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RESPONSABILIDAD CIVIL DEL TRANSPORTADOR DE PERSONAS Causal 3* de casacién. — Contrato de transporte de personas. — Responsabilidad por la pér- dida de su equipaje. — Cual es el dafio trascendente o resarcible y quiénes son y en qué medida los llamados a repararlo, — Distincién de regimenes legales de responsabilidad, asi en su formulacién doctrinaria como en su tratamiento procesal. — Responsabilidad del transportador de personas. — Exigencia legal y practicas de las pruebas del perjuicio. — Dafio a la persona. — Necesidad de su prueba. — Error de hecho y error de derecho. — Daiio moral. — Dafio a Ia actividad social no patrimonial y dafio moral propiamente dicho. Dafio moral cuando muere la victima, Corte Suprema de Justicia Sala de Casacién Civil Bogoté, abril 4 de 1968. Magistrado ponente: doctor trosa. (Aprobado Acta niimero 1 de 2 de abril de 1968) 1. Gustavo Sarmiento G. demandé por Ja yia ordinaria ante el Juzgado 6° Civil del Circuito de Bogoté a la empresa de transportes terrestres Flota Magdalena 8. A., para que se le condene a pagar la cantidad de doscientos mil pesos, 0 la que resulte de tasacién pericial, a él en su pro- pio nombre y ‘‘en representacién legal de su menor hijo extinto Fabio René”’, por mitades, como indemnizaeién del dafio que éste sufrié al morir y aquél con las lesiones personales reci- bidas y los objetos y dinero perdidos en el ae- cidente de transito de bus de la citada empresa, acaecido el 7 de octubre de 1960, cuando hacia su recorrido entre Popayan y Bogota, viajando ambos como pasajeros. Finaliz6 la primera instancia con fallo abso- lutorio, ubicando el caso fuera de toda vineula: cién contractual, al echar menos la prueba de que el vehiculo ‘accidentado estuviera entonees al servicio de la dicha empresa en transporte de personas. Apelada tal decisién por el actor, el Tribunal de Bogota 1a revoe6 y dispuso en reemplazo de- clavar la responsabilidad civil contractual de la Fernando Hines- demandada por la muerte del menor Fabio René Sarmiento y las lesiones de Gustavo Sarmiento, en el accidente de transito indieado, que se su: cedié mientras aquélla los transportaba, ‘“eon- denarla a pagar a la sucesién del menor, repre- sentada por el mismo Gustavo Sarmiento, la cantidad de dos mil pesos, a titulo de perjuicios morales subjetivos”’ y, absolverla ‘de las demas indemnizaciones demiandadas como consecuencia de los referidos dafios”’, en sentencia de 6 de junio de 1966, recurrida’en casacién por el mis- mo litigante. 2. Considera el Tribunal, en primer término, que a tono con la demanda’y la naturaleza del asunto, la responsabilidad que se trata de esta- blecer con este juicio es la que se desprende del contrato de transporte en virtud del cual las vietimas viajaban en el bus aceidentado, y no la_comtin por delitos y eulpas, por la cual se orienté el a quo y, en vista de ello, puntualiza los requisitos legales de la primera y se detieue en su consideracién doctrinaria, para luego ana- lizar el proceso en conjunto, juzgando acreditado que Sarmiento ajust6 contrato oneroso de trans- porte con la Flota Magdalena para el viaje entre Popayan y Bogoté el 7 de octubre de 1960, du- rante el cual, oeupando el bus 220 de dicha em- presa, ocurrid el siniestro, donde resultaron herido 61 y muerto su hijo menor. Continita el fallo sosteniendo, sobre ese pie y Ia auseneia de todo factor exonerativo de res- ponsabilidad aportado por la empresa transpor- tadora, el incumplimiento del contrato de parte Nameros 2297 2299 de ésta al no Hevar a los pasajeros ‘“sanos y sal- vos’? al lugar de su destino. El demandante, agrega el Tribunal, incoé la accién ‘en su propio nombre, con causa en el tafio de que personalmente fue victima, y en nombre de su hijo menor, colocdndose asi en el lugar y posicién del contratante muerto, y se considera legitima esta forma de demandar, por la aceptacién de pretensin indemnizatoria del heredero de quien pereeié en un aceidente ocu- rrido en la ejecucién de un contrato de trans- porte, con la salvedad de que la indemnizacién se deeretard en favor de la sucesién del contra- tante