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DIRECCIÓN Y CONTACTO:

Conjunto Monumental de la Alcazaba de Almería


C/ Almanzor, s/n
04002 Almería
Teléfono: 950 80 10 08
Fax: 950 88 20 01
Web: www.juntadealdalucia.es/cultura
www.museosdeandalucia.es
Correo-e: alcazabaalmeria.ccd@juntadeandalucia.es

N-340a

ALMERÍA AL-12
A-7

Conjunto Monumental
de la Alcazaba de Almería

Estación de ferrocarril

N-340a MAR MEDITERRÁNEO


Consejero de Cultura y Deporte
Luciano Alonso Alonso

Viceconsejera de Cultura
María del Mar Alfaro García

Secretaria General de Cultura


Montserrat Reyes Cilleza

Directora General de Bienes Culturales e Instituciones Museísticas


Elia Rosa Maldonado Maldonado

Jefa del Servicio de Museos


Mª Soledad Gil de los Reyes

Delegada Territorial de Educación, Cultura y Deporte


Isabel Arévalo Barrionuevo

Directora del Conjunto Monumental de la Alcazaba de Almería


María Luisa García Ortega

Coordinación y texto
Ángela Suárez Márquez

Colaboradores
Francisca Alcalá, Francisco Arias, Flor de Luque y Eusebio Villanueva

Texto “La visita al Conjunto Monumental”


Flor de Luque

Dibujos
Francisco Arias (reconstrucciones hipotéticas) y Joaquín López Cruces (plano
guía)

Imágenes
Archivo Conjunto Monumental de la Alcazaba, Archivo General Militar de
Madrid, Archivo General de la Administración, Museo de Almería, Francisco
Arias, Eduardo Blanes, Carlos de Paz, Pedro Gurriarán, Jorge Lirola, Miguel
A. Marín, Mª José Pérez, Pedro Salmerón, Carmen Suárez y Jesús Vallejo.

Producción
Agencia Andaluza de Instituciones Culturales

Gerente de Instituciones Patrimoniales


Manuela Pliego Sánchez

Diseño
Carmen Jiménez del Rosal

Maquetación
Francisco José Romero Romero y Carmen Fernández Montenegro

Edita
JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura y Deporte

ISBN: XXX-XX-XXXX-XXX-X
Depósito Legal: XXXXXXXX
© de la edición: JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura y Deporte
© de los textos y fotografías: los autores

La autora quiere agradecer a Patrice Cressier su asesoramiento y apoyo para


la redacción de esta guía.
alcazaba de almería
GUÍA OFICIAL DEL CONJUNTO MONUMENTAL

Ángela Suárez Márquez


Presentamos aquí la Guía oficial del Conjunto Monu-
mental de la Alcazaba de Almería, que completa la colec-
ción de guías oficiales de los Conjuntos Arqueológicos
y Monumentales andaluces.

Los Conjuntos Arqueológicos y Monumentales son


instituciones andaluzas creadas con el fin de dotar a
estos elementos singulares del Patrimonio Histórico
de una estructura técnica y administrativa que garan-
tice su adecuada gestión y potencie todas las funcio-
nes de su tutela: la investigación, conservación y difu-
sión.

La publicación de esta colección constituye una herra-


mienta fundamental para la difusión, para acercar y
hacer comprensible a los ciudadanos su patrimonio
histórico y el trabajo que se realiza en las instituciones
encargadas de su custodia.

La alcazaba es un museo al aire libre que recibe más


de 160.000 visitantes anualmente y que persigue un
modelo de gestión sostenible. Esperamos que esta
guía satisfaga una demanda creciente: el interés por
conocer, por saber más, por profundizar en la historia
de la Alcazaba y de al-Ándalus y que consiga trasmi-
tir no sólo el conocimiento imprescindible para que la
visita se convierta en una experiencia intelectualmente
gratificante sino también la emoción y el entusiasmo
necesario para conseguir la implicación de los ciuda-
danos en la defensa y conservación de su patrimonio
histórico.

La divulgación de los valores patrimoniales tiene


siempre que partir del conocimiento riguroso de ese
bien. El texto de esta guía incorpora la información
obtenida de la investigación realizada en la institución
en la última década; investigación que ha permitido
avanzar en el conocimiento y la comprensión del Con-
junto y especialmente de los restos arqueológicos del
alcázar que se conservan en su interior.

Luciano Alonso Alonso


Consejero de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía
í n d i c e

■ INTRODUCCIÓN 9

■ HISTORIA DE LA INVESTIGACION DEL CONJUNTO


Y DE SU RECUPERACIÓN 17

1. Historia de la investigación 19

2. La recuperación del Conjunto Monumental de la


Alcazaba 29

■ EL CONTEXTO GEOGRÁFICO E HISTÓRICO 45

1. El territorio: Almería “Puerta del Mediterráneo” 47

2. Historia de Almería en época islámica 54

• Los orígenes y la fundación de la ciudad 54


• La Taifa de Almería (1014-1091) 58
• El esplendor de la Almería almorávide (1091-1145) 69
• El decenio cristiano 1147-1157 74
• La reconquista almohade (1157-1228) 76
• El decenio revolucionario de Ibn Hud
(1228-1238) y la incorporación de Almería
al reino nazarí de Granada (1232-1489) 80
• El fin de la ciudad islámica. Almería tras
la conquista cristiana 86

■ LA ALCAZABA DE ALMERÍA 91

1. La Alcazaba andalusí 93

• La fortificación más antigua 94


• La Alcazaba califal 96
• La Alcazaba sede de un reino taifa 103
• La Alcazaba durante el período almorávide 115
• El decenio cristiano 116
• La Alcazaba almohade 117
• La fortificación durante el reino nazarí 121

2. El castillo cristiano de la Alcazaba de Almería 127


■ LA VISITA AL CONJUNTO MONUMENTAL 139

■ INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA 171

Glosario de términos 173


Bibliografía 181
alcazaba de almería

i n t r o d u c c i ó n

1
10
I N T R O D U C C I Ó N

El Conjunto Monumental de la Alcazaba, uno


de los complejos monumentales islámicos más relevantes
del entorno mediterráneo, es un lugar fundamental para el
conocimiento de la historia de al-Ándalus.

Almería fue fundada oficialmente como madina* a mediados


del siglo X por el primer califa de al-Ándalus, Abd al-
Rahman III, ya que por su situación estratégica estaba lla-
mada a convertirse en el principal puerto del Estado omeya.
En el marco de este ambicioso programa político, el sobera-
no –que se había proclamado califa unos años antes– ordenó
también la construcción de la Alcazaba como sede y símbolo
de su poder recién reforzado y para controlar estrechamente
las actividades marítimas (comerciales y militares) de la
ciudad.

Esta decisión de gran alcance resultaría determinante para


la ciudad y para lo que sería su principal monumento. Así,
la alcazaba constituía, junto con las atarazanas y la mezquita
mayor, una de las tres fundaciones en las que el califato
afirmaba su poder político-militar, asentaba su potencia
económica y difundía su doctrina.

La silueta de la Alcazaba ha dominando desde entones la


bahía de Almería, constituyendo la imagen más caracterís-
tica de su paisaje.

El conjunto que hoy contemplamos es producto de más de


mil años de historia, por lo que su aspecto y función han ido
evolucionando a lo largo del tiempo. La fortificación origi-
nal se amplió para convertirse en sede del gobernador
nombrado por el califa, refugio temporal de la población de

* Los términos señalados con un asterisco figuran en el glosario del final


del libro.

11
la ciudad y acuartelamiento. Adquirió en época taifa el
rango de residencia del soberano y, por tanto, acogió
prestigiosos edificios áulicos. El uso propiamente castrense
se hizo exclusivo a partir de la conquista cristiana, en el
siglo XV, y se mantuvo hasta comienzos del siglo XX.

En el año 1931 comenzó una nueva vida para la Alcazaba,


ya que fue declarada monumento histórico artístico por el
gobierno de la II República y el Ministerio del Ejercito trasfi-
rió su propiedad al de Instrucción Pública. A partir de 1940
se iniciaron los trabajos de restauración y acondicionamien-
to del monumento para su visita pública, intervenciones que
han continuado hasta nuestros días y han ido configurando
en gran medida la fisonomía actual del conjunto. En 1984 la
propiedad y gestión de la Alcazaba fue trasferida por el
Estado a la Comunidad Autónoma de Andalucía y, en 1989,
la Consejería de Cultura creó el “Conjunto Monumental de
la Alcazaba”1, con el fin de dotar al monumento de una ins-
titución que garantizase su adecuada gestión y potenciase
todas las funciones de su tutela: la investigación, conserva-
ción y difusión de este importante bien patrimonial.

La Alcazaba no puede entenderse desconectada de la ciu-


dad de Almería, ya que forma con ella una asociación orgá-
nica. A su protección, como consecuencia de su declaración
como monumento junto con las Murallas del Cerro de San
Cristóbal, se suma, por tanto, la declaración legal de su en-
torno de protección.2

Además de su función defensiva y militar, la Alcazaba fue


sede y residencia de los representantes del poder durante
toda la etapa andalusí, por lo que en su interior se fueron
superponiendo los restos de las edificaciones que se fueron

1 Decreto 128/1989, de 6 de junio, por el que se crea el Conjunto Monu-


mental de la Alcazaba de Almería.

2 Decreto 83/2004, de 24 de febrero, por el que se delimita el entorno del


Bien de Interés Cultural integrado por la Alcazaba y Murallas del Cerro
de San Cristóbal (BOJA núm. 52 de 16 de marzo de 2004).

12
construyendo. Es por tanto un valioso yacimiento arqueoló-
gico y como tal tiene que ser entendido y gestionado.

La participación de los ciudadanos es clave para la defensa


del patrimonio histórico, que requiere un trabajo constante
de investigación y conservación. Por ello, y puesto que se
trata de patrimonio público, uno de los cometidos más
importantes de la institución es la acogida y atención de
visitantes, a los que se debe transmitir de una forma riguro-
sa y accesible cuáles son los valores que singularizan este
conjunto.

La investigación realizada en los últimos años ha permitido


avanzar en el conocimiento y comprensión de los restos
arqueológicos que se conservan en el recinto y ha sido
también la base para abordar su conservación y musealiza-
ción. Los primeros resultados se presentan en esta guía con
la intención de que sirva para hacer una visita más gratifi-
cante y comprensible.

La guía se organiza en cuatro partes, estructuradas en


capítulos, que pueden tener una lectura independiente.

El primer capítulo, dedicado a la historia de la investigación


del conjunto y de su recuperación, consta de dos apartados:
“Historia de la investigación” y “La recuperación del Con-
junto Monumental de la Alcazaba”.

El primero se dedica a la historia de la investigación sobre el


conjunto monumental, especialmente a la arqueológica, que
aunque iniciada hace relativamente poco tiempo, ha demos-
trado ser imprescindible para la obtención de conocimiento
sobre el monumento, permitiendo incrementar su valor his-
tórico y patrimonial.

El segundo apartado: “La recuperación del Conjunto Monu-


mental de la Alcazaba”, analiza las intervenciones realiza-

13
das, tras su declaración como monumento, para restaurar y
dar un nuevo uso a la fortaleza. A través de la documenta-
ción gráfica se analiza cómo ha ido cambiando la imagen de
la Alcazaba a lo largo del siglo XX, en función de las inter-
venciones que se han ido realizando y el uso al que se ha
destinado el monumento. La creación de la institución en
1989 supuso un avance en la tutela del conjunto y consolidó
su uso como institución museística.

El segundo capítulo, centrado en la interpretación general


del conjunto y en su evolución histórica y arquitectónica se
ha dividido a su vez en dos partes.

En la primera parte del capítulo, con el fin de contextualizar


la visita, se describe el territorio en el que se enclava la
ciudad, cuyo origen e historia han estado determinados por
su vinculación con el mar. Asimismo, se hace un breve
repaso de la historia de la Almería andalusí, desde sus
orígenes hasta los primeros años de su conquista por los
Reyes Católicos.

14
La segunda parte, centrada en el Conjunto Monumental,
analiza el origen, evolución histórica y arquitectónica de la
alcazaba y del castillo cristiano que se implantó en parte de
ella.

El apartado más extenso es el dedicado a la alcazaba anda-


lusí e incorpora los resultados de las recientes investigacio-
nes sobre las trasformaciones que se fueron produciendo
tanto en las murallas de la fortificación como en el interior
de la misma. La arqueología ha sido fundamental para el
análisis y la interpretación de los restos de los edificios que
se fueron construyendo y reformando a lo largo de toda la
etapa andalusí, desde que la Alcazaba se convierte en la
sede de los gobernadores del estado califal hasta el fin del
reino nazarí con la conquista cristiana, incluyendo su perio-
do de máxima magnificencia, el de los reyes independientes
de la taifa almeriense.

15
El estudio y la revisión de fuentes documentales históricas
se incorporan a la segunda parte del capítulo, dedicada a la
construcción del castillo cristiano, que se emplaza en la pun-
ta occidental, la parte más elevada del recinto.

La última parte: "La visita al Conjunto Monumental de la


Alcazaba”, está concebida para ser utilizada durante el reco-
rrido por el conjunto. Consta de un plano guía y un texto 3
que completa la información proporcionada por el folleto y
los paneles de información de la institución. La Alcazaba
puede recorrerse de diversas formas, según los intereses y el
tiempo de que disponga el visitante. Su objetivo es pues
orientar al visitante sobre los itinerarios más adecuados
para conocer el monumento y proporcionarle una informa-
ción precisa sobre los espacios que va atravesando. Al final
del libro se incluyen una serie de anexos, como el glosario y
la bibliografía, que pretenden respectivamente facilitar la
comprensión de los términos usados en el texto y que el lec-
tor pueda ampliar su conocimiento mediante la lectura de
los libros y artículos citados.

El paseo por los tres recintos que hoy configuran la fortale-


za, con vistas al mar y a las montañas que rodean la ciudad,
nos transporta fácilmente a otra época. Conocer y entender
la sociedad que construyó y habitó estos restos nos ayuda a
entender nuestro presente. Es función de esta guía acompa-
ñarnos en esta experiencia.

3 Cuyos autores son respectivamente J. López Cruces y F. de Luque.

16
alcazaba de almería

historia de la
investigación del
conjunto y de su
r e c u p e r a c i ó n

1
34

18
1. HI STORI A DE LA INVESTIGACI ÓN

La Alcazaba de Almería es un espacio fundamental para el


conocimiento de la historia y la cultura de al-Ándalus. Sin
embargo, hasta época muy reciente la investigación históri-
ca en general sobre este conjunto monumental y la arqueo-
lógica en particular han sido prácticamente inexistentes.

El reconocimiento de sus valores histórico-artísticos en el


primer cuarto del pasado siglo, que culminó con su declara-
ción monumental por el Gobierno de la República en 1931,
parecía augurar un destino diferente.

Leopoldo Torres Balbás4, arquitecto conservador de la


Alhambra, había iniciado en los años treinta los primeros
trabajos de investigación sobre los restos musulmanes de la
ciudad, llamando la atención sobre esta época histórica.
Entre 1934 y 1936 realiza excavaciones arqueológicas en la
antigua mezquita mayor, la actual Iglesia de San Juan, pero
la Guerra Civil interrumpió su trabajo y no llegó a realizar
ninguna intervención en la Alcazaba, de hecho el grueso de
sus trabajos sobre su investigación sobre la Almería islámica
no se publicó hasta finales de los años cincuenta. La vigen-
cia de sus estudios propició la recopilación y publicación de
su obra dispersa5, en los años ochenta, cuando resurgió el
interés de los investigadores por al-Ándalus.

Los poderes locales impulsaron la recuperación turística de


la Alcazaba en los años cuarenta. La Junta Provincial de
Turismo solicitó a la Dirección General de Bellas Artes su
restauración y la creación de un museo en su interior. Como
consecuencia de esta solicitud, Francisco Prieto Moreno, que
había sustituido a Torres Balbás como arquitecto conserva-
dor de la Alhambra y de la 7ª zona –que incluía las provin-

4 Torres Balbás, L.: 1945, 1946,1957 y 1958.

5 Casamar, M.: 1982 y 1983.

19
cias de Almería, Granada y Málaga–, visitó el monumento y
propuso «realizar las exploraciones convenientes con el fin
de situar la historia, estado y posibilidades futuras del
monumento en su verdadero lugar».

Se iniciaron entonces las primeras excavaciones arqueológi-


cas con el objetivo de obtener datos históricos con los que
poder interpretar y restaurar los restos arquitectónicos. Por
desgracia, la excavación de un yacimiento arqueológico no
suponía entonces la aplicación de un método riguroso,
puesto que no se contaba ni con los profesionales necesarios
ni con la metodología adecuada –la metodología arqueoló-
gica, elaborada para la interpretación de las sociedades
prehistóricas se adaptó posteriormente para el estudio tanto
de los yacimientos como de los restos emergentes
islámicos–.

En los años cuarenta se excavó sin metodología arqueológica el complejo


aúlico de la Alcazaba. Las excavaciones fueron realizadas por una cuadrilla
de obreros, sin dirección técnica.

Las “exploraciones”, dirigidas en la distancia por el arqui-


tecto, fueron realizadas a pico y pala por una cuadrilla de
obreros, supervisados por funcionarios locales. Por tanto, si

20
bien sirvieron para obtener objetos arqueológicos –que fue-
ron expuestos en el pequeño museo que se acondicionó en
el aljibe califal de la Alcazaba– no aportaron conocimiento
histórico en el que basarse para reconstruir el monumento.

La única información disponible de esas primeras interven-


ciones son unas cuantas fotografías y un exhaustivo y muy
útil levantamiento topográfico de la zona mandado realizar
posteriormente –en 1955– por Fernando Ochotorena, primer
director de la Alcazaba.

Plano realizado en 1955 para documentar las estructuras descubiertas por las
excavaciones por iniciativa de F. Ochotorena.

Este plano ha sido la única fuente de información existente


durante todo el siglo XX sobre el segundo recinto de la
Alcazaba y la base en la que se han sustentado los intentos
de interpretación de los restos arqueológicos pero, al no
incluir diferenciación cronológica de los vestigios, no permi-
tía hacer una interpretación funcional e histórica rigurosa en
la que apoyar su reconstrucción.

Durante la etapa de Fernando Ochotorena como director


conservador, se realizaron importantes publicaciones cientí-
ficas sobre los objetos procedentes de las excavaciones,

21
como la de Dorotea Duda6, sobre la cerámica de la Alcazaba,
y la de Manuel Ocaña, sobre los restos epigráficos 7, que
renovaron el interés del mundo científico por la arqueología
islámica de Andalucía.

Con los objetos procedentes de las excavaciones se montó un museo en el


Aljibe de la Alcazaba. Entre ellos se encuentra este cuadrante solar.

Las primeras intervenciones con metodología arqueológica


no se realizaron en la Alcazaba hasta finales de la década de
los ochenta, en un momento en que, tras la asunción de
competencias en materia de cultura por la Junta de Andalu-
cía, se produjo un importante desarrollo de la investigación
arqueológica en nuestra comunidad.

Cuando, en 1984, el Estado transfirió a la Junta de Andalu-


cía la propiedad y gestión del monumento, se puso de mani-
fiesto la necesidad de investigar y de documentar el conjun-
to como base de todas las intervenciones futuras en el
mismo.

Se llevaron a cabo, entonces, las primeras intervenciones


arqueológicas de limpieza, documentación de ruinas e in-

6 Duda, D.: 1970.

7 Ocaña, M.: 1964.

22
ventario del material arqueológico8 y, poco después, un
equipo dirigido por Manuel Acién y Patrice Cressier (entre
julio y octubre de 1989) reexcavó parte del área de palacio,
estableciendo las bases metodológicas para la intervención
en el segundo recinto. Sin embargo, la envergadura de la
empresa y la dificultad para consolidar un equipo vinculado
de forma permanente a la investigación arqueológica del
monumento, impidió la continuación de los trabajos y con
ello la posibilidad de invertir en la restauración y musealiza-
ción del conjunto palacial durante el siglo XX.

Las excavaciones realizadas con motivo de las obras de remodelación de los


jardines demostraron la ocupación de este espacio desde el siglo X.

Ante la dificultad de intervenir sobre lo restos arqueológicos


del conjunto palacial del segundo recinto por falta de inves-
tigación previa, la inversión de finales de los noventa se de-
dicó a una actuación menos compleja, aunque de gran im-
pacto paisajístico, la remodelación de los jardines del primer
recinto, donde no se esperaba que aparecieran restos
arqueológicos. Los sondeos reglamentarios serían rápidos y
las obras previstas podrían ejecutarse, sin retrasos ni modifi-
caciones. Sin embargo, la investigación arqueológica, vincu-

8 Cara, L.: 1991.

23
lada a esta remodelación, puso de manifiesto que no se
trataba de un albacar*, como se había pensado. Las excava-
ciones realizadas en 19939 y 1994, siendo director del Con-
junto Julián Martínez, demostraron que el espacio estuvo
ocupado por distintos edificios desde la construcción del
recinto en época califal, aunque no se pudo precisar la
densidad de este hábitat.

A pesar de que la investigación se ciñó a las zonas que se


iban a ver afectadas por las obras, estas excavaciones, junto
con las realizadas en la Hoya, proporcionaron una valiosa
información sobre la función de la Alcazaba y pusieron de
manifiesto el potencial arqueológico de toda la fortaleza y
su entorno.

La dificultad de comprensión de “las ruinas del segundo


recinto” y su mala conservación era uno de los principales
problemas del conjunto monumental de finales de los
noventa. De hecho, la complejidad del yacimiento y el mal
estado de los restos habían hecho pensar que las posibilida-
des de investigación arqueológica en el conjunto estaban
casi agotadas –las únicas intervenciones habían consistido
en la ocultación de estructuras, lo que además de hacer más
difícil la comprensión del conjunto no había favorecido,
como se pretendía, su conservación–.

Ha sido pues, ya en el siglo XXI, cuando la investigación


para la interpretación y puesta en valor de los restos arqueo-
lógicos del complejo palacial ubicado en el segundo recinto
se ha convertido en una prioridad. Desde la nueva dirección
de la institución10 y la recién constituida Comisión Técnica
del Conjunto Monumental11, se impulsó una aproximación

9 Ortiz, D., Morales, R. y Bustos, F.: 1994.

10 Á. Suárez dirigió el conjunto monumental desde mayo de 1999 hasta


agosto de 2008.

11 La Comisión Técnica, órgano consultivo y de asesoramiento de la


institución, se constituyó en julio del año 2000, manteniendo desde
entonces reuniones periódicas para ejercer su función.

24
arqueológica metódica y la recopilación de la documenta-
ción histórica dispersa por diferentes archivos españoles.

La investigación arqueológica es obviamente imprescindible


–y así se ha demostrado– para realizar una lectura interpre-
tativa de los restos y comprender las características y evolu-
ción histórica de la Alcazaba. Es también la base para abor-
dar su conservación y musealización.

En el año 2000 se había realizado un estudio que proporcio-


nó una nueva interpretación de los restos arquitectónicos
del palacio, identificando diferentes fases constructivas12.
Aunque se trataba de una aproximación exclusivamente
arquitectónica, abrió nuevas perspectivas para el conoci-
miento de los palacios y cuestionó la interpretación que se
había realizado hasta ese momento13.

El sector norte antes y después de la intervención. Desde el año 2000 la


investigación para la interpretación y puesta en valor de los restos arqueológicos
del segundo recinto se convirtió en una prioridad de la institución.

El trabajo sistemático de documentación14 de los restos


arqueológicos del segundo recinto se inició en el año 2003,
gracias a los recursos proporcionados por el programa

12 Arnold, F.: 2005 y 2008.

13 Cara, L.: 1990.

14 Este trabajo es iniciado por F. Alcalá.

25
“Baraka” financiado por la Dirección General de Institucio-
nes de la Consejería de Cultura. Los objetivos eran, por un
lado, la elaboración de una planimetría detallada de todo el
conjunto monumental y su inserción en un sistema de infor-
mación geográfica (SIG) y, por otro, la evaluación de las
posibilidades de investigación del yacimiento arqueológico,
identificando las zonas que conservaran el contexto arqueo-
lógico intacto.

La organización y realización desde el año 2003 de “Jorna-


das Técnicas del Conjunto”, que se celebran con una perio-
dicidad bianual, y la publicación de distintas monografías 15
coordinadas desde la dirección de la institución, ha supues-
to un impulso a la investigación y una puesta al día del
conocimiento existente sobre la Alcazaba y la Almería
islámica.

La disponibilidad presupuestaria y el objetivo apremiante


de poner en valor el segundo recinto de la Alcazaba para su
musealización –con motivo de los actos celebrados en la
ciudad en 2005– vincularon a la institución a un grupo de
profesionales, lo que permitió abordar desde una perspecti-
va multidisciplinar la investigación, interpretación y puesta
en valor del conjunto palacial.

La ejecución de un proyecto de excavación arqueológica16,


durante los años 2007 y 2008, que incluyó la realización de
sondeos en distintas áreas del complejo palacial proporcio-
nó resultados tan novedosos como fundamentales para el
conocimiento histórico.

Las principales conclusiones de este proyecto de investiga-


ción han sido las siguientes:

15 Ver la referencia bibliográfica de los tres volúmenes editados de


monografías del Conjunto Monumental en el anexo dedicado a la
bibliografía.

16 El equipo de investigación arqueológica estaba integrado por: F. Alcalá,


F. Arias, S. Gilotte, F. Alcaraz y Y. Cáceres y dirigido por Á. Suárez.

26
1. La confirmación de la ocupación del cerro de la Alcazaba
en época romana.

