35

Productividad y Desarrollo.
Colombia: una Débil Agenda de competitividad
al 2022*

Productivity and Development.

Colombia: a Weak Competitiveness Agenda
to 2022.

Juan Diego Castrillón Cordovez ∂

Resumen
En este artículo se plantea que el modelo de sostenibilidad propuesto para Colombia hasta el año 2022
tiene una visión muy limitada al mejoramiento de la productividad, desconociendo la incidencia de otras
variables que no se deben dejar fuera de control. Se propone el ajuste de su Agenda Nacional por sec‑
tores, considerando como variables el territorio, los segmentos productivos y los programas ordenados
a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Igualmente, se propone la comprensión de la
sostenibilidad en su dimensión económica, social, ambiental e institucional, como también lo incluye
el modelo promovido por el Foro Económico Mundial y por grandes organizaciones corporativas que
lideran Global Reporting Iniciative 4 (GRI4).

Palabras clave
sostenibilidad, productividad, equidad, justicia.

Abstract
This article states that the sustainability model proposed for Colombia until 2022 has a very limited
vision of improving productivity, ignoring the incidence of other variables that should not be left out
of control. It proposes the adjustment of its National Agenda by sectors, considering as variables the
territory, the productive segments and the programs ordered to fulfill the Objectives of Sustainable
Development (OSD). It also proposes the understanding of sustainability in its economic, social,
environmental and institutional dimensions, as well as the model promoted by the World Economic
Forum and large corporate organizations that lead the Global Reporting Initiative 4 (GRI4).

Key words
sustainability, productivity, equity, justice.

Clasificación J.E.L: D63

* Artículo recibido el 08-08-2019 y aprobado el 18-12-2019.

∂
Doctor en Humanidades. Profesor de la Universidades Autónoma de Occidente y Pontificia Universidad Javeriana
de Cali, Colombia. Correo electrónico: juancastri77@hotmail.com.

Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019

 36
Introducción
Colombia tiene aún la oportunidad de
ajustar su Agenda Nacional de Com‑
petitividad, de consuno con los nuevos
gobiernos locales y departamentales
con miras al logro de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS), acogidos
por el Estado colombiano. Tal sectori‑
zación es un paso necesario que re‑
quiere revisar, además, la concepción
que se tiene de competitividad ligada a
la sostenibilidad. Es pertinente que la
Agenda de Competitividad de Colom‑
bia incluya también la nueva reflexión
de incidencia política que aporta el
Foro Económico Mundial (Schwab,
2018). Esa agenda pudiera también
reflejar avances del pensamiento
contemporáneo en las ciencias econó‑
micas y la comprensión interdisciplinar
de la realidad social del país.
La razón para proponer este ajuste es
que existe un vínculo entre competiti‑
vidad y sostenibilidad en lo social, lo
ambiental y lo institucional, no solo lo
económico. El desafío de la competiti‑
vidad refiere la búsqueda de un mejor
posicionamiento global que refleje la
capacidad que posee una nación para
lograr un crecimiento económico sos‑
tenido, en el largo plazo, por el manejo
racional de sus recursos materiales e
inmateriales, así como su capacidad
para proveer a sus habitantes de un
alto nivel de prosperidad, tal como lo
propone el Foro Económico Mundial
(WEF, por su sigla en inglés) (Schwab,
2018).
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
Juan Diego Castrillón Cordovez
La perspectiva colombiana de
competitividad
El enfoque asumido por Colombia
acerca de la competitividad requiere
contrastarse territorialmente para es‑
tablecer su eficacia. La calificación de
Colombia, basada en el análisis del
Anuario de Competitividad Mundial
(Schwab, 2018), ubica al país en la
posición 60 entre 140 en el 2018. En
2017, dentro del ranking estaba en
la posición 57 entre 135 países. La
inclusión de más países en el análisis,
año tras año, podría explicar la caída
de tres posiciones del desempeño na‑
cional, aunque su desempeño mejoró
(+0.1) y, a nivel latinoamericano, se
mantuvo por cuarto año consecutivo
como el quinto país más competitivo
de la región (Schwab, 2018).
Adicionalmente, es de considerar que
el Informe de Competitividad Global
2018 del Foro Económico Mundial
introduce el nuevo índice de competi-
tividad global (IGC) 4.0. Se distinguen
nuevas variables de productividad y
crecimiento a largo plazo, en la era de
la cuarta revolución industrial (4IR, por
su sigla en inglés). Su análisis se basa
en una metodología sustentada en la
integración de las últimas estadísticas
de organizaciones internacionales y
encuestas realizadas con ejecutivos.
Plantea que el logro —al mismo tiem‑
po— de la equidad, la sostenibilidad y
el crecimiento es posible, pero necesi‑
ta liderazgo proactivo de largo plazo.
 Productividad y Desarrollo.
Colombia: una Débil Agenda de Competitividad al 2022
En Colombia, un paso significativo ha
sido la creación del Sistema Nacio‑
nal de Competitividad e Innovación
(SNCI), como ejemplo de un arreglo
institucional público-privado que busca
mejorar el nivel de competitividad del
país; así como la creación del Consejo
Privado de Competitividad como un
think tank, el cual reúne al sector priva‑
do y a la academia y que utiliza el IGC
para analizar la competitividad a nivel
subnacional (índice departamental de
competitividad).
Tal distinción conlleva a indagar sobre
las bases disciplinares del enfoque
colombiano frente al global y si tiene
relación con el modelo liberal distribu‑
tivo del bienestar, donde los niveles
de igualdad o desigualdad se expli‑
quen por el crecimiento económico.
El enfoque colombiano implica una
relación directamente proporcional
entre productividad de bienes y ser‑
vicios en mercados globalizados con
el mejoramiento de las condiciones
de ingreso y calidad de vida; ello, sin
considerar variables e indicadores
distributivos o redistributivos con el
riesgo de la acumulación y concen‑
tración del ingreso en fenómenos
de inequidad social que distorsionen
el consumo y frenen la dinámica de
crecimiento de la productividad. La
evidencia empírica no es general ni
resulta suficientemente contundente
y, en cualquier caso, no es de es‑
perar que los niveles de igualdad o
desigualdad puedan ser únicamente
explicados por el crecimiento econó‑
mico (Salvia & Donza, 2001).
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
37
En el caso colombiano, estos resulta‑
dos tienen antecedentes de orienta‑
ción de política pública. El documento
del Consejo Nacional de Política
Económica y Social CONPES 3439 de
2006 recoge la definición de competi‑
tividad desde un enfoque económico
orientado a producir bienes y servicios
capaces de competir exitosamente en
mercados globalizados. Dicho enfoque
es también paralelo al mejoramiento
de las condiciones de ingreso y calidad
de vida de su población. El documento
precisa que “la competitividad es el
resultado de la interacción de múltiples
