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La gran crisis económica


de 2008
Un revés geopolítico para Occidente

Roger C. Altman
c

La crisis económica y financiera de 2008, la peor en más de 75 años, es un im-


portante revés geopolítico para Estados Unidos y para Europa. En el mediano pla-
zo, los gobiernos de Estados Unidos y de Europa no tendrán ni los recursos eco-
nómicos ni la credibilidad para desempeñar el papel que hubieran tenido en los
asuntos globales. Estas debilidades se repararán con el tiempo, pero, mientras
tanto, acelerarán las tendencias que están provocando que el centro de gravedad
del mundo se aleje de Estados Unidos.
Una brutal recesión se está apoderando de Estados Unidos, de Europa y proba-
blemente de Japón; una recesión que con seguridad será más dañina que la crisis
que afectó al mundo entre 1981 y 1982. La actual crisis financiera ha atemorizado
profundamente a consumidores y a empresas, que como respuesta han reducido
drásticamente sus gastos. Además, las herramientas de recuperación comúnmente
usadas por los gobiernos —estímulos fiscales y monetarios— tendrán muy poco
efecto en las circunstancias actuales.
Este daño ha puesto al modelo estadounidense de capitalismo de libre merca-
do bajo sospecha. Se considera que el sistema financiero se ha colapsado y que la es-
tructura regulatoria ha fracasado de manera espectacular para poner freno a la corrup-
ción y a los abusos generalizados. En este momento, el gobierno de Estados Unidos
y los gobiernos europeos, en busca de estabilidad, han nacionalizado sus sectores
financieros en un nivel que contradice los principios del capitalismo moderno. Gran

Roger C. Altman es Presidente y Director Ejecutivo de Evercore


Partners. Fue Subsecretario del Tesoro de Estados Unidos de 1993 a 1994.

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parte del mundo está haciendo un cambio histórico y se dirige hacia un período en
el que el papel del Estado será mucho mayor y el del sector privado, mucho menor.
De ese modo, el poderío global de Estados Unidos, así como el atractivo de la de-
mocracia al estilo estadounidense, se está erosionando. A pesar de que Estados
Unidos tuvo la fortuna de que esta crisis coincidiera con la promesa inherente a la
elección de Barack Obama como Presidente, las fuerzas históricas —y la crisis
de 2008— alejarán al mundo de un sistema unipolar.
De hecho, las potencias económicas emergentes están adquiriendo nueva in-
fluencia. Ningún país se beneficiará económicamente de la crisis financiera duran-
te el próximo año, pero algunos Estados (principalmente China) alcanzarán una
posición global relativamente más sólida. China está experimentando una desace-
leración de su mercado inmobiliario, sus mercados de exportación están débiles y
se espera que su tasa general de crecimiento se reduzca. Sin embargo, el país aún está
relativamente resguardado de la crisis global. Sus reservas de divisas extranjeras
alcanzan los 2 billones de dólares, con lo que se sitúa como el país más fuerte del
mundo en cuanto a liquidez. El sistema financiero de China no está expuesto, y el
crecimiento del país, que ahora es impulsado por la actividad interna, seguirá pre-
sentando tasas sólidas aunque menores.
Esta posición de relativa seguridad le da a China la oportunidad de consolidar
sus ventajas estratégicas, mientras Estados Unidos y Europa luchan por recuperarse.
Beijing no estará en situación para ayudar a otros países financieramente o para ha-
cer inversiones clave en recursos naturales, por ejemplo, en momentos en que Occi-
dente no puede hacerlas. Al mismo tiempo, esta crisis puede dar lugar a una relación
más cercana entre Estados Unidos y China. Los puntos de desacuerdo relacionados
con el comercio están desapareciendo, lo que podría atenuar las posiciones protec-
cionistas del Congreso estadounidense. Es probable que, ya que Washington estará
menos distraído por la guerra en Iraq, el gobierno del presidente Obama verá más
claramente que su predecesor que la relación de Estados Unidos con China se está con-
virtiendo en la relación bilateral más importante de su país. El gobierno de Obama
podría iniciar los esfuerzos para introducir a China al g8 (el grupo de países alta-
mente industrializados) y para ampliar la posición accionaria de China en el Fondo
Monetario Internacional (fmi). China, a su vez, podría iniciar un esfuerzo para
ampliar la base de capital del fmi.