2. La identificación de la muralla de la fortaleza emiral que


precedió “la fundación califal” y cuya existencia sólo había
sido avanzada como hipótesis.

3. La datación de los edificios más antiguos del alcázar


islámico, los pabellones del sector norte, que formaron parte
del palacio califal.

4. La definición de las características del jardín del palacio


taifa y de su remodelación en época almohade.

5. La confirmación de que es bajo el gobierno almohade


cuando se realiza la mayor transformación del espacio
áulico.

Plano de las últimas actuaciones arqueológicas en la Alcazaba.

27
6. La cronología, morfología y fases constructivas del baño
de “la Tropa”.17

Este conocimiento histórico permitirá una restauración y


una musealización adecuadas del conjunto cuando conclu-
yan las investigaciones pendientes.

La documentación recopilada18 en distintos archivos ha su-


puesto también un importante avance de conocimiento.
Abarca una amplia secuencia temporal que va desde el siglo
XIV al XX, por lo que su análisis permite profundizar en la
investigación de la etapa cristiana19.

La Alcazaba de Almería va recuperando poco a poco su


lugar en la investigación de la historia andaluza y del Medi-
terráneo medieval en general. Para ello, se ha establecido un
modelo eficaz de gestión del monumento: la investigación
como base de la tutela.

17 Gilotte, S. y otros: 2011.

18 Las archiveras Mª T. de Góngora y E. Vinuesa realizaron durante los


años 2006 y 2007 el trabajo de búsqueda y digitalización de
documentación relativa a la Alcazaba de Almería en más de veinte
archivos locales, provinciales y nacionales.

19 García Mira, P.: 2009.

28
2. LA RECUPERACIÓN DE LA ALCAZABA

Para entender la fisonomía actual de la Alcazaba es necesa-


rio analizar el uso que ha tenido a lo largo del tiempo.

Durante todo el siglo XIX la Alcazaba siguió teniendo una


función castrense y, como tal, las obras que se hacían en la
misma tenían el objetivo de mejorar sus condiciones defen-
sivas y proporcionar una infraestructura a los militares que
prestaban allí servicio.

Plano militar realizado en 1858. El plano muestra el recinto como una gran
explanada yerma en la que destacan los baluartes situados en ambos
extremos del Muro de la Vela.

Los cambios que se introdujeron en el sistema de defensa a


finales de siglo XIX fueron haciendo cada vez menos necesa-
rio el uso de la fortaleza, por lo que a pesar de que continúa
siendo propiedad del Estado y de seguir adscrita al Ministe-
rio del Ejército, se va abandonando su mantenimiento.

Con el siglo XX, la Alcazaba perdió su función militar y em-


pezó a considerarse su importancia como monumento. A
finales de los años veinte, se reivindica el carácter histórico

29
La fortaleza, a finales del siglo XIX, sobre la ciudad y el puerto. El tercer
recinto, que mantiene el uso castrense conserva sus volúmenes bien
definidos, sin embargo se aprecia el deterioro del resto de murallas.

y artístico de la fortaleza, lo que culmina con su declaración


junto con las murallas del cerro de San Cristóbal como
“Monumento integrante del Tesoro Artístico nacional” en
1931, por el Gobierno de la República. Su gestión se transfie-
re del Ministerio del Ejército al de Instrucción Pública.

El Estado encarga la conservación de la Alcazaba a Leopol-


do Torres Balbás, uno de los profesionales más reconocidos
en restauración monumental y que ya estaba trabajando
como arqueólogo y arquitecto restaurador de la Alhambra
de Granada. Su implicación intelectual con el gobierno
republicano –había sido inspirador de la Ley del Tesoro Ar-
tístico de 1933– le obliga a presentar su dimisión como Ar-
quitecto Conservador de la Alhambra en 1938, y aunque
mantuvo su puesto de profesor en la Escuela de Arquitectu-
ra de Madrid no volvió a tener ningún encargo más de res-
tauración, a pesar de ser uno de los pocos profesionales
realmente preparados que había en España.

Cuando en 1940 la Junta Provincial de Turismo se dirige a la


Dirección General de Bellas Artes para exponer «la situación

30
ruinosa en la que se encuentra la Alcazaba y sus murallas,
su interés artístico y arquitectónico, lo interesante de recu-
perar tan gloriosas ruinas para el turismo almeriense» será
Francisco Prieto Moreno —que le había sucedido como ar-
quitecto conservador de la Alhambra— el que se encargue
de la restauración de la Alcazaba. Prieto Moreno redactará
en torno a unos veinte proyectos de restauración en la
Alcazaba y murallas de San Cristóbal entre 1947 y 1976.

Se inició, entonces, un rápido e intenso proceso de transfor-


mación que afectó profundamente a la fisonomía de la forta-
leza para adaptarla a su nuevo uso de monumento.

El cambio más notable y significativo de su nuevo uso es el


nuevo perfil que adquiere la fortaleza al desmontar la cu-
bierta cónica de la torre occidental y almenar los muros del
primer y tercer recinto.

El perfil de la Alcazaba que se formaliza a principios de los años sesenta es


el que se ha consolidado como imagen del monumento.

El concepto y la metodología de las intervenciones que se


han realizado ha ido variando, dependiendo de los criterios
de restauración empleados y del uso dado al monumento.

31
Una de las intervenciones más visibles es la reconstrucción del Muro de la
Vela. Los restos de muros existentes se integran en el lienzo que divide el
primer y segundo recinto., rematando sus extremos con torres de planta
cuadrada. La intervención se realiza en los años cincuenta.

El objetivo de estas primeras intervenciones fue adecuar la


fortaleza para uso turístico.

Lamentablemente, su valor histórico y arqueológico quedó


relegado a un segundo plano ya que, al no realizarse una
investigación previa adecuada, no se produjeron avances en
su conocimiento y apenas se inició su recuperación como
conjunto arqueológico.

El hecho de que la Alcazaba hubiera sido plaza militar hasta


el siglo XIX había provocado la continua reutilización y res-

32
tauración de dependencias, murallas y estructuras y la
construcción de nuevas dependencias, adaptándolas para
uso castrense. Los nuevos proyectos arquitectónicos preten-
dieron reconstruir la época de esplendor de la Alcazaba, de
la que se conocían retazos gracias a las traducciones de los

Primeras excavaciones años cuarenta. En primer término, los pabellones del


mirador de la Odalisca. Al fondo, el Muro de la Vela, que mantiene en pie la
parte donde se sitúa la campana, entre la ermita y dos paños de la torre
central; la rotura del paño deja ver al fondo la ciudad y los campos de
Retamar.

En los cincuenta se han rellenado los pabellones. Avanza la reconstrucción


del Muro de la Vela completando la torre central. La ermita sigue sin
cubierta.

33
textos árabes, pero tanto la falta de rigor en la interpretación
de éstos como el carácter fragmentario de estas mismas
fuentes, llevaron en muchos casos a verdaderas reinvencio-
nes.

Se fue construyendo pues una nueva Alcazaba, en la que se


destacan y restauran algunos restos arquitectónicos y se
eliminan otros, según se consideren “auténticos” o añadidos
posteriores.

Construcción del arco por que se accede al segundo recinto desde el sur e
imagen final.

El criterio de selección, al no basarse en su conocimiento


histórico sino en el posible paralelismo con otros monumen-
tos como la Alcazaba de Málaga o la Alhambra, distorsionó
la imagen del monumento y dificultó su comprensión real.
En el primer recinto se trazaron unos jardines inspirados en
el modelo historicista de la Alhambra y se construyeron
acequias escalonadas emulando al Generalife. En la parte
baja se conformaron jardines cerrados y geométricos dividi-
dos mediante arriates de ladrillos.

En la parte superior de los jardines, junto al Muro de la


Vela, se habilitó un espacio con escenario para la celebración
de eventos. Para el mismo uso se utilizó el patio del castillo

34
cristiano para cuyo acceso, además del camino peatonal a
través de la Alcazaba, se habilitó otro, rodado, por el
exterior de la fortaleza.

Con el fin de recrear la Alcazaba islámica se construyeron,


sin base histórica documentada, espacios como el patio con
la alberca de los nenúfares y la casa del Alcaide, que alber-
gará los aseos y un restaurante. También se reconstruyen las
“casas árabes”, apoyándose en los vestigios hallados, con la
intención de reproducir como serían las viviendas de la
Alcazaba.

En los sesenta, con la llega-


da del turismo, la Alcazaba
se promocionó como seña
de identidad de la ciudad y
marco en el que se celebra-
ban todos los aconteci-
mientos sociales de la épo-
ca. En su ladera sur se
construyó el “mesón gita-
no” y un camino rodado
para acceder a los eventos
que se realizaban en el pa-
tio del castillo. Los restos
arqueológicos, a falta de
ser comprendidos e inter-
pretados, se exhibían a
modo de ruina romántica,

El patio de la alberca con nenúfares


ambientando el camino en-
pretendía recrear el ambiente del tre cipreses mediante el
palacio andalusí.
que se accedía al castillo
cristiano.

Las actuaciones de la segunda mitad de la década de los


setenta se centraron en la restauración de las obras anterio-
res, que ya presentaban evidentes signos de deterioro. Los

35
Foto aérea de la Alcazaba en los años sesenta.

restos arqueológicos fueron despareciendo entre la vegeta-


ción y los escombros y se diseñaron recorridos que no
tuvieron en cuenta las estructuras a las que se superpusie-
ron. La Alcazaba y su entorno urbano inmediato se fueron
abandonando y alejando cada vez más del centro y la vida
de la ciudad, a pesar de que siguió siendo un monumento
muy visitado por el turismo de sol y playa que llegaba a la
provincia.

Los últimos proyectos realizados por el Ministerio de Cultu-


ra a principios de los años ochenta, bajo la dirección del ar-
quitecto Roberto Puig, se centraron en la restauración de la
muralla sur. Con esta intervención, se forraron y unificaron
con cemento de color rojizo los paramentos originales y se
reconstruyó parte del almenado, lo que además de consti-
tuir un grave atentado a la realidad histórica ha distorsiona-
do la imagen y compresión de la fortificación de las últimas
generaciones de almerienses.

En 1984, el Estado transfiere a la Junta de Andalucía la pro-


piedad y gestión del monumento, que en aquel momento
arrastraba graves problemas de gestión y de conservación.

36
El frente sur de la fortificación se “restaura “unificándolo mediante la
aplicación de un falso tapial de cemento coloreado que ha distorsionado la
imagen de la Alcazaba. El color blanco de los tapiales originales destacaría en
el paisaje y favorecería su visibilidad.

En 1989 se creó el Conjunto Monumental de la Alcazaba con


el fin de que esta institución abordase, con una estructura
profesional, la investigación, conservación y difusión del
mismo. Comienza una nueva etapa de obras de infraestruc-
tura y conservación.

El proyecto más importante y en el que se centrará la inver-


sión durante la década de los noventa es el de la remodela-
ción de los jardines del primer recinto dirigido por el arqui-
tecto Ramón de Torres. Este proyecto cambia radicalmente
el aspecto de esta parte de la Alcazaba ya que, aunque man-
tiene la configuración de los jardines diseñados en los años
cuarenta, utiliza nuevos materiales (mármol y granito). El
diseño se verá condicionado en parte por la investigación
arqueológica realizada durante la ejecución de la obra, que
revela una utilización y una distribución del espacio muy

37
distinta de lo que hasta ese momento se había considerado
como un espacio vacío de albacar*. Ello impone la modifica-
ción puntual de uno de los itinerarios para la conservación
de los vestigios del complejo hidráulico que aparecieron
durante las excavaciones. Mientras tanto, el deterioro de los
restos arqueológicos del segundo recinto se va haciendo
cada vez más evidente y preocupante.

Foto aérea de la remodelación de los jardines del primer recinto en el año


1995.

Con el fin de mejorar la imagen de la ciudad, los poderes


públicos deciden impulsar, con el comienzo del nuevo siglo,
la recuperación de la Alcazaba y su entorno.

En la institución, la dirección y la Comisión Técnica del


Conjunto impulsan la investigación, en y sobre la Alcazaba,
como base para ejercer la tutela y potenciar su valor históri-
co.

El Ayuntamiento de la ciudad y la Consejería de Turismo


trabajan en el entorno y se restaura el parque y la vegetación
de la ladera sur de la Alcazaba con lo que se recupera, tem-
poralmente, el paseo exterior de la fortaleza y el acceso
directo al patio del castillo cristiano.

38
En el interior del conjunto monumental se acometen obras
con carácter de urgencia para solucionar los problemas más
graves de infraestructura y conservación que tiene el monu-
mento. El arquitecto Eusebio Villanueva será durante esta
etapa el responsable de la mayor parte de las intervenciones
y proyectos de conservación que se realizan en el monu-
mento.

Se realizaron obras para acondicionar espacios en el interior


del recinto para albergar distintas funciones de la institución
–taquilla de recepción y atención al público, talleres, oficinas
y biblioteca–. Se mejoran así de forma significativa las con-
diciones de funcionamiento y la imagen de la Alcazaba. Por
otro lado, se llevaron a cabo estudios específicos para mejo-
rar las infraestructuras del conjunto: “abastecimiento y dis-
tribución de agua” y “mejora de los accesos y recorridos”.
En ambos se analizaba el recinto desde una perspectiva
global y se elaboraban recomendaciones para los futuros
trabajos.

Las obras de restauración se dirigieron fundamentalmente a


la puesta en valor de los restos arqueológicos del segundo
recinto. La primera actuación se llevó a cabo en el baño
privado del palacio, consolidando las estructuras existentes
y restituyendo el muro lateral que lo separa de los aljibes,
con lo que se consiguió su unidad conceptual y una lectura
coherente para los visitantes. Se han utilizado morteros y
tapiales de características similares a los originales.

La metodología empleada ha demostrado su eficacia para la


conservación del monumento. Así, cualquier actuación debe
estar precedida por un trabajo de investigación basado en la
excavación, documentación gráfica, análisis de las estructu-
ras emergentes y su contextualización cronológica. Implica
la participación de profesionales y el recurso a metodologías
de diferentes disciplinas en las intervenciones que se llevan
a cabo. Se han realizado por ejemplo levantamientos

39
La intervención en el baño de palacio:

a) Aspecto de los baños antes de la


intervención arqueológica (2003)
b) Durante el proceso de investigación
c) Estado actual.

40
c
fotogramétricos, estudios con georadar, análisis de morte-
ros, etc.

La puesta en valor y la presentación de los restos para inte-


grarlos en el circuito de visitas requiere definir el contexto
histórico en el cual se quiere mostrar. Teniendo en cuenta la
dilatada ocupación en el tiempo y sus correspondientes
transformaciones, se hace necesario elegir lo que se puede
compatibilizar de forma coherente y comprensible de las
diferentes fases. Un ejemplo de ellos ha sido la intervención
en el sector norte del palacio. Con el objetivo de que el
visitante comprenda que el palacio fue objeto de sucesivas
reformas y ampliaciones a lo largo de toda la etapa andalusí
se han conservado en el mismo sector restos de dos de sus
fases más importantes: a la derecha los restos más antiguos,
–que se conocen por el momento– los de unas dependencias
de la residencia califal y a la izquierda la alberca y los ande-
nes que rodean el jardín, que corresponde a la última remo-
delación del palacio en época almohade. Para facilitar su
interpretación se han reconstruido los andenes, recreciendo
los restos originales mediante morteros y técnicas construc-
tivas similares a las originales –asegurando la conservación
de los restos originales y la reversibilidad de la interven-
ción–.

La intervención en el sector norte del complejo áulico. a) El sector en el


año 2000 antes de la intervención. b) El sector en 2008 después de la
intervención

41
Los trabajos de conservación deben ir siempre ligados a esos
trabajos de investigación previa y responder a las necesida-
des planteadas en sus conclusiones. Consolidar o apear
estructuras sin ese conocimiento puede servir para evitar
que se caigan, pero impide la comprensión general de los
restos. La consolidación de elementos descontextualizados
falsea y dificulta la visión del conjunto.

En 2005, se abrieron al público distintos espacios, como las


casas y las torres sur y norte, que se adaptaron para uso
museográfico e interpretativo de la ciudad y de la propia
Alcazaba20.

El Aljibe Califal se vació de otros elementos añadidos para


potenciar su arquitectura y función y se dotó de una musea-
lización básica de carácter evocativo en la que —a través de
efectos lumínicos— se reproduce el reflejo del agua en las
paredes y en la bóveda del aljibe y —a partir de recursos
sonoros— se simula el proceso de llenado con agua de
lluvia.

La Ermita de San Juan fue remodelada para su utilización


como sala de usos múltiples para la celebración de jornadas,
conferencias, exposiciones y talleres.

Se dotó al conjunto monumental de una señalética adecua-


da, tanto de indicación de itinerarios como de hitos explica-
tivos de los distintos espacios singulares. En las cubiertas de
las torres se instalaron unos atriles donde se destacan algu-
nos puntos de interés del entorno que rodea la fortaleza y de
los hitos más relevantes de la ciudad.

Estas intervenciones han provocado un cambio de la imagen


del monumento, favoreciendo una nueva lectura: la Alcaza-
ba como sitio arqueológico y museo.
20 Las obras de acondicionamiento de las casas y torres como espacios
interpretativos fueron dirigidas por el arquitecto Pedro Salmerón. El
proyecto museográfico fue ejecutado por la empresa E-Cultura.

42
a

El Conjunto monumental actual es además museo y sitio arqueológico:

a) Tienda
b) Exposición de materiales arqueológicos
c) Superposición de restos arqueológicos

43
Vista del puerto de Almería desde la Alcazaba.

44
alcazaba de almería

e l c o n t e x t o
g e o g r á f i c o
e h i s t ó r i c o

1
Vista general de la Alcazaba.

2
1. EL TERRITORIO: ALMERÍA “PUERTA DEL
MEDITERRÁNEO”

Almería se caracteriza por ser una ciudad marítima y tanto


su origen como su historia han estado determinados por esa
vinculación con el mar.

La orografía del territorio almeriense, con numerosas sierras


orientadas este-oeste y con un extenso litoral, ha dificultado
las comunicaciones terrestres y favorecido su vocación náu-
tica, de forma que en las épocas en que Almería se ha pro-
yectado hacía el mar ha alcanzado una gran prosperidad
económica. Es lo que sucedió en la época andalusí.

La fundación de la ciudad, como veremos más adelante, se


debió a su localización junto al mar y a una decisión política
del califa Abd al-Rahman III. Su posición privilegiada, den-
tro de la gran red comercial islámica, provocó que la ciudad
creciera y se convirtiera en el siglo XI en una importante
metrópolis mediterránea.

El rasgo más ponderado por los geógrafos e historiadores


andalusíes y orientales sobre Almería fue su carácter maríti-
mo.

La Alcazaba de Almería se localiza, dominando la bahía, so-


bre una elevación de unos ochenta metros de altura, al noro-
este del actual núcleo urbano. Sus límites geográficos son la
Hoya por su parte septentrional, la Rambla de la Chanca
por el oeste y la Rambla de Gorman por el este. Al sur des-
ciende una suave pendiente que termina en una llanura cos-
tera, donde se desarrolla la ciudad. La relación visual con
respecto al mar es un hecho fundamental.

El recinto fortificado se extiende sobre una plataforma alar-


gada e irregular de unos cuatrocientos cincuenta metros de

47
La Alcazaba se localiza, dominando la bahía, sobre un cerro al noroeste del
actual núcleo urbano.

longitud. Desde éste han ido partiendo los lienzos de mu-


ralla que han ido cerrando la ciudad al compás de su
crecimiento.

Tanto desde un punto de vista simbólico —la Alcazaba será


la sede del poder— como estratégico, la ubicación de la for-
taleza es fundamental. Lo escarpado del cerro, su amplia vi-
sibilidad y quizá la existencia de un asentamiento anterior
van a ser factores determinantes para la elección de su em-
plazamiento, así como para su reutilización militar hasta el
siglo pasado.

Observando el paisaje desde la Alcazaba, podemos intentar


imaginar cómo sería el entorno ambiental de la ciudad an-
dalusí.

Además de por el mar, indudable protagonista de las vistas


desde la Alcazaba, el visitante actual queda impresionado
por la desnudez de las montañas que rodean la ciudad.

48
Parece ser que los montes que se ven desde la Alcazaba
ofrecerían ya entonces la misma imagen desértica de ahora,
aunque las cercanas sierras de Gádor y Alhamilla conserva-
rían sus bosques autóctonos y una fauna típica de estos
entornos. Entre los restos óseos documentados mediante las
excavaciones arqueológicas realizadas en la Alcazaba se han
identificado restos de cérvidos y de gamo, lo que corrobora
la hipótesis de que existieron bosques bien conservados en
las cercanías de la ciudad21.

El paisaje del entorno de la Alcazaba.

Si bien es cierto que el clima no parece haber cambiado


mucho en términos absolutos, a lo largo de los ochos siglos
de la etapa islámica se debieron producir cambios muy im-
portantes en el entorno y paisaje de la ciudad.

Con la expansión árabe se produce lo que muchos autores


han denominado una auténtica “revolución agrícola”. Se
introducen así numerosas especies cultivables y se extien-
den y desarrollan las técnicas de regadío. Hasta entonces la
agricultura del Mediterráneo se había basado en cultivos de
secano de especies bien adaptadas a los ritmos del clima,
especialmente a la larga sequía estival: cereales, vid y olivo.

21 Garrido García, J. A.: 2011.

49
La tecnología del riego hizo posible algo que de modo
natural no podía suceder en los climas mediterráneos: la
coincidencia de las máximas temperaturas con la mayor
humedad, lo que incrementa no sólo los rendimientos de los
cultivos tradicionales, sino también la posibilidad de culti-
var otras especies propias de climas tropicales o subtropica-
les. Durante la Edad Media fueron introducidas en España
al menos diecinueve especies anteriormente desconocidas,
originarias de Oriente Próximo, Irán, India y China: cítricos,
arroz, caña de azúcar, moral, alcachofa, berenjena etc.

Dos aspectos en aparien-


cia muy contradictorios
caracterizan la naturaleza
almeriense heredada de
la edad media islámica,
según los hermanos Gar-
cía Latorre22.

Por una parte se verían


espacios que habían sido
radicalmente alterados y Noria de sangre.
desnaturalizados para es-
tablecer en ellos una agricultura intensiva de regadío. La
construcción de estos ecosistemas artificiales implicaba un
enorme esfuerzo de acondicionamiento y transformación
del territorio por medio de sistemas de riego, aterrazamien-
to de laderas y barrancos, trabajos de encauzamiento y pro-
tección de los cauces fluviales, aclimatación de las nuevas
especies y constantes labores de mantenimiento. Esta estra-
tegia de explotación no se había dado en nuestra provincia
en ningún periodo anterior o, al menos, no de forma tan de-
sarrollada y generalizada.

Por otra parte, osos, corzos, linces, ciervos, lobos, cabras


montesas y otros animales hoy desaparecidos como las en-

22 García Latorre, J. y García Latorre, J.: 2007.

50
cebras (asnos salvajes), prosperan fuera de los oasis. La exis-
tencia de estas especies animales implica una buena conser-
vación del medio natural. «En la Almería de finales de la
Edad Media la vegetación silvestre, en general, y en particu-
lar la forestal, tenían que estar más desarrolladas y tenían
que ser más exuberantes que hoy». Posiblemente la falta de
ocupación humana de amplias zonas de la provincia, como
las costeras —en momentos de guerra o piratería— o las
cercanas a la frontera —durante toda la etapa nazarí— ha-
brían ayudado a una recuperación del medio “natural”.

El río Andarax.

Los espacios irrigados transformaban radicalmente la natu-


raleza pero eran espacios diminutos y no podían ser otra
cosa por limitaciones ambientales insuperables. En 1490,
todo el oasis del Bajo Andarax tenía 10.080 tahúllas de tierra
cultivada, es decir, poco más de 1.100 hectáreas, lo que re-
presenta el 10% del suelo de la comarca. Se trataba de la má-
xima superficie irrigable con una tecnología preindustrial,
como demuestran los datos del catastro de 1870, casi la mis-
ma superficie irrigada que cuatro siglos antes. Es cierto que,
posiblemente, en ninguna otra comarca almeriense se habí-
an explotado tanto los recursos hídricos durante el periodo
medieval, pero es que tampoco ninguna había contado con

51
una ciudad de las dimensiones que llegó a alcanzar enton-
ces la ciudad de Almería.

No tenemos constancia de que la agricultura de secano se


intensificara en este periodo. De hecho, de los textos se des-
prende que Almería depende del “trigo que le trae el
viento”, es decir, el que le llega por mar desde el norte de
África. «Si se había constituido un sistema de explotación de
los recursos naturales, que obtenía una parte importante de
la producción de las minúsculas vegas irrigadas, el resto del
territorio, más de un 90% se habría visto libre de grandes
interferencias antrópicas. El regadío es una tecnología “aho-
rradora de tierra”, ya que proporciona rendimientos muy
superiores que los cultivos de secano. Cuando se convierte
en la estrategia prioritaria de una sociedad, la roturación y
deforestación de grandes superficies no es necesaria. Por
tanto como efecto secundario la vegetación y la fauna silves-
tres podrían haberse recuperado y expandido. Las necesa-
rias podas practicadas regularmente en los árboles frutales,
junto con la enorme cantidad de otros residuos vegetales
que producían las huertas proporcionarían madera y leña y
alimento al ganado, contribuyendo así también a aliviar la
presión sobre la naturaleza»23.

