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| noviembre 4, 2017
“Enseñar no debe parecerse a llenar una botella con agua, sino más bien a ayudar a crecer una
flor a su manera.” Noam Chomsky
Si bien es cierto existen diferentes teorías del aprendizaje. Enseñar a los niños el evangelio
es un factor principal como miembros de la iglesia. Sin embargo, es importante reconocer
en los niños su estilo de aprendizaje. Pero, ¿qué es estilo de Aprendizaje?
El término ‘estilo de aprendizaje’ se refiere al hecho de que cuando queremos aprender algo
cada uno de nosotros utiliza su propio método o conjunto de estrategias. Aunque las
estrategias concretas que utilizamos varían según lo que queramos aprender, cada uno de
nosotros tiende a desarrollar unas preferencias. Chalvin, M. J., Los dos cerebros en el aula, Ed.
TEA, Madrid, España, 1995.
Esas preferencias o tendencias a utilizar más unas determinadas maneras de aprender que
otras constituyen nuestro estilo de aprendizaje. Que no todos aprendemos igual, ni a la misma
velocidad no es ninguna novedad. En cualquier grupo en el que más de dos personas empiecen
a estudiar una materia todos juntos y partiendo del mismo nivel, nos encontraremos al cabo
de muy poco tiempo con grandes diferencias en los conocimientos de cada miembro del grupo
y eso a pesar del hecho de que aparentemente todos han recibido las mismas explicaciones y
hecho las mismas actividades y ejercicios.
Cada miembro del grupo aprenderá de manera distinta, tendrá dudas distintas y avanzará más
en unas áreas que en otras.Como padre, madre, o maestro es indispensable no perder de vista
el estilo que tiene nuestros alumnos o enseñantes. A continuación se mencionarán estos
estilos y la manera en que se pueden aplicar para enseñar el evangelio.
Cuando pensamos en imágenes (por ejemplo, cuando ‘vemos’ en nuestra mente la página del
libro de texto con la información que necesitamos) podemos traer a la mente mucha
información a la vez, por eso la gente que utiliza el sistema de representación visual tiene más
facilidad para absorber grandes cantidades de información con rapidez.
¿Cómo aplicarlo? Al enseñar un pasaje de las escrituras se puede realizar por medio de una
representación dramática, utilizar ayudas visuales, buscar algún video dentro de la liga
www.lds.org que pueda ayudar a que los niños entiendan algún principio. Mapas mentales,
etc.
El alumno auditivo necesita escuchar su grabación mental paso a paso. Los alumnos que
memorizan de forma auditiva no pueden olvidarse ni una palabra, porque no saben seguir. Es
como cortar la cinta de una cassette. Por el contrario, un alumno visual que se olvida de una
palabra no tiene mayores problemas, porqué sigue viendo el resto del texto o de la
información.
¿Cómo aplicarlo? La música es quizá uno de los mejores maestros en este estilo de
aprendizaje. Existe una gran variedad de himnos de la primaria que incluso nos ayudan con
temas de reverencia, principios del evangelio, etc. Narrar, describir, leer, exponer son
sinónimos que nos ayudarán a tener: un mejor aprendizaje.
Cabe mencionar que no siempre debe ser “maestro” los padres, madres, si no se debe brindar
la oportunidad de que los niños puedan enseñar.
¿Cansado de controlar la conducta de un estudiante sin éxito? ¿No deja de moverse? ¿Siempre
está jugando? ¿No presta atención? ¿Has escuchado el término kinestésico? Quizá ese
estudiante tiene desarrollado una habilidad diferente: Es voluntario, siempre termina primero,
es muy expresivo.
Albert Eistein decía: Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su
vida pensando que es inútil.
“Sea sensible a los sentimientos de los niños que tengan discapacidades físicas. Concentrarse
en las cosas que los niños sí pueden hacer y no en las que no pueden”. Para mayor
información en cuánto a ¿Cómo enseñar a las personas con discapacidades, véase: La
Enseñanza: El Llamamiento más importante. Páginas 41-43.
4. En el Programa de Fe Dios
Nos invita a ocuparse con metas referentes a Aprender y Vivir el Evangelio, a Prestar Servicio y
a utilizar los Talentos. Se pueden programar actividades referentes a estos ejes que permitan a
los niños estar en sintonía con el espíritu, que les ayude a comprender la importancia de
trabajar sobre metas desde una edad temprana.
A pesar de que este es un programa dirigido a niños de 8 años de edad en adelante, también
sirve de herramienta para poder darse una idea para programar actividades para niños más
pequeños, considerando la edad y adecuaciones pertinentes.
Nos insta a Enseñar el Evangelio a la manera del Salvador. ¿Cómo? Él Salvador los amó, oró
por ellos y les prestó servicio continuamente. Buscó oportunidades para estar a su lado y
expresarles Su amor. Conocía sus aficiones, esperanzas, deseos y lo que sucedía en la vida de
ellos.
Él sabía quiénes eran y lo que podían llegar a ser. Encontró maneras especiales para ayudarlos
a aprender, maneras específicas para ellos. Cuando tropezaban, Él no los abandonaba, sino
que seguía amándolos y ministrándolos. Él se preparó para enseñar, dedicando tiempo a solas
a la oración y al ayuno. Diariamente, en momentos de privacidad, procuró la guía de Su Padre
Celestial.
Él utilizó las Escrituras para enseñar y testificar acerca de Su misión, y enseñó a la gente a
pensar acerca de las Escrituras por sí misma y a utilizarlas para encontrar respuestas a sus
preguntas. El corazón de las personas ardía cuando Él les enseñaba la palabra de Dios con
poder y autoridad, y supieron por ellas mismas que las Escrituras eran verdaderas.
Empleó relatos sencillos, parábolas y ejemplos de la vida real que tuviesen sentido para ellas y
les ayudó a descubrir lecciones del Evangelio en sus propias experiencias y en su entorno. Les
habló de pescar, de nacer y de trabajar la tierra. Para enseñar cómo velar el uno por el otro, les
contó relatos de rescates de ovejas perdidas. Para enseñar a Sus discípulos a confiar en los
tiernos cuidados del Padre Celestial les instó a “considerar los lirios del campo”.
Él formuló preguntas que los hacían pensar y sentir de manera profunda; se interesó
sinceramente por escuchar sus respuestas y se regocijó con sus expresiones de fe. Les dio
oportunidades para hacer sus propias preguntas y compartir sus conocimientos y, además,
respondió a sus interrogantes y escuchó sus experiencias. Gracias a Su amor, ellos se sentían
seguros de compartir sus pensamientos y sentimientos personales.
Él los invitó a testificar y, cuando lo hacían, el Espíritu tocaba su corazón. “¿Quién decís que
soy yo?”, preguntó Él. Al responder Pedro, su testimonio se fortaleció: “¡Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente!”. Éste es, entonces, su llamamiento sagrado: enseñar como el Salvador
enseñó. Al hacerlo, los niños abrirán su corazón para que las semillas del Evangelio se puedan
plantar, henchir y crecer; lo cual los llevará a la conversión, la meta final de su enseñanza.