los fundamentos
La opinión general atribuye la crisis al colapso de los precios de la vivienda y del
mercado hipotecario subpreferencial en Estados Unidos. Ésa es una idea equivo-
cada, ya que dicho colapso fue consecuencia de otro problema. La causa subya-
cente de la crisis fue la combinación (generalmente letal) de tasas de interés muy
bajas y niveles de liquidez sin precedente. Las tasas de interés bajas reflejaban la
política excesivamente acomodaticia del gobierno estadounidense tras el 11-s. (La

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Reserva Federal de Estados Unidos bajó la tasa de los fondos federales a casi 1% a
finales de 2001 y la mantuvo muy cercana a ese nivel ínfimo durante 3 años.) La
liquidez reflejó, entre otros factores, lo que el Presidente de la Reserva Federal,
Ben Bernanke, ha llamado “la superabundancia global de ahorro”: los enormes
excedentes financieros obtenidos por ciertos países, en particular China, Singapur y
los Estados productores de petróleo del golfo Pérsico. Hasta mediados de la dé-
cada de los noventa, la mayoría de las economías emergentes tenían déficits en su
balanza de pagos, ya que importaban capital para financiar su crecimiento. Sin embar-
go, la crisis financiera asiática de 1997-1998, entre otros factores, cambió esta situación
en gran parte de Asia. Después de eso, los superávits aumentaron por toda la re-
gión y posteriormente fueron reciclados de manera constante hacia Occidente
como inversiones de cartera.
Al enfrentar bajos rendimientos, esta montaña de liquidez buscó, de manera na-
tural, rendimientos más altos. Una ley básica de las finanzas es que los rendimien-
tos de los préstamos son inversamente proporcionales a la calidad del crédito:
mientras más fuerte sea el prestatario, menor será el rendimiento y viceversa. Por
ende, enormes capitales fluyeron al sector hipotecario subpreferencial y hacia
prestatarios más débiles de todo tipo en Estados Unidos, Europa y, en menor
medida, en el resto del mundo. Por ejemplo, el volumen anual de las hipotecas
subpreferenciales y de otros tipos de hipotecas bursatilizadas aumentó de un pro-
medio de largo plazo de aproximadamente 100 000 millones de dólares a más de
600 000 millones de dólares en 2005 y 2006. Como en todas las burbujas financie-
ras, se ignoraron las lecciones que da la historia, incluidas aquéllas sobre las tasas
de incumplimiento en el largo plazo de dichos créditos deficientes.
Esta avalancha de dinero hipotecario ocasionó que los precios de los inmuebles
residenciales y comerciales aumentaran a niveles sin precedente. Mientras que
una vivienda promedio en Estados Unidos había aumentado su valor en un 1.4%
anual durante los 30 años anteriores a 2000, el índice de apreciación aumentó a
un 7.6% anual a partir de 2000 y hasta mediados de 2006. De mediados de 2005
hasta mediados de 2006, en medio de una desenfrenada especulación en el merca-
do inmobiliario, fue del 11%.
Pero como la mayoría de los picos en los precios de las materias primas, éste final-
mente se revirtió, con más intensidad si cabe. Los precios de la vivienda han estado
cayendo considerablemente durante más de 2 años y hasta ahora no hay señales de
que toquen fondo. Los mercados de futuros están mostrando precisamente eso: des-
de su punto más alto hasta el más bajo, la caída en el valor de las acciones inmobi-
liarias del país podría ser del 30% al 35%. Lo anterior sería una caída increíble para
un fondo de acciones que alguna vez estuvo valuado en 13 billones de dólares.
El colapso de los precios de la vivienda debilitó el valor multimillonario del fondo
de hipotecas de menor valor que se había creado durante el período de 2003 a 2006.
Además, numerosas hipotecas subpreferenciales que se habían estructurado al inicio
para que fueran artificialmente baratas comenzaron a imponer condiciones más seve-