factores relacionados con las condicio‑
nes que enfrenta la actividad empresa‑
rial y que condicionan su desempeño,
tales como infraestructura, recursos
humanos, ciencia y tecnología, insti‑
tuciones, entorno macroeconómico, y
productividad” (CONPES 3439, 2006,
p. 1).
Adicionalmente, pueden mostrarse,
desde la teoría económica, varios
referentes epistemológicos a un libe‑
ralismo muy restringido en la Agenda
Nacional de Competitividad, con base
en el Plan Nacional de Desarrollo
2019-2022. Si se considera la enun‑
ciación de las líneas de dicha agenda,
la competitividad resulta de la suma
de los rendimientos económicos de
los individuos y empresas: sea por el
ingreso o el consumo. Sin embargo,
tal aproximación epistémica no está
exenta de problemas de sesgo o de
falta de información en el análisis de la
dimensión social y política de la com‑
petitividad y del bienestar en general.
 38
No obstante, es de reconocer que si
existirían otros presupuestos epis‑
temológicos de las teorías liberales
que estarían implícitos en el enfoque
colombiano, en su agenda de la com‑
petitividad, con atención no solo en
el ingreso o consumo como medios
para satisfacer necesidades básicas,
sino en el desarrollo de capacidades
de utilizarlos para garantizar ciertos
funcionamientos del individuo (fija‑
dos, según un máximo u óptimo de
desarrollo humano). Este sesgo social
se encontraría en la enunciada línea
temática de educación, cuando refiere
al sistema de certificación de compe‑
tencias laborales, el cual tiene relación
con el modelo del desarrollo humano
basado en capacidades de desempe‑
ño, donde “capacidad” (capability), sig‑
nifica la diversidad de combinaciones
de funcionamientos que (una persona)
puede conseguir (Sen, 2000).
Así pues, de validarse para Colombia
esta interpretación de competencia
en perspectiva de desarrollo humano
y que, si aparece diferenciado en la
Agenda del WEF, sería necesario que
el seguimiento de la competitividad, en
el caso colombiano, no se limitara a la
certificación de competencias y que,
además, este objetivo de desempeño
tuviera efectos explícitos esperados
en la productividad (Anexo 1). Su‑
mado a ello, para retomar el enfoque
recomendado en la Agenda del WEF,
se requiere la integración de agen‑
cias como las relacionadas con los
Objetivos de Desarrollo del Milenio,
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
Juan Diego Castrillón Cordovez
para el caso colombiano. Igualmente,
que en su seguimiento se bebiera de
las fuentes del liberalismo político
utilitarista liberal que no se limitan al
reduccionismo empresarial, sino que
están abiertas al contrato social y a la
búsqueda de consensos, incluyendo
satisfactores relevantes del desarro‑
llo humano (Max-Neef, Elizalde, &
Hopenhayn, 1986). En este mismo
sentido y en contra de un imaginario
empresarial entre baja productividad
y bajos salarios, se podría considerar
una política social vigorosa, en tanto
eleve la calidad de vida y oriente a las
empresas a generar un círculo virtuoso
entre remuneración y productividad
(Pérez-Sáenz, 2017).
El listado de líneas temáticas permite
advertir las limitaciones del enfoque
colombiano frente al validado global‑
mente acerca de la competitividad: el
Gobierno colombiano, en su Agenda
2019-2022 del Sistema Nacional de
Competitividad, Ciencia, Tecnología e
Innovación (SNCI, 2019) con base en
el Plan Nacional de Desarrollo del cua‑
trienio, distingue diez líneas temáticas,
nueve de las cuales están claramente
conectadas al binomio competitividad
y productividad, sin una enunciación
precisa de las variables sociales, am‑
bientales e institucionales (Anexo 2).
El marco teórico liberal del desarrollo
con base en capacidades, difuso en
la agenda colombiana y que amerita
la enunciación de indicadores de
meta explícitos en su plan de acción,
 Productividad y Desarrollo.
Colombia: una Débil Agenda de Competitividad al 2022
es, por el contrario, muy claro para
la comunidad internacional, desde
el Foro Económico Mundial, ya que
plantea pilares, entre otros menciona‑
dos antes, relacionados, en su orden
original, en el entorno de negocios: “1)
instituciones; 5) salud; 6) capacidades
(educación y capital humano); 7) mer‑
cado productivo; y, 8) mercado laboral”
(Schwab, 2018, p. 2).
Respecto a la aproximación evidente
de la agenda global a la gestión del
desarrollo humano con base en capa‑
cidades, entendidas como “un conjun‑
to de oportunidades interrelacionadas
para elegir y actuar” (Nussbaum, 2012,
p. 40), esta se ha elaborado en el con‑
texto de las políticas internacionales
para el desarrollo, incluso de países
más ricos, como se puede confirmar
desde la anterior enumeración del
Foro Económico Mundial; asimismo,
sus datos han sido siempre importan‑
tes para elaborar los informes de la
Oficina del Informe sobre Desarrollo
Humano de la ONU. Significa que, en
Colombia, esas líneas de competiti‑
vidad debieran considerarse también
explícitamente o preverse indicadores
de desempeño que puedan señalarse,
