Odisea
HOMERO,
Traduccién de
Luis Segalé y Estaella
Introduccion y edici6n de
Pedro Henriquez Urea“Sis / Homer 1-2 in, Cad htdeome
Se iit ante ee
“desi dL Spl Bale
Binvreosoaons
|, eta eg le. Sey El
eon
Indice
Introducci6n, por Pedro Henriques Urefia
Opie
Canto
Canto It
Canto
Canto IV
Canto V
Canto VI
Canto Vit
Canto VII
Canto IX
Canto X
Canto XI
Canto XI
‘Canto XiIt
‘Canto XIV.
Canto XV
Canto XVI
Canto XVI
Canto XVIII
Canto XIX
Canto XX.
°
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249.
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35
334(Canto XX1
Canto XXL
(Canto XXII
‘Canto XXIV
347,
36:
377
389
Introduccién
La epopeya es fruto especial de una época en Grecia I
época en ques inicia la gran cultura helénic después de
Ia edad oscua, especie de breve Edad Media, que sucedio.
al derrumbe dela antigua cvilizaci6n del Mar Egeo bajo!
empuje de pueblos invasores. Aquella edad de lcha es
‘que aparece transigurada en el epos,particularmente en
Lalliada,
Durante largo tiempo se crey6 que la epopeya databa
de diez siglos antes dea era crstana. Pero resultabainve-
roximil el salto de tres silos desde los viejo poemas hasta
Jas nuevas manifestacions escritas de a cultura helénica,
Ahora se piensa que La Tliada debié de componerse hacia
el siglo vary que fue la obra culminante de una forma de
ate pottico que ya tenia tradicidn
La Ifada es todavia el poema dela guetra: la edad he-
roica ha terminado, pero no esté muy lejos. La Odea et
muy posterior. Noes excesivo calular unos cen ails de
distancia entre los dos poemas. Representa La Odisea el
Principio de los tiempos nuevos: la edad de las cudades
helénicas,en que la via se recoge y se remanss, se hace
tranguila indastrosa el hoga, los biens, el trabajo, son
‘hora los intereses dominantes del hombre.
Todavia secobijan bajo el nombre de Homero estos
dos poemas, disimiles en espiit, pero semejantes en la
forma y unidos por la comunidad de personals. El nom-
8srropuccton
bre de Homero sobrevive como mero simbolo, La Made,
ccomprendemos hoy, es unitaria desde su orgen, pero rece
con epitodios adicionales. La Odisea, en cambio, esté
contitituida con la fasién de tes relator: la primitiva Odi-
40, historia dels viajes de Ulises la Telemaquia historia
del hijo que busca asu padre perdido; el drama de los Pre-
tendientes pro es probable que esta fusin se deba a un
soloy gran posta.
“Buena parte de los simils de La Iiada ~dice el hele
sista alemén Paul Caues en sus Cuestiones fundamentales
dela erica bomérica-, parece haber surgido del esfuer20
de una generacin para enlazar el tradicional cuadro dela
vida heroica con la realidad que tenia ante los ojos y para
introduce su propia vida en el dominio de la poesia. Lo
cierto es que el material que aportaron a la epopeya esti
cstrechamentevinculado con el enorme enriquecimiento
del tema épico de que da testimonio La Odisea. Hoy nos
parece obvio porque siempre lo hemos conocido asi, pero
hhubo tn tiempo en que debié de ser nuevo y osado em-
plear el estilo de la epopeya heroica para las relaciones de
lava daria yplebeya. Las genes debieron de seni algo
semejante a lo que experimentamos hoy cuando hablamos
a veces de nvesrastreas, de nuestros esfuerzs y Exitos,
con citas de tragedias, Nuestea actividad se iumina, as
con una luz que la embellece; un suave contento vibra en
al fondo de la comparacién entre un estado de dnimo
nuestro ye destino de Segismundo o de Harmet, Decit que
toda La Odisea es una gran comparacién, seria exagera~
ci6n absurd, pero exacta en la medida en que nos haria
comprender por qué es mucho mas pobre que La Iiada en
comparaciones propiamente dichas. La esfera a que en
‘otro tempo se dirgia el poeta con sus smiles esa que en-
ierra ahora todes sus movimiento, o sea lade los plebe-
nernopuceion
yos y labradores, aunque siempre se otorga al hijo de La-
ertes el titulo de rey. El verdadero mundo de los sefores,
tal como florece en la corte de Menelao o de Aleinoo, que-
da en segundo plano, como los acontecimientos dela vida
de la nobleza guerrera, el asedio de Troya y sus recuerdos.