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ras. Incontables prestatarios no pudieron pagar las condiciones ajustadas, y la morosi-


dad se hizo más frecuente. Las pérdidas por estos préstamos comenzaron a surgir a
mediados de 2007 y alcanzaron rápidamente niveles alarmantes. Y, debido a que los
precios de los bienes inmuebles y de otros activos siguen cayendo, el valor de
estos préstamos continúa deteriorándose. Las instituciones financieras más grandes
reportan pérdidas continuas. Bajan el valor de un préstamo o de un activo similar en
un trimestre, únicamente para volver a bajarlo al siguiente. Este ciclo descendente y
autorreforzante ha ocasionado que los mercados se desplomen en todo el mundo.
El daño es más visible en el ámbito familiar. Los estadounidenses han perdido
un cuarto de sus activos netos en tan solo un año y medio, desde el 30 de junio de
2007, y dicha tendencia continúa. El activo más importante de los estadounidenses
es el valor neto de sus casas. El valor inmobiliario total en Estados Unidos, que
estaba valuado en 13 billones de dólares en 2006 —su mejor momento—, había
caído a 8.8 billones de dólares para mediados de 2008 y seguía cayendo a finales
del mismo año. El capital de jubilación total, el segundo activo familiar más im-
portante de los estadounidenses, cayó un 22%, de 10.3 billones de dólares en 2006
a 8 billones de dólares a mediados de 2008. Durante el mismo período, los activos
de ahorro e inversión (sin incluir los ahorros para el retiro) perdieron 1.2 billones de
dólares y los activos de las pensiones perdieron 1.3 billones de dólares. En conjun-
to, estas pérdidas suman un alarmante total de 8.3 billones de dólares.
Estos golpes tan repentinos y fuertes han conmocionado a las familias en Esta-
dos Unidos. Y, como han ocurrido en un mar de titulares que informan de institu-
ciones financieras que fracasan y enormes sumas de rescate, el temor de los estado-
unidenses acerca de la seguridad y de la accesibilidad de sus depósitos es ahora aún
más generalizado que en cualquier otro momento desde 1933. Por esa razón, los esta-
dounidenses retiraron 150 000 millones de dólares de fondos del mercado de dinero
en un período de dos días en septiembre (los retiros promedio son de sólo 5 000
millones de dólares a la semana). Por esa misma razón, la Reserva Federal estable-
ció una línea de crédito especial de 540 000 millones de dólares para ayudar a esos
fondos a cubrir las continuas liquidaciones.

caos
Cada vez es más evidente que la grave recesión que se está extendiendo por Es-
tados Unidos y Europa será la más profunda para la economía mundial desde la dé-
cada de los treinta. El pib de Estados Unidos bajó en el tercer trimestre de 2008
y se pronosticó que se desplomaría, en casi un 4%, en el cuarto trimestre. De los 52
economistas encuestados por The Wall Street Journal durante el año pasado, la
mayoría esperaba que la economía de Estados Unidos se contrajera durante al me-
nos tres trimestres consecutivos, lo cual no ha sucedido en 50 años. Al menos en el
mediano plazo, los papeles globales de Estados Unidos y de los países europeos
disminuirán a la par de su economía.

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Los mercados accionarios en Estados Unidos y en el mundo dan señales de que


se avecina un período económico brutal. Para principios de noviembre de 2008, el
más amplio de los índices de mercado de Estados Unidos, el s&p 500, había baja-
do un 45% de su punto más alto de 2007. Ésta fue una caída considerablemente
más pronunciada que la que ocurrió en 1981-1982, la
cual, hasta ahora, era el peor período de recesión des-
La causa subyacente de la década de los treinta. La única explicación lógica
para dicho desplome es que el mercado está espe-
de la crisis fue la rando que en 2009 ocurra una caída aún más pro-
nunciada en los beneficios corporativos que la que
combinación de tasas ocurrió hace casi tres décadas.
de interés muy bajas Dicha reducción en los beneficios corporativos po-
dría ocurrir porque los consumidores estadouniden-
y niveles de liquidez ses están muy temerosos y han dejado de gastar en
sin precedente. artículos discrecionales. Sorprendidos por la crisis
financiera, temerosos por la seguridad de sus depósi-
tos bancarios y en el mercado de dinero y estremeci-
dos por el sentimiento de desesperanza que domina
a Washington y a los medios de comunicación estadounidenses, han aumentado
rápidamente sus ahorros, recortando el gasto y pagando sus deudas. El resultado fue
que, en septiembre de 2008, se registró el desplome mensual más pronunciado de
la historia del Índice de Confianza del Consumidor del Conference Board. Ese mes
también fue testigo del descenso más pronunciado en el gasto de consumo desde
1980, y la caída fue aún peor en octubre. El Director Ejecutivo de Caterpillar y otros
líderes empresariales han descrito estas condiciones como las peores que han visto,
y están reduciendo drásticamente la inversión de capital.
Según declaraciones del ex Secretario del Tesoro, Lawrence Summers, esta re-
cesión será prolongada en parte debido al carácter excepcional de la espiral financiera
descendente. A medida que el valor de los activos financieros cae, la demanda de
cobertura suplementaria se dispara, forzando la venta de ésos y otros activos, lo que
deprime aún más su valor. Esto significa mayores pérdidas para los hogares y las
instituciones financieras y éstas, a su vez, desalientan el gasto y el crédito. El re-
sultado final es una economía aún más débil, caracterizada por menos gasto,
ingresos más bajos y más desempleo.
Esta recesión también será prolongada debido a que las herramientas guberna-
mentales generalmente utilizadas para estimular la recuperación no están disponi-
bles o es poco probable que funcionen. La manera más sencilla de revitalizar una eco-
nomía con problemas es relajando las políticas monetarias, como lo hizo la Reserva
Federal de Estados Unidos en el otoño del año pasado. Sin embargo, las tasas de inte-
rés en Estados Unidos y en Europa ya son extremadamente bajas, y los bancos cen-
trales ya han inyectado cantidades sin precedente de liquidez a los mercados de cré-
dito. Por ende, el efecto de cualquier relajación adicional probablemente será modesto.

