ibídem. p. 372.
llS9
P. Ricoeur. Á l 'école de la phénomé110/ogie. p. 80.
1190
P. Ricoeur. Du Texte a/ 'action, p. 60.
542 ~r Carmen Lór Ez SÁENZ
1191
P. Ricoeur. Á / 'école de la phénoménologie, pp. 61-62.
1192
lbídem.pp. 182-183.
Corrientes aclllales de la Filosofía J. En-c/avefeno111enológica 543
l\9J
P. Ricoeur. Le conjlir des inte1prétations, p. 12.
1194
Cfr. P. Ricoeur. Á l 'école de la phénoménologie, p. 195.
1195
P. Ricoeur. Le confli1 des interprétations. Essais d'herméneutiq ue, p. l O.
544 ;\.f" Carmen LÓPEZ S ÁE NZ
Él prefiere la vía larga del análisis del lenguaje, aunque piensa que en el punto
final ambas coinciden en una ontología de la comprensión: lo que hay que hacer
primero es describir los modos de darse el ente privilegiado del Dasein, para luego
lograr la comprensión del hombre como fonna ontológica de manifestarse el ser.
Tanto Heidegger como Gadamer caminaron por la senda corta; en cambio,
Ricoeur adopta la vía larga que hace uso de los métodos, de la reflexión crítica
e incluso del psicoanálisis, todo ello apli cado a los textos y a las obras de ese
ser que existe actuando y comprendiendo, para, después, lograr una mayor auto-
comprensión.
La vía larga que propongo tiene también por ambición llevar a la reflexión
al nivel de una ontología; pero lo hará or grados, siguiendo las solicitudes
sucesivas de la semántica ( § 3), más tarde de la reflexión (§ , 4). Al térn1ino de
este párrafo expreso mi duda de hacer una ontología directa, sustraída inme-
diatamente a toda exigencia metodológica, sustraida, por tanto, al círculo de la
interpretación cuya teoría hace ella misma. Pero el deseo de esta ontología es el
que mueve la empresa propuesta aquí y lo que le imp ide empantanarse en una
filosofía lingüística a la manera de Wittgenstei n, y en una filosofía reflexiva
del tipo neokantiano 1J%
11%
Ibídem. pp . 10-11.
Corrientes actuales de la Filosofía! En-clavefeno111enológica 545
1!97
Ibídem. p. 260.
546 M' Cannen LÓPEZ S ÁENZ
1198
Ricoeur Du Texte a/ ºaction, p. Ibídem. pp. 57-58.
1199
Ibídem. p. 62.
1::?00
E. Husserl. Husserliana J (1963), p. 102. Meditaciones cartesianas, p. 92 (Trad. Ligeramente
modificada).
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 547
1201
P. Ricoeur. Le conf/i1 des inte1prétations, pp. 253 -25 4.
548 Mª Carmen L ÓPEZ SÁENZ
saber sobre él. Como Merleau-Ponty, Ricoeur reconoce que la intencionalidad ope-
rante desborda a la temática y permanece en el anonimato.
Ricoeur piensa que existe un décalage (desfase) entre el sentido ya constituído
por la intencionalidad operante y la apercepción de sentido por la conciencia temáti-
ca que lo encuentra ante sí sin constituirlo conscientemente. Este décalage es idén-
tico al que se produce entre la conciencia irrefleja y la conciencia reflexiva, la cual
siempre llega con retraso con respecto a la primera y, por tanto, es incapaz de hacer
plenamente inteligible el sentido y reactivar su génesis. Por eso, la intencionalidad
operante pe1111anece siempre, en tanto que tal, en el anonimato. De ahí que el proyec-
to de una recuperación total de la intencionalidad fracase . De esta situación se des-
prende la emergencia de un sentido incomprendido o su separación de la conciencia,
ya que ésta se encuentra ante un significado que no ha sido constituido por ella y que
permanece inconsciente.
A Ricoeur no le preocupa tanto describir significaciones inconscientes que se
encuentran en el símbolo, como subrayar el poder de éste sobre el pensamiento, su
incitación para descubrir sentidos enmascarados . Por eso, puede decirse que, para
este filósofo , el sentido aparece en la intersección entre fenomenología, hem1enéuti-
ca, semiótica y análisis lingüístico. El sentido intencional debe completarse con los
aspectos dialécticos del lenguaje (presencia y ausencia, expresión y silencio, etc.) y
la intersubjetividad. Como nos muestra el psicoanálisis, ayudado por la fenomenolo-
gía, el sujeto se constituye expresándose, y el deseo en la intersubjetividad:
No es extraño que reencontremos en la relación analítica todos los problemas
de la constitución del deseo. La relación es recíproca: por un lado, la estructura
intersubjetiva del deseo hace posible la investigación del deseo en la relación
de transferencia; inversamente, la relaci ón analítica puede repetir la historia
del deseo, porque lo que viene al habla en el campo del discurso desrealizado
es el deseo en tanto era originariamente c estionamiento al otro 12º2 .
La destrncción del sujeto como conciencia, operada por el psicoanálisis, restaura
la existencia como deseo.
Freud distinge la presentación afectiva de las pulsiones inconscientes de la pre-
sentación representativa que pertenece al rnvel consciente. Sin embargo, desde la
perspectiva ricoeuriana, el psicoanálisis se ocupa de lo que se presenta en el afecto,
del deseo como deseo, previamente a su representación. De ahí su intraducibilidad.
Ahora bien, aunque las pulsiones y, en general, los productos inconscientes no sean
lenguaje, son impulso hacia el lenguaje. Fonnan esa dimensión de la existencia que,
aún no siendo productora de conocimiento, es la raíz del mismo. Por eso, el conoci-
miento no es autónomo y la verdad a la que aspira permanece como idea infinita para
un ser que nace como deseo.
1202
P. Ricoeur. De l'interpretation. Essais sur Freud, p. 379.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave feno111e110/ógica 549
1203
Ibídem, p. 396.
1104
Ibídem, p. 406.
"º' A este respecto, parafraseando a San Agustín, Ricocur viene a decir que se debe comprender para
creer y creer para comprender. No se trata de un círculo vicioso, porque ningún intérprete tiene la última pala-
bra y no entenderá el texto si no comparte su aura de significado: ahora, sólo comprendiendo podemos creer,
es decir, no hay fe ciega, sino dialécticamente relacionada con la reflexión. Para analizar lo inconsciente, lo
sagrado. es preciso que la reflexión no los reduzca a objetos de la conciencia, sino a significados simbólicos.
550 Mª Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
1206
P. Ricoeur. Du texte a/ 'action, p. 40.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenom enológica 551
l::!Oi
P. Ricoeur Du Texte a /'action, p. 110.
1208
P. Ricoeur. Le con/lit des interprétations, p. 34.
Corrientes actuales de la Filosofia !. En-clave fenomenológica 553
Repárese en el sentido filosófico que el autor otorga aquí al método, tan conscien-
te de su eficacia como de sus limitaciones. Así entendido, el método estmctural hace
posible Ja explicación de la estmctura profunda de la obra, esa que pasa desapercibida
para una hermenéutica confiada en la anticipación del sentido que el texto ofrece.
Con el análisis estructural, descubrimos la lógica de las operaciones, su imbri-
cación interna, Ja combinación de las distintas unidades dramáticas del texto, sus-
pendiendo provisionalmente, el significado que puede tener para nosotros. Este tipo
de explicación brota de Ja misma esfera del lenguaje, que distingue en el texto los
niveles de las acciones (como proces s, no como posibles comportamientos), de los
actores (como papeles formales, no como sujetos psicológicos) y de la nari-ación
(como constitución del relato, no com encuentro con el narrador). No es un análisis
tomado de otras ciencias, sino propio de las ciencias humanas. Ahora bien, el análisis
estruchiral se concentra únicamente en la estructura interna del texto.
El olvido más importante del estmcturalismo lingüístico es, para Ricoeur, la di-
mensión referencial del lenguaje. De ahí que, el filósofo se vea obligado a distinguir
dentro del lenguaje los signos del discurso. Caracteriza a este último por su relación
con la realidad extra-lingüística, a difl rencia del signo que carece de referencia, por-
que sólo remite a otros.
La distinción entre sentido y referencia no aparece en Ja inmanencia de la lengua,
sino en el proceso del discurso. Gracias a éste, Ricoeur refonnula su relación en los
términos de Frege y supera la oposición de Saussure entre lengua y habla.
Los signos remiten a otros signos. mientras que el discurso es ostensivo, es de-
cir, tiene una referencia y un sentido y. por ello, puede tener pretensiones de verdad.
La referencia marca la trascendencia del lenguaje, la diferencia fundamental entre
semiótica y semántica. Mientras que en la lengua las palabras se relacionan con pa-
labras, en las interacciones discursivas se explica el mundo. Si el análisis estmch1ral
analiza esas relaciones diacríticas que se producen en la lengua, el nivel hennenéu-
tico reactiva el sentido sedimentado en el discurso del texto. Éste es configurado por
el conjunto de frases; posee significación semiológica y, gracias a ella, adquiere una
dimensión semántica. La primera sólo establece relaciones intra-lingüísticas, mien-
tras que la semántica se ocupa de la relación del signo con las cosas denotadas, de la
dependencia de la lengua y el mundo. Además, la referencia no es lo significado, sino
lo intencionado (L 'intenté) cuyo alcance es externo al lenguaje. Como dice Ricoeur
citando las investigaciones Lógicas de Husserl,
Con el signo se alcanza Ja realidad intrínseca de Ja lengua; con la frase, se
pemrnnece ligado a las cosas fuera de la lengua; y mientras que el signo tiene
como contrapartida constituyente el significado que le es inherente, el senti-
do de la frase implica referencia a la situación del discurso y a la actitud del
locutor 1209 •
1209
Ibídem. p. 98.
554 M' Cannen LÓPEZ S ÁENZ
1210
Ibídem, p. 120.
'"' Cfr. P. Ri coeur. ·'Hennenéuti ca y semiótica" en G. Aranzueque. (ed.) Horizontes del re/a/O.
Madrid, Cuaderno Gri s, 199 7, p. 92.
Corrientes actuales de la F ilosofia !. En-clave f enomenológica 555
dominio del discurso del método p er se como una capitulación ante el interés estra-
tégico que prevalece en la edad tecnológica. A diferencia de éste, aquél no separa la
experiencia de la verdad del método para alcanzarla. Defiende que la construcción
de la verdad consiste en un recorrido amplio en el que el sujeto se reconstruye como
historia subjetivo-objetiva. Si la verdad no es segura, tampoco lo es el sinsentido; por
eso Ricoeur intenta recuperar aquélla sin aspirar a un saber absoluto, pero también
sin reducir la fenomenología a mera antropología; recordemos que este último era el
riesgo de la hermenéutica heideggeriana de la facticidad.
En realidad, Jo que le interesa a Ricoeur no es la verificación a ultranza, sino el
té/os de verdad respecto de la existencia humana que se plasma en su búsqueda co-
municativarnente. La verdad se asemeja a una idea reguladora, en sentido kantiano,
que confiere unidad y sentido al devenir de la investigación; dicha idea está abierta a
una progresiva determinación a través de la historia y las acciones. Por tanto, como
en el resto de autores que aquí estamos tratando, en Ricoeur la verdad no pertenece
sólo al dominio de la lógica.
La verdad depende de la voluntad de encontrarla y sólo tiene sentido para esa
voluntad. Sin embargo, no obedece únicamente a la voluntad, sino que tenemos el
deber de realizarla para que abandone su idealidad y, en este sentido, es una respon-
sabilidad, un imperativo del esfuerzo personal que produce una transfonnación:
Por eso, exige que revisemos también nuestro concepto tradicional de verdad,
es decir, que cesemos de limitarlo a la coherencia lógica y a la verificación em-
pírica, de manera que tengamos en cuenta la pretensión de verdad de la acción
transfiguradora de la ficción. o es posible decir más en relación con lo real y
la verdad -y sin duda también con el ser- sin haber intentado explicitar previa-
mente los presupuestos filosóficos de toda la empresa 1m .
Así entendida la verdad, incluso la ficción puede contribuir a ella, como anuncia
el texto.
La verdad ricoeuriana tampoco se identifica con la verdad heideggeriana, porque
a Ricoeur ésta no le parece adecuada para comprender al ser humano histórico real,
ya que éste es ser-en-el-mundo cuyo proyecto consiste en dar cuenta de sí y de lo que
le rodea, y la verdad alecéica no puede articular la pluralidad de interpretaciones de
las maneras de darse el ser en los entes.
La verdad ricoeuriana depende de los procesos de interpretación. Como la gada-
meriana, implica una relación de inclusión entre sujeto y objeto: ni es sólo un rendi-
miento del primero, ni únicamente algo que esté ahí delante de nosotros y sólo ten-
gamos que aprehender. Verdad es experiencia en la que participamos y sólo después
comprendemos. Al no separar la experiencia de Ja verdad del método para alcanzar-
la, resulta imposible el conocimiento absoluto y el espectador desinteresado.
1212
P. Ricoeur. Du te.xte al 'action. pp. 24-25.
556 M' Cannen L ÓPEZ SÁEKZ
l'.!13
P. Ri coe ur. Du texte a /'action, p. 155.
l~l4
Ibídem, p. 159.
Corrientes actuales de la Filosofia J. En-clave f enomenológica 557
1:!15
P. Ricoeur. Le conjlit des illlérpretations. p. 20.
1216
P. Ricoeur. Du texte a/ 'action. p. 2 11 .
558 f' Cannen LÓPEZ SÁENZ
que permite cie1io distanciamiento necesario para evaluar las interpretaciones, espe-
cialmente cuando entran en conflicto; sin embargo, Ricoeur coincide con Gadamer
en su oposición al metodologismo, es decir, al dom inio del método y a Ja correlativa
objetivización de nuestro ser. Para evitar desembocar en ella, nos recuerda que la
distanciación explicativa siempre está precedida por una relación de pe1tenencia que
no puede ser plenamente objetivada. Esta pertenencia se basa, en buena parte, en la
ideología.
El análisis de las acciones humanas le lleva a considerar el concepto de "ideolo-
gía" y a entenderla como extensión del fenómeno de la integración social y, en defi-
nitiva, como un hecho insuperable de la existencia social. "Ideología" es la autorre-
presentación de los grupos sociales como entidades históricas situadas en el mundo.
Sin embargo, no sólo es un reflejo de las mismas, sino que constituye un proyecto y,
por tanto, tiene carácter generativo.
En Ideología y utopía, recuerda que la ideología presenta una acepción positiva y
otra negativa y deformadora; lo mismo sucede con la utopía: ésta es positiva cuando
se la entiende como lo no existente que perm ite atisbar reflexivamente lo posible; en
cambio, la utopía negativa es la que pretende fabricar un mundo nuevo empleando la
violencia para anular lo establecido.
Mi hipótesis sostiene que hay tm aspecto positivo y un aspecto negativo en
la ideología y en la utopía y que la polari dad entre estos dos aspectos de cada
término puede esclarecerse explorando una análoga polaridad entre los dos tér-
minos. Creo que esta polaridad entre ideo logía y utopía y la polaridad que hay
en el seno de cada una de ellas pueden atribuirse a cie1tos grados estructurales
de lo que he llamado imaginación cultural. Estas dos polaridades abarcan lo
que para mí son las principales tensiones en nuestro estudio de la ideología y
de la utopía 1217 •
Ricoeur integra la cdtica fenomenológica del objetivismo con la crítica del su-
jeto efectuada por el psicoanálisis y la Teoría crítica. Las dos últimas son capaces de
detectar las causas de las distorsiones fundamentales que se producen en Ja comuni-
cación. Así es como la hermenéutica le muestra a la fenomenología la necesidad de la
crítica de las ideologías, aunque ésta, a su vez, sea consciente de que no puede ejer-
cerla de un modo total, debido a Ja pre-comprensión. Desde la dialéctica ricoeuriana
entre explicación y comprensión, se logra medi ar entre una interpretación ingenua y
otra crítica. La interpretación ya no sólo se define como intención de apropiación y
participación, sino también como táctica de sospecha.
Como Gadamer, Ricoeur piensa que la crítica no puede ser el ptincipio y el fin,
que criticamos las distorsiones en nombre de un consenso que no es tan sólo una idea
regulativa y que hasta Ja crítica tiene una tradición.
1~17
P. Ricoeur. Lectures on ldeology and Utopía ( 1986). Ideología y utopía. Barcelona, Gedisa. 1994,
pp. 45-46.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clave f eno111e110/ógica 559
Así es como el filósofo media en el debate entre Gadamer y Habermas sobre este
particular:
Ya no me parece interesante esta oposición de ambas figuras, porque no veo
cómo podemos tener una crítica sin tener también una experiencia de la comu-
nicación. Y esta experiencia nos es procurada por la comprensión de textos.
Aprendernos a comunicarnos comprendiendo textos. La hermenéutica sin un
proyecto de liberación es ciega, pero un proyecto de emancipación sin expe-
riencia histórica es vacío 12 18.
Si la interpretación no tiene la pretensión de ser liberadora, pierde de vista el sen-
tido; pero cualquier alternativa que no pase por la hem1enéutica carece de significado
y corre el riesgo de ser impuesta dogmáticamente. Cualquier proyecto de futuro debe
tener en cuenta al texto, que es sedimentación de la historia; ha de enfocarlo como a
una lección del pasado que no ha pasado por completo, sino que se ha depositado.
Concluimos estas reflexiones sobre la interesante obra ricoeuriana, Ideología y
utopía, diciendo que la dialéctica entre distanciación y pertenencia, revierte en la
interconexión entre utopía e ideología con el objetivo de crear la posibilidad de una
crítica de esta última, bien entendido que la crítica nunca puede ser total, porque la
distanciación es tan sólo un momento de la pertenencia.
Ricoeur ha recurrido, una vez más, a la dialéctica entre experiencia de pe1ie-
nencia constitutiva de toda comprensión hennenéutica y la distanciación alienante
o metódica, característica de la crítica de las ideologías. La filosofía hennenéutica
tendía a ver en la distanciación una es ecie de caída ontológica; en cambio, Ricoeur
la aprecia como condición de la autonomía del texto con respecto a la intención del
autor y a las condiciones socioculturales de la producción del texto. Lo peculiar de
éste es que trasciende las condicione en las que ha sido producido y se abre a una
serie ilimitada de lecturas. En cada una de ellas, la obra se descontextualiza y se re-
contextualiza diversamente.
La dialéctica entre explicación y comprensión, puede contribuir a que la herme-
néutica incorpore una instancia c1í tica. La objetivación del discurso en la obra y el
carácter estructural de la composición, al que se añadirá la distanciación por la es-
critura 12 19 , nos obligan a poner en cuestión la oposición establecida por Dilthey entre
"comprender" y "explicar".
Hemos visto que la explicación por la que Ricoeur se decanta no es la de las
ciencias causales, sino la de la lingüística. Por otra parte, a diferencia de lo que pen-
saba la hermenéutica tradicional, Ricoeur no hace de la explicación una especie de
12
'" P. Ricocur. Ideología y utopía, p. 260.
,,.. Cuando el acontecimiento discursivo no puede darse en directo o se pierde, se recurre a la escritu-
ra. La debilidad aparente de ésta radica en que el tiempo no puede darse directamente en ella, sino que exige
una inscri pción. Gracias a ella, j ustamente, la escritura es objeto de un distanciamiento que le da toda su
fuerza.
560 M" Carmen LÓPEZ S ÁENZ
divulgación de lo que ha sido primero comprendido, sino que, en el más puro estilo
estructuralista, considera que es necesario primero explicar para comprender bien:
La explicación, concebida como una combinatoria de signos, por tanto, como
una semiótica, se edifica sobre la base de una comprensión de primer grado que
lleva al discurso como acto indivisible y capaz de innovación. Del mismo modo
que las estructuras narrativas descubiertas por la explicación presuponen la com-
prensión del acto de estructuración que constituye la intriga, las estructuras des-
cubie1ias por la semiótica estrnctmal se edifican en la estructuración del discurso
cuyo dinamismo y potencia de innovación es revelado por la metáfora 122º.
La hermenéutica de Ricoeur incorpora la filosofia analítica del lenguaje y lle-
ga a una hermenéutica metódica, sin aband nar el interés ontológico, heredado de
Heidegger y Gadamer; va, no obstante, más allá de ellos, ya que introduce la no-
ción de reapropiación del sentido a través de la dialéctica explicación-comprensión.
Piensa que la hermenéutica gadameriana corrige la tendencia psicologizante de la
he1menéutica romántica, pero, como ésta, sacrifica la preocupación metodológica.
La hennenéutica de Ricoeur no concluye ahí, sino que, como se señála en el texto,
tiene como objeto dar cuenta de la constituci ón del sentido al nivel de la iirnovación
semántica que surgirá con la metáfora. A ella nos referiremos en el apaitado 4.3.4
Con la ayuda de la explicación estructural, es posible que la comprensión amplíe
el conocimiento. De la misma manera que los juegos del lenguaje wittgensteinianos
son formas de vida, el estudio estructural de la semántica profunda puede ayudar a
esclarecer las relaciones sociales, ya que tienen una función referencial, es decir, no
se reducen a meras relaciones entre signos.
El análisis estructural sirve para filtrar las precomprensiones del intérprete, pero
no es el único método posible. Su mayor util idad es la objetivación del sentido, pero
a ella puede contribuir asimismo la aproximac ión histórico-crítica, a la que, por otra
parte, es ajeno el estructuralismo. Ricoeur propone una dialéctica entre el análisis
y la comprensión que puede reinterpretarse como la versión ricoeuriana del círculo
hermenéutico.
Como hemos visto, el horizonte de la hermenéutica de Ricoeur es la he1menéuti-
ca ontológica de la facticidad , que demuestra que sólo en el movimiento de interpre-
tación percibimos al ser interpretado. Este círculo, ontologizado por Heidegger, per-
manece implícito ya en la metodología de la interpretación. Se abre, por tanto, a los
métodos. Además, instaura una relación entre pertenencia al texto y objetivación:
Este círculo sigue siendo una estructura insuperable del conoc imiento aplicado
a las cosas humanas; pero esta rectificación le impide conve1iirse en un círcu lo
VICIOSO.
Finalmente la correlación entre explicación y comprensión y viceversa, consti-
tuye el "círculo hen11enéutico" 1221 •
1220
P. Ricoeur. Du texte a 1'action, p. 22.
1221
Ibídem. p. 211.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111 e11o!ógica 561
1:!22
P. Ricoeur. Philosophie de la volonté. Finitude et culpabilité JI. Paris, Aubier, 1960. p. 485.
P. Ricoeur. Du texte a f'action , p. 166.
562 ~?Carmen LÓPEZ SÁEN Z
por el símbolo a la mediación por los textos. En primer lugar, me pareció que
un simbolismo tradicional o privado no desarrolla sus fuentes de plurivocidad
más que en contextos apropiados, a escala de un texto entero, por ejemplo, un
poema. Después, el mismo simbolismo origina interpretaciones concurrentes,
incluso polarmente opuestas, según que la interpretación se dirija a reducir el
simbolismo a su base literal, a sus fuentes inconscientes o a sus motivaciones
sociales, o a ampliarla según su mayor otencia de sentido múltiple. En un
caso, la hermenéutica se ditige a desmitificar el simbolismo desemnascaran-
do las fuerzas inconfesadas que se disimulan allí, en el otro, la hennenéutica
apunta a una recolección del sentido más rico, el más elevado, el más espiri-
tual. Ahora bien, este conflicto de las interpretaciones se desarrolla igualmente
a una escala textua] 1224 •
Con el tiempo, el autor teoriza las objetivizaciones de los símbolos, fundamen-
talmente en los textos. Rechaza el modelo dialógico para aproximarse a ellos, en
razón de las diferencias del texto con la conversación y también de su propósito de
llegar al sí mismo por medio de sus producciones:
Una manera radical de poner en cuestión la primacía de la subjetividad es to-
mar por eje hermenéutico la teoría del texto. En la medida en que el sentido de
un texto se convierte en autónomo con respecto a la intención subjetiva de su
autor, la cuestión esencial no es encontrar detrás del texto la intención perdida,
sino desplegar ante el texto el "mundo'' que él abre y descubre 1225 .
1:!24
Ibídem, p. 30.
1:!25
Ibídem. p. 52.
1226
Ibídem. p. 189.
Corrientes actuales de la Filosofia !. En-clave fenomenológica 563
nos ayudan a dilucidar nuestra propia situación o, como diría Gadamer, a autocom-
prendernos mejor.
Lo que hay que interpretar en un texto es su proyecto de un mundo habitable y, a
la vez, el ser-en-el-mundo que se desp liega ante él.
Lectura y diálogo no son lo mismo: la referencia de éste se puede mosh·ar, mien-
tras que la de aquélla no. A diferencia de Gadamer, Ricoeur piensa que el diálogo
no siempre es un buen modelo para la hermenéutica, ya que en él no es necesaria la
distanciación: cuando no comprendo algo de lo que el otro dice, puedo pedirle una
aclaración o explicación . Este modelo no es aplicable al texto escrito, porque las an-
ticipaciones de sentido no se pueden contrastar entre los interlocutores y la función
referencial del texto no es la del diálogo:
La comprensión apela a la explicación desde el momento que no existe ya si-
tuación de diálogo, en la que el juego de preguntas y respuestas permite veri-
ficar la interpretación en situac ión a medida que se desanolla. En la situación
simple de diálogo, explicar y comprender se recubren prácticamente. Cuando
no comprendo de manera espontánea, le pido a usted una explicación; la ex-
plicación que me da me permite comprender mejor. La explicación no es aquí
más que una comprensión desaITollada por preguntas y respuestas 1227 .
