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EL TEATRO NEOCLASICO

El teatro neoclásico es la manifestación teatral europea que apareció en el s.


XVII en Francia y se desarrolló enormemente en el s. XVIII que funcionó como una
síntesis de los ideales de la Ilustración. Por lo que el teatro del s. XVIII sigue los
parámetros y expresa los ideales típicos del siglo de las luces como el
racionalismo, la armonía y el equilibrio que proponía la estética imperante del Siglo
de las Luces.

Así mismo, se afirma que el teatro neoclásico se inspiró en la tradición grecolatina.


De hecho, el término “neoclásico” proviene de la unión de las
palabras nuevo y clásico, que hacen referencia al interés de los artistas del siglo
XVIII por retomar los fundamentos de la Antigüedad clásica y adaptarlos a las
necesidades sociales, políticas y culturales del momento.
Es necesario agregar que la Ilustración fue una corriente epistemológica enfocada
en la razón, por lo que buscaba racionalizar no solo los saberes humanos, sino
todos los aspectos de la vida.
Para algunos historiadores, el pensamiento ilustrado sustituyó a la religión como
forma de organización de la existencia humana, estableciendo como punto de
partida una ética laica regida por conceptos científicos.
En consecuencia, el teatro neoclásico funcionó como una herramienta que le
permitió a los dramaturgos y artistas del Siglo de las Luces expresar e imponer los
nuevos ideales de la época. Por ello, este tipo de teatro se caracterizó por seguir
rigurosamente los esquemas clásicos, así como también por tener un fuerte
componente didáctico y moral.
Origen del neoclasicismo
El arte neoclásico surgió en el siglo XVIII y estuvo fuertemente influenciado por la
Ilustración, un movimiento intelectual y renovador que propuso una revisión crítica
de los valores y las ideas imperantes; de esta noción proviene el término “Siglo de
las Luces”, ya que la ilustración pretendía acabar con el oscurantismo religioso e
irracional de las décadas anteriores.
Por consiguiente, el neoclasicismo se nutrió de dos corrientes de pensamiento
principales: el racionalismo y el empirismo. En el primer caso, se considera a la
razón como pilar del conocimiento humano, distanciándose de las tradiciones y
revelaciones divinas. Según esta corriente, todo debe ser sometido a una revisión
crítica antes de darlo por válido.
En cuanto al empirismo, se trata de una forma de conocimiento que está
fundamentada en la observación y en la experimentación, es decir, deducir una
hipótesis para luego comprobarla.
Estas vertientes fueron aplicadas en las manifestaciones artísticas, que exaltaron
el carácter razonable y verosímil dentro de sus obras; a esto se le añade la
búsqueda por el buen gusto, por lo que buscaban distanciarse de los contrastes y
excesos propios de corrientes plásticas anteriores como el barroco.
En su búsqueda por lo racional, los artistas del siglo XVIII encontraron inspiración
en la cultura grecolatina, la cual estaba sostenida por el principio de armonía y
perfección de las formas. El neoclasicismo también se nutrió del Renacimiento,
tomando de este su interés por la figura humana y por los conocimientos objetivos.
Surgimiento del teatro neoclásico
Los artistas neoclásicos compartieron la creencia de que su época tenía el deber
de reformar los usos y comportamientos sociales con el objetivo de configurar a un
ciudadano más cívico, solidario y feliz; esta reforma debía hacerse no solo desde
los métodos legales, sino también por medio de la persuasión de un discurso
teórico, en este caso, un discurso plástico.
En la sociedad del siglo XVIII, existían dos maneras de comunicarse con las
masas: a través del púlpito o a través del teatro —aunque la prensa periódica ya
comenzaba a gestarse—. En consecuencia, se puede afirmar que los principios
neoclásicos se sirvieron del teatro para alcanzar una recepción mayoritaria, ya que
el teatro era el género artístico y literario más accesible.
Además, el teatro se recibía por el espectador de forma pasiva —esto sufrió
cambios en los siglos posteriores—, sin necesidad de abrir un libro; también se
servía y se sigue sirviendo de la vista y del oído, por lo que la información puede
llegar incluso a la población analfabeta.
Así mismo, para aquel momento el teatro constituía una de las distracciones
básicas del pueblo y era visitado por todas las clases sociales.
CARACTERISTICAS DEL TEATRO NEOCLASICO
El término neoclásico da muchas pistas acerca sus características, haciendo
referencia a la antigüedad clásica. De ese modo, el neoclasicismo se describe
como un movimiento cultural que devuelve la estética y el gusto por lo antiguo,
alejándose de los excesos del barroco. Los dramaturgos protagonizaron
este retorno a los clásicos grecolatinos para adaptarlos a su contemporaneidad en
busca de la racionalidad.
El retorno a la Antigüedad clásica es el resultado de la búsqueda por el ideal de la
razón. Porque en la época clásica el conocimiento, el equilibrio, la armonía eran
los principios imperantes que se seguían. A partir de aquí se derivan muchas más
características del teatro neoclásico, las más relevantes son:
Teatro didáctico y moralizante
Una de las características principales del teatro
neoclásico es que sus producciones tenían que ser
moralizantes y educativas.
Por lo tanto, si se trataba de una epopeya, se le
enseñaba al pueblo sobre las grandes virtudes y los
vicios de los hombres, incitando a amar las primeras y a
aborrecer las segundas; en el caso de la tragedia, esta
tenía que enseñarle al público que los vicios nunca
quedan sin castigo.
En cuanto a la comedia, esta debía ser una
representación de la vida diaria que, mediante el humor,
corrigiera los vicios corrientes.
Jean-François Marmonel, en su texto Los elementos de Literatura (1787)
estableció que, si bien el propósito del teatro es divertir y emocionar al espectador,
este no debe ser su objetivo principal. Por ende, el objeto del teatro neoclásico es
instruir al público, volviéndolo más sabio y formado.
El objetivo del teatro neoclásico era instruir al público, volviéndolo más sabio y
formado.
Respeto por las normas clásicas y la regla de las tres unidades
Desde el punto de vista formal, el teatro neoclásico se preocupó por respetar tres
unidades particulares, siendo estas: la unidad de tiempo, la unidad de lugar y la
unidad de acción.
La regla de la unidad de tiempo establecía que el tiempo interno de una
representación no podía exceder las veinticuatro horas, mientras que la unidad de
lugar estipulaba que solo podía existir un escenario por el cual entraran y salieran
los actores.
Por último, la unidad de acción determinaba que solo podían desarrollarse tres
actos, constituidos por la presentación o inicio, el nudo y el desenlace.
De igual forma, el teatro neoclásico respetaba otras normas clásicas, como por
ejemplo el hecho de que la comedia y la tragedia no debían mezclarse. Esto
quiere decir que los dramaturgos neoclásicos rechazan la Tragicomedia como
género literario.
Temática burguesa
Aunque el teatro neoclásico buscaba educar a los ciudadanos de todas las clases
sociales, su temática siempre abordaba problemas cotidianos de las realidades
burguesas. Es decir, los dramaturgos neoclásicos escogían como héroes o
protagonistas a personas pertenecientes al estatus burgués, por lo que
generalmente se trataba de personajes acomodados y con cierto nivel de
educación.