Otro elemento que, sin duda, debió influir en el paisaje fue-


ron los fuertes terremotos que se sucedieron en esta etapa,
ya que provocaron cambios en los acuíferos o el encajamien-
to del río Andarax y, por tanto, cambios en la morfología
del río.

A pesar de que Bayyana/Pechina, la ciudad que precedió a


Almería haya sido llamada “capital de la república de los
marinos” por las circunstancias de su desarrollo, lo que ha
hecho afirmar a muchos autores que el río en ese momento
tendría un mayor flujo y sería navegable, al menos en su
tramo final, los datos disponibles no nos permiten confir-

23 García Latorre, J. y García Latorre, J.: 2007, p. 169.

52
mar nada al respecto. Así, los textos dejan claro que el puer-
to de Pechina era Almería pero no aportan datos sobre el
caudal del río.

Gracias a los sondeos geológicos realizados en el lecho del


río Andarax, a la altura del emplazamiento de los Millares y
en su estuario, sabemos que los derrubios arrastrados por el
río en los últimos dos siglos poseen un enorme espesor y
que el trazado de la costa ha sufrido importantes modifica-
ciones. Estos datos permiten afirmar a los investigadores de
los Millares que «durante la Edad del Cobre el mar se
introduciría por el estuario del Andarax hasta alcanzar la
localidad de Pechina, situada a unos diez kilómetros de los
Millares. Las especies vegetales y animales recogidas en el
yacimiento calcolítico permiten suponer que el río mantenía
un cauce de agua permanente durante todo el año, facilitan-
do la navegación desde el asentamiento a la costa y a las
tierras del interior»24. En cualquier caso, se trataría de em-
barcaciones de poco calado.

No hemos encontrado datos que nos indiquen si las condi-


ciones del río fueron cambiando de forma constante a los
largo de los casi tres mil años que separan ambas culturas o
si cambiaron bruscamente como algún investigador ha su-
gerido como consecuencia de los terremotos producidos al
final de la Edad Media.

24 Molina, F. y Cámara, J. A.: 2005.

53
2. HISTORI A DE ALMERÍ A EN ÉPOCA
ISLÁMICA

Para el conocimiento de la historia de la ciudad medieval


contamos —además de con los textos árabes, que nos pro-
porcionan una abundante información sobre la Almería
islámica— con los resultados de la investigación arqueoló-
gica que se está realizando en la ciudad desde mediados de
los años ochenta y con los datos que nos aportan otras
disciplinas (numismática, epigrafía).

No se pretende, en este capítulo, hacer una síntesis histórica


exhaustiva, sino establecer un marco de referencia que per-
mita una visita comprensible del Conjunto Monumental de
la Alcazaba. Remitimos a los lectores interesados en saber
más sobre la historia de nuestra ciudad a consultar la biblio-
grafía recogida al final de este libro.

LOS ORÍGENES Y LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD

Gracias a las excavaciones arqueológicas sabemos que, junto


al fondeadero de Almería, en la época romana se instalaron
factorías de salazones de pescado25 que estuvieron en uso en
los primeros siglos de nuestra era. Sus restos se han conser-
vado y se pueden visitar junto al Parque Nicolás Salmerón
en el enclave arqueológico “Puerta de Almería”.

Ya en época islámica, el origen de la ciudad de Almería es el


ser fondeadero de la ciudad de Bayyana, situada a unos
ocho kilómetros de la costa, bajo la actual población de
Pechina.

Bayyana sucedió a la ciudad romana de Urci como mayor


centro de poblamiento del bajo Andarax. Tuvo un papel

25 Suárez Márquez, A.: 1987, pp. 22-28.

54
relevante en el renacer del comercio marítimo en el Medite-
rráneo occidental y en las relaciones con África del Norte,
gracias a sus marinos, algunos de ellos procedentes de fuera
de la Península. Entre los años 885 y 915, aprovechando
unas condiciones políticas que les eran favorables, éstos
lograron un alto grado de autonomía y la ciudad llegó a
considerarse como “la República marítima de Pechina”.

En el año 923, Pechina se incorporó


al estado omeya* después de casi
medio siglo de autogobierno. Desde
entonces, muchas de las acciones na-
vales emprendidas por la flota ome-
ya partirían del puerto de Almería,
que se convertiría en la base princi-
pal de la marina califal* andalusí.

En el año 939 —diez años después


de la proclamación del califato—
asumió el gobierno de la cora* de
Almería-Pechina el almeriense Ibn
Rumahis, una de las figuras más in-
Redoma fabricada en los alfares de
fluyentes durante la época del califa-
Bayyana. Museo de Almería.
to que desempeñó, además, el cargo
de almirante de la flota. Su influen-
cia llegaba hasta el punto de que no sólo era una de las tres
grandes personalidades a las que el califa omeya consultaba
antes de tomar una decisión, junto con el general de la
Marca Superior y el cadí de Córdoba, sino que de él se
llegaba a decir que, durante la época omeya, compartía el
poder con el califa: uno reinaba sobre la tierra y el otro
sobre el mar26.

Un hecho decisivo para la historia de la ciudad fue el ataque


fatimí contra el puerto de Almería. «El martes 3 de julio del
año 955, la flota norteafricana desembarcó en Almería [que

26 Lirola Delgado, J.: 1993.

55
entonces, según describen las fuentes, no debía estar amura-
llada] incendiaron las naves omeyas, destrozaron, saquea-
ron y provocaron una gran matanza, lo que supuso un duro
golpe al Estado califal». Este hecho tuvo como consecuencia
inmediata que el califa ordenase fortificar la ciudad, que fue
elevada a la categoría de madina y dotada de murallas y al-
cazaba para proteger a su población de otros posibles ata-
ques en el futuro, así como que se mejorasen los servicios
portuarios preexistentes, tanto militares como comerciales,
incluidas sus atarazanas.

Con la fundación de Almería el primer califa de al-Ándalus:


Abd al-Rahman III afirmaba su poder e independencia res-
pecto a los vecinos norteafricanos, los fatimíes*, que en
apenas veinte años habían sometido bajo su control un
extenso territorio entre los actuales Estados de Libia y
Argelia, amparados precisamente en la autoridad de la
dignidad califal, autoproclamada por el Mahdi Ubayd Allah
en el año 910.

Cuando los autores árabes relatan


que Almería fue una ciudad
muhdata o moderna, hemos de en-
tender que fue entonces cuando
se “fundó” oficialmente, es decir,
cuando se le dio la categoría de
madina —ciudad— y se la dotó
del complemento de funciones
urbanas que tal concepto implica-
ba. Lo que hasta ese momento ha-
bría sido el barrio marítimo de
Mariyat Bayyana ya habría eclip-
sado al núcleo central original de
Bayyana, ya que se había produ-
cido una eclosión demográfica y
urbanística en detrimento de la Inscripción fundacional de la ciudad de
ciudad matriz. Almería en 955. Museo de Almería.

56
A mediados del siglo X, Almería era una ciudad pequeña
delimitada por el perímetro de sus murallas, que partiendo
de la Alcazaba bajaban hacía el mar, para cerrarse en el
frente sur por la línea de muralla que discurría paralela a la
costa. La ciudad experimentaría durante el califato un extra-
ordinario crecimiento, debido fundamentalmente a la cre-
ciente actividad de su puerto.

Córdoba, la capital, encontró en Almería su fachada maríti-


ma y todo el conjunto de elementos políticos, humanos y
comerciales que convergieron en este enclave hicieron de
Almería un centro de primer orden en al-Ándalus y en las
redes internacionales del comercio mediterráneo27.

Las fuentes escritas árabes nos describen una ciudad cosmo-


polita y abierta al Mediterráneo, tanto islámico como cristia-
no, y con un intenso tráfico de mercancías –que se exporta-
ban e importaban– y tránsito de viajeros que embarcaban y
desembarcaban en su puerto.

Fragmento de estuco con dibujo de barco encontrado en la Alcazaba.

27 Molina, E.: 2005.

57
LA TAIFA DE ALMERÍA (1014-1091)

Desde comienzos del siglo XI y hasta mediados del XIII, al-


Ándalus estuvo sometida a continuos cambios políticos que
produjeron modificaciones en su estructura social y econó-
mica.

Tras desatarse la guerra civil (fitna), que tendrá como conse-


cuencia final la caída del califato y la división del territorio
en pequeños Estados autónomos, se habían ido creando una
tras otra las “taifas”28.

Por extensión, se denominan “taifas” las porciones de terri-


torio, desiguales en importancia y poder, sobre las que se
iban declarando emires autónomos, de diverso origen y
procedencia.

Sabemos por los textos que coincidiendo con el resquebraja-


miento del poder califal, hacia 1009-1010, gobernaba la ciu-
dad de Almería Aflah y que, en medio de las luchas por el
poder, en julio del año 1014 debió aparecer en el panorama
almeriense Jayran, procedente de Córdoba, uno de los go-
bernantes más conocidos, ya que se le atribuyen numerosas
obras en la ciudad, incluida la ampliación de la muralla.

Durante la taifa, la ciudad va a ir creciendo y embellecién-


dose, ya que se realizan muchas obras públicas, lo que cono-
cemos a través de numerosos textos árabes. Una intensifica-
ción de la investigación arqueológica de nuestra ciudad sin
duda nos proporcionaría evidencias de lo descrito en los
textos.

Uno de los textos más conocidos es el de al-Udri29, autor


almeriense que nació en Dalías o en Almería el 4 de sep-

28 Se denominaron “taifas” las porciones de territorio sobre las que se iban


declarando gobiernos autónomos.

29 Traducción de Lirola, J.: 2005.

58
tiembre de 1003 y murió en Almería el 10 de diciembre de
1085, es decir, que fue contemporáneo de los hechos que
describe y que relatamos a continuación:

«Jayran entró en la ciudad de Almería en julio de 1014 y


combatió contra Aflah y sus dos hijos; los asedió hasta
destruir la Torre del Pozo y tomar la Alcazaba. Mató a
Aflah y a sus dos hijos. Consolidó el dominio de Almería
y sus distritos y estableció en ellos un dominio digno de
elogio. Realizó una bella ampliación en la alquibla de la
aljama de Almería en el año 410 (1019-1020) con la que
aumentó su capacidad la mezquita aljama de Almería,
construyó la muralla que desciende desde el actual cerro
de San Cristóbal hasta el mar, lo que supuso una amplia-
ción de la ciudad, y le puso cuatro puertas: una puerta en
el citado monte; otra desde la que se sale en dirección a
Pechina (después llamada Puerta de Purchena); otra
llamada Puerta de la Vega; y una cerca de la orilla del
mar […]».

Se atribuye a Jayran la muralla que desciende desde el actual cerro


de San Cristóbal.

59
Lo que se conoce con el nombre de “taifa eslava”30
comprende el reinado de Jayran y de su sucesor Zuhayr,
que murió en agosto de 1038.

«Tras él, gobernó Zuhayr, después de la discrepancia que


éste tuvo con Musallam. Lo cercó en su castillo de
Orihuela durante seis meses y lo atacó hasta que lo privó
de todo poder. El gobierno de Zuhayr se extendió sobre
Almería y sus distritos hasta incorporar en su mandato la
ciudad de Córdoba y sus distritos. Después se le sometió
la Alcazaba de Játiva. Zuhayr también realizó obras en la
Aljama de Almería, añadiendo una nave por cada uno de
sus lados —oeste, este y norte—, engrandeciéndola. Me-
joró el abastecimiento de agua de la ciudad: construyó el
depósito de agua y la acequia desde la que se abastecía
desde una fuente lejana. Levantó también la muralla que
está en la costa del Arrabal del Oratorio. Murió en agosto
de 1038, en Deifontes, al atacar a Badis de Granada.
Según unos autores, murió en combate; según otros, se
despeñó por un barranco al huir».

Capitel de mármol procedente de las excavaciones de la


mezquita mayor de Almería. Por su estilo podría
corresponder a la ampliación realizada por Jayran.

30 Estos gobernadores de las taifas llamados “eslavos”, eran niños cautivos


de origen europeo que habían sido educados en el Islam, lograron estar
bien situados en la administración andalusí y convertirse a comienzos
del siglo XI en un grupo de poder.

60
En este momento los almerienses deciden proclamar sobera-
no al régulo de Valencia: Abd al-Aziz al-Mansur, un nieto
de Almanzor que entró en Almería el 3 de septiembre de
1038, dejando como gobernador a Man b. Sumadih, con el
cual la taifa de Almería inició su segunda andadura inde-
pendiente.

La familia de los Sumadih (los Banu Sumadih) gobernó la


taifa almeriense hasta 1091, cuando los almorávides con-
quistaron la región.

Man b. Sumadih fue un buen soberano, aunque no adoptó


título regio ni acuñó moneda en su nombre. Murió en enero
o febrero de 1052 y le sucedió su hijo Muhammad que em-
pezó a gobernar con el título de Muizz al-Dawla, “engrande-
cedor de la dinastía” y, posteriormente, lo amplió con los de
al-Mutasim bi-llah y al-Watiq bi-fadl Allah, que eran ya pro-
pios de los califas orientales y que desde mediados del siglo
empezaron a ponerse de moda entre los reyes de taifas.

Es con este último rey, al-Mutasim, cuando la taifa de Alme-


ría es más conocida. Según cuentan los textos fue poeta y
mecenas de escritores y realizó obras notables. Almería
brilló por su cultura durante este periodo ya que la ciudad
acogió eruditos, pensadores y geógrafos como Ibn Hazm y
al-Bakri, o agrónomos como al-Tignari. Una verdadera corte
literaria rodeaba al soberano, que también era poeta.

Mandó construir dos magníficos palacios: uno en el interior


de la Alcazaba y otro a las afueras de la ciudad y próximo al
río. Se trata este último del de la Sumadhiya, una almunia o
finca de recreo de la que no conocemos su ubicación exacta
y que algunos autores sitúan en el actual término municipal
de Huércal de Almería.

Se conserva un texto excepcional de al-Udri, en el que se


describen minuciosamente los palacios erigidos por al-

61
Mutasim. Este texto, del que se han hecho distintas
traducciones y, por tanto, distintas interpretaciones, ha sido
hasta hoy la única fuente de información existente sobre el
palacio taifa de la Alcazaba.

«Muhammad b. Sumadih al-Mutasim bi-Llah, realizó


grandiosas y bellas obras en la protección de la Alcazaba,
en la elevación de su muralla y en la perfecta construc-
ción de sus alcázares». Describe minuciosamente el pala-
cio de la Alcazaba: «Entre estos, se encuentra el gran
palacio que tiene vistas, por su parte Norte, al monte
Layam (actual cerro de San Cristóbal) y, por su parte
Sur, tiene un grandioso jardín en el que hay toda clase de
frutos y de los más extraños sin que se pueda describir,
siendo la longitud de su superficie aproximadamente la
anchura de la Alcazaba. Le sigue, al Sur, un salón, tam-
bién grandioso con puertas con adufas a la manera de las
orientales, si bien más raras en el grabado, y perfectas. La
superficie y zócalos de ese salón están recubiertos de
mármol blanco. Le sigue, al Sur, una gran estancia hecha
perfectamente con toda clase de dorados, extraordinarios,
que dejan perplejos a quienes los miran. Le sigue, al Sur,
un grandioso salón mocabarado con ménsulas decoradas,
esculpidas y con incrustaciones de excelente oro; pavi-
mentado con mármol blanco y con zócalos [también] de
mármol con inscripciones esculpidas [blanco en el ms.],
puesto de forma extraordinaria. En la inscripción apare-
cían la fecha de construcción y {el nombre de} quien la
había ordenado {realizar}. Le sigue un patio, al Sur del
cual se encuentran unas puertas y sobre ellas hay una
balaustrada desde la que si se quiere, se divisa toda la ciu-
dad de Almería, su mar, la llegada de los navíos a su
puerto y su salida hasta la orilla norteafricana y el resto
de los territorios. Al Este construyó una estancia de gran
perfección para gobernar».

62
Tras la toma de Granada, en septiembre de 1090, los almorá-
vides marcharon contra Almería. Al-Mutasim falleció mien-
tras el ejército almorávide en marcha triunfal se aposentaba
ante la Alcazaba, en la primavera de 1091, posiblemente el
12 de junio, sucediéndole su hijo Muizz al-Dawla Ahmad.

Los almorávides concentraban entonces sus esfuerzos en


conquistar Sevilla, lo que lograron finalmente en septiembre
de aquel mismo año, por lo que el acoso contra Almería
amainó ligeramente. La caída de Sevilla decidió a los Banu
Sumadih a dejar su resistencia en la Alcazaba almeriense y
poco después abandonaron Almería y se refugiaron en el
norte de África. Los almorávides incorporaron una taifa
más a sus dominios.

Durante todo el periodo de taifas la ciudad de Almería


había seguido creciendo y había desbordado el perímetro
fortificado. Esto provocó que fuera necesario dotar de nue-
vas defensas a los nuevos barrios surgidos extramuros. A su
antigua madina se habían adosado dos arrabales, uno a
levante denominado arrabal de al-Musalla (antigua explana-
da exterior a la ciudad en la que se realizaba la oración
colectiva en las grandes fiestas religiosas) y otro arrabal a
poniente al-Hawd —la Hondonada—.

Mientras que en el siglo X la ciudad ocupaba poco más de


veinte hectáreas, en el siglo XI llegó a superar las ochenta.
Gracias a los datos proporcionados por la arqueología
vamos conociendo su urbanismo, la tipología de las vivien-
das e identificando los espacios dedicados a algunas de las
actividades económicas descritas por las fuentes —como
tenerías o alfares— así como la ubicación y las característi-
cas de sus cementerios.

En la Alcazaba, los reyes de taifas construyen sus palacios,


intentando emular la fastuosidad de las residencias de los
califas.

63
Alcazaba Muralla de Jayran Atarazanas
Mezquita Aljama Aljibe de Jayran Puerta de la ciudad

Extensión de la ciudad en época taifa. Montaje: F. Arias, sobre la foto aérea


actual.

En la primera fase de la taifa los soberanos impulsan las


obras públicas: fortificación, abastecimiento de agua de la
ciudad y ampliación de la mezquita, ostensible manifesta-
ción de que, a imagen de los califas, se hacían cargo de
todas las obligaciones colectivas impuestas por su poder
recién adquirido.

Jayran edifica las murallas que cierran los arrabales de la


primitiva ciudad califal; él y su sucesor, Zuhayr construyen
acueductos y aljibes. Todavía se conservan algunos próxi-

64
mos a la Puerta de Purchena. Se amplia la mezquita mayor
hasta contar con siete naves paralelas al muro de qibla*.

Durante la segunda fase, correspondiente casi solo al reina-


do de al-Mutasim, la preferencia constructiva se centra en
los edificios áulicos, ya que uno de los hechos más celebra-
dos de su reinado es la construcción de sus dos lujosos
palacios, el de la Alcazaba y el de al-Sumadihiya.

Entre las numerosas e importantes obras urbanísticas que se


realizaron en la época de las taifas destaca también la

65
LA CECA DE ALMERÍA

La ciudad de Almería es una de las cecas más importantes


de la España musulmana, pero al igual que ocurre en casi
todo al-Ándalus sólo podemos empezar a identificar mo-
nedas acuñadas o atribuidas a Almería en fechas posterio-
res a la desaparición del Califato de Córdoba, en el primer
tercio del siglo XI; debido a la centralización de la produc-
ción de moneda en los talleres de Córdoba durante la
dinastía omeya.

La primera atribución a la ceca de Almería, es una mone-


da en la que aparece el nombre de Jayran en el reverso y
Abd al-Aziz, el nieto de Almanzor, en el anverso, aunque
algunos numismáticos la atribuyen a la ceca de Valencia.
Más segura es la adscripción a esta ceca de un dirham
anónimo, que se atribuye a Zuhayr, ya que es la primera
moneda que incluye el nombre –de Almería– tanto en la
orla como en el campo del reverso.

En las piezas emitidas bajo el reinado de al-Mutasim, figu-


ran además de la ceca de Almería, los títulos que portaba.

Estas primeras emisiones son abundantes y frecuentes, sin


embargo será bajo la dominación almorávide, cuando se
potencie la actividad de Almería como una de las cecas
más prolíficas de al-Ándalus. Las características epigráfi-
cas de los dinares de Almería los convierten en una serie

A A A

R R R

Dirhem de Jayran Dirhem atribuido a Zuhayr Dirhem de al-Mutasim

66
muy homogénea desde el punto de vista estilístico. Esta
serie tipo se conoce gracias al hallazgo en los años cuaren-
ta del siglo XX de más de treinta dinares en la Alcazaba,
probablemente se trata de una ocultación durante la
conquista cristiana de 1147-1157.

La notable calidad media de los dinares almorávides esta-


bleció un modelo de moneda que se convirtió en la divisa
internacional del momento y por ello sería en el futuro co-
piada por el Reino de Castilla: los llamados “morabeti-
nos”.

Resulta bastante sorprendente que bajo el gobierno de los


almohades, Almería no acuñe monedas, el hecho de que
existan gran número de series anónimas podría ser la
explicación, ya que una fuerte proporción de las monedas
almohades no precisa la ceca, por lo tanto no hay series
que se puedan atribuir, con certeza a esta ciudad.

Es indicativo de la importancia que la ciudad de Almería


tenía para el reino nazarí, el hecho de que esta ceca apa-
rezca en casi todas las series, salvo en el caso del dinar,
reservado casi en exclusiva para la capital, Granada. A
pesar del abundante número de emisiones anónimas, dis-
ponemos de cierto número de ejemplares que incluyen el
nombre de la ceca de “al-Mariyya”, así como de otros en
los que aparece el nombre del gobernante.
Según A. Canto: 2005.

A R
A

R
Medio dirhem nazarí de Ali ibn Sad

Dinar almorávide de Yusuf ibn Tashufin

67
ampliación del puerto hacía el levante y seguramente, según
nos cuenta el geógrafo almeriense al-Udri, testigo de excep-
ción de cuanto ocurrió en esta época: la mejora de las
atarazanas.

Almería seguirá siendo durante todo el periodo de taifas, y


mucho más después de la reunificación de al-Ándalus bajo
el poder almorávide, el puerto que canalice el comercio
peninsular e internacional en el marco mediterráneo.

Yesería procedente del palacio taifa de la Alcazaba.

En la documentación de la Genizá de El Cairo31 se encontra-


ron cartas de los mercaderes judíos en las que se destaca la
importancia del puerto de Almería. Son numerosas las refe-
rencias a comerciantes extranjeros que llegaban a Almería o
a barcos que procedentes de esta ciudad arribaban a las
costas egipcias.

31 Genizah* o genizá es el término que se utiliza en hebreo para referirse a


la cámara o habitación en la que los judíos depositan documentos y
objetos en desuso que en algún momento tuvieron valor sagrado. El
descubrimiento de la genizá de la sinagoga de Ben Ezra, en El Cairo, con
más de 200 000 documentos en papel y pergamino, constituyó un
hallazgo excepcional por la información histórica así revelada. Los
documentos están datados entre los siglos X y XIII.

68
EL ESPLENDOR DE LA ALMERÍA ALMORÁVIDE
(1091-1145)

Los almorávides* gobernaron al-Ándalus y el norte de


África bajo un mismo Estado durante más de cincuenta
años. Crearon un imperio que se extendía desde la actual
Argelia, a las inmediaciones de Toledo, dominando Marrue-
cos y el Oeste del Sahara hasta las orillas del Senegal.

Los almorávides aparecieron a mediados del siglo XI en la


escena del Occidente musulmán, animados por un ideal
religioso que pretendía volver a las raíces del Islam suní y
de difundirlo. Por su procedencia sahariana, sabían la im-
portancia de dominar la ruta de las caravanas comerciales
del oro —ruta que enlazaba Marruecos con Senegal, por un
lado, y con el Mediterráneo por otro— y tenían la voluntad
de lograrlo. En 1070 fundan su capital en Marrakech. El
paso de los almorávides a al-Ándalus se produce gracias a
la ocupación de Ceuta el mismo año en que Alfonso VI
tomó Toledo. Las tropas de los reyes de Taifas de Sevilla,
Granada, Málaga y Almería se unen a las de los almorávi-
des que habían desembarcado en Algeciras y se ponen
marcha hacia Toledo. Tras encontrarse con el ejército de
Alfonso VI se producirá la victoria aplastante del ejército
almorávide y de las tropas andalusíes aliadas.

Almería era una plaza importante para los almorávides


precisamente por la situación e importancia estratégica de
su puerto, por tanto, no sólo la conquistan poniendo fin a la
taifa de Almería, sino que más tarde, en el 1129, el emir Ali
b. Yusuf nombró a su hijo Tashufin, que luego será su
sucesor en el emirato almorávide, gobernador de Granada y
de Almería, para contener la crisis desatada en al-Ándalus.

Durante la etapa almorávide hubo un nuevo desarrollo


naval musulmán, imprescindible, por otra parte, para ga-
rantizar la unidad de los territorios de su Estado que

69
LOS TEJIDOS DE ALMERÍA

Los tejidos y bordados de seda y oro fueron considerados


como productos de lujo de los talleres de artes suntuarias,
en torno a la corte, como fue la dar al-tiraz, –el taller real
de tejidos–. Estas obras textiles tuvieron una gran calidad
tanto técnica como artística y gozaron de la misma impor-
tancia que otras artes decorativas (los marfiles, la joyería,
la taracea y la loza dorada). Los regalos favoritos de los
monarcas musulmanes eran los tejidos, junto a las armas y
a los caballos.

Escena de corte. Detalle del bordado de la capa de


Santo Tomás Becket , conservado en la catedral de
Fermo (Italia).