La rifa del mendigo (canto XVII) es a modo de parodia
de las escenas de combates de La Iiada,
"Las palabras de Telémaco en el canto I pintan con vi-
gor los dafios materiales que le acarre la condiacta de los
pretendientes: rl calamidad es ‘de més importancia toda-
Via’ que la pérdida de un noble padre, Siempre seria més
ventajoso para él que los hombres de la ciudad dilapidasen
toda su hacienda, porque de ellos se podria recabar luego
‘compensacién, pero nadie responders por los abusos d
los j6venes Pretendientes, que no tienen todavia posesi
‘nes propias. Entre sus objeciones a la propuesta de Ant
noo, de que devuelva a Penélope ala casa de su padre Tea
tio, no es Ia menor la probabilidad de que entonces deba
pagar una buena suma. Penélope misma advierte vivamen-
tela pérdida material que su presencia en la casa produce
«su hijo: sus propias palabras lo dicen (canto XIX, versos
533-4) y aslo comprendemos. Més dificil de comprender
nos resulta el afortunado intento de rescatar parte de lo
perdido mediante los regalos que onsaca alos pretendien-
tes (XVIILL274-83). Wilamowitz-Méllendorff ve en este
ppasaje una composicién independiente que se destaca por
su tono parédico. Pero el goce en el lcro invade toda La
Odisea. Cuando se le ofrece al héroe (en el canto X1, en
que ha coneluido una parte desu relato) un don mayor si
se queda hasta el dia siguiente, declara que en tal caso esté
dispuesto a quedarse un afio entero, pues es mucho més
ventajoso volver al hogar con manos llenas, que asi le
apreciarin y agasajarén sus gentes. Cortés pero claramen-mernopuccion
teda a entender Alefnoo que ese proceder no tiene nada de.
sefiocil, La mera comparacién con el desdén con que Aqui-
les rechaza los presentes (Iliada, IX.373 y sss XIX, 147-8)
es ya una condena, y sin embargo, ante lin el sefior de
Ftiay el defeaca eran camaradas y estaban en pie de ig
dad. Cuando Odiseo despierta en la playa de su patra, su
primer pensamiento es para las riquezas que ha tra{do
cconsigo, su primer trabajo es contarlas (XII1.203, 215 y
ss.). La narracin que el fingido mendigo ofrece a los pas-
tores y a la eina tiene buena cuenta de los tesoros que
‘Odiseo ha reunido y que el rey de los tesprotos le guarda
hasta el momento de embarcar (XIV.323 y ss, XIX.293
y ss). En el segundo de estos pasajes agrega el narrador
‘Que, para aumentar sus tesoros, el ausente esti todavia
‘mendigandolos por el pueblo’; ya estaria en su hogar sino
le hubiera parecido mas ventajoso -siempre ese Rerdion-
‘recorrer muchas tierras para juntar riquezas’.