muerto, representada por el heredero que demanda”’. Respecto del daiio mismo y su reparacién, el sentenciador, tras de consideraciones generales sobre el quebranto causado con la muerte de un menor de corta edad, descarta la posibilidad de condena por perjuicios de orden material deri- vados del fallecimiento de Fabio René Sarmien- to, que contaba con escasos seis afios y no era ui podia ser sujeto activo de una utilidad eco- némica de la cual hubieran podido aprovechar: sus padres, al propio tiempo que estima indis- pensable la por daiio moral, ‘en favor de la su- cesién de aquel’’, en la cuantia maxima del ticulo 92 del Cédigo Penal, habida consideracién “de las caracteristieas de mayor gravedad que la muerte del hijo asume para los padres”. Y, cuanto al reclamo personal del actor, lo desecha por no haber acreditado las graves heridas que afirmé en su libelo de demanda, pues la cuenta por servicios hospitalarios a él prestados y las certificaciones médicas sobre su estado fisico y las consecuencias del aecidente, que adujo al pro- eso, carecen de: todo mérito al no emanar de funcionario autorizado legalmente para expedir certificacién y no haberse impetrado su recono- cimiento, para que al menos sirvieran como tes- timonios; y el dictamen pericial que pidié para que se le observaran las lesiones relacionadas en tales certificados, dej6 de practiearse por eulpa imputable al mismo; asi como por cuanto no demostré propiedad, preexistencia y consiguien- te falta de los objetos que levaba consigo, ni estableeié que su pérdida hubiera sido conse- cuencia inmediata y directa de la infraceién contractual, como quiera que en autos no aparece que Ia conduecién de tales bienes fuera materia del transporte. 3. Esgrime el recurrente las causales primera y tereera de casacién en tres eargos, que se resu- mmirén y analizardn seguidamente, en su orden l6gico: GACETA JUDICIAL 59 I. Causal tercera. “El Tribunal incurrié en una declaracién 0 disposieién contradictoria al decir que se condenaba al pago del perjuicio moral solamente, cuando éste es una consecuencia de la imputacién del dafio, en lo que existe una relacién de causa a efecto. Sobre esta contradic- cién le pedi aclaracién oportunamente, a pest de lo cual subsiste””. Considera la Corte: La causal tercera de casacién: “Contener la sentencia en su parte resolutiva declaraciones 0 disposiciones contradictorias, que subsistan a pe- sar de haberse pedido en tiempo aclaracién de ella’, encaminada a cancelar de ratz la posibi- lidad de asentamiento de fallos incursos en fla- grantes contrasentidos internos, subsistentes por incomprensién 0 empecinamiento del Tribunal, constituye un medio de corregir calificados ye- rros in procedendo, y tiene, como presupuesto ontolégico, el dicho vicio de formulacién, que imposibilita la aplicacién de la medida jurisdic- cional (casacién junio 26 de 1947, LXII, 476), y, su invocacién previa, en oportunidad (Cédigo de Procedimiento Civil, 482), a manera de re- quisito formal de viabilidad (casacién septiem- bre 30 de 1946, LXI, 107; noviembre 29 de 1967, ain no publicada) Aqui, la resolucién de segundo grado, luego de reconocer la responsabilidad de la empresa demandada por inejecucién del contrato de trans- porte, que la obligaba a llevar a los pasajeros incélumes a su destino final, pronuneié condena por el dafio moral proveniente de la defuncién dei menor hijo del actor, tinico quebranto que encontré establecido; de modo que el Tribunal al desechar la posibilidad de reconoeimiento de las demas indemnizaciones impetradas, no pro- cedié por ligereza, confusiGn terminolégica 0 de- feeto de redaccién, que se tradujeran en un in- sostenible contraste de sus determinaciones, sino obr6 dentro de una cabal secueneia légiea en su andlisis féetieo y doetrinario. De otra parte, el recurso apenas indica un hipotético contrasentido en el hecho de acoger la sdplica por daiio moral y desestimar la rela- tiva a los restantes aspectos lesivos, sin sefialar cuéles son las eléusulas de la parte resolutiva de Ia providencia contradictorias entre si; 0 sea que el cargo, eireunscrito a la escueta afirmacién de