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Otra herramienta, el estímulo fiscal, también ha sido contemplada por Estados


Unidos, Europa y Japón, pero tendrá un efecto menor. Incluso el paquete de 787 000
millones de dólares en estímulos fiscales y gasto adicional que el Congreso de Es-
tados Unidos aprobó es insuficiente para una economía de 15 billones de dólares
como la estadounidense; además, a juzgar por las experiencias del pasado, otra
ronda de estímulos será sólo parcialmente eficaz: el paquete de 168 000 millones de
dólares decretado en febrero de 2007 mejoró el pib de Estados Unidos sólo en un
50% de esa cantidad.
Se espera que la desaceleración en Europa sea igualmente grave. Los consumi-
dores europeos están gastando menos por las mismas razones que los consumidores
estadounidenses. Los sectores financieros de los países europeos, en relación con el
pib de esos países, han sufrido aún más daño que los de Estados Unidos. El otoño
pasado, el gobierno británico informó sobre una contracción de su economía y los
países de la zona del euro están ahora oficialmente en recesión.
El sistema financiero internacional también ha sido devastado. El fmi estima
que las pérdidas por cartera vencida para las instituciones financieras globales al-
canzarán, a la larga, los 1.5 billones de dólares. Alrededor de 750 000 millones de dóla-
res de dichas pérdidas fueron reportados en noviembre pasado. Estas pérdidas han
arrasado con gran parte del capital del sistema bancario y han ocasionado que el
flujo de crédito se suspenda. Desde finales de 2007, las instituciones se comenzaron
a preocupar tanto por la solvencia de los solicitantes de crédito, incluidas otras
instituciones, que ya no otorgaron más créditos. Lo anterior queda demostrado
por la diferencia entre los certificados del Tesoro de Estados Unidos a tres meses y
la tasa de préstamo Libor a tres meses, el punto de referencia para los préstamos
interbancarios, que se cuadruplicó un mes después del colapso del banco de inver-
sión Lehman Brothers, en septiembre de 2008.
Esta paralización del crédito llevó al sistema financiero global al borde del co-
lapso. El Director Administrativo del fmi, Dominique Strauss-Kahn, habló sobre
un inminente “colapso total” en octubre. Como resultado, la Reserva Federal, el
Banco Central Europeo y otros bancos centrales inyectaron un total de 2.5 billo-
nes de dólares de liquidez a los mercados de crédito, la intervención monetaria más
grande de la historia mundial hasta ahora. Además, el gobierno de Estados Unidos
y los gobiernos europeos tomaron lo que antes hubiera sido una medida incon-
cebible: asignaron 1.5 billones de dólares adicionales para inversiones directas de
capital en sus instituciones financieras locales.

el camino hacia la recuperación


Hasta ahora, se ha observado una modesta reactivación de las condiciones del
mercado de crédito, pero no se avizora un retorno a la normalidad ni siquiera en el
largo plazo. El sistema financiero de Occidente ya es una sombra de lo que fue.
Dadas las pérdidas actuales, las instituciones financieras occidentales deben reducir