"Nada de esto debe imputarse a interpolacin o reela-
boraciéa. El poeta mismo es el responsable de todo. ¢Aca~
0 podia animar sus criaturas con otra sangre que la que le
corria por las venas? Y ala verdad ya no tenfa la sangre de
los bardos aquellos que en otro tiempo habian, cantado en
las cortes principescas. También era distnto el circulo de
sus oyentes: no ya linajes heroicos, sino gentecilla afanosa
por ganarseel pan, a quien le satisfac verse magnificada
cena rapsodia, Lleno de respeto se dirige el mendigo a An-
finomo para hablarle de su padre, de quien ha ofdo decir
{que es hombre de bien y acaudalado (XIX.127). Involun-
tariamente manifiesta la humilde actitud del poeca. Deléi-
tase también con esplendor prestado cuando habla del
‘porquerizo, sefior de hombres. Sise quisiera borrar de La
Odisea todo lo pensado en esta clave, no es mucho lo que
‘quedaria. Desaparecerfa cabalmente lo esencial, lo que
wrronuccion
cconstituye el gran atractivo de esta poesta: el vigor y el re-
‘gocijo de ver y de pintar, tan fresco en ella justamente por-
que se apodera de material nuevo. Verdad es que la noble-
za hace mal papel y que el poeta no he logrado penetrar en
cl alma del principe: ‘reinaba con blandura de padre’ es to-
do lo que sabe deci en su elogio(IL47 y 234). Pero se ha
‘ocupado con carifiosa comprensién de la vida de los hu-
mildes y nos la ha fjado con elocuente claridad: la choza
del porquerizo que bebe en una escudilla de madera y cu-
yos eriados no mudan de ropas como los feacios
(XIV.513-4; VIIL249); el viejo Laertes, que no tiene nada
de rey, yen trae de trabajo cuida de su huerto (XXIV.226
y ss); la situacion, dentro de la casa, de la vieja nodriza
‘que todavia se permite reir al hijo crecido de sus seiores
(0.22.3); a dura faena de la criada que con otras once
‘debe moler la harina para la comilona de los hidalgos pre-
tendientes y que, por ser la més débil de todas, ha de tra-
bajar hasta la madrugada (XX.105 y s.).El que de tal ma-
nera pint6 estos cuadros y tantos otros debié de pasar por
muchas penalidades; sabfa cémo se calientala gente al fue-
go dela forja (XIX.328), sabia cudna gratitud guarda el
{que es hospedado y respetado como lo es el mendigo en la
casa del porquerizo, y cudn agradecido esté aquel a quien
la mujer del rico propietaro le da de comer, de beber y de
vsti, y aun condesciende a hacerse contar con compasivo
interés todos sus padecimientos (conssltese XV.377).
EL poeta se halla libre ante su material y le da estruc-
tura con plena conciencia desu poder. Con variedad magis-
tral alternan escenas de reconocimiento, relatos intercala~
dos y no sélo notables por su variedad sino ante todo por
su ajustea ceda stuaciGn y personaje. La nica que recono-
‘ce los rasgos desu sefio, aun bajo la apariencia del mendi-
0, es la anciana que le habia amamantado (XIX.380-1;
Bvrropuccion
4483), la mis incrédula es Penélope; iy eudn conmovedora
es después (XXIIL.215 y s.) la justfcacién de sus dudat
"Las natraciones acerca de Odiseo y de su inminente
Iegada, puestas en boca del mendigo (XLS y ss 321 y
X1X.270 y ss.) brindan al piblico del raptoda el expe-
cial atractivo de sentrse més perspicaz que los personajes
del poems, alos cuales se les anuncia en vano tan grande
dicha. El oyente sonrfe ante la desconfianza del pastor, se
incomoda por la ceguedad de la teina, que no vey no quie-
re-ver que frente aellaestésentado el hombre a quien echa
dde menos. El poeta anima este risuefio acuerdo con su pi-
blico mediante alusiones embozadas. Elsupuesto mendigo
‘concluye su mesurada réplca al colega verdadero con una,
advertencia: No sea que, viejo como soy, tellene de sangre
cl pecho y los labios; y asf gozaria mafiana de mayor des-
‘canso, pues no creo que por segunda ver volvieras a la
mansin de Odiseo Laertiada’ (XVIIL21-4).‘A mi man-
sin’: aslo entienden los oyentesatentos y se llenan de ji
bilo por eso. Invitado por Eumco a dar a la reina noticias
de su marido, dice el forastero que muy bien puede hacer-
lo: ‘porque sé muy bien de su esposo y hemos padecido
igual infortunio’ (XVILS63) ‘Claro que sf-piensa més de
‘uno-, como que es él mismo.’ Cuando al da siguiente los
pretendientes se empefian en que también el mendigo
prucbe el arco, Penélope se encara por Antinoo, el porta-
vor de todos (XX1.3114 y ss: Por ventura crees que si el
Innésped, confinado en sus manos y en su fuerza, tendiese
cl grande arco de Odisco, me levarfaa su casa para tener-
‘me por mujer propia? Ni él mismo concibié en su pecho
semejante esperanza.’ Ciegal;Cudl no seré su sorpresa!’,
dice un espectador sonriendo en silencio y cambia tna ré-
pida micada de inteligencia con el cantor. También el inso-
lente Enrimaco proferiré sin quererlo una verdad muy gra-
4
rernovvcaoN
‘vepara ély para los queen ese momento ela celebran: ‘no
sin la voluntad de los dioses vino ese hornbre a la casa de
(diseo" (XVIN.353). No es sin laironia objetiva, ya enel
mismo sentido en que la emplea la tragedia (compérese
‘con el Edipo rey, de S6focles: “Yo lucharé por Layo como
Por mi propio padre’, verso 264; ‘Su rostro, no muy dis-
‘ante del ayo’, verso 743)
"A propésito de los prélogos de Eurfpides demostré
Lessing que en una escena de reconocimiente la tensin es
‘menor cuando el piblico recibe sorpresa que cuando cono-
ce lo que se esta representando y lo que esté por venir. Tal
actitud es muy frecuente en la segunda parte de La Odi-
sea... Al principio, y repetidas veces después, te destaca
on énfasis que en cl mendigo esté oculto el seior. En lugar
dena f6rmula cualquiera leemos en las primeras palabras
del porquerizo 'y habl6 al rey de esta manera’ (XIV.36).