La comprensión precede, acompaña y envuelve a la explicación, pero ésta de-
sanolla analíticamente la comprensió y revierte en ella, por eso nos pe1mite com-
prender mejor La hermenéutica que desea comprender, prolonga laAujklarung (ilus-
tración) metodológica. La comprensión tiene primacía y la explicación se mantiene
en el plano de las mediaciones requeridas, pero secundarias 1228 . Se comprende un
proceso cuando la explicación reconstruye los grados intermedios entre el principio
y lo que procede de él.
Si leer no es dialogar, tampoco escribir es lo mismo que hablar:
Por eso hemos podido decir que lo que viene a la escritura es el discurso en
tanto la intención de decir y que la escritura es una inscripción directa de esta
intención, incluso si psicológicamente e históricamente ha comenzado por
transcribir gráficamente los signos del habla. Esta liberación de la escritura que
la pone en lugar del habla es el acto del nacimiento del texto 1229 .
Sin embargo, el texto no es la escritura, sino un mensaje comunicable en el que se
basa la dialéctica entre habla y escritura. La última se refiere a una capacidad huma-
na de expresión, mientras que el texto es una unidad discursiva compuesta por otras
menores y con vocación de totalidad. El texto puede descontextualizarse en nuevas
situaciones o lecturas. Ah ora bien, debe su ser a la existencia de la escritura, es un
discurso fijado por ella. En tanto que la escritura se dirige a todo aquél que pueda
1~27
P. Ricoeur. Du Texte a/ 'action . Ib ídem, p. 165.
1228
Cfr. P. Ricoeur. ( 1976- 1992). Lectures 11. Paris. Seuil. 1992. p. 432.
12~9
P. R icoeur. Du Texte a/ 'action, p. 139
564 1• Carmen LóPrz SÁENZ
leer, es capaz de referirse a un mundo que no es el que hay ahí entre los interlocuto-
res, que no se limita al fáctico, sino que alcanza el mundo del texto que, sin embargo,
no está en el texto; es el mundo del sentido, de las virtualidades o potencialidades
que nos abre. Así es como el texto escrito es capaz de proyectar mundos posibles que
ensanchan el nuestro y esto es facilitado, en gran medida, por la escritura, ya que nos
libera del autor y de la estrechez de la situación dialogal
Aunque la teoría del texto de Ricoeur es, como la gadameriana, heredera de la
idealidad husserliana del lenguaje, de su prioridad del querer decir, de sus análisis
de la intencionalidad del discurso, es menos crítica con la escritura que Gadamer.
Éste parece entender por " idealidad del lenguaj e" tan sólo la considerada por Platón
que conlleva la subordinación de la escritura e incluso su valoración negativa. Este
menosprecio de la escritura, a pesar del reconocimiento de sus ventajas, sólo se redu-
ce, en Gadamer, cuando es reconducida al diálogo que le dio origen, al intercambio
pregunta-respuesta, único h·ibunal de la inteligibilidad de las cosas designadas por el
escrito.
Si para Gadamer el texto es, ante todo, u tú con el que dialogamos, Ricoeur in-
siste en la distancia reflexiva de éste que lo convierte en objeto lingüístico. Gracias a
ella, queda posibilitado un momento crítico en la hermenéutica y el sujeto se expone
a las técnicas del psicoanálisis y a la crítica de las ideologías.
Por la escritura, el discurso se hace autónomo con respecto a la intención del que
lo emite, a la recepción primera del mismo y a las circunstancias socioeconómicas y
culturales que acompañaron su producción. Precisamente por no existir situación de
diálogo, en el texto la explicación es requerida por la comprensión; la distanciación
es requisito de la apropiación comprensiva no meramente empática.
Antes de interpretar un texto escrito, es necesario distanciarse de él, porque, de
lo contrario, no puede haber hermenéutica del mismo. La ricoeuriana es, ante todo,
una teoría del texto, siendo éste la efectuación de la estructura subjetiva-objetiva de
todo discurso 1230 ; es decir, el texto es la realización del discurso, porque no es ni el
hablante ni el objeto del que se habla; es el "decir". Éste tiene cuatro características
que lo diferencian del sistema del lenguaje:
1) Una temporalidad que se realiza en el presente, mientras que la de la len-
gua es viitual.
2) Una subjetividad o referencia al sujeto del discurso mediante una serie de
indicadores como los pronombres personales.
3) Una referencia a un mundo que pretende describir o explicar y que soporta
la función simbólica del discurso.
4) Una intencionalidad intersubjetiva.
1~30
Cfr. Ibídem, p. 75.
Corrientes actuales de la F iloso.fía l. En-clave j eno111enológica 565
1231
Cfr. Ibídem, p. 86.
566 M• Carmen LÓPEZ SÁENZ
. Ibídem, p. 369.
Corrientes acmales de la F ilosofía f. En-clave fe110111enológica 567
Hay así una progresión desde la simple esquematización de mis proyectos, pa-
sando por la figurabilidad de mis deseos. hasta las variaciones imaginativas del
"yo puedo". Esta progresión apunta a la idea de la imaginación como función
general del posible práctico 1m .
Evidentemente, la imaginación en la que está pensando Ricoeur es la del libre
juego de las facultades kantianas.
Por su parte, los mundos abiertos por el texto mediatizan la experiencia -tan central
en la fenomenología e incluso en Gadamer- de modo que ésta adquiere significado, no
porque un sujeto se lo dé, sino porque puede ser re-contada gracias a su estructura tem-
poral que es esencialmente teleológica, al igual que todas las acciones humanas.
A la función crítica que el texto ejerce con respecto a la subjetividad del intérpre-
te, se suma su poder emancipatorio; éste hace que el lector se identifique y proyecte
en los personajes liberándose de las circunstancias concretas de éstos y, así, es capaz
de criticarse a sí mismo, entendiendo que el potencial imaginativo del texto es tam-
bién subversivo, puesto que transfonn a lo real-ya sido, porque apunta hacia lo que
aún no es. Se abre, entonces, la dimensión utópica de la reflexión ligada a lo poético
del pensamiento.
El interés hermenéutico por la referencia (actual o posible) guarda relación con
la cuestión gadameriana de la verdad del texto. Ambos henneneutas cuestionan la
limitación de la verdad a la coherencia lógica y a la verificación empírica. Se aproxi-
man a la teoría heideggeriana de la verdad como desvelamiento. El talante mediador
de Ricoeur Je hace, no obstante, combinar este concepto de verdad, asociado con Ja
comprensión, con el "validez'', que se adecuaría a la explicación. No parece ser cons-
ciente, sin embargo, de que hay objetos de interpretación (por ejemplo, las acciones
humanas) cuyo valor de verdad no es distinto de su validez. Acepta que en ciencias
humanas no hay procedimientos rigurosos de verificación, como en Gadamer, pero
sí de validación, entendida ésta como argumentación; gracias a ellos, es posible di-
rimir el relativismo y proporcionar algunos criterios de superioridad relativa de las
interpretaciones.
El texto es un campo limitado de constrncciones posibles. La lógica de la va-
lidación nos pennite evolucionar ntre los dos límites del dogmatismo y del
escepticismo. Siempre es posible abogar por o contra una interpretación. con-
frontar interpretaciones, arbitrar entre ellas, llegar a un acuerdo, incluso si per-
manece fuera de nuestro alcance 1: -'4 •
No obstante, como Gadamer, Ricoeur afirmaría que la acusación de relativismo
de éstas no tiene sentido para una hermenéutica que renuncia a los absolutos. No hay
una interpretación en sí misma correcta y definitiva, porque al ser el cumplimiento de
la comprensión y la concreción del sentido, la interpretación siempre es diferente.
l ~ .\3
Ibídem. p. 225.
12J.J
Ibídem. pp- 202-203.
568 M' Cannen LÓPE Z S ÁENZ
1235
Ibídem, p. 301.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clavefeno111e11ológica 569
1136
Cfr. Ibídem, p. 171.
1'.B7
Cfr. P. Ricoeur. La serna11tiq11e de /'auion. pp. 5 y ss.
570 M' Carmen LóPEZ SÁEl'Z
1238
Cfr. Ibíde111, p. 97.
1 39
~ Ibíde1n, p. 11.
1 40
~ Ricoem. Le discours de l 'action. París, CNRC. 1977 (trad. Cast. El discurso de la acción. Madrid,
Cátedra, 1988, p. 25.
Corrientes actuales de la Filosofia f. En-clave j eno111enológica 571
todavía queda por hacer verdadero Al fatalismo del pasado se opone el escep-
ticismo del futuro 1141 •
1 41
~ Ibídem, p. 36.
"" P. Ricoeur. «Contingencia y racionalidad en el relato», en J. Delhomme. Les cahiers de la nui1
surveil/ée. Paris, Cerf, 1991.
1243
P. Ricoeur. Temps et récit J. Paris, Seuil, 1983, p. 17.
1244
Ibídem. p. 147.
572 M" Carmen LÓPEZ S ÁENZ
1245
fb ídem, p. 13.
1 6
" Cfr.P. Ricoeur. "Metaphor and the problem of hermeneutics", Herm eneutics and the human
Sciences. Ca mbridge Uni versity Press, pp. 165-1 82, p. 170.
Corrientes actuales de la Filosojia /. En-clave fenomenológica 573
constitutivamente polisémica y, a raíz de ello, invita a una lectura abierta que origina
el problema he1menéutico. Por su parte, la interpretación es una modalidad de dis-
curso que opera en la intersección del campo de lo metafórico y lo especulativo; es
un discurso mixto que aspira a la claridad del concepto y a preservar el dinamismo de
la significación que el concepto inmoviliza.
Para la filosofía antigua, la metáfora sólo era un recurso retórico, hasta que el
pensamiento contemporáneo percibió que todo estaba lleno de metáforas. Nuestro
lenguaje natural es mucho más metafórico de lo que a menudo advertimos. Muchas
metáforas del mismo consideradas "convencionales" son generadas por estructuras
básicas de nuestra experiencia. A su vez, ellas mismas se agrupan en sistemas que
estructuran nuestras experiencias y acciones dete1minando, en alguna medida, nues-
tra actividad conceptualizadora 1247 . Son metáforas en las que vivimos, y hasta por
las que vivimos, y no simples fenómenos lingüísticos. Incluso tienen capacidad de
transformar la realidad porque, todo cambio en nuestro sistema conceptual repercute
en nuestros modos de percibir el mundo y actuar desde ellos 1248 .
Para Ricoeur, la metáfora es una acción contextual que hace interaccionar los
campos semánticos de varias palabras y amplía el significado. Es un medio para de-
sarrollar la racionalidad, que consiste en "la adaptación continua de nuestro lenguaje
a un mundo en continua expansión" 1249 .
La herencia fenomenológica, hermenéutica y estmcturalista que ha recibido
Ricoeur ha dete1minado que, a lo largo de su dilatada obra, haya tomado conciencia
de la importancia del lenguaje en filosofía y de ésta para el esclarecimiento de aquél,
así como de la necesidad de articularlos con el desafío que supone, para ambos, la
metáfora.
Publicó La Métaphore vive en 1975, después de los cursos sobre la creatividad
del lenguaje y su relación con la realidad, impartidos en la Universidad de Toronto.
La obra comienza con una interpretación de la Rétórica y la Poética de Aristóteles.
Muestra que la definición de la metáfora de este clásico se basa en una semánti-
ca que toma a la palabra como unidad. Aristóteles entendía la metáfora como una
transferencia de un nombre usual de una cosa a otra denominación en virtud de la
analogía 1250 .
Frente a él, Ricoeur afi1111ará que "es la metáfora la que crea el parecido, en lugar
de formular algún parecido existente con anterioridad" 1251 . Esa similitud no obede-
ce a una mera comparación formal ni es un caso de interpretación por sustitución,
1247
Véase G. Lakoffy M. Johnson. Metaphors we li(e by. Chicago, The University ofChicago Press,
1981. En esta obra, los autores aportan muchos ejemplos de ello. Uno de los más destacables es el alcance de
la metáfora "Argument is war". Véase p. -t
1
~4~ G. Lakoffy M. Johnson. Op. Cit.. p 146.
4
" • P. Ricoeur. La Metaphore vive. Paris, Seuil. 1975, pp. 305-306, cita aquí a M. Hesse.
"'º Cfr. Aristóteles. Poética. Madrid, Biblioteca Nueva, 2000, p. 115, 1457b.
1251
P. Ricoeur. La Metaphore vive, p. 113.
574 M' Carmen LÓPEZ SÁE1'Z
sino un modo de buscar lo semejante en el seno de las diferencias desde las que se
constituye, un proceso que genera la tensión entre un enunciado real y otro figurado,
mediante la cual se introduce una innovación semántica que apunta a valores o reali-
dades infrecuentes para la experiencia ordinaria.
En la metáfora se produce un conflicto entre identidad y diferencia mediante el
cual se engendran áreas semánticas por fusión, sin confusión, de las diferencias en
la identidad 1252 . De ahí que la metáfora sea tan difícil de traducir y, sin embargo, sea
portadora de información y enseñe a ver de n nuevo modo.
Ricoeur, siempre tendiendo puentes entre extremos, asegura que "el verdadero
lugar de la metáfora en Ja teoría del discurso comenzaría a dibujarse entre la frase y
la palabra, entre la predicación y la denominación" 1253 . Ésta no es el modelo de todos
los juegos del lenguaje; la palabra designa, pero también predica, porque depende de
la frase y tiene efectividad en el discurso. Esto incide más aún en que la metafóra no
es un mero tropo, sino un cambio de sentido y todas las transfomrnciones de éste se
refieren a una realidad diacrónica.
La metáfora no es, pues, un accidente de denominación de las palabras aislada-
mente tomadas, sino que plantea una tensión entre una interpretación literal y otra
metafórica. No consiste en un simple procedimiento de sustitución de una palabra
por otra, sino que introduce una diferencia en relación al orden lógico ya constituido,
una innovación semántica que no es fruto de la imaginación, sino de las significacio-
nes emergentes en el lenguaje.
La auténtica metáfora supone una invención semántica y, por ello, defiende la
metáfora viva, es decir, esa que produce una nueva extensión del sentido ante la
discordancia de la frase. Tal metáfora no existe en el diccionario; sin embargo, es
la auténtica, esa que, como ocmTe con el discurso, es, a la vez, acontecimiento y
significado 1254• La metáfora no es viva sólo porque vivifique un lenguaje constiuido,
sino, principalmente, porque provoca la necesidad de pensar más a nivel del con-
cepto. Ella desvía el sentido para decir lo indecible; metamorfosea la realidad para
intensificar nuestro sentido de la misma. De ahí que la metáfora viva sea el alma de
la interpretación y el modelo de la filosofía.
Su acción le viene del discurso. Gracias a él, es mucho más que un símil: posee
valor emocional y hasta esquematizador, pues organiza nuestra visión de la realidad
en tomo a la significación de la metáfora, a su desviación del sentido; así permite
decir lo indecible, sugerir lo que está por decir y hasta rescatar el querer decir, tanto
consciente como inconsciente.
125
~
Cfr. Ibíde1n, p. 252.
1 53
' P. Ricoeur. La Me1aphore vive. p. 16 1.
1 54
' Cfr. P. Ricoeur. " Metaphor and the problem of hermeneutics", Hermeneutics and the human
Sciences. Cambridge Uni versity Press, pp. 165-182, p. 170.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 575
1~55
Ibídem. p. 368.
1256
Cfr. Ibídem, p. 264.
1257
Hay una iconicidad del sentido metafórico que si rve de nexo entre lo sensorial y lo semántico. ya
que las imágenes evocadas no son asoci aciones de ideas, sino imaginarios implicados en el mismo lenguaje.
"Realizamos lo imaginario siempre que vemos algo. porque ver es "ver como'' y éste es "la relación inntitiva
que mantiene unidos el sentido y la imagen'' (Ib ídem, p. 269).
1 58
~ Ibídem, p. 241.
9
'" Ri coeur considera que también la psicología puede enseñarnos algo, "sobre todo cuando es una
psicología de las operaciones y no de los elementos·· (P. Ricoeur. La méwphore vive, p . 248), como la psicolo-
gía de la Gestalt, que nos enseüa que todo cambi de estructura o fo1ma atraviesa un momento de intuición en
el que la nueva estructura emerge del borrado y la reorganización del de la configuración anterior.
576 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
funcionan de manera cognitiva 1260. Para ambos, la metáfora no sólo afecta a la expre-
sión verbal de pensamientos previos, sino que ayuda a pensar. Frente a Aristóteles,
su verdadero valor no reside tanto en el razonamiento en el que supuestamente se
basa, como en la posibilidad de desarrollarla or otras metáforas e incluso de ampliar
la racionalidad para que esté más cerca de los afectos, de lo sensible.
Incluso puede hablarse de verdad en el ámbito de la aisthesis, verdad como ca-
rácter apropiado de una simbolización artística y discursiva. En tanto vehículos de
comprensión, las metáforas, para Lakoff, son susceptibles de verdad; aunque ésta no
sea una verdad absoluta, nos permite aprehender críticamente la realidad y redescri-
birla 1261 . Cualquier afirmación es verdadera en relación con alguna comprensión de
la misma y ésta siempre incluye alguna categ01ización, en la que actúan los esque-
mas metafóricos que se emplean en función de los propósitos humanos. La verdad
puede comprenderse en términos de proyecciones metafóricas, pero éstas requieren
una comprensión previa de nuestra situación. Dado que ésta se define en términos de
nuestros sistemas conceptuales, gran parte de ellos son metafóricos, las metáforas
pueden ser verdaderas o falsas. Independientemente de ello, son fundamentales para
comprender la realidad, que es la referencia de la verdad.
El lenguaje es fundamental para ello, ya que organiza de otro modo la realidad
y hasta pone de manifiesto otra manera de ser de las cosas mediante la innovación
semántica que imprime la metáfora, la cual inventa en el doble sentido de la palabra:
"lo que crea, lo descubre; y eso que encuentra, lo inventa" 1262 . La matriz de la metá-
fora será la reapropiación del mundo origina1io, su descubrimiento y recreación:
Lo que el discurso poético lleva al lenguaj e es un mundo pre-objetivo en el que
nos encontramos desde nuestro nacimiento , pero también en el que proyecta-
mos nuestros más propios posibles. Es preciso, por tanto, agitar el reino del
objeto para dejar ser y dejar decirse nuestra pe11enencia primordial a un mundo
que habitamos, es decir, que, al mismo tiempo, nos precede y recibe la marca
de nuestras obras. En resumen, es preciso restituir a la bella palabra "inventar"
su sentido desdoblado, que implica descubrir y crear, a la vez 1263 .
La metáfora revela la estructura lógica e lo semej ante, porque en ella lo pare-
cido se percibe a pesar de la contradicción y porque en el enunciado metafórico la
contradicción literal mantiene la diferencia y no se limita a fundirla en lo idéntico.
La cuestión de Ja referencia o la verdad del di scurso metafórico, su considera-
ción de la metáfora en el plano de la frase y como obra en miniatura, como trabajo
del discurso que pennite extender a éste los métodos estructurales que ya han sido
aplicados con éxito a las unidades más c01ias del lenguaje, nos traslada finalmente
126
° Cfr. N. Goodman. Languages of Art, an Approach to a Theo1)· of Sy111bols. Indianapolis. The
Boobs-Merril Co, 1968, VI.
61
" Cfr. G. Lakoff. M. Johnson. Metaphors we live by, pp. 157- 159.
1262
P. Ricoeur. La Métaphore vive, p. 301.
1 63
~ Ibídem, pp. 387-388.
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave jeno111enológica 577
1264
lbídem, p. 278.
1265
Ibídem, p. 366.
i:!M Cfr. Ibíden1. p. 389.
1' 6 ' M. Pefialver. '·Paul Ricoeur y las metáforas del tiempo". en T. Calvo. R. Ávi la. (eds.) Paul Ricoe11r:
Los caminos de la interpretación, Barcel ona, Anthropos , 1991 , pp. 333-406, p. 349.
1268
P. Ricoeur. La métaphore vive, p. 380.
578 M" Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
Tbídem, p. 383.
1~70
Ibídem, p. 395.
Corrientes octuales de la Filosojia l. En-clave fenomenológica 579
1271
Ibídem. p. 279.
580 Mª Cannen LÓPEZ S ÁENZ
Gadamer
La obra completa de Gadamer consta de 1O volúmenes, Gesammelte Werke. Tübingen,
Mohr, 1986-1995. En la misma editorial, los Kleine Schriften, tomos 1 y 2, 1967, tomo 3,
1972, tomo 4, 1977. A continuación. relacionamos algunas de sus obras traducidas al caste-
llano en relación con esta temática:
La dialéctica de Hegel. Cinco ensayos hermenéuticos. Madrid, Cátedra, 1981.
La ra::ón en la época de la ciencia. Barcelona, Alfa, 1981.
La herencia de Europa. Barcelona, Península. 1990.
La actualidad de lo bello . Barcelona, Paidos. 1991.
El problema de la conciencia histórica. Madrid, Tecnos, 1993.
Poema y diálogo. Barcelona, Gedisa, 1993.
Elogio de la teoria. Barcelona, Península, 1993 (2000).
Esrética y hermenéutica. Madrid, Tecnos. 1996.
El estado oculto de la salud. Barcelona, Gedisa. 1996.
Mis años de aprendi::aje. Barcelona, Herder, 1998.
¿Quién soy yo y quién eres tzí? Comentario a 'Crisral de Aliento· de Paul Celan. Barcelona. Herder,
1999.
Verdad y Método II. Salamanca, Sígueme, 1992.
Verdad y Método J. Salamanca. Sígueme, 1999.
La educación es educarse. Barcelona. Paidos. 2000.
Acotaciones hermenéuticas. Madrid, Trotta, 2 02.
El movimiento Fenomenológico. Madrid, Síntesis. 2016.
El último Dios. La lección del siglo XX. Barcelona, Anthropos, 201 O.
Ricoeur
Por el momento, no hay obras completas de este autor. Proponemos las que siguen para familiarizarse
con su fenomenología y su hennenéutica filosófica:
Karl Jaspers et la Philosophie de /'ex istence. aris, Seuil. 1947.
Gabriel Marce! et Karl Jaspers. Philosophie du mysrere et Philosophie d11 paradoxe. Paris, Temps
Présent, 1948.
Le volontaire et /'involonraire. Philosophie de la volonté J. Paris. Aubier, 1950.
Histoire et vérité. Paris, Seuil, 1955.
Finitude et Culpabilité J y JI. Philosophie de la Volonté JI y III, respectivamente. Pari s, Aubier, 1960.
De /'i11te1pretation. Essai sur Freud. Paris, Seuil, 1965.
Le conflit des inte1prérations. Essais d'hermé11eutiq11e. Paris, Seuil, 1969.
La métaphore vive. Paris, Seuil, 1975.
Temps et récit. !. L 'intrigue et le récit philosophiq11e. Paris. Seuil, 1984.
582 ~Carmen LÓPEZ S ÁENZ
Gadamer
AA.VV. '" El ser que puede ser comprendido es lenguaje". Homenaje a Hans-georg Gadame1: Madrid,
Síntesis. 2003.
ACERO, J.J . N1COLÁS, J.A. TAPIAS, J.A.P SÁEZ, L. ZÚÑIGA, J.F. (eds.) El legado de Gadamer.
Universidad de Granada, 2004.
AGUILAR, M. GONZÁLEZ. M. A. (coords.} Gadamer y las hu111anidades. Vol. l. México, UNAM,
2007.
DOMINGO. A. El arte de p oder no tener razón. Salamanca, Pub. Univ. Pontificia, 1991 .
DUQUE, F. En torno al humanismo: Heidegge1; Gadame1; Sloterdijk. Madrid, Tecnos, 2002.
DUTT, C . (ed.) En conversación con Hans-Georg Gadamer. Madrid, Tecnos, 1998.
GARCTA ROCA, J. La ontología hermenéwica. Significación y límites. El pensamiento de H. G.
Gadame1: Valencia, 1979.
GRONDI , J. Hans Georg Gadamer. Una biografia. Barcelona, Herder, 2000.
Una introducción a Gadamer. Barcelona. Herder, 2003.
JALON. M. COLINA. F. Pasado y presente. Diálogos con H. G. Gadame1: Valladolid, Cuah·o, 1996.
LÓPEZ SÁENZ, Mª C. El arte como racionalidad liberadora. Consideraciones desde Marcuse,
Merleau-Ponry Gadamer. Madrid, UNED, 2000.
MARTINEZ, J. M. Lafilosofia de las ciencias humanas y sociales de H-G Gadamer. Barcelona, PPU,
1994.
OÑATE, T. QUINTANA, M.A. (edrs.) Hans Georg Gadamer: Ontología estética y hermenéutica.
Madrid. Dykinson, 2005, pp. 509-527.
REVILLA G UZMÁN, C . Los límites de la tntualidad: escritura y diálogo en la hermenéutica gad-
ameriana, Universidad Complutense, Madrid, 1995.
RIVERO WEBER. P, (coord.) . Cuestiones hermenélllicas. De Nietzsche a Gadamer. México . Ítaca,
2006.
SANTIAGO GUERVOS, L. E. Tradición, lenguaje y praxis en la hermenéutica de Gadamer. Univ. de
Málaga, 1987.
Gadamer. Madrid, Ediciones del Orto, 1997.
VIETTA, S. H-G. Gadame1: Hermené111ica de la Modernidad. Madrid, Trotta, 2004.
ZUÑIGA, J.F. Interpretación de la hermenélllica filosófica de H. G. Gadamer a la luz del problema del
diálogo. Universidad de Granada, 1993.
Ricoeur
AGIS, M. Hori::ontes de la hermenéutica. Universidad de Santiago de Compostela. 1998.