o Obras didácticas y moralizantes. Ya fueran comedias, tragedias o


epopeyas, las manifestaciones neoclásicas servían para denunciar o
corregir vicios, al tiempo que exaltar e impulsar determinadas virtudes. Y
así anteponer la razón a la ignorancia en un teatro cuya máxima función era
educativa.
o Verosimilitud. Normalmente, la mayoría de piezas representaban
situaciones verosímiles de la realidad burguesa. Tratando problemáticas
sociales reales y teniendo como protagonista a un héroe de clase alta.
o Respeto por las reglas clásicas. Todas las obras seguían des del punto
de vista formal las reglas teatrales clásicas. Es decir, respetaban las 3
unidades básicas del teatro. Las cuales son la del lugar, del tiempo y de la
acción. De modo que la pieza debía realizarse en menos de 24 horas, en
un escenario o lugar único, y constar con un inicio, nudo y desenlace
marcados.
Representantes y obras
Mientras que había muchos dramaturgos exitosos durante el movimiento
neoclásico, tres dramaturgos lograron un significativo éxito y notoriedad.
Pierre Cornielle (1606 – 1684) a menudo es llamado al padre de la tragedia
francesa, escribiendo guiones por más de cuatro décadas.
Jean-Baptiste Poquelin, mejor conocido como Molière (1622 – 1673), reconocido
por sus comedias.
Jean Racine (1639-1699) que fue un dramaturgo amado por su planteamiento
simplista en la acción y el logro de los lingüísticos ritmos y efectos.  
Vicente García de la Huerta Destacó por sus tragedias. Su obra más importante
es La Raquel. La obra relata los amores del rey Alfonso VIII con una judía de
Toledo, Raquel.
Ramón de la Cruz ● Nació en Madrid y destacó por sus sainetes. Sus obras +
importantes son El rastro por la mañana, La maja majada y Las castañeras
picadas.
Leandro Fernández de Moratín (1760-1828)
Leandro Fernández fue un poeta y dramaturgo español, considerado por muchos
autores como el más importante comediógrafo neoclásico del Siglo de las luces.
Fernández fue un hombre de su tiempo, que pudo vivir personalmente los horrores
de la Revolución francesa, puesto que viajó por toda Europa durante este período.
En cuanto a sus obras, este autor se guiaba de dos premisas principales: el teatro
no solo como deleite, sino también como una escuela de buenas costumbres, y el
teatro como acción que imita de manera verosímil la realidad. Por esta razón,
Fernández se mantuvo apegado a las reglas dramáticas, especialmente a la regla
de las tres unidades.
Una de sus obras más importantes fue El viejo y la niña, estrenada en 1790. En
este texto, el dramaturgo demostró su rechazo hacia los matrimonios concretados
entre los hombres mayores y las muchachas muy jóvenes, no solo por la
diferencia de edad, sino también por la falta de interés por parte de las niñas. De
tema similar es su obra El sí de las niñas, de 1806. Se trata de una comedia en
prosa que transcurre en un solo lugar —una posada— y se desenvuelve en
veinticuatro horas. Narra la historia de Doña Francisca, una muchacha de 16 años
que es forzada por su madre a contraer matrimonio con Don Diego, un caballero
rico de 59 años. La obra tuvo un éxito formidable, a pesar de que fue amenazada
por la Inquisición.
José Cadalso (1741-1782)
Fue un valioso literato español que no solo destacó en la dramaturgia, sino
también en la poesía y la prosa. Así mismo, Cadalso es más conocido por su
pseudónimo artístico “Dalmiro”. También destacó como militar, sin embargo,
falleció prematuramente a los 40 años de edad durante un combate. Entre sus
textos más famosos destacan: Los eruditos a la violeta, Cartas
marruecas y Noches lúgubres. No obstante, su dramaturgia estuvo conformada
por dos obras principales: Don Sancho García (1771) y Solaya o los
circasianos (1770).