ser contradictoria la decisién impugnada, ne aparece debidamente fundado. Ademés de la disconformidad del censor, pro- yeetada a cuestiones doctrinarias y de interpre- tacién de las normas, no podia téenieamente en- 60 GACETA JUDICIAL Nameros 2297 a 2299 rumbarse por la via que él eseogié, impropicia cuando no se trata de fallas logicas en la forma- cién de la sentencia, yerros instrumentales, por asi decirlo, pues la causal tereera, reitérase, tie- ne eabida s6lo cuando las varias expresiones re- solutivas de la sentencia se contradicen y de: truyen entre si. Por ello, siendo ineompleto, infundado e im: procedente, se desecha el cargo. IL, Causal primera. Primer cargo. Violacién de la ley sustancial en sus disposiciones de los articulos 762 y 669 del Cédigo Civil, por error de hecho proveniente de falta de apreciacién parcial de dos declaraci nes y total de otra, que constituyen prueba ast de que el actor entregé al ayudante del bus ac- cidentado sus maletas de viaje, en las que levaba objetos que se perdieron, como de que personal- mente portaba otros también faltantes, que 61 determiné y avalué conforme al articulo 328 del Cédigo de ‘Comercio. Transeribe el recurrente el dicho de dos tes- tigos aportados al juicio por el actor, sobre la inieiacién del viaje en Popayén y la entrega que @1 hizo al ayudante del conductor del au- tobus de una maleta grande y un maletin, luego de lo cual tomé asiento en el vehiculo junto con su hijo, y la declaracién juramentada del pro- pio interesado, en la que designé los efectos personales que habia puesto en sus valijas y los que Ilevaba sobre sf, desaparecidos en el ‘acci- dente, con sus respectivos valores por él estima- dos. Y, arguye: el Tribunal no tuvo en cuenta estas pruebas sustentadas en los articulos 325, 226 y 328 del Cédigo de Comercio y este error de hecho lo condujo a violar los articulos 762 ¥ 669 del Cédigo Givil, al desconocer la honora- bilidad del actor y su propiedad sobre tales ob- jetos que perdié, ¥ no tener presente que éste no tenia por qué declarar el contenido de sus ma- letas ni la obligacién de portearlas o registrarlas. Considera Ia Corte: El contrato de transporte de personas leva ajena para el pasajero la posibilidad de portar consigo sus valijas y objetos de mano, segiin los términos del acuerdo, intervenido por reglamen- tos administrativos (C. N. articulo 39; Cédigo de Comercio 318), cuando se ajusta con empre- sarios piblicos, para determinar el volumen y el peso libres de porte adicional y la manera de consignar y reclamar tales bultos (v. gr. Reso- Iucién niimero 181 de 1954, Ministerio de Fo- ‘mento, articulo 37). Esta proyeccién eventual de las relaciones entre las partes, incluida dentro del contrato, es demostrable directamente con los billetes de identificacién que individualmen- te para cada objeto debe entregar la empresa al pasajero (Cédigo de Comercio 321, 1°; Resolu- cién citada, articulo 38) y las planillas de em- padronamiento de personas y equipajes que para cada viaje ha de elaborar aquélla, como tam- bién libremente, por medios distintos del docu- mental, cual sucede con el contrato en st, de suyo libre de formalidades sustanciales (senten- cia marzo 21 de 1939, XLVI, 193; agosto 27 de 1947, LX, 709; Cédigo de Comercio 325). Dada ta naturaleza de la operacién, ta frecuen- cia y rapidez con que se realiza e, inclusive, su creciente automatizacién, la disciplina de sus efectos y la solucién de los conflictos que se sus- citan con oportunidad de su ejecucidn, estén con- fiadas on buena parte a reglas surgidas de los ‘usos y costumbres, con un empleo intenso de la buena fe y lealtad contractuales, de que son muestra la autorizacién al pasajero para no re- gistrar las maletas que es de uso llevar en viaje, ni declarar detalladamente su contenido, cuya entrega constituye en depositario al acarreador (Cédigo de Comercio 325 y 299); la carga que pesa sobre el consignante de acreditar la entrega de los objetos para poder reclamar su valor en caso de pérdida (ibidem, 327); Ia posibilidad de acreditar aquella entrega discrecionalmente y de fijar este valor por juramento estimatorio, ‘si a