- Del símbolo a la metáfora. Introducción a lafilosofia hermenéutica de P Ricoeur. Universidad de
Santiago de Compostela. 1995.
ARA ZUEQUE, G. (ed.) Hori::ontes del rela10. Madrid, Cuaderno Gris, 1997.
BALAGUER, V. La inte1pre1ación de la narración. La Teoría de P Ricoeur. Pamplona, EUNSA, 2002.
BEGUÉ, M. F., La poética del sí mismo. B . Aires, Biblos, 2002.
BINABURO, J.A. Hermenéutica simbologís1ica en la obra de P Ricoeur. Universidad de Deusto, 1992
584 Mª Carmen LÓPLZ SÁE1'Z
CALVO, T. ÁVILA. R. (eds.)Paul Ricoew: Los caminos de la interpretación. Barcelona. Anthropos, 1991.
DOMINGO, T. Para leer a P Ricoeur. Valencia, Hermes. 201 3.
FIDALGO. L. Hermenéutica y existencia h11mana: el pensamiento de P Ricoe1.11'. Universidad de
Valladolid, 1996.
MARTÍNEZ SÁNCHEZ. A . Ricoeur. Madrid, Ediciones del Orto, 1999.
MELANO, B. Her111enéutica metódica. Teoría de la interpretación según P Ricoeur. B. Aires,
Docencia, 1983.
MENA, P. (comp.) Fenomenología por decil: Homenaje a Paul Ricoe11r. Santiago de Chile, Universidad
A. Hurtado, 2006 .
PEÑALVER, M. La búsqueda del sentido en el pensamiento de P Ricoeur. Universidad de Sevilla
1978.
PICONTO, T. Hermenéutica y mgumentación y j11sticia en Paul Ricoew'. Madrid, Dykinson, 2005
(Buena bibliografía).
PRADA, M. Lect11ra y subjetividad. Una mirada desde la hermenéutica de Paul Ricoew: Bogotá,
Uniediciones, 201 O.
VALDES, M.J. (coord.) Con Paul Ricoeur: indagaciones hermenéuticas. Barcelona, Azul, 2000.
4.4.5 Enlaces
http ://www.heideggeriana.corn.ar/
www.egs.edu/resources/ gadamer. htm 1
www.uma.es/gadamer
Dossier: Paul Ricouer, en "Encyclopédie de L ·Agora.http://agora.qc.ca/mot.nsf/Dossiers/Paul_Ricoem
(bibliografia primaria y secundaria, textos en línea, videos)
www.fond.ricoeur.fr/intro.php
www.fondsricoeur.fr
MARTTNEZ SANCHEZ, A. "Recepción de P. Ricoeur en español: Bibliografia en castellano" (incluye
artículos también) www.saavedrafajardo.um.es/WEB/archivos/valores/ 127/ldeasyvalores12 7.06.pdf
4.4.6. Glorarios
ORTlZ OSÉS, A. Diccionario interdisciplinar de hermenéutica. Universidad de Deusto, 1997.
LAWN, Ch. NIAL, K. The Gadamer Dictionmy. London, Continuum, 2011.
5.
LAESCUELA DEFRANKFURT
Terminar este estudio de las Corrientes actuales de la filosofia con este tema
sobre una Escuela parece contradecir lo que hemos dicho acerca de los otros cuatro
temas y autores que hemos desarrollado.
Si denominamos así a la Teoría Crítica es porque éste ha sido uno de sus prin-
cipales emplazamientos que, como es sabido, no siempre permaneció en Franfurt.
Además de su lugar de origen y trabaj , esta Escuela se caracteriza por su pretensión
crítica, como hemos anunciado al hacer referencia a la incorporación ricoeuriana de
su meta hermenéutica de la crítica de las ideologías.
La Teoría crítica es, quizás, el rasgo definitorio de este grupo de pensadores, a
pesar de su pluralidad, variedad e irreductible singularidad. Nos concentraremos, no
obstante, en dos de ellos: H. Marcuse ( 1898-1979) y J. Habermas ( 1929), representa-
tivos de la primera y de la segunda fase de la Escuela.
El marco institucional de este Centro en el que desarrollaron su investigación
pensadores, filósofos y sociólogos, fue, sin duda, el Instituto para la Investigación
Social (Institutfiir Sozialforschung), cuya función científica se une a la docencia en
la Universidad. Su "mecenas" fue el izquierdista F. Weil (1898- 1975), que deseaba
institucionalizar la discusión sobre el marxismo en un nuevo marco que estuviera
alejado tanto de la ciencia burguesa como del partido comunista.
El Instituto fue fundado en 1924 en Frankfurt por Weil, junto a F. Pollock ( 1894-
1970) y Wittfogel. Puesto que el primero era judío, aun siendo el fundador y p1incipal
financiador de este Instituto que sería sede fisica de la Escuela, se negó a dirigirlo.
En los años 70, la crisis Argentina le i 1pidió seguir financiando el proyecto.
586 M" Carmen LÓPEZ S ÁENZ
1177
Denominamos así a esa particular interdisciplinariedad que no se limita a un ejercicio ecléc-
tico de saberes, sino que persigue que varias disciplinas trabajen juntas en el desarrollo de w1a teoría siste-
mática de la sociedad contemporánea. No se trata de yuxtaponer pensamientos e individualidades separadas.
"lnterdisciplinaridad" no significa para la Teoría Crítica, dividir el campo del saber para luego dejar las especia-
lidades tal y como están, ya que critica la validez de esa especialización e intenta crear una nueva teoría social.
Corrientes acnta es de la Filosofia !. En-clave feno111enológica 587
1178
M. Horkheimer. (1930). "Los comienzos de la fil osofia burguesas de la historia". en Historia.
Metafísica y escep1icismo. Madrid, Alianza, 1982. pp. 13-119. p. 78.
588 M• Carmen LÓP[Z SÁEKZ
Como hemos dicho, suelen distinguirse dos etapas en ella, la primera estaría for-
mada por filósofos y sociólogos marxistas, judíos, pero no practicantes. Se caracteri-
zó por adoptar una actitud crítica fundamentalmente negativa del orden establecido.
Entendió el proceso de racionalización -al igual que Lukács como proceso de cosifi-
cación. No obstante, sus componentes se percataron de que este asunto sobrepasaba
los planteamientos de una teoría de la conciencia de clase y de que el crecimiento del
estado del bienestar exigía un nuevo desarroll o del pensamiento de Marx.
En 1958 Adorno sucede a Horkheimer en la dirección del Instituto, el cual se
convertirá en el 68 en una referencia para el movimiento estudiantil. Sin embargo,
éste, junto con la New Left de Alemania Occidental, se irá desencantando de esta
Escuela por no encontrar en ella indicacione directas para la praxis. En general, en
los años 60, su campo de trabajo se centra en una sociología crítica, cuyos exponen-
tes serán Adorno y, posteriormente, Habermas.
Desde 1970 y hasta 1980, el Instituto continúa en Alemania con Habemrns, Negt,
Schrnidt, etc. Sigue practicando la Teoría crítica para desenmascar la parcialidad de
la razón en la historia y buscar la unidad d la misma. Habermas se dará cuenta
tempranamente de que la verdadera razón que ha sido reprimida es comunicativa y
emprenderá la crítica de la sumisión de ésta a la razón técnica. Esta segunda genera-
ción atenúa la negatividad de sus predecesores. Integra, además, la hermenéutica y la
filosofía del lenguaje en un nuevo racionalismo más orientado a la comunicación y a
la intersubjetividad.
Si la primera Escuela de Frankfurt intent ' conjugar el psicoanálisis de Freud con
el marxismo para comprender las profundidades del individuo, sin olvidar su com-
promiso colectivo e histórico, poniendo así en obra una hem1enéutica de la sospecha
que desarrollaba la reflexión junto con la intención comprensiva, la segunda genera-
ción proseguirá esta metahermenéutica compaginándola con un neo-marxismo que
se ha ido difuminando o, al menos, entrelazando con una teoría de inspiración kan-
tiana de los actos de habla, exigida por la den uncia de la colonización por la razón
instrumental de los mundos de la vida particulares y comunicativos.
Finalmente, se producirán muchas otras contiibuciones a la teoría crítica de una
gran variedad, procedentes de pensadores jóvenes de todas partes del Mundo, espe-
cialmente de Estados Unidos y Europa.
Desde los 70 la Escuela recibe críticas tanto de la izquierda como de la dere-
cha. Habermas abandona la Universidad de Francfort para dirigir el Instituto Max
Planck de investigaciones sobre las condiciones de existencia del mun do científico
técnico.
A partir de 2001 , el director del Instituto es A. Honneth y sus proyectos se con-
centran en el análisis de las paradojas de la modernización del capitalismo.
Corriemes actuales de la Filosofia l. En-clave jeno111e110/ógica 591
J'.? 79
T. Perlini L a Escuela de FranÁfurt. Caracas, Monte Áv ila, 1976, p. 38.
l'.?RO
M. Heidegger. Carta sobre el humanismo. p. 65.
594 Mª Carmen LÓPEZ S ÁENZ
al hombre en vez de ser dominado por él. N es una instancia legitimadora; tampo-
co necesita una legitimación que esté fuera de ella, como la tradición lo era para la
teoría tradicional; la Teoría crítica se legitima a sí misma, por su sola verdad. Valora
los ideales burgueses del universalismo cognoscitivo y moral que la han precedido,
el subjetivismo expresivo, la estética, etc. por considerar que sus contenidos no son
mera ideología, sino que incluso pueden superar la falsa conciencia cuando se apli-
can a la situación concreta.
Frente a la subjetivación de la razón que imposibilita la comprensión de la rea-
lidad social y conduce a la subordinación del pensamiento a lo fáctico, Horkheimer
defiende una razón autónoma, objetiva, que sea fin en sí. Además, percibe que la
opinión pública o ley de la mayoría se nos presenta como poder incuestionable sus-
titutivo de la razón. Así triunfa una democracia que ignora el ideal de participación
directa e informada, la libertad y la justicia que sustentan toda democracia.
Ante este estado de cosas, Horkheimer cree preciso afirmar una teoría crítica
frente a la tradicional. Aquélla se caracteriza por su antidogmatisimo, su antinelati-
vismo y su negatividad radical. El resto de los frankfurtianos le seguirán.
Frente al materialismo craso, el de la Teorí a crítica se preocupa por la felicidad
del hombre, la cual únicamente se logra modificando las relaciones materiales de
su existencia; esta transformación requiere un análisis de la economía política, pero
también una filosofía como conectivo de la historia. No rechaza la ciencia, pero
primero aspira a liberarla de la dominación existente, a evaluar su contribución al
progreso continuo de la humanidad, así como su pretensión de servir a priori como
modelo de toda teoría. La Teoría crítica no la toma como tal, porque lo que ciencia y
técnica hayan de ser depende de los hombres.
La Teoría crítica reconcilia lo universal con lo pai1icular en su lucha por una ra-
zón ampliada. Sus defensores no proclaman la vuelta al naturalismo que se perdería
en el inacionalismo. Creen que la historia debe seguir confiándose a la razón y abo-
gan por una sociedad racional a la vez que desenmascaran lo inacional de la realidad
fáctica. Ahora, bien, en contra del racionalismo hegeliano, no sacrifican lo particular
en aras de lo universal; las facultades racionales deben armonizar con la naturaleza
sensual y sensible. De ahí los intentos de los miembros de la Escuela por aproximar
el psicoanálisis de Freud a la teoría marxista de la sociedad, la teoría de la liberación
instintiva a la revolución social.
Esta nueva Teoría defiende una razón histórica y una dialéctica inconclusa entre
teoría y praxis, de modo que ni ésta es una derivación de aquélla, ni la teoría queda
subordinada a la praxis. Actuar por actuar vale tan poco como pensar por pensar,
especialmente si ambos no están generados desde la misma dialéctica crítica a la
que nos estamos refiriendo. Desde ella, se explica lo que es desde lo que debería ser,
proyectando hacia el futuro.
La te01ia crítica responde a un interés ilustrado que ha sido malentendido por el
positivismo. Considera que éste convirtió la teoría del conocimiento en teoría de la
Corrientes actuales de la Filosofia f En-clave feno111enológica 595
1
'"' M. Horkheimer. ( 1951) Mi11i111a Moralia. Reflexionen aus dem beschéidigten Leben (trad. cast.
Teoría crítica. Bueno Aires, Amorrortu, 1974, p. 242).
596 M" Carmen LÓPEZ SÁEl'Z
1282
M. Horkheimer. Zur Kritik der instrume111elle Vernunji. Frankfurt am Main, Fischer, 1967 (Trad.
cast. Crí1ica de la razón instrumental. Buenos Aires, Sur, 1969, p. 17).
1283
Ibíde1n, p. 11 .
1284
1bíden1. p. 7.
Corrientes actuales de la F ilosofia J. En-clavefeno111e110/ógica 597
La razón objetiva era mucho m ás que una simple adecuación entre medios y
fines; implicaba la detenninación de éstos, la comprensión; era más amplia que la
razón subjetiva que nació en la Modernidad; estaba conectada a la naturaleza y a la
sociedad, e incluso a esa otra razón que se fue haciendo dominante:
Tal concepto de razón no excluía jamás a la razón subjetiva, sino que la consi -
deraba una expresión limitada y parcial de una racionalidad abarcadora. vasta,
de la cual se deducían criterios aplicables a todas las cosas y a todos los seres
vivientes. El énfasis recaía más en los fines que en los medios. La ambición
más allá de este modo de pensar consistía en concebir el orden objeti vo de lo
"racional", tal como lo entend ía la filosofía , con la existenci a humana, inclu-
yendo el intelecto y la autoconservación 1286 .
fb ídem. p. 23 .
Ib ídem. p. 29.
598 Mª Carn1en LóPr:z SÁE ·z
\ ~87
Ibídem, p. 96.
111:!8
Cfr. M. Horkheimer. Gesammelte Schri(ten 1 O. Frankfurt am Main, Fischer, 1990, pp. 56-57.
Ibídem, pp. 400-401.
1190
Ibídem, p. 331.
600 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
Husserl). Plantea la necesidad de crear otras relaciones entre ciencia y filosofía, dis-
tintas de las establecidas y sin subordinar una a otra o separarlas.
También Adorno consideraba que la dialéctica debía superar los sistemas me-
tafísicos cerrados y hacer frente a los fenómeno s de la vida cotidiana, en los que la
filosofía de la vida y el existencialismo habían concentrado la atención. A diferencia
de la hermenéutica de la primera, concretamente de la de Dilthey, que buscaba la in-
tención autorial y la sintonización con el autor, la dialéctica negativa de Adorno será
una hennenéutica de la sospecha, en tanto explica la cultura y la sociedad indagando
por debajo de las intenciones explicitadas por sus protagonistas.
H. Comelius ( 1863-194 7) dirigió la tesis doctoral de Adorno, La trascendencia
de lo cósico y lo noemático en la fenomeno logía de Husserl, leída en 1924. Con
ella, pretendía resolver la contradicción entre lo trascendental-ideal y lo trascenden-
tal-real que se traslucía en la fenomenología de Husserl. En 1956, escribe Sobre la
metacrítica de la teoría del conocimiento. Estudios sobre Husserl y las antinomias
fenomenológicas. Su proyecto consistía en reflexionar críticamente sobre la teoría
del conocimiento como regresión al sujeto, en lugar de encarar las ideas, sean éstas
realistas o materialistas, con los métodos apropiados de la crítica del conocimiento.
Consideraba que el intento husserliano de superar el idealismo desde dentro, o
sea, desde la conciencia y con la ayuda de procedimientos idealistas como el análisis
de la estructura del conocin1iento, era metacrítico. En otras palabras, Husserl llevó al
límite el idealismo; lo convirtió en algo susceptible de ser destruido. Por eso, Adorno
le atribuía un destacado papel entre los filósofos del momento. La idea de verdad y
de objetividad husserlianas le impactaron; representaban la salvación de lo objeti-
vo ante su disolución psicológica. Preconizaba la vuelta a las cosas mismas, enten-
diendo por ellas, no los crasos datos que los Frankfurtianos siempre criticarán si se
presentan como absolutos, sino las cosas mis rns a las que tendía la fenomenología
y que eran, más bien, esos intennediarios entre la inmanencia de la conciencia y el
mundo trascendente; en definitiva, eran la conciencia de las cosas. Con ellas, Husserl
"limpió el idealismo de cualquier exceso especulativo y lo llevó a la realidad más
elevada que podía alcanzar" 1291 .
Sin embargo, Husserl no consiguió salir el idealismo, de la filosofía de la con-
ciencia . Adorno pronto se dió cuenta de las críticas de la teoría psicoanalítica a las
construcciones filosóficas corno sistemas de la conciencia. A diferencia de Heidegger,
no pretendía sustituir el primado husserlian de la conciencia por el del ser, sino
mostrar que la conciencia presuponía ya el idealismo, la remisión a la conciencia en
última instancia. Adorno propone, en cambio, la dialéctica sujeto-objeto para superar
las aporías de Husserl, una dialéctica que, a diferencia de Ja hegeliana, no hipostasia
el Espíritu absoluto, sino que es materialista.
1291
Th. Adorno. Gesammelte Schrifien 1. Frankfurt am Main, Suhrkamp,1970. p. 328.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave fenomenológica 601
1292
Como J. A. Zamora ha puesto de relieve, sumándose a otros intérpretes de la Dialéctica de la
Ilustración, ésta persigue una crítica radical sociohistórica; no se limita, como hizo Weber, a concebir el mito
como un residuo ineliminable de irracionalidad, como parte de un proceso de racionalización común a la re-
ligión y a la ciencia, sino que va más allá de él (Cfr. J. A. Zamora. Th. W A domo. Pensar contra la barbarie.
Madrid, Trotta, 2004, p . 168).
Corrientes achwles de la F ilosojia J. En-clave j'eno111enológica 603
1293
M . Horkh eimer. Th. Adorno (1947). Dialekrik der Aujkliirung. (Trad. casi. Dialéctica del
fluminis1110. B. Aires, Sur. 1971 , p. 150).
604 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
1297
Un análisis pom1enorizado de este desarrollo en mi articulo, ·'La precaria unidad de la razón. J.
Habermas'', Contertos vol. lX, 17/ 18 ( 1991). pp. 31 -65.
1298
M. Horkheimer. Tb. Adorno. Dialéctica del Iluminismo, pp. 274-275. (Trad. modificada).
1199
Ibídem, p . 276. (Trad. modificada).
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave feno111e110/óg ica 607
Bacon encama este espíritu de la Ilustración que pretendía saber para acrecentar el
poder humano sobre la naturaleza liberándose de los ídolos. Sin embargo, en nuestros
días, la naturaleza no domeñada, el afá mismo de dominio, podría ser vencida tam-
bién por ese saber, pero la Ilustración anula esta utopía liberadora poniéndose del lado
del enmascaramiento y invalidando sus ropios 01ígenes que, en otro tiempo, la impul-
saban a buscar la liberación de la minoría de edad y de los miedos de los hombres:
Hoy que la utopía de Bacon de "ser amos de la naturaleza en la práctica" se ha
cmnplido a escala telúiica, se hace manifiesta la esencia de la coacción que él atri-
buía a la naturaleza no dominada. Era el dominio mismo. El saber, en el que se-
gún Bacon consistía sin duda "la superioridad del hombre" puede ahora aplicarse
a la disolución de ese dominio. Pero ante semejante posibilidad la Ilustración se
transfomJa, al servicio del presente, en el engaño total de las masas 1301 .
1300
Ibídem, p. 15. (Traducción modificada).
1301
Ibídem, p. 59.
608 M' Carmen L ÓPEZ S ÁEN Z
130:!
Ibídem , p. 103.
!303
Ibídem, p. 151.
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave feno111e110/ógica 609
Ibídem. p. 45.
1305
lbídem.pp.147-148.
1306
Ibídem. p. 171.
610 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
Cuando el sujeto quiere ser más libre, lo ace reproduciendo los estereotipos que
la industria fabrica para él. Cuando cree evadirse de su vida laboral y hasta divertirse
para olvidarse de ella por unas horas o días, está mostrando su condescendencia con
ella, su obediencia al orden establecido, su claudicación a pensar, a vivir con el con-
junto y de manera crítica, a resistirse al adoctrinamiento masivo. De esta realidad es
de la que huye el pseudo-individuo.
La cultura es una mercancía paradójica. Se halla hasta tal punto sujeta a la ley
del intercambio, que ya ni siquiera es intercambiada; se disuelve tan ciegamen-
te en el uso, que ya no es posible usarla. Por eso se funde con la publicidad.
Cuanto más absurda aparece ésta bajo el monopolio, tanto más omnipotente se
hace aquélla. Los motivos son, desde luego, económicos 13º7.
Esos son los únicos motivos y fines reconocibles y respetables ahora por todos.
Con la publicidad, la industria cultural pierde el residuo de aura que podría que-
darle después de su repetibilidad infinita (Benjamín). Aquélla integra cualquier res-
coldo de individualidad y creatividad:
Las reacciones más íntimas de los hombres están tan perfectamente cosificadas
a sus propios ojos, que la idea de lo que les es propio y peculiar subsiste sólo
en la forma más abstracta : personality apenas significa para ellos otra cosa que
tener los dientes blancos, no tener las axi las sudorosas y no mostrar las emo-
ciones. Es el triunfo de la publicidad y la industria cultural, la forzada actitud
mimética de los consumidores ante las mercancías culturales ya desenmascara-
das en su significado 13º8.
Para estos neomarxistas, la cultura siempre tuvo la función de aplacar los ánimos
revolucionarios; la industria cultural, además inculca las condiciones para tolerar la
vida despiada, la de los otros, con los que ya no se empatiza, y la propia. Uno de sus
medios es la catarsis de los afectos y pasiones, en el más puro estilo aristotélico, sólo
que, según Aristóteles, esto lo conseguía la tragedia, no la cultura de masas.
Los Frankfurtianos emprenderán la crítica de esta última, también denomina-
da "cultura mosaico" o "cultura mercancía" . Desde su exilio, se enfrentarán a la
cultura reproductiva y a su principio del rendimiento, a la fetichización de la cul-
tura, cultura afinnativa que reconcilia lo dado con el poder. El estilo de la Escuela
(frases no automatizadas, riqueza expresiva) choca con el lenguaje informativo
aparentemente neutro que reduce el pensamientro a fórmulas, sin diálogo, sólo
establece hechos.
En la pretendida objetividad de los mass media todo carece de importancia, todo
es suceso y éste pasa a considerarse normal; mezclan verdades con medias verdades,
omisiones, juicios de valor, propaganda. Están dirigidos a un destinatario que no
quiere conflictos ni cambios; por eso son repetitivos.
1307
fbídern, pp. l 93-194.
1308
Ibídem, p. 200.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 611
1309
M. Horkheimer. Crítica de la razón instrumental. p. 11 .
1310
M. Hork:heimer. Th. Adorno. Dialéctica del Iluminismo, p. 286-287.
612 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
razón reducida a instrumento se sanan con un plus y no con un minus de razón" 1311 • Y
este plus sólo se alcanza incorporando la dimensión rememorante y la buena mímesis
del pensamiento a través de su crítica inmanente.
Esta Escuela se empeñó en realizar el sueño de proporcionar a la razón un lugar
en la historia humana, se unió a la labor desemnascaradora de los filósofos de la sos-
pecha (Marx, Nietzsche y Freud), buscó una razón sin afán de dominio, sino emanci-
patoria. Su diagnóstico del fracaso fáctico de la Ilustración no debe confundirse, por
tanto, con la decontrucción o el abandono de la razón por la postrnodemidad.
1311
Th. W. Adorno. Gesammelte Schrifren. Vol. 11 . Frankfurt am Main. Sulu·kamp, 1974, p. 121.
131
Cfr. J. Habem1as. Antworten auf Herbert Marcuse. Frankfurt am Main. Suhrkamp, 1968 (Trad.
'
1313 A. Feenberg ha indagado la estructura de la relación de los últimos años de Marcuse y Heidegger
en los primeros trabajos de aquél. Véase, Heidegger and Marc11se. The Catastrophe and Redemption of
Historv. New York. Routledge, 2005.
614 M1 Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
14
1.1 Canas de K. Kosik a Mareusc del 6-3-1963 y de H. Marcuse a Kosik del 22-3-1 963. Cit. por J. M.
Romero. "H. Marcuse y los orígenes de la teoría crítica. Una aproximación", en H. Marcuse. Y los orígenes de
la teoría crítica. Madrid, Plaza y Valdés, 201 O, pp. 7-68. p. 1O.
13 15
H. Marcuse (1928). ·'ContTibuciones a una fenomenología del materialismo histórico", en H.
Marcuse. Y los orígenes de la teoría crítica. pp. 8 1-1 30, p. 8 1.
Corrientes actuales de la Filosofla J. En-clavefe110111enológica 615
1316
Ibídem. p. 82.
Ibídem. p. 85.
1318
Ibídem. p. 1O1.
616 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
que de la pregunta por el objeto: abarca la persona ún ica del que pregunta, la
dirección de su preguntar y el modo de aparición primera del objeto 1319 .
Reconoce que Heidegger fue radical al establecer la historicidad, pero añade la
situacionalidad de la misma, que no es sólo la facticidad, sino la imperiosa necesidad
de transfo1marla para que se adecúe a la esencia de la humanidad, es decir, para que
la realice. Heidegger no ha percibido que el Dasén está en cada instante en una si-
tuación histórica concreta que hay que trans~ rmar para mostrar su estructura.
Por otro lado, la historicidad a la que ape la Marcuse está ya teñida de materialis-
mo, pues constantemente urge a considerar la constitución material concreta. Acusa
ya aquí a la historicidad heideggeriana de fa lta de concreción, porque al no salir del
Dasein, no conduce a compromisos concretos; por otra parte, el mundo al que se
refiere Heidegger no es el mismo para todos, sino que cada individuo tiene una situa-
ción concreta en él.