70
La industria textil después del Califato de Córdoba, debió
extenderse a las ciudades más importantes de al-Ándalus,
como refieren los cronistas musulmanes de la época; fa-
mosas, tanto por su producción de seda (del gusano del
moral), como por sus tintes naturales y por sus talleres
textiles.

La que gozó de más fama, según destacan algunos textos


fue Almería.

Yaqut, a comienzos del siglo XIII, nos dice que «los tejidos
figurativos y brocados fueron hechos primero en Córdoba
pero después Almería los superó».

La capa bordada, que la tradición atribuye a Santo Tomás


Becket y que se conserva en la catedral de Fermo (Italia),
es un importante manto bordado en seda –un tiraz– que
conserva una inscripción con la fecha y lugar de fabrica-
ción: “En el año 510 en al-Mariyya”, lo que además de ase-
gurar la procedencia de la pieza ha permitido adscribir
otros tejidos similares a los talleres almerienses a partir
del análisis de la técnica de su ejecución. La pieza, hoy
convertida en casulla, parece corresponder a un manto
destinado posiblemente al monarca almorávide que go-
bernaba en esos años, Ali ibn Yusuf (1107-1143) o serviría
para hacer algún regalo diplomático, como era costumbre
con los tejidos o bordados del taller real. Quizá fuera un
manto rectangular, del que se conservan treinta y ocho
fragmentos de diferentes tamaños. Se trata de un bordado
con los hilos dorados –técnica de oro tendido– que ofrece
un impresionante aspecto de orfebrería más que de obra
textil.
Según C. Partearroyo: 2005, p. 221.

71
estaban separados por el mar. Tanto en el aspecto militar
como en el comercial, el puerto de Almería cobró un gran
protagonismo. Al-Rusati, testigo ocular directo de la prime-
ra mitad del siglo XII, se refiere a las atarazanas de Almería
como las más florecientes del mundo, contando con un
equipamiento marítimo y pertrechos militares como ningu-
na otra construcción había reunido nunca.

Fue la época de mayor prosperidad vivida por la ciudad de


Almería. En su puerto se desarrollaba una intensa actividad,
con comerciantes originarios de las más diversas latitudes.

Según al-Idrisi, Almería era en época de los almorávides


una metrópolis del Islam. Se encontraban los especímenes
más notables de todos los productos del artesanado. Había
800 telares, donde se fabricaban toda clase de tejidos de
seda. También se fabricaba en Almería una gran variedad
de utensilios de hierro o cuero. El puerto de esta ciudad era
frecuentado por barcos de comercio que llegaban de Alejan-
dría y de Siria. En el conjunto de al-Ándalus no existía una
población que contase con tan grandes fortunas, más dedi-

Las atarazanas según grabado de Chapuy, 1830.

72
cada a la industria y a las transacciones comerciales y que
supiera beneficiarse mejor de las fluctuaciones de los pre-
cios y los excedentes”.

Las canciones de gesta francesas del siglo XII refieren fre-


cuentemente los preciosos tejidos fabricados en Almería o
exportados por esta ciudad (pourpre d´Aumarie, soie d´Auma-
rie, mantel d´Aumarie). Una casulla que la tradición asocia a
Thomas Becket y que se conserva en la catedral de Fermo,
Italia, lleva una inscripción árabe que indica su fabricación
en Almería en el 510/1116.

Se conocen más de cien estelas


funerarias epigrafiadas fabri-
cadas en Almería, esculpidas
en mármol de las canteras de
Macael, algunas de las cuales
son de personajes designados
como mercaderes. A esta pro-
ducción pertenecen las lápidas
funerarias de los reyes de
Mali, halladas en la que fue su
capital, Gao, a las que llegaron
trasportadas por caravanas a
través del Sahara.

También sigue habiendo alu-


siones a las relaciones comer-
ciales de Almería en algunos
Estela almeriense primera mitad del siglo XII.
Museo de Almería. documentos de la Genizá de
El Cairo y se encuentran algu-
nas referencias al comercio entre Génova y Almería en
época almorávide en algunos documentos notariales cristia-
nos anteriores a mediados del siglo XII.

No se han conservado monumentos de la Almería almorávi-


de, pero sí dos lápidas conmemorativas epigrafíadas que
demuestran el interés de esta dinastía por la gran ciudad

73
mediterránea. La primera da cuenta de la donación de una
pila de ablución, probablemente en el recinto de la Alcazaba
y la segunda del recrecimiento del alminar de la mezquita
mayor, ambas obras realizadas bajo la supervisión del cadí
Ibn Atiyya en torno al año 1136-1137.

Lápida epigrafiada conmemorando la donación de una pila de ablución


encontrada en la Alcazaba.

Fue probablemente esa prosperidad y la competencia que


Almería hacía a las cada vez más poderosas y activas poten-
cias marítimas cristianas, especialmente Pisa, Génova y
Cataluña, lo que dio lugar a que éstas junto con castellanos,
leoneses y navarros, se propusieran tomar la ciudad,
aprovechando la debilidad producida por la decadencia
almorávide y la efímera creación de un reino de taifa gober-
nado por Ibn al-Ramimi. Lo consiguieron el 17 de octubre
de 1147, arrasando y saqueando la ciudad, y matando y
cautivando a sus habitantes.

EL DECENIO CRISTIANO (1147-1157)

Al tiempo que los almohades hacían su entrada en Marra-


kech los cristianos tomaron la ciudad de Almería. La toma
de Almería fue considerada una primera cruzada para la
cristiandad ya que se trató de una acción combinada entre
Alfonso VII, rey de Castilla y León, junto con gentes de

74
Génova y Pisa, exhortados por el Papa Eugenio III y a suel-
do de los monarcas peninsulares. La conquista de Almería
fue un hito en la historia del comercio mediterráneo y tuvo
una gran importancia como símbolo del cambio que se
estaba produciendo: la destrucción de los restos del mundo
almorávide, su relevo por un nuevo imperio, el almohade,
que vuelve a vincular al-Ándalus al Magreb, al distancia-
miento de los círculos comerciales judíos en el marco de la
nueva administración almohade y a las frecuentes y feroces
acciones corsarias cristianas que afectaron a casi todas las
ciudades marítimas de la zona32.

Las torres de sillería embutidas en la muralla del cerro de San Cristóbal


fueron construidas durante el decenio (1147- 1157) en el que Almería fue
conquistada por la alianza de reinos cristianos.

Poco dicen los textos sobre la situación de la ciudad durante


los diez años que estuvo en poder de los cristianos. A partir
de la segunda mitad del siglo XII ya no habrá más cartas
comerciales. Paradójicamente, al pasar la ciudad a manos
cristianas se interrumpen sus lazos comerciales y Almería
no podrá mantener el papel de plaza central del comercio
mediterráneo para cuyo control se había planeado esta
conquista.

32 Molina, E.: 2005, p. 33.

75
La ciudad nunca se recuperará del todo de la brutal caída
económica resultado de este acontecimiento y son numero-
sos los testimonios de autores árabes contemporáneos,
como el geógrafo al-Idrisi, que subrayan su estado de ruina
demográfica y arquitectónica, recordándola con nostalgia y
afirmando que sus encantos habían desaparecido, sus edifi-
cios apenas se mantenían en pie y que muchos de sus habi-
tantes habían sido reducidos a la esclavitud.

Las únicas construcciones que pueden fecharse arqueológi-


camente en esta época son reformas en las murallas de la
Alcazaba y de la ciudad, como las torres semicirculares de
sillares de piedra que se conservan dentro del actual lienzo
de muralla del cerro de San Cristóbal.

Almería permaneció diez años en manos cristianas, lo que


supuso no sólo un paréntesis, sino también un retroceso
enorme para la ciudad, tanto en el plano económico como
en el social y el cultural. Fue devuelta al Islam por los almo-
hades tras un duro asedio en 1157 y, aunque éstos lograron
revitalizar la ciudad y restaurar sus elementos urbanos más
significativos, ya no lograrían restablecer su pasado esplen-
dor a lo largo del siglo siguiente.

Durante la etapa en que la ciudad estuvo controlada por los


cristianos, gran parte del territorio de la actual provincia de
Almería había entrado en la órbita murciana de Ibn Marda-
nish33, su aliado en este momento.

LA RECONQUISTA ALMOHADE (1157-1228)

En el año 1120, un movimiento religioso y político nacido en


las tribus bereberes del Anti-Atlas y del Alto Atlas ma-
rroquíes, el de los almohades*, empezó a alzarse contra los
almorávides. Apoyado en una doctrina rígida y original,

33 Muhammad ibn Mardanish (1124-1172) conocido por los cristianos como


el Rey Lobo, de origen mozárabe llegó a ser rey de toda la zona oriental
del al-Ándalus.

76
logró conquistar el poder y fundar a su vez un inmenso
imperio.

Este nuevo Estado, que volvía a unificar gran parte de los


territorios del occidente islámico, había de tener el puerto
de Almería como uno de sus objetivos prioritarios, máxime
cuando había caído en poder de los cristianos.

Almería era y es uno de los puntos estratégicos en las rela-


ciones entre la Península Ibérica y el Magreb y los almoha-
des pretendían controlar una y otra orilla. Se sabe, a través
de una carta oficial que esta operación militar fue preparada
minuciosamente, con más de un año de anticipación. Al
frente de ella estuvo el sayyid, Abu Said Utman, hijo del
califa, Abd al-Mumin. Los almohades eran conscientes de la
dificultad de la empresa pues, en 1151, ya habían intentado
sin éxito realizarla. En ese año, un ejército de 20.000 jinetes
cercó primero Granada y después Almería. El cerco se pro-
longó varios meses y sufrieron una gran carestía de alimen-
tos por lo que se vieron forzados a abandonar la empresa y
volver a Sevilla.

El recinto de la al-Mudayna, en el actual cerro de San Cristó-


bal, no habría sido un arrabal de la ciudad de Almería,
como han defendido algunos autores, sino un campamento
militar construido y utilizado por los almohades en el año
1157 para conquistar esta ciudad a los cristianos34. Las tro-
pas almohades habrían construido también la muralla que
unía ese recinto con el de al-Hawd con el fin de detener a las
tropas de Alfonso VII y de Ibn Mardanish que pretendían
auxiliar a los cercados en la Alcazaba. La existencia tanto
del recinto como de la muralla probablemente sería efímera,
pues una vez cumplieron el objetivo para el que habían sido
construidos, fue destruida dado que podían convertirse en
motivo de debilidad para la defensa de la ciudad.

34 Lirola Delgado, J.: 1992-93, pp.: 7-19.

77
La investigación arqueológica deberá confirmar esta hipó-
tesis. No obstante, una primera inspección ocular de los
restos conservados parece apuntar a que perfectamente po-
drían datarse a mediados del siglo XII.

Instalados los almohades en la ciudad, Abu al-Abbas, goberna-


dor de la misma, se dispuso a reconstruir todo lo dañado. Re-
paró la mezquita mayor –de la que hoy todavía se conserva el
mihrab* almohade y el muro de la qibla* en la actual Iglesia de
San Juan– y reconstruyó el arrabal de la Musalla.

La reconquista de Almería por los almohades supuso su re-


cuperación urbanística y arquitectónica.

Las excavaciones arqueológicas realizadas en la ciudad han


puesto de manifiesto las trasformaciones ocurridas entre el
urbanismo taifa/almorávide (siglo XI) y el urbanismo almo-

El palacio de la Alcazaba, las fortificaciones y la mezquita mayor del la


ciudad se remodelan tras la reconquista almohade. En la foto aérea en
primer plano restos del complejo áulico de la Alcazaba, abajo la antigua
mezquita mayor – hoy Iglesia de San Juan – y el puerto.

78
hade (siglos XII-XIII) y, en particular, los cambios impuestos
a la trama del parcelario. Las grandes casas, con un patio
central y acceso geminado, se remodelan y compartimentan,
dando lugar a viviendas de apenas cincuenta metros cua-
drados.

La principal obra de la que tenemos constancia arqueológica


es la restauración de la mezquita mayor, de la que hoy toda-
vía se conserva la nueva ordenación de su mihrab* en la
actual Iglesia de San Juan y que, por su similitud con otras
de la época, parece atestiguar la voluntad de los nuevos
gobernantes de al-Ándalus de controlar y uniformizar la
práctica religiosa.

Qibla y mihrab de la mezquita mayor de Almería, hoy Iglesia de San Juan.

Es muy posible que gran parte de las fortalezas rurales de la


provincia hayan adquirido su morfología actual en ese mo-
mento, a pesar de que no siempre se debe su edificación al
poder central.

Según las últimas investigaciones arqueológicas, la gran re-


modelación que sufre el palacio taifa de la Alcazaba tam-

79
bién parece adscribirse a este momento. Quizás debido a
que la Alcazaba, residencia del gobernador designado por el
califa almohade, debía de tener la impronta arquitectónica
propia del régimen, mediante la que se recalcaría la adhe-
sión a la dinastía.

Foto de la Torre de la Odalisca. Reestructuración del palacio en época


almohade.

EL DECENIO REVOLUCIONARIO DE IBN HUD (1228-


1238) Y LA INCORPORACIÓN DE ALMERÍA AL
REINO NAZARÍ DE GRANADA (1232-1489)

La descomposición definitiva del poder almohade en al-


Ándalus durante la tercera década del siglo XIII dio paso a
la aparición de diversos caudillajes militares y políticos de
ámbito local o regional que trataban de llenar el vacío de
poder producido y hacer frente a la creciente presión de los
reinos cristianos.

El más importante fue el ejercido por Ibn Hud, personaje


que afirmaba proceder de los reyes de la taifa de Zaragoza y
que se había sublevado contra los almohades, apoderándose

80
de la ciudad de Murcia en 1228. Poco después casi todo al-
Ándalus, incluido por supuesto Almería, estará bajo su
control. No obstante, el Estado así instaurado, debilitado
por los golpes cristianos y minado desde el interior por la
falta de confianza y el recelo por el incremento fiscal, no
logra mantenerse ni una década: el propio Ibn Hud acabará
siendo asesinado en Almería en 1238.

Contamos con un texto35, en el que se recogen las impresio-


nes de Ibn Amira, Secretario de Estado de Ibn Hud, que en
el transcurso de los numerosos viajes que hubo de realizar
hacía la región de Almería nos habla de la inseguridad de
los caminos, del evidente despoblamiento y del hambre que
por entonces asolaba la zona; sin embargo la ciudad parecía
mantener buena parte de su pasado esplendor porque sus
construcciones y edificios más relevantes, civiles y religio-
sos, todavía deslumbraban al visitante: «cuando llegué a la
ciudad de Almería fui conducido a la hermosa residencia
del gobernador (Ibn al-Ramimi) y me instalaron en uno de
sus magníficos aposentos en el que su benefactor me colmó
de favores. La ciudad es inmejorable y goza de un excelente
clima, y en ella hay hermosas mezquitas».

Poco antes, en 1232, Muhammad, de la familia de los Banu


Nasr, se había proclamado en Arjona (Jaén) como sultán.
Entre 1236 y 1237 los nazaríes* conquistan Guadix, Baza y
Granada. Los autores árabes discrepan sobre la fecha de en-
trega de la ciudad de Almería: 1238 ó 1246 después de un
cerco de casi dos años; pudiendo interpretarse esta diferen-
cia de fechas según P. Cressier, como el tiempo que tarda
Ibn al-Ramini, representante de la familia local almeriense
de recio abolengo, en renunciar a su propio poder sobre la
ciudad misma.

Almería queda pues incorporada al reino nazarí que com-


prende en ese momento las actuales provincias de Málaga,

35 Molina, E.: 2005.

81
Granada y Almería, más partes de
las de Cádiz y Jaén. Almería se-
guirá siendo la gran fachada marí-
tima de Granada y, aunque en las
fuentes árabes no se encuentran
referencias sobre su proyección
comercial, sí se hallan referencias
en la documentación occidental
cristiana. Así, en ellas se constata
que Almería desempeñó un papel
importantísimo desde la segunda
mitad del siglo XIII, como lo de-
muestran los pactos que firmaron
Muhammad II a partir de 1279 y
su hijo Muhammad III con comer- Cerámica nazarí.

ciantes genoveses.

En el siglo XIV, la historia de Almería está dominada por


dos constantes: la consolidación de la frontera oriental en la
zona de Vera y los Vélez y los intentos de conquista de la
ciudad por los cristianos como reacción a la política nazarí
en el estrecho de Gibraltar y a la toma de Ceuta.

El efímero control del Estrecho por los nazaríes lleva a los


aragoneses, aliados de los meriníes*, a decidir una acción
que incluye el asedio de Almería, el otro gran puerto en el
extremo oriental del reino. La flota de Jaime II de Aragón,
con la ayuda de Fernando IV de Castilla, llegó a Almería el
martes 11 de agosto de 1309 e inició el asedio de la ciudad
por mar y tierra. El sultán granadino Nasr optó por renun-
ciar a otras plazas, entregándolas a los vecinos meriníes y
por concentrar sus esfuerzos en romper el cerco de Almería,
forzando a los aragoneses a aceptar la paz y a levantar el
sitio en enero de 1310.

Esta acción militar que duró seis meses causó graves daños
en la economía de la ciudad y, además, provocó el despegue

82
alternativo del puerto de Málaga, que se convirtió, a partir
de la segunda mitad del siglo XIV, en el eje del sistema
comercial entre el mundo islámico occidental y el cristiano.

El puerto de Almería, tras el episodio del asedio acentuará


su carácter militar y se convertirá en el principal puerto gra-
nadino de piratería y corso. El geógrafo oriental al-Umari
dice que Almería es en esta época refugio de piratas,
dedicados a la captura y venta de esclavos.

La ciudad sufre los efectos devastadores de la famosa epide-


mia de peste negra de 1348-1349 que comenzó, según el tes-
timonio de un testigo excepcional —el famoso poeta, médi-
co e historiador Ibn Jatima—, en un sector del actual cerro
de San Cristóbal poblado por gente pobre y humilde. A la
epidemia de peste siguió un periodo de carestía y hambru-
na, seguida de una depresión
económica, demográfica y de
agitaciones sociales sin pre-
cedentes. Por aquellos años y
según el testimonio de Ibn
Jatima, buena parte de la ciu-
dad de Almería estaba des-
poblada. Es escasa la docu-
mentación referente a estos
años próximos a la epidemia
y a sus efectos directos sobre
la actividad comercial del
puerto de Almería, muy infe-
rior, en ese momento, a la de
Escudilla cristiana de Manises. S. XV. Pieza de
importación. Málaga.

Durante el último siglo del Reino de Granada, lo dominante


es la lucha de poder entre facciones. Estos conflictos inter-
nos están ligados, entre otras causas, a la poco clara defini-
ción del modo de sucesión del sultanato. Almería no perma-
nece ajena a estas luchas. Un hecho poco conocido es la
gobernación autónoma de Almería y toda su zona por el in-

83
fante Ibn Salim, hijo de Yusuf IV, con la aquiescencia del
emir, de modo que la singularidad política del sureste no
había cesado y produciría aún nuevos efectos. Sí es más co-
nocida la lucha de Boabdil, último rey de Granada, apoyado
por los Abencerrajes y manipulado por los Reyes Católicos,
en contra de un bando con fuertes implicaciones almerien-
ses que agrupaba entre otros al Zagal, la familia del infante
Ibn Salim y que contaba con el apoyo de los Zegríes*.

Según la documentación, tanto genovesa como andalusí, el


comercio permaneció activo en Almería, aunque afectado
sin duda por las turbulencias internas del sultanato granadi-
no y sus guerras con Castilla.

Respecto a la Alcazaba, conocemos nuevos datos de este


último período de la Almería andalusí gracias a un
documento aparecido en el año 2000 —el Libro de cuentas—
que contiene relaciones contables de los años 1477 y 1488,
mandadas hacer por entonces alcaide de la Alcazaba: Abu
Zakariyya Yahya al-Nayyar (más tarde conocido como
Pedro de Granada).

Libro de cuentas de la Alcazaba de Almería. Es un documento único y de


gran valor para el estudio de la historia socioeconómica de Almería y de al-
Ándalus. Contiene 108 cuentas, datadas entre 1477 y 1488.

84
De este documento, que está siendo traducido por J. Lirola
se pueden extraer muchos datos sobre la vida de la ciudad:
sueldos de la administración nazarí en Almería, productos
de comercio y consumo. También hay información referida
a tres elementos importantes de la infraestructura económi-
ca de la ciudad, que mantenían su actividad: la aduana,
ubicada al final de la calle Real junto al puerto y la alcaicería
situada en torno a la mezquita mayor, la actual Iglesia de
San Juan y la Puerta de Pechina, la principal vía de acceso a
la ciudad.

Los principales restos arquitectónicos nazaríes de la provin-


cia son las grandes fortalezas. En la mayoría de los casos se
trata de reformas de construcciones anteriores, para mejorar
su carácter defensivo o bien para manifestar las reivindica-
ciones de protagonismo de algún que otro alcaide. También
se generaliza la construcción de mezquitas en la provincia
–todavía hoy se conserva una mezquita en Fiñana– actual
Ermita de Jesús Nazareno.

La Ermita de Jesús Nazareno de Fiñana conserva en su frente los restos del


oratorio con su qibla y parte de las decoraciones de la portada del mihrab de
la antigua mezquita nazarí.

En la capital, en la Alcazaba, se realizan las últimas remode-


laciones poco antes de las profundas alteraciones a la que la

85
someterán los Reyes Católicos. Los monarcas nazaríes fue-
ron conscientes en todo momento de que la seguridad del
Estado dependía, en gran medida de su sistema defensivo,
por lo que nunca abandonaron el mantenimiento de sus
fortalezas. Las mayores de ellas, la de Marchena o la de
Tabernas, siguen un esquema similar al de la Alcazaba de
Almería.

EL FIN DE LA CIUDAD ISLÁMICA. ALMERÍA TRAS LA


CONQUISTA CRISTIANA

En diciembre de 1489 se firmaron las capitulaciones por las


cuales se entregaba a los Reyes Católicos la Plaza de Alme-
ría. Las capitulaciones concedían amplios reconocimientos
de libertades y derechos debido, parece ser, a que los Reyes
Católicos les interesaba propiciar una rápida y efectiva
entrega de los territorios conquistados y un fin de la guerra,
que ya comenzaba a pesar social, política, y sobre todo, eco-
nómicamente. Sabían que se conseguía antes una plaza por
la diplomacia, ofreciendo buenas rentas a sus jefes y respeto
a los ciudadanos, que por la sola fuerza de las armas.

El 23 de diciembre de 1489, dos días después de la entrega


de la ciudad por Abu Abd-Allah Muhammad ben Saad
–conocido como “El Zagal”– al rey don Fernando, tuvo
lugar la entrada triunfal del monarca y su séquito en la ciu-
dad, que tomó la Alcazaba y estableció en ella una guarni-
ción.

Entre los componentes de su séquito se encontraba don


Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de León, a quien
posteriormente se le concederá en perpetuidad y con carác-
ter hereditario la tenencia de la fortaleza.

Al día siguiente, la reina Isabel, que había llegado por una


ruta distinta, se incorporó al cortejo para celebrar la navidad
en la Alcazaba, consagrando y purificando su mezquita36.

36 Nicolás, M.M. y Torres, R.: 2005.

86
Entrega de la ciudad de Almería, representada en la sillería del coro de la
Catedral de Toledo.

Dos años antes, en noviembre de 1487, cuando todavía for-


maba parte del reino nazarí, se había producido un terremo-
to que afectó profundamente a la ciudad y su Alcazaba.

Münzer, viajero alemán que pasó por Almería siete años


después del seísmo, habla de sus efectos y describe una
ciudad en ruinas y con la población muy mermada:

«La ciudad es triangular y tiene una muralla llena de


torres; pero en el interior, desde un terremoto y después
de la conquista, ésta tan derruida, que en muchos lugares
esta deshabitada y en ruinas. Antiguamente tuvo cinco
mil casas habitadas. Ahora no tiene ni ochocientas. Y a
cual-quier forastero que allí llega con motivo de afincar, se
le da casa, huertos, campos y olivos gratuitamente, para
que pueda vivir holgadamente. Por eso ha de poblarse
pronta-mente. La mezquita, esto es la catedral de Almería,
es una de las más bellas de todo el Reino de Granada. Pues
antes de la guerra y del terremoto tenía tal abundancia de
mercaderes […]».

87
Por la descripción de Münzer sabemos que de sus edificios
emblemáticos sólo quedaban en pie: la Alcazaba, en fase de
remodelación y utilizada por los nuevos dueños y la
mezquita mayor, convertida en iglesia. Nos refiere que en
su puerto no había demasiada actividad, aunque destaca la
presencia de italianos, genoveses y napolitanos, así como de
muchísimos cautivos.

Otros autores, como Alonso de Palencia, citado por Castro


Guisasola dicen que «[…] entre los derrumbamientos se vio
afectada la torre más fuerte y la mayor parte de las murallas
de Almería […]».

Los Reyes Católicos se alojan durante su breve estancia en


Almería en el real instalado en el paraje de Alhadra, lugar
donde se había efectuado la ceremonia de rendición.

El primer alcaide de la Alcazaba cristiana será Pedro Sar-


miento, a quien algunos autores han relacionado con don
Pedro de Granada, es decir el infante Abu Zakariyya Yahya
al-Nayyar, alcaide de Almería antes de la conquista cristia-
na. Este infante –también llamado Cidi Yahya en las fuentes
documentales cristianas– contribuyó de manera decisiva en
la entrega de la ciudad, llegando a un pacto secreto con los
Reyes Católicos en el que estos se comprometían a mantener
sus posesiones y privilegios en Almería, la taha de Marche-
na y otras como la villa de Gandía en señorío, junto con
otras contraprestaciones, y a cambio él aceleraría el proceso
de conquista de Almería y Guadix y se convertiría al cristia-
nismo.