Anzlogamente cuando después toman el camino dela cit-
ddad (XVIL201 y 5.):*-.mientras Eumeo conducfa hacia la
ciudad a su rey, semejante a un viejo y ruin mendigos y mi-
serables ropas cefian su cuerpo.’ La reinallora por st ma-
ido ‘que esté sentado junto a ella” (XIX.209):y no lo echa
de ver; con todo, ha dese ella quien nos lo recuerde:cuan-
do encarga a la nodriza que lave los pies al forasteo, dice
(C1X.358): lava, de tu seior ...'s el rapsoda se detiene; el
piblico escucha en suspenso: no, la palabra que sigue no es
“Tos pies’ sino ‘el eompafiero en edad’. Pero se demora en la
‘comparacin: también Odiseo tendré ahora esas manos y
pies, pues pronto envejecen los hombres con los padeci-
mientos. Y en el auditorio surge un intenso interés por la
pareja que ha de volver a unise. Semejante, y apenas me-
ros enérgica, es la escena anterior con el porquerizo, Eu-
‘meo habia evitado, al principio, lamar al héroellanamente
Por su nombre; aunque habla continuamente de él, lo de-
15rnernopuccion
sign valiéndose dels palabras, aqué ele Por skimo
~el huésped lo ha interrogado expresamente-se deja arran-
car el nombre: ‘Aquéjame el amor del ausente Odiseo; y
‘aunque no se halla acé, verglienza tengo de nombrarlo,
pues me amaba mucho y euidaba de mi en su coraz6n;
‘hermano mio=, le llamo por més que esté lejos’. Tres veces
dice elansente, yaquel a quien Io dice es precsamente
Ssefor. {Como mantendrd Odiseo su disfrar ante tanto
amor y tanta fidelidad?¢Cmo recibir sin ealar las iju-
rias de sus enemigos? Una de las primera prucbas ela vi-
ta desu vigjo pero, que todavia menea el abo para sale
darle, pero no pede levantarse ni acrearse. Oiieo mira a
tnladoy seenjuga unalgrima,‘ecatindore ficient de
Eameo' luego habla de pris, para vencer su emocién. En
Jasala en que comeny rien ls petendientes) Telémaco y
A debencaidar de que nadie se pereate de que obran de
acuerdo. Eljoven amo enva al mendgo un pan entero yn
ttozo de came, yal mismo tiempo la orden de que pida a
todos los presenes. Oise da las gracias a su benefactor
con una bendiion y agrega, al parecer inocentemente:'y
‘que se cumpla cuanto su corazén desea’ (XVIL355). Frente
2 Antinoo, «quien por lo demi ha importanado,y quel
ha herido arrojindole un ecabel, ext firme como una
roca’ (XVIL463-4). La stuacion ex casi més dif ara Te-
lemaco, que debe presencar cuanto acontece asi padres
prose reprime, no llc y slo mueve en silencio la cabeza
“tgitendosinistosardides en el fondo des pecho' La ir
cha con ro trae en otra forma el peligro del descubrimien-
tojel éroe golpealigeramente, sein dice el ganapé,
ra que nolo reconocesen lo aqueos(XVIIL94), acoge
Con callada alegria, como buen agiero el deseo que los
Dretendintes expresan endo al encedor: asf le ororgue
eas lo que mis ansa, Pro lego, en sus palabras a Ans
16
inernopucciOx
‘nomo,¢lpretendiente a quien de buen grado queria salvar,
va casi demasiado lejos en sus alusionesal préximo retomo
del rey. Anfinomo no lo oye. Con esta escena hace juego
‘otra que, dentro de su redacido marco, es una obra macs-
ta. Sin provocacin alguna, Eurimaco se mofa de extran-