[ ... ] es un mundo común (aunque modificado, coloreado, siempre según los
individuos). Pero ¿hasta dónde se extiende este carácter común? Éste tiene sus
límites ante todo en la situación histórica. Ciertamente hay un mundo natural
"objetivo'', común a los humanos, que se extiende a lo largo de toda la historia
(como tal es, por ejemplo objeto de las ciencias naturales matemáticas), pero
relevante en tanto "espacio vital", aparee sólo el mundo histórico como co-
nexión de significado 132º
Marcuse no se limita a aplicar las categorías históricas concretas del marxismo
al heideggerianismo, sino que quiere conducir a éste al materialismo histórico para
recordarle su dirección:
[ ... ] tenemos que preguntar si el materialismo histórico ha interpretado adecua-
damente y ha recibido por completo ante la mirada, el fenómeno de la hi storici-
dad. También aquí queremos basarnos en los análisis de Heidegger, porque han
descubierto de la fonna más originaria el fe nómeno de la historicidad 1321 •
Un año más tarde en Sobrefilosofia concreta, cree poder fundamentar la filosofía
a paitir de Ser y Tiempo, porque la obra problemiza el ser humano concreto y de la
existencia, algo que echaba en falta en el ma ismo; además ve en ella una primacía
de la praxis como Lebenswelt del Dasein. Como sabemos, este concepto viene de
Husserl, aunque él adopta la transfom1ación heideggeriana del mismo en el ser-en-
el-mundo.
Así pues, cree encontrar en Heidegger una detem1inación histórica esencial de
la historia humana. Las descripciones heideggerianas de la existencia inauténtica le
recuerdan la vida alienada de los individuos en el capitalismo: el conformismo, la
ausencia de auto-responsabilidad y de libettad. Sin embargo, el carácter arrojado y
1319
Ibídem, pp. 108-109.
1320
Ibídem, p. 104.
1321
Ibídem, p. 114.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111e11ológica 617
yecto del Daseín no ofrece soluciones. eidegger tampoco menciona las causas con-
cretas de la caída o de la existencia anónima, que sólo se redime con la aceptación
del destino, del ser-para-la-muerte. Marcuse se dará cuenta enseguida de que la au-
tenticidad no se produce retrotrayendo al individuo a sí mismo desde su pérdida en lo
público, sino reflexionando sobre el carácter social de la existencia, sobre el mundo
como resultado de la transformación colectiva de la naturaleza.
La categoría heideggeriana de Geschichtlichkeit (historicidad) le inspira nueva-
mente. Realiza una lectura lukácsiana de Heidegger intentando convertir el cuestio-
namiento heideggeriano por el sentido del ser en un cuestionamiento por el modo de
ser del Dasein. Sin embargo, muy pronto criticará el ahistoricismo de Ser y Tiempo .
En definitiva, Heidegger no trata las cuestiones que, para Marcuse, eran deci-
sivas, el aquí y el ahora, las condiciones históricas concretas en las que existe el
Dasein concreto 13 ~ 2 ; así impide toda acción.
En lugar de desarrollar una analítica existencial del compromiso político, tal y
como hubiera hecho un heideggeriano, Marcuse vuelve a Marx, que le permitirá des-
enmascarar la alienación social y le ayudará a comprender que la facticidad heide-
ggeriana no es lo mismo que sus determinaciones históricas. Marx supera, según
Marcuse, el hiato heideggeriano entre esencia y facticidad:
Precisamente, para Marx, Ja esencia y la facticidad, la situación histórica esen-
cial y la situación de Ja historia fáctica ya no son regiones o niveles separados,
independientes entre sí; la historicidad del ser humano ha sido asumida en la
determinación de su esencia [ ...] Sin embargo, con el conocimiento de la histo-
ricidad del ser humano no se identifica de ningún modo Ja historia de la esencia
del ser humano con su hist01ia de hecho [ .. .] su existencia es un "medio., para
Ja realización de su esencia, o bien - como sucede en Ja alienación- su esencia
es un medio para su mera existencia física. Cuando Ja esencia y Ja existencia
se separan de este modo, y la reunión de ambas, como realización fáctica es
Ja verdadera tarea libre de Ja praxis humana, entonces ahí donde la facticidad
ha avanzado hasta ser una inversión total de la esencia humana, la superación
radical de esta facticidad es la tarea por excelencia 1323.
A diferencia de la hermenéutica heideggeriana de la facticidad, la denuncia mar-
xista de la alienación que acontece en el capitalismo, de sus causas y consecuencias
para el ser humano, conducirán urgentemente a una praxis transfonnadora y revo-
lucionaria radical de la sociedad y del individuo. Cuando la existencia fáctica se ha
convertido en inhumana, no basta la interpretación de la misma; sólo la revolución
total será capaz de hacer coincidir la esencia del ser humano con una existencia radi-
calmente distinta.
La filosofía concreta que va perfilando Marcuse es la del Dasein en su situación
histórica, que es el tardocapitalismo; también éste determina al Dasein y lo aliena:
11~2
H. Marcuse. Schrijien 1. Frankfw1 am Main. Suhrkamp. 1978, p. 365.
1313
Ibídem, p. 536.
618 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
131
' H. Marcuse. (1929). «Sobre Filosofía concreta», en H. Marcuse. Y los orígenes de la 1eoría críti-
ca, pp. 131-158, p. 143.
1315
Ibídem, p. 144.
1.12• "El filósofo debe saber que él no tiene sólo el derecho sino la obligación de intervenir en los apu-
ros completamente concretos de la existencia, porque sólo así puede cumplirse el sentido existencial de la
verdad. De esta manera, al final de toda auténtica filosofía concreta está la acción pública'· (Ibídem, p. 157).
Más allá de Husserl, el filósofo no sólo es el funcionario de la humanidad, sino el que tiene que '·intervenir"
cuando la ex istencia está en apuros.
1317
Ibídem, p. 146.
Corrientes act11ales de la Filosofía l. En-c/avefeno111e110/ógica 619
Entiende por "teoría" la que se extrae del pensamiento de Marx, y por "praxis" la
práctica transformadora del mundo. El filósofo defenderá la dialéctica entre ambas.
En este fragmento, adopta el método fenomenológico descriptivo de la existencia
concreta, la reflexión sobre su sentido y todo ello con el rigor de una ciencia primera y
esh·icta encaminada a la verdad. Ésta es la concepción fenomenológica de la ciencia de
lo originario en la que piensa Marcuse y que surge tras la crítica del cientificismo y del
obj etivismo detectado por Husserl. Con esta invocación de la unidad de teoría y praxis
adelanta las fommlaciones que defenderán más tarde otros importantes filósofos de la
Escuela y a las que sucintamente nos hemos referido en los apartados precedentes.
La filosofía puede restringirse al ámbito de la historicidad y del acontecer.
También la fenomenología ha de volver a él; su interés por el conocimiento será legí-
timo si recupera ese suelo y así es como interpreta Marcuse la reducción fenomeno-
lógica, verdaderamente como una re(con)ducción, no a la subjetividad trascendental,
sino a eso que pretendió reducir y desde lo que toda reducción es posible:
Pero si la fenomenología ha ganado el campo sólo sobre el cual son posibles
tales conocimientos, también ha abierto el camino a la mirada para la única
manera en que la filosofía fenomeno lógica es todavía posible fuera de la reduc-
ción. El correlato necesario de la reducción fe nomenológica es el volverse his-
tórica laftlosofla. En el instante en el que caen los paréntesis de la reducción,
lo que encontramos es el Dasein y su mundo en su concreción bi stórica 1328 .
Marcuse propone hacer epojé de la reducción para dar con el ser histórico. Sin
embargo, la pregunta fenom enológica por el sentido de la existencia sigue siendo
fundamental; la traduce por el "para qué" 1329 de la misma, por su te/os. No es nece-
sario para plantearla e intentar responderla pasar de la actitud natural a la reflexiva,
porque esto nos conduciría a hacer abstracción de las contingencias que nos determi-
. .
nan y que es preciso exammar.
Habermas ha declarado que los primeros escritos de Marcuse, los publicados
antes de su exilio, "representan el primer intento original de un marxismo de orienta-
ción fenomenológica" 1330 •
La publicación de los Manuscritos económico-fi losóficos de Marx en 1932, es-
critos en 1844, le ofreció una base para invertir la analítica existenciaria de Ser y
Tiempo en un sentido materi alista , algo semejante a lo que Marx había hecho con la
dial éctica de Hegel.
Su tesis es que la dialéctica hegelia o-marxista puede fundamentarse en la her-
menéutica heideggeriana de la existencia de la subjetividad y a Ja inversa. Recupera
la dialéctica de Hegel señalando sus errores , fundamentalmente, su exceso de espe-
culación y transfonnándola en di aléctica crítica.
1328
Ibídem. pp. 137-13 8.
1)09
Ibídem. p. 13 1.
1330
J. Habermas. Respuestas a Marcuse, p. 12.
620 ~r Carmen LóPEz SÁENz
Por aquel tiempo, Marcuse ya se había dado cuenta de que la ontología heideg-
geriana no era concreta:
Lo que Heidegger había hecho era, en esencia, sustituir las categorías trascen-
dentales de Husserl por sus propias categorías trascendentales; es decir, con-
ceptos aparentemente tan concretos como "existencia", "cura", volvían a eva-
porarse otra vez en malos conceptos abstractos en el sentido de Hegel. Durante
todo este tiempo yo había leído y releído a Marx , y entonces tuvo lugar el
descubrimiento de los Manuscritos de Economía y Filosofia. Éste fue proba-
blemente el giro. Aquí había un nuevo Marx que era realmente concreto y que
al mismo tiempo se elevaba por encima del petrifi cado y enmohecido marx is-
mo teórico y práctico de los partidos. Y a partir de ese momento el problema
Heidegger versus Marx dejó de ser un problema para mí 1331 .
Heidegger deslumbró a su generación -como lo había hecho antes Husserl- por
su propuesta de un nuevo comienzo para la filosofía desde la propia actitud auto-re-
flexiva dirigida a la Existenz. Sin embargo, no superó el trascendentalismo. En cam-
bio, los Manuscritos mostraban que Marx practicaba una filosofía verdaderamente
concreta que criticaba al capitalismo por sus consecuencias económicas y políticas,
pero también por arruinar al ser humano como tal. por extrañarlo de sí mismo. No
bastaba, por tanto, emprender una reforma de las condiciones de producción, sino
que resultaba necesaria una revolución total que profundizara en la raíz de los pro-
blemas que acuciaban al hombre.
Marcuse encontró en los Manuscritos una ontología del hombre histórico y del
ser de la vida concreta. Como Habermas apunta, aquel lo puso en relación con la fe-
nomenología del último Husserl:
Los existencialistas de izquierda de París y los fil ósofos de la práctica de Praga
y Zagreb pusieron luego, después de la guerra, los anál isis husserlianos del
"mundo vital" en el lugar de la analítica heideggeriana del Dasein, pero ambas
"escuelas" se basaron en el fundamento fenomenológico de un marxismo cu-
riosamente anticipado por Herbert Marcuse. Éste, por su parte, ha recurrido de
nuevo, en añós recientes, a importantes conceptos de la filosofia saiiriana , y en
One-dimensiona/ Man las citas de Husserl y de Heidegger recuerdan el origen
fenomenológico de su crítica de la ciencia y de la técnica 1332 .
Marcuse considera los Manuscritos como una nueva fuente para la fundamenta-
ción del mate1ialismo histórico. Destaca la teoría de la alienación presente allí (como
Lukács): la propiedad privada hace que se perviertan los nexos sujeto-objeto y los
lazos históricos entre naturaleza y humanidad. Encuentra en este primer Marx una
antropología filosófica, un existencialismo y un a ontología .
1331
J.Habermas. ( 1977) "Diálogo con Herbert Marcuse", en ( 1980 edición ampliada sobre la primera
de 1971 ) Philosophisch-politische Profile. (Trad. Casi. Pe1files Fi/os~fico -polí1icos. Madrid, Taurus , 1986.
pp.237-282, p.239) .
1332
J. Habermas, Respuestas a Marcuse, pp. 12-13 .
Corrientes acluales de la F ilosofia J. En-clave feno111enológica 621
'"' H. Marcuse ( 1941 ). Reason and Revolwion. Hegel and the Rise of Social Theory. New York,
Humanities Press. Trad. Cast. Ra::óny Rel'olución. Hegel ve! surgimiento de la teoría social. Madrid. Alianza,
198 16 , p. 313.
622 ~r Carmen LóPr.z SÁE 'Z
El texto guarda relación con el intento marcusiano de reivindicar una razón am-
pliada y placentera, enriquecedora de la vida y de la cultura. Como él, Gadamer está
convencido de que hay verdad y racionalidad en el arte, en las potencias incumplidas,
en lo posible y en la imaginación: "¿Qué otra cosa podría ser la poesía sino esa re-
presentación de un mundo en que se anuncia algo verdadero, pero no mundano?" 1336 .
Aquí nos dice el autor que la verdad no sólo está en lo fáctico, sino también en los
ideales y en las ideas que la imaginación puede albergar.
Ambos piensan que incluso un método científico hipotéticamente perfecto no se-
ría por sí solo garantía de la verdad. Se niegan a reducir la verdad a la mera adaequa-
tio res et intellectus, porque no es reflejo de lo ya ahí, sino que habita en lo posible,
vive en Ja imaginación que proyecta el deber ser sobre el ser; sólo desde estos presu-
puestos resulta comprensible Ja máxima marcusiana de "la imaginación al poder":
Llevar la imaginación al poder es ya algo verdaderamente revolucionario. Es
nuevo y revolucionario tratar de llevar a la realidad las ideas y los valores más
avanzados de la imaginación. Eso prueba que hemos aprendido algo muy im-
1334
H, Marcuse. "De l' Ontologie a la Technologie. Les tendences de la société industrielle",
Argwnents. vol. 4, nº 18 (l 960), pp. 54-5 9. pp. 55-5 6.
13 5
·' H-G. Gadamer. Gesamme/te Werke 8. p. 168.
1336
lbidem, p. 169.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave fenome110/ógica 623
1337 H. Marcuse. Conversaciones sobre la nueva cultura. Barcelona, Kairós, 1975. p. 69.
1338
H. Marcuse. An essay on Libera/ion. Boston, Beacon Press, 1969, p. 24.
624 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
rn9 H. Marcuse. ( 1967) Das Ende der Utopie. (Trad. Cast. El final de la utopía. Barcelona, Ariel,
1968, pp. 17-18).
1340
Ibíden1, p. l 42.
Corrientes actuales de la F ilosojia !. En-clave jeno111e11ológica 625
1341
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 3. Tübingen, Mohr, 1987, p. 30.
626 Mª Carmen LÓPLZ S ÁENZ
maestro. Ahora bien, hasta el final de su vida, lo elogió como un gran lector de los
filósofos griegos. La falta de concreción, hizo que Marcuse lo abandonara y volviera
a Dilthey y a Hegel. Se unió a la Escuela de Frankfu1i en el exilio, primero en Suiza
y luego en Francia.
En "La lucha contra el liberalismo en la concepción totalitaria del estado" ( 1934 ),
en Cultura y sociedad pp . 15-44, se pronuncia contra el realismo heroico-popular del
fascismo, cuyas fuentes reconoce en Jos teó ricos post-burgueses de la heroización
del hombre en el organicismo, en el universalismo y el decisionismo político de Car!
Schmitt (1888-1985). Estos antiliberales serían, en el fondo, ideológos del capita-
lismo monopolista autoritario, del paso del sujeto individual al súbdito pasivo de
potencias irracionales.
Desde este año hasta 1940 se establece en los Estados Unidos e imparte clases en
la Universidad de Columbia . Hasta dos años antes, se dedica en sus obras a defender
el núcleo racionalista de la filosofía europea contra el ilTacionalismo contemporá-
neo. Se convie1te en el colaborador más próximo de Horkheimer hasta la llegada de
Adorno a los Estados Unidos en 1938.
Debido probablemente a esta defensa de la racionalidad, a pesar de sus críticas
al uso sesgado de la misma, tras la brillantez de sus primeras obras publicadas en
Revista para la Investigación Social, Marcuse se sintió más atraído por la filosofía
académica que Adorno y Horkheimer 1342 . En nuestra opinión y, por lo que hemos
dicho aquí de estos dos últimos, también ellos estuvieron vinculados a la filosofía de
su tiempo, no sólo a Ja de Lukács. Sus tempranos debates con la fenomenología y los
estudios de Hork.heimer de los pensadores franceses así lo testifican.
Habermas diferencia a Marcuse de los otros Frankfurtianos por su estilo de
filosofar:
Marcuse dice lo que los otros dejan en el a1re. Sus escrúpulos parecen consistir
más bien en la idea de que una filosofía de intención prácti ca ha de ser defendi-
da con muchas consecuencias prácticas 1343
La unión de teoría y práctica impele a Marcuse a la coherencia y a la explicitación
de todos los análisis del mundo en el que vive, incluidos sus presupuestos . Entiende
por "teoría" la teoría marxista y por "praxis'' la transformación de lo que está dado.
Ambas no se dan en unidad inmediata, sino en tensión. La teoría tiene una cualidad
anticipatoria crítica: basándose en el análisis de la sociedad, la teoría proyecta Ja
praxis posible; actúa como a priori -aunque histórico- de la teoría. Esto es así por-
que la teoría detennina lo general en lo particular gracias a su capacidad de hacer
abstracción de la realidad establecida, pero ti ene una base empírica inseparable
134
c "En cambio, Marcuse lleva el sello de la Freiburg de los años veinte. Marcuse recoge más sin re-
servas la intención sistemática que ha inspirado casi siempre la tradición filosófica". (J. Habermas, Respuestas
a Marcuse. p. 13).
1343
1bíden1, p. 14.
Corriemes actuales de la Filosofía J. En-clave feno111enológica 627
13"-'
H. Marcuse. Marx y el 1rabajo alienado . Buenos Aires, Carlos Pérez editor, 1969, p. 1O.
628 M" Carmen L ÓPLZ S ÁENZ
A pesar del estado de cosas que se acaba de estudiar, podríamos temer emplear
el téimino ontología -el cual se emplea frecuentemente en forma impropia res-
pecto a la teoría de Marx, ya que él mismo no lo usa explícitamente; él dice:
es solamente por mediación de la propiedad privada que el ser ontológico de
la pasión humana se realiza tanto en su totalidad como en su humanidad ', de-
clarando además que 'los sentimientos, las pasiones, etc., del hombre no son
solamente disposiciones antropológicas [ ... ], sino, realmente, afirmaciones
ontológicas referentes al ser (y a la naturaleza) 1345 .
Habermas ha subrayado la carga antropológica del marxismo marcusiano, es de-
cir, su convicción de que el ser humano y la historia tienen una base natural. Pero
Marcuse ha negado cualquier retorno a la naturaleza:
Marcuse: No hay tal vuelta. Cualquier significación, cualquier explicación en
términos de "vuelta a la nah1raleza", es alg que yo rechazaría sin más. Pues la
naturaleza es aquí algo que tiene que ser creado ( . ..)
Que el hombre tenga un cuerpo, y que tenga lo que Freud denomina pul siones
(Triebe), y que en el hombre haya pul siones primarias, no significa que no sean
mudables. Cuando hablo de naturaleza humana me refiero siempre a una natu-
raleza capaz de cambiar a todo el hombre 1346 .
Hasta en Freud las pulsiones (Triebe) son variables históricas y sociales. Marcuse,
todavía más radicalmente, entiende, como Merleau-Ponty, que la vida natural y la
social están imbricadas en el ser humano y so históricas.
Según Habe1mas, estos fundamentos antropológicos de la teoría social de
Marcuse sientan las bases de la radicalización de la revolución; así, los cambios que
acabarán den-ocando al capitalismo no sólo lo sustituirán por otro sistema social,
sino que afectarán al ser humano por entero.
Esto es algo que ya estaba insinuado en el joven Marx, el cual definía el traba-
jo como el devenir del hombre mediante su auto-creación o auto-objetivación, que
hacía de la actividad productiva la actividad vital misma. El hombre se encuentra
en medio de objetos (él es naturaleza en sí mismo), que modifican su sensibilidad
natural. La constitución objetivo-sensible hace del hombre un ser limitado que tiene
necesidades, pero que también siente. En la medida en que la mencionada objetiva-
ción es una especificidad humana universal, es a la vez una actividad propiamente
colectiva. La totalidad objetiva se define así como un mundo social y como realidad
histórica.
Con ello se aclara hasta qué punto el trabaj se ha empleado, con razón, como
categoría ontológica: en cuanto el hombre se confiere su propia realidad en la
creación, la transfotmación y la apropiación del mundo objetivo, en cuanto
su "conducta frente al objeto" es precisamente "la afirmación de la realidad
1345
H. Marcuse. Para una teoría crítica de la sociedad. Caracas, Tiempo Nuevo, 1971 , p. 21.
1346
H. Habemrns "Diálogo con Herbert Marcuse", en op. Cit., p. 251.
Con-ientes actuales de la Filosofla J. En-clave feno111e11ológica 629
IJ47
H. Marcuse. Para una teoría crítica de la sociedad, p. 39.
630 M' Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
!ación creciente obligan al capitalismo a pro ucir artículos de lujo que van más allá
de las necesidades vitales, destinadas a una elite, sin que se reduzca la pobreza de
otros sectores. Por otro lado, gracias a la tecn logia, el tiempo de trabajo necesario se
acorta, pero no se reduce la cantidad total de trabaj o dependiente, debido a que se le
crean al individuo nuevas necesidades de ocio, etc. con el pretexto de que estimulan
su libertad. En general, el capitalismo se contradice porque produce necesidades que
no puede satisfacer, sobre todo la eliminación del trabajo explotado como medio de
vida.
En este fragmento plantea la viabilidad del cambio cualitativo mediante la revo-
lución de las necesidades:
Pues el capitalismo depende de la reprod cción e intensificación del trabajo
explotado: los bienes de lujo, el reino capitalista de la satisfacción y del placer,
son mercancías que tienen que ser compradas y vendidas : valores de cambio.
Así es como el capitalismo transfonna el reino de la libertad (que él mismo
provoca y hace aparecer) en un reino de su necesidad: la producción de su-
perfluidad, belleza, satisfacción; el trabaj o de producción de bienes de lujo se
convierte en trabajo socialmente necesario, inh umano, sin meta ni objetivos.
Ésta es la forma de la contradicción fundamental en el capitalismo tardío,
contradi cción entre las fuerzas productiYas y las relaciones de producción,
siendo también el esquema de la revolución imposible: "imposible" don-
de no se fundará en una situación de miseria material , sino en otra de la
superabundancia 1348 .
1348
H. Marcuse. (1974) "Teoría y praxis", en Calas en nuestro tiempo. Barcelona, Icaria. 19 76, pp.
27-5 5, pp. 38-39.
1349
H. Marcuse. One-dimensional man. Boston. Bacon Press. 1954 (Trad. Cast. El hombre unidimen-
sional. Barcelona, Planeta, 1985, p. 33).
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave f eno111e110/ógica 631
1350
Ibídem. p. 26.
632 M' Carmen LÓPLZ S ÁE1'Z
Todas las dimensiones del sujeto alienado han sido asimiladas por su existencia
alienada. La alienación cultural y artística que eran la trascendencia consciente de
esa existencia enajenada, acaban también siendo integradas en la única dimensión de
la racionalidad tecnológica. Estos son algunos de los motivos por los que Marcuse
considera que hay que revisar la noción misma de " alienación":
Los logros del progreso desafían tanto la denuncia como la justificación ideo-
lógica; ante su tribunal, la "falsa conciencia" de su racionalidad se convierte en
verdadera conciencia.
[ ... ] Es un buen modo de vida - mucho mejor que antes-, y en cuanto tal se
opone al cambio cualitativo. Así surge el modelo de p ensamiento y conducta
unidimensional en el que ideas, aspiraciones y objetivos, que trascienden por
su contenido el universo establecido del discurso y la acción, son rechazados o
reducidos a los términos de este universo. La racionalización del sistema dado
y de su extensión cuantitativa da wrn nueva definición a estas ideas, aspiracio-
nes y objetivos 1 3 5 ~.
El filósofo estaba convencido de que el concepto marxiano de "alienación" con-
tenía una critica psicológica general de la condición humana bajo el capitalismo. Sin
embargo, Marx confiaba en que la técnica enadicara la alienación; veía la transición
del capitalismo al socialismo como una revolución p olítica mediante la cual el prole-
tariado destruía el aparato político anterior, pero conservaría los instrumentos técni-
cos sometiéndolos a la socialización de las fuerzas productivas. Marcuse, en cambio,
piensa que la socialización de los medios técnicos no altera por sí sola la racionali-
dad tecnológica 1353 . En su opinión, el fetichism o de la mercancía es tal que el sujeto
ve en ella su satisfacción y su dignidad misma . L os productos acaban adoctrinando
a su productor, y lo hacen generando falsas necesidades y satisfaciéndolas, hasta tal
punto que esta satisfacción termina equiparándose con la libertad.
Los cambios productivos han contribuído a la transfom1ación de la clase traba-
jadora y al debilitamiento de su posición negadora, hasta transformar Ja dominación
en administración, porque frente a lo objetivado (los hombres-cosas) se hace cada
vez menos necesaria la tiranía violenta. Con el progreso técnico, la alienación se
intensifica bajo la forma de muchas libertades. La racionalidad de estos cometidos
in-acionales acaba oscureciendo la diferencia entre la verdadera y la fals a conciencia
y ocultando la esclavitud:
Los esclavos de la sociedad industrial desarrollada son esclavos sublimados,
pero son esclavos, porque la esclavitud está detenninada no por obediencia ni
por la dureza del trabajo, sino por el estatus de instrumento y la reducción del
1351
Ibídem, pp. 40-41.
