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A nivel nacional la economía pandina es la más pequeña, totalizando un valor del Producto Interno
Bruto (PIB) nominal de 365 millones de dólares en 2019, representando el 0.9% del total de Bolivia.
Su participación se incrementó desde mediados de los años noventa hasta su mayor nivel en los
años 2007 y 2008 sin lograr superar el 1.0% del total nacional. Desde 2009 hasta 2017 nuevamente
la tendencia de su incidencia fue descendente.
La economía del departamento mantuvo un crecimiento positivo pero inferior al nivel nacional
durante la última década, entre 2015 y 2019 el crecimiento promedio de Bolivia fue de 4.0%
mientras para Pando fue de 3.4%. Al igual que el resto del país, no fue inmune a la desaceleración
económica, pese al inusitado crecimiento de 7.03% en 2018 originado, en gran medida, en la
producción minera que creció en 36.3%, además de la agricultura, en específico por las actividades
de silvicultura.
Otros sectores como los servicios de la administración pública y la industria manufacturera también
tuvieron su incidencia en el PIB de 2018, en este caso gracias a la industria de alimentos con un
crecimiento superior al 13 por ciento y los textiles que, si bien tuvieron un crecimiento más
modesto, su efecto fue positivo después de los tres años consecutivos con contracciones. El resto de
las gestiones la tasa fue inferior al 3 por ciento.
En 2015 el crecimiento de Pando fue de 2.85%, en 2016 de 2.45%, en 2017 hubo un mayor nivel con
un 2.91% y en 2019, después de esa excepcional cifra en 2018, llegó a 1.66% la variación más baja
desde 2009. En todos estos años, Bolivia creció a mayores tasas, aunque con la misma tendencia de
desaceleración.