en perspectiva social, de capacidades
y de desarrollo humano.
El ajuste al enfoque colombiano con
miras al 2022 es pertinente en cuanto
que corresponde a una concepción
de la justicia social que garantice
condiciones básicas para la dignidad
de la vida humana, cuya comprensión
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
39
desde variables en indicadores de
diagnóstico y de meta se evidencia
en la reflexión de grupos empresa‑
riales globales que han apelado a
procesos de consenso para llegar a
regulaciones como la ISO 26000 sobre
responsabilidad social empresarial y
los indicadores de Global Reporting
Initiative (GRI4) que incluyen la arti‑
culación de las dimensiones social,
económica y ambiental.
El debate teórico sobre la
competitividad
Este desafío es asunto de la episte‑
mología, entendida como la reflexión
sobre los medios y modos de produc‑
ción de la teoría y metodología de las
ciencias. Desde el interior de las dis‑
ciplinas económicas y administrativas
se distinguen orientaciones al manejo
del talento humano, la innovación
en la producción y el intercambio, la
resiliencia y la velocidad de las tran‑
sacciones, junto con nuevos canales
de integración y movilidad social,
como aspectos fundamentales del
éxito económico en la era de la 4IR.
En tal sentido, es pertinente hacer una
reflexión epistemológica y de alcance
práctico, como la presente, entendida
como la indagación sobre el origen y la
producción disciplinar de las ciencias,
en este caso, referida a los concep‑
tos de productividad, competitividad
y desarrollo y a su proyección en la
agenda colombiana de competitividad
2019-2022.
 40
En la representación social y empre‑
sarial de la competitividad, suelen
predominar referencias a la mayor pro‑
ductividad y uso eficiente de recursos,
como una condición para el crecimien‑
to económico. De hecho, la competi‑
tividad se incrementa cuando mejora
la eficiencia en la productividad, en
condiciones de estabilidad macroeco‑
nómica, de goce de infraestructura y
servicios y mercados eficientes que
incluyan el corto y largo plazo.
En el posicionamiento del modelo
teórico de la gestión macro y microeco‑
nómica a favor de la competitividad, ha
sido fundamental el aporte de Porter
(1990), para quien esta se basa en la
productividad de bienes y servicios,
determinada por factores como la
calidad de políticas institucionales
(macro) que inciden en los negocios y
en lo microeconómico, en la capacidad
tecnológica de absorción, de mejora
y de creación de innovación de las
empresas.
La crítica a este concepto proviene
de Paul Krugman, quien a través del
cuestionamiento de las razones del por
qué los países son diferentes entre sí
y sobre el por qué algunas naciones
exportan productos agrícolas, mientras
otros exportan bienes industriales o
siderúrgicos, a partir de la cual argu‑
menta la debilidad del concepto de
competitividad de las naciones (Krug‑
man, 1993).
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
Juan Diego Castrillón Cordovez
La revisión de Krugman, que le ameritó
ganar el premio nobel de economía,
explica que el comercio internacional
está dominado por países caracteriza‑
dos por tener condiciones económicas
similares y que intercambian productos
similares, lo cual facilita la especiali‑
zación de la producción a gran escala
y, a su vez, repercute en una dismi‑
nución de los precios y el incremento
de una gran diversidad de artículos
de consumo. Adicionalmente, la gen‑
te tiende concentrarse en núcleos
urbanos similares, cuyo crecimiento
poblacional contribuye al aumento de
esta producción a gran escala, la cual,
a su vez, causa un incremento de los
ingresos y una mayor diversidad de
oferta de mercancías.
De esta manera, según las teorías de
Krugman (1993), el modelo de compe‑
titividad de empresa, industria o corpo‑
ración es aplicable solo para referirse
al estándar de vida de los ciudadanos,
determinado por factores domésticos
relacionados con la productividad,
descartando que ello implique que,
en competencia internacional, dicho
término tenga utilidad. Otras aporta‑
ciones teóricas sobre este concepto
hacen énfasis en considerar el peso
de las políticas de Estado, el papel de
los gobiernos como factor endógeno,
así como el alcance geográfico de las
empresas multinacionales y globales.
 Productividad y Desarrollo.
Colombia: una Débil Agenda de Competitividad al 2022
En la construcción de este imaginario,
ha sido determinante, además de la
teoría económica clásica y moderna,
la historia del índice global de com‑
petitividad (IGC) del Foro Económico
Mundial, al igual que el Anuario de
Competitividad Mundial, generado
por el International Institute for Ma-
nagement Development. Asimismo,
han influido organismos multilaterales
como el Banco Mundial (BM), el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Ban‑
co Interamericano de Desarrollo (BID).
En este proceso, han sido significati‑
vas las representaciones, a partir de
las imágenes y modelos compartidas