Tras la toma de la ciudad el día 25, Abu Zakariyya Yahya al-


Nayyar obtuvo unas capitulaciones personales y fue bauti-
zado en el Real de los Reyes Católicos. En las fuentes docu-
mentales se le nombra «caudillo general de los moros de
Baza y Almería e alcayde Della […]». A partir de este mo-
mento se convirtió en uno de los colaboradores más directos
de los reyes y tomó partido de los principales hechos de

88
armas junto al Rey Fernando hasta la toma de Granada,
momento en el que pasó oficialmente a abrazar la religión
cristiana como Pedro de Granada y su hijo a adoptar el
apellido Venegas.

Parece ser que no duró mucho, ya que poco después, en


1490, D. Gutierre de Cárdenas (que, recordemos, iba en el
séquito del Rey Don Fernando en su entrada a la ciudad)
pasará a ocupar oficialmente el cargo de alcaide mayor de
Almería y, en el año 1494, obtendrá de la taha de Marchena
como señorío, en recompensa por su ayuda prestada en la
conquista.

Detalle del matacán de la Torre del Homenaje.

Una vez tomada la ciudad se pondrá en marcha la implan-


tación de la nueva administración castellana en Almería,
una ordenación administrativa que era fundamental para la
puesta en marcha y seguimiento de cualquier programa

89
constructivo, tanto en la ciudad como en la Alcazaba. A
principios de 1495 se concedió oficialmente un fuero a Al-
mería, el denominado “fuero nuevo”, que era un simple or-
denamiento para el gobierno del concejo, con el que se pre-
tendía uniformar los concejos del Reino de Granada. Antes
de la formación de los concejos se habían determinado ya
dos aspectos importantes de la vida municipal, como eran la
atribución de los bienes de propios y la división de Almería
en colaciones concretamente en cuatro que tomaron el
nombre, respectivamente, de la Iglesia Mayor y de las tres
parroquias: Santa María la Mayor, San Pedro y San Pablo,
Santiago, y San Juan. Al frente de cada colación se encontra-
ba un representante de la misma, el jurado.

90
alcazaba de almería

l a a l c a z a b a
d e a l m e r í a

1
10
2. LA ALCAZABA ANDALUSÍ

El conocimiento sobre la Alcazaba ha avanzado mucho en


los últimos años gracias al trabajo de investigación que se ha
realizado en la institución. La excavación con metodología
arqueológica de algunos sectores del palacio, así como el
análisis de los paramentos de los muros que aún se conser-
van, han permitido obtener nuevos datos sobre la construc-
ción de la fortaleza y su uso a través de toda la etapa
andalusí.

Los datos arqueológicos han confirmado que el cerro, sobre


el que más tarde se construyó la Alcazaba, se encontraba ya
ocupado en torno a los primeros siglos de nuestra era, bajo
el dominio romano. Se han encontrado restos de estructuras
hidráulicas, construidas con la característica técnica cons-
tructiva romana de opus signinum*, en varios puntos de la
fortaleza.

Como veremos en este capítulo, desde el inicio de la época


islámica se habría erigido en el mismo lugar algún tipo de
estructura defensiva, en relación con el fondeadero. A me-
diados del siglo X, al compás de la fundación de Almería por

Transformación del sector norte del palacio durante las fases califal, taifa y
almohade

93
Abd al-Rahman III, la Alcazaba se construye con su períme-
tro actual y se ubica en su interior la residencia de los
sucesivos gobernadores de la ciudad.

Los representantes del poder, que utilizaron la Alcazaba


como lugar de residencia y sede de gobierno desde el siglo
IX al XV, van a ir construyendo y reformando sus palacios
de acuerdo con sus necesidades, por lo que en el recinto se
van superponiendo los restos constructivos correspondien-
tes a las diferentes etapas históricas.

LA FORTIFICACIÓN MÁS ANTIGUA

De la fortaleza original, vinculada al primitivo asentamiento


islámico en lo que será el solar de la ciudad de Almería, nos
informa un texto de un autor tardío, al-Himyari, en el que
relata que, ante la amenaza de un ataque de los normandos
«los árabes utilizaron Almería como observatorio y constru-
yeron allí torres de guardia, maharis, en las que residían en
ribat»*.

La primera fortificación islámica se construyó en la parte superior, aunque


no conocemos exactamente su perímetro debía ocupar parte del actual
castillo cristiano.

94
La primera alusión a la Alcazaba de Almería como tal se
encuentra en un texto de Ibn Hayyan en el que relatan las
luchas mantenidas entre los gobernadores de Bayyana /
Pechina y Almería en el año 914-915 y en el que se describe
el ataque a la muralla septentrional de la fortaleza y la
defensa de la puerta de la Alcazaba de Almería (bab qasabat
al-Mariyya).

La traducción no muy correcta de determinados términos ha


llevado a interpretaciones erróneas sobre cuál era el tipo y la
función de la fortificación. Según una nueva revisión y tra-
ducción de los textos, lo que los andalusíes construyen sobre
el cerro es un recinto
fortificado aunque no tuviese
gran efectividad defensiva.
«Esto da idea de recinto, con
lo que podemos decir que
esa primera qasaba es uno de
los maharis, que edificaron
los de Bayyana, y que éstos
no son torres de vigilancia,
como quiere la tendencia
etimologista»37.

Esta interpretación de la
existencia de un recinto forti-
ficado previo a la construc-
ción de la Alcazaba califal ha
sido avalada por los resulta-
dos de las últimas investiga-
ciones arqueológicas.

Esta construcción ocuparía la


Se conservan restos de esta primitiva
fortificación integrados en las muros de la parte alta del cerro, abarcan-
fortificación actual.
do posiblemente todo el ex-

37 Acién, M.: 2005, p. 78.

95
tremo oeste —el actual castillo cristiano— y todo el segundo
recinto hasta el Muro de la Vela. Los paños de muros de fá-
brica de mampostería irregular unida con mortero de cal,
que se conservan distribuidos por el segundo recinto, pare-
cen corresponder a esta primera fortificación. Esta antigua
muralla tenía una anchura de 1,80 metros y ha podido ser fe-
chada gracias al material cerámico asociado, en época
emiral*.

LA ALCAZABA CALIFAL

No hay en los textos ninguna referencia específica sobre la


construcción de la Alcazaba, aunque sí sobre la edificación
de la muralla de la ciudad, la mezquita y las atarazanas en el
año 955 por Abd al-Rahman III. Sin embargo, se acepta que,
junto a estas construcciones, se debió erigir la Alcazaba con
la doble función de sede del gobierno y refugio de la pobla-
ción ante la amenaza fatimí, lo que explicaría la enorme
extensión de la fortaleza.

La alcazaba que se construye en época califal tiene una superficie similar a la


actual.

96
Coincidiendo con la fortificación de la ciudad, a mediados
del siglo X, se debió construir la fortaleza, aprovechando la
fortificación preexistente. Se crearía entonces el primer recin-
to con un trazado parecido al actual y desde el que salen las
murallas que cercan la madina hasta el mar.

El cerro se refortifica con unas excepcionales tapias de hor-


migón con sillarejos embutidos formando cadenas, que se
han localizado en muchas partes del perímetro de la fortifi-
cación, generalmente arrasadas en la base de los muros.

Se han localizado restos de esta muralla de tapiales de hor-


migón que alternan en algunas zonas con sillares de arenisca
dispuestos a soga y tizón*, en distintos puntos de la fortale-
za: como en el muro que se reutiliza para la construcción de
los baños, hoy llamados de la Tropa, en la cara oeste del
Muro de la Vela o bajo la Torre del Saliente, en el primer
recinto.

La Alcazaba califal estuvo


dividida, desde el primer
momento, en varios recintos
aunque en la parte central de
la misma —dónde se ubicó el
alcázar— el recinto se fue
ampliando en fases posterio-
res.

Los paños del trazado de la


muralla se enlazan mediante
torres rectangulares de carac-
terísticas similares a las que
hoy todavía se observan en
el lienzo norte. No se conser-
van todas, ya que algunas de
ellas fueron arrasadas —la
huella de una de las torres
Se han identificado restos de la construcción
califal, con fábrica de sillares dispuestos a soga
y tizón, en distintos puntos del recinto

97
califales arrasadas es visible hoy en el exterior de la muralla
norte— o remodeladas como, por ejemplo, la torre redon-
deada del primer recinto, edificada sobre los restos de una
torre califal, o la del Saliente, que se sustituye en época
nazarí por otra de mayores proporciones.

El acceso a la fortaleza se realizaría, al igual que en la actua-


lidad, por la Puerta de la Justicia, aunque su forma original
ha sido muy modificada en épocas posteriores. Se trataría de
una puerta con entrada en recodo defendida desde dos
torres, que actualmente conocemos como Torre Redondeada
y Torre de los Espejos.

El muro de separacíón interior que delimitaba el ámbito de la zona


residencial califal, se destaca en la foto aérea. Recreación del acceso al
palacio califal a a través de la torre con doble puerta de arcos de herradura.

Las excavaciones arqueológicas realizadas en el primer


recinto en los años noventa confirmaron que el primer
recinto estuvo ocupado por viviendas desde mediados del
siglo X. Restos de un hogar, pavimentos de mortero de cal y

98
muros que formarían parte de una vivienda anterior al
último cuarto del siglo X, fueron documentados en las inter-
venciones arqueológicas38. En el extremo oeste del recinto
también se localizaron restos de este periodo, muros parale-
los que parecen definir áreas de viviendas39.

Al segundo recinto se accedería probablemente de una for-


ma similar a la actual, aunque no contamos con datos
arqueológicos que confirmen esta hipótesis, sí hay eviden-
cias de que el trazado actual del Muro de la Vela ya existía
desde época califal.

En la parte más occidental del recinto —y con una posición


dominante respecto al resto de la fortaleza y la ciudad— se
ubicó el alcázar con la doble función de representación del
poder califal y de residencia de su representante. Para ello,
se realizó la compartimentación del segundo recinto me-
diante la construcción de un muro de tapias de hormigón. El
muro de separación interior, con una anchura de 1,60 m y
una orientación noreste-suroeste, servirá de eje a partir del
cual se construirán las nuevas edificaciones. Asimismo, este
eje delimitará el ámbito de la zona residencial, separándolo
del resto del segundo recinto fortificado que, en aquel
momento, se utilizaría como albacar*.

En ambos extremos del muro de compartimentación se eri-


gieron sendas torres. Para construir la Torre norte, derriba-
ron un tramo de unos diez metros de la antigua muralla de
mampostería, insertando esta gran torre, que alberga una
doble puerta en recodo. Se han conservado restos de esta
puerta, conocida como “Puerta califal”, con arcos de herra-
dura, con las jambas y las dovelas construidas con sillares de
arenisca. En el interior de la torre se documentaron las
huellas de los peldaños pertenecientes a la escalera de acceso
a la segunda planta de la misma y al adarve. También se han
encontrado los restos de un banco corrido en su interior.

38 Ortiz, D., Morales, R. y López, F.: 1993, p. 18.

39 Cara, L.: 2005, p. 119.

99
Fotografia del arranque del arco de la llamada Puerta califal. Reconstrucción
del interior de la torre con la escalera de acceso y banco corrido.

Debe ser en este momento, cuando en el sureste de este


recinto se construye el primer edificio residencial para alber-
gar al gobernador, constituido por una serie de estancias
distribuidas en torno a un patio rectangular. La edificación
se ha comparado con las casas de los funcionarios de la
ciudad residencial califal de Madinat al-Zahra, fundada
unos años antes40. Se habría diseñado para constituir un alo-
jamiento adecuado a la posición del gobernador y su familia
y que a la vez sirviera para la celebración de diversos actos
oficiales: recepción de invitados, audiencias judiciales y se-
siones del consejo.

Las intervenciones arqueológicas han permitido identificar


un muro de tapial, situado bajo los restos conservados del
palacio, de época taifa, e integrado en la cimentación del
mismo, que debió formar parte de esta primera vivienda. Sin
embargo, habrá que esperar a realizar nuevos trabajos de
investigación en esta zona para conocer la morfología y
características de la misma.

40 Arnold, F.: 2005, p. 92.

100
Las excavaciones realizadas en 2007 en el noroeste del
recinto permitieron documentar algunas estructuras de la
residencia de época califal. Se ha descubierto el acceso,
desde la puerta en recodo, a una calle de 3,60 metros de
ancho, pavimentada con guijarros de medio tamaño y tierra
apisonada con cal, que conduce a un estrecho pasillo escalo-
nado, adosado a la muralla.

Pasillo de acceso a estancias de la residencia califal. Reconstrucción gráfica


del acceso a través de la doble puerta.

Desde este pasillo se accede a lo que debía ser una zona de


servicios —se han identificado estancias de pequeñas dimen-
siones y un horno— y al sector noroeste de la residencia,
dónde se ha localizado dos habitaciones, una rectangular de
18 metros cuadrados y otra de dimensiones más reducidas y
con una letrina en el extremo sur, separadas por un pasillo.

Ambas habitaciones están orientadas hacía el sur y se abren


a un espacio no cubierto, pavimentado con mortero de cal.
Bajo este espacio discurre una canalización y se abren dos

101
pozos negros que —al contener abundante material cerámi-
co, de finales del siglo X principios del siglo XI— nos han
permitido fechar el momento en que se amortizaron, es
decir, dejaron de utilizarse, para construir el nuevo palacio
taifa.

Aljibe de época califal.

Adosado al muro, denominado actualmente “de la Vela”, se


localiza un gran aljibe, conocido como Aljibe Califal. Se trata
de un edificio de tres naves cubiertas mediante bóvedas de
sillares de arenisca. La captación de agua de lluvia se produ-
ce a través de la cubierta dónde se recogería la procedente
de los adarves de las murallas. En el exterior de esta estruc-
tura de carácter hidráulico se ha documentado una entrada
de agua a través de unas piletas de decantación del agua
procedente de las escorrentías.

102
LA ALCAZABA, SEDE DE UN REINO TAIFA

Gracias a la investigación tanto historiográfica como arqueo-


lógica realizada sobre la Alcazaba en los últimos años empe-
zamos a conocer realmente como sería la fortaleza y el alcá-
zar durante la época en que Almería fue capital de un “reino
de taifas”.

Reconstrucción del jardin del sector central del palacio de al-Mutasim. No


conocemos el resto de las estancias que se extenderian por el los actuales
segundo recinto y castillo cristiano.

Al convertirse en sede de un reino taifa, en el siglo XI, la ciu-


dad de Almería va a experimentar un enorme crecimiento.
Las fuentes árabes nos describen los sucesivos amuralla-
mientos realizados por Jayran y su sucesor Zuhayr. Lógica-
mente, las remodelaciones afectaron también a la Alcazaba,
los reyes de la taifa almeriense construirán sus palacios
deseosos de emular a los califas.

El historiador al-Udri nos ha dejado un texto excepcional, en


el que describe sistemática y minuciosamente el palacio eri-
gido en ella por al-Mutasim. Dicho texto fue traducido por

103
L. Seco de Lucena a finales de los años sesenta y fue utiliza-
do para relacionar los diferentes ámbitos que se describen
con los restos arqueológicos de la zona palaciega, lo que pro-
vocó errores de interpretación41 como la identificación del
palacio sólo con una parte del mismo (el patio o jardín cen-
tral) o como su división en un sector privado y otro público.
Errores que, como se ha demostrado recientemente con una
nueva traducción del texto42, no se sustentan en la literalidad
del escrito del siglo XI. La nueva traducción, al precisar los
términos utilizados en la descripción de al-Udri, nos da una
versión más ajustada de la descripción de los diferentes
salones y patios que configuran el palacio. Contrastando la
fuente escrita con la observación de los restos conservados,
se llega a la conclusión de que no se pueden establecer dife-
rencias entre ámbitos públicos y privados, como se ha veni-
do sosteniendo. Esa no diferenciación es común, por lo de-
más, a toda la arquitectura áulica andalusí.

Para ampliar el palacio se construye una nueva muralla más al norte, los
muros de nuevos pabellones se cimientan sobre la antigua muralla califal.
Dibujo de F. Arnold.

41 Cara, L.: 1990 y 2006.

42 Acién, M.: 2005, pp. 77-87.

104
Para construir el palacio taifa fue necesario ampliar el espa-
cio habitable en la fortaleza, por lo que se construyó un nue-
vo lienzo de muralla más exterior, ganándole a la ladera del
cerro unos cuatro metros hacía el norte. Para ello se desmon-
tó una parte de la antigua muralla califal y se utilizó como
cimentación de los nuevos salones del palacio que se ubican
al norte.

Planta del sector norte del palacio taifa.

Las principales estructuras de la fase anterior, torres de acce-


so y muro compartimentación, quedaron integradas en las
construcciones del nuevo palacio. El muro interior pierde en
este momento su función de división entre la zona residen-
cial y el albacar, ya que se abren puertas y se construyen es-
tancias que comunican la zona este con la oeste. Este muro
servirá ahora de delimitación del jardín principal del com-
plejo palacial, cuyas estancias se distribuyen por todo el
actual segundo recinto y, muy probablemente, hacía la zona
ocupada actualmente por el castillo cristiano.

105
A la muralla norte se adosan nuevos edificios, como un gran
salón alargado de cien metros cuadrados, con una alcoba en
el extremo oeste de veinte metros cuadrados. Delante del
salón había un pórtico abierto al jardín con una arquería
compuesta por cuatro arcos apoyados sobre columnas de
mármol, esquema que se vuelve a repetir en el interior del
pabellón con arcos de menores dimensiones siempre prece-
didos por un alfil decorado.

Reconstrucción basada en las últimas investigaciones arqueológicas del


sector norte del palacio taifa.

El salón fue construido, en gran parte, utilizando la técnica


constructiva del tapial. En los tableros de encofrado de ma-
dera de unos 85 cm de alto todavía se conservan las huellas
de las vigas de tirante que fueron introducidas en el muro

106
con el fin de absorber la presión lateral al realizar la compac-
tación. Las jambas de puertas y ventanas fueron erigidas a
partir de muros de mampostería de ladrillo y de arenisca.

Desde el salón, situado a una cota un poco más elevada que


el resto de las construcciones, se tendría una amplia visión
tanto sobre el jardín como del paisaje exterior a través de las
ventanas abiertas hacía el norte.

Si bien el expolio al que fue sometido este yacimiento


arqueológico no ha permitido la conservación de la decora-
ción parietal de estos salones, en los muros de tapial sí se
conservan las hendiduras fabricadas para encajar los table-
ros de yesería. Las paredes también estaban decoradas con
zócalos de enlucidos pintados con almagra. Tanto el pavi-
mento como las columnas eran de mármol procedente de las
canteras de Macael. Posiblemente de este material sería
también la fuente que se ubicaría en la parte central del

El palacio taifa se encontraba ricamente decorado según corroboran los


restos constructivos encontrados como el trozo de estuco y el capitel de la
ilustración.

107
pórtico y que estaría conectada a la alberca situada justo
delante, como sugiere el trazado de una tubería de plomo
hallado en excavación.

Las proporciones del salón y el refinamiento de su ornamen-


tación eran propios de su condición palaciega. Sin embargo,
según se ha deducido de su análisis arquitectónico, el espa-
cio interior no estaba configurado de tal manera que pudiera
utilizarse como sala del trono. Por sus proporciones tan
alargadas, este salón apenas puede concebirse para celebrar
reuniones de un número limitado de personas (sesiones de
un consejo de gobierno, por ejemplo), siendo el único lugar
apropiado para conceder audiencias la alcoba cuadrada
situada en su extremo oeste.

El palacio taifa de La Aljaferia de Zaragoza, concebido de


forma similar, nos puede ayudar a entender mejor la función
del salón. Sabemos que, en este palacio, también conocido
bajo el nombre de qasr al surur (“palacio lúdico”), se celebra-
ban tertulias literarias y debates científicos de la misma
manera que, en la corte de al-Mutasim, vivían y trabajaban
personalidades del mundo de las ciencias y de las letras. Por
tanto, la arquitectura del salón almeriense y del jardín adya-
cente puede ser interpretada como un escenario para este
tipo de eventos culturales. Especialmente significativo es el
diseño de la fachada. Al igual que en la Aljafería, éste no
sólo tenía un acceso amplio en el eje del edificio, sino que
contaba además con puertas en ambas lados del muro de la
fachada. Ese mismo esquema fue adoptado para la distribu-
ción de las ventanas del salón. Tal diseño parece haber esta-
do inspirado en el del Salón Rico de Madinat al-Zahra. Esta
sala de audiencia del califa presentaba una organización
basilical con tres naves paralelas delimitadas por tres arque-
rías, a las que se podía acceder por separado desde una ante
nave trasversal. Con tal estructura de las fachadas, los
gobernadores de Almería y Zaragoza daban a conocer su
posición de epígonos del califato omeya de Córdoba43.

43 Arnold, F.: 2005, p. 104.

108
Al norte del jardín y adosada a los nuevos salones se cons-
truyó una gran alberca de 68 metros que se surtía del agua
del pozo. Para extraer el agua se utilizaba la noria ubicada
en la zona más occidental del palacio —en la actual Torre de
la Noria del castillo cristiano— que se comunicaba con la
alberca a través de una tubería de atanores. Se ha localizado
el desagüe previsto para el riego de los parterres en la
misma cota que la superficie de la tierra de cultivo.

El tránsito por el jardín se realiza sobre los andenes construi-


dos en ambos lados de éste y en torno al perímetro de la
alberca. Estos andenes, con una anchura de 1,20 m y una
altura media de 1,50 m sobre el lecho del jardín, se cimenta-
ron sobre la roca y sobre los niveles de suelo de la fase
anterior. En época taifa no existía todavía el andén central.
Los andenes estaban enlucidos por su cara interior con cal y
decorados con almagra, aunque debido a su mala conserva-
ción, no se ha podido establecer el patrón decorativo y solo
se perciben grandes trazos verticales. En esta fase constructi-
va, se constata una fractura de las aristas de los andenes del
jardín que se repara con tapial y un enlucido de cal con
decoración en ocre. Aunque no podamos afirmar con seguri-
dad que fuera el causante, sabemos que hubo un terremoto
de máxima intensidad en el sur de la Península entre los
años 1079 y 1080, durante el reinado de al-Mutasim, y que
pudo provocar tales daños en el palacio.

La remodelación y ampliación de los andenes en una fase


posterior facilitó que se conservaran en el interior de los
mismos depósitos de tierra vegetal correspondientes al jar-
dín del siglo XI. Este hallazgo permitió obtener muestras
para realizar análisis polínicos que han proporcionado los
datos para conocer qué tipo de vegetación había en el jardín
del palacio taifa. Entre otras especies, se ha identificado
pólenes de granado, rosas, hierbas aromáticas como el oré-
gano, romero, tomillo, mientras que en el sedimento proce-
dente del desagüe de la alberca se encontró un índice alto de

109
polen de nenúfar; especies que se siguen cultivando hoy en
día en los jardines de la Alcazaba.

Junto a la muralla sur, en el otro extremo del jardín, se con-


servan los restos de lo que sería otro sector del palacio taifa.

Recreación del ala sur de palacio taifa según hipótesis de Felix Arnold.
Maqueta donada por el autor al Conjunto Monumental de la Alcazaba.

Los edificios se disponen en torno a un espacio44 de unos


100 m2, que podría haber estado ocupado por una alberca o
un jardín rodeado por un andén, del que todavía se conser-
van restos del suelo de mortero de cal. Al sur de este espacio
había un gran salón rectangular de unos 40 m2, al que se
accedía por su lado longitudinal, probablemente a través de
una arquería. Las huellas conservadas en el suelo demues-
tran que estuvo pavimentado con losas de mármol, ya que
se conserva el despiece de las mismas. En su extremo oeste
había una alcoba contigua y un poco elevada respecto al
mismo, a la que podía accederse tanto desde el salón como
desde el patio. Un segundo salón, de menores dimensiones,
se erigiría en el lado oeste del patio. Desde esta zona, según
describe al-Udri, se podría contemplar toda la ciudad y el
mar.

44 Actualmente el espacio está ocupado por los restos de una construcción


cuyo uso según plano militar era el de “asoladero” de pólvora.

110
Al este del patio se ubica un baño (hamman*) de dimensiones
reducidas, por lo que se considera que tendría un uso
privado. Suponemos, ya que carecemos de datos para su
fechación absoluta, que se construyó en este periodo, aun-
que también podría ser más antiguo. Se edifica sobre
cimientos de otras construcciones y debió estar en uso du-
rante toda la vida del palacio.

Vista general de los restos del pequeño baño del palacio taifa, al fondo los
restos de los salones desde los que se podría contemplar la ciudad y el mar.