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mucho más su apalancamiento tan sólo para mantener estables sus balances. En otras
palabras, tendrán que suspenderle el crédito al mundo al menos durante 3 ó 4 años.
En un patrón clásico de sobreajuste, los mercados oscilan entre la euforia y el
desánimo. Actualmente, la actitud de las instituciones financieras ha girado hacia
un extremo conservador. Están revisando sus sistemas de aprobación de crédito y
de gestión del riesgo, así como sus índices de liquidez y de apalancamiento. En el
futuro cercano, predominarán unas normas de préstamo más estrictas.
Estos nuevos patrones de préstamo estarán aún más restringidos por norma-
tivas notablemente más estrictas. Se ha reconocido abiertamente que esta crisis
refleja el fracaso regulatorio más importante de la historia moderna, un fracaso
que se extendió de la supervisión de los bancos a las declaraciones de la Comisión
de Valores y Cambio de Estados Unidos y a la supervisión de la clasificación credi-
ticia. Las recriminaciones y los procesos penales apenas están comenzando. Se reco-
noce unánimemente que se necesita una amplia reforma regulatoria. Seguramen-
te Obama y el nuevo Congreso estadounidense tratarán de establecer leyes para
poner en práctica las reformas este año. Las autoridades europeas indudablemen-
te tomarán medidas similares. Es probable que las normas de liquidez y capital
mínimo de las instituciones reguladas, entre otras, se tornen más estrictas.
Sin embargo, si la historia nos ha enseñado algo es que las reformas financieras
irán demasiado lejos. La legislación Sarbanes-Oxley, establecida tras el colapso de
Enron y de WorldCom, es un ejemplo de dicho exceso. Si algo así volviera a ocu-
rrir, las restricciones más rigurosas sobre los sistemas bancarios estadounidense y
europeo podrían demorar el retorno a la actividad financiera saludable. Estados
Unidos se verá limitado aún más por enormes déficits presupuestarios, por el
producto de un repentino aumento en el gasto gubernamental diseñado para
luchar contra la crisis financiera y por el marcado descenso de la renta pública
ocasionado por la recesión. Ahora parece que el déficit de Estados Unidos para
el año fiscal que inició en octubre de 2008 se aproximará a 1 billón de dólares,
más del doble de los 450 000 millones de dólares del año anterior. Éste sería, con mu-
cho, el déficit nominal más sustancial jamás incurrido por un país y representaría
el 7.5% del pib de Estados Unidos, un nivel que sólo se había visto durante las gue-
rras mundiales.

las repercusiones
Difícilmente podría haber condiciones más limitantes para Estados Unidos
y Europa. Primero, la grave recesión obligará a los gobiernos a concentrarse en
los problemas internos pues sus ciudadanos exigen que los recursos nacionales se
dediquen a la recuperación interna. Las prioridades de Obama, según lo expresó
durante su campaña, se ajustan a este modelo. El primer acto importante de
Obama como Presidente fue aprobar una legislación de estímulo económico. Es
probable que tome medidas para atenuar aún más la crisis financiera, para en-
frentar la difícil situación de los fabricantes estadounidenses de automóviles y

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para iniciar la compleja tarea de reformar los servicios de salud y la política ener-
gética.
Los líderes europeos también se centrarán en los problemas internos. Ellos
también establecerán programas de estímulo y tratarán de hacer frente al daño
financiero. El otoño pasado, Nicolas Sarkozy, el Presidente de Francia, y Silvio
Berlusconi, el Primer Ministro de Italia, ya estaban pronunciando apasionados
discursos sobre cómo proteger a las compañías de esos países para que no fueran
adquiridas por intereses extranjeros, un mensaje que difícilmente coincide con las
teorías económicas modernas.
Segundo, los déficits fiscales sin precedente y las dificultades de los sistemas
financieros también impedirán que Occidente emprenda iniciativas internacio-
nales importantes. Si Obama hereda un déficit de 1 billón de dólares, y lo aumenta
temporalmente a 1.7 billones de dólares mediante un programa de estímulos, no
habrá un electorado que exija que Estados Unidos incremente su gasto en inicia-
tivas en el extranjero. De hecho, el país podría estar entrando en un período de
moderación forzada que no se había visto desde la década de los treinta. Si una
crisis como el colapso de la economía mexicana de 1994 sucediera otra vez, es poco
probable que Estados Unidos interviniera. E incluso si hubiera crisis económicas en
áreas estratégicas importantes, como Pakistán, es improbable que Estados Uni-
dos o alguno de los países europeos clave ofrecieran una ayuda económica signifi-
cativa. El fmi, en cambio, tendrá que ser el principal interventor.
En el ámbito privado, los mercados de capital occidentales tardarán varios
años en recuperarse totalmente. En el futuro, las grandes instituciones financieras
reducirán su tamaño a medida que las pérdidas continúen y conforme reduzcan
aún más su apalancamiento. El sobreajuste que ocurre después de una crisis también
hará que los mercados se tornen reacios al riesgo y al apalancamiento en el futuro
cercano.
Históricamente, los mercados de capital estadounidenses eran mucho más pro-
fundos y líquidos que cualquier otro en el mundo. Fueron un caso excepcional
durante décadas, hasta que los mercados europeos comenzaron a desarrollarse
rápidamente a lo largo de los últimos 10 ó 15 años. El resto del mundo dependía de
ellos para obtener capital, y esta relación reforzó la influencia global de Estados
Unidos. Ahora suministrarán proporcionalmente mucho menos capital durante
los próximos años.
Tercero, la credibilidad económica de Occidente se ha visto socavada por la crisis.
Esto es importante porque, durante décadas, gran parte de la influencia y del poder
blando de Estados Unidos reflejaba la fortaleza intelectual del modelo anglosajón
de capitalismo de mercado. Pero ahora, el modelo que ha ayudado a contener el
socialismo y a promover la desregulación en lugar de la regulación —que motivó la
transformación del Partido Laborista Británico, las reformas económicas en Europa
del Este y la apertura de Vietnam en los noventa— está bajo sospecha. Se conside-
ra que el sistema financiero estadounidense ha fracasado.

