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CIENCIAS SOCIALES
CONTENIDO DEL PROGRAMA : 6° AÑO - El Uruguay en el siglo XX. La segunda modernización y las reformas batllistas.
RECORTE: La Revolución de 1904 en Uruguay.
LA REVOLUCIÓN DE 1904
La Revolución de 1904 fue la última guerra civil que se vivió en el Uruguay, así como la más
sangrienta y decisiva en la suerte del país en el siglo XX
ANTECEDENTES:
El Uruguay del 900 es muy distinto del que se transformaría tras los acontecimientos de Masoller.
La República recibe el nuevo siglo atosigado por problemas de antaño, disputas y
enfrentamientos que se remontaban a los inicios mismos de la vida independiente. La
controversia entre el Partido Colorado y el Partido Blanco se encontraba en un nuevo punto
álgido, el caudillismo era la moneda común en la campaña y los constantes levantamientos eran
parte del folclore nacional que se había arraigado en los orientales de aquellos tiempos.
El ascenso a la presidencia de José Batlle y Ordoñez presagió los cambios que tanto necesitaba
el país, que tan requeridos eran para el Uruguay del porvenir. Pero como ha ocurrido siempre en
la historia, los nuevos tiempos dejan atrás otros y los que van quedando atrás, regularmente se
aferran al conservadurismo, intentando evitar la idea del progreso. Eso es, en definitiva, lo que
estaba en pugna cuando en 1904 Aparicio Saravia emprende la que sería la última guerra civil.
Los que confrontaban eran, ni más ni menos, dos modelos, dos formas de ver el mundo y el
futuro, una caudillista y ruralista, encabezado por Saravia, y otra, urbana, industrializadora e
institucionalista, guiada por Batlle y Ordoñez.
El inicio de la primera magistratura no comienza con buen augurio para Batlle, los problemas de
antaño reviven con fulgor, la paz entre blancos y colorados se arrastraba frágil desde el Pacto de
la Cruz que había puesto fin al conflicto de 1897. El mismo determinaba la coparticipación en el
nivel de los gobiernos departamentales: los departamentos de Maldonado, Flores, Cerro Largo,
Treinta y Tres, Rivera y San José tendrían Jefes Políticos nominados directamente por los
blancos.
A escasos días de la asunción de Batlle, ya existe un primer alzamiento de Saravia luego de que
el Presidente designará como en las respectivas Jefaturas Políticas de dos departamentos a
blancos de Acevedo Díaz, que había votado en la Asamblea General por Batlle, en tanto los
blancos “oficiales” respaldaron al colorado “cuestista” Eduardo Mac Eachen. El alzamiento logra
ser contenido tras arduas negociaciones encabezadas por José Pedro Ramírez y Alfonso Lamas,
las que terminan en una paz aún más frágil que la anterior (el llamado “Pacto de Nico Pérez”)
porque el acuerdo —como los anteriores— parece haber incluido cláusulas verbales que el
Presidente Batlle después afirmó rotundamente no tener conocimiento de ellas, por lo cual era
una paz sustentada en un malentendido. La principal cláusula no escrita era un supuesto
compromiso que había asumido el gobierno de no enviar tropas a ninguno de los departamentos
con Jefaturas blancas.
DESARROLLO:
La batalla comienza en las horas previas al 1º de septiembre, cuando las vanguardias de ambos
ejércitos se apresuran, viendo el inminente choque que ocurrirá al tomar la estratégica Cuchilla de
Haedo. Los hombres del ejército del norte a las órdenes de Vázquez lograron tomar estas buenas
posiciones que le otorgaban una ventaja defensiva ideal, sabiendo que su enemigo se
aproximaba desde la Cuchilla de Belén.
A las 3 de la tarde de aquel día y con los ejércitos desplegados, se inicia la batalla con el
estruendo de la artillería gubernista sobre toda la línea blanca.
Entre tanto, el fragor de la batalla en el ala derecha hacer retroceder a los nacionalistas, que
ceden terreno, la situación se prologa durante 3 horas, causando numerosas bajas para ambos
bandos. Las tropas blancas intentan un último esfuerzo por quebrar el espíritu de lucha del
ejército colorado y en un movimiento atrevido, lanzan un asalto al ala izquierda colorada, con
intención de desbordar y así poner en fuga al ejército de Vázquez.