La superficie del edificio es de 52,70 m2 y está compuesto


por tres naves o estancias principales: caliente (bayt al-sajun),
templada (bayt al-wastani) y fría (bayt al-barid). En la zona
norte se adosa otra estancia semi subterránea dónde se
encuentran las calderas y la leñera. La entrada al edificio se
localiza en la pared oeste de la sala fría, en la que aún hoy se
conservan restos de enlucido con decoración en rojo. El resto
de estancias estaban comunicadas por puertas interiores. El
acceso a la leñera y zona de servicio se realizaría mediante
unas escaleras, por un pasillo lateral situado al este y total-
mente independiente del resto del conjunto. Lo que mejor se
ha conservado, y que hoy día podemos observar, es el hipo-
causto, es decir, el lugar por el que circulaba el aire caliente
para calentar el suelo de las salas del baño. Se conservan los

111
Planta y reconstrucción en alzado del baño privado del palacio.

pilares y el arranque de la solería de ladrillo, que sustentaba


el pavimento de mármol y los muros de compartimentación,
revestidos también de ladrillos, material que mantiene
durante más tiempo el calor. El hipocausto se localiza bajo
las salas templada y caliente. Arrojando agua en el suelo de
la sala caliente se conseguía el vapor necesario para sudar.
Junto a la leñera, con acceso por la zona de servicios hay
restos de dos hornos o huellas de combustión y un pequeño
aljibe. El horno central serviría par dar calor a las salas
mediante la circulación de aire caliente y el horno lateral se
utilizaría para calentar la caldera de agua. El aljibe está exca-
vado en la base geológica del cerro y recogería el agua de las
cubiertas o de alguna canalización no documentada; lo que
sí se conserva es el desagüe del mismo, localizado en la cota
más elevada y que vierte el agua sobrante a una canalización
contigua.

En otro sector del complejo palacial –junto a la actual zona


de servicios– se construye en este periodo otro baño de ma-
yores proporciones, que se conocen popularmente como
“Baños de la Tropa”, por entender que se trataba de unos
baños de uso pública de servicio de los residentes en la alca-

112
zaba. Estos baños fueron objeto, en los años setenta, de una
restauración fantasiosa y desafortunada. La intervención
arqueológica realizada recientemente45 ha proporcionado
evidencias que permiten datar la construcción de los mismos
en un momento posterior a la de la muralla taifa –a la que se
adosa– y por el material asociado a los niveles fundacionales
se podría concluir que el edificio fue levantado a finales del
siglo XI o principios del siglo XII.

Planta del denominado “Baño de la Tropa”ubicado junto a la actual zona de


servicios.

Este conjunto de servicio se construiría pues, cuando la


ciudad era la capital de un reino de taifa y uno de los princi-
pales vértices del comercio mediterráneo. A lo largo de su
historia este edificio va a pasar por contextos económicos y
sociales radicalmente diferentes. Sin embargo, tiene pocas
posibilidades de reformas o de adaptación, ya que se inserta
en una zona muy consolidada y densa de la fortaleza, desde
el punto de vista constructivo. Las antiguas murallas
califales se aprovechan como muro lateral del edificio, que
se asienta sobre el terreno ganado al construir la muralla
taifa al exterior de la muralla de época califal, entre ambas.
45 Debemos a Sophie Gilotte las conclusiones de los trabajos de
investigación realizados durante 2007 y 2009.

113
El baño se cubría con bóvedas de medio cañón de ladrillo,
que aunque se han perdido completamente, se conservan
improntas de su contacto con la muralla sur. Es probable
que el vestuario y la zona de servicios presentaran una cu-
bierta más sencilla, con armazones de madera cubiertos de
teja, tal como se han documentado en otros edificios simila-
res.

El conjunto de las fortificaciones sufre una profunda remo-


delación para adaptarse a su nueva condición de sede pala-
tina aunque, desde el punto de vista de las técnicas cons-
tructivas utilizadas, se constata una continuidad en las obras
realizadas en la Alcazaba durante todo el siglo XI.

Sabemos por las fuentes que, debido al crecimiento que ex-


perimenta la ciudad, en época taifa se amurallan sus dos
principales arrabales. La buena conservación de algunos
tramos de esta muralla —conocida como de la Hoya y cerro
de San Cristóbal— y el hecho de
poder contrastar las fuentes escri-
tas con las observaciones arqueo-
lógicas nos permite conocer con
bastante exactitud la forma de
construir de los alarifes de esta
época.

En general se constata una cierta


continuidad de las técnicas de
construcción califales. Lo más ca-
racterístico es la utilización de
tapiales de hormigón de cal, de
grano más fino y mejor termina-
das, con su cara exterior calicostra-
da que conservan habitualmente
rebabas del encofrado y clavos.
En la foto se ven los muros que dividían las
Los alarifes taifas continúan utili- naves del baño antes de su reconstrucción
en los sesenta
zando técnicas constructivas del

114
siglo anterior, como demuestra el
empleo de sillería a soga y tizón*
en el postigo de la muralla del
cerro de San Cristóbal.

Los estudios realizados en el


frente norte46 de la muralla nos
confirman que todo este tramo
—incluyendo sus torres— se re-
construye durante la taifa, con
este tipo de fábrica a veces alza-
da sobre un zócalo de ladrillo y
piedra. La muralla califal había
quedado retranqueada, al menos
en el tramo correspondiente al
Los alarifes taifas continúan utilizando
técnicas constructivas del siglo anterior segundo recinto, ya que como
como demuestra el empleo de sillería a hemos contado anteriormente
soga y tizón en el postigo de la muralla
del cerro de San Cristóbal. había sido necesario ampliar el
espacio de la fortaleza para la
construcción del palacio del nuevo gobierno. En los tramos
correspondientes al primer recinto se conservan restos de la
cortina califal integrados en la muralla taifa, así como los
vestigios de la primitiva Torre del Espolón o Saliente.

LA ALCAZABA DURANTE EL PERÍODO ALMORÁVIDE

En el año 1091 Almería se integra en el imperio almorávide.


Tras un asedio, en el que el rey al-Mutasim perdió la vida, la
Alcazaba cayó en manos de los nuevos gobernantes.

Aunque se trata de una época de máximo esplendor para la


ciudad, no se ha documentado en la Alcazaba ninguna edi-
ficación ni remodelación que pueda adscribirse a esta época.

Podemos suponer que el gran palacio de al-Mutasim se


adaptaba perfectamente a las necesidades de los nuevos ocu-

46 Gurriarán, P. y Márquez, S.: 2005, pp. 59-87.

115
pantes por lo que sólo se llevarían a cabo reparaciones de los
daños ocasionados por el asedio, así como pequeñas modifi-
caciones funcionales fruto de la implantación de un nuevo
concepto de Estado, con unas normas religiosas mucho más
ortodoxas. De momento, en todo caso, estas posibles refor-
mas no han podido ser confirmadas mediante la investiga-
ción arqueológica.

EL DECENIO CRISTIANO

En 1147, Almería es conquistada por Alfonso VII de Castilla


con ayuda de genoveses y pisanos, permaneciendo en
manos cristianas durante diez años. Las fuentes árabes coin-
ciden en señalar el declive económico y demográfico que
sufre la ciudad durante estos años.

La Alcazaba continuará siendo la residencia del nuevo po-


der. Se han documentado algunas obras de reparación que
podrían adscribirse a este periodo, que se caracterizan por la
reutilización de los materiales constructivos.

Bolaños

116
La excavación arqueológica del jardín del palacio, por ejem-
plo, puso en evidencia una fase que debe corresponder con
la ocupación cristiana, durante la que este espacio perdió su
función principal y se construyeron una serie de estructuras
de tapial en la superficie cultivable misma.

También durante la ocupación cristiana se remodela la anti-


gua Puerta califal de entrada al palacio, se anula la doble
puerta de entrada en recodo. La torre de doble planta ocupa
ahora la mitad de la superficie manteniéndose sólo la parte
oeste adosada e incorporada al pabellón y pórtico de la zona
norte del jardín principal. Esta modificación ha sido docu-
mentada mediante el estudio arqueológico que se ha realiza-
do en todo el gran muro y en la Puerta califal. La parte este
de la torre fue posiblemente derribada durante los ataques
de los cristianos para ocupar la plaza, por lo que tuvo que
ser reparada rápidamente con los mismos materiales proce-
dentes del derrumbe —sillares de arenisca y fragmentos de
tapial— y una técnica constructiva basada en mampostería
unida con mortero de cal, tapiando la entrada original. Este
espacio no se recuperará jamás como entrada al palacio, ya
que con posterioridad y sobre el muro de cierre construido
por los cristianos, se volverá a reparar en la siguiente fase
islámica utilizando esta vez una fábrica de tapial.

LA ALCAZABA ALMOHADE

En 1157 tras un largo asedio, la ciudad será tomada por los


almohades.

La incorporación de Almería al Estado almohade supuso su


recuperación urbanística y arquitectónica.

En la Alcazaba se producirán importantes cambios. Según


las últimas investigaciones realizadas, es en esta época cuan-
do el esplendor del alcázar resurgirá, ya que se hacen impor-
tantes modificaciones para construir un nuevo palacio.

117
Los nuevos gobernantes remodelan totalmente el antiguo palacio taifa.
Reconstrucción según dibujo de F. Arias.

La parte central del conjunto palatino se organiza en torno a


un patio de crucero que se mantendrá a lo largo de toda la
etapa islámica. El palacio se amplía hacía el norte ya que se
le adosa un nuevo pabellón de dos plantas, hoy conocido
como “Torre de la Odalisca”. Esta nueva estancia sirve de
referencia para la reorganización del jardín.

Se construye una alberca sobre la anterior del palacio taifa,


cuyos restos se utilizan como cimentación de la nueva cons-
trucción. La nueva alberca disponía de un andén perimetral
de 1,35 m y se elevaba unos ochenta centímetros sobre el
nivel de la tierra del jardín. Se amplían los andenes del
jardín del palacio taifa, dándoles un metro más de anchura
en todo el perímetro. Esta ampliación no se cimentó sobre la
roca, sino sobre los rellenos de tierra del jardín anterior,
sobre los que se aplica una tongada de cal para engrosar el
andén anterior, lo que ha permitido que se conservara una
muestra del jardín taifa. Dentro del andén —formando parte
de las tongadas del tapial— se ha encontrado abundante
material cerámico y fragmentos de una pila de mármol con

118
Planta general de la zona norte del palacio tras las reformas de época
almohade. La parte central del conjunto palatino se organiza en torno a un
patio de crucero.

inscripciones, lo que ha ayudado a fechar esta remodelación


del palacio. Otros fragmentos de esta bella pila del palacio
taifa —expuestos ahora en el museo de la Alcazaba— habían
aparecido durante las excavaciones de los años cuarenta en
otros puntos del recinto.

Pila en forma de artesa con inscripción epigráfica, de la que se han ido


localizando diferentes fragmentos. Uno de ellos se utilizó como material de
relleno para construir los andenes del patio del palacio almohade.

119
Hacía el sur, desde el centro de la alberca, se construye un
estrecho andén que comunica con una estructura central y
en la que confluyen los diferentes andenes que componen el
gran patio de crucero. En la actualidad son visibles las ci-
mentaciones de todos estos elementos.

No conocemos la morfología de los demás ámbitos del pala-


cio almohade, ya que la intervención arqueológica se ha
ceñido, por ahora, a un espacio muy reducido; pero las pe-
queñas actuaciones realizadas parecen avalar la hipótesis de
que el conjunto áulico ocuparía el espacio que hoy por hoy
abarca el segundo y el tercer recinto, al igual que el palacio
de época taifa.

El análisis de fábricas constructivas y paramentos realizado,


en el lienzo norte, corrobora la adscripción almohade de la
Torre de la Odalisca que tradicionalmente venía siendo con-
siderada nazarí.

La llamada Torre de la Odalisca es parte del pabellón de dos plantas que se


adosa al norte del palacio con la reforma almohade. A la derecha,
reconstrucción gráfica, según estudio arqueológico de los paramentos de la
Torre de la Odalisca, del pabellón norte del palacio almohade.

Durante la época almohade se refortifican la Alcazaba y el


cerro de San Cristóbal, utilizando una tapia hormigonada de
grano más bien grueso, con inclusiones de bolos y mam-

120
puestos, marcando tongadas y acabado con un ligero cali-
costrado.

Estos tapiales son visibles en el frente norte y sobre todo se


utilizarán para edificar el mirador de la Odalisca, imponente
conjunto con el que se amplia la zona palatina. El nuevo
torreón se apoya sobre la gran zarpa de época califal.

LA FORTIFICACIÓN DURANTE EL REINO NAZARÍ

En época nazarí se llevarán a cabo las últimas reformas en la


Alcazaba antes de los profundos cambios a los que la some-
terán los Reyes Católicos. Estas reformas se sucederán desde
mediados del siglo XIII hasta el siglo XV distinguiéndose al
menos dos momentos constructivos. El primero se enmarca-
ría dentro de un plan general de revisión de todas las forta-
lezas del reino nazarí y el segundo se corresponde con la
realización de trabajos para adaptar el conjunto a la utiliza-
ción de armas de fuego, dando lugar a la ruptura de la
uniformidad del conjunto47.

Vista general desde el cerro de San Cristóbal del Mirador de la Odalisca.


Esta obra palatina almohade de tapia parduzca se alza obre una
monumental zarpa de hormigón de cal con sillares embutidos de época
califal. Foto P. Gurriarán

47 Cressier, P.: 2002, p. 441.

121
La fisonomía de la Alcazaba que conocemos se debe en gran
parte a las reformas que se hacen en la fortaleza durante los
siglos XIV y XV.

El palacio, aunque mantiene la estructura y la forma adop-


tada en época almohade debió sufrir sin duda reformas para
adaptarse a los gustos y moda del momento.

Fabricas de época nazarí se han conservado, sin muchas mo-


dificaciones hasta nuestros días. Sin embargo, no contamos
con demasiados restos materiales que se puedan adscribir a
esta fase del palacio —probablemente porque los elementos
decorativos del palacio nazarí habrían sido los más expolia-
dos— si exceptuamos los restos de material cerámico que
aparecen abundantemente por todo el conjunto palacial.

Durante los trabajos de consolidación de unas fabricas de


ladrillo nazaríes del sector sur del palacio, en 2004, se identi-
ficó un espacio que no había sido excavado anteriormente
por lo que su estratigrafía no había sido alterada- y fue posi-
ble recuperar todo el registro arqueológico.

La estancia se ubica a escasos metros del baño privado de


palacio, por lo que quizá estuviera relacionada con el servi-
cio del mismo. Se trata de una habitación de pequeñas di-
mensiones –3,8 x 2,2 m– que se ha localizado sellada por el
derrumbe de su propia cubierta –una bóveda de medio
cañón construida en ladrillo–. Estaba pavimentada con un
de mortero de cal, sobre el que yacían restos de maderas,
abundantes piezas de vidrio, algunas en muy buen estado
de conservación –vasos, ungüentarios, y una cantimplora– y
numerosos fragmentos, posiblemente muchos sean restos de
lámparas. Junto al material de vidrio se recuperaron frag-
mentos de recipientes de cerámica y restos óseos –pollo y
cordero– y escamas de pescado –parece tratarse de los restos
de un servicio de comida– . Todos estos datos nos brindaron
valiosas pistas para comprender la funcionalidad de este

122
espacio y fechar el momento de su destrucción en época
nazarí. El espacio se destruyó de forma violenta, quizá con
un terremoto, lo que habría provocado la caída de estantes y
recipientes y que quedaran sepultados por la cubierta.

Cantimplora y vaso de vidrio expuestos en la Alcazaba.

Recientemente se ha reexcavado otra zona, en el sector norte


–entre las casas andalusíes y los Baños de la Tropa–, dónde
se han documentado las últimas reformas de las habitacio-
nes de este sector del palacio. En esta última fase andalusí no
sólo se compartimentan las habitaciones sino que se realiza
un vaciado completo del interior de las dependencias
existentes, que se rellenan con escombros, sobre los que se
construyen nuevos los pavimentos de mortero de cal y las
paredes de tapial. Se crean así módulos independientes de
viviendas de pequeño tamaño, además de otra serie de habi-
taciones cuyo uso desconocemos.

Las viviendas cuentan con un patio central, en torno al cual


se distribuyen las diferentes estancias. Cada una de ellas
tiene, como mínimo, un salón en el que se ubica un lecho
elevado de unos cuarenta centímetros sobre el nivel del

123
suelo y otra pequeña habitación. Al estar ubicadas en un
espacio muy transformado del Conjunto Monumental, no se
ha podido apreciar, por ahora, si estas casas contaban con
más habitaciones en el lado opuesto de sus patios, tampoco
si disponían de letrinas ni cuál era su acceso.

Este sector del palacio se remodela en época nazarí, las antiguas estancias se
compartimentan para construir módulos independientes de viviendas con un patio
central en torno al cual se distribuyen las pequeñas habitaciones.

124
Durante la etapa nazarí las murallas de la Alcazaba se repa-
ran utilizando las siguientes técnicas constructivas: por un
lado se utilizan fórmulas típicamente granadinas de mam-
postería encintada entre verdugadas de ladrillo, visibles
sobre todo en la Puerta de la Justicia , que se remodela total-
mente en esta época y en algunas reformas puntuales de la
muralla norte. No obstante, el principal material utilizado
será de nuevo la tapia de hormigón calizo, aunque quizá por
la envergadura de la fase constructiva, o por la premura y
escasez de medios, las tapias resultantes serán de muy mala
calidad y deficiente ejecución.

Estas fábricas nazaríes se recubrían con un fino enlucido de


cal, que servía para proteger y regularizar toda la superficie
de tapial. Este enlucido se decoraba, con frecuencia, con
motivos esgrafiados de tipo esquemático.

La muralla se remataba con merlones dotados de albardillas


piramidales simples y saeteras con deriva al exterior.

Detalle de la decoración esgrafiada de tipo esquemático aplicada sobre los


tápiales de época nazarí conservada en el frente norte de la muralla. Foto.P.
Gurriarán

125
Los merlones y tapiales enlucidos con cal de la fortaleza nazarí se han
conservado en algunos tramos del frente norte de la muralla.

La fortaleza nazarí tendría una imagen muy distinta de la


que ofrece en la actualidad ya que sus tapias de color blanco
destacarían en el paisaje circundante.

La Puerta de la Justicia, aun-


que muy reconstruida en el
siglo XX, parece responder
en geometría y materiales
constructivos (mampostería
entre verdugadas de ladri-
llo, ladrillo en el arco) a lo
que conocemos de las cons-
trucciones de época nazarí.
Hemos de tener en cuenta
que estas grandes puertas
de aparato se construyen en
las alcazabas nazaríes, como
Málaga, Granada o Almería,
en una evidente representa-
ción del poder.
Puerta de la Justicia.

126
2. EL CASTILLO CRISTIANO DE LA ALCAZABA
DE ALMERÍA

Inmediatamente después de la conquista se inició la repara-


ción de las murallas de la ciudad y de la Alcazaba, reforzan-
do su extremo occidental con la construcción de un castillo
de nueva planta sobre los restos de la fortaleza islámica. La
decisión de acometer esta obra en un momento tan inmedia-
to a la conquista se debió, por un lado, al mal estado en el
que había quedado la Alcazaba islámica tras el terremoto de
1487 y, por otro, a la necesidad de construir una nueva forti-
ficación que pudiera responder a las necesidades ofensivas y
defensivas surgidas tras el desarrollo de la artillería.

El castillo cristiano constituye la imagen del nuevo poder instaurado tras la


conquista de Almería.

Recientemente ha sido objeto de estudio un documento


interesantísimo en que se recoge un reconocimiento del
castillo del mismo momento en el que se estaban llevando a
cabo las obras. Fue realizado por el comendador Claver y en

127
él se describen tanto las tareas que se debían realizar en a
construcción, como su estado de ejecución, medidas,
materiales, número de peones, maestros, sueldos, etc48.

Se trata de un documento transcrito por José Aparici en


1844, cuyo original se encuentra en el Archivo General de
Simancas, legajo 131575 “Reconocimiento hecho de las For-
talezas de la costa de Granada. Secretaria de Guerra y Mar y
Tierra”. (Anexo 1)

No cabe duda de que Claver tuvo que disponer de la planta


o de dibujos del castillo a la hora de realizar la descripción
del mismo, pues no sólo se limita a visionar lo que se está
construyendo, sino que además da medidas precisas y datos
concretos de aquello que aún no está levantado y se ha de
edificar.

Dos datos que apuntan al rápido comienzo de las obras son,


por un lado, que ya en el mismo año 1489 se inician las cuen-
tas para el abastecimiento de trigo para las obras: «El trigo
para los moros del rrey que andavan en la obra de la alcaça-
va de Almería se provee del 24 de septiembre de 1490 hasta
diciembre de 1493»49.Y por otro que durante la primera fase
constructiva del castillo, la Torre del Homenaje se denomi-
naba en la documentación «la Torre de Mosen Pedro» en re-
ferencia a Pedro Sarmiento, primer alcaide de la alcazaba.
Como ya hemos apuntado, se trataba de don Pedro de Gra-
nada, es decir, el infante Cidi Yahya Analyar que, un año
después, en 1490, dejaría de ser alcaide50.

Ese mismo año don Gutierre de Cárdenas nombró teniente


de alcaide a su hermano Fernando de Cárdenas, momento
en el que se dota de un presupuesto de 1.400.000 maravedís,
para las obras y guardias de la alcazaba.

48 García Mira, P.: 2009.

49 Cooper, E.: 1991.

50 Idem, p. 36.

128
En primer plano, en la parte baja de la imagen, el castillo cristiano
construido en el extremo más occidental del cerro, sobre estructuras de la
fortaleza islámica.

La construcción del castillo cristiano en el extremo más occi-


dental de la fortaleza se convirtió, junto con la reparación de
las murallas de la ciudad, en la prioridad tras la conquista.
El encargado de la puesta en marcha del programa cons-
tructivo defensivo fue el secretario real Hernando de Zafra51.

51 Nicolás Martínez, M. y Torres Fernández, R.: 2005, p. 130.

129
La Guerra de Granada se encontraba en un momento clave,
a falta de conquistar la capital del reino nazarí de Granada.
Por tanto, resultaba prioritaria la construcción del principal
elemento defensivo para la salvaguarda de las clases sociales
dirigentes, en este caso el alcaide, de forma que sirviera
como último reducto en caso de asedio.

El castillo se construyó entre los años 1490 y 1502. A pesar


de que hubo un periodo de seis años (1493-1499) en los que
se produjo cierto parón constructivo, las obras no quedaron
totalmente paralizadas. Se registró cierta actividad construc-
tiva documentada gracias a que se destinó el importe de los
sueldos de los soldados que no se encontraban en el castillo,
a la realización de ciertas obras.

Se sabe que en la edificación del castillo parte de la mano de


obra era morisca, tal y como consta en la documentación,
donde se especifica que para complementar la mano de obra
se envió a: «[…] dos moros vecinos de Jergal […] para que
los tuviese en las obras de la dicha alcaçava por mandamien-
to del señor comendador mayor […]». Éstos no recibían
ningún tipo de compensación económica.

En la mayoría de los castillos construidos por los Reyes


Católicos, “los ingenieros” de la corona eran militares profe-
sionales de la Casa Real, que no necesitaban difundir las
trazas o planos de la construcción e incluso es posible que
fueran destruidos una vez ejecutadas las obras para que no
cayeran en manos enemigas. Las decisiones fundamentales
eran tomadas por personas expertas en el oficio, como el
cuerpo de artilleros reales, en el que sabemos que las
decisiones clave se tomaban casi de forma colegiada. La
construcción de un castillo era, por tanto, resultado de un
largo proceso de experiencias militares, que culminarían en
lo que años más tarde se conoció como fortificación moderna
“a la italiana”. Así en el proyecto de una fortificación en la
época de los Reyes Católicos pueden distinguirse tres
niveles de autoría. Los militares expertos en fortificación que

130
discuten, aprueban o modifican las trazas. En nuestro caso
es más que probable que fuera don Gutierre de Cárdenas,
comendador mayor de León, alcaide de Almería, o tal vez el
propio Fernando el Católico, durante su breve estancia en
Almería. Los arquitectos o artilleros prácticos, responsables
de la traza concreta, cuyo nombre desconocemos y
finalmente los maestros que deciden sobre aspectos menores
pero con una fuerte impronta decorativa52.

El castillo cristiano de la Alcazaba de Almería es de planta


triangular, adaptado a la topografía del terreno. Su períme-
tro viene definido por torres semicirculares unidas por grue-
sos lienzos de muralla con un adarve o paso de ronda en la
parte superior. En su interior existe un patio de armas que
originalmente estaba dividido en dos, y una monumental
Torre del Homenaje que sobresale del conjunto, de planta
cuadrangular.

La fábrica del castillo es de mampostería recubierta hacia el


exterior por sillares de piedra. La apariencia de este aparejo
contrasta con el tapial de la Alcazaba islámica, imponiendo
la imagen emblemática del nuevo poder instaurado.

Las torres tienen alambores para desviar el fuego enemigo. Están provistas
de doble línea de tiro, la superior con almenas que albergarían la artillería
media, y la inferior con troneras a ras del suelo para la artillería ligera.

52 Cobos, F.: 2004, pp. 225- 267.

131
Las torres tienen alambores para desviar el fuego enemigo.
Están provistas de cámaras bajas de tiro, concretamente
troneras con forma de bola y cruz situada a ras del suelo
para alojar la artillería y defender el campo circundante en
caso de que las almenas superiores se hubieran perdido.
Hay que tener en cuenta que el primer objetivo de la artille-
ría, a la hora de atacar un castillo, era derribar las defensas
altas (almenas, parapetos, cadalsos y matacanes), de forma
que el pie del muro quedara indefenso y el enemigo pudiera
acercarse y minarlo o derribarlo fácilmente.

Hacia la Alcazaba islámica, el castillo presenta tres potentes


torres semicirculares, dos en los extremos y una en el centro,
que sobresalen 1,7 m sobre el lienzo de muralla que los une.
Dos de ellas están dotadas de alambores. En la torre central
se encontraba la primera puerta de ingreso al recinto, que
era una puerta levadiza.

Barrera del castillo hacia la Alcazaba islámica. Consta de tres torres


semicirculares de las que, la situada en el medio acogería la entrada al
recinto.