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Asimismo, Estados Unidos y los países de la eurozona han recurrido a interven-


ciones económicas nacionalistas de gran escala que debilitan las doctrinas del libre
mercado. El gobierno de Estados Unidos ha tomado participaciones de capital en
más de veinte instituciones financieras importantes y, como señaló el entonces Se-
cretario del Tesoro, Henry Paulson, a la larga po-
drían invertir en “miles” de ellas. Además, ha garan-
El déicit de Estados tizado temporalmente la deuda principal de todo su
sistema bancario. Alemania, Francia y el Reino Uni-
Unidos para el año do han intervenido de forma aún más extensa, cada
iscal que inició en uno de ellos de formas ligeramente diferentes. Ale-
mania, por ejemplo, ha respaldado el monto total
octubre de 2008 se de los depósitos privados. Las intervenciones ban-
carias del gobierno británico, cuando se miden en
acercará a un billón de relación con el pib del país, son aun mayores que las
dólares, o 7.5% del pib del gobierno de Estados Unidos en relación con el
pib estadounidense.
de ese país. Todas estas intervenciones detendrán el cambio
global hacia la desregulación económica. En palabras
del presidente Sarkozy: “Le laisser-faire, c’est fini.” O,
en las palabras más diplomáticas del Viceprimer Ministro chino, Wang Qishan:
“Ahora los maestros enfrentan ciertos problemas.” Esto coincide con el movi-
miento natural y de muy largo plazo de alejamiento de un mundo centrado en
Estados Unidos que inició tras la caída del Muro de Berlín, hace 2 décadas.

el beneficio para china


Este movimiento también refleja el rápido auge de otras economías, como Chi-
na e India, en particular. La porción estadounidense del pib mundial había estado
disminuyendo durante 7 años, antes de que ocurriera la crisis financiera, y parece
cada vez más probable que el pib de China supere al de Estados Unidos en algún
momento en los próximos 25 ó 30 años. El creciente poder económico de los países
emergentes conlleva una mayor influencia y competencia globales. El resultado,
en palabras de Richard Haass, presidente del Council on Foreign Relations, es la
aparición de un “mundo no polar”.
China, por ejemplo, sufrirá menos por la crisis global. Está experimentando
ciertos problemas económicos, pues sus mercados de exportación, encabezados por
Estados Unidos y Europa, se están desacelerando dramáticamente. China tam-
bién está sufriendo por la disminución de los precios de ciertos mercados inmo-
biliarios urbanos. Su crecimiento se redujo al 9% durante el tercer trimestre de
2008, un índice que otros países envidiarían, pero que fue el más bajo de China
en 5 años. Estos factores explican por qué el liderazgo chino está poniendo en
práctica un plan plurianual de estímulo económico de más de 500 000 millones

