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El Porfiriato

El período se acota entre las dos fechas en las que ocupó la presidencia del país por
primera y última ocasión, respectivamente: el 28 de noviembre de 1876 Díaz inició su primer
mandato presidencial de facto meses después de vencer a los lerdistas e iglesistas y el 25
de mayo de 1911 meses después de haber estallado la Revolución renunció a la
presidencia y salió por exilio rumbo a Francia.

Díaz pacificó al país y no tuvo piedad en disolver rebeliones, siendo en todo momento
apoyado por los rurales y la policía secreta. Las rebeliones más conocidas fueron las de
Trinidad García de la Cadena y Heraclio Bernal en 1886 y la de Ramón Corona en 1889.
Los cuerpos de rurales se encargaban de aplastar violentamente todo rasgo de rebelión que
apareciera en el país. Así sucedió con los yaquis de Sonora y con los mayas en Yucatán. La
más importante de las rebeliones fue la de Tomóchic, en noviembre de 1891, debido al
pésimo estado de los campesinos que vivían miserablemente y no podían defender sus
derechos. En los últimos años del régimen, las huelgas eran cada vez más frecuentes.

Díaz se empeñó en permanecer en el poder y para ello logró el crecimiento de la economía


y aliarse con los poderosos de la época. Obtuvo prestigio gracias al progreso de la
economía y también a que respetó los cacicazgos de los pueblos, a fin de evitar rebeliones.
Inventó la ley fuga que fue una acción llevada a cabo por los cuerpos policíacos que
simulaban la huida de un preso para después matarlo.

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