1352
Ibídem, pp 41-42.
1353
Cfr. Ibídem, p. 53.
Corrientes actuales de la Fi/osojia l. En-clave fenomenológica
1354
Ibídem, p. 63.
634 , !'Carmen LÓP[Z S ÁENZ
1355
fbídem, p. 37.
1356
Cfr. Ibídem, p. 109.
135¡
Ibídem. p. 102.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave jeno111enológica 635
1358
Ibídem, p. 106.
1359
Ibídem, p. 88.
636 ~1' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
El lenguaje es despojado de las mediaciones que fomrnn las etapas del proceso
de conocimiento y de evaluación cognoscitiva. Los conceptos que encierran
los hechos y por tanto los trascienden están perdiendo su auténtica representa-
ción lingüística. Sin estas mediaciones, el lenguaje tiende a expresar y auspi-
ciar la inmediata identidad entre razón y hecho, verdad y verdad establecida,
esencia y existencia, la cosa y su función 1360 .
Este operacionalismo triunfante considera los términos como indicadores de las
funciones y de las propiedades actuales de los objetos que designan. El universo del
discurso reconcilia, una vez más, los opuestos y se cierra a otros discursos posibles.
El lenguaje publicitario se sirve de la sustitución de los conceptos por imágenes,
de la repetición, de la prescripción subliminal, etc. para anular la crítica y hasta la
contradicción entre lo que es y lo que debería se1~ esa oposición que caracterizaba al
universo pluridimensional. Queda instaurado un lenguaj e unidimensional que ya no
se presta al diálogo; únicamente establece hechos particulares:
La anulación de toda oposición produce el cierre de la sociedad y de su discurso:
El lenguaje cerrado no demuestra ni explica: comunica decisiones, fallos, ór-
denes. Cuando define, la definición se convierte en separación de lo bueno y
de lo malo; establece lo que es correcto y equivocado sin pem1itir dudas, y un
valor como justificación de otro. Se mueve por medio de tautologías, pero las
tautologías son frases terriblemente efectivas. Expresan el juicio de una fonna
prejuzgada, pronuncian condenas 1361 .
1360
Tbídem, p. 11 5.
1361
fbídem, p. 132.
1362
Tbídem, p. 150.
Corrientes actuales de la Filosofía l . En-clave fenomenológica 637
1363
Ibídem, pp. 200-201.
Ibídem, pp. 201 -201 .
638 ~r Cannen LóPEZ SÁm-.:z
1365
H. Marcuse. El hombre unidimensional, p. 186.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave jeno111e110/ógica 639
para subvertir las estructuras morales y sociales, pero también las estructuras psíqui-
cas de los individuos. Está convencido de que la emancipación no se logra sin filo-
sofía. La razón filosófica ejerce la negación histórica y su verdad se dete1111ina por el
grado de pacificación que logra, pero este objetivo sólo será factible en una sociedad
regida por una razón post-tecnológica.
El diagnóstico marcusiano se apoya en tres argumentaciones interdependientes:
1.- La racionalidad tecnológica como tal se ha transmutado en principio de
organización del dominio.
2.- La producción y utilización de la tecnología está detenninada por la
administración.
3.- La ciencia misma reproduce la racionalidad tecnológica.
Por estas razones, la denuncia de la racionalidad instrumental no se basará en el
contexto capitalista de su aplicación, sino en una crítica del fom1alismo cientifista
del que nació la tecnología, fundamentalmente por la unidimensionalidad del mis-
mo, por su eliminación de la dialéctica.
En el universo griego bidimensional existían la apariencia y la realidad, lo falso
y lo verdadero. La filosofía era dialéctica porque reflejaba este mundo antagónico y
le concedía valores. El positivismo actual, en cambio, los erradica, pero no es capaz
de disolver la distinción entre lo esencial y lo contingente, entre existencia verdade-
ra y falsa. La filosofía dialéctica, en cambio, obedecía a la racionalidad de la época
pretecnológica, la cual estaba iluminada por el concepto ontológico de la verdad.
Las proposiciones de esta filosofía definían la realidad afim1ando como verdadero
algo no dado; de este modo negaba la supuesta verdad de lo fáctico . El pensamiento
dialéctico comprendía la tensión entre el "es" y el "debe" como una estructura del ser
mismo: los hechos aparecían como falsos alumbrados por la verdad que en ellos se
negaba. El pensamiento mediaba su verdad en los términos de otra lógica opuesta a
la vigente. Dicha lógica tenía un contenido político, no era un mero procedimiento.
Marcuse distingue esta lógica dialéctica, que heredará la Teoría crítica, de la lógica
formal propia del positivismo:
El pensamiento dialéctico es y sigue siendo "acientífico" en la medida en que
es tal juicio, y el juicio es impuesto sobre el pensamiento dialéctico por la natu-
raleza de su objeto por su objetividad. Este objeto es la realidad en su verdade-
ra concrección; la lógica dialéctica excluye toda abstracción que deje el conte-
nido concreto solo y marginado, incomprendido. Hegel descubre en la filosofía
crítica de su época el "temor al objeto" (Angst vor dem Object) , y exige que un
pensamiento científico auténtico supere esta posición de temor y comprenda lo
"lógico y lo racional-puro" (das Logische, das Rein-Verniinftige) en la misma
concrección de sus objetos.
640 M' Carmen L ÓPEZ SÁENZ
La lógica dialéctica no puede ser formal porque está determinada por lo real,
que es concreto. Y esta concrección, lejos de oponerse a un sistema de prin-
cipios y conceptos generales, requiere tal sistema de lógica porque se mueve
bajo leyes generales que conducen a la racionalidad de lo real1 366 .
La lógica dialéctica va más allá de los hechos, los sitúa en un contexto histórico.
"Ser histórico" significa, para Marcuse, contradecir el orden establecido, situarlo en
el devenir del pensamiento y de la acción. La lógica dialéctica preserva las oposicio-
nes; se opone, por tanto, a la clausura del discurso imperante, al monólogo caracte-
rístico de los mass media, de la publicidad, de la política, etc.:
Si la lógica dialéctica entiende la contradicción como una necesidad, que per-
tenece a la misma naturaleza del pensamiento. lo hace porque la contradicción
pertenece a la misma naturaleza del objeto del pensamiento, a Ja realidad don-
de razón es todavía sinrazón y donde lo inacional es todavía lo racional. La
realidad dada tiene su propia lógica y su propia verdad; el esfuerzo por com-
prenderlas como tales y por trascenderlas presupone una lógica diferente, una
verdad contradictoria 1367 .
13<>6
Ibídem. p. 168.
1367
fbídem , p. 170.
1368
Ibídem, pp. 182-183.
Corrientes actuales de la F ilosojia l. En-clavefeno111e11ológica 641
Ante la eficacia del sistema, las alternativas siempre parecerán irreales; por su
parte, la eliminación científica de los aspectos utópicos de las alternativas, no hará
sino conve1t ir en utópica la realidad establecida.
La desesperanza marcusiana surge de la observación de la realidad, de la com-
prensión de que la realidad humana es historia y, en ella, las contradicciones no
1369
Cfr. Ibídem, p. 193.
1370
Ibídem, p. 282.
642 !1-r Carmen LóPEZ S ÁENZ
explotan por sí mismas. Toda liberación necesita libertad y está hoy apenas existe,
porque, tal y como la entiende Marcuse, la libertad es la conciencia de la absoluta
necesidad de romper con la totalidad administrada.
No importa qué pueda manifestarse tan claramente el cáracter irracional de la
totalidad y con él, la necesidad de un cambio; el discernimiento de la necesidad
nunca ha sido suficiente para utilizar las posibles alternativas. Enfrentadas a la
omnipresente eficacia del sistema de vida dado, las alternativas siempre han pa-
recido utópicas. Y el discernimiento de la necesidad, la conciencia del mal esta-
do, no serán suficientes, incluso en la fase en la que los logros de la ciencia y el
nivel de la productividad hayan eliminado los aspectos utópicos de las alternati-
vas: cuando sea utópica la realidad establecida más bien que su opuesto 137 1•
A pesar de este pesimismo, el modelo de revolución que Marcuse imagina no es
puramente negativo, sino basado en la agudización de la protesta local y regional, en
el desgajamiento de ciertas actividades del sistema, en la radicalización de la autoad-
ministración, etc.
Frente a Adorno mantiene que todavía existen mediaciones posibles, que las
condiciones. históricas son ambivalentes, que la libertad no surge como imperativo
histórico prescrito por las condiciones reinantes como componente de etapas de su-
perior desarrollo. El sujeto es el factor decisivo.
1371
Ibídem, p. 283 .
Corrientes actuales de la Filosojla J. En-clavefeno111e11ológica 643
1372
H. Marcuse. (1958). Soviet Marxism. Á critica! Anal_rsis. (Trad. Cast. El monismo soviético. Un
análisis crÍlico Madrid, Alianza Editorial, 19845, pp. 90-91 ).
137
:t lbíden1. p. 158.
644 M' Carmen LÓPEZ S ÁE NZ
1374
H. Marcuse. Ra::ón y Revolución. Hegel y el surgimiento de la teoría social. p. 149.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 645
Con La filosofia y la teoría crítica ( 193 7), en Cultura y sociedad, pp. 79-96,
Marcuse se encuentra plenamente vinculado con la Escuela de Frankfurt y contribu-
ye al acto que funda la "Teoría Crítica" . Su interés prioritario es la orientación hacia
la praxis sin desvincularla de la teoría y entendida como transformación cualitativa
del mundo, como felicidad que sólo se avistará tras el cambio de las condiciones ma-
teriales de la existencia y, por tanto, del orden social vigente. Esto es lo que pretende
el interés emancipatorio; por eso, es preciso recuperar las viejas verdades que aún no
se han realizado, como por ejemplo, el concepto idelista de razón en tanto libertad.
Si el idealismo equipara la filosofia con la racionalidad, coloca el ser bajo el
pensar, la filosofía crítica considera que todo lo que contradice a la razón debe ser
superado; esto es lo que significa que la razón se erige en instancia crítica. Si en la
época burguesa la razón es subj etiva y se identifica con la libe1tad, Marcuse cree que
esa razón es sólo apariencia de racionalidad en un mundo inacional como la libertad
misma, porque el idealismo convierte la razón y la libertad en tareas individuales
que no tienen en cuenta las diferencias en las condiciones materiales de vida; por el
contrario, Marcuse piensa que éstas no son lo opuesto de aquélla: "la libertad no con-
tradice la necesidad, sino que la exige como presupuesto" 1376 . Si Hegel, el cual creía
que la superación de la necesidad era la sublimación de ésta en la libertad, Marcuse
considera que "la libertad puede ser la verdad de la necesidad sólo cuando la necesi-
dad.es ya "en sí" verdadera" 1377 .
La verdad resulta de la conciliación entre razón y realidad, pero tal conciliación
no es inmediata. Verdad es aquello que no es y que debería ser, aquello que supera lo
que es para afinnarlo como lo que es en verdad. Cuando la verdad no es realizable
dentro del orden existente, se la tacha de utópica. Marcuse piensa que es precisamen-
te tal trascendencia la que afirma su verdad. El componente utópico (esa adhesión a
la verdad aun en contra de toda evidencia) ha sido el único elemento progresista de la
filosofía en ocasiones. En la filosofia de Marcuse esta adhesión ha sido conservada
como cualidad auténtica del pensar filosófico, el cual, justamente por su carácter
abstracto, se ha salvado de la no verdad que domina en la sociedad.
La verdad que la conciencia conoce en la filosofía no es reducible a las relacio-
nes sociales existentes. Tal podría ser el caso en una forma de la existencia en
la que la conciencia no estu\ iera separada del ser y en la que de la racionalidad
del ser pudiera surgir la del pensamiento. Mientras esto no suceda, la verdad,
1375
Ibídem. pp. 308-309.
1376
H. Marcuse. Cultura y sociedad. B. Aires, Sur, 1968-'· p. 81.
nr Ibídem.
646 M" Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
que es algo más que una verdad de hecho, es alcanzada siempre en contra de
las relaciones sociales existentes; la verdad está sometida a esta condicionali-
dad negativa. Las relaciones sociales ocultan el sentido de la verdad; consti -
tuyen al mismo tiempo el horizonte de la no-verdad que resta efectividad a la
verdad 1378 .
1378
fb ídem, pp. 89-90.
1379
H. Marcuse. El hombre unidimensional. pp. 24&-249.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno 111enológica 647
Marcuse enfatizó, como todos los Frankfurtianos, este concepto de razón bus-
cando en él una exigencia crítica
En Eros y civilización. Una investigación filosófica sobre Freud (1955) Marcuse
confía en la posibilidad de construir una civilización pluridimensional con un míni-
mo de represión. La obra es resultado de los cursos impartidos sobre Freud durante
1950-1951, en la Washington School of Psychiatry. La Escuela admiraba al Freud
que identificaba razón y dominación, historia y represión, progreso e incremento
del sentimiento de culpa. Marcuse interpretó históricamente la teoría freudiana de
los instintos y la enriqueció con conceptos que la hicieron apta para la crítica so-
cial de la represión contemporánea. A l mismo tiempo, empleó la psicología social
freudiana para analizar con mayor precisión el concepto marxista de "alienac ión".
Emprende, en definitiva, un replanteamiento de las tesis de Freud sobre la civili-
zación, para hacerla compatibl e con la crítica marxista de la sociedad y con una
visión historicista (y, por tanto, más optimista) de la teoría instintual. Asimismo,
promueve una politización y socialización de las categorías psicológicas y, de este
modo, supera tanto el individualismo freudiano como el excesivo sociologisrno del
marxismo.
Frente a Freud, considera que la represión es un fenómeno histórico, no esencial.
Introduce dos nuevos conceptos que muestran su historicidad:
1) "SobreITepresión" o conjunto de restiicciones impuestas por la domina-
ción social, diferente de la represión básica necesaria para perpetuar la
civilización y
2) "Principio de rendimi ento" o forma histórica del principio de realidad que
prevalece hoy.
Propone reunificar la razón y la sensibilidad con objeto de tender a una civiliza-
ción no represiva que no descuide la gratificación y frene la agresividad acumulada.
Cree en la posibilidad de una sublimación no represiva y una racionalidad gratifican-
te, opuesta a la tecnológica.
La nueva racionalidad que nos propone exige politización; hasta la psicología es
política porque la psique es un fragmento de lo social; lo universal, a su vez, es cada
vez más la política, en tanto que la sociedad ha sucumbido al poder y se ha mimeti-
zado con él.
La obra se opone a las escuelas neofreudianas que han abandonado algunos de
los descubrimientos más importantes el padre del psicoanálisis. Reproducimos una
paiie del prólogo a la primera edición.
Este ensayo utiliza categorías psicológicas porque han llegado a ser categorías
políticas. La tradicional frontera entre la psicología por un lado y la filosofía
social y política por el otro ha sido invalidada por la condición del hombre en
la era presente: los procesos psíquicos antiguamente autónomos e identifica-
bles están siendo absorbidos por la función del individuo en el estado, por su
650 M' Carmen LóPr z SÁ ENZ
1383
H. Marcuse ( 1955). Eros and Ci1•i/i:::ation. Trad. cast. Eros y civilización. Barcelona, Ariel , 1981 2,
p. 14.
1384
Ibídem, p . 54.
Corrientes actuales de la Filosofia /. En-clave f enomenológica 651
cultura. Sin embargo, la sobrerepresión persiste y amenaza con desatar cada vez más
la agresividad y los impulsos destructivos.
¿Qué ocurre, con la desublimación para que sea represiva? Hoy vivimos la des-
personalización de la represión, es decir, la entendemos como algo natural que se
sigue de la necesidad del trabajo, pero la "liberación" controlada (pseudoliberación)
modifica la función de la energía libidinal, porque, al controlar la sexualidad, Ja so-
ciedad Je arrebata su capacidad erótica esencial: la ser un momento de liberación
de lo social. Una vez controladas, y hasta desnaturalizadas de este modo las bases
instintivas, la sociedad unidimensional se concentra en el dominio de la conciencia
con objeto de que los individuos no sean capaces ni de reconocer la represión que se
les impone.
La sociedad ha logrado su máxima meta: estructurar los instintos de sus miem-
bros creando en ellos una segunda naturaleza lejana a su verdadera imagen e incapaz
de aspirar siquiera a la superación de 1 establecido.
Para superar esta situación, Marcuse propone la reunificación de la razón y la
sensibilidad, condición indispensable para no caer ni en el hedonismo, por un lado,
ni en el sometimiento a Ja producción, or otro.
La hipótesis de una civilización no represiva aparecerá tras demostrar la posibi-
lidad de un desarrollo no represivo de la libido bajo unas nuevas premisas civiliza-
torias. La dirección de este desarrollo sólo podrá efectuarse por aquellas fuerzas que
pem1anecen liberadas del principio de la realidad.
Un ejemplo de ellas es el movimiento feminista de liberación. Marcuse lo con-
sidera como expresión viviente de la nueva sensibilidad, del nuevo principio de
realidad al que debería adherirse toda la humanidad. Este movimiento representa la
emancipación de los sentidos de la racionalidad dominadora, Ja creatividad recep-
tiva frente a la productividad represiva, la libido como poder para reconstruir todas
las instituciones sociales. El primer estadio para lograr que el movimiento feminista
alcance el nivel más alto de una política emancipatoria es la igualdad de las mujeres.
Son idóneas para representar a Ja nueva izquierda, porque, "en general son más ac-
cesibles a los argumentos humanos que los hombres. Esto se debe a que están infra-
utilizadas en el proceso productivo" 138'.
La transmutación del trabajo en placer ya había sido concebida por Ch. Fomier
(1772-1 837), Schiller (1759-1 805) e incluso Platón. Se les puede objetar que tam-
bién el trabajo enajenado puede ser placentero; sin embargo, o bien este placer es
una anticipación de la recompensa, o es la satisfacción de conh·ibuir al buen funcio-
namiento del aparato. Tal placer es aj eno a la gratificación instintiva. Sin embargo,
todos los progresos técnicos no han logrado eliminar la necesidad del trabajo ena-
jenado. De no existir el interés de dominio, la reducción cuantitativa del tiempo de
1385
H. Marcuse. "The Problem of Violence and the radical Opposition" (1967), Five Lec tures . Boston:
Beacon, 1970.p. 9 1.
652 M' Carmen LÓPLZ S ÁENZ
1386
Ibídem , pp. 207-208.
1387
Ibídem, pp. 9-1 O.
Corriemes acruales de fa Filosofía J. En-clave fenom e110/ógica 653
1388
H. Habem1as (1977) "Diálogo con Herbert Marcuse", en op. Cit. p. 256.
J3R9
H. Marcuse.E/.finaf de fa utopía, pp . 16-17. (Trad. ligeramente modificada).
654 r Carmen LÓPLZ S ÁENZ
1390 H. Marcu se. ( 1978) Die Perma11e11z der Kunst. Trad. Cast. La dimensión esté1ica. Barcelona,
Materiales, 1978, pp. 137-138.
1391
H. Marcuse ( 1965). Tcxwards a cri1ical Theory• ofSociety. New York, Routledge, 2001.
Corrientes acwales de la Filosofla l. En-clave f eno111enológica 655
y gratificación instintiva. Esta nueva Sinnlichkeit nos conducirá a una nueva rela-
ción entre el hombre y la naturaleza en sus dos niveles: "la naturaleza humana y la
exterior" 1392 . Ello se debe a que la receptividad de la experiencia estética nos hace ver
las cosas por sí mismas y no como medios para la dominación. Hereda, así, la idea
de F. Schiller de la reconciliación entre la razón y la sensibilidad gracias a la función
mediadora de la imaginación entre la razón y la sensualidad. Asimismo se basa en
él para concebir el arte como bella promesa de felicidad que anticipa el futuro de un
modo no dogmático y al margen de la integración.
El término "estético" aspira a preservar la verdad de los sentidos y a reconciliar,
en la realidad de la libe1iad, las facultades denominadas " inferiores" y "superiores"
del hombre: la sensualidad y el intelecto, el placer y la razón. El carácter gratuito del
placer estético, asentado en el ámbito de la sensibilidad y la belleza, nos aproxima a
un nuevo orden caracterizado por sus categorías: la finalidad sin fin, la satisfacción
en el libre juego de las potencialidades liberadoras del hombre y la naturaleza y la
legalidad sin ley.
En este contexto, cabe destacar el esfuerzo de la fantasía y la imaginación por
mediar entre sensualidad y razón tiene como meta reconciliar lo que fue separado
por el principio de rendimiento. La primera función de aquéllas consiste en la crítica
de lo existente desde la esfera de la libetiad.
La estética de Marcuse no defiende el esteticismo. El arte no es, para él, lo intras-
cendente, sino todo lo contrario. Insiste, como estamos viendo, en la función social e
incluso antropológica, podríamos decir. del arte, en la trascendencia de sus verdades.
Cuando defiende la fonna artística como "bella promesa" no es porque apoye el for-
malismo, sino porque salvaguarda sus potencialidades negadoras y emancipadoras
de la integración en el sistema.
Es consciente de que la proclamada "autonomía del arte" en nuestras sociedades
es sólo un eufemismo para ocultar su conversión en mercancia reproducible o en
costoso fetiche que marca distinción. Si el horizonte artístico y la proyección de las
obras sigue siendo el mercado, "la autonomía del arte refleja la no-libertad de los
individuos" 1393 .
El arte tiene una autonomía relati a 1394 , ya que también es un reflejo de lo que
hay, aunque tiene la posibilidad de mostrarlo de manera crítica y desrealizadora. El
arte construye mundos utópicos y, al mismo tiempo, depende miméticamente de lo
existente. Esto es lo que le impide cambiar el mundo; ahora bien, puede contribuir
a transfomrnr la conciencia de seres capaces de hacerlo; puede favorecer el surgi-
miento de la necesidad de libe1iad en los individuos, requisito indispensable para la
revolución, pero ¿No será una vana ilusión creer que nos ofrece una experiencia ra-
139
' H. Marcuse. ( 1972) Counterrevolution and Revolt. Trad cast. Co111rarrevolució11 y revuelta. Trad.
de González de León. A. Méjico, Joaquín Mortiz, 1973, p. 70.
1393
H. Marcuse. la dimensión estética, p. 141 .
1394
Cfr. Ibídem, p. l 03.
656 M' Carmen L ÓPEZ S ÁEKZ
1395
Ibídem, pp. 105-106.
1396
fb ídem, p. 117.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 657
1397
fbíd em. pp. 66-67.
1398
H. Habermas ( 1977) "Diálogo con Herbert Marcuse", en op. Cit. p. 269.
658 M8 Cannen LÓPEZ S · ENZ
nativos), pero utilizar el arte para una conversión masiva de las conciencias es abusar
de sus verdaderas funciones, que son:
1.- Negar la sociedad actual.
2.- Anticiparse a las tendencias de la sociedad futura.
3. - Criticar las tendencias destructivas y alienantes.
4.- Sugerir imágenes de medios creativos y no alienantes. Aun si carece de
todo contenido político, el arte puede invocar la imagen de la liberación y
la tristeza de la alienación.
El arte no es mera mímesis de la realidad, sino que ha de transfom1arla hacién-
dola aparecer a la luz de lo humanamente valioso, que no es únicamente lo que vale
hoy en día. El arte nos lleva más allá del presente y conserva valores que ya no se
encuentran en él.
En la línea de la reivindicación schilleriana de la educación estética, Marcuse re-
conoce la importancia de la misma para impl mentar su necesaria revolución antro-
pológica. No está pensado en una educación de masas, sino en pequeños proyectos
comunales de autocrítica, en una reeducación estética complementaria de otra más
general.
Aunque reconoce el compromiso de los intelectuales, también desconfía de que,
en las actuales sociedades integradoras, vaya a ser ellos los derrocadores del siste-
ma . En cambio aboga por la educación integral, es decir, por la formación de todas
las facultades del ser humano para la teoría y ara la práctica.
Nuestra tarea es la educación. pero educaci ·nen un sentido nuevo. Hoy la edu-
cación, al ser tanto teoría como práctica, y práctica política, es algo más que
la discusión, más que enseñar, más que aprender y escribir. A menos que vaya
más allá de las aulas, más allá del instituto, de la facultad , de Ja universidad,
la educación seguirá siendo impotente. Hoy Ja educación debe comprender el
espíritu y el cuerpo, la razón y la imaginación, las necesidades intelectuales y
del instinto, pues nuestra existencia entera ha pasado a ser el sujeto/objeto de
la política, de Ja ingeniería social. Subrayo que no se trata de hacer políticas
las facultades y las universidades, de politizar el sistema educativo. El sistema
educativo es político ya 1399 .
Apela a una educación, que siempre es política, pero que ahora debe ser cons-
ciente de ello y, además, no debe limitarse a enseñar sólo técnicas, sino aspirar a
cambiar cualitativamente -hasta sus bases instintivas mismas- a los sujetos, porque
las transformaciones sociales se producen a partir de las mutaciones de las relaciones
humanas y éstas no son valores de cambio.
El hombre nuevo, surgido tras esta revolución pem1anente, será revolucionario,
no por su pobreza material, sino porque habrá tomado conciencia de la miseria moral
y de la irracionalidad reinantes . Su conciencia de la revolución nace "de la deshu-
1399
H. Marcuse. Ensayos sobre política y cultura. Barcelona, Ariel. 1970', p. 148-149.
Corrientes actuales de la Filosofía! En-clavefeno111e11ológica 659
1400
H. Marcuse. A la búsqueda del sentido. Salamanca, Sígueme. 1989. p. 43 .
1401
H. Marcuse. Cultura y sociedad, p. 13.
1..io2
Ibídem. p. 7.