La situación cambia inesperadamente cuando una bala hiere de gravedad al caudillo nacionalista.
Pese a los intentos de ocultar, la noticia se esparce entre filas blancas y la moral se desploma.
Las tropas blancas eran un ejército saravista; sin Saravia al frente, sus ánimos y posibilidades
languidecían como lo hacía su malherido caudillo, quien falleciera el 10 de septiembre, luego de
nueve días de agonía.
El final del día decantaba una victoria colorada. No fue una victoria más, no fue una reyerta más,
como muchas del siglo XIX. Con la muerte de Aparicio Saravia, la última guerra civil de la historia
nacional había culminado y ganó la modernidad. El triunfo fue absoluto, permitiéndole a Batlle
iniciar las reformas transformadoras que el país necesitaba para estar a la vanguardia de los
acontecimientos e inició el periodo político más rico de nuestra historia.
Masoller fue, pues, el final de una época y el comienzo de un nuevo tiempo: allí comenzó el siglo XX
para la República.
CONSECUENCIAS:
En historia no existen nunca las únicas causas, sino que la multicausalidad es lo que explica
los hechos, hasta los más simples. José Batlle y Ordóñez (presidente) y Aparicio Saravia (líder
de la revolución) nunca se comunicaron en aquellos tiempos. Lo más cerca que estuvieron fue
en una feria ganadera, cuando todavía no eran los jefes de sus partidos. Pero no se hablaron.
De acuerdo a Lincoln Maiztegui, esta es una de las causas de una guerra, según él, sin
sentido. Plantea que “la falta de capacidad de diálogo de los líderes de ambos partidos” fue
motivo central. Pero es claro, a la luz de los hechos, que la revolución era inevitable. Dos
Uruguay chocaban, los dos con sus razones y glorias, con su pasado y cavilaciones; dos
líderes con su ego exacerbado y una batalla que estaba escrita desde los tiempos de Oribe.
Podemos decir que si algo permanece, mientras permanece cambia. Es decir, no hay
permanencia sin cambio. Esto quiere decir que el cambio sostiene la permanencia y la
permanencia sostiene el cambio, que el cambio y la permanencia son no solo opuestos
sino también complementarios.
Viéndolo desde el acontecimiento estudiado, podemos decir que el cambio que se generó
fue que las urnas tomaron el lugar de los sables y las lanzas, lo cual ha permanecido hasta
nuestros días.
Desde un punto de vista pedagógico, las ciencias sociales tienen una gran ventaja, ya que es
inherentemente tangible. Todo lo contrario de las materias abstractas o teóricas, se puede hablar
en términos prácticos: agua, aire, roca. Océanos, prados, volcanes. Estas son las bases de la
compartida experiencia humana, y los profesores pueden aprovechar esta edad para emocionar a
los niños.
“Muchos de los temas que son parte del currículo de las ciencias sociales son relevantes para el
vivir del día a día de una persona'', dice Jacqueline Huntoon, rectora en Michigan Technological
University.
Ciencias Sociales, deben considerarse importantes en la educación de los niños y jóvenes, ya que
las mismas promueven la cultura general que contribuyen comprender los fundamentos de
nuestra nacionalidad, la democracia y el desarrollo del pensamiento racional y crítico – reflexivo
que aportan al desarrollo de capacidades cognitivas y afectivas exigidas en las sociedades
complejas, plurales y cambiante de la historia.
Bibliografía
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● Machado, Carlos, Historia de los Orientales, t. II, EBO, Montevideo, 1986.
● Nahum, B., Manual de Historia del Uruguay. 1903-1990, t. II, EBO, Montevideo, 1995.
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● Vanger, Milton I., José Batlle y Ordóñez, Talleres Gráficos CODEL, Buenos Aires, 1968.
● Zum Felde, A., Proceso histórico del Uruguay, Arca, Montevideo, 1991.
● Barrán, J.P. . Nahum, B., Aspecto Social de las revoluciones de 1897 y 1904, EBO,
Montevideo.