Cerrar los ojos. Respirar profundamente, sostener… soltar despacio. (Repetir 3
veces.) Al ir soltando el aire, suelta toda tensión, inquietud o presión. Nuevamente respira profundamente sostenlo… suelta lentamente liberando y sintiendo como tu cuerpo se relaja. Respira profundamente, sostenlo… suéltalo y siente como tus hombros se aflojan relajándote aún más. Ahora en esa paz imagina al pequeño o pequeña que fuiste, está parado frente a ti, obsérvalo, hace tanto tiempo que no pensabas en él, en ella ¿Cómo lo o la mira? ¿Cuál es la expresión de sus ojos?, puedes ver su mirada, ¡qué te dice en silencio? Estira tus brazos y abrácelo(a). Permite que tus brazos le digan que está a salvo, que ahora estás con él (ella) y que le acompañarás siempre, que al fin puede confiar en alguien y que puede tener fe en ti. Dile que comprendes cuanto y como lucho por sobrevivir, y que ahora, sabes que, dentro de su inocencia, lo hizo de la única forma que él, ella sabía. Que, a partir de ahora, sus valores, sus emociones y sus perspectivas se integran y fortalecen al adulto que hoy es. Y que siempre estarás allí para ser uno con él para recuperarse e integrarse. Que en el abrazo que hoy le das, lo incorporas para complementar tu ser, unificándose a tu cuerpo, a tu sangre, a tu aliento y a tu espíritu. - Con este canto de poder, con mi niño recuperado y con la una idea más clara de quien soy, estoy listo(a) para empezar de nuevo, para actuar diferente, para probar, fallar o ganar y tener éxito. - al conteo de 5 muy despacio regreso al aquí y ahora… Plenaria: en base a la vivencia anterior reflexionar y completar las frases iniciales por escrito y posteriormente de manera oral y voluntaria al grupo: Si el niño que tengo dentro pudiera hablar diría… Una de las cosas que mi si mismo niño necesita de mi es… Una de las cosas que tuve que hace para sobrevivir fue… Si yo fuera más sensible y amable con mi si mismo niño…