jero-de ‘Oise asolador de ciudades, nos recuerda el po-
eta~ con Ia invitaci6n a que entre a su servicio como
labrador, pero se apresura a agregar que el forasero no
aceptaré, porque prefierellenar su insaiablevientre men-
digando. Odiseo responde que una prueba pondria en cla-
+0 cul de los dos puede hacer més. Desarrolla el pensa-
rmiento en tres etapa, de intencién cada vex més grave, de
pintura mis amplia, de consecuencias mas importantes, y
Ia Gltima, expresads en forma tal, queen ella el ofendido
‘pasa al ataque: jEusimaco! Si hubigramos de competir en
‘el trabajo de a sega en la estacin primavera, cuando son
largos los dias, y yo tviese una hoz bien curva, y ti otra
tal, para probarnos ena faena, y nos quedramos en ayu-
nas hasta elamanecer, ylahierba no faltara; 0 siconviniera
aguiar unos magnificos bueyes de lucientepelaj, grandes,
hartos de hierba, parejos en la edad, con una carga cuyo pe-
so no fuera menguado, para Ia labranza de un campo de
‘cuatro jornaes y de tan buen tempero que los terrones c=
diesen al arado, me verias abriendo un no intecrumpido
surco,¥siel Cronin suscitara hoy una guerra y yo tuviera
‘un eseudo, dos lanzas y un cascode bronce, bien ajustado
‘amis sienes’ [el recuerdo surge vivaz en el vijo héroe; aqui
no agrega: ‘ye ota tal] verias Smo" [ya no's’ sino 'o-
so] me mezclara con los que mejor y mas adelante licha-
ran, y ya no meincreparis por mi viene, como ahors.Pe-
ro mucha es tu insolencia, tienes énimo crue, pienso que
presumes de grande y fuerte porque ests entre pocos y no
4e los mejores.” [Asi habla el vagabundo, el menesteros0,
7rnerropuccion
‘alms altivo de toda la banda de nobles] ‘Si Odiseo torna~
ray volviera a su patria, pronto estas puerta tan anchas te
serian quizds angostas cuando salieses huyendo por el 2-
gun ala puerta.” Le muestra la puerta literalmente;
conciencia de ser el rey y el amo quiere irrampir sin freno,
‘pero triunfa la fuerza superios la resolucién de no faltar al
dominio de s{ mismo que con tanta insistencia encareci6 a
su hijo (XV1.274-80).
“En lo sabio de la ejecuci6n, en lo refinado de los efec-
105, es poco todo lo que se diga en elogio de la segunda
parte de La Odisea... Pro en muchos pasajes de la prime-
a encontramos gran semejanza, tanto en los motivos co-
‘mo en su estructura artista. El discurso en que Atenea
describ aoe qu ses de devprar el pats al gue ha
egado, la forma en que mantiene lejos el nombre, en que
lo hace mas claro Iuego, y por dltimo pronuncia ‘taca’ de
‘manera totalmente incidental ~en genitivo, como en
XIV.144, nombra Eumeo a su sefor-, es una muestra del
arte que hemos aprendido a conocer en estos poemas.
‘Comparese ahora e relato de c6mo Odiseo ceg6 al ciclope
(1X.382 y ss.): primero detalles materiales de horrible
‘exactitud, luego una comparacién sobre la forma de per-
foras, por fin el efecto fisico encendido en el ojo. Sentimos
aunacon el celope, sino e dolor, por lo menos el ansia de
espiro. Pero el poets no nos deja: primero hemos de ima-
sginarnos -otra vez con un detallado simil~ que las rafces