660 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
1403
fbídem, pp. 8-9.
14(\4
Cfr. Ibídem, p. 8.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave feno111e11ológica 661
5
' ""' J. Habermas 1962). Strukturwandel der Offent/ichkeit. (Trad . cast. Historia y crítica de la opinión
pública, Barcelona, Gustavo Gili, 2004, p. 117).
664 Mª Cannen L ÓPEZ S ÁENZ
1406
Ibídem, p. 201 .
1407
Ibídem, p. 242.
1-lOS
Ibídem, p. 269.
Corrientes actuales de la Filosofía l . En-clave fenomenológica 665
No hay una opinión pública, sino muchas opiniones tan dispares como los indivi-
duos aislados que las enarbolan junto con su libertad.
l-!09 J. Habermas. Zur Logik der Sozialwissenschaflen. Frankfurt, Suhrkamp, 1982 (Trad. Cast. La ló-
gica de las ciencias sociales. Madrid, Tecnos. 19902, p. 231).
666 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
1 1
• ° Cfr. Habermas. Pe1filesjilosójico-políticos. p. 353.
1411
Ibíde1n, p. 354.
1411
Cfr. J. Habennas. La lógica de las ciencias sociales, p. 227. Un intento de mediación entre ambas
posiciones se encuentra, como ya vimos, en P. Ricoeur, "'He1menéutica y crítica de las ideologías", en Du
texte á / 'action, pp. 333-392.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave feno111e110/ógica 667
dad y, por eso, no puede unv ersalizarse . Esto le ha llevado a identificar las cuestiones
de significado con las de validez; Habermas las diferencia claramente: las prime-
ras tienen como meta la comprensión, mientras que las segundas pretenden llegar a
acuerdos. Considera que la no distinción gadameriana de las mismas "ha favorecido,
cuando menos, la orientación tradicionalista que Gadamer adopta" 1413 .
Para hacer frente a los enmascaramientos ideológicos, Habermas apela a la fun-
ción crítica y emancipadora de la razón, que mediante el proceso crítico de la re-
flexión desenmascara las constricciones sociales. Busca categorías supra-individua-
les de naturaleza intersubjetiva desde las que realizar un discurso crítico de la razón
instrumental que pueda ser metodol ógicamente relevante para los investigadores.
Es cierto que la hermenéutica ha superado el idealismo absoluto, pero Habermas
se pregunta si no se habrá quedado detenida en un idealismo relativo 141 4, incluso en
un idealismo lingüístico. El lenguaj e es una institución de la sociedad, pero es idea-
lista pensar que todas las demás instituciones se nos presentan sólo por él. La domi-
nación no puede reducirse a las esh11cturas lingüísticas. La hermenéutica hipostasia
el lenguaje como sujeto de las fo rmas de vida y de la tradición; en este sentido, pre-
supone que la conciencia lingüísticamente articulada detemüna la praxis material.
Habe1mas opina, en cambio, que la infraestructura lingüística de la sociedad es tan
sólo una parte de un complejo simbólicamente mediado, pero también constituido
por la coacción de la realidad.
Gadamer, por su parte, no ve oposición entre reflexión y tradición. Para él, la
comprensión es un momento de ésta . Nunca ha renunciado a ella, sino que se hacen-
trado en clarificar sus límites: "Se trata únicamente de saber si la reflexión disuelve
siempre las relaciones sustanciales o si puede también tomarlas en cuenta" 1415 . La
reflexión hermenéutica es un momento integrante del comprender inseparable de la
práctica interpretativa, pero no la garantía de un saber absoluto. Gadamer la entiende
heideggerianamente como un proceso incesante que aclara el sentido y lo oculta, a la
vez. El movimiento infinito de la reflexión se desatTolla en el diálogo. La idea de una
reflexión acabada es antidialéctica.
Así entendida, la reflexión no ti ene tanto poder como cree Habennas. Le acusa
de incurrir en un idealismo mitigado con los propósitos de la Ilustración, porque pre-
tende constrnir un modelo único de critica que nos asegure la total emancipación. Su
ideal de un consenso racional libre de prejuicios y distorsiones es irreal y, además,
dogmático, porque lo absolutiza como a priori de toda comprensión y resulta poco
compatible con la experiencia fi nita.
1413
J, Habermas. Der Philosophische Diskurs der Moderne. Frankfm1 am Main, Suhrkamp, 1985.
Trad. cast. El discurso filosófico de la modernidad. Madrid, Taurus, 1989, p. 189).
14 14
Cfr. Ibíden1, p. 52.
1 1
• ; H-G . Gadamer. " Rhetorik, Hermeneutik und Jdeologiekritik'', AA.VV. Hermeneutik und
Jdeologiekrilik. Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag. 1971. p. 74.
668 M' Cannen LÓPEZ SÁE ' Z
14 16
En Habermas, la ideología es una distorsión de Ja capacidad reflexiva del sujeto humano favoreci-
da y desarrollada en la interacción simbólica de Ja que dependen nuestras posibilidades de captar las condicio-
nes de nuestras acciones y transfom1arlas.
1417
J. Habennas. la lógica de las ciencias sociales, pp. 287-288.
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-c/avefeno111e110lógica 669
l-1-18
H-G. Gadamer. Gesammelte Werke 2, p. 250. (Verdad y Método 11, p. 241).
1-l19
Cfr. AA.VY. Her111eneutik und ldeologíekritik. p. 352 .
670 :\f' Carmen L ÓPEZ SÁEl'Z
'"º Cfr. Ibídem, pp. 81 y ss. Habermas subraya la contribución que la hermenéutica gadameriana ha
significado para la superación del p ositivismo en las ciencias sociales a través de la demostración del carácter
fundamental del entendimiento lingüístico para la orientación y coordinación de las acc iones. Gadamer indicó
el camino para trascender el objetivismo del lenguaje de la teoria wingensteiniana de los juegos. Sin embargo,
Habemrns c1itica el hecho de que la hennenéutica no incorporase la explicación y la emancipación, propias
del psicoanálisis y de la crítica de las ideologías, a la pretensión cognoscitiva de la comprensión.
1421
Cfr. J. Habermas. La lógica de las ciencias sociales. pp. 283-284.
1 22
~ Ibíden1, p. 235.
672 M" Carmen L ÓPEZ S ÁEKZ
do Jlega a través de la fusión de los horizontes que se sigue de él. No percibe que
puede ser impuesto desde fuera del diálogo e incluso decido antes de que éste tenga
lugar. La hermenéutica profunda, por el contrario, descubre que un consenso aparen-
temente racional puede ser resultado de pseudocomunicaciones:
Una hem1enéutica críticamente ilustrada acerca de sí misma, que distinga entre
penetración crítica y obcecación, tiene que convertir en parte suya el saber me-
tahermenéutico acerca de las condiciones de posibilidad de la comunicación
sistemáticamente distorsionada. Tiene que ligar la comprensión al principio del
habla racional, según la cual la verdad sólo puede venir garantizada por aquel
consenso que se hubiera obtenido y pudiera afirmarse a la larga bajo las condi -
ciones idealizadas de una comunicación ilimitada y exenta de dominio 1 4 ~ 3 .
1423
J. Habennas. La lógica de las ciencias sociales, p. 302 .
1424
Cfr. "Interview: H.G.Gadamer, Without poets there is no philosophy'', Radical Philosophy (Jan!
Feb 1995), pp. 27-35, p. 34.
1425
Cfr. H-G. Gadamer. "Replik", en AA.VV. Hermenewik und ldeologiekritik, p. 290.
Corrientes actuales de la Filosojia !. En-clave feno111 enológica 673
Asume la comprensión gadameria a como meta, pero cree que exige ejercer la
crítica de las ideologías con un interés emancipador que tenga como objetivo una
comunicación no distorsionada.
Aunque comparte el interés gadameriano por los lenguajes naturales, por su crea-
tividad y su contribución a la racionalidad práctica, pero es consciente de que están
determinados por la socialización del sujeto en determinados juegos del lenguaje:
Pero la otra cara de este poder es una impotencia específica del sujeto hablante
frente a los juegos de lenguaje en que ha crecido. Quién quiera modificar éstos,
tiene que empezar participando en ellos. Y esto sólo se logra a su vez por inter-
nalización de las reglas que definen los juegos del lenguaje. La ejercitación en
las tradiciones lingüísticas exige, por tanto, al menos, virtualmente, el esfuerzo
de un proceso de socialización: la "gramática" de los juegos de lenguaje ha de
convertirse en ingrediente de la estructura de la personalidad. 14! 6 •
El proceso de socialización en la propia lengua podría entenderse gadameriana-
mente como la unidad más pequeña del p roceso de tradición. Sin embargo, Habermas
piensa que es necesario ir más allá, porque ni la personalidad ni la vida comunitaria
se agotan en el lenguaje. Estudia los 1 ecanismos sociales por los que el lenguaje
es intemalizado como una estrnctura que dejará las marcas de la socialización del
sujeto en todas sus acciones. El lenguaje natural remite, asimismo, a las expresiones
corporales, a la praxis. La interacción comunicativa será, por tanto, expresiva y nor-
mativa a la vez, porque lenguaje y acción se interpenetran.
Se adhiere a la ontologización de la comprensión por la he1menéutica filosófica
de Heidegger y Gadamer, porque, a diferencia de Dilthey, no caracterizan al método
de las ciencias sociales frente al de las ciencias naturales, sino que la comprensión
es la condición de la sociedad misma, en tanto su reproducción y sus producciones
están siempre mediadas por la interpretación y la comunicación:
La generación de descripciones de actos por los actores cotidianos no es acci-
dental a Ja vida social como práctica en curso, sino parte absolutamente inte-
grante de su producción e inseparable de ella, ya que Ja caracterización de lo
que los otros hacen, o más estrictamente, de las intenciones que los guían y de
las razones que tienen para hacerlo. es lo que hace posible la comunicación.
Es así como hay que mirar el "Yerstehen": no como un método especial de
penetrar el mundo social típico de las ciencias sociales, sino como condición
ontológica de la sociedad humana en cuanto producida y reproducida por sus
miembros 1427 •
Habermas le reprocha a Gadamer haber situado la hermenéutica en el ámbito de
una ontología que presupone un acuerdo fundante subyacente y superior a la incom-
prensión. Él sospecha de los consensos alcanzados, porque pueden haberlo sido a
través de pseudocomunicaciones:
1426
Ibídem. p. 280.
1 4~7
J. Habem1as. la lógica de las ciencias sociales. p. 456.
674 ~ Carmen LÓPEZ S ÁENZ
1428
J. Habemrns. Perfiles filosófi co-políticos, p. 302.
l-129
J. Habermas. La lógica de las ciencias sociales. p . 253.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenol/lenológica 675
14JO
Ibídem. p. 496.
1431
H-G. Gadamer. Gesammelre Werke 2. p. 183. (Verdad y lllétodo Il, p. 179).
1-02
J. Habermas. La lógica de las ciencias sociales. p. 255.
676 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
que ella eleva a objeto con sus métodos objetivantes. Se define como ciencia
metodológica moderna por una renuncia inicial a todo lo que se sustrae a sus
procedimientos. Así produce la impresión de conocimiento global que oculta
en realidad la defensa de ciertos prejuicios e intereses sociales 1m .
En este sentido, la postura de Gadamer fre te al positivismo triunfante no puede
dejar de ser crítica. Su reivindicación de la tradición no puede identificarse con una
postura conservadora ya que no pretende imponer la tradición violentamente, sino
con el reconocimiento racional y libre de un saber que nos determina. No toda auto-
ridad es legítima, sino sólo aquélla relacionada con el conocimiento. La tradición se
transmite por la educación y la interiorización 1434 . Así se sedimentan los prejuicios
que condicionan todo conocimiento. Pero Ga amer no se da cuenta de que una vez
que se toman éstos transparentes, ya no pueden actuar como tales. Hay un prejuicio
en Gadamer en favor del derecho de los prejuicios acreditados por la tradición y esto
pone en cuestión la pureza de la reflexión. Por eso, Habermas afirma que autoridad
y conocimiento no convergen; es verdad que el último está enraizado en la tradición
fáctica, pero también que deja sus huellas sobre ésta y es capaz de despojar a la au-
toridad del dominio transfo1mándola en decisión racional. Cree que hay que superar
la ingenuidad gadameriana de pensar que el reconocimiento de la legitimación de la
autoridad puede darse sin violencia 1435 .
Habennas subraya que la tradición es continuidad, pero también ruptura; es he-
rencia cultural, pero también medio de división y heterogeneidad que imposibilita la
am1onía unitaria y en el que resulta sospechosa la llamada a la comunidad de intere-
ses y valores compartidos, porque favorece intereses de dominio. Acusa a Gadamer
de subordinar la racionalidad a la vida de la tradición, la cual es incapaz de explicar
las ruptmas con la misma, las revoluciones, etc. Sólo acepta la tradición como reno-
vación constante de la estructuración de la vida ético-social que siempre descansa en
una toma de conciencia aceptada libremente.
Gadamer rechaza la idea del saber absoluto que reposa en la convicción haber-
masiana de la total transparencia y le opone el inacabamiento hennenéutico. Éste
apela al reconocimiento de la retórica 1436 por oposición a la lógica comunicativa de
Habennas. Siente un profundo escepticismo ante la sobreestimación habennasia-
na del papel del pensamiento filosófico en la realidad social o de las motivaciones
racionales.
1433
H-G. Gadamer. Gesamme/re Werke 2. p. 182. (Verdad y método JI. p. 178).
1434
Me he ocupado con más amplitud de este tema a través del debate de ambos autores en mi trabajo.
" Reconocimiento y critica de la tradición en H-G., Gadamer·", en J. J. Acero, J. A. Nicolás. (eds.) El legado de
Gadame1: Universidad de Granada. 2004, pp. 349-361 .
1435
Cfr. J. Habcnnas. '"Dcr Universalitiitansprnch dcr Hem1cncutik", en AA.VV. Hen11ene11tik und
Jdeologiekritik, p. 156.
1436
Sobre este tema en la hem1enéutica filosófica y las críticas de Gadamer. me permite remitir a mi
trabajo, "La actualidad de la retórica en la filosofía hem1eneutica". Estudios Filos~ficos, nº 170, vol. LJXI ,
enero-abril 20 l O, pp. 69-97.
Corrientes ac tuales de la Filosofía l. En-clave feno111e11ológica 677
1437
H-G. Gadamer. Das Erbe Europ as. Frankfuti am Main. Suhrkamp, 1995, p. 172.
678 Mª Carmen LÓPEZ S ÁEl'Z
1438
Cfr. J. Habcm1as. La lógica de las ciencias sociales, pp. 282-283.
1439
J. Habemias. Perfilesfi/osófico-po/i1icos, p. 352.
1440
G. Tberbom. '·Habermas: un nuevo eclecticismo", Teorema 6 (1972), pp. 59-80.
1 1
..., J. Grondin. Hans-Georg Gadame1: Eine Biographie. Tübingen, Mohr, 1999 (Trad. cast. Hans-
Georg Gdame1: Una biografía. Barcelona, Herder. 2000, p. 409.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomeno/ógica 679
se, así como con las de sus predecesores en el Instituto, fundamentalmente, con La
Dialéctica de la Ilustración .
Como vimos, Habermas fue quien caracterizó la obra de Gadamer como "urbani-
zación de la provincia heideggeriana". Por lo ue respecta al hacedor de esta provin-
cia, su opinión es la siguiente:
Para mí, Heidegger es un filósofo que fracasó como ciudadano, en 1933 y sobre
todo después de 1945. Pero también me parece sospechoso como filósofo, por-
gue en los años 30 interpretó a Nietzsche exactamente como el neopagano que
entonces estaba en boga ver en él ( ... )yo considero que el inservible pensamiento
de Heidegger es una nivelación de ese umbral de la historia de la conciencia que
Jaspers llamó la época axial. A mi entender, Heidegger traici ona esa cesura 1442 .
1442
J. Habennas. Der gespaltene Wes ten. Kleine Politische Schrijien X. (2004). (Trad cast. El
Occideme escindido. Madri d, Trotta, 2006, p. 90).
1"" 3 J. Habennas . Mar/in Heidegge1: L 'oeuvre el /'engagement. Paris, Cerf, 1988, p. 13.
1
.144 Cfr. Ibídetn, p. 12.
1 45
• Para un desarrollo más detallado de este tema que aquí só lo podemos apuntar, véase D . García-
M arza, ·'El mundo de la vida: Husserl y Habennas", en J. San Martín. Sobre el concepto de mundo de la vida.
M adrid, UN ED , 1993, pp . 241-25 8. Haberm as ha valorado aspectos importantes del análi sis fenomenológi co
de las estrncturas del mundo de la vida, realizado por Husserl. pero tambi én por la socio logía comprensiva de
Schütz. Luckrnann, cte., aunque la ha caracterizado por defender todavía el parad igm a de la conciencia que,
a su modo de ver, está agotado, y por identificar el mundo de la vida con la sociedad . Véase, sobre todo, J.
Habermas. "El concepto de mundo de la vida y el idea li smo be1menéutico de la sociología comprensiva'', en
J. Habenn as . Teoría de la acción comunicariva JI. Crítica de la razón fim cionalista. Madrid , Tau rus, 1987, pp.
169-214.
Corrientes a ctuales de la FiloS<!fía J. En-clave fenom enológica 681
1446
Cfr. J. Habermas. Martin Heidegge1: L 'oeuvre et f'engagement. p. 15.
1447
Ibídem. p. 29.
1448
Ibídem. p. 30.
1449
Ibídem. pp.36-37.
682 t..f' Carmen LóPEZ S ÁENZ
1450
O. Póggeler. D er Denkweg Mar/in Heidegger, 1983, p. 343. Cit. Por J. Habem1as, en op. Cit. p. 39.
1451
Cfr. J. Habermas. Martin Heidegge1'. L 'oeuvre et l 'engagemenl, p. 41 .
1452
Ibídem, p . 54.
1453
fbídem , p. 58.
1454
J. Habem1as. P erfiles filosófico-políticos, p. 64.
1455
J. Habemrns. !Yfarlin Heidegge1: l 'oeuvre et /'e11gagemenl, pp. 58-59.
Corrientes actuales de la Filosojia l. En-clave feno111e110/ógica 683
1456
J. Habem1as. Perfllesfilosófic o-politicos, p. 72.
1457
J. Habermas. Martín Heidegge1: l 'oeuvre et /'engagement . p. 69.
1458
Ibídem, p. 70.
684 M• Carmen LÓPEZ SÁE 'Z
Los dos primeros motivos han incidido en la crítica habermasiana del cientifi-
cismo, de su olvido del suelo mundano vital. Le interesa especialmente el tercero, es
decir, la defensa husserliana de la pretensión filosófica de fundamentación última,
amparándose en la subjetitividad trascendental. Sin embargo, Habem1as considera
que Husserl no puede afirmar al mismo tiempo la pe1ienencia del yo mundano al
mundo de la vida y la posición extramundana del yo originario trascendental. Como
hemos visto, la crítica de éste y, en general, de las filosofías del sujeto, será el impul-
so del pensamiento de Heidegger. Ahora bien.
Renunciando al yo trascendental que se ve confrontado al mundo en conjun-
to, Heidegger eleva el ser-en-el-mundo del yo mundano al mismo al nivel de
una estructura trascendental. La tarea paradóji ca de situar en el mundo mismo
los procesos de constitución del mundo, trata Heidegger de solventarla recu-
rriendo a la figura existencialista de pensamiento que representa el gew01fenen
Entwu1f, es decir, Ja iactata proiectio , en u a palabra: Heidegger trata de resol-
verla en las dimensiones del tiempo 1460 .
14 9
; J. Habennas . Texte und Kontexte. Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 1991. (Trad. cast. Textos
y contextos. Barcelona, A.riel , 1996, pp. 60-61 ).
1460
fbíde1n, p. 63.
1461
Tbíden1, p. 65 .
Con·ientes actuales de la Filosofía f. En-clave feno111e11ológica 685
Según Habermas, con Heidegger casi se pierde el gran logro de Husserl: la pecu-
liar lógica pragmática y la función de suelo del mundo de la vida. Las ciencias siguen
apoyadas en la tecnología, pero dej an de ser procesos de aprendizaje.
Por su parte, la filoso fia analítica se centra en el saber ligado a las intuiciones
gramaticales; rechaza la metafísica, por considerarla un pseudosaber y se propone
proveernos de nuevos saberes alternativos a la filosofía que, ahora, es su mediadora:
Meta de tal análisis no sería tanto husmear fundamentos ocultos, como una ex-
plicitación de lo que ya siempre sabemos y podemos. Este trabajo explicitativo
capacita también a una filo sofía que habla más de una lengua, para el papel
de intérprete entre ciencia, arte y mundo de la vida. El concepto de un mundo
de la vida que se sostiene a sí mismo y que se reproduce a través de la acción
comunicativa es algo que no puedo desarrollar aquí 1462 .
De Marx, toma Habermas la Teoría Crítica de la sociedad, la necesidad de vincu-
lar estrechamente la teoría con la práctica, pero también reconoce su deuda al respec-
to con la teoría de los valores de Scheler y con la Lebenswelt de Husserl, vinculada
-como hemos visto- a la responsabilidad y al te/os de la razón práctica:
( . .. ) la sociología del conocimiento de Scheler y los análisis del mundo de la
vida de Husserl habían aportado evidencias adicionales de que nuestras opera-
ciones cognitivas están enraizadas en la práctica de nuestro trato cotidiano con
las cosas y personas. Esto explica también las interconexiones que en nombre
de la filosofía de la praxis se produjeron (desde el primer Marcuse y el último
Sartre) entre fenomenología y Marxismo 1463 .
14
"J. Habermas . Textos y contextos , p. 66.
1463
J. Habermas.Nachmetaphysisches Denken. Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1988 (Trad. Cast.
Pensamiento postmetajísico. Madrid, Taurus, 1999, pp. l 7-1 8).
14 4
< Ibídem. pp. 88-89.
686 M" Carmen L ÓPEZ S ÁEN Z
fica. Se trata del daily World que se ha conve1tido en centro de las tendencias socio-
fenomenlógicas. Es un mundo en el que no ejecutamos la actitud reflexiva, sino la
epojé de la epojé, es decir, la suspensión de cualquier cuestionarniento del saber con
el que nos desenvolvemos en él. Este mundo es, como en Husserl, intersubjetiva y,
por ende, constituyente del sentido de todos los obj etos. Sin embargo, siguiendo a
Habermas alberga también el mundo interno de lo que no aparece en el mundo ob-
jetivo ni tiene validez en el mundo social, de lo que no se fenomenaliza o manifiesta
públicamente. Este mundo interior es el de las vivencias y se reconoce por estar ex-
presado en primera persona.
Valora que Husserl haya tenido en cuenta este saber atemático, pero realiza una
distinción dentro del mismo: una cosa es el saber pre-reflexivo que acompaña a los
procesos de entendimiento, y otra es el saber co-tematizado en los actos de habla; en
este último, la oración de contenido proposicional porta el saber temático; la oración
expresa una pretensión de validez, no ya como saber, sino en términos realizativos, o
sea, ejecutando una acción 1465 mediante un acto ilocucionario. Para hacer disponible
el significado cotematizado de dicho acto, ha de ser transformado en una descripción
del acto de habla:
1) H: te exijo que des a Y algo de dinero
Transformado en:
2) Emitiendo 1), H ha exigido a O que "p" .
3) El saber atemático se distingue del saber simplemente cotematizado porque
no puede hacerse accesible en simple transformación de la perspectiva del par-
ticipante en la del observador, sino que e,.,_ige un análisis de presuposiciones
que los participantes en la comunicación han de hacer para que el acto de habla
cobre un detemlinado significado en una determinada situación y pueda ser en
general válido o no válido 1466 •
Su creciente interés por los actos de habla, por la validez de los mismos le llevará
a reducir el concepto fenomenológico de mundo de la vida a la epistemología, aun-
que con la conciencia de que ésta no puede transferirse sin más a unas preocupacio-
nes como las suyas que son sociológicas 1467 . in embargo, la solución habemrnsiana
es liberarse de toda teoría del conocimiento que, como la fenomenológica, se plantee
en términos de constitución del sentido y adoptar la pragmática del lenguaje.
Así pues, introduce el mw1do de la vida como un concepto que complementa al
suyo de acción comunicativa con objeto de usarlo sociológicamente. La primera con-
dición para ello es reunir la actitud realizativa de segunda persona (las interpretaciones
que produce un participante en la comunicación) y la actitud teorética de tercera per-
sona (la percepción de objetos por un observador). Esto exigirá desatender el plano de
1465
Cfr. Ibídem, p. 89.
1466
J. Habemias. Pensamiento postmetafisico, pp. 89-90.
1467
Cfr. Ibídem, p. 90 .
Corrientes actuales de la Filosofía!. En-clave fenomenológica 687
1468
J. Habermas. El discurso filos ófico de la modernidad, p. 370.
l-l-69
J. Habermas. Pensamiento posrmetaflsico. p. 91.
688 M' Cannen LÓPl:Z SÁE ·z
Ibídem, p. 67.
J. Habennas. El discurs o.filos~fico de la modernidad, p. 78 .
Corrientes actuales de la F ilosojia l. En-clave feno111enológica 689
1472
Ibídem. p. 83.
690 M' Carmen LÓPEZ S ÁENZ
Del mismo modo que la razón, la identidad sólo se vislumbra en el seno de las
diferencias 1475 y el proceso en el que ambas se manifiestan es el discurso racional:
1473
J. Habe1mas. Theorie des kommunikmiven Handels. Band 1. Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1981.
Trad. cast.Teoría de la acción comunicativa I. Madrid, Taurus, 1987, p. 102.