Una vez se accedía, existía un muro a la izquierda, hoy desa-


parecido, que cerraba la vista hacia el patio de armas. Este
primer espacio estaba cubierto a una altura similar al primer
cuerpo de la Torre del Homenaje. Era una especie de zaguán
previo a la entrada al patio de armas y a la Torre del Home-

132
naje. En ese muro había una puerta, por lo que el acceso a la
Plaza de Armas se realizaba con un recodo formado por la
puerta levadiza, la entrada al zaguán y la puerta de acceso a
la plaza.

Plano de 1855 en el que puede verse el primer zaguán (hoy desaparecido),


que obligaba a realizar la entrada en recodo.

El lienzo que une estas torres tiene un grosor de 3,62 m y


sobre él discurre un adarve. Todo esto estaría coronado por
almenas grandes con dos capirotes que alternarían troneras
y saeteras para situar la línea de tiro superior que habría de
albergar la artillería ligera como espingardas o cañones de
mano.

Delante del ángulo nordeste de la barrera se excavó un foso


con objeto de proteger este espacio más vulnerable, ya que
podía ser atacado desde distintos frentes, al tiempo que ais-
laba a la fortificación, en caso de que el enemigo lograra
penetrar desde el flanco norte. Este foso nunca estuvo conce-
bido para contener agua.

133
En el extremo oeste se construyó el elemento defensivo de
mayores dimensiones, la Torre del Espolón, hoy conocida
como Torre de la Pólvora. Esta torre debía defender un pun-
to vulnerable –por la inexistencia de foso y la imposibilidad
de crear un alambor debido al gran desnivel existente– que
exigía la construcción de una torre circular de grandes di-
mensiones, formando un ángulo agudo en busca de la des-
viación del fuego enemigo. Su ubicación en este espolón,
adaptándose a la topografía, determina la planta triangular
del recinto. Esta torre con 24,23 m de altura, no sólo es la
más alta de la fortaleza, sino también la más potente con un
diámetro de 14,78 m y unos muros gruesos de 2,78 m.

Verticalmente se divide en dos alturas cubiertas por bóvedas


vaídas o tabicadas. El primer piso era para albergar las taho-
nas y tenía dos ventanas con troneras en el suelo para artille-
ría. El piso superior tendría dos senos con tres ventanas y
dos troneras. Al terrado se subía por dos tramos de escale-
ras. Los dos pisos de la torre no estaban comunicados por el
interior, sino que se subía al piso superior por lo que se ha
dado en llamar el Estrado.

Reconstrucción del castillo.

134
La conocida hoy como Torre de la Noria se denomina en las
fuentes como la Torre del Agua. Como su propio nombre
indica estaba destinada al abastecimiento de agua del recinto
que se elevaba desde el suelo por medio de una noria.

La Torre del Homenaje cumplía sobre todo una labor simbó-


lica, imagen de un poder que pretendía intimidar, amedren-
tar y en último caso defender.

Es de planta rectangular con unos muros bastante potentes


con un espesor que va desde los 2,79 m a los 3,34 m.
Interiormente estaba compartimentada en dos alturas, una
primera planta con una estancia (sala de armas) cubierta por
una bóveda y una planta superior en la que se encontraba el
aposento del alcaide. A esta planta se llegaba mediante una
escalera de caracol que continuaba hasta la cubierta.

Torre del Homenaje precedida por un zaguán de menor altura.

La estancia del alcaide tenía dos ventanas, una hacia el


norte, mirando al exterior de la fortaleza y otra en el muro
este, hacia la Alcazaba islámica.

135
Bajo la Torre del Homenaje existía un aljibe que recibía el
agua de lluvia recogida en el terrado o cubierta y se distri-
buía hacia su interior por medio de atanores cerámicos. La
disposición de un aljibe en esta parte de la fortificación era
un recurso bastante habitual en los castillos, ya que asegura-
ba el abastecimiento y la tenencia del agua en caso de asedio.

Grabado de 1899 en el que se ve el muro, hoy desaparecido que, partiendo de


la Torre del Homenaje, dividía la Plaza de Armas en dos espacios.

Junto a la Torre del Homenaje existían dos zaguanes, de los


que actualmente sólo se conserva uno de ellos. El que ha de-
saparecido era de planta rectangular y, como se ha dicho an-
teriormente, se localizaba entre la entrada al castillo cristiano
y la Torre del Homenaje. Su altura era similar a la del primer
cuerpo de esta torre (12,53 m) y su función era defensiva, ya
que hacía que la entrada a la Plaza de Armas del Castillo
tuviera que realizarse mediante un doble codo formado por
la puerta levadiza de la entrada, la entrada al zaguán y la
puerta de acceso a la plaza53.

El segundo zaguán, situado al otro lado de la Torre del Ho-


menaje, tenía como función albergar y esconder la salida de

53 García Mira, P.: 2009, p.51.

136
escape desde la Torre del Homenaje y proteger el lugar en el
que vivía el alcaide. En su interior comunicaba con la torre y
poseía una tronera para atacar al enemigo en caso de que
este accediera a la Plaza de Armas. Una escalera subía al
adarve y al segundo cuerpo de la Torre del Homenaje, desti-
nado a vivienda del alcaide.

Detalle del plano de 1621 en el que se observa la torre ochavada al final del
muro que parte de la Torre del Homenaje.

En el interior del recinto fortificado se situaba la Plaza de


Armas, que originalmente estaba dividida en dos partes por
un muro que arrancaba de la Torre del Homenaje en direc-
ción al mar, compartimentando el espacio, hoy diáfano, en
dos mitades asimétricas. En el frente de la Torre del Home-
naje se puede ver dónde se localizaría, ya que el aparejo no
es de sillares en el lugar de donde partiría el muro.

Bajo el patio de Armas se construyó un aljibe excavado en la


roca con varias naves separadas por arcos.

Todo lo que se conserva en la actualidad se corresponde de


manera muy fiel con lo que describe el comendador Claver
en el documento del que hemos hablado. Todo, a excepción
de una torre ochavada que describe cerca de la torre sur de
la barrera, junto a la otra torre que cubre el frente meridional

137
del castillo. Según dicha descripción se construiría hacia el
interior del recinto, con una situación que permitiría atender
a los dos frentes de la Plaza de Armas desde una posición
inmejorable.

Tendría un diámetro de 11,4 m por 13 m de alto, una altura


sensiblemente inferior a la Torre sur. Poseería dos cuerpos
con una bóveda comunicados por una escalera de caracol54.

Fotografía antigua en la que se ve el aljibe excavado en la roca, que existe


bajo la Plaza de Armas.

54 García Mira, P.: 2009, p. 56.

138
alcazaba de almería

l a v i s i t a a l
c o n j u n t o
m o n u m e n t a l

1
112
VISITANDO EL CONJUNTO MONUMENTAL
DE LA ALCAZABA DE ALMERÍA

El acceso al Conjunto Monumental de la Alcazaba de


Almería se realiza desde la actual calle Almanzor, en el
casco antiguo de la ciudad de Almería. El ingreso se realiza
a través de una puerta abierta en una torre albarrana o
adelantada que se conoce como Torre de la Guardia.

A partir de ahí se sube por una


rampa en zigzag de construcción
moderna. La entrada a la fortale-
za nunca era directa, buscaba ir
haciendo quiebros para dificultar
y tener siempre controlada la
posible intrusión del enemigo.
Subiendo se llega a la Puerta de la
Justicia, a través de la cual se
ingresa, realizando un recodo, en
el primero de los recintos de la
Alcazaba. En las puertas en reco-
do el acceso está siempre domina-
do desde el camino de ronda o
adarve de la muralla y desde la
terraza de la torre. Cuanto más
enrevesados eran los ingresos
Puerta de la Justicia.
mayor era su eficacia militar.

En la actualidad en la Puerta de la Justicia se encuentra el


panel directorio que permite hacerse una idea general del
Conjunto. Su colocación en este lugar obliga al visitante a
que realice el acceso en L, que es como se realizaría
originalmente, ya que la apertura del arco se debe a un
momento posterior. En la parte superior de esta torre se
localizan los primeros aseos.

141
Junto a la Torre de la Justicia se encuentra la tienda del
Conjunto y detrás la conocida como Torre de los Espejos,
cuyo nombre ha dado lugar a numerosas leyendas popula-
res. En la actualidad esta torre ubica la sala de Juntas y la
biblioteca de la institución.

El Conjunto Monumental de la Alcazaba se divide actual-


mente en tres recintos, los dos primeros son de origen
islámico y el tercero de ellos es un castillo construido por los
Reyes Católicos tras la conquista cristiana de Almería en
1489.

Tras atravesar la Puerta de la Justicia el visitante se encuen-


tra en el primero de los recintos, ocupado en la actualidad
por jardines contemporáneos en los que existe gran varie-
dad de especies vegetales autóctonas que combinan color,
aroma, fruto y tradición en cuanto a propiedades medicina-
les. La frescura la aporta el agua que corre por las acequias o
se reparte entre albercas y fuentes.

Jardín contemporáneo, estructurado en bancales escalonados que se adaptan


a la orografía del terreno. El agua corre por acequias y fuentes.

142
El jardín se estructura en bancales escalonados de mampos-
tería, que se adaptan a la topografía del cerro. Fue remode-
lado en los años 90 del siglo XX, sin embargo la
transformación del primer recinto en jardín es anterior. Su
diseño, inspirado en los jardines del Generalife, fue
realizado por Francisco Prieto Moreno, arquitecto conserva-
dor de la Alhambra, cuarenta años antes –en los años
cincuenta–. En esos momentos se tenía una imagen románti-
ca de los restos y monumentos islámicos. Las obras que se
realizaron, para convertir la Alcazaba en un monumento
turístico, en el que se pudieran realizar espectáculos y
eventos sociales, intentaron recrear este modelo, dejando de
lado –por falta de conocimiento– cómo habría sido
realmente la Alcazaba islámica.

Fuente del jardín contemporáneo.

En época islámica este espacio no era así. Como pusieron de


manifiesto las excavaciones realizadas con motivo de la
remodelación del jardín, era una zona con casas, calles y
elementos indispensables para la vida diaria como los que
aseguran el abastecimiento de agua.

143
Existen tres itinerarios posibles para recorrer este recinto
que confluyen en la parte alta del mismo, delante del Muro
de la Vela. Y puesto que la salida del conjunto se realiza por
el mismo lugar por el que se ha entrado, es decir,
atravesando la Torre de la Justicia, se recomienza realizar la
bajada por un itinerario diferente a por el que se haya
subido.

1. Itinerario A: Si se sigue el primero de ellos, más cercano al


mar se puede observar un complejo hidráulico compuesto
por un aljibe, una fuente y un pozo. El agua se extraía del
pozo a través de una noria que elevaba el agua desde
aproximadamente 65 metros de profundidad. Esta agua era
almacenada en un aljibe que abastecía a la fuente, de la que
se conservan tres pilas así como un paramento de ladrillo
con una fábrica de una gran belleza.

Aljibe de época islámica que aseguraba el abastecimiento de agua a toda la


zona.

Continuando el recorrido nos encontramos con la Fuente de


la Culebra que antecede a la conocida como escalera de
Prieto Moreno, que sube hasta la Fuente de la Estrella, con
una acequia que la divide por la que desciende el agua.

144
COMPLEJO HIDRÁULICO

Compuesto por un pozo, un aljibe y una fuente. El


pozo (situado donde están las placas metálicas y las
cadenas) está excavado en la roca y llega hasta el
nivel del mar. Tiene unos 65 m de profundidad.

El agua se subía por medio de una noria de tracción


animal, del tipo conocido como “norias de sangre”.
Se compone de un engranaje formado por dos rue-
das, inicialmente de madera y más tarde de metal, y
una plataforma circular por la que giraría el animal.
Esta plataforma estaría elevada con respecto al aljibe
para poder conducir el agua hacia el mismo por
efecto de la gravedad. La noria disponía de arcadu-
zes o canjilones que eran recipientes cerámicos de
forma tubular con unas hendiduras que permitían
atar la pieza a la noria. Desde ahí se dirigía el agua
hasta unas piletas de decantación que filtraban o
decantaban el agua antes de que se introdujera en el
aljibe.

El aljibe es el lugar en el que se almacenaba el agua


destinada al consumo doméstico. El término deriva
de la palabra árabe al-jubb. Se trata de una construc-
ción cerrada, aislada de la luz exterior para asegurar
la potabilidad del agua y evitar su evaporación. Este
constaba de tres naves con cubiertas abovedadas.

Adosada había una fuente con tres pilas. Se ha rela-


cionado la existencia de esta fuente con la posible
proximidad de una mezquita, ya que junto a las
mezquitas se localizaban las fuentes de las ablucio-
nes. Un dato que apoya esta hipótesis es que se ha
documentado al sur del complejo un gran edificio
cuya funcionalidad podría ser la de un oratorio.

145
Recreación del funcionamiento del complejo hidráulico
compuesto por el pozo, la noria de sangre, las piletas de
decantación, el aljibe y la fuente.

2. Itinerario B: El segundo recorrido transcurre en rampa


entre los árboles frutales y plantas aromáticas. Destacan
especies como albaricoques, granados, espliego, tomillo y
romero.

3. Itinerario C: El tercero arranca de la Torre del Saliente


(actual espacio de oficinas) que se sitúa en el extremo más
oriental del conjunto. Desde este lugar, mirando hacia el
sur, se obtiene una vista única e inmejorable de la ciudad de
Almería, su bahía y su puerto, y se entiende de verdad la
relación del enclave con la Alcazaba.

146
Desde la Alcazaba se controlan visualmente la ciudad y su puerto.

Asomándose por la Muralla Norte se observa el barranco de


la Hoya y el cerro de San Cristóbal, recorridos por el lienzo
de muralla conocido como Muralla de Jayran, en honor al
monarca que mandó edificarla.

MURALLA DE JAYRAN

La conocida como Muralla de Jayran es un lienzo de


muralla que, partiendo del flanco norte de la Alcaza-
ba, recorre el barranco de la Hoya y sube por el cerro
de San Cristóbal. Se trata de una obra del s. XI, man-
dada construir por el rey taifa Jayran para proteger el
arrabal de la Muralla, uno de los nuevos arrabales
surgidos tras el crecimiento que había experimenta-
do la ciudad gracias a las relaciones comerciales y al
desarrollo naval. Según relata al-Udri, autor alme-
riense contemporáneo a los hechos que describe:

147
«Jayran entró en la ciudad de Almería en julio de 1014 y
combatió contra Aflah y sus dos hijos; los asedió hasta des-
truir la Torre del Pozo y tomar la Alcazaba. Mató a Aflah
y a sus dos hijos. Consolidó el dominio de Almería y sus
distritos y estableció en ellos un dominio digno de elogio.

Realizó una bella ampliación en la alquibla de la aljama de


Almería en el año 410 (1019-1020) con la que aumentó su
capacidad la mezquita aljama de Almería, construyó la
muralla que desciende desde el actual cerro de San Cristó-
bal hasta el mar, lo que supuso una ampliación de la
ciudad, y le puso cuatro puertas: una puerta en el citado
monte; otra desde la que se sale en dirección a Pechina
(después llamada Puerta de Purchena); otra llamada
Puerta de la Vega; y una cerca de la orilla del mar […]».

Se trata de una obra de tapial sobre base de mampos-


tería. El tapial es una técnica constructiva cuya prin-
cipal característica es que se realiza por módulos,
utilizando para ello unos cajones de madera que se
rellenan con una mezcla de tierra y cal, mortero que
se va vertiendo por capas que se denominan tonga-
das (cada uno de los vertidos, de unos 10 cm de
espesor). Cada vez que se vierte la mezcla se apisona
con una herramienta que se llama pisón.

Los mechinales son la huella que dejan las agujas de


los cajones una vez que se han perdido (ya que son
de madera y desaparecen con el paso del tiempo). En
muchos casos posteriormente se le aplicaba sobre la
superficie un enlucido de cal.

La Muralla de Jayrán tiene torres de mayores dimen-


siones que las de la medina califal. A la altura del
adarve poseían habitaciones cubiertas.

148
Las habitaciones abrían hacia el exterior saeteras
adinteladas. Tanto las torres como el lienzo de mura-
lla están rematadas con merlones en cuya parte
superior tienen albardillas piramidales.

Además de su buen estado de conservación, esta


muralla destaca por su uniformidad constructiva, al
estar hecha en una sola fase.

La Muralla de Jayran, partiendo de la Alcazaba, atraviesa el barranco


de la Hoya y sube el cerro de San Cristóbal protegiendo el arrabal de
la Muralla.

149
Todo este espacio estaría en época islámica dentro de lo que
era el arrabal de la Musalla, uno de los barrios surgidos en
el s. XI fruto del crecimiento de la ciudad de Almería.

La visita continúa en paralelo al lienzo de muralla norte que


es el único lienzo original conservado íntegramente hasta la
actualidad. Presenta numerosas fases fruto de su devenir
histórico. No hay que olvidar que una muralla es un
elemento que perdura en el tiempo y es objeto de numero-
sos ataques, lo que provoca la continua necesidad de repa-
rarse. Esas reparaciones, que dan testimonio de las distintas
fases por las que ha pasado, pueden aun leerse en su muro.
También son fácilmente reconocibles las huellas de su ejecu-
ción. Se trata de una muralla de tapial realizada sobre una
base de mampostería con mayor o menor desarrollo.

Los tres recorridos desembocan delante del Muro de la Vela,


que es un lienzo de muralla que separa el primer del segun-
do recinto. El acceso al segundo recinto se puede realizar in-
distintamente desde cualquiera de las dos torres que se
sitúan a ambos lados del Muro de la Vela. El acceso a través
de la Torre Sur se realiza en recodo, y es por su anchura la
opción más adecuada para el acceso de grupos.

Muro de la Vela

150
Si optamos por la Torre Norte, hay que detenerse a mirar
hacia abajo ya que se puede ver, por un lado la Muralla de
Jayran, de la que se ha hablado anteriormente, y por otro
lado el Parque de rescate de la fauna sahariana, dependiente
del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas),
en el que se cría en cautividad especies que en sus lugares
de origen están amenazadas y posteriormente se trasladan
al lugar del que proceden.

Si se elige la opción de la Torre Sur merece la pena pararse


en las vistas, ya que desde aquí se divisa todo lo que es la
bahía de Almería, la desembocadura del río Andarax y la
Sierra de Gata al fondo. Desde aquí es fácil imaginarse la
importancia estratégica de la situación de la Alcazaba, con
su enorme visibilidad, que le permitía estar alerta ante
cualquier incursión enemiga.

Vistas de la desembocadura del Andarax y el cabo de Gata al fondo.

Nos encontramos en este momento en el Baluarte de la


Campana, cuya construcción, ya en época cristiana, es fruto
de la adaptación de las murallas islámicas, a los nuevos
parámetros de fortificación, derivados del surgimiento de la
artillería.

151
La Torre Sur, que es la que atravesamos en recodo para en-
trar en el segundo recinto, es en realidad una torre construi-
da en la década de los 70 del siglo XX en el emplazamiento
de donde se supone existiría una torre similar. Una vez
situados en el segundo recinto, existen una serie de espacios
que se han adaptado para su uso museográfico e interpreta-
tivo de la ciudad y de la propia Alcazaba, así como de
diferentes aspectos relacionados con la sociedad medieval
islámica.

El acceso al interior de la Torre Sur se realiza a través de


unas escaleras localizadas junto al muro meridional del
aljibe. Éstas dan acceso a la cubierta del aljibe donde está la
puerta para entrar en la torre. A continuación se atraviesa
un estrecho pasillo jalonado por troneras desde las que se
divisa el primero de los recintos. La Torre Sur ofrece unas
inmejorables vistas sobre la ciudad y su puerto, por lo que
se ha aprovechado, a través de unos recursos museográfi-
cos, para tratar en ella la importancia de la ciudad de Alme-
ría en época medieval islámica, como uno de los más
importantes puertos comerciales de occidente.

Saliendo de este espacio se puede recorrer el adarve del


Muro de la Vela, en cuyo centro se ubica una campana cuya
fecha de fundición es 1763. Desde aquí se puede obtener
una visión de conjunto de todo el primer recinto hacia el
este y del segundo hacia el oeste. También este adarve da
acceso a la parte superior de las torres en donde unos atriles
señalan la ubicación de algunos elementos destacados como
el trazado de la muralla de la ciudad, con los restos conser-
vados en la actualidad, la antigua mezquita aljama, hoy
Iglesia de San Juan, y el puerto.

Descendiendo por unas escaleras con una cubierta acristala-


da se llega al pasillo interior de la Torre Norte desde la que
se tienen unas magníficas vistas sobre la hoya y la Muralla
de Jayran, que es uno de los lienzos de muralla del s. XI

152
mejor conservados de al-Ándalus. El interior de la Torre
Norte se ha utilizado para tratar el tema de la Alcazaba de
Almería como fortaleza y sede del poder, y de sus transfor-
maciones a lo largo del tiempo. El mensaje que se pretende
transmitir es la idea de que la Alcazaba, tal y como la vemos
en la actualidad, es fruto del devenir histórico y de los
múltiples cambios de uso. Para ello se ha utilizado una
recreación virtual, ya que este recurso permite mostrar
cómo sería la Alcazaba en distintos momentos, los cambios
de usos, las transformaciones, etc., al tiempo que permite
acercarse a aspectos concretos.

Al bajar nos encontramos con un espacio en el que se ha


colocado un panel en el que se adelantan los contenidos que
se tratan en las dos torres, permitiendo a los visitantes que
no pueden acceder a estos espacios conocer la información
que allí se transmite.

Llegados a este punto el visi-


tante vuelve a encontrarse en
un entorno que recuerda a la
Alhambra, monumento que
fue tomado como referencia
por Francisco Prieto Moreno
para el diseño de este espacio,
y que no se corresponde para
nada con lo que habría en este
lugar en época islámica. En los
años 50 del s. XX se crea el
típico patio con alberca central
y nenúfares, enmarcado en dos
ejes simétricos, en uno de cu-
yos extremos se encuentra la
conocida como “Casa del Al-
caide”, cuyo interior se conclu-
Para el diseño de estos espacios se toma como
imagen la Alhambra.
yó en los años 70.

153
En el otro extremo del espacio del la Alberca se localiza la
conocida como Ermita de San Juan que según algunas inter-
pretaciones se localiza en el lugar de la antigua mezquita.
Desde el punto de vista arqueológico, sin embargo, esta afir-
mación no se ha podido confirmar. En la actualidad este
espacio se utiliza como sala de usos múltiples en la que se
celebran las Jornadas Técnicas, se imparten cursos y confe-
rencias y en ocasiones se desarrollan talleres didácticos.

ERMITA DE SAN JUAN

La conocida como Ermita de San Juan es una cons-


trucción llevada a cabo por los Reyes Católicos tras la
conquista cristiana de Almería.

Tradicionalmente se ha considerado que la erección


de esta iglesia se llevaría a cabo sobre la antigua
mezquita islámica. No obstante, las investigaciones
arqueológicas llevadas a cabo en su interior, no han
permitido corroborar esta afirmación.

Los Reyes Católicos la erigieron y dotaron bajo la


advocación de San Juan Evangelista y en un primer
momento dio respuesta a las necesidades de culto de
la guarnición que hubiera en la Alcazaba. Al princi-
pio había un capellán y posteriormente dos religiosos
del convento de San Francisco.

A mediados del s. XVI se encontraba adornada con


un pobre mobiliario litúrgico consistente en una ima-
gen de bulto de Nuestra Señora y una tabla pintada
con la representación del Crucificado, ambas piezas
procedentes de la antigua mezquita-catedral de la
Almedina.

154
Las huellas conservadas en sus paramentos nos
hablan de que tenía un forjado a 3, 70 m del suelo,
que dividía el edificio en dos plantas. La escalera de
acceso a la segunda planta se situaba en el ángulo
noroeste.

Una vez que dejó de tener uso religioso se destinó


para dependencia militar, tal y como aparece en un
plano de 1856 de Vicente Beleña, en el que aparece
como cuartel.

La Ermita de San Juan es un edificio de una sola nave construida


por los Reyes Católicos tras la conquista de Almería.

La ermita se encuentra adosada a un aljibe que se conoce


con el nombre de Aljibe Califal. Se trata de una construcción
hidráulica semienterrada, poco elevada hacia el exterior,
cuyo interior está formado por cinco naves de las cuales la
central es la más ancha. En la actualidad se ha dotado de
una musealización básica de carácter evocativo en la que a
través de efectos lumínicos se reproduce el reflejo del agua
en las paredes y bóveda del aljibe, y a partir de recursos

155
sonoros se simula el proceso de llenado con agua de lluvia.
Así mismo, en un vinilo colocado al fondo de una de las
naves se explica el funcionamiento de los aljibes y su
sistema de captación de agua.

ALJIBE CALIFAL

Los aljibes son depósitos de agua potable cuyo siste-


ma de abastecimiento puede ser, bien de un pozo,
del agua canalizada de una fuente o río, aguas plu-
viales, o por la derivación de aguas de escorrentía.
Antes de su derivación al interior del aljibe el agua
pasa por unas alberquillas o piletas de decantación
con objeto de que entrara al depósito filtrada y libre
de impurezas.

Los aljibes son construcciones, cerradas y privadas


de la luz natural para prevenir el surgimiento de
microorganismos.

Este aljibe se conoce como Aljibe Califal ya que se


trata de una de las construcciones más antiguas de la
fortaleza. Hemos de pensar que para la construcción
de la Alcazaba, realizada en tapial, era fundamental
disponer de abundante agua. Por eso, previa a la
construcción de la fortaleza se tenía que asegurar un
lugar para aprovisionarla.