de empresas, mediante encuestas
promovidas por grupos académicos
de universidades y de centros de pen‑
samiento, investigación y desarrollo.
A modo de ilustración de la importan‑
cia de este paradigma, puede citar‑
se, en primer lugar, el índice global
de competitividad 2018, el cual, a
nivel mundial, en un ranking de 140
países, posiciona a Estados Unidos
como el más competitivo del mun‑
do, seguido por Singapur, Alemania,
Suiza, Japón, Holanda, Hong Kong,
Reino Unido, Suecia y Dinamarca. En
Latinoamérica, Chile lidera el grupo
de los países más competitivos de
la región (posición 33), seguido por
México (46), Uruguay (53), Costa
Rica (55) y Colombia (60). Los últimos
de la región son Venezuela (127) y
Haití (138). Este ranking también lo
confirma el Centro Latinoamericano
para la Competitividad y el Desarro‑
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
41
llo Sostenible (CLACDS) del INCAE
Business School, socio regional del
Foro Económico Mundial. Su informe
de competitividad del 2018-2019, se
basa en alrededor de 800 encuestas
a ejecutivos de empresas, junto con
datos oficiales de cada economía, y
son insumo para la toma de decisio‑
nes. De acuerdo con Schwab (2018),
este índice identifica los siguientes
pilares relacionados con el entorno
de negocios:
1. instituciones;
2. infraestructura;
3. adopción de tecnologías de la
información y comunicación;
4. estabilidad macroeconómica;
5. salud;
6. capacidades (educación y capital
humano);
7. mercado productivo;
8. mercado laboral;
9. sistema financiero;
10. tamaño del mercado;
11. dinamismo empresarial;
12. innovación.
Las variables tienen distinto peso en
la construcción del índice global, pues
no resultan de un promedio aritmético.
En el campo epistemológico, la re‑
presentación en las disciplinas eco‑
nómicas y administrativas también
privilegia la posibilidad instrumental
del saber hacer en contextos sociales,
económicos y ambientales, mediante
la creación de “valor compartido”
(Porter, 2011), el cual relaciona la
 42
institucionalidad empresarial, la insti‑
tucionalidad gubernamental, el desa‑
rrollo de clústeres de alto potencial, la
productividad, la ubicación geográfica
y la diversidad ecológica, todas estas
condicionadas por la inversión y la in‑
novación. Otro aspecto significativo de
la representación de la competitividad
es que sus pilares para establecer un
ranking mundial permiten diferenciar
la configuración de la empresa, del
individuo, de la sociedad y del Estado,
propio del modelo liberal de movilidad
y de estratificación social (Hernández,
2007).
En perspectiva histórica de la tradición
liberal de Adam Smith y David Ricardo,
la competitividad puede diferenciarse
desde el tránsito de una economía ba‑
sada en la explotación de recursos na‑
turales con poco valor agregado y con
mano de obra poco calificada, hacia
una economía modernizada basada
en el fortalecimiento de la inversión y
que apunte a la especialización de la
producción con estrategias globales.
De acuerdo con los autores, esto re‑
quiere de un enfoque de construcción
de ciudadanía desde la exclusión
hacia la inclusión, así como la mayor
movilidad social centrada sobre el
mundo de la producción, el trabajo y
el consumo en la economía formal,
dentro de una concepción liberal de
la sociedad clasificada por estratos.
El reto de la competitividad también es
ideológico, por su punto de partida en
encuestas de representaciones socia‑
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
Juan Diego Castrillón Cordovez
les, empresariales y las que mejor ex‑
pliquen, con ayuda de la investigación
académica, las diferencias de creci‑
miento por determinantes globales de
apertura comercial, de hipersegmen‑
tación de los consumidores, de revolu‑
ción tecnológica y de comunicaciones;
y, por otro lado, por condiciones de
coyuntura local y regional, como, en
el caso colombiano y latinoamericano,
la emergencia de nuevos consensos a
favor de la paz y la democracia. Así, la
medición de la competitividad no está
exenta de una carga ideológica, en la
cual se advierten elementos propios de
una comprensión liberal. Igualmente,
se pueden detectar en su enfoque
las tradiciones modernas del evolu‑
cionismo social que hacen énfasis en
la lucha irrestricta por lograr la oferta
dominante y la demanda agregada
en los mercados locales y globales
(Hernández, 2007).
Desarrollo sostenible y
posdesarrollo
Desde hace varias décadas, Colombia
le ha apostado por un modelo neoli‑
beral que es susceptible de críticas,
aún desde las perspectivas del Foro
Económico Mundial y del GRI4. Para
ampliar la crítica, es pertinente anotar
que el debate en el siglo XXI, como
reseña Escobar (2012) parece girar
alrededor de distintos direccionamien‑
tos, los cuales pueden sintetizarse del
siguiente modo:
 Productividad y Desarrollo.
Colombia: una Débil Agenda de Competitividad al 2022
1. “Modelos alternativos al desa‑
rrollo” en perspectiva de indi‑
cadores de desempeño local
sectorial y territorial con prota‑
gonistas en una administración
