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EL FIN DEL PETROLEO

Por allá los años 80tas el actor Mel Gibson le daba vida a “Mad Max”, un sobreviviente en un
mundo apocalíptico que arriesgaba su vida a diario en busca del preciado combustible que ahora
simplemente escaseaba en la Tierra. La ficción se volvió realidad y 40 años después de aquella película el
escenario mundial pinta de esa manera; si bien la demanda sigue siendo alta por la cantidad de
vehículos a combustión en el mercado, es innegable que en algún momento la demanda supere la oferta
y que la transición a la energía limpia lo acelere todavía más. Arabia Saudita quien es ahora el mayor
exportador de petróleo del mundo espera invertir entre $30.000 – $50.000 en energías limpias. El
cambio climático se suma a esta iniciativa fomentando el interés y compromiso por parte de los países y
corporaciones en apostar en tecnología eficiente . “La cifra de vehículos eléctricos pasará de 1.2
millones en 2015 a 100 millones para 2035”, según la proyección del BP (British Petroleum). La OPEP
que hasta la fecha cubre un 28% de la demanda mundial llegaría a cubrir hasta un 40 % con la
exploración de pozos mar adentro, así como la fractura hidráulica (fracking); pero aun así han afirmado
que el declive del petróleo no se alargará más allá del 2040. El petróleo ha moldeado la geopolítica
mundial desde que se extrajo el primer barril de petróleo allá 1859 en Pensilvania (EE.UU), provocado
subidas y bajadas de precios, conflictos entre importadores, apagones, especulación y embargos; por lo
tanto es justo y necesario fijar una ruta diferente para todos los países comprometidos con el cambio
estableciendo cronogramas, cuotas, órganos de inspección , sanciones, y hasta la grabación al CO2 por
el bien de nuestro planeta y las futuras generaciones. Para países de Sudamérica esta transición llegará
como siempre tarde por nuestra cultura reacia al cambio, a la innovación; pero por otro lado llevará a
nuestra economía a dejar esta fuerte dependencia a los ingresos del petróleo. Dejaremos de malgastar
millones en obras civiles innecesarias como promesas de campaña y reduciremos tremendo gasto
público. Esta vez apostaremos por nuestra riqueza tecnificando: la agroindustria, el turismo, los
productos exóticos y el recurso humano tan abandonado. El empresario y magnate John D. Rockefeller
fundador de la Standard Oil Company ha de mirar con un orgullo desde el más allá no solo como su
legado se ha mantenido por medio de sus compañías descendientes como la Exxon Mobil o la Chevron
sino también como esta ha perdurado por más de 150 años.

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