Es de grandes dimensiones y tiene planta cuadran-


gular. Presenta la peculiaridad de que sus naves se
disponen de forma oblicua con respecto a sus muros
perimetrales.

Al interior su superficie está tratada con cal y cáña-


mo para conseguir una mayor impermeabilidad.

156
Interior de la nave central del aljibe

Frente a la zona de la Alberca se localizan las conocidas


como viviendas andalusíes, en un espacio interpretado
como de uso residencial y de servicios del Palacio. En los
años 70 del siglo XX y dentro del ya citado proceso de
transformación al que fue sometida la alcazaba, se recons-
truyen dos viviendas basándose en restos de estructuras
originales. El alzado de las casas se realiza levantando mu-
ros de mampostería irregular sobre disposiciones islámicas
de tapial. A pesar de reaprovechar las estructuras antiguas
no se tuvieron en cuenta las formas reales ni la cronología
de los paramentos, lo que dio como resultado dos espacios
en realidad inventados.

Ambas edificaciones recrean una casa tradicional islámica,


con patio en su interior y dependencias que se distribuyen
en torno a él. Durante las últimas obras, se ha podido docu-
mentar, en la casa de la izquierda, tres momentos históricos
diferentes en los que la distribución de este espacio ha ido

157
variando. Al tiempo, se han recuperado su pavimento y
zócalos originales, los cuales están decorados con estucos
rojos.

Imagen del interior de una de las casas como espacio interpretativo de la


vivienda en época medieval islámica.

Actualmente se han adaptado como espacios museográficos


para tratar en ellas aspectos relacionados con la vivienda en
época medieval islámica, y con la vida en la Alcazaba a tra-
vés de sus restos materiales. En una de ellas se ha querido
crear una ambientación básica, por eso se ha optado por la
exposición de reproducciones para evitar el distanciamiento
que se produce entre el visitante y la pieza contenida en una
vitrina. En la otra casa, por el contrario, se ha elegido la
exposición de piezas originales procedentes de la Alcazaba
como muestra de la riqueza material existente.

A la derecha de las casas islámicas reconstruidas nos encon-


tramos con un espacio arqueológico que se corresponde con
una zona de habitaciones articuladas en unidades cuyas
dimensiones giran en torno a los 28 m². Cuentan con un
patio como elemento de distribución de las diversas estan-
cias. Se pueden ver habitaciones con lechos o camas de obra

158
sobre las que se colocaría un colchón. El hecho de que no
destaque el tamaño de unas habitaciones sobre otras indica
que posiblemente nos hallemos ante espacios “plurifuncio-
nales”, es decir, que un mismo espacio tenía un uso durante
el día y otro (de dormitorio), durante la noche. Las últimas
investigaciones arqueológicas las han fechado en época
nazarí.

Imagen de una de las camas sobre la que se colocaría un colchón.

A continuación y mirando hacia el oeste se localizan unos


baños, tradicionalmente conocidos como Baños de la Tropa,
denominación que no se corresponde con la realidad y que
tiene que ver con la interpretación que se hacía de este espa-
cio como de espacio “público” fuera del palacio, frente a los
baños que se consideraban ubicados dentro del palacio. Las
últimas investigaciones han puesto de manifiesto que esto
no sería así, ya que todo este espacio se encontraría dentro
del ámbito palacial.

A partir de este punto el recorrido transcurre a través de los


restos arqueológicos de los sucesivos palacios islámicos y
dependencias que se situaban en torno a ellos. Recordemos
que la Alcazaba ha sido desde sus orígenes la sede del
poder, y quienes lo ostentaban a lo largo del tiempo fueron

159
BAÑOS DE LA TROPA

Los baños (hammamat) son un elemento fundamental


en la vida de los musulmanes ya que cumplen una
triple función: higiénica, ritual y social, por eso están
presentes tanto en las grandes ciudades como en
núcleos de población de menor entidad.

Los denominados Baños de la Tropa constituyen uno


de los dos baños conservados en la Alcazaba de Al-
mería. Fueron objeto de una agresiva restauración en
la década de los 70 que supuso la restitución de las
bóvedas con hormigón, o la cubrición de las paredes
originales con enfoscados de yeso o cemento. Estas
intervenciones supusieron una pérdida de informa-
ción irreparable. No obstante, durante los años 2007-
2009, nuevas intervenciones arqueológicas han per-
mitido documentar la morfología y reformas de este
hamman, en uso entre los siglos XI- XII y XVI.

Estos baños se construyeron en el s. XI, cuando la


ciudad era capital de uno de los reinos de taifa, y uno
de los principales centros comerciales del Mediterrá-
neo. Al igual que el resto de la Alcazaba, a lo largo de
su historia el edificio sufrirá diversas modificaciones
y adaptaciones al pasar por contextos socio-económi-
cos diferentes.

Interior de una de las naves del baño.

160
construyendo sus palacios en lo que hoy es el segundo y el
tercer recinto del Conjunto Monumental.

El resultado es que, arqueológicamente, nos encontramos


con distintas estructuras superpuestas que son el testimonio
de las distintas fases o momentos históricos que ha vivido la
Alcazaba.

El recorrido transcurre entre los restos arqueológicos de los palacios


islámicos.

Todo este espacio fue excavado en la primera mitad del s.


XX sin una metodología arqueológica que permitiera obte-
ner los datos necesarios para poder interpretar los restos
aparecidos. Esas primeras excavaciones se orientaron a la
búsqueda de los palacios de los que hablaban las fuentes
escritas y a la obtención de objetos para la creación de un
museo. Ante la dificultad de comprender los espacios, los
restos se abandonaron quedando a modo de “ruinas” que
conformaban un decorado romántico de la Alcazaba como
sede de espectáculos.

La investigación arqueológica llevada a cabo en los últimos


años en el Conjunto Monumental ha proporcionado datos

161
relevantes sobre la cronología y la evolución histórica de la
Alcazaba.

De este modo se ha documentado la primera muralla y res-


tos de las dependencias de los primeros gobernadores de la
ciudad, de siglos IX-X, época en la que Almería era la sede
de la flota del califato. Estas estructuras, que hoy se pueden
ver, según miramos hacia el norte, a la derecha y a un nivel
mucho más bajo que el resto, están construidas directamen-
te sobre la roca.

De este mismo momento también es el muro localizado al


este y que se ha atravesado para acceder a este espacio, por
una apertura moderna. Durante el siglo X, momento en el
que este muro serviría de separación del espacio residencial
del palacio, del resto del recinto, el acceso se realizaría a
través de dos torres situadas cada una de ellas en un extre-
mo del muro. Es decir, una al norte y otra al sur. Para entrar
al palacio se pasaría por las torres (al igual que se hace en la
actualidad para pasar del primer al segundo recinto a través
del Muro de la vela). Se conserva parte de los arcos, cons-
truidos a base de finos sillares de arenisca que constituirían
dicha entrada.

Posteriormente, en el siglo XI la Alcazaba será la sede de


uno de los reinos de taifa. Durante ese siglo los sucesivos
monarcas construirán en la Alcazaba lujosos palacios con
los que tratarán de emular a los antiguos califas de al-Ánda-
lus. Uno de esos palacios, el del rey al-Mutasin es minucio-
samente descrito por el geógrafo árabe al-Udrí. Dicha des-
cripción ha dado lugar a numerosas interpretaciones e iden-
tificaciones, que en el mejor de los casos resultan incomple-
tas, seguramente porque el palacio sería mucho más grande
que lo que hoy se conserva, extendiéndose bajo lo que hoy
es el castillo cristiano del s. XVI.

162
Lo que si ha podido concluirse arqueológicamente, es que
para construir el palacio taifa se amplió la superficie hacia el
norte, ganándole al cerro unos cuatro metros, y construyén-
dose una nueva línea de muralla más exterior.

El muro del que hemos hablado va a servir en este momento


de delimitación de un jardín en torno al cual se articularán
parte de las dependencias palaciales. En el jardín había una
alberca, que se localiza debajo de la que vemos en la actuali-
dad y se paseaba por andenes. Al jardín abrían los salones
del palacio mediante unos arcos sobre columnas de mármol
de Macael. El suelo también era de mármol. Gracias a análi-
sis realizados en pólenes recuperados, se ha podido saber
que en jardín habría especies como granados, rosas, y hier-
vas aromáticas como tomillo, romero y orégano. También se
sabe que en la alberca habría nenúfares.

El Baño pequeño, que se conserva en la parte sur de este


espacio, se ha fechado en este mismo momento, aunque se-
guramente seguirá usándose hasta el final de la época islá-
mica a pesar de las diversas reformas que se llevarán a cabo
en los palacios.

BAÑO PEQUEÑO

Están compuestos por varias estancias con diferente


temperatura:

Sala fría: bayt al-bārid


Sala templada: bayt al-wasÐānī
Sala caliente: bayt al-sajūn

El aire que se calienta en grandes calderas, es distri-


buido de forma subterránea, bajo el pavimento de las
diferentes salas.

163
De este baño se conserva toda la parte inferior del
mismo, la que correspondería al área de servicio
(horno, caldera, leñera). Se ha identificado el sistema
de abastecimiento del agua y la combustión del baño
gracias a la documentación arqueológica de dos
hornos de ladrillo y un pequeño aljibe.

El baño tendría tres naves de las que se ha conser-


vado el arranque de sus muros, y fragmentos de su
suelo que sería de mármol y se situaría a una altura
similar a la que se encuentra el visitante, sobre el
pavimento conservado de ladrillo.

Planta y reconstrucción del baño en el que se puede ver sus tres


naves y el sistema que se encontraría bajo el suelo, para la
distribución del aire caliente por las salas

164
Recordemos que los almohades recuperan Almería de ma-
nos cristianas tras 10 años en los que, tanto la ciudad como
seguramente la Alcazaba, fueron sometidas al saqueo y
posterior abandono.

En época almohade se llevan a cabo importantes reformas


dando lugar a la construcción de un nuevo palacio sobre las
estructuras de los existentes.

Reconstrucción virtual de los jardines del palacio almohade.

En este momento se amplía hacia el norte añadiéndose un


nuevo pabellón con dos plantas, del que se conserva la cara
norte, hoy conocida como “Torre de la Odalisca”. Dicho
pabellón abrirá con arcos hacia el jardín, en el que se cons-
truye una nueva alberca sobre la que existía anterior-mente
y se amplían los andenes. Del centro de la alberca partirá un
nuevo andén central que comunicará con una estructura en
la que confluyen el resto de los andenes del patio de
crucero.

165
CRITERIOS DE CONSERVACIÓN- EXPOSICIÓN

Panel en el que se ilustra cómo serían las dos fases que se han
musealizado.

El hecho de que la Alcazaba haya estado constante-


mente ocupada desde el s. X hasta nuestros días, ha
supuesto continuas construcciones, destrucciones,
modificaciones y adaptaciones de los edificios y es-
pacios en cada una de las fases. Esto ha dado lugar a
lo que en arqueología se denomina un yacimiento
multifásico. Este tipo de yacimientos, aparte de la
complejidad que conlleva su interpretación, presenta
como añadido la dificultad de su exposición. La di-
versidad de estructuras, unas superpuestas a otras,
resultan extremadamente difíciles de visualizar para

166
cualquier persona que no se encuentre dentro de lo
que es el proceso de investigación. Esta es la razón
por la que a la hora de musealizar, de mostrar los
restos arqueológicos al público, hay que elegir qué
momento se va a enseñar. Partiendo de un profundo
conocimiento de cada una de las fases en este espa-
cio se ha optado por dejar visibles a un lado (a la
derecha conforme se mira), los restos de las depen-
dencias más antiguas de la Alcazaba, aquellas que se
corresponderían con las dependencias de los anti-
guos gobernadores de los s. IX- X, y a la izquierda las
estructuras del jardín nazarí, compuesto por una
alberca, los andenes perimetrales por los que se
pasearía a la altura de la copa de los árboles y las
estancias de la Torre de la Odalisca al fondo.

Así se llega al Castillo cristiano construido por los Reyes


Católicos tras la toma de la ciudad, sobre restos de los
palacios islámicos. Las obras se iniciaron un año después de
la conquista, en 1490, y se prolongaron durante un periodo
de doce años.

El nuevo castillo es de planta triangular, adaptada a la oro-


grafía del lugar en el que se asienta. Su creación se debe
fundamentalmente a tres razones:

• Solucionar los problemas defensivos dado el pésimo


estado en el que se encontraba la fortaleza. Recorde-
mos que había tenido lugar un fuerte terremoto en
1487, dos años antes de la toma definitiva de Almería.

• Responder a las nuevas exigencias militares surgi-


das con el desarrollo de la artillería.

• Crear una imagen emblemática y representativa del


nuevo poder instaurado.

167
Vista del Castillo Cristiano desde el barrio de la Chanca. En primer término
aparece la Torre de la Pólvora y destacando sobre el conjunto, la Torre del
Homenaje.

Para ello se empleará un nuevo lenguaje constructivo que se


muestra hacia el exterior como una obra de grandes sillares
que contrastan con el tapial de la Alcazaba islámica, aunque
en su interior la fábrica sea de mampostería. La imagen se
completa con torres semicirculares y troneras con forma de
bola y cruz, y en el centro la imponente Torre del Homenaje
que sobresale del conjunto.

El diseño semicircular de las torres con un alambor o escar-


pa, responde a las necesidades defensivas de los nuevos
tiempos en los que las torres rectangulares resultan especial-
mente vulnerables. Tanto torres como lienzos de muralla
están dotados de una doble línea de tiro, una a ras del suelo
a base de troneras y otra en la parte superior con las alme-
nas para alojar la artillería media.

168
El castillo se compone de:

• Lienzos de muralla jalonados por cubos circulares


que definen su perímetro.

• La Torre del Homenaje concebida como residencia


del alcaide de la fortaleza, aunque en realidad ape-
nas cumplió ese fin. La planta baja se utiliza en la ac-
tualidad como un espacio de exposiciones tempora-
les.

• La Torre de la Pólvora, situada en el ángulo occiden-


tal, que con sus enormes proporciones cubre el extre-
mo más vulnerable del conjunto.

• La Torre de la Noria, en la que, como su nombre


indica, habría una noria para abastecer de agua al
castillo.

• Un Patio de Armas, bajo cuyo suelo se localiza un


silo y un aljibe de dos naves.

Al exterior se completa con un foso, abierto en su flanco


nororiental, que nunca se diseñó para contener agua.

Imagen del Castillo cristiano desde la Alcazaba.

169
TORRE DEL HOMENAJE

En este último sentido la Torre del Homenaje de la


Alcazaba de Almería tiene un aljibe en la parte baja
de la misma para asegurarse el aprovisionamiento de
agua en caso de asedio. También, con su sistema de
doble zaguán, asegura la salida protegida del alcaide
o señor, dependiendo del lugar por el que hubiera
entrado el enemigo.

Esta torre, que constituye la imagen más represen-


tativa del castillo, es de planta rectangular y sus
muros son bastante potentes llegando a alcanzaren
su lado mayor los 3,34 m de anchura. Interiormente
está dividida en dos plantas, un primer cuerpo con
una estancia, la denominada sala de armas, con
cubierta abovedada. Y la estancia del alcaide en la
planta superior con dos ventanas, una hacia la
antigua Alcazaba islámica y otra hacia el norte, es
decir, hacia el exterior del castillo.

Precediendo a la Torre del Homenaje existían dos


zaguanes de los que en la actualidad se conserva sólo
uno. La función de los zaguanes era defensiva, ya
que obligaba a realizar la entrada a la Plaza de
Armas realizando un recodo.

Imagen de la Torre del Homenaje.

170
alcazaba de almería

i n f o r m a c i ó n
complementaria

1
147
G L O S A R I O D E T É R M I N O S

ALARIFE.
Arquitecto o maestro de obras.

ALBACAR.
Sector independiente y amurallado de un recinto defensivo,
generalmente desprovisto de construcciones, usado para
acoger a la población cercana o a sus rebaños en caso de pe-
ligro o para acantonar tropas.

ALCAICERIA.
Sitio o barrio con tiendas en que se vende seda cruda o en
rama u otras mercancías de lujo.

ALJIBE.
Depósito subterráneo o semisubterráneo de agua.

ALMOHADES.
Imperio beréberer norteafricano que dominó la Península
Ibérica en las últimas décadas del siglo XII y la primera
mitad del siglo XIII.

Del árabe al-muwahhid (el único, el unificador). Movimiento


religioso reformador, fundado por Ibn Tumart, personaje
reconocido como mahdi por sus seguidores en 1125, llegó a
constituir un amplio imperio en el Magreb y la Península
Ibérica. Dominó al-Ándalus entre 1145 y 1248, fecha de la
conquista de Sevilla por Fernando III. Su declive comenzó
con la derrota que sufrieron en 1212 en la batalla de las
Navas de Tolosa a manos del ejército de los reinos cristianos
de la Península.

ALMORÁVIDES
Dinastía bereber que dominó el Magreb, su poderio militar
logró constituir un extenso reino al incorporar las tierras de
la Península Ibérica, que permanecieron ocupadas por ellos
desde el 1075 al 1147. Desde el punto de vista religioso

173
pretendieron una reforma basada en una interpretación más
ortodoxa de la fe musulmana.

ATAIFOR.
Recipiente cerámico de servicio o consumo, utilizados como
platos hondos o fuentes según su diámetro.

ATALAYA.
Torre aislada con función de vigía.

ATANORES.
Conducciones de arcilla para transportar agua.

ATARAZANAS.
Lugar en el que se construyen y reparan embarcaciones.

ATARJEA.
Conducción cerrada para conducir agua.

AÚLICO.
Cortesano o palaciego.

CADÍ.
Juez en los territorios musulmanes, que en ocasiones podía
ser también el gobernador de la ciudad.

CALICOSTRADA.
(Ver tapia calicostrada)

CALIFA.
Dignidad de los soberanos musulmanes que los acredita
como legítimos sucesores de Mahoma en el gobierno de la
comunidad islámica.

CALIFAL.
Periodo histórico que abarca entre los años 929 y 1035. El
califato da comienzo con Abd-al-Rahman III el cual se pro-
clamó califa separándose del resto del mundo musulmán.

174
COLACIÓN.
Territorio o parte de vecindario que pertenece a una parro-
quia en particular.

CORA.
La Cora (o Kura) era una de las demarcaciones territoriales
en que estaba dividido al-Ándalus, durante el emirato y el
califato de Córdaba, tenía como capital una ciudad impor-
tante y era regida por un gobernador.

CORA DE PECHINA.
Situada en el extremo más oriental de al-Ándalus, compren-
diendo los actuales campos de Dalías –El Ejido, el valle bajo
del río Andarax y los campos de Tabernas y Nijar. La capital
fue inicialmente Pechina, aunque su situación periférica e
interior hicieron que la capitalidad se trasladase a Al-Mariya
(Almería), que ya contaba con un importante puerto. A
pesar de ello, mantuvo su denominación.

EMIRAL.
Periodo que abarca desde el año 756 hasta el 929. Tras la
invasión musulmana, la mayor parte de la Península Ibérica
se convierte en una nueva provincia del califato islámico, al-
Ándalus, gobernado en un primer momento por un
representante del califato omeya de Damasco. Con la
llegada de Abd al-Rahman I, último descendiente de esta
dinastía, se convierte en un emirato autónomo.

FATIMI.
El califato fatimí, de obediencia sihita, gobernó el norte de
África del año 909 al 1171, fue rival del califato omeya de
Córdoba y del abasí de Bagdad.

HAMMAM.
Baño.

MADINA.
Ciudad.

175
MERINÍES.
Benimerines, mariníes, meriníes o merínidas (1258-1465) es
el nombre castellanizado que reciben los Banu Marin, miem-
bros de la dinastía bereber norteafricana más importante
que surgió tras la caída y destrucción del imperio almohade
y gobernó buena parte del Magreb a partir de 1268. Toma-
ron Fez en 1248, que convirtieron en su capital. Una vez
instalados allí declararon la guerra a los debilitados almoha-
des con la ayuda de mercenarios cristianos extendiendo su
poder por el este hasta Argelia y el norte de Túnez.

MERLON.
Tramo macizo del antepecho, entre dos almenas, para la
protección del defensor en un adarve o torre.

MIHRAB.
Nicho en el muro de qibla de una mezquita, ante el cuál se
situa el imán para dirigir la oración.

NAZARÍES.
Fue la última dinastía musulmana que gobernó el Reino de
Granada desde 1238 hasta el 2 de enero de 1492. Su caída
supuso el final de al-Ándalus. Esta dinastía tuvo un total de
20 sultanes granadinos. Durante el reinado de esta dinastía
se edificó el palacio de la Alhambra considerado el máximo
exponente del arte nazarí y una de las joyas del arte musul-
mán de todos los tiempos.

OMEYAS ESPAÑOLES.
Primera dinastía de califas islámicos, que reinaron de 660 a
750. Los omeyas eran árabes que pertenecían, como Maho-
ma, a la tribu de los quraysíes en la Meca, pero por contra-
posición al profeta provenían de una de sus familias más
poderosas. En el año 750 la dinastía omeya fue casi total-
mente aniquilada por los abbasíes; sin embargo, algunos de
sus descendientes pudieron huir y se asentaron en la penín-
sula ibérica. Los omeyas de al-Ándalus permanecieron en el
poder desde el 756 hasta el 1031.

176
OPUS SIGNINUM.
Aparejo formado por un mortero. Término latino que
designa un tipo de mortero compuesto de cal, arena y restos
de cerámica picada o en polvo que se apisona para
compactarlo. Tiene una dura consistencia y demás es imper-
meable. Este aparejo era muy utilizado para las construccio-
nes de carácter hidráulico en época romana.

QUIBLA (Qibla).
Muro de la mezquita que marca la orientación hacía la
Meca.

RIBAT.
Acción de practicar retiro espiritual y, por extensión el
lugar de este retiro. Los moradores del ribat se dedican al
yihad en su doble vertiente personal y colectiva, de proyec-
ción y defensa de la fe islámica. Por tanto, el ribat se instala
mayormente, pero no exclusivamente, en territorios fronte-
rizos y zonas marginales, en particular los litorales. Aunque
la componente militar de los ribat-s está muy marcada en
algunas regiones del Mediterráneo occidental (por ejemplo
en Ifriqiya, actual Túnez, donde son verdaderas fortalezas),
este carácter no está generalizado. La fundación de un ribat
es a menudo el resultado de una iniciativa individual o de la
de un grupo concreto y sólo de forma excepcional se debe a
la intervención del Estado. En la baja Edad Media, la noción
e institución de rabita sucede a la de ribat, confundiéndose
también progresivamente con la de zawiya.

SOGA.
Sillar dispuesto en un paramento con la cara mayor visible.

TAPIA.
Derivada de la palabra arábe tabiya (cursiva). Elemento
constructivo que se realiza mediante el uso de un encofrado
de madera denominado tapial, recuperable y de fácil mani-
pulación, dentro del cual se vierte y apisona el material en
capas hasta colmatar la totalidad del cajón, momento en el

177
que se desmonta éste para proceder a la repetición de la
misma operación en el tramo siguiente del muro. El material
a emplear en la construcción de la tapia puede ser de natu-
raleza diversa, lo habitual en obras modestas es la elección
como materia prima de simples tierras, preferentemente ar-
cillosas, mientras que en aquellas fundaciones defensivas, o
con especiales requerimientos resistentes, triunfarán los hor-
migones de cal.

TAPIA CALICOSTRADA.
Variedad de tapia en cuya masa se alternan finas capas ricas
en tierra con otras ricas en cal. Estas últimas se comprimen
contra el tapial al apisonar, creando así una superficie exte-
rior dura y resistente del muro desencofrado que no necesi-
ta revestimiento protector.

TENERÍA O CURTIDURÍA.
Taller dónde se curten y trabajan las pieles.

TIZÓN
Sillar que penetra perpendicularmente en el paramento,
dejando visible su cara menor.

TRONERA.
Hueco pequeño, con abocina miento interior y en ocasiones
exterior, abierto en los muros para disparar con armas de
fuego portátiles o ligeras.

ZEGRÍES.
Zegrí es el nombre de un linaje nobiliario del Reino de
Granada. Aunque son muy conocidos por la obra histórico-
literaria de Ginés Pérez de Hita, su presencia en las fuentes
documentales es escasa, y son, de hecho, actores
secundarios en las disensiones internas del siglo XV.

178
B I B L I O G R A F Í A

■ AA.VV.: La Alcazaba, en AA.VV.: Arquitectura de Al-


Andalus. Almería, Granada, Jaén, Málaga, Consejería de Cultu-
ra de la Junta de Andalucía, Fundación El Legado andalusí,
Editorial Comares, Fundación Euroárabe, Granada, 2002,
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■ ACIÉN ALMANSA, M.: “La alcazaba de Almería durante los


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■ ALCALÁ, F., ARIAS, F. y SUÁREZ MÁRQUEZ, A.: “Nuevas pers-


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quez (coord.), La Alcazaba. Fragmentos para una historia de
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una historia de Almería, Consejería de Cultura de la Junta de
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Márquez (coord.), Almería. Puerta del Mediterráneo (ss. X-XII),
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179
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intervenciones (mayo-diciembre, 1987)”, Anuario Arqueológi-
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■ CARA BARRIONUEVO, L.: La Almería islámica y su alcazaba,


Editorial Cajal, Almería, 1990.

■ CARA BARRIONUEVO, L.: La Alcazaba de Almería en época califal.


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