prueba inmediata no fuere factible o es insu- ficiente”” (articulo 328); y lo privacién de todo mérito a las eldusulas exoneradoras 0 limitativas de la responsabilidad del transportador, ewal- quiera que sea su origen (Resolucién mimero 181 de 1954, 39), que siempre habra de inde nizar las pérdidas que los pasajeros “justi gquen haber sufrido” (Cédigo de Comercio 329, Ley 52 de 1919, 8° y 11). De esta suerte, una vez acreditado el contrato de conduecién personal, el pasajero a quien no se haya restituido su equipaje 0 que haya per- dido durante et viaje objetos que Uevaba consi- g0, a fin de recobrarlos o de aleanzar el sub- rogado pecuniario de ellos, ante todo, habrd de probar que entregé las maletas 0 sacos materia de su reclamacién y, en lo posible, su contenido, pudiendo extender su reclamo al dinero que, co- mo es habitual, Wevara para las necesidades del viaje, estando dispensado para los dos tiltimos efectos, segiin las circunstancias, de prueba dis- tinta de su aserto formal, y habilitado para ha- cer su propio sefialamiento estimativo, que se valora judicialmente atendiendo a su calidad Nameros 2297 a 2293 ccondmica y moral y a las condiciones propias del caso (Cédigo de Comercio 328) Bistale asi al transportado, también segiin aquella y estas, el empleo de los medios aptos, derivados de las précticas ordinarias, admisibles como bastantes en cuanto no se haga manifiesta una previa incuria 0 temeridad suya que haga necesaria la calificacién probatoria més drastica, todo dentro del prudente juicio del sentenciador de mérito, Pero, lo que a este no cabe es desechar la pre- tensidn del pasajero enderezada al valor de equi- paje y articulos personales corrientes, a pretexto de que no se ha establecido la propiedad y la preeristencia de ambos, ni la inelusién del aca- rreo dentro del contrato de transporte de la per- sona, siempre que la entrega quede en claro, y no haya margen a sospecha de abusos de parte del viajero en su cobro, deducida tanto de lu magnitud misma del equipaje y su valor, coma de la naturaleza de los objetos, relacionada con la conereta funcién del viaje que realizaba, dit- rante el cual ocurrié la pérdida (Cédigo Civil 1616). Mas atin, al pasajero le basta, en princi- pio, establecer la consignacién, pues es al con- ductor a quien corresponde descargarse con lt prueba de su cumplimiento o de la imposibilidad de hacerlo, so nena de incurrir en responsabili- dad (Cédigo de Comercio 303, 306), enya cuan- tia, a este propdsito, es determinable por jura- mento estimatorio deferido al viajero. Evidentemente, los testigos que relaciona el censor, depusieron sobre el acto de entrega de los sacos de viaje por el demandante al emplea- do eneargado para tales menesteres, antes de ascender al autobiis, y ese dicho basta para con- siderar extendidas las obligaciones del empresa- tio a la conduceién y eustodia de las dos valijas; como también a la de objetos personales y dinero que, segiin la demanda inicial y el juramento de su proponente en el término probatorio, Hevaba 41 sobre si en el viaje, cuya singularizacién y avaltio se practieé en los términos del articulo 328 del Cédigo de Comereio. Y, de esta suerte, apréciase la realidad de un error de hecho ma- nifiesto, cometido por el Tribunal al no tener en cuenta tales elementos de conviceién. Sin embargo, dicho desvio no da Iugar a la ruptura del fallo, como quiera que el recurrente, al invocar la causal primera, aqui violacién in: directa de la norma sustaneial, limit6 el seitala- miento de los preceptos hallados a los articulos 762 y 669 del Cédigo Civil, que definen la posesion y la propiedad y ‘atribuyen al po- seedor una calidad primaria de duefio, y que, GACETA JUDICIAL 61 por lo mismo, dadas las caracteristicas de este litigio, donde, por este aspecto, se impetré con- dena a indemnizacién de perjuicios por daiios al pasajero en sus objetos personales de viaje, no coustituyen una proposicién juridiea co toda vez que el interés hecho valer en ji el de contratante, y las normas que lo respaldan para su reclamo son las propias del contrato de transporte de personas, euya transgresién no fue denuneiada en