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de dólares, o aproximadamente el 15% de su pib. No obstante, el fmi pronostica que


la economía del país crecerá en un 8.5% en 2009.
En términos financieros, China se verá afectada ligeramente por la crisis de Occi-
dente. Su sistema financiero, en conjunto, desempeña un papel relativamente
pequeño en su economía, y aparentemente no está expuesto a los activos tóxicos
que han debilitado a los sistemas bancarios de Estados Unidos y Europa. China
también tiene un superávit presupuestario, un muy amplio superávit en su cuenta
corriente y muy poca deuda gubernamental. Los hogares chinos ahorran un asom-
broso 40% de sus ingresos. Asimismo, la cartera de 2 billones de dólares en reservas
de divisas extranjeras aumentó en 700 000 millones el año pasado, debido al su-
perávit de cuenta corriente del país y a la inversión extranjera directa.
Esto significa que, aunque China también se ha visto afectada por la crisis, su
poder económico y financiero se ha fortalecido en relación con el de Occidente. La
influencia global de China, por ende, aumentará, y Beijing podrá emprender ini-
ciativas políticas y económicas para aumentarla aún más. China y la Asociación de
Naciones del Sureste Asiático están a punto de finalizar un acuerdo que crearía
la zona de libre comercio más grande del mundo, y Beijing podría tomar medidas
adicionales para fomentar la interdependencia asiática y para tener un papel de li-
derazgo más fuerte en esa región.
China también podría ampliar su presencia diplomática en el mundo en desarro-
llo, con el fin de promover su modelo de capitalismo y, en lugares como Angola,
Kazajistán y Sudán, satisfacer su sed de recursos naturales. En la presente crisis,
podría incluso ayudar a financiar préstamos de emergencia, ya sea directamente,
mediante acuerdos bilaterales de financiamiento, o indirectamente, creando una
línea de crédito adicional en el fmi que podría ampliar el crédito disponible de la
organización más allá de lo que las cuotas actuales permiten. También se podría es-
perar que China haga inversiones estratégicas mediante sus fondos de riqueza
soberana. Debido a que China necesita una gran cantidad de recursos naturales,
ésta sería una posible área de interés; la infraestructura relativamente subdesarro-
llada de sus servicios financieros sería otra.

la caída del resto


India también podría salir de esta crisis relativamente ilesa. En ese país, al igual
que en China, el sistema financiero tiene un papel menor en la economía general.
India también sigue siendo una economía relativamente cerrada en términos de
inversión extranjera y, por ende, depende menos del capital externo. Los observa-
dores esperan que el crecimiento de India continúe, quizá a una tasa anual de entre
el 6.5% y el 7%. Sin embargo, India no tiene ni la riqueza ni la cohesión interna
de China. El pasado otoño, el gobierno del primer ministro Manmohan Singh con-
siguió, aunque por un escaso margen, no perder un voto parlamentario de confian-
za que hubiera implicado tener que disolver su coalición debido a la oposición al

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acuerdo nuclear que había firmado con Estados Unidos en 2005. El resultado gene-
ral es que India se ha concentrado en satisfacer sus necesidades internas y no está
especialmente bien preparada para explotar su posición geopolítica.
Gran parte del mundo, sin embargo, se ha visto gravemente afectada por la
crisis. Los bancos occidentales perjudicados, que sistemáticamente habían otorga-
do crédito a las empresas del mundo en desarrollo, han dejado de proporcionarlo
repentinamente. A medida que se retira el capital extranjero, las divisas, los siste-
mas bancarios locales y los mercados de valores de países de por sí pobres se han
debilitado considerablemente. Los países de Europa del Este que tenían déficits de
cuenta corriente excepcionalmente grandes y habían acumulado una deuda extran-
jera sustancial también han resultado especialmente afectados. Hungría, Letonia y
Ucrania son ejemplos destacados; Hungría y Ucrania ya han asegurado préstamos
de emergencia del fmi.
En Rusia, la caída en los precios del petróleo y de otras materias primas estuvo
a punto de provocar el colapso del rublo y de los precios de las acciones locales.
El gobierno del presidente Dimitri Medvedev ha gastado cantidades enormes,
quizá unos 200 000 millones de dólares hasta la fecha, para respaldar la divisa, al
sistema financiero de Rusia y a varias empresas muy apalancadas controladas por
el Estado. Con 500 000 millones de dólares en reservas de divisas extranjeras,
Rusia continúa teniendo una situación financiera sólida, incluso después de estos
esfuerzos de rescate. Sin embargo, estos aleccionadores acontecimientos harán que
le sea más difícil satisafcer parte de sus renovadas ambiciones geopolíticas. En
teoría, esto permitiría que las relaciones entre Estados Unidos y Rusia se descon-
gelaran si Obama deseara iniciar un acercamiento. Sin embargo, antes de que eso
suceda, Moscú podría intentar aplicar la estrategia de “mano dura” que el Primer
Ministro soviético, Nikita Jrushchov, utilizó con el presidente John F. Kennedy,
en Viena, en 1961.
El desenlace de la crisis será mucho más grave para Irán y Venezuela, que tam-
bién han sufrido por el desplome de los precios del petróleo, pero que, a diferencia
de Rusia, tienen reservas de divisas extranjeras limitadas. La economía iraní ya
está deteriorada y es probable que las presiones internas aumenten. Venezuela, que
ha gastado a manos llenas para promover la agenda internacional del presidente
Hugo Chávez, se enfrenta a un problema aún más grave.