participativa comunitaria.
2. El “desarrollo sostenible” que
articule la triple dimensión de lo
social, económico y ambiental.
3. El “posdesarrollo” que cues‑
tiona que el desarrollo sea al
futuro un principio organizativo
central de la vida social, que
le apuesta a intentos de glo‑
balización contra-hegemónica
que se abre a una diversidad
de concepciones sobre el de‑
sarrollo, cuestiona la perspec‑
tiva general de globalización
dominante a través de diná‑
micas de auto organización
de movimientos sociales como
una nueva estrategia política y
una nueva lógica de lo social
considerando que los recursos
planetarios son limitados y
ameritan replantear la pers‑
pectiva del progreso. (Escobar,
2012, pp. 15-16)
Hasta finales del siglo pasado pueden
diferenciarse, según Escobar (2014),
tres teorías contrastables: la teoría de
crecimiento y modernización, en las
décadas de los cincuenta y sesenta; la
teoría de la dependencia y perspecti‑
vas relacionadas, en los años sesenta
y setenta; y aproximaciones críticas al
desarrollo como discurso cultural, en
la segunda mitad de la década de los
ochenta y los años noventa.
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
43
Esta última abrió la posibilidad al plan‑
teamiento del posdesarrollo (Escobar,
1999).
En esta tercera perspectiva se podría
ubicar el enfoque del desarrollo como
Buen Vivir, el cual propone la intercul‑
turalidad como principio rector con én‑
fasis político-económicos, tales como
la soberanía alimentaria, el control de
los recursos naturales, la justicia social
y el derecho humano al agua (Acosta,
citado por Escobar, 2012).
Es de observar que estas conceptua‑
lizaciones implican una taxonomía
con su propio sistema bipolar de
valoraciones, aspiraciones y metas,
promovidas con relativa frecuencia
por grupos hegemónicos que actúan
como principio o autoridad orientadora.
Puede definirse, igualmente, como
dispositivo para mejorar de modo
normatizado la productividad, el con‑
sumo y la cultura en general. Suele
implicar otras acepciones: alteridad,
progreso, modernización, moderni‑
dad, evolución, sostenibilidad, cambio
social, planificación, calidad de vida,
bienestar, felicidad (Carvajal, 2009).
Contra una corriente economicista
alrededor de datos consolidados de
industrialización, de crecimiento del
producto interno bruto y del ingreso per
cápita, para Amartya Sen, en su libro
Desarrollo y Libertad (2006), propone
centrar la atención en la expansión
de las libertades reales que disfrutan
 44
los individuos, como fin primordial y el
medio principal del desarrollo. Sin em‑
bargo, aún hoy ha predominado una
visión economicista que no representa
la especificidad del bienestar de los
individuos ni comprometen prácticas
de equidad ni inclusión (Nussbaum,
2012).
Desde un principio de realidad que
demanda la aplicación efectiva y con
recursos financieros del presupuesto
nacional, para un modelo de competiti‑
vidad empresarial por parte instancias
gubernativas, paralelamente al segui‑
miento a los ODS que articulan des‑
empeños en lo social, lo económico y
lo ambiental también como agenda del
Gobierno colombiano, es significativo
reconocer la posibilidad del enlace de
tales perspectivas con su aplicación
por sectores económicos, así como
por circunscripciones políticas territo‑
riales en Colombia.
Ello dependerá de la configuración de
los nuevos gobiernos departamenta‑
les que, para el cuatrienio 2020-2023,
se alineen con las líneas de acción de
planeación nacional y de la hacien‑
da pública. El ajuste de perspectiva
requiere del protagonismo de los
nuevos gobiernos departamentales y
municipales para el cuatrienio 2020-
2023. Esto puede concretar ajustes
a la praxis de la competitividad, en
clave del siglo XXI, frente a las líneas
de acción del Departamento Nacio‑
nal de Planeación y de la Hacienda
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
Juan Diego Castrillón Cordovez
Pública, de carácter economicista y
sin mayor contenido social, ambiental
e institucional.
Conclusiones
A partir de una reflexión epistemológi‑
ca alrededor de los conceptos de pro‑
ductividad, competitividad y desarrollo,
se ha planteado en este artículo que,
en la Agenda Nacional de Competiti‑
vidad 2019-2022 aparece un enfoque
restringido de la competitividad, en
clave de prosperidad económica con
base en la promoción de condiciones
al empresariado, a cuya iniciativa co‑
rrespondería el impulso de lo social.
Esta reflexión se ha llevado a implica‑
ciones prácticas para aportar elemen‑
tos epistemológicos significativos que
permitan abordar el mejoramiento de
la productividad, la competitividad y
la sostenibilidad de sectores produc‑
tivos en el departamento del Valle del
Cauca.
Se ha puesto en evidencia que la
Agenda Nacional de Competitividad
dista de la visión de competitividad
y desarrollo sostenible en su triple
dimensión (económica, social y am‑
biental), promovida a nivel global por
instituciones como el Foro Económico
Mundial y por grandes organizaciones