easacién. Con el aditamento de que el Tribunal no extendié la condena al im- porte de los objetos mencionados, por supuesta, falta de demostracién de su preexisteneia, pro- piedad, entrega e inelusién dentro del pacto mez- cantil examinado, sin reparar en los restantes fundamentos de la absolucién, derivados al pa- recer de interpretacién de las reglas sobre el con- trato de transporte, que quedan en pie, como ex- trafios que son al recurso, decidible por la sola ruta trazada en la demanda, que la Corte no puede rebasar. No prospera el eargo. mm. Segundo cargo. Violacién de los artfculos 2341 ¥ 2356 del Cédigo Civil, 1610, ordinal 3? de la misma obra, y 322, ordinal 49 del Cédigo de Comercio, por error de hecho proveniente de fal- ta de apreciacién de la copia de Ia enenta hos- pitalaria por servicios prestados a Sarmiento, de dos certifieados médicos a propésito de las le- siones que padecié en el accidente, de la copia de la diligeneia de levantamiento de los eadave- res de victimas del mismo, practicada por la antoridad policiva, en la que se dice que los heridos, entre ellos Gustavo Sarmiento Gutié. rez, fueron enviados al hospital més préximo, de recibo de pago de saldo de la eaja mortuoria del iio difunto y del dictamen rendido por médico, perito dentro del juicio, sobre las consecuencias de cardcter funcional permanente eon que quedé el dicho Sarmiento a causa de las lesiones que sufrié en el aceidente ; error cometido al no apre- ciar en esas piezas la prueba del perjuicio pecu- niario y en su persona padecido por el actor, y determinante de que la condena se redujera’al perjuicio moral, dejando de lado el restante, pa- ra cuyo justiprecio ha debido decretarse actua cién aparte. Causal primera. Responde la Corte: De ordinario, quien quiera que ceasione dato a alguien esté’ Uamado a su reparacién. Este principio general de derecho ensefia wna con- creta actitud politica, que exige la colaboracién 62 humana del ofensor en beneficio de la victima, con exclusivas finalidades de reeuperacién act estado precedente. La responsabilidad civil, entendida como obli- gacién de reparar un dao, plantea la necesidad del trastado total 0 parcial de las consecuencias del quebranto padecido por la victima a otra per- sona, en orden al retorno de aquella a su situa- cién anterior, especificamente de ser factible y de no en dinero, dentro de un eriterio social de justicia_y solidaridad, con determinacién de guién ha de sufrir las consecnencias adversas que derivan del acontecimiento o cémo ha de distri- buirse su resultado, sin que se proponga ya la indemizacién como medida represiva de un com portamiento incorrecto 9 prohibido por e! der cho. Asi, la responsabilidad emerge de wn dao, 0 sea de la lesion de un interés juridicamente protegido, que de este modo adquiere wna deter- ‘minada relevancia, en cuanto su desmedro otor- ga al titular la pretensién indemnizatoria, Es la ley la que seftala los fenémenos dotados de relevancia obligatoria y, por ello, la que es- tablece cudl es el daito trascendente 0 resarcible y quiénes son y en qué medida los Uamados a repararlo, en términos generales, a la vez que con indicacién iterativa, delante de hipétesis de destacada importancia, que muestran la habitua- lidad de ciertas exigencias, tales como la impu- tadilidad del resultado a aquél a quien se de- manda y la descalificacién moral de su conducta o culpabilidad en su proceder ; lo que no impide que cn numerosas ocasiones pueda. enderczarse Ia pretensién contra quien no ha intervenido en forma directa en los hechos, como sucede en al- qunos casos de responsabilidad contractual ub- etiva o de la derivada del dato producido por dependientes, animales objetos, ante todo in- muebles, como también exigirse aiin de quien he: ya acreditado ausencia de culpa. Por todo ello cabe afirmar que dentro del con- cepto y la configuracién de la responsabilidad civil, es el daiio un elemento primordial y el ‘imico comin a todas las circunstancias, euya tras- cendencia fija el ordenamiento. De ahi que no se dé responsabilidad sin daiio demostrado, y que el punto de partida de toda consideracién en la ‘materia, tanto tedrica como emptrica, sea la enunciacién, establecimiento y determinacién do aquél, ante’ cuya falta resulta inoficiosa cual- quiera aceién indemnizatoria, Tradicional y basica es la distincién de regt- menes legales de responsabilidad, ast en su for- mulacién doctrinaria como on su tratamiento procesal, segiin que la injuria se irrogue por el GACETA JUDICIAL Nameros 2297 a 2299 deudor a su acreedor 0, mas genéricamente, que el acreedor resulte insatisfecho y el deudor no pueda justificar su falta de cumplimiento; 0 que el interés lesionado sea un derecho absoluto de personalidad o real, 0 un derecho de goce, no constituya objeto de una obligacién incumplida, © su consideracién, guarda 0 incolumnidad no puedan estimarse incluidas dentro de la presta- cidn que abarea el crédito. Punto de partida en la formulacién y ap ciacién del reclamo indemnizatoric, es la ubica- cién del daiio en uno de aquellos dos campos de Ia responsabilidad, que dentro de una comunidad de fundamentos, difieren en su regulacidn legal, especialmente en detalles individualizadores, an: te todo en cuestiones de prueba, prescripcién aspectos del perjuicio, sus aleances y estimacién Bsa identificacién de la causa petendi, indis- pensable para el tratamiento judicial del asunto desde el punto de vista normativo, con repercu- siones en la valoracién de los hechos y las prue- bas, esté orientada a una estimacién cabal del fenémeno y a impedir que un mismo quebranto pueda originar doble indemnizacién con el ejer- cicio indiseriminado de la accién de responsabi- lidad, particularmente en aquellos casos cn gue se duda, y con fundamento, sobre la adecuada calificacién del hecho como violocién de los de- beres del dendor, ante todo, en ciertos contratos enyo desenvolvimiento coloca en gran proximi- dod a las partes y da ocasién a que una de ellas lesione a la otra en. su persona o en los atributos u rejlejos de su personalidad, hipdtesis en las cuales es la sola ley quien puede dar una solv- cién definitiva al interrogante de si la responsa- Dilidad es contractual o extracontractual, y, cn otros, cuando habiendo fallecido un contratante de resultas de acontecimiento ocurrido en el con- tacto con el otro, en la ejecucién del trato, de- mandan herederos de él, que bien pueden ser simples sucesores, como también victimas en sus propios intereses personales y_ patrimoniales, por causa de aquel deceso, a auienes se plantea la dificultad de localizacién de su derecho. Nuestra jurisprudencia ha dicho que el. trans- portador de personas esté contractualmente obli- gado a Uevar al pasajero sano y salvo a su des- tino, en interpretacién conjunta. de los articulos 2072/73 del Cédigo Civil y 306 y 322 del Cédigo de Comercio, con deduccién de responsabilidad « cargo del primero en enso de accidente, con la sola salvedad del sucedido por causa en verdad extraiia a la empresa, en acentuacién maxima de su obligacién de velar por la seguridad de los pa- sajeros que a ella se conftan (sentencia abril 23 Ndmeros 2297 a 2299 GACETA JUDICIAL 63 de 1941, LI, 429; casacién noviembre 30 de 1944, citada; sentencia agosto 27 de 1947, LXII, 853; abril 23 de 1954, LXXVII, 411). Aqué, es la propia ley la que ineluye dentro de los deberes eventuales generados por el con- trato, la “obligacién de indemnizar al pasajero cl daito que sufriere en su persona’? (Cédigo de Comercio 322, 4°), por lo cual no se remite a duda la naturaleza contractual de la misma y de la responsabilidad consiguiente, de modo que la alternativa a que se hizo referencia sélo puede plantearse para la mencionada accién de here. deros, en caso de mucrte del viajero a conse- cwencia de accidente cn el transporte, a propé- sito de la cual, la jurisprudencta ha recaleado la posibilidad de opeién (8. N. G. julio 26 de 1945, LIX, 1071/82; casacién agosto 12 de 1948, LXIV, 697). Por lo demas, en lo que toca con los distintos aspectos del dato, pensando en que la lesién a la integridad sicosomatica de la persona puede repereutir en el patrimonio de la misma, tanto en los gastos de euracién o rehabilitacién, como

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