se necesita un escalpelo, no un hacha


Estas crisis históricas plantean la pregunta de si se necesita una nueva estra-
tegia global para el control de divisas y de los sistemas bancario y financiero. Mu-
chos economistas y líderes recomiendan una reordenación de ese tipo y piden que
se convoque un segundo Bretton Woods. Sin embargo, sería inviable crear un
orden financiero global totalmente nuevo. Los mercados financieros y de divisas son
demasiado grandes y poderosos como para contenerlos; los días de los tipos de

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18 Roger C. Altman 5/7/09 2:57 PM Page 131

La gran crisis económica de 2008: un revés geopolítico para Occidente

cambio administrados están contados. La regulación financiera global podría cau-


sar más problemas de los que resolvería, aunque sólo sea porque las reformas que
se necesitan en Occidente son muy diferentes a las que se necesitan en el resto
del mundo.
Una estrategia mejor sería concentrarse en algunas medidas clave. Primero, la
crisis es una oportunidad para fortalecer y reformar el fmi. La organización cuen-
ta con 250 000 millones de dólares en capacidad de préstamo no utilizada, pero la
base de este capital no ha sido ajustada desde 1997 y podría no ser suficiente para
ayudar a los muchos países en desarrollo que están sufriendo crisis de liquidez y en
su balanza de pagos. (Hungría, Islandia, Pakistán, Ucrania y otros seis países han
negociado o están negociando paquetes de financiamiento de emergencia con el
fmi.) Esto se debe remediar. El fmi también podría flexibilizarse. Históricamen-
te, la organización ha condicionado su ayuda a que los países que solicitan présta-
mos se aprieten el cinturón, reduciendo, por ejemplo, sus déficits presupuestarios.
La condicionalidad sigue siendo necesaria en el largo plazo, pero como esta crisis
aún está en proceso, el fmi está considerando, con razón, su suspensión temporal.
Asimismo, los países con grandes superávits, como China y los países productores
de petróleo del golfo Pérsico, deberían tener una mayor participación en el fmi.
Sería lógico, por ejemplo, que estos países dirigieran cualquier línea de crédito
nueva e independiente que estableciera el fmi.
Segundo, el marco del g8 es cada vez más obsoleto. El poder y la riqueza eco-
nómicos de China exigen que, como mínimo, sea parte del grupo. Debido a que es
mucho más representativo, se debería acudir con más frecuencia al g20 (19 de las
economías nacionales más grandes del mundo más la Unión Europea) que al g8.
Tercero, se deben revisar los lineamientos de la Convención de Basilea ii que
regulan la capitalización de los bancos, pues demostraron ser claramente inade-
cuados para proteger a los bancos de las crisis en sus balances que los han afectado.
Sería mejor construir reservas de capital para los bancos durante los tiempos de
prosperidad que pudieran gastarse durante una crisis.
Estados Unidos seguirá siendo el país más poderoso del mundo durante algún
tiempo. Su poderío militar por sí solo lo garantiza. Pero el crac de 2008 le ha oca-
sionado un daño profundo a su sistema financiero, a su economía y a su posición
en el mundo; la crisis es un importante revés geopolítico. El reconocimiento inter-
nacional que recibió la victoria presidencial de Obama podría haber atenuado su
efecto, pero incluso este entusiasmo no podrá hacerlo desaparecer. Lo anterior se
debe, en parte, a que la crisis ha coincidido con fuerzas históricas que ya estaban
cambiando la atención que el mundo le daba a Estados Unidos. En el mediano pla-
zo, Estados Unidos tendrá que operar desde una plataforma global más pequeña,
mientras que otros, especialmente China, tendrán la oportunidad para ascender
más rápidamente. c

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