corporativas como el GRI4.
Uno de los recursos metodológicos
para corregir la distorsión del modelo
colombiano, al menos, respecto a
 Productividad y Desarrollo.
Colombia: una Débil Agenda de Competitividad al 2022
los parámetros del índice global de
competitividad del Foro Económico
Mundial y la triple articulación del de‑
sarrollo del Global Reporting Initiative
4, pudiera ser la articulación con la
agenda de seguimiento de los Obje‑
tivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
hasta 2030.
En tercer lugar, se plantea la sectori‑
zación de esa agenda nacional consi‑
derando como variables el territorio y
los segmentos productivos regionales.
Si no se gestionan consensos “solapa‑
dos” entre actores económicos y socia‑
les, esta recomendación provisional
es objetable, pues corre el riesgo de
convertirse en un intento de salvar las
estrategias y los procesos convencio‑
nales y articular normativas y recursos
de gobierno y de sectores corporativos
que lideran la modernización económi‑
ca, los cuales recrean geografías de la
pobreza y la exclusión.
Considerando que desde fuera de un
marco institucional regulador es más
complejo viabilizar modelos alterna‑
tivos de desarrollo, se debe insistir
en corregir la distorsión del modelo
colombiano de competitividad con la
alineación de la agenda respectiva
con la agenda para los ODS y los
planes municipales y departamenta‑
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
45
les de desarrollo, considerando como
variables el territorio y los segmentos
productivos regionales.
Referencias
Carvajal-Burbano, A. (octubre, 2009).
¿Modelos alternativos de desarrollo
o modelos alternativos al desarrollo?.
Prospectiva Revista de Trabajo Social
e Intervención Social, (14). Recu‑
perado de http://revistaprospectiva.
univalle.edu.co/index.php/prospectiva/
article/view/1095
Consejo Nacional de Política Económi-
ca y Social [CONPES]. (agosto, 2006).
Institucionalidad y principios rectores
de política para la competitividad y
productividad. Documento CONPES,
(3439). Recuperado de http://www.
colombiacompetitiva.gov.co/snci/Do‑
cuments/Conpes-3439-2006.pdf
E scobar , A. (2012). Más allá del
tercer milenio. Globalización y di‑
ferencia. Recuperado de http://bi‑
blioteca.icanh.gov.co/DOCS/MARC/
texto/303.44E74m.pdf
_________. (2012). La invención del
desarrollo. Popayán: Universidad del
Cauca.
 46
García-Ochoa, J. J., León-Lara, J. D., &
Nuño de la Parra, J. P. (julio-septiem‑
bre, 2016). Propuesta de un modelo
de medición de la competitividad me‑
diante análisis factorial. Contaduría y
Administración, 62(3). Recuperado de
https://www.sciencedirect.com/scien‑
ce/article/pii/S0186104217300372
Hernández, A. G. (2007). El paradigma
competitivo: aspectos fundamentales
de la ideología y las prácticas pre‑
dominantes en economía y gestión.
Revista Universidad & Empresa, 9(13).
Recuperado de https://revistas.urosa‑
rio.edu.co/index.php/empresa/article/
view/1039
Krugman, P., & Obstfeld, M. (1993).
Economía internacional: teoría y polí-
tica (10ª ed). Barcelona: McGraw-Hill /
Interamericana de España, S.A.
Max-Neef, M., Elizalde, A., & Hopen-
hayn, M. (1986). Desarrollo a escala
humana: una opción para el futuro.
Uppsala: CEPAUR-Dag Hammarskjöld
Foundation.
Nussbaum, M. C. (2012), Crear capa-
cidades. Propuesta para el desarrollo
Humano. Barcelona: Paidós.
Pérez-Sáinz, J. P. (2017) Imaginarios
sociales del empresariado en Centro‑
américa. Una aproximación a partir de
la competitividad y la responsabilidad
social. Anuario de Estudios Centroa-
mericanos, Universidad de Costa Rica,
43. Recuperado de https://revistas.
ucr.ac.cr/index.php/anuario/article/
view/31548/pdf
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
Juan Diego Castrillón Cordovez
Porter, M. E., & Kramer, M. (January-
February, 2011). Creating Shared
Value: Redefining Capitalism and the
Role of the Corporation in Society. Har-
vard Business Review. Recuperado de
https://hbr.org/2011/01/the-big-idea-
creating-shared-value
Salvia, A., & Donza, E. (julio-septiem‑
bre, 2001), Cambios en la capacidad
de bienestar y en la desigualdad
distributiva bajo el nuevo modelo
económico en el Gran Buenos Aires.
Papeles de población, 7(29). Recu‑
perado de http://www.scielo.org.mx/
scielo.php?script=sci_arttext&pid
=S1405-74252001000300004
Schwab, K. (2018). The Global Compe-
titiveness Report, 2018. Recuperado
de www.weforum.org/reports/the-
global-competitveness-report-2018.
Sen, A. (2006). Desarrollo y libertad (8ª
ed.). Bogotá: Planeta.
Sistema Nacional de Competitividad e
Innovación [SNCI]. (2019a). Agenda
Nacional de Competitividad, 2019-
2022. Recuperado de http://www.co‑
lombiacompetitiva.gov.co/SitePages/
Diagramas/agenda-snccti.html
__________. (2019b). Índice de Com-
petitividad Global -ICG (Index Global
Competitiviness). Recuperado de
http://www.colombiacompetitiva.gov.
co/snci/indicadores-internacionales/
indice-competitividad-global
 Productividad y Desarrollo.
Colombia: una Débil Agenda de Competitividad al 2022
47