Obras de teatro del neoclasicismo más importantes


Son muchas las obras neoclásicas -sobre todo tragedias neoclásicas para fines
didácticos y comedias neoclásicas para satirizar costumbres y vicios- importantes
en la historia, la mayoría escritas por dramaturgos franceses. Algunas de las obras
más conocidas son:
El sí de las niñas (1806) El dramaturgo español Leandro Fernández de
Moratín escribió la obra de teatro más característica del neoclasicismo. Esta obra
maestra es una comedia de denuncia y crítica social de la moral de los
ciudadanos españoles de la época. Tratando temas reales de su época como los
matrimonios forzados, las desigualdades sociales y el papel de la mujer. La pieza
presenta la vida de Doña Francisca, una adolescente de 16 años cuya
madre arregla un matrimonio con un hombre mayor de 59 años. Aunque esto
le garantiza una vida acomodada, ella no puede evitar mostrar su amor por un
joven soldado. Lo que crea una trama de amor y desamor verosímil en su época.
El viejo y la niña (1790)
Esta obra ataca la educación que recibían las mujeres de su tiempo y condena
una unión que no debía haberse efectuado, no sólo por la desigualdad en la edad
de los cónyuges, sino sobre todo por el interés y el engaño con que fue
concertada. El tema principal del teatro de Moratín es la libertad de la mujer a la
hora de elegir esposo. En su época, las mujeres estaban todavía obligadas a
casarse con el hombre elegido por sus padres; y los padres se preocupaban más
por asegurar el bienestar económico que la felicidad de sus hijas. Argumento: Un
hombre de edad avanzada se casa con una joven y los celos que tal situación
provoca la obligan a ella a refugiarse en un convento.
El misántropo (1666)
Otra de las mejores obras del teatro neoclásico es El misántropo, obra del
famoso dramaturgo Molière. Siguiendo la línea de las características del teatro
neoclásico, se trata de una obra profundamente moralizante. En la que el
protagonista Alceste muestra los vicios y costumbres de la sociedad que deben
corregirse. Puesto que él personaliza el odio a la humanidad porque la considera
hipócrita, egoísta y corrupta. Motivando al desarrollo de una historia donde no falta
el amor movido por las pasiones.
Fedra (1677)
Fedra se ha convertido en una obra de culto escrita por el famoso dramaturgo
francés Jean Racine. En la que se muestra el gusto por los clásicos griegos.
Puesto que la tragedia retoma el mito de Fedra escrito por Eurípides. De ese
modo, Racine narra el trágico triángulo amoroso entre el rey Teseo, quien es
anunciado muerto en el primer acto; Hipólito, su joven hijo enamorado de Aricia; y
Fedra, quien da nombre a la tragedia, esposa de Teseo que declara su amor por
Hipólito.
Raquel (1778)
Es la primera de las tragedias salidas de la pluma de Vicente García de la Huerta.
Aparece en el momento de consolidación de la tragedia neoclásica española como
género. El tema de Raquel es el tradicional de la leyenda-historia de la hebrea
amante de Alfonso VIII, y muerta por los vasallos del monarca por razones de
Estado. Ya había pasado por escena de mano de Lope, Mira de Amezcua y
Diamante. Huerta trata un asunto de abolengo nacional, cuyo recuerdo no se
había borrado de su público, que todavía aplaudía a La judía de Toledo de
Diamante.

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