1474
J. Habermas. El discurso filosófico de la modernidad, p. 157.
14 75
He reflexionado en este asunto de interés en nuestros días, en Mª C. López. "La Paro/e as a Gesture
of the Originating Differentiation", en B. Penas y M' C. López. (eds.) Jnterculturalism. Between ldentity and
Corrientes ach1ales de la F ilosofía J. En-clave fenomenológica 691
[ ... ] identidad configurada por un alto nivel cultural, del yo y de los grupos, un
pensamiento filosófico ampliamente eficaz, en comunicación con las ciencias,
sólo podrá recurrir a la frágil unidad de la razón, es decir, a la unidad de Ja iden-
tidad y de lo no idéntico que se fragua en el discurso racional 1476 .
Habennas ha mostrado que esta razón está implícita en las principales institucio-
nes de la democracia liberal. Se trata de una razón que ha seguido a la crítica de la
filosofía del sujeto y que, por ello, se sabe situada e histórica; se revela, por ejemplo,
en la posibilidad de pasar de un lenguaje a otro. Ahora bien, Habe1mas constata que
esa razón, en tanto posibilidad de entendimiento sólo puede venir asegurada procedi-
mentalmente y de forma transitoria 1477 . Esto no significa que sus estándares sean ex-
clusivamente convencionales y formales, ya que se originan en las materializaciones
histórico-culturales que tienen lugar en el lenguaje.
Frente al contextualismo, que afirma que, por esta causa, toda fomrn social de
comportamiento depende de nuestro lenguaje, de nuestra fomrn de vida patiicular,
que la verdad es relativa y que la objetividad deriva de la intersubjetividad lingüísti-
ca, Habennas presupone una comunidad ideal de comunicación y se preocupa por un
concepto de racionalidad unitario.
La primera podría considerarse una idealización, pero no es el resultado de un
pacto, sino un postulado necesario, aunque contrafáctico. La verifica el hecho de
que toda comunidad lingüística piensa la verdad y la racionalidad con una misma
función no sólo gramatical, sino también metagramatical. Una verdad contrafáctica
es siempre necesaria para que la verdad de hecho vaya más allá de sí y, para que al
contrastarlas, ejerzamos la reflexión:
Si se viene abajo la distinción entre una concepción tenida por verdadera "hic
et nunc" y una concepción verdadera, es decir, aceptable en condiciones idea-
lizadas, no podemos explicar por qué aprendemos reflexivamente, es decir, por
qué podemos también "corregir" nuestros propios estándares de racionalidad.
En cuanto se hace coincidir lo racionalmente válido con lo socialmente vigente
se ciena la única dimensión en que es posible el autodistanciamiento y la au-
tocrítica y con ello la superación y la reforma de las prácticas de justificación a
que estamos habihiados 1478 .
Diversily. Nueva York/Berna: Peter Lang, 2006, pp. 27-46 y en " Identidad lateral. Un concepto de la fenome-
nología", Berceo n ° 153, Monográfico sobre Jdenlidades: Cultura _v Naturale::a humana (2007), pp. 97-129.
1476
J. Habem1as. Sobre Nietzsche y otros ensayos. Madrid. Tecnos, 1982. p. 85.
,.,, Cfr. J. Habermas. Pensamiento pos tmetafisico, p. 157.
1 78
' Ibídem, pp. 177-178.
692 M" Carmen LÓPEZ SÁENZ
1479
J. Habe1111as. Pe1jilesfilosófico-políticos, pp. 302-303.
148
° Cfr. J. Habermas. Tecnik und Wissenschafi a/s "Jdeologie". Frankfurt am Main, Surkamp, 1968.
Trad. cast Ciencia y 1écnica como "ideología". Madrid, Tecnos, 1986, p. 59.
i.isi Ibíden1. p. 60.
Con·ientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111e11ológica 693
Marcuse parece pensar, todavía, que los fines de la técnica dependen del proyec-
to histórico al que está dirigida, del contenido político de la razón técnica. Según cuál
sea el sentido de éstos, nos podemos hallar ante una técnica como fuerza productiva o
ante otra ideológica. De su diferenciación entre una razón finalística y otra tecnológi-
ca se seguiría que sólo la razón tecnológica es esencialmente alienante, mientras que
la razón técnica tecnológica podría aplicarse de manera no dominante. Sin embargo,
en las sociedades en las que vivimos, se mantiene como base de la tecnocracia.
Habermas asegura que ciencia y técnica actúan como ideología en el capitalismo
tardío: cubren de racionalidad el dominio, legitiman el poder político en las socieda-
des democráticas modernas. "Ideología" es, en Habermas, enmascaramiento del diá-
logo, justificación de la falta de verdadera comunicación entre los sujetos. En estas
sociedades, el Estado interviene en la organización social e incluso en lo que antes se
denominaba vida privada. Así es como actúa el nuevo capitalismo, pero ¿en nombre
de qué toleran esto los ciudadanos? En otras palabras, ¿de dónde proviene su legiti-
midad? De la ideología tecnocrática que les promete bienestar y progreso científico.
Pero a mi entender, es mucho más imp01tante el que esta tesis (la de la tec-
nocracia) haya podido penetrar como ideología de fondo en la conciencia de
la masa despolitizada de la poblacion y desa1Tollar su fuerza legitimatoria. El
rendimiento peculiar de esta ideología consiste en que disocia la autocompren-
sión de la sociedad del sistema de referencia de la acción comunicativa y de
los conceptos de la interacción simbólicamente mediada y los sustituye por un
modelo científico 1482 •
l-l.82
J. Habennas. Teoría de la acción comzmicaliva l. pp. 88-89.
l.l83
J. Habermas. Ciencia y técnica como '"ideología'" p. 99.
694 M' Carmen LÓPEZ S ÁEN Z
1484
Ibídem.
Corrientes actuales de la Filosof ía l. En-clave fenomenológica 695
1485
J. Habermas. Zur Rekonstruktion des histonschen Materialismus. Frankfurt arn Main. Suhrkarnp,
l 976. (Trad. cast. La reco11s1rncción del materialismo histórico. Madrid, Taurus, 1981, p. 34).
6
'"R J. Habermas. Ciencia y técnica como '"ideología", pp. 68-69.
696 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
aprendizaje de sus reglas nos transmite habilidades útiles para resolver problemas.
En cambio, la acción comunicativa sigue nonnas consensuadas, se funda en la inter-
subjetividad del entendimiento y la siguen sanciones pactadas. La internalización de
sus normas a través de los hábitos y de la socialización constituye las estructuras de
la personalidad.
La acción comunicativa es la que tiene lugar en el ámbito de la razón práctica, el
cual no sólo debe regularse coercitivamente, sino también de modo discursivo. Las
ciencias que se ocupan de sus sistemas de nonnas no pueden verificarlos de una vez
por todas, pero pueden considerarlos veritativos.
En nuestra opinión, esta distinción entre dos tipos de acción es algo artificiosa,
ya que en la práctica están imbricados . El objetivo de Habermas es analítico; preten-
de mostrar que, mientras que la racionalización en la dimensión de la acción instru-
mental conduce al crecimiento de las fuerzas productivas y a la extensión del control
tecnológico, la racionalización en la interacción social implica la extensión de una
comunicación libre.
Por otra parte esta tipología de las acciones nos permite vislumbrar la utopía de
la comunicación, capaz de dar sentido a la historia.
Los acentos utópicos se desplazan desde el concepto de trabajo al concepto de
comunicación. Y hablo nada más de acentos. porque este cambio de paradigma
de la sociedad del trabajo a la sociedad de la comunicación cambia también el
tipo de conexión con la tradición utópica 1487 .
Habermas, como Marcuse, considera que asistimos al final de una utopía, pero
sólo para alumbrar otras nuevas. La que ha concluido es la de la sociedad del trabajo,
la del socialismo utópico. Reconoce, no obstante que el Estado social todavía sigue
nutriéndose de ella (lucha por el pleno empleo. por la dignificación del trabajo, etc.).
Éste ha pacificado la lucha de clases. Se presume que la intervención del Estado ase-
gura la coexistencia pacífica entre democracia y capitalismo. La nueva política del
intervencionismo estatal exige una despolitización de la población, porque al quedar
excluida de las cuestiones prácticas, la opinión pública no tiene ya razón de ser. El
progreso de la ciencia y la técnica, del que depende el incuestionable avance eco-
nómico, es lo único que cuenta. Con la eliminación de los problemas prácticos, esta
ideología tecnocrática justifica el interés de dominio de una clase y afecta al interés
emancipatorio como tal de la especie humana.
Sin embargo, se van percibiendo las limitaciones de este modelo, limitaciones
que cuestionan las posibilidades de producir con el solo concurso de medios jurí-
dicos y burocráticos nuevas fonnas de vida. La restauración de la comunicación es
exigida por los grupos sociales y pasa a formar parte de la utopía habermasiana. El
148
¡ J. Habermas HEI fin de una utopía'', El País, 9-12-1985. http: //v.,•wv. ~ uca.edu.sv/revistarealidad/arc
hivo/4e((D52c76aa6e(findeunautopia.pdf, p. 545.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clavefeno111enológica 697
1488
J. Habermas. Teoría de la acción comunicativa 1, p. 369.
698 M' Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
Weber dictaminó al respecto que el demontaje del capitalismo no iba a suponer auto-
máticamente la salida de la jaula de hierro del trabajo alienado.
Según predomine uno u otro modelo de relación entre la esfera técnica con la
ético-comunicativa, Habermas establece tres tipos de sociedades e interacciones en-
tre sujetos:
1) Tradicionales: divididas en clases, desiguales y legitimadas por la
religión.
2) Modernas: la esfera de la razón técnica es la que legitima la división so-
cial; por ejemplo, Marx considera que la sociedad capitalista se legitima
económicamente.
3) Sociedades capitalistas avanzadas: su política tecnificada ya no necesita
los valores, pues éstos quedan a expensas de la decisión libre y de la for-
mación en la esfera privada. La política se convierte en tecnocracia, es
decir, se politiza la técnica y se tecnifica la política. La función de la socie-
dad se reduce a servir al sistema técnico-económico. Esto supone una co-
rrección de las previsiones de Marx. En primer lugar, hay que redefinir la
ideología, que ya no enmascara la represión, sino que la legitima mediante
la racionalidad técnico-económica dominante.
En segundo lugar, es necesario redefinir la lucha de clases, porque ésta ya no es
el motor del cambio y su sujeto tampoco es la clase obrera, sino toda la sociedad; fi-
nalmente, es necesario redefinir la crisis, pues en la sociedad capitalista avanzada, ya
no se da tanto en la infraestructura como en el nivel del conocimiento.
La ciencia y la técnica se han convertido en ideología y lo que los individuos
piden a sus gobiernos son objetivos técnicos: más ocio, más consumo. El gobierno se
legitima por su capacidad para alcanzarlos.
Habermas creía haber descubierto un punto débil del capitalismo organizado
estatalmente:
Un límite sistémico para los intentos de compensar los déficit de legitimación
mediante una manipulación deliberada consiste, entonces, en la disparidad es-
tructmal entre los ámbitos de la acción administrativa y la tradición cultural.
Pero a partir de allí puede construirse un teorema sobre la crisis sólo si se agre-
ga otro punto de vista, a saber: la expansión de la actividad del Estado tiene por
efecto secundario un acrecentamiento más que proporcional de la necesidad de
legitimación 1489 .
1489
J. Habermas. Legitimationsprobleme im Spi:itkapitalismus. Frankfurt am Main, Suhrkamp, J 973.
Trad. cast. Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Madrid, Cátedra, 1999, p. 126.
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clavefenome110/ógica 699
149-0
J. Habem1as. La reconstrucción del ma1erialismo histórico, p. 10.
1491
J. Habermas. Problemas de legiti111ación en el capitalis1110 tardío, p. 159.
l-19:!
fbídem, p. 196.
1493
J. Habennas. Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, pp. 199-200.
Corrientes actuales de la Filoso/la l. En-clave fenomenológica 701
1496
J. Habermas. Erkenntnis und In teresse. Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1968. (Trad. Cast.
Conocimiento e interés. Madrid, Taurus, 1986, p. 199).
1497
J. Habern1as. Theorie und Praxis. Newuied, Luchterhand V, 1963. (Trad. cast. Teoría y praxis.
Madrid. Tecnos, 1987. p . 20).
704 Mª Carmen LÓPEZ S ÁE1'Z
1498
J. Habennas. Conocimiento e inlerés, p. 9.
Corrientes actuales de la Filoso/la/. En-clave feno111enolúgica 705
progreso técnico debe ser controlada por u na discusión racional. Esta crítica debería
fundamentar sus contenidos, que se comp nen de ciencia empírica y tradiciones utó-
picas reconocidas, es decir, de teoría de la ciencia y de filosofía práctica. Para ello,
necesita una revisión que herede de la filosofia tres urgentes tareas:
1) La crítica de la autoconcepción objetivista de las ciencias, el concepto
cientificista de ciencia y el p rogreso de las mismas.
2) El tratamiento de cuestiones básicas de metodología de la ciencia social
para elaborar conceptos básicos para la creación de sistemas de acción
comunicativa.
3) La aclaración de la dimensión en la que Ja lógica de la investigación y del
desarrollo técnico divulgan su relación con la lógica comunicacional que
orienta la voluntad.
Esta filosofía será teoría crítica de las ciencias y filosofía práctica a la vez 1499 . Las
ciencias la necesitan si quieren ser reflexi\ as:
Al nivel de su propia autorreflexión, la metodología de las ciencias de la natu-
raleza puede descubrir una relación específica entre lenguaje y actividad instru-
mental, la metodología de las ciencias el espíritu entre lenguaje e interacción,
y reconocerla como conexión objetiva y determinarla en su papel trascenden-
tal. La metapsicología trata de una conexión igualmente fundamen tal: de la
existente entre deformación del lenguaje y patología del comportamiento, y
presupone una teoría del lenguaje ordinario cuya tarea es dilucidar la validez
intersubj etiva de los símbolos y la mediación lingüística de interacciones so-
bre la base del reconocimiento recíproco, asimismo, hacer comprensible como
proceso de individuación la ejercitación socializadora en la gramática de los
juegos del lenguaje 1500 .
149'>
Cfr. J. Habermas. Pe1:files filosófico-políticos. p. 32.
1500
J. Habermas. Conocimiento e imerés, p. 253 .
1501
Cfr. Ibídem, p. 337.
706 M" Carmen LÓPEZ SÁE ·z
Ya vimos que este "como algo" es el fenómeno con sentido abordado por la feno-
menología y la hermenéutica. Esto significa que el interés práctico será el que regule
las ciencias que se hagan eco de ambas. Habermas considera que es el que está pre-
sente en las ciencias denominadas "histórico-hermenéuticas".
Finalmente, la autorreflexión crítica, el conocimiento por mor del conocimiento,
se funda en un interés por la emancipación de las coacciones y es el interés rector de
la razón:
La razón está bajo el interés por la razón. Podemos decir que sigue un interés
cognoscitivo emancipatorio que tiene como meta la realización de la reflexión
como tal.
Pues es verdad que más bien ocurre que la categoría de interés cognoscitivo
viene testificada por el interés innato de Ja razón. Sólo a partir de su relación
con el interés cognoscitivo emancipatorio de la reflexión racional pueden los
intereses técnico y práctico ser comprendidos sin malentendidos como intere-
ses rectores del conocimiento 15º3 .
1502
Ibídem, p. 183.
1503
Ibídem, p. 201 .
Corrientes actuales de la Filosufia J. En-clavefeno111enológica 707
de unos grupos sociales con otros. En ambas ciencias, como hemos visto, la interpre-
tación está estructurada por un marco teórico que se usa pára los propósitos explica-
tivos, los cuales preceden a la comprensión hermenéutica. Ahora bien, el filósofo se
decanta por Ja explicación genética de la deformación del lenguaje; es su desarrollo
el que clarifica el sentido de dicha deformación y no la comprensión de la misma.
Partiendo de Freud, de su convicción de que la legitimidad de las instituciones
proviene, en gran parte, de la intemalización de la violencia exterior contra el indi-
viduo, construye su teoría de las instituciones y de la ideología como defonnaciones
constrictivas de la comunicación. En témünos marcusianos, Habermas interpreta la
concepción freudiana de la cultura como sublimación de la agresividad individual,
como sobrerepresión de las motivaciones excluidas de la comunicación:
Estos motivos, más bien que un peligro externo o que una sanción imnediata,
son Jos poderes que confinan la conciencia, legitimando la dominación. Son
también poderes de los que la conciencia, aprisionada por la ideología, puede
liberarse mediante la reflexión cuand un nuevo potencial de dominación de
la naturaleza hace perder credibilidad a viejas legitimaciones 15º4 .
1504
Ibídem, p. 278.
1505
Ibídem, p. 308.
708 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
1506
fbíd em, p. 282 .
1507
Ibídem, p. 324.
Corrientes actuales de la Filosof ia J. En-clave fenomenológica 709
nueva teoría de la racionalidad y una teoría consensual de la verdad. Ésta arranca del
mundo de la vida, de su intersubjetividad y su racionalidad interactiva y práctica.
La razón habennasiana es fáctica; consiste en articular Jo no conocido y expli-
citarlo. Esto es lo que hace el discurso. Por eso, la teoría de la acción comunicativa
habermasiana es la fase final del proceso histórico de la razón.
Frente al pesimismo de la primera generación de la Escuela de Frankfurt, confía
en las fuerzas liberadoras de la Modernidad, porque en ella se diferencian esferas de
valor que obedecen a lógicas internas, de modo que al lado de la propensión capita-
lista a Ja regresión social de Ja razón, se desarrolla también la progresiva diferenci a-
ción de ésta a través de Ja racionalización de los mundos de la vida:
Bien es verdad que con la economía capitali sta y el estado moderno se refue rza
también la tendencia a reducir todas las cuestiones de validez al limitado ho-
rizonte de la "racionalidad con aITeglo a fines" de sujetos que se conservan a
sí mismos o de sistemas que mantienen su patrimonio y organización internas .
Mas con esta propensión a una regresión s cía! de la razón compite una nada
despreciable coacción. La inducida por la racional ización de las imágenes del
mundo y de los mundos de la vida, que obliga a la progresiva diferenciación de
una razón que al cabo adopta una forma procedimental1 5º8 .
Lo que está agotado no es tanto la Modernidad como el paradigma de la con-
ciencia, eso que Husserl llamaba actitud objet1vante frente al conocimiento. Por eso
Habermas lo sustituye por la intersubjetividad :
[ ... ]El programa de la primera Teoría Crítica fraca só, no por este o aquel azar,
sino por el agotamiento del paradigma de la conciencia. Voy a tratar de mostrar
que el abandono de este paradigma, su sustitución por una teoría de la comuni-
cación, pem1ite retomar a una empresa que en su momento quedo interrumpi-
da con la "Crítica de la razón instrumental"; este cambio de paradigma pe1mite
un replanteamiento de las tareas que tiene pendientes la Teoría Crítica de la
sociedad 1509 .
Al plantear un cambio del paradigma cognoscitivo de la racionalidad al paradig-
ma comunicativo, Habernws da un giro al esquema de la racionalidad con arreglo a
fines , sujeto-objeto, a otro que tiende a poner en relación a los sujetos entre sí.
La crítica de la razón instrumental se encontraba prisionera del modelo al que
obedecía esta misma razón, basado en la producción y de la filosofía del sujeto.
Carecía, por consiguiente, de una conceptualidad sufi ciente como para explicar
aquello que dice destruido por la razón instrumental. Es preciso abandonar ese para-
digma en el que la conciencia se representa a los obj etos y que se forma en el enfren-
tamiento activo con ellos.
1508
J. Habem1as. El discurso.filos~fico de la modem idad, p. 142.
1509
J. Habemrns. Teoría de la acción comunicativa J. p. 493.
Corrientes actuales de la Filosofía/. En-clave j'eno111e11ológica 711
1510
J, Habermas. El discursofilos~(ico de la modernidad, pp. 353-354.
1511
J. Habermas. Pensamiento postmetafisico. p. 70.
712 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
bién estratégicamente, pero sólo tienen significado verdadero para las acc10nes
comunicativas.
Según la concepción habermasiana pragmático-formal, la estructura racional de
la acción orientada al entendimiento se revel a en los presupuestos que los actores
deben adoptar cuando se ven implicados en esta práctica en la que hemos sido socia-
lizados de acuerdo con determinadas reglas de comportamiento.
Ya no interactuan conciencias, sino que se lleva a cabo la comunicación, aunque
ésta no es un hablar por hablar, sino que, en la interacción lingüística, el aspecto
cognitivo-instrumental es ampliado al de racio nalidad comunicativa.
El fenómeno que hay que explicar no es ya el conocimiento y soju::gamiento
de una naturaleza objetivada, tomados en si mismos, sino Ja intersubjetividad
del entendimiento posible, y ello tanto en el plano interpersonal como en el
plano intrapsíquico. El foco de la investigación se desplaza entonces de la ra-
cionalidad cognitivo-instrumental a la racionalidad comunicativa. Para ésta lo
paradigmático no es la relación de un sujeto solitario con algo en el mundo
objetivo. que pueda representarse y manipularse, sino la relación intersubjetiva
que entablan los sujetos capaces de lenguaj e y de acción cuando se entienden
entre sí sobre algo 1512 •
La "cosa misma" es ahora el asunto sobre el que tratan los hablan, algo similar a
die Sache gadameriana. Sin embargo, el entendimiento sobre la misma es un modo de
acción. Así es corno Habermas pasa del concept rnonológico de acción a los de acción
comunicativa y al mundo de la vida en el que ésta ti ene lugar. La acción comunica-
tiva será entendida corno interpretación activa para conseguir consensos a través del
lenguaje. Los hablantes presumen que lo que dicen es inteligible, verdadero, recto, en
relación con el contexto de nonnas vigente, y veraz en relación con lo que piensan. Las
pretensiones de verdad y rectitud del hablante se plasman en su discurso argumental, el
cual es una prolongación de la acción comunicativa en el plano reflexivo.
Habermas ha llegado hasta aquí influenciado por la etnometodología y el inte-
raccionismo simbólico, pero también por la convicción de que la acción teleológica
(orientada a fines) y la acción estratégica (el cálculo de los medios para alcanzar
detenninadas metas), consideradas sólo de modo ontológico no son intersubjetivas;
sólo se referencia a un mundo de objetos; en cambio, la acción comunicativa se desa-
nolla en las interacciones entre sujetos en el mundo de la vida, A diferencia de la ac-
ción teleológica, la comunicativa tiene corno fi n el entendimiento, es decir, pretende
que el oyente comprenda lo dicho y lo acepte como válido. Se trata hasta aquí de un
acto puramente formal. Ahora bien, la acción comunicativa está regulada por normas
y presupone relaciones entre un actor y al menos dos mundos,
Junto al mundo objetivo de estados de cosas existentes aparece el mundo so-
cial al que pertenece lo mismo el actor en su calidad de suj eto portador de un
1512
Ibídem, p. 499.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111e11ológica 713
rol que otros actores que pueden iniciar entre sí interacciones normativamente
reguladas. Un mundo social consta de un contexto normativo que fija qué in-
teracciones pertenecen a la totalidad de relaciones interpersonales legítimas. Y
todos los actores para los que rigen las correspondientes nomms (por quienes
éstas son aceptadas como vá lidas) pertenecen al mismo mundo social 1513 •
1513
lbídein, p. 128.
1514
fbíden1. p. 143.
1515
J. Habermas. Wahrheit und Rech/fenigung. Frank furt am Main, Suhrkamp, 1999. (Trad. Cast.
Verdad y Justificación. Madrid, Trotta, 2002, p. 102).
714 M' Carmen LÓPEZ SÁENZ
1516
J. Habe1111as. Pensamiento postmetafisico , p. 146.
1517
Cfr. J. Habermas. Verdad y justificación , p. 9.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave fenomenológica 715
1518
Ibídem. pp. 95-96.
1519
Ibídem, p. 2 l.
716 Mª Carmen L ÓPEZ S ÁENZ
1520
J. l-labennas. Pensamiento postmetafisico, p. 83.
Corrientes actuales de la Filosojia J. En-clave fenomenológica 717
15~1
Ibídem. p. 75.
718 Mª Cannen LÓPEZ SÁ E!\Z
que pone al descubierto sus funciones pragmáticas; después es posible tematizar sus
pretensiones de validez.
Habennas distingue tres funciones princip les de los actos de habla según sean :
1) Constatativos (asegurar, proponer), con pretensiones de verdad.
2) Regulativos (prometer, prescribir), con pretensiones de legitimidad o co-
n-ección normativa.
3) Expresivos (desear, tener la intención), con pretensiones de sinceridad o
veracidad.
El modelo comunicativo habermasiano de la acción se interesa por el punto de
vista pragmático, es decir, por la perspectiva de los hablantes que, al usar oraciones
para lograr su entendimiento, se relacionan con el mundo de un modo reflexivo o
mediato.
Ciertamente el mundo de la vida se nos abre a través del lenguaje, pero no es el
garante ni el artífice de la objetividad del mu do que presuponemos cuando habla-
mos y actuamos, la cual está ligada a la intersubjetividad del entendimiento. El len-
guaje natural dispone de una gran potencial para vincular y coordinar las acciones.
Si el oyente entiende y acepta lo que dice el hablante, puede tomar una postura racio-
nalmente motivada que implica cie1ia interacción. El problema es que no todos tie-
nen acceso a esas razones, ni a los mismos dominios lingüísticos . Además, no todos
participan en los diálogos vinculantes de manera activa, ni cuentan con los mismos
auditorios cuando hablan.
Consciente de ello, la reconstrncción pragmático-universal del habla muestra que
en cualquier comunicación han de reconocerse pretensiones de validez criticables.
Es cierto que nuestro mundo es resultado de procesos de aprendizaje histórico-
culturales, que nuestra idea de racionalidad es producto de una tradición histórica
específica, pero ésta no representa el más alto grado del desan-ollo de las especies,
sino que continúa ejecutándose en nuestras interacciones .
Para que la acción comunicativa supere las distorsiones empíricas, es necesario
que los interlocutores compartan un trasfondo de experiencias, a pa1iir del cual dan
sentido . Este trasfondo es el mundo de la vida husserliano ; para Habemrns, éste es
plural y en cada uno se encuentran los objetos de estudio de las ciencias sociales.
El ámbito objetual de las ciencias sociales comprende todo lo que puede caer
bajo la descripción "elemento de un mundo de la vida". El significado de esta
expresión puede aclararse intuitivamente por refe rencia a aquellos objetos
simbólicos que generamos cuando hablamos y actuamos, desde las manifes-
taciones inmediatas (como son los actos de habla, las actividades teleológicas,
etc.pasando por los sedimentos de tales manifestaciones (como son los textos,
las tradiciones, los documentos, las obras de arte. las teorías, los objetos de
la cultura material, los bienes, las técnicas, etc.) basta los productos genera-
dos indirectamente, susceptibles de organización y capaces de estabilizarse a
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave fenomenológica 719
sí mismos (como son las instituciones, los sistemas sociales y las estructuras de
la personalidad) 1522 .
El mundo de la vida reúne todas las producciones humanas, los plexos de la cul-
tura, las interacciones comunicativas y sociales, las instituciones y naturalmente los
actos de habla. Hemos visto cómo Habermas intentaba hacer compatible ese mundo
con el análisis sistémico. Todavía esta teoría habemrnsiana del mundo de la vida co-
municativo interacciona con la teoría sistémica de la sociedad cuando se combina la
perspectiva interna (participante) y externa (observador). Ahora, investiga su razón
commücativa. Para ello, ofrece una interpretación pragmática de dicho mundo: los
presupuestos que lo confonnan son las reglas de los juegos lingüísticos.
Aunque Habermas toma el concepto de "mundo de la vida" de Husserl corno
saber atemático, en nuestra opinión, no contribuye demasiado a su esclarecimiento;
dice que nos sirve como horizonte de consenso y que la acción comunicativa está
inserta en él. Se nos presenta en su totalidad cuando entendemos dicha acción como
elemento de un proceso circular en el que el agente aparece como producto de las
tradiciones, los gmpos y los procesos de socialización y aprendizaje a los que perte-
nece. La red de acciones comunicativas reproduce este mundo de la vida.
¿Además de estas características fom1ales, tienen algo más en común los distin-
tos mundos de la vida habem1asianos? No demasiado en nuestra opinión. Habermas
respeta sus diferencias y adopta la fusión horizóntica de la hermenéutica para asegu-
rar el establecimiento de una comunicación:
Esto no excluye, sin embargo, una comunicación que pueda superar los límites
de los mundos de la vida particulares. odemos superar reflexivamente nues-
tras diferentes situaciones hennenéuticas de partida y llegar a concepciones in-
tersubjetivamente compartidas sobre la materia discutida. Es lo que Gadamer
describe como "fusión de ho1izontes" 15~ 3 •
Las diferencias culturales de cada uno de los mundos de Ja vida pueden reunirse
gracias a que en todos ellos sus componentes interactúan y se comunican.
Ahora bien, Habennas diagnostica que esta combinación no se lleva a Ja práctica.
En las sociedades post-industriales, el mercado determina preferencias que deberían
ser acordadas comunicativamente, mientras que elementos que tendrían que abor-
darse políticamente (por ejemplo, la fomiación de la opinión pública) se resuelven
burocráticamente. O bien el mundo de la vida y la acción comunicativa que le es ca-
racterística son colonizados por el sistema económico y su acción estratégica, o bien
aquella esfera simplemente es disuelta. Esta situación tiene una gran trascendencia,
porque la acción comunicativa es Ja base de nuestras relaciones, el origen de la ver-
dad, de la intersubjetividad y de la racionalidad interactiva y práctica.
1522
J. Habem1as. Problemas de legiri111ació11 en el capitalismo tardío, p. 154).
1523
J. Habemrns. Kommunikarives Handeln und derranszendentalisierte Vermmfi. Stuttgart, Philipp
Reclam, 200 l. (Trad. cast. Acción comu11icaliva y razón sin transcendencia. Barcelona, Paidos, 2002, p. 44).
720 Mª Cam1en LÓPEZ SÁEKZ
IS.24
J. Habermas. Teoría de la acción com11nica1iva 1/. Crítica de la ra::ónfuncionalista. p. 572.
1525
fbídem, p. 462.
1526
J. Habermas. Pensamiento postmetafisico, p. 59.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111e11ológica 721
Aunque estas ideas de la razón sólo sean heurísticas, prestan unidad a las confi-
guraciones de la situación que los participantes tienen que intercambiar hasta llegar
a un acuerdo.
Ciertamente, la razón comunicativa habem1asiana es consciente de su carácter
ideal, contrafáctico y, por tanto, hay en ella un residuo metafísico, pero no negati-
vista, como en los Frankfurtianos de la primera generación: al tratarse de una razón
lingüística ya está detenninada. La conciencia de sus límites le impide infundir va-
nas esperanzas, pero precisamente su afán de ir más allá de su finitud, es lo que le
permite conservar la débil confianza en sí misma y coexistir en paz con otros modos
de trascendencia de la finitud mientras ella sola no sea capaz de llenar el hueco que
ha dejado el desencantamiento del mundo:
La razón comunicativa no se escenifica en una teoría devenida estética, en un
negativo incoloro de las religiones que impartían consuelo. Ni proclama la
desesperanza del mundo dejado de Dios, ni osa infundir esperanzas. También
renuncia a la exclusividad. Mientras en el medio que representa el habla argu-
1530
J. Habemrns. Pensamiento postmetafisico, p. 181 .
1531
Ibídem, pp. 183- 184.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave f'eno111e11ológica 723
mentativa no encuentre mejores palabras para decir aquello que puede decir la
religión, tendrá incluso que coexistir abstinentemente con ella, sin apoyarla ni
combatirla 1532 .
Así es como Habermas atempera los posicionamientos de la metafísica negativa
de los Frankfurtianos. Fundamentalmente, insistiendo en una intersubjetividad como
anticipación de relaciones simétricas de li re reconocimiento recíproco. Ahora bien,
no convierte esta anticipación en una utopía, como algunos de sus predecesores. El
ideal regulativo de una sociedad de comunicación ilimitada y libre de dominio única-
mente expresa las condiciones formales y, por tanto, universales, necesarias para for-
mas no anticipables de vida auténtica que nadie nos entregará ; seremos nosotros mis-
mos los que cooperemos para alcanzarla, los que la generemos con nuestra solidaridad
y responsabilidad, pero ¿Queremos realmente este modo de vida?¿ Verdaderamente
vivimos anticipándolo, aunque sólo sea contrafáctica y formalmente?
Mientras nos hacemos estas preguntas, tendremos que reconocer el valor del
intento habennasiano de restaurar un humanismo inspirado en la razón comuni-
cativa, que no es autoafirmativo, que ni siquiera es propiedad de la filosofía, sino
que colabora con las ciencias reconstrnctivas para esclarecer nuestras situaciones
(no sólo comprenderlas, sino también explicarlas) y así ayudamos a entender sus
ambigüedades.
Mediante su pragmática fonnal del lenguaje, ha formulado una teoría consistente
de la acción comunicativa y una teoría de la racionalidad que, tomadas conjuntamen-
te, constituyen los fundamentos de una teoría social crítica. Con ella, ha abierto la
vía para una concepción de la moral (ética discursiva acorde con el pluralismo y con
un importante componente cognitivo), del derecho (que se mueve entre la facticidad
y la validez y, por tanto, es complementario con la moral) y la democracia (unida al
estado de derecho e inspirada en una política deliberativa) en ténninos de una teo-
ría del discurso. Sin embargo, su abstraccionismo moral está falto de sentido y de
concrección.
La pragmática universal no elude el tema de la verdad, aunque la compagina con
la aceptabilidad de los enunciados de acuerdo con nomrns ideales; además, describe
otras formas de pretensiones de validez ~ rmuladas por los hablantes. lncluye una
teoría trascendental de la verdad que resulta de la argumentación sobre un tema de la
experiencia. Si esa argumentación gana c nsenso, el enunciado en el que se expresa
es verdadero.
Habennas se manifiesta radicalment en contra de la epistemologización del
concepto de verdad que la reduce a la constrastación de los enunciados e incluso la
sustituye por la validez:
[ ... ] Si los procesos de justificación, incluso en los casos más favorables , ya
sólo pueden conducir a una decisión obre la aceptabilidad racional de los
1532
Ibídem, p. l86.
724 M" Carmen LÓPEZ SÁENZ
1533
J. Habennas.Habem1as. Acción comunicativa y razón sin transcendencia. p. 29.
1534
J. Habennas. Verdad y justificación, pp. 238-239
1535
Ibídem, p. 240.
Corrientes actuales de la Filosofia l. En-clave fenomenológica 725
la que podemos enunciar algo. Un enunciado siempre requiere otro que lo valide y,
siguiendo a Habennas, un interlocutor que lo reconozca como válido en su acción
discursiva con otros:
Pero si los enunciados falibles no pueden ser confrontados de modo inmediato
con el mundo y sólo pueden ser fundamentados o refutados a través de otros
enunciados, y si no hay base alguna para enunciados autoconfirmatorios y ab-
solutamente evidentes, las pretensiones de verdad sólo pueden examinarse dis-
cursivamente. De este modo, la relación binaria de la validez de los enunciados
se amplía a la relación ternaria de la vigencia que los enunciados válidos tienen
"para nosotros". La verdad de estos enunciados debe ser reconocida por un
público1sJ6.
15.~S
J. Habermas. Conocimiento e interés, p. 337.
1539
J. Habermas. Verdad y justificación, p. 49.
Corrientes actuales de la Filosofia !. En-clavefeno111e11ológica 727
ción moral, aunque sólo sea porque los sujetos socializados no están en dispo-
sición de adoptar una actitud puramente hipotética frente a las formas de vida
y las biografías individuales en que se ha ido desarrollando la propia identidad.
Nadie puede elegir la forma de vida en que ha sido socializado en la misma ac-
titud reflexiva en que puede elegir una nonna de cuya validez uno ha quedado
convencido 1540 .
El control del compo1iamiento por la frones is, por la medida que establece la
racionalidad práctica sin perder de vista la contingencia de las situaciones concretas,
no le parece a Haberrnas absoluto , porque cualquier máxima que a un individuo le
parece correcta para encarar los problemas de la acción y de la que podrían surgir
orientaciones no1111ativas que alcanzaran su racionalidad pragmática en la praxis,
sólo es moral si cualquiera puede seguirla como una máxima universalmente válida.
El punto de vista moral determina la susceptibilidad de universa lidad de todos los
intereses a los que la máxima se refiere. Por eso, Habem1as distingue la moralidad
de la eticidad y propone enjuiciar la racionali dad de una fo nna de vida preguntando
si constituye un contexto que permite a los participantes desarrollar convicciones
morales gobernadas por principios universalistas y los lleva a la práctica. En este
sentido, aunque diferenciada de la moralidad, la ética del discurso habennasiana in-
cide en los juicios morales. o se detiene a indagar las intenciones psicológicas de
los mismos , sino que se concentra en las consecuenc ias prácticas y concretas de sus
no1111as:
La versión que la ética del discurso da del principio moral excluye cualquier
estrechamiento del juicio moral en términos de una "ética de la intención".
Exige que se tengan en cuenta las consecue cías y efectos laterales que en los
contextos concretos pueden (previsiblemente) seguirse de la observancia gene-
ral de la nonna sobre la que se está discutiendo 1541 .
La ética del discurso se rige por la racionalidad práctica-fom1al y universalista;
ésta puede recibir la ayuda de la phronesis para aplicar las reglas, pero no la necesita,
porque las pretensiones universalistas de aquélla son pretensiones normativas de va-
lidez. Un ejemplo de ello es la implantación progresiva de los derechos humanos en
los estados constitucionales modernos, los cuales empiezan siendo una cuestión de
principio, aunque sus aplicaciones, poco a poco, van realizando su contenido univer-
sal, en el sentido de que que no varían de una situación a otra.
Por lo que respecta a las orientaciones y motivaciones de las ideas morales, la
separación de la moral y la ética significa una merma de las evidencias culturales y,
en general, de las constituidas en el mundo de la vida; es decir, las ideas morales se
deslindan de los motivos empíricos inculcados por la cultura o la sociedad. A cam-
bio, se crean autorregulaciones del compo1iamiento no demasiado constrictivas, sino
racionalmente motivadoras. Estos principios on reconocidos como los principios
1540
J. Habemias. Escritos sobre moralidad y eticidad. Barcel ona, Paidos, l99 I, p. 74.
1541
Ibídem, p. 85.
Corrientes actuales de la Filosofía J. En-clave feno111enológica 729
abstractos que la ética del discurso se representa como presupuestos del propio pro-
cedimiento de fundamentación de las nom1as. Sin embargo, el surgimiento de éstos
requiere aprendizaje y socialización en ellos.
La necesidad de mediación entre moralidad y eticidad no es suficiente para el
objetivo que Habermas se propone: dar razón de las estructuras diferenciadas de los
mundos de la vida mediante la racionalidad "inscrita en la acción comunicativa que
caracteriza a la práctica cotidiana" 1542 . Esa racionalidad es la que le permite al filó-
sofo atenerse al formalismo ético prestando atención a las formas de vida, buscando
en ellas esa misma racionalidad que posibilita la realización de una moral universa-
lista. Ahora bien ¿cómo evaluar o contrastar esos grados de racionalidad alcanzados?
Habermas no dice mucho al respecto, ya que se niega a establecer criterios de rec-
titud normativa, porque no son universalimente aplicables. El filósofo se concentra
en denunciar la vida alienada, las patologías de una forma de vida, y no en medir el
grado de racionalidad alcanzado en cada mundo de la vida. Como sus predecesores
en la Escuela, sigue aplicando la di aléctica negativa.
La relación entre felicidad y justicia, eso que desde Aristóteles se ha denominado
"Bien" no queda garantizada por completo por esta ética discursiva, pero ningún
principio material podría justificarse universalmente, como ningún avance en la ra-
cionalización detennina sin más la felicidad de cada uno de los individuos:
Las fo1mas de vida, al igual que las biografías individuales, cristalizan en tomo
a identidades paiticulares. Estas, para que la vida se logre, no pueden tener un
curso contrario a las exigencias morales que se siguen del grado de racionali-
dad realizado en cada caso en una fonna de vida. Pero la sustancia de un modo
de vida no puede nunca justificarse desde puntos de vista universalistas. Esto
explica también por qué una racionalización del mundo de la vida no necesa-
riamente -y ni siquiera normalmente- hace más felices a los afectados 1543 .
Esta separación de ética y moral o de la búsqueda del bien patiicular y de lo jus-
to, ha sido muy criticada por su formalismo. Su aspecto positivo es que h·asciende el
egoismo y la búsqueda individual o grnpal de lo que nos hace felices y tiende puentes
con el derecho 1544 . Este interés, así como la potenciación de la democracia comunica-
tiva y argumentativa acaba moralizando la política.
A diferencia de Marcuse, que emprende una crítica de las falsas necesidades
creadas e intenta reconstruir al ser humano en base a nuevas necesidades más acor-
des con él mismo, Habermas, que reconoce la exigencia de principios para regular
las oportunidades legítimas para la satisfacción de las necesidades, no define, en nin-
gún momento, cuáles serán las necesidades e intereses que debería tener una socie-
154
~
Ibídem, pp. 90-9 1.
1543
Ibídem, pp. 94-95 .
1544
En Facticidad y validez trata la posible relación entre la moral con pretensiones uni versales que ha
elaborado y el derecho. CIT. J. Habermas. Faktizitiit und Geltung. Frankfurt, Suhrkamp, 1992. (Trad castella-
na, Facticidad y validez. Madrid, Trona, 1998).
730 Mª Cannen LÓPEZ S ÁENZ
dad "buena" y que coITespondería descubrir con sólo cumplir las reglas del discurso;
precisamente por eso su ética puede aspirar a la universalidad y a la fundamentación
racional. Ahora bien, la racionalidad comunicativa habermasiana, como hemos vis-
to, es una racionalidad "debilitada"; reconoce, eso sí, sus límites y se abre al derecho:
a la necesidad de dete1minaciones jurídicas de las nom1as:
Sea cual fuere el procedimiento conforme al cual hemos de juzgar si una nor-
ma podría encontrar un asentimiento no coercitivo, es decir, racionalmente
motivado, de todos los posibles afectados, tal procedimiento no garantiza ni la
infalibilidad, ni la univocidad, ni la obtención del resultado en el plazo desea-
do. Una moral autónoma sólo dispone de procedimientos falibilistas de funda-
mentación de las normas. Este alto grado de indeterminación cognitiva se ve
además reforzado porque una aplicación (que resulte sensible al contexto) de
reglas sumamente abstractas a situaciones complej as -que hay que describir de
la fom1a más adecuada y completa posible en lo que se refiere a sus aspectos
relevantes- entraña además una incertidumbre estructural adicional 1545 .
1545
J. Habemrns. Escritos sobre moralidad y eticidad, pp. 164- 165.
1546
Ibídem, p . 172.
Corrientes actuales de la Filosofía l. En-clave feno111enológica 731
1547
J. Habemrns. Teoría de la acción comunicativa 2. p. 572.
1548
J. Habennas. Pensamiento postmetafisico, p. 149
Corrientes actuales de la Filosof ia !. En-clave fenomenológica 733
( . . .)de un intérprete que media entre las culturas de expertos que representan
la ciencia y la técnica, el derecho y la moral , por una parte, y la práctica comu-
nicativa cotidiana, por otra, y ello de fomia similar a cómo la crítica literaria y
la crítica de a1ie median entre el a1ie y la vida 1549 •
La filosofía ya no tiene el p1ivi legio cognitivo, actúa como intérprete, ya que está
llamada a posibilitar una vida consciente y, para ello, necesita apropiarse críticamen-
te de los elementos de la tradición que aún puedan servirle, aunque requieran alguna
transfonnación. Que la filoso fia se sepa henneneuta de la vida significa que la razón
se sabe lingüística; por eso, Habermas, con su nuevo concepto de racionalidad orien-
tada por pretensiones de validez, no reintroduce el idealismo de la razón pura; tam-
poco el del lenguaje, sino la trascendentalidad de la razón práctica-comunicativa:
No existe una razón pma que sólo a posteriori se vistiera trajes lingüísticos. La
razón es a nativitate una razón encarnada tanto en los plexos de acción comu-
nicativa como en las estructuras del mundo de la vida.
En la medida en que los planes de acci ón de los diversos actores se concatenan
en el tiempo histórico y a lo largo y ancho del espacio social a través de una
utilización del lenguaje orientada al entendimiento, las tomas de postura de
afinnaci ón o negación frente a pretensiones de validez susceptibles de crítica,
cobra, aunque pennanezcan implícitas, un significado clave para la práctica
cotidiana 1550 •
La razón comunicativa es intrínsecamente lingüística y mundano-vital y la ac-
ción que la lleva en sí es social e histórica en su orientación al mutuo entendimiento,
de modo que éste es su resultado y no algo impuesto desde fuera , sino decidido argu-
mentativamente en común y abierto a la crítica. La normatividad que la caracteriza,
aunque sea, puramente formal y discursi va, es la única garantía a la que podemos
aspirar universalmente en nuestras prácticas. Así es como Habennas, al igual que
Gadamer, reconoce que no hay razón a-histórica, pero enlaza la hem1enéutica con
una filosofía práctica, reflexiva y crítica, más próxima que la he1menéutica, por tan-
to, a la realidad de la existencia social.
Por otro lado, aunque los acuerdos alcanzados intersubjetivamente se deriven de
esa racionacionalidad comunicativa puramente procedimental, se miden por el reco-
nocimiento de pretensiones de val idez y osibilitan nuevas interacciones. Aquéllas
trascienden todo contexto local, toda forma de vida concreta, justamente por tratarse
únicamente de pretensiones, pero se entablan y reconocen tácticamente aquí y ahora.
Esto implica cierta mediación entre validez universal y prácticas cotidianas ligadas
al contexto.
Así pues, la racionalidad comunicativa anticipa -contrafácticamente y sin ningu-
na garantía- un ideal de sociedad sin constricciones, pero, ante todo, tiene un alcance
práctico en tanto criterio no instnunental de la racionalización social e incluso del
1549
Ibídem.
1550
J. Habermas. El discurso.filosófico de la Modern idad, p. 38 1.
734 Mª Carmen LÓPEZ SÁE:-;z
conocimiento: el uso del saber será racional cuando se preste a una deliberación in-
tersubjetiva cuyo único criterio sea el del mej or argumento.
Ciertamente, Habennas enfatiza más el carácter formal de la razón que su signi-
ficado sustantivo. Renuncia a una concepción sustancialista de la razón, pero adscri-
be a la filosofía la tarea de descubrir una razón operante en la acción comunicativa y
en la que la verdad no está al margen de las normas ni de lo subjetivo. Se trata de una
racionalidad que permite redirigir la comunicación distorsionada y las deformacio-
nes de la vida, después de haber tomado conciencia de las mismas:
Este concepto de racionalidad comunicativa posee connotaciones que en últi-
ma instancia se remontan a la experiencia central de la capacidad de aunar sin
coacciones y de generar consenso que tiene un habla argumentativa en la que
diversos participantes superan la subjetividad inicial de sus respectivos puntos
de vista y merced a una comunidad de convicciones racionalmente motivada
se aseguran a la vez de la unidad del mundo objetivo y de la intersubjetividad
del contexto en que desanollan sus vivencias 1551 .
1551
J. Habermas. Teoría de la acción comunicativa f . p. 27.
Corrientes ac/uales de la Filosoj ia l. En-clave j enomenológica 735
1552
Cfr. J.Habe1mas. Pensamienro postme/afisico. p. 16.
1:'53
Ibídem. pp. 368-369.
736 Mª Carmen LÓPEZ S ÁENZ
1554
fbídem, p. 17.
Corrientes actuales de la Filosofia l . En-clave feno111e110/ógica 737
1555
Cfr. J. Habermas. La reconstrucción del materialismo histórico, pp. 52-53.
¡;56
J. Habermas. P ensamiento postmetafisico. p. 48.
738 Mª Carmen LÓPEZ SÁENZ
1557
H. Lubasz. "Filosofía radical: La Escuela de Francfort", AA.VV., Co11versacio11es con H Marcuse,
p. 168.
Corrientes actuales de fa Filosofía J. En-clave fenome11ológica 739
fía radical, que hi zo lo propio con las corri entes actuantes en ell a . De este modo, la
llevará más allá y se radi calizará a sí misma.
Marcuse
Schrifien. Frankft111 am Main. Suhrkamp. 1978- 1987 (9 vols .) (Recogen los libros más importantes es-
critos por Marcuse y algunos de sus múltiples ai1ículos) .
Colfected Papers of H. Marcuse. 6 Vols. London. Routledge, 1988 y ss.
Obras traducidas al castellano:
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El.final de la utopía. Barcelona. Ariel , 1968.
Etica de la Liberación. Madrid, Taurus. 1969.
Hacia la liberación . Méjico, Joaquín Mortiz, 1969.
Marx y el rrabajo alienado. B uenos Aires, Carlos Pérez editor, 1969.
Ensayos sobre política y cultura. Barcelona, Ariel. 2ª edición, 1970.
La ontología de Hegel y lafimdamentación de la reoría de la historicidad. Barcelona, Martfaez Roca, 1970.
Psicoanálisis y pofüica. Barcelona. Península. 1970 2•
Discusión con los marxistas. Buenos Aires, Proceso, 1970.
La sociedad opresora. Caracas, Tiempo uevo, 1970.
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Para una teoría crítica de la sociedad. Caracas: Tiempo Nuevo, 1971.
"Del pensamiento negativo al positivo: La racionalidad técn ica y la lógica de la dominación", en
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La agresividad en la sociedad industrial avanzada, Madrid, Alianza editorial, 197 1.
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Conrrarrevol11ción y revuelta. Méjico, Joaquín Mortiz, 1973.
El odio en el mundo actual. Madrid, Alianza editorial, 1973 .
"Etica y revolución": "Reexamen del concepto de revolución"; "Las perspectivas del socialismo en las
sociedades industriales avanzadas", en Marcuse ante sus críticos. Barcelona, Grijalbo, 1975 .
Conversaciones con los radicales. Barcelona. Kairós. 1975.
Conversaciones sobre la nueva cultura. Barcelona. Kairós, 1975.
Un ensayo sobre la liberación. México, J. Mortiz, 1975.
Calas en nuestro tiempo. Contiene: "Marx ismo y fem inismo": "La nueva izquie rda"; "Teoría y praxis".
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A la búsqueda del semido. Salamanca, Sígueme, 1976 .
Crítica de la tolerancia pura. Madrid, Editora ac1onal, 1977.
La dimensión esférica. Barcelona, Materiales, 1978.
Teoría y política. Vale ncia, Teorema, 1980.
Ra::.ón y revolución Madrid, Alianza Editorial. 198 l 6
Eros y civilización. Barcelona, A1iel. 198 1:.
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740 Mª Carmen LÓPEZ SÁEl'Z
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