Anexos

Anexo 1. La educación, la única línea temática explícitamente social en la

Agenda Nacional de Competitividad del Gobierno nacional.

Cuadro 1. Línea educación de la Agenda Nacional de Competitividad e Inno‑

vación 2019-2022 (adaptado)

Línea Temática Indicador de Indicador de

Producto
PND desempeño objetivo

Reglamentación e im‑
plementación del marco
nacional de cualificacio‑
nes (MNC)
LB: 40%; Meta: 70%
Definición de condiciones
y mecanismos de Asegu‑
ramiento de la Calidad
LB: 20%; Meta: 80%
Diseño, reglamentación e
implementación del Sis‑
tema de Certificación de % de avance en la
Educación de
1. Sistema Competencias Laborales: implementación de
calidad para un
Nacional de LB: 30%; Meta: 80% los componentes del
futuro con
Cualificaciones Sistema Nacional de
oportunidades Restructuración y regla‑
implementado Cualificaciones (%) 
para todos mentación de la Normali‑ LB: 30 %; Meta: 69 %
zación de Competencias
LB: 40%; Meta: 80%
Diseño e implementación
del Sistema de Informa‑
ción del SNC
LB: 30%; Meta: 80%
Diseño e implementa‑
ción de un esquema de
movilidad educativa y
formativa
LB: 10%; Meta: 40%

Fuente: adaptado del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, 2019

Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019

 48
Anexo 2. Líneas temáticas del Sistema Nacional de Competitividad e Innova‑
ción (S.N.C.I.)
1. Estado simple: menos trámites, re‑
gulación clara y más competencia.
2. Pacto por el transporte y la logís‑
tica para la competitividad y la
integración regional.
3. Pacto por la transformación digital
de Colombia: Gobierno, empresas
y hogares conectados con la era
del conocimiento.
4. Educación de calidad para un futu‑
ro con oportunidades para todos.
5. Un mundo de posibilidades: apro‑
vechamiento de mercados interna‑
cionales y atracción de inversiones
productivas.
6. Entorno para crecer: Formaliza‑
ción, emprendimiento y dinamiza‑
ción empresarial.
7. Transformación empresarial: de‑
sarrollo productivo, innovación
y adopción tecnológica para la
productividad.
Revista de Economía & Administración, Vol. 16 No. 2. Julio - Diciembre de 2019
Juan Diego Castrillón Cordovez
8. Campo con progreso: una alianza
para dinamizar el desarrollo y la
productividad de la Colombia rural.
9. Pacto por la sostenibilidad: pro‑
ducir conservando y conservar
produciendo.
10. Pacto por la Ciencia, la Tecnología
y la Innovación: un sistema para
para construir el conocimiento de
la Colombia del futuro.
11. Colombia naranja: desarrollo del
emprendimiento de base artística,
creativa y tecnológica para la crea‑
ción de nuevas industrias.
Es pertinente observar que solo en
una de sus diez líneas temáticas
diferencian, de modo explícito, una
perspectiva social, referida a la educa‑
ción. Sin embargo, las metas en esta
línea aluden, principalmente, a la im‑
plementación de los componentes del
Sistema Nacional de Cualificaciones,
de una línea de base del 30